Lecciones de Marx Sobre La Crisis

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

Las lecciones del “Marx economista” para la crisis actual https://www.printfriendly.

com/p/g/jD26Gm

economiacritica.net/

ago 31, 2018


Autor: Jose Miguel Ahumada Franco

Categoría: Fundamentos

Etiquetas:

Ciper Chile

El bicentenario del nacimiento de Karl Marx ha generado un prolífico debate en distintos


idiomas y contextos sobre la vigencia de sus ideas. A partir de una revisión de la literatura
política y económica más reciente, el autor de esta columna describe aquí las características que
a su juicio presenta la actual crisis del capitalismo, explica cómo ella está afectando la esencia de
la democracia y detalla qué aspectos del análisis de Marx pueden ser útiles para determinar qué
está pasando y para pensar en vías para salir del atolladero.

Durante los últimos 60 años ha sido difícil dialogar con el Marx que teorizaba sobre el orden
económico (el “Marx economista” lo denominaremos por cuestiones prácticas). En las décadas
que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, la fuerza de la socialdemocracia hizo
parecer que el capitalismo era más flexible de lo que Marx sostenía con sus “leyes de desarrollo
capitalista” (que vaticinaban un estancamiento económico y una profunda desigualdad de
riquezas entre capital y trabajo), y este sistema podía ofrecer crecimiento económico junto con
mejorar las condiciones de vida de la población bajo un nuevo contrato fordista keynesiano.
Las lecciones del “Marx economista” para la crisis actual https://www.printfriendly.com/p/g/jD26Gm

Los ochenta y noventa tampoco fueron buenos años para dialogar con el Marx de El Capital. La
caída de la URSS, la bancarrota de la socialdemocracia, el Consenso de Washington y el
emergente “capitalismo desatado” dieron pie a un exitismo tal que se llegó a afirmar que la
historia había llegado a su fin. Con la derrota de las alternativas políticas, la reflexión del Marx
economista sobre las contradicciones, paradojas y límites estructurales de un capitalismo que se
expandía globalmente, parecía completamente errada.

Sin embargo, luego de casi tres décadas de dominio, en que el capitalismo logró configurar la
economía a imagen y semejanza de su propia utopía, el optimismo liberal parece estar dando
paso a una gran desilusión.

*Línea negra: crecimiento tendencial (línea moving-average 5).

Luego de la crisis de 2008 y tras una década de estancamiento económico en el mundo


desarrollado (ver gráfico 1) las preguntas que se hace la academia giran menos en torno a cuán
exitoso ha sido este orden y más hacia por qué el liberalismo ha fracasado en asegurar la
democracia y la estabilidad (ver, entre los libros más recientes Why Liberalism Failed de Patrick
Deneen, 2018 y Can Democracy Survive Global Capitalism? de Robert Kuttner, 2018).

Ese nuevo pesimismo debe contrastarse con lo que fue la promesa del capital en los noventa:
que el capitalismo no solo activaría las fuerzas del emprendimiento -y así proveer un progreso
permanente-, sino que podía descentralizar el poder y hacer de base material para una
democracia sólida. El capitalismo lograría eso a través de la liberalización comercial y financiera,
la privatización de los sectores estratégicos de la economía, la flexibilización del mercado
laboral y la creación de un armazón jurídico institucional que protegiera las rentas de las
Las lecciones del “Marx economista” para la crisis actual https://www.printfriendly.com/p/g/jD26Gm

inversiones. Dicho brevemente, una democracia estable y próspera sería posible si el mercado,
bajo sus principios, determinaba la producción económica.

Pues bien, es precisamente esa promesa la que hoy está en bancarrota.

Junto con el mencionado estancamiento económico secular, desde los ‘70 el mundo
desarrollado observa cómo se ha quebrado el antiguo vínculo entre aumento de productividad
e incremento salarial (típico al periodo de consenso socialdemócrata, ver Gráfico 2).

Mientras, el mercado laboral comienza a mostrar un tipo de relación que el mundo desarrollado
no veía desde el siglo XIX: trabajos sin contrato, hora cero, de corto plazo y bajos salarios, lo
que el sociólogo inglés Guy Standing, denominó como el naciente precariado.

No debe sorprendernos que en ese contexto las repúblicas entren hoy en crisis: su principio
legitimador de igualdad ciudadana entró en choque con la precariedad laboral y desigualdad de
ingresos generado por el mismo orden económico. Como en los años de la década 1930, ante el
declive de la democracia, comienza a emerger una disputa entre tres proyectos políticos:
el populismo conservador (en EEUU y UK); una alternativa democrática-socialista (Evo Morales
en Bolivia, movimientos desde el nuevo laborismo de Corbyn, Podemos de España, o el
movimiento detrás de Bernie Sanders en Estados Unidos) y la tecnocracia liberal en decadencia
que intenta aún sostener el timón (la Alemania de Ángela Merkel).

En ese contexto de fragilidad económica y política, ¿tiene Marx algo que decirnos para
comprender el presente que nos toca?
Las lecciones del “Marx economista” para la crisis actual https://www.printfriendly.com/p/g/jD26Gm

Una de las novedades de Marx, en el contexto de las disputas políticas que le tocó afrontar, fue
que comprendió que para desplegar una estrategia política efectiva para las clases
trabajadoras no bastaba con una crítica moral al orden económico.

Es decir, no bastaba con apelar a algún principio universal de justicia para hacerle frente al
nuevo contexto capitalista, como tampoco bastaba sabotear máquinas para afrontar la nueva
sociedad industrial que emergía ante los ojos de las artesanos y nuevos proletarios. Lo que
había que hacer era analizar pormenorizadamente las dinámicas económicas que desplegaban
esas situaciones. De ahí su afán, y el de Engels, por el socialismo “científico” y su crítica a los
socialistas “utópicos” (ver Clare Roberts, 2016).

Me parece que es urgente que sigamos ese mismo razonamiento. Al leer parte importante de la
literatura económica que busca alternativas a la escuela dominante neoclásica, se aprecia que
sus afirmaciones son insuficientes para comprender las causas profundas del actual
encantamiento económico e inestabilidad política. En el caso de las causas de la crisis financiera,
por ejemplo, estas se asocian al comportamiento irracional de ciertos especuladores y a una
gran falla de mercado (grandes asimetrías de información, exuberancia irracional, riesgos
morales, etc.); mientras que las causas del desastre medioambiental se vinculan a un
antropocentrismo casi genético; y la creciente desigualdad, se relaciona con el impacto que han
tenido las nuevas tecnologías sobre las estructuras laborales rígidas o las leyes abstractas (el
famoso r>g de Piketty).

A pesar de ser parcialmente correctas, estas explicaciones no apuntan a las causas profundas de
la crisis y, por tanto, son hipótesis que poco pueden aportar para pensar una estrategia política
que intente solucionar los problemas. Es en la comprensión de las causas de nuestros
problemas, donde Marx tiene mucho que aportarnos.

A diferencia del liberalismo dominante, Marx no consideraba que la expansión del mercado
pudiera producir un área de libertad para los individuos y equilibrios económicos óptimos. Muy
por el contrario, veía en el mercado capitalista una máquina que, movida por la compulsión de
la competencia, forzaba a cada uno a tener que incrementar permanentemente su tasa de
ganancia, no ya para superar otros, sino para meramente sobrevivir.

Este aumento de la ganancia sucedía de diferentes formas, pero en último término tenía
relación con la capacidad de apropiarse de la mayor cantidad del plusvalor que los trabajadores
generaban en el proceso productivo. La ganancia era la expresión económica de la apropiación
de dicho trabajo social.

Esta compulsión a apropiarse de mayor plusvalor lleva inscrito en el corazón mismo del sistema
la compulsión a la innovación: a crear nuevos procesos productivos que aumentan la tasa de
explotación por sobre el promedio (lo que Marx denominó la búsqueda de plusvalor
extraordinario); a crear nuevos mercados y aprovechar las rentas de ser los primeros en
explotarlos; a reducir costos o externalizarlos para aumentar ganancia y reducir incertidumbre; y
a acelerar la valorización del capital (que el dinero pueda multiplicarse en la menor cantidad de
tiempo y bajo los menores costos posibles).

Estas tendencias, endógenas al mercado capitalista, son al mismo tiempo causa de sus
principales virtudes (desarrollo tecnológico, crecimiento, etc.) y fuente de sus principales
contradicciones y paradojas.
Las lecciones del “Marx economista” para la crisis actual https://www.printfriendly.com/p/g/jD26Gm

En efecto, para mantener el capital circulando se requieren de ciertas premisas constantes.


Siguiendo a Keynes, dos son particularmente importantes: (1) la necesidad de una inversión
productiva permanente que sostenga la continua reproducción del capital y (2) una demanda
que pueda ser fuente suficiente para la realización del valor, esto es, que pueda consumir lo
producido.

Sin embargo, como señala Marx a lo largo de El Capital, el capital tiende endógenamente a
minar dichos pilares.

Piense en la hoy denominada “financiarización” de la economía. Cuando el capital está


desatado, esto es sin cortafuegos o restricciones impuestas desde afuera, ha tendido
endógenamente a derivar en un circuito de acumulación financiera rentista, tal como lo observó
Veblen y Keynes a principios del siglo XX y tal como lo vemos hoy.

La necesidad de valorizar el capital por sobre el promedio y reducir costos de producción,


encontró un nuevo circuito de acumulación que quebró el vínculo del capital con inversiones
productivas (tras las medidas de liberalización financiera desde los años noventa). Es lo que
Marx denominó como “capital ficticio” y que se expresa en la actualidad en una ola de
reinversión de utilidades de grandes empresas en la adquisición especulativa de sus propias
acciones, de forma de incrementar las ganancias de corto plazo de sus accionistas en directa
oposición a inversiones productivas de largo plazo, claves para un crecimiento sostenido
(ver Mazzucato, 2018; Durand, 2017; Stiglitz, 2016).

Luego de haberse emancipado de las restricciones socialdemócratas del siglo XX, de minar el
poder sindical y de aprovechar la disponibilidad de un nuevo proletariado precario en Asia, la
compulsión capitalista hacia la competencia llevó a un aumento de la tasa de explotación de la
fuerza de trabajo. Desde mediados de los ‘70 hasta hoy, mientras la productividad laboral ha
continuado creciendo, los salarios se estancaron y aumentó la participación del capital en el
total producido en desmedro del trabajo (algo ya estudiado hace un tiempo por los académicos
de la desigualdad como Atkinson y el mismo Piketty).

Para resolver la paradoja entre pagar bajos salarios y necesitar una demanda pujante que
permitiera mantener el crecimiento, se recurrió a una nueva innovación: la expansión del
endeudamiento (otro pilar de la “financiarización”, ver Stockhammer, 2013).

Sin embargo, un crecimiento anclado en bases crediticias era frágil y espurio y no tardó en
hacerse insostenible. La crisis de 2008, vista de esta manera, es el resultado natural del
capitalismo desatado que precisamente Marx teorizó.

Pero, tal como nos recordaba Schumpeter y Marx, la crisis no solo destruye, sino que abre
nuevas áreas creativas para la acumulación. El capital sale siempre de las crisis innovando,
encontrando nuevas formas de conseguir una plusvalía extraordinaria.

En efecto, en relación a la crisis de los años 70, el capital ha salido de dicha crisis innovando en
sus estructuras organizativas y productivas: apareció el “trabajo flexible”, la producción just-in-
time, las empresas comienzan a deslocalizarse (llevando partes del proceso de producción a
nuevas regiones con salarios más bajos), externalizando parte fundamental de la producción,
desarticulando los sindicatos y aprovechando nuevos mercados y fuerza de trabajo mas precaria
del Sur. Ya desde los noventa, junto con la innovación de información (internet), las empresas
comenzaron devenir en grandes cadenas de valor globales, quizás por primera vez cumpliendo
Las lecciones del “Marx economista” para la crisis actual https://www.printfriendly.com/p/g/jD26Gm

la profecía de Marx de un mercado capitalista universal.

De la misma forma, la crisis de 2008 también ha abierto la necesidad de los capitales de innovar
para incrementar la producción y/o apropiación de plusvalor. Estas innovaciones no han sido
solo vía las draconianas medidas de austeridad, sino también abriendo novedosas fuentes para
acumular más plusvalor. Un ejemplo es la emergencia a partir de 2010, de las nuevas economías
de plataforma y las economías gig, donde el capital ya no solo externaliza parte de la
producción o de la fuerza de trabajo, sino que externaliza los propios medios de producción, los
servicios, los costos de reparación al trabajador mismo, y solo se queda con una plataforma a
partir del cual acumula, cual rentista ricardiano, un excedente por cada transacción que se
realiza en su plataforma (ver Srnicek, 2017).

El nuevo capitalismo que se despliega luego de la crisis de 2008 posee una estructura contra
intuitiva: el trabajador precario (sin derechos, contrato, salario mínimo) comienza a tener que
asumir los costos de los propios medios de producción, mientras el capital comienza a acumular
en forma pre-capitalista (cobrando rentas sobre su territorio digital, cual señor feudal sobre el
siervo), para reinvertir en forma ficticia e improductiva (privilegiando las rentas financieras sobre
la producción), tal como lo hacían sus pares feudales.

Pero este capitalismo encierra un problema central: austeridad en el plano del salario,
precariedad e inseguridad en el plano de la producción y rentismo financiero en el plano de la
inversión, es una receta económica y política insostenible.

Karl Polanyi fue de los primeros en observar cómo las medidas de austeridad pos-crisis de 1929,
junto con la incapacidad de los gobiernos de tomar medidas activas en proteger a la población
de la intemperie social en que habían caído (lo que luego de la Segunda Guerra Mundial sería el
Estado de Bienestar), abrió la puerta a alternativas como el fascismo y el nazismo que minaron
lo avanzado en derechos civiles y políticos en Europa.

La situación actual tiene una cierta semejanza con lo descrito por Polanyi, en tanto,
comenzamos a ver la emergencia de alternativas políticas que ponen en jaque lo poco que se
ha acumulado hasta ahora en conquistas democráticas, en derechos civiles y hasta en mínimos
derechos sociales (fascismo en Europa, Trump, etc.).

La lección del Marx economista hoy es, por tanto, que las inestabilidades y tensiones que
vivimos tienen una causa de carácter estructural: la compulsión de la competencia que mueve a
los capitalistas a aumentar la tasa de explotación, a expandir sus áreas de mercantilización y a
someterse a las dinámicas especulativas. Pero esta compulsión no es un dato de la naturaleza
sino que, como recalcó Marx, es el resultado de un específico orden económico-institucional
donde los principales recursos productivos y de circulación son propiedad privada de
capitalistas (fábricas, entorno natural, conocimiento, plataforma) y el mercado determina la
forma en cómo producimos riqueza.

Superar los males que hoy presenciamos directamente implica, de este modo, una radical
reformulación de los pilares claves del orden económico-institucional contemporáneo.

Ese llamado de Marx, así visto, nos lleva a un resultado paradójico pero clave: la única forma de
mantener el orden, de restablecer la república democrática y de cumplir con las promesas de la
ilustración y la modernidad (libertad, igualdad y fraternidad), es superando dicha estructura de
inestabilidades y cortoplacismos movidos por la acumulación de capital. La estabilidad, el orden
Las lecciones del “Marx economista” para la crisis actual https://www.printfriendly.com/p/g/jD26Gm

y la democracia solo se sostendrán con una transformación radical en el plano material.

¡Síguenos!

Documentos

Suscríbete
Introduce tu e-mail:

Secciones

Autorxs

Related Links
Fundamentos

También podría gustarte