La Culpabilidad y El Resentimiento
La Culpabilidad y El Resentimiento
La Culpabilidad y El Resentimiento
Qué es la culpabilidad
Radiografía de la culpa
Para entender la culpa hay que conocer cuáles son sus elementos:
Percepción y autovaloración negativa del acto por parte del sujeto, mala
conciencia.
Quiero hablarles un poco más de ello. Es posible que ustedes se pregunten qué
tiene que ver el título: la culpabilidad y el resentimiento con la confluencia.
Si entendemos como confluencia cuando una persona se deja llevar, se amolda a
los deseos de los demás, no establece una distinción entre lo que realmente
piensa para no provocar alguna alteridad, suele conformarse, suele existir poca
energía para efectuar elecciones personales. Quizá haga cosas que realmente no
desea hacer pero cree que los demás aprecian su decisión porque va de la mano
con lo que los demás opinan.
Con el tiempo esa persona suele sentirse culpable por expresar algo distinto de
lo que los otros dicen o, resentida porque se descubre estar haciendo algo que no
quería, su manifestación de resentimiento suele venir de la mano de críticas,
quejas que van dirigidas hacia la persona en la que confió o cedió su criterio.
Estos sentimientos de culpa son una señal clara de que se ha roto la confluencia
(Los Polster). Este sentimiento le informa a la persona (que confluye) que piensa
y siente distinto de los demás, lo cual podría ayudarla a establecer nuevas
relaciones de contacto, que sean más sanas y en donde pueda diferenciarse.
Cuando la persona busca hacerse amar, busca ser recompensado por haber
sacrificado sus ideas a favor de la de los demás, si no obtiene satisfacción por
ello entonces se vuelve rencoroso y desconfiado.
Esto suele pasar y ser más fácil de ver en las relaciones de pareja en donde
dejamos de opinar y proponer por miedo a que si nos diferenciamos entonces
creemos que la relación corre riesgo, olvidándonos de que lo que está corriendo
peligro es tu propia identidad.
LAPEYRONNIE, Brigitte
“La confluencia”
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-Louise Hay-
Provocar la culpa en otra persona para que se comporte como nosotros queremos
es una forma de manipulación tan antigua como el origen de los
tiempos. Culturalmente se nos ha enseñado que cuando “cometemos un
error”, hay un castigo que cumplir y qué mejor manera de provocar la culpa
en los demás que utilizando el resentimiento.
Al creer que la culpabilidad demanda un castigo u obligación de compensar a toda
costa para reparar el mal que hayamos podido causarle a alguien, el ciclo
emocional de la culpabilidad acaba convirtiéndose en un laberinto emocional. Este
laberinto emocional hará fuerte a la persona que con su resentimiento nos
provoca un sentimiento de culpa tan grande que, sin darnos cuenta y en
poco tiempo, pasamos a estar expuestos a su manipulación.
Si nos sentimos culpables por actos que hayamos hecho o dejado de hacer,
estaremos dejando de vivir nuestra vida con autenticidad. Estaremos viviendo en
la distorsión de tener que, deber que, y posiblemente nuestra vida se
convertirá en lo que otras personas quieran de nosotros, renunciando
por el camino a nuestros propios intereses.
1- Cambie la imagen. Si, lo hemos dicho un par de veces pero vale la pena
repetirlo. Pregunte ¿qué me tiene tan molesto? Y acepte la respuesta, no importa
cual sea. Acéptela. Permita que su imagen se ajuste a la realidad. No es
necesario que le guste, pero tampoco es necesario que la odie.
2- Perdone. Perdone a los demás, y perdónese así mismo Perdónese por lo que
sea que haya hecho. Perdone a los demás, por lo que sea que hayan hecho.
Luego perdónese a sí mismo y a los demás.
3- ¿Cuál es la recompensa? ¿Esta disfrutando de la intensidad de todo este
asunto? ¿Se siente bien? ¿Qué recibe a cambio de esto?
4- Muévase. Haga algo físico. Corra alrededor de la manzana. Limpie el armario.
Haga ejercicio aeróbicos. Si esta en la cama, mueva los brazos. Mueva la energía.
5- Re-enfoque. Si una vez mas, enfóquese en lo positivo.
6- ¿Vale la pena morir por esto? Si pudiera elegir entre defender una imagen
incorrecta o su vida, ¿cuál elegiría?
7- Esté agradecido. Encuentre algo por lo cual estar agradecido -no importa
qué.
8- Observe. Observe la ira o el resentimiento. Observe el sentimiento. No hace
falta que haga nada. No preste atención a los sentimientos que alimentan el
sentimiento. Preste atención al sentimiento en sí mismo.-
9- Respire. El resentimiento y la ira se sienten generalmente en el estómago, el
vientre o el pecho. Respire lentamente, profundamente. Deje que la respiración
expanda esas zonas. Imagine una luz blanca con cada respiración, llenando esa
zona.
10- Ríndase. Abandone la lucha. No trate de rendirse al sentimiento.
Sencillamente hágalo. Fluya con él.
11- Sacrifique. Déjelo ir. ¿Creía que sacrificar significa abandonar todo lo
bueno? Puede significar abandonar todo lo-que-no-es-tan bueno. Sacrifique la
culpa y el resentimiento. Sencillamente sacrifíquelos
Use cualquiera o todas las técnicas en cualquier orden, cuando siente que “no se
puede sacar de encima la culpa o el resentimiento”
Extractado de:
“No se puede dar el lujo de tener un pensamiento negativo.
John-Roger y Peter Mc.Williams
“Aferrarse al odio es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera.”
(Buda)
1. Aceptación
Admitir que sentimos resentimiento hacia alguien no suele ser lo habitual.
Tratamos de negarlo, porque nos hace daño, ensucia nuestra auto-imagen y la
percepción que tienen los demás de nosotros. Porque el ser rencoroso no es algo
muy admirado socialmente…
Si te das cuenta, el gran dolor, la gran decepción, es más contigo mismo que
con la otra persona. Y cuando más vueltas le des al asunto, más daño te haces.
“Al salir por la puesta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás toda la ira, el
odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero” (Nelson Mandela)
2. Auto-respeto
Como hemos visto, quien más sufre con esta tortura interna, eres tú mismo.
Además, está científicamente comprobado que las emociones nos afectan
al organismo.
“El perdón es un acto del corazón. Hazlo por tu propio bien. Es el único antídoto
para el veneno que has dejado que circule dentro de ti” (Wayne Dyer)
Se respetuoso contigo mismo. ¡Nada ni nadie es más importante que tu paz
interior!
3. Aprendizaje
Vale, ok, te han hecho daño. Eso ya no lo puedes cambiar. Te has sentido
utilizado, menospreciado y eso te ha hecho sufrir. Has estado tiempo dándole
vueltas, maldiciendo y cocinando a fuego lento todo ese odio. ¿Para qué te ha
servido hasta ahora?
Te animo a que dejes atrás ese brebaje amargo que te quema por dentro, y que
te quedes con la parte útil del asunto.
Toda esta situación tan dolorosa tiene una lección que debes extraer. Quizás sea
que debes andar con más cuidado y no confiar en cualquiera a la primera de
cambio. Quizás, que deberías estar más en contacto con tu intuición y hacerte
caso, porque algo dentro de ti lo veía venir. ¿O puede que debas bajar tus
expectativas para con los demás, dejar de ser tan exigente y no frustrarte
cuando las cosas no salen como tú querías?
4. Re-interpreta
Date cuenta de que todos cometemos errores en esta vida (tú también). De
hecho, muchas veces ni nos damos cuenta de que hemos molestado a los
demás.
Es fácil caer en el egocentrismo y creer que esa persona ha actuado así adrede
para hacerte daño. Pero la verdad suele ser muy distinta.
5. Empatiza
Para llegar a perdonar a alguien, es bueno ponerse en su piel. Juzgar
menos y comprender más.
¿Qué circunstancias crees que le han llevado a comportarse así? ¿Qué carencias
internas o necesidades no satisfechas crees que puede tener? ¿Qué dolor interno
buscaba eliminar con su acción?
Es más fácil perdonar y resolver tus sentimientos hacia alguien a quien percibes
como vulnerable, torpe o herido… que ante un monstruo despiadado y sin
corazón, ¿no crees?
6. Marca límites
Sé asertivo, si puedes, habla con la persona que te hizo daño. Desde el respeto
y la madurez, hazle entender cómo te sentiste, y que comprenda que su
comportamiento no te agradó. Explícale tranquilamente tus motivos, para que
empatice y te comprenda mejor.
Lo recomendable es hacer esto a tiempo, sin dejar pasar demasiado. Para que
no le des más vueltas de la cuenta al asunto, ni te hagas “mala sangre”. Si no, te
costará cada vez más mantener la cabeza neutra y decir las cosas de la mejor
manera.
Soluciona tus asuntos aquí y ahora, así podrás vivir siempre tranquilo.
7. Despídete de tu emoción
Desapégate del dolor. Hasta ahora te ha servido para sentirte víctima,
para reparar tu daño y conectar con tus necesidades. Pero ya está, ya ha
cumplido su función. Ya lo has trabajado y puedes decirle adiós.
“Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”
(Buda)
Ahora que sabes que de nada sirve urdir una venganza (porque no deshace el
daño causado; genera más violencia; te trae culpa y remordimientos, y te aleja
de esa persona sabia y equilibrada que deseas llegara ser)…