Comentarios II Republica Guerra Civil
Comentarios II Republica Guerra Civil
Comentarios II Republica Guerra Civil
“Toda la riqueza del país sea quien fuere su dueño, está subordinada a los intereses de la
economía nacional y afecta al sostenimiento de las cargas públicas, con arreglo a la Constitución
y a las leyes.
La propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por causa de
utilidad social mediante adecuada indemnización, a menos que disponga otra cosa una ley
aprobada por los votos de la mayoría absoluta de las Cortes. Con los mismos requisitos la
propiedad podrá ser socializada.
Los servicios públicos y las explotaciones que afecten al interés común pueden ser
nacionalizados en los casos en que la necesidad social así lo exija.”
Fuentes: Constitución de 1931 y Pascual Carrión, Los latifundios en España.
Su importancia, origen, consecuencias y solución, Madrid, Gráficas Reunidas,
1932.
CLASIFICACIÓN
Volvemos a encontrar un documento doble, por una parte, un texto con
fragmentos de la Constitución de 1931 relativos a la posibilidad de expropiación
de tierras si responde a un interés general, y un mapa con las provincias
españolas y el porcentaje de fincas de más de 250 hectáreas con respecto a la
superficie agraria total. En el caso del texto es un fragmento de la Constitución
de 1931, es, por tanto, una fuente primaria de naturaleza jurídica, aprobada el 9
de diciembre de ese mismo año, el destinatario es claramente público. El mapa
es también una fuente primaria, es un documento elaborado en 1932, casi a la
vez que la Constitución. El mapa es un mapa temático de carácter económico
y social y se sitúa también en los primeros años de la II República, extraído del
libro “Los latifundios en España” de Pascual Carrión.
CONTEXTO
Había un desigual reparto de la tierra en España desde tiempos inmemoriales,
especialmente en Extremadura, Andalucía y parte de Castilla-La Mancha; el
hecho de ser un país eminentemente agrario hacía que el problema cobrara unas
enormes proporciones. En este contexto llegó la II República y hubo grandes
promesas para los campesinos sobre una reforma agraria necesaria; pero esa
reforma tendría unos efectos muy escasos y se desarrolló muy lentamente en su
aplicación a lo largo de esos años. Importante es también, claro está, la
oposición de los grandes propietarios y la paralización de la reforma durante el
segundo bienio. La frustración de los campesinos generará explosiones de
violencia inducidas por los anarquistas (Castilblanco, Casas Viejas) que pondrán
contra las cuerdas a los gobiernos progresistas. El proceso se aceleró durante el
gobierno del Frente Popular y durante la Guerra Civil, pero el triunfo del bando
rebelde frenó en seco estas pretensiones.
Con la Ley de Reforma Agraria se pretendía acabar con el latifundismo y
redistribuir la propiedad mediante el asentamiento de campesinos en las tierras
expropiadas. Afectaba a Andalucía, Extremadura, Albacete, Ciudad Real,
Toledo y Salamanca, es decir, en zonas, en efecto, de latifundio, que serían
objeto de expropiación indemnizándose a sus propietarios, salvo los de la
nobleza cuyas propiedades eran expropiadas sin indemnización. Para la
aplicación de la Ley se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) con un
presupuesto de 50 millones de pesetas. La cantidad asignada para financiar la
reforma era baja, además, el proceso era complejo. Había que inventariar las
propiedades, el IRA las confiscaba y las pasaba a las Juntas Provinciales y éstas
a los campesinos, que previamente habían decidido sobre su explotación
individual o colectiva. Su aplicación, en definitiva, fue muy lenta y ello
exasperaba a los jornaleros del campo, mientras los propietarios estaban
dispuestos a organizarse para defender sus intereses.
IDEA/S
En el texto la idea principal es clara, toda la propiedad privada puede ser
expropiada si el interés general -por utilidad social dice el documento- así lo
considera. Prevé también la posibilidad de una adecuada indemnización. Habla
también de que los intereses económicos particulares están sometidos al interés
económico nacional. Otra idea secundaria es que los bienes privados
contribuyen al sostenimiento de los servicios públicos.
En el mapa se refleja el porcentaje de latifundios con respecto a la superficie
agraria de cada provincia, concentrándose sobre todo en la mitad sur.
Vemos la mayor concentración de latifundios (fincas superiores a 250 hectáreas)
en gran parte de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, siendo estas
superficies en Sevilla, Cádiz, Jaén, Huelva, Granada, Córdoba, Ciudad Real y
Cáceres más del 40 % de la superficie agraria provincial. Por el contrario, el
fenómeno es muy reducido (en torno al 10 % en Zamora, Valladolid, Palencia,
Soria, Guadalajara, Cuenca y Castellón). No aparecen datos en gran parte del
tercio norte peninsular, pero sabemos que el problema no era tan acuciante.
Con los datos de este mapa podemos deducir aproximadamente las provincias
con un mayor número de jornaleros (agricultores sin tierras y que trabajan las
de otros) cuyas condiciones de vida son miserables y se convierten en un
potencial foco revolucionario debido a la expansión de la ideología anarquista
que tantos problemas ocasionará a los gobiernos republicanos.
CLASIFICACIÓN
Se trata, obviamente, de dos fuentes primarias, se elaboran en el mismo
momento en que está desarrollándose la Guerra. Los dos tienen un carácter
claramente político y propagandístico. El primero es del bando sublevado, pero
no conocemos al autor, está editado por el Servicio Nacional de Propaganda y
probablemente en 1939 o, incluso, 1940 cuando la contienda ya había acabado.
El segundo fue publicado en 1937 y está firmado por Parrilla, un autor del que
se conocen más de 13 carteles; pertenece al Sindicato de Profesionales de las
Bellas Artes, adscrito a la UGT, por tanto, de ideología socialista. En los dos
casos el destinatario es claro: la masa de población perteneciente a la zona en la
que se publica, tiene, claro está un destinatario público.
CONTEXTO
Las causas de la Guerra Civil , fueron sobre todo ideológicas y políticas. La
polarización social y la violencia callejera llevaron a la radicalización de las
posturas; el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936, junto a las
muertes de Castillo y Calvo Sotelo en verano, fueron el detonante del comienzo
de las hostilidades bélicas.
El golpe de Estado del 17- 18 de julio de 1936, perpetrado por Mola y Sanjurjo,
fracasó y se transformó en guerra. El conflicto se internacionalizó y los apoyos
a ambos bandos se reforzaron a pesar del acuerdo de No Intervención en la
Sociedad de Naciones. El panorama internacional vislumbraba un ambiente en
el que la II Guerra Mundial se preveía inmediata.
La propaganda gráfica se convirtió en un arma poderosísima de difusión de la
ideología política en los años treinta; en la Gran Guerra ( I Guerra Mundial) fue
utilizada con profusión y el régimen nazi haría también un uso intensivo del
recurso, pero sería en la Guerra Civil española donde adquirió un desarrollo
espectacular.
La guerra se justificó ideológicamente: para los nacionales era una cruzada
contra el ateísmo, el marxismo y el anarquismo, y una vuelta a la tradición; para
los republicanos era la lucha contra el fascismo y buscaba la conservación de
los logros de la República; para otros (anarquistas, POUM) significaba una revo-
lución obrera.
Las tropas de Franco entraban en Madrid el 28 de marzo de 1939. El 1 de abril
comunicaba a todo el país la finalización de la guerra.
IDEA/S
En el cartel del bando nacional se está justificando el alzamiento militar y
posterior guerra como una cruzada y España se erige en “orientadora espiritual
del mundo”. Para que un cartel sea eficaz debe haber poco texto y mucha
imagen. Aquí el autor ha querido resaltar dos cosas: en primer lugar, como
hemos dicho, que la guerra está justificada desde el punto de vista religioso, que
tiene la legitimidad de una lucha justa en defensa de la religión católica, de ahí
el término de “cruzada” que le da la Iglesia católica española a la contienda y
que aparece en el cartel con letras grandes. En segundo lugar, España (se ve el
mapa destacándose en el globo terrestre) es, además, la “orientadora espiritual
del mundo”, trascendiendo esta lucha a la defensa de los valores de Occidente
frente al enemigo de esos valores, suponemos que el marxismo, el ateísmo...
que aparecen frecuentemente en los carteles nacionales. En la segunda imagen,
editada por el bando republicano, vemos un llamamiento a la unidad -muy
frecuente en este bando- en este caso entre las tropas de voluntarios de las
Brigadas Internacionales con sede en Albacete, y los propios españoles contra
el invasor, se refiere a las tropas italianas, alemanas y portuguesas que apoyan al
bando franquista. El cartel se divide en varias partes, en la central aparecen dos
soldados con fusiles en la mano y avanzando, como fondo y cerrando la
composición triangular tenemos a una imagen femenina, es la alegoría de la
República que asiste a estos soldados y porta la corona de laurel del triunfo.
Entre los dos soldados aparece un círculo donde aparece la frase “Voluntarios
internacionales de la libertad, 1936-1937”. Debajo está la leyenda, el mensaje
principal: “Los internacionales, unidos a los españoles, luchamos contra el
invasor”. El objetivo es suscitar apoyo a favor de esos voluntarios,
principalmente comunistas que vienen a España a luchar contra el fascismo.
En los dos casos encontramos documentos excepcionales para ver el soporte
ideológico de los dos bandos contendientes.
CLASIFICACIÓN
Es un fragmento de un discurso pronunciado por el presidente de la República
española durante la Guerra Civil (1936-1939), por tanto, es un texto histórico
de carácter político. Paz, piedad y perdón es como se conoce al discurso
pronunciado por el presidente de la Segunda República Española, Manuel
Azaña, el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona, a los dos años
del comienzo de la Guerra Civil Española. Es una fuente primaria.
CONTEXTO
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, Azaña
se convirtió en presidente de la República, en sustitución de Alcalá Zamora. Fue
en ese destacado puesto desde el que vivió el estallido de la Guerra Civil. El
fracaso del golpe de estado militar dio paso a un enfrentamiento bélico. Aunque
en un principio la mayor parte del territorio y los recursos quedaron en manos
del bando republicano y las principales ciudades resistieron el alzamiento, las
implicaciones internacionales y los aspectos organizativos decantaron el resulta-
do de la contienda en favor de los sublevados.
El doctor Juan Negrín, del PSOE, partidario de la máxima unidad de las
fuerzas republicanas y apoyado en los comunistas, trasladó la sede del gobierno
de Valencia a Barcelona (31 de octubre de 1937), buscando el control de las
industrias bélicas catalanas.
En 1938, Azaña comenzó a pensar en la posibilidad de terminar con el
conflicto civil y era contrario a proseguir la guerra a cualquier coste, en contraste
con lo que pensaba el entonces Presidente del Gobierno, Juan Negrín. Por
tanto, su propio Gobierno rechazó cualquier mediación, porque legitimaría a
los nacionales, por otro lado, Franco solo aceptaba la rendición incondicional.
Este discurso se denominó de las tres “P” (Paz, Piedad y Perdón). Su intención
básica era pedir el retorno a la concordia nacional bajo un contexto en el que la
guerra parecía razonablemente perdida ya para la República. Pero no era del
mismo parecer Negrín, el máximo responsable gubernamental, quien buscó la
prolongación de la guerra hasta mezclarla con el conflicto global que se
avecinaba (Segunda Guerra Mundial).
La estrategia del Presidente de la República era clara: ya no se trataba de ganar
una guerra, pues estaba perdida; era el momento de mirar hacia el porvenir
solicitando de los vencedores “Paz, Piedad y Perdón”. Azaña lanza una nueva
llamada de atención a la Sociedad de Naciones para intervenir en un conflicto,
que, según él, se estaba prolongando por culpa de la intervención de países
extranjeros.
Unos días después de este discurso comenzaría la Batalla del Ebro, que sen-
tenció a la República y al frente de Cataluña a una derrota definitiva; esto alejó
aún más la posibilidad de un final de la guerra pactado entre los contendientes.
Los contenidos reconciliadores del pensamiento de Azaña no tuvieron efecto
inmediato ya que, acabada la guerra, la represión se cebó con los vencidos de
diferentes formas como la cárcel y la ejecución, el exilio o la expulsión de sus
puestos de trabajos de simpatizantes republicanos, sobre todo durante los años
cuarenta.
IDEA/S
El discurso contiene un mensaje de reconciliación y fue elaborado con la
intención de preparar a la opinión pública del territorio republicano para lograr
una mediación internacional y no prolongar la guerra. La idea principal es la
petición de reconciliación nacional como argumento tras la contienda, que ya
considera ganada por los sublevados; para evitar futuros enfrentamientos.
Es una intervención que, alejándose de la situación de la Guerra Civil, trata de
sentar las bases de una posible y futura reconciliación nacional al finalizar la
contienda.