Determinacion Conceptual Del Acto Juridico
Determinacion Conceptual Del Acto Juridico
Determinacion Conceptual Del Acto Juridico
Como enseñó León Barandiarán, el acto jurídico, es una especie dentro del hecho
jurídico. Partiendo de esta afirmación es imprescindible, para la determinación
conceptual del acto jurídico, precisar primero lo que es el hecho jurídico, para luego,
como lo hizo el citado profesor, arribar al concepto de acto jurídico con los elementos
que lo integran (Ídem).
Nuestro Código Civil no se pronuncia sobre él, como sí lo hacen otros[1]. Pero es
necesario su estudio, porque determina la juridicidad de los actos o procederes
humanos y de ciertos vínculos que se denominan relaciones jurídicas. De aquí que el
hecho jurídico haya sido motivo de estudios entre los tratadistas y en la cátedra
universitaria sea forzosa introducción al estudio del acto jurídico, de las obligaciones y
de los contratos. Y no solamente por eso, sino porque también tiene importancia
dedicar unas líneas a la manera sobre cómo los hechos se integran al
derecho. (Lohmann Luca de Tena, 1994, p. 12)
2. Hecho jurídico
El ser humano, a lo largo de su vida y como ser ontológicamente libre, realiza una serie
de acciones de diversa índole y, como consecuencia, dichas acciones tienen efectos
jurídicos y otras no. La respuesta que se da es que entre acción y reacción hay un nexo
causal, que es el ordenamiento jurídico. Sin dicho nexo no habría consecuencia
relevante para el ordenamiento jurídico. Autorizada doctrina italiana afirma que “por
hechos jurídicos se entienden aquellos acontecimientos o aquellas situaciones (o
estados) que produzcan una modificación de la realidad jurídica, o sea un
efecto jurídico y que por eso son jurídicamente relevantes. Los hechos jurídicos son
los antecedentes necesarios (aunque no siempre suficientes) para que se produzca un
efecto cualquiera que sea, en el mundo jurídico: sin hechos jurídicos (relevantes), el
ordenamiento jurídico permanece inerte y no nacen efectos jurídicos” (Espinoza
Espinoza, 2008, p. 27).
Todo derecho subjetivo cuenta con unos presupuestos materiales a los que el
ordenamiento jurídico condiciona las fases de la existencia (nacimiento, modificación o
extinción) de una relación jurídica, y en esta expresión – presupuestos materiales –
(situaremos una creación de la sistemática alemana, que en el vocablo Tatbestand,
utilizado primeramente por la ciencia penal para centralizar los presupuestos fácticos
del delito, luego utilizado el en derecho privado) para mencionar aquellas condiciones
materiales que el orden legal considera como determinantes para la producción de
efectos jurídicos. (Da Silva Pereira, 2011, p. 381)
Si bien es común leer y escuchar que los hechos jurídicos son acontecimientos que
generan efectos jurídicos ello no es una verdad absoluta. La accesión por
avulsión (artículo 944 del CC[2]) y el hallazgo de tesoro en terreno ajeno no sembrado
ni cercado (artículo 935 del CC[3]) son hechos que generan la adquisición del derecho
de propiedad. En el derrame de mercurio se genera una obligación derivada de un acto
ilícito (artículo 1970 del CC[4]). En el contrato de hospedaje nacen las obligaciones de
dar alojamiento y de pagar una retribución. No obstante, la sola promesa recíproca de
matrimonio (artículo 239 del CC[5]) no genera efectos jurídicos. El novio tiene derecho
a una indemnización por el empobrecimiento producido por los gastos realizados y el
enriquecimiento del valor de la casa de los padres de su ex novia (artículo 1954[6] del
CC) (Morales Hervias, 2011, pp. 27-28).
Así, pues, los hechos se integran al derecho en virtud de una calificación que consiste
precisamente en estudiar la subsunción de los hechos dentro de los términos de la ley
o un negocio. Sólo después de calificados merecerán ser considerados como jurídicos
(Lohmann Luca de Tena, 1994, p. 17).
Dentro del universo de los hechos jurídicos existe la categoría de los hechos jurídicos
voluntarios llamados actos jurídicos que se caracterizan por estar conformados por una
o más manifestaciones o declaraciones de voluntad emitidas con el propósito de
alcanzar un resultado práctico, que en cuanto tutelado por el ordenamiento jurídico, se
convierte en un resultado jurídico. Estos actos jurídicos (llamados en otros sistemas
doctrinarios y legales negocios jurídicos) constituyen sin lugar a dudas la especie más
importante de hechos jurídicos voluntarios, por cuanto a través de ellos los particulares
tienen la posibilidad de satisfacer sus múltiples y variadas necesidades en su vida de
relación con otros sujetos de derecho, razón por la cual la doctrina les ha prestado
mucha atención, y en muchos sistemas jurídicos como es el caso del Código Civil
peruano que le ha dedicado un libro especial para su regulación (Taboada Córdova,
2002, pp. 21-22).
Para Enneccerus, el acto jurídico viene a significar “la realización querida o al menos
previsible de un resultado exterior” Y añade: “los actos, o bien carecen de importancia
jurídica (…) o bien producen, conforme a las disposiciones del ordenamiento jurídico,
un efecto jurídico. A estos últimos los llamamos jurídicamente eficaces o simplemente
actos jurídicos”. Para el autor alemán, nos parece entender, basta el simple resultado,
las consecuencias externas, sean deseadas o no, con efectos ante la ley (Lohmann
Luca de Tena, 1994, p. 35).
Como hemos podido apreciar, el acto jurídico, como especie del hecho jurídico, no es
una institución privativa del derecho civil (contratos) sino que también la encontramos
presente en otras áreas del derecho como el derecho público (voto de una ley), derecho
internacional (tratados bilaterales y multilaterales), entre otras. Hasta aquí no habría
ningún problema, sin embargo, a lo largo de las décadas, diversos doctrinarios
nacionales han planteado que la figura regulada en nuestro artículo 140 no es la
del Acto Jurídico sino que en realidad se trata de otra figura distinta, la del Negocio
Jurídico.
La ocupación –se dice– no es negocio jurídico, sino acto jurídico en sentido estricto;
conducta humana que produce, por sí propia, consecuencias de orden legal –
adquisición de la propiedad–, de manera distinta de cuanto ocurre, por ejemplo, en un
contrato de compraventa, donde se opera una transferencia, concertada y
autorreglamentada por las partes del contrato. La adquisición de la propiedad del
incremento de tierra generado por un aluvión –afirma, igualmente– no tendrán su origen
en un hecho humano, en un “acto”, sino en un factor de la naturaleza, en un “hecho”
jurídico propiamente dicho. (León Hilario, 2004, pp. 2-3).
El matrimonio – afirman algunos– sería un acto en sentido estricto, porque todos sus
efectos están minuciosamente previstos legislativamente, no requiriéndose más que la
“voluntariedad” de contraer nupcias por parte de los contrayentes; sería un negocio –
replican otros– a la luz de la regulación, no menos detallada, de los vicios de la voluntad
y de la ineficacia que pueden afectarlo. Los esponsales –dictaminan casi todos– son
una especie de acto en sentido estricto, del cual no nacen derechos ni obligaciones
para los promitentes (León Hilario, 2004, p. 3).
Es decir, la noción de acto jurídico en sentido estricto se refiere al acto según el cual la
norma jurídica toma en cuenta únicamente la voluntad de la realización del acto. La
norma valora lo que el sujeto quiere y conoce sobre el acto que se está ejecutando. Esa
voluntad de comportamiento es tomada en consideración por la norma jurídica para la
producción de efectos jurídicos. Por tanto, el acto jurídico en sentido estricto es un
acto de voluntad de comportamiento según el cual el propio acto no tiene el poder
de producir efectos jurídicos. Los efectos -en su mayoría- son producto de la ley.
El acto tiene capacidad natural pero no capacidad normativa (Morales Hervias,
2011, pp. 49-50).
De otro lado, lo que al derecho le interesa de los negocios jurídicos es tomar en
consideración los resultados anhelados por las partes; en los actos jurídicos no
negociales más se mide la trascendencia jurídica de los mismos en cuanto
susceptibilidad de obtener consecuencias que no necesariamente han sido
queridas, porque no depende de ellos, sino que derivan directamente y con
carácter forzoso de la ley. De aquí que Stolffi diga que en los actos lícitos no
negociales la ley tiene en cuenta el resultado material o de hecho de la acción realizada,
antes que la voluntad que los ha determinado o el fin propuesto por el agente (Lohmann
Luca de Tena, 1994, pp. 55).
Una doctrina brasileña observa que existen diferencias entre el “negocio jurídico” y el
“acto jurídico”. Aquel es la declaración de voluntad, en la cual el agente persigue el
efecto legal (Rechtsgeschäft); En el acto jurídico stricto sensu también hay una
manifestación volitiva, pero los efectos jurídicos se generan independientemente de que
el agente los persiga directamente (Da Silva Pereira, 2011, p. 397).
Hasta lo expuesto queda más que claro que, en la actualidad, “el hecho jurídico”
comprende tanto al “acto jurídico en sentido estricto” como al “negocio jurídico”. Y que
a su vez el acto jurídico contiene al negocio jurídico. Retornando a los hechos jurídicos,
tanto la ocupación (hecho jurídico humano) como la accesión (hecho jurídico natural)
producen efectos jurídicos por su sola ocurrencia (naturalmente ello ya se encuentra
previsto normativamente) por tanto ambos son considerados actos jurídicos en sentido
estricto. En el primero, no existe autonomía de las partes para regular el contenido del
acto mientras que el segundo, no existe sujeto alguno que pueda manifestar una
voluntad tendiente a la producción de efectos jurídicos.
En el caso del matrimonio, si bien existen dos sujetos de derecho que manifiestan su
voluntad en el sentido de querer unirse y hacer una vida en común. Ellos no cuentan
con la “autonomía privada” para regular el contenido del acto cuyos pormenores se
encuentran preestablecidos legalmente.
• Tanto el acto como el negocio jurídico son especies del género hecho jurídico;
pero el negocio jurídico es una sub especie del acto jurídico.
• Lo que se legisla en el artículo 140 del código civil (teniendo como
antecedentes el artículo 1075 del Código Civil de 1936 y el artículo y el artículo
1235 del Código Civil de 1852) no es el acto jurídico sino el negocio jurídico,
porque alude a la intención de las partes para determinar sus efectos y a sus
requisitos:
• Agente capaz;
• Fin lícito;
• Objeto física y jurídicamente posible;
• Observancia de la forma prescrita por ley bajo sanción de nulidad (en el caso
de los actos ad solemnitatem).
Estos son los elementos propios de los negocios jurídicos. En su opinión, el acto jurídico
es aquel hecho humano realizado voluntariamente, lícito o ilícito del cual surgen efectos
jurídicos (Espinoza Espinoza, 2008, pp. 36-37).
4. Elementos esenciales
En el pasado se hacía alusión a las personas que alcanzaban la mayoría de edad, pero
hoy en día bajo el Modelo Social de la Discapacidad[7], las personas con discapacidad
también podrán manifestar su voluntad a través de los apoyos (quienes podrían ser sus
familiares como sus padres o hermanos) ya que la capacidad jurídica hoy en día se ha
extendido tanto a la capacidad de goce como a la capacidad de ejercicio.
La posibilidad física implica que el bien exista en la realidad, que se encuentre dentro
del comercio de los hombres o que sea de posible realización (venderle a alguien la
luna es un imposible físico).
En cuanto a la posibilidad jurídica no debe ser confundida con la finalidad lícita, lo cual
significa que todo acto jurídico debe adecuarse a ley para, dentro del tipo de acto
empleado, poder lograr los objetivos que jurídicamente la ley prevé para tal acto. Para
ilustrar lo expresado, basta con un ejemplo, y es que uno no podría lograr el objetivo de
transferir la propiedad de un bien a través de la celebración de un acto jurídico de
arrendamiento, naturalmente, a menos que se tratare de un arrendamientoventa
(Castillo Freyre, 2020, p. 68).
Ello significa que todo acto jurídico debe tener, además de un objeto físicamente
posible, es decir, de un objeto que guarde un correlato posible en la realidad, un objeto
jurídicamente posible, es decir, correlato jurídicamente posible dentro del ordenamiento
legal (Ibídem, pp. 68-69).
Entorno a la imposibilidad jurídica, Escobar Rozas afirma que estaremos ante una
imposibilidad jurídica, cuando en el plano de la realidad jurídica, las reglas negociales
no puedan ser ejecutadas, sea porque se dirigen a la consecución de un resultado
(jurídico) no previsto por el ordenamiento (piénsese en la constitución de una hipoteca
sobre un bien mueble o en la enajenación de un bien que se encuentra fuera del
comercio) o porque no toman en consideración algún presupuesto exigido por este
último para la obtención del efecto deseado (piénsese en la necesidad de no tener
deudas cuyo pago pueda verse perjudicado con el patrimonio familiar que se desea
constituir) (Castillo Freyre y Sabroso Minaya, 2008, p. 10).
La Casación 1421-2016 Lima Sur (Nulidad de Acto Jurídico) en su considerando
sexto ii) expresó lo siguiente respecto a la causal contenida en el artículo 219° inciso
3 del Código Civil:
Hace alusión a los actos jurídicos que vulneren las leyes que interesen a las normas
imperativas, al orden público y a las buenas costumbres las cuales están protegidas
por la Nulidad Virtual que se encuentra prevista en el artículo V del Título Preliminar
del Código Civil que reza:
Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las
buenas costumbres.
Así Marcial Rubio expresa que el orden público estaría conformado por el conjunto
de disposiciones imperativas existentes dentro del sistema jurídico y de los principios
subyacentes a tales normas, susceptibles de ser obtenidos mediante ciertos
procedimientos de interpretación. En otras palabras, cuando el texto se refiere a “las
leyes que interesan al orden público”, una interpretación literal nos remite a “las normas
de carácter imperativo” (Rubio Correa, 2008, p. 101).
La existencia de referencias a normas imperativas dentro del cuerpo mismo del Código
Civil, por ejemplo, en el caso de los artículos 689, 1354, 1356 y 2096, podría ser
perfectamente intercambiada por la de orden público (Ídem).
Se refiere que en caso la norma establezca una forma para la celebración de un negocio
jurídico de manera imperativa, esta deba seguirse caso contrario el negocio jurídico
será pasible de la sanción más severa, esto es la nulidad.
La donación de bienes inmuebles, debe hacerse por escritura pública, con indicación
individual del inmueble o inmuebles donados, de su valor real y el de las cargas que ha
de satisfacer el donatario, bajo sanción de nulidad.
5. Conclusiones
Conocer el hecho jurídico es importante porque forma parte de la teoría general del
derecho, área del derecho que no debe escapar al conocimiento de ningún operador
jurídico: llámese juez, abogado, árbitro, estudiante, incluso para un lego en derecho.
Entendemos por hecho jurídico a aquel evento o acontecimiento natural o humano que
“potencialmente” podrá producir efectos jurídicos siempre y cuando tal evento o
acontecimiento esté previsto legalmente o reciba una calificación jurídica que, primero,
lo dote de juridicidad para que luego pueda producir efectos jurídicos. De no estar
previstos legalmente o recibir calificación jurídica, estos eventos o acontecimientos
seguirán siendo intrascendentes para el derecho ergo no producirán efecto jurídico
alguno.
El acto jurídico, como especie del hecho jurídico, no es una institución privativa del
derecho civil (contratos) sino que también la encontramos presente en otras áreas del
derecho como el derecho público (voto de una ley), derecho internacional (tratados
bilaterales y multilaterales), entre otras.
En la actualidad, “el hecho jurídico” comprende tanto al “acto jurídico en sentido estricto”
como al “negocio jurídico”. Y a su vez el acto jurídico contiene al negocio jurídico.
En el caso del matrimonio, si bien existen dos sujetos de derecho que manifiestan su
voluntad en el sentido de querer unirse y hacer una vida en común. Ellos no cuentan
con la “autonomía privada” para regular el contenido del acto cuyos pormenores se
encuentran preestablecidos legalmente.
Lo que se legisla en el artículo 140 del código civil, siguiendo al profesor Juan Espinoza,
no es el acto jurídico sino el negocio jurídico, porque alude a la intención de las partes
para determinar sus efectos y a sus requisitos:
• Agente capaz;
• Fin lícito;
• Objeto física y jurídicamente posible;
• Observancia de la forma prescrita por ley bajo sanción de nulidad (en el caso
de los actos ad solemnitatem).
En el pasado tenían plena capacidad de ejercicio las personas que alcanzaban la
mayoría de edad, pero hoy en día bajo el Modelo Social de la Discapacidad, las
personas con discapacidad también podrán manifestar su voluntad a través de los
apoyos (quienes podrían ser sus familiares como sus padres o hermanos) ya que la
capacidad jurídica se ha extendido tanto a la capacidad de goce como a la capacidad
de ejercicio.
La posibilidad física implica que el bien exista en la realidad, que se encuentre dentro
del comercio de los hombres o que sea de posible realización (venderle a alguien la
luna).
CASTILLO FREYRE, Mario y SABROSO MINAYA, Rita (2008). “La Teoría de los Actos
Propios y la Nulidad ¿Regla o Principio de Derecho?”. Lima: Estudio Mario Castillo
Freyre, pp. 1-18. Disponible en aquí.
MOORE, Benoît (1999). “De l’acte et du fait juridique ou d’un critère de distinction
incertain”. En: Revue Juridique Themis, 31-2, Montreal: Université de Montréal, Faculté
de Droit, pp. 277-313.
DA SILVA PEREIRA, Caio Mário (2011). Instituições de Direito Civil, Vol. 1, Introdução
ao Direito Civil, Teoria Geral de Direito, de acordo com o Código Civil de 2002. Revista
e atualizada por Maria Celina Marin de Moraes, Rio Janeiro: Forense.
LEON HILARIO, Leysser (2004). “Los Actos Jurídicos en sentido estricto: Sus bases
históricas y dogmáticas”. En: Negocio Jurídico y Responsabilidad Civil. Estudios en
memoria del profesor Lizardo Taboada Córdova, coordinado por Freddy ESCOBAR
ROZAS, Freddy; Leysser L. LEON, Rómulo MORALES HERVIAS, y Eric PALACIOS
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LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1994). El Negocio Jurídico. Lima: Grijley.
RUBIO CORREA, Marcial (2008). El Título Preliminar del Código Civil. Lima: Pontificia
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TABOADA CÓRDOVA, Lizardo (2002). Nulidad del Acto Jurídico. Lima: Grijley.
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique y TORRES MALDONADO, Marco (2019). “El Nuevo
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