Clase 7 - Lenguaje
Clase 7 - Lenguaje
Clase 7 - Lenguaje
Según Betta, el lenguaje es la forma de la actividad psíquica que se manifiesta por el conjunto de
sonidos (articulados o no) y de trazos y signos convencionales, por medio del cual se hace posible la vida
de relación y el entendimiento entre individuos, pues son el vehículo de expresión del pensamiento y de
exteriorización de los deseos y afectos.
1.- Fonema: componente fónico del signo lingüístico. El fonema es la unidad del significante que se
realiza por medio de un sonido simple y que ya no puede dividirse en elementos menores. Es la imagen
acústica de los sonidos que se halla grabada en la mente de los hablantes del mismo idioma. Los
Fonemas se escriben con Grafemas, es decir, letras encerradas entre diagonales que representan
gráficamente el sonido simbolizado por dichos fonemas, por ejemplo: Los Fonemas de las vocales están
representados por cinco Grafemas: /a/, /e/, /i/, /o/, /u/.
2.- Morfema: definida como la unidad gramatical mínima. Tiene las siguientes propiedades:
3.- Palabra: cada uno de los segmentos limitados por pausas o espacios en la cadena hablada o escrita,
que puede aparecer en diferentes posiciones, y que está dotado de una función.
4.- Gramática: estudio de las reglas y principios que regulan el uso de las lenguas y la organización de las
palabras dentro de una oración. También se denomina así al conjunto de reglas y principios que gobiernan
el uso de un lenguaje muy determinado; así, cada lenguaje tiene su propia gramática.
5.- Semántica: La semántica lingüística es el estudio del significado de las palabras del lenguaje. La
semántica lingüística contrasta con otros dos aspectos que intervienen en una expresión con significado:
la sintaxis y la pragmática.
Por otro lado, la pragmática se refiere a cómo las circunstancias y el contexto ayudan a decidir
entre alternativas de uso o interpretación; gracias a la pragmática el lenguaje puede ser usado con fines
humorísticos o irónicos. Además la pragmática reduce la ambigüedad de las expresiones, seleccionando
sólo un conjunto adecuado de interpretaciones en un determinado contexto.
6.- Lingüística: es una disciplina cuyo objeto de estudio es el lenguaje humano. Se trata de una ciencia
teórica dado que formula explicaciones diseñadas para justificar los fenómenos del lenguaje, esto es, el
diseño de teorías sobre algunos aspectos del lenguaje y una teoría general del mismo. Es además una
ciencia empírica que realiza observaciones detalladas sobre lenguas, en especial para confirmar o refutar
afirmaciones de tipo general. En este sentido, el lingüísta como científico, habrá de aceptar el lenguaje tal
como se observa y a partir de su observación, explicar cómo es. Su función no es ni la de evitar el
"deterioro" de la lengua ni mucho menos procurar una "mejoría". En efecto, no es trata de una ciencia
prescriptiva sino meramente descriptiva.
Tipos de lenguaje
Las características progresivas del desarrollo del lenguaje verbal en los diferentes niveles de edad,
se adscriben a las etapas del desarrollo integral del niño, encontrándose estrechamente asociado a los
siguientes aspectos:
Al proceso de maduración del sistema nervioso, tanto al central (SNC) como al periférico,
correlacionándose sus cambios progresivos con el desarrollo motor en general y con el aparato
fonador en particular.
Al desarrollo cognoscitivo que comprende desde la discriminación perceptual del lenguaje hablado
hasta la función de los procesos de simbolización y el pensamiento.
1. Etapa pre-lingüística: Denominada también como la etapa preverbal, comprende los primeros 10 a
12 meses de edad. Se caracteriza por la expresión buco-fonatoria que de por sí apenas tiene un valor
comunicativo. La comunicación que establece el niño en esta etapa con su medio (familia), especial y
particularmente con su madre, es de tipo afectivo y gestual. Esta etapa preverbal hasta hace poco
despertaba escaso interés de los especialistas, pero gracias a las investigaciones actuales, hoy sabemos
que tiene un valor relevante y trascendental en la configuración de las bases del desarrollo lingüístico,
puesto que tanto las expresiones vocales (sonidos o grupo de sonidos de simple significación) como las
expresiones verbales (sonidos, grupo de sonidos, palabras aisladas, etc.) influyen de modo determinante
en el desarrollo posterior de la comunicación lingüística del niño.
a) Del nacimiento al mes y dos meses de edad: Desde que nace hasta más o menos, el final, del
primer mes, la única expresión que se oye del bebé es el llanto, que es la primera manifestación sonora
puramente mecánica o refleja y, como tal, indiferenciada en cuanto al tono, sea cual fuere la razón de su
estado. Por lo general al inicio del segundo mes, el llanto ya no es un fenómeno o manifestación mecánica
e indiferenciada, sino que el tono del sonido cambia con el contenido afectivo del dolor, el hambre u otra
molestia; es decir, la variación de la tonalidad está relacionada con el estado de bienestar o malestar del
bebé. Con el llanto el bebé logra comunicar sus necesidades al mundo que le rodea y, como se da cuenta
de que gracias al llanto sus necesidades son satisfechas, lo usará voluntariamente, de esa manera el bebé
va comunicándose con su entorno próximo, especialmente con su madre, comprendiendo cada vez mejor
lo que ésta le comunica, aunque sea incapaz de expresarlo.
b) De tres a cuatro meses de edad: al inicio del tercer mes el bebé produce vagidos, sonidos guturales
y vocálicos que duran de 15 a 20 segundos. Responde a sonidos humanos mediante la sonrisa y, a veces,
con arrullo o murmullo. Aquí la forma característica del grito del bebé puede ser una llamada expresiva
relacionada con alguna necesidad, tal como el grito de incomodidad. El bebé sabe distinguir, también, las
entonaciones afectivas, reaccionando con alegría, sorpresa o temor ante el tono de voz, especialmente de
sus padres. A los tres meses aparece el balbuceo o lalación, que consiste en la emisión de sonidos
mediante redoblamiento de sílabas como "ma...ma", "ta...ta" y otras.
De esa forma el niño va progresando y aumentando sus vocalizaciones, las mismas que ya son cercanas a
la palabra y, como tal, van cargadas de intención comunicativa con la madre. Estos variados sonidos
vocales y fonaciones próximas a la palabra que el niño dirige a la madre, deben ser atendidos, entendidos,
interpretados y contestados por ella de manera reiterativa, estimulando y propiciando así su desarrollo
lingüístico.
c) De cinco a seis meses de edad: el balbuceo o primer intento de comunicación que apareció
alrededor de los tres meses de edad, se extiende hasta el octavo o noveno mes, progresando en el quinto
y sexto mes hacia aquello que se denomina "imitación de sonidos". En esta edad se dan estructuras de
entonación claramente discernibles en ciertas vocalizaciones en las que pone énfasis y emoción. De esta
manera el niño al sexto mes suele emitir los primeros elementos vocálicos y consonánticos, siendo un
progreso importante con respecto a los gritos y distintos sonidos laríngeos de los primeros meses de vida.
Posteriormente, a medida que el niño progresa, poco a poco irá sustituyendo la comunicación gestual por
el lenguaje verbal.
d) De los siete a los ocho meses de edad: hasta los 6 ó 7 meses el niño se encuentra vigilante y
pendiente del adulto. Pero, el mismo niño que inició el contacto con el adulto mediante señales de llamada
(gestos), cambia notablemente a partir de los 7 u 8 meses debido al desarrollo de sus habilidades motoras
y posturales, basado en los logros que obtiene con su nueva capacidad exploratoria, tanto en su propio
cuerpo como en los elementos próximos a su entorno. En esta edad el niño realiza múltiples vocalizaciones
espontáneas, tanto vocálicas como consonánticas y hasta sílabas y diptongos. Estas vocalizaciones
próximas a la palabra, son las que conducirán pronto al niño a emitir sus primeras palabras. Aquí las
vocalizaciones alternantes entre la madre y niño, permitirán el acceso temprano al lenguaje.
e) De los nueve a los diez meses de edad: en esta subetapa puede que el niño empiece realmente a
decir palabras cortas, pero normalmente esto no es más que la repetición de lo que dicen los demás, pues
es todavía imitación. Aquí las respuestas del niño son ajustes diferenciales entre la muestra y la expresión
de los interlocutores que entran en relación con él, mostrando de una manera patente la comprensión de
algunas palabras y/o expresiones aisladas. La incorporación de los músculos accesorios del habla y de la
masticación aumenta la destreza de la lengua y de los labios, favoreciendo la vocalización articulada.
Estos hechos hacen que sus vocalizaciones sean mucho más variadas, contando en su repertorio con tres
a cinco palabras articuladas. Pero, dado que el pequeño no dispone todavía de la aptitud necesaria para la
expresión oral, se ve obligado a simplificar el lenguaje adulto.
f) De los once a doce meses de edad: el niño de 11 meses cuenta en su repertorio lingüístico con más
de cinco palabras. En esta edad el niño emplea idénticas palabras que el adulto, pero no les atribuye el
mismo significado. Sin embargo, a medida que va progresando en este proceso, los significados que va
atribuyendo a las palabras se van aproximando a los significados atribuidos por el adulto. El niño se ve
obligado a simplificar el lenguaje adulto, sin que esto signifique que no comprenda, sino que su capacidad
expresiva es todavía bien limitada. A los 11 ó 12 meses el niño suele articular ya sus primeras "palabras"
de dos sílabas directas: "mamá", "papá", "caca", "tata", dando inicio a la siguiente etapa denominada
lingüística o verbal, sustituyendo progresivamente el lenguaje gestual y "superando" la simplificación del
lenguaje adulto a medida que va incrementando su léxico.
2. Etapa lingüística: este período se inicia con la expresión de la primera palabra, a la que se le otorga
una legítima importancia como el primer anuncio del lenguaje cargado de un propósito de comunicación.
La etapa lingüística se considera en forma un tanto amplia, desde aproximadamente el 12do. mes (un año
de edad), pasando el niño de las variadísimas emisiones fónicas del período prelingüístico a la adquisición
de fonemas propiamente dichos en el plano fonológico (articulaciones fonemáticas), perfeccionándose
también el aspecto semántico y sintáctico de las palabras a medida que el niño crece.
a) De los doce a los catorce meses de edad: a partir de los 12 meses de edad, el niño comienza a
producir secuencias de sonidos bastante próximos a los elementos lexicales de la lengua adulta, o sea las
palabras. Estas formas verbales próximas a la palabra, van precedidas de producciones fónicas estables
que contienen elementos de significación, constituyendo estas emisiones un anticipo de la capacidad del
niño para utilizar un significante que comunique un significado. Empieza también a utilizar las formas
fonéticamente convencionales de la comunidad lingüística; sin embargo, aunque el niño de un año emplea
idénticas palabras que el adulto, todavía no le atribuye el mismo significado a las cosas, debido
precisamente a su escaso repertorio lexical. Entre los 13 y 14 meses, el niño inicia la conocida etapa
"holofrástica" (palabra-frase), en la que emite frases de una sola palabra o elementos con varios
significados.
b) De los quince a los dieciocho meses de edad: a los 15 ó 16 meses el niño se encuentra en plena
etapa holofrástica (palabra-frase). Dentro de su repertorio léxico cuenta con 5 a 15 ó 20 palabras, y cada
vez demostrará mayor incremento en su vocabulario por medio de las inflexiones de su voz al querer
identificar algo. Antes de ser capaz de hacer combinaciones de dos palabras, frecuentemente seguirá
empleando una sola palabra para referirse a muchos objetos. Desde los 16 ó 17 meses hasta los dos años
de edad, hará cada vez más frecuentemente el uso de combinaciones espontáneas de varias palabras y
frases, incrementando el caudal de palabras en su expresión. A los 17 meses el niño extiende cada vez
más su repertorio lingüístico y comienza a hacer combinaciones de dos palabras.
c) De los dieciocho a veinticuatro meses de edad: Entre los 18 y 24 meses, la mayoría de los niños
cuentan con un vocabulario mayor a 50 palabras, pasando a combinar 2 a 3 palabras en una frase,
dándose inicio al habla "sintáctica"; es decir, el niño comienza a articular palabras en frases y oraciones
simples. Hacia los dos años el niño posee un vocabulario aproximado de 300 palabras. En sus expresiones
suele observarse, también, el inicio de la utilización de los pronombres personales "Yo" y "Tú" y el
posesivo "Mi" y "Mío". Sus frases expresan intención y acción: "hace lo que dice y dice lo que hace". En
esta edad surge la función simbólica en el niño y termina el predominio de la inteligencia sensoriomotriz
dando lugar a la inteligencia representacional. Con la función simbólica el niño tiene la capacidad de
representar mentalmente las cosas y evocarlas sin necesidad de que éstas estén presentes. Con la
capacidad simbólica, los gestos y las expresiones verbales del niño comienzan a referirse cada vez con
mayor frecuencia a realidades más abstractas, haciéndose más dominante en el lenguaje. La capacidad
simbólica permite al niño explorar e incrementar su lenguaje verbal, manifestando interés por escuchar
cuentos sobre sí mismo o sobre su familia, en los cuales va captando el sentido de las palabras y oraciones
de las narraciones que los padres le brindan.
d) De los dos a los tres años de edad: a los tres años se produce un incremento rápido del
vocabulario, incremento que es mucho mayor que lo que ocurrirá posteriormente, llegando a tener un
promedio de 896 palabras y a los tres años y medio 1222 palabras (Smith, 1980). El niño en sus
expresiones verbales ya emplea verbos auxiliares "haber" y "ser" y da cierta prevalencia al artículo
determinado. En el curso de esta edad comienza a utilizar las proposiciones y el niño ya tiene un lenguaje
comprensible, incluso para personas ajenas a la familia, manifestando un dominio de la mayor parte de la
gramática de su lengua materna (sintaxis).
e) De cuatro a los cinco años de edad: a los cuatro años de edad el niño domina virtualmente la
gramática, el niño empieza a utilizar los pronombre en el siguiente orden: Yo, Tú, Él, Ella, Nosotros-as,
Ustedes; contando con un vocabulario de 1,500 palabras y a los cinco años, 2,300 palabras
aproximadamente. Entre los 4 ó 5 años, el niño suele estar ya capacitado para responder a preguntas de
comprensión referentes al comportamiento social aprendido, dado que su lenguaje ya se extiende más allá
de lo inmediato. Esto se debe a la capacidad simbólica del niño y, como tal, puede evocar y representarse
mentalmente las cosas, acciones y situaciones, trascendiendo la realidad y el presente. Esa capacidad y la
necesidad de comunicarse, hacen posible un mayor y rápido desarrollo del lenguaje infantil, facilitando
también el desarrollo de la inteligencia.
f) De los seis a los siete años de edad: a esta edad se inicia la etapa escolar, en la cual el niño
manifiesta una madurez neuropsicológica para el aprendizaje y un lenguaje cada vez más abstracto.
Debido al "dominio" del lenguaje el niño puede percibir distintas unidades lingüísticas dentro de una
lectura o discurso, percibiéndolo como un todo. El niño supera también el período egocéntrico y su
pensamiento se torna lógico-concreto. Esta capacidad de descentración hace que el niño tome conciencia
de sí mismo, asumiendo un autoconcepto y una autoimagen adecuada o inadecuada, lo que influirá en su
adaptación y desarrollo de personalidad.
a) Afasias:
1.- Afasia de Broca: se produce por lesión de la circunvolución frontal inferior (área de Broca) izquierda
y áreas adyacentes. Se caracteriza por la casi imposibilidad para articular y el empleo de frases cortas
(habla telegráfica), que son producidas con gran esfuerzo y aprosodia. La afasia de Broca, por lo tanto, se
caracteriza por ser una afasia no fluida (o de tartamudeo). También suelen estar alteradas la
denominación, la lectura (alexia) y la escritura (agrafia). En la afasia de Broca la comprensión es mejor
que la expresión.
Su articulación es deficiente.
Las palabras que emite están deformadas, y se han eliminado de su discurso aquéllas más
complicadas.
2.- Afasia de Wernicke: se produce por lesión de áreas temporo-parietales (área de Wernicke). Se
caracteriza por un déficit para la comprensión y un habla fluida pero completamente desprovista de
sentido. Los individuos con este tipo de afasia pueden hablar con oraciones largas (logorrea), que no
tienen ningún significado; agregan palabras innecesarias y neologismos y cambian unas palabras por
otras (parafasias). Esto hace que su habla alguna vez haya sido denominada como "ensalada de
palabras". En algunos casos el número de sustituciones puede ser tan grande que hace el habla
ininteligible (jergafasia). Los individuos con afasia de Wernicke tienen generalmente grandes dificultades
para comprender y entender el habla; incluyendo la propia y, por lo tanto, no son conscientes de los
errores que cometen al comunicarse (anosognosia).
En la afasia de Wernicke también suele estar alterada la repetición, pero la denominación por
confrontación visual suele ser normal. El grado de alteración de comprensión lectora es muy variable,
pudiendo en algunos casos llegar a utilizarse como método compensatorio en la rehabilitación. Estos
individuos, a diferencia de la afasia de Broca, por lo general no presentan ninguna debilidad corporal
porque su lesión cerebral no está cerca de las partes del cerebro que controlan los movimientos.
3.- Afasia de conducción: se produce por una lesión del fascículo arqueado, que conecta el área de
Broca y de Wernicke. Su principal característica es una incapacidad para la repetición. El output es
parafásico y más fluido que en la afasia de Broca, pero menos que en la de Wernicke. Debido a esto se
realizan muchas pausas en un intento de encontrar las palabras adecuadas. Así, un paciente con afasia de
conducción emite frases de 3, 4 y 5 palabras, una melodía más o menos normal, con relativamente poco
esfuerzo al hablar y buena articulación. No suelen mostrar déficits sintácticos. La comprensión del
lenguaje oral es variable aunque fundamentalmente preservada. La lectura en voz alta y la escritura están
alteradas, pero la comprensión lectora suele estar conservada.
4.- Afasia global: se utiliza dicho término para denominar el tipo de afasia en el que tanto la
comprensión como la expresión están alteradas, compartiéndose por tanto rasgos de la afasia de Broca y
de la afasia de Wernicke. Se produce generalmente por la interrupción temporal del riego sanguíneo en la
arteria cerebral media. En un primer momento suele aparecer un mutismo total, pasando luego a cierta
verbalización. Estas verbalizaciones suelen ser estereotipias verbales repetitivas y pueden presentarse
como sílabas sueltas (por ejemplo, el paciente puede que diga únicamente "ta ta ta ta"), a las que se dota
de entonación e inflexión expresiva o palabras o frases sencillas completas. La comprensión, aunque
permanece siempre muy deficitaria, puede recuperarse más que la expresión, evolucionando tras la
recuperación (especialmente con rehabilitación) a una afasia de Broca grave.
5.- Afasia transcortical motora: aparece por lesiones en la sustancia blanca inmediatamente anterior
al asta frontal del ventrículo lateral izquierdo, o por lesiones corticales y de sustancia blanca en las
regiones prefrontales y premotoras que rodean el opérculo frontal. El paciente con afasia transcortical
motora sufre una reducción importante del habla espontánea: es dificultosa, escasa, disprosódica y
generalmente compuesta de frases cortas. Esto contrasta con su repetición, ya que pueden llegar a repetir
frases bastante largas. Sería, por tanto, similar a la afasia de Broca, aunque más leve y con la repetición
conservada. La comprensión está preservada y conservan la capacidad de denominación, aunque suelen
necesitar ayudas articulatorias. Suele acompañarse de alteraciones motoras derechas. También puede
presentarse apraxia ideomotora, afectando a la realización de acciones a la orden con el miembro superior
izquierdo no paralizado.
6.- Afasia transcortical sensorial: en la afasia transcortical sensorial el output verbal es fluido
(frecuentemente parafásico y de contenido irrelevante) y la comprensión es muy limitada, pero la
repetición, al igual que en el resto de afasias transcorticales, está conservada. Sería, por tanto, similar a
una afasia de Wernicke, pero de carácter más leve y con la repetición conservada. La lectura y escritura
están alteradas.
7.- Afasia anómica: es la afasia más leve y frecuente. Puede ocurrir por lesiones en muy diversas
localizaciones o ser el déficit residual de la evolución de una afasia de otro tipo tras un proceso de
rehabilitación. La afasia anómica se caracteriza por una importante dificultad en la denominación, junto a
una expresión fluida, una comprensión relativamente preservada y una capacidad para la repetición casi
normal. Esta dificultad es similar al "tener algo en la punta de la lengua", pero mucho más a menudo, y
hace que el paciente dé continuos rodeos para explicarse sin utilizar la palabra que busca ( circunloquio),
y utilizar muchas palabras poco específicas (eso, cosa...).
b) Agrafia: alteración de la capacidad de escritura que se produce por un daño en el Giro Supramarginal,
que se ubica en el tramo final de la Cisura de Silvio, donde se produce la integración simbólica para la
escritura. Se puede apreciar porque los pacientes escriben con mala letra.
c) Alexia: es la pérdida del poder de comprensión del lenguaje escrito y se produce por una lesión ubicada
en la porción inferior del lóbulo parietal posterior y circunvolución angular, donde se encuentra la
asociación visuoauditiva táctil para la lectura. El paciente es capaz de leer, pero no comprende lo que lee.
d) Disfasia: pérdida parcial del habla debida a una lesión cortical en las áreas específicas del lenguaje. Se
caracteriza, además de por un retraso cronológico en la adquisición del lenguaje, por importantes
dificultades específicas para la estructuración del mismo, produciéndose así, conductas verbales anómalas
que se traducen en una desviación respecto a los procesos normales de adquisición y desarrollo del
lenguaje. Los trastornos disfásicos tienen peor evolución con una intervención sistemática. En
comparación al retraso del lenguaje, aunque en un momento determinado pudiera constatarse como de
la misma gravedad que una disfasia, encontraríamos una mejor evolución, como consecuencia, no solo de
la intervención, sino también porque los factores ambientales dificultadores asociados, van perdiendo
fuerza frente a esa buena intervención y orientación escolar y familiar.
e) Disartria: trastorno del habla cuya etiología se atribuye a una lesión del sistema nervioso central y
periférico. Se distingue de una afasia motora en que no es un trastorno del lenguaje, sino del habla; es
decir, el paciente manifiesta dificultades asociadas con la articulación de fonemas. Entre los síntomas
destaca: emisiones más automáticas, contexto conversacional, voz forzada, respiración irregular y poco
coordinada, articulación defectuosa, ritmo lento, tono y volumen del habla. El afectado por disartria puede
producir sonidos inexistentes en su lengua habitual puesto que no articula correctamente. Se habla de
anartria cuando es imposible la articulación.
Alteraciones funcionales
a) Disfasia evolutiva: La disfasia evolutiva es un trastorno específico del lenguaje tanto a nivel de
expresión como de comprensión que se da en un niño de inteligencia normal y que no presenta
ningún tipo de trastorno.
b) Dislexia evolutiva: trastorno donde se agrupan aquellos niños que “sin ninguna razón aparente”
presentan dificultades especiales en el aprendizaje de la lectura, es decir, contando con una
inteligencia normal, ambiente socioeconómico favorable al aprendizaje, buena escolaridad, etc. Y
que obtienen en los test de lectura puntuaciones correspondientes a las de los niños que
cronológicamente son dos o más años menores que ellos.
c) La dislalia funcional es la alteración producida por una mala adecuación del funcionamiento de los órganos
articulatorios, traduciendo esto en una mala articulación de las palabras. Se caracteriza por la presencia de un
sonido o fonema que es producido de forma incorrecta, sin perjuicio de que el chico que lo presenta lo pueda
diferenciar de otros sonidos. Se diferencia de la dislalia orgánica en que los trastornos de la pronunciación de
esta última porque ocurre secundario a la malformación de la lengua, velo del paladar, etc. Se
denomina: Rotacismo (letra “R”), Labdacismo (letra “L”), Sigmacismo (letra “S”).
d) Disfemia: la tartamudez o disfemia se caracteriza por interrupciones involuntarias del habla que se
acompañan de tensión muscular en cara y cuello, miedo y estrés. Una tartamudez evolutiva
simple puede aparecer durante el proceso de desarrollo del lenguaje del niño, especialmente en
torno a los tres años, o bien tras el nacimiento de un hermano como forma de llamar la atención.
En ella el niño no sufre los síntomas asociados de miedo, estrés, etc. que sufre el disfémico
consciente cuando tiene que enfrentarse a una situación en la que tiene que emplear el lenguaje
oral. Además en la tartamudez evolutiva es más frecuente la repetición de palabras enteras. Si el
niño mantiene esta tartamudez evolutiva en el tramo comprendido entre los 3 y los 5 años estamos
ante una tartamudez episódica o fisiológica. En ninguno de los dos casos es aconsejable la
intervención, que hasta puede ser contraproducente, y debemos limitarnos a proporcionar el
ejemplo correcto al niño sin castigarle por sus malas articulaciones. Sólo un 10 % de los niños con
tartamudez fisiológica llegará a desarrollar una disfemia en la edad adulta.
Para diagnosticar disfemia en niños, el sujeto ha de ser mayor de 5 años. Si el niño tiene entre 5
y 7 años estamos ante una disfemia primaria. Si el niño tiene entre 7 y 10 años estamos ante una
disfemia secundaria: el niño presenta un agravamiento de los síntomas y se hace plenamente
consciente del trastorno, por lo que empieza a adoptar estrategias evitativas como cambiar la
sintaxis de las frases o palabras por sus sinónimos para lograr enunciados más fáciles de
pronunciar. Además el niño ya tendrá problemas sociales con sus compañeros.
e) Disfonía: alteraciones del tono y timbre de la voz, por causas que radican en el aparato fonador:
afonía, voz feminoide, voz infantil, voz monótona, etc.
b. Verborrea: Lenguaje acelerado y excesivo, difícil de detener por parte del examinador.
c. Bradilalia: Disminución del ritmo de emisión de las palabras, ej: Depresión psicomotriz,
confusión mental, etc.
e. Mutismo: Suspensión total del habla, sin que exista una causa funcional. Se observa en
el estupor catatónico, estupor depresivo, demencias e histeria conversiva, algunos
delirantes por temor a comprometerse, síntomas negativos de la esquizofrenia,
simuladores, etc.
g. Monólogo: Soliloquio. Voz alta y gesticulada sin que exista un aparente receptor del
mismo.
k. Pararrespuesta: consiste en responder a una pregunta con una frase absurda que no
guarda relación con la palabra formulada. Se observa en la esquizofrenia y en los
simuladores.
l. Coprolalia: Uso frecuente de obscenidades, se puede ver en la manía.
a) Disgrafia: se observa en los trastornos de los mecanismos motores, parálisis por lesiones de
centros o de fibras nerviosas, por temblores (alcoholismo, P.G.P., seniles, estados emocionales,
etc).
c) Agrafia / Alexia: Trastorno de los centros mnemónicos que provocan amnesia de los caracteres
gráficos, lecto-escritura, que generalmente se encuentran asociadas.
Depresión: no hay resultados concluyentes. Apuntan, con tendencia no significativa a la presencia de una
mayor latencia en las respuestas y una disminución de la intensidad del tono.
Manía: superficialidad del pensamiento, expresado como una marcada tendencia a lo externo, que a sí
mismo.