BLOQUE 10 Epígrafes

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BLOQUE 10.

LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)

10.1 LA PROCLAMACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA, EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LA


CONSTITUCIÓN DE 1931. EL SUFRAGIO FEMENINO. (1931)

1. La proclamación de la Segunda República.


La lentitud del restablecimiento del orden constitucional tras la dimisión de Primo de Rivera fue
dañando la imagen de Alfonso XIII.
En 1930 los partidos de la oposición (republicanos, catalanistas, socialistas y anarquistas) firmaron el
Pacto de San Sebastián con el objetivo de instaurar una República mediante un alzamiento militar
que no llegó a producirse ya que en abril de 1931, el gobierno del almirante Aznar convocó
elecciones municipales con el objetivo de devolver paulatinamente la monarquía de Alfonso XIII a la
vida parlamentaria.
Las fuerzas políticas y la opinión pública eran conscientes de que las elecciones eran realidad un
auténtico plebiscito sobre la continuidad de la desacreditada monarquía alfonsina.
En las elecciones del 12 de abril, celebradas mediante sufragio universal, el número de concejales
monárquicos y los pertenecientes a la candidatura conjunta republicano-socialistas eran similares,
pero la coalición triunfó en las grandes ciudades (en 41 de las 50 capitales de provincias). El gobierno
no tardó en reconocer la derrota y entusiastas multitudes republicanas ocuparon las calles en
Madrid, Barcelona y otras ciudades importantes. El gobierno y el mismo rey Alfonso XIII descartaron
el recurso a las armas. Así que nadie se opuso a la proclamación de la República el 14 de Abril de
1931.
Sin embargo, la República llegaba a España en un contexto internacional poco favorable marcado
por la crisis económica que siguió al crack del 29 y la crisis de la democracia ante el ascenso de los
fascismos y del comunismo.
Las bases sociales de la República estaban constituidas por partidos republicanos burgueses,
nacionalistas, socialistas y contaron con el apoyo de intelectuales, estudiantes y algunos sectores del
ejército. Representan fundamentalmente a las clases medias y a un importante sector de la clase
obrera. Al margen de este entusiasmo republicano están los grandes propietarios, la oligarquía
financiera, parte del ejército, la Iglesia, algunos sectores del campesinado y, en un primer momento,
los anarquistas.

2. El gobierno provisional
Tras la proclamación, el comité revolucionario formado por el Pacto de San Sebastián, se convirtió
en un gobierno provisional, presidido por Niceto Alcalá Zamora, e integrado por distintas
tendencias:
 Derecha republicana: Niceto Alcalá Zamora, Presidente;
 Católicos moderados: Miguel Maura, como ministro de gobernación.
 Socialistas: Largo Caballero, ministro de Trabajo, e Indalecio Prieto.
 Republicanos de izquierda, Acción Republicana: Manuel Azaña, ministro de Guerra
 Partido Radical que habían evolucionado hacia posiciones centristas: Alejandro Lerroux, ministro
de Estado.
 Partido Radical-socialista: Álvaro de Albornoz
 Catalanistas: Nicolau D´Olwer.

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Lo primero que hizo el gobierno fue convocar elecciones a Cortes Constituyentes y modificó la ley
electoral vigente: se mantiene el sufragio universal masculino, se rebajó la edad mínima para votar
(de 25 a 23 años), se permitió la candidatura de mujeres y se definieron unas Cortes unicamerales.
Las primeras elecciones republicanas fueron las más democráticas de las celebradas hasta entonces
en la historia de España y obtuvieron una participación muy alta. La izquierda arrolló al centro-
derecha y la victoria fue de la coalición republicano-socialista (250 sobre 464 diputados). Hasta que
las Cortes elaboraran un nuevo texto constitucional para la República, el poder ejecutivo seguiría en
manos del Gobierno provisional.
Paralelamente, el gobierno comenzó a abordar algunas reformas urgentes: decretó la amnistía para
presos políticos y la libertad de partidos y sindicatos; trató de reducir el número de oficiales del
ejército; inició negociaciones con catalanes y vascos para pactar una solución autonómica; protegió a
los campesinos expulsados de las tierras por no poder pagar las rentas... Las promesas de cambio
contaron con un amplio apoyo popular, pero también con la animadversión de los propietarios
agrícolas, de parte del ejército y de la Iglesia. La quema de conventos (mayo, 1931) por masas
anticlericales, que el gobierno no evitó, provocó una pésima impresión entre los sectores católicos.
3. La Constitución de 1931
La nueva constitución representó un consenso entre los republicanos de izquierda y los socialistas,
con algunas concesiones a los nacionalistas catalanes. Se trata de una constitución plenamente
democrática, en la que todos los poderes emanaban del pueblo y quedaban reconocidos
expresamente los derechos y libertades de los ciudadanos hasta un extremo nunca antes visto en
España (matrimonio civil, derecho al divorcio…).
España se definió como “una república democrática y de trabajadores”:
- España se constituyó como un Estado “integral”, pero admitía posibles autonomías regionales
(2/3 de la cámara).
- Todos los poderes emanaban del pueblo: soberanía popular.
- Se estableció la separación de poderes legislativo, ejecutivo y judicial. El poder ejecutivo
correspondía al Presidente del Gobierno, que debía tener la confianza tanto del Presidente de la
República como de las Cortes; el poder legislativo recaía en las Cortes unicamerales; la justicia
era ejercida por jueces independientes sometidos solo a la ley.
- La jefatura del Estado se atribuía al Presidente de la República, que era elegido de forma
indirecta a través de las Cortes. No podían ocupar el cargo militares, eclesiásticos ni miembros de
la familia real. Actuaba como poder moderador del sistema.
- Se estipuló el sufragio universal (por primera vez se incluía a las mujeres).
- En materia religiosa, el Estado se declaraba laico, pero se reconocía la libertad de conciencia y la
práctica de cualquier religión; Se estableció la separación entre Iglesia y Estado y se le prohibió a
ésta ejercer el comercio, la industria, y –lo más conflictivo- la enseñanza.
- La propiedad privada de los medios de producción quedaba subordinada a los intereses de la
economía nacional, por lo que se posibilitaban las nacionalizaciones de empresas o las
expropiaciones de tierras mediante indemnización.
- Apareció como obligación del Estado extender la educación y la cultura a toda la población, sin
discriminación alguna.
La Constitución, de corte socialista, se aprobó en diciembre de 1931, y se formó entonces el primer
Gobierno constitucional presidido por Manuel Azaña (Acción Republicana), formado por
republicanos de izquierdas y socialistas. Como gesto de conciliación, se cedió la presidencia al

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conservador Alcalá Zamora.

4. El sufragio femenino
Los aspectos más polémicos de la nueva constitución fueron los relacionados con las autonomías,
con la Iglesia y con el voto femenino. Este último aspecto despertó uno de los más encendidos
debates parlamentarios protagonizados por diversas políticas. Entre estas Clara Campoamor del
partido Radical, era defensora del sufragio femenino como forma de lucha contra la discriminación
de las mujeres. Por otro lado Victoria Kent del Partido Radical Socialista, se encontraba en contra de
esta postura argumentando que las mujeres españolas tenían una escasa formación política gracias a
la tradición social. Y por ende, estaban demasiado influenciadas por la Iglesia, sus familias y maridos,
consideraba que esta situación hacía que las mujeres tuvieran una escasa conciencia política.
Proponía abordar esta situación con leyes durante la república y propuso un aplazamiento en su
puesta en vigor.
Finalmente, el sufragio femenino llegará en las elecciones de 1933, dando paso a la segunda etapa
de la república conocida como el Bienio Radical-Cedista (1933-1936). Durante el franquismo se
perdió el derecho al voto, recuperándose de forma definitiva hasta la actualidad en las elecciones de
junio de 1977 durante la Transición democrática.

10.2 EL BIENIO REFORMISTA: REFORMAS ESTRUCTURALES Y REALIZACIONES SOCIALES,


CULTURALES Y TERRITORIALES. REACCIONES DESDE LOS DIVERSOS POSICIONAMIENTOS. (1931-
1933)

1. El Bienio reformista: reformas estructurales y realizaciones sociales, culturales y territoriales.

La primera etapa de la Segunda República es conocida como Bienio Reformista (1931 – 1933), tuvo
una clara orientación de izquierdas (coalición republicano-socialista) y un marcado carácter
reformista.
Aprobada la Constitución de diciembre de 1931, Niceto Alcalá Zamora fue el primer presidente de la
República y Manuel Azaña el presidente del gobierno, que contó con el apoyo de todos los partidos
del gobierno provisional, excepto de los radicales de Alejandro Lerroux.
El nuevo gobierno emprendió una política de reformas que pretendía una profunda transformación
de la realidad española y que por ello despertó grandes apoyos pero también una fuerte oposición.
a) La Reforma agraria
Era el proyecto económico y social más importante debido a que España seguía siendo un país
eminentemente agrario, los campesinos representaban el 50% de la población activa y la mayoría de
ellos eran jornaleros agrícolas (sin tierras). La estructura latifundista de la propiedad, especialmente
al sur del Tajo, empujaba a los campesinos en situación de miseria a ocupaciones ilegales y estallidos
de violencia.
Todos coincidían en la necesidad de acabar con la gran propiedad latifundista pero no en el
procedimiento para conseguirlo, por lo que la Ley de la Reforma Agraria no se aprobó hasta
septiembre de 1932.
Preveía la expropiación de los latifundios y su reparto entre los campesinos pero su puesta en
marcha se retrasó. Para ello se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) que debía establecer las
indemnizaciones a pagar por las expropiaciones. El proceso era lento y el Estado apenas contaba con

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recursos para las compensaciones. En consecuencia, los resultados fueron escasos e insatisfactorios
lo que decepcionó a los jornaleros, sin evitar por ello el malestar de los terratenientes.
b) Reforma militar:
Tenía como fin modernizar el ejército, asegurar la fidelidad a la II República y reducir el excesivo
número de oficiales. Se aprobó la Ley Azaña (1931), que permitía a los generales y oficiales retirarse
con el sueldo íntegro, si no juraban fidelidad a la Constitución, pese a lo cual, juraron fidelidad los
africanistas José Sanjurjo, Emilio Mola y Francisco Franco. (más de 7000 militares). Estas medidas
supusieron una importante reorganización, así como el sometimiento del Ejército al poder civil para
lo que se creó la Guardia de Asalto como cuerpo adicto a la República y encargado del orden público
sustituyendo al Ejército en esta función. A pesar de todo, no consiguió ganarse la simpatía del
ejército.
c) La reforma religiosa:
La República inició un amplio proceso de secularización: ordenó la disolución de los jesuitas y aprobó
una ley que suprimía la subvención estatal a la Iglesia (Extinción del "presupuesto de clero y culto" en
el plazo de dos años, ya que la separación entre Iglesia y Estado implicaba poner fin al
mantenimiento económico del clero por parte del Estado). Además, se estableció la prohibición a las
órdenes religiosas de ejercer la enseñanza y cerraba los centros educativos católicos (esta medida
fue la más polémica de todas). Y por último, se aprobaron otras medidas secularizadoras como la ley
que reconocía el matrimonio civil y el divorcio o la igualdad de los cónyuges. El clero interpretó
estas medidas como una provocación.
d) Reforma educativa:
Se marcó el objetivo de reducir el analfabetismo (85% campesinado y 30% mundo urbano) y
establecer una educación liberal y laica con un modelo de escuela mixta, pública, obligatoria y
gratuita. La educación quedaba en manos del Estado que comenzó a formar maestros funcionaros,
iniciándose los primeros estudios en Magisterio. Se procedió a la construcción de escuelas (unas
13.000). Pero esta medida trajo consigo un serio problema por la inexistencia de una infraestructura
suficiente: faltaban escuelas y profesores. A pesar de incrementar de forma cuantiosa el presupuesto
en educación, las realizaciones quedaron por debajo de las previsiones debido a la crisis económica y
a la prohibición a la Iglesia de intervenir en la educación.

En cuanto a las realizaciones sociales, se incluyeron avances notables en materia laboral como la
jornada de ocho horas, el derecho a la huelga, el seguro de enfermedad, las vacaciones pagadas o los
jurados mixtos. La CNT, sin embargo, aumentó su radicalización y su sector más extremo la F.A.I.
(Federación Anarquista Ibérica) promovió insurrecciones.
Para la República la difusión de la cultura se convirtió en una obligación fundamental y para ello
contó con el apoyo fundamental de importantes intelectuales como Ortega y Gasset o Gregorio
Marañón que se presentaron a las elecciones de 1931.
Literatos como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández o Luis Buñuel (cineasta) se
sintieron plenamente identificados con el ideal republicano, lo que más adelante les pasará factura.
Para los lugares de difícil acceso a la instrucción básica se crearon las Misiones Pedagógicas que
trataron de llevar la cultura al mundo rural como La Barraca, grupo de teatro universitario dirigido
por García Lorca que representaba obras de teatro clásico español por toda España. También se
llevaron a los pueblos bibliotecas ambulantes.
En cuanto a la reforma territorial, durante este bienio se abordó la descentralización del Estado. En

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1932 fue aprobado el Estatuto de Cataluña. Sus competencias se limitaban a la cultura, obras
públicas y el orden público.
En el País Vasco, el PNV y los carlistas elaboraron un proyecto de estatuto tan tradicionalista que fue
rechazado por el Parlamento por lo que no tendría Estatuto de autonomía hasta comienzos de la
Guerra Civil (1936).
2. Reacciones desde los diversos posicionamientos y fuerzas de oposición.
Las reformas de la República suscitaron diversas reacciones por parte de grupos de derecha así como
de izquierda, formando verdaderas fuerzas de oposición.
a) Las fuerzas de derecha se oponían de las reformas territoriales y agrarias pero en especial a la
religiosa y educativa, al alejar a la Iglesia de los centros educativos y al declararse España como
un estado sin religión oficial:
 Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de José Mª Gil Robles, cuya estrategia
consistía en conquistar el poder por las urnas y convertir la República de izquierdas en una
República conservadora. Su lema era “Religión, Patria, Familia, Propiedad y Orden”.
 Falange Española fundada por José Antonio Primo de Rivera (1933) partido de inspiración
fascista. En 1934 se unió con las JONS de Ramiro Ledesma. Destacó durante la II República por
sus enfrentamientos callejeros con los izquierdistas y apoyó activamente el golpe militar de julio
de 1936. Fue el único partido político permitido durante la dictadura.
Además, conspiraciones militares fueron continuas y la República adoptó una política de sanciones
suaves que reflejaban su temor al ejército. De todas ellas la que llegó más lejos fue la del general
Sanjurjo, director general de la Guardia Civil (Sevilla 1932). Fue un intento de sublevación militar
precipitado y con escasa coordinación que fue sofocado con facilidad. El General Sanjurjo fue
condenado a muerte, aunque se le conmutó la pena por la de prisión perpetua.
En cuanto a la Iglesia, el cardenal Segura manifestó públicamente su adhesión al desaparecido
régimen monárquico, lo que unido a otros incidentes provocó su expulsión de España y despertó aún
más el anticlericalismo en los sectores republicanos de izquierdas.
b) La oposición de izquierdas estaba representada por los anarquistas agrupados en la Federación
Anarquista Ibérica (FAI) y en su sindicato CNT. Participaron activamente en huelgas, en la
ocupación de tierras por los campesinos y en diversas agitaciones ante la lentitud de las
reformas. El suceso m s grave ocurrió en la localidad gaditana de Casas Viejas en enero de 1933.
Unos campesinos ocuparon tierras y atacaron a la guardia civil por lo que fueron duramente
reprimidos por la Guardia de Asalto republicana, causando varios muertos (familia de Seisdedos).
Los incidentes tuvieron una lectura de masacre por parte de vecinos y de partidos de izquierdas
por lo que el gobierno se vio desacreditado por las duras medidas policiales que contribuyeron a
su crisis y caída.
En este orden de acontecimientos, las maniobras políticas del Partido Radical de Alejandro Lerroux
para echar a los socialistas del poder acabaron dando sus frutos y a a acab dimitiendo en
sep em re de . El presidente de la Rep lica, disolvió las ortes y convocó elecciones para
noviembre de ese año.
10.3. EL BIENIO DE LA CEDA Y EL PARTIDO RADICAL. EL FRENTE POPULAR. DESÓRDENES PÚBLICOS.
VIOLENCIA Y CONFLICTOS SOCIALES. (1933- 1936)

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Tras la dimisión de Manuel Azaña y la celebración de elecciones la Segunda República entrará en una
nueva fase conocida como Bienio Radical-Cedista (noviembre de 1933 – febrero de 1936). Este
segundo bienio tuvo una marcada orientación de derechas.
1. Primera etapa del Bienio radical-cedista (1933-34)
En las elecciones de noviembre de 1933 (el censo electoral se duplicó pues las mujeres votaban por
primera vez), obtuvieron la mayoría los partidos de centro-derecha - la CEDA de Gil Robles y el
Partido Radical de Lerroux. El PSOE fue el partido de la izquierda con más escaños, pero reducidos a
la mitad con respecto a la legislatura anterior (de 116 había pasado a 58).
Niceto Alcalá Zamora encomendó el gobierno a Alejandro Lerroux, que contó con el apoyo de la
CEDA. La CEDA comprendió que no era aún su momento de gobernar y esperó hasta 1934 para
empezar a ocupar carteras ministeriales.
En esta etapa se intentó aplicar una política contraria y rectificadora a la del Bienio republicano-
socialista: se paralizó la reforma agraria, devolviéndose las tierras a los antiguos propietarios y
expulsando de ellos a los campesinos que se habían asentado; se volvió a incluir al clero en los
presupuestos del Estado; se aprobó una Ley de Amnistía de la que se beneficiaron los implicados en
la sublevación contra la República encabezada por el general Sanjurjo en 1932; se ralentizó la
construcción de escuelas.
La Revolución de Asturias
El 4 de octubre de 1934 Lerroux incorporó en su gobierno a tres ministros de la CEDA. Este hecho
fue tomado por el PSOE y ERC (Esquerra Republicana de Cataluña, fundada en 1931) como el triunfo
de la derecha más radical. Para entender esta actitud, hay que añadir los acontecimientos
internacionales: la subida al poder de Hitler en Alemania y la caída de la democracia en Austria. El
temor de que el nuevo gobierno tomara una deriva autoritaria, desencadenó la insurrección.
El 5 de octubre de 1934 la UGT convocó una huelga general nacional para el día siguiente pero la
sublevación fue un fracaso en la mayor parte del país porque el ejército la sofocó con facilidad. Solo
adquirió importancia en Madrid, Vizcaya, Barcelona y Asturias.
En Barcelona se proclamó el Estado catalán dentro de la República Federal española pero el ejército
dominó la situación y se suspendió el Gobierno autonómico.
El único lugar donde triunfó la insurrección fue en Asturias (Revolución de octubre de 1934), ya que
se había firmado un pacto de alianza regional (la Alianza Obrera) entre socialistas, anarquistas y
comunistas para “socializar los medios de producción”. Los o reros ocuparon por las armas toda
Asturias y proclamaron la Revolución Socialista de los Consejos Obreros.
Para sofocar la insurrección, el Gobierno envió tropas de Marruecos y de la Legión, al mando del
general Francisco Franco y el 18 de octubre la rebelión fue sofocada con un saldo de más de mil
muertos y miles de encarcelados (30.000), algunos con sentencias a la pena de muerte. Finalmente
el Gobierno indultó a muchos de los detenidos pero a partir de aquí se produjo un giro aún más
conservador en su política.
2. Segunda etapa del Bienio radical-cedista (1934-35)
La revolución de octubre de 1934 motivó un endurecimiento de la política del gobierno. Se suspendió
el Estatuto de Cataluña y se aprobó una nueva Ley de Reforma Agraria, que detuvo el proceso de
entrega de tierras y asentamiento de los campesinos.
El gobierno era débil y estaba en crisis permanente por las luchas internas entre el Partido Radical y
la CEDA. La tarea de gobierno fue desgastando a la CEDA y surgió a su derecha otro grupo político, el

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Bloque Nacional, dirigido por José Calvo Sotelo, que consistía en una monarquía tradicional basada
en una autoridad fuerte. Para ello aspiraba a contar con el apoyo del Ejército.
En el campo militar, Gil Robles llevó a cabo una serie de cambios en los mandos militares, ocupados
por militares poco partidarios de la república, como el general Fanjul, nombrado subsecretario del
ministerio, el general Franco como jefe del Estado Mayor, y el general Mola, jefe del ejercito de
Marruecos. Dentro del Ejército se creaba poco después la Unión Militar Española (UME) para acabar
con la República.
En octubre de 1935, el escándalo del estraperlo (juegos de azar autorizados mediante el soborno a
algunos políticos radicales) abrió una profunda crisis política en el Gobierno ya que se rompió el
acuerdo radical-cedista y Lerroux dimitió como presidente del gobierno. Alcalá Zamora disolvió las
Cortes y convocó elecciones para febrero de 1936.
3. El Frente Popular, las elecciones de 1936 y el nuevo gobierno
En las elecciones del 16 de febrero de 1936 los partidos de izquierda, (republicanos de Azaña,
comunistas, socialistas e incluso anarquistas) y nacionalistas se agruparon en el Frente Popular que
hizo una campaña electoral con un programa reformista: recuperar las grandes reformas del bienio
republicano-socialista y conceder la amnistía para los represaliados por la revolución de Octubre de
1934.
La derecha se presentó dividida en muchas circunscripciones. Su principal partido era la CEDA y
confiaba en ganar las elecciones.
La participación electoral fue la más alta de todas (72%) y los resultados electorales dieron un
amplio triunfo al Frente Popular en número de escaños (ganó en más circunscripciones y en las
grandes ciudades obteniendo así la mayoría absoluta de los escaños), si bien la diferencia de votos
fue pequeña.
Las Cortes destituyeron a Alcalá Zamora como Presidente de la República, para evitar que pudiera
dificultar la labor de gobierno. En mayo de 1936, Manuel Azaña1 se convirtió en nuevo Presidente de
la República.
Manuel Azaña quiso contar en el nuevo gobierno con el apoyo de los socialistas moderados de
Indalecio Prieto pero el grupo parlamentario socialista se negó a ello (Largo Caballero y los
partidarios de llevar a cabo una revolución socialista). El nuevo gobierno, presidido por el
republicano de izquierdas Santiago Casares Quiroga, se formó el 13 de mayo de 1936 sin la
participación del PSOE.
Los gobiernos de Azaña y Casares Quiroga reemprendieron la política reformista del primer bienio:
Ley de Amnistía para los condenados por la Revolución de Octubre, restablecimiento de la
autonomía para Cataluña, tramitación parlamentaria del estatuto de autonomía vasco y aprobación
en referéndum del proyecto de estatuto gallego. Por otro lado, reactivación de la reforma agraria
(unos cien mil campesinos recibieron tierras) y realizaron la ampliación de la enseñanza pública.
Los últimos meses de la II República fueron convulsos y se vivió un clima de radicalización social y
política, que se manifestó en violentos enfrentamientos entre la derecha y la izquierda y que
anunciaba el enfrentamiento en la Guerra Civil. El recurso a la violencia fue frecuente en los dos
bandos. Hubo ataques vandálicos de militantes de izquierda contra edificios religiosos o sedes de
organizaciones obreras.

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Izquierda republicana: Partido político fundado por Manuel Azaña, resultado de la fusión de Acción
Republicana de Azaña, partido Republicano Radical Socialista y los republicanos gallegos de Casares Quiroga.

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Hubo también asesinatos premeditados, en una serie de represalias protagonizadas por militantes
de Falange (“dialéctica de los puños y las pistolas”) y de las organizaciones de izquierda. Unos y otros
parecían prepararse para una guerra definitiva.
Los casos más graves ocurrieron en julio de 1936: El 12 de julio fue asesinado el teniente José del
Castillo, militante socialista y Guardia de Asalto. Al día siguiente miembros de las fuerzas de
seguridad, actuando por su cuenta y sin la implicación del gobierno, detuvieron y ejecutaron a José
Calvo Sotelo, diputado del Bloque Nacional (1934). Los generales (Sanjurjo, Mola, Franco, Goded)
que habían comenzado a preparar un golpe de estado desde el triunfo del Frente Popular,
encontraron el pretexto necesario para el alzamiento militar que daría origen a la Guerra Civil.

10.4. LA GUERRA CIVIL (1936-1939): APROXIMACIÓN A LA HISTORIOGRAFÍA SOBRE EL CONFLICTO.

La Guerra Civil española (1936-1939) fue el conflicto bélico desencadenado en España tras el fracaso
parcial del golpe de estado de julio de 1936 organizado por grupos militares contra el gobierno de la
República.
Para explicar las causas de la Guerra Civil española, con frecuencia se han esgrimido dos teorías
historiográficas que acentúan el papel de las fuerzas externas y el contexto europeo, y minimizan
los factores internos.
a) La corriente de la historiografía liberal y marxista: interpreta el conflicto como consecuencia del
ascenso del fascismo en Europa, así FET de las JONS2 y grupos defensores de la tradición
provocaron la desestabilización del régimen democrático. PRESTON, PAUL (La Guerra Civil, 2017).
b) La corriente de la historiografía conservadora: interpreta la Guerra Civil como respuesta al
avance del comunismo internacional en Europa representados en España por el Frente Popular
que pervertía los valores tradicionales. THOMAS, HUGH (La Guerra Civil Española, 1976).
La Guerra Civil española para ambas teorías sería, ante todo, una ramificación particular del choque
entre las concepciones políticas apuestas que se enfrentaban en la Europa en crisis de los años
treinta: democracia contra fascismo o nacionalismo contra comunismo.
Por último, autores como Stanley G. Payne o Javier Tusell defienden una posición intermedia
entendiendo la Guerra Civil como la confluencia de dos extremos políticos (comunismo y fascismo)
que devoraron las posiciones democráticas, liberales y moderadas que representaban el espíritu de
la II República.
Sin embargo, la realidad era mucho más compleja. La Guerra Civil fue el resultado de una
multiplicidad de causas (profundas desigualdades económicas y sociales creadas desde la formación
del Estado liberal del siglo XIX, radicalización de actitudes ante la religión y el clero, violenta
confrontación de ideologías opuestas, la polarización política acentuada durante la República en un
contexto de crisis de las democracias por toda Europa , la incapacidad del Gobierno para contener la
situación del intento golpista etc.), que interactuaron y se reforzaron entre sí, hasta provocar una
profunda división en el seno de la sociedad española.
Las corrientes ideológicas que recorrían Europa contemporánea, en todo caso, vinieron a
sobreponerse y reforzar esa fractura social preexistente en España.

2
JONS: Movimiento político surgido de la fusión de grupos liderados por Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo.
En 1934 se unió con Falange española.

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10.5. DESARROLLO DE LA GUERRA Y SUS CONSECUENCIAS.
1. Estallido y bandos
Desde el triunfo del Frente Popular (febrero de 1936) un grupo de generales contrarios al gobierno
(José Sanjurjo, Emilio Mola, Francisco Franco), con la adhesión de grupos de derecha (Falange,
Renovación Española, Carlistas), comenzaron a preparar un golpe de Estado a partir de un
levantamiento militar. Contaban con el apoyo financiero de alguno de los grandes banqueros del
momento como Juan March y con contactos en el extranjero. Políticamente, la sublevación poseía un
alto componente derechista, desde la Falange fascista, al carlismo (antirrepublicano y
antiparlamentario) pasando por Renovación Española y amplios sectores de la CEDA.
El general Mola organizó el golpe de estado que debía ejecutarse con gran rapidez y violencia para
evitar cualquier resistencia del Gobierno o de las organizaciones de izquierdas. El régimen
republicano sería sustituido por una dictadura provisional. Ante las sospechas, el ministro de
defensa cambió de destino a los generales más antigubernamentales: Mola (Pamplona), Franco
(Canarias), Goded (Baleares). Sin embargo, los preparativos continuaron. El objetivo de la
sublevación era implantar rápidamente un régimen autoritario que pusiese fin a las libertades
democráticas y acabase con la amenaza revolucionaria de la izquierda más extremista. Sin embargo,
el fracaso del alzamiento en buena parte de España provocó el estallido de la guerra civil.
El inicio del de la sublevación estaba fijado para el 18 de julio, pero el asesinato del diputado
derechista José Calvo Sotelo provocó que los conspiradores de Melilla y Ceuta se alzaran la noche
del 17 de julio, bajo la dirección del general Franco. Al día siguiente, el 18 de julio, la sublevación se
extendió por la Península y España quedó dividida en dos bandos irreconciliables:
 Las zonas que siguieron el golpe de Estado, los sublevados y autodenominados, nacionales:
Navarra, Álava, Castilla-León, Galicia, varias regiones de Aragón y Andalucía, además de
Marruecos, Canarias y Baleares. Económicamente, dominaban las zonas agrarias y militarmente
contaban con las experimentadas tropas africanas (la Legión y los regulares), la mayoría de los
oficiales, la Guardia Civil y voluntarios carlistas y falangistas.
 Las zonas leales a la República, los republicanos: la acción conjunta de militares fieles a la
República y organizaciones obreras consiguió sofocar la rebelión en las grandes ciudades del país,
salvo en Sevilla y la zona republicana quedó establecida en Madrid, Cataluña, el Levante, la
franja cantábrica (Asturias, Cantabria y País Vasco), Castilla-La Mancha, Andalucía Oriental,
Extremadura y la isla de Menorca. Económicamente controlaba las zonas industriales y mineras,
además de los recursos del Banco de España. Militarmente, contaba con el apoyo de la Marina y
la Guardia de Asalto, armó a las organizaciones obreras y campesinas (milicianos) y las agrupó
con los militares leales para hacer frente a los sublevados.

2. Etapas de la Guerra Civil (18 julio de 1936-1 abril de 1939)


Desde el momento en que la sublevación se convirtió en guerra civil (julio 1936) hasta su conclusión
(abril 1939), el conflicto atravesó tres etapas:
 1ª etapa: el avance y las batallas en torno a Madrid (julio 1936 – marzo 1937)
En estos meses los sublevados intentaron tomar Madrid en varias acciones diferentes. Tras cruzar el
Estrecho (con el apoyo de la aviación nazi), las tropas sublevadas de África avanzaron rápidamente
hacia Madrid para tomar la capital. Sin embargo, Franco, convertido en jefe del ejército del sur tras la
muerte de Sanjurjo, decidió desviarse para ocupar Toledo que permitió a la Junta de Defensa
republicana, presidida por el general Miaja, proteger la capital con los milicianos, las Brigadas
Internacionales, carros de combate rusos y de una columna anarcosindicalista dirigida por Durruti. A

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finales de octubre, los sublevados se hallaban ya a las puertas de Madrid pero la ciudad es
duramente bombardeada, pero Madrid resiste. (“No pasarán”, “Madrid, tumba del fascismo”).
En noviembre, el gobierno republicano se trasladó a Valencia; la defensa de la capital quedó en
manos del comandante Vicente Rojo. Fracasado el intento de entrar en la capital, los sublevados
emprendieron maniobras envolventes para aislar Madrid (batalla del Jarama y batalla de
Guadalajara). El cerco sobre Madrid fracasa fundamentalmente por la derrota de las tropas italianas
en Guadalajara. Los sublevados se dieron cuenta de que la guerra no se resolvería rápidamente, lo
que obligaba a un cambio de estrategia.
 2ª etapa: la campaña del Norte (abril – octubre 1937).
Antes las dificultades para tomar Madrid, Franco decidió concentrarse en la zona norte con ayuda de
las tropas italianas fascistas y de la aviación alemana (Legión Cóndor): Asturias, Cantabria y el País
Vasco habían quedados en manos republicanas, pero aisladas del resto. Los sublevados, al mando del
general Mola, desencadenaron un ataque sobre Vizcaya. Guernica fue arrasada por la aviación nazi.
Se producía así el primer bombardeo aéreo de la historia sobre población civil (Hitler ensaya su
blitzkrieg). Bilbao meses después era ocupada.
La República, para aliviar la presión militar en el Norte, desencadenó un ataque en Brunete, cerca de
Madrid, y más tarde en Belchite, junto a Zaragoza, pero no consiguió evitar que Santander y Asturias
también cayesen. La conquista de la cornisa cantábrica proporcionó a Franco importantes recursos
industriales.
 3ª etapa: el avance hacia el Mediterráneo (noviembre 1937 – abril 1939): esta etapa final de la
guerra se desarrolló en el este de la Península.
A finales de 1937, los mandos republicanos intentan reformar el ejército: el ahora general Vicente
Rojo asume el mando, dota de mandos profesionales al ejército e inicia una ofensiva sobre Teruel,
que fue ocupada por los republicanos. Pero en febrero de 1938, Franco volvió a ocupar Teruel y
desencadena la campaña del Mediterráneo que buscaba dividir en dos a la república, aislando a
Cataluña del resto de territorios.
Logrado este objetivo por Franco, el general Rojo emprendió la batalla del Ebro (julio-noviembre del
1938) con la intención de frenar su avance hacia Valencia. Fue la batalla más dura de la guerra y
terminó con la derrota del ejército republicano, cuyas fuerzas quedaron mermadas y
desorganizadas.
Franco decidió emprender entonces la ofensiva definitiva sobre Cataluña que cae en Febrero. Tomó
Barcelona sin resistencia, mientras miles de exiliados huían hacia el norte. Azaña se exilia en Francia
y dimite como presidente de la república tras el reconocimiento del gobierno franquista por parte de
Francia y gran Bretaña.
A la República únicamente le quedaba la llamada “zona centro” (Madrid, La Mancha y desde Valencia
hasta Almería). Una sublevación del coronel Casado contra el gobierno republicano en Madrid fue el
mazazo final para la República. Casado, encargado de la defensa de Madrid, se hizo con el control de
la ciudad tras una fuerte lucha con los comunistas. Trató de negociar una paz con condiciones con
Franco, pero este sólo acepta una rendición incondicional. En marzo de 1938, las tropas de Franco
entraron en Madrid sin la menor resistencia. En los días posteriores ocupó toda la zona
Mediterránea. El 1 de abril de 1939 Franco firmó en Burgos el ltimo parte de guerra: “...cautivo y
desarmado el Ejército Rojo... la guerra ha terminado”.
3. Consecuencias.
Desde un punto de vista demográfico, las consecuencias son especialmente graves. Resulta difícil
establecer un cálculo exacto dado que las cifras varían ostensiblemente de unos autores a otros. La

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mayoría de historiadores hablan de una cifra de fallecidos que supera las 600.000 personas , 100.000
de ellos víctimas de la represión desencadenada por los militares sublevados y 55.000 de la violencia
en la zona republicana. (Julián Casanova).

La crueldad de los vencedores se mantuvo después de la guerra al continuar con una represión
institucionalizada que acabó con la vida de más de 50.000 personas. Además hubo miles de presos
políticos (profesores, jueces, diplomáticos, alcaldes, intelectuales, etc.). Otros muchos optaron por el
exilio. En torno 500.000 españoles abandonaron el país huyendo de la represión franquista a Francia,
México y Argentina principalmente. A ello habrá que sumar los no nacidos por la caída de la
natalidad y el aumento de la mortalidad por las dificultades económicas.
Desde un punto de vista económico, la guerra civil se cobró un alto precio en destrucciones
materiales: carreteras, ferrocarriles, puentes, etc. La producción agraria disminuyó en algo más del
20%; y la industrial, en más del 30%. El Estado estaba completamente endeudado ya que Franco
había realizado la guerra a crédito. Además, las autoridades republicanas enviaron el oro a la URSS
por lo que el Banco de España se quedó sin reservas financieras.
Todo ellos produjo un retroceso del nivel de vida de la población y un estancamiento económico que
obligó a recurrir al racionamiento de productos básicos. La renta per cápita cayó también casi un 30%
y hasta 1952 no se recuperó el nivel de antes de la guerra.
Desde un punto de vista político, el triunfo de los sublevados supuso el inicio de una dictadura
militar que no respetaría los derechos humanos y que se prolongó durante casi cuarenta años.
Franco no dejaría el poder hasta su muerte en 1975, decepcionando a parte de sus seguidores que
aspiraban a una vuelta paulatina a un régimen más o menos liberal. España, aislada
internacionalmente por el rechazo a la dictadura militar, se apartaba de la evolución de las
democracias occidentales y la reconciliación se convertía con el paso del tiempo en algo cada vez
más complicado.
Socialmente, la guerra significaría a la larga un gran retroceso cultural y científico debido a que
muchos intelectuales, artistas e investigadores que apoyaron a la república, fueron asesinados o se
exiliaron.

10.6. EVOLUCIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA DE LAS DOS ZONAS. DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL
CONFLICTO.
El desarrollo de la Guerra Civil estuvo condicionado por la organización política y económica de las
zonas ocupadas por ambos bandos. También, desde sus orígenes, estuvo condicionada por la
situación internacional de su tiempo ya que coincidió con la crisis de las democracias y el ascenso de
los totalitarismos en Europa. En definitiva, su desarrollo quedó marcado por la evolución de los
acontecimientos internos así como del contexto internacional.
LA ZONA REPUBLICANA.
La zona republicana, contaba con el control de las zonas industriales y de las regiones agrícolas
destinadas a la exportación; pero las zonas cerealísticas estaban en manos de los sublevados lo que
dificultó el abastecimiento y permitió las colectivizaciones de algunas zonas rurales y de la industria
catalana, lo que desacredito a la República. Pero el principal problema será la falta de una dirección
política única. El alzamiento militar provocó el estallido de divergencias y tensiones entre los
integrantes del Frente Popular. Anarquistas (CNT y FAI) y algunos grupos trotskistas (POUM)
paralelamente a la guerra eran partidarios de realizar una revolución social. La República tuvo que
hacer frente, así, tanto a la amenaza de los sublevados como de los revolucionarios. El gobierno

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quedó en manos del republicano José Giral (julio – septiembre 1936), pero las organizaciones
obreras ejercían realmente el poder en las calles. La radical actuación de muchos de sus comités
(paseos, ocupaciones, asesinatos de sacerdotes y políticos, etc.) provocó que buena parte de las
clases medias apostasen por el bando sublevado. Para tratar de establecer disciplina y autoridad se
constituyó un nuevo gobierno presidido por el socialista Largo Caballero (septiembre 1936 – mayo
1937), participaban también republicanos y, por primera vez, comunistas y anarquistas. Largo
Caballero logró contener la revolución, pero en Barcelona el intento de restablecer el orden provocó
un enfrentamiento armado con los sectores más radicales (sucesos de mayo de 1937). El conflicto se
saldó con la derrota de los anarquistas y poumistas, y con una fuerte crisis de gobierno que provocó
la caída de Largo Caballero. El gobierno quedó en manos del socialista Juan Negrín (mayo 1937 –
abril 1939), que intentó buscar una salida negociada a la guerra (Programa de los Trece Puntos), pero
Franco no lo aceptó. Negrín se apoyó en los comunistas, por el papel fundamental de la ayuda
soviética y porque era el grupo más disciplinado y decidido a luchar hasta el final. Estaba convencido
de que el estallido de la guerra mundial entre el fascismo y las democracias salvaría a la República
(“¡Resistir es vencer!”). La Rep lica, sin em argo, era derrotada unos meses antes del estallido de la
Segunda Guerra Mundial.
ZONA SUBLEVADA (NACIONAL).
En la zona sublevada, el ejército se convirtió en la columna vertebral del nuevo régimen, llevó
siempre la iniciativa política y fue el encargado de organizar el nuevo Estado. En los primeros
momentos del alzamiento militar no hubo un líder claro, porque el supuesto cabecilla, general
Sanjurjo, falleció en accidente de aviación cuando se dirigía a España desde su exilio. Durante los
primeros meses al frente de los sublevados hubo una Junta de Defensa, pero ya en octubre de 1936
se publicó un decreto que nombraba a Franco Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los
Ejércitos. Franco desplegó una estrategia de alargamiento de la guerra mediante la cual consolidó su
liderazgo militar y consiguió imponerse al resto de fuerzas. Inspirándose en el modelo fascista
italiano de partido único y con un jefe con plenos poderes, en abril de 1937 promulgó el Decreto de
Unificación por el que creaba un partido único, Falange Española Tradicionalista y de la JONS. El
proceso de institucionalización del nuevo Estado franquista culminó en enero de 1938 con la
formación del primer gobierno: Franco concentraba la Jefatura de Estado y la Presidencia del
Gobierno y, a partir de entonces, pasó a ser llamado Caudillo de España. El nuevo Estado era
fuertemente autoritario y defendía un modelo social basado en los valores tradicionales y en la
preeminencia del catolicismo. La construcción del Estado franquista fue acompañada de una
violencia extrema que comportaba la aniquilación de los vencidos en los territorios que ocupaban. La
represión tuvo un carácter sistemático, planificado y fue ejercida por el Ejército, la Falange o las
autoridades políticas contra cualquier sospechoso de simpatizar con la República.
DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO.
La intervención extranjera tuvo una importancia capital en el desarrollo de la Guerra Civil.
 Las ayudas a los sublevados: los países que ayudaron de forma directa a los militares sublevados
fueron los que mantenían regímenes fascistas o similares: Alemania, Italia y Portugal. La
Alemania nazi de Hitler ofreció la ayuda más determinante, con la participación directa de la
Legión Cóndor de aviación, esencial para el desarrollo de la guerra y responsable del bombardeo
de Guernica. Además contribuyó con el envío de soldados y oficiales, carros de combate y
artillería. Hitler usó la “guerra de España” para pro ar algunas de sus nuevas armas y sus nuevos
métodos militares, como la “guerra rel mpago”. o ró su ayuda con la entrega de minerales y
otros productos estratégicos.

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La Italia fascista de Mussolini proporcionó una ayuda vital y envió a España más de cien mil hombres.
Sufrió duras derrotas como la ocurrida en la Batalla de Guadalajara, aunque también participó
activamente en la toma de algunas ciudades como en Málaga. Del mismo modo, su apoyo en aviones
fue fundamental para el cruce del Estrecho en el inicio del conflicto. Menor, pero también reseñable,
fue la aportación del Estado Novo portugués, materializada de diversas formas: desde la ayuda
diplomática hasta el envío de voluntarios.
Mención aparte merece la actitud del Vaticano, determinada por las malas relaciones entre la Iglesia
y la República. El Papa Pío XI reconoció, ya en 1937, el nuevo régimen franquista. La ayuda del
Vaticano resultó fundamental para el reconocimiento de Franco entre la numerosa población
católica.
 Las ayudas a la República: presumiblemente la República debería haber contado con la ayuda de
las democracias occidentales, que vivían también bajo la amenaza del expansionismo de las
potencias fascistas. Cuando estalló la Guerra Civil, Francia y Gran Bretaña ya habían puesto en
marcha la política de apaciguamiento de la Alemania nazi. El miedo a una nueva guerra en
Europa, llevó a los gobiernos de París y Londres a evitar por todos los medios cualquier
responsabilidad que implicase un conflicto con Hitler; por lo que intentaron aislar el conflicto
español y convertirlo en un asunto doméstico que no incidiera en la política europea.
Y así, se estableció el Comité de No Intervención en España (agosto de 1836) y su intención era
doble: evitar que el conflicto se internacionalizara e impedir el suministro de armas a los
combatientes. Pero su labor fue un fracaso, se adhirieron veintisiete países; entre ellos Italia y
Alemania, prueba evidente de su absoluta ineficacia, lo que dejó al gobierno legítimo de la República
en clara desventaja, ya que los países del Eje continuaron ayudando militarmente a los sublevados.

Los países que apoyaron abiertamente a la República fueron la Unión Soviética y México. La ayuda
de la Unión Soviética fue con diferencia la más importante y decisiva. A lo largo de toda la guerra
aportó hombres y material armamentístico. El pago de esta ayuda ha sido uno de los temas más
debatidos sobre la guerra: La República pagó esta ayuda a Moscú mediante las reservas de oro del
Banco de España, sin que al final de la guerra se restituyera nada. El régimen franquista denunciaría
posteriormente este hecho; otros estudios, sostienen que la ayuda soviética era superior al oro
enviado. El gobierno de México, presidido por Lázaro Cárdenas, proporcionó también desde el
primer momento armas, alimentos y apoyo diplomático. Por último, debe destacarse la participación
de las Brigadas Internacionales. Se trataba de voluntarios antifascistas (unos 60.000, de más de
sesenta nacionalidades) que se dirigieron a España para ponerse al servicio de la República. En su
mayoría militaban en partidos comunistas y actuaban frente a la amenaza fascista.

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