Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4
Hoy es 24 de Marzo de 2019.
Una fecha que nunca es una fecha más, un
día que no es como cualquier otro día del calendario. Hoy recordamos el inicio de la más sangrienta Dictadura que tuviera lugar en nuestro país, y que fuera el último capítulo de una historia de violencia política, en la cual los grupos de poder encontraron un enemigo posible en cada etapa de la misma, desde el exterminio de los pueblos originarios, con la persecución de los movimientos populares, pasando por la dictadura de Onganía y Lanusse, que tendría su episodio más significativo en la Masacre de Trelew. Los nombres de Miguel Polti y Alfredo Kohon se suman a los de los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, referentes de la dirigencia sindical y social del momento, militantes por la defensa de los Derechos Humanos, representantes de los movimientos sociales y revolucionarios de la época y de la región. Los cuerpos de las víctimas fueron el campo de batalla en el cual los genocidas marcaron su territorio. La saña fue mayor cuando se trataba de mujeres, que habían rechazado el mandato tradicional de ser madres, para abrazar la lucha popular. Las disidencias sexuales y el judaísmo fueron también estímulo para la ferocidad de estos sicarios. Cada secuestro, cada desaparición, cada asesinato, cada exilio tenía un objetivo claro, un fin determinado. Se llevaron a los mejores, y durante mucho tiempo pagamos un caro precio por ello. Los genocidas, en cuanto ejecutores de un plan diseñado para imponer un plan económico neoliberal, no actuaron solos. Contaron con la complicidad de los medios de comunicación, las instituciones religiosas, la justicia y los monopolios económicos. Para alcanzar ese nivel de miseria planificada, fue necesario suprimir toda capacidad de lucha del movimiento obrero, eliminando además los derechos que los protegían. Persistieron, sin embargo, algunos focos de resistencia por parte de sectores intelectuales y obreros, traducidos en sabotajes en las fábricas, por medio de la difusión de noticias y volantes impresos en la clandestinidad, entre los abogados que asistían a los familiares de los desaparecidos, en la lucha incansable de las Madres y Abuelas de la Plaza, para culminar en las grandes huelgas y manifestaciones de 1982. Nuestra ciudad no fue ajena a esta resistencia. Recordamos, así, la búsqueda incansable que llevaron adelante, en soledad, Alejandra Apis de Paulín, Celina Generich de Crosetto, Albina Mengarelli de Duretto y Nélida Merlino de Devallis, mujeres que nunca recibirán un homenaje suficiente y cuya memoria florece en cada lucha. Esos años de resistencia nos llevaron a lograr el regreso a la Democracia, la cual muchas veces se vio amenazada. La salida fue siempre institucional. Y fue dentro de ese marco institucional que el neoliberalismo volvió a hacerse del poder, en la década de los 90 y en 2015, proponiendo, en las dos oportunidades, el cambio, la transparencia, la eliminación de la pobreza. Nada de eso se cumplió. En cambio, se eliminaron las retenciones a las exportaciones de materias primas y a la minería, o se redujeron a valores absurdos, y se dolarizaron las tarifas que cada uno de nosotros debe pagar por el uso de la energía, las rutas y el transporte. Cada una de estas medidas fue ejecutada por los representantes que los grupos monopólicos ubicaron en puestos claves de la administración pública. Todas estas decisiones llevaron al desfinanciamiento del Estado. Entonces el Gobierno tuvo que recurrir, como sucediera durante la dictadura o en la década del noventa, al apoyo del usurero internacional: el FMI, que desangra a la Nación y pone en juego nuestra Soberanía. Como resultado de tal asociación ilícita, se inició un programa de ajuste brutal, un nuevo capítulo de MISERIA PLANIFICADA, el cual: -Amputa los ingresos de los jubilados. -Lleva la desocupación a valores superlativos. -Desarticula la vida laboral. -Provoca la pérdida del valor adquisitivo del salario frente a la inflación. -Despoja de tierras a campesinos y pueblos originarios. -Desfinancia el desarrollo científico y tecnológico. -Destruye rápida y sistemáticamente al sector de las PyMES. -Empuja a la miseria a grandes sectores de la población. -Desmantela la Salud Pública. -Destruye la Educación Pública. -Desfinancia a los organismos encargados de llevar adelante las políticas destinadas a erradicar la violencia contra las mujeres, lesbianas, travestis y trans. -Militariza el país, utilizando para ese fin al Ministerio de Seguridad. -Profundiza la criminalización de la Protesta Social. -Exalta la doctrina del gatillo fácil, representado en casos emblemáticos como el del oficial de policía Chocobar, o en hechos como el recientemente sucedido en nuestra ciudad. Estas medidas económicas no podrían haber sido aprobadas sin el acompañamiento de quienes, en cuanto representantes del voto popular, traicionaron esa voluntad. Pero estos nuevos neoliberales amables y campechanos no están solos en su barbarie. Una vez más, y como durante la dictadura, cuentan con el apoyo de los medios hegemónicos de comunicación, de un sector de la Justicia y de diferentes instituciones religiosas. La existencia de presos políticos ha sido reiteradamente denunciada por los escasos medios de comunicación opositores, o a través de las redes sociales. El caso de Milagro Sala en Jujuy y de tantos otros han sido puestos en evidencia y condenados por la Organización de las Naciones Unidas y por Amnesty International, entre otros. Los funcionarios del gobierno han despreciado tales manifestaciones. El silencio de ciertas instituciones se parece mucho a la complicidad. Cuentan, finalmente, con el apoyo político, económico y cultural que Estados Unidos les brinda a través de sus delegados en el Poder Judicial o en los grupos económicos monopólicos. Esta intervención no se limita a nuestro país. La situación que se da actualmente en países como Brasil y, especialmente, Venezuela, es lo suficientemente gráfica para describir el estado actual en que se encuentra América Latina. A pesar de estas defecciones, los juicios por crímenes de lesa humanidad han continuado, lográndose sentencias históricas, como en la mega causa ESMA o en la que condenó a los responsables del Campo de Exterminio de La Perla. La tipificación de la violación de detenidas desaparecidas como crimen de Lesa Humanidad se dio, también, en el contexto del abandono de la política llevada a cabo en el campo de los Derechos Humanos por parte del actual gobierno tanto nacional como provincial. En nuestra Provincia comenzó, en noviembre de 2018, el juicio por la Causa Montiveros, el cual ya tuvo su sentencia, con la condena a prisión perpetua de los responsables, el día 12 de marzo. La movilización popular también constituye un foco de resistencia como pudo verse, con claridad, cuando se logró que se retrocediera en el intento de aplicar la regla del 2 por 1 para aquellos condenados por crímenes de lesa humanidad. En vista, entonces, de esta situación: Reclamamos cárcel efectiva para todos los genocidas militares y civiles. No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos y seguimos exigiendo justicia. Marchamos, porque es fundamental demostrar que no nos quedamos esperando el desastre, y porque tenemos la responsabilidad de denunciar aquello que creemos atenta contra nuestro presente y nuestro futuro. Recordamos, porque en la mirada de nuestros ausentes, en los pañuelos de nuestras Madres y en la búsqueda de nuestras Abuelas está marcado el rumbo que debemos seguir. Celebramos, porque la Memoria es de todos, y nadie podrá contra ella, porque la Memoria será origen de Verdad y fuente de Justicia. Porque, como escribiera alguna vez Ariel Dorfman, "La memoria, como el coraje, no existe en el vacío."