Digno de Adoración

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Título: Digno de adoración

Base bíblica: Apocalipsis 4:9-11


Introducción:
 La motivación para este sermón me llegó de una frase que escuché en esta semana en boca de un
pastor: No venimos a la iglesia a adorar a Dios, sino a continuar adorando. Si preguntamos a cada
creyente que se dirige al culto de su iglesia el domingo, qué se supone que va a hacer allí, es muy
probable que la mayoría responda algo como esto: “Voy a adorar a Dios.”
 Pero si les pedimos luego que nos definan con precisión qué significa eso, es muy probable que
recibamos respuestas muy diversas. Y es que no todos los cristianos poseen conceptos claros de lo
que es la adoración, y mucho menos de la forma que Dios prescribe en Su Palabra para que Su
pueblo le adore.
 Ahora bien, tomando en cuenta que fuimos creados y redimidos para la gloria de Dios, y que
adorarle a Él es nuestra razón de ser como iglesia, esa ignorancia con respecto a la adoración es
sumamente grave y debe ser corregida.
¿Qué significa adorar a Dios? ¿Debemos suponer que cada cristiano debe determinar el qué y el cómo de
la adoración confiando en alguna especie de “intuición o gusto espiritual”? ¿O ha dado Dios indicaciones
claras en Su Palabra del tipo de adoración que es aceptable en Su presencia?
1. ¿QUE ES LA ADORACION?
Con la adoración ocurre lo mismo que con muchos otros conceptos de las Escrituras: Muchas personas
presuponen saber lo que es, pero pocos podrían definirlo con precisión. Y si no sabemos en qué consiste
una cosa, tampoco podremos saber si estamos haciendo lo que se supone que estemos haciendo.
Quizás la definición más simple que podemos dar de “adoración” es “rendir honor a un Ser superior”.
 Cuando Satanás tentó a Cristo en el desierto, y le ofreció todos los reinos de este mundo “si
postrado me adorares”, el Señor le respondió: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios
adorarás, y a El solo servirás” (Mt. 4:9-10).
 Y en Ap. 4, a Juan le fue mostrado en una visión, la adoración que se tributa a Dios en el cielo; y dice
que él vio seres celestiales que se postran delante del Señor y le dicen: “Digno eres de recibir la
gloria y la honra y el poder; porque tu creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron
creadas” (Ap. 4:11).
 Sólo nuestro Dios posee las características que le hacen digno de recibir este tipo de homenaje de
parte de Sus criaturas. “De Él, por El y para El son todas las cosas, como dice Pablo en Rom. 11:36,
y, por lo tanto, que solo a Él sea la gloria por los siglos”.
¿Qué es la adoración? Es el reconocimiento de la grandeza de Dios y la reacción que eso debe provocar en
nosotros. Por eso alguien definió la adoración como “la ocupación del corazón, no con sus necesidades, ni
siquiera con sus bendiciones, sino con Dios mismo”.
 La adoración se enfoca en el Ser de Dios y no únicamente en lo que Dios hace. Nuestro Dios es
intrínsecamente digno de toda gloria, toda honra, todo honor y toda obediencia.
En un libro sobre la adoración escrito por Alfredo Gibbs, él da la siguiente ilustración para que podamos
diferenciar entre la oración, la alabanza y la adoración.
 “Supongamos que una persona que no sabe nadar cae en un río. Mientras lucha en vano por
salvarse, y dándose cuenta de cuán desesperado es su caso, clama de lo más profundo de su
corazón: ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Sálvenme! ¡Sálvenme!’ Esto es oración.” El clamor de un alma
consciente de su necesidad. Por eso decía un puritano que “¡La miseria adoctrina a una persona
maravillosamente en el arte de la oración!” Solo tenemos que apercibimos de nuestra miseria y
necesidad para aprender a orar.

 Este individuo, a punto de ahogarse, en una forma natural clama por ayuda, cuando
repentinamente aparece un caballero bien vestido que, sin dudarlo ni por un segundo, se tira al
agua para rescatar a este pobre hombre, poniendo en riesgo su propia vida. “La respuesta de la
persona salvada es inmediata. Llena a su salvador de alabanza y exclama: ‘¿Cómo podré jamás
expresar mi gratitud hacia Usted por su acto de arrojo al salvar mi vida? ¡Gracias, diez mil veces
gracias!’” Eso es alabanza y eso es precisamente lo que hace el pecador cuando entiende lo que el
Hijo de Dios estuvo dispuesto a hacer para salvarlo. No fue simplemente que puso su vida en riesgo,
sino que la entregó para darnos vida. “El justo murió por los injustos para llevarnos a Dios” (1P.
3:18). Y eso debe llenar nuestras bocas de alabanza y gratitud.

 Ahora, supongamos que el caballero que ha salvado a este hombre, no conforme con lo que ha
hecho, ahora lo invita a su casa para el día siguiente con el propósito de entablar una amistad con
él. Al otro día este hombre se dirige a la dirección indicada y para su asombro se da cuenta que el
caballero que le salvó vive en la parte más rica de la ciudad. Y su casa es la mansión más
extraordinaria del sector. Pero su sorpresa es aún mayor cuando comienza a conversar y conocer a
este hombre. Queda profundamente impresionado por su nobleza de carácter, “su bondad, su
inteligencia, su hospitalidad, su sabiduría, su afabilidad, su tacto, su humildad de espíritu”. “En
otras palabras, ahora aprecia la excelencia moral y el valor intrínseco del carácter de su anfitrión,
independientemente de lo que ha hecho por él como su salvador. Y aunque no olvida por un solo
momento que su anfitrión es su salvador, no obstante su gratitud por lo que él hizo por él es ahora
superada por su admiración y aprecio por lo que él es en sí mismo” Y como siguen desarrollando
esa amistad, mientras más le conoce, más le admira. Eso es adoración.
No se trata de un programa religioso o un conjunto de rituales. Uno de los problemas principales con los
que tuvieron que lidiar los profetas de Dios en el AT, era la tendencia del pueblo al formalismo y a
equiparar los actos externos de adoración con la adoración misma. Por ejemplo, en Amos 5:21-23, dice
Dios al pueblo de Israel: “Abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y
si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de
paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las
salmodias de tus instrumentos”.
Ellos estaban haciendo lo que estaban supuestos a hacer: Se reunían en el día establecido, presentaban
sus sacrificios y sus cánticos de alabanza, pero Dios no estaba recibiendo ninguna de esas cosas con
agrado. ¿Por qué? Porque era un ritual sin corazón y sin un verdadero deseo de agradar a Dios.
 Amados hermanos, la verdadera adoración es algo que ocurre esencialmente en el corazón. No se
trata de llevar a cabo un ritual, sino de algo que envuelve todo nuestro ser interior: Nuestro
intelecto, nuestros afectos, nuestra voluntad- No es solo sentimental (error de asumir esto- los
incrédulos no pueden adorar a Dios, pueden unirse a la música pero no adoran)
 La verdadera adoración implica un reconocimiento de la grandeza y majestad de Dios, así como
un corazón maravillado y postrado ante esa grandeza. Y tiene como punto de partida, no lo que
nosotros hacemos por Dios, sino lo que Él ha hecho por nosotros.
 Es por eso que la adoración del pueblo de Dios es descrita en la Escritura como una fiesta solemne.
Como hemos dicho en otras ocasiones, para algunas personas estos términos con incompatibles: si
la adoración es una fiesta, entonces no puede ser solemne, y si es solemne, entonces no puede ser
una fiesta.
 Pero la adoración que la Escritura promueve conjuga ambos elementos perfectamente
entrelazados entre sí y dependiendo uno del otro. Adoramos a un gran Dios, digno de reverencia y
temor, pero al mismo tiempo adoramos a un Padre que se ha compadecido de nosotros y ha
diseñado un plan de redención para que podamos acercarnos a El con confianza.
“La verdadera adoración está llena de gozo precisamente porque está apercibida de cuán temible es Aquel
a quien adoramos, y cuán grande es nuestro privilegio al permitírsenos acercarnos a Él. La verdadera
adoración gozosa permanece siempre apercibida del Dios terrible, temible, admirable y santo que es fuego
consumidor — y es por esta causa que... debe ser llevada a cabo en temor y reverencia. El verdadero gozo
en la adoración no es un ‘happy hour’ [y estoy citando literalmente a este autor]. El verdadero gozo en la
adoración sólo es posible cuando nos damos cuenta de cuán enorme e inconcebible provisión Dios nos ha
dado de ser capacitados para estar delante de Él — y, por lo tanto, qué privilegio indescriptible ahora
tenemos de estar en la presencia de este fuego consumidor”
¿Qué es, entonces, la adoración? ¿Cómo podríamos definirla? A la luz de lo que hemos visto hasta ahora
podemos decir que la adoración es el homenaje que la criatura admirada rinde a Dios de corazón al
contemplar por la fe Su santidad, grandeza, majestad y valor superlativo en contraste con la bajeza,
pequeñez y pecaminosidad de la criatura.

2- ¿CÓMO DEBEMOS ADORAR A DIOS?


Dios ha regulado Su adoración, tanto en el AT como en el NT; de manera que los hombres no deben
tomarse la libertad de adorarle como a ellos les parezca más conveniente, sino como Él lo ha establecido
en Su Palabra.
Este principio descansa en las siguientes premisas:
1. que Dios ha de ser el centro de nuestra adoración;
2. que Él es el Único que puede establecer el modo apropiado de adorarle;
3. que Él nos ha revelado Su voluntad al respecto en las Sagradas Escrituras.
Debemos tener cuidado entonces con algunos peligros que enfrentamos en el ámbito de la práctica de la
adoración. Muchas veces somos influenciados por el subjetivismo y el pragmatismo
 Subjetivismo: creer que yo puedo decidir cómo hacerlo. Lo que a mí me parece mejor, lo que me
divierte más, lo que me ofrece más gozo y alegría. Hoy estamos viviendo el subjetivismo dentro del
cristianismo en el área de la adoración, y temo por el futuro si no establecemos las bases bíblicas.
Ejemplo: el uso de la música.
 Pragmatismo: lo más práctico, lo que todos hacen, lo que aparentemente da más resultado.
¿Cómo se debe adorar al Dios de la Biblia?
 ES PRERROGATIVA DE DIOS Y NO DE SUS CRIATURAS, DETERMINAR LA MANERA CORRECTA DE
ACERCARNOS A EL EN ADORACION:
Y esto no sólo por la autoridad que Dios posee por el hecho de ser Dios, sino también porque la adoración
no es otra cosa que la respuesta que el hombre da a la revelación que Dios nos da de Sí mismo en las
Escrituras. Nosotros no podríamos conocer absolutamente nada acerca de Dios, si Él no hubiese tomado la
iniciativa de revelarse.
En Mt. 11:27 dice el Señor Jesucristo: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie
conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera
revelar”.
Y hablando de la revelación divina, Pablo escribe en 1Cor. 2:11: “Porque ¿quién de los hombres sabe las
cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de
Dios, sino el Espíritu de Dios”.
Sólo Dios se conoce a Sí mismo, y Él tomó la iniciativa de darse a conocer al hombre: a través de Su
creación y a través de Su Palabra. Ahora, el punto es que eso que Dios ha revelado de Sí mismo en las
Escrituras es lo que debe gobernar nuestra adoración. En otras palabras, Su naturaleza determina la
manera como nosotros debemos adorarle. Ese es el principio primario de las Escrituras en lo tocante a la
adoración, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Ejemplo: La razón que se le da al pueblo de Israel para prohibir el uso de imágenes en la adoración a Dios
es el hecho de que ellos no vieron ninguna imagen de El cuándo descendió al monte Sinaí para darles la ley
a través de Moisés. Si ellos trataban de representar a Dios a través de alguna figura física, de seguro
habrían de representarlo erróneamente, porque Dios es Espíritu. Ese es el mismo argumento que usaría
nuestro Señor Jesucristo cientos de años más tarde, al tratar el tema de la adoración con la mujer
samaritana: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. Sea lo
que sea adorar a Dios en espíritu y en verdad, una cosa es clara: Es la naturaleza de Dios lo que
determina el modo como nosotros debemos adorarle.
“Si adoras a Dios a través del uso de imágenes, esto cambiará tu visión de Dios. [¿Saben por qué?
Porque] La forma impacta el contenido. Los medios de la adoración influencian los adoradores en su
comprensión de Dios”
Una adoración superficial y ligera sólo puede ser el producto de ideas superficiales y ligeras sobre el Ser de
Dios; y esa ligereza en la adoración contribuirá a que otras personas tengan opiniones ligeras acerca de El.
La forma impacta el contenido. Si no podemos hacernos ninguna imagen de Dios, ¿cuál es, entonces, la
idea que debemos tener de Él? La que El reveló de Sí mismo en Su Palabra. Esa idea revelada de Dios
debe gobernar nuestra adoración, que es lo mismo que decir que nuestra adoración debe ser gobernada
por Su Palabra.
Como dijo Terry Jonson, en el culto público debemos “leer la Palabra, predicar la Palabra, cantar la
Palabra, orar la Palabra y administrar la Palabra visible.” Para esto se necesita que los ministros que guían
la adoración sean conocedores de la Palabra, un líder de alabanza no debe ser escogido porque canta bien,
un instrumentista no debe ser escogido porque toca bien, sino porque conoce la Palabra de Dios y guiará al
pueblo en verdadera adoración. Alguien dijo una vez: los líderes de alabanza deben ser teólogos.
Cuando nos apartamos de Su Palabra, estamos adorando a un dios de nuestra propia imaginación y, por
lo tanto, estamos violando el primero y el segundo mandamiento de Su ley moral. La naturaleza de Dios
determina nuestra adoración, y nuestra adoración dice algo del Dios al cual adoramos.
 HA DE SER DIOS, Y NO LA CRIATURA PECADORA, QUIEN ESTABLEZCA LOS PARAMETROS QUE
RIGEN SU ADORACION:
La Biblia enseña que el pecado dañó severamente nuestro entendimiento y que ese entendimiento dañado
es una fábrica de idolatría. Esa es básicamente la enseñanza de Pablo en Rom. 1:18-25.
El hombre comienza en su injusticia deteniendo la verdad; pero como es un ser esencialmente religioso,
creado para darle gloria a Dios, termina cambiando la verdad de Dios por la mentira, “honrando y dando
culto a las criaturas antes que al Creador”. Dejado a su propia inclinación, el hombre nunca podrá adorar
adecuadamente al único Dios vivo y verdadero.
 LA BIBLIA CONDENA EXPRESAMENTE TODO TIPO DE ADORACION QUE NO HAYA SIDO ORDENADA
POR DIOS:
Dice en Deut. 4:12: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis
los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno”. Y más adelante, en Deut. 12:32: “Cuidarás
de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás” (Deut. 12:32).
Hacer una cosa o la otra, añadir o restar, se consideraría un acto de rebelión que no podía ser tolerado. Y el
Espíritu Santo guio a los autores sagrados a dejar en el relato bíblico un registro de las consecuencias
funestas de tomar en poco estas advertencias.
Nadab y Abiú fueron castigados por encender en el tabernáculo de reunión un fuego extraño que Dios no
había mandado: “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos
fuegos, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les
mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. Entonces dijo
Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en
presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló” (Lv. 10:1-3). Noten que ellos no encendieron
un fuego que Dios había prohibido; el problema fue que hicieron algo como parte del ritual en el
Tabernáculo que Dios no había mandado, y fueron castigados por su temeridad.
El caso de Uza en 2Sam. 6 es similar. Cuando Israel recuperó el arca de mano de los filisteos, David decidió
transportarla a Jerusalén en un carro nuevo tirado por bueyes (2Sam. 6:3). Ésta era una forma muy práctica
de llevar el arca; el problema es que esa no era la manera establecida por Dios para transportar el
contenido de las cosas sagradas del Tabernáculo, y esa innovación tan práctica le costó la vida a Uza
cuando intentó sostener el arca que se caía porque los bueyes tropezaban (comp. 2Sam. 6:3, 13).
Cuando David intentó transportar el arca por segunda vez, vemos en 1Cro. 15:2 que tuvo mucho cuidado
de hacerlo tal como Dios lo había mandado: “Entonces dijo David: El arca de Dios no debe ser llevada sino
por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová para que lleven el arca de Jehová, y le sirvan
perpetuamente”. Esta vez decidió no ser pragmático, sino obediente.
Otro ejemplo que podemos citar en el antiguo pacto es el de Saúl. Cuando quiso ofrecer sacrificios pasando
por alto el mandato expreso de Dios, Samuel lo amonestó severamente: “¿Se complace Jehová tanto en
los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer
es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1Sam. 15:22).
“Bueno hermano, eso era en el AT. Pero ahora en el nuevo pacto es diferente”. Mis amados hermanos, el
celo que Dios mostró por Su adoración en el antiguo pacto es el mismo que encontramos en el nuevo.
Algunas personas se sienten atraídas por todo lo que produzca en ellos una especie de éxtasis religioso,
independientemente de si esas prácticas son sancionadas o no por las Sagradas Escrituras. “Yo no se si
eso es bíblico o no, lo que yo se es que es mi espíritu se eleva en ese tipo de culto”.
Nosotros no venimos a la iglesia a sentir que adoramos, sino a adorar. Y la única adoración que es
aceptable en la presencia de Dios es aquella que El estableció en Su Palabra, ya sea por precepto o por
ejemplo.
 LA IGLESIA ES LA CASA DE DIOS, NO LA NUESTRA Y, POR LO TANTO, EN ELLA DEBEMOS
CONDUCIRNOS COMO EL DUEÑO HA DISPUESTO Y NO COMO NOSOTROS DESEAMOS:
Esa es la razón por la que Pablo da instrucciones tan precisas a Timoteo en cuanto a la forma de adorar:
“Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1Tim.
3:14-15).
“Timoteo, no olvides que la iglesia no es tu casa, ni la casa de los hermanos que allí se congregan; la iglesia
es la casa de Dios y, por lo tanto, es la voluntad del Dueño la que debe ser implantada y no la voluntad de
nadie más”
 FINALMENTE, CUANDO AÑADIMOS PRÁCTICAS EXTRA BÍBLICAS PARA HACER LA ADORACIÓN
MÁS ATRACTIVA O PARA AUMENTAR LA DEVOCIÓN DEL PUEBLO DE DIOS, ESTAMOS
IMPUGNANDO LA SABIDURÍA DE CRISTO Y LA SUFICIENCIA DE LAS ESCRITURAS.
Estamos implicando que hay cosas útiles para nosotros que Cristo no mandó ni enseñó en Su Palabra
inspirada. Pero eso contradice abiertamente lo que la Biblia afirma acerca de sí misma.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, dice Pablo en 2Tim. 3:16-17, y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra”.
Porque “toda la Escritura es inspirada”, toda ella es útil para “que el hombre de Dios”, pueda llegar a la
madurez y estar plenamente capacitado para llevar a cabo la obra del ministerio. Dado que la adoración
es una parte esencial de esa obra, la Escritura debe ser suficiente para regularla.
Por lo tanto, esta Palabra es todo lo que necesitamos para adorar a Dios en una forma que sea agradable a
Él y beneficioso para nosotros. “... el modo aceptable de adorar al verdadero Dios está instituido por Él
mismo, y está de tal manera limitado por su propia voluntad revelada que no se debe adorar a Dios
conforme a las imaginaciones e invenciones de los hombres o a las sugerencias de Satanás, ni bajo
ninguna representación visible ni en ningún otro modo no prescrito en las Santas Escrituras”.
Jn. 4:23-24. “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y
los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.

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