Ficha de Clase Nro 3, Teoría Polivagal
Ficha de Clase Nro 3, Teoría Polivagal
Ficha de Clase Nro 3, Teoría Polivagal
A través de una perspectiva polivagal, entendemos que las acciones son automáticas y
adaptables, generadas por el sistema nervioso autónomo muy por debajo del plano
consciente. No se trata del cerebro tomando una decisión cognitiva. Se trata de energías
autónomas que se asientan en patrones de protección.
El sistema nervioso ha estado evolucionando durante 600 millones de años, a lo largo de ese
periodo evolutivo, forjado en el crisol de la evolución, con decisiones de vida o muerte a
diario, los aspectos que ayudaron a nuestros ancestros a sobrevivir para ver el amanecer y
transmitir sus genes se fueron entrelazando cada vez más con nuestro propio ADN y con la
estructura de nuestro sistema nervioso. En este contexto, conforme nuestros ancestros
evolucionaron, el complejo del nervio vago se desarrolló desde la parte media del tronco
encefálico hacia el cuerpo, en su rama original, para calmar y proteger las vísceras del
cuerpo, incluyendo el corazón. Posteriormente, una segunda rama comenzó a evolucionar,
especialmente en primates y humanos tempranos, ascendiendo desde el tronco encefálico
hacia la cara, y participando activamente en lo que se conoce como el sistema de compromiso
social.
La teoría polivagal se podría decir que hace un cambio de enfoque desde los eventos a las
sensaciones. Es decir, nuestra vida y la forma en que desarrollamos nuestra narrativa y nos
relacionamos con el mundo se basa en nuestras sensaciones fisiológicas. Las llamamos
sensaciones o emociones, pero en realidad están fundamentadas en estados fisiológicos
globales.
La teoría polivagal demuestra que incluso antes de que el cerebro entienda un incidente, el
sistema nervioso autónomo ya ha evaluado el entorno e iniciado una respuesta de
supervivencia adaptativa.
Las fichas de clases son guías de estudio. No constituyen materiales de citas válidas a nivel académico.
Neurocepción
Como los seres humanos generamos significado, lo que comienza como una experiencia no
verbal (neurocepción) impulsa la creación de una historia que da forma a nuestra vida diaria.
Nuestro estado fisiológico es una variable interviniente. Esto significa que se sitúa entre el
estímulo o contexto y nuestras respuestas. Y, dependiendo del estado fisiológico en el que nos
encontremos, el mismo estímulo provocará diferentes respuestas.
Vivimos en un mundo que siempre habla de eventos. Incluso cuando hablamos de trauma, las
personas suelen buscar eventos adversos, como las experiencias adversas en la infancia
(ACEs, por sus siglas en inglés). Ahora bien, aunque las ACEs son importantes, sabemos que
los eventos que no alcanzan el umbral para ser considerados traumáticos pueden
desencadenar en algunas personas cambios fisiológicos y conductuales muy similares a los de
alguien que ha sido gravemente abusado o traumatizado.
Sin embargo, otras personas pueden enfrentar situaciones realmente adversas y mostrar una
gran capacidad de resiliencia. La resiliencia, en este caso, se refiere a que mi sistema nervioso
autónomo responde y se mantiene dentro de un rango de función homeostática, lo que
Las fichas de clases son guías de estudio. No constituyen materiales de citas válidas a nivel académico.
Venimos al mundo configurados para conectar. Nuestra vida esta signada por una búsqueda
de seguridad en nuestro cuerpo, en nuestros entornos y en nuestras relaciones con los demás.
El sistema nervioso autónomo es nuestro sistema de vigilancia personal, que siempre está en
guardia y preguntando “¿Esto es seguro?”. Su objetivo es protegernos mediante la detección
de la seguridad y del riesgo.
La teoría polivagal se centra en dos vías que viajan dentro de un nervio llamado vago, que
etimológicamente significa “errante”.
Desde el tronco cerebral en la base del cráneo, el vago viaja en dos direcciones: hacia abajo a
través de los pulmones, el corazón, el diafragma y el estómago y hacia arriba para conectar
con los nervios en el cuello, la garganta, los ojos y las orejas.
A través de las acciones del nervio vago, el sistema nervioso parasimpático es tanto nuestro
sistema de inmovilización como nuestro sistema de conexión.
El 80% de sus fibras son sensoriales (aferentes) y envían información del cuerpo al cerebro,
mientras que el 20% son motoras (eferentes) y envían información de acción del cerebro de
vuelta al cuerpo.
Se divide en dos vías distintas (de ahí el término polivagal), el vago dorsal y el vago ventral,
y esa división se produce en el diafragma. Aunque ambos son ramas del mismo nervio
craneal, el vago dorsal y el vago ventral son arquitectónica y funcionalmente diferentes.
El Vago dorsal se estima que tiene 500 millones de años de antigüedad, es compartido con los
vertebrados y permite la inmovilización para la supervivencia (tanatosis).
El territorio del vago dorsal se extiende desde el diafragma hacia abajo (subdiafragmático),
por tanto afecta a los órganos que hay bajo el diafragma, especialmente a los que regulan la
digestión. Cuando el vago dorsal acude al rescate, no hay suficiente energía para funcionar: el
sistema está agotado y el paciente está adormecido, disociado o experimentando
desrealización.
El vago ventral es la parte más reciente del sistema nervioso autónomo, se origina en el
núcleo ambiguo hace aproximadamente 100 millones de años, su territorio fisiológico es por
encima del diafragma. Cuenta con fibras mielinizadas, lo que garantiza mayor rapidez en el
transporte de información. El vago ventral fomenta los sentimientos de seguridad y conexión.
Proporciona la base neurobiológica para la salud, el crecimiento y la restauración. Cuando el
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vago ventral está activo, nuestra atención se centra en la conexión. Buscamos oportunidades
para la corregulación. La capacidad de calmar y ser calmado, de hablar y escuchar, de ofrecer
y recibir y de conectar y desconectar con fluidez reside en esta parte más reciente del sistema
nervioso autónomo.
Existe una jerarquía en la forma en que estos sistemas funcionan, por lo que debemos ser
muy cuidadosos al usar términos como "equilibrio", ya que no todos los sistemas son
equivalentes o tienen el mismo poder. Hay tres etapas evolutivas en los vertebrados: un
circuito vagal antiguo que literalmente nos apaga si es activado en situaciones de defensa (en
los antiguos vertebrados, cuando no cumplía esta función apoyaba las funciones
homeostáticas). Los seres humanos aún conservamos partes de ese sistema en nuestro cuerpo,
y puede ayudarnos en nuestras funciones homeostáticas. Sin embargo, cuando entramos en
modo defensivo es muy probable que el sistema nervioso simpático inhiba esa rama dorsal
del nervio vago. Cuando esa movilización ocurre, es decir, cuando hay un impulso simpático,
se inhibe el nervio vago dorsal. Esto tiene una función adaptativa poderosa, ya que evita que
el individuo caiga en el abismo de un colapso o apagamiento.
El circuito más reciente, el circuito ventral del vago en los mamíferos, es un sistema que
conecta con el corazón, desde el tronco encefálico se conecta a la regulación de los nervios
que controlan los músculos de la cara y la cabeza. Así, transmitimos nuestro estado
fisiológico a través la voz y la expresión del rostro. Estos nervios, músculos de la cara y la
cabeza crean un sistema de compromiso social, que nos permite establecer contacto con los
demás.
Ejemplo: cuando escuchamos hablar a alguien, al prestar atención a voces con prosodia
(entonación melódica), nuestro sistema nervioso se calma. Venimos al mundo con la demanda
biológica de la búsqueda de seguridad, y los mamíferos somos co-reguladores. Este es un
concepto clave en la teoría polivagal. La co-regulación requiere que nos podamos transmitir
señales de seguridad recíprocas. Esto es lo que crea las relaciones.