La Fea Monologo Teatral
La Fea Monologo Teatral
La Fea Monologo Teatral
La fea
(Monlogo teatral)
Carlos Etxeba
(La escena representa un parque. Se presenta Pilar, una
mujer joven, mal vestida, que se tapa el rostro con unas
grandes gafas negras. Lleva un abrigo hasta el suelo que le
cubre todo el cuerpo. Dentro del abrigo lleva cosidos bultos
de tela, para hacer que su figura al exterior resulte ridcula y
fea. Lleva un gran bolso y puede ir acompaada de una nia
de siete aos o llevar un cochecito de beb. Si va
acompaada de una nia, deja sentada a la nia sobre un
banco del parque y a su lado el bolso. Si lleva una cochecito
de beb, deja el cochecito junto a un banco del parque. Se
dirige al pblico y recita el poema de Carlos Etxeba titulado
La Fea)
FEA! FEA! Me llamaban
los chiquillos en la plaza
cuando era una rapaza
llena de granos y manchas.
FEA! FEA! Piensan ahora
sin decirme una palabra
los hombres que se detienen
rehuyendo mis miradas.
FEA! FEA! ese es el sino
que est destrozando mi alma,
desangrndome las sienes,
lacerndome en su saa.
Yo tambin como las guapas
tengo corazn y ganas
de ser amada de un hombre
que satisfaga mis ansias.
Sera dulce y amable,
trabajadora, su esclava
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y obedecera muda
sus deseos y palabras.
Sera el rey de mi vida,
tirano de mis entraas
y de mis senos hara
una blanda y tierna almohada.
De mi cintura las sbanas
y de mis brazos las mantas,
de mis espaldas alfombras,
de mis manos sobrecama.
Qu no le dara yo
al hombre que as me amara!
Y tengo que contentarme
con mirar a otras muchas
cogidas de la cintura
de los hombres tan amadas!
Y es que soy fea, tan fea
como cuando era rapaza
y los chiquillos gritaban
desde el centro de la plaza.
FEA! FEA! Van pensando
sin decirme una palabra
los hombres que se detienen
rehuyendo mis miradas.
Los sentimientos que se resumen en este poema de Carlos Etxeba
son los mismos que conformaron toda mi infancia y adolescencia.
Viv esclava de mi aspecto fsico. Era como un yugo del que nunca
me hubiera podido liberar. Sufr primeramente ante las mofas e
insultos de los nios de la pequea ciudad. Llegaba a casa siempre
llorando, me refugiaba en mi cuarto y no quera hablar con nadie.
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Despus tuve que sufrir en mi adolescencia el desprecio de las
amigas que tambin rehusaban el trato conmigo a causa de mi
fealdad.
Lo peor de todo es el menosprecio que senta por m misma.
Maldeca el da en que nac, maldeca a mis padres por haberme
engendrado tan fea, maldeca a toda la ciudad por el mal trato que
me haban dado desde mi nacimiento.
Llegu a desear la muerte. Llegu a pensar en el suicidio. Empec
a investigar las diferentes formas que haba de suicidarse. Lea
atentamente todos los suicidios que aparecan en los peridicos,
para saber cul sera el ms rpido que pudiera poner en prctica.
El tragar venenos en el estmago me pareca muy lento y doloroso.
El tirarse desde un sptimo piso a la calle, me pareca lo ms
rpido y razonable. Solo durara los tres o cuatro segundos de la
caa del cuerpo desde la ventana a la calle. El de encerrarse en el
coche, dejando abierto el gas, me pareca una muerte muy lenta y
angustiosa. Mi muerte deba ser muy rpida, en tan solo unos
segundos. Llegu a pensar en todos los detalles de mi muerte.
Antes escribira una carta, culpando de mi muerte a todos los
chicos y chicas del pueblo que no hacan ms que insultarme y
rerse de m a todas horas.
En estos pensamientos estaba, cuando vino a visitarnos un da la
ta Gertrudis. Mi madre me orden inmediatamente que saliera de
la habitacin, para que no me enterase de lo que tenan que hablar;
pero yo me volva a meter otra vez en la habitacin a escondidas
y me enteraba de todo.
Les tengo que indicar que mi familia no se trataba nunca con la ta
Gertrudis. Siempre que se hablaba de ella, se bajaba la voz para
que yo no me enterase de nada.
La ta Gertrudis era como un fantasma que revoloteaba por el aire
de la casa, pero del que nadie poda hablar nunca. Una amiga me
haba insinuado que la ta Gertrudis era un putn verbenero. Lo de
putn lo poda entender. Era algo as como una puta muy grande;
pero lo de verbenero no lo pude comprender nunca.
Qu tiene que ver una verbena con una puta? Acaso las putas
estn siempre en las verbenas? Pues en las verbenas de mi pueblo
yo no he visto nunca merodear por all a ninguna puta.
Luego me enter que la ta Gertrudis se haba escapado de casa,
cuando era muy jovencita y que se haba dedicado a la prostitucin
en numerosas casas de alterne de Madrid. Ahora la ta Gertrudis
era ya una seora sesentona, de muy buen ver y riqusima. Se
haba casado tres veces y se haba quedado con las herencias de los
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tres maridos.
El primer marido, cuando se cas con ella, tena noventa y cinco
aos, pero a ella no le import nada porque se lo pasaba en grande
con el mayordomo, el chofer y el cocinero del marido.
Adems deca que solo se lo pasaba bien en las fiestas de sociedad,
cuando haba invitados que se atrevan a quitar las bragas a las
seoras.
Haba tratado con tal cantidad de personas diferentes que entenda
perfectamente el lenguaje de los ladrones, cuando deca: Este
collar cuesta dos aos de crcel, esta sortija cuesta cinco aos de
crcel, as sucesivamente.
Fjense si era lista mi ta Gertrudis que sola sacar mucho dinero de
los accidentes de coche en los que vea que haba un muerto en la
carretera. Ella se tumbaba junto al muerto, como si hubiese sufrido
tambin el accidente, y exiga que le diesen a ella tambin la
compensacin del seguro. Sac mucho dinero de esta forma.
Cuando vino a mi casa la ta Gertrudis, mis padres estuvieron
hablando con ella durante mucho tiempo de la herencia de mis
abuelos y la ta Gertrudis se dio cuenta enseguida de mi estado
anmico. Nada ms mirarme a los ojos, me pregunt si me
encontraba tan mal como para desear morirme. Yo le dije que s,
que deseaba morirme rpidamente, inmediatamente, que no
encontraba consuelo en nada de esta vida y que cualquier da me
tirara por la ventana.
Los posibles suicidas debemos tener algo en los ojos que nos
delata. Debe ser algo as como una tristeza existencial, algo as
como un cansancio emocional que no pasa desapercibido ante unos
ojos expertos en la materia.
La ta Gertrudis me dijo que ella me enseara la manera de
cambiar los sentimientos de autodestruccin que senta por otros
sentimientos igualmente destructivos, pero dirigidos hacia los
dems. Que ella era una experta en esa materia.
La ta Gertrudis coment con mis padres lo de mi suicidio. Mis
padres, naturalmente, no le hicieron caso, pero la ta Gertrudis les
dijo que me nombrara la nica heredera de todos sus bienes, si me
dejaban ir a vivir con ella a Madrid, ya que mi vida corra peligro
de muerte en aquel miserable pueblo.
A mis padres no les satisfizo la idea de dejarme ir a vivir a Madrid,
precisamente con mi ta Gertrudis, pero la idea de poder ser su
nica heredera, les llen de esperanza y de consuelo, as que me
encontr viviendo en Madrid al da siguiente en plena calle de
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Alcal y en un piso que era un autntico palacio.
Lo primero que hizo mi ta al llegar a Madrid fue buscarme un
colegio cerca de casa, donde pudiera continuar los estudios y
echarme amigas, acomodadas a mi nuevo status social.
Como mi ta era bienhechora del famoso colegio de las Esclavas
que estaba muy cerca, me aceptaron de inmediato como alumna,
porque mi ta donaba mucho dinero anualmente para el
sostenimiento de la comunidad de monjitas.
Aun con mis nuevas ropas de colegiala y bien duchada, el aspecto
que ofreca mi figura deba ser horroroso, ya que ni las monjas se
atrevan a mirarme a la cara, ni las alumnas sostenan ms de cinco
segundos las miradas sobre mi cara desencajada.
No me ponan motes, ni me llamaban fea a la cara, pero cuando no
hablaban conmigo, comentaban en corrillos mi fealdad y se rean
de mi figura destartalada.
Haba una alumna de mi clase que se llamaba Beatriz y que era
bellsima. Tena un pelo rubio natural ensortijado, unos ojos
grandes azules, unos pechos grandes, una tez muy blanca y unas
piernas largas de ensueo de esas que parece que no se acaban
nunca.
La tal Beatriz practicaba conmigo la peor actividad social que
imaginar se puede, por el retorcimiento maquiavlico con que
maquinaba todos sus encuentros conmigo.
Se paseaba delante de m, con movimientos sensuales de modelo
de la pasarela, se ajustaba los pechos y se levantaba un poco la
falda, me sealaba con el dedo ndice la cara y prorrumpa en una
sonora carcajada. No haba pronunciado ninguna palabra, ningn
insulto haba salido de sus labios, para que no la pudiese acusar
delante de las monjas, pero me haba insultado de la manera ms
clara y elocuente.
Me haba llamado fea, fea, fea mil veces fea, de una manera peor
que lo que hacan lo chavales en la plaza del pueblo. Sus gestos
arreciaron, cuando observ que yo lloraba de rabia y entonces ella
repeta ms veces los mismos gestos, sealndome la cara con la
mano, acompaada de las risotadas de las dems alumnas que
secundaban con grandes aplausos sus fatdicas gracias.
Como consecuencia de estos incidentes me fui apartando cada vez
ms del trato con las dems alumnas y enseguida se corri la voz
de que yo era una atrabiliaria que tena muy mal carcter.
La nica que me trat con cierta conmiseracin era Sor
Crucifixin. Sor Crucifixin me empez a abordar para comprobar
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si yo pudiera tener vocacin de monja de clausura, ya que yo tena
tan mal carcter que nunca iba a poder estar de cara al pblico,
sino recluida en un claustro de clausura.
Yo le expliqu a Sor Crucifixin que mi vocacin no era de monja
de clausura, precisamente, sino de suicida. Sor Crucifixin se
march horrorizada, dijo que rezara por m y ya nunca volvi a
abordarme sobre ese asunto.
La superiora, alertada por Sor Crucifixin, llam a mi ta y le puso
al corriente de lo mal que me llevaba con las dems colegialas,
para ver si ella poda corregir mi comportamiento, porque de lo
contrario me iban a tener que expulsar. No iban a poder acoger a
una alumna que no pudiera tratar con las dems alumnas del
colegio, ya que teman que pudiera caer en alguna perturbacin
sicolgica.
Mi ta Gertrudis, tuvo que intervenir personalmente en mi
educacin. Con todo lo vivido que llevaba por delante, se senta
con fuerzas como para corregir mis desviaciones sicolgicas y
encarrilarme en la vida.
- Mira, Pilar, si no te encarrilo yo en la vida, no va a haber nadie
que lo haga. Has de saber que a todos los hombres se les puede
poner unos cuernos descomunales, menos a los mariquitas
naturalmente. As que vamos a empezar por tu figura. Has de saber
que lo importante no es la cara. A los hombres lo que realmente les
interesa son primeramente las tetas de las mujeres, luego el culo,
luego las piernas y por ltimo la cara. La cara est por detrs de las
tetas, el culo y las piernas.
Acto seguido me arranc el vestido a manotazos y me puso los
pechos al descubierto. Me puse delante del espejo y me contempl
con fruicin los pechitos que no me haba atrevido a mirar nunca
delante del espejo.
- Estos pechitos no estn nada mal. No es que sean una cosa muy
especial, pero se puede sacar mucho provecho de ellos. Lo nico
que hay que hacer es llevar unos escotes muy amplios, dejando
entreverlos algo, cuando te dirijas a hablar con los hombres.
Luego mi ta me dio la vuelta de un manotazo y me toc los
glteos que a la sazn estaban bastante encogidos dentro de las
bragas estrechas que llevaba. De un manotazo me arranc las
bragas y se fij en mi culo.
- Este culo es formidable. Es gordinfln y provocativo, aunque
est muy encogido. Hay que hacerlo florecer como si fuera una
rosa. Necesita expansionarse y ensancharse de una manera natural.
Fuera bragas. Hay que hacer que la lnea divisoria entre las dos
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nalgas, se note algo a travs de la falda. Todo tiene que ser de una
manera natural, como no premeditada. Este trabajo tiene que ser
muy concienzudo, atendiendo siempre al fin de que piquen los
hombres, que como nios estn deseosos de caer enseguida en las
redes del amor.
Despus mi ta Gertrudis me hizo subir a un taburete y se fij en
mis piernas.
- Bueno, estas piernas no es que sean muy largas ni especiales,
pero no tienen ningn defecto particular y se pueden realzar su
lnea con unas medias caras y con unas buenos zapatos de tacn de
aguja.
Luego se fij en mi cara y en mi cabellera.
- Aqu, s que voy a tener que intervenir a fondo. Este cutis se
puede suavizar con unas buenas cremas, eliminando todos los
granos, estas cejas tan espesas se pueden arreglar con una buena
dilapidacin, estos labios se pueden espesar algo, hacindolos ms
sensuales. Estos ojos se pueden agrandar, hacindolos ms
interesantes y misteriosos con un buen maquillaje... Esta cabellera
est rala y descuidada. Hay que protegerla y mimarla. No hay
grandes defectos naturales. Simplemente hay un desconocimiento
absoluto de las tcnicas de embellecimiento de la cara. Sobrina
ma, en unas pocas horas te dejo como nueva.
Mi ta puso manos a la obra, me unt la cara con toda clase de
cremas y en unos pocas horas, vistindome con sus vestidos,
medias y zapatos, me dej como nueva. Me mir al espejo y
apenas crea que era yo la que me estaba contemplando en l.
De repente se me quitaron las ganas del suicidio en un santiamn.
Empec a rerme como una tonta y me entraron ganas de salir a la
calle a pasear y a hablar con las personas. Desde ese mismo
instante la vida haba adquirido una importancia especial para m.
Estaba ya curada de la depresin. Todo esto se lo debo a mi ta
Gertrudis, que fue la persona que ms me ha ayudado en esta vida.
(En este momento Pilar se quita las gafas y el abrigo y
aparece tal como ha indicado, despus del tratamiento de
belleza de la ta Gertrudis. Ahora es una mujer bella y
elegante)
El magisterio de mi ta Gertrudis dur solo tres aos, porque al
cabo de ese tiempo se muri de un accidente de circulacin. Al
pasar un paso de cebra le atropell un coche y muri en el acto.
No obstante para esas fechas yo haba asimilado perfectamente
bien todas sus enseanzas. Recuerdo muy bien su principal eslogan
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que se resume en esta frase: No esperes a que te pisen los dems.
Psales t antes.
Mi ta se fij que un joven muy mujeriego conocido por todo
Madrid, andaba como un loco detrs de m. Mi ta me aconsej que
no me pasease con l delante de todo el mundo por su mala
reputacin y yo le contest que no se preocupara porque siempre
bamos a lo ms profundo del bosque cercano y no nos vea nadie.
Este mundo es realmente un pauelo. Quin me iba a decir a m
que me iba a tropezar todos los das en la escalera con el novio de
Beatriz, la alumna que me hizo sufrir tanto, cuando estudiaba en
el colegio de las Esclavas! Era un joven muy apuesto, estudiante
de ingeniero y de una familia muy distinguida que viva en mi
misma casa de la calle de Alcal, en el piso superior al mo.
Ella se paseaba con el novio constantemente por la calle delante de
mi ventana, para darme envidia, besndole y abrazndole, para
demostrarme que ella tena novio y que yo me iba a quedar
soletera. Llevaban ya dos aos de noviazgo y al parecer la boda se
iba a celebrar pronto.
Inmediatamente sonre con malicia y pens en vengarme. Me haba
convertido en una mujer mala que iba a cometer una mala accin:
quitar el novio a otra mujer. Con lo que haba aprendido de mi ta,
tena medios sicolgicos ms que suficientes para lograr mis
propsitos.
Record los consejos de mi difunta ta: A los hombres lo que ms
les interesa en las mujeres no es la cara, sino por este orden,
primero las tetas, luego el culo, luego las piernas y luego la cara.
Aunque la cara no sera definitivo, porque si les disgusta, te la
pueden tapar siempre con una sbana.
Lo primero que hice fue estudiar las horas de entrada y salida de
Ricardo el novio de Beatriz. Estudi todos sus movimientos y las
horas en que se vean y empec el ataque sexual, premeditado y
concienzudo.
Me puse un gran escote, dejando entrever parte de mis tetas al
descubierto. Para que no me vieran por la calle de aquella facha,
llevaba una chaqueta que tena que ponerla en el portal al salir a la
calle. Lo importante era que me las viera Ricardo y que le gustaran
a l.
Acto seguido me puse una minifalda muy mini, ya que la falda
estaba formada casi exclusivamente por un ancho cinturn de
cuero rojo y el conjunto iba rematado por unas botas altas tambin
rojas con unas suelas y tacones enormemente altos.
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Me haba dejado una melena largusima que saba manejar muy
sabiamente con suaves movimientos de cabeza de izquierda a
derecha, dejando entrever a veces los ojos que como estaban
ensombrecidos por el maquillaje, tena el aspecto de una mujer
fatal de pelcula que acudiera a la cita de un gran amor prohibido
y romntico.
Cuando not que Ricardo abra la puerta para bajar por las
escaleras, abr yo mi puerta como quien no quiere la cosa, me
dirig al ascensor y puls el botn de llamada.
Ricardo bajaba por las escaleras bastante distrado y pas por el
descansillo de la escalera, casi sin darse cuenta de que yo estaba
all de mujer fatal y empez a bajar el siguiente tramo de escaleras.
Luego se par de repente, me mir con unos ojos que se le salan
de las rbitas y subi lentamente las escaleras hasta llegar al
ascensor donde yo estaba.
Nunca me haban mirado de aquella forma. Yo creo que ms que
mirar admiraba, ms que admirar adoraba con la mirada, ya que
hasta la boca le quedaba constantemente abierta, sin darse cuenta
de las posturas ridculas que adquira.
El pobre hombre no se haba dado cuenta de mi estratagema y
deba creer que aquella forma de vestir era lo normal en una chica
joven moderna como yo, que hasta ahora se haba portado siempre
como una colegiala muy reservada.
No se atrevi a hablarme, pero me miraba como si fuera un len en
plena y selva y yo una gacela inocente muy apetitosa, capaz de
devorarme en un santiamn.
Aquella noche comenz a llamarme por telfono todos los das. Yo
saba todo sobre Beatriz, cundo y a dnde sala con ella, las horas
en que se vean y se despedan y hasta contaba el tiempo en horas,
minutos y segundos en el que estaban juntos.
l empez a salir conmigo y a tocarme la rodilla cuando estbamos
sentados y yo haca como que no me daba cuenta y le dejaba tocar
solo un poco al principio, para quitarle la pierna en el momento
ms propicio.
l quera verme a horas distintas de las que estaba con Beatriz y yo
comenc a ponerle pegas. Le obligu a quedar conmigo a las
mismas horas que quedaba con Beatriz. Total que Beatriz estaba
perdiendo el novio a pasos agigantados y no poda saber cul era
la causa, porque l era un mentiroso nato y menta con una
naturalidad apabullante.
Cuando le dej seguir tocando ms tiempo la rodilla, supe que le
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tena en el bolsillo y que hara cualquier cosa por m. Lo haba
enamorado de tal forma que lo tena esclavizado. Cmo lo
consegu en tan poco tiempo? Muy sencillo! Se lo voy a decir a
las seoras para que sepan cmo dominar a los hombres. Es la
tcnica de poner la carnaza y retirarla a tiempo.
Es la misma tcnica que se emplea para pescar. Se empieza por
exponerle el cebo en la rodilla varias veces. Se le pone, se le quita,
se hace como que se le deja, luego se hace como que no se le deja,
luego se le deja que piense que otro da tal vez pueda tener ms
suerte, luego se le deja que en lugar de la mano ponga su rodilla
junto a la ma durante un tiempo un poco ms largo, midiendo el
tiempo por segundos naturalmente, porque si lo mides por horas,
te encuentras completamente desnuda y violada en un santiamn.
El tiempo en el que el hombre juega con la mujer a estos juegos
prohibidos, es muy importante para enamorarlo. El hombre se
queda como atontado gozando por anticipado del gran deleite que
va a tener cuando logre la consumacin definitiva.
Los ojos se le quedan inexpresivos, como si pensase en babia, la
boca se le queda semiabierta, la tez se le vuelve plida, le sale un
sudor ligero por las sienes y por las axilas, pierde peso y los
pantalones se le quedan flojos como si estuviesen colgando de una
escoba.
Todo este proceso de enamoramiento me lo haba explicado muy
bien mi ta, porque es en este proceso cuando la mujer puede
conseguir lo que quiera del hombre. Yo estaba dispuesta a llegar
al final con tal de quitarle el novio a la imbcil de Beatriz, para
castigarla por las humillaciones que me hizo pasar cuando estuve
en el colegio.
Por fin consegu que dejase a Beatriz y saliera solo conmigo. Al
enterarse Beatriz que le haba quitado el novio, comenz a
telefonearme a horas intempestivas y a insultarme, llamndome
zorra y lindezas por el estilo.
Decid darle un escarmiento para que dejase de telefonearme.
Tambin decid darle un buen estirn de pelos, que es como
consumo mis venganzas. Una tarde me present en su casa. Sali
su madre a la puerta y le dije que quera hablar con su hija. Su
madre me llev al saln donde estaba Beatriz con su padre y una
prima y acto seguido consum la venganza.
Saben Uds. lo que hice? Han visto Uds. a una leona
lanzndose en plena selva contra un jabal que se le enfrenta? Yo
era la leona. Me lanc nada ms verla a los pelos, la tir al suelo,
le inmovilic la cabeza con la pelambrera y le ara le rostro.
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(Hace el gesto de un felino sacando las uas y araando)
Cmo me gust araarle el rostro! Por fin me haba vengado de
lo mucho que me haba hecho sufrir en mi adolescencia. Les
expliqu a sus padres que su adorada hija me estaba
telefonendome todas las noches, llamndome zorra a las dos de
la maana. Sus padres se quedaron asustados, asombrados,
atemorizados y yo sal triunfante de mi venganza. Como
consecuencia de mi noviazgo con Ricardo, me qued embarazada.
Ya me lo dijo mi ta.
-Ojo, querida sobrina! El momento del toquiteo de la pierna es un
momento muy peligroso, es el momento en el que se puede perder
muy fcilmente la cabeza, porque se empieza por la pierna y se
acaba en la entrepierna.
Ricardo se tuvo que casar conmigo antes de que naciera esta
preciosa criatura que tengo a mi lado.
(Si va acompaada de una nia pequea, la nia le pregunta
si pap le va a comprar la mueca prometida)
-Vamos a ver a pap que te va a entregar la mueca prometida!
(Si lleva un coche de nio, se oye el llanto del nio y Pilar le
coloca el bibern)
Les he querido advertir de lo peligroso que es insultar a una mujer,
llamndole fea repetidamente, porque no hay ninguna mujer que
resulte horrorosa a un hombre, siempre hay muchos detalles muy
positivos en su cuerpo y en su alma. Estos insultos deberan estar
completamente prohibidos. Bueno, se me est haciendo tarde y me
tengo que marchar ahora. Adis hasta la prxima.
(Pilar sale del escenario)
F I N