2.3.díaz Larrañaga
2.3.díaz Larrañaga
2.3.díaz Larrañaga
Si de prácticas hablamos…
Si afirmamos que lo social está constituido por sujetos y que, por lo tanto, lo que
tenemos frente a nosotros son agentes y no lo social en sí, es necesario indagar de qué tipo
es la relación que vincula lo individual con lo social. Los sujetos entablan relaciones entre sí,
a través de la comunicación intersubjetiva, que posibilitan los entendimientos y los acuerdos
que llevarían a formar lo que se denomina sociedad. Las corrientes que han seguido esta
línea de pensamiento, entre ellas el interaccionismo simbólico y la fenomenología, se centran
1
en el estudio de situaciones pequeñas, cotidianas, buscando en los acontecimientos y las
acciones, los contextos de significado. 1
Max Weber fue uno de los primeros sociólogos en atribuir importancia y teorizar la
acción social. Nos dice “Por acción debe entenderse una conducta humana (bien consista
en un hacer externo o interno, ya en un omitir o en un permitir) siempre que el sujeto o los
sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo. La ‘acción social’, por lo tanto, es
una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta
de otros, orientándose por ésta en su desarrollo.” 2
Esta concepción de la acción tiene en cuenta la intencionalidad del sujeto y el sentido
subjetivo. Alfred Schutz avanza sobre esta postura teórica y considera que hay que distinguir
entre la acción y el acto (este último como lo ya realizado); entre el significado del
productor de un objeto cultural y el significado del objeto y de la acción producidos 3.
Existen fundamentalmente dos aportes más de Schutz en esta línea: en principio, la
expresión ‘conducta’ es muy vaga (asociado a la automático e inconsciente) y es mejor
entenderla como vivencia o acción (voluntaria). En segundo lugar considera que hay que
distinguir los motivos ‘para’ de los motivos ‘porque’ de una acción4. El motivo se conoce
luego de conocer el significado de la acción. Esta última siempre se realiza de acuerdo a un
plan, más o menos preconcebido, aunque lo que se proyecta en la mente del sujeto es el acto
y no la acción.
El francés Pierre Bourdieu va más allá en algunos de estos aspectos al proponer la
categoría de ‘práctica’5; articula en ella las características subjetivas (incorporadas
socialmente) y las condiciones objetivas sociales. Considera que la práctica es una puesta en
acto en el presente del esquema de percepción y acción incorporado por el sujeto en el
pasado (habitus), tendiendo a un futuro. La noción de práctica está muy cercana, en las
relaciones planteadas por Bourdieu, de la noción de estrategia. En El sentido práctico,
1
Hugo Zemelman se refiere a esta relación de la siguiente manera: “De lo que se trata es de no hacer un planteamiento dualista entre
individuo y sociedad ni menos de privilegiar al hombre como individuo o a la sociedad como un todo, sino de encontrar los canales mediante
los cuales el hombre se enriquece, como individualista, de su experiencia social, a la vez que la sociedad se alimenta de la capacidad de los
hombres para asumir la condición de sujetos protagónicos.” Problemas antropológicos y utópicos del conocimiento. El Colegio de México
(Jornadas 126), México (1997), pág. 56.
2
Max Weber (1977), Economía y sociedad: esbozo de sociología comprensiva, F.C.E. México, pág. 5.
3
Schutz, Alfred (1993), La construcción significativa del mundo social: introducción a la sociología comprensiva. Paidos. España.
4
“El acto así proyectado en el tiempo futuro perfecto y en función del cual la acción recibe su orientación, es el ‘motivo para’ para el
actor...La motivación para es un contexto de experiencia disponible en el momento de la proyección” pp 117-119 “Lo que nuestra
formulación hace es tomar un hecho pasado y vincularlo con un hecho aún más remoto en el pasado...El motivo porque explica el proyecto en
función de las vivencias pasadas del actor”. Schutz, Alfred. Op. cit. pág. 120.
2
Bourdieu afirma: “De hecho, la relación práctica que un agente particular mantiene con el
porvenir y que dirige su práctica presente se define en la relación entre, de un lado, su
habitus y, en particular, unas estructuras temporales y unas disposiciones respecto al
porvenir constituidas a lo largo de una relación particular con un universo particular de
cosas probables, y, de otro lado, un estado determinado de probabilidades que le son
objetivamente otorgadas por la realidad.” 6
Esta noción de práctica (cuando nos referimos a las prácticas también nos estamos
refiriendo, por supuesto, a las prácticas corporales) permite entender las acciones de los
sujetos a través de un lapso de su vida y en algún ámbito o aspecto de esta vida, como
guiadas por una intencionalidad que unifica, en algún grado, a las distintas acciones. Esto no
quiere decir que el sujeto posea una sola intencionalidad en todo lo que hace, pero sí que
organiza de algún modo para él coherente, acciones que en su conjunto conforman una
práctica 7. Asumir esta noción de práctica, implica distanciarnos de la postura que asimila la
práctica a la técnica y acercarnos a una concepción que la contemple como una forma de
conocimiento puesta en acto 8.
Todos los abordajes aquí expuestos basan su estudio en las acciones o prácticas de
los sujetos. Es decir, por más que resulte casi obvio, sólo los sujetos realizan acciones
ancladas en las vivencias y experiencias 9.
Ninguna práctica corporal puede realizarse, pensarse, recordarse o proyectarse sin
recurrir a dimensiones de espacio y tiempo. Sin embargo, estas dimensiones no son únicas,
estables u homogéneas para toda circunstancia o agente, a diferencia de lo que nos presenta
nuestra primera referencia basada en el sentido común. El tiempo no es sólo lo cronológico,
medido por reloj, ni el espacio es sólo el lugar físico en el cual estamos. Ambos son
5
Pierre Bourdieu (1991). El sentido práctico. Taurus, Madrid.
6
Ídem. Pág. 110.
7
Como expresa Andión “En conjunto las prácticas de cualquier agente serán sistemáticas (congruentes) y distintas (diferentes
situacionalmente) porque son el producto de la aplicación de esquemas idénticos pero convertibles” A la vez, las obras de un agente también
están orquestadas con las obras y prácticas de los sujetos que comparten una misma clase de habitus. Andión, Eduardo (1992). Lógica y
Sociológica de las prácticas simbólicas: aportaciones de la sociología de la cultura de Pierre Bourdieu a las reflexiones teóricas sobre
la comunicación social. Tesis de licenciatura, Universidad Anahuac, D.F. México, pp 61-62.
8
“La orientación cientificista o técnico-positivista ha confundido lo que es una práctica, la acción, con lo que es la técnica. La acción implica
incertidumbre porque es compleja y está contextualizada en un sin fin de interrelaciones. Pero la acción supone no sólo conocimiento, sino
motivos para actuar, es decir, intencionalidad y proyecto... Si el conocimiento no debe desconsiderar la práctica y si en la mediación en ella
reside su riqueza formativa, la práctica misma no es un mero hecho mecánico, sino un forma de saber hacer” Gimeno Sacristán, José (1995).
“Paradigmas Crítico-Reflexivos en la formación de profesores. Derivaciones para los contenidos y para las prácticas” pp 15-16 y 19.
9
Según Stuart Hall, quien diferencia los paradigmas culturalista y estructuralista, el primero retoma a experiencia como el terreno de lo
vivido, donde las condiciones y el conocimiento se interceptan. El segundo considera que el sujeto puede vivir y experimentar las condiciones
3
construcciones culturales, las cuales se expresan en las experiencias de los sujetos
vivenciadas tanto interna como externamente. Según Giddens 10, la mayoría de los analistas
sociales abordan las dimensiones espaciotemporales como ‘contornos de la acción’,
asumiendo la posible medición cronológica. Esta postura mayoritaria no contempla que las
relaciones de espacio y tiempo son constitutivas de la producción y reproducción de lo
social y a la inversa; es decir, las dimensiones espaciotemporales son estructuradas por la
cultura y, a la vez, tienen un efecto estructurador al interior de las relaciones sociales.
Prácticas y significación
Todas las acciones y prácticas ya realizadas en el pasado son posibles de ser tenidas
en cuenta en el presente. En otras palabras, se puede dirigir la mirada en una vivencia pasada
y de este modo otorgarle significado; entonces, son significativas aquellas vivencias que se
captan reflexivamente 11. Las vivencias en sí no tienen sentido, son el fundamento desde el
cual, según Berger y Luckman, puede surgir el sentido, convirtiéndose en el origen de los
acervos sociales de conocimiento 12. Los significados, desde esta perspectiva, son las normas,
las representaciones, los valores y la intencionalidad que se ponen en juego en lo social13.
De acuerdo con lo que plantea Gilles Deleuze 14, el sentido no se confunde ni con las
proposiciones, ni con los objetos, ni con los conceptos, ni con las vivencias o actividades
mentales. Se instala como frontera entre todos ellos. El sentido se desliza por la superficie de
las proposiciones, ya que lo más oculto es generalmente lo más manifiesto y lo manifiesto
está en el lenguaje. Es así que no existe, sino insiste o subsiste. Para designar el sentido de
una proposición, siempre se necesita de otra, ya que nunca se puede decir el sentido de lo
que se dice 15.
en y a través de categorías (clasificaciones que nombran la cultura); entonces, las categorías no se originan en la experiencia, sino que ésta es
su efecto. V.V. A.A. (1990). “UCSC Center for Cultural Studies Newsletter”, Santa Cruz, University of California.
10
Giddens, Anthony (1995). La constitución de la sociedad: bases para una teoría de la estructuración. Amorrortu editores. Argentina,
pág. 143.
11
Alfred Schutz, op. cit.
12
Berger, Peter y Luckmann, Thomas (1997). Modernidad, pluralismo y crisis de sentido: la orientación del hombre moderno. Paidos.
España, pp 31-35.
13
Franco Crespi define “con el término significado entendemos aquí cualquier forma determinada (representación del sí mismo y de la
realidad, actividad lingüística del nombrar-definir a las cosas, regla de comportamiento, forma cognitiva, etc.), que permite reducir la
complejidad indeterminada en la que los actores se encuentran originalmente arrojados. Las representaciones, los valores, las reglas, en tanto
significados determinantes dentro de un lenguaje compartido, son formas objetivadas, que, como tales, adquieren vida propia”. (1997).
Acontecimiento y Estructura: por una teoría del cambio social. Pág. 11, Ediciones Nueva Visión, Argentina.
14
Para ahondar en estos conceptos, ver Deleuze, Gilles (1989). Lógica del Sentido, Ed. Paidos, España.
15
Este postulado planteado por Deleuze, retoma los aportes de Peirce Charles (1988). El hombre, un signo. Ed. Crítica, España.
4
Las prácticas se realizan en contextos sociales a través de relaciones con otros
sujetos y con objetos. Las primeras (relaciones con sujetos) se entablan con los
predecesores, los contemporáneos y los sucesores 16. Retomando una vez más a Schutz, las
relaciones entabladas con otros pueden ser con predecesores (quienes vivieron antes y por lo
tanto no conozco, pero influyen en mis acciones), con sucesores (quienes vivirán en el
futuro, pudiéndose orientar las acciones hacia ellos) y contemporáneos (quienes viven en la
misma época que yo). Estos últimos pueden ser anónimos o asociados; los asociados se
caracterizan por compartir una relación cara a cara. Así, entre ellos construyen una relación
‘nosotros’, que se diferencia de una relación ‘ellos’, el resto de los contemporáneos. La
primera se caracteriza por una mayor negociación y una menor tipificación. La segunda, por
menor negociación y mayor tipificación. A la vez, la relación ‘nosotros’ está fundada en un
mayor acercamiento, compartiendo coordenadas de tiempo y espacio (que puede ser físico o
no, aunque básicamente él habla de la interacción cara a cara).
Las relaciones con los objetos incluyen a un agente y un objeto en un vínculo
particular entre ellos. Todas estas relaciones forman parte del contexto de las prácticas
realizadas por un sujeto; estas prácticas parten de una situación biográfica, entendida como
la manera en que se sitúa un sujeto a partir del período formativo de su vida, que actualiza y
pone en marcha distintas acciones en un aquí y ahora específico 17.
Articular las prácticas corporales con la situación biográfica implica acercarse a un
enfoque también biográfico. La técnica del relato de vida tiene una vasta tradición en
ciencias sociales, aunque no siempre fue retomada de la mejor manera. Tal vez se deba a
que detrás de ella existe una concepción epistemológica muy fuerte, que posibilita y a la vez
restringe su uso.
La historia
En los años ‘20, más precisamente en la Escuela de Chicago de Estados Unidos, se
llevaron a cabo trabajos hasta el momento no realizados desde la óptica sociológica. Es así
que se instala una trayectoria cualitativa, que intenta reconstruir aspectos de la vida de unos
16
Maurice Natanson, en la introducción de Alfred Schutz (1974). El problema de la realidad social. Amorrortu, Argentina, pp 19 a 22.
17
Los conceptos de predecesores, sucesores, contemporáneos y situación biográfica, son tomados de A. Schutz. op. cit.
5
inmigrantes polacos. Esta investigación dio pie a un trabajo pionero por parte de W. I.
Thomas y F. Znaniecki.
Sintéticamente, la investigación consistió en trascender el nivel de la entrevista y
buscar datos de la misma realidad en cartas y en diversos objetos. Los polos de la
investigación contemplaban a los inmigrantes polacos en Estados Unidos y a los familiares
que se quedaron en Polonia.
Esta línea de abordaje es continuada por varios investigadores en ese entonces, pero
se vio interrumpida luego de la Segunda Guerra Mundial. Una de las posibles causas fue que
se empezaron a considerar como aplicaciones muy limitadas, con dificultades en la
recolección de los datos y complejidad en el análisis. Esta crítica supera lo específicamente
biográfico para extenderse a lo que se conoce como metodología cualitativa.
No fue sólo la sociología quien llevó adelante esta empresa. Han sido numerosos los
trabajos de antropólogos 18 (básicamente intentando reconstruir las vivencias, valores y
costumbres de culturas, que estaban sufriendo procesos de cambio) e historiadores
(buscando realizar memorias de personajes ya fallecidos).
Si bien fue una técnica que nunca se abandonó por completo, tuvo un impasse (que
coincide con el lapso de tiempo en el cual la metodología cualitativa, como ya se señaló,
también fue postergada y marginada) hasta los años ‘70 aproximadamente, donde empieza a
recobrar su status, hasta convertirse en una técnica hoy privilegiada por ciertos grupos o de
‘moda’.
Los estudios que la aplican son actualmente diversos, pero así de diversos también
son los objetivos, los temas, los objetos de estudio y las maneras en que son llevadas a la
práctica. Pero vayamos un poco atrás, al encuentro de sus fuentes teóricas.
Las Bases
En un rastreo epistemológico, se hallan los fundamentos y los antecedentes del relato
de vida básicamente en tres líneas de pensamiento: el interaccionismo simbólico, la
fenomenología y la etnometodología.
18
Entre los numerosos aportes se encuentran los de P. Radin (discípulo de Boaz y Robinson); L. W. Simmons; W. Dyk; C. Ford; y el
conocido trabajo de Oscar Lewis, por mencionar solo algunos.
6
El primero cuenta con los aportes de George Herbert Mead, quien desde la Escuela
de Chicago, aproximadamente entre finales del siglo XIX y principios del XX, desarrolla
reflexiones en torno a la convicción de que ‘la sociedad está dentro del individuo’. Para ello,
concibe que la sociedad precede al individuo y este último se debate internamente entre su
‘yo’ (lo creativo e innovador) y su ‘mi’ (lo social, lo que es capaz de lograr un acuerdo con
lo establecido, el orden social, lo convencional incorporado a partir de los procesos de
socialización). Estas dos facetas del individuo están incorporadas en lo que Mead denominó
el ‘self’, y su juego, constituye la acción social. Pero el orden social emerge y se negocia en
las interacciones cara a cara, de ahí el nombre que luego tomará su corriente.
En parte basados en los aportes de Mead, pero retomando sobre todo a Husserl y a
Max Weber, los estudios fenomenológicos encabezados por Alfred Schutz (quien trabaja
hasta finales de la década del ‘50, que es cuando muere) intentan abordar el problema del
mundo subjetivo y de los acuerdos de conciencia. Para ellos se basa en lo que denomina el
mundo de la vida cotidiana (dando seguimiento a los estudios centrados en la
microsociología), preguntándose cómo construyen los individuos la realidad social. La clave
la encuentra en la ‘intersubjetividad’, que permite que los acervos de conocimiento existan y
se construyan cadenas de significados. Para ello, identifica como ya enunciáramos párrafos
atrás, dos clases de motivos de la acción: los motivos para y los motivos porque 19, estos
últimos son los privilegiados para indagar los significados. La búsqueda de Schutz está
guiada por la inquietud metodológica de cómo conocer objetivamente lo subjetivo.
La etnometodología, encuentra el anclaje inicial de sus investigaciones en los trabajos
de H. Garfinkel, a fines de la década del ‘40, pero sistematizado y publicado recién en los
años 60s. La propuesta es indagar los métodos que sigue la gente para hacer lo que hace,
buscar las normas como constructoras de lo social. Si bien se notan los resabios de la teoría
parsoniana, también retoma abiertamente líneas (entre las que se encuentran los aportes de
Schutz y Mead) que se alejan de esta perspectiva. Por lo tanto aquí la norma está planteada
como aquello que se negocia continuamente, como algo frágil y cambiante. Se distancia del
problema de las conciencias que se venía trabajando anteriormente, para ver de qué manera
19
“El acto así proyectado en el tiempo futuro perfecto y en función del cual la acción recibe su orientación, es el ‘motivo para’ para el
actor...La motivación para es un contexto de experiencia disponible en el momento de la proyección” pp 117-119 “Lo que nuestra
formulación hace es tomar un hecho pasado y vincularlo con un hecho aún más remoto en el pasado...El motivo porque explica el proyecto en
7
se lleva a la práctica, y aquí el lenguaje está entendido como pieza fundamental, por ser
privilegiado para contener y expresar la norma.
Sin duda, los tres enfoques que aquí se intentaron exponer poseen mucha más
potencialidad explicativa que lo que esta breve síntesis puede dar cuenta. Como así también,
muchas más críticas. Sin embargo no es el objetivo ir más allá, sino brindar algunos indicios
sobre las nuevas concepciones que manejan. Pero tampoco sería justo dejar de enunciar
otros abordajes que actualmente sustentan a los relatos de vida. Entre ellos encontramos al
marxismo sartreano, el estructuralismo, el neomaterialismo, o simplemente empiricismo,
teorías de los roles, la hermenéutica, por citar los más trabajados.
Algunas particularidades
Hasta ahora no se ha hecho mención a qué nos referimos cuando hablamos de relato
de vida. Una primera diferencia distingue a lo que se denomina ‘historia de vida’ y por otro
lado el ‘relato de vida’. Aunque a primera vista parecieran ser lo mismo, no lo son. La
primera remite a estudios sobre una persona determinada, que sí incluye su propio relato,
pero que es complementado con otras clases de documentos o narraciones. Se basa en
recorridos amplios en la vida de un sujeto, y lo que interesa es una suerte de totalidad, donde
el orden cronológico tiende a ser respetado. Tampoco es el testimonio, ya que éste último
toma al individuo en calidad de partícipe u observador de un hecho, por lo tanto se aleja de
la entrevista biográfica. También se lo podría diferenciar de la historia oral, siendo ésta, “el
análisis de fuentes orales con un objetivo histórico” 20. Aunque indudablemente se comparten
característica, y tal vez la historia oral sea la técnica más abarcativa de las señaladas, las
diferencias existen, a pesar que a veces parezcan sutiles. Poder explicitarlas ayuda a una
mejor comprensión de las posibilidades y potencialidades de cada una.
A diferencia de lo anterior, el relato de vida es una entrevista que busca conocer lo
social a través de lo individual. Es por eso que se sustenta en la experiencia del individuo, no
teniendo que ser este último una persona en particular, ni especial, sólo basta con que sea
parte de la comunidad a la cual se estudia. Estas han sido algunas de las características que
función de las vivencias pasadas del actor” pp 120. Schütz, Alfred. La construcción significativa del mundo social: introducción a la
sociología comprensiva. Paidos. España, 1993.
20
Panella, Claudio. “La historia oral, sus fuentes y archivos”. En Oficios Terrestres, n°5. F.P. y C. S., U.N.L.P., Argentina. Para una completa
información sobre la historia oral, consultar este artículo.
8
tanto Daniel Bertaux como Franco Ferrarotti (ambos con una amplia trayectoria en la
aplicación de esta técnica en sus investigaciones) defienden, como parte de reivindicar lo
biográfico en tanto enfoque metodológico y no simplemente como herramienta.
Es así que cuando hablamos de entrevista biográfica nos referimos a un relato
pronunciado en primera persona, ya que lo que se intenta rescatar son las experiencias de ese
individuo. Casi nunca se pretende que sea exhaustivo, sino que se centra en algún momento
o aspecto de la vida. También la ilusión de la totalidad está desterrada, porque se considera
que todo sujeto posee un mecanismo selectivo que desde el presente lo lleva a recordar u
olvidar determinados hechos, y dicho proceso debe ser respetado por el investigador.
Cuando uno se enfrenta con técnicas de este estilo, ciertas preguntas no dejan de
aflorar: ¿a quién interrogar? ¿A cuántos? ¿Cómo debe ser la entrevista? ¿Cómo deben ser las
intervenciones del investigador? ¿Cuán completo debe ser el relato? Ya en un grado
superior, surgen interrogantes del tipo ¿cómo transcribirlas? ¿Cómo analizarlas? ¿Cómo
publicarlas?
Como se verá, nada de todo esto tiene una única respuesta. Se ha mencionado que el
entrevistado debe cumplir un único requisito: ser parte de la comunidad o del universo a
estudiar. No debe poseer características especiales, ni sobresalientes. En cuanto al número
de la muestra (esta parece ser una preocupación con claros tintes cuantitativos), Daniel
Bertaux propone que se debe concluir de hacer entrevistas, cuando se alcance el nivel de
‘saturación’. Es decir: no se debe partir con un número determinado antes de comenzar la
indagación, sino que los mismos datos ‘dicen’ cuando ya la información (mejor dicho las
relaciones conceptuales) comienza a ser repetitiva. Al llegar a este punto, debe haber cierta
claridad como para preguntarse si no existen algunos elementos heterogéneos, que pueden
brindar otra perspectiva (si se entrevistó a obreros, y todos fueron no sindicalistas,
preguntarse por la visión de un sindicalista, por ejemplo). Bertaux concibe a la saturación
como un paso anterior a la generalización. Sin embargo, existen posturas que consideran que
no debe ser una de las preocupaciones de la metodología cualitativa el hecho de generalizar,
ni arribar a leyes. Esta es una preocupación netamente cuantitativa, la cual no corresponde al
parámetro dentro del que intenta insertarse lo cualitativo, y el enfoque biográfico en
particular.
9
En cuanto al momento de la entrevista, ésta debe contar con contratos entre el
entrevistado y el entrevistador. La riqueza es poder rescatar un relato lo más íntegro posible,
con el menor número de intervenciones e interrupciones posibles. Y la característica del
relato la debe proporcionar el mismo sujeto. Aquí es necesario aclarar que en tanto el
individuo se posiciona en primera persona y habla de sus experiencias, se lo considera el
personaje del relato. No importa si dice absolutamente todo, ni si respeta el orden
cronológico, sino los hechos que son iluminados por la selección del recuerdo y la lógica de
conexión que se evidencia en el relato. Hay que recordar que todo relato biográfico es
focalizado, parcial, y su primer recorte está dado por el investigador mismo, en base a su
interés de conocimiento. Tampoco debe importar si las cosas ocurrieron tal cual lo contado,
ni si es absolutamente verdad. Esto se basa en que si no sucedió así, por lo menos desde el
presente se lo concibe de esa manera y por lo tanto se actuará en consecuencia. Hoy es el
valor y el significado que se le atribuye; una futura acción contemplará esta visión y los
acontecimientos venideros estarán fundados en estos motivos. Enfocado desde otro punto
de vista, da cuenta del ‘deber ser’ instalado en una sociedad (“yo no lo hice de esa manera,
pero debería haberlo hecho, o era lo que otros hacían”). Es ilusorio pretender que el sujeto
recuerde su pasado tal cual fue. Todo relato, si bien habla del pasado, se hace desde el
presente.
Insistamos una vez más: lo que interesa aquí es la narración en primera persona de un
sujeto, que cuenta sus experiencias, como las vivió, y no habla de otros (sino sólo como
personajes complementarios de su propia historia). Pero no nos olvidemos que toda
entrevista está coproducida, tiene dos autores: entrevistado y entrevistador son
indispensables para que este texto sea el que es. Si uno no estuviese, o hubiese estado e
interactuado de otra manera, el texto sería otro.
Lo biográfico es darle la palabra al individuo, pero no es individualismo, ni
exclusivamente la postura de darle la palabra a los que no la tienen. A través de lo biográfico
se puede arribar a dos puertos básicamente: a conocer significados y contextos de
significados de lo individual en tanto parte de lo social o a indagar estructuras y normas
sociales. El sujeto no habla de lo íntimo como su sensación, sino que habla de su ‘mi’ social
como lo definiría G. Mead.
10
A la hora del análisis, son diversos los posibles abordajes del texto. Lo semiológico y
lo hermenéutico - interpretativo, son alternativas de una gama de análisis de contenidos.
Aquí no ahondaremos en esta cuestión. Sin embargo, no está de más aclarar que comparte
pasos atribuidos al análisis cualitativo y como dice Ruiz Olabuénaga (1996) “La
investigación cualitativa es un tipo de acercamiento que busca describir, decodificar y
traducir el significado de distintas acciones de la vida cotidiana” 21. Esto nos lleva a tres
pasos fundamentales 1- presentar las acciones casi con lujo de detalle, como una parte
etnográfica, y como base para interpretar; 2- encontrar los códigos socioculturales de esos
hechos; y 3- interpretarlos en relación con la teoría.
Por más que este apartado haya tenido carácter de ‘receta’, hace falta aclarar, que
éstas no existen. Cada caso aporta sus especificidades. En líneas generales, estaríamos muy
cerca de la ‘descripción densa’ propuesta por Geertz.
Una mirada compleja de las prácticas corporales puede dar cuenta de las manifestaciones
colectivas, políticas y religiosas, de los múltiples rituales y ceremonias de los que está hecha
nuestra vida en sociedad. Todo forma parte de un proceso, y es en las prácticas sociales
donde se encuentra el lugar de apropiación y transformación de la cultura. Este proceso
parte de los agentes y de sus posiciones en el ámbito social, en un contexto espaciotemporal.
Desde estas matrices históricas se da el intercambio y la lucha por la significación,
considerando a los agentes como sujetos activos y competentes. Aquí se ponen en juego las
‘mediaciones’, que se expresan en prácticas corporales concretas, sobre todo en relación a la
ritualidad, la tecnicidad y la sociabilidad 22.
21
Ruiz Olabuénaga, José Ignacio Metodologías de la investigación cualitativa. Universidad de Deusto, Bilbao, 1996.
22
Según palabras de Martín Barbero “Socialidad es el nombre con que hoy se denomina lo que en la sociedad excede el orden de la razón
institucional. Socialidad es la trama que forman los sujetos y los actores en sus luchas por horadar el orden y rediseñarlo, pero también sus
negociaciones cotidianas con el poder y las instituciones...La ritualidad es, a la vez, lo que en las prácticas sociales habla de la repetición y de
la operabilidad. Al religar la acción a los ritmos del tiempo y los ejes del espacio, la ritualidad pone reglas al juego de la significación
introduciendo gramaticalidad y haciendo así posible la expresión del sentido...Durante mucho tiempo la reducción de la técnica a instrumento
ha estado opacando lo que ella tiene de sedimentación de saber e impidiéndonos asumir como dimensión constitutiva de las prácticas lo que
antropólogos como M Mauss han denominado tecnicidad...Pues más que objetos adquiribles o actividades especializadas la tecnicidad es
parte fundamental del diseño de nuevas prácticas, más que artefacto es ‘competencia del lenguaje’...” Extracto de La comunicación desde las
prácticas sociales: Reflexiones en torno a su investigación, pág. 12. Coordinado por G. Orozco Gómez, Cuadernos de Comunicación y
prácticas Sociales, n° 1, PROIICOM, UIA, México, 1990.
11
En tanto que las teorías inscriptas bajo la línea de la acción social, buscan encontrar
la sociedad a través de los sujetos, en sus interacciones, en sus acontecimientos y en la forma
en que son organizados y revalorados esos hechos; en tanto lo que persiguen son los
contextos de significados en que dichos sucesos son inscriptos, dando cuenta esto de lo que
constituye a lo social, están valorando a las prácticas significativas como forma privilegiada
de acceso a ese conocimiento.
Si uno desea alejarse de un enfoque neo-positivista para buscar qué existe detrás de
cualquier práctica corporal significativa culturalmente, se necesita un análisis que trabaje en
varios niveles a la vez. Muchas técnicas posibilitan la recolección de los datos previos, y de
ello dan cuenta las innumerables investigaciones que desde las ciencias sociales se han
llevado y se siguen llevando adelante.
Sin embargo, el relato de vida (aunque no sea obviamente la única técnica que lo
posibilita) aporta una especificidad de datos en un texto, anclado en actos sociales. De por sí
esta narración está procesada en un primer nivel de interpretación por el propio sujeto, pero
que necesita tener otros tipos de lectura para arribar a una interpretación de segundo orden
(primero desde el sentido común y luego desde constructos teóricos).
Este texto brinda la posibilidad de acceso a los contextos de significado de las
prácticas corporales, superando el significado del acto en sí. Los contextos también pueden
leerse como las mediaciones a las que en párrafos anteriores hacíamos referencia, o
significaciones sociales que son constructivas de la realidad social.
Para adentrarse en las prácticas corporales de los sujetos, se necesita abordar los
significados de ese hacer, es decir, contemplar teórica y metodológicamente que a las
prácticas se les atribuyen sentidos y significados como parte de su intencionalidad. En otras
palabras, esta interpretación se apoya en el carácter expresivo de la práctica, concibiendo
que estas expresiones brindan o revelan la subjetividad; y la condición expresiva humana más
significativa es el lenguaje 23. A partir de allí, los sujetos logran poner en palabras las
vivencias de su propia corporalidad, que muchas veces se encuentra culturalmente negada.
La afirmación anterior marca un camino metodológico en donde una de las
posibilidades es obtener un relato experiencial de los sujetos. Este relato está construido con
23
García Selgas, Fernando op.cit.
12
base en la memoria, donde lo importante es la rememoración de experiencias propias,
dándole la característica de autobiográfico 24. Este relato brinda elementos para indagar los
sentidos y significados aludidos 25; es decir, el lenguaje posibilita que lo íntimo (impresión)
deje de serlo y se convierta en social (expresión), posibilitando un análisis interpretativo 26.
En la narración biográfica, lo que se pone en juego es una reconstrucción del pasado
desde el presente, donde la memoria juega el papel central27. La rememoración no es el
hecho tal cual sucedió, pero es su actualización presente, dando cuenta de la praxis social. 28
En ese sentido no se recupera la práctica corporal individual, sino la trama sociocultural que
ella evidencia.
El relato no tiene el fin de interiorizarnos en esa persona en especial, sino más bien,
partir de lo individual y singular hacia lo general y social29. Para ello, no se focaliza la mirada
en la vida del sujeto entrevistado, sino en sus prácticas y actividades. Ya que se basa en la
experiencia (y la experiencia además de lo individual y vivencial contiene la relación con lo
social), el relato puede dar pistas concretas para una interpretación de lo social.
Este análisis habilita a indagar las construcciones identitarias que los sujetos realizan
en busca de su definición en la sociedad, y qué grado de articulación poseen las prácticas
corporales como condensadoras de rasgos identitarios en la juventud hoy.
Bibliografía
24
Piña, Carlos (1989). “Sobre la naturaleza del discurso autobiográfico”, en Argumentos, UAM-X, México, pp. 131-160.
25
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El pasaje de la impresión a la expresión lo retomamos de Ricoeur, Paul (1995). Teoría de la interpretación: discurso y excedente de
sentido. Siglo XXI y UIA. México y de Crespi, Franco (1997). Acontecimiento y Estructura: por una teoría del cambio social. Cap. I.
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seguidos.
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Estas implicaciones teóricas y metodológicas se desprenden de la teoría de la acción social.
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