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LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1931-1936)

13. DISCURSO DE LA DIPUTADA CLARA CAMPOAMOR.


Señores diputados: se está haciendo una constitución de tipo democrático, por un pueblo que
tiene escrito como lema principal, en lo que yo llamo el arco del triunfo de su República, el
respeto profundo a los principios democráticos [...] Yo no creo, no puedo creer, que la mujer
sea un peligro para la República, porque yo he visto a la mujer reaccionar frente a la Dictadura
y con la República [...] Resolver lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar
entrada a esa mitad del género humano en la política, para que la política sea cosa de dos,
porque sólo hay una cosa que un sexo solo: alumbrar, las demás las hacemos todos en común,
y no podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a decir deberes, a legislar sobre
la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras [...] Respecto a la
serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer, he de decir, con
toda consideración, que no están apoyadas en la realidad [...] ¿quién protestó y se levantó en
Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las mujeres? ¿Quién nutrió la manifestación
pro responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que las mujeres,
que iban en mayor número que los hombres? [...] 19 No cometáis, señores diputados, ese error
político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República
atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes. Intervención de Clara
Campoamor en las sesiones de 30 de septiembre y 1 de octubre 1931.
CLASIFICACIÓN
Es una fuente primaria. Texto de naturaleza política y social. Se trata de un
fragmento del discurso que pronunció Clara Campoamor en las Cortes
Constituyentes de la República española el día 1 de septiembre de 1931.
CONTEXTO
Proclamada la II República en abril de 1931 y marchado al exilio el rey Alfonso
XIII se constituye un Gobierno Provisional formado por los líderes de aquellos
partidos que habían firmado el “Pacto de San Sebastián” (17 de agosto de 1930).
El gobierno provisional convocó elecciones a Cortes constituyentes, celebradas
el 28 de junio, obteniendo un fuerte respaldo popular. En efecto, la conjunción
de republicanos y socialistas que constituían el gobierno provisional abarcaba al
80% de la Cámara, siendo los dos partidos más votados, el Socialista, con 116
diputados, y el Republicano Radical, con 90. Los partidos de la derecha
conservadora, que afrontaron las elecciones con desorden, sin estar bien
organizados, quedaron reducidos a grupos minoritarios con muy poca fuerza
como para poder influir en la orientación de la nueva etapa que acababa de
abrirse en España. Este hecho se dejó notar durante la redacción de la
Constitución republicana, al responder su texto sobre todo a las ideas de los
republicanos de izquierda y de los socialistas. No contó, en cambio, con el
apoyo de los diputados de la derecha con lo que, la Constitución de 1931 nació
sin el aconsejable consenso.
De acuerdo con la Constitución de 1931 España se constituía en una
República democrática y laica. Definía a España como una “República de
trabadores de toda clase” y como un Estado “integral”, fórmula con la que se
venía a reconocer el derecho a la autonomía de las regiones. Recogía una amplia
declaración de derechos y libertades; dio el voto a las mujeres; estableció el
matrimonio civil; legalizó el divorcio; incorporó el derecho de expropiación
forzosa de la propiedad privada por causa de utilidad social.
Sobre la división de los poderes, el legislativo residía en las Cortes o Congreso
de los diputados, constituidas por una sola cámara; el poder ejecutivo recaía en
el gobierno y en el presidente de la República, que era el jefe del Estado y cuyo
mandato duraba seis años; la función de administrar justicia recaía en los jueces
y tribunales. Asimismo creaba un Tribunal de Garantías Constitucionales para
garantizar la constitucionalidad de las leyes y resolver los posibles conflictos
entre el Estado y las regiones autónomas. Si el reconocimiento de los Estatutos
de Autonomía dio lugar a un duro debate en la Cámara, mucho más encendido
fue el relativo a los artículos 26 y 27 de la Constitución, destinados a fijar la
“cuestión religiosa”, en los que se contemplaba la separación de la Iglesia y el
Estado; su aconfesionalidad; la libertad de cultos; el fin de la financiación estatal
de la Iglesia; disolvía la Compañía de Jesús y prohibía a las congregaciones
religiosas ejercer la enseñanza, el comercio y la industria.
Al fin, las Cortes aprobaron la Constitución el 9 de diciembre de 1931 con
todos los votos a favor, y ninguno en contra al no estar en ese momento en la
Cámara los representantes de los partidos de derecha. La nueva Constitución,
por tanto, nacía sin consenso. Mención especial, dada la naturaleza del texto
que comentamos, tiene el tema de la igualdad de derechos entre hombres y
mujeres y, en consecuencia, el referente al sufragio.
En las Cortes únicamente había dos mujeres de un total de 465 diputados:
Clara Campoamor (Partido Radical) y Victoria Kent (Izquierda Republicana). A
finales de aquel mismo año ingresó Margarita Nelken (Partido Socialista). De
las tres, Clara Campoamor, abogada, fue la que más se implicó en la defensa de
los derechos de la mujer y desempeñó un papel importante en el debate acerca
del sufragio femenino.
Tras largos debates en todos los sentidos (Clara Campoamor defendió el
sufragismo femenino y Victoria Kent se opuso “no por la capacidad de la mujer
sino por oportunidad de la República”) el artículo 34 – que establecía la
equiparación de derechos para los ciudadanos de uno y otro sexo mayores de
veintitrés años – fue finalmente aprobado por 161 votos a favor y 121 en contra.
Las primeras elecciones en las que participaron las mujeres fueron las de 1933,
e inevitablemente se les echó la culpa de la victoria de la derecha.
IDEA/S
El tema central es la reivindicación de los derechos de la mujer y la defensa
del derecho al sufragio femenino. Clara Campoamor (una de las dos mujeres
presentes en el debate) tuvo una singular importancia en la defensa de los
mismos.

14. TEXTO Y MAPA SOBRE LA REFORMA AGRARIA DURANTE


LA II REPÚBLICA

“Toda la riqueza del país sea quien fuere su dueño, está subordinada a los intereses de la
economía nacional y afecta al sostenimiento de las cargas públicas, con arreglo a la Constitución
y a las leyes.
La propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por causa de
utilidad social mediante adecuada indemnización, a menos que disponga otra cosa una ley
aprobada por los votos de la mayoría absoluta de las Cortes. Con los mismos requisitos la
propiedad podrá ser socializada.
Los servicios públicos y las explotaciones que afecten al interés común pueden ser
nacionalizados en los casos en que la necesidad social así lo exija.”
Fuentes: Constitución de 1931 y Pascual Carrión, Los latifundios en España.
Su importancia, origen, consecuencias y solución, Madrid, Gráficas Reunidas,
1932.
CLASIFICACIÓN
Volvemos a encontrar un documento doble, por una parte, un texto con
fragmentos de la Constitución de 1931 relativos a la posibilidad de expropiación
de tierras si responde a un interés general, y un mapa con las provincias
españolas y el porcentaje de fincas de más de 250 hectáreas con respecto a la
superficie agraria total. En el caso del texto es un fragmento de la Constitución
de 1931, es, por tanto, una fuente primaria de naturaleza jurídica, aprobada el 9
de diciembre de ese mismo año, el destinatario es claramente público. El mapa
es también una fuente primaria, es un documento elaborado en 1932, casi a la
vez que la Constitución. El mapa es un mapa temático de carácter económico
y social y se sitúa también en los primeros años de la II República, extraído del
libro “Los latifundios en España” de Pascual Carrión.
CONTEXTO
Había un desigual reparto de la tierra en España desde tiempos inmemoriales,
especialmente en Extremadura, Andalucía y parte de Castilla-La Mancha; el
hecho de ser un país eminentemente agrario hacía que el problema cobrara unas
enormes proporciones. En este contexto llegó la II República y hubo grandes
promesas para los campesinos sobre una reforma agraria necesaria; pero esa
reforma tendría unos efectos muy escasos y se desarrolló muy lentamente en su
aplicación a lo largo de esos años. Importante es también, claro está, la
oposición de los grandes propietarios y la paralización de la reforma durante el
segundo bienio. La frustración de los campesinos generará explosiones de
violencia inducidas por los anarquistas (Castilblanco, Casas Viejas) que pondrán
contra las cuerdas a los gobiernos progresistas. El proceso se aceleró durante el
gobierno del Frente Popular y durante la Guerra Civil, pero el triunfo del bando
rebelde frenó en seco estas pretensiones.
Con la Ley de Reforma Agraria se pretendía acabar con el latifundismo y
redistribuir la propiedad mediante el asentamiento de campesinos en las tierras
expropiadas. Afectaba a Andalucía, Extremadura, Albacete, Ciudad Real,
Toledo y Salamanca, es decir, en zonas, en efecto, de latifundio, que serían
objeto de expropiación indemnizándose a sus propietarios, salvo los de la
nobleza cuyas propiedades eran expropiadas sin indemnización. Para la
aplicación de la Ley se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) con un
presupuesto de 50 millones de pesetas. La cantidad asignada para financiar la
reforma era baja, además, el proceso era complejo. Había que inventariar las
propiedades, el IRA las confiscaba y las pasaba a las Juntas Provinciales y éstas
a los campesinos, que previamente habían decidido sobre su explotación
individual o colectiva. Su aplicación, en definitiva, fue muy lenta y ello
exasperaba a los jornaleros del campo, mientras los propietarios estaban
dispuestos a organizarse para defender sus intereses.
IDEA/S
En el texto la idea principal es clara, toda la propiedad privada puede ser
expropiada si el interés general -por utilidad social dice el documento- así lo
considera. Prevé también la posibilidad de una adecuada indemnización. Habla
también de que los intereses económicos particulares están sometidos al interés
económico nacional. Otra idea secundaria es que los bienes privados
contribuyen al sostenimiento de los servicios públicos.
En el mapa se refleja el porcentaje de latifundios con respecto a la superficie
agraria de cada provincia, concentrándose sobre todo en la mitad sur.
Vemos la mayor concentración de latifundios (fincas superiores a 250 hectáreas)
en gran parte de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, siendo estas
superficies en Sevilla, Cádiz, Jaén, Huelva, Granada, Córdoba, Ciudad Real y
Cáceres más del 40 % de la superficie agraria provincial. Por el contrario, el
fenómeno es muy reducido (en torno al 10 % en Zamora, Valladolid, Palencia,
Soria, Guadalajara, Cuenca y Castellón). No aparecen datos en gran parte del
tercio norte peninsular, pero sabemos que el problema no era tan acuciante.
Con los datos de este mapa podemos deducir aproximadamente las provincias
con un mayor número de jornaleros (agricultores sin tierras y que trabajan las
de otros) cuyas condiciones de vida son miserables y se convierten en un
potencial foco revolucionario debido a la expansión de la ideología anarquista
que tantos problemas ocasionará a los gobiernos republicanos.

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)

15. CARTELES DE AMBOS CONTENDIENTES DURANTE LA


GUERRA CIVIL

CLASIFICACIÓN
Se trata, obviamente, de dos fuentes primarias, se elaboran en el mismo
momento en que está desarrollándose la Guerra. Los dos tienen un carácter
claramente político y propagandístico. El primero es del bando sublevado, pero
no conocemos al autor, está editado por el Servicio Nacional de Propaganda y
probablemente en 1939 o, incluso, 1940 cuando la contienda ya había acabado.
El segundo fue publicado en 1937 y está firmado por Parrilla, un autor del que
se conocen más de 13 carteles; pertenece al Sindicato de Profesionales de las
Bellas Artes, adscrito a la UGT, por tanto, de ideología socialista. En los dos
casos el destinatario es claro: la masa de población perteneciente a la zona en la
que se publica, tiene, claro está un destinatario público.
CONTEXTO
Las causas de la Guerra Civil , fueron sobre todo ideológicas y políticas. La
polarización social y la violencia callejera llevaron a la radicalización de las
posturas; el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936, junto a las
muertes de Castillo y Calvo Sotelo en verano, fueron el detonante del comienzo
de las hostilidades bélicas.
El golpe de Estado del 17- 18 de julio de 1936, perpetrado por Mola y Sanjurjo,
fracasó y se transformó en guerra. El conflicto se internacionalizó y los apoyos
a ambos bandos se reforzaron a pesar del acuerdo de No Intervención en la
Sociedad de Naciones. El panorama internacional vislumbraba un ambiente en
el que la II Guerra Mundial se preveía inmediata.
La propaganda gráfica se convirtió en un arma poderosísima de difusión de la
ideología política en los años treinta; en la Gran Guerra ( I Guerra Mundial) fue
utilizada con profusión y el régimen nazi haría también un uso intensivo del
recurso, pero sería en la Guerra Civil española donde adquirió un desarrollo
espectacular.
La guerra se justificó ideológicamente: para los nacionales era una cruzada
contra el ateísmo, el marxismo y el anarquismo, y una vuelta a la tradición; para
los republicanos era la lucha contra el fascismo y buscaba la conservación de
los logros de la República; para otros (anarquistas, POUM) significaba una revo-
lución obrera.
Las tropas de Franco entraban en Madrid el 28 de marzo de 1939. El 1 de abril
comunicaba a todo el país la finalización de la guerra.
IDEA/S
En el cartel del bando nacional se está justificando el alzamiento militar y
posterior guerra como una cruzada y España se erige en “orientadora espiritual
del mundo”. Para que un cartel sea eficaz debe haber poco texto y mucha
imagen. Aquí el autor ha querido resaltar dos cosas: en primer lugar, como
hemos dicho, que la guerra está justificada desde el punto de vista religioso, que
tiene la legitimidad de una lucha justa en defensa de la religión católica, de ahí
el término de “cruzada” que le da la Iglesia católica española a la contienda y
que aparece en el cartel con letras grandes. En segundo lugar, España (se ve el
mapa destacándose en el globo terrestre) es, además, la “orientadora espiritual
del mundo”, trascendiendo esta lucha a la defensa de los valores de Occidente
frente al enemigo de esos valores, suponemos que el marxismo, el ateísmo...
que aparecen frecuentemente en los carteles nacionales. En la segunda imagen,
editada por el bando republicano, vemos un llamamiento a la unidad -muy
frecuente en este bando- en este caso entre las tropas de voluntarios de las
Brigadas Internacionales con sede en Albacete, y los propios españoles contra
el invasor, se refiere a las tropas italianas, alemanas y portuguesas que apoyan al
bando franquista. El cartel se divide en varias partes, en la central aparecen dos
soldados con fusiles en la mano y avanzando, como fondo y cerrando la
composición triangular tenemos a una imagen femenina, es la alegoría de la
República que asiste a estos soldados y porta la corona de laurel del triunfo.
Entre los dos soldados aparece un círculo donde aparece la frase “Voluntarios
internacionales de la libertad, 1936-1937”. Debajo está la leyenda, el mensaje
principal: “Los internacionales, unidos a los españoles, luchamos contra el
invasor”. El objetivo es suscitar apoyo a favor de esos voluntarios,
principalmente comunistas que vienen a España a luchar contra el fascismo.
En los dos casos encontramos documentos excepcionales para ver el soporte
ideológico de los dos bandos contendientes.

16. PAZ, PIEDAD Y PERDÓN


La guerra civil está agotada en sus móviles porque ha dado exactamente todo lo contrario de
lo que se proponían sacar de ella, y ya a nadie le puede caber duda de que la guerra actual no
es una guerra contra el Gobierno, ni una guerra contra los gobiernos republicanos, ni siquiera
una guerra contra un sistema político: es una guerra contra la nación española entera [...] La
reconstrucción de España será una tarea aplastante, gigantesca, que no se podrá fiar al genio
personal de nadie, ni siquiera de un corto número de personas o de técnicos; tendrá que ser
obra de la colmena española en su conjunto, cuando reine la paz, una paz que no podrá ser
más que una paz española y una paz nacional, una paz de hombres libres [...] Este fenómeno
profundo, que se da en todas las guerras, me impide a mí hablar del porvenir de España en
el orden político y en el orden moral, porque es un profundo misterio, en este país de las
sorpresas y de las reacciones inesperadas, lo que podrá resultar el día en que los españoles, en
paz, se pongan a considerar lo que han hecho durante la guerra. Yo creo que, si de esta
acumulación de males ha de salir el mejor bien posible, será con este espíritu, y desventurado
el que no lo entienda así. No voy a aplicar a este drama español la simplísima doctrina del
adagio de que “no hay mal que por bien no venga”. No es verdad. Pero es obligación moral,
sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros que- remos que se
acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la
antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que les hierva la sangre
iracunda y otra vez el genio español vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con
el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos
hombres que han caído magníficamente por una ideal grandioso y que ahora, abrigados en la
tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz,
tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus
hijos: Paz, piedad, perdón.
Fuente: Manuel Azaña, Discursos políticos.

CLASIFICACIÓN
Es un fragmento de un discurso pronunciado por el presidente de la República
española durante la Guerra Civil (1936-1939), por tanto, es un texto histórico
de carácter político. Paz, piedad y perdón es como se conoce al discurso
pronunciado por el presidente de la Segunda República Española, Manuel
Azaña, el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona, a los dos años
del comienzo de la Guerra Civil Española. Es una fuente primaria.
CONTEXTO
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, Azaña
se convirtió en presidente de la República, en sustitución de Alcalá Zamora. Fue
en ese destacado puesto desde el que vivió el estallido de la Guerra Civil. El
fracaso del golpe de estado militar dio paso a un enfrentamiento bélico. Aunque
en un principio la mayor parte del territorio y los recursos quedaron en manos
del bando republicano y las principales ciudades resistieron el alzamiento, las
implicaciones internacionales y los aspectos organizativos decantaron el resulta-
do de la contienda en favor de los sublevados.
El doctor Juan Negrín, del PSOE, partidario de la máxima unidad de las
fuerzas republicanas y apoyado en los comunistas, trasladó la sede del gobierno
de Valencia a Barcelona (31 de octubre de 1937), buscando el control de las
industrias bélicas catalanas.
En 1938, Azaña comenzó a pensar en la posibilidad de terminar con el
conflicto civil y era contrario a proseguir la guerra a cualquier coste, en contraste
con lo que pensaba el entonces Presidente del Gobierno, Juan Negrín. Por
tanto, su propio Gobierno rechazó cualquier mediación, porque legitimaría a
los nacionales, por otro lado, Franco solo aceptaba la rendición incondicional.
Este discurso se denominó de las tres “P” (Paz, Piedad y Perdón). Su intención
básica era pedir el retorno a la concordia nacional bajo un contexto en el que la
guerra parecía razonablemente perdida ya para la República. Pero no era del
mismo parecer Negrín, el máximo responsable gubernamental, quien buscó la
prolongación de la guerra hasta mezclarla con el conflicto global que se
avecinaba (Segunda Guerra Mundial).
La estrategia del Presidente de la República era clara: ya no se trataba de ganar
una guerra, pues estaba perdida; era el momento de mirar hacia el porvenir
solicitando de los vencedores “Paz, Piedad y Perdón”. Azaña lanza una nueva
llamada de atención a la Sociedad de Naciones para intervenir en un conflicto,
que, según él, se estaba prolongando por culpa de la intervención de países
extranjeros.
Unos días después de este discurso comenzaría la Batalla del Ebro, que sen-
tenció a la República y al frente de Cataluña a una derrota definitiva; esto alejó
aún más la posibilidad de un final de la guerra pactado entre los contendientes.
Los contenidos reconciliadores del pensamiento de Azaña no tuvieron efecto
inmediato ya que, acabada la guerra, la represión se cebó con los vencidos de
diferentes formas como la cárcel y la ejecución, el exilio o la expulsión de sus
puestos de trabajos de simpatizantes republicanos, sobre todo durante los años
cuarenta.
IDEA/S
El discurso contiene un mensaje de reconciliación y fue elaborado con la
intención de preparar a la opinión pública del territorio republicano para lograr
una mediación internacional y no prolongar la guerra. La idea principal es la
petición de reconciliación nacional como argumento tras la contienda, que ya
considera ganada por los sublevados; para evitar futuros enfrentamientos.
Es una intervención que, alejándose de la situación de la Guerra Civil, trata de
sentar las bases de una posible y futura reconciliación nacional al finalizar la
contienda.

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