31 - Me Haces Mal 2

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ME HACES MAL 2

El Freud de la Villa by Damián Quilici


1

Te cuento sobre el barrio desde el mismo barrio. No necesito


fantasmear ni hacerte un análisis académico de esos que nadie lee.
Vos, y tu tesis universitaria, ¿Cuando pasaron frío? ¿Cuándo se
fueron a dormir con la panza vacía mientras veías llorar a tus
hermanitas más chicas llorar de hambre? ¿Cuándo te dio vergüenza
llevar a alguien a tu casa porque vivías en una casilla que se caía a
pedazos? Y acá, entre mates en las veredas, y ollas calentando el
agua para bañarnos, vemos pasar la vida, a veces resignados porque
las cosas no se nos dan y quizás no se nos van a dar nunca. Nacer en
la pobreza no es nada romántico, te lo aseguro. Cada gota de lluvia
que vos disfrutas mirando desde tu balcón, para nosotros es correr
muebles y enchufes para que no se mojen. Y entre tanta malaria,
carencia y tristeza, tratamos de ponerle onda. No vamos a terapia, no
alcanza la plata y la salud pública deja mucho que desear. Entonces,
nos analizan los mismos amigos, los de siempre, los que jugaban con
cajones de manzanas y palos de escobas que oficiaban de escopetas.
Te juro que a nadie le gusta ser pobre. Nadie vive de ser pobre. Todos
en mayor o menor medida hacen algo para salir de la pobreza.
Escribo, opino, leo, y vivo desde el mismo barrio. Algún día el mundo
será más justo con los que menos tienen. Algún día la desigualdad
será solamente una palabra en un diccionario. Algún día dejarán de
hablar por nosotros personas panza llena que lucran con la miseria.
2

No queda opción la mayoría de veces. Por violencia, por falta de


interés, por un amor desgastado o alguna infidelidad; separarse de
alguien nos marca para siempre. Pero si me sé de memoria el sonar
de tus ronquidos, tus horarios en el baño, tu toalla, tus cosas, tus
canciones favoritas. Nos conocemos en la más profunda intimidad. Me
viste desnudo, de frente, de espalda, conoces mis lunares, mi mancha
de nacimiento. Sabes todo de mí. Mis debilidades, mi comida
preferida, mi remera favorita, mis sueños, mis pasiones, mi locura.
Compartimos de todo; vacaciones, navidades, años nuevos, pascuas
aburridas, días del padre, del niño, de la madre, bautismos, y hasta
casamientos de amigos. Y a pesar de que un día nos prometimos
amor eterno mirándonos a los ojos, todo termina. No hay vuelta atrás.
Estoy seguro que nos va a costar una banda despertar y no tenernos
al lado para hacer un poco más de fiaca. Malísimo. Pero otra no
queda, hay que arrancar de cero. Vamos a disfrutar la soledad y no sé
vos, pero me va a costar banda formalizar con alguien más. Regalarle
tiempo y confiarle parte de mi vida. Los para siempre no existen y acá
lo confirmamos. Separarse es una paja. ¿Podríamos alejarnos sin
tanto dolor? Ojalá. Mientras tanto te pido, que si todavía conservás
recuerdos míos, matalos de una buena vez por todas.
3

Mira el inicio de Instagram a cada rato. Acaba de subir una foto de


entre casa, con la sonrisa que la caracteriza. Ella usa conjunto
deportivo de día y de noche se viste de fiesta. Tiene muchos likes en
sus publicaciones y una decena de comentarios de la platea
masculina. Ni cabida con nadie. Ella está sola. Un tóxico que la busca
y un enamorado un toque denso son el ganado que mantiene. Como
le gusta decir a ella. Llora mucho por las noches. Detrás de esa pibita
que aparenta tenerla re clara se esconde una historia de amor
angustiante. Un amigo la aconseja y ella agradece cocinándole algo
rico. Le gusta agasajar a la gente que se porta bien. Desde su celular
se reproduce aleatoriamente una lista de canciones de Los Redondos.
Siempre se emociona con Tarea Fina. Las piernas más lindas y
tatuadas las tiene ella. Aun así se quedó con las manos llenas de
amor. Alguien le hizo mal. Y cómo le duele, se le nota. Cuesta mucho
llegarle al rolo. Ella es un laberinto con un infierno en el medio. La ves
sonreír y flashas que el sol nació con ella. Las drogas la ayudan a
olvidar un poco, pero a él no, lo recuerda en cada porro que se fuma.
Ella es un barrio peligroso en el medio de mi ciudad.
4

Cintia era la compañerita más linda de la primaria. Rubiecita, de


flequillo bien prolijo, siempre con el delantal bien limpito y planchadito.
Llevaba plata todos los días y se la deliraba en el kiosquito que
funcionaba dentro del colegio. Tenía todos sus cuadernos
perfectamente forrados, tapa dura, de los buenos, con excelentes
notas. Una cartuchera que desbordaba de útiles. Y era la más piola de
todo el curso. Venía siempre a los asaltos que organizaba otro
compañerito que vivía a dos cuadras de la escuela. Era la única entre
tantos pibitos. Desde que terminé el colegio nunca más supe de ella,
pero me la imagino re militante kirchnerista, con consciencia social
toda bien progre. Yo era re pobre de guachín y ella tan empática me
defendía de los chetitos con los que compartía salón. Mi vieja me
hacía arrancar el año escolar con botas de lluvia. Alta miseria. Y
encima tenía un sólo jogging, era verde y estaba roto en la
entrepierna. Fui a estudiar ocho meses con el mismo pantalón.
También tenía un sólo calzoncillito, roto, le hacía un nudo al costado
para que no se me caiga. Una vez en una joda estaba bailando un
tema de Roxette con Cintia. Un lento de aquellos. Todo lindo hasta
que fui al baño a mear y noto que no tenía el slip. Lo busqué entre el
puño de mi jogging verde, entre las botas, pero nada. Cuando volví a
la habitación de mi compañerito donde sucedía la fiesta, veo que
estaban jugando entre ellos con mi prenda íntima rota. Se lo tiraban o
se lo hacían oler a alguno desprevenido. Yo casi me pongo a llorar
pero por vergüenza me fui a mi casa. Recuerdo a Cintia diciéndoles
que no sean asquerosos y que la corten. La última vez que la vi fue en
el acto de egresados, me abrazó y me firmó el guardapolvo. Hace
poco fui a Once y me compré como veinte boxers en oferta. Alto
trauma me quedó. Y unas ganas de buscarla a Cintia, bailar un tema
de Roxette sin miedo a perder la ropa interior y decirle al oído que el
amor vence al odio.
5

Después de tanto,

después de tanto

hacer las cosas mal,

de ser todo lo que

estaba mal.

Hoy nos miramos dentro

y encontramos sonrisas,

acariciamos la mañana,

imaginamos y soñamos,

llenar la conservadora de hielo

y apagar nuestro fuego.

Al final el corazón tenía razón

no hay límites para nuestro desenfreno,

y para enamorarse de los momentos.

Después de tanto,

después de tanto luchar

quiero salir a gritarle al mundo

que aguante todo

que aguante haberte conocido.


6

¡Esa bala no era para vos, la concha de mi madre! Se lamentaba el


Alan en una pequeña celda del instituto de menores donde cumplía
condena. Se la había jurado en el baile, Alan nunca andaba solo,
siempre con dos compañeros que le bancaban la gira y los berretines
de alto rocho. Maxi, esa noche después de la amenaza de Alan y
compañía decidió descolgar en el pool con Brenda, la ex de Alan. Maxi
era tranquilo, demasiado. Brenda lo conoció en la cancha, donde cada
viernes iba con sus amigas a escabiar y mirar el campeonato de
penales que se ponía interesante y era por plata. Lo había dejado a
Alan hace unos meses. Él había querido juntarse con ella y tener un
hijo. Brenda estudiaba, tenía quince años y una familia comerciante,
dueña de tres carnicerías en el barrio. Alan a su corta edad ya había
vivido muchísimo. Fugas del instituto de menores, tiroteos varios,
asalto a mano armada, amenazas de narcos, entre otras vivencias. Le
faltaba un homicidio como para llenar el álbum del delincuente
promedio.

Se enteró por Facebook lo de Maxi y Brenda. Una foto compartida


sería el desencadenante de todo. Esa tarde hubo asado, merca, y
mucha cumbia, una previa normal en el barrio. Después de jurarle la
muerte aquel domingo en el baile, todo era raro. Incluso llegó a
comprarle vino y cigarrillos a la mai (Umbanda) de la villa para que
todo salga bien. Maxi y Brenda habían quedado en encontrarse en la
parada del bondi a la medianoche donde tomarían rumbo
desconocido. Ya el baile era para quilombo y pensaban frecuentar
otros lugares alejados de la mala noche. Alan hizo inteligencia y
mandó varias veces a su compañero para que se pegue unas vueltas
en la moto por el barrio y saber por dónde andaba Maxi. A las 23:45 le
llega el mensaje esperado "compi, están en la parada los dos". Así re
duro como estaba le puso la bala prometida a su Bersa limada y salió
para la esquina donde se encontraba la garita de colectivo. Maxi lo vio
venir. No mediaron palabras. Tanto que cuando intentó cubrirse atrás
de un pilar de luz y tirar al piso a Brenda, Alan ya había disparado la
única bala que llevaba esa Bersa. Fue ahí, en el corazón de Brenda.
Esa noche estrenaba camperita Adidas blanca que terminó totalmente
roja color sangre. Alan se subió a una moto y por varios meses no se
supo de él. Cayó porque volvió al baile y lo reconocieron vecinos del
barrio. Maxi se tuvo que mudar a Pilar, a la casa del tío, donde convive
con culpa y no quiere salir a la calle. El barrio siguió su ritmo, como si
nunca hubiera pasado nada. Solamente el que va a tomar el bondi a
esa parada puede ver esa improvisada cruz, donde cada tanto amigas
y familiares prenden una vela. Alan siguió muy arrepentido y no hubo
día que no maldijera esa noche. "Las balas son para la gorra, no para
las pibas" escribió sobre el final de la carta que dejó en la celda donde
lo encontraron ahorcado con los cordones de las Nike Air Max
blancas, sus llantas preferidas.
7

"La noche del 31 brindé como siempre, como todos los años. Tengo
una familia numerosa por suerte, aunque los extraño banda y casi
nadie me viene a visitar, está bien, ellos no tuvieron la culpa. En fin, mi
vieja cada vez que viene me cuenta todos los chismeríos del barrio.
Por lo visto está re cambiado. Asfaltaron la calle donde vivía y ya
nadie pregunta por mí. Yo era un pibe re tranqui, un gil laburante, me
cabía la esquina y la gira con los pibes, pero me acostaba temprano
porque al otro día laburaba en la panificadora. Los amigos que tenía
desaparecieron. Algunos ya hicieron su vida y otros están en
cualquiera. Mi ex novia ya tiene como cuatro hijos. Una sola vez cayó
a visitarme y me contó que ya estaba conociendo al otro chanta. La
notaba distante y avergonzada de mí. Nadie se lo esperaba, ¿yo? Un
asesino? La noticia había salido en los medios corte fui famoso por
dos días. No me arrepiento igual. Esos giles se lo merecían. ¿Cómo
me iban a amenazar a mí? Yo no podía salir a la calle tranquilo porque
supuestamente había una bala esperándome. Esa noche igual había
tomado un montón. Todavía no sé cómo hice para pilotear mi Gilera
110. Yo sabía que los viernes iban al baile y que se volvían caminando
por la calle Francia, tipo 6 de la mañana con los pibes del Bajo
Pacheco. Esa madrugada que arrancaba el año estaba todo el mundo
en la calle. Para colmo todos los boliches abiertos, una locura. En un
flash dije; ya fue me vuelvo a casa, porque no pasaban más los gatos.
Re larga la estaba haciendo. Me había llevado una botella con vino y
Manaos que me duró nada. Sed de venganza y alcohol. Estaba
meando contra un alambrado cuando los vi venir, regaladísimos. No
me habían visto así que los dejé caminar unos 50 metros. Les vacié el
cargador, amigo, un Duna que pasaba casi se la da a un poste de luz
del cagazo. El sol se asomaba y la gorra también. Ni tiempo de ir a
casa a despedirme de la familia tuve. Había solucionado un problema
de años. No saben la sensación de paz que me trajo. Si, ya sé que
hice todo mal y por ahí ese no era el camino, pero bueno, no me
arrepiento de nada. No hubo nada ni nadie que me haga cambiar de
opinión. Acá adentro me supe hacer amigos y estoy dentro de todo
piola. Perpetua por doble homicidio calificado. Capaz en unos años
tenga transitoria porque me porto re bien. ¿Si extraño? Obvio, la
esquina, mi barrio, mi cama, las cumbias a toda hora, las pibas,
extraño laburar como lo hice siempre. Para la sociedad soy un
monstruo, que merece pena de muerte. Lo que no saben es que si
llego a salir de acá algún día, yo quiero trabajar. No estoy resentido ni
ahí con la gente. La otra vez me trajeron un libro "Vigilar y castigar" de
Foucault, lo voy a leer a ver qué onda. A mi vieja le digo siempre que
no estoy privado de la libertad, le digo que estoy en pausa. Me siento
más libre que todos ustedes allá afuera, allá donde obedecen y se
conforman, como dice Zizek. La prisión es un estado mental, o al
menos trato de pensar eso porque estoy acá encerrado. El único
consejo que les puedo dar; hagan lo que quieran, total presos estamos
todos."
8

Siempre vos,

moviéndote como una ola en mi mar

hamacando tus caderas

al son de la cumbia frenética.

Tus pasos son fuego,

vas marcando tus manos en mi piel,

arrasando la pista de mi corazón.

Bailan hasta mis sombras.

Y mi cuerpo, me desconoce.

Siempre vos,

danzando desnuda

entre humo y tragos baratos,

olvidándote de las penas.

Tu alegría es un orgasmo

que refresca mi alma

y somos vos y yo

bailando en todos los

rincones de la luna
9

Micaela se maquilla frente a un espejo y un aro de luz comprado en


Once. Hoy es su noche. Piensa, y se tira todo el ropero encima.
Combina ropa interior, se pone el mejor jean y una remera con escote
a tono con sus zapatillas. Hoy lo ve después de un par de semanas.
Según él, no le daban los horarios. Cada tanto, y hasta que se haga la
hora de salir, chequea el precio del Uber. Es diciembre y la demanda
es alta. Sube una historia beboteando. Se le nota en la cara lo feliz
que está. No está enamorada ni a palo, decenas de veces le prometió
a sus amigas que lo iba a dejar, pero lo cierto es que pasa el tiempo,
se olvida y le llega ese mensaje que la hace cambiar de opinión. La
respuesta siempre fue SI. Él hace su vida. Viaja, labura, anda de acá
para allá. Cuando se acuerda, o tiene ganas de pasar una noche
desenfrenada le envía un texto. Sabe que la tiene a sus pies, que ella
siempre está. O estaba, porque le canceló a última hora, ya es la
segunda vez. Pero ahora en serio, alguien le ofertó un mejor plan. Le
devolvió la dignidad perdida. Micaela, entusiasta, Leonina, y fanática
del buen fernet, dejó de lado una noche de sexo, por una juntada en
una plaza. Micaela, dejó de lado el histeriqueo masculino, por una
charla en el pasto mirando las estrellas. A la mierda el maquillaje y la
combinación de lencería. Se calzó el shorcito, la camperita Nike, y con
la plata del viaje en Uber compró dos Cocas. Micaela, vino conmigo y
me enseñó que nunca hay que insistir donde te dejan para después.
10

Caminamos por la cornisa.

Lo sabemos.

Somos una calle aledaña a un cementerio.

Oscura y temerosa.

Acá el peligro se llama amor.

Ni yo quiero involucrarme, ni vos querés comprometerte.

Pero andá a decírselo a esas noches de lujuria en telos baratos de la


colectora.

¿Cómo olvidar tu perfume de Natura y tus labios mordiéndome todo?

¿Cómo no sentir adrenalina sabiendo que somos amantes


apasionados escondiéndonos del mundo?

Allá vos con tus planteos, pero vos mentís, yo miento, y las balas no
nos pegan pero rebotan cerca.

Esta relación no es la Franja de Gaza, pero se le parece.


11

No va a pasar, no. Al menos por ahora, no sucederá. Se quieren, si, se


buscan, también. Pero cada uno anda en la suya. Son jóvenes. Se
conocen hace bastante, casi que se criaron juntos. Sus familias se
conocen. Compartieron colegios, juntadas, previas, vacaciones, birras
y alguna que otra droga. Hubo besos, sexo, discusiones, un tercera
persona en discordia, una nueva oportunidad, más besos, más sexo,
un atraso, un susto, una pérdida de un amigo en común, una salida al
cine, una navidad juntos, un fin de año hermoso, un abrazo, muchas
lágrimas, otros besos y un "¿Qué somos?" flotando en el aire. En un
universo paralelo son la pareja ideal. Pero estamos en el mundo real.
Los amores imposibles existen, duelen, arden en el alma. Él la ama,
se lo dijo mil veces. Ella se siente insegura y nunca supo que
responder. Por eso mismo, no va a pasar. Tienen que cambiar. Él la
busca, la admira, y habla maravillas de ella, pero está con otra chica.
La extraña, le escribe, la invita a tomar algo. Ella lo adora, no quiere
saber nada con él, pero tampoco quiere que esté con alguien. Y así se
pasan los días, los meses y los años. Todo el mundo se pregunta por
qué no están juntos con todas las que pasaron. Ese mundo tan de
ellos, tan inmenso, tan volcánico, tan galaxia, que no logra alinearse. Y
quizás, y ojalá no sea tarde, algún día se den cuenta que son el uno
para el otro.
12

Ocho planetas en el sistema solar y andá a saber cuántos más que ni


conocemos.

Cinco continentes según Wikipedia.

No sé cuántas islas.

Ciento noventa y cuatro países.

Una banda de ciudades importantes.

No sé la cantidad de barrios que hay.

Seis mil millones de habitantes.

Cuarenta y cuatro millones de personas acá nomas, en Argentina.

Treinta mil en mi barrio, Las Tunas.

Somos una bocha de humanos.

Y vos viniste a sonreírme a mí.

Si eso no es magia yo ya no sé.

Vos no lo sabes, pero me coloreaste la vida.

Yo era ese mapa político que alguien olvidó un domingo por la noche.
13

Juro que le pongo onda, pero ni así las cosas me salen bien.

Estoy enojado, furioso, y en guerra con el universo ortiba amigo de la


gorra.

Una sola te pido.

Una sola.

Una sola que salga como yo espero.

Una sola que no altere mi paz, que tanto necesito por estos días.

Una sola, porque he salido de peores.

Porque hasta se me hace difícil decir "buenos días".

Porque sé que hay nudos que nunca se desatan.

Mientras tanto sigo riendo y bailando, algún día todo va a salir bien.
14

Es el domingo más domingo de los domingos.

El papá de los domingos.

Hace calor y la gente se pone cada vez más pelotuda.

No querés charlar con nadie, aburren siempre con lo mismo.

Si si, ya te vimos, muy bonito, decís, porque te da asco ver sus


historias de Instagram, creyéndose cracks en una clandestina.

Querés dormir, dormir y escabiar, pero en soledad.

Porque para malas compañías está uno mismo.

Seguís bebiendo, porque si, porque el mundo es una mierda y quien te


diga “pero al menos tenés salud” u otras frases motivacionales,
mandalo bien a la verga porque no sabe nada de tu vida.

La depresión no es un momento del día.


15

Dicen que el amor está a la vuelta de la esquina, pero el Monito fue y


encontró la muerte. Esa noche los aullidos de los perros anunciaban
una tragedia. Así decían las abuelas, pero él no lo sabía y salió igual.
Había bronca, mucha. En esa casa nadie lo quería, pero estaba
enamorado y nada le importaba. El plan era charlar un rato en la
esquina. Ella vivía a la vuelta de su casa y sus familias estaban
enfrentadas desde siempre. Una especie de Capuletos y Montescos
de calle de tierra.

Ahí andaban ellos, a las escondidas. Porque Romina hace poco había
cortado con un pibe de Villa La Rana, y éste cada tanto iba al barrio y
la hostigaba para que vuelva. Una relación clandestina símil Romeo y
Julieta, pero ellos ni enterados de quién fue Shakespeare. Pasó un
mes, dos meses, todo se volvía más turbio. Una vecina los vio juntos y
desparramó el chismerío. Lo fueron a buscar los hermanos de ella, lo
amenazaron, y tuvo que salir el padrastro del Monito a negociar la paz.
Alejate de esa piba que vas a terminar mal, le dijo un amigo. Pero no
había caso, él seguía apostando al romance prohibido.

Aquella noche no debió salir. Desde temprano estaban escabiando en


la vereda y el ex de Romina, amigo de la familia, estaba de visita.
Incluso ella, le dijo que no vaya, que estaba todo bien pero que era
para bondi verse. Él insistía, estaba molesto. Pensaba que ella lo
estaba descartando por el pibe de Villa La Rana. Se hizo toda la
película. Las imágenes de Romina y su ex en una cama que se le
pasaban por la cabeza no lo dejaban tranquilo. No aguantó más, la
llamó y ella no atendió. Entonces flashó cualquiera y fue a buscarla.
Llegó hasta el portón que daba a un pasillo largo de ligustrina, y no se
animó a golpear las manos. De todas formas no lo iban a escuchar por
la música alta. Miraba, daba vueltas, iba hasta la esquina y volvía.
Estaba regalado y lo sabía. Intentaba comunicarse, celular apagado.
Fue de nuevo y justo volvían de comprar cerveza los hermanos y sus
amigos. No le dieron tiempo a correr, y una piña lo dejo inconsciente
casi al borde de la zanja. Alguien le disparó, lo remató. Ese tiro
despertó a Romina, que dormía a esa hora, sola, con su celular sin
batería. Se apagó la música, se apagó el barrio. Mataron al Monito, el
pibe más sano de toda la cuadra. Los vecinos no se la dejaron pasar,
y le prendieron fuego la casa. La familia de Romina, eran ocho, tuvo
que mudarse. Hoy en la calle José Ingenieros hay una cruz que lo
recuerda. Los pibes le dejan flores, y una visera, que siempre usaba,
está ahí también al sol, perdiendo color.

Él la vio bailando al amanecer, y entonces supo que todas las noches


moriría por primera vez.

Como el viento

quiso perderse en el aroma que se desprende del parque de los


enamorados.

En aquella noche que no pudo

detener su eternidad.

Su deseo fue su condena.


Fuimos y vinimos una banda de veces.

Desde el primer día que pasamos a la clandestinidad nunca dejamos


huellas de nuestras secuencias.

Y es que de callado salen mejor las cosas.

Nadie sospechaba, porque nada se insinuaba.

Todas las que pasamos juntos, los mejores momentos no tienen fotos.

Nuestro disco duro mental

guarda en una carpeta oculta todos los recuerdos prohibidos.

Fue un digno amor en

llamas que apagamos a medias,

porque las cenizas quedaron.

Vos y yo, sin dejar rastros,

como un crimen perfecto.


16

Feliz cumpleaños

a la distancia.

Hoy en día nadie regala versos.

Este mundo es una moneda

de deseo y de dolor

que gira

y no termina de caer jamás.

Ante este vacío, el único

camino es la tranquilidad, la inmortalidad; y la furia romántica del


viento,

Sos la eternidad que perdura:

la que trasciende el tiempo,

aunque cumplas un año más.


17

Estoy en modo avión.

Y con el brillo bajo.

Nocturno.

Sin señal.

Sin datos.

Con poca energía.

Lento.

Pesado.

Me siento como un celular.

Me siento como mi celular.

Sin tu número no soy nadie.

Sin tus mensajes no soy nadie.

Estoy en modo ortiba con todo el mundo.

No quiero estar en lugares con gente a la que le chupa un huevo lo


que me está pasando.

No quiero vivir de los recuerdos.

Que se vaya a la mierda la nostalgia, yo te quiero a vos.


18

Lo miro, le hablo, me mira, responde y vuelve a internarse en la


pantalla de su celular. Escribe, no sé qué, no le leo las
conversaciones, pero sonríe cuando le contestan. Deduzco que anda
enamorado. Pero si hace nada lo estaba llevando a la calesita, ¿Cómo
puede ser? ¿En qué momento? Tener un hijo adolescente en tiempos
de redes sociales no es para cualquiera. Trato de entenderlo entre que
pide una pistola de agua y que le compre ropa para salir de joda. Es
mirar con él "Soy Luna" y al rato ver como se aprendió los diálogos de
"El Marginal". Así, como queriendo escapar del niño que sigue, y
seguirá siendo toda la vida. Pero no lo sabe aún. Mientras compra
vidas para el Free Fire, usa mis remeras. Quiere ser grande de golpe.
Escucha trap y yo me siento tan lejos de su mundo. Si yo a esa edad
jugaba a las bolitas y tenía la cara llena de granos. Pero claro, ahora
una vez cada quince días quiere ir a la barbería, para que le hagan un
corte a navaja. Le digo, lo miro, le hablo, lo amo. Él también dice, pero
que me deje de romper las bolas. Se aburre con la poesía, con los
libros, pero la rompe jugando a la pelota. Es un nueve de área natural,
goleador de su categoría. Rebelde, capricorniano, fachero, insensible,
caprichoso, y buen contador de chistes. Tener un hijo adolescente, en
tiempos de pandemia, no es para cualquiera. Tiene la suerte de
tenerme, y de que yo lo abrace siempre, aunque no me lo pida. Tiene
el privilegio de ser contemporáneo a la vida que llevo. Sin patrones ni
horarios. Tiene sobre todas las cosas, alas, y hambrientas. Es libre
porque el mundo no tiene piedad con nadie.
19

Vos me hiciste conocer el amor

y ahora me lo quiero tatuar.

Vas a llenar ese tacho con agua

y nos vamos a meter los dos.

No pongas Rayito Colombiano

que me hace acordar a las noches

turbias de Scombro Bailable

y me pongo a llorar

Llevo fernet, hielo, una malla,

una remera más por las dudas

en la mochila y mis ganas

de hacer el toque de queda allá.

Qué buen plan siempre vos y yo

Somos un romance sin restricción

Somos una fiesta clandestina

que nadie pudo desactivar.


20

Te vi con alguien.

Quizás debí avisarte que estaba yendo a verte.

En esa cama donde hace un tiempo te llevé el desayuno.

Fallaste.

Bardeaste.

Te grité de todo.

Los vecinos no entendían nada.

Necesité fuego para quemar tu recuerdo.

Me emborraché.

Yo todavía no caigo ¿Por qué a mí?

Todas las cagadas, como insistir, y buscar justificaciones, fueron con


la misma persona.

Eso es el amor o andá a saber.

En fin, voy a llorar hasta poder dormirme.

Después de esta resaca, me duele más el corazón que la cabeza.


21

Nacer en una época donde estaba naturalizado que nos peguen con
un cinto o en mi caso con una varita de sauce.

Donde jugar a las escondidas hasta que nos llamen para comer era
nuestra diversión antes de que exista internet.

Cuando todavía existían álbumes de fotografías en cada casa y no


interminables carpetas en un disco duro de PC.

Donde la nostalgia nos lleva a esos viejos olores de los roperos de


nuestros abuelos.

Vivir en un tiempo donde te retaban por estar descalzo y abrir la


heladera.

Mirarnos ahora, en aquellos ojos que proyectaban el futuro que es


hoy.

No cumplimos todos nuestros sueños pero estamos en eso.

En cualquier momento explotan, como esos aerosoles vacíos que


tirábamos al fuego y flasheabamos dinamita y otros artefactos
explosivos.

No somos héroes, somos sobrevivientes.


22

Y es que sos vos, con tu presencia, que me deja indefenso ante la


vida. No sirvo para nada. Quedo paralizado ante tamaña belleza. Se
me van todos los berretines a la mierda. Me siento de la misma forma
que cuando espero el 194 en Once después de la medianoche. Una
mezcla de miedo y ansiedad, o las dos cosas juntas. Es estar en la
parada y mirar para todos lados sin sacar el celular. Es olvidarme de
que vengo de un barrio bajo donde el peligro es una calle más. Eso
me pasa con vos, cuando me hablás y te miro, no lo puedo creer. Me
pongo nervioso como narco en un aeropuerto. Sos lo que me mata,
pero también lo que quiero. Sos mala influencia pero la mejor
compañía
23

La felicidad es la

libertad de decidir,

el placer de cumplir todo deseo,

un oasis sin desierto.

La felicidad es un vacío

a la parrilla al costado

de la ruta 3.

La felicidad es algo

que muy pocos pueden alcanzar.

La felicidad no sé,

pero un pancho con Fanta

en Panamericana y 197

es todo lo que necesito

cuando me siento infeliz.

.
24

Disney Plus, Disney Plus, Disney Plus.

Te comparto mi cuenta como acto de amor.

Somos La Dama y El Vagabundo versión villera.

¿Acaso algo más lindo que escapar de la realidad?

Con vos vuelvo a tener diez años y no veo la hora de llegar a mi casa
a mirar dibujitos.

Toda la vida escuchando un disco de un solo lado hasta que al fin lo di


vuelta.

Lo mismo me pasó cuando te conocí.

Disney Plus, yo pongo mi tarjeta, vos ponés lo demás.

Mirá, así deben vivir los chetos, sin preocupaciones.

Vivamos la misma vida el tiempo que dure la película.

Hagamos vida burguesa mirando Disney Plus.

Tantos sueños y nosotros de gira sin dormir.


25

¿Qué sabe la gilada del dolor

de nuestras vidas?

Ni el ejército de la moralina,

nadie sabe

de nuestras pequeñas victorias

y guerras ganadas a diario.

¿Qué opinan de nosotros si no nos conocen?

Ellos y su mirada derrotada ante el amor ajeno.

Nadie sabe de todas las que pasamos

para ser lo que somos.

Nadie sabe del profundo dolor de nuestros ojos.


26

Los amores del pasado vuelven cuando ya dejamos atrás la oscuridad


que tuvimos que atravesar.

Raras veces regresan para darnos una mano y sacarnos del fondo del
mar de angustia.

Vuelven eso sí, para terminar de hundirte en un pozo de barro mental.

Los amores del pasado huelen nuestro bienestar.

Están ahí, expectantes.

Parecen inofensivos pero por algo son amores del pasado.

Un mensaje, un llamado, un reencuentro inesperado.

Están ahí, esperando el momento para entrar en nuestras vidas


pateando la puerta con candado del alma.

Los amores del pasado vuelven y se transforman en una pistola que


nos apunta todo el tiempo pero que no dispara. Y eso nos mata.
27

Un Fiat Punto color negro pone baliza y se detiene en una esquina. El


que conduce llama a una de las cuatro chicas que ofrecen servicios
sexuales en ese cruce oscuro de la ruta provincial número 4. Trinidad
se acerca, apaga el cigarrillo, negocia el precio y se sube al auto.
Camino a un hotel barato de la zona oeste, piensa en las cuentas que
debe pagar este mes. En su calculadora imaginaría no le dan los días
para saldar sus deudas. Faltan apenas cinco días para que se termine
el mes y otra vez lo mismo apenas arranca el otro. Pero bueno hay
que concentrarse en el cliente, que ya viene incendiado de pasión. Es
otra noche más que habrá que pasar. Donde un hombre ve un
orgasmo, ella ve unas zapatillas, una compra de mercadería o un
paseo con sus dos hijos. A la madrugada, en el regreso a la habitación
que alquila, llora. Y mucho. Porque ella no eligió vivir así. Ella laburaba
bien, era administrativa en el municipio. Conoció a un señor que la
hizo renunciar prometiéndole mejor calidad de vida. Se enamoró,
quedó embarazada, él se borró y ella quedó solita, sin nada. Ahí al
tiempo, debutó como trabajado sexual. Le iba bien, hasta que se
terminó enganchando con un cliente. Tenía guita el tipo, parecía
buena gente. Otra vez la misma historia. Embarazo, y los reproches:
"no es mío, yo te conocí siendo puta, a mí no me lo vas a encajar". La
hizo corta, lo echó y se dedicó a criarlos ella sola. Miles de veces
quiso cambiar de vida. No puede dejar la noche. O la noche no la
puede dejar a ella. Se pega un baño mientras espera a la chica que
cuidará a sus niños. Le paga por día, cuando se puede, y si no queda
para el día siguiente. Trinidad se perfuma, prende un cigarrillo y saluda
a las demás. Hoy viene el cliente más fiel. Alguna vez fueron novios,
pero el amor solo permite una depresión por pareja. Trinidad, otra vez
en la ruta, esperando ese golpe de suerte que le viene esquivando. En
una multitud de corazones rotos, el de ella no para de bailar.
28

Quieren bajarme y no saben como hacer -Me escribe Carla, en uno de


los tantos mensajes que nos enviamos semanalmente. Lejos quedó
aquella historia en cuarentena que hemos tenido. Su panza de ocho
meses es enorme y espera para mediados de febrero ser mamá
primeriza. Las charlas con ella me llevan de paseo por un año 2020
para el olvido. Pero me es inevitable recordar la primera vez que nos
vimos. Verla llorar aquella noche en Monte Grande y abrazarla,
sentirla en la oscuridad de ese invierno en fase uno. Es que pasó de
todo en pocos meses. Hasta me acostumbré a decirle Carla, cuando
su nombre verdadero es Valeria. Me pregunta como estoy, después de
pasar unos meses durísimos y depresivos. Nadie lo sabía, nadie lo
notaba, ella sí. Si es que hasta parece habernos conocido en otra vida.
Le respondo que sí, que estoy saliendo a flote de nuevo. Que me puse
a escribir con ganas, y que en breve le alcanzaré mi libro en papel. Es
feliz, quiere que se lo dedique y me pidió uno más para sus padres.
Pero esto no termina en un chat. Sabemos que no. Nos debemos una
tarde en el pasto, con mates y conversar de a tres. Ella, la beba y yo.

 ¿Vos estarías conmigo, Vale?


 ¿Se nota?
 Jaja, me vas a hacer escribir la parte seis, boluda.
 Nah, cambiale el nombre porque me trae malos recuerdos.
 Tan Valeria que duele.
 Ahí va...
 Empecemos entonces a escribir nuestra propia historia.
 Vos sos el escritor, ¿Seré tu musa?
 Mi muzza, linda.

Y si, aprendí que la persona que quiera estar con vos, lo va a estar
pase lo que pase. No vas a tener que decirle nada ni rogarle nunca. Si
tiene que ser, será.
29

Esta vez quiero agradecer a las personas que abonaron la preventa


sin saber de qué se trataba el librito, porque confiaron en mí y me
motivan día a día a superarme en la escritura. Porque a mí me
encanta narrar historias, y ustedes son parte, siempre. ¿Quién no se
sintió María? ¿Quién no fue Yanina o Carla alguna vez? ¿O se
sintieron con Lucas Fernández? Cada relato es pasión. Y así como
lloraron con Las Brujas, dedicaron poesías de Ruta Nueve, siguieron
la novela de Los Rotos, y se enternecieron con La Piba que me gusta,
con este librito pasaron seguramente por todos los estados
emocionales.
Como no nombrar a Micaela López, la primera en abonar siempre. A
Blanca de Quilmes que se devoró la primera parte en quince minutos.
A los y las nuevas seguidoras que se re cebaron y empezaron a pedir
links por todos los anteriores (son treinta). A Matías Yañez, que se la
pasa cajeteando. A Ana Rojas, bancando los trapos desde el sur del
país. A Solcito Sonrisa, espero esa casaca che. Lu Podestá, la crack
de Lanús. Meli de Monte Grande, otra fanática más. El gran Sergio
Puccio. A los que me dejaron de seguir porque mis poemas le hacían
recordar a otra persona. A Damián Palleiro que me compró todos mis
libritos e incluso le mandé unos inéditos. Agradezco y trato de no
olvidarme de nadie, porque somos una gran familia eh. A Macarena
Escalante de Villa Urquiza, a Lady Quilombito de Parque Avellaneda,
gracias por esa solidaridad siempre. A Mailen de Mar Del Plata, por
tanta ternura. A Brenda Mourinho por ser tan manija. A Vasito de Agua
por compartir todos, pero todos mis posteos. A Cami, que me invitó
banda de cafecitos. A Ivana Santiago por lo buena onda. Karen Ortiz,
Joahnna Belén, Romi de Temperley (de la vieja camada de
seguidoras) a Moni de Bella Vista. También para esas y esos
seguidores que pidieron que no los nombre, pero están, siempre
están. Cuando estuve mal y nadie lo sabía, me refugiaba en sus
historias. O con el tema de la mercadería, a la gente que colaboró en
el anonimato, mi corazón con ustedes. Abrazo grande desde la
redacción de Me Haces Mal, para Facu Garzella, Pela Museum, Brisa
González, Estefania Arcadipane, Sofi Arellano, Esteban Dominguez
(un genio). Y sin olvidarme de Aldana Carolina, de La Paternal, con
alta historia por detrás. Ian Simons y su glamour. Lau Zacarias,
siempre en mi equipo. Marina Yegros, Antonella Paredes, Daniela
Rodriguez, Flor de Benavidez, Matías Parra, Cecilia Franco, Yesica
Medina, Melina Navarro, Gabriel Morali, Florencia Cativa, María Flor
(matadora y tropitanguera) Lucía Rizzo, Micaela Tejedor, Eliana
Villalba (de Varela para el mundo), no se mueran nunca. A Jeza de
Monte Grande, Matías Leiva, a la ídola de Viviendas Costa Sur, sepan
que les amo.

Seguro me olvidé de algunos, ¿Quién no? De lo que no me olvido


nunca, es de aquellos y aquellas que estuvieron conmigo en las
malas, aunque no lo sepan. Gracias por ser como son. Así, románticos
e imperfectos. Como la vida misma.

Damián Quilici (El Freud de la villa)


OTROS TÍTULOS DEL AUTOR
1. LA PIBA QUE ME GUSTA 1
2. LA PIBA QUE ME GUSTA 2

3. AMOR OBRERO
4. TAN MARÍA QUE DUELE
5. DESFREUDVILLERO NO HAY 1

6. DESFREUDVILLERO NO HAY 2
7. BLOCK DE NOTAS

8. BLOCK DE NOTAS 2020


9. LAS BRUJAS – UNA HISTORIA DE TROPITANGO
10. MI ÚLTIMO DESEO
11. REJAS
12. LOS ROTOS 1
13. EL VUELTO
14. LOS ROTOS 2
15. DIARIO DE UNA ESCORPIANA
16. RETRATO DE UNA ESCORPIANA

17. RELATOS EN CUARENTENA


18. RETRATOS
19. RUTA NUEVE
20. TE VAS A ACORDAR DE MI 1

21. TE VAS A ACORDAR DE MI 2


22. TE VAS A ACORDAR DE MI 3
23. SI TE ENCONTRARA

24. TE VAS A ACORDAR DE MI 4


25. CLUB DE LETRAS – compilado de escritos con otros autores
26. MAL SAKE
27. TAN MARÍA QUE DUELE 2

28. TE VAS A ACORDAR DE MI 5


29. CIEN POEMAS Y UN CAFÉ
30. ME HACES MAL 1
31. ME HACES MAL 2
ME HACES MAL 2, es la segunda parte de una antología de colección, para
leer en un saque, pero también para buscar respuestas cuando las cosas no
salen bien. Un compilado de poesías y relatos que transita lo vulgar
pasando por la rotonda del desamor, y encarando por la autopista del
pensamiento. Nada de palabras raras ni metáforas académicas. Si buscan
algo de eso acá, sigan de largo.

Mi nombre es Damián Quilici y escribo bajo el seudónimo de “EL


FREUD DE LA VILLA”, aparte de escribir hago stand up y paso
música. En mis redes sociales publico todas las fechas.

Si te gusta o pensás que le puede gustar a alguien que querés


mucho, recomendame y compartí mis publicaciones! Y si podés
venir, sería genial. Eternamente agradecido.

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