Imperialismo 1
Imperialismo 1
Imperialismo 1
ABSTRACT:In this paper, the current world economy is described in the light of the Marxist
method whose theoretical definition in the realm of economic analysis is Capital. Two
theoretical categories of a social nature are taken as starting points-productive forces (closely
related to relations of production), and imperialism, the highest stage of capitalism. Both
categories and their connection with each other are explained in this paper, Part I. In Part II, it
is examined how this connection occurs, inasmuch as the destruction of productive forces is an
increasing historical need under imperialism (crises, wars, and specially devaluation of labor
force), which is shown in the recent sequence crisis→adjustment→crisis. This allows the
escaping forward to be verified. Capitalism usually escapes forward in order to survive.
Keywords:marxism, capitalism, imperialism, productive forces.
INTRODUCCIÓN
¿Cómo se puede explicar esta situación tan grave de una forma solvente que
no apele a formulaciones puramente idealistas o superficiales? Ya se ha
mencionado: nada es casual, sino que detrás de toda esta problemática se
encuentran las exigencias de la acumulación del capital, en su huida hacia
delante a la que inevitablemente le conduce su carácter contradictorio. Se trata
de las leyes que rigen el capitalismo y en particular la que Marx detecta y
formula como conclusión teórica de El Capital: la ley del descenso tendencial
de la tasa de ganancia.
Por tanto, el desarrollo de las fuerzas productivas depende del trabajo y los
medios de producción disponibles. Es decir, resulta de las combinaciones que
se pueden establecer entre el trabajo vivo disponible (de acuerdo a su cantidad
y su cualificación) y los medios de producción o trabajo ya solidificado (en
función de su cantidad y del progreso técnico que contengan). Esas
combinaciones se basan, por tanto, en la productividad del trabajo, variable de
la que dependen las fuerzas productivas; lo que revela que su principal
componente es lo que en la economía capitalista constituye la fuerza de
trabajo. Pero las fuerzas productivas no son la productividad.
Obviamente esas relaciones no «caen del cielo», sino que se derivan de los
vínculos particulares que cada una de esas clases tiene con los medios de
producción. Por eso, las relaciones de producción pueden ser de diferentes
tipos. Por ejemplo, las capitalistas se basan en la apropiación privada de los
medios de producción solamente por una clase social: la burguesía; de manera
que la clase trabajadora queda desposeída de ellos. En consecuencia, entre
ambas clases se establece la relación social en la que se basa el proceso de
producción capitalista: la mercantilización de la fuerza de trabajo. Por ella, la
clase trabajadora vende su capacidad de trabajar como medio para obtener el
ingreso que le permite, a su vez, comprar los bienes necesarios para su
reproducción, para su vida; y la clase capitalista compra esta fuerza de trabajo
para combinarla con los medios de producción adquiridos de igual forma, en
un proceso productivo de su propiedad cuyo resultado, gracias a la
explotación o trabajo no pagado, es un excedente que toma la forma de una
masa acrecentada de valores (la plusvalía), apropiado por los capitalistas que
la integran (sus ganancias). En efecto, son las ganancias que permiten el
consumo de los miembros de esta clase (consumo improductivo), así como
que encaran las necesidades de acumulación que impone la competencia.
Precisamente, porque el excedente capitalista o plusvalía procede del trabajo
no pagado, en este trabajo se caracterizan estas relaciones de producción como
unas relaciones de explotación: hablar de explotación no es, por tanto, una
cuestión ideológica sino una exigencia para partir del hecho material sobre el
que se asienta la sociedad capitalista, la necesidad de que haya una fracción
del trabajo vivo que no sea remunerado. Además, el proceso de acumulación
guiado por el criterio de rentabilidad y no por el de las necesidades sociales,
se lleva a cabo a través del mecanismo de reparto indirecto de recursos y
productos que es el intercambio (los bienes adoptan la forma social de
mercancía, de modo que para su consumo se exige su compra).
De la segunda parte del vínculo entre ellas -el condicionamiento que ejercen
las relaciones de producción sobre las fuerzas productivas- una muestra clara
es el corsé que suponen las relaciones feudales de producción en la Europa
occidental del período citado, para la materialización de ciertos cambios
potenciales (demográficos, tecnológicos, de disponibilidad de materias primas
y recursos naturales, entre otros) en un desarrollo efectivo de las fuerzas
productivas. De este corsé solo se libera la sociedad por la propia superación
de las relaciones feudales de producción, resultado de la exitosa lucha de
clases de la burguesía ascendente y que permite efectivamente el desarrollo de
las fuerzas productivas.5 De hecho, su enorme desarrollo es lo que caracteriza
en particular el primer estadio del capitalismo, por lo que se designa con el
nombre de capitalismo ascendente.
La siguiente cita (Marx, 1975-1981) acerca del vínculo dialéctico entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción, ilustra perfectamente lo
expresado anteriormente; especialmente, en relación con el tema central de
este trabajo (los límites históricos del capitalismo):
De hecho, así se muestra con las fuertes tensiones a las que están sometidas
las fuerzas productivas en los últimos cien años, hasta el punto de que la
destrucción de valores propia de las crisis resulte ya insuficiente para, de una
forma relativamente cíclica, acabar restaurando las condiciones y que se
reanude la acumulación. Esto provoca la necesidad de su destrucción a una
escala cada vez mayor.
En el plano del debate, tanto económico como político, ciertos teóricos, así
como organizaciones y dirigentes de ellas, responden afirmativamente a la
interrogante referente a si la trayectoria del capitalismo, en el largo plazo,
obedece a un patrón de comportamiento cíclico; es decir, de acuerdo a ondas
ascendentes y descendentes. Son las teorías de los «ciclos largos» («ondas
largas»). Este planteamiento ha alcanzado cierto eco, sin duda influido por la
visión «optimista» que aporta la noción de «ciclo de largo plazo», para
defender que, efectivamente, la acumulación capitalista tiene posibilidad de
redesplegarse nuevamente de forma expansiva.
Este aspecto resaltado por Day es totalmente clarificador (VV. AA., 1979):
Esto significa que Kautsky había derivado a una posición idealista. Para él,
la superación del capitalismo no sería ya una necesidad, resultado de su
agotamiento histórico, sino el producto de una decisión política. Así, en
referencia a la Primera Guerra Mundial alega (Boisgontier, 1971):
CONSIDERACIONES FINALES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Internacional Comunista (1921): Tesis para la propaganda entre las mujeres, Quatre
premiers congrés mondiaux de l’Internationale Communiste, Moscú
Kondrátiev, N. D. (1926): Die langen Wellen der Konjunktur», Archiv für Sozial
wissenschaft und Sozialpolitik, vol. 56, n.º 3, pp. 573-609.
VV. AA. (1979): Los ciclos económicos largos: ¿una explicación de la crisis?,
Ediciones Akal, Madrid.
Notas aclaratorias
1 1El presente documento se basa en gran medida en dos apartados de este autor
(Arrizabalo, 2014). Toda su fundamentación empírica se encuentra en dicho texto y en
particular en su apéndice estadístico (pp. 675-708).
2 2Formulaciones como «desarrollo humano» o «desarrollo sostenible» solo alcanzan, a
lo sumo, a paliar algún aspecto de otras formulaciones aún más simplistas, como la que
asocia el desarrollo al crecimiento de la producción. Pero carecen de todo rigor teórico,
al no sustanciar la base de dicha noción de desarrollo. Por el contario, ese rigor se
obtendría al asociarse a las fuerzas productivas.
3 3 Véase, en general, (Boisgontier, 1971), (Gluckstein, 1999) y (Gill, 1979).
4 4 Como la modalidad de aquellos que defienden que las instituciones del capital son
reformables, para conciliar la rentabilidad con el bienestar social (por ejemplo, una
supuesta UE democrática, equivalente a sostener un Fondo Monetario Internacional
democrático, entre otras). Un resumen de los fundamentos y las contradicciones
crecientes de la acumulación capitalista a la luz del análisis marxista se encuentra en
(Arrizabalo, 2014).
5 5 Otro ejemplo es el que constituye el objeto de este artículo: el obstáculo que,
actualmente, suponen las relaciones capitalistas de producción para la materialización
del hipotético desarrollo de las fuerzas productivas que podrían permitir los desarrollos
científicos y técnicos pero que, en el marco capitalista, provocan su frustración, su
destrucción.
6 6 Este proceso se expresa en las diferencias sociales y también territoriales a escala
mundial, ya que la transición al capitalismo, en sus primeras materializaciones
históricas, se apoya de una forma decisiva en el pillaje colonial.
7 7 (Kondratieff, 1926): Die langen Wellen der Konjunktur. Posteriormente fue
publicada en inglés, en noviembre de 1935, bajo el título de The Long Waves in
Economic Life en The Review of Economic Statistics, vol. XVII, nº 6. Y nueve años
después en castellano como Los grandes ciclos de la vida económica, en Urquidi,
Víctor L., dir. (1944); Ensayos sobre el ciclo económico, FCE, México. En 1979 se
publica con el título de Los ciclos económicos largos en una obra muy clarificadora del
debate porque recopila asimismo otros textos que nutren la controversia al respecto. Son
los siguientes: Trotsky (1923): La curva del desarrollo capitalista; George Garvy
(1943): La teoría de los ciclos largos de Kondratieff; Ernest Mandel (1972): «Las
“ondas largas” en la historia del capitalismo» en El capitalismo tardío, al que en 1964
este mismo autor había llamado «Neocapitalismo»); y Richard B. Day (1977): La teoría
de los grandes ciclos: Kondratieff, Trotsky y Mandel, que explica que Kondrátiev ya
había apuntado el tema cuatro años antes en: Kondratieff, N. D.
(1922): Mirovoekhozyaistvo i evo konyunkturyvovremya i poslevoyni (La economía
mundial y sus coyunturas durante y después de la guerra). Schumepeter es otro autor
relevante en esta materia (Schumpeter, 1939). Volviendo a Kondrátiev, en su texto de
1926 señala que llegó a la conclusión de la existencia de ciclos largos en los años 1919-
1921; conclusión que efectivamente formuló en algunos textos previos, en 1922 y 1925,
en particular en publicaciones del moscovita Instituto para la Investigación de la
Coyuntura, fundado por él mismo en 1920. Kondrátiev había sido eserista (del partido
campesino socialista revolucionario) y como tal había participado como ministro en el
gobierno provisional de Kerenski. Durante los años veinte y bajo el gobierno
bolchevique, responsables políticos y teóricos opuestos al bolchevismo, como
Kondrátiev, siguieron trabajando en organismos estatales en lugares muy relevantes,
hasta que Stalin y su camarilla tomaron el control omnímodo del partido y del Estado.
En el marco de las detenciones y purgas de los sectores partidarios de las tesis de
Bujarin, entre los que se encontraba el propio Kondrátiev, este fue detenido en 1930 y
posteriormente ejecutado en 1938, en la gran ola de represión que sucedió al asesinato
de Kírov.
8 8 Por esto mismo no es correcto afirmar que las políticas de ajuste del Fondo
Monetario Internacional (FMI) tienen consecuencias negativas para los trabajadores,
sino que su contenido mismo es el ataque directo e indirecto al valor de la fuerza de
trabajo, medio de vida de la clase trabajadora. Formularlo en términos de consecuencias
puede abrir el resquicio para hablar, también, de «ajuste con rostro humano».
1. Estados Unidos
Aunque desde hace años se viene hablando del declive de Estados Unidos
como primera superpotencia, lo cierto es que aún sigue siendo la nación más
poderosa en términos económicos y militares, y son varios los informes que
la sitúan liderando el ránking por lo menos hasta 2030. Su impronta
cultural es otro de los puntos fuertes de la hegemonía, que llega a todo el
mundo con gran facilidad, gracias en parte a su publicitada cultura popular
expresada en música, películas y televisión.
El poder blando es otra de las armas más efectivas de este país, y pese a la
retórica aislacionista de Donald Trump sigue siendo el árbitro en muchos
conflictos internacionales. El enorme presupuesto de Defensa que destina
anualmente le confiere una ventaja tecnológica en áreas clave como
recolección de inteligencia, defensa de misiles balísticos y la última
generación de aviones de combate. Y su red de alianzas en Europa con la
OTAN y en Asia es superior a la que tienen sus competidores.
2. China
Con un Producto Interior Bruto de 13,6 billones de dólares y una población de
1.400 millones de habitantes, China se ha lanzado a la carrera de alcanzar a
Estados Unidos como gran superpotencia. Las predicciones más extendidas
indican que en esta década superará a su máximo rival en cuanto al PIB. De
hecho, el gigante asiático triplicó el valor de su economía durante la
década pasada. Pero aun dista mucho de poder competir en el terreno militar
con el país norteamericano.
Pese a ello, en los últimos años se ha entregado a la modernización de su
Ejército desarrollando un nuevo misil de ultra largo alcance, aviones de
combate de quinta generación, portaviones y el acorazado Type 55
cruiser. Pekín ha asumido que el país determinante en Asia es China y no
Estados Unidos por más que Xi Jinping haya dicho que China “nunca buscará
la hegemonía mundial a expensas de los intereses de otros países”. La Nueva
Ruta de la Sede (Belt and Road Initiative), un megaproyecto económico,
basado en infraestructuras terrestres y marítimas, ha permitido al país a buscar
y ganar socios por todo el mundo, no solo en África sino también en
Latinoamérica.
3. Rusia
Es el país más extenso del mundo, con grandes reservas energéticas. Tiene uno
de los mayores arsenales nucleares y es la segunda potencia armamentística tras
EE UU. Su influencia militar ha cobrado protagonismo en los últimos años
con la intervención en Siria (pasando por encima de Estados Unidos en
Oriente Medio), pero también en Venezuela, considerado parte del patio
trasero de Washington. Sin embargo, el peso de la economía rusa es mucho
menor; su PIB es de 1,7 billones de euros, inferior al de Brasil, y su
población sigue reduciéndose paulatinamente.
4. Alemania
La gran potencia económica europea es una nación militarmente secundaria,
que ha confiado su protección a la OTAN durante décadas. Alemania se ha
beneficiado enormemente del orden mundial liberal, algo que se aprecia al
comprobar el gran superávit que ha registrado en los últimos años, de más
de 300.000 millones de euros en 2017. A menudo reticente a liderar con más
ambición el proyecto europeo, el país centroeuropeo también cuenta entre sus
activos con una dirigente, Angela Merkel, que ha demostrado durante más de
una década un liderazgo solvente y envidiado en medio mundo, que ha logrado
salir airosa de la crisis sanitaria del coronavirus.
En los últimos años el debate sobre el papel del Ejército alemán ha cobrado
fuerza dentro del país. La que fuera ministra Defensa, Annegret Kramp-
Karrenbauer, reclamó un aumento del prestigio y la visibilidad del Ejército
alemán en el mundo, que ha ido ganado presencia con su participación en
numerosas misiones internacionales, un impulso criticado internamente por
distintos sectores, que por razones históricas (nazismo) ven con recelo este
cambio de cultura en política exterior y defensiva. Alemania, la única de las
grandes potencias que no tiene la bomba nuclear, es el quinto país
exportador de armas en el mundo y el tercer país que más gasta en
defensa en Europa, pero por debajo del umbral del 2% del PIB que reclama
Estados Unidos para los socios de la OTAN.
5. Reino Unido
Reino Unido es una de las pocas potencias mundiales que lleva dos siglos en
el ránking global. De hecho, en 1820 ya era el país con la tercera mayor
economía del mundo. Actualmente es la quinta economía por PIB que
asciende a 2,6 billones de dólares. Pese a que su salida de la Unión Europa
abre un futuro de incertidumbre, Reino Unido, potencia nuclear, fue la
primera gran economía industrial y la primera superpotencia del mundo
moderno, que colonizó países en Asia, África y el hemisferio occidental.
Existe un debate interno sobre si Reino Unido necesita mantener una fuerza
naval, militar, aérea y de disuasión nuclear al mismo tiempo al mismo
tiempo que plantea como reforzar su sistema sanitario, tocado por la
pandemia.
6. Francia
Por su pasado de gran potencia y su capacidad diplomática, pero también por
el peso de su economía, la Francia de Macron sigue siendo un actor
preponderante en muchos terrenos. Posee armas nucleares y es un pieza vital
en política exterior en Europa y África. Mantiene una alta calidad de sus
instituciones políticas, el atractivo cultural y la reputación de su sistema
educativo. El presidente francés ha sabido colocarse como un líder mediador
de relieve en el escenario internacional, afianzando el poder blando del país.
7. Japón
Es uno de los países más avanzados desde el punto de vista tecnológico y con
una población altamente cualificada. No tiene petróleo y solo el 11% de sus
tierras son cultivables, pero ha sabido aprovechar como pocos el capital
humano y hacer de la calidad de sus productos exportados un hito para la
nación. Hasta 2010 fue la segunda potencia económica mundial, puesto que le
arrebató China.
8. Israel
Aunque es un país pequeño, goza de arsenal nuclear y de una economía
pujante y tecnológicamente avanzada. Es un socio capital de Estados Unidos,
no importa quién sea el presidente, y juega un papel clave en el devenir de
Oriente Medio. Pese a la histórica rivalidad con Arabia Saudí, ambos países
han protagonizado un acercamiento desde la sombra que refuerza el peso del
estado hebreo en la zona.