6 Campagne Cap 1
6 Campagne Cap 1
6 Campagne Cap 1
1 La novela fue editada un año después de la muerte de su autor, y llevada al cine por
Luchino Visconti en 1965. Nacido en 1896, Tomasi di Lampedusa vivió inmerso en la
realidad del extremo sur itálico, lo que le permitió describir como nadie las notables
supervivencias antiguorregimentales que caracterizaban a la región todavía en la segunda
mitad del siglo XIX.
Capítulo 1 Señorío (1): la propiedad de (a (ierra
feudales continúan hasta comienzos del siglo XX. El copyhold, por ejem
plo, nombre que en Inglaterra recibían las tenencias a censo, expresión
local de la pequeña propiedad campesina dependiente, prototípica del
feudalismo, desaparece formalmente tan sólo en 1922. Diez años des
pués, el Instituto de Reforma Agraria de la II República Española consta
taba la persistencia de no pocas prestaciones de carácter señorial en las
áreas rurales, a pesar de la teórica supresión encarada por las Cortes de
Cádiz a comienzos del siglo XIX.
¿Cómo definir en términos ideales, pues, a una entidad como el señorío?
¿Cómo definir a esta fenomenal estructura que logró perdurar en el Viejo
Mundo por más de un milenio, que le costó a los regímenes burgueses -
surgidos de las revoluciones modernas- más de un siglo de esfuerzos concer
tados para erradicar definitivamente todo recuerdo de su existencia?
El historiador español Salvador de Moxó define al señorío como el
conjunto de tierras que constituía la propiedad eminente y el área de
jurisdicción de un señor. Abandonemos ya algunos estereotipos, y diga
mos que la titularidad de un señorío podía estar en manos de laicos o
eclesiásticos, hombres o mujeres. Podía ejercerla un sujeto individual o
colectivo (las ciudades y los monasterios eran, con frecuencia, titulares
de señoríos). Finalmente, y el dato deviene esencial en el período tem
prano-moderno, los titulares de los señoríos podían ser tanto nobles como
plebeyos. En el feudalismo tardío era muy frecuente que individuos que
no pertenecían al estamento nobiliario compraran señoríos, como un
primer paso esencial para el ennoblecimiento de las generaciones futuras
del linaje. Transformados en mercancías, los símbolos del status nobilia
rio (blasones, escudos de armas, títulos, cargos) constituían un peculiar
mercado al que acudía ávida la burguesía antiguorregimental.
Gracias a la definición de Salvador de Moxó, apreciamos que el seño
río se componía de dos elementos fundamentales. En primer lugar, un
componente solariego: la propiedad de la tierra. Un señor es, antes que
nada, un gran propietario. En segundo lugar, un componente jurisdic
cional: el poder sobre los hombres, la capacidad de ejercer facultades
propias de las prerrogativas del poder estatal, el imperio para formular
normas que el colectivo de habitantes dentro del territorio debe obede
cer. Analíticamente, esta distinción permite hablar de dos formas dife
rentes de señorío, el señorío dominical y el señorío jurisdiccional, equi
valente a la distinción que la historiografía francesa realiza entre seigneu
rie foncière y seigneurie banale.2
*7
Capítulo 1. Señorío (I): la propiedad de la tierra
Señorío Jurisdiccional
(seigneurie banale)
Dominio
Tenencias a Censo o
(censive) Reserva Señorial
(demesne)
18
Primera Parte F qud .a lk m o T ardío
*9
Capítulo 1. Señorío (í): la propiedad de la tierra
* El termino dominio eminente, como sinónimo de dominio directo, resulta menos apropiado
en este contexto; resulta pertinente reservarlo para referirse a un atributo o potestad del
astado antes que a un derecho de las personas particulares.
lo
Primer«) Parte. F eu da lism o T ard Io
21
Capitulo 1. Señorío (i) la propiedad de la tierra
0 Se trataba de una carga pesada aunque de carácter irregular, que podía resultar en extremo
beneficiosa para los titulares de los señoríos, si el mercado inmobiliario tenía un carácter
dinámico en la región.
22
P rim e ra Parie. F eu da lism o T ard ío
7 Claro que en monarquías como la francesa, las normas legales obstaculizaron, por moti
vos claramente fiscales, la posibilidad de que los señores reincorporaran a sus reservas las
parcelas recuperadas, sancionando estatutos que imponían una nueva cesión en régimen
de enfiteusis, con el objeto de mantener intacto el tamaño del censive (cfr. capítulo 8,
sección 4).
Capítulo 1. Señorío (I): la propiedad de la cierra
¿Cuáles eran las cargas que gravaban las tenencias campesinas bajo el
régimen de enfiteusis? A diferencia de las primitivas formas del señorío
dominical carolingio, o de los extensos latifundios típicos de la segunda
servidumbre en Europa Oriental, los señoríos solariegos occidentales
adquirieron, desde los siglos finales del Medioevo, una serie de caracte
rísticas distintivas: la disminución del tamaño de la reserva, la significa
tiva reducción del papel de las tenencias campesinas en la explotación
de las tierras del señor, y la casi plena desaparición de las prestaciones
gratuitas de trabajo o corveas
*4
Primera Parte. F eudalismo T akwo
8 Las tareas a cumplir se relacionaban, por otro lado, con el acarreo de leña, la limpieza de
los canales de irrigación, la ampliación de la red de caminos, o la reparación de la casa
solariega. Las corveas relacionadas con el acarreo de mercaderías, aún cuando en ocasio^
nes reducidas a una única jom ada anual, fueron las últimas en desaparecer, en tanto
implicaban un ahorro real para el fisco señorial.
9 El cargo que antes ocupara Colbert yjque luego ocuparían Turgot o Necker, equivalente a
una moderna secretarla de Hacienda 6 Finanzas.
Capitulo i . Señorío (I): \o propiedad de la tierra
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P r i m e r a P a r ie F eu d a lism o T a w h o
10 Esta misma diferenciación conceptual es la que nos impulsa a tratadas como categorías
analíticas separadas.
11 Aunque champart era un término ampliamente generalizado, esta renta recibía nombres
diferentes según cada región o provincia.
Capitulo 1. Señorío.(1): la propiedad de la tierra
12 Como nos estamos aquí limitando a los tributos señoriales, dejamos expresamente de
lado al impuesto estatal, que también se pagaba en dinero (cfr. capítulo 4).
M Ello sin contar con otras cargas que también se pagaban en especie, como el diezmo
eclesiástico (que aunque fuertemente identificada con el sistema feudal, no se derivaba
estrictamente del señorío dominical). O con el hecho de que en muchas provincias arcai
cas, como la Auvemia, ios arrendamientos de tipo moderno comenzaron a pagarse en dinero
recién en el siglo XVIII. En las regiones del sur y del este de Francia, con predominio del régimen
de aparcería, los pagos en especie también resultaban, obviamente, hegemónicos.
¿8
P r i m e r a P a n e . F lu d a lism o T ardío
j|$t reserva estaba constituida por las tierras del señorío sobre las cua-
' W señor poseía un dominio absoluto e indiviso,14 sobre las cuales
fpnía del dominio útil tanto como del directo. En definitiva, eran las
feas tierras de las cuales el señor podía considerarse propietario en el
| a 0 moderno del término. Y mientras no volviera a enajenarlas, en
losando con ellas el censive o creando feudos nobles, podría disponer
tremente de las mismas.
f La reserva sufre, entre la alta Edad Media y la modernidad temprana,
¡ o s procesos esenciales de transformación. El primero de ellos fue una
14 Para evitar confusiones entre las dos acepciones de la palabra dominio empleadas en este
capítulo -com o sinónimo de propiedad sobre los bienes materiales y como uno de los
componentes del señorío dom inical- emplearemos preferentemente el término reserva
señorial cada vez que debamos hacer referencia a las tierras dominicales no enejenadas, a
aquella porción de la propiedad señorial que no ha sido convertida en tenencia enfitéutica.
Ello aún cuando el término reserva señorial puede resultar ligeramente anacrónico para los
siglos de la modernidad temprana, espacio temporal en el cual se centra el presente libro.
15 Por el contrario, en el catastro normando es posible detectar señoríos que carecían por
completo de tenencias campesinas, conformados exclusivamente por la reserva dominical.
29
Capítulo 1. Señorío (1): la propiedad de la tierra
mente generalizado para la segunda mitad del siglo XIII. Por último, la
explotación directa de la reserva con mano de obra asalariada cedió paso,
a su vez, al arrendamiento de la totalidad o de una porción del dominio
señorial. Esta recuperación de la antigua locatio, que señaló una tenden
cia irreversible hacia el abandono de la gestión directa de la propiedad
señorial, se percibe en torno a Paris ya para comienzos del siglo XIV
Interrumpida por la crisis sistémica y los estragos materiales provocados
por la Guerra de los Cien Años, la tendencia resurge con gran intensidad
desde mediados del siglo XV. Curiosamente, la escasa duración del pe
ríodo estipulado en estos contratos tempranos revela, por parte de los
señores, un claro temor a perder por un tiempo demasiado prolongado
la posibilidad de recuperar la gestión directa de la reserva. Sin embargo,
los barones feudales pronto comprendieron que la locatio podía funcio
nar también como un eficaz mecanismo de extracción de la renta del
suelo. El arrendamiento contaba, además, con una ventaja adicional: la
posibilidad de recuperar el dominio útil de la tierra, una vez cumplidos
los plazos contractuales.16 Permitía también, a diferencia de las cargas
fijas impuestas por el régimen enfitéutico, la posibilidad de renegociar
los cánones tras la finalización de cada contrato. De allí en más el arren
damiento será, hasta finales del Antiguo Régimen, la forma preponde
rante de explotación de la reserva señorial en el Occidente europeo. En
ocasiones, los señores llegaron a arrendar la gestión total del dominio,
incluyendo la percepción de las cargas derivadas del ejercicio de la juris
dicción. La gestión directa, por su parte, devino una absoluta rareza.
30
Primera Paue. F eu da lism o T ard ío
17 La grafía y sintaxis originales han sido ligeramente modificadas para facilitar la compren
sión del documento a los lectores modernos.
3*
Capitulo I. Señorío (1): la propiedad de la tierra
La bastardilla es mía.
iy La fanega equivalía a 55 litros y medio aproximadamente.
3*
Primera Parte. F eu d a lism o T ard ío
20 La bastardilla es mía.
Capítulo 1. Señorío (I): la propiedad de la tierra
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Primera Parte. F eu d a lism o T ard Io
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