La Comedia Humana

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HONORATO DE BALZAC

LA COMEDIA
HUMANA

E D IC IO N

PREPARADA

POR

AUGUSTO ESCARPIZO

om o

XI

EDITORIAL LORENZANA
BARCELONA

Primera edicin: Diciembre 1964


Segunda edicin: Septiembre 1968
Tercera edicin: Octubre 1969

Distribucin Exclusiva de
SELECCIONES EDITORIALES
Muntaner, 467 - Barcelona-6 (Espaa)

By Selecciones Editoriales 1969


Depsito legal:

L it. H ijos

de

S. D u ra , S. A., A

4.552 - 1969
ngel

uim era ,

29, V alencia

ESTE TOMO CONTIENE LAS SIGUIENTES OBRAS:

Las rivalidades:
1)

La solterona.

2)

El gabinete de antigedades.

Ilusiones perdidas:
1)

Los dos poetas.


T r a d u cc i n : J uan G odo Costa

LAS RIVALIDADES
1. La Solterona

LA SOLTERONA
I
LA CASTA SUSANA Y SUS DOS ANCIANOS
Muchas personas han debido encontrar en ciertas pro
vincias de Francia un nmero ms o menos grande de
caballeros de Valois, porque haba uno en Normanda, otro
en Bourges, otro floreca en 1816 en la ciudad de Alengon
y quiz tambin el Medioda posea el suyo. Pero aqu ca
rece de importancia todo ello. Estos caballeros, entre los
cuales hubo sin duda algunos que eran Valois como
Luis XV era Borbn, se conocan tan poco, que haba nece
sidad de hablar de los unos a los otros. Por otra parte,
todos ellos dejaban en completa tranquilidad a los Bor
bones en el trono, de Francia, porque es cosa segura que
Enrique IV lleg a ser rey a falta de un heredero varn
en la primera rama de Orlens-, llamada de Valois. Si exis
ten Valois, proceden de Carlos de Valois, duque de Angu
lema, hijo de Carlos IX y de Mara Touchet, y cuya poste
ridad masculina se extingui, salvo que se demuestre lo
contrario, en la persona del abate de Rothelin; y los ValoisSaint-Remy, que proceden de Enrique II, se extinguieron
a su vez en la famosa Lamothe-Valois, envuelta en el asun
to del Collar de la Reina.

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H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Cada uno de estos caballeros, si los informes son exac


tos, fue, como el de Alengon, un anciano gentilhombre alto,
flaco y sin fortuna. El de Bourges haba emigrado, el de
Turena se haba escondido, el de Alengon haba guerreado
en la Vende, y hecho un poco de chun. La mayor parte
de la juventud de este ltimo haba transcurrido en Pars,
donde la Revolucin le sorprendi a la edad de treinta
aos en medio de sus conquistas. Aceptado por la alta
aristocracia de provincias como un verdadero Valois, el
caballero Valois de Alengon hacase distinguir, como sus
homnimos, por excelentes maneras, y pareca hombre de
alta compaa. Coma todos los das fuera de casa y ju
gaba todas las noches. Pasaba por hombre muy inteli
gente merced a uno de sus defectos, que consista en con
tar un gran nmero de ancdotas sobre el reinado de
Luis XV y sobre los comienzos de la Revolucin. Cuando
uno oa estas historietas por primera vez, precanle bas
tante bien narradas. El caballero de Valois, por otra parte,
tena la virtud de no repetir sus ingeniosas frases perso
nales y de no hablar nunca de sus amoros; pero sus gra
cias y sus sonrisas cometan deliciosas indiscreciones. Este
buen hombre usaba el privilegio que tienen los viejos gentileshombres volterianos de no ir nunca a misa, y la gente
tena una excesiva indulgencia para con su irreligin en
favor de su abnegacin por la causa monrquica. Una de
sus gracias ms notables era el modo, sin duda imitado
de Mol, con que tomaba tabaco de una viqja cajita de
oro adornada con el retrato de una princesa "Goritza, encan
tadora hngara, clebre por su belleza hacia el final del
reinado de Luis XV. Aficionado en su juventud a esta
ilustre extranjera, hablaba siempre de ella con emocin
y habase batido por ella contra el seor de Lauzun. Con
tando a la sazn unos cincuenta y ocho aos, no confesaba
ms que cincuenta; poda permitirse este inocente engao,
ya que, entre las ventajas de las personas flacas y rubias,
conservaba el aspecto juvenil que tanto en los hombres
como en las mujeres retrasa la apariencia de la vejez. S,
debis saber que toda la vida, o toda la elegancia que
constituye la expresin de la vida, reside en la esbeltez del
talle. Al nmero de las propiedades del caballero hay que

LA SOLTERONA

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aadir la nariz prodigiosa de que le haba dotado la natu


raleza. Esta nariz divida vigorosamente en dos secciones
una cara plida que parecan no conocerse la una a la otra,
y de las que una sola se enrojeca durante el trabajo de la
digestin. Este hecho es digno de notarse, en una poca
en que la fisiologa se ocupa tanto del corazn humano.
Esta incandescencia se situaba a la izquierda. Aunque las
piernas altas y delgadas, el cuerpo flaco y la cara plida
del seor de Valois anunciasen que no gozaba de muy buena
salud, sin embargo coma como un ogro y pretenda tener
una enfermedad designada en provincias con el nombre de
hgado caliente, sin duda para hacer disculpar su excesivo
apetito. La circunstancia de sus colores rojos apoyaba sus
pretensiones; pero en una regin en la que las comidas se
desarrollan sobre lneas de treinta o cuarenta platos, y du
ran cuatro horas, el estmago del caballero pareca una
bendicin concedida por la Providencia a aquella buena
ciudad. Segn algunos mdicos, aquel color rojo situado
a la izquierda denota un corazn prdigo. La vida galante
del caballero confirma estos asertos cientficos, cuya respon
sabilidad no pesa, afortunadamente, sobre el historiador.
A pesar de estos sntomas, el seor de Valois posea una
organizacin nerviosa y, por lo tanto, vivaz. Si su hgado
arda, para emplear una vieja expresin, su corazn no
era menos incandescente. Si su rostro ofreca algunas arru
gas, y si sus cabellos eran plateados, un observador adver
tido habra notado en ello las marcas de la pasin y los
su reos dt.i rincer. En efecto, en su cara se advertan aque
llas amigas 'logantes tan corrientes en la corte de Afro
dita. En aquel caballero coquetn todo revelaba las cos
tumbres del hombre de mujeres (ladies man): era tan
minucioso en sus abluciones, que sus mejillas daban gusto
de ser contempladas, parecan lavadas con un agua mila
grosa. La parte del crneo que los cabellos se negaban a
cubrir, brillaba como marfil. Sus cejas, como sus cabellos,
liaban la apariencia de juventud merced a la regularidad
que les imprima el peine. Su piel, ya blanca de por s,
pareca an ms blanca por efecto de algn secreto. Sin
llevar perfumes, el caballero exhalaba una especie de per
fume de juventud. Sus manos de aristcrata, cuidadas

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H . DE BALZAC:

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como las de una mujer coqueta, atraan las miradas por


sus uas rosadas y bien recortadas. En fin, sin su nariz
magistral y superlativa habra parecido un ser en extremo
acicalado. Hay que decidirse a estropear este retrato decla
rando que el seor de Valois era muy bajito. Este caba
llero se pona algodn en los odos y luca an en sus orejas
dos pequeos pendientes que representaban cabezas de
negro, de diamantes, admirablemente hechos, por otra par
te. Pero l justificaba este singular aditamento diciendo
que desde que le haban perforado las orejas, le haban
abandonado las jaquecas; porque haba tenido jaquecas!
No queremos hacer pasar a este caballero por un hombre
cabal; pero no hay que perdonar a los viejos solterones,
cuyo corazn enva tanta sangre al rostro, adorables ridcu
los, basados quizs en sublimes secretos? Por otra parte,
el caballero de Valois rescataba sus cabezas de negro por
medio de tantas otras gracias, que la sociedad haba de
hallarse suficientemente indemnizada. Se daba realmente
un gran trabajo en ocultar sus aos y agradar a sus amis
tades. Hay que sealar ante todo el cuidado extremado que
dedicaba a su ropa blanca, la nica distincin que pueden
tener hoy da en el vestir las personas como es debido:
la ropa blanca del caballero era siempre de una finura y
blancura aristocrticas. En cuanto a su traje, aunque fuese
de una notable pulcritud, estaba siempre usado, pero sin
manchas ni arrugas. La conservacin del traje rayaba en
lo prodigioso para aquellos que notaban la elegante indi
ferencia del caballero sobre este punto; no llegaba al ex
tremo de cepillarlo con vidrio, mtodo inventado por el
prncipe de Gales, pero el seor de Valois pona en seguir
los rudimentos de la alta sociedad inglesa una fatuidad
personal que apenas poda ser apreciada por la gente de
Alengon. Acaso el mundo no debe consideracin a aquellos
que se esfuerzan en conservar la lozana? No hay en ello
el cumplimiento del ms difcil de los preceptos del Evan
gelio, a saber, el que ordena devolver bien por mal? Esta
lozana de toilette, este cuidado armonizaba muy bien con
los ojos azules, con los dientes de marfil y la rubia persona
del caballero. Tnicamente que este Adonis retirado no
tena nada de masculino en su aspecto, y pareca emplear

LA SOLTERONA

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colorete para ocultar las ruinas ocasionadas por el servi


cio militar de la galantera. Para decirlo todo, la voz pro
duca como una anttesis en la rubia delicadeza del caba
llero. A menos de que os adhirieseis a la opinin de algunos
observadores del corazn humano, y pensarais que el caba
llero posea la voz de su nariz, su rgano nos habra sor
prendido por unos sonidos amplios y redundantes. Sin
poseer el volumen de los colosales bajos cantantes, el tim
bre de esta voz agradaba por su acento parecido a los del
cuerno ingls, resistentes y suaves, fuertes y aterciopelados.
El caballero haba repudiado la ridicula costumbre que
conservaron algunos monrquicos, y se haba modernizado
francamente: apareca siempre vestido con un traje marrn
de dorados botones, un pantaln con hebillas de oro y un
chaleco blanco sin bordados, una corbata apretada sin cue
llo de camisa, ltimo vestigio de la antigua toilette fran
cesa, a la que haba podido tanto menos renunciar cuanto
que de este modo poda mostrar su cuello de abate coman
ditario. Sus zapatos se recomendaban por unas hebillas de
oro cuadradas, de las que la actual generacin no conserva
ningn recuerdo, y que se aplicaban encima de un cuero
negro acharolado. El caballero dejaba ver dos cadenas de
reloj que colgaban paralelas de cada uno de los bolsillos
del chaleco, otro vestigio de las modas de] siglo xvm que
los increbles no haban desdeado bajo el Directorio. Esta
indumentaria de transicin que una dos siglos entre s, el
caballero la llevaba con aquella elegancia de marqus cuyo
secreto se perdi para la escena francesa el da en que
desapareci Fleury, el ltimo discpulo de Mole. La vida
privada de este viejo soltero estaba en apariencia abierta
a todas las miradas, pero era en realidad misteriosa. Ocu
paba un modesto apartamento en la calle del Cours, en el
segundo piso de una casa que perteneca a la seora Lardot,
la lavandera de ropa fina que ms trabajaba en toda la
ciudad. Esta circunstancia explicaba el esmero excesivo de
su ropa blanca. La desgracia quiso que un da la ciudad
de Alengon pudiese creer que el caballero no se haba com
portado siempre como tal y que en su ua se hubiera casado
secretamente con cierta Cesarina,
i de un nio que

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H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

haba cometido la impertinencia de venir al mundo sin


que le llamasen.
Dio la mano dijo entonces un tal seor Du Bousquier a aquella que durante tanto tiempo le haba pres
tado la plancha.
Esta horrible calumnia apesadumbr tanto ms los vie
jos das del remilgado gentilhombre cuanto que la escena
actual lo presentar perdiendo una esperanza largo tiempo
abrigada y por la cual haba hecho muchos sacrificios. La
seora Lardot alquilaba al caballero de Valois dos habita
ciones en el segundo piso de su casa por la mdica suma
de cien francos anuales. El digno gentilhombre, que coma
todos los das fuera de casa, slo regresaba a ella para
acostarse. Su nico gasto era, pues, su almuerzo, que con
sista invariablemente en una taza de chocolate, acompa
ada de mantequilla y fruta segn la estacin del ao. No
encenda lumbre ms que en los inviernos ms crudos, y
solamente en el momento de levantarse de la cama. Entre
las once y las cuatro paseaba, iba a leer los diarios y haca
visitas. Desde que se estableci en Alengon haba confesado
noblemente su miseria, diciendo que su fortuna consista
en seiscientas libras de renta vitalicia, nico vestigio de su
antigua opulencia que le entregaba trimestralmente su an
tiguo agente de negocios, en cuyas manos estaba el ttulo
de constitucin. En efecto, se trataba de un banquero de
la ciudad que reciba, cada tres meses, ciento cincuenta
libras enviadas por un tal Bordin, de Pars, el ltimo de
los procuradores del Chtelet. Cada cual supo todos estos
detalles a causa del profundo secreto que el caballero exi
gi a la persona a la cual el caballero hizo su primera con
fidencia. El seor de Valois cosech los frutos de su infor
tunio: tuvo su cubierto en la mesa de las casas ms distin
guidas de Alengon y fue invitado a todas las veladas. Su
talento de jugador, de narrador, de hombre amable y de
buena compaa fue tan bien apreciado, que pareca como
si faltara todo en las reuniones a las que no asista. Los
amos de casa y las damas tenan necesidad de su pequea
mueca de aprobacin. Cuando una joven oa en un baile
que el anciano caballero le deca: "Estis encantadora con
ese vestido sentase ms dichosa por este elogio que por

LA SOLTERONA

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la desesperacin que ocasionaba a su rival. El seor de


Valois era el nico que poda pronunciar bien ciertas fra
ses de la antigua poca. Las palabras mon coeur, mon bijou,
mon petit chou, ma reine, todos los diminutivos amorosos
del ao 1770 adquiran una gracia irresistible en su boca;
en fin, posea el privilegio de los superlativos. Sus cumpli
dos, de los que por otra parte era avaro, le granjeaban las
simpatas de las viejas; adulaba a todo el mundo, incluso
a los hombres administrativos, de los cuales no tena nece
sidad. Su conducta en el juego era de una distincin que
le habra hecho destacarse en cualquier sitio; no se que
jaba nunca y alababa a sus adversarios cuando perdan;
no reprenda jams la educacin de sus compaeros de
juego demostrando el modo mejor de hacer una jugada.
Cuando, en el momento en que se daban las cartas, se
establecan repugnantes disertaciones, el caballero sacaba
su cajita de rap con un gesto digno de Mol, miraba a la
princesa Goritza,. levantaba dignamente la tapa y tomaba
una pulgarada de tabaco; luego, cuando se haban repar
tido las cartas y haba provisto de rap los antros de su
nariz, volva a colocar la tabaquera en su chaleco, siempre
a la izquierda. Unicamente un gentilhombre del buen siglo
(por oposicin al gran siglo) poda haber inventado esta
transaccin entre un silencio despectivo y la stira que no
habra sido comprendida. Su encantadora igualdad de hu
mor haca que muchas personas dijesen: "Admiro al caba
llero de Valois. Su conversacin, sus maneras, todo en l
pareca rubio como su persona. Procuraba no contrariar a
nadie, fuese hombre o mujer. Indulgente para con los de
fectos corporales como para con los defectos morales, escu
chaba pacientemente, con ayuda de su tabaquera, a las
personas que le referan las pequeas miserias de la vida
de provincias: el huevo mal cocido del almuerzo, el caf
cuya leche estaba agria, los detalles burlescos sobre la
salud, los sobresaltos al despertar, los sueos y las visitas.
El caballero posea una mirada lnguida, una actitud cl
sica para fingir compasin que hacan de l un delicioso
oidor; colocaba un Ah, un Bh! y un I vos, cmo lo
hicisteis? con una maravillosa oportunidad. Muri sin que
nadie hubiera sospechado jams que durante estos aludes

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I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

de bobadas l estaba rememorando los captulos ms ar


dientes de su idilio con la princesa Goritza. Ha pensado
nunca nadie en los servicios que un sentimiento puede
prestar a la sociedad, cun sociable y til es el amor? Esto
puede explicar por qu, a pesar de que ganaba constante
mente en el juego, el caballero continuase siendo el nio
mimado de la ciudad, porque nunca abandonaba un saln
sin llevarse unas seis libras de ganancia. Sus prdidas, que
por otra parte no dejaba de pregonar, eran muy raras. To
dos los que le haban conocido confiesan que jams haban
encontrado en ningn sitio, ni siquiera en el Museo egipcio
de Turn, una momia tan simptica. En ningn pas del
inundo revisti el parasitismo formas tan graciosas. Nunca
el egosmo ms concentrado se mostr ms oficioso ni
menos ofensivo que en aquel gentilhombre, y equivala a
una amistad abnegada. Si alguien iba a pedirle al seor
de Valois que le hiciese un pequeo favor que poda mo
lestar a ste, tal persona no se alejaba nunca del caballero
sin haber quedado prendado de l, sin haberse convencido
sobre todo de que el caballero no poda hacer nada por su
asunto o que incluso poda estropearlo con su intervencin.
Para explicar la problemtica existencia del caballero,
el historiador, a quien la verdad, era cruel libertina, pone
el dogal en el cuello, debe decir que ltimamente, tras las
tristes y gloriosas jornadas de julio, Alentjon supo que la
suma ganada en el juego por el seor de Valois ascenda
por trimestre a unos ciento cincuenta escudos, y que el
ingenioso caballero haba tenido el valor de enviarse a s
mismo su renta vitalicia, para que no pareciera estar sin
recursos en una regin en la que a la gente le gusta lo
positivo. Muchos de sus amigos (l haba muerto, tened en
cuenta este punto) han disputado mordicus esta circuns
tancia, la han tratado de fbula, teniendo al caballero de
Valois por un respetable y digno gentilhombre al que los
liberales calumniaban. Afortunadamente para los jugado
res, en la galera se encuentran personas que les sostienen.
Avergonzados de tener que justificar una cosa mal hecha,
estos admiradores la niegan intrpidos; no les tildis de
obstinados; esos hombres tienen el sentimiento de su dig
nidad: los gobiernos les dan el ejemplo de esta virtud que

LA SOLTERONA

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consiste en enterrar por la noche a sus muertos sin ento


nar el Te Deum de sus derrotas. Si el caballero se permiti
este rasgo de diplomacia, que por otra parte le habra
valido la estima del caballero de Gramont, una sonrisa del
barn de Foneste, un apretn de manos dl marqus de
Moneada, era por ello menos el invitado amable, el hom
bre de ingenio, el jugador inalterable, el fascinante narra
dor que haca las delicias de Alengon? Por otra parte, esta
accin, que entra en las leyes del libre albedro, en qu
es contraria a las costumbres elegantes de un gentilhom
bre? Cuando tantas personas se ven obligadas a servir
rentas vitalicias a otro, qu hay ms natural que hacer
una, voluntariamente, al mejor amigo que tienen uno? Pero
Layo ha muerto... Al cabo de unos quince aos de llevar
este tren de vida, el caballero haba amontonado diez mil
y algunos centenares de francos. Al regresar los Borbones,
uno de sus viejos amigos, el marqus de Pombreton, anti
guo teniente de los mosqueteros negros, le haba devuelto,
segn dicen, mil doscientas pistolas que le haba prestado
para que emigrase. Este suceso caus sensacin; fue opues
to posteriormente a las bromas inventadas por el Consti
tucional sobre el modo de pagar las deudas algunos emi
grados. Cuando alguien hablaba de este noble rasgo del
marqus de Pombreton en presencia del caballero, el pobre
hombre se sonrojaba hasta la mejilla derecha. Todo el
mundo se diverta entonces a costas del seor de Valois,
quien iba consultando a la gente de dinero sobre el modo
en que deba emplear aquellos restos de fortuna. Confiando
en los destinos de la Restauracin, coloc su dinero en el
Libro de la Deuda Pblica, en el momento en que las ren
tas valan 56 francos 25 cntimos. Los seores de Lenoncourt, de Navarreins, de Verneuil, de Fontaine y de la Billardiere, de los cuales era conocido, hicieron que obtuviese
una pensin de cien escudos sobre el arca del rey, y le
enviaron la Cruz de San Luis. Nunca supo nadie por qu
medio obtuvo el anciano caballero estas dos consagracio
nes solemnes de su ttulo y de su calidad; pero es seguro
que la Cruz de San Luis le autorizaba a tomar el grado
de coronel retirado a causa de sus servicios en los ejrcitos
catlicos del Oeste. Adems de su ficcin de renta vitalicia,

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H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

de la que'ya nadie se preocupaba, el caballero tuvo autn


ticamente mil francos de renta. A pesar de esta mejora, no
cambi nada en su vida ni en sus maneras; nicamente la
cinta roja sent a maravilla a su traje marrn y complet,
por as decirlo, la fisonoma del gentilhombre. A partir
de 1802, el caballero sellaba sus ttulos con un sello de oro,
muy viejo, bastante mal grabado, pero en el que los Casteran, los Esgrignon y los Troisville podan ver que lle
vaba partido de Francia y gules con cinco losanges de oro
rematados en cruz. El escudo entero, con jefe de sable con
cruz de argent. Como sello, el casco de caballero. Como
divisa: VALEO. Con tan nobles armas, el pretendido bas
tardo de los Valois deba y poda montar en todas las
carrozas reales del mundo. Muchas personas han envidiado
la agradable existencia de este soltern, llena de partidas
de boston, de tablas reales, de revesino, de whist bien juga
das, de comidas bien digeridas, de pulgaradas de rap to
madas con elegancia, de tranquilos paseos. Casi todo Alengon crea que esta vida estaba exenta de ambicin y de
intereses graves; pero nadie tiene una vida tan sencilla
como la que le hacen los que le envidian. Descubriris en
las aldeas ms olvidadas ciertos moluscos humanos, rot
feros muertos en apariencia, que tienen la pasin de los
lepidpteros o de la conquiliologa, y que se buscan las
mil y una molestias para obtener yo no s qu clase de
mariposas o la concha Veneris. No solamente el caballero
tena sus colecciones, sino que incluso alimentaba un ambi
cioso deseo con un tesn digno de Sixto V: quera casarse
con una solterona rica, sin duda con la intencin de ser
virse de ella como punto de apoyo para abordar las esferas
elevadas de la corte. En ello resida el secreto de su empa
que y de su estancia en Alengon.
Un mircoles, muy temprano, a mediados de la prima
vera del ao 16, ste era su modo de hablar; en el momento
en que el caballero se pona su bata de viejo damasco oy,
a pesar del algodn de sus odos, el paso ligero de una
joven que suba la escalera. Pronto se oyeron tres golpes
discretamente dados a la puerta; luego, sin aguardar res
puesta, una hermosa joven deslizse com o una anguila den
tro de la casa del soltern.

LA SOLTERONA

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Ah!, eres t, Susana? dijo el caballero de Valois


sin interrumpir la operacin que haba comenzado, que
consista en pasar la hoja de su navaja de afeitar sobre
un cuero. Qu te trae por ac, pcamela?
Vengo a deciros algo que quizs os cause tanta alegra
como tristeza.
Se trata de Cesarina?
A m qu se me da de vuestra Cesarina! dijo la
joven con aire a la vez travieso, grave y despreocupado.
Esta encantadora Susana, cuya cmica aventura haba
de ejercer tan grande influencia en el destino de los prin
cipales personajes de esta historia, era una obreia de la
seora Lardot. Unas palabras acerca de la topografa de
la casa.
Los talleres ocupaban toda la planta baja. El pequeo
patio serva para tender mediante cuerdas los pauelos
bordados, los cuellos, los puos, las camisas, las corbatas,
los encajes, los vestidos bordados, toda la lencera fina de
las mejores casas de la ciudad. El caballero pretenda
saber, por el nmero de caness de la mujer del recaudador
general, los detalles de sus intrigas; porque haba camisas
y corbatas en correlacin con los caness y los cuellos.
Aunque pudiese adivinarlo todo por medio de esta especie
de tenedura por partida doble de las citas de la ciudad,
el caballero jams cometi una indiscrecin, jams dijo
una stira susceptible de hacer que se le cerrasen las
puertas de una casa (y era lo suficientemente ingenioso
para hacerlo). As tomaris al seor de Valois por un hom
bre de calidad superior y cuyo talento, como el de muchos
otros, se ha perdido en un crculo reducido. Unicamente
que, como era hombre, despus de todo, el caballero se
permita ciertas ojeadas incisivas que hacan temblar a las
mujeres; sin embargo, todas le amaron despus de haber
reconocido cun profunda era su discrecin, cun grande
era la simpata que senta por las lindas flaquezas. La pri
mera obrera, el facttum de la seora Lardot, solterona
de cuarenta y cinco aos, fea que daba miedo, viva frente
por frente del caballero. Encima de ellos no haba ms que
buhardillas en las que se secaba la ropa blanca en invierno.
Cada apartamento se compona, como el del caballero, de

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H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

dos habitaciones iluminadas; una de ellas daba a la calle,


la otra al patio. Debajo del caballero viva un anciano para
ltico, el abuelo de la seora Lardot, antiguo corsario lla
mado Grevin, que haba servido a las rdenes del almi
rante Simeuse en las Indias, y que era sordo. En cuanto
a la seora Lardot, que ocupaba la otra vivienda del primer
piso, senta tan grande debilidad por las personas de con
dicin, que poda pasar por ciega en cuanto se refiriese
al caballero. Para ella, el seor de Valois era un monarca
absoluto que todo lo haca bien. Si una de sus obreras
hubiera sido culpable de una felicidad atribuida al caba
llero, ella habra dicho: "Es tan amable ese hombre!" As,
aunque aquella casa fuese de vidrio, como todas las casas
de provincias, en lo que se refiere al seor de Valois era
tan discreta como una cueva de ladrones. Confidente nato
de las pequeas intrigas del taller, el caballero no pasaba
nunca por delante de la puerta, que casi siempre perma
neca abierta, sin dar algo a aquellas gatitas: chocolate,
caramelos, cintas, encajes, una crucecita de oro, toda clase
de chucheras por las qu se pirran las jvenes. As, el
buen caballero era adorado por todas aquellas muchachas.
Las mujeres poseen un instinto que les hace adivinar a los
hombres que las quieren por el mero hecho de que llevan
faldas, que se sienten felices al lado de ellas, y que no
piensan nunca en pedir neciamente el inters de su galan
tera. Las mujeres tienen en este punto el olfato del perro,
que en un grupo de personas va derecho hacia el hombre
para el cual los anmales son sagrados. El pobre caballero
de Valois conservaba de su primera vida la necesidad de
proteccin galante que distingua antao al gran seor.
Siempre fiel al sistema de la pequea casa, le gustaba enri
quecer a las mujeres, nicos seres que saben recibir, porque
siempre pueden devolver. No es extraordinario que en una
poca en que los escolares, al salir del colegio, tratan de
desentraar un smbolo o interpretar mitos, nadie haya
explicado todava a las jvenes del siglo xvm ? No era el
torneo del siglo xv? En 1550, los caballeros se batan por
las damas; en 1750 exhiban a sus queridas en Longchamp;
hay hacen correr sus caballos; .en todas las pocas, el
gentilhombre ha procurado crearse una manera .de vivir

LA SOLTERONA

23

que le fuese exclusiva. Los zapatos de punta retorcida del


siglo xv eran los tacones rojos del siglo xvm, y el lujo
de las queridas era en 1750 una ostentacin parecida a la de
los sentimientos de la caballera andante. Pero el caballero
ya no poda arruinarse con una querida. En lugar de cara
melos envueltos en billetes de banco, ofreca galantemente
una bolsita de carquioles. Digmoslo en honor de Alenqon:
aquellos carquioles eran aceptados con mayor alegra que
la que en otro tiempo pudo experimentar la Duth al reci
bir un vestido o algn carruaje del conde de Artois. Todas
aquellas jvenes haban comprendido la majestad venida
a menos del caballero de Valois y le guardaban el profundo
secreto de sus familiaridades interiores. Si en la ciudad las
interrogaban en algunas casas acerca del caballero de Va
lois, ellas hablaban gravemente del gentilhombre, le hacan
ms viejo de lo que era; convertase en un seor respetable
cuya vida era una flor de santidad; pero en la casa, ellas
se le habran subido a los hombros como loritos. Les gus
taba saber los secretos que descubren las lavanderas en
el seno de los hogares; iban, pues, por la maana a con
tarle las intrigas de Alengon; l las llamaba gacetas ambu
lantes, folletines vivientes; nunca el seor de Sartines tuvo
espas tan inteligentes ni menos caros, y que hubiesen con
servado tanta honra desplegando tanta picarda. Observad
que durante el almuerzo, el caballero se diverta como un
bendito.
Susana, una de sus favoritas, inteligente, ambiciosa, te
na madera de Sofa Arnould; era, por otra parte, bella
como la ms bella cortesana que jams haya invitado Ticiano a posar sobre un terciopelo negro para ayudar a su
pincel a crear una Venus; pero su rostro, aunque fino en
el dibujo de los ojos y de la frente, pecaba en la parte
baja por unos contornos vulgares. Era la belleza normanda,
fresca, lozana, llena; la carne de Rubens que habra que
casar con los msculos del Hrcules Farnesio, y no la
Venus de Mdicis, esa graciosa mujer de Apolo.
Bien, hijita, cuntame tu pequea o tu gran aventura.
Lo que de Pars a Pekn hubiera hecho distinguir al
caballero era la dulce paternidad de sus maneras con aque
llas muchachas; ellas le recordaban a las jvenes de antao,

24

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

a aquellas ilustres reinas de la pera, cuya celebridad fue


europea durante un buen tercio del siglo xviii. Es seguro
que el gentilhombre que vivi antao con esa nacin feme
nina olvidada como todas las grandes cosas, como los
jesutas o los filibusteros, como los abates y los arrenda
tarios de contribuciones, ha conquistado una irresistible
simpata, una facilidad graciosa, una negligencia despro
vista de egosmo, todo el incgnito de Jpiter en casa de
Alcmena, del rey que arroja al diablo toda la superioridad
de sus rayos y quiere carcomer a su Olimpo con locuras,
con pequeas cenas, con profusiones femeninas, sobre todo
lejos de Juno. A pesar de su bata de damasco verde, a pesar
de lo desmantelada que era la pieza en la cual reciba, y
cuyo suelo estaba cubierto por una mala alfombra, con
unas viejas butacas grasicntas, donde las paredes tapizadas
con un papel de fonda ofrecan aqu los perfiles de Luis XVI
y los miembros de su familia trazados en un sauce llorn,
all el sublime testamento impreso en forma de urna, en
fin, todos los sentimentalismos inventados por el realismo
bajo el Terror; a pesar de sus ruinas, el caballero de Valois, afeitndose delante de un viejo tocador adornado con
malos encajes, respiraba el siglo xviii... Todas las gracias
libertinas de su juventud reaparecan, pareca rico de tres
cientas mil libras de deudas. Era tan grande como Berthier
comunicando, durante la derrota de Mosc, rdenes a los
batallones de un ejrcito que ya no exista.
Seor dijo con ademn gracioso Susana, me pa
rece que no tengo nada que contaros, no tenis ms que ver.
Y Susana se puso de perfil, como para dar a sus pala
bras un comentario de abogado. El caballero baj, sin
dejar la navaja, el ojo derecho hacia la joven y fingi
comprender.
Bien, bien, encanto, vamos a charlar en seguida. Pero
creo que te anticipas mucho.
Pero, seor, acaso debo esperar a que mi madre me
d una paliza y que la seora Lardot me expulse del taller?
Si no me marcho en seguida de Pars, nunca podr casarme
aqu, donde los hombres son tan ridculos.
Hija ma, qu quieres!, la sociedad cambia; las muje
res no son menos vctimas que la nobleza del espantoso

LA SOLTERONA

25

desorden que se prepara. Despus de los trastornos pol


ticos vienen los trastornos de las costumbres. Ay!, dentro
de poco, la mujer ya no existir (se quit el algodn para
arreglarse las orejas); perder mucho al arrojarse al sen
timiento; se retorcer los nervios y ya no tendr aquel buen
placer de nuestro tiempo, deseado sin vergenza, aceptado
sin cumplidos, y del que slo se empleaban los vapores
como un medio de llegar a sus fines; harn de ello una
enfermedad que acabar en infusiones de hojas de naranjo.
(Se ech a rer.) En fin, el matrimonio se convertir (cogi
las pinzas para depilarse) en algo muy aburrido, con lo
alegre que era en mis tiempos! Los reinados de Luis XIV
y de Luis XV, fjate bien, hija ma, han dicho adis a las
ms bellas costumbres del mundo.
Pero, seor dijo la joven, se trata de las costum
bres y de la honra de vuestra pequea Susana, y espero
que no la abandonaris.
Cmo! exclam el caballero terminando de peinar
se. Preferira perder mi apellido.
Ah! dijo Susana.
Escuchad, pequea dijo el caballero acomodndose
en una gran poltrona a la que antao se daba el nombre
de duquesa y que la seora Lardot haba terminado por
encontrar para l.
Atrajo a la magnfica Susana, cogindole las piernas
entre sus rodillas. La hermosa joven le dej hacer; ella,
tan altiva por la calle; ella, que veinte veces haba rehu
sado la fortuna que le ofrecan ciertos hombres de Alengon.
Susana tendi entonces su pretendido pecado con tanta
audacia hacia el caballero, que este viejo pecador, que
haba sondeado muchos otros misterios en vida mucho
ms audaces, comprendi todo el asunto de una sola mi
rada. Saba muy bien que ninguna muchacha se burla de
una deshonra real; pero desde echar por el suelo la
armazn de aquella linda mentira, y por ello se abstuvo
de intervenir.
Te ests calumniando le dijo el caballero sonriendo
con inimitable diplomacia, eres prudente como la her
mosa joven de la cual llevas el nombre, puedes casarte sin
temor; pero no quieres vegetar aqu, tienes sed de Pars,

26

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

donde las encantadoras criaturas se hacen en seguida ricas,


si son inteligentes, y t no eres tonta. Quieres, pues, ir
a ver si la capital de los placeres te ha reservado jvenes
caballeros de Valois, una carroza, diamantes, un palco en
la pera. Los rusos, los ingleses, los austracos han apor
tado millones, con los cuales mam te ha asignado una
dote hacindote hermosa. En fin, eres patritica, quieres
ayudar a Francia a recobrar su dinero en el bolsillo de
esos caballeros. Vamos, vamos, diablillo, todo eso no est
mal. El mundo en que vives protestar quizs un poco,
pero el xito lo justificar todo. Lo que est muy mal, hija
ma, es carecer de dinero, y he aqu la enfermedad tuya
y ma. Como tenemos mucha inteligencia, hemos imaginado
sacar partido de nuestra dicha atrapando a un viejo sol
tern; pero este viejo soltern, pequea ma, conoce el
alfa y la omega de los ardides femeninos, lo cual quiere
decir que te sera ms fcil colocar un grano de sal en la
cola de un gorrin que hacerme creer que tengo algo que
ver en tu asunto. Ve a Pars, pequea ma; ve a Pars a
expensas de la vanidad de un viejo soltero, no te lo impe
dir; te ayudar incluso en ello, porque el soltern, Susana,
es la caja fuerte natural de una joven. Pero no me metas
en los. Escucha, reina ma, t que comprendes tan bien
la vida, podras causarme un gran perjuicio y un gran
pesar. Un perjuicio? Podras impedir que me casara en
una regin en la que la gente se aferra a las buenas cos
tumbres. Un pesar? En efecto, pasaras muchos apuros
porque debo confesarte, ratoncito, que no tengo dinero,
que soy ms pobre que una rata. Ah!, si me casara con la
seorita Cormon, si volviera a ser rico, te preferira, por
supuesto, a Cesarina. T siempre me has gustado y creo
que has nacido para hacer feliz a un gran seor. Te creo tan
inteligente, que la jugarreta que me ests haciendo no me
sorprende en absoluto, incluso la esperaba. Pero para una
muchacha eso equivale a arrojar la vaina de su espada.
Para actuar as, ngel mo, hay que tener, por supuesto,
ideas superiores. De modo que puedes contar con todo mi
aprecio.
Y diciendo esto, le dio en la mejilla la confirmacin al
modo de los obispos.

LA SOLTERONA

27

Pero, caballero, os aseguro que os engais, que...


La joven se sonroj, sin atreverse a continuar; el caba
llero, con una sola mirada, haba captado todo su plan.
S, ya entiendo; t quieres que yo te crea. Bien, pues
te creo. Pero sigue mi consejo: ve a la casa del seor Du
Bousquier. Acaso no le llevas la ropa blanca al seor
Du Bousquier desde hace cinco o seis meses? Bien, no te
pregunto lo que hay entre los dos; pero le conozco, tiene
amor propio, es soltern, muy rico. Tiene dos mil quinien
tas libras de renta y no gasta siquiera ochocientas. Si eres
tan inteligente como supongo, podrs ver Pars a sus ex
pensas. Vamos, pequea, ve a embaucarle; es un hombre
que teme el escndalo, y si ha dado pie para... en fin, ya
me comprendes, amenzale con dirigirte a las damas de la
oficina de beneficencia. Adems, es ambicioso. Bien, un
hombre debe llegar a todas partes por medio de su mujer.
Acaso no eres lo suficientemente hermosa, lo suficiente
mente inteligente para hacer la fortuna de tu marido? Va
mos, que, si quieres, puedes eclipsar a una mujer de la
corte.
Susana, iluminada por las ltimas palabras del caba
llero, arda en deseos de correr a casa de Du Bousquier.
Para no salir demasiado bruscamente, hizo algunas pre
guntas al caballero acerca de Pars mientras le ayudaba
a vestirse. El caballero adivin el efecto de sus instruc
ciones y favoreci la salida de Susana rogndole que dijese
a Cesarina que le subiera el chocolate que todas las maa
nas le haca la seora Lardot. Susana se march para ir
a la casa de su. vctima, de la cual ofrecemos al lector la
siguiente biografa.
Nacido de una vieja familia de Alenqon, Du Bousquier
ocupaba el lugar intermedio entre el burgus y el hidalgo
de gotera. Su padre haba ejercido las funciones judiciales de
teniente de lo criminal. Encontrndose sin recursos a la
muerte de su padre, Du Bousquier, como toda la gente
arruinada de la provincia, haba ido a hacer fortuna a
Pars. Al iniciarse la Revolucin haba emprendido nego
cios. A despecho de los republicanos, que defienden a capa
y espada la probidad revolucionaria, los negocios en aquel
tiempo no eran muy claros. Un espa poltico, un agiotista,

28

H . DB BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

un hombre que haca confiscar, de comn acuerdo con el


sndico del municipio, los bienes de emigrados para com
prarlos y volverlos a vender; un ministro y un general,
todos ellos estaban igualmente metidos en los negocios.
De 1793 a 1799, Du Bousquier fue empresario de los vveres
de los ejrcitos franceses. Tuvo entonces un magnfico
hotel, fue uno de los peces gordos de las finanzas, hizo
negocios con Ouvrard, tuvo casa abierta, y llev la vida
escandalosa de la poca, una vida de Cincinato con sacos
de trigo cosechados sin esfuerzo, raciones robadas, casitas
repletas de queridas, en las que se daban hermosas fiestas
a los dirigentes de la Repblica. El ciudadano Du Bous
quier fue uno de los amigos ntimos de Barras, de Fouch,
de Bernadotte, y crey llegar a ministro arrojndose ple
namente al partido que secretamente actu contra Bonaparte hasta Marengo. Estuvo a punto de llegar a gran
hombre de Estado. Fue uno de los funcionarios superiores
del gobierno indito que a causa de la buena fortuna de
Napolen tuvo que volver a los bastidores en 1793.
La victoria obtenida con tenacidad en Marengo consti
tuy la derrota de este partido, que posea proclamas im
presas para volver al sistema de la Montaa, en el caso
de que el primer cnsul hubiera sucumbido. En la convic
cin en que se encontraba de la imposibilidad de triunfo,
Du Bousquier jug a la baja la mayor parte de su fortuna
y conserv dos correos en el campo de batalla: el primero
parti en el momento en que Melas haba salido victorioso;
pero por la noche, a cuatro horas de distancia, el segundo
vino a proclamar la derrota de los austracos. Du Bous
quier maldijo a los causantes de su mala fortuna y no se
atrevi a maldecir al primer cnsul, que le deba millones.
Esta alternativa de millones a ganar y de ruina real priv
al abastecedor de todas sus facultades y quedse como un
estpido durante varios das; haba abusado de la vida con
tantos excesos, que este golpe fulminante le encontr sin
fuerzas. La liquidacin de sus crditos sobre el Estado le
permita conservar algunas esperanzas; pero, a pesar de
sus regalos corruptores, encontrse con el odio de Napo
len contra los suministradores que haban especulado con
su derrota. El seor de Fermon, apodado con gracia Fer-

LA SOLTERONA

29

inons la caisse, dej a Du Bousquier sin un cntimo. La


inmoralidad de la vida privada, las relaciones de este pro
veedor con Barras y Bernadotte disgustaron al primer cn
sul an ms que su juego de la Bolsa; le tach de la lista
de los recaudadores generales, a la que, por un resto de
crdito, se haba hecho inscribir para Alengon. De su opu
lencia conserv Du Bousquier mil doscientos francos de
renta vitalicia inscritos en el Libro de la Deuda Pblica,
lo cual le salv de la miseria. Ignorando el resultado de la
liquidacin, sus acreedores no le dejaron ms que mil
francos de renta consolidados; pero fueron pagados todos
ellos por los recobros y por la venta del hotel de Beausant
que posea Du Bousquier. As, el especulador, despus de
haber rozado la quiebra, conserv ntegro su nombre. Un
hombre arruinado por el primer cnsul, precedido de la
reputacin colosal que le haban creado sus relaciones con
los jefes de los gobiernos pasados, su tren de vida y su
reinado pasajero interes a la ciudad de Alengon, donde
dominaba secretamente el realismo. Du Bousquier, furioso
contra Bonaparte, refiriendo las miserias del primer cnsul,
los desenfrenos de Josefina y las ancdotas secretas de
diez aos de revolucin, fue muy bien acogido. Hacia esa
poca, aunque ya era un cuarentn, Du Bousquier se con
duca como un hombre de treinta y seis aos, de mediana
estatura, rasgos muy pronunciados, nariz chata, con ven
tanas pobladas de pelos; unos ojos negros, de cejas espe
sas, y de mirada astuta como la del seor de Talleyrand,
pero algo apagada. Sus manos, enriquecidas por ramilletes
de pelos en cada falange, ofrecan la prueba de una buena
musculatura por medio de gruesas venas azules, salientes.
En fin, posea el pecho del Hrcules Farnesio y unos hom
bros como para sostener la renta. Actualmente slo se ve
esa clase de hombros en Tortoni. Este lujo de vida mascu
lina vena descrito admirablemente por una expresin que
estuvo en uso durante el siglo pasado y que apenas se
comprende actualmente: en el estilo galante de la otra
poca, Du Bousquier habra pasado por un verdadero "pa
gador de atrasos. Pero, como en el caso del caballero de
Valois, haba en Du Bousquier ciertos sntomas que con
trastaban con el aspecto general de la persona. As, el anti

30

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

guo abastecedor no tena la voz de sus msculos, sin que


su voz fuese ese tenue hilo que a veces sale de las focas
de dos pies; al contrario, una voz fuerte, pero ahogada, de
la que nicamente puede darse una idea si se la compara
con el ruido que produce una sierra en una madera tierna
y mojada; en fin, la voz de un especulador arruinado.
Du Bousquier conserv durante algn tiempo la indu
mentaria que estuvo de moda en la poca de su gloria:
las botas de campana, las medias de seda blanca, el pan
taln corto de pao asargado y color canela, el chaleco
a lo Robespierre y el traje azul. A pesar de los ttulos que
el odio del primer cnsul le haba proporcionado cerca de
las personalidades monrquicas de la provincia, el seor
Du Bousquier no fue recibido en el seno de las siete u ocho
familias que componan el Faubourg Saint-Germain de
Alengon y a las que visitaba el caballero de Valois. Haba
tratado al principio de contraer matrimonio con la seo
rita Armanda, hermana de uno de los nobles ms consi
derados de la ciudad, pero de quien contaba Du Bousquier
sacar un gran partido para sus proyectos ulteriores, por
que soaba con un brillante desquite. Fue rechazado, sin
embargo. Consolse de esta decepcin con las indemniza
ciones que le ofrecieron una docena de familias ricas de
Alengon, que posean pastos o bueyes, que realizaban el
comercio al por mayor de telas y en las que acaso pudiera
encontrar un buen partido. El soltern haba, en efecto,
concentrado sus esperanzas en la perspectiva de un feliz
casamiento que sus diversas capacidades, por otra parte,
parecan prometerle, ya que no careca de cierta habilidad
financiera de la que se aprovechaban varias personas. Pa
recido al jupaHor arruinado que dirige a los nefitos, indi
caba las especulaciones, deduca los medios, las oportuni
dades y la conducta. Pasaba por ser un buen administrador,
y a veces se habl de nombrarle alcalde de Alengon; pero
el recuerdo de sus sucios manejos en los gobiernos repu
blicanos le perjudic, y jams fue admitido a la prefec
tura. Todos los gobiernos que se sucedieron, incluso el de
los Cien Das, se negaron a nombrarle alcalde de Alengon,
cargo que ambicionaba y que, de haberlo obtenido, habra
hecho que concertase su boda con una solterona en quien

LA SOLTERONA

31

va haba puesto sus miradas. Su aversin hacia el gobierno


imperial lo haba arrojado de momento al partido realista,
ni el que permaneci a pesar de las injurias que en l
in ibia; pero cuando, al primer regreso de los Borbones,
ai exclusin fue mantenida en la prefectura, este ltimo
i ribazo le inspir contra los Borbones un odio tan proli mi lo como secreto, porque permaneci fiel a sus opinioiii".. Convirtise en el jefe del partido liberal de Alengon,
ilneetor invisible de las elecciones, y caus un mal prodii i oso a la Restauracin por la habilidad de sus sordas
maniobras y por la perfidia de sus manejos. Du Bousquier,
...o lodos los que no pueden vivir ms que por la cabeza,
llevaba en sus sentimientos de odio la tranquilidad de un
.mov) tranquilo en apariencia, pero inagotable; su odio
l a r o m o el del negro, tan apacible, tan paciente, que
Imii 1.iba al enemigo. Su venganza, incubada durante quince
.mus, no fue saciada por victoria alguna, ni siquiera por el
ii mulo de las jornadas de julio de 1830.
No sin intencin enviaba el caballero de Valois a S u
m o . i a la rasa de Du Bousquier. El liberal y el realista se
li.ilu.m adivinado mutuamente, a pesar del sabio disimulo
i ........ escondan su comn esperanza a la ciudad. Aque
llos d o s solironos eran rivales. Cada uno de ellos haba
lo i i . h Io el plan de casarse con aquella seorita Cormon,
i Ir la q u e el xenor de Valois acababa de hablar a Susana.
I os do s , agazapados en su idea, escondidos bajo el capai. i/on d r la nulilricuria, aguardaban el momento en el que
I a/. u l i s m i i r g a s e aquella solterona. As, aun cuando
a q u e l l o s d o s s o l i m o s no hubieran estado separados por
l uda la d i s t a n c i a q u e p o n an entre ellos los sistemas de
los i mili s o l i n i a i i u n a viva expresin, su rivalidad habra
h r i h o d r i los d o s e n e m i g o s . I.as pocas dejan su marca
i o los b o n i l l o s q u e las alraviesan. Estos dos hombres
di mus i a b a n la v r u l a d de este axioma por la oposicin de
l o. ma l ii es hislii u os impresos en sus fisonomas, en su
uni do d r h a b l a r , en s us ideas y en su manera de vestir.
I I uno. aln up l o , e n r g i c o , de maneras bruscas, de palabra
111 r v r v n u l a , de c a b e l l o s y mirada negros, de aspecto
i r n i b l r , i e p i rseiiiaba m u y bien a la Repblica. El otro,
nave v mi ir ,, elegante, cuidado, logrando sus fines por

32

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

los medios lentos, pero infalibles de la diplomacia, fiel


al gusto, era una imagen del antiguo rgimen cortesano.
. Estos dos enemigos se encontraban casi todas las noches
en el mismo terreno. La guerra era corts y benigna en
el caballero, pero Du Bousquier pona en ella menos consi
deraciones, conservando las conveniencias impuestas por
la sociedad, ya que no quera perder la posicin en que
se encontraba. Los dos se comprendan muy bien. A pesar
de la perspicacia de la gente provinciana para descubrir
los pequeos intereses del ambiente en que vive, nadie
sospechaba la rivalidad'que exista entre aquellos dos hom
bres. El caballero de Valois ocupaba un puesto superior;
jams haba pedido la mano de la seorita Cormon; mien
tras que Du Bousquier haba fracasado en su empeo. Pero
el caballero supona an grandes posibilidades en su rival
para asestarla un golpe de Jarnac tan profundamente cla
vado con una hoja templada y preparada como era Susana.
El caballero haba arrojado la sonda en las aguas de Du
Bousquier; y como vamos a ver, no se haba engaado en
ninguna de sus conjeturas.
Susana caminaba con paso ligero por la calle del Cours,
por la calle de la Porte-de-Sez y por la calle del Bercail,
hasta la calle del Cygne, donde, desde haca cinco aos, Du
Bousquier haba comprado una casita de provincias. El
antiguo abastecedor habase instalado con mayor holgura
que cualquier otro personaje de la ciudad, porque haba
conservado algunos muebles de la poca de su esplendor;
pero las costumbres de la provincia haban oscurecido in
sensiblemente los rayos de sol de aquel sardanpalo cado.
Los vestigios de su antiguo lujo producan en su casa el
efecto de una hermosa araa de saln brillando en medio
de un hrreo. La armona, vnculo de toda obra humana
o divina, brillaba por su ausencia tanto en las cosas gran
des como en las pequeas. Como la poca que representaba
Du Bousquier, esta casa ofreca un confuso amasijo de
suciedades y de cosas magnficas. Considerado como un
hombre de buena posicin, Du Bousquier viva como un ca
ballero; y siempre ser rico aquel que no gaste sus ingre
sos. Tena por todo domstico a un muchacho de la regin,
bastante tonto, modelado lentamente a las exigencias de

LA .SOLTERONA

33

Du Bousquier, quien le haba enseado, como a un oran


gutn, a fregar el suelo, limpiar los muebles, cepillar los
trajes, ir a buscarle por la tarde con la linterna cuando
el cielo estaba encapotado y con zuecos cuando llova.
Como ciertos seres, este muchacho no tena ms que un
vicio: era goloso.
Por aqu, seorita dijo Ren a Susana al verla en
trar. Hoy no es vuestro da; no tenemos ropa blanca que
dar a la seora Lardot.
Animal le dijo Susana riendo.
La joven subi la escalera, dejando que Ren terminase
de comer un plato de sopa. Du Bousquier, todava en la
cama, meditaba sus proyectos de fortuna, porque no le
quedaba ms remedio que ser ambicioso, como todos los
hombres que han exprimido demasiado la naranja del pla
cer. La ambicin y el juego son insaciables. As, en un
hombre bien organizado, las pasiones qu.e proceden del
cerebro sobrevivirn siempre a las pasiones procedentes
del corazn.
Ya estoy aqu dijo Susana sentndose en la cama
y haciendo rechinar los cortinajes con un movimiento de
brusco despotismo.
Qu hay, pequea? dijo el soltern incorporndose.
Seor dijo gravemente Susana, sin duda se sor
prender verme venir as; pero me encuentro en circuns
tancias que me obligan a no preocuparme del qu dirn.
Qu ocurre? dijo Du Bousquier cruzndose de
brazos.
Pero es que no me comprendis? dijo Susana.
Ya s prosigui con un gracioso mohn que es muy
ridculo para una pobre muchacha ir a molestar a un
hombre por una cosa a la que vosotros consideris como
una bagatela. Pero si vos me conocieseis bien, seor; si
supierais de cunto soy capaz por el hombre que se uniera
a m, no tendrais que arrepentiros de haberos casado
conmigo. No es aqu, por ejemplo, donde yo podra seros
til; pero, si fusemos a Pars, verais adnde yo conducira
a un hombre inteligente y de recursos como vos, en un
momento en el que se est reorganizando completamente
el gobierno y los extranjeros son los amos. En fin, dicho

34

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

sea entre nosotros, acaso es una desgracia lo que ocurre?


No es una dicha que vos pagarais cara algn da? Por
quin os interesarais, por quin trabajarais?
Por m mismo! exclam brutalmente Du Bousquier.
Viejo monstruo, nunca seris padre! dijo Susana
dando a su frase el acento de una maldicin proftica.
Vamos, Susana dijo Du Bousquier, basta de san
deces; creo estar soando todava.
Pero qu realidad es la que os hace falta? exclam
Susana ponindose en pie.
Du Bousquier frotse la cabeza con su gorro de algodn
con un movimiento de rotacin tan enrgico que indicaba
una prodigiosa fermentacin de sus ideas.
"Entonces, lo cree dijo Susana para sus adentros,
y se siente halagado por ello. Dios mo, cun fcil es atra
par a esos hombres!"
Susana, qu demonios quieres que haga? Es tan ex
traordinario... Yo que crea... Lo cierto es que... Pero no,
esto no es posible...
Cmo! No podis casaros conmigo?
No es por eso; es que tengo compromisos.
Con la seorita Armanda o con la seorita Cormon,
las cuales os dieron calabazas? Odme, seor Du Bousquier,
mi honra no tiene necesidad de gendarmes para llevaros
a la alcalda. No me faltarn maridos, y no quiero un
hombre que no sepa apreciar lo que valgo. Un da quiz
tengis que arrepentiros de la forma en que os compor
tis, porque nada en el mundo, ni oro ni plata, har que
os devuelva vuestro bien si hoy os negis a tomarlo.
Pero, Susana, tan segura ests de que...?
Ah, seor! dijo la joven refugindose en su virtud,
por quin me tomis? Yo no quiero recordaros la palabra
que me disteis y que ha perdido a una pobre muchacha
cuya nica falta fue la de tener tanta ambicin como amor.
Du Bousquier hallbase presa de mil sentimientos opues
tos: la alegra, la desconfianza, el inters. Haba decidido
desde haca mucho tiempo contraer matrimonio con la
seorita Cormon, porque la Carta, sobre la cual acababa
de reflexionar, ofreca a su ambicin las magnficas pers
pectivas polticas de la diputacin. Ahora bien, su boda

LA SOLTERONA

35

con la solterona haba de situarle tan alto en la ciudad,


que adquirira en ella una gran influencia. As, la tempestad
desencadenada por la picara Susana le sumi en una gran
confusin. Sin aquella secreta esperanza habrase casado
con Susana sin reflexionar siquiera. Se habra situado
abiertamente al frente del partido liberal de Alenqon. Des
pus de tal boda renunciaba a la primera sociedad para
volver a caer en la clase burguesa de los negociantes, de
los fabricantes ricos, de los ganaderos, que ciertamente
le llevaran en triunfo como a su candidato. Du Bousquier
prevea ya la parte contraria. No ocultaba aquella delibe
racin solemne, se pasaba la mano por la cabeza y retorca
el gorro que esconda su desastrosa desnudez. Como todas
las personas que rebasan su objetivo y encuentran ms
tle lo que esperaban, Susana habase quedado boquiabierta.
Para disimular su asombro adopt la postura melanclica
de joven engaada ante su seductor; pero en su interior
se rea.
Hija ma, yo no me dejo pescar.
Tal fue la breve frase con la que el antiguo abastecedor
puso fin a su deliberacin. Du Bousquier se jactaba de
pertenecer a aquella clase de filsofos cnicos que no quie
ren dejarse pescar por las mujeres y consideran que todas
pertenecen a una misma clase sospechosa. Estos espritus
fuertes, que son generalmente los hombres dbiles, poseen
un catecismo para el uso de las mujeres. Para ellos, todas,
desde la reina de Francia hasta la modista, son esencial
mente libertinas, astutas, asesinas, embusteras e incapaces
de pensar ms que en frusleras. Para ellos, las mujeres
son bayaderas malficas a las que hay que dejar bailar,
cantar y rer; no ven en ellas nada santo ni nada grande;
para ellos no se trata de la poesa de los sentidos, sino de
la sensualidad grosera. Se parecen a estos golosos que to
maran la cocina por el comedor. En esta jurisprudencia,
si la mujer no es constantemente tiranizada, ella reduce
al hombre a la condicin de esclavo. A este respecto, el
seor Du Bousquier era todava la contrapartida del caba
llero de Valois. Al decir aquella frase arroj el gorro al
pie de la cama, como habra hecho el Papa Gregorio con
el cirio que derribaba al fulminar una excomunin, y

36

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Susana se enter de este modo de que el soltern llevaba


un tup postizo.
Acordaos, seor Du Bousquier respondi majestuo
samente Susana, de que al venir a veros he cumplido con
mi deber; acordaos de que he debido ofreceros mi mano y
pediros la vuestra; pero acordaos tambin de que he puesto
en mi conducta la dignidad de la mujer que se respeta:
no me he rebajado a llorar como una tonta, no he insistido,
no os he atormentado. Ahora ya conocis mi situacin. Ya
sabis que no puedo permanecer en Alenqon; mi madre
me moler a palos; la seora Lardot me despedir. No
soy ms que una pobre obrera. Tendr que ir al hospital?
Ir a mendigar el pan? No, antes me arrojar al ro. Pero
no resulta ms sencillo ir a Pars? Mi madre podr encon
trar un pretexto para mandarme all; ser un to el que
me llame, una ta a punto de morir. Slo se trata de tener
el dinero necesario para el viaje y para todo lo que vos
sabis...
Esta noticia tena para Du Bousquier mil veces ms
importancia que para el caballero de Valois; pero slo l
y el caballero estaban en el secreto, el cual no ser revelado
ms que por el desenlace de esta historia. Por el momento,
baste decir, que la mentira de Susana introduca una tan
grande confusin en las ideas del soltern, que ste era
incapaz de una reflexin seria. A no ser por esta turbacin
y por su alegra interior, habra credo que una joven
honrada como Susana, cuyo corazn an no estaba corrom
pido, habra preferido cien veces la muerte antes que
entablar semejante conversacin y pedirle dinero.
Vas a ir, pues, a Pars? le pregunt.
Al or esta frase, Susana vio su rostro iluminado por
un rayo de alegra, pero el bueno de Du Bousquier no se
dio cuenta de nada.
Pues s, seor.
Du Bousquier comenz a lamentarse: acababa de efec
tuar el ltimo pago de su casa, tena que pagar al pintor,
al albail, al carpintero; pero Susana no haca caso, aguar
daba la cifra. Du Bousquier ofreci cien escudos. Susana
dirigise entonces hacia la puerta.
Bueno, adonde vas? dijo Du Bousquier inquieto.

LA SOLTERONA

37

He aqu la vida de un soltero se dijo. Que el diablo


me lleve si me acuerdo de haberle tocado ms que la ori
lla del vestido... Y he aqu que ella se permite una broma
para lanzarme una letra de cambio a quemarropa.
Est bien, seor dijo Susana llorando. Me ir a
ver a la seora Granson, la tesorera de la Sociedad ma
ternal, quien, que yo sepa, sac del apuro a una pobre
muchacha que se encontraba en un caso como el mo.
La seora Granson?
S dijo Susana, la parienta de la seorita Cormon,
la presidenta de la Sociedad maternal. Las damas de la
ciudad han creado una institucin que impedir a muchas
pobres criaturas destruir a sus hijos, por lo cual, una de
ellas, Faustina de Argentan, hace tres aos fue condenada
a muerte en Mortagne.
Toma, Susana dijo Du Bousquier, tendindole una
llave, abre t misma el secreter y toma la bolsa que
contiene todava seiscientos francos; es todo cuanto poseo.
El antiguo abastecedor mostr, con su aire abatido, cun
poca gracia le haca todo aquello.
"Viejo ladrn djosc Susana, ya vers cmo hablo
de tu tup postizo."
La joven comparaba a Du Bousquier con el delicioso
caballero de Valois, que no le haba dado nada, pero que
la haba comprendido, la haba aconsejado y llevaba a
las jvenes en su corazn.
Mira que si me robas, Susapa exclam vindole la
mano en el cajn, t...
Pero, caballero interrumpile la joven con majestuo
sa impertinencia, acaso no me lo darais si os lo pi
diese?
Una vez llamado al terreno de la galantera, el abastece
dor tuvo un recuerdo de sus buenos tiempos y dej or
un gruido de adhesin. Susana tom la bolsa y sali,
dejndose besar en la frente por el soltern, que pareca
pensar: "He aqu un derecho que me cuesta muy caro.
Vale ms esto que verse atormentado por un abogado,
como el seductor de una muchacha acusada de infanticidio.
Susana escondi la bolsa en una canasta que llevaba
y maldijo la avaricia de Du Bousquier, porque ella habra

38

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

querido mil francos. Una vez obsesionada por un deseo, y


cuando ha puesto el pie en el camino de las bribonadas,
una muchacha va lejos. Cuando la bella planchadora iba
por la Rue du Bercail pens que la Sociedad maternal,
presidida por la seorita Cormon, quiz le completara
la suma en la que haba cifrado sus gastos y que para
una joven de Alengon era considerable. Adems, odiaba a
Du Bousquier. El soltern pareca temer que ella revelase
su pretendido crimen a la seora Granson; ahora bien,
Susana, exponindose a no recibir un cntimo de la Socie
dad maternal, quiso, al abandonar Alengon, dejar al anti
guo abastecedor enredado en las lianas inextricables de una
intriga provinciana. Hay siempre en las jvenes un poco
del espritu malfico del mono. Susana entr, pues, en casa
de la seora Granson fingiendo una desolacin que no senta.
La seora Granson, viuda de un teniente coronel de arti
llera muerto en lena, posea por toda fortuna una pensin
de novecientos francos, cien escudos de renta de ella, y ade
ms un hijo cuya educacin y mantenimiento haban devo
rado sus economas. Ocupaba en la Rue du Bercail una de
aquellas tristes plantas bajas que al pasar por la calle prin
cipal de las pequeas ciudades el transente abarca de
una sola ojeada. Era una puerta encima de tres peldaos
piramidales; un corredor de entrada que llevaba a un
patio interior y en cuyo extremo se encontraba una escalera
cubierta por una galera de madera. En un lado del corre
dor, un comedor y la cocina; en el otro, un saln para todo
y el dormitorio de la viuda. Atanasio Granson, joven de
veintitrs aos, alojado en una buhardilla situada encima
del primer piso de aquella casa, aportaba a la economa
de su pobre madre los seiscientos francos de un pequeo
cargo que la influencia de su parienta, la seorita Cormon,
le haba obtenido en la alcalda de la ciudad, en el registro
civil. Despus de estas indicaciones, cada cual puede ima
ginarse a la seora Granson en su fro saln de cortinas
amarillas, de muebles terciopelo de Utrecht amarillo. Era
una buena mujer, vestida con sencillez burguesa, en conso
nancia con su cara plida y como consumida por la pena.
La rigurosa modestia de la pobreza se dejaba sentir en
todos los accesorios de aquel hogar, donde, por otra parte,

LA SOLTERONA

39

se respiraba las costumbres honradas y severas de la pro


vincia. En aquel momento, el hijo y la madre estaban juntos
en el comedor, donde tomaban su desayuno, consistente
en una taza de caf con mantequilla. Para que el lector
comprenda el placer que la visita de Susana iba a causar
a la scora'Granson, hay que explicar los secretos intereses
ile la madre y del hijo.
Atanasio Granson era un joven flaco y plido, de media
na estatura, de rostro hundido, en el que sus ojos negros,
centelleantes de inteligencia, parecan dos manchas de car
bn. Las lneas algo torturadas de su rostro, las sinuosidadades de su boca, su barbilla bruscamente torcida hacia
arriba, el corte regular de una frente de mrmol, una expre
sin de melancola debida al sentimiento de su miseria, en
contradiccin con el talento del que l era consciente, indi
caban que se trataba de un hombre inteligente que se ha
llaba aprisionado. As, en cualquier otra parte que no fuera
Alencon, el aspecto de su persona habrale valido la ayuda
de los hombres superiores o de las mujeres que reconocen
al genio escondido. Si no era el genio, era la forma que
este asume; si no era la fuerza de un gran corazn, era
el destello que esta fuerza imprime en la mirada. Aunque
pudiera expresar la sensibilidad ms elevada, la envoltura
de su timidez destrua en l incluso las gracias de la juven
tud, al igual que el hielo de la miseria impeda que su
audacia pudiera abrirse paso. La vida de provincias, sin
salida, sin aprobacin, sin aliento, describa un crculo en
el que mora este pensamiento, que an no haba tenido
tiempo de desarrollarse. Por otra parte, Atanasio posea
aquel salvaje orgullo que exalta la pobreza en los hombres
selectos, que les hace crecer durante su lucha con los hom
bres y las cosas, pero que, desde el comienzo de la vida,
constituye un obstculo para su llegada. El genio procede
de dos maneras: o toma su bien, como hicieron Napolen
y Moliere, tan pronto como lo ve, o aguarda a que vengan
a buscarle, cuando se ha revelado pacientemente. El joven
Granson perteneca a la clase de los hombres de talento
que se ignoran y se desaniman fcilmente. Su alma era
contemplativa, viva ms por el pensamiento que por la
accin. Quizs habra parecido incompleto a los que no

40

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

conciben el genio sin las crepitaciones apasionadas del


francs; pero era poderoso en el mundo de la inteligencia
y haba de llegar, por una serie de emociones que escapan
al vulgo, a las sbitas determinaciones que hacen decir
a los necios: "Est loco".
El desprecio que la gente dedica a la pobreza estaba
matando a Atanasio; el calor enervante de una soledad
sin corriente de aire distenda el arco siempre tenso, y el
alma se fatigaba en aquel horrible juego sin resultado.
Atanasio era hombre capaz de situarse entre los primeros
puestos de Francia, pero aquel guila, encerrada en una
caja y hallndose en ella sin alimento, iba a morir de
hambre despus de haber contemplado con ardiente mira
da las vastas extensiones en las que planea el genio. Aun
que sus trabajos en la biblioteca de la ciudad escapasen
a la pblica atencin, sepultaba en su alma sus pensamien
tos de gloria, porque podan perjudicarle; pero an tena
ms profundamente sepultado el secreto de su corazn, una
pasin que haca que sus mejillas se hundiesen y palide
ciera su frente. Amaba a su parienta lejana, a aquella seo
rita Cormon, acechada por el caballero de Valois y por
Du Bousquier, sus rivales desconocidos. Este amor fue
engendrado por el clculo. La seorita Cormon era consi
derada como una de las personas ms ricas de la ciudad:
el pobre muchacho haba sido, pues, llevado a amarla
por el deseo de la felicidad material, por el deseo mil
veces concebido de dorar la vejez de su madre, por el deseo
del bienestar necesario a los hombres que viven del pensa
miento; pero este punto de partida muy inocente deshon
raba a sus ojos su pasin. Tema, adems, el ridculo con
que la gente cubrira el amor de un joven de veintitrs
aos por una mujer de cuarenta. Sin embargo, su pasin
era verdadera, ya que todo lo que en este gnero puede
parecer falso en otras partes se realiza en provincias. En
efecto, al carecer all las costumbres de azares, de movi
miento, de misterio, hacen necesarios los casamientos. Nin
guna familia admite a un joven de costumbres disolutas.
Por muy natural que pueda parecer, en una capital, la
relacin de un joven como Atanasio con una muchacha
hermosa como Susana, en provincias asusta y disuelve de

LA SOLTERONA

41

antemano el casamiento de un joven pobre all donde la


fortuna de un partido rico disimula cualquier molesto ante
cedente. Entre la depravacin de ciertas relaciones y un
amor sincero, un hombre de corazn sin fortuna no puede
vacilar: prefiere las desgracias de la virtud a las desgracias
del vicio. Pero, en provincias, las mujeres de las que un
joven puede enamorarse son raras: una joven hermosa y
rica no podra obtenerla en una regin en la que todo es
clculo; una joven hermosa y pobre le est prohibido amar
la: sera, como dicen los provincianos, casar el hambre
con la sed; en fin, una soledad monstica es peligrosa para
los jvenes.
stas reflexiones explican por qu la vida en provincias
est basada tanto en el matrimonio. As, los genios clidos
v vivaces, obligados a apoyarse en la independencia de la
miseria, deben todos ellos abandonar las fras regiones en
las que el pensamiento es perseguido por una brutal indi
ferencia, donde una mujer no puede ni quiere convertirse
en hermana de la caridad al lado de un hombre de ciencia
o de arte. Quin se dar cuenta de la pasin de Atanasio
por la seorita Cormon? No sern ni los ricos, esos sultanes
de la sociedad, que encuentran en ella verdaderos harenes;
ni los burgueses, que siguen el camino trillado de los pre
juicios, ni las mujeres, que, no queriendo concebir las pasio
nes de los artistas, les imponen el talin de sus virtudes,
imaginando que los dos sexos se rigen por las mismas
leyes.
Aqu tal vez sea preciso apelar a los jvenes que sufren
sus primeros deseos reprimidos en el momento en que
todas sus fuerzas se hallan en tensin, a los artistas cuyo
talento queda sofocado por la miseria, al genio que, perse
guido al principio y a menudo carente de apoyo y de ami
gos, acaba triunfando sobre la doble angustia del alma
y del cuerpo. Aqullos conocen bien los lacerantes ataques
del cncer que devoraba a Atanasio; ellos han agitado esas
largas y crueles deliberaciones hechas en presencia de fines
tan grandiosos para los cuales no se encuentran medios; ex
perimentaron esos absortos desconocidos en que la fuerza
del genio cubre una grava estril. Aqullos saben que la
magnitud de los deseos se halla en proporcin a la exten

42

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

sin de la imaginacin. Cuanto ms arriba suben, ms


bajo llegan a caer, y cuntos lazos no se rompen con
estas cadas! Su vista penetrante ha descubierto, como
Atanasio, el brillante porvenir que les aguardaba y del que
slo se crean separados por una tenue gasa; esta gasa
que no era obstculo a sus miradas, la sociedad la converta
en un muro de bronce. Impulsados por una vocacin, por
el sentimiento del arte, tambin trataron a veces de crearse
un medio de sentimientos que la sociedad materializa sin
cesar. Cmo! La provincia calcula y arregla el matrimonio
con la finalidad de crearse un bienestar, y le estara vedado
a un artista pobre, a un hombre de ciencia, el darle al
matrimonio un doble destino, el de hacerle servir para
salvar su pensamiento asegurando al propio tiempo su
existencia?
Agitado por estas ideas, Atanasio Granson consider al
principio su matrimonio con la seorita Cormon como un
medio para dar consistencia y seguridad a su vida; podra
lanzarse hacia la gloria, hacer feliz a su madre, y l se
saba al propio tiempo capaz de amar fielmente a la seo
rita Cormon. Pronto, sin que l mismo se diera cuenta, su
propia voluntad cre una pasin real; psose a estudiar
a la solterona, y como consecuencia del prestigio que ejer
ce la costumbre, termin por no ver ms que las bellezas
y olvidar los defectos. En un joven de veintitrs aos el
fuego del amor produce una especie de prisma entre sus
ojos y la mujer. A este respecto, el abrazo con que en
escena estrecha Querubin a Marcelina contra su pecho es
un rasgo de genio en Beaumarchais. Pero si pensamos
que en la profunda soledad en que la miseria dejaba a
Atanasio, la seorita Cormon era la nica figura sometida
a sus miradas, que la luz del da daba de lleno sobre ella,
no se encontrar natural esta pasin? Este sentimiento
tan profundamente escondido hubo de crecer da tras da.
Los deseos, los sufrimientos, la esperanza, las meditaciones
iban aumentando en la calma y el silencio el lago en el
que cada hora depositaba su gota de agua y que iba ex
tendindose en el alma de Atanasio. A medida que aumen
taba el crculo interior que describa la imaginacin ayu
dada por los sentidos, iba hacindose ms impresionante

LA SOLTERONA

43

la seorita Cormon, y ms iba creciendo la timidez de


Atanasio. La madre lo haba adivinado todo. La madre,
como mujer de provincias, calculaba ingenuamente en ella
misma las ventajas del asunto. Decase que la seorita
Cormon podra considerarse dichosa de tener por marido a
un joven de veintitrs aos, lleno de talento, que hara ho
nor a su familia y a la regin; pero los obstculos que la
escasa fortuna de Atanasio y la edad de la seorita Cormon
presentaban a esta boda le parecan insuperables: slo
imaginaba la paciencia para poder vencerlos. Al igual que
Du Bousquier, al igual que el caballero de Valois, ella
tena su poltica, aguardaba la hora propicia con la as
tucia que procede del inters y de la maternidad. La
seora Granson no desconfiaba del caballero de Va
lois; pero haba supuesto que Du Bousquier, aunque
rechazado, conservaba pretensiones. Hbil y secreta ene
miga del viejo abastecedor, la seora Granson le haca
un mal extraordinario para servir a su propio hijo, a quien,
por otra parte, todava no haba dicho nada acerca de sus
sordos manejos. Ahora, quin no comprender la impor
tancia que iba a adquirir la confidencia de la mentira de
Susana, una vez hubiera sido hecha a la seora Granson?
Qu arma tan terrible en manos de aquella dama de la
caridad, tesorera de la Sociedad maternal! Con qu perfidia
ira a llevar la noticia, mientras peda ayuda para la casta
Susana!
En aquel momento, con los codos pensativamente apoya
dos en la mesa, Atanasio haca jugar con aire distrado su
cuchara en la taza vaca, contemplando aquella pobre sala
de rojos ladrillos, sillas de paja, bufete de madera pintada,
cortinas rosa y blanco que semejaban un tablero de damas,
tapizada con un viejo papel de taberna y que comunicaba
con la cocina por medio de una puerta con vidriera. Como
se hallaba arrimado a la chimenea, frente a su madre, y la
chimenea se encontraba casi delante de la puerta, aquel
semblante plido, iluminado por la luz de la calle, enmarca
do por unos hermosos cabellos negros, aquellos ojos anima
dos por la desesperacin e inflamados por las ideas matuti
nas, ofrecironse de pronto a las miradas de Susana. La
joven, que ciertamente posea el instinto de la miseria y de

44

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

los sufrimientos del corazn, experiment aquella chispa


elctrica, salida no se sabe de dnde, que es negada por
ciertos espritu fuertes, pero cuyo golpe simptico ha sido
percibido por un gran nmero de mujeres y de hombres.
Se trata a la vez de una luz que ilumina las tinieblas del
futuro, un presentimiento de los goces puros del amor com
partido, la certidumbre de comprenderse mutuamente. Se
trata sobre todo de un toque hbil y fuerte realizado por
una mano de maestro en el piano de los sentidos. La mirada
queda fascinada por una irresistible atraccin, el corazn
es conmovido, las melodas de la felicidad resuenan en el
alma y en los odos, una voz grita: Es l! Luego, a menudo,
la reflexin arroja sus duchas de agua fra sobre esta hirviente emocin, y todo queda dicho. En un instante tan
rpido como un rayo, Susana recibi un alud de pensa
mientos en el corazn. Un relmpago de amor verdadero
quem las malas hierbas abiertas al soplo del libertinaje
y la disipacin. Comprendi cunto estaba perdiendo en
grandeza ella misma. Lo que el da antes no era ms que
una broma a sus ojos convirtise en una grave sentenciacon ella misma. Retrocedi ante su xito. Pero la imposibi
lidad del resultado, la pobreza de Atanasio, una vaga espe
ranza de enriquecerse y de volver de Pars con las manos
llenas, dicindole: "Yo te amaba!", la fatalidad, si se quie
re, sec aquella lluvia bienhechora. La ambiciosa joven
pregunt con aire tmido si poda hablar un instante con
la seora Granson, la cual la llev a su dormitorio. Cuando
Susana, sali, mir por segunda vez a Atanasio, le encontr
en la misma postura y reprimi las lgrimas. En cuanto
a la seora Granson, estaba radiante de alegra. Tena por
fin una terrible arma contra Du Bousquier, podra infligirle
una mortal herida. Tambin haba prometido a la pobre
joven seducida el apoyo de todas las damas de la caridad,
de todas las comanditarias de la Sociedad maternal; entre
vea una docena de visitas a hacer que iban a ocupar su
jomada y en el transcurso de las cuales se formara sobre
la cabeza del soltern una tempestad espantosa. El caballe
ro de Valois, aunque prevea el cariz que iba a tomar el
asunto, no se prometa tanto escndalo como el que en
realidad haba de producirse.

LA SOLTERONA

45

Hijo mo dijo la seora Granson a Atanasio, ya


sabes que hemos de ir a comer en casa de la seorita Cormon; procura arreglarte un poco. Haces mal en descuidar
lu aseo personal, pareces un facineroso. Ponte tu hermosa
camisa de chorrera y tu traje verde de pao de Elbeuf.
Tengo mis razones aadi con aire malicioso. Por otra
parte, la seorita Cormon se dispone a partir para el Prebaudet y habr mucha gente en su casa. Cuando un joven
va a casarse, debe servirse de todos sus medios para agra
dar. Si las muchachas quisieran decir la verdad, hijo mo,
le sorprendera saber qu es lo que las enamora. A menudo
es suficiente que un hombre haya pasado a caballo, al fren
te de una compaa de artilleros, o que se haya exhibido
en un baile con ropa bien ceida al cuerpo. A menudo, cier
to gesto con la cabeza, una actitud melanclica, hacen su
poner toda una vida; nos forjamos una novela conforme al
protagonista; a veces no es ms que un animal, pero la
boda ya est hecha. Examina al caballero de Valois, estu
dalo, adopta sus maneras; fjate cmo se presenta con
naturalidad; no tiene el aire ficticio como t. Habla un
poco; cualquiera dira que no sabes nada, t que te sabes
el hebreo de memorial
Atanasio escuch a su madre con aire asombrado, pero
sumiso; luego se levant, cogi la gorra y se dirigi al
Ayuntamiento, dicindose:
Habr adivinado mi madre mi secreto?
Pas por la calle del Val-Noble, donde viva la seorita
Cormon, pequeo placer que se daba todas las maanas,
V decase entonces mil cosas fantsticas:
"Ciertamente no sospecha que en este momento pasa
por delante de su casa un joven que la amara mucho, que
le sera fiel, que jams le dara ningn disgusto, que le
dejara disponer de su fortuna sin mezclarse en sus asun
tos. Dios mo, qu fatalidad! En la misma ciudad, a dos
lasos la una de la otra, dos personas se encuentran en las
condiciones en que nos encontramos nosotros, y nada puede
aproximarlas! Y si esta noche yo le hablara?"
Entretanto, Susana regresaba a la casa de su madre
pensando en el pobre Atanasio; y como muchas mujeres
lian podido desear para hombres adorados ms all de las

46

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

fuerzas humanas, se senta capaz de proporcionarle con su


hermoso cuerpo un estribo por medio del cual pudiera
alcanzar rpidamente su corona.
Ahora es necesario entrar en casa de aquella solterona
hacia la cual tantos intereses convergan y en la que haban
de hallarse aquella misma noche reunidos los actores de
esta escena, con excepcin de Susana. Esta joven, alta y
hermosa, bastante audaz para quemar sus naves, como Ale
jandro, en el comienzo de la vida, y para iniciar la lucha
con una falta inventada, desapareci de escena despus
de haber introducido en ella un violento elemento de inte
rs. Por otra parte, sus votos fueron cumplidos. Abandon
su ciudad natal unos das ms tarde, provista de dinero
y de hermosas chucheras, entre las cuales se encontraba
un magnfico vestido verde y un delicioso sombrero verde
forrado de rosa, que le regal el seor de Valois, presente
que ella prefera a todo lo dems, incluso al dinero de
las damas de la Sociedad maternal. Si el caballero hubiese
ido a Pars en el momento en que ella brillaba en la ciudad,
ciertamente lo habra abandonado todo por l. Semejante
a la casta Susana de la Biblia, a la que los viejos apenas
haban visto, establecise feliz y llena de esperanzas en
Pars, mientras todo Alenqon deploraba su desventura,
por la que las dos damas de las dos Sociedades de caridad
y de maternidad manifestaron una viva simpata. Si Susa
na puede ofrecer una imagen de esas bellas normandas
que un sabio francs ha dicho que constituan una tercera
parte del consumo que en este gnero efecta el monstruoso
Pars, permaneci en las regiones ms elevadas y ms
decentes de la galantera. En una poca en la que, como
deca el seor de Valois, la mujer ya no exista, Susana
fue solamente la seora de Val-Noble; en otro tiempo ha
bra sido la rival de las Rhodope, de las Imperia, de las
Ninon. Uno de los escritores ms distinguidos de la Resturacin la ha tomado bajo su proteccin; tal vez se case
con ella; es periodista, y por lo tanto se halla por encima
de la opinin, puesto que sobre ella fabrica una novela
cada seis aos.

II

LA SEORITA CORMON
En Francia, en casi todas las prefecturas de segundo
orden, hay un saln en el que se renen personas conside
rables y consideradas que, sin embargo, no constituyen
an la flor y nata de la sociedad. El dueo y la duea de
la casa figuran entre los personajes ms conspicuos de la
ciudad y son bien recibidos dondequiera que quieran ir;
no se da en la ciudad una fiesta o un banquete diplomtico
a los que no sean invitados; pero la gente de castillo, los
pares que poseen hermosas tierras, la gran compaa del
departamento no va a su casa, y permanece en relacin
con ellos en los lmites de una visita hecha de una parte
y de otra, de una comida o de una velada aceptadas y de
vueltas. Este saln mixto, en el que se encuentran la pequela nobleza de cargo fijo, el clero y la magistratura, ejerce
una gran influencia. La razn y la inteligencia de la comar
ca residen en esta sociedad slida y sin fausto, en la que
cada cual conoce los ingresos del vecino, en la que se pro
lesa una completa indiferencia "en lo que se refiere al lujo
y a la toilette, juzgados como nieras en comparacin con
un campo de diez o doce arapendes cuya adquisicin fue
incubada durante aos y que dio lugar a inmensas com
binaciones diplomticas. Inquebrantable en sus prejuicios,
buenos o malos, este cenculo sigue un mismo camino sin

48

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

mirar hacia adelante ni hacia atrs. No admite nada de Pa


rs sin un prolongado examen, rechaza tanto las cachemiras
como las inscripciones en el Libro de la Deuda Pblica, se
burla de las novedades, no lee nada y quiere ignorarlo
todo: ciencia, literatura, inventos industriales. Obtiene el
cambio de un prefecto que no conviene, y si el administra
dor resiste, lo asla a modo de las abejas que cubren de
cera un caracol que haya ido a parar a su colmena. En
fin, en ese saln las habladuras se convierten a menudo en
solemnes sentencias. As, aunque all no se efecten ms
que partidas de juego, las mujeres jvenes aparecen de
vez en cuando; van a buscar all una aprobacin de su
conducta, una consagracin de su importancia. Esta supre
maca concebida a una casa hiere a menudo el amor propio
de algunos naturales de la regin, que se consuelan calcu
lando los gastos que ella supone y de los que ellos mismos
se aprovechan. Si no se encuentra una fortuna bastante
considerable para tener casa abierta, los personajes cons
picuos eligen como lugar de reunin, como hacan los de
Alenon, la casa de una persona inofensiva cuya vida pare
ce haberse detenido, cuyo carcter o posicin hace que la
sociedad quede duea de ella, no proyectando sombra
sobre las vanidades ni sobre los intereses de nadie. As, la
alta sociedad de Alenpon se reuna desde haca tiempo
en casa de la solterona cuya fortuna, sin que ella lo supiera,
era codiciada por la seora Granson, prima suya, y por los
dos solterones cuyas secretas esperanzas acaban de ser
descubiertas. Esta seorita viva con su to materno, un
antiguo vicario del obispado de Sez, en otro tiempo tutor
suyo, y de quien ella haba de heredar. La familia que en
tonces representaba Rosa Mara Victoria Cormon figuraba
en otro tiempo entre las ms considerables de la provincia.
Aunque plebeya, rozaba con la nobleza, con la que a veces
se haba aliado; haba suministrado antao intendentes a
los duques de Alengon, buen nmero de magistrados y
varios obispos. El seor de Sponde, el abuelo materno de
la seorita Cormon, fue elegido por la nobleza para los
estados generales, y el seor Cormon, su padre, por el
tercer estado; pero ni uno ni el otro aceptaron tal misin.
Desde haca un siglo, las jvenes de la familia se haban

LA SOLTERONA

49

casado con nobles de la provincia, de suerte que esta fami


lia se haba difundido tanto por el ducado, que abarcaba
todos los rboles genealgicos. Ninguna otra burguesa se
pareca ms a la nobleza.
Construida en tiempos de Enrique IV por Pedro Cormon,
intendente del ltimo duque de Alenqon, la casa en que
viva la seorita Cormon haba pertenecido siempre a su
familia, y entre todos los bienes visibles, ste estimulaba
particularmente la codicia de sus dos viejos amantes. Sin
embargo, lejos de dar ingresos, aquella casa era ocasin
de gastos; pero es tan raro encontrar en una ciudad de pro
vincias una vivienda situada en lugar cntrico, sin mal ve
cindario, bella en su aspecto exterior, cmoda en su interior,
que todo Alengon comparta aquella envidia. Este viejo
hotel estaba situado precisamente en mitad de la calle del
Val-Noble. La casa era notable por la slida arquitectura
que produjo Mara de Mdicis. Aunque construida en gra
nito, piedra difcil de trabajar, sus ngulos, los encuadres
de las ventanas y los de las puertas estaban decorados con
almohadillados tallados en punta de diamante. Se compone
de un piso encima de una planta baja; el techo, muy alto,
presenta ventanas salientes con tmpanos esculpidos. Entre
cada una de las ventanas sobresale una grgola que figura
una garganta fantstica de animal sin cuerpo que vomita
las aguas sobre grandes piedras con cinco agujeros. En la
parte del patio, a la derecha, se encuentran las cuadras y
los establos; a la izquierda, la cocina, la leera y el lugar
para la colada. Uno de los batientes de la puerta cochera
permaneca abierto y provisto de una pequea puerta baja,
con campanilla y claraboya, que permita a los transentes
ver, en medio de un amplio patio, un parterre de flores
cuyas tierras amontonadas eran retenidas por un pequeo
seto de alhea. Algunos rosales de las cuatro estaciones,
alheles, escabiosas, lirios y retama componan el macizo,
alrededor del cual colocaban, durante la primavera, cajas
de laureles, granados y mirtos. Sorprendido ante la pulcri
tud minuciosa que distingua este patio y sus dependencias,
un extrao habra podido adivinar la presencia de la solte
rona. El ojo que presida todo aquello tena que ser un
ojo desocupado, conservador menos por carcter que por

50

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

la necesidad de hacer algo. Solamente una solterona, en


cargada de llenar su jornada siempre vaca, era la que
poda mandar arrancar la hierba que creca entre las pie
dras del pavimento, limpiar la parte alta de los muros, exi
gir un continuo barrido. Slo ella era capaz de introducir
por falta de ocupacin una especie de limpieza holandesa
en una pequea provincia situada entre el Perche, la Breta
a y la Normanda, regin en la que con orgullo se profesa
una crasa indiferencia para con el confort.
Nunca el caballero de Valois ni Du Bousquier suban
los peldaos de la doble escalera que rodeaba la tribuna
de la escalinata de aquel hotel sin pensar que este hotel
era propio de un par de Francia o del alcalde de la ciudad.
Una puerta-ventana coronaba aquella escalinata y entraba
en una antesala por medio de una segunda puerta parecida,
que daba a otra escalinata de la parte del jardn. Esta es
pecie de galera de ladrillos rojos era el hospital de los
retratos de familia enfermos: algunos tenan un ojo averia
do, otros tenan averiado un hombro; ste sostena el som
brero con una mano que ya no exista, aqul tena ampu
tada una pierna. All se dejaban los abrigos, los zuecos, los
chanclos, los paraguas, las cofias y las pellizas. Era el arse
nal en el que cada visitante habitual dejaba su bagaje al
llegar y lo tomaba de nuevo al partir. As, a lo largo de
cada muro haba una banqueta para sentarse los criados
que llegaban provistos de linternas, y una gran estufa con
objeto de combatir el aire que llegaba a la vez del patio
y del jardn. La casa estaba, pues, dividida en dos partes
iguales. Por un lado, sobre el patio, se hallaba la caja de
la escalera, un gran comedor que daba al jardn, luego una
pieza pot medio de la cual se comunicaba con la cocina;
por el otro lado, un saln con cuatro ventanas, junto al
cual haba dos pequeas estancias, la una que daba al jar
dn y la otra que reciba luz del patio y serva como
gabinete. El primer piso contena el apartamento completo
de un hogar y unas habitaciones en las que viva el anciano
abate de Sponde. Las buhardillas deban ofrecer sin duda
un vasto albergue desde haca tiempo a las ratas y a los
ratones, cuyas hazaas nocturnas eran contadas por la se

LA SOLTERONA

51

orita Cormon al caballero de Valois, asombrndose de la


ineficacia de los medios empleados contra ellos.
El jardn, de aproximadamente medio arapende, est
bordeado por el Brillante, ro que recibe este nombre de las
partculas de mica que contiene su lecho, pero en todos
los lugares menos en Val-Noble, donde sus aguas van car
gadas de tinturas y desechos arrojados por las industrias
de la ciudad. La orilla opuesta al jardn de la seorita
Cormon, como en todas las ciudades de provincia en las
que pasa un ro, se halla cubierta de casas en las que se
practican diversas profesiones; pero afortunadamente no
tena entonces frente a ella ms que a personas tranquilas,
burgueses, un panadero y unos ebanistas. Este jardn, lleno
de flores, viene naturalmente rematado por una terraza que
forma un muelle, en la parte baja de la cual se encuentran
algunos peldaos para descender al Brillante. Sobre la ba
laustrada de la terraza, imaginad grandes jarrones de loza
azul y blanca de los cuales se elevan hermosos alheles; a la
derecha y a la izquierda, a lo largo de los muros vecinos,
veris un grupo de tilos. Con ello tendris una idea del
paisaje lleno de pdica serenidad, de castidad tranquila,
de ideas modestas y burguesas que ofrecan la ribera opues
ta y sus ingenuas casas, las aguas escasas del Brillante,
el jardn y el venerable edificio de los Cormon. Qu
paz, qu tranquilidad y sosiego! Nada de pomposo, pero
nada de transitorio: all todo parece eterno. La planta
baja perteneca, pues, a la recepcin. All todo respiraba
la vieja e inalterable provincia.
El gran saln cuadrado, de cuatro puertas y cuatro ven
tanas, estaba modestamente recubierto de madera pintada
en gris. Un solo espejo rectangular se encontraba encima
de la chimenea, y la parte alta del entrepao representaba
al Da conducido por las Horas, pintado en camafeo. Este
gnero de pintura infestaba todas las partes altas de puer
tas en las que el artista haba inventado esas eternas Esta
ciones que en buena parte de las casas del centro de Fran
cia os hacen aborrecer a esos detestables Amores ocupados
en segar, sembrar o arrojarse flores mutuamente. Cada
ventana estaba adornada por cortinas de damasco verde.
Los muebles tapizados, cuyas maderas pintadas y barniza

52

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

das se distinguan por las formas contorneadas tan de


moda en el pasado siglo, presentaban en sus medallones las
fbulas de la Fontaine. El techo estaba dividido en dos
por una gruesa viga en medio de la cual penda una vieja
araa de cristal de roca, envuelta en una camisa verde.
Encima de la chimenea haba dos jarrones en azul de
Svres, viejos candelabros de muchos brazos empotrados
en el entrepao y un reloj de pared cuyo tema, tomado de
la ltima escena del Desertor, demostraba la fama prodigio
sa de que haba gozado la obra de Sedaine. Este reloj, de
cobre dorado, componase de once personajes, cada uno
de los cuales meda cuatro pulgads de altura: en el fondo,
el desertor sala de la prisin entre unos soldados; en la
parte de delante, la joven desvanecida. El hogar, las palas
y las tenazas eran de un estilo parecido al del reloj de pa
red. Los paneles de la madera tenan como adorno los ms
recientes retratos de la familia, uno o dos Rigaud y tres
pasteles de Latour. Cuatro mesas de juego, unas tablas rea
les y una mesa de juego de los cientos llenaban aquella
inmensa estancia, la nica, por otra parte, que estaba enta
rimada. El gabinete de trabajo, completamente recubierto
de vieja laca roja, negra y oro, habra de adquirir aos
ms tarde unos precios de locura, que la seorita Cormon
no poda siquiera sospechar, pero aunque le hubiesen ofre
cido mil escudos por panel, jams lo habra vendido, por
que tena por sistema no desprenderse de nada. La pro
vincia cree siempre en tesoros escondidos por los antepasa
dos. El intil gabinete estaba tapizado con esta vieja zaraza
tras la cual corren hoy da todos los aficionados al gnero
denominado Pompadour. El comedor, de baldosas negras y
blancas, sin techo, pero de vigas pintadas, estaba provisto
de esos formidables bufetes que exigen las batallas que
en provincias se libran contra los estmagos. Las paredes,
pintadas al fresco, representaban un arriate de flores. Las
sillas eran de caa de Bengala barnizada y las puertas de
madera de nogal natural. Todo completaba admirablemente
el aire patriarcal que se respiraba en el interior y en el
exterior de aquella casa. El genio de la provincia lo haba
conservado todo; nada era nuevo ni antiguo, joven ni de
crpito. Una fra exactitud dejbase sentir por doquier.

LA SOLTERONA

53

Los turistas de la Bretaa y de la Normanda, del Maine


y del Anjou deben haber visto todos, en las capitales de
estas provincias, una casa que se pareca ms o menos al
hotel de los Cormon; porque, en su gnero, es un arque
tipo de las casas burguesas de una gran parte de Francia,
y merece tanto ms su lugar en esta obra cuanto que expli
ca unas costumbres y representa unas ideas. Quin no
advierte ya cun tranquila y rutinaria era la vida en este
viejo edificio? Haba all una biblioteca, pero se encontraba
alojada un poco por debajo del nivel del Brillante, y el
polvo, lejos de perjudicarla, la haca an tener mayor va
lor. Las obras se conservaban en ella con el esmero que se
da, en estas provincias desprovistas de viedos, a las obras
llenas de naturalidad, exquisitas, recomendables por sus
perfumes antiguos y producidos por las prensas de la Borgoa, de la Turena, de la Gascua y del Medioda. El precio
de los transportes es demasiado considerable para que se
hagan llegar vinos malos.
La sociedad de la seorita Cormon estaba integrada por
unas ciento cincuenta personas: algunas iban al campo,
stas estaban enfermas, aqullas iban al departamento para
sus negocios; pero haba algunos fieles que, salvo en las
veladas de invitacin, venan todos los das, as como aque
llas personas que por deber o por costumbre estaban obli
gadas a permanecer en la ciudad. Todos estos personajes
se hallaban en la edad madura; pocos de entre ellos haban
viajado, casi todos se haban quedado en la provincia y
algunos haban tomado parte en la chuanera. Empezaba
a poderse hablar sin temor de aquella guerra desd que las
recompensas les llegaban a los heroicos defensores de la
buena causa. El seor de Valois, uno de los promotores
de la ltima toma de armas en la que perdi la vida el
marqus de Montauran, entregado por su amante, en la
que se cubri de gloria el famoso March--Terre, que efec
tuaba tranquilamente por aquel entonces el trfico de gana
do en la parte de Mayenne, daba desde haca seis meses la
clave de algunas buenas pasadas jugadas a un viejo repu
blicano llamado Hulot, comandante de una media brigada
acantonada en Alencon de 1798 a 1800 y que haba dejado
recuerdos en la regin. Las mujeres se arreglaban poco.

54

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

salvo el mircoles, da en que la seorita Cormon ofreca


una comida y los invitados se ponan in fiocchi. Algunas
mujeres traan sus labores, calceta, tapicera a mano; al
gunas jvenes trabajaban sin rebozo en unos dibujos para
punto de Alengon, con el producto de los cuales pagaban
su sustento. Algunos maridos traan a sus mujeres; all no
se deca una palabra al odo sin que suscitara la atencin;
no haba peligro alguno para un hombre joven ni para una
mujer joven de or alguna palabra de amor. Cada tarde,
a las seis, la larga antesala se llenaba de sus objetos pecu
liares; cada contertulio traa quien su bastn, quien su
abrigo, quien su linterna. Todas estas personas se conocan
tan bien unas a otras, las costumbres eran tan familiar
mente patriarcales, que si por casualidad el anciano abate
de Sponde se encontraba bajo el porche y la seorita Corman en su habitacin, ni Joseta, la doncella, ni Jacquelin,
el criado, ni la cocinera iban a advertirles. El primero que
llegaba aguardaba al segundo; luego, cuando los contertu
lios eran en nmero suficiente para jugar a las tablas rea
les, al whist o al bostcm, empezaban a jugar, sin esperar
al abate de Sponde o a la seorita. Si oscureca, al or la
campanilla, Joseta o Jacquelin acudan y encendan la luz.
Al ver el saln iluminado, el abate se apresuraba a acudir.
Todas las tardes, las mesas de juego quedaban llenas, lo
que daba un promedio de veinticinco a treinta personas,
contando las que conversaban; pero a menudo haba ms
de cuarenta. Jacquelin encenda entonces las luces del gabi
nete y la salita. Entre las ocho y las nueve, los domsticos
empezaban a llegar a la antesala para buscar a sus dueos;
y a menos de que hubiera revolucin, a las diez ya no que
daba nadie en el saln. A esa hora, los contertulios se mar
chaban formando grupos, comentando los lances del juego
o continuando algunas observaciones relativas a los cam
pos que ambicionaban, a los repartos de herencias,'a las
disensiones que se suscitaban entre herederos, sobre las
pretensiones de la sociedad aristocrtica. Era como en Pa
rs a la salida de un espectculo. Ciertas personas, que
hablaban jnuctio de poesa y no entendan nada de ello, des
potricaron contra las costumbres provincianas; pero reflexionadlo bien, y despus de haberos iniciado en el conjun

LA SOLTERONA

55

to suave y unido que presentan este paisaje, esta casa y


su interior, la compaa y sus intereses aumentados por la
pequeez del espritu, como el oro batido entre hojas de
pergamino, preguntaos qu es en definitiva la vida huma
na. Tratad de pronunciaros entre el que ha grabado patos
en los obeliscos egipcios y el que ha jugado al boston du
rante veinte aos con Du Bousquier, el seor de Valois,
la seorita Cormon, el presidente del tribunal, el procura
dor del rey, el abate de Sponde, la seora Granson, e utti
quanti. Si el retomo exacto y cotidiano de los mismos pa
sos en un mismo sendero no constituye la felicidad, la re
presenta de un modo tan perfecto, que las personas a las
que las tempestades de una vida agitada ha obligado a
reflexionar sobre las ventajas de la calma dirn que aquello
era la felicidad. Para cifrar la importancia del saln de
la seorita Cormon bastar decir que, estadista nato de la
sociedad, Du Bousquier haba calculado que las personas
que lo frecuentaban posean ciento treinta y un votos en el
colegio electoral y reunan mil ochocientas libras de renta
en tierras en la provincia. Sin embargo, la ciudad de
Alengon no estaba completamente representada por este
saln; la alta compaa aristocrtica tena el suyo; luego,
el saln del recaudador general era como una posada ad
ministrativa debida por el gobierno, en la que toda la so
ciedad bailaba, intrigaba, mariposeaba, amaba y cenaba.
Estos otros dos salones se comunicaban por medio de algu
nas personas mixtas con la casa Cormon, y viceversa; pero
el saln Cormon juzgaba severamente lo que suceda en
esos otros dos campos: se criticaba el lujo de las comidas,
discuta la conducta de las mujeres, los vestidos, los inven
tos nuevos que en este aspecto se producan.
La seorita Cormon, especie de razn social bajo la cual
se comprenda una importante camarilla, deba constituir,
pues, el punto de mira de dos ambiciosos tan profundos
como el caballero de Valois y Du Bousquier. Para el uno
como para el otro, all estaba la diputacin, y por consi
guiente la dignidad de par para el noble, un cargo de re
caudador general para el abastecedor. Un saln dominador
se crea con tanta dificultad en provincias como en Pars, y
aqul ya estaba creado. Casarse con la seorita Cormon

56

H . DE DALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

equivala a reinar en Alen^on. Atanasio, el nico de los tres


pretendientes de la mano de la solterona que ya no calcu
laba nada, amaba entonces a la persona tanto como a la
fortuna. No exista un drama singular en la situacin de
estos cuatro personajes? No haba algo peregrino en estas
tres rivalidades silenciosamente apretadas en torno a una
solterona que no les adivinaba, a pesar de un espantoso y
legtimo deseo de contraer matrimonio? Pero, aunque todas
estas circunstancias hagan del celibato de esta mujer una
cosa extraordinaria, no es difcil explicar cmo y por qu,
a pesar de su fortuna y de sus tres enamorados, an no se
haba casado. Ante todo, segn la jurisprudencia de la casa,
la seorita Cormon haba deseado siempre casarse con un
gentilhombre; pero, de 1789 a 1799, las circunstancias fueron
muy desfavorables a sus pretensiones. Quera ser mujer
de condicin, pero tena un miedo horrible al tribunal re
volucionario. Estos dos sentimientos, de fuerza igual, la
hicieron estacionaria por una ley que resultaba tan verda
dera en esttica como en esttica. Este estado de incerti
dumbre, por otra parte, agrada a las mujeres mientras an
se creen jvenes y con derecho a elegir marido. Francia
sabe que el sistema poltico seguido por Napolen tuvo
como resultado el hacer muchas viudas. Bajo este rgimen,
las herederas fueron en un nmero muy desproporcionado
con relacin al de los muchachos casaderos. Cuando el Con
sulado trajo de nuevo el orden interior, las dificultades
exteriores hicieron que el casamiento de la seorita Cor
mon resultase tan difcil como antes. Si, por una parte,
Rosa Mara Victoria se negaba a casarse con un viejo, por
otra parte el temor al ridculo y las circunstancias le veda
ron casarse con un hombre muy joven; ahora bien, las fa
milias casaban muy pronto a sus hijos, con objeto de sus
traerlos a los efectos de la conscripcin. En fin, por una
obstinacin de propietaria, ella tampoco se habra casado
con un soldado; porque ella no se casara con un hombre
para devolverlo al emperador, sino que lo quera para ella
sola. De 1804 a 1815 le fue, pues, imposible luchar con las
jvenes que se disputaban los partidos convenientes, cada
vez ms escasos por efecto de los caones. Adems de su
predileccin por la nobleza, la seorita Cormon tuvo la

LA SOLTERONA

57

mana, muy excusable, de querer ser amada por ella mis


ma. No podrais imaginar a qu extremos la haba llevado
este deseo. Haba usado su inteligencia en tender mil tram
pas a sus adoradores, para poner a prueba los sentimientos
de ellos. Sus trampas fueron tan bien tendidas, que los
desdichados cayeron todos en ellas, y sucumbieron en las
pruebas barrocas que ella les impona sin que ellos se die
ran cuenta. La seorita Cormon no los estudiaba, los espia
ba. Una palabra dicha a la ligera, una chanza que ella com
prenda mal era suficiente para que rechazase a tales pre
tendientes como indignos: ste no tena sentimientos ni
delicadeza, aqul menta y no era cristiano; el uno quera
hacerse rico casndose con ella, el otro no era de ndole
como para hacerla feliz; all adivinaba alguna gota heredi
taria; aqu unos antecedentes inmorales la asustaban: como
la Iglesia, exiga un buen cura para sus altares; adems,
quera que se casaran por sqs pretendidos defectos y su
falsa fealdad, como las otras mujeres quieren que se casen
con ellas por las cualidades que no poseen y por hipotti
cas gracias. La ambicin de la seorita Cormon tena s
origen en los sentimientos ms delicados de la mujer: pen
saba obsequiar a su amante revelndole mil virtudes des
pus de la boda, tal como otras descubren las mil imperfec
ciones que cuidadosamente han mantenido ocultas; pero
le mal comprendida: la noble mujer no encontr ms que
almas vulgares en las que reinaba el clculo de los intere
ses positivos y que nada entendan de los hermosos clcu
los del sentimiento. A medida que iba avanzando hacia esa
poca fatal tan ingeniosamente llamada la segunda juven
tud, iba en aumento su desconfianza. Afect presentarse
bajo la luz ms desfavorable y desempe tan bien su pa
pel, que los ltimos pretendientes vacilaron en unir su
suerte a la de una persona cuyo virtuoso juego de la galli
na ciega exiga un estudio al que se entregan poco los hom
bres que quieren una virtud prefabricada. El temor cons
tante de que no se casaran con ella ms que por su fortuna
la hizo volver inquieta, suspicaz en grado extremo; perse
gua a los hombres ricos, y los ricos podan contraer venta
josos matrimonios; tema a los hombres pobres, a quienes
negaba el desinters del que ella tanto caso haca en seme

58

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

jante asunt: de suerte que sus exclusiones y las circuns


tancias fueron enrareciendo extraamente a los hombres
de tal modo seleccionados. A cada boda frustrada, la pobre
seorita, obligada a despreciar a los hombres, acab vin
dolos bajo un concepto equivocado. Su carcter contrajo
necesariamente una ntima misantropa que proyect cierto
tinte de amargura en su conversacin y algo de severidad
en su mirada. Su celibato determin en sus costumbres
una rigidez creciente, porque trataba de perfeccionarse en
desesperacin de causa. Noble venganza! Tall para Dios
el diamante bruto que haba sido rechazado por el hombre.
Pronto la opinin pblica le fue adversa, porque el pblico
acepta la sentencia que una persona libre pronuncia sobre
s misma al no casarse, careciendo de partidos o rehusn
dolos. Cada cual juzga que esta negativa se basa en razo
nes secretas, siempre mal interpretadas. ste deca que
ella estaba mal formada fsicamente, aqul le atribua de
fectos ocultos; pero la pobre mujer era pura como un n
gel, sana como una nia y llena de buena voluntad, porque
la naturaleza la haba destinado a todos los placeres, a to
das las dichas, a todas las fatigas de la maternidad.
La seorita Cormon no encontraba, sin embargo, en su
persona el auxiliar obligado de sus deseos. No posea otra
belleza ms que la tan impropiamente llamada belleza del
diablo, y que consiste en una gruesa frescura de juventud
que, teolgicamente hablando, el diablo no podra poseer,
a menos de que sea preciso explicar esta expresin por el
constante afn que el diablo tiene de rejuvenecerse. Los pies
de la heredera eran grandes y planos; su pierna, que ella
a menudo dejaba ver por el modo en que, sin malicia, le
vantaba su vestido cuando haba llovido y sala de su casa
o de la iglesia de San Leonardo, no poda ser tomada por
la pierna de una mujer. Era una pierna nervuda, de panto
rrilla pequea y apretada, como la de un marinero. Una
gordura de nodriza, brazos fuertes y torneados, todo en
ella armonizaba con las formas abombadas, con la crasa
blancura de las beldades normandas. Unos ojos de color
indeciso y a flor de cabeza conferan al rostro, cuyos con
tornos redondeados no posean nobleza alguna, un aire
de asombro y sencillez borreguil que por otra parte era

LA SOLTERONA

59

adecuado a una solterona: si Rosa no hubiera sido ino


cente, lo habra parecido. Su nariz aguilea contrastaba con
la pequeez de su frente, porque es raro que esta forma
de nariz no implique una frente hermosa. A pesar de unos
gruesos labios rojos, indicio de una gran bondad, aquella
frente anunciaba demasiado pocas ideas para que el corazn
estuviera dirigido por la inteligencia: haba de ser bienhe
chora sin elegancia. Ahora bien, la gente reprocha severa
mente a la virtud sus defectos, en tanto que es muy indul
gente con las cualidades del vicio. Unos cabellos castaos
y de extraordinaria largura prestaban al rostro de Rosa
Cormon esa belleza que resulta de la fuerza y de la abun
dancia, los dos rasgos principales de su persona. En la
poca de sus pretensiones procuraba colocar su rostro en
posicin de tres cuartos para mostrar una oreja muy linda
que destacaba muy bien en medio del blanco azulado de su
cuello y de sus sienes, realzado por su enorme cabellera.
Vista as, en vestido de baile, poda parecer hermosa. Sus
formas protuberantes, su talle, su salud vigorosa arranca
ban a los oficiales del Imperio esta exclamacin:
Qu pedazo de mujer!
Pero con los aos, la gordura, elaborada por una vida
tranquila y prudente, habase poco a poco repartido tan
mal sobre aquel cuerpo, que haba destruido de l las pri
mitivas proporciones. En aquel momento no haba cors
que pudiera hacer recobrar las caderas a la pobre mucha
cha, que pareca fundida de una sola pieza. La juvenil ar
mona de busto ya no exista, y su excesiva anchura haca
temer que al agacharse fuera arrastrada por sus masas
superiores; pero la naturaleza la haba dotado de un natu
ral contrapeso. En ella, todo era muy verdadero. Al tripli
carse, la barbilla haba hecho disminuir la longitud del cue
llo y perjudicado a la elegancia de la cabeza. Rosa no posea
arrugas, sino pliegues; y los bromistas pretendan que para
no cortarse pona polvos en sus articulaciones, como se
hace con los nios. Esta gruesa persona ofreca a un joven
lleno de deseos, como Atanasio, la clase de encantos que
haban de seducirle. A las jvenes imaginaciones les agra
da tenderse sobre tales colchones vivos. Era la hermosa
perdiz tentando el cuchillo del goloso. Un gran nmero

60

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

de elegantes parisienses cargados de deudas se habran


resignado muy bien a hacer la felicidad de la seorita Cor
mon. Pero la pobre mujer tena ya ms de cuarenta aos!
En aquellos momentos, despus de haber luchado mucho
tiempo por poner en su vida los intereses que constituyen
a toda la mujer, y sin embargo, obligada a quedarse sol
tera, fortificbase en su virtud, por medio de las prcticas
religiosas ms severas. Haba recurrido a la religin, esa
gran consoladora de las virginidades bien guardadas. Un
confesor diriga de modo bastante necio desde haca tres
aos a la seorita Cormon en la senda de las maceraciones;
le recomendaba el uso de la disciplina, que, si hemos de
creer a la medicina moderna, produce un efecto contrario
al que esperaba aquel pobre cura, cuyos conocimientos de
higiene no eran muy vastos. Estas prcticas absurdas em
pezaban a esparcir un tinte monstico en el rostro de Rosa
Cormon, que a veces se desesperaba al ver cmo su tez
blanca adquira unos tonos amarillos que anunciaban la
madurez. El ligero bozo de que estaba adornado su labio
superior hacia las comisuras de la boca tenda a crecer y
se dibujaba cada vez de un modo ms perceptible. Era
cierto en Alcngon que la sangre atormentaba a la seorita
Cormon, la cual haca vctima de sus confidencias al ca
ballero de Valois, a quien mencionaba sus baos de pies,
combinando con l unos refrescos. El astuto compadre sa
caba entonces su petaca y, como conclusin, contemplaba
la princesa Gritza.
El verdadero calmante deca, querida seorita, se
ra un marido guapo y bueno.
S, pero de quin debo fiarme? responda ella.
El caballero expulsaba entonces los granos de tabaco
que se alojaban en los pliegues de su chaleco. Para todo el
mundo, este gesto habra resultado muy natural, pero siem
pre inspiraba inquietudes a la pobre mujer. La violencia
de su pasin sin objeto era tan grande, que Rosa ya no se
atreva a mirar a la cara a ningn hombre, tan grande era
el temor de que se advirtiese en su mirada el sentimiento que
la atormentaba. Por un capricho que quiz no era ms
que la continuacin de sus antiguos procedimientos, aunque
se sintiera atrada hacia los hombres que an podan con

LA SOLTERONA

61

venirle, tena tanto miedo de ser tildada de locura al pare


cer que les haca la corte, que les trataba con poca consi
deracin. La mayor parte de las personas de su compaa,
siendo incapaces de apreciar sus motivos, siempre tan
nobles, explicaban su modo de ser con sus co-clibes como
la venganza de un rechazo experimental o previsto. Cuando
comenz el ao 1815, Rosa lleg a aquella edad fatal que
ella no confesaba, la edad de cuarenta y dos aos. Su deseo
adquiri entonces una intensidad vecina de la monomana,
porque comprendi que toda esperanza de progenitura
acabara perdindose; y lo que en su celestial ignorancia
deseaba por encima de todo era tener hijos. No haba
nadie en todo Alengon que atribuyese a esta virtuosa mu
jer un solo deseo de las licencias amorosas: ella amaba en
bloque, sin nada imaginar del amor; era una Ins catlica,
incapaz de inventar una sola de las astucias de la Ins de
Moliere. Desde haca unos meses contaba con una casua
lidad. El licnciamiento de las tropas imperiales y la reor
ganizacin del ejrcito imperial operaban cierto movirnienlo en el destino de muchos hombres que regresaban, los
irnos con media paga, los otros con o sin pensin, cada cual
a su regin natal teniendo todos el deseo de corregir su
inala suerte y efectuar un final que para la seorita Cormon
poda representar un delicioso comienzo. Era difcil que
entre aquellos que regresaban a los alrededores no se en
contrase algn valiente militar honorable, vlido sobre todo,
de edad conveniente, cuyo carcter sirviera de pasaporte
a las opiniones bonapartistas; quizs incluso se encontrase
algunos que, para recobrar una posicin perdida, se haran
realistas. Este clculo mantuvo an, durante los primeros
meses del ao, a la seorita Cormon en la severidad de su
actitud. Pero los militares que fueron a vivir a la ciudad
resultaron ser todos ellos demasiado viejos o demasiado
jvenes, demasiado bonapartistas o demasiado malos sujelos, en situaciones incompatibles con las costumbres, el
rango y la fortuna de la seorita Cormon, quien cada da
iba desesperndose ms. Los oficiales superiores haban
aprovechado todos ellos sus ventajas, bajo Napolen, para
casarse, y aqullos se hacan realistas en inters de sus fa
milias. Por ms que la seorita Cormon rogaba a Dios la

62

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

gracia de enviarle un marido con objeto de poder ser cris


tianamente feliz, sin duda estaba escrito que haba de mo
rir virgen y mrtir, porque no se presentaba ningn hom
bre que tuviera visos de marido. Las conversaciones que se
desarrollaban en su casa todas las noches ofrecan suficien
te tema de informacin para que no llegase a Alengon un
solo forastero sin que ella fuera instruida acerca de sus
costumbres, fortuna y calidad. Pero Alenpon no es una
ciudad que atraiga a los forasteros, no se encuentra en la
ruta de ninguna capital, no tiene casualidades. Los marinos
que van de Brest a Pars ni siquiera se detienen en ella.
La pobre mujer acab comprendiendo que quedaba a mer
ced de los indgenas: as, sus ojos adquiran a veces una
expresin feroz, a la cual el malicioso caballero responda
con una mirada irnica, mientras sacaba su cajita de rap
y contemplaba la princesa Goritza. El seor de Valois saba
que en la jurisprudencia femenina, una primera fidelidad
es solidaria del futuro. Pero la seorita Cormon, hemos de
confesarlo, era poco inteligente: no comprenda nada en
el manejo de la cajita de rap. Ella redoblaba su vigilancia
para combatir al espritu maligno. Su rgida devocin y los
principios ms severos contenan sus crueles sufrimientos
en los misterios de la vida privada. Todas las noches, al
encontrarse sola, pensaba en su juventud perdida, en su
marchita lozana, en los deseos de la naturaleza burlada; y
mientras inmolaba al pie de la cruz sus pasiones, poesas
condenadas a permanecer inditas, prometase a s misma
que, si por casualidad se presentaba un hombre de buena
voluntad, no le sometera a prueba alguna y le aceptara
tal como fuese. Al sondear sus buenas disposiciones, en
ciertas noches ms speras las unas que las otras, iba in
cluso al extremo de casarse mentalmente con un subte
niente, un fumador al que se propona convertir, a fuerza
de cuidados, de complacencia y de dulzura, en el mejor
sujeto de la tierra; incluso estaba dispuesta a aceptarlo
acribillado de deudas. Pero haca falta el silencio de la
noche para esas fantsticas bodas en las que se complaca
en desempear el sublime papel de los ngeles custodios.
Al da siguiente, si Joseta encontraba la cama de su duea
completamente revuelta, la seorita haba recobrado su His-

LA SOLTERONA

63

miad; despus de desayunar quera un hombre de cuai cola aos, un buen propietario, bien conservado, casi
inven.
El abate de Sponde era completamente incapaz de ayud.ir a su sobrina en sus maniobras matrimoniales. Aquel
buen hombre, de unos setenta aos de edad, atribua los
desastres de la Revolucin francesa a algn designio de la
Providencia, afanosa de herir a una Iglesia disoluta. El
abale de Sponde habase lanzado, pues, al sendero mucho
tiempo abandonado que antiguamente practicaban los soliIarios para ir al cielo: llevaba una vida asctica, sin nfasis,
triunfo exterior. Ocultaba al mundo sus obras de cari
dad, sus continuas oraciones y sus mortificaciones; pensaba
que todos los sacerdotes deban obrar de tal modo dulante la tormenta, y predicaba con el ejemplo. Mientras
ni reca al mundo un semblante tranquilo y risueo, haba
terminado por desairarse completamente de los intereses
mundanos; pensaba exclusivamente en los desgraciados, en
Lis necesidades de la Iglesia y en su propia salvacin. Ha
lda dejado la administracin de sus bienes en manos de
sobrina, la cual le entregaba las rentas, y l le pagaba
ma mdica pensin, con objeto de emplear el sobrante
en limosnas secretas y en dones a la Iglesia. Todo el cario
del abate habase concentrado en su sobrina, la cual le
consideraba como a un padre; pero era un padre distrado,
que no conceba las agitaciones de la carne y daba gracias
,i Dios de que mantuviera a su querida hija en el celibato;
porque, desde su juventud, haba adoptado el sistema de
San Juan Crisstomo, que escribi que el estado de virgi
nidad estaba tan por encima del estado de matrimonio como
el ngel era superior al hombre. Acostumbrada a respetar
a su to, la seorita Cormon no se atreva a iniciarle en los
deseos que le inspiraba un cambio de estado. El buen hom
bre, acostumbrado a su vez al rumbo de la casa, habra
visto, por otra parte, con malos ojos la introduccin de un
dueo en ella. Preocupado por las miserias que aliviaba,
perdido en los abismos de la oracin, el abate de Sponde
lena muchas distracciones; poco hablador, posea un si
lencio afable y benvolo. Era un hombre de estatura eleva
da, flaco, de maneras graves, solemnes, cuyo rostro expre
m u

m i

64

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

saba sentimientos dulces, una gran calma interior, y que,,


por su presencia, imprima a aquella casa una autoridad
santa. Tena un gran afecto al volteriano caballero de Valois.
Aquellos dos majestuosos restos de la aristocracia y del
clero, aunque de costumbres diferentes, reconocanse por
sus rasgos generales. Por otra parte, el caballero era tan
suntuoso con el abate de Sponde como paternal se mostra
ba con sus muchachas.
Algunas personas podran creer que la seorita Cormon
buscaba todos los medios para llegar a su fin; que, entre
los legtimos artificios permitidos a las mujeres, dirigase
a la toilette, que se escotaba, que desplegaba las coquete
ras negativas de una magnfica exhibicin de armas. Nada
de eso. Era heroica e inmvil como un soldado en su garita.
Sus vestidos, sus sombreros, todo se confeccionaba en casa
de unas modistas de Alengn, dos hermanas jorobadas que
no carecan de buen gusto. Pese a las instancias de aquellas
dos artistas, la seorita Cormon rehusaba los engaos de
la elegancia; pero quiz las poco grciles formas de sus
vestidos armonizaban con su fisonoma. Que se burle quien
quiera de la pobre solterona. Vosotras, almas generosas,
que jams os preocupis por la forma que adopta el sen
timiento, la encontraris sublime y la admiraris all don
de est.
Aqu, algunas mujeres ligeras tratarn quiz de poner
en duda la verosimilitud de este relato, dirn que no existe
en Francia ninguna mujer lo suficientemente tonta para
ignorar el arte de pescar marido, que la seorita Cormon
es una de esas excepciones monstruosas que el buen sentido
prohbe que se presenten como tipo; que la ms virtuosa y
la ms tonta de las mujeres que quiere atrapar a un hom
bre encuentra an un cebo con que armar su caa de pes
car. Pero estas crticas caen por su propio peso si se piensa
que la sublime religin catlica, apostlica y romana est
an en pie en la Bretaa y en el antiguo ducado de Alengon.
La fe y la piedad admiten esas sutilezas. La seorita Cor
mon andaba por la senda de la salvacin, prefiriendo las
desdichas de su virginidad infinitamente demasiado pro
longada antes que la desdicha de una mentira, antes que
el pecado de una astucia. En una soltera armada de disci

LA SOLTERONA

65

plina, la virtud no poda transigir; as, el amor o el clculo


haban de ir a su encuentro muy resueltamente. Adems,
tengamos el valor de hacer un comentario cruel en una
poca en que la religin no es considerada por los unos
ms que como un medio, como una poesa por los otros.
La devocin ocasiona una oftalma moral. Por una gracia
providencial, quita a las almas en ruta para la eternidad la
visin de muchas pequeas cosas terrenales. Dicho de otro
modo: las devotas son estpidas en muchos puntos. Esta
estupidez demuestra, por otra parte, con qu fuerza elevan
su espritu hacia las esferas celestiales, por ms que el vol
teriano seor de Valois pretendiese que es sumamente
difcil decidir si las personas estpidas se hacen natural
mente devotas o si la devocin tiene por efecto el volver
estpidas a las muchachas inteligentes. Pensando bien, la
virtud catlica ms pura, con sus amorosas aceptaciones
de todo cliz, con su piadosa sumisin a las rdenes de
Dios, con su creencia en la huella del dedo divino en todos
los aspectos de la vida, es la misteriosa luz que se deslizar
en los ltimos repliegues de esta historia para conferirle
todo su relieve, y que ciertamente aumentar a los ojos de
aquellos que an tienen fe. Adems, si hay estupidez, por
qu no habra de ocuparse uno de las desdichas de la estu
pidez, tal como hay quien se ocupa de las desdichas del ge
nio? La una es un elemento social infinitamente ms abun
dante que lo otro. As, pues, la seorita Cormon pecaba a
los ojos del mundo por la divina ignorancia de las vrge
nes. No era observadora, y la conducta que segua con sus
pretendientes lo demostraba bastante. En aquel momento,
una muchacha de diecisis aos, que an no hubiese abierto
una sola novela, habra ledo cien captulos de amor en las
miradas de Atanasio; mientras que la seorita Cormon no
vea nada en ellas, no reconoca en el temblor de su pa
labra la fuerza de un sentimiento que no se atreva a
manifestarse. Vergonzosa ella misma, no adivinaba la ver
genza en los dems. Capaz de inventar los refinamientos
ile grandeza sentimental que la haban perdido primitiva
mente, no los reconoca en Atanasio. Este fenmeno no
parecer extraordinario a las personas que saben que las
cualidades del corazn son tan independientes de las de la

66

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

mente, como las facultades del genio lo son de las noblezas


del alma. Los hombres completos son tan raros, que Scra
tes, una de las ms hermosas perlas de la humanidad, con
vena, con un frenlogo de su tiempo, en que l haba naci
do para ser un perfecto bellaco. Un gran general puede
salvar a su pas y entenderse con unos abastecedores. Un
banquero de dudosa honradez puede resultar ser un hom
bre de Estado. Un gran msico puede concebir cantos su
blimes y hacer una trastada. Una mujer de sentimientos
puede ser una tonta acabada. En fin, una devota puede po
seer un alma sublime y no reconocer los sonidos que emite
un alma hermosa que se encuentra a su lado.
Los caprichos producidos por las deficiencias fsicas se
encuentran igualmente en el orden moral. Aquella buena
criatura, que se desolaba de no hacer sus confituras ms
que para ella y para su to, habase vuelto casi ridicula.
Aquellos que sentan simpata por ella a causa de sus cua
lidades, y algunos a causa de sus defectos, se burlaban de
sus casamientos frustrados. En ms de una conversacin, la
gente se preguntaba qu sera de unos bienes tan hermosos,
tanto de las economas de la seorita Cormon como de la
sucesin de su to. Desde haca mucho tiempo se sospechaba
que en el fondo, a pesar de las apariencias, era una mujer
original. En provincias no est permitido ser original: equi
vale a tener ideas que no son comprendidas por los dems,
y se exige tanto la igualdad de la inteligencia como la igual
dad de las costumbres. La boda de la seorita Cormon
habase convertido a partir del ao 1804 en algo tan proble
mtico, que casarse como la seorita Cormon fue en Alengon
una frase proverbial que equivala a la ms burlona de las
negaciones. Hace falta que el espritu burln sea una de
las necesidades ms imperiosas de Francia para que aquella
excelente persona excitase algunas burlas en Aengon. No
solamente reciba a gente de toda la ciudad, sino que era
caritativa, piadosa, incapaz de decir nada malo; adems,
comulgaba con el espritu general y con las costumbres de
los habitantes, que la amaban como al ms puro smbolo
de la vida; porque se haba enquistado en las costumbres de
su provincia, jams haba salido de ella, tena sus pre
juicios, haca suyos los intereses de la misma, adoraba el

LA SOLTERONA

67

lugar donde viva. A pesar de sus dieciocho mil libras de


renta en tierras, fortuna considerable en provincias, perma
neca al unsono con otras casas menos ricas. Cuando se
trasladaba a sus tierras del Prbaudet, lo haca en una vie
ja tartana de mimbre suspendida en dos sopandas de cuero
blanco, tirado por una gruesa yegua asmtica, y que apenas
cerraban dos cortinas de cuero enrojecido por el tiempo.
Esta tartana, conocida en toda la ciudad, era cuidada por
Jacquelin con igual esmero que el ms hermoso cup de Pa
rs. La seorita quera mucho aquella tartana, de la que se
serva desde haca doce aos; haca observar este hecho
con la alegra triunfante de la avaricia feliz. La mayor par
te de los habitantes le agradecan a la seorita Cormon que
no les humillase con el lujo que habra podido permitirse;
incluso hay que creer que si hubiera mandado traer de Pa
rs una calesa, la gente habra hablado ms de ello que de
sus bodas frustradas. Por otra parte, el coche ms brillante
la habra llevado al Prbaudet lo mismo que la llevaba
all la tartana. Ahora bien, en provincias, donde se tiene pre
sente siempre el fin, la gente se preocupa poco de la belleza
de los medios, con tal de que sean eficientes.
Para completar la pintura de las costumbres ntimas de
esta casa es preciso agrupar, alrededor de la seorita Cor
mon y del abate de Sponde, a Jacquelin, Joseta y Marieta
la cocinera, que labraban la felicidad del to y de la sobri
na. Jacquelin, hombre de cuarenta aos de edad, gordo y
bajito, coloradote, moreno, con cara de marinero bretn,
estaba al servicio de la casa desde haca veintids aos.
Serva la mesa, vendaba la yegua, trabajaba en el jardn,
daba brillo a los zapatos del abate,, haca recados, aserraba
la lea, conduca la tartana, iba a buscar avena, paja y
heno al Prbaudet; por la noche quedbase en la antesala
durmiendo como un lirn. Amaba, segn dicen, a Joseta,
mujer de treinta y seis aos, a la que la seorita Cormon
habra despedido si se hubiera casado. As, aquella pobre
pareja iba acumulando sus sueldos y se amaba en silencio,
esperando y anhelando el casamiento de la seorita, como
los judos esperan al Mesas. Joseta, nacida entre Alenqon
y Mortagne, era bajita y gorda; su rostro no careca de inte
ligencia; decase que gobernaba a su duea. Joseta y Jac-

68

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

quelin, seguros de un desenlace, ocultaban una satisfaccin


que haca presumir que los dos amantes tomaban a cuenta
de lo que les reservaba el futuro. Marieta, la cocinera, que
haca quince aos que serva en la casa, saba preparar
todos los platos que gozaban de prestigio en la regin.
Quizs habra que incluir tambin en el grupo de la vie
ja yegua que llevaba a la seorita Cormon a sus tierras del
Prbaudet, porque los cinco habitantes de aquella casa pro
fesaban al animal un afecto realmente manaco. Llambase
Penlope y serva desde haca dieciocho aos: estaba tan
bien cuidada, servida con tanta regularidad, que Jacquelin
y la seorita esperaban sacar partido de ella ms de diez
aos todava. Aquella yegua era un constante tema de con
versacin y de ocupacin: pareca como si la pobre seo
rita Cormon, al no tener hijos en quienes volcar las ternu
ras de su maternidad, las dedicara a aquel bienaventurado
animal. Penlope haba impedido que la seorita tuviese
canarios, gatos, perros, familia ficticia que se dan casi to
dos los seres solitarios en medio de la sociedad.
Aquellos cuatro servidores, porque la inteligencia de
Penlope habase elevado hasta la de aquellos buenos do
msticos, as como stos haban descendido hasta la regu
laridad muda y sumisa del animal, iban y venan todos
los das en las mismas ocupaciones, con la infalibilidad de
la mecnica. La seorita Cormon, como todas las personas
nerviosamente agitadas por una idea fija, volvase difcil,
menos por carcter que por la necesidad de emplear su
actividad. Al no poder ocuparse de un marido, de hijos y
de los cuidados que stos requieren, ocupbase de minu
cias. Hablaba durante horas enteras acerca de insignifican
cias, sobre una docena de servilletas numeradas con la le
tra Z, que ella encontraba colocadas antes que la O.
En qu estar pensando Joseta? exclamaba. Es
que Joseta est distrada?
La seorita estuvo preguntando durante ocho das si a
Penlope se le haba dado la avena a las dos, porque una
vez Jacquelin se haba retrasado. Su pequea imaginacin
se empleaba en bagatelas. Una capa de polvo olvidada por
el plumero, rebanadas de pan mal tostadas por Marieta, el
retraso de Jacquelin en ir a cerrar las ventanas sobre las

LA SOLTERONA

69

males daba el sol, cuyos rayos coman los colores del mue
ble, todas estas grandes cositas suscitaban graves querellas
en las que la clera de la seorita se desataba. Todo cam
biaba, pues, exclamaba; ya no reconoca a sus servidores
de otros tiempos; se echaban a perder, porque ella era de
masiado buena. Un da Joseta le dio la Jornada del cristiano
en vez de la Quincena de Pascua. Toda la ciudad se enter
aquella noche de tal desgracia. La seorita viose obligada
a regresar a su casa desde San Leonardo, y su salida pre
cipitada de la iglesia, donde haba desordenado todas las
sillas, hizo suponer una enorme catstrofe. Viose, pues, obli
gada a decirles a sus amigos la causa de aquel incidente.
Joseta le dijo con mansedumbre, que no vuelva a
suceder semejante cosa.
Sin darse cuenta, la seorita Cormon era feliz con estas
pequeas querellas que le servan de vlvula de escape a
su malhumor. La mente tiene sus exigencias; posee, como el
cuerpo, su gimnasia. Estas desigualdades de humor fueron
aceptadas por Joseta y Jacquelin como las intemperies de
la atmsfera son aceptadas por el labrador. Aquella buena
gente deca Hace buen tiempo" o "Est lloviendo sin
acusar al cielo. A veces, al levantarse por la maana, pre
guntbanse con qu humor se levantara la seorita, tal
como un granjero consulta las brumas de la aurora. En fin,
necesariamente, la seorita Cormon haba terminado por
contemplarse a s misma en las insignificancias de su vida.
Ella y Dios, su confesor y sus coladas, sus confituras que
hacer y sus oficios que or, su to que cuidar, haban absor
bido su dbil inteligencia. Para ella, los tomos de la vida
aumentaban de tamao en virtud de una ptica particular
a las personas egostas por naturaleza o por casualidad. Su
salud tan perfecta confera un valor espantoso al menor tras
torno sobrevenido a los tubos digestivos. Viva, por otra
parte, bajo la frula de la medicina de nuestros abuelos, y
tomaba al ao cuatro medicinas de precaucin que habran
hecho reventar a Penlope, pero que a ella la reanimaban.
Si Joseta, al vestirla, descubra un granito en los omoplatos
an satinados de la seorita, era objeto de minuciosos cui
dados en los diferentes platos de la semana. Qu triunfo
si Joseta recordaba a su duea cierta liebre demasiado ar

70

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

diente, que sin duda haba hecho surgir aquel maldito gra
no! Con gran alegra decan ambas:
No hay duda, es la liebre.
Marieta le puso demasiadas especies aada la se
orita; siempre le digo que haga dulce para mi to y
para m; pero, por lo visto, Marieta no tiene ms memoria
que...
Que la liebre deca Josela.
Es verdad responda la seorita, no tiene ms me
moria que la liebre, t lo has dicho.
Cuatro veces al ao, al empezar cada estacin, la seori
ta Cormon iba a pasar cierto nmero de das, a susr tierras
del Prbaudet. Era entonces mediados de mayo, poca en
la que la seorita Cormon quera ver si sus manzanos ha
ban nevado bien, palabra con que en la regin se expresa
el efecto producido bajo esos rboles por la cada de sus
llores. Cuando el montn circular de los ptalos cados se
parece a una capa de nieve, el propietario puede esperar
una buena cosecha de sidra. Al propio tiempo que de este
modo aforaba sus toneles, la seorita Cormon vigilaba las
reparaciones que el invierno haba requerido; dictaba dis
posiciones relativas al jardn y al huerto, del que sacaba
numerosas provisiones. Cada estacin tena su propia clase
de asuntos. La seorita ofreca antes de partir una comida
de despedida a sus fieles, aunque hubiera de volver a encon
trarlos tres semanas ms tarde. La partida de la seorita
Cormon era siempre una noticia que resonaba en todo
Alengon. Sus contertulios iban entonces a verla; su sala de
recepcin estaba entonces abarrotada; todos le deseaban
un feliz viaje, como si se dispusiera a partir para Calcuta.
Luego, a la maana siguiente, los comerciantes estaban jun
to a la puerta de sus establecimientos. Pequeos y mayo
res contemplaban el paso de la tartana, y pareca como si se
comunicasen una noticia al repetirse unos a otros:
La seorita Cormon se va al Prbaudet.
En esto, uno deca:
Esa s que tiene la vida asegurada!
Eh!, t responda el vecino, es una buena persona;
si el bien cayera siempre en manos semejantes, la regin no
vera ni un solo mendigo...

LA SOLTERONA

71

Otro deca:
Toma! No me extraa que nuestros viedos estn en
tlor, puesto que la seorita Coraron parte para el Prbaudet. Es que va a casarse?
Yo me casara con ella responda un bromista. La
boda est hecha a medias; hay una parte que consiente,
pero la otra no quiere. Bah!, es para el seor Du Bousquier
liara quien se est calentando el horno.
El seor Du Bousquier?... Pero si ella le ha dado ca
labazas.
Por la noche, en todas las reuniones, la gente deca gra
vemente:
La seorita Cormon ha partido.
O bien:
Entonces, habis dejado partir a la seorita Cormon?
El mircoles elegido por Susana para dar su escndalo
ora, por un efecto del azar, aquel mircoles de despedida,
da en que la seorita Cormon tena preocupada a loseta
por los paquetes que tena que llevarse. Durante aquella
maana habanse dicho y haban sucedido en la ciudad
c osas que prestaban el ms vivo inters a aquella reunin
de despedida. La seora Granson haba ido a llamar a la
puerta de diez casas mientras la solterona deliberaba sobre
los asuntos concernientes a su viaje, y el malicioso caballero
de Valois efectuaba una partida de naipes en casa de la se
orita Armanda de Gordes, hermana del anciano marqus
de Gordes y reina del saln aristocrtico. Si no era indife
rente para nadie el ver qu cara pondra el seductor durante
la velada, era importante para el caballero y para la seora
Granson saber cmo tomara la noticia la seorita Cormon
en su doble calidad de mujer nbil y de presidenta de la
Sociedad maternal. En cuanto al inocente Du Bousquier,
estaba paseando y empezaba a creer que Susana se haba
burlado de l: esta sospecha le confirmaba en sus principios
con relacin a las mujeres.
En aquellos das de gala, la mesa ya se encontraba pues
ta en casa de la seorita hacia las tres y media. En aquel
tiempo, la gente de moda de Alenqon coma, como cosa
extraordinaria, a las cuatro de la tarde. En tiempo del Im
perio se coma an, como antao, a las dos de la tarde, pero

72

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

luego se cenaba. Uno de los placeres que ms deleitaban a


la seorita Cormon, sin malicia, pero basado en el egosmo,,
consista en la indecible satisfaccin, que experimentaba al
verse vestida como un a-ma'de'casa que va a recibir a sus
huspedes. Cuando de tal modo se encontraba bajo las ar
mas, deslizbase en las tinieblas de su corazn un rayo de
esperanza: una voz le deca que la naturaleza no la haba
dotado tan abundantemente en vano y que iba a presentarse
un hombre emprendedor. Su deseo se reanimaba de la mis
ma manera que ella haba reanimado su cuerpo; contempl
base con su hermoso vestido con una especie de embria
guez; luego esta satisfaccin se continuaba cuando descen
da para lanzar su temible ojeada al saln, al gabinete y al
saloncito. Pasebase con la satisfaccin ingenua del rico
que piensa en todo momento que es rico y que nunca care
cer de nada. Miraba sus muebles eternos, sus antigeda
des, sus lacas; decase que cosas tan hermosas queran un
dueo. Despus de haber admirado el comedor, con la
mesa rectangular en la que se extenda un mantel blanco
como la nieve adornado con una veintena de cubiertos colo
cados a distancias iguales; despus de haber comprobado el
escuadrn de botellas que ella haba indicado y que exhi
ban honorables etiquetas; despus de haber comprobado
meticulosamente los nombres escritos sobre unas cartulinas
por la mano temblorosa del abate, nico cuidado que se
tomaba en el hogar y que daba lugar a discusiones acerca
del lugar de cada invitado, entonces la seorita iba al en
cuentro de su to, que en aquel momento, el ms bello del
da, se estaba paseando por la terraza, a lo largo del Bri
llante, escuchando el canto de los pjaros que tenan sus
nidos en el porche, sin haber de temer a los cazadores o a
los nios. Durante estas horas de espera, jams abordaba
al abate de Sponde sin hacerle algunas preguntas absurdas
con objeto de inducir al buen anciano a una discusin que
pudiera divertirle. He aqu la razn de ello, porque esta
particularidad debe acabar de describir el carcter de aque
lla excelente mujer.
La seorita Cormon consideraba el hablar como una de
sus obligaciones; no es que fuera charlatana; desgraciada
mente tena demasiado pocas ideas y saba demasiado po

LA SOLTERONA

73

cas frases para poder discurrir; pero crea cumplir con ello
uno de los deberes sociales prescritos por la religin, que
nos manda ser agradables a nuestro prjimo. Esta obliga
cin le costaba tanto esfuerzo, que haba consultado a su
director, el abate Couturier, sobre este punto de civilidad
pueril y honesta. A pesar de la humilde observacin de su
penitente, que le confes la rudeza del trabajo interior al
que se entregaba su espritu para hallar algo que decir,
aquel anciano sacerdote, tan firme en la disciplina, habale
ledo todo un pasaje de San Francisco de Sales sobre los
deberes de la mujer, sobre la decente alegra de las piado
sas cristianas, que deban reservar su severidad para ellas
mismas y mostrarse amables en su casa y hacer que el pr
jimo no se aburriese. De tal modo penetrada de sus deberes,
y queriendo a toda costa obedecer a su director, quien le
haba dicho que haba de conservar con amenidad, cuando
la pobre muchacha vea languidecer la conversacin sudaba
dentro de su cors, tanto era lo que pareca al tratar de emi
tir ideas para reanimar las discusiones apagadas. Entonces
soltaba proposiciones peregrinas como sta: Nadie puede
hallarse en dos sitios a la vez, a menos de que sea un pajarillo, por la cual un da suscit, no sin xito, una discusin
en la que ella no entendi nada. Estos lances le merecieron
en su sociedad el apodo de la buena seorita Cormon. En
la boca de los listos que componan la sociedad, esta expre
sin indicaba que ella era ignorante como una carpa y un
poco animal; pero muchas personas tomaban el epteto en
su verdadero significado y respondan:
Oh!, s, la seorita Cormon es excelente.
A veces haca preguntas tan absurdas, siempre para re
sultar agradable a sus huspedes y cumplir sus deberes para
con la gente, que la gente soltaba la carcajada. Preguntaba,
por ejemplo, qu haca el gobierno con los impuestos que
cobraba desde haca tanto tiempo; por qu la Biblia no se
haba impreso en la poca de Jesucristo, siendo as que
databa de tiempos de Moiss. Era de la clase de aquel country gentleman que, oyendo hablar siempre de la posteridad
en la Cmara de los Comunes, se levant para pronunciar
aquel speech que se hizo clebre: "Caballeros, siempre oigo

74

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

hablar aqu de la Posteridad; yo quisiera saber lo que esa


potencia ha hecho, por Inglaterra.
En tales circunstancias, el heroico caballero de Valois
llevaba en auxilio de la solterona todas las fuerzas de su
ingeniosa diplomacia al ver la sonrisa que cambiaban entre
s algunos despiadados semisabios. El viejo gentilhombre,
que gustaba de enriquecer a las mujeres, prestaba inteli
gencia a la seorita Cormon, sostenindola paradjicamente;
cubra de un modo tan excelente su retirada, que a veces
la solterona pareca no haber dicho una tontera. Un da
confes muy en serio que no saba la diferencia que haba
entre los bueyes y los toros. El simptico caballero detuvo
las carcajadas respondiendo que los bueyes no podan ser
nunca otra cosa ms que los tos de las terneras. Otra vez,
oyendo hablar mucho de la cra caballar y de las dificulta
des que este comercio entraaba, conversacin muy frecuen
te en una regin en la que se encuentra el magnfico dep
sito de sementales del Pin, comprendi que los caballos
procedan de las montas, y pregunt por qu no se hacan
dos montas en un ao. El caballero atrajo las risas.
Es muy posible dijo.
Los presentes le escucharon con atencin.
La culpa dijo la tienen los naturalistas, que an no
han logrado obligar a las yeguas a que su perodo de gesta
cin sea inferior a once meses.
La pobre mujer ignoraba tanto lo que era una monta
como la diferencia que haba ntre un buey y un toro. El
caballero de Valois estaba sirviendo a una ingrata, puesto
que la seorita Cormon jams comprendi uno solo de
sus caballerescos favores. Al ver reanimada la conversacin,
ya no se encontraba tan tonta como se crea. En fin, un
da establecise en su ignorancia como el duque de Brancas;
ya que el protagonista del Distrado se acomod en la fosa
donde haba ido a parar, de tal suerte que cuando fueron a
sacarle de ella pregunt qu es lo que queran de l. Desde
aquella poca asaz reciente, la seorita Cormon perdi el
miedo, adquiri un aplomo que daba a sus necias salidas
algo de la solemnidad con que los ingleses efectan sus
tonteras patriticas y que es como la fatuidad de la estu
pidez. Al llegar al lado de su to con paso magistral medi

LA SOLTERONA

75

taba, pues, una pregunta que pudiera hacerle para sacarle


del silencio que a ella tanto preocupaba, porque crea que
era efecto del aburrimiento.
To le dijo cogindole del brazo y arrimndose a l
(era sta otra de sus ficciones, pues pensaba: "Si yo tuviese
marido, yo sera as), si aqu abajo todo sucede por la vo
luntad de Dios, existe entonces una razn para cada cosa?
Ciertamente dijo gravemente el abate de Sponde,
quien, acariciando a su sobrina, dejbase siempre arrancar
a sus meditaciones con angelical paciencia.
Entonces, si me quedo soltera, es una suposicin, es
que Dios lo quiere?
S, hija ma dijo el abate.
Sin embargo, como nada me impide que me case ma
ana, entonces su voluntad puede ser destruida por la
ma?
Eso sera verdad si conocisemos la verdadera volun
tad de Dios respondi el antiguo prior de la Sorbona.
Fjate, pues, hija ma, que t pones un si.
La solterona, que haba esperado arrastrar a su to a
una discusin matrimonial por un argumento ad omnipotentem, quedse estupefacta; pero las personas de inteligencia
obtusa siguen la terrible lgica de los nios, que consiste
en ir de respuesta a pregunta, lgica a menudo desconcer
tante.
Pero, to. Dios no ha hecho a las mujeres para que se
queden solteras, porque entonces deberan ser o todas sol
teras o todas casadas. Hay una injusticia en el reparto de
papeles.
Hija ma dijo el bueno del abate, t acusas a la
Iglesia, que prescribe el celibato como la mejor senda para
ir hacia Dios.
Pero si la Iglesia tiene razn, y si todo el mundo fuera
buen catlico, el gnero humano se extinguira, no es ver
dad, to?
Eres demasiado inteligente, Rosa; no hace falta serlo
tanto para ser feliz.
Estas palabras producan una sonrisa de satisfaccin
en los labios de la pobre mujer y la confirmaban en la
buena opinin que empezaba a tener de s misma. Y he

76

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

aqu cmo la gente, tanto nuestros amigos como nuestros


enemigos, se convierten en cmplices fie nuestros defectos.
En aquel momento, la conversacin fue interrumpida por
la sucesiva llegada de los invitados. En tales ocasiones,
aquella escena local ocasionaba pequeas familiaridades
entre las personas de la casa y los huspedes. Marieta le
deca al presidente del tribunal, goloso de alto bordo, al
verle pasar:
Ah!, seor Du Ronceret, he hecho coliflor al gratn en
vuestro honor, porque la seorita sabe cunto os gusta,
y me ha dicho: No dejes de hacerlo, Marieta; tenemos al
seor presidente".
Esa buena seorita Cormon! responda el justiciero
de la regin. Marieta, lo habis mojado con salsa en lu
gar de caldo? Resulta ms suculento.
El presidente no desdeaba entrar en la sala del conse
jo donde Marieta daba sus sentencias, y echaba all la ojea
da de gastrnomo y la opinin del maestro.
Buenos das, seora deca Joseta a la seora Granson, que cortejaba a la doncella; la seorita ha pensado
en vos, y tendris un plato de pescado.
En cuanto al caballero de Valois, deca a Marieta, con
el tono ligero de un gran seor que se familiariza:
Bien, querido cordn azul, a quien yo dara la cruz
de la Legin de Honor, hay algn pedazo fino para el que
valga la pena reservarse?
S, s, seor de Valois: una liebre enviada del Prbaudet que pesaba catorce libras.
Buena chica deca el caballero confirmando a Jose
ta. Ah!, pesa catorce libras.
Du Bousquier no haba sido invitado. La seorita Cor
mon, fiel al sistema que ya conocis, trataba mal a aquel
quincuagenario, hacia quien experimentaba inexplicables
sentimientos adheridos en los ms profundos repliegues de
su corazn; aunque ella le hubiera rechazado, a veces se
arrepenta de ello, senta al mismo tiempo una especie de
presentimiento de que acabara casndose con l y un te
rror que le impeda desear aquel matrimonio. Su alma, es
timulada por estas ideas, se preocupaba de Du Bousquier.
Sin confesrselo, se hallaba influida por las formas hercleas

LA SOLTERONA

77

del republicano. Aunque no se explicasen las contradic


ciones de la seprita Cormon, la seora Granson y el
caballero de Valois haban sorprendido ingenuas miradas
disimuladas, cuyo significado era bastante claro para que
los dos tratasen de arruinar las esperanzas ya frustradas
del antiguo abastecedor y que l ciertamente haba conser
vado. Dos invitados, cuyas funciones disculpaban de ante
mano, se hacan esperar: uno era el seor Du Coudrai,
conservador de las hipotecas; el otro, el seor Choisnel,
antiguo administrador de la casa de Gordes, el notario de
la alta aristocracia, por la cual era recibido con una distin
cin que le merecan sus virtudes, y que, por otra parte, po
sea una fortuna considerable. Cuando llegaron aquellos dos
rezagados, Jacquelin les dijo, al ver que se dirigan al saln:
Ya estn todos en el jardn.
Sin duda los estmagos estaban impacientes, porque, al
ver al conservador de las hipotecas, uno de los hombres
ms amables de la ciudad, cuyo nico defecto era haberse
casado, por dinero, con una vieja insoportable, y cometer
enormes juegos de palabras, de los que l era el primero en
rerse, elevse el leve murmullo con que se acoge a los
llegados ltimos en semejantes ocasiones. Al aguardar el
anuncio oficial del servicio, la compaa se paseaba por la
terraza, a lo largo del Brillante, contemplando las hierbas
fluviales, el mosaico del cauce y los lindos detalles de las
casas de la otra orilla, las viejas galeras de madera, los
jardincillos, el taller del carpintero, en fin, los detalles de
pequea ciudad a los que la proximidad de las aguas, un
sauce llorn, unas flores y un rosal comunicaban cierta gra
cia, digna de los paisajistas. El caballero estudiaba todas
las caras, porque se haba enterado de que su intriga haba
prosperado, pero nadie hablaba an en voz alta de aquella
gran noticia, de Susana y de Du Bousquier. La gente de
provincias posee en el ms alto grado el arte de destilar las
habladuras: el momento de hablar de aquella extraa aven
tura an no haba llegado. As, pues, decanse al odo:
Sabis?
S.
Du Bousquier?
Y la bella Susana.

78

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Sabe algo de ello la seorita Cormon?


No.
Ah!
Era el piano del chismorreo, cuyo rinforzando haba de
estallar cuando se dispusieran a probar el primer plato. De
pronto, el seor de Valois vio a la seora Granson con su
sombrero verde de ramilletes de orejas de oso, y cuyo ros
tro centelleaba. Era por ganas de iniciar el concierto?
Aunque semejante noticia fuese como una mina de oro a
explotar en la vida montona de aquellos personajes, el
observador y desconfiado caballero crey reconocer en aque
lla buena mujer la expresin de un sentimiento ms exten
so: la alegra causada por el triunfo de un inters personal...
En seguida se volvi para examinar a Atanasio y le sor
prendi en el silencio significativo de una concentracin
profunda. Pronto, una mirada lanzada por el joven hacia
el busto de la seorita Cormon, que se pareca bastante a
dos timbales de regimiento, produjo en el alma del caballero
una sbita claridad. Este relmpago permitile vislumbrar
todo el pasado.
Ah, diantre! se dijo. A qu golpe de cabezn es
toy expuesto!
El seor de Valois se acerc a la seorita Cormon para
poderle ofrecer el brazo al acompaarla al comedor. La
solterona tena para con el caballero una consideracin res
petuosa, porque ciertamente su nombre y el lugar que ocu
paba en medio de las constelaciones aristocrticas del de
partamento hacan de l el ms brillante ornato de su
saln. En su fuero interno, desde haca doce aos, la seori
ta Cormon deseaba convertirse en la seora de Valois. Este
apellido era como una rama a la que se adhera el enjambre
de ideas que brotaban de su cerebro en lo que se refiere
a la nobleza, al rango y a las cualidades exteriores de un
partido; pero si el caballero de Valois era el hombre elegido
por el corazn, por la-inteligencia, por la ambicin, aquella
vieja ruina, aunque peinada como el San Juan de una proce
sin, asustaba a la seorita Cormon: si ella vea a un gentil
hombre en l, la mujer no vea en l a un marido. La
indiferencia fingida por el caballero en cuestin de matri
monio y sobre todo la pretendida pureza de sus costumbres

LA SOLTERONA

79

en una casa poblada de jvenes alegres perjudicaban gran


demente al seor de Valois, en contra de sus previsiones.
Aquel gentilhombre, que haba visto de un modo tan certero
el asunto de la renta vitalicia, se equivocaba en esto. Sin
ella misma darse cuenta, los pensamientos de la seorita
Cormon sobre aquel caballero demasiado prudente podan
traducirse por estas palabras: "Lstima que no sea un poco
libertino!" Los observadores del corazn humano han com
probado la inclinacin de las devotas hacia los malos suje
tos, extrandose de esta aficin, que creen opuesta a la
virtud cristiana. Ante todo, qu destino ms hermoso po
drais dar a la mujer virtuosa que el de purificar, a la
manera del carbn, las aguas turbias del vicio? Pero cmo
no ha podido comprenderse que esas nobles criaturas, redu
cidas por la rigidez de sus principios a no infringir jams
la fidelidad conyugal, deben desear naturalmente un marido
de alta experiencia prctica? Los malos sujetos son hombres
grandes en asunto de amor. As, la pobre mujer gema al
encontrar su vaso de eleccin roto en dos pedazos. Sola
mente Dios poda soldar al caballero de Valois con Du
Bousquier. Para que el lector pueda comprender bien la
importancia de las pocas palabras que el caballero y la
seorita Cormon iban a decirse, es preciso exponer dos
graves asuntos que se agitaban en la ciudad, y sobre los
cuales haba discrepancia de opiniones. Du Bousquier, por
otra parte, estaba misteriosamente implicado en ello.
Uno de los dos asuntos se refera al cura de Alengon,
que en otro tiempo haba prestado el juramento constitu
cional y que en aquellos momentos venca las repugnancias
catlicas desplegando las ms altas virtudes. Fue una espe
cie de Cheverus, tan apreciado, que a su muerte toda la
ciudad le llor. La seorita Cormon y el abate de Sponde
pertenecan a aquella pequea Iglesia sublime en su orto
doxia, que fue en la corte de Roma lo que los extremistas
iban a ser para Luis XVIII. Sobre todo el abate no recono
ca a la Iglesia que haba transigido con los constitucionales.
Aquel cura no era recibido en la casa Cormon, cuyas simpa
tas eran para el cura de San Leonardo, la parroquia aristo
crtica de Alengon. Du Bousquier, aquel liberal furibundo
escondido bajo la piel del realista, saba cuntos puntos de

80

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

enlace son necesarios para los descontentos que constituyen


la trastienda de todas las oposiciones, y haba ya agrupado
las simpatas de la clase media alrededor de aquel cura.
He aqu el segundo asunto: bajo la inspiracin secreta
de aquel diplomtico haba nacido en la ciudad de Alengon
la idea de construir un teatro. Los sectarios de Du Bousquier no conocan a su Mahoma, pero no por ello se mostra
ban ms fervientes al creer defender su propia idea. Atanasio
era uno de los ms calurosos partidarios de la construccin
de una sala de espectculos, y desde haca algunos das
abogaba en los departamentos del Ayuntamiento por una
causa que todos los jvenes haban abrazado. El gentilhom
bre ofreci a la solterona su brazo para pasear; ella acept,
no sin darle las gracias con una mirada complacida por
esta atencin, y a la que el caballero respondi sealndole
a Atanasio con aire irnico:
Seorita, vos que sois de tan sano juicio en la apre
ciacin de las conveniencias sociales, y que estis ligada a
ese joven por vnculos de parentesco...
Muy lejanos interrumpile la seorita Cormon.
No deberais prosigui el caballero emplear el as
cendiente que poseis sobre su madre y sobre l para impe
dir que se perdiera? No es muy religioso, ya que se muestra
partidario del cura que prest el juramento; pero esto no
es nada. He aqu algo mucho ms grave: se arroja aturdi
damente a una senda de oposicin sin saber la influencia
que su conducta actual ejercer sobre su porvenir. Est
intrigando para la construccin del teatro; en este asunto
es vctima del engao de ese republicano disfrazado, de
ese Du Bousquier...
Dios mo, seor de Valois respondi la seorita Cor
mon, su madre me dice que es muy inteligente...
Hola! exclam el conservador de las hipotecas.
Presento mis respetos al caballero de Valois aadi salu
dando al gentilhombre con el nfasis atribuido por Henry
Monnier a Joseph Prudhomme, el admirable tipo de la clase
a la que perteneca el conservador de las hipotecas.
El seor de Valois devolvi el saludo seco y protector
del noble que guarda las distancias; luego remolc a la

LA SOLTERONA

81

seorita Cormon Unos pasos ms all para que el interrup


tor comprendiese que no le gustaba que le espiasen.
Cmo queris dijo el caballero en voz baja, incli
nndose hacia el odo de la seorita Cormon que tengan
ideas los jvenes que se han educado en esos detestables
institutos imperiales? Son las buenas costumbres y los no
bles hbitos los que producen las grandes ideas y los amo
res bellos. Al verle no es difcil adivinar que ese pobre mu
chacho se volver completamente imbcil y acabar mal.
Fijaos qu plido est.
La madre pretende que trabaja demasiado respondi
inocentemente la solterona, que pasa las noches leyendo
libros y escribiendo. Qu provecho puede sacar un joven
de escribir durante la noche?
Esto le agota repuso el caballero, tratando de lle
var el pensamiento de la solterona hacia el terreno en que
l esperaba que cobrase horror hacia Atanasio. Las cos
tumbres de esos institutos imperiales eran realmente ho
rribles.
Oh!, s dijo la ingenua seorita Cormon. Acaso
no les llevaban a pasear con los tambores al frente? Sus
maestros eran tan religiosos como puedan serlo los paga
nos. Y hacan vestir uniforme a esos pobres nios, lo mis
mo que si fueran soldados. Qu ideas!
Pues ya veis el fruto de ellas dijo el caballero sea
lando a Atanasio. En mis tiempos se habra acaso aver
gonzado un joven de mirar a una mujer bonita? En cambio,
l baja los ojos cuando os ve. Ese joven me asusta, porque
me interesa. Decidle que no intrigue en favor de los bonapartistas, como lo hace por esa sala de espectculos; aun
cuando esos jovenzuelos no lo pidan insurreccionalmente, ya
que esta palabra es para m sinnimo de constitucional
mente, la autoridad la construir. Adems, decidle a su
madre que vele por l.
Oh!, ella le impedir que frecuente las malas compa
as, estoy segura. Voy a hablarle dijo la seorita Cor
mon, porque podra perder su puesto en el Ayuntamiento.
Y de qu viviran entonces l y su madre?... Esto me hace
estremecer.

82

H . DE BALZACt

LA COMEDIA H U M A N A

Como deca el seor de Talleyrand de su mujer, el caba


llero djose a s mismo mirando a la seorita Cormon:
Que me encuentren otra ms estpida! A fe de gen
tilhombre, la virtud que suprime la inteligencia no es aca
so un vicio? Pero qu mujer tan adorable para un hombre
de mi edad! Qu principios! Qu ignorancia!
Habis de saber que este monlogo dirigido a la prin
cesa Goritza se efectuaba mientras el caballero estaba pre
parando una pulgarada de rap.
La seora Granson haba adivinado que el caballero ha
blaba de Atanasio. Ansiosa por conocer el resultado de esta
conversacin, sigui a la seorita Cormon, quien caminaba
hacia el joven, poniendo seis pies de dignidad delante de
ella. Pero en aquel momento vino Jacquelin a anunciar que
la seorita estaba servida. La solterona llam con la mirada
al. caballero. El galante conservador de las hipotecas, que
empezaba a ver en las maneras del gentilhombre la barrera
que por aqulla levantaban los nobles de provincias entre
ellos y la burguesa, alegrse de arrebatar la primaca al
caballero; encontrbase cerca de la seorita Cormon; ar
que el brazo ofrecindoselo a sta, y ella viose obligada
a aceptarlo. El caballero se precipit, por poltica, hacia la
seora Granson.
La seorita Cormon le dijo caminando lentamente
detrs de todos los invitados, mi querida seora, se inte
resa vivamente por vuestro querido Atanasio, pero este
inters se desvanece por culpa de vuestro hijo: es irreligio
so y liberal, intriga en favor del teatro, frecuenta los bonapartistas, se interesa por el cura constitucional. Esta con
ducta puede hacerle perder su empleo en la Alcalda. Ya
sabis con qu esmero se est depurando el gobierno del
rey! Dnde va a encontrar empleo vuestro querido Atanasio
una vez destituido? Que procure no ser mal visto por la
Administracin!
Caballero dijo asustada la pobre madre, cun agra
decida debo estaros! Tenis razn, mi hijo es vctima de
una mala camarilla, y debo advertirle.
El caballero, desde haca tiempo, haba penetrado con
una sola mirada en el carcter de Atanasio, haba recono
cido en l el elemento poco maleable de las convicciones

LA SOLTERONA

83

republicanas a las cuales a esa edad un joven lo sacrifica


todo, enamorado de esa palabra libertad, tan mal definida,
poco comprendida, pero que para las personas desdeadas
constituye una bandera de rebelda; y para estas personas,
la rebelda es la venganza. Atanasio haba de perseverar en
su fe, porque sus opiniones estaban tejidas con sus dolores
de artista, con sus amargas contemplaciones del estado so
cial. Ignoraba que a los treinta y seis aos, en la poca en
que el hombre ha juzgado a los hombres, las relaciones y
los intereses sociales, las opiniones por las cuales al princi
pio sacrific su porvenir, deben modificarse en l como en
todos los hombres realmente superiores. Permanecer fiel al
lado izquierdo de Alengon era ganarse la aversin de la se
orita Cormon. En esto el caballero andaba acertado. As,
aquella sociedad, tan apacible en apariencia, se hallaba
internamente agitada como puedan hallarse los crculos di
plomticos en los que la astucia, la habilidad, las pasiones,
los intereses se agrupan alrededor de las ms graves cues
tiones de imperio a imperio. Los comensales bordeaban al
lin aquella mesa cargada del primer servicio, y cada cual
coma como se come en los pueblos, sin avergonzarse de
tener buen apetito, y no como en Pars, donde parece que
las mandbulas se mueven por leyes suntuarias que se im
ponen la obligacin de desmentir las leyes de la anatoma.
En Pars, la gente come con la punta de los dientes, esca
motea el placer; mientras que en la provincia las cosas ocu
rren naturalmente y la existencia quiz se concentra un
poco con exceso en este grande y universal medio de exis
tencia al que Dios ha condenado a sus criaturas.
Fue hacia el final del primer servicio cuando la seorita
hizo la ms clebre de sus salidas, puesto que se habl de
ella durante ms de dos aos, y la cosa se cuenta an en
las reuniones de la pequea burguesa de Alenqon cuando
se habla de su boda. La conversacin, que habase hecho
muy animada, giraba alrededor del asunto del teatro y del
cura constitucional. En la primera fase de fervor en la que
se encontraba el realismo en 1816, aquellos a los que ms
tarde se llam los jesutas de la regin queran expulsar
de su parroquia al abate Francisco. Du Bousquier, de quien
sospechaba el seor de Valois que fuese el apoyo de aquel

84

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

sacerdote, el promotor de aquellas intrigas, y sobre cuyas


espaldas, por otra parte, las habra cargado el gentilhombre
con su acostumbrada habilidad, se encontraba acusado, sin
abogado para defenderle. Atanasio, el nico comensal bas
tante franco para apoyar a Du Bousquier, no se encontraba
en condiciones de emitir sus ideas en presencia de aquellos
potentados de Alen$on, a los que, dicho sea de paso, hallaba
estpidos. Nadie ms que los jvenes de provincias guardan
una actitud respetuosa delante de las personas de cierta
edad y no se atreven a contradecirles demasiado. La con
versacin, atenuada por efecto de unos deliciosos patos con
aceitunas, se vino sbitamente al suelo. La seorita Cormon, celosa de luchar contra sus propios patos, quiso de
fender a Du Bousquier, al que presentaban como un perni
cioso artesano de intrigas.
Pues yo dijo pensaba que el seor Du Bousquier
slo se ocupaba de nieras.
En las presentes circunstancias, esta palabra tuvo un
xito prodigioso. La seorita Cormon tuvo un hermoso
triunfo: hizo que la princesa Goritza diera de narices contra
la mesa. El caballero, que no esperaba tal ocurrencia de
su Dulcinea, qued tan maravillado, que de pronto no
hall palabras bastante elogiosas; aplaudi sin ruido, tal
como se aplaude en los Italianos, simulando un aplauso
con las puntas de los dedos.
Es adorablemente inteligente dijo a la seora Granson. Yo siempre he pretendido que un da descubrira su
artillera.
Pero en la intimidad es encantadora repuso la viuda.
En la intimidad, seora, todas las mujeres son inteli
gentes dijo el caballero.
Una vez apaciguada aquella risa homrica, la seorita
Cormon pregunt cul era la razn de su xito. Entonces
se inici el forte del chismorreo. Du Bousquier fue descrito
bajo los rasgos de un monstruo que desde haca quince aos
abasteca l solo el hospicio de nios encontrados; al fin
quedaba desenmascarada su inmoralidad, una inmoralidad
digna de sus saturnales parisienses, etc. Dirigida por el
caballero de Valois, el ms hbil director de orquesta en
este gnero, la obertura de este chismorreo fue magnfica.

LA SOLTERONA

85

Yo no s dijo con un aire bondadoso lo que podra


impedir a un Du Bousquier casarse con una seorita Susana
lio s cuntos. Aunque vivo en casa de la seora Lardot, no
conozco a esas muchachas ms que de vista. Si esa Susana
os una guapa moza alta, impertinente, de ojos grises, talle
esbelto, pie pequeo, a la cual he prestado escasa atencin,
pero cuyos andares me han parecido muy insolentes, es
muy superior en sus maneras a Du Bousquier. Por otra
parte, Susana posee la nobleza de la belleza; en este aspec
to, esta boda sera para ella una mala alianza. Sabis que
ol emperador Jos tuvo la curiosidad de ver, en Luciennes,
a la Du Barry; le ofreci su brazo para pasear con ella; la
pobre joven, sorprendida ante tanto honor, no se atreva
a aceptarlo: "La belleza ser siempre reina, le dijo el
emperador. Observad que se trataba de un alemn de Aus
tria aadi el caballero. Pero, creedme, Alemania, que
aqu pasa por ser muy rstica, es un pas de noble caballe
rosidad y bellas maneras, sobre todo hacia Polonia y Hun
gra, donde hay...
Aqu el caballero se detuvo, temiendo caer en una alu
sin a su felicidad personal; volvi a coger solamente su
cajita de rap y confi el resto de la ancdota a la princesa
que le sonrea desde haca treinta y seis aos.
Esas palabras eran muy delicadas para Luis XV dijo
Du Ronceret.
Pero se trata, creo yo, del emperador Jos repuso
la seorita "Cormon con cierto aire sabihondo.
Seorita dijo el caballero al ver que el presidente,
el notario y el conservador cambiaban miradas malicio
sas, la seora Du Barry era la Susana de Luis XV, circuns
tancia bastante conocida de malos sujetos como nosotros,
pero que no deben saber las personas jvenes. Vuestra ig
norancia demuestra que sois un diamante puro y sin tacha,
a quien no alcanzan las corrupciones histricas.
El abate de Sponde mir amablemente al caballero de
Valois e inclin la cabeza en un gesto de aprobacin elo
giosa.
La seorita no conoce la historia? dijo el conser
vador. de las hipotecas.
Si me mezclis a Luis XV con Susana, cmo queris

86

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

que sepa vuestra historia? repuso anglicamente la seo


rita Cormon, contenta de ver vaca la fuente de pato y la
conversacin tan animada, que al or estas ltimas pala
bras, todos los invitados rean a carcajadas.
Pobre nia! dijo el abate de Sponde. Cuando ocu
rre una desgracia, la caridad, que es un amor divino, tan
ciego como el amor pagano, ya no debe ver la causa. So
brina, vos sois presidenta de la Sociedad de maternidad;
hay que socorrer a esa muchacha, que difcilmente encon
trar con quien casarse.
Pobre nia! dijo la seorita Cormon.
Creis que Du Bousquier se casar con ella? pre
gunt el presidente del tribunal.
Si fuese un hombre honrado, tendra que hacerlo dijo
la seora Granson; pero realmente mi perro tiene cos
tumbres ms decentes...
En el momento de los postres, todava se hablaba de Du
Bousquier, que haba dado lugar a mil dichos graciosos que
el vino volva fulminantes.
Silencio dijo el conservador de las hipotecas, oigo
el ruido de las botas de Du Bousquier.
Sucede casi siempre que un hombre ignora los rumores
que circulan sobre l mismo: una ciudad entera se ocupa
de l, le calumnia, pero si l no tiene amigos, no se entera
de nada. Ahora bien, el inocente Du Bousquier, el Du Bous
quier que deseaba ser culpable y que Susana no hubiese
mentido, estuvo soberbio de ignorancia: nadie le haba pues
to al corriente de las revelaciones de Susana y, por otra
parte, a todo el mundo le pareca una impertinencia inte
rrogarle sobre uno de aquellos asuntos en los que el in
teresado posee a veces secretos que le obligan a guardar si
lencio. Du Bousquier apareci, pues, ligeramente fatuo cuan
do los invitados saliern del comedor para ir a tomar el
caf en el saln, adonde haban acudido ya algunas perso
nas para pasar all la velada. La seorita Cormon, aconse
jada por su vergenza, no se atrevi a mirar al terrible
seductor; habase apoderado de Atanasio, a quien morali
zaba soltndole los ms extraos lugares comunes de cor
tesa realista y de moral religiosa. No poseyendo, como el
caballero de Valois, una cajita de rap adornada con prin

LA SOLTERONA

87

cesa para aguantar aquellas duchas de tonteras, el pobre


poeta escuchaba con aire estpido a aquella que adoraba,
mirando su monstruoso busto, que guardaba aquel reposo
absoluto, atributo de las grandes masas. Sus deseos produ
can en l como una embriaguez que cambiaba la vocecilla
clara de la solterona en un dulce murmullo y sus ideas cha
las en razones llenas de agudeza.
El amor es un monedero falso que cambia continua
mente las perras gordas en monedas de oro y que a menu
do convierte tambin sus monedas de oro en perras gordas.
Bien, Atanasio, me lo prometis?
Esta frase final hiri el odo del joven feliz tan como
aquellos ruidos que nos despiertan con un sobresalto.
El qu, seorita? respondi.
La seorita Cormon se levant bruscamente mirando a
Du Bousquier, que en aquel momento se pareca al grueso
dios de la Fabla que la Repblica pona en sus escudos;
se adelant hacia la seora Granson y le dijo al odo:
Pobre amiga ma, vuestro hijo es idiota. El instituto
le ha-perdido dijo, acordndose de la insistencia con que
el caballero de Valois haba hablado de la mala educacin
de los institutos.
Qu mala pata! Sin saberlo, el pobre Atanasio haba te
nido ocasin de arrojar sus tizones encendidos en los sar
mientos acumulados en el corazn de la solterona; si la
hubiese escuchado, habra podido hacerle comprender su
pasin: porque en la agitacin en que se encontraba la
seorita Cormon, una sola palabra era suficiente; pero aque1la estpida avidez que caracteriza el amor joven y verdade
ro le haba perdido, como a veces un nio lleno de vida
se mata por ignorancia.
Qu le has dicho a la seorita Cormon? preguntle
la seora Granson a su hijo.
Nada.
Nada... Ya veremos di jse a s misma, dejando para
el da siguiente los asuntos serios, ya que dio poca impor
tancia a esta palabra, creyendo a Du Bousquier perdido en
el alma de la solterona.
Pronto las cuatro mesas quedaron ocupadas por sus die
cisis jugadores. Cuatro personas se interesaron por el jue

88

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

go de los cientos, el juego ms caro y en el que se perda


mucho dinero. El seor Choisnel, el procurador del rey y
dos seoras fueron a jugar una partida de tablas reales al
gabinete de las lacas, rojas. Se encendieron los candeleros;
luego la flor y nata de la sociedad de la seorita Cormon
fue a extenderse delante de la chimenea, sobre las poltro
nas, alrededor de las mesas, despus de que cada nueva
pareja que llegaba hubo dicho a la seorita Cormon:
De modo que maana vais al Prbaudet?
S, es necesario responda ella.
La duea de la casa apareca preocupada. La seora
Granson fue la primera en darse cuenta del estado poco
natural en que se encontraba la solterona: la seorita Cor
mon pensaba.
En qu pensis, prima? le dijo al fin, hallndola sen
tada en el saloncito.
Estoy pensando respondi en esa pobre muchacha.
Acaso no soy presidenta de la Sociedad maternal? Voy
a buscaros diez escudos.
Diez escudos! exclam la seora Granson. Pero
si nunca habais dado tanto!
Pero, querida, es tan natural tener hijos!
Esta frase inmoral salida del corazn dej estupefacta
a la tesorera de la Sociedad maternal. Era evidente que Du
Bousquier haba crecido en el alma de la seorita Cormon.
Verdaderamente dijo la seora Granson, Du Bous
quier no es nicamente un monstruo, sino que es incluso
un infame. Cuando se ha causado un perjuicio a alguien, no
hay que indemnizarle? No le correspondera a l, ms que
a nosotras, el socorrer a esa pequea, que, despus de todo,
me parece una bribona, ya que en Alengon haba alguien
mejor que ese cnico Du Bousquier? Hace falta ser muy
libertina para dirigirse a l.
Cnico! Vuestro hijo os ensea, querida, palabras la
tinas que son incomprensibles. Ciertamente, yo no quiero
disculpar al seor Du Bousquier; pero explicadme cmo
una mujer es libertina al preferir a un hombre antes que
a otro.
Querida prima, si os casaseis con mi hijo Atanasio, no
habra en ello ms que algo muy natural; es joven y guapo.

LA SOLTERONA

89

con un gran porvenir, ser la gloria de Alen?on; nicamente


que todo el mundo pensara que habais tomado a un hom
bre tan joven para ser muy feliz; las malas lenguas diran
<ue hacis provisin de felicidad para nunca carecer de
ella; habra mujeres celosas que os acusaran de deprava
cin; pero qu os importara esto? Vos serais amada mu
cho y de veras. Si Atanasio os parece idiota, querida, es
que tiene demasiadas ideas; los extremos se tocan. Vive
ciertamente como una muchacha de quince aos; no ha ro
dado en las impurezas de Pars... Pues bien, cambiad los
trminos, como deca mi pobre marido: lo mismo ocurre
con Du Bousquier en relacin con Susana. Vos serais ca
lumniada; pero en el asunto de Du Bousquier todo es
verdad, comprendis?
No ms que si me hablaseis en griego dijo la seorita
Cormon, que abri desmesuradamente los ojos desplegando
todas las fuerzas de su inteligencia.
Bueno, prima, puesto que hay que poner los puntos
sobre las es, Susana no puede amar a Du Bousquier. Y si
el corazn no interviene en este asunto...
Pero, prima, con qu se ama entonces, si no es con
el corazn?
Aqu, la seora Granson djose a s misma lo que haba
pensado el caballero de Valois:
Esta pobre prima es demasiado inocente; esto pasa
de la raya. Hijita aadi en voz alta, me parece que los
hijos no se conciben nicamente por medio del espritu.
S, querida, porque la Virgen santsima...
Pero, hijita, Du Bousquier no es el Espritu Santo!
Es verdad respondi la solterona, es un hombre;
un hombre cuya conducta le hace bastante peligroso para
que sus amigos le inviten a casarse.
Vos podis, prima, producir este resultado...
Y cmo? dijo la solterona con el entusiasmo de la
caridad_cristiana.
No le recibis ms hasta que haya tomado esposa; vos
debis a las buenas costumbres y a la religin el manifestar
en estas circunstancias una reprobacin ejemplar.
Cuando regrese del Prbaudet volveremos a hablar de
este asunto, querida seora Granson; consultar a mi to

90

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

y al padre Couturier dijo la seorita Cormon volviendo a


entrar en el saln, que en aquellos momentos se encontraba
en su mayor animacin.
Las luces, los grupos de mujeres bien vestidas, el tono
solemne y el aire magistral de la reunin no hacan a la
seorita Cormon menos orgullosa que a su sociedad de este
ambiente aristocrtico. Para muchas personas no se vea
en Pars algo mejor que aquello. En aquel momento, Du
Bousquier, que jugaba al whist con el seor de Valois y
dos ancianas seoras, la seora de Coudrai y la seora
Du Ronceret, era objeto de una curiosidad sorda. Haban
llegado algunas mujeres que, con el pretexto de mirar cmo
jugaban, le contemplaban de un modo tan singular, aunque
disimuladamente, que el soltern acab creyendo en algn
olvido en su toilette.
Acaso mi tup postizo se hallar puesto de travs?
se dijo, experimentando uno de esos sustos maysculos
a que estn sujetos los solterones.
Aprovech un mal golpe que pona fin a un sptimo
rubber para abandonar la mesa.
No puedo tocar una carta sin perder dijo; decidi
damente, soy demasiado desgraciado.
Pero sois afortunado en otras cosas le dijo el caba
llero dirigindole una irnica mirada.
Esta frase dio naturalmente la vuelta al saln, donde
todos se recrearon con el tono exquisito del caballero, el
prncipe de Talleyrand de la comarca.
No hay ms que el seor de Valois para encontrar
esta clase de cosas dijo la sobrina del cura de San Leo
nardo.
Du Bousquier fue a mirarse en el pequeo espejo rec
tangular, encima del Desertor, y no hall nada extraordina
rio. Despus de innumerables repeticiones del mismo texto
variado en todos los modos, hacia las diez operse la despe
dida a lo largo del embarcadero de la larga antesala, no
sin algunos acompaamientos efectuados por la seorita
Cormon a sus favoritas, a las que abrazaba en la escalinata.
Los grupos se marchaban, los unos hacia la carretera de
Bretaa y el castillo, los otros hacia la parte que mira hacia
el ro Sarthe. Entonces se .iniciaban las conversaciones que

LA SOLTERONA

91

desde haca veinte aos resonaban a aquella hora en aquella


calle. Era inevitablemente:
La seorita Cormon estaba muy bien esta noche.
La seorita Cormon?... Yo la he encontrado singular.
Cmo va perdiendo ese pobre abate! Habis visto
cmo duerme? Ya no sabe dnde tiene las cartas; tiene
muchas distracciones.
Tendremos el disgusto de perderle.
Hace muy buena noche; maana tendremos buen da.
Un buen tiempo para los manzanos.
Nos habis ganado en el juego, pero cuando estis con
el seor de Valois, vos no podis ganar.
Cunto ha ganado?
Pues esta noche ha ganado tres o cuatro francos. Nun
ca pierde.
S; a fe ma, sabis que en el ao hay trescientos
sesenta y cinco das, y que a este precio su juego vale una
granja?
Qu golpes hemos sufrido esta noche!
Estis de suerte, caballero y seora ma; he aqu que
vosotros ya habis llegado a vuestra casa, en tanto que a
nosotros todava nos falta recorrer media ciudad.
No os compadezco, porque podrais tener un coche
y dispensaros de venir a pie.
Ah!, caballero, tenemos una hija por casar que nos
quita una rueda, y la otra nos la quita el hijo que tenemos
en Pars y al cual hemos de mantener.
Todava continuis haciendo de l un magistrado?
Qu queris que se haga de los jvenes?... Y adems,
no se avergenza de servir al rey.
A veces, una discusin sobre las cidras o sobre los linos,
siempre planteada en los mismos trminos y que volva a
las mismas pocas, era continuada por el camino. Si un
observador del corazn humano hubiera permanecido en
aquella calle, siempre habra sabido en qu mes se encon
traba, al or aquella conversacin. Pero en aquel momento,
la conversacin era exclusivamente divertida, porque Du
Bousquier, que caminaba solo, delante de los grupos, tara
reaba, sin darse cuenta d que le observaban, la tonada
lamosa de Mujer sensible, oyes t los gorjeos?, etc. Para

92

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

los unos, Du Bousquier era un hombre muy fuerte, un


hombre muy juzgado. Desde que haba sido confirmado en
su cargo por una nueva institucin real, el presidente Du
Ronceret se inclinaba hacia Du Bousquier. Para los otros,
l abastecedor era un hombre peligroso, de malas costum
bres, capaz de todo. En provincias, como en Pars, los
hombres destacados se parecen a esa estatua del cuento
alegrico de Addison, por la cual se pegan dos caballeros
al llegar, cada cual por su parte, a la encrucijada donde
se encuentra: uno dice que es blanca, el otro dice que es
negra; luego, cuando estn los dos en el suelo, la ven blan
ca por la derecha y negra por la izquierda; un tercer caba
llero viene entonces en su auxilio y la encuentra roja.
Al regresar a su casa, el caballero se deca:
Ya es hora de hacer circular el rumor de mi boda con
la seorita Cormon. La noticia saldr del saln de los de
Esgrignon, ir directamente a Sez, a la casa del obispo,
volver por medio de los grandes vicarios a casa del p
rroco de San Leonardo, quien no dejar de transmitirla al
padre Couturier; y luego se enterar del asunto la propia
seorita Cormon. El viejo marqus de Esgrignon invitar
al abate de Sponde a comer, con objeto de poner fin a la
circulacin de un rumor que perjudicara a la seorita Cor
mon si yo me pronunciase contra ella, y a m si ella me
rechazase. El abate ser debidamente agasajado; luego, la
seorita Cormon no tendr nada que objetar a una visita
de la seorita de Gordes, la cual le har ver el gran porve
nir que presenta esta alianza. La herencia del abate vale
ms de cien mil escudos y las economas de la mucha
cha deben ascender a ms de doscientas mil libras; ella
tiene su hotel, el Prbaudet y quince mil libras de renta.
Una palabra dicha a mi amigo el conde de Fontaine, y me
convierto en alcalde de Alenqon y diputado; luego, una vez
sentado en los bancos de la derecha, llegaremos a la digni
dad de par, gritando: "Al orden!"
Una vez de regreso en su casa, la seora Granson tuvo
una viva explicacin con su hijo, el cual no quiso com
prender la relacin que haba entre sus opiniones y sus
amores. Fue la primera querella que turb la armona de
aquel pobre hogar.

LA SOLTERONA

93

Al da siguiente, a las nueve, la seorita Cormon, en su


tartana con Joseta, y destacndose como una pirmide so
bre el ocano de sus paquetes, suba por la calle de San
Blas para dirigirse al Prbaudet, donde haba de sorpren
derla el suceso que precipit su boda y que no podan
prever ni la seora Granson, ni Du Bousquier, ni el seor
de Valois, ni la seorita Cormon. El azar es el ms grande
de todos los artistas.

III

LAS DECEPCIONES
Al da siguiente de su llegada al Prbaudet, la seorita
Cormon se halla muy inocentemente ocupada, hacia las nue
ve de la maana, escuchando los diversos informes de su
guarda y de su jardinero, cuando Jacquelin efectu una
vigorosa irrupcin en el comedor.
Seorita dijo jadeante, vuestro seor to os manda
un propio, el hijo de la ta Grosmort, con una carta. El
muchacho ha salido de Alengon antes de que amaneciese
y acaba de llegar. Ha corrido casi tanto como Penlope.
Hemos de darle un vaso de vino?
Qu habr podido suceder, Joseta? Acaso mi to...
No escribira dijo la doncella, adivinando los temo
res que senta su duea.
Aprisa, aprisa! exclam, la seorita Cormon des
pus de haber ledo las primeras lneas, que Jacquelin
enganche a Penlope a la tartana. Arrglatelas, hija ma,
para que todo vuelva a estar empaquetado dentro de me
dia hora dijo a Joseta. Regresamos a la ciudad...
Jacquelin! grit Joseta, alarmada por el sentimiento
que expres el rostro de la seorita Cormon.
Jacquelin, informado por Joseta, lleg diciendo:
Pero, seorita, es que Penlope est comiendo su avena.
Y eso qu me importa? Quiero partir inmediatamente.

96

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Pero, seorita, y si llueve?


Nos mojaremos.
Hay fuego en la casa murmur Joseta, amoscada por
el silencio que guardaba su duea al acabar de leer la car
ta, leyndola y volvindola a leer.
Acabad, por lo menos, de lomaros vuestro caf con
leche. Podis enfermar. Mirad qu colorada estis!
Que estoy colorada? dijo yendo a mirarse a un espe
jo viejo que le ofreci la imagen de sus rasgos descompues
tos. Dios mo! pens la seorita Cormon. Si me
volviese fea! Vamos, Joseta, vamos, hija ma, vsteme. Quie
ro estar lista antes de que Jacquelin haya enganchado a
Penlope a la tartana. Si no puedes volver a meter mis pa
quetes en la tartana, los dejar aqu, antes que perder un
minuto.
Si habis llegado a comprender el exceso de monomana
al que el deseo de casarse haba hecho llegar a la seorita
Cormon, compartiris su emocin. El digno to anunciaba
a su sobrina que el seor de Troisville, antiguo militar al
servicio de Rusia, nieto de uno de sus mejores amigos, de
seaba retirarse a Alengon, pidindole hospitalidad, fundn
dose en la amistad que uni al abate con su abuelo, el viz
conde de Troisville, jefe de escuadra bajo Luis XV. El an
tiguo vicario general, asustado, rogaba con insistencia a su
sobrina que regresara para ayudarle a recibir a su husped
y hacerle los honores de la casa, porque la carta haba lle
gado con algn retraso, y el seor de Troisville poda pre
sentarse aquella misma noche. Al leer esta carta poda
pensar la seorita Cormon en los cuidados que requera su
finca del Prbaudet? En aquel momento, el guarda y el
granjero, testigos del azoramiento de su duea, mantenan
se silenciosos, esperando sus rdenes. Cuando la detuvieron
al pasar para recibir de ella instrucciones, por primera vez
en su vida, la seorita Cormon, la desptica solterona que
todo quera verlo por s misma en el Prbaudet, les dijo
un Como vosotros queris que les llen de estupefaccin;
porque su duea llevaba su celo administrativo hasta con
tar las frutas y las registraba segn clases, con objeto
de dirigir su consumo segn el nmero de cada especie de
fruto.

LA SOLTERONA

97

Creo estar soando dijo Joseta al ver a su duea


volando por la escalera como un elefante al que Dios hu
biese dado alas.
Pronto, a pesar de una copiosa lluvia, la seorita sali
del Prbaudet, dejando a su gente con la brida en el cue
llo. Jacquelin no se atrevi a tomar la iniciativa de acele
rar el pequeo trote habitual de la apacible Penlope, que,
semejante a la hermosa reina cuyo nombre llevaba, pareca
dar tantos pasos hacia atrs como daba hacia delante.
Al ver esta marcha, la seorita orden con spera voz a
Jacquelin que hiciera galopar, a latigazos si fuera necesa
rio, a la pobre yegua, asombrada; tanto era el miedo que
tena de no disponer del tiempo suficiente para arreglar
de un modo conveniente la casa para recibir en ella al
seor de Troisville. Calculaba que el nieto de un amigo de
su to no poda tener ms de cuarenta aos; un militar
debe ser indefectiblemente soltero; prometase, pues, con
la ayuda de su to, no dejar salir de su casa al seor de
Troisville en el mismo estado con que entrara en ella. Aun
que Penlope galopase, la seorita Cormon, ocupada en su
toilette y soando con una primera noche de bodas, dijo
varias veces a Jacquelin que no avanzaba nada. Se mova
en el interior de su tartana sin contestar a las pregunts
de Joseta y hablaba consigo misma como una persona que
est rumiando grandes proyectos. Finalmente la tartana
lleg a la calle mayor de Alengon, llamada de San Blas,
entrando en ella por el lado de Mortage; pero a la altura
del hotel del Moro toma el nombre de calle de la Porte-deSez y se convierte en la calle clel Bercail al desembocar en
la carretera de Bretaa. Si la partida de la seorita Cormon armaba gran revuelo en Alengon, puede imaginar el
lector el ruido que armara al da siguiente, cuando regres
clel Prbaudet, y con una copiosa lluvia que le azotaba el
rostro sin que ella pareciera preocuparse por tal cosa. To
dos se dieron cuenta del galope de Penlope, del aire so
carrn de Jacquelin, de lo temprano de la maana, de los
paquetes mal colocados, en fin, de la conversacin animada
que sostenan Joseta y la seorita Cormon, y la impaciencia
de ambas sobre todo. Los bienes de la casa de Troisville se
hallaban situados entre Alengon y Mortagne. Joseta conoca

98

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

las diversas ramas de la familia de Troisville. Unas pala


bras dichas por la seorita al llegar a Alengon haban
puesto a Joseta sobre la pista de la aventura; la discusin
se haba suscitado entre ellas, y ambas haban llegado a la
conclusin de que el de Troisville esperado deba ser un
gentilhombre entre los cuarenta y los cincuenta aos, sol
tero, ni rico ni pobre. La seorita ya se vea vizcondesa
de Troisville.
Y mi to que no me dice nada, que no sabe nada, que
no se informa de nada!... Oh, cmo es mi to! Se olvida
ra de su nariz si no formase parte de su cara!
No habis observado que en estas circunstancias las sol
teronas se vuelven, como Ricardo III, ingeniosas, feroces,
audaces, prometedoras, y que al igual que clrigos embria
gados ya no respetan nada? Inmediatamente la ciudad de
Alengon, instruida en un momento, desde lo alto de la
calle de San Blas hasta la puerta de Sez, de aquel retorno
precipitado, acompaado de circunstancias graves, viose per
turbada en todas sus visceras pblicas y domsticas. Las
cocineras, los comerciantes y los transentes se comunicaron
esta noticia de puerta en puerta; luego la noticia subi a
la regin superior. Pronto estas palabras, La seorita Cormon ha vuelto!", estallaron como una bomba en todos los
hogares. En aquel momento, Jacquelin abandonaba el banco
de madera pulimentada por un procedimiento que ignoran
los ebanistas y en el que estaba sentado en la parte delan
tera de la tartana; l mismo abra la gran puerta verde,
redonda en su parte superior, cerrada en seal de luto,
porque durante la ausencia de la seorita Cormon no
se celebraban las reuniones. Los fieles festejaban en
tonces sucesivamente al abate de Sponde. El seor de
Valois pagaba su deuda invitndole a comer en casa del
marqus de Esgrignon. Jacquelin llam familiarmente a
Penlope, a la que haba dejado en medio de la calle; el
animal, acostumbrado a esta maniobra, dirigise hacia la
puerta y camin por el patio con cuidado para no perjudi
car al macizo de flores. Jacquelin la tom de la brida y
condujo la tartana hacia la escalinata.
Marieta! grit la seorita Cormon.

LA SOLTERONA

99

Seorita! respondi Marieta, ocupada en cerrar el


portal.
No ha venido ese caballero?
No, seorita.
Y mi to?
Est en la iglesia, seorita.
Jacquelin y Joseta se hallaban en aquel momento en el
primer peldao de la escalinata y tendan las manos para
maniobrar a su duea, que acababa de salir de la tartana
y se izaba por la vara agarrndose a las cortinillas. La
seorita se arroj en brazos de los dos sirvientes, porque
desde haca dos aos no quera arriesgarse a servirse del
estribo unido a la vara por medio de un horrible mecanis
mo de grandes pernos.
Cuando la seorita Cormon estuvo en lo alto de la esca
linata, mir su patio con aire de satisfaccin.
Vamos, vamos, Marieta, dejad el portal y venid ac.
La tea est que arde dijo Jacquelin a Marieta cuan
do la cocinera pas junto a la tartana.
Veamos, hija ma, qu provisiones tienen en casa?
dijo la seorita Cormon, sentndose en la banqueta de la
larga antesala, como una persona rendida de cansancio.
Pues no tengo nada dijo Marieta apoyando los pu
os en sus caderas. Ya sabe la seorita que, durante su
ausencia, el seor abate come siempre fuera de casa; ayer
fui a buscarle a casa de la seorita Armanda.
Dnde est, pues?
El seor abate? Est en la iglesia; no regresar hasta
las tres.
Ese to mo no piensa en nada. Acaso no convena que
fuese al mercado? Marieta, ve t al mercado; sin tirar el
dinero, no repares en gastos; compra lo mejor que encuen
tres. Qu hora es?
Las nueve menos cuarto.
-^Dios mo, Marieta, no pierdas el tiempo charlando con
la gente! La persona esperada por mi to puede llegar de
un momento a otro. Buena la haramos si tuviramos que
darle algo para desayunar!
Marieta volvise hacia Penlope, cubierta de sudor, y

100

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

mir a Jacquelin con un aire que quera decir: "Esta vez


la seorita pesca marido.
Dmonos prisa nosotras dos, Joseta prosigui la sol
terona, porque hemos de preparar la cama para el seor
de Troisville.
Con qu gusto fue pronunciada esta frase! Preparar la
cama para el seor de Troisville. Cuntas ideas encerraban
estas palabras! La solterona se senta inundada de espe
ranza.
Queris que se acueste en la habitacin verde?
La del seor obispo? No; est demasiado cerca de la
ma dijo la seorita Cormon. En el caso de monseor,
que es un santo varn, es distinto.

Dadle el apartamento de vuestro to.


Es tan sencillo, que no estara bien.
Por Dios, seorita!, mandad arreglar en un momento
una cama en vuestro saloncito; hay en l una chimenea.
Moreau encontrar en sus almacenes una cama que se pa
rezca a la tela que cubre las paredes.
Tienes razn, Joseta. Bien, corre a casa de Moreau;
consulta con l sobre todo lo que deba hacerse; te autorizo
para ello. Si la cama (la cama del seor de Troisville!)
puede montarse esta noche sin que el seor de Troisville se
d cuenta, en el caso de que el seor de Troisville llegase
mientras Moreau est all, est bien. Pero si Moreau no
hace lo que es debido, pondr al seor de Troisville en la
habitacin verde, aunque el seor de Troisville tenga que
estar muy cerca de m.
Joseta ya se marchaba cuando su duea volvi a lla
marla.
Explica todo esto a Jacquelin! grit con voz formi
dable y llena de espanto. Que l mismo vaya a casa de
Moreau. T tienes que arreglarme! Si yo fuese sorpren
dida tal como voy, sin mi to para recibirle! Oh!, mi to,
mi to! Ven, Joseta, ven a vestirme.
Pero y Penlpe? dijo imprudentemente Joseta.
Los ojos de la seorita Cormon centellearon por nica
vez en su vida:
Siempre Penlpe! Penlpe por aqu, Penlpe por
all! Acaso es Penlpe la que aqu manda?

LA SOLTERONA

101

Pero est baada en sudor, y an no ha tomado su


avena!
Que reviente! exclam la seorita Cormon. Pero
yo me caso pens.
Al or estas palabras, que le hicieron el efecto de un
homicidio, Joseta qued un instante desconcertada; luego
baj presurosa por la escalinata ante un gesto que le hizo
su duea.
La seorita tiene el diablo en el cuerpo, Jacquelin!
fueron las primeras palabras que Joseta pudo articular.
As, todo se puso de acuerdo aquel da para producir el
gran golpe de teatro que decidi la vida de la seorita Cormon. La ciudad se hallaba ya revuelta por efecto de las
cinco circunstancias agravantes que acompaaban la sbita
vuelta de la seorita Cormon, a saber: la lluvia copiosa, el
galope tendido de Penlope, la hora matutina, los paquetes
<-n desorden y el aire singular de la solterona. Pero cuando
Marieta hizo su irrupcin en el mercado para llevrselo
lodo, cuando Jacquelin fue a casa del principal tapicero de
Alengon, en la calle de la Porte-de-Sez, a dos pasos de la
iglesia, para comprar una cama, hubo tema para las ms
graves conjeturas. Se coment muchsimo esta extraa
aventura en las casas, en los paseos; tuvo ocupado a todo
el mundo, incluso a la seorita Armanda, en cuya casa se
encontraba el caballero de Valois. En un espacio de dos
das, la ciudad de Alengon haba sido agitada por aconteci
mientos tan importantes, que algunas buenas mujeres de
can: Pero si es el fin del mundo!" Esta ltima noticia
qued resumida en todas las casas por la siguiente frase:
"Qu ocurre, pues, en casa de los Cormon? El abate de
Sponde, al ser interrogado muy hbilmente cuando sala
de San Leonardo para ir a pasear al Cours con el abate
Couturier, respondi ingenuamente que esperaba al vizconde
de Troisville, gentilhombre al servicio de Rusia durante la
emigracin, que volva para habitar en Alengon. De las dos
a las cinco, una especie de telgrafo labial estuvo funcionan
do en la ciudad, e hizo saber a todos los habitantes que la
seorita Cormon haba encontrado al fin un marido por
correspondencia y que iba a casarse con el vizconde de
Troisville. Aqu, unos decan: Moreau ya est haciendo la

102

H . DE B.4LZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

cama. All, la cama tena seis pies de largo. La cama era


de seis pies, en la calle del Bercail, en casa de la seora
Granson. Era una sencilla cama de reposo en casa de Du
Ronceret, donde coma Du Bousquier. La pequea burguesa
pretenda que costaba mil cien francos. Marieta se haba
lanzado al mercado para llevarse cuanto poda. En lo alto
de la calle de San Blas decan que Penlope haba reventa
do. Esta defuncin era puesta en duda en casa del recauda
dor general. Sin embargo, en la prefectura era verdad que
el animal haba expiado al entrar en el hotel Cormon, tanta
era la velocidad con que la solterona haba corrido a lan
zarse sobre su presa. El guarnicionero, que viva a la esqui
na de la calle de Sez, llev su osada al extremo de ir a
preguntar si le haba ocurrido algo a la tartana de la seo
rita Cormon, con objeto de ver si Penlope estaba muerta.
Desde lo alto de la calle de San Blas, hasta el extremo de la
calle del Bercail, se supo que, gracias a los cuidados de
Jacquelin, Penlope, aquella silenciosa vctima de la intem
perancia de su duea, viva an, pero, al parecer, padeca
mucho. En toda la carretera de Bretaa, el vizconde de
Troisville era un segundn sin un centavo, porque los bienes
del Perche pertenecan al marqus de Troisville, par de
Francia, que tena dos hijos. Aquella boda era una buena
fortuna para el pobre emigrado; el vizconde hara mucha
suerte casndose con la seorita Cormon; la aristocracia de
la carretera de Bretaa aprobaba la boda; la solterona no
poda emplear de un modo mejor su fortuna. Pero, en la
burguesa, el vizconde de Troisville era un general ruso
que haba combatido contra Francia, que regresaba con
una gran fortuna ganada a la corte de San Petersburgo; era
un extranjero, uno de los aliados odiados por los liberales.
El abate de Sponde haba sido el astuto mediador de este
matrimonio. Todas las personas que tenan derecho a entrar
en casa de la seorita Cormon como en su propia casa
prometironse ir a verla aquella noche. Durante esta agita
cin transurbana, que casi hizo olvidar a Susana, la seorita
Cormon no estaba menos agitada y experimentaba senti
mientos totalmente nuevos. Al contemplar su saln, su saloncito, el gabinete, el comedor, viose presa de una aprensin
cruel. Una especie de demonio le mostr aquel viejo lujo

LA SOLTERONA

1 03

con aire burln; las hermosas cosas que ella admiraba desde
su infancia incurrieron en sospecha, fueron acusadas de ve
jez. Finalmente, tuvo aquel temor que se apodera de casi
lodos los autores en el momento en que leen una obra,
que ellos creen perfecta, a algn crtico exigente o fatuo; las
situaciones nuevas parecen gastadas; las frases mejor tor
neadas, las ms cuidadas, aparecen bizcas o cojas; las im
genes hacen muecas o se contraran, lo falso salta a la vista.
Al mismo tiempo, la pobre mujer temblaba al ver en los
labios del seor de Troisville una sonrisa de desprecio ha
cia aquel saln de obispo; temi verle arrojar una mirada
fra hacia aquel antiguo comedor; en fin, ella tema que el
marco hiciera viejo el cuadro. Todas aquellas antigedades
no proyectaran quizs un reflejo de vejez sobre ella mis
ma? Esta reflexin le puso carne de gallina. En aquellos
momentos habra entregado la cuarta parte de sus econo
mas para poder restaurar su casa en un instante por medio
de una varita mgica. Cul es el general que no se ha es
tremecido la vspera de una batalla? La pobre mujer se
encontraba entre un Austerlitz y un Waterloo.
La seora vizcondesa de Troisville decase a s mis
ma, qu hermoso apellido! Por lo menos nuestros bienes
iran a parar a una buena casa.
Hallbase presa de una irritacin que haca estremecer
sus ms finas ramificaciones nerviosas y sus papilas desde
liaca tanto tiempo anegadas en la gordura. Toda su san
gre, azotada por la esperanza, estaba en movimiento. Sen
tase con fuerzas para conversar, si preciso fuera, con el
seor de Troisville. Es intil hablar de la actividad con
que funcionaron Joseta, Jacquelin, Marieta, Moreau y sus
mozos. Era el apresuramiento de unas hormigas ocupadas
en sus huevos. Todo aquello que un esmero cotidiano haca
tan limpio, fue repasado, cepillado, lavado, frotado. Las por
celanas de los grandes das vieron la luz. Las servilletas
numeradas A, B, C, y D fueron sacadas de las profundida
des en que yacan bajo una triple guardia de envolturas
defendidas por formidables agujas. Los ms preciosos es
tantes de l biblioteca fueron interrogados. En fin, la se
orita sacrific tres botellas de los famosos licores de ma
dame Amphoux, la ms ilustre de las destiladoras de ultra-

1 04

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

mar, nombre caro a los aficionados. Gracias a la abnegacin


de sus lugartenientes, la seorita pudo presentarse al com
bate. Las diferentes armas, los muebles, la artillera de co
cina, las bateras, los vveres, las municiones, los cuerpos
de reserva estuvieron prestos sobre toda la lnea. Jacquelin,
Marieta y loseta recibieron la orden de ponerse sus mejores
galas. El jardn fue limpiado de malas hierbas. La solte
rona lament no poder entenderse con los ruiseores aloja
dos en los rboles para obtener de ellos los ms bellos can
tos. En fin, hacia las cuatro, en el mismo instante en que el
abate de Sponde regresaba a casa, en que la seorita crea
haber puesto en vano el cubierto ms bello, preparado la
ms exquisita de las comidas, oyse en el Val-Noble el
ruido de un postilln.
"Es l!, dijo para s misma, sintiendo los latigazos en
su corazn.
En efecto, anunciado por tanto chismorreo, cierto ca
briol de posta en el que viajaba un caballero solo produ
jo tal sensacin al bajar por la calle de San Blas y doblar
por la calle del Cours, que algunos arrapiezos y personas
mayores lo haban seguido y permanecan agrupados alre
dedor de la puerta del hotel Cormon para verle entrar. Jac
quelin, que tambin olisqueaba su propia boda, haba odo
el ruido del coche en la calle de San Blas y abri el portal
de dos batientes. El postilln, conocido suyo, puso empeo
en hacer girar el coche con elegancia y se detuvo exacta
mente junto a la escalinata. El abate sali a recibir a su
husped, cuyo coche fue despojado con la presteza con que
habran podido hacerlo unos bandoleros que tuvieran prisa.
Fue llevado a la cuadra, cerrse el portal y pronto no que
daron vestigios de la llegada del seor de Troisville. Jams
dos sustancias qumicas se casaron con ms prontitud que
la que puso la casa Cormon en absorber al vizconde de
Troisville. La seorita, cuyo corazn palpitaba como el de
una lagartija cogida por un pastor, permaneci heroica
mente en su poltrona, junto a la chimenea. Joseta abri la
puerta, y el vizconde de Troisville, seguido del abate de
Sponde, apareci ante los ojos de la solterona.
Sobrina, he aqu al seor vizconde de Troisville, nieto

LA SOLTERONA

105

<le uno de mis compaeros de colegio. Seor de Troisville,


lie aqu a mi sobrina, la seorita Cormon.
Ah, mi buen to! pens Rosa Mara Victoria. Qu
bien prepara las cosas!
El vizconde de Troisville era, para pintarle en dos pala
bras, Du Bousquier gentilhombre. Haba entre ellos toda
la diferencia que separa el gnero vulgar y el gnero noble.
Si hubieran estado all los dos, habrale sido imposible al
liberal ms fantico negar la aristocracia. La fuerza del
vizconde posea toda la distincin de la elegancia; sus for
mas conservaban una dignidad magnfica; posea ojos azu
les y cabellos negros, un color aceitunado, y no deba con
lar ms de cuarenta y seis aos. Habrais dicho que era un
apuesto espaol conservado en los hielos de Rusia. Las ma
neras, los andares, la actitud, todo indicaba en l a un
diplomtico que haba visto Europa. El seor de Troisville
pareca fatigado; el abate le invit a pasar a la habitacin
que le haba sido destinada, y qued pasmado cuando su
sobrina abri el saloncito transformado en dormitorio. La
seorita Cormon y su to dejaron entonces al noble foraslero entregado a sus asuntos con la ayuda de Jacquelin,
quien le trajo todos los paquetes de que tena necesidad.
El abate de Sponde y su sobrina fueron a pasear a lo largo
del Brillante, aguardando a que el seor de Troisville hu
biera acabado de arreglarse. Aunque el abate de Sponde es
tuviera, por un azar singular, ms distrado que de costum
bre, la seorita Cormon no estaba menos preocupada que
l. Los dos caminaban en silencio. Nunca haba encontrado
>a solterona un hombre tan seductor como el olmpico viz
conde. Ella no poda decir, a la alemana: "He aqu mi
ideal", pero sentase emocionada de la cabeza a los pies,
v se deca: "He aqu lo que me hace falta! De pronto, vol
al lado de Marieta para saber si la comida poda sufrir un
retraso sin perder nada de su buena calidad.
To dijo al regresar, ese seor de Troisville es
muy amable.
Pero, hija ma, si todava no ha dicho nada repuso
riendo el abate.
Pero se observa en su aspecto, en su fisonoma. Es
soltero?

106

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

No s nada de eso respondi el abate, que pensaba


en una discusin sobre la divina gracia, promovida entre
el abate Couturier y l. El seor de Troisville me ha dicho
que deseaba adquirir aqu una casa. Si estuviera casado
no habra venido solo dijo luego con aire indiferente, por
que no supona que su sobrina pudiera pensar en casarse.
Es rico?
Es el menor de una rama menor respondi el to.
Su abuelo estuvo al mando de unas escuadras, pero el padre
de ese joven hizo un mal matrimonio.
Ese joven! repiti la solterona. Me parece, to, que
bien tendr sus cuarenta y cinco aos dijo, porque expe
rimentaba un excesivo deseo de relacionar la edad de l
con la de ella.
S dijo el abate. Pero para un pobre sacerdote de
setenta aos, Rosa, un cuarentn parece joven.
En aquellos momentos, todo Alengon estaba enterado
de que el seor vizconde de Troisville haba llegado a la
casa de la seorita Cormon. El forastero fue pronto a reu
nirse con sus anfitriones y se puso a admirar la vista del
Brillante, el jardn y la casa.
Seor abate dijo, toda mi ambicin consistira en
encontrar una casa parecida a sta.
La solterona quiso ver una declaracin en esta frase, y
baj los ojos.
Debis vivir muy a gusto en ella, no es cierto, seori
ta? repuso el vizconde.
Cmo no? Pertenece a nuestra familia desde el ao
1574, poca en que uno de nuestros antepasados, adminis
trador del duque de Alenqon, adquiri este terreno y mand
edificar la casa dijo la seorita Cormon.
Jacquelin anunci que la mesa estaba servida. El seor
de Troisville ofreci el brazo a la feliz solterona, la cual
procur no apoyarse en l demasiado, tanto tema todava
el que pudiera parecer que se insinuaba.
Todo es aqu armonioso dijo el vizconde sentndose
a la mesa.
Nuestros rboles estn llenos de pjaros que nos ha
cen msica a poco precio; nadie les molesta, y todas las
noches canta el ruiseor dijo la seorita Cormon.

LA SOLTERONA

107

Yo estoy hablando del interior de la casa hizo ob


servar el vizconde, que no se tom la molestia de estudiar
a la seorita Cormon y no reconoci la nulidad de su inte
ligencia. S, todo guarda relacin: los tonos de los colo
res, los muebles, la fisonoma.
Sin embargo, nos cuesta muchsimo dinero, los im
puestos son enormes respondi la excelente mujer.
Ah! Son altos los impuestos? pregunt el vizconde,
el cual, preocupado por sus propias ideas, no repar en la
vulgaridad de su anfitriona.
No lo s dijo el abate. Mi sobrina es la encargada
de la administracin de nuestras dos fortunas.
Los impuestos son miserias para las personas ricas
repuso la seorita Cormon, que no quiso parecer avara.
En cuanto a los muebles, los dejar tal como estn y no
har cambiar nada, a menos que me case, porque entonces
ser preciso que lo que hay aqu sea del gusto del dueo.
Profesis los mejores principios, seorita dijo son
riendo el vizconde; haris un feliz...
"Nunca me haba dirigido nadie tan lindo cumplido",
pens la solterona.
El vizconde alab a la seorita Cormon por el servicio,
por su gobierno de la casa, confesando que l crea que la
provincia viva atrasada, y la encontraba muy confortable.
Qu significar esa palabra, Dios mo? pensaba la
solterona. Dnde est el caballero de Valois para res
ponder a ella? Confortable! Hay ms de una palabra en
ello? Vamos, valor djose a s misma; quiz se trate
de una palabra rusa, y no tengo la obligacin de contestar
a ella."
Pero repuso en voz alta, sintiendo desatada su len
gua por la elocuencia que encuentran casi todas las cria
turas humanas en circunstancias importantes, caballero,
aqu tenemos la ms brillante sociedad. La ciudad se rene
precisamente en mi casa. Podris juzgar de ello en seguida,
porque algunos de nuestros fieles se habrn sin duda ente
rado de mi regreso y vendrn a verme. Tenemos al caba
llero de Valois, un seor de la antigua corte, hombre inteli
gentsimo; adems al seor marqus de Esgrignon y a la
seorita Armanda, su hermana se mordi los labios y cam

108

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

bi de parecer: una muchacha notable en su gnero


aadi. Ha querido quedarse soltera para poder legar
toda su fortuna a su hermano y a su sobrino.
Ah! dijo el vizconde, s, los de Esgrignon, ya los
recuerdo.
Alenqon es muy alegre prosigui la solterona, una
vez se hubo lanzado. La gente se divierte mucho, el recau
dador general da bailes, el prefecto es hombre amable, el
seor obispo nos honra a veces con su visita...
Vamos repuso sonriendo el vizconde, he hecho
bien, por lo que veo, en querer regresar, como la liebre,
a morir en la madriguera.
Yo tambin dijo la solterona soy como la liebre:
muero en el lugar donde me gusta estar.
El vizconde sonri.
"Vaya se dijo la solterona, todo va bien, puesto que
me comprende."
La conversacin discurri por el cauce de las genera
lidades. Por una de esas fuerzas desconocidas, indefinibles,
la seorita Cormon encontraba en su cerebro, bajo la pre
sin de su deseo de ser amable, todos los giros de frases
del caballero de Valois. Era como un duelo, en el que el
diablo parece ajustar l mismo el can de la pistola. Nun
ca hubo adversario que fuera objeto de ms certera pun
tera. El vizconde de Troisvile era demasiado hombre de
buena compaa para hablar de las excelencias de la co
mida, pero su silencio constitua un elogio. Al beber los
vinos deliciosos que le serva profusamente Jacquelin, pa
reca reconocer a unos amigos, volver a encontrarlos con
vivo placer, porque el verdadero aficionado no aplaude,
goza. Informse con curiosidad de los precios de los terre
nos, de las casas, de los solares; hizo que la seorita Cor
mon le describiera el lugar de la confluencia de los ros
Brillante y Sarthe. Extrase de que la ciudad fuera em
plazada tan lejos del ro; la topografa de la regin le inte
resaba mucho. El silencioso abate dej que su sobrina lle
vase la batuta de la conversacin. Realmente, la seorita
crey ocupar al seor de Troisvile, quien le sonrea con
amabilidad, por lo cual, podis imaginar, nunca husped
alguno fue tratado con mayor cario y colmado de aten

LA SOLTERONA

109

ciones. Habrais dicho que se trataba de un amante que


regresaba al hogar cuya felicidad era obra suya. La seo
rita prevea el momento en que al vizconde le faltara pan;
no apartaba sus ojos de encima de l; cuando l volva la
cabeza, ella le pona hbilmente en el plato un suplemento
de la comida que crea que a l le gustaba; pero esto no
era ms que una bella muestra del amor que ella poda
profesarle. La seorita Cormon no cometi la tontera de
despreciarse a s misma, sino que extendi valientemente
todas sus velas, enarbol sus pabellones, asumi una acti
tud de reina de Alenpon y alab sus confituras. En fin,
habl de s misma como si todos sus trompetas estuvieran
muertos. Diose cuenta de que agradaba al vizconde, porque
su deseo la haba transformado hasta el punto de haberse
casi convertido en mujer. En el momento de los postres
oy con un dulce gozo interior idas y venidas en la ante
sala y ruidos en el saln que anunciaban que su compaa
habitual iba llegando. Hizo observar a su to y al seor de
Troisville esta prisa por visitarla como una prueba del
afecto que la gente le profesaba, cuando en realidad era
efecto de la curiosidad ardiente que se haba adueado de
la ciudad entera. Impaciente por mostrarse en todo el
fulgor de su gloria, la seorita Cormon dijo a Jacquelin
que tomaran el caf y los licores en el saln, donde el
criado fue, delante de toda la selecta minora de la socie
dad, a exhibir las magnificencias de un servicio de Sajonia
que no sala de su armario ms que dos veces al ao. Estas
circunstancias fueron observadas todas por los all reunidos.
Demonio! dijo Du Bousquier. Nada menos que
los licores de madame Amphoux, que slo se sirven en las
cuatro fiestas principales del ao!
Decididamente se trata de una boda arreglada desde
hace un ao por correspondencia dijo el presidente Du
Ronceret. El director de Correos recibe aqu, desde hace
un ao, cartas con sello de Odesa.
La seora Granson se estremeci. El caballero de Valois, aunque hubiese comido como cuatro, plido hasta en
la seccin izquierda de su cara, presinti que iba a revelar
su secreto, y dijo:
No os parece que hace fro hoy? Yo estoy helado.

110

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Es la proximidad de Rusia dijo Du Bousquier.


El caballero le mir con aire que quera decir: "Muy
bien hablado".
La seorita Cormon apareci tan radiante, tan triun
fante, que la gente la encontr bella. Este esplendor extra
ordinario no era debido solamente al sentimiento; toda la
masa de su sangre estaba agitada en sus venas desde aque
lla maana, y sus nervios estaban alterados por el presen
timiento de una gran crisis: hacan falta todas estas cir
cunstancias para habrsele permitido parecerse tan poco
a ella misma. Con qu' felicidad efectu las solemnes pre
sentaciones del vizconde al caballero, del caballero al viz
conde, de todo Alengon al seor de Troisville, del seor de
Troisville a los de Alengon! Por un azar bastante compren
sible, el vizconde y el caballero, aquellas dos naturalezas
aristocrticas, se pusieron al instante al unsono; se reco
nocieron, y ambos se miraron como dos hombres de la
misma esfera. Se pusieron a conversar, de pie delante de
la chimenea. Un crculo se form delante de ellos, y su
conversacin, aunque sotto voce, fue escuchada en medio
de un silencio religioso. Para poder captar bien el efecto
de esta escena hemos de imaginarnos a la seorita Cormon
ocupada en preparar el caf de su supuesto pretendiente,
con la espalda vuelta hacia la chimenea.
S e o r de V a l o i s . Dicen que el seor vizconde viene
para establecerse aqu?
S e o r de T r o i s v i l l e . S , s e o r , v e n g o a b u s c a r una
c a s a . . . (La seorita Cormon se vuelve, con la taza en la
mano.) Y t i e n e q u e s e r m u y g r a n d e p a r a a l o j a r . . . (La se
orita Cormon tiende la taza) a m i f a m i l i a . (Los ojos de
la solterona se empaan.)
S e o r de V a l o i s . Estis casado?
S e o r de T r o i s v i l l e . Desde hace diecisis aos, con la
hija de la princesa Sherbellov.
La seorita Cormon cay fulminada... Du Bousquier, que
la vio tambalearse, precipitse hacia ella, la recibi en sus
brazos y le abrieron la puerta para que pudiera pasar sin
obstculo con aquel enorme fardo. El fogoso republicano,
aconsejado por Joseta, encontr fuerzas para llevar a la
solterona a su habitacin, donde la deposit sobre la cama.

LA SOLTERONA

111

Joseta, armada de unas tijeras, cort el cors, desmesu


radamente apretado. Du Bousquier arroj brutalmente unas
gotas de agua sobre el rostro de la seorita Cormon y
sobre su busto, que se extendi como una crecida del Loira.
La enferma abri los ojos, vio a Du Bousquier, y el pudor
le hizo lanzar un grito al reconocer a aquel hombre. Du
Bousquier se retir, dejando entrar a seis mujeres, a la
cabeza de las cuales iba la seora Granson, radiante de
alegra. Qu haba hecho el caballero de Valois? Fiel a su
sistema, haba cubierto la retirada.
Esa pobre seorita Cormon! dijo al seor de Troisville, mirando a la concurrencia, cuya risa fue reprimida
por sus miradas aristocrticas. La sangre la atormenta
horriblemente; no quiso hacerse sangrar antes de ir al Prbaudet (su finca) y ah tienen ustedes el efecto de los
movimientos de la sangre en primavera.
Ha venido lloviendo, esta maana dijo el abate de
Sponde, y quizs ha pillado un resfriado que podra ser
la causa de esa pequea revolucin a la cual est sujeta.
Pero no ser nada.
Anteayer me dijo que no la haba tenido desde haca
tres meses, aadiendo que esto le jugara una mala pasada
repuso el caballero.
"Ah, eres casado!, pens Jacquelin mirando al seor
de Troisville, que tomaba su caf a pequeos sorbos.
El fiel domstico solidarizse con la contrariedad de su
duea, adivin lo que sta senta y se llev de all los lico
res de Madame Amphoux, ofrecidos al soltero, y no al ma
rido de una rusa. Todos estos pequeos detalles fueron
observados y dispusieron para la risa. El abate de Sponde
conoca el motivo del viaje de Troisville; pero, por un
efecto de su distraccin, no haba dicho nada, ignorando
que su sobrina pudiera tener l ms pequeo inters por
el seor de Troisville. En cuanto al vizconde, preocupado
por el objeto de su viaje, y como muchos maridos, con
pocas prisas para hablar de su mujer, no haba tenido
ocasin de decir que estaba casado; por otra parte, crea
que la seorita Cormon ya lo saba. Reapareci Du Bous
quier y fue interrogado a ultranza. Una de las seis mujeres
baj anunciando que la seorita Cormon ya estaba mucho

112

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

mejor y que haba llegado su mdico; pero tena que per


manecer en cama y pareca urgente la necesidad de una
sangra. Pronto qued el saln lleno de gente. La ausencia
de la seorita Gormon permiti a las seoras comentar la
escena tragicmica, extendida, embellecida, historiada, bor
dada, festonada, que acababa de tener lugar y que al da
siguiente habra de hacer que todo Alengon hablase de la
seorita Cormon.
Ese bueno de seor Du Bousquier, cmo os llevaba!
Qu fuerza! dijo Joseta a su duea. Realmente, estaba
plido a causa de vuestra indisposicin. Os sigue queriendo.
Esta frase sirvi de broche a aquella solemne y terrible
jomada.
Al da siguiente, durante toda la maana, las menores
circunstancias de esta comedia corran por todas las casas
de Alengon y, digmoslo para vergenza de esa ciudad,
ocasionaban en ellas una risa universal. Al da siguiente,
la seorita Cormon, a quien la sangra haba hecho mucho
bien, habra parecido sublime a los ms intrpidos burlo
nes si hubieran sido testigos de la noble dignidad, de la
magnfica resignacin cristiana que la anim cuando dio
el brazo a su mixtificador involuntario para ir a desayunar.
Crueles burlones que la satirizabais, habrais debido verla
cuando deca al vizconde:
La seora de Troisville encontrar aqu difcilmente
un apartamento que le convenga; hacedme el favor, caba
llero, de aceptar mi casa todo el tiempo que necesitis para
arreglaros una quinta.
Pero, seorita, tengo dos hijas y dos hijos, y os dara
mos demasiadas molestias.
No me neguis este favor dijo la seorita Cormon
con una mirada llena de atricin.
Yo os la ofreca dijo el abate en la respuesta que
os escrib, pero no la habis recibido.
Cmo! To, vos sabais...?
La pobre mujer se interrumpi. Joseta lanz un suspiro.
Ni el vizconde de Troisville ni el to se dieron cuenta de
nada. Despus de desayunar, el abate de Sponde llev al
vizconde, como haban acordado el da anterior, para mos

LA SOLTERONA

113

trarle en Alengon las casas que poda adquirir o los solares


adecuados para edificar en ellos.
Habiendo quedado la seorita Cormon a solas con Joseta en el saln, djole a sta en tono quejumbroso:
Ay, Joseta! A estas horas estoy siendo la comidilla
de toda la ciudad.
Bien, seorita, casaos!
Pero, hijita, si no me he preparado para hacer una
eleccin!
Bah! Si yo estuviera en vuestro lugar, me casara
con el seor Du Bourquier.
Pero es que el seor de Valois dice que es tan repu
blicano!...
Esos seores vuestros no saben lo que se dicen: preten
den que l robaba a la Repblica; entonces es que no la
amaba dijo Joseta, marchndose.
"Esa muchacha es muy inteligente, repuso la seorita
Cormon, quedndose sola, presa de sus perplejidades.
Vislumbraba que una rpida boda era el nico medio de
imponer silencio a la ciudad. Este ltimo fracaso, tan evi
dentemente vergonzoso, era como para hacerle tomar una
decisin extrema, porque las personas desprovistas de inte. ligencia difcilmente se salen de los senderos, buenos o ma
los, en los que han entrado. Cada uno de los dos solterones
haba comprendido la situacin en que deba encontrarse la
solterona; as, ambos se haban prometido ir por la maana
a saber noticias de ella y laborar cada cual por su propia
causa. El seor de Valois consider que la circunstancia exi
ga una toilette minuciosa, y se dio un bao y se acical
muchsimo. Por primera y ltima vez, Cesarina le vio poner
se con increble habilidad un poco de colorete. Du Bousquier,
aquel tosco republicano, animado por una frrea voluntad,
no prest la menor atencin a su toilette, y acudi el prime
ro. Estos pequeos detalles deciden la fortuna de los hom
bres, como de los imperios. La carga de Kellermann en
Marengo, la llegada de Blcher a Waterloo, el desdn de
Luis XIV por el prncipe Eugenio, el cura de Denain, todas
estas grandes causas de fortunas o de desastres, la historia
las registra; pero nadie las aprovecha para no descuidar
nada de los hechos pequeos de la vida. As, ved lo que

114

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

sucede a menudo. La duquesa de Lengais se hace religiosa


por no haber tenido diez minutos de paciencia; el juez Popinot aplaza para el da siguiente el ir a interrogar al mar
qus de Espard; Carlos Grandet regresa por Burdeos en
lugar de hacerlo por Nantes. Y la gente llama a estos suce
sos azares, fatalidades! Un poco de colorete mat las espe
ranzas del caballero de Valois; aquel gentilhombre no poda
perecer ms que de esa manera: haba vivido a causa de
las Gracias, haba de morir por mano de ellas. Mientras
el caballero estaba dando los ltimos toques a su toilette,
el grueso Du Bousquier entraba en el saln de la solterona
desolada. Esta entrada se combin con un pensamiento
favorable al republicano, a travs de una deliberacin en
la que, sin embargo, el caballero tena todas las ventajas.
"Dios lo quiere!, se dijo la solterona al ver a Du
Bousquier.
Seorita, supongo que no tomaris a mal mi apresura
miento; no he querido fiarme de ese animal de Renato para
saber noticias vuestras, y he venido yo mismo.
Estoy completamente bien respondi la seorita Cormon con voz emocionada. Muchas gracias, seor Du
Bousquier aadi tras una pausa, por la molestia que
os habis tomado y por las que os di ayer...
Se acordaba de haber estado en brazos de Du Bousquier,
y este azar le pareca sobre todo una orden del cielo. Haba
sido vista por vez primera por un hombre, con su cors
roto, sus tesoros violentamente arrojados fuera de su es
tuche.
Os llevaba con tanto cario, que os encontr ligera.
En esto, la seorita Cormon mir a Du Bousquier como
no haba mirado an a ningn hombre en el mundo. Anima
do, el abastecedor lanz a la solterona una mirada que le
lleg al corazn.
Es una lstima aadi que ello no me haya dado
derecho a conservaros siempre para m. (Ella le oa extasiada.) Desvanecida, ah, sobre ese lecho, dicho sea entre
nosotros, estabais deslumbradora; no he visto en mi vida
una persona ms hermosa, y yo he visto a muchas muje
res!... Las mujeres gordas tienen esto de bueno, que resul
tan soberbias al verlas; triunfan slo con mostrarse.

LA SOLTERONA

115

Vos queris burlaros de m repuso la solterona, y


no est bien, cuando toda la ciudad quizs est dando una
mala interpretacin a lo que ayer me sucedi.
Tan cierto como que me llamo Du Bousquier, seorita,
que no he cambiado de sentimientos con respecto a vos, y
vuestra primera negativa no me ha descorazonado.
La solterona haba bajado los ojos. Hubo un momento
de silencio, cruel para Du Bousquier. Pero la seorita Cormon tom su decisin y levant los prpados; sus ojos es
taban llenos de lgrimas y mir tiernamente a Du Bous
quier.
Si es como decs, caballero le dijo con voz trmula,
prometedme solamente vivir como cristiano, no contrariar
jams mis costumbres religiosas, dejadme en libertad para
elegir a mis directores, y os concedo mi mano dijo ten
dindosela.
Du Bousquier cogi aquella manaza llena de escudos e
imprimi en ella un sculo santo.
Pero dijo la seorita Cormon dejando que le besara
la mano he de pediros an otra cosa.
Est concedida, y si es imposible se har. (Reminis
cencia de Beaujon.)
Ay! repuso la solterona, por amor hacia m tenis
que haceros cargo de un pecado que s que es enorme,
porque la mentira es uno de los siete pecados capitales; pero
os confesaris, no es cierto? Los dos haremos peniten
cia... (Se miraron los dos tiernamente.) Por otra parte,
quizs entre en la calle de la mentiras que la Iglesia llama
oficiosas...
Ser acaso como Susana? pensaba Du Bousquier.
Qu felicidad! Bien, seorita, de qu se trata? dijo en
voz alta.'
Se trata de que pudieseis encargaros...
De qu?
De decir que esta boda haba sido convenida entre los
dos desde hace seis meses...
Mujer encantadora dijo el abastecedor con el tono
de un hombre que se sacrifica, estos sacrificios no se
hacen ms que por una criatura adorada durante diez aos.
Entonces, a pesar de mis rigores? dijo ella.

116

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

S, a pesar de vuestros rigores.


Seor Du Bousquier, yo os haba juzgado mal.
Y le tendi su gran mano roja, que Du Bousquier volvi
a besar.
En aquel momento se abri la puerta, los dos prometi
dos miraron quin entraba, y vieron al delicioso, pero tar
do caballero de Valois.
Ah! dijo al entrar, ya estis de pie, hermosa reina.
Ella sonri al caballero y sinti cierta presin en el cora
zn. El seor de Valois, notablemete joven y seductor,
pareca Lauzun entrando en el Palacio Real, visitando a
la princesa.
Eh!, querido Du Bousquier dijo en tono zumbn,
tan seguro estaba de su xito, el seor de Troisville y el
abate de Sponde examinan vuestra casa como unos tasa
dores.
A fe ma dijo Du Bousquier que si el vizconde de
Troisville la quiere, puede ser suya por cuarenta mil fran
cos. Me resulta completamente intil. Si la seorita me lo
permite... Es preciso que esto se sepa... Seorita, puedo
decirlo?... S? Pues bien, sed el primero, mi querido caba
llero (la seorita Cormon baj los ojos), a quien comunique
el honor dijo el ex abastecedor, el favor que me concede
la seorita, que yo he guardado en secreto desde hace ms
de seis meses. Nos casaremos dentro de unos das; el con
trato ya est redactado; maana lo firmaremos. Compren
deris que mi casa de la calle del Cisne no me sirve para
nada. Yo buscaba comprador, y el abate de Sponde, que
lo saba, ha conducido naturalmente a mi casa al seor de
Troisville.
Esta gran mentira tena tanto viso de verdad, que el ca
ballero se trag la pldbra. Mi querido caballero era como
el desquite tomado por Pedro el Grande sobre Carlos XII
en Pultawa por todas sus anteriores derrotas. Du Bousquier
se vengaba as deliciosamente de mil rasgos picantes que
haba recibido en silencio; pero en su triunfo hizo un gesto
de hombre joven, se pas la mano por el tup postizo...
y lo movi de sitio.
Os felicito al uno y al otro dijo el caballero con aire;

LA SOLTERONA

117

simptico, y deseo que terminis como en los cuentos de


hadas: Y fueron felices y tuvieron muchos hijos.
Y diciendo esto, preparaba una pulgarada de rap.
Pero, seor mo, olvidis que... llevis tup postizo
aadi con voz burlona.
Du Bousquier se sonroj; tena el tup postizo a diez
pulgadas de distancia de su crneo. La seorita Cormon le
vant los ojos, vio la desnudez del crneo y volvi a bajar
los por pudor. Du Bousquier lanz al caballero la ms ve
nenosa mirada que jams sapo alguno haya podido lanzar
sobre su presa.
Infames aristcratas que me habis despreciado pen
saba, algn da os aplastar.
El caballero de Valois crey haber recuperado todas sus
ventajas. Pero la seorita Cormon no era persona para com
prender la relacin que el caballero pona ejitre el tup
postizo y su propio deseo; por otra parte, aunque lo hubie
ra comprendido, su mano ya no le perteneca. El seor de
Valois se dio cuenta de que todo estaba perdido. En efecto,
al ver la inocente mujer que aquellos dos hombres perma
necan silenciosos, quiso darles una ocupacin.
Vayan ustedes a jugar una partida de cientos dijo
sin malicia alguna.
Du Bousquier sonri y fue, como futuro dueo de la
casa, a tomar la mesa de cientos. El caballero de Valois,
sea que hubiera perdido la cabeza, sea que quisiera per
manecer all para estudiar las causas de su desastre y poner
remedio a ello, se dej conducir como un carnero al que
llevan al matadero. Haba recibido el garrotazo ms fuerte
que se le puede propinar a un hombre, y un gentilhombre
poda quedar aturdido con mucho menos. Pronto regresa
ron el digno abate de Sponde y el vizconde de Troisville.
En seguida, la seorita Cormon se levant, corri a la
antesala, tom aparte a su to y le comunic al odo su deci
sin. Al enterarse de que la casa de la calle del Cisne con
vena al seor de Troisville, rog a su futuro que le hiciera
el favor de decir que su to ya saba que estaba en venta.
No se atrevi a confiar esta mentira a su to, temiendo una
distraccin por parte de ste. La mentira prosper ms que
si se hubiese tratado de una accin virtuosa. Durante la

118

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

velada, todo Alengon se enter de la gran noticia. Desde


haca cuatro das, la ciudad estaba ocupada como en los
das nefastos de 1814 y 1815. Los unos rean, los otros admi
tan la boda, aqullos la censuraban, stos la aprobaban.
La clase media de Alengon estaba contenta, viendo en ello
una conquista. Al da siguiente, entre sus amigos, el caba
llero de Valois dijo estas crueles palabras:
Los Cormon terminan como empezaron: de adminis
trador a abastecedor no hay ms que la mano.
La noticia de la eleccin efectuada por la seorita Cor
mon lleg al corazn del pobre Atanasio, pero no dej tras
lucir nada de las horribles agitaciones de que se hallaba
presa. Cuando se enter de la boda, se encontraba en casa
del presidente Du Ronceret, donde su madre estaba jugando
una partida de boston. La seora Granson mir a su hijo
a travs de un espejo y vio que estaba plido; pero ya lo
estaba desde la maana, porque haba odo hablar vaga
mente de aquella boda. La seorita Cormon era una carta
a la que Atanasio jugaba su vida, y el fro presentimiento
de un desastre ya le estaba envolviendo. Cuando el alma
y la imaginacin han abultado la desgracia, hacen de ella
un fardo demasiado pesado para los hombros y para la
frente; cuando una esperanza largo tiempo acariciada, cuyas
realizaciones apaciguaron el buitre ardiente que roe el cora
zn, es frustrada, y el hombre no tiene fe en s mismo, a pe
sar de sus fuerzas, ni en el porvenir, a pesar del poder
divino, entonces se desmorona. Atanasio era fruto de la
educacin imperial. La fatalidad, esa religin del empera
dor, descendi desde el trono hasta las ltimas filas del
ejrcito, hasta los bancos del colegio. Atanasio fij sus ojos
en el juego de la seora Du Ronceret con un estupor que
bien poda pasar por indiferencia, y la seora Granson
crey haberse equivocado en cuanto a los sentimientos de
su hijo.
La aparente despreocupacin de Atanasio explicaba el
hecho de haberse negado a hacer a aquella boda el sacri
ficio de sus opiniones liberales, palabra que acababa de ser
creada por el emperador Alejandro, y que proceda, me pa
rece, de madame de Stal, a travs de Benjamn Constant.
A partir de aquella fatal velada, el desdichado joven fue

LA SOLTERONA

119

a pasear al lugar ms pintoresco del Sarthe, en una orilla


desde donde los dibujantes que se han ocupado de Alenqon
lian tomado sus puntos de vista. All hay unos molinos. El
'
alegra los prados. Las mrgenes del Sarthe se hallan
bordeadas de elegantes rboles. En aquel paisaje no faltan
ciertos elementos bellos que distinguen a Francia, donde
los ojos jams estn fatigados por una intensa luz oriental,
ni entristecidos por brumas en exceso constantes. Aquel
lugar era solitario. En provincias, nadie presta atencin a
una linda vista, quiz por falta de poesa en el alma. Si en
los pueblos hay un lugar, un paseo, desde donde se descu
bre una magnfica perspectiva, nadie va a aquel sitio. Atanasio se aficion a aquella soledad animada por las aguas,
donde los prados verdeaban bajo las primeras sonrisas del
sol primaveral. Aquellos que le vean sentado bajo un cho
po y reciban su mirada profunda, dijeron alguna vez a la
seora Granson:
A vuestro hijo le sucede algo.
Yo ya s lo que est haciendo responda la madre
con aire satisfecho, dando a entender que estaba meditando
una obra importante.
Atanasio no intervino ms en asuntos de poltica, ya no
tuvo opinin alguna; pero apareci varias veces bastante
alegre, alegre de irona, como aquellos que a solas insultan
a todo un mundo. Aquel joven, al margen de todas las ideas,
ile todos los placeres de la provincia, interesaba a pocas
personas, y ni siquiera era objeto de curiosidad. Si habla
ron de l a su madre, fue a causa de sta. No hubo un alma
i|ue simpatizase con la de Atanasio; ni una mujer ni un
amigo fueron a l para secar sus lgrimas, y l las arroj
al Sarthe. Si la magnfica Susana hubiera pasado por all,
cuntas desgracias no hubiera impedido su encuentro!, por
que aquellos dos seres se habran amado. Sin embargo, ella
le all. La ambicin de Susana tuvo por causa el relato
de una aventura asaz extraordinaria que, hacia el ao 1799,
habase iniciado en la posada del Moro y este relato haba
causado un gran impacto en su mente infantil. Una prosti
tuta de Pars, hermosa como los ngeles, haba recibido el
encargo de la polica de hacerse amar por el marqus de
Montauran, uno de los jefes enviados por los Borbones
it o

120

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

para mandar a los chuanes; ella le encontr precisamente


en la posada del Moro a su regreso de su expedicin de
Mortagne: lo sedujo y lo entreg. Esta fantstica persona,
este poder de la belleza sobre el hombre, todo, en el asun
to de Mara de Verneuil y el marqus de Montauran, des
lumbr a Susana; desde que tuvo uso de razn experiment
el deseo de burlarse de los hombres. Unos meses des
pus de su fuga no rehus, pues, cruzar por su ciudad natal
para ir a la Bretaa en compaa de un artista. Quiso ver
Fougres, donde se haba producido el desenlace de la aven
tura del marqus de Montauran, y recorrer el teatro de
aquella guerra pintoresca cuyas tragedias, an poco cono
cidas, haban mecido su infancia. Adems, quera pasar
por Alengon con tan brillante acompaamiento y tan per
fectamente metamorfoseada, que nadie pudiera reconocerla.
Pensaba poner en un solo instante a su madre al abrigo de
la desgracia, y enviar delicadamente al pobre Atanasio la
suma que en nuestra poca es para el talento lo que era
en la Edad Media el caballo de combate y la armadura
que Rebeca procura a Ivanhoe.
Un mes transcurri en las ms extraas alternativas con
relacin a la boda de la seorita Cormon. Hubo un partido
de incrdulos que neg la boda, y un partido de creyentes
que la afirm. Al cabo de quince das, el partido de los
incrdulos tuvo un estrepitoso fracaso: la casa de Du Bousquier fue vendida por cuarenta y tres mil francos al seor
de Troisville, que no quera ms que una casa muy sencilla
en Alengon; porque ms tarde haba de ir a Pars cuando
la princesa Sherbellov hubiera fallecido. Pensaba esperar
pacientemente aquella herencia ocupado en la reconstitu
cin de sus tierras. Esto pareca algo positivo. Los incrdulos
no se dejaron abrumar. Pretendieron que, casado o no, Du
Bousquier haca un excelente negocio; su casa no le haba
costado ms que veintisiete mil francos. Los creyentes fue
ron derrotados por esta perentoria observacin de los in
crdulos. Choisnel, el notario de la seorita Cormon, an
no haba odo hablar de la primera palabra referente al
contrato, decan an los incrdulos. Los creyentes firmes
en su fe, obtuvieron, el da que haca veinte, una sealada
victoria sobre los incrdulos. El seor Lepressoir, notario

LA SOLTERONA

121

de los liberales, fue a casa de la seorita Cormon, donde


el contrato fue firmado. ste fue el primero de los nume
rosos sacrificios que la seorita Cormon haba de hacer a
su marido. Du Bousquier profesaba un odio profundo a
Choisnel; le atribua las primeras calabazas que le haba
dado la seorita Armanda, y la negativa de la seorita
Armanda haba dictado, segn l, la de la seorita Cormon.
El viejo atleta del Directorio caus tan buena impresin
en la noble solterona, que crea haber juzgado mal el alma
hermosa del abastecedor, que quiso expiar sus pasados ye
rros, y sacrific su notario a su amor. Sin embargo, le co
munic el contrato, y Choisnel, que era un hombre digno
de Plutarco, defendi por escrito los intereses de la seorita
Cormon. Esta sola circunstancia haca que el matrimonio
se fuera aplazando. La seorita Cormon recibi varias car
tas annimas. Se enter, con gran asombro de su parte, que
Susana era una muchacha tan virgen como pudiera serlo
ella misma, y que el seductor del tup postizo no haba de
figurar nunca en semejantes aventuras. La seorita Cor
mon desde las cartas annimas, pero escribi a Susana
con la intencin de ilustrar la religin de la Sociedad de
maternidad. Susana, que sin duda se haba enterado de la
futura boda de Du Bousquier, confes su engao, envi
mil francos a la asociacin y perjudic muchsimo al anti
guo abastecedor. La seorita Cormon convoc la Sociedad
ile maternidad, que celebr una sesin extraordinaria, en
la que se adopt la decisin de que la oficina no socorrera
las desgracias por suceder, sino nicamente las ya sucedi
das. A pesar de -todas estas cosas, que inundaban la ciudad
de chismes destilados con glotonera, en la iglesia y en la
alcalda se pregonaban las amonestaciones. Atanasio tuvo
que preparar las actas. Como medida de pudor pblico y
de seguridad general, la prometida se fue al Prbaudet,
adonde Du Bousquier, flanqueado de atroces y suntuosos ra
mos de flores, se diriga por la maana y regresaba a co
mer al atardecer. Finalmente, un da lluvioso y triste de
junio, a medioda, celebrse la boda de la seorita Cormon
con el seor Du Bousquier, en la parroquia de Alengon, a
la vista de todos. Los novios se dirigieron de su casa a la
alcalda y de la alcalda a la iglesia en una calesa, magnfica

122

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

para Alengon, que Du Bousquier haba mandado venir secre


tamente de Pars. La prdida de la vieja tartana fue a los
ojos de toda la ciudad una especie de desastre. El talabar
tero de la puerta de Sez puso el grito en el cielo, porque
perda cincuenta francos de renta procedentes de las repa
raciones. Alengon vio con espanto cmo se introduca el
lujo en la ciudad a travs de la casa Cormon. Todos teman
que se encarecieran los productos, se elevaran los precios
de los alquileres y se produjera la invasin del mobiliario
parisiense. Hubo personas bastante curiosas que dieron pro
pina a Jacquelin para que les dejara contemplar de cerca
la calesa que de tal modo atentaba contra la economa de
la regin. Tambin causaron un buen susto los dos caballos
comprados en Normanda.
Si nosotros mismos compramos as nuestros caballos
dijo la sociedad Du Ronceret, ya no podremos vender
los a los que vienen a buscrnoslos.
Aunque estpido, el razonamiento pareci profundo, en
cuanto a que impeda que la regin acaparase dinero de
fuera. Para la provincia, la riqueza de las naciones consiste
menos en el movimiento activo del dinero que en una est
ril acumulacin del mismo. En fin, la fatal profeca de la
solterona se vio cumplida. Penlope sucumbi a la pleure
sa que haba contrado cuarenta das antes de la boda y
nada pudo salvarle la vida. La seora Granson, Marieta,
la seora Du Coudral, la seora Du Ronceret, toda la ciu
dad observ que la seora Du Bousquier haba entrado en
la iglesia con el pie izquierdo, presagio tanto ms horrible
cuanto que ya la palabra la izquierda estaba adquiriendo
una acepcin poltica. El sacerdote encargado de leer la
frmula abri casualmente el libro por el pasaje del De
profundis. As, esta boda fue acompaada de circunstan
cias tan fatales, tan tempestuosas, tan fulmiantes, que na
die augur nada bueno para ella. Todo fue de mal en peor.
Los recin casados partieron en seguida para el Prbaudet.
As, pues, las costumbres parisienses iban a triunfar sobre
las costumbres provincianas, deca la gente. Por la tarde,
Alengon coment todas estas bobadas; hubo una indigna
cin bastante general en las personas que contaban con
una de aquellas bodas de Camacho que se celebran siem

LA SOLTERONA

123

pre en los pueblos de provincia, y que la sociedad considera


como si le fueran debidas. La boda de Joseta y Jacquelin
se celebr con toda alegra: fueron las nicas dos personas
que contradijeron las siniestras profecas.
Du Bousquier quiso emplear la ganancia obtenida con
su casa en restaurar y modernizar el hotel Cormon. Haba
decidido pasar dos estaciones del ao en el Prbaudet, y
llev all a su to de Sponde. Esta noticia sembr el pnico
en la ciudad, donde todos presintieron que Du Bousquier
iba a arrastrar a la comarca por la funesta senda del con
fort. Este miedo fue en aumento cuando la gente de la ciu
dad vio, una maana, a Du Bousquier que iba del Prbaudet
al Val-Noble para inspeccionar sus trabajos en el tlburi
tirado por un caballo nuevo, llevando a su lado a Renato
vestido de librea. El primer acto de su administracin ha
ba consistido en invertir todas las economas de su mujer
en rentas sobre el Libro de la Deuda Pblica, las cuales eran
a 67 francos 50 cntimos. En el espacio de un ao, durante
el cual jug constantemente al alza, labrse una fortuna
personal tan considerable como la de su mujer. Pero aque
llos fulminantes presagios, aquellas innovaciones perturba
doras fueron sobrepasadas por un acontecimiento que se
relacionaba con su boda y que la hizo parecer an ms
funesta. La tarde misma de la celebracin, Atanasio y su
madre se encontraban, despus de comer, delante de una
pequea lumbre de lea menuda que la sirviente les encen
da en el saln en el momento de los postres.
Bien, esta tarde iremos a casa del presidente Du Ronceret, puesto que nos hemos quedado sin seorita Cormon
dijo la seora Granson. Dios mo!, jams me acostum
brar a llamarla seora Du Bousquier. Este nombre me des
garra los labios.
Atanasio mir a su madre con aire melanclico. Ya no
era capaz de sonrer, y quera saludar, por as decirlo, aquel
ingenuo pensamiento que vendaba su herida sin curarla.
Mam dijo, adquiriendo de nuevo su voz de la in
fancia, tan suave se hizo su voz, de suerte que empleaba de
nuevo aquella expresin abandonada desde haca algunos
aos, querida mam, no salgamos todava. Se est tan
bien aqu, junto a la lumbre!

124

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

La madre oy, sin comprenderla, aquella suprema spli


ca de un dolor mortal.
Quedmonos, hijo mo dijo. Prefiero ciertamente
charlar contigo', escuchar tus proyectos, que hacer una par
tida de boston, en la que puedo perder dinero.
Ests muy guapa esta tarde; me gusta mirarte. Ade
ms, se invade una corriente de ideas que armoniza con
este pobre saloncito en el que tanto hemos sufrido.
Y en el que continuaremos sufriendo, mi pobre Atanasio, hasta que tus obras triunfen. Yo ya estoy hecha a
la miseria; pero t, cario mo, ver cmo tu hermosa ju
ventud transcurre sin placer! No hay ms que trabajo en
tu vida. Este pensamiento es una enfermedad para una
madre: me atormenta por las noches, y por la maana me
despierta. Dios mo, Dios mo!, qu es lo que os he hecho?
Por qu crimen me castigis?
Abandon su poltrona, tom una silla y se arrim a
Atanasio de forma que apoy la cabeza contra el pecho de
su hijo. Hay siempre elegancia en el amor de una mater
nidad verdadera. Atanasio bes a su madre en los ojos, en
los grises cabellos, en la frente, con la santa voluntad de
apoyar su alma dondequiera que se apoyaban sus labios.
No triunfar jams! dijo, tratando de engaar a su
madre sobre la funesta resolucin que se agitaba en su
mente.
Vamos, es que vas a desanimarte? Como dice t mis
mo, el pensamiento lo es todo. Con diez botellas de tinta,
diez resmas de papel y su gran voluntad, Lutero revolucion
a Europa. Bien!, t te ilustrars, y hars bien con los mis
mos medios que a l le sirvieron para hacer mal. No has
dicho esto t mismo? Yo te escucho, ya lo ves: te com
prendo ms de lo que t crees, porque an te llevo en mi
seno, y el ms pequeo de tus pensamientos resuena en l
como antao el ms leve de tus movimientos.
No triunfar lejos de aqu, sabes, mam?, y no quie
ro darte el espectculo de mi alma lacerada, de mis luchas,
de mis angustias. Oh!, madre ma, djame que me vaya
de Alengon; quiero ir a sufrir lejos de ti.
Quiero estar siempre a tu lado repuso su madre con
orgullo. Sufrir sin tu madre, tu pobre madre que ser

LA SOLTERONA

125

tu criada si es preciso, que se escondera para no perjudi


carte si t lo exigieras, que no te acusara de ser orgulloso?
No, no, Atanasio, no nos separaremos nunca.
Atanasio bes a su madre con el ardor de un agonizante
que besa la vida.
Lo quiero, sin embargo repuso. Sin ello, t me
perderas... Este doble dolor, el tuyo y el mo, me matara.
Es mejor que viva, no es cierto?
La seora Granson mir a su hijo con aire azorado.
Veo que me ocultabas algo. Ya me lo decan. De
modo que piensas marcharte?
S.
No te irs sin decrmelo todo. Necesitas ropa, dinero.
Tengo unos luises cosidos en mi refajo. Tengo que drtelos.
Atanasio rompi a llorar.
Era todo cuanto tena que decirte repuso. Ahora
vy a llevarte a casa del presidente; vmonos...
El hijo y la madre salieron. Atanasio dej a su madre
junto a la puerta de la casa adonde iba ella a pasar la
velada. Mir un buen rato la luz que se escapaba por las
rendijas de los postigos. Luego murmur cuando se acer
caba a la orilla del Sarthe:
"Pobre madre, cmo la he engaado!
Lleg delante del hermoso chopo bajo el cual tanto hama meditado desde haca cuarenta das y adonde haba lle
vado dos grandes piedras para sentarse. Contempl aquella
bella naturaleza, entonces iluminada por la luna; volvi
a ver en algunas horas todo su porvenir de gloria; pas
por las ciudades que se emocionaban al or su nombre; oy
los aplausos de la muchedumbre, respir el incienso de las
fiestas, ador toda su vida soada, se arroj a radiantes
triunfos, erigi su estatua, evoc todas sus ilusiones para
decirles adis en un ltimo banquete olmpico. Esta magia
haba sido posible durante un instante; ahora habase des
vanecido para siempre. En aquel momento abraz su her
moso rbol, al que se haba arrimado como a un amigo;
luego puso una piedra en cada uno de los bolsillos de su
levita y la abroch. Haba salido adrede sin sombrero. Fue
a reconocer el lugar profundo que haba elegido desde ha
ca tiempo; se desliz en l resueltamente, procurando no

126

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

hacer ruido, y fue muy poco el que hizo. Cuando, hacia las
nueve y media, la seora Granson volvi a su casa, su
criada no le habl de Atanasio, pero le entreg una carta;
la seora Granson la abri y ley estas pocas palabras:
Mi buena madre, he partido; no me guardes rencor."
Buena la he hecho! exclam. Y su ropa blanca?
Y el dinero? Me escribir, y yo ir a reunirme con l. Es
tos pobres hijos se creen siempre ms listos que su padre
y que su madre.
Y se acost tranquila.
El Sarthe haba sufrido la maana anterior una crecida
prevista por los pescadores. Estas crecidas de aguas turbias
aportan anguilas arrastradas desde sus riachuelos. Ahora
bien, un pescador haba tendido sus redes en el lugar donde
se haba arrojado el pobre Atanasio creyendo que nunca
ms sera encontrado su cadver. Hacia las seis de la ma
ana, el pescador se llev de all aquel cuerpo joven. Las
dos o tres amigas que tena la pobre viuda emplearon mil
precauciones para prepararla a recibir aquellos despojos.
La nueva de este suicidio tuvo, como es fcil comprender,
una gran resonancia en Alengon. El da antes, aquel pobre
hombre de talento no tena ni un solo protector: al da
siguiente de su muerte, mil voces exclamaron: "Yo habra
podido ayudarle tanto!" Resulta tan cmodo asumir gra
tuitamente una actitud caritativa! Aquel suicidio fue expli
cado por el caballero de Valois. El gentilhombre refiri, con
un espritu de venganza, el ingenuo, sincero, hermoso amor
de Atanasio por la seorita Connon. La seora Granson,
iluminada por el caballero, record mil pequeas circuns
tancias y confirm los relatos del seor de Valois. La his
toria result conmovedora, y algunas mujeres lloraron. La
seora Granson tuvo un dolor concentrado, mudo, que fue
poco comprendido. Hay para las madres en luto dos clases
de dolor. A menudo, la gente est en el secreto de su pr
dida; su hijo, apreciado, admirado, joven o guapo, con her
mosas perspectivas y bogando hacia la fortuna o ya glorio
so, suscita universales nostalgias; la gente se asocia al luto
y lo mitiga al aumentarlo. Pero hay el dolor de las madres,

LA SOLTERONA

127

<|iie son las nicas que saben lo que era su hijo, las nicas
que recibieron sus sonrisas, que observaron los tesoros de
aquella vida prematuramente malograda; aquel dolor es
conde sus negros crespones cuyo color hace palidecer el
de los otros lutos; pero este dolor no se describe, y afortu
nadamente hay pocas mujeres que sepan cul ha sido la
cuerda del corazn que se ha roto para siempre. Antes de
que la seora Du Bousquier regresara a la ciudad, la pre
sidenta Du Ronceret, una de sus buenas amigas, haba ido
ya a arrojar aquel cadver sobre las rosas de su alegra, a
comunicarle el amor que se haba negado a s misma; de
rram suavemente mil gotas de amargo ajenjo sobre la
dulce miel de su primer mes de matrimonio. Cuando la
seora Du Bousquier regres a Alengon encontr casual
mente a la seora Granson en la esquina de Val-Noble...
1.a mirada de la madre, agonizante de tristeza, lleg al
Ibndo del corazn de la ex solterona. Fueron a la vez mil
maldiciones en una sola. La seora Du Bousquier se asus
t; aquella mirada le haba predicho, le haba deseado la
desgracia. La misma tarde del desastre, la seora Granson,
una de las personas ms contrarias al prroco al pensar en
la inflexibilidad de las doctrinas catlicas profesadas por
su propio partido. Despus de haber envuelto ella misma a
su hijo en una mortaja, pensando en la madre del Salva
dor, la seora Granson dirigise con el alma agitada por
terrible angustia a la casa del cura juramentado. Encon
tr al modesto sacerdote ocupado en almacenar los ca
mos y los linos que daba a hilar a todas las mujeres, a
todas las jvenes pobres de la ciudad, con objeto de que
las obreras no careciesen nunca de trabajo, caridad bien
entendida que salv a ms de un hogar incapaz de mendi
gar. El cura abandon su camo y se apresur a llevar
a la seora Granson a la sala, donde la madre desolada
reconoci, al ver la cena del cura, la frugalidad de su pro
pio hogar.
Seor abate le dijo, vengo a rogaros...
Y se ech a llorar, sin poder continuar.
S lo que os trae respondi el santo varn; pero
confo en vos, seora, y en vuestra parienta, la seora Du
Bousquier, para aplacar al seor obispo.

128

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

"S, yo rezar por vuestro hijo desdichado y dir misas;


pero evitemos todo escndalo y no demos pie a que la
gente mala de la ciudad se congregue en la iglesia... Yo solo,
sin clero, por la noche...
S, s, lo que queris, con tal de que est en tierra
santa! dijo la pobre madre cogiendo la mano del sacer
dote y besndosela.
Hacia la medianoche, pues, un atad fue clandestina
mente llevado a la parroquia por cuatro jvenes, los com
paeros ms amados de Atanasio. Haba en la casa algu
nas amigas de la seora Granson, grupos de mujeres vesti
das de negro y cubiertas con velos; luego los siete u ochojvenes que haban recibido algunas confidencias de aquel
talento que haba expirado. Cuatro antorchas iluminaban el
atad cubierto por un crespn. El cura, asistido por un
discreto monaguillo, dijo una misa mortuoria. Luego, el
suicida fue llevado sin ruido a un rincn del cementerio,
donde una cruz de madera ennegrecida, sin inscripcin, in
dic su lugar a la madre. Ninguna voz acus al cura y el
obispo guard silencio. La piedad de la madre redimi la
impiedad del hijo.
Unos meses ms tarde, un atardecer, la pobre mujer,
loca de dolor y movida por la inexplicable sed que sienten
los desgraciados de sumergir los labios en su amargo cliz,
quiso ir a ver el lugar donde su hijo se haba ahogado. Su
instinto le deca quiz que bajo aquel chopo podra reanu
dar los pensamientos de su hijo; quiz tambin deseaba
ver lo que su hijo haba visto por ltima vez. Hay madres
que moriran al contemplar este espectculo; otras se en
tregan a l con santa adoracin. Los pacientes anatmicos
de la naturaleza humana no podran cansarse de repetir las
verdades contra las cuales se quiebran las educaciones,
las leyes y los sistemas filosficos. Hay que reconocer que
es absurdo querer reducir los sentimientos a frmulas idn
ticas; al producirse en cada persona, se combinan con los
elementos que le son propios y adquieren su fisonoma.
La seora Granson vio de lejos acercarse a una mujer
que exclam, al hallarse en el lugar fatal:
Es, pites, ah!

LA SOLTERONA

129

Una sola persona estaba llorando all como lloraba la


madre: esa criatura era Susana. Habiendo llegado por la ma
ana al hotel del Moro, se enter de la desgracia. Si el
pobre Atanasio hubiese vivido, ella habra podido hacer lo
que algunas personas nobles, sin dinero, suean hacer, y
aquello en que nunca piensan los ricos; ella habra enviado
unos miles de francos escribiendo encima: Dinero debido a
vuestro padre por un compaero que os lo devuelve a vos.
Este divino ardid lo haba ideado Susana durante su viaje.
La cortesana vio a la seora Granson y se alej precipi
tadamente despus de haberle dicho:
Yo le amaba!
Susana, fiel a su modo de ser, no abandon Alengon sin
antes haber cambiado en flores de nenfar las flores de
azahar que coronaban a la casada. Ella fue la primera en
declarar que la seora Du Bousquier no pasara nunca de
ser la seorita Cormon. Con un golpe de lengua veng a
Atanasio y a su querido caballero de Valois.
Alengon fue testigo de un suicidio continuo digno de otra
clase de compasin, porque Atanasio fue en seguida olvi
dado por la sociedad, que quiere y debe olvidar a sus muer
tos. El pobre caballero de Valois muri en vida, se suicid
todas las maanas durante catorce aos. Tres meses des
pus de la boda de Du Bousquier, la sociedad advirti, no
sin asombro, que la ropa blanca del caballero haba per
dido su blancura y sus cabellos estaban irregularmente pei
nados. El caballero de Valois ya no exista. Algunos dientes
de marfil desertaron, sin que los observadores del corazn
humano pudiesen descubrir a qu cuerpo haban pertene
cido, si eran de la legin extranjera o indgenas, vegetales
o animales, si la edad los arrancaba al caballero o si eran
olvidados en el cajn de su tocador. La corbata se enroll
sobre s misma, indiferente a la elegancia. Los cabellos pa
lidecieron al cubrirse de grasa. Las arrugas de la cara se
ennegrecieron y la piel se apergamin. Las uas descuida
das quedaron a veces ribeteadas de un borde de terciopelo
negro. El algodn de sus orejas slo raras veces era reno
vado. La tristeza se aloj en aquella frente y desliz sus
tonos amarillentos hasta el fondo de las arrugas. En fin, las
minas tan sabiamente contenidas agrietaron aquel hermoso

130

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

edificio y mostraron cunto poder tiene el alma sobre el


cuerpo, puesto que el hombre rubio, el caballero, el joven
elegante muri cuando le falt la esperanza. El gentilhom
bre no salv ms que el estmago en aquel naufragio de
todas sus esperanzas, puesto que si preparaba cada vez
con menos entusiasmo sus pulgarades de rap, segua co
miendo con hambre canina. Adivinaris el desastre que
este acontecimiento acarre a las ideas si os decimos que el
seor de Valois conversaba cada vez ms raramente con
la princesa Goritza. Esta bancarrota de la elegancia fue
terrible, os lo aseguro, e impresion a todo Alenqon. Aquel
hombre casi joven que se haba convertido en un viejo,
aquel personaje que, bajo la derrumbe de su alma, pasaba
de los cincuenta a los noventa aos, asust a la sociedad.
Adems, revel su secreto: haba esperado, haba acechado
a la seorita Cormon; haba, cazador paciente, estado apun
tando durante diez aos, pero haba fallado el tiro. Final
mente, la Repblica impotente haba triunfado sbre la
valiente aristocracia, y en plena Restauracin! La forma
triunfaba sobre el fondo, el espritu era vencido por la
materia, la diplomacia por la insurreccin. ltima desgra
cia!: Una joven ofendida revel el secreto de las andanzas
nocturnas del caballero, y ste pas por ser un libertino.
Los liberales le atribuyeron los nios abandonados de Du
Bousquier y el Faubourg Saint-Germain de Alengon los
acept con mucho orgullo, y ri diciendo: "Ese buen caba
llero, qu querais que hiciera?" Compadeci al caballero,
reanim sus sonrisas y un odio espantoso se acumul sobre
la cabeza de Du Bousquier. Once personas se pasaron a los
de Esgrignon y abandonaron el saln Cormon.
Esta boda tuvo sobre todo por efecto el de delimitar
los partidos en Alengon. La casa de Esgrignon represent
a la alta aristocracia, porque los Troisville, a su regreso,
se adhirieron a ella. La casa Cormon represent bajo la
hbil influencia de Du Bousquier aquella fatal opinin que,
sin ser realmente liberal ni resueltamente realista, dio a
luz a los 221, el da en que la lucha se precis entre el po
der ms augusto, ms grande, el nico poder verdadero, la
realeza y el ms falso, el ms cambiante, el ms opresor, el
poder llamado parlamentario, ejercido por las asambleas

LA SOLTERONA

131

electivas. El saln Du Ronceret, secretamente aliado al sa


ln Cormon, fue osadamente liberal.
A su regreso del Prbaudet, el abate de Sponde experi
ment continuos sufrimientos, que escondi en el fondo
de su alma y sobre los cuales guard silencio ante su sobri
na; pero abri su corazn a la seorita Armanda, a la que
confes que, locura por locura, habra preferido al caba
llero de Valois antes que al seor Du Bousquier. Jams
habra tenido el caballero el mal gusto de contrariar a un
pobre anciano al que no le quedaban ms que unos das
de vida. Du Bousquier haba destruido todo lo de la casa.
El abate dijo, con sus apagados ojos llenos de lgrimas:
Seorita, ya no tengo el porche por el que me paseaba
desde hace cincuenta aos. Mis amados tilos han sido cor
tados. En el momento de mi muerte, la Repblica me pare
ce an bajo la forma de un horrible trastorno a domicilio.
Tenis que perdonar a vuestra sobrina dijo el caba
llero de Valois. Las ideas republicanas constituyen el
primer error de la juventud, que busca la libertad, pero
que encuentra el ms horrible de los despotismos, el de la
chusma impotente. Vuestra pobre sobrina no es castigada
por su pecado.
Qu va a ser de m, en una casa en la que danzan mu
jeres desnudas por las paredes? Dnde volver a encontrar
los tilos bajo los cuales yo lea mi breviario?
Semejante a Kant, que no pudo coordinar sus ideas
cuando le hubieron cortado el pino que tena costumbre
de contemplar durante sus meditaciones, as tampoco pudo
el bueno del abate obtener el mismo impulso en sus ora
ciones al caminar a travs de unas avenidas sin sombra. Du
Bousquier habla mandado plantar un jardn ingls
Era mejor deca la seora Du Bousquier sin pensar
lo; pero el abate Couturier la haba autorizado a cometer
muchas tonteras para complacer a su marido.
Esta restauracin quit todo el lustre, toda la sencillez
y aspecto patriarcal a la vieja mansin. Semejante al ca
ballero de Valois, cuya incuria poda ser considerada como
una abdicacin, la majestad burguesa del saln de los Cor
mon dej de existir cuando fue blanco y oro, amueblado con
otomanas de caoba y tapizado de seda azul. El corredor,

132

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

adornado a la moderna, hizo que los platos fuesen menos


calientes y no se coma tan bien como antes. El seor Du
Coudrai pretenda que se sentan los juegos de palabras
detenidos en la grganta por las figuras pintadas en las
paredes y que le miraban fijamente. En el exterior, la pro
vincia respiraba todava, pero el interior de la casa revela
ba al abastecedor del Directorio. Fue el mal gusto del agen
te de cambio: columnas de estuco, puertas de vidrio, perfi
les griegos, molduras secas, todos los estilos mezclados, una
magnificencia fuera de lugar. La ciudad de Alengon habl
durante quince das de aquel lujo, que pareca inaudito; lue
go, unos meses ms tarde, sintise orgullosa y algunos fa
bricantes ricos renovaron su mobiliario y se hicieron her
mosos salones. Los muebles comenzaron a hacer su aparicin
en la ciudad. El abate de Sponde fue uno de los primeros
en penetrar en las secretas desgracias que aquel matrimonio
haba de acarrear a la vida ntima de su sobrina bienamada.
El carcter de noble sencillez que rega su comn existencia
perdise desde el primer invierno, durante el cual Du Bousquier dio dos bailes al mes. Or los violines y la msica
profana de las fiestas mundanas en aquella santa casa!
Mientras duraba todo este jolgorio, el abate rezaba de rodi
llas. Luego, el sistema poltico de aquel grave saln fue
pervertido lentamente. El vicario general se estremeca ante
el tono imperioso de Du Bousquier; advirti lgrimas en los
ojos de su sobrina cuando sta perdi el gobierno de su
fortuna y cuando su marido le dej nicamente la adminis
tracin de la ropa blanca, de la mesa y de las cosas propias
de las mujeres. Rosa ya no tena rdenes que dar. La vo
luntad del seor era la nica escuchada por Jacquelin, que
haba pasado exclusivamente a ser cochero; por Renato, el
botones; por un jefe de personal, llegado de Pars, porque
Marieta ya no se ocup ms que de la cocina. La seora
Du Bousquier ya no tuvo que regentar ms que a Joseta.
Sabe el lector lo que cuesta renunciar a las deliciosas
costumbres del poder? Si el triunfo de la voluntad es uno
de los placeres embriagadores de la vida de los grandes
hombres, lo es todo para la vida de los seres limitados.
Hace falta haber sido ministro y luego caer en desgracia
para conocer el amargo dolor que embarg el alma de la

LA SOLTERONA

133

seora Du Bousquier cuando se vio reducida al ilotismo


ms completo. A menudo montaba en el coche mal de su
grado, vea a personas que no le agradaban; ya no tena la
administracin de su querido dinero, ella que se haba visto
libre para gastar lo que quisiera y que entonces no gastaba
nada. Todo lmite impuesto no inspira acaso el deseo de
ir ms all? Los sufrimientos ms vivos no vienen por
ventura del libre albedro contrariado? Estos comienzos no
fueron ms que rosas. Cada concesin hecha a la autoridad
marital fue entonces aconsejada por el amor de la pobre
mujer hacia su esposo. Du Bousquier se port al principio
admirablemente con su mujer. Esta habitacin, tanto tiem
po desierta, oy por la noche la voz de los dos cnyuges
junto al fuego. As, durante los dos primeros aos de su
matrimonio, la seora Du Bousquier se mostr muy satis
fecha. Tena aquel aire deliberado, alegre, que distingue a
las jvenes despus de una boda por amor. La sangre ya
no la atormentaba. Esta actitud desorient a los burlones,
desminti los rumores que circulaban sobre Du Bousquier y
desconcert a los observadores del corazn humano. Rosa
Mara Victoria tema tanto, al contrariar a su marido, verse
privada de su compaa, que le habra sacrificado todo,
incluso su to. Las pequeas y bobas alegras de la seora
Du Bousquier engaaron al pobre abate de Sponde, que
soport mejor sus sufrimientos personales al pensar que
su sobrina era dichosa. Alenqon pens al principio como el
abate. Pero haba un hombre ms difcil de engaar que
toda la ciudad: el caballero de Valois, refugiado en el mon
te sagrado de la alta aristocracia, se pasaba la vida en casa
de los de Esgrignon, escuchba las maledicencias y los chis
mes, y pensaba de da y de noche en no morir sin vengan
za. Haba abatido al hombre de los retrucanos, quera ases
tar a Du Bousquier una herida en el corazn. El pobre aba
te comprendi las cobardas del primer y nico amor de
su sobrina, y temblaba al adivinar el carcter hipcrita
de su sobrino y sus prfidas maniobras. Aunque Du Bous
quier se hiciera fuerza a s mismo al pensar en la sucesin
de su to y no quisiera darle ningn disgusto, le asest un
ltimo golpe que lo llev a la tumba. Si queris cambiar
la palabra intolerancia por la expresin firmeza en los

134

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

principios; si no queris condenar en el alma catlica del


antiguo vicario general el estoicismo que Walter Scott os
hace admirar en el alma puritana del padre de Jeanie Deans;
si queris reconocer en la Iglesia romana el Potius mor
quam foedari que admiris en la opinin republicana, com
prenderis el dolor que se apoder del gran abate de Sponde cuando vio en el saln de su sobrino al sacerdote aps
tata, renegado, relapso, hertico, enemigo de la Iglesia, el
cura fautor del juramento constitucional. Du Bousquier,
cuya secreta ambicin era la de gobernar la regin, quiso,
como primera prenda de su poder, reconciliar al ecnomo
de San Leonardo con el cura prroco, y logr lo que se
propona. Su mujer crey realizar una obra de paz all don
de, segn el inmutable abate, haba traicin. El seor de
Sponde se vio solo, abandonado en su fe. El obispo fue a
casa de Du Bousquier y pareci satisfecho de que hubieran
cesado las hostilidades.- Las virtudes del abate Francisco
lo haban vencido todo, excepto al romano catlico capaz
de exclamar con Corneille:
"Dios mo, cuntas virtudes me hacis odiar!
El abate muri cuando expir la ortodoxia en la dicesis.
En 1819, la sucesin del abate de Sponde hizo ascender
las rentas territoriales de la seora Du Bousquier a vein
ticinco mil libras, sin contar el Prbaudet ni la casa de
Val-Noble. Fue hacia esa poca cuando Du Bousquier de
volvi a su mujer el capital de las economas que ella le
haba entregado; lo hizo emplear en la adquisicin de bienes
contiguos al Prbaudet y convirti as estas tierras en una
de las fincas ms considerables del departamento, porque
las tierras que haban pertenecido al abate de Sponde
lindaban con las del Prbaudet. Nadie conoca la fortuna
personal de Du Bousquier y haca' valer sus capitales en
casa de los Keller, en Pars, donde haca cuatro viajes al
ao. Pero en aquella poca pasaba por ser el hombre ms
rico del departamento del Orne. Este hombre hbil, el eter
no candidato de los liberales, a quien constantemente fal
taron siete u ocho votos en todas las batallas electorales
libradas bajo la Restauracin, y que ostensiblemente repu
diaba a los liberales queriendo hacerse elegir como realista
ministerial, sin poder nunca vencer las repugnancias de la

LA SOLTERONA

135

administracin, a pesar del auxilio de la congregacin y


de la magistratura; este republicano odioso, lleno de ambi
cin, concibi la idea de luchar contra el realismo y la
aristocracia en esta regin, en el momento en que estaban
triunfando. Du Bousquier se apoy en el clero por medio
de las engaosas apariencias de una piedad bien simulada:
acompa a su mujer a misa, dio dinero para los conven
tos de la ciudad, sostuvo la congregacin del Sagrado Cora
zn, se pronunci en favor del clero en todas las ocasiones
en que el clero combati a la ciudad, al departamento o al
Estado. Apoyado secretamente por los liberales, protegido
por la Iglesia, permaneciendo realista constitucional, fue
minando sin cesar la aristocracia del departamento para
arruinarla, y la arruin. Atento a las faltas cometidas por
los personajes ms conspicuos de la nobleza y por el go
bierno, realiz, con la ayuda de la burguesa, todas las me
joras que la nobleza, la dignidad de par y el ministerio
deban inspirar, dirigir, y que ellos obstaculizaban a causa
de los estpidos celos de los poderes de Francia. La opinin
constitucional triunf en el asunto del clero, en la ereccin
del teatro, en todas las cuestiones de ampliacin presenti
das por Du Bousquier, quien las haca proponer por el par
tido liberal, al cual l se adhera en el ms fuerte de los
debates objetando el bien del pas. Du Bousquier industria
liz el departamento. Aceler la prosperidad de la provin
cia odiada por las familias que vivan en la ruta de Bretaa.
Preparaba de este modo su venganza contra los dueos de
castillos, y sobre todo contra los de Esgrignon, en el seno
de los cuales estuvo un da a punto de hundir un pual
envenenado. Dio fondos para reanimar las fbricas de punto
de Alengon, reaviv el comercio de tejidos y la ciudad tuvo
una fbrica de hilados. Al inscribirse as en todos los inte
reses y en el corazn de la masa, al hacer lo que la realeza
no haca, Du Bousquier no arriesgaba ni un centavo. Apo
yado por su fortuna, poda aguardar las realizaciones que a
menudo emprendedoras, pero apuradas, se ven obligadas a
abandonar en manos de felices sucesores. Erigise en banqero. Este Laffitte en tono menor era comanditario de
todas las invenciones nuevas, tomando sus garantas. Reali
zaba muy bien sus negocios mientras obraba el bien Dbli-

136

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

co; era el promotor de los seguros, el protector de las nue


vas empresas de coches pblicos; sugera las peticiones
para solicitar a la administracin los caminos y los puentes
necesarios. As prevenido, el gobierno vea ma usurpacin
de su autoridad. Las luchas se efectuaban torpemente, por
que el bien del pas exiga que la prefectura cediese. Du
Bousquier azuzaba la nobleza de provincia contra la noble
za de corte y contra los pares. En fin, prepar la terrible
adhesin de una parte considerable del realismo constitu
cional a la lucha que sostuvieron el Journal des Dbats y
el seor de Chateaubriand contra el trono, ingrata oposicin
basada en intereses bastardos, y que fue una de las causas
del triunfo de la burguesa y del periodismo en 1830. As
Du Bousquier, como las personas a las que representaba,
tuvo la satisfaccin de ver pasar el convoy de la realeza,
sin que ninguna simpata lo acompaase en la provincia
desafecta por las mil causas que se encuentran todava aqu
enumeradas de un modo incompleto. El viejo republicano,
cargado de misas, y que durante quince aos haba repre
sentado la comedia con objeto de satisfacer su vendetta,
derrib l mismo la bandera blanca de la alcalda bajo los
aplausos del pueblo. Ningn hombre en Francia lanz sobre
el nuevo trono levantado en agosto de 1830 una mirada ms
ebria de gozosa venganza. Para l, el advenimiento de la
rama menor constitua el triunfo de la Revolucin. Para l,
el triunfo de la bandera tricolor era la resurreccin de la
Montaa, que esta vez iba a abatir a los nobles por proce
dimientos ms seguros que el de la guillotina, en el sentido
de que su accin sera menos violenta. La dignidad de par
sin sucesin hereditaria, la guardia nacional que pone en el
mismo lecho de campaa al droguero de la esquina y al
marqus, la abolicin de los mayorazgos reclamada por un
burgus abogado, la Iglesia catlica privada de su supre
maca, todas las invenciones legislativas de agosto de 1830
fueron para Du Bousquier la ms sabia aplicacin de los
principios de 1793. A partir de 1830, este hombre fue recau
dador general. Se apoy para conseguir lo que se propona
en sus relaciones con el duque de Orlens, padre del rey
Luis Felipe, y con el seor de Folmon, antiguo mayordomo
de la duquesa viuda de Orlens. Recibi ochenta mil libras

LA SOLTERONA

137

de renta. A los ojos de su pas, el seor Du Bousquier es


un hombre de bien, un hombre respetable, invariable en
sus principios, ntegro, servicial. Alengon le debe el haberse
asociado al movimiento industrial que hace de la ciudad el
primer eslabn mediante el cual la Bretaa se unir quizs
un da a lo que llaman la civilizacin moderna. Alenqon,
que en 1816 no contaba dos coches propios, vio en diez aos
circular por sus calles calesas, cups, landos, cabriols y
tlburis sin asombrarse por ello. Los burgueses y los pro
pietarios, asustados de momento al ver subir los precios de
las cosas, reconocieron ms tarde que este aumento tena
una reaccin financiera en sus ingresos. Las palabras profticas del presidente Du Ronceret, Du Bousquier es un
hombre muy fuerte, fueron adoptadas por la regin entera.
Pero desgraciadamente para su . mujer, esta frase es un
horrible contrasentido. El marido no se parece en nada al
hombre pblico y poltico. Este gran ciudadano, tan liberl
fuera de casa, tan buena persona, animado de tanto amor
para su pas, es un dspota en el hogar y completamente
desprovisto de amor conyugal. Este hombre tan perfecta
mente astuto, hipcrita redomado, este Cromwell de ValNoble, se comporta en su casa como se comportaba con la
aristocracia, a la que acariciaba para poderla degollar. Como
su amigo Bernadotte, cubri con un guante de terciopelo
su mano de hierro. Su mujer no le dio hijos. Las palabras
de Susana y las insinuaciones del caballero de Valois se
hallaron as justificadas. Pero la burguesa liberal, la bur
guesa realista constitucional, los hidalgos de gotera y el
partido sacerdote, como deca Le Constitutionnel, echa
ron la culpa a la seora Du Bousquier. El seor Du Bous
quier se haba casado con ella siendo tan vieja!, decan.
Por otra parte, qu suerte para esa pobre mujer, porque a
su edad era tan peligroso tener hijos! Si la seora Du Bous
quier confiaba llorando sus desesperaciones peridicas a la
seora Du Coudrai y a la seora Du Ronceret, estas damas
le decan:
Pero vos estis loca, querida! No sabis lo que de
seis; un hijo sera vuestra muerte.
Adems, muchos hombres que, como el seor Du Cou
drai, ponan sus esperanzas en el triunfo de Du Bousquier,

138

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

hacan entonar sus alabanzas a sus mujeres. La antigua


solterona era asesinada por estas frases crueles:
Habis tenido mucha suerte, querida, de haberos casa
do con un hombre tan competente; evitaris las desgracias
de las mujeres que se han casado con hombres sin energa,
incapaces de dirigir su fortuna y educar a sus hijos.
Vuestro marido os convierte en la reina de la regin,
hermosa ma. Jams os dejar en un apuro. Lleva a todo
Alearon por donde quiere.
Pero es que yo quisiera deca la pobre mujer que
se ocupara menos del pblico, y que...
Sois muy difcil de contentar, querida seora Du Bousquier; todas las mujeres os envidian el marido que tenis.
Mal juzgada por el mundo, que empez por echarle la
culpa de todo, aquella cristiana hall en su interior una
amplia carrera en la que desplegar sus virtudes. Vivi en
un mar de lgrimas y no ces de ofrecer al mundo un sem
blante plcido. No era un crimen, para un alma piadosa
como la de ella, este pensamiento que de continuo le pico
teaba el corazn: Yo amaba al caballero de Valois y he
aqu que soy la seora de Du Bousquier? El amor de Atanasio se elevaba tambin bajo la forma de remordimiento
y la persegua en sus sueos. La muerte de su to, cuyos
pesares se haban hecho evidentes, hizo que su futuro fuese
an ms doloroso, porque pensaba siempre en los padeci
mientos que su to debi de experimentar al ver el cambio
de las doctrinas polticas y religiosas de la casa Cormon.
A menudo la desgracia se abate con la rapidez del rayo,
como en casa de la seora Granson; pero en el caso de la
ex solterona fue extendindose como una gota de aceite
que no abandona la tela hasta despus de haberla empapa
do lentamente.
El caballero de Valois fue el malicioso artesano del in
fortunio de la seora Du Bousquier. Habase propuesto
vengarse; porque el caballero, tan experto en amor, adivin
al Du Bousquier casado como haba adivinado al Du Bous
quier soltero. Pero el profundo republicano era difcil de
sorprender: su saln estaba naturalmente cerrado al caba
llero de Valois como a todos aquellos que durante los pri
meros das de su boda haban renegado de la casa Cormon.

LA SOLTERONA

139

Adems, estaba por encima del ridculo, posea una inmensa


fortuna, reinaba en Alengon y se preocupaba por su mujer
tanto como Ricardo III se habra preocupado al ver reventar
al caballo con ayuda del cual haba ganado la batalla. Por
complacer a su marido, la seora Du Bousquier haba roto
con la casa de Esgrignon, adonde ya no iba nunca; pero
cuando su marido la dejaba sola, durante sus viajes a Pa
rs, ella haca entonces una visita a la seorita Armanda.
Ahora bien, dos aos despus de su boda, precisamente a
la muerte del abate deuSponde, la seorita Armanda abord
a la seora Du Bousquier al salir de San Leonardo, donde
haba odo una misa por el difunto abate. La generosa sol
terona crey que en tales circunstancias deba consolar a
la desolada heredera. Caminaron juntas, charlando sobre
el caro difunto, desde San Leonardo hasta el Cours; y desde
el Cours llegaron al hotel prohibido al cual la seorita Ar
manda arrastr a la seora Du Bousquier por el encanto
de su conversacin. Quiz la pobre mujer desolada quera
conversar acerca de su to con una persona a la que l
tanto am. Adems, quiso recibir los cumplidos del ancian
marqus, al que no haba vuelto a ver desde haca tres aos
aproximadamente. Era la una y media, y encontr all al
caballero de Valois, que haba ido a comer, y el cual, al
saludarla, le cogi ambas manps.
Bien, mi querida y virtuosa dama le dijo con voz
conmovida, hemos perdido a nuestro santo amigo; hemos
compartido vuestro duelo; s, vuestra prdida ha sido tan
profundamente sentida aqu como en vuestra casa...
Tras algunas palabras de oracin fnebre en la que cada
cual hizo su frase, el caballero tom galantemente el brazo
de la seora Du Bousquier y lo puso encima del suyo, lo
apret adorablemente y llev a la dama junto a una ventana.
Sois feliz por lo menos? le pregunt con voz pa
ternal.
S dijo ella bajando los ojos.
Al or este s, la seora de Troisville, hija de la princesa
Sherbellov, y la anciana marquesa de Castern fueron a
reunirse con el caballero, acompaadas de la seorita Ar
manda. Todas fueron a pasear por el jardn, aguardando la
comida, sin que la seora Du Bousquier, atontada por el

140

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

dolor, se diera cuenta de que las damas y el caballero lle


vaban una pequea conspiracin de curiosidad: "Ahora que
la tenemos entre nosotros, hemos de descifrar el enigma,
era una frase escrita en las miradas que aquellas personas
se lanzaron las unas a las otras.
Para que vuestra dicha fuera completa dijo la se
orita Armanda os hara falta tener hijos, un guapo mu
chacho como mi sobrino...
Los ojos de la seora Du Bousquier se llenaron de
lgrimas.
He odo decir que en este asunto vos erais la nica
culpable dijo el caballero, que tenais miedo a un em
barazo.
Yo? repuso ella ingenuamente. Pero si yo de
seara un hijo a cambio de cien aos de infierno!
Sobre esta base se promovi una discusin dirigida con
perfecta delicadeza por la seora vizcondesa de Troisville
y la anciana marquesa de Castern, que embaucaron tan
cabalmente a la pobre mujer, que sta les revel, sin darse
cuenta, los secretos de su hogar. La seorita Armanda ha
ba cogido del brazo al caballero y se haba alejado, con
objeto de que las tres mujeres siguieran hablando del ma
trimonio. La seora Du Bousquier revel entonces las mil
decepciones de su matrimonio; y como segua siendo tan
tonta como antes, divirti a sus confidentes con sus deli
ciosas ingenuidades. Aunque, en el primer instante, el casa
miento de la seorita Cormon diera que rer a toda la ciu
dad, sin embargo, pronto iniciada en las maniobras de Du
Bousquier, la seora Du Bousquier ganse, el aprecio y las
simpatas de todas las mujeres. En tanto que la seorita
Cormon haba corrido tras el matrimonio sin conseguirlo,
todos se burlaban de ella; pero cuando se enteraron de la
situacin excepcional en que la colocaba la severidad de sus
principios religiosos, todo el mundo la admir. Esa pobre
seora Du Bousquier sustituy al esa pobre seorita Cor
mon. El caballero hizo as por algn tiempo que Du Bous
quier se convirtiera en un ser odioso y ridculo, pero el
ridculo acab por atenuarse; y cuando cada cual hubo
dicho lo suyo acerca de l, la maledicencia se cans y le
dej en paz. Adems, a los cincuenta y siete aos de edad,:

LA SOLTERONA

141

el silencioso republicano pareca tener derecho, a los ojos


de muchas personas, al retiro. Esta circunstancia empon
zo de tal modo el odio que Du Bousquier profesaba con
tra la casa de Esgrignon, que le volvi implacable en el da
de la venganza. La seora Du Bousquier recibi la orden
de no volver a poner los pies nunca ms en aquella casa.
Como represalias por la mala pasada que le haba jugado
el caballero de Valois, Du Bousquier, que acababa de fun
dar el peridico El Correo del Orne, hizo insertar en ste
el anuncio siguiente:
"Se entregar una inscripcin de mil francos de renta a
la persona que pueda demostrar la existencia de un tal
seor de Pombreton, antes, durante o despus de la emi
gracin."
Aunque su matrimonio fuese esencialmente negativo, la
seora Du Bousquier vio en l ciertas ventajas: no era
mejor interesarse por el hombre ms notable de la ciudad
que vivir sola? Du Bousquier era an preferible a los pe
rros, a los gatos, a los canarios que adoran los solteros;
profesaba a su mujer un sentimiento ms real y menos
interesado que el de las sirvientas, confesores y captadores
de herencias. Ms tarde vio en su marido el instrumento
de la clera celestial, porque reconoci pecados innumera
bles en todos sus deseos de casarse; se consider como
justamente castigada por las desdichas que haba ocasio
nado a la seora Granson y por la muerte anticipada de su
to. Obedeciendo a esta religin que manda besar la vara
con la cual se ha administrado la correccin, ella alababa
a su marido y le aprobaba pblicamente; pero en el confe
sonario o por la noche, en sus oraciones, a menudo lloraba
pidiendo a Dios perdn por las apostasas de su marido, que
pensaba lo contrario de lo que deca, que deseaba la muer
te de la aristocracia y de la Iglesia, las dos religiones de
la casa Cormon. Hallando en ella misma frustrados e inmo
lados todos sus sentimientos, pero obligada por el deber
a hacer la felicidad de su esposo, a no perjudicarle en
nada, y unida a l por un indefinible cario que probable
mente fue engendrado por la costumbre, su vida era un per

142

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

petuo contrasentido. Habase casado con un hombre cuya


conducta y opiniones ella odiaba, pero del que haba de
ocuparse con obligada ternura. A menudo sentase como
en el cielo cuando vea a Du Bousquier comer las confi
turas que ella haca, cuando la comida le pareca buena; ve
laba porque sus menores deseos fueran satisfechos. Si
olvidaba sobre una mesa la faja de su peridico, en vez de
tirarla, la seora deca:
Renato, dejad eso; el seor no lo ha dejado ah sin
alguna intencin.
Si Du Bousquier iba de viaje, ella se preocupaba del abri
go y de la ropa blanca; tomaba para la felicidad material
de su marido las ms minuciosas precauciones. Si l iba a
la finca del Prbaudet, ella consultaba el da antes el bar
metro para saber si har buen tiempo. Espiaba los deseos
en su mirada, al modo en que un perro, aun durmiendo, oye
y ve a su amo. Si el grueso Du Bousquier, vencido por este
amor ordenado, la coga de la cintura, la besaba en la
frente y le deca: Eres una buena mujer!, lgrimas de
placer acudan a los ojos de aquella excelente criatura. Es
probable que Du Bousquier se creyera obligado a indem
nizaciones que le proporcionaran el respeto de Rosa Mara
Victoria, porque la virtud catlica no ordena un disimulo
tan completo como el de la seora Du Bousquier. Pero a
menudo la santa mujer permneca silenciosa escuchando
los discursos que en su casa pronunciaban las personas odio
sas que se escondan bajo las opiniones realistas constitu
cionales. Se estremeca al prever la prdida de la Iglesia; a
veces se atreva a emitir una frase estpida, una obser
vacin que Du Bousquier cortaba en dos con una mirada.
Las contrariedades de esta existencia de tal modo tiranizada
acabaron por ofuscar la mente de la seora Du Bous
quier, quien encontr ms sencillo y digno concentrar su
inteligencia sin manifestarla, resignndose a llevar una
vida puramente animal. Tuvo entonces una sumisin de
esclava, y consider como obra meritoria aceptar el reba
jamiento que le impuso su marido. El cumplimiento de la
voluntad marital no le ocasion jams el menor murmullo.
Aquella oveja temerosa camin desde entonces por el sen
dero que le traz su pastor; no abandon el seno de la

LA SOLTERONA

143

Iglesia, y se entreg a las prcticas religiosas ms severas,


sin pensar en Satans, ni en sus pompas ni en sus obras.
Ofreci de este modo la reunin de las virtudes cristianas
ms puras, y Du Bousquier convirtise desde luego en uno
de los hombres ms felices del reino de Francia y Navarra.
Ser tonta hasta el ltimo suspiro dijo el cruel con
servador destituido, que, sin embargo, coma en casa de
ellos dos veces por semana.
Esta historia quedara extraamente incompleta si no
mencionsemos e ella la coincidencia de la muerte del
caballero de Valois con la muerte de la madre de Susana.
El caballero muri con la monarqua, en agosto de 1830.
Fue a reunirse con el cortejo del rey Carlos X en Nonancourt y lo escolt piadosamente hasta Cherburgo con todos
los Troisville, los Casteran, los de Esgrignon, los Vemeuil,
etctera. El anciano gentilhombre haba tomado cincuenta
mil francos, suma a la que ascendan sus ahorros y el pre
cio de su renta; la ofreci a unos de los leales amigos de
sus dueos para entregarla al rey, objetando su muerte
prxima, diciendo que aquella suma provena de las bon
dades de Su Majestad, que, en n, el dinero del ltimo de
los Valois perteneca a la corona. Se ignora si el favor d
su celo venci los escrpulos del Borbn, que abandonaba
su hermoso reino de Francia sin llevarse un centavo y que
debi de sentirse conmovido por la abnegacin del caballe
ro; pero lo cierto es que Cesarina, heredera universal del
seor de Valois, apenas obtuvo seiscientas libras de renta.
El caballero volvi a Alengon tan cruelmente afectado por
el dolor como por la fatiga, y expir cuando Carlos X
toc tierra extranjera.
La seora de Val-Noble y su protector, que tema enton
ces las venganzas del partido liberal, congratulronse de
tener un pretexto para ir de incgnito al pueblo en que
muri la madre de Susana. A la subasta que tuvo efecto
como consecuencia del fallecimiento del caballero de Valois,
Susana, deseando tener un recuerdo de su primer y buen
amigo, asisti, ofreciendo por su cajita de rap el conside
rable precio de mil francos. El retrato de la princesa Goritza vala por s solo esta suma. Dos aos ms tarde, un
joven elegante que coleccionaba hermosas tabaqueras del

144

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

siglo pasado obtuvo de Susana la del caballero. Por consi


guiente, la joya que era confidente de los ms bellos amores
del mundo y el placer de toda una vejez se halla expuesta
en una especie de museo privado. Si los muertos saben lo
que se hace despus de su desaparicin de este mundo, la
cara del caballero debe en estos momentos sonrojarse en el
lado izquierdo.
Aun cuando esta historia no tuviera otro efecto que el
de inspirar a los dueos de algunas adoradas reliquias un
santo temor, y de hacer que recurrieran a un codicilo para
establecer inmediatamente la suerte de estos preciosos re
cuerdos de una felicidad que ya no existe, legndolas a
manos fraternales, habra prestado con ello enormes servi
cios a la parte caballeresca y amorosa del pblico; pero
encierra una moraleja mucho ms elevada... No demues
tra acaso la necesidad de una enseanza nueva? No invo
ca, por ventura, de la solicitud tan esclarecida de los minis
tros de instruccin pblica la creacin de ctedras de antro
pologa, ciencia en la cual Alemania nos aventaja? Los
mitos modernos son an menos comprendidos que los mi
tos antiguos,, aunque seamos devorados por los mitos. Los
mitos nos aprietan por todos los lados, sirven para todo, lo
explican todo. Si son, segn la escuela humana, las antor
chas de la historia, salvarn a los imperios de toda revolu
cin, por poco que los profesores de historia hagan penetrar
hasta las masas provincianas las explicaciones que ellos
ofrecen. Si la seorita Cormon hubiera sido una seorita
docta, si hubiese existido en el departamento del Orne un
profesor de antropologa, en fin, si hubiera ledo a Ariosto,
acaso habran tenido lugar alguna vez las horribles des
venturas de su vida conyugal? Quizs habra investigado
por qu el poeta italiano nos presenta a Anglica prefirien
do a Medoro, que era un rubio caballero de Valois, antes
que a Orlando, cuya yegua haba muerto y no saba hacer
otra cosa ms que ponerse furioso. Acaso no sera Medoro
la figura mtica de' los cortesanos de la realeza femenina,
y Orlando el mito de las revoluciones desordenadas, fu
riosas, impotentes, que todo lo destruyen sin producir nada?
Publicamos, y declinamos la responsabilidad de ello, esta
opinin de un discpulo del seor Ballanche.

LA SOLTERONA

145

No hemos obtenido ninguna informacin relativa a las


cabecitas de negro en diamantes. Actualmente podis ver
a la seora de Val-Noble en la pera. Gracias a la primera
educacin que le dio el caballero de Valois, tiene casi el
aspecto de una mujer como es debido, no siendo ms que
una mujer como las que debera haber.
La seora Du Bousquier vive todava. No equivale esto
a decir que sigue sufriendo? Al llegar a la edad de sesenta
aos, poca en la que las mujeres se permiten ciertas con
fesiones, dijo confidencialmente a la seora Du Coudrai,
cuyo marido recobr su cargo en agosto de 1830, que no
haba podido soportar la idea de morir soltera.
Pars, octubre 1836.

LAS RIVALIDADES

2 . -E L gabinete de antigedades

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

Al seor barn
D e H a m m e r P u rg stall

consejero ulico, autor de la Histo


ria del Imperio otomano.
En Viena.
Os habis interesado tan calurosamente por mi larga y
vasta historia de las costumbres francesas del siglo xix, y
me habis procurado tanto aliento en la realizacin de mi
obra, que de este modo me habis dado el derecho de unir
vuestro nombre a uno de los fragmentos que formarn
parte de ellas. Acaso no sois uno de los ms graves repre
sentantes de la concienzuda y estudiosa Alemania? Por
ventura vuestra aprobacin no habr de comportar tambin
otras y proteger mi empresa? Estoy tan orgulloso de ha
berla obtenido, que he procurado merecerla prosiguiendo
mis trabajos con la intrepidez que ha caracterizado vues
tros estudios y la bsqueda de todos los documentos sin
los cuales el mundo literario no habra contado con el mo
numento por vos erigido. Vuestra simpata por unas fatigas
que vos habis conocido y habis aplicado a los intereses
de la sociedad oriental ms esplendorosa ha sostenido a me
nudo el ardor de mis vigilias, ocupadas en los detalles de
nuestra sociedad moderna. A vos, cuya ingenua bondad pue

ISO

I-I. DE BALZAC:

LA COMEDIA I-IUMANA

de compararse con la de nuestro La Fontaine, no habra


de ocasionaros alegra saber esto?
Deseo, querido barn, que este testimonio de mi vene
racin hacia vos y hacia vuestra obra os encuentre en Dobling, y os recuerde all, as como a todos los suyos, a uno
de vuestros ms sinceros admiradores y amigos.
Jardies, febrero 1839.

D e B alzac.

LOS DOS SALONES


En una de las prefecturas menos importantes de Fran
cia, en el centro de la ciudad, en la esquina de una calle,
hay una casa; pero los nombres de esta calle y de esta
ciudad deben ser mantenidos aqu en secreto. Todos com
prendern los motivos de esta prudente discrecin exigida
por las conveniencias. Un escritor toca muchas llagas al
erigirse en analista de su poca... La casa se llamaba hotel
De Esgrignon, pero haced como si De Esgrignon fuera un
nombre convencional, sin ms realidad que la que tienen
los Belval, los Floricour, los Derville de la comedia, los
Adalbert o los Mombreuse de la novela. En fin, los nom
bres de los principales personajes tambin sern cambia
dos. Aqu el autor quisiera reunir las contradicciones y
amontonar los anacronismos para sepultar la verdad bajo
un cmulo de inverosimilitud y cosas absurdas; pero, por
mucho que se haga, siempre apuntar la verdad, como una
vid mal arrancada vuelve a brotar vigorosamente en viedo
que ha sido labrado.
El hotel De Esgrignon era la casa donde viva un ancia
no gentilhombre llamado Carlos Mara Vctor Angel Carol,
marqus De Esgrignon, o Des Grignons, segn antiguos
ttulos. La sociedad mercantil y burguesa de la ciudad
haba designado satricamente como hotel la casa en que

152

H . Dli BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

este noble viva, y desde haca unos veinte aos, la mayor


parte de los habitantes de la ciudad haban acabado por
decir en serio el hotel De Esgrignon para referirse a la
morada del marqus.
El nombre de Carol (los hermanos Thierry le habran
dado la ortografa de Karawl) era el nombre glorioso de
uno de los ms poderosos jefes llegados en otros tiempos
del Norte para conquistar y feudalizar las Galias. Nunca
los Carol haban doblazo la cerviz ante la realeza, ni ante
la Iglesia, ni ante el dinero. Encargados en otro tiempo
de defender una Marca francesa, su ttulo de marqus era
a la vez un deber, un honor y no el simulacro de un cargo
supuesto; el feudo De Esgrignon haba pertenecido siempre
a ellos. Verdadera nobleza provinciana, ignorada en la cor
te desde haca dos siglos, pero pura de toda alianza y sobe
rana en los estados, respetada por la gente del pas al igual
que una supersticin y como una buena Virgen que cura
los dolores de muelas, esta casa se haba conservado en el
fondo de la provincia como los postes carbonizados de al
gn puente de Csar se conservan en el fondo de un ro.
Durante mil trescientos aos, las hijas haban sido casadas
regularmente sin dote o metidas en un convento; los hijos
menores haban aceptado constantemente las legtimas ma
ternales, habanse hecho soldados, obispos o se haban
casado en la corte. Un hijo menor de la casa De Esgrignon
fue almirante, nombrado duque y par, y muri sin poste
ridad. El marqus De Esgrignon, jefe de la rama mayor,
nunca quiso aceptar el ttulo de duque.
Ocupo el marquesado De Esgrignon en las mismas con
diciones que el rey ocupa el Estado de Francia dijo al
condestable de Lynes, que a sus ojos no era entonces ms
que un compaero insignificante.
Pensad que, durante los disturbios, hubo algunos De Es
grignon decapitados. La sangre franca se conserv, noble
y orgullosa, hasta el ao 1789. El actual marqus de Esgrig
non no emigr; deba defender la Marca. El respeto que
haba inspirado a la gente de su regin preserv su cabeza
del cadalso; pero el odio de los verdaderos sans-culottes fue
bastante poderoso para considerarlo como emigrado duran
te todo el tiempo que se vio obligado a esconderse. En nom

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

153

bre del pueblo soberano, el distrito deshonr las tierras De


Esgrignon, los bosques fueron vendidos a pesar de las recla
maciones personales del marqus, que a la sazn contaba
cuarenta aos de edad. La seorita De Esgrignon, que era
menor de edad, salv algunas porciones del feudo por me
diacin de un joven administrador de la familia, que pidi
el reparto de la presucesin en nombre de su cliente: el
castillo y algunas tierras le fueron entregadas por la liqui
dacin que hizo la Repblica. El fiel Chesnel viese obligado
a comprar en su nombre, con el dinero que ie aport el mar
qus, ciertas partes del dominio por las que el dueo senta
especial predileccin, tales como la iglesia, casa parroquial
y los jardines del castillo.
Habiendo pasado los lentos y rpidos aos del Terror,
el marqus de Esgrignon, cuyo carcter haba inspirado
sentimientos respetuosos a la regin, quiso volver a habi
tar su castillo con su hermana, la seorita Esgrignon, con
objeto de mejorar los bienes cuyo salvamento haba procu
rado maese Chesnel, su antiguo administrador convertido
en notario. Pero, ay!, aquel castillo saqueado, sin muebles,
no era acaso demasiado vasto, demasiado costoso para un
propietario cuyos derechos tiles haban sido todos ellos
suprimidos, cuyos bosques haban sido divididos y que, por
el momento, no poda obtener, ms de nueve mil francos
de las tierras conservadas de sus antiguos dominios?
Cuando el notario condujo de nuevo al marqus, en el
mes de octubre de 1800, al viejo castillo feudal, no pudo
evitar sentir una profunda emocin al verle inmvil, en
medio del patio, ante sus fosos llenos de agua, mirando sus
torres demolidas a la altura de los techos. El franco contem
plaba en silencio sucesivamente el cielo y el lugar donde
antao estaban las lindas veletas de las torrecillas gticas,
como para pedir a Dios la razn de aquel desbarajuste so
cial. Slo Chesnel poda comprender el profundo dolor del
marqus, llamado entonces el ciudadano Carol. Aquel gran
De Esgrignon permaneci largo rato silencioso, aspir el
aire patrimonial que all se respiraba y lanz la ms melan
clica de las interjecciones.
Chesnel dijo, ms tarde volveremos aqu, cuando
hayan terminado los disturbios; pero hasta que se promul

1 54

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

gue el edicto de pacificacin no podra habitar aqu, puesto


que ellos me prohben que vuelva a establecer mis armas.
Seal el castillo, se volvi, subi de nuevo a su caballo
y acompa a su hermana, llegada en una mala tartana
de mimbre que perteneca al notario. En la ciudad ya no
haba hotel De Esgrignon. La noble casa haba sido demolida
y en su emplazamiento se haban levantado dos manufac
turas. Maese Chesnel emple el ltimo saco de luises del
marqus, en la compra, en la esquina de la plaza, de una
vieja casa con veleta, torrecilla y palomar, en la que en otro
tiempo estuvo establecida la baila seorial y luego la presidial, que perteneca al marqus De Esgrignon. Mediante
quinientos luises, el adquiriente nacional devolvi aquel
viejo edificio al legtimo propietario. Fue entonces cuando,
medio en burla, medio en serio, se dio a esta casa el nom
bre de Hotel De Esgrignon.
En 1800, algunos emigrados regresaron a Francia: la
exclusin de los nombres inscritos en las fatales listas se
obtena con bastante facilidad. Entre las personas que fue
ron las primeras en regresar a la ciudad figuraban el barn
de Nouastre y su hija: estaban arruinados. El seor de
Esgrignon les ofreci generosamente un asilo, donde el ba
rn muri dos meses ms tarde consumido por la tristeza.
La seorita de Nouastre contaba veintids aos de edad; los
Nouastre eran de la ms pura sangre noble. El marqus
De Esgrignon se cas con ella para continuar la sucesin
de su casa; pero la joven falleci a consecuencia de parto,
muerta por la falta de habilidad del mdico, y dej un hijo
a los De Esgrignon. El pobre anciano (aunque el marqus
no tuviera ms que cincuenta y tres aos, la adversidad y
los acerbos dolores de su vida haban dado constantemente
ms de doce meses a los aos), pues, perdi la alegra de
sus das al ver expirar a la ms linda de las criaturas huma
nas, una noble mujer en la que revivan las gracias, ahora
imaginarias, de las figuras femeninas del siglo xvi. Recibi
uno de esos golpes terribles cuya resonancia se repite en
todos los momentos de la vida. Despus de haber permane
cido unos instantes en pie delante de la cama bes la fren
te de su mujer, que yaca en ella como una santa con las

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

155

manos juntas; sac su reloj, rompi la rueda y fue a col


garlo en la chimenea. Eran las once de la maana.
Seorita De Esgrignon, roguemos a Dios que esta hora
no sea ms fatal para nuestra casa. Mi to, el arzobispo,
fue asesinado en esta hora; en esta hora muri tambin
mi padre.
Arrodillse cerca de la cama, apoyando en ella la cabe
za; su hermana le imit. Luego, despus de un momento,
los dos se pusieron en pie; la seorita de Esgrignon estaba
deshecha en llanto; el anciano marqus contemplaba a la
criatura, la habitacin y la muerta con ojos secos, sin lgri
mas. A su tenacidad de franco una aquel hombre una en
tereza cristiana.
Esto suceda en el segundo ao de nuestro siglo. La seo
rita De Esgrignon tena veintisiete aos y era hermosa. Un
advenedizo, abastecedor de los ejrcitos de la Repblica,
nacido en la regin, rico de seis mil escudos de renta, obtu
vo de maese Chesnel, tras haber vencido su resistencia, que
hablase de boda en su favor a la seorita De Esgrignon.
Tanto el hermano como la hermana se indignaron en extre
mo por tanta audacia. Chesnel se desesperaba al pensar que
se haba dejado convencer por el seor Du Croisier. A par
tir de aquel da ya no encontr en las maneras ni en las
palabras del marqus de Esgrignon aquella cariosa bene
volencia que poda pasar por amistad. Desde entonces el
marqus tuvo para con l un sentimiento de gratitud. Esta
gratitud noble y sincera ocasionaba perpetuos dolores en
el nimo del notario. Hay corazones sublimes para los cua
les la gratitud parece un pago enorme y prefieren la dulce
igualdad de sentimientos que confieren la armona de los
pensamientos y la fusin voluntaria de las almas. Maese
Chesnel haba saboreado el placer de aquella honorable
amistad; el marqus le haba elevado hasta l. Para el an
ciano noble, aquel hombre era menos que un nio y ms
que un servidor; era el siervo voluntario unido por todos
los lazos del corazn a su seor feudal. Ya no contaba con
el notario; todo se equilibraba por medio de los continuos
intercambios de un afecto verdadero. A los ojos del mar
qus, el carcter oficial que el notariado daba a Chesnel no
significaba nada; su servidor le pareca disfrazado de no

156

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

tario. A los ojos de Chesnel, el marqus era un ser que


segua perteneciendo a una raza divina; crea en la noble
za, recordaba sin avergonzarse que su padre abra las puer
tas del saln y deca: "El seor marqus est servido".
Su inters por la noble casa arruinada no proceda de una
fe, sino de un egosmo; se consideraba como formando parte
de la familia. Su pesar era profundo cuando se atrevi a
hablar de su error al marqus, a pesar de la prohibicin
de ste.
Chesnel respondile el anciano en tono grave, t
no te habras permitido estas injuriosas suposiciones an
tes de los disturbios. Qu son, pues, las nuevas doctrinas,
si ellas te han echado a perder?
Maese Chesnel tena la confianza de la ciudad entera,
estaba bien considerado; su gran probidad y considerable
fortuna contribuan a realzar su importancia; tuvo desde
entonces una decidida aversin por el seor Du Croisier.
Aunque el notario fuese poco rencoroso, hizo que buen
nmero de familias compartiesen sus repugnancias. Du Croi
sier, hombre odioso y capaz de incubar una venganza du
rante veinte aos, concibi por el notario y por la familia
De Esgrignon uno de aquellos odios sordos como los que
se encuentran en provincias. Aquella negativa le mataba a
los ojos de los maliciosos provincianos entre los que haba
ido a vivir y a los cuales quera dominar. Fue un desastre
tan real y verdadero, que los efectos no tardaron en dejarse
sentir. Du Croisier fue igualmente rechazado por una sol
terona a la que se dirigi desesperado. As, los planes am
biciosos que habase forjado al principio fallaron la prime
ra vez por el rechazo de la seorita de Esgrignon, cuya
alianza le habra dado entrada en el Faubourg Saint-Germain
de la provincia; luego, el segundo rechazo lo desprestigi
hasta tal punto, que tuvo que hacer grandes equilibrios
para poder mantenerse en la segunda sociedad de la ciudad.
En 1805, el seor de la Roche-Buyon, el mayor de una
de las familias ms antiguas de la regin, que en otro tiem
po se haba aliado a los De Esgrignon, hizo pedir para
maese Chesnel la mano de la seorita De Esgrignon. La
seorita Mara Armanda Clara de Esgrignon rehus or al
notario.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

157

Deberais haber adivinado que soy madre, mi querido


Chesnel dijo, cuando acababa de ilevar a la cama a su
sobrino, hermoso nio de cinco aos de edad.
El anciano marqus se levant de su asiento para ir al
encuentro de su hermana, que volva del lado de la cuna
de su sobrino; le bes la mano respetuosamente; luego,
volviendo a sentarse, dijo:
Sois realmente una De Esgrignon, hermana ma.
La noble joven se estremeci y se ech a llorar. En su
ancianidad, el seor De Esgrignon, padre del marqus, ha
ba contrado matrimonio con la nieta de un comerciante
ennoblecido por Luis XIV. Este matrimonio fue considera
do como una mala alianza por la familia, pero sin impor
tancia, porque de l no result ms que una hija. Armanda
saba esto. Aunque su hermana fuese excelente para con
ella, la consideraba siempre como una extraa, y esta pa
labra la legitimaba. Pero su respuesta no coronaba acaso
admirablemente la noble conducta que ella haba observado
desde haca once aos, cuando, a partir de su mayora de
edad, cada una de sus acciones fue marcada con el sello de
la ms completa abnegacin? Renda a su hermano una es
pecie de culto.
Morir siendo seorita De Esgrignon dijo sencilla
mente al notario.
No hay para vos ttulo ms hermoso que ste respon
di Chesnel, creyendo hacerle un cumplido.
La pobre se sonroj.
Has dicho una tontera, Chesnel replic el anciano
marqus, halagado por las palabras de su antiguo servidor
y a la vez afligido por la pena que ste causaba a su her
mana. Una De Esgrignon puede casarse con uno Montmorency: nuestra sangre no est tan mezclada como la de
ellos. Los De Esgrignon llevan oro con dos bandas de gules,
y nada, desde hace novecientos aos, ha cambiado en su
escudo; sigue igual que el primer da.
"No recuerdo que ninguna otra mujer haya impresionado
tanto mi imaginacin como la seorita De Esgrignon dice
Blondet, a quien la literatura contempornea debe, entre
otras cosas, esta historia. Yo era, a decir verdad, muy
joven, era un nio, y quiz las imgenes que ella ha dejado

158

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

en mi memoria daban la vivacidad de sus colores a la dis


posicin que nos arrastra hacia las cosas maravillosas.
Cuando la vea caminar desde lejos por el Cours, adonde
yo iba a jugar con otros nios, y adonde ella llevaba a su
sobrino Victurniano, yo experimentaba una emocin que
guardaba una gran analoga con las sensaciones produci
das por el galvanismo sobre los cuerpos muertos. Por muy
joven que yo fuese entonces, me senta como dotado de una
nueva vida. La seorita Armanda tena los cabellos de un
color rubio leonado; sus mejillas estaban cubiertas de una
pelusilla muy fina con reflejos plateados que yo me com
placa en contemplar de modo que el perfil de su rostro
quedase iluminado por la luz, y me dejaba llevar por la
fascinacin de sus ojos de color de esmeralda, ojos soado
res, que arrojaban llamaradas de fuego cuando me miraban.
Yo finga, mientras jugaba, revolearme sobre la hierba, para
poder llegar hasta sus lindos pies y contemplarlos ms de
cerca. La suave blancura de su piel, la finura de sus rasgos,
la pureza de lneas de su frente y la elegancia de su esbelto
talle me sorprendan sin que yo me diese cuenta de la ele
gancia de su talle, ni de la belleza de su frente, ni del per
fecto valo de su rostro. Yo la admiraba de la misma ma
nera que se reza a mi edad, sin saber demasiado por qu.
Cuando mis penetrantes miradas haban atrado finalmen
te las suyas y ella me deca con su voz melodiosa, que me
pareca desplegar mayor volumen que todas las dems
voces: Qu haces ah, pequeo? Por qu me miras?, yo
me morda los dedos, me sonrojaba y deca: no lo s.
Si por casualidad ella pasaba su blanca mano por mis ca
bellos preguntndome la edad, yo me iba corriendo y res
pondindole de lejos: Once aos! Cuando, al leer las
Mil y una Noches, vea yo aparecer una reina o un hada,
Ies prestaba los rasgos y el andar de la seorita De Esgrignon. Cuando mi maestro de dibujo me hizo copiar cabezas
de la antigedad clsica, observ que estas cabezas estaban
peinadas como la seorita De Esgrignon. Ms tarde, cuando
estas locas ideas fueron desvanecindose una tras otra, la
seorita Armanda, para quien los hombres se hacan res
petuosamente a un lado en el Cours abrindole paso, y
contemplaban el movimiento de su largo vestido marrn

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

159

hasta que la haban perdido de vista, la seorita Armanda


permaneci vagamente en mi memoria como un prototipo.
Sus formas exquisitas, cuya redondez era a veces revelada
por una rfaga de aire, y que yo saba encontrar a pesar
de la holgura de su vestido, volvieron a mi mente en mis
sueos de joven. Luego, ms tarde todava, cuando pens
gravemente en algunos misterios del pensamiento humano,
cre recordar que mi respeto me haba sido inspirado por
los sentimientos expresados por el rostro y por la actitud
de la seorita De Esgrignon. La calma admirable de aque
lla cabeza ardiente interiormente, la dignidad de los movi
mientos y la santidad de los deberes cumplidos se conmo
van y me impresionaban. Los nios son ms accesibles de
lo que generalmente se cree a los efectos invisibles de las
ideas: nunca se burlan de una persona realmente impre
sionante; la verdadera elegancia los conmueve, porque son
hermosos, y hay vnculos misteriosos entre las cosas de la
misma naturaleza. La seorita De Esgrignon fue una de
mis religiones. Hoy da, nunca mi loca imaginacin sube
por la escalera de caracol de una mansin antigua sin pin
tar en ella a la seorita Armanda como el genio del feuda
lismo. Cuando leo las antiguas crnicas, aparece a mis ojos
con los rasgos de las mujeres clebres: ella es sucesiva
mente Ins, Mara Touchet y Gabriela; yo le presto todo el
amor perdido en su corazn y que ella jams manifest.
Esta figura celestial, vislumbrda a travs de las brumosas
ilusiones de la infancia, acude ahora en medio de las nu
bes de mis sueos.
Acordaos de este retrato, fiel tanto en lo moral como en
lo fsico. La seorita De Esgrignon es una de las figuras
ms instructivas de esta historia: ella os ensear lo que,
por falta de inteligencia, las virtudes ms puras pueden te
ner de perjudicial.
Durante los aos 1804 y 1805, los dos tercios de las fami
lias emigradas regresaron a Francia, y casi todas las de la
provincia en que viva el seor marqus De Esgrignon vol
vieron a establecerse en el suelo patrio. Pero hubo entonces
defecciones. Algunos nobles se alistaron en el servicio, sea
en los ejrcitos de Napolen, sea en su corte; otros concer
taron alianzas con ciertos advenedizos. Todos aquellos que

160

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

entraron en el movimiento imperial reorganizaron su fortu


na y recuperaron sus bienes por la munificencia del empe
rador; muchos de ellos se quedaron en Pars, p^ro hubo
ocho o nueve familias nobles que permanecieron fieles a la
ristocracia proscrita y a sus ideas acerca de la monarqua
cada: los Roche-Guyon, los Nouastre, los Verneuil, los Casteran, los Troisville, etc., stos pobres, aquellos ricos; pero
la mayor o menor cantidad de oro no era lo ms importan
te: la antigedad y la conservacin de la raza lo era todo
para ellos, absolutamente igual como para un anticuario el
peso de la medalla es poca cosa en comparacin con la
nitidez de las letras y de la cabeza, y de la antigedad del
cuo. Estas familias tomaron como jefe al marqus De
Esgrignon: su casa se convirti en su cenculo. All, el em
perador y rey no fue nunca ms que el seor de Buonaparte; all, el soberano era Luis XVIII, a la sazn en Mittau;
all, el departamento fue siempre las provincia, y la prefec
tura una intendencia. La admirable conducta, la lealtad del
gentilhombre y la intrepidez del marqus De Esgrignon le
valan sinceros homenajes; al igual que sus desgracias, su
constancia y su inalterable adhesin a sus opiniones le me
recan en la ciudad un general respeto. Esta admirable rui
na posea toda la majestad de las grandes cosas destruidas.
Su delicadeza caballeresca era tan bien conocida, que en
diversas circunstancias fue elegido por algunos litigantes
como nico rbitro de sus diferencias. Todas las personas
educadas que pertenecan al sistema imperial, e incluso las
autoridades, tenan para sus prejuicios tanta complacencia
como consideraciones mostraban para su persona. Pero una
gran parte de la sociedad nueva, las personas que bajo la
Restauracin haban de llamarse liberales, y al frente de
las cuales se encontraba secretamente Du Croisier, se bur
laban del oasis aristocrtico en el que nadie poda entrar
sin ser buen gentilhombre y de conducta irreprochable. Su
animosidad fue tanto mayor cuanto que muchas personas
honradas, dignos hidalgos de gotera, algunas personas de
la alta administracin se empeaban en considerar el saln
del marqus De Esgrignon como el nico donde se reuna
buena compaa. El prefecto, chambeln del emperador,
haca diligencias para ser recibido en l: enviaba a l humil

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

161

demente a su mujer, que era una Grandlieu. As, pues, por


odio hacia ese pequeo Fauburg Saint-Germain de provin
cia, los que eran excluidos de l haban dado el remoquete
tic Gabinete de Antigedades al saln del marqus De Esgrignon, al que llamaban seor Carol y al que el recauda
dor de contribuciones diriga siempre su advertencia con
este parntesis: (antes. Des Grignons). Esta antigua forma
de escribir el apellido constitua una burla, puesto que la
ortografa DEsgrignon era la que haba prevalecido.
En cuanto a m deca Emilio Blondet, si quiero reu
nir mis recuerdos de la infancia, confesar que la expresin
de Gabinete de Antigedades me daba siempre risa, a pe
sar de mi respeto, de mi amor por la seorita Armanda. El
. hotel De Esgrignon daba a dos calles, en la esquina de las
cuales se hallaba situado, de suerte que el saln tena dos
ventanas en una y dos ventanas en la otra de estas dos
calles, las de mayor trnsito de la ciudad. La plaza del Mer
cado se encontraba a quinientos metros del hotel. Este sa
ln, que en otros tiempos era la sala de audiencias, se
hallaba sobre un piso de cuevas de tragaluces con rejas,
donde en otros tiempos yacan los criminales de la pro
vincia, pero donde en la poca que nos ocupa se hallaba la
cocina del marqus. Yo no s si la magnfica y alta chimenea
del Louvre, tan mavarillosamente esculpida, me ha causado
mayor asombro que el que experiment al ver por vez
primera la inmensa chimenea de ese saln, encima de la
cual un gran retrato ecuestre de Enrique III (bajo cuyo
gobierno, esta provincia, antiguo ducado de infantado, fue
unida a la corona) con marco dorado. El techo estaba for
mado por vigas de castao que componan artesones ador
nados interiormente por arabescos. Este magnfico techo
haba sido dorado en sus aristas, pero el dorado apenas se
vea. Las paredes estaban cubiertas de tapices flamencos
que representaban el Juicio de Salomn en seis cuadros
enmarcados por tirsos dorados en los que aparecan amor
cillos y stiros. El marqus haba mandado entarimar este
saln. Entre los restos de los castillos que se vendieron de
1793 a 1795, el notario habase procurado unas consolas en
el estilo del siglo de Luis XIV, un mueble tapizado, mesas,
etctera., que completaban de una manera maravillosa aquel

162

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

enorme saln en desproporcin con el resto de la casa, pero


que afortunadamente tena una antesala alta de techo, la
antigua sala de los pasos perdidos del presidial, con la que
comunicaba la sala de las deliberaciones, convertida en co
medor. Bajo esos viejos restos de una poca que ya no
exista se agitaban en primera lnea ocho o diez ancianas,
secas y ennegrecidas como momias; las unas rgidas, incli
nadas las otras, todas ellas dentro de un caparazn, de un
vestido ms o menos reido con la moda; cabezas empol
vadas, encajes descoloridos. Las pinturas ms burlescas o
las ms serias no han alcanzado jams la poesa extraa
de aquellas mujeres, que retornan en mis sueos y hacen
muecas en mis recuerdos tan pronto como yo encuentro
a una anciana cuyo rostro o forma de arreglarse me evoca
alguno de sus rasgos. Pero, sea que la desgracia me haya
iniciado en todos los misterios de los infortunios, sea que
haya comprendido todos los sentimientos humanos, sobre
todo las nostalgias y la edad senil, nunca he podido encon
trar en parte alguna, ni en los moribundos, ni entre los vi
vos,-la palidez de ciertos ojos grises, la espantosa vivacidad
de algunos ojos negros. En fin, ni Maturin ni Hoffmann, las
dos imaginaciones ms siniestras de esta poca, me han
causado el horror que me produjeron los movimientos au
tomticos de aquellos cuerpos desgarbados. El colorete de
los actores no me ha sorprendido; yo haba visto all el
colorete inveterado, el colorete de nacimiento, segn deca
uno de mis compaeros tan picaro como poda ser yo en
tonces. Agitbanse all unas caras achatadas, pero surcadas
por arrugas que semejaban los cascanueces tallados en
Alemania. Vea unos cuerpos deformes, miembros mal en
samblados, de los que jams intent explicarme ni la eco
noma ni la contextura; unas mandbulas cuadradas y muy
salientes, huesos exorbitantes, caderas lujuriantes. Cuando
aquellas mujeres iban y venan no me parecan menos ex
traordinarias que cuando conservaban su inmovilidad mor
tuoria, que era cuando jugaban a las cartas. Los hombres
de aquel saln ofrecan los colores grises y marchitos de
las viejas tapiceras; su vida estaba marcada por el sello
de la incertidumbre, pero su vestido se pareca mucho a la
indumentaria en aquel entonces de moda; nicamente sus

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

163

cabellos blancos, sus rostros marchitos, su piel de color


de cera, sus frentes arruinadas y la palidez de sus ojos les
daban a todos cierto parecido con las mujeres, parecido que
era destruido por la realidad de su vestir. La seguridad de
encontrar a esos personajes invariablemente sentados a las
mesas o en las mismas horas acababa de conferirles a mis
ojos un no s qu de teatral, de pomposo, de sobrenatural.
Desde entonces, jams he entrado en esos famosos guarda
muebles, en Pars, en Londres, en Viena, en Munich, donde
viejos guardianes os ensean los esplendores de pocas pa
sadas, sin que yo los poblase de las figuras del Gabinete
de Antigedades. A menudo, nosotros, escolares de ocho
a diez aos, nos proponamos, como una diversin, ir a ver
aquellas rarezas bajo su jaula de vidrio. Pero tan pronto
como yo vea a la dulce seorita Armanda me estremeca,
porque admiraba con un sentimiento de celos a aquel deli
cioso nio, Victurniano, en quien todos nosotros presen
tamos una naturaleza superior a la nuestra. Aquella joven
y lozana criatura, en medio de aquel cementerio de gente
resucitada antes de tiempo, nos inspiraba un no s qu de
extrao. Sin darnos cuenta cabal de nuestras ideas, nos
sentamos burgueses y pequeos ante aquella corte orgullosa.
Los desastres de 1813 y 1814, que abatieron a Napolen,
devolvieron la vida a los huspedes del Gabinete de Anti
gedades y sobre todo la esperanza de recobrar su antigua
importancia; pero los acontecimientos de 1815, las desgra
cias de la ocupacin extranjera y luego las oscilaciones del
gobierno aplazaron hasta la cada del seor Descazes las
esperanzas de estos personajes, tan bien descritos por
Blondet. Esta historia no adquiri, pues, consistencia hasta
el ao 1822.
En 1822, a pesar de los beneficios que la Restauracin
trajo a los emigrados, la fortuna del marqus De Esgrignon
no haba aumentado. De todos los nobles afectados por las
leyes revolucionarias, ninguno fue ms maltratado que l.
La mayor parte de sus ingresos consista, antes de 1789,
en derechos territoriales resultantes, como en el caso de
algunas grandes familias, de la dependencia de sus feudos,
que los seores procuraban detallar con objeto de aumen

164

I t . DE BAI.ZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

tar el producto de su laudemio. Las familias que se encon


traban en este caso fueron arruinadas sin esperanza de de
volucin, y el decreto por el cual Luis XVIII restituy
los bienes no vendidos a los emigrados no poda entregarles
nada; y ms tarde, la ley sobre la indemnizacin no haba
de indemnizarles. Todo el mundo sabe que sus derechos
suprimidos fueron restablecidos, en provecho del Estado,
bajo el nombre mismo de dominios. El marqus perteneca
necesariamente a aquella fraccin del partido realista que
no quera ninguna transaccin con aquellos a los que l
llamaba no los revolucionarios, sino los insurrectos, deno
minados de un modo ms parlamentario liberales o consti
tucionales. Aquellos realistas, llamados extremistas por la
oposicin, tuvieron por jefes y por hroes a los valientes
oradores de la derecha, quienes, desde la primera sesin
real, trataron, como el seor de Polignac, de protestar con
tra la Carta de Luis XVIII, considerndola como un mal
edicto, arrancado por la necesidad del momento, y sobre
el cual la realeza haba de volver. As, lejos de asociarse a
la renovacin de costumbres que quera operar Luis XVIII,
aguardando la restitucin de su inmensa fortuna, y no ad
mitiendo siquiera la idea de aquella indemnizacin que
preocup al ministerio del seor de Villle, que haba de
consolidar el trono suprimiendo la fatal distincin, era
mantenida entonces, a pesar de las leyes, entre las propie
dades. Los milagros de la Restauracin de 1814, los mila
gros an mayores del regreso de Napolen en 1815, los pro
digios de la nueva fuga de la casa de Borbn y de su segun
do retorno, esta frase casi fabulosa de la historia contem
pornea sorprendi al marqus a los sesenta y siete aos.
A esa edad, los caracteres ms orgullosos de nuestro tiem
po, menos abatidos que gastados por los acontecimientos
de la Revolucin y del Imperio, haban convertido, en el
fondo de las provincias, su actividad en ideas apasionadas,
inquebrantables; casi todos se haban atrincherado en la
enervante y dulce costumbre de la vida propia de all. Aca
so la mayor desgracia que pueda afligir a un partido no es
la de estar representado por viejos, cuando ya sus ideas
son tildadas de viejas? Por otra parte, cuando en 1818 el
trono legtimo pareci slidamente establecido, el marqus

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

165

se pregunt qu ira a hacer en la corte un septuagenario;


qu cargo, qu empleo poda ejercer en ella. El noble y
orgulloso De Esgrignon tuvo que contentarse con el triunfo
de la monarqua y de la religin, aguardando los resulta
dos de aquella victoria inesperada, disputada, que fue sim
plemente un armisticio. Continuaba, pues, presidiendo en
tonces aquel saln, tan justificadamente llamado el Gabinete
de Antigedades. Bajo la Restauracin, este sobrenombre
de benvola irona se agri cuando los vencidos de 1793 fue
ron vencedores.
Esta ciudad no je vio ms preservada que la mayor par
te de las otras ciudades de provincia de los odios y de las
rivalidades engendradas por el espritu de partido. Contra
todo lo que se esperaba. Du Croisier se haba casado con
la solterona que al principio le haba rechazado, aunque
tuviese como rival a su lado al nio mimado de la aristo
cracia de la ciudad, cierto caballero cuyo nombre ilustre
quedar oculto si no lo designamos, siguiendo una antigua
costumbre de la ciudad, ms que por su ttulo, porque era
el "caballero", de la misma manera que en la corte el conde
de Artois era el "seor". No solamente esta boda haba
engendrado una de esas guerras con todas las armas como
las que se libran en las provincias, sino que incluso haba
acelerado la separacin entre la alta y la pequea aristocra
cia, entre los elementos burgueses y los elementos nobles
reunidos un momento bajo la presin de la gran autoridad
napolenica: divisin repentina que tanto dao hizo a nues
tro pas. En Francia, lo que hay de ms nacional es la vani
dad. La masa de las vanidades heridas inspira la sed de
igualdad; mientras que, posteriormente, los ms ardientes
innovadores hallarn que la igualdad es imposible. Los rea
listas pincharon en el corazn de los liberales en los puntos
ms sensibles. Sobre todo en provincias, los dos partidos
se causaron recprocamente dao y se calumniaron mutua
mente. Cometironse entonces en poltica las acciones ms
negras para atraer a la opinin pblica y captar los votos
de esa platea imbcil que tiende sus brazos a las personas
lo suficientemente hbiles para armarlos. Estos individuos,
que se odiaban como enemigos polticos, convirtironse en
enemigos privados. En provincias es difcil no llegar a las

166

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

manos a propsito de cuestiones o intereses que en la capi


tal aparecen bajo sus formas ms generales, tericas, y que
desde entonces hacen crecer bastante a los campeones para
que el seor Laffitte, por ejemplo, o Casimiro Perier, respe
ten al hombre en el seor de Villle o en el seor de Peyronnet. El seor Laffitte, que mand disparar contra los mi
nistros, los habra escondido en su hotel si hubieran venido
el 29 de julio de 1830. Benjamn Constant envi su libro
sobre la religin al vizconde de Chateaubriand acompaado
de una carta aduladora en la que confiesa haber recibido
algn bien del ministro de Luis XVIII. En Pars, los hom
bres son sistemas; en provincias, los sistemas se convierten
en hombres, y hombres de pasiones incesantes, siempre
presentes, espindose en su interior, epilogando sus discur
sos, observndose como dos duelistas prestos a hundirse
seis pulgadas de cuchillo en el costado a la menor distrac
cin, y procurando ocasionarse distracciones, en fin, ocupa
dos en su odio como jugadores sin piedad. Las stiras, las
calumnias alcanzan al hombre bajo el pretexto de alcanzar
al partido. En esta guerra librada cortsmente y sin hiel
en el Gabinete de Antigedades, pero llevada en el hotel
Du Croisier hasta el empleo de las armas emponzoadas
de los salvajes, la fina irona, las ventajas de la inteligencia
estaban en el lado de los nobles. Sabedlo bien, de todas las
heridas, las que ocasionan la lengua y los ojos, la burla
y el desdn, son incurables. El Caballero, desde el momento
en que se atrincher en el Monte Sacro de la aristocracia,
abandonando los salones mixtos, dirigi sus dardos verbales
contra el saln de Du Croisier; atiz el fuego de la guerra
sin saber hasta dnde el espritu de venganza poda llevar
al saln de Du Croisier contra el Gabinete de Antigedades.
En el hotel De Esgrignon slo entraban los puros, los aris
tcratas leales y las mujeres seguras las unas de las otras;
all no se cometa indiscrecin alguna. Las palabras, las ideas
buenas o malas, justas o equivocadas, bellas o ridiculas,
no daban nunca motivo de risa. Los liberales deban atener
se a las acciones polticas para ridiculizar a los nobles;
mientras que los intermediarios, las personas administra
tivas, todos aquellos que cortejaban aquellos altos poderes
les procuraban en el campo liberal hechos y frases que

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

167

liaban mucho que rer. Esta inferioridad, vivamente sentida,


redoblaba an en los partidarios de Du Croisier su sed de
venganza. En 1822, Du Croisier se puso al frente de la in
dustria del departamento de la misma manera que el mar
qus De Esgrignon estaba al frente de la nobleza. Cada
uno de ellos represent, pues, un partido. En lugar de decla
rarse sin rebozo hombre de la izquierda puro, Du Croisier
Ilabia adoptado ostensiblemente las opiniones que un da
formularon los 221. De este modo poda reunir en su casa
a los magistrados, a la administracin y a las finanzas del
departamento. El saln de Du Croisier, potencia por lo me
nos igual a la del Gabinete de Antigedades, ms numeroso,
ms joven, ms activo, agitaba al departamento; mientras
que el otro permaneca tranquilo y como unido al poder
que este partido perjudic a menudo, puesto que favoreci
sus faltas e incluso exigi algunas que fueron fatales a la
monarqua. Los liberales, que nunca haban podido elegir
a uno de sus candidatos en este departamento rebelde a
sus mandatos, saban que despus de su nombramiento Du
Croisier ocupara un sitio en el centro izquierda, lo ms
cerca posible de la izquierda pura. Los corresponsales de
Du Croisier eran los hermanos Keller, tres banqueros, el
mayor de los cuales brillaba entre los diecinueve de la
izquierda, falange ilustrada por todos los peridicos libera
les, y que eran partidarios de la alianza con el conde de
Gondreville, par constitucional que continuaba gozando el
favor de Luis XVIII. As, la oposicin constitucional estaba
siempre dispuesta a dar en el ltimo momento sus votos,
visiblemente concedidos a un candidato simulado, a Du
Croisier, si obtena suficiente nmero de votos realistas
para alcanzar la mayora. Cada eleccin, en la que los rea
listas rechazaban a Du Croisier, candidato cuya conducta
era admirablemente adivinada, analizada, juzgada por los
principales realistas que procedan de De Esgrignon, aumen
taban todava el odio del hombre y de su partido. Lo que
ms contribuye a promover la lucha entre las facciones es
la inutilidad de una trampa cuya preparacin ha costado
grandes esfuerzos.
En 1822, las hostilidades, muy vivas durante los cuatro
primeros aos de la Restauracin, parecan aletargadas. El

1 68

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

saln de Du Croisier y el Gabinete de Antigedades, des


pus de haber reconocido el uno y el otro sus partes fuer
tes y sus partes dbiles, aguardaban sin duda los efectos
del azar, esa Providencia de los partidos. Los espritus
vulgares se contentaban con esta calma aparente que enga
aba al trono; pero aquellos que vivan ms ntimamente
con Du Croisier saban que en l, como en todos los hom
bres cuya vida reside en la cabeza solamente, la pasin de
la venganza es implacable sobre todo cuando se basa en la
ambicin poltica. En aquellos momentos, Du Croisier, que
antao palideca o se sonrojaba al or el nombre de los De
Esgrignon o del Caballero, que se estremeca al pronunciar
o al or pronunciar la expresin de Gabinete de Antigeda
des, afectaba la gravedad de un salvaje. Sonrea a sus ene
migos, odiados, observados hora tras hora cada vez ms
profundamente. Pareca haber decidido vivir tranquilamen
te, como si hubiera desesperado de la victoria. Uno de los
que secundaban los clculos de esta rabia contenida era el
presidente del tribunal, el seor Du Ronceret, un hidalgo
de gotera que haba pretendido los honores del Gabinete
de Antigedades sin haberlos podido obtener.
La pequea fortuna de los De Esgrignon, cuidadosamen
te administrada por el notario Chesnel, bastaba con dificul
tad a las necesidades de la vida de aquel digno gentilhombre,
que viva noblemente, pero sin el menor fausto. Aunque
el preceptor del conde Victurniano de Esgrignon, esperanza
de la casa, fuese un antiguo oratoriense proporcionado por
el seor obispo, y habitase en el hotel, sin embargo, tam
bin haba que pagarle. El sueldo de una cocinera, el de
una doncella para la seorita Armanda, del viejo ayuda
de cmara del seor marqus y de los otros dos criados,
los gastos de una educacin para la cual no se descuid
nada, absorban totalmente los ingresos a pesar de las
economas de la seorita Armanda, de la sabia administra
cin de Chesnel y del afecto de los criados. El anciano no
tario no poda efectuar an ninguna reparacin en el casti
llo devastado; aguardaba el fin de los arriendos para hallar
un aumento de las rentas, aumento debido a los nuevos
mtodos de la agricultura o bien a la disminucin de los
valores monetarios, y que haba de producir su resultado

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

169

al expirar los contratos en 1809. El marqus no estaba


iniciado en los detalles del hogar ni en la administracin
de sus bienes. La revelacin de las excesivas precauciones
tomadas para juntar los dos cabos del ao. segn la expre
sin de las amas de casa, habra sido para l un golpe te
rrible. Todos, al verle que pronto llegara al trmino de su
carrera, dudaban en disipar sus errores. La grandeza de la
casa De Esgrignon, en la que nadie pensaba en la corte ni
en el Estado, la cual, ms all de las puertas de la ciudad
y de algunas localidades del departamento era totalmente
desconocida, reviva a los ojos del marqus y de sus parti
darios con todo su esplendor. La casa De Esgrignon volve
ra a adquirir un nuevo grado de esplendor en la persona
de Victurniano, en el momento en que los nobles expolia
dos recibieran de nuevo sus bienes e incluso cuando aquel
guapo heredero pudiera aparecer en la corte para entrar
al servicio del rey, y luego casarse, como hacan antao los
De Esgrignon, con una Navarreins, una Cadignan, una De
Uxelles, una Beausant, una Blamont-Chauvry, en fin, una
joven que reuniera todas las distinciones de la nobleza,
la hermosura, la inteligencia y el carcter. Las personas que
iban a jugar su partida de naipes por la noche, el Caballero,
los Troisville, los La Rouche-Guyon, los Casteran y el duque
de Verneuil, acostumbrados desde haca tiempo a conside
rar al gran marqus como un personaje inmenso, le alen
taban en sus ideas. No haba nada mentiroso en esta
creencia, la cual habra sido exacta si hubieran podido bo
rrarse los cuarenta aos ltimos de la historia de Francia.
Pero las consagraciones ms respetables, las ms verdade
ras del derecho, como Luis XVIII haba intentado inscribir
las datando la Carta del ao veintiuno de su reinado, no
existen ms que ratificadas por un consentimiento univer
sal: les faltaba a los De Esgrignon el fondo de la lengua
poltica actual, el dinero, ese gran apoyo de la aristocracia
moderna; les faltaba tambin la continuacin de lo histrico,
esa fama que se adquiere tanto en la corte como en los
campos de batalla, en los salones de la\diplomacia como en
la tribuna, con ayuda de un libro como por medio de una
aventura, y que es como un frasco sagrado vertido sobre
la cabeza de cada generacin nueva. Una familia noble, inac-

170

I I . DE BALZACt

LA COMEDIA H U M A N A

tiva y olvidada es una muchacha tonta, fea, pobre y pru


dente, los cuatro puntos cardinales de la desgracia. El
casamiento de una seorita Troisville con el general Montcornet, lejos de dar lustre al Gabinete de Antigedades,
estuvo a punto de ocasionar una ruptura entre los Troisvi
lle y el saln De Esgrignon, que declar que los Troisville
se estaban envileciendo.
En medio de todas estas personas haba una que no com
parta estas ilusiones. Era el viejo notario Chesnel. Aunque
su abnegacin suficientemente probada por esta historia
fuera absoluta para con esta gran familia, entonces reducida
a tres personas, aunque aceptase todas estas ideas y le
pareciesen de buena ley, tena demasiado sentido comn y
realizaba demasiado bien los asuntos de la mayor parte de
las familias del departamento para no seguir el inmenso
movimiento de los espritus y no reconocer el gran cambio
operado por la industria y las costumbres modernas. El
antiguo administrador vea cmo la Revolucin haba pasa
do de la accin devoradora de 1793, que haba armado a
hombres, mujeres y nios, levantado cadalsos, cortado cabe
zas y ganado batallas europeas, a la accin tranquila de las
ideas que consagraban los acontecimientos. Despus de la
labranza y de la siembra vena la cosecha. Para l, la Revo
lucin haba integrado el espritu de la generacin nueva,
tocaba los hechos de la misma en el fondo de las mil llagas,
los encontraba irrevocablemente cumplidos. Aquella cabeza
de rey cortada, aquella reina ejecutada, aquel reparto de
bienes de la aristocracia constituan a sus ojos unos compro
misos que ataban demasiados intereses para que los intere
sados permitieran que fueran atacados los resultados. Ches
nel vea claro. Su fanatismo para con los De Esgrignon era
ntegro sin ser ciego, y as le confera una belleza mucho
mayor. La fe que hace que un joven monje vea los ngeles
del paraso es inferior al poder del viejo monje que se los
muestra. El antiguo mayordomo se pareca al viejo monje,
habra dado su vida por defender un relicario carcomido.
Cada vez que trataba de explicar, con mil precauciones, a
su antiguo dueo las novedades, ora usando una forma bur
lona, ora afectando sorpresa o dolor, encontraba en los la
bios del marqus la sonrisa del profeta, y en su alma la

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

171

conviccin de que aquellas locuras pasaran como todas las


otras. Nadie ha observado hasta qu punto los aconteci
mientos han contribuido a que esos nobles campeones de
las ruinas persistieran en sus creencias. Qu poda respon
der Chesnel cuando el viejo marqus haca un gesto impre
sionante y deca: Dios ha barrido a Bonaparte, a sus ejr
citos y a sus nuevos grandes vasallos, a sus tronos y a sus
vastas concepciones! Dios nos librar del resto!"
Chesnel bajaba con tristeza la cabeza sin atreverse a re
plicar: "Dios no querr barrer a Francia!
Los dos eran figuras hermosas: el uno irguindose con
tra el torrente de los hechos, como un antiguo bloque de
granito cubierto de musgo en el fondo de un abismo alpes
tre; el otro observando el curso de las aguas y pensando
en utilizarlas. El excelente y venerable notario gema al
observar los estragos irreparables que estas creencias efec
tuaban en el nimo, en las costumbres y en las futuras ideas
del conde Victurniano de Esgrignon.
Idolatrado por su ta y por su padre, aquel joven here
dero era, en toda la acepcin de la palabra, un nio mima
do que, por otra parte, justificaba las ilusiones paternas,
ya que su ta era realmente una madre para l; pero por
muy previsora y cariosa que sea una mujer soltera, siem
pre le faltar un no s qu de maternidad. La segunda vista
de una madre no se adquiere nunca. Una ta, castamente
unida a su sobrino como la seorita Armanda a Victur
niano, puede amarlo tanto como lo amara la madre; puede
ser tan solcita, tan buena, tan delicada, tan indulgente como
una madre; pero su corazn no tendr aquellas sbitas
advertencias, aquellas alucinaciones inquietas de las ma
dres, en las cuales, aunque rotos, los lazos nerviosos o
morales por los cuales el hijo est unido a ellas vibran toda
va, y que, siempre en comunicacin con l, reciben las
sacudidas de todo dolor, se estremecen ante cualquier felici
dad como ante un suceso de su propia vida. Si la natura
leza ha considerado a la mujer como un terreno neutro,
fsicamente hablando, n*,Je ha prohibido en determinados
casos identificarse completamente con su obra: cuando la
maternidad moral se une a la maternidad natural, veis en
tonces esos admirables fenmenos, inexplicados ms bien

172

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

que inexplicables, que constituyen las preferencias materna


les. La catstrofe de esta historia demuestra, pues, una vez
ms esta conocida verdad: una madre es algo que no pue
de sustituirse. Una madre prev el mal, mucho tiempo antes
de que una joven como la seorita Armanda lo admita, in
cluso cuando se ha cumplido. La una prev el desastre, la
otra lo remedia. La maternidad ficticia de una soltera com
porta, por otro lado, adoraciones demasiado ciegas para
que pueda reprender a un nio hermoso e inteligente.
La prctica de la vida y la experiencia en los negocios
haban dado al anciano notario una desconfianza observado
ra y perspicaz que le haca aproximarse al presentimiento
de las madres. Pero era tan poca cosa en aquella casa des
de la especie de desgracia en que haba incurrido a causa
del casamiento que l haba proyectado entre una De Esgrignon y Du Croisier, que desde entonces se haba prome
tido a s mismo seguir ciegamente las doctrinas de la fami
lia. Simple soldado, fiel a su puesto y dispuesto a morir,
su opinin no poda ser nunca escuchada, ni siquiera en
lo ms fuerte de la tempestad, a menos que el azar le colo
case, cmo en el Anticuario el mendigo del rey a la orilla
del mar, cuando el lord y su hija se encuentran all sor
prendidos por la marea.
Bu Croisier haba visto la posibilidad de una horrible
venganza en los contrasentidos de la educacin dada a
aquel joven noble. Esperaba, segn una acertada expresin
del autor que acabamos de citar, ahogar el cordero en la
leche de su madre. Esta esperanza le haba inspirado su
resignacin taciturna y puesto en sus labios una sonrisa
de salvaje.

II

UNA MALA EDUCACIN


El dogma de su supremaca le fue inculcado al conde
Victurniano tan pronto como una idea pudo penetrar en
su cerebro. Fuera del rey, todos los seores del reino eran
sus iguales. Por debajo de la nobleza no haba para l ms
que inferiores, personas con las que no tena nada en comn,
con las que no estaba unido por vnculo alguno; enemigos
vencidos, conquistados, de los que no haba que hacer el
menor caso, cuyas opiniones haban de ser indiferentes a
un gentilhombre y al que todos haban de manifestar res
peto. Victurniano llev estas opiniones desgraciadamente a
un lmite extremo, conducido por la lgica rigurosa que
gua a los nios y a los jvenes hacia las ltimas conse
cuencias tanto del bien como del mal. Por otra parte, viose
confirmado en sus creencias por sus ventajas exteriores.
Nio de una belleza maravillosa, convirtise en el joven ms
cabal que un padre pueda desear para su hijo. De mediana
estatura, pero bien proporcionado, era esbelto, delicado en
apariencia, pero musculoso. Tena los ojos azules relucien
tes de los De Esgrignon, la nariz curva de esta familia,
finamente modelada, el valo perfecto de su rostro, sus
cabellos de un rubio ceniciento, su blancura de tez, su
elegante continente, sus extremidades graciosas, unos de
dos delgados, la distincin en las junturas del pie y de la

174

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

mueca, lneas felices y elegantes que indican la raza tanto


en los hombres como en los caballos. Hbil y gil en todos
los ejercicios del cuerpo, tiraba admirablemente con la
pistola y montaba a caballo como un paladn. Halagaba, en
fin, todas las vanidades que los padres sienten por el aspec
to externo de sus hijos, basados, por otra parte, en una idea
justa, en la influencia excesiva de la belleza. Privilegio pa
recido al de la nobleza, la belleza no se puede adquirir, es
reconocida en todas partes, vale a menudo ms que la for
tuna y que el talento, no tiene necesidad ms que de mos
trarse para poder triunfar, no se le pide sino que exista.
Adems, de estos dos grandes privilegios, la nobleza y la
belleza, el azar haba dotado a Victurniano de Esgrignon
de una inteligencia ardiente, de una maravillosa aptitud
para comprender todas las cosas y de una buena memoria.
Su instruccin fue desde un principio perfecta. Era mucho
ms sabio de lo que son en general los jvenes nobles de
las provincias, que se convierten en cazadores, fumadores
y propietarios muy distinguidos, pero que tratan algo des
deosamente las ciencias y las letras, las artes y la poesa,
todos los talentos cuya superioridad les ofusca. Estos dones
de la naturaleza y esta educacin deban bastar para reali
zar un da las ambiciones del marqus De Esgrignon; vea
a su hijo mariscal de Francia si Victurniano quisiera ser
militar, embajador si la diplomacia le atraa, ministro si le
sonrea la administracin; todo le perteneca en el Estado.
En fin, tal era el pensamiento halagador para un padre;
aunque el conde no hubiera sido De Esgrignon, habra
triunfado por s mismo. Esta infancia feliz, esta dorada
adolescencia no haba encontrado jams oposicin a sus
deseos. Victurniano era el rey de la casa; nadie reprima
los deseos de aquel pequeo prncipe, que naturalmente se
volvi egosta como un prncipe, absoluto como el ms
fogoso cardenal de la Edad Media, impertinente y audaz,
vicios que todos divinizaban viendo en ellos las cualidades
esenciales del noble.
El Caballero era un hombre de la buena poca en la
que los mosqueteros desolaban los teatros de Pars, hacan
mil y unas picardas y hallaban una sonrisa en los labios
del rey con tal de que las cosas fueran divertidas. Este fas-

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

175

einante seductor, antiguo hroe de callejuela, contribuy


mucho al desdichado desenlace de esta historia. Aquel ama
ble viejo, que no encontraba a nadie que le comprendiese,
fue muy dichoso de encontrar a aquella admirable figura
de Faublas en cierne que le recordaba su propia juventud.
Sin darse cuenta de la diferencia de los tiempos, introdujo
los principios de los enciclopedistas en aquel alma juvenil,
narrando las ancdotas del reinado de Luis XV, glorifican
do las costumbres de 1750, refiriendo las orgas de las pe
queas casas y las locuras hechas para las cortesanas, as
como las excelentes jugarretas hechas a los acreedores; en
fin, toda la moralidad revelada por lo cmico de Dancourt
y lo satrico de Beaumarchais. Desgraciadamente, esta co
rrupcin, oculta bajo una excesiva elegancia, se adornaba
de una inteligencia volteriana. Si el Caballero iba a veces
demasiado lejos, pona como correctivo las leyes de la buena
compaa, a las que un gentilhombre debe siempre obede
cer. Victurniano no comprenda de todos estos discursos
lo que halagaba sus pasiones. De momento, slo vea a su
anciano padre regocijado con la compaa del Caballero.
Los dos viejos consideraban el orgullo innato de un De Esgrignon como una barrera suficientemente fuerte contra
todas las cosas inconvenientes, y nadie en la casa imagina
ba que un De Esgrignon pudiera permitirse hechos contra
rios al honor. El honor, ese gran principio monrquico,
plantado en todos los corazones de aquella familia como un
faro, iluminaba las menores acciones, animaba los menores
pensamientos de los De Esgrignon. Esta hermosa enseanza,
que por s sola habra debido hacer subsistir la nobleza:
"Un De Esgrignon no debe permitirse tal o cual cosa; tiene
un nombre que hace que el porvenir sea solidario del pasa
do", era como un estribillo con que el viejo marqus, la
seorita Armanda, Chesnel y los contertulios habituales del
hotel haban acunado la infancia de Victurniano. As, el
bien y el mal se encontraban en presencia y en fuerzas igua
les en aquella alma juvenil.
Cuando, a la edad de dieciocho aos, Victurniano se
dej' ver en la ciudad, observ en el mundo exterior ligeras
oposiciones con el mundo interior del hotel De Esgrignon,
pero no busc las causas de ello. Las causas estaban en Pa-

176

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

rs. Todav no saba que las personas tan audaces en ideas


y en palabras por la noche en casa de su padre eran muy
circunspectas en presencia de los enemigos con los cuales
sus intereses les impedan estar en malas relaciones. Su
padre se haba conquistado su forma franca de hablar. Na
die pensaba contradecir a un anciano de setenta aos y,
por otra parte, todo el mundo perdonaba a un hombre tan
violentamente despojado su fidelidad al antiguo orden de
cosas. Engaado por las apariencias, Victurniano se com
portaba de forma que equivala a dar la espalda a toda la
burguesa de la ciudad. En la caza tuvo dificultades lleva
das demasiado lejos por su impetuosidad, las cuales culmi
naron con procesos graves, sofocados a fuerza de dinero
por Chesnel y de las que la gente no se atreva a hablar al
marqus. Considerad el asombro del marqus si se hubiera
enterado de que su hijo era acusado de haber cazado en
sus tierras, en sus dominios, en sus bosques, bajo el reina
do de un hijo de San Luis. Se tema demasiado lo que
pudiera ocurrir si le-iniciase en tales miserias, deca Chesnel.
El joven conde se permiti en la ciudad algunas otras esca
padas, tratadas de amoros por el Caballero, pero que acaba
ron costando a Chesnel unas dotes dadas a jvenes seducidas
por imprudentes promesas de matrimonio: otros pro
cesos, llamados en el Cdigo corrupcin de menores, los
cuales, como consecuencia de la brutalidad de la nueva jus
ticia, hubieran llevado no se sabe dnde al joven conde
sin la prudente intervencin de Chesnel. Estas victorias
sobre la justicia burguesa hacen que Victurniano ten
ga cada vez ms agallas. Acostumbrado a salir de sus ma
los pasos, el joven conde no retroceda jams ante una bro
ma. Consideraba los tribunales como espantajos para el
pueblo, que no podan hacerle nada a l. Lo que hubiera
censurado en los plebeyos era un excusable pasatiempo
para l. Esta conducta, este carcter, esta tendencia a me
nospreciar las leyes nuevas para no obedecer ms que las
mximas del Cdigo aristocrtico, fueron estudiados, ana
lizados, probados por algunas personas hbiles pertenecien
tes al partido Du Croisier. Estas personas se basaron en
ello para hacer creer al pueblo que las calumnias del libe
ralismo eran revelaciones, y que el retorno al antiguo orden

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

177

de cosas en toda su pureza se encontraba en el fondo de la


poltica ministerial. Qu suerte para ellos, tener una me
dia prueba de sus asertos! El presidente Du Ronceret se
prestaba admirablemente, tanto como el procurador del rey,
a todas las condiciones compatibles con los deberes de la
magistratura; se prestaba a ellas incluso por clculo ms
all de los lmites, contento de hacer gritar al partido libe
ral a propsito de una concesin excesivamente larga. Ex
citaba as las pasiones contra la casa De Esgrignon aun
cuando pareca servir los intereses de la misma. Este trai
dor pensaba mostrarse incorruptible en el momento opor
tuno, cuando estuviera apoyado en un hecho grave y sos
tenido por la opinin pblica. Las malas disposiciones del
conde fueron prfidamente alentadas por dos o tres jvenes
de los que componan su grupo, los cuales captaron sus
simpatas hacindole la corte, le halagaron y obedecieron a
sus ideas tratando de confirmar su creencia n la suprema
ca del noble, en una poca en la que el noble no habra
podido conservar su poder ms que empleando durante me
dio siglo una prudencia extrema. Du Croisier esperaba redu
cir a los De Esgrignon a la ltima miseria, ver abatido su
castillo, sus tierras vendidas en pblica subasta, a causa
de su debilidad hacia aquel joven atolondrado, cuyas locu
ras haban de comprometerlo todo. No iba ms lejos; no
crea, como el presidente Du Ronceret, que Victurniano die
ra otros motivos para actuar la justicia. Por otra parte, la
venganza de estos dos hombres estaba bien secundada por
el excesivo amor propio de Victurniano y por su amor a los
placeres. El hijo del presidente Du Ronceret, joven de die
cisiete aos, al que el papel de agente provocador sentaba
a maravilla, era uno de los compaeros y el ms prfido
cortesano del conde. Du Groisier pagaba a este espa de un
gnero nuevo, le adiestraba admirablemente en la caza de
las virtudes de aquel nio noble y hermoso le diriga bur
lonamente en el arte de estimular las malas disposiciones
de su presa. Fabin du Ronceret era precisamente una
naturaleza envidiosa e inteligente, un joven sofista al que
agradaba semejante mixtificacin y que hallaba en ella la
gran diversin de que carecen en las provincias las perso
nas ingeniosas.

178

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

De los dieciocho a los veintin aos, Victurniano cost


casi ochenta mil francos al pobre riotario, sin que ni la se
orita Armanda ni el marqus fueran informados de ello.
Los procesos sofocados formaban ms de la mitad de esta
suma, y el resto lo constituan las prodigalidades del jo
ven. De las diez mil libras de renta del -marqus, cinco mil
eran necesarias para el mantenimiento de la casa; el sus
tento de la seorita Armanda, a pesar de su austeridad, y el
del marqus requeran ms de dos mil francos; la pensin
del apuesto heredero presunto no llegaba, pues, a cien luises. Qu significaban dos mil francos para presentarse con
venientemente? La toilette requera ella sola esta renta. Vic
turniano mandaba traer de Pars su ropa blanca, sus trajes,
sus guantes, sus perfumes. Victurniano haba querido un
hermoso caballo ingls para montar, un caballo de tlburi
y un tlburi. El seor Du Croisier tena un caballo ingls y
un tlburi. Acaso la nobleza poda dejarse eclipsar por la
burguesa? Adems, el joven conde haba querido un criado
con la librea de su casa. Halagando con la idea de dar el
tono a la ciudad, al departamento, a la juventud, haba en
trado en el mundo de los caprichos y del lujo, que tanto
desean los jvenes guapos e inteligentes, Chesnel provea
a todo, no sin usar, como los antiguos parlamentos, el dere
cho de reconvencin, pero con suavidad anglica.
Es una lstima que un hombre tan bueno sea tan
fastidioso decase Victurniano cada vez que el notario
aplicaba una suma a alguna llaga sangrante.
Viudo y sin hijos, Chesnel haba adoptado al hijo de su
antiguo seor en el fondo de su corazn; gozaba al verle
atravesar la calle mayor de la ciudad, sentado en el doble
cojn de su tlburi, ltigo en mano, con una rosa en el ojal,
lindo, bien vestido, envidiado por todo el mundo. Cuando, en
una necesidad urgente, una prdida en el juego en casa de
los Troisville, en casa del duque de Verneuil, en la prefec
tura o en casa del recaudador general, Victurniano iba, con
voz tranquila, mirada inquieta, al encuentro de su providen
cia, el viejo notario, en una modesta casa de la calle del
Bercail, haba triunfado con slo dejarse ver.
Hola!, qu os ocurre, seor conde? le preguntaba el
anciano con voz alterada.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

1 79

En las grandes ocasiones, Victurniano se sentaba, asuma


un aire melanclico y soador y se dejaba interrogar, ha
ciendo mil melindres. Despus de haber dado pie para las
mayores ansiedades del buen hombre, que empezaba a te
mer las consecuencias de una disipacin tan sostenida, con
fesaba un pecadillo pagado con un billete de mil francos.
Chesnel posea alrededor de doce mil libras de renta. Este
fondo no era inagotable. Los ochenta mil francos devorados
constituan sus ahorros reservados para la poca en que el
marqus enviase a su hijo a Pars o para facilitarle una bue
na boda. Clarividente cuando Victurniano no se hallaba
en su presencia, Chesnel perda una a una las ilusiones que
acariciaban el marqus y su hermana. Reconociendo en
aquel muchacho una ausencia total de espritu de conduc
ta, deseaba casarle con alguna noble joven, inteligente y
prudente. Preguntbase cmo un joven poda pensar tan
bien y portarse tan mal, viendo que haca maana lo con
trario de lo que haba prometido el da antes. Pero nunca
hay que esperar nada bueno de los jvenes que confiesan
sus faltas, se arrepienten de ellas y vuelven a cometerlas.
Los jvenes de un gran carcter slo se confiesan sus faltas
a s mismos y ellos mismos se castigan por ellas. En cuanto
a los dbiles, vuelven a caer en el hoyo al encontrar dema
siado difcil el sortearlo. Victurniano, en quien parecidos
tutores, de consumo con sus compaeros y con sus hbitos,
haban hecho flexible el resorte del orgullo secreto de los
grandes hombres, haba llegado repentinamente a la debili
dad de los voluptuosos en el momento de su vida en que,
para poder ejercitarse, su fuerza habra tenido necesidad
del rgimen de contrariedades y miserias que form al prn
cipe Eugenio, a Federico II y a Napolen. Chesnel adverta
en Victurniano aquella indomable aficin a los placeres que
debe ser la herencia de los hombres dotados de grandes
facultades y que sienten la necesidad de equilibrar el fati
goso ejercicio de stas por iguales compensaciones a base
de goces, pero que llevan al abismo a las personas que sola
mente sirven para los placeres. El buen hombre se alarmaba
cada vez ms; pero cada vez le tranquilizaban tambin las
profundas ocurrencias y la gran inteligencia que hacan a
aquel joven tan notable en muchos aspectos. Decase a s

180

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

mismo lo que deca el marqus cuando el rumor de alguna


escapada llegaba a sus odos: "Hay que esperar a que pase
la juventud! Cuando Chesnel se quejaba al Caballero de la
tendencia del joven corde a contraer deudas, el Caballero
le escuchaba preparando una pulgarada de rap con aire
burln.
Explicadme, entonces, lo que es la Deuda pblica, que
rido Chesnel le responda. Qu demontre! Si Francia
tiene duedas, por qu no habra de tenerlas tambin Victurniano? Hoy como siempre, los prncipes tienen deudas.
Querrais que por casualidad Victurniano os aportase eco
nomas? Sabis lo que hizo nuestro gran Richelieu, no el
cardenal, que era un miserable que mataba a la aristocracia,
sino el mariscal, cuando su nieto, el prncipe de Chinon, el
ltimo de los Richelieu, le dijo que no haba gastado en la
Universidad el dinero de sus placeres menudos?
No respondi Chesnel.
Pues arroj la bolsa por la ventana a un barrendero
de la calle, diciendo a su nieto: Es que aqu no te ense
an a ser prncipe?"
Chesnel bajaba la cabeza, sin decir una palabra. Luego,
por la noche, antes de dormirse, el honrado anciano pensa
ba que estas doctrinas eran funestas en una poca en la
que la polica correccional exista en todo el mundo: vea
en ellas en germen la ruina de la gran casa De Esgrignon.
Sin estas explicaciones, que describen todo un aspecto
de la historia de la vida provincial bajo el Imperio y la
Restauracin, hubiera sido difcil comprender la escena
por la cual empieza esta aventura y que tuvo lugar hacia
el fin del mes de octubre del ao 1822, en el Gabinete de
Antigedades, una noche, junto al fuego, cuando los nobles
asiduos, las viejas condesas, las jvenes marquesas y las
simples baronesas haban saldado sus cuentas. El anciano
aristcrata se paseaba a lo largo del saln, donde la seo
rita De Esgrignon iba apagando ella misma las bujas en
las mesas; no paseaba solo: estaba con el Caballero. Aque
llos dos vestigios del siglo precedente hablaban de Vic
turniano.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

181

S, marqus deca el caballero, vuestro hijo est


perdiendo aqu el tiempo y su juventud; es preciso que le
enviis a la corte.
Siempre he pensado que, si mi edad avanzada me im
peda ir a la corte, donde, dicho sea entre nosotros, no s
lo que hara al ver lo que sucede y en medio de gente nueva
a la que recibe el rey, habra de enviar por lo menos a mi
hijo a presentar nuestros homenajes a Su Majestad. El
rey debe dar algo al conde, algo as como un regimiento,
con objeto de ponerle en condiciones de ganarse sus espue
las. Mi to el arzobispo sufri un cruel martirio y yo pele
sin abandonar el campo como aquellos que creyeron su
deber seguir a los prncipes: a mi modo de ver, el rey era
Francia y su nobleza deba rodearle. Pues bien, nadie piensa
en nosotros, siendo as que Enrique IV habra escrito ya
a los De Esgrignon: Venid, amigos tnos; hemos ganado la
partida. En fin, somos algo mejor que los Troisville, y he
aqu que dos Troisville han sido nombrados pares de Fran
cia y otro es diputado de la nobleza (tomaba los grandes
colegios electorales por las asambleas de su orden). Real
mente, no se acuerdan de nosotros, como si no existira
mos. Yo aguardaba el viaje que los prncipes haban de
hacer por aqu; pero los Prncipes no vienen a nosotros;
es preciso, pues, ir a ellos.
Estoy encantado de saber que pensis presentar al
mundo a nuestro querido Victurniano dijo hbilmente el
Caballero. Esta ciudad es un hoyo en el que ese mucha
cho no debe enterrar su talento. Todo lo que aqu puede
encontrar es alguna normanda tonta, fea y rica. Qu hara
de ella?... Su mujer? Santo Dios!
Espero que no se casar antes de haber obtenido al
gn buen cargo del reino o de la corona dijo el anciano
marqus. Pero hay dificultades graves.
He aqu las nicas dificultades que el marqus adverta
en el ingreso de la carrera para su hijo:
Mi hijo prosigui despus de una pausa marcada
por un suspiro, el conde De Esgrignon, no puede presen
tarse descalzo; es preciso equiparle. Ay!,, ya no tenemos,
como hace siglos, nuestros nobles de squito. Ah! Caballe
ro, esta demolicin de arriba abajo me encuentra siempre

182

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

al da siguiente del primer martillazo dado por el seor


de Mirabeau. Actualmente, ya no se trata ms que de tener
dinero; es todo lo que veo de claro en los beneficios de la
Restauracin. El Rey no os pregunta si descendis de los
Valois, si sois uno de los conquistadores de la Galia; os
pregunta si pagis mil francos de impuestos. Por lo tanto,
no podra enviar al conde a la corte sin unos veinte mil
escudos...
S, con esa bagatela dijo el Caballero podr hacer
una buena presentacin.
Bien dijo la seorita Armanda, he rogado a Chesnel que viniese esta noche. Creeras, caballero, que desde
el da en que Chesnel me propuso que me casase con ese
miserable de Du Croisier...
Ah, fue realmente algo indigno, seorita! exclam
el Caballero.
Imperdonable! dijo el marqus.
Bien repuso la seorita Armanda, mi hermano no
ha podido resolverse nunca a pedirle algo a Chesnel.
A vuestro antiguo criado? repuso el Caballero.
Ah!, marqus; pero si le harais a Chesnel un honor, un
honor por el que os quedara agradecido hasta su ltimo
suspiro.
No respondi el aristcrata, no parece digna la
cosa.
No se trata de dignidad; la cosa es necesaria repuso
el Caballero.
Jams! exclam el marqus, respondiendo con un
gesto que decidi al Caballero a arriesgar un gran golpe
para ilustrar al anciano.
Bien dijo el Caballero, si no lo sabis, os dir que
Chesnel le ha dado ya algo a vuestro hijo, algo as como...
Mi hijo es incapaz de haber aceptado nada de Chesnel
exclam el anciano irguindose e interrumpiendo al Ca
ballero. Habr podido pediros a vos veinticinco luises...
Algo as como cien m il. libras prosigui diciendo
el Caballero.
El conde De Esgrignon le debe cien mil libras a un
Chesnel! exclam el anciano dando muestras de un pro
fundo dolor. Ah!, si no fuese hijo nico, esta noche par-

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

183

liria para las Islas con patente de capitn. Deber dinero


a usureros con los cuales uno queda en paz por medio de
grandes intereses, est bien; pero a Chesnel, un hombre
al que se est ligado por lazos de afecto!...
S, nuestro adorable Victurniano se ha comido cien
mil libras, querido marqus repuso el Caballero, sacu
diendo de su chaleco unos granos de tabaco que haban
cado en l; es poco, ya lo s. A su edad, yo... En fin, deje
mos nuestros recuerdos, marqus. El conde se halla en pro
vincias; no est mal, ir lejos; yo le veo los desrdenes de
los hombres que ms tarde realizan grandes cosas...
Y est durmiendo ah arriba sin haberle dicho nada
de ello a su padre! exclam el marqus.
Duerme con la inocencia de un nio que todava no ha
causado la desgracia ms que de cinco o seis burguesitas,
V al que ahora hacen falta duquesas respondi el Ca
ballero.
Entonces est reclamando para s la carta de sello.
Ellos han suprimido las cartas de sello dijo el Caba
llero. Cuando se ha tratado de crear una justicia excep
cional, sabis como ha gritado la gente. No hemos podido
mantener los tribunales prebostales llamados por el seor
de Buonaparte comisiones militares.
Bien, entonces, qu va a ser de nosotros cuando ten
gamos hijos locos o que sean unos sujetos demasiado ma
los? No podremos hacerlos encerrar, entonces? dijo el
marqus.
El Caballero contempl a aquel padre desesperado y no
se atrevi a responderle: "Nos veremos obligados a edu
carlos bien...
Y vos no me habais dicho nada de todo ello, seorita
De Esgrignon repuso el marqus interpelando a su her
mana.
Estas palabras indicaban siempre que estaba indignado,
porque generalmente la llamaba hermana.
Pero, seor, cuando un joven lleno de vida permanece
ocioso en una ciudad como sta, qu queris que haga?
dijo la seorita De Esgrignon, que no comprenda la
clera de su hermano.

184

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Diantre!, deudas repuso el Caballero; juega, tiene


pequeas aventuras, caza; todo ello cuesta mucho en estos
das.
Vamos dijo el marqus, ya es hora de que le en
viemos al rey. Maana escribir a nuestros parientes.
Conozco un poco a los duques de Navarreins, de Lenoncourt, de Maufrigneuse, de Chaulieu dijo el Caballe
ro, que, sin embargo, se saba bien olvidado.
Querido caballero, no hay necesidad de tantas cosas
para presentar a un De Esgrignon a la corte interrum
pile el marqus. Cien mil libras! se dijo. Ese Chesnel es muy osado! He ah los efectos de esos malditos dis
turbios. El seor Chesnel protegiendo a mi hijo! Y es
preciso que yo le pida!... No, hermana, vos arreglaris este
asunto. Chesnel recibir garantas sobre nuestros bienes
para el total. Luego lavaris la cabeza a ese joven atolon
drado, porque acabara arruinndose.
Al Caballero y a la seorita De Esgrignon les parecan
sencillas y naturales estas palabras, tan cmicas para cual
quier otra persona que las hubiera odo. Lejos de esto,
aquellos dos personajes quedaron muy emocionados por la
expresin casi dolorosa que se pint en las facciones del
anciano. En aquel momento, el seor De Esgrignon se ha
llaba bajo el peso de algn presentimiento siniestro. Fue
a sentarse en una poltrona, juxto a la lumbre, olvidndose
de Chesnel, que haba de presentarse y al cual no quera
pedirle nada.
El marqus De Esgrignon tena entonces las facciones
que quisieran que tuviera las imaginaciones algo poticas.
Su cabeza casi calva posea an unos cabellos blancos se
dosos, en la parte posterior de la cabeza, cayendo en gue
dejas lisas, pero rizadas en sus extremos. Su hermosa fren
te llena de nobleza, aquella frente que se admira en la
cabeza de Luis XV, en la de Beaumarchais y en la del ma
riscal de Richelieu, no ofreca a la mirada ni la amplitud
cuadrada del mariscal de Sajonia, ni el crculo pequeo,
duro, apretado y demasiado lleno de Voltaire, sino una gra
ciosa forma convexa finamente modelada, de sienes suaves
y doradas. Sus ojos brillantes proyectaban aquel valor y
aquel fuego que no se extingue con la edad. Tena la nariz

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

185

de los Cond, la amable boca de los Borbones, de la que


no salen ms que palabras ingeniosas o de bondad, como
las que siempre deca el conde de Artois. Sus mejillas, ms
bien hundidas que redondas, estaban en consonancia con
su cuerpo enjuto, con sus piernas finas y su mano tornea
da. Tena el cuello apretado por una corbata puesta como
la de los marqueses representados en todos los grabados
que exornan las obras del siglo pasado, y que veis en
Saint-Preux como en Lovelace, en los hroes del burgus
Diderot como en los del elegante Montesquieu (vase las
primeras ediciones de las obras de estos autores). El mar
qus llevaba siempre un gran chaleco blanco bordado de
oro, sobre el cual brillaban la banda de comendador de
San Luis; un traje azul con grandes faldones flordelisados,
singular indumentaria que haba sido adoptada por el rey;
[icro el marqus no haba abandonado el pantaln fran
cs, ni las medias de seda blanca, ni las hebillas. Desde las
seis de la tarde apareca ataviado con sus mejores galas.
No lea ms que la Quotidienne y la Gazette de France, dos
peridicos a los que las hojas constitucionales acusaban
de oscurantismo, de mil enormidades monrquicas y reli
giosas, y que el marqus encontraba llenos de herejas
y de ideas revolucionarias. Por exagerados que sean les
rganos de una opinin, estn siempre por debajo de los
puros de su partido; de la misma manera que el pintor de
este magnfico personaje ser ciertamente tildado de haber
rebasado lo verdadero, siendo as que atena algunos tonos
demasiado crudos y apaga las partes demasiado ardientes
de su modelo.
El marqus De Esgrignon haba puesto sus codos sobre
las rodillas y la cabeza entre las manos. Todo el rato que
estuvo as meditando, la seorita Armanda y el Caballero
se estuvieron mirando sin comunicarse sus ideas. Es que
el marqus sufra al pensar que debera el porvenir de
su hijo a su antiguo administrador? Dudaba de la acogida
que se dispensara al joven conde? Lamentaba no haber
preparado nada para la entrada de su heredero en el mun
do brillante de la corte, permaneciendo en un rincn de
nrovincias, donde le haba retenido su pobreza, ya que.

186

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

cmo habra podido presentarse a la corte? Dio un profun


do suspiro al levantar la cabeza.
Este suspiro era uno de los que daba entonces la verda
dera y leal aristocracia, la de los nobles de provincia, en
tonces tan postergados como la mayor parte de los que
haban echado mano de la espada y resistido durante la
tormenta.
Qu se ha hecho por los Du Gunic, por los Fontaine,
por los Bauvan, que jams se sometieron? djose en voz
baja. A los que lucharon ms valerosamente se les han
arrojado mseras pensiones, alguna lugartenencia de rey en
una fortaleza, en la frontera!
Era evidente que el marqus dudaba de la realeza. La
seorita De Esgrignon trataba de tranquilizar a su her
mano sobre el porvenir de aquel viaje, cuando oy sobre
el pavimento de la calle, a lo largo de las ventanas del sa
ln, unos pasos que anunciaban la llegada de Chesnel. El
notario apareci pronto a la puerta de Josefino, el viejo
ayuda de cmara del conde, abri sin anunciar.
Chesnel, muchacho...
El notario contaba sesenta y nueve aos de edad, posea
una cabeza robusta, un rostro cuadrado, venerable, llevaba
unos pantalones de una anchura que habran merecido de
Sterne una descripcin pica; zapatos con hebillas de plata,
vestido en forma de casulla y un gran chaleco de tutor...
... Te has portado muy mal al prestar dinero al conde
De Esgrignon! Mereceras que yo te lo devolviese ahora
mismo y que no te volviramos a ver nunca ms, puesto que
has dado alas a sus vicios.
Hubo un momento de silencio, como en la corte cuando
el rey reprende pblicamente a un cortesano. El viejo no
tario mantena una actitud humilde y contrita.
Chesnel; esa criatura me inquieta repuso el marqus
con bondad; quiero enviarlo a Pars para servir al rey.
T te entenders con mi hermana para que haga all una
buena presentacin... Ya arreglaremos cuentas...
El marqus se retir gravemente, saludando a Chesnel
con un gesto familiar.
Doy las gracias al seor marqus por sus bondades
dijo el anciano, que permaneca en pie.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

187

La seorita Armanda se levant para acompaar a su


hermano; haba hecho sonar la campanilla; el ayuda de
cmara estaba junto a la puerta con una antorcha en la
mano para llevar a su seor a la cama.
Sentaos, Chesnel dijo la solterona al volver.
Con su delicadeza femenina, la seorita Armanda elimi
naba toda la rudeza que pudiera haber en la forma en que
el marqus trataba a su antiguo administrador, aun cuando
bajo esta rudeza Chesnel adivinase un magnfico afecto. El
afecto del marqus para con su antiguo servidor constitua
una pasin parecida a la que el amo siente por su perro,
y que le llevara a pelearse con quien diera a ste una
patada: lo considera como una parte integrante de su exis
tencia, como una cosa que sin ser completamente l mis
mo, le representa en lo que ms quiere, en sus sentimientos.
Ya era hora de hacer que el seor conde abandonase
esta ciudad dijo sentenciosamente el notario.
S respondi ella. Se ha permitido alguna nueva
travesura?
No, seorita.
Bien, entonces, por qu le acusis?
Seorita, yo no le acuso. No, yo no le acuso. Estoy
muy lejos de acusarle. Nunca le acusar, haga lo que haga!
La conversacin decay. El Caballero, eminentemen
te comprensivo, se puso a bostezar como un hombre espo
leado por el sueo. Se disculp elegantemente por tener
que abandonar el saln y sali, teniendo tantas ganas de
dormir como de ahogarse: el demonio de la curiosidad le
haca tener muy abiertos los ojos, y con su mano delicada
quitaba el algodn que llevaba en las orejas.
Bien, Chesnel dijo la seorita Armanda, estupefac
ta. ocurre algo?
S repuso Chesnel, se trata de cosas de las que es
imposible hablar al ser marqus: caera fulminado por un
ataque de apopleja.
Decid, pues repuso la joven inclinando la hermosa
cabeza sobre el respaldo de su poltrona y dejando caer los
brazos a lo largo de su cintura como una persona que espe
ra el golpe de la muerte sin ofrecer resistencia.

188

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Seorita, el seor conde, que es tan inteligente, es


juguete de cierta gentuza que est acechando el momento
de una gran venganza: quisieran vernos arruinados, humi
llados. El presidente del tribunal, seor Du Ronceret, tiene,
como ya sabis, las ms altas pretensiones nobiliarias...
Su abuelo era procurador dijo la seorita Armanda.
Lo s dijo el notario; por ello no le habis recibido
en vuestra casa; tampoco va a casa de los seores de Troisville, ni a la del duque de Verneuil, ni a la del marqus de
Casteran; pero es uno de los pilares del saln Du Croisier.
El seor Fabin du Ronceret, con el cual vuestro sobrino
puede ir sin comprometerse demasiado (le hacen falta com
paeros), es el consejero de todas sus locuras; l y otros
dos o tres que son del partido de vuestro enemigo, del ene
migo del Caballero, de todo aquel que no respira venganza
contra vos y contra toda la aristocracia. Todos esperan
arruinaros por medio de vuestro sobrino, verle caer en el
fango. Esta conspiracin est dirigida por ese sicofante de
Du Croisier, que se las da de realista; su pobre mujer lo
ignora todo, ya la conocis; yo lo habra sabido antes si
ella tuviese odos para or el mal. Durante algn tiempo
esos jvenes locos no estaban en el secreto; pero, a fuerza
de rer, los que los dirigan se han comprometido, los ton
tos han comprendido, y desde las ltimas travesuras del
conde han dicho algunas palabras mientras estaban borra
chos. Estas palabras me han sido comunicadas por personas
a las que daba pena ver un joven tan guapo, tan noble y
simptico perdindose en los placeres. En estos momentos
le compadecen; dentro de unos das ser... No me atrevo...
Despreciado. Decidlo, decidlo, Chesnel! exclam con
acento dolorido la seorita Armanda.

Ay!, cmo queris impedir que las mejores personas


de la ciudad, que no saben qu hacer desde la maana hasta
la noche, controlen las acciones de su prjimo? As, hay al
guien que ha calculado las prdidas del seor conde en el
juego. He aqu que desde hace dos meses ha perdido treinta
mil francos; y todo el mundo se pregunta de dnde los saca.
Cuando alguien habla de ello delante de m, los llamo al
orden. "Ah!, pero... creis les deca yo esta maana
que porque Ies han arrebatado los derechos tiles y las tie-

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

189

n as a los De Esgrignon, tambin se ha echado mano a sus


tesoros? El joven conde tiene derecho a comportarse a su
modo; y mientras no os deba a vosotros, no tenis derecho
a decir nada."
La seorita tendi su mano, en la que el anciano notario
puso un beso respetuoso.
Mi buen amigo Chesnel..., cmo haris para enconIral el dinero para ese viaje? Victurniano no puede ir a la
corte sin ocupar en ella el rango que le corresponde.
Oh!, seorita, he tomado prestado...
Cmo! No tenais nada? Dios mo, cmo haremos
liara recompensaros? exclam.
Aceptando los cien mil francos que tengo a vuestra
disposicin. Ya comprenderis que el prstamo ha sido he
cho en secreto para no desconsideraros. A los ojos de la
ciudad, yo pertenezco a la casa De Esgrignon.
Los ojos de la seorita Armanda se llenaron de lgrimas;
Chesnel, al verlas, cogi un pliegue del vestido de la noble
joven y lo bes.
Todo eso no ser nada dijo. El trato con los bellos
salones de Pars cambiar el curso de las ideas del joven.
Y aqu, realmente, vuestros viejos amigos son los corazo
nes ms nobles, las personas ms dignas del mundo, pero
no son divertidos. El seor conde, para no aburrirse, se ve
obligado a descender, y acabara envilecindose.
Al da siguiente, el viejo coche de viaje de la casa De Es
grignon fue llevado al guarnicionero para su reparacin.
El joven conde fue solemnemente advertido por su padre,
despus del desayuno, acerca de las intenciones concebidas
con respecto a l: ira a la corte a pedir servicio al rey;
mientras estuviera de viaje haba de decidirse por una ca
rrera: la marina o el ejrcito de tierra, los ministerios o
las embajadas, la casa del rey; no tena ms que escoger,
v todos los caminos le seran expeditos. El rey estara sin
iluda agradecido a los De Esgrignon de qtie no le hubieran
pedido nada, de haber reservado los favores del trono para
el heredero de la casa.
Despus de sus locuras, el joven De Esgrignon haba
atisbado los placeres del mundo parisiense y juzgado la
vida real. Como para l se trataba de abandonar la pro

190

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

vincia y la casa paterna, escuch gravemente la alocucin


de su venerable padre, sin responderle que ya no se ingre
saba ni en la marina ni en el ejrcito como antao; que
llegar a ser subteniente de caballera sin pasar por las es
cuelas especiales era casi imposible; que los hijos de las
familias ms ilustres iban a Saint-Cyr y a la escuela poli
tcnica, ni ms ni menos que los hijos de plebeyos, despus
de concursos pblicos en los que los aristcratas se exponan
a ser aventajados por los villanos. Al ilustrar a su padre,
corra el peligro de no disponer del dinero necesario para
una estancia en Pars; dej, pues, que el marqus y su ta
Armanda creyesen que tendra que subir a las carrozas del
rey, aparecer en el rango que se atribuan los De Esgrignon
actuales y codearse con los ms grandes seores. Preocupa
do por no poder darle a su hijo ms que un domstico para
que le acompaase, el marqus le ofreci su viejo ayuda de
cmara Josefino, hombre de confianza que cuidara de l,
que velara fielmente por sus asuntos y del cual el pobre
padre se desembarazaba, esperando sustituirlo ms tarde
por un joven domstico.
Acordaos, hijo mo le dijo, de que sois un Carol,
que vuestra sangre es una sangre pura d toda mala alian
za, que vuestro escudo tiene por divisa; Es nuestro!, que
os permite ir a todas partes con la cabeza alta y pretender
incluso a reinas. Haced honor a vuestro padre, como yo
hice al mo. Debemos al honor de nuestros antepasados el
poder mirar todas las cosas frente a frente, y no tener
que doblar la rodilla ms que delante de Dios y del rey.
He aqu el mayor de vuestros privilegios.
El bueno de Chesnel haba asistido al almuerzo; no se
haba preocupado de las recomendaciones herldicas ni de
las cartas a las potencias del da; pero haba pasado la no
che escribiendo a uno de sus viejos amigos, uno de los
notarios ms antiguos de Pars. La paternidad facticia y
real de Chesnel con respecto a Victumiano quedara incom
prendida si omitiramos transcribir esta carta, comparable
quizs al discurso de Ddalo . Icaro. Acaso no es preciso
remontarse a la mitologa para encontrar comparaciones
dignas de este hombre verdaderamente clsico?

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

191

Mi querido y respetable Sorbier,


"Recuerdo con agrado haber hecho mis primeras armas
en nuestra honorable carrera en casa de tu padre, donde t
me amabas, siendo como era yo un pobre y pequeo pa
sante. A estos recuerdos, tan dulces a nuestros corazones,
apelo para pedirte el nico favor que te habr pedido en el
l ranscurso de nuestra larga vida, surcada por catstrofes
polticas a las cuales quiz debo el honor de llegar a ser
colega tuyo. Este favor, amigo mo, te lo pido, hallndome
al borde de la tumba, en nombre de mis canas, que caeran
de dolor si no hicieras caso de mis ruegos. Sorbier, no se
trata ni de m ni de los mos. He perdido a la pobre seora
t'hesnel y no tengo hijos. Ay!, se trata algo ms que de mi
lamilia, si tuviese una; se trata del hijo nico del seor
marqus De Esgrignon, de quien tuve el honor de ser admi
nistrador cuando sal del despacho al que su padre me haba
enviado, a sus expensas, con la intencin de que me labrase
un porvenir. Esta casa, en la que me he criado, ha sufrido
todas las desdichas de la Revolucin. He podido salvar al
gunos de sus bienes, pero qu es ello en comparacin de
la opulencia perdida? Sorbier, no sabra cmo expresarte
hasta qu punto me siento unido a esta gran casa, que he
visto a punto de caer en el abismo del tiempo; la proscrip
cin, la confiscacin, la vejez y la falta de hijos. Cuntas
desgracias! El seor marqus se cas; su mujer muri al
tlar a luz al joven conde; actualmente no queda otro bien
viviente ms que este noble, querido y precioso pariente.
El destino de esta casa reside en ese joven, el cual ha con
trado algunas deudas divirtindose aqu. Qu se puede
hacer en provincias con cien miserables luises? S, amigo
mo, cien luises; he ah donde se encuentra la gran casa
De Esgrignon. En este extremo, su padre ha sentido la
necesidad de enviarle a Pars para reclamar all el favor
del rey. Pars es un lugar muy peligroso para la juventud.
1lace falta la dosis de razn que nos hizo notarios para
poder vivir en esa ciudad prudentemente. Por otra parte,
vo me desesperara si supiese que esa pobre criatura vive
en las privaciones que nosotros conocimos. Te acuerdas
de la alegra con que compartiste mi bocdillo, en el Teatro
Francs, cuando nos quedamos all un da y una noche para

192

1. DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

ver la representacin de Los bodas de Fgaro? Qu tontos


ramos! ramos pobres y felices, pero un noble no podra
ser feliz en la indigencia. La indigencia de un noble es
algo contra naturaleza. Ah!, Sorbier, cuando uno ha tenido
la dicha de haber detenido por su propia mano la cada
de uno de los ms hermosos rboles genealgicos del reino,
es tan natural que se le profese cario, que se le ame, rie
gue, quiera que vuelva a florecer, que no te asombrars
de las precauciones que me tomo y de que me oigas recla
mar el concurso de tus luces para hacer llegar a buen tr
mino a nuestro joven. La casa De Esgrignon ha destinado
la suma de cien mil francos a los gastos de viaje del seor
conde. Ya vers cmo no hay en todo Pars un joven que
pueda comparrsele. Te interesars por l como por un hijo
nico. En fin, estoy seguro de que la seora Sorbier no
dudar en secundarte en la tutela moral de que quedas
por m investido. La pensin del conde Victurniano ha
sido fijada en dos mil francos mensuales; pero empezars
por entregarle diez mil para sus primeros gastos, as, la
familia ha provisto para dos aos de estancia, aparte el
caso de un viaje al extranjero, para el cual ya veramos
entonces de tomar nuevas medidas. Asciate, mi viejo ami
go, a esta obra, y ten los cordones de la bolsa un poco ti
rantes. Sin amonestar al seor conde, somtele tus consi
deraciones, retnle tanto como puedas y procura que no
anticipe un mes sobre otro sin razones de peso, porque no
convendra desesperarle en una circunstancia en que el ho
nor quedase comprometido. Infrmate de sus pasos, de lo
que hace, de las personas que frecuente; vigila sus relacio
nes. El Caballero me ha dicho que una bailarina de la
pera resultaba a menudo menos cara que una mujer de
la corte. Infrmate sobre este punto y dame tu respuesta.
La seora Sorbier podra, si t ests demasiado ocupado,
saber lo que haga ese joven, adonde va y de dnde viene.
Quiz le agrade la idea de convertirse en el ngel de la
guarda de un muchacho tan simptico y noble. Dios le agra
decer el haber aceptado tan santa misin. Tal vez su cora
zn se estremezca al enterarse de los peligros que corra
el seor conde Victurniano en Pars; ya lo veris: es tan
hermoso como joven, tan inteligente como confiado. Si se

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

193

iTitusiasmase con alguna mala mujer, la seora Sorbier po


dra advertirle mejor que t de todos los peligros. Va
acompaado de un viejo domstico que podr contarte
muchas cosas. Sondea a Josefino, al que he dicho que te
consulte en las circunstancias delicadas. Pero por qu ha
bi de decirte ms? Hemos sido pasantes y pillos; acur
date de nuestras escapadas, amigo mo. Los sesenta mil
trancos te sern entregados en un bono del Tesoro por
mano de un seor de nuestra ciudad que se dirige a Pars.
etctera.
Si la anciana pareja hubiera seguido las instrucciones
de Chesnel, habrase visto obligada a pagar a tres espas
para que vigilasen al conde De Esgrignon. Sin embargo,
haba una gran prudencia en la eleccin del depositario. Un
banquero da fondos, en tanto los hay en su caja, a aquel
que tiene crdito con l; mientras cada vez que el conde
necesitase dinero tendra que acudir al notario, el cual
ciertamente usara del derecho de reprenderle si hiciera
taita. Victurniano estuvo a punto de traicionar la alegra
que senta al enterarse de que dispondra de dos mil iran
ios mensuales. No saba nada de Pars. Con este dinero
crea poder llevar una vida de prncipe.
El joven prncipe parti al da siguiente, acompaado
de las bendiciones de todos los asiduos del Gabinete de
Antigedades, abrazado por las seoras ancianas, colmada
de buenos deseos de parte de los que le despidieron, segui
do fuera de la ciudad por su anciano padre, por su hermana
v por Chesnel, los cuales tenan los ojos llenos de lgrimas,
lista sbita partida fue objeto durante varias veladas de
las conversaciones de la ciudad, y sobre todo preocup a
los corazones odiosos del saln Du Croisier. Despus de
haber jurado la ruina de los De Esgrignon, el antiguo abas
tecedor, el presidente y sus adeptos vean escaprseles la
presa. Su venganza estaba basada en los vicios de aque1
atolondrado joven, que ahora quedaba fuera de su alcance.

III

VICTURNIANO
Una tendencia natural al espritu humano, que a menudo
convierte en libertina a la hija de una devota, y en devota
a la hija de una mujer ligera; la ley de los contrarios, que
sin duda es la resultante de la ley de los similares, arrastra
ba a Victurniano hacia Pars por un deseo al cual habra
sucumbido, rodeado de caras dulces y tranquilas que le
sonrean, de excelentes sirvientes encariados con sus due
os y en consonancia con el tono antiguo de aquella man
sin, aquel nio no haba visto ms que a amigos respeta
bles, Con excepcin del caballero secular, todos los que le
rodeaban eran de manera afectadas, palabras decentes y sen
tenciosas. Habase visto acariciado por aquellas mujeres
de vestido gris y mitones bordados que os ha descrito
Blondet. El interior de la casa paterna estaba decorado con
un viejo lujo que no inspiraba ms que los pensamientos
menos locos. En fin, instruido por un abate sin falsa reli
gin, lleno de la amenidad de los ancianos a caballo sobre
estos dos siglos que traen al maestro las rosas secas de
su experiencia y la flor marchita de costumbres de su ju
ventud, Victurniano, al que todo debiera haber modelado
conforme a costumbres serias, a quien todo aconsejaba que
continuase la gloria de una casa histrica, tomando su vida
como algo grande y hermoso, daba odo a las ms peligro
sas ideas. Vea en su nobleza un estribo apto para elevarle

196

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

por encima de las dems personas. Al golpear aquel dolo


incensado en la casa paterna, haba percibido que estaba va
co por dentro. Habase convertido en el ms horrible de
los seres sociales y el ms fcil de encontrar, un egosta
consecuente. Llevado por la religin aristocrtica del yo a
seguir sus caprichos, alentado por los primeros que cuida
ron de su infancia y por los primeros compaeros de sus
locuras de adolescente, habase acostumbrado a no apreciar
ms que aquello que le reportara placer y a ver cmo las
almas buenas reparaban sus necedades, complacencia perni
ciosa que haba de perderle. Su educacin, por hermosa y
piadosa que fuese, tena el defecto de haberle aislado de
masiado, de haberle ocultado el tren de vida de su poca,
que ciertamente no es el tren de vida de una ciudad pro
vinciana: su verdadero destino le llevaba ms arriba. Haba
contrado el hbito de no apreciar el hecho en su valor so
cial, sino relativo; hallaba sus acciones buenas en razn
de su utilidad. Como los dspotas, haca la ley para la cir
cunstancia; sistema que es a las acciones del vicio lo que
la fantasa es a las obras de arte, una perpetua causa de
irregularidad. Dotado de una ojeada penetrante y rpida,
vea bien y exacto, pero obraba de prisa y mal. Un no s
qu de incompleto, que no se explica y que se encuentra
en muchos jvenes, alteraba su conducta. A pesar de su
pensamiento activo, tan sbito en manifestaciones, tan
pronto como la sensacin hablaba, el cerebro oscurecido
pareca haber dejado de existir. Habra asombrado a los
prudentes y era capaz de asombrar a los necios. Su deseo,
como una rfaga tempestuosa, cubra en seguida los espa
cios lcidos y claros de su cerebro; luego, despus de las
disipaciones contra las cuales se encontraba sin fuerzas,
caa en abatimientos de cabeza, corazn y cuerpo, en com
pletas postraciones en las que quedaba casi como un idiota:
carcter idneo para arrastrar a un hombre por el fango
cuando queda entregado a s mismo, a conducirle a la cs
pide del Estado cuando se halla sostenido por la mano de
un amigo sin piedad. Ni Chesnel, ni el padre, ni la ta ha
ban podido penetrar en aquella alma que en tantos aspec
tos participaba de lo potico, pero afectaba de una espan
tosa debilidad en su centro.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

197

Cuando Victurniano estuvo a algunas leguas de su ciudad


natal no experiment la menos nostalgia: ya no pens en
su anciano padre, que le amaba como a diez generaciones,
ni en su ta, cuya abnegacin era casi insensata. Aspiraba
a Pars con una violencia fatal, habase trasladado all
siempre con el pensamiento, como en un mundo fantsti
co, y haba colocado all la escena de sus ms bellos sue
os. Crea que all gozara de la misma preponderancia
que en la ciudad y en el departamento, donde reinaba el
nombre de su padre. Lleno no de orgullo, sino de vanidad,
sus goces aumentan con toda la grandeza de Pars. Fran
quea la distancia rpidamente. Al igual que su pensamiento,
su coche no puso transicin alguna entre el horizonte limi
tado de su provincia y el mundo enorme de la capital. Baj
por la calle de Richelieu, hospedse en un bello hotel cerca
del bulevar y apresurse a tomar posesin de Pars como
un caballo hambriento se precipita hacia un prado. Pronto
hubo percibido la diferencia entre los dos lugares. Asom
brado ms que intimidado por aquel cambio, reconoci,
con la prontitud de su inteligencia, cun poca cosa era l
en medio de aquella enciclopedia babilnica, cun grande
insensatez sera oponerse al curso de las ideas y de las
costumbres nuevas. Un solo hecho le bast. El da antes
haba entregado la carta de su padre al duque de Lenoncourt, uno de los seores franceses que ms gozaban del
favor del rey. Le haba encontrado en su magnfico hotel,
en medio de esplendores aristocrticos; al da siguiente le
encontr en el bulevar, a pie, con un paraguas en la mano,
callejeando, sin ninguna distincin, sin su cordn azul que
antao ningn caballero poda abandonar. Aquel duque y
par de Francia, primer gentilhombre de la cmara del rey,
no haba podido, a pesar de su gran cortesa, contener una
sonrisa al leer la carta de su pariente el marqus. Aquella
sonrisa haba indicado a Victurniano que haba ms de se
senta leguas entre el Gabinete de Antigedades y las Tulle
ras; haba una distancia de varios siglos.
En cada poca, el trono y la corte se han rodeado de
familias favoritas sin ningn parecido de nombres ni de
caracteres con las de otros reinados. En esta esfera parece
ser que lo que se perpeta es el hecho y no el individuo. Si

198

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

la historia no estuviera ah para probar esta observacin,


resultara increble. La corte de Luis XVIII pona enton
ces de relieve a hombres casi extraos a los que exor
naron la corte de Luis XV: los Rivire, los Blacas, los
D'Avaray, los DAmbray, los Vaublanc, Vitrolles, DAutichamp, la Rochejaquelein, Pasquier, Decazes, Lain, De Villle, la Bourdonnaye, etc. Si comparis la corte de Enri
que IV con la de Luis XIV, no encontraris en ella cinco
grandes casas que hayan subsistido: Villeroi, favorito de
Luis XIV, era el nieto de un secretario advenedizo bajo
Carlos IX. El sobrina de Richelieu ya casi no contaba all
para nada. Los De Esgrignon, casi omnipotentes bajo los
Valois, omnipotentes sin duda alguna bajo Enrique IV, ca
recan de oportunidades en la corte de Luis XVIII, que ni
siquiera se acordaba de ellos. Actualmente, unos nombres
tan ilustres como el de las casas soberanas, tales como los
Foix-Grailly, los De Hrouville, por falta de dinero, que es
el nico poder de estos tiempos, se hallan en una oscuridad
que equivale a la extincin. Tan pronto como Victumiano
hubo juzgado este mundo, y no lo juzg ms que en este
aspecto, sintindose ofendido por la igualdad parisiense,
monstruo que bajo la Restauracin acab de devorar el
ltimo fragmento del estado social, quiso reconquistar su
puesto con las armas peligrosas, aunque embotadas, que el
siglo dejaba a la nobleza: imit el comportamiento de aque
llos a quienes Pars conceda su costosa atencin, sinti la
necesidad de tener caballos, bellos coches, todos los acce
sorios del lujo moderno. Como le dijo De Marsay, el pri
mer dandy que l encontr en el primer saln en el que fue
introducido, era preciso colocarse a la altura de su poca.
Para desgracia suya, cay en el mundo de los libertinos
parisienses, de los De Marsay, de los Ronquerolles, de los
Mximo de Trailles, de los Lupeaulx, Rastignac, Vandenes
se, Ajuda-Pinto, Beaudenord, La Roche-Hugon y de los Manerville que encontr en casa de la marquesa de Espard,
de las duquesas de Grandlieu, de Carigliano, de Chaulieu,
de las marquesas de Aiglemont y de Listomre, de la seora
de Srizy, en la pera, en las embajadas, por dondequiera
que le llevaran su hermoso apellido y su aparente fortuna.
En Pars, un apellido de alta nobleza, reconocido y adopta

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

199

do por el Faubourg Saint-Germain, que conoce al dedillo


sus provincias, es un pasaporte que abre las puertas que
resultan ms difciles de hacer girar sobre sus goznes por
los desconocidos y por los hroes de la sociedad secundaria.
Victurniano hall a todos sus parientes amables y acogedo
res desde el momento en que no se present como pedi
geo: inmediatamente haba observado que el medio de
no obtener nada era pedir algo. En Pars, si el primer movi
miento es el de mostrarse protector, el segundo, mucho ms
duradero, es el de despreciar al protegido. El orgullo, la
vanidad, todos los sentimientos buenos y malos del joven
conde, indujeron a ste a asumir, por el contrario, una ac
titud agresiva. Los duques de Verneuil, de Hrouville, de
Lenoncourt, de Chaulieu, de Navarreins, de Grandlieu y de
Maufrigneuse, y las prncipes de Cadignan y de BlamontChauvry, se complacieron en presentar al rey aquel encan
tador vestigio de una vieja familia. Victurniano lleg a las
Tulleras con un coche en el que ostentaba el escudo de
armas de su casa; pero su presentacin le demostr que el
pueblo daba demasiadas preocupaciones al rey para que
ste pudiera pensar en la nobleza. Adivin inmediatamente
el ilotismo al que la Restauracin, apoyada por sus vejes
torios elegibles y por sus viejos cortesanos, haba conde
nado a los jvenes aristcratas. Comprendi que no haba
para l un lugar conveniente en la corte, ni en el Estado,
ni en el ejrcito, en fin, en ninguna parte. Se lanz, pues,
al mundo de los placeres. Presentse al Eliseo-Borbn, en
casa de la duquesa de Angulema, en el pabelln Marsan, y
encontr en todas partes testimonios de cortesa superficial
debidos al heredero de una antigua familia de la que se
acordaron cuando le vieron. Todava era mucho, un recuer
do. En la distincin con que honraban a Victurniano se en
cerraba la perspectiva de la dignidad de par de Francia y
buena boda; pero su vanidad le impidi declarar su posi
cin, y permaneci bajo las armas de su falsa opulencia.
Por otra parte, fue tan cumplimentado por su aspecto, tan
dichoso de su primer xito, que una vergenza experimen
tada por muchos jvenes, la vergenza de abdicar, le acon
sej que se mantuviera en su actitud. Tom un pequeo
apartamento en la calle del Bac, con una cuadra y todos

200

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

los accesorios de la vida elegante, a la que se encontr en


seguida condenado.
Esta puesta en escena exigi cincuenta mil francos, y el
joven conde los obtuvo, contra todas las previsiones del
prudente Chesnel, por un concurso de circunstancias impre
vistas. La carta de Chesnel lleg ciertamente a despacho de
su amigo, pero su amigo haba fallecido. Al ver una carta
de negocios, la seora Sorbier, viuda muy poco potica, la
entreg al sucesor del difunto. El seor Cardot, el nuevo
notario, dijo al joven conde que el mandato sobre el Tesoro
sera nulo si era a la orden de su predecesor. En respuesta
a la epstola tanto tiempo meditada por el viejo notario
de provincia, el seor Cardot escribi una carta de cuatro
lneas con el fin exclusivo de obtener la suma de que ha
blaba el seor Chesnel. ste hizo el mandato en nombre
del joven notario, el cual, poco susceptible de compaginar
con el sentimentalismo de su corresponsal y encantado de
ponerse a las rdenes del conde De Esgrignon, dio a Victurniano todo lo que ste le peda. Los que conocen la vida de
Pars saben que no son necesarios muchos muebles, co
ches, caballos y elegancia para alcanzar en gastos la suma
de cincuenta mil francos; pero deben considerar que Victurniano tuvo para una veintena de miles de francos deu
das en casa de sus proveedores, quienes de momento no
quisieron su dinero, ya que su fortuna fue en seguida muy
aumentada por la opinin pblica y por Josefino, especie
de Chesnel de librea.
Un mes despus de su llegada, Victurniano viose obli
gado a pedir de nuevo unos diez mil francos a su notario;
haba jugado al whist en casa de los duques de Navarreins,
de Chaulieu, de Lenoncourt y en el crculo. Tras haber ga
nado algunos miles de francos, pronto hubo perdido cinco
o seis mil, y sinti la necesidad de hacerse una bolsa de
juego. Victurniano tena el carcter que agrada a la gente
y que permite a los jvenes de buena familia colocarse al
nivel ms elevado. No solamente fue admitido como un
personaje en la banda de la juventud dorada, sino que
incluso fue en ella envidiado. Cuando se vio objeto de
envidia, experiment una satisfaccin embriagadora, poco
apta para inspirarle reformas. A tal respecto se port como

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

201

un insensato. No quiso pensar en los medios; ech mano


de sus recursos, cual si stos no hubieran de agotarse nun
ca, y prohibise a s mismo reflexionar sobre lo que le
ocurrira siguiendo este sistema. En este mundo disipado,
en este torbellino de fiestas, se admite siempre a los acto
res bajo sus brillantes atavos, sin preguntar por sus me
dios: no hay nada de peor gusto que discutirlos. Cada cual
debe perpetuar sus riquezas tal como la naturaleza perpe
ta la suyas, en secreto. La gente habla de las desgracias
acaecidas; se preocupa, en son de burla, de la fortuna de
aquellos a quienes no conoce, pero ah se detiene. Un jo
ven como Victurniano, apoyado por los poderosos del Faubourg Saint-Germain, y a quien sus propios protectores
concedan una fortuna superior a la que poesa, aunque no
fuese ms que para desembarazarse de l, todo esto muy
finamente, muy elegantemente, por medio de una palabra,
de una frase; en fin, un conde por casar, un hombre guapo,
inteligente, ingenioso, cuyo padre posea an las tierras de
su viejo marquesado y el castillo hereditario, ese joven es
admirablemente acogido en todas las casas en las que hay
mujeres jvenes aburridas, madres acompaadas de hijas
por casar o hermosas bailarinas sin dote. El mundo le
atrajo, pues, sonriendo, hacia los primeros asientos de su
teatro. Los asientos que los marqueses de antao ocupaban
en la escena existen todava en Pars, donde cambian los
nombres, pero no las cosas.
Victurniano encontr en la sociedad del Faubourg SaintGermain al doble del Caballero en la persona del vidamo
de Pamiers. El vidamo era un caballero de Valois elevado
a la dcima potencia y gozando de las ventajas de una ele
vada posicin. Aquel vidamo era el depsito de todas las
confidencias, la gaceta del barrio; discreto, sin embargo, y,
como todas las gacetas, no diciendo ms que lo que se pue
de publicar. Victurniano oy profesar una vez ms las doc
trinas trascendentes del Caballero. El vidamo le dijo a De
Esgrignon, sin ambajes, que l tena mujeres como es de
bido y le cont lo que l haca a su edad. Lo que el vidamo
de Pamiers se permita en aquel entonces se halla tan lejos
de las costumbres modernas, en las que el alma y la pasin
desempean tan gran papel, que es intil contarlo a unas

202

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

personas que no lo creeran. Pero aquel excelente vidamo


hizo algo peor; dijo, a guisa de conclusin, a Victurniano:
Maana os invit a comer en la taberna. Despus de
la pera, adonde iremos a hacer la digestin, os llevar a
una casa donde encontraris personas que tienen el mayor
deseo de veros.
El vidamo le ofreci una deliciosa comida en el Rocher
da Cancale, donde encontr a tres invitados solamente: De
Marsay, Rastignac y Blondet. Emilio Blondet era un paisa
no del joven conde, un escritor relacionado con la alta
sociedad por medio de su amante, una encantadora joven
llegada de la provincia de Victurniano, de la familia de Troisville, casada con el conde de Montcornet, uno de los gene
rales de Napolen que se haba pasado a los Borbones. El
vidamo profesaba una profunda aversin a las comidas en
que el nmero de comensales era superior a seis. Segn
l, tales casos ya no haba conversacin, ni cocina, ni vinos
saboreados con conocimiento de causa.
Todava no os he dicho adonde os llevar esta noche
djole a Victurniano cogindole las manos. Iris a casa
de la seorita Des Touches, donde estarn reunidas todas
las lindas jvenes con pretensiones de inteligentes. La lite
ratura, el arte, la poesa, en fin, todos los talentos se hallan
all representados. Es una de nuestras antiguas oficinas de
la inteligencia, pero con un barniz de moral monrquica,
que es la librea de los tiempos actuales.
A veces resulta fastidioso y molesto como un par de
botas nuevas dijo De Marsay, pero en ese lugar hay
mujeres con las cuales slo all es posible hablar con ellas.
Si todos los poetas que van all se parecieran a nues
tro compaero dijo Rastignac dando familiarmente unos
golpecitos a la espalda de Blondet, nos divertiramos;
pero la oda, la balada, las meditaciones de pequeos senti
mientos y las novelas infestan algo en demasa la inteli
gencia y los canaps.
Con tal de que no echen a perder a las mujeres y no
corrompan a las jvenes dijo De Marsay, yo no les ten
go odio.
Caballeros dijo sonriendo Blondet, estis usurpan
do mi campo literario.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

203

Cllate! T nos has robado la mujer ms encantadora


del mundo exclam Rastignac. Bien podemos nosotros
robarte las menos brillantes de tus ideas.
S, este bribonzuelo es feliz dijo el vidamo cogiendo
la oreja de Blondet y retorcindosela. Pero Victurniano
ser quiz ms feliz esta noche...
Ya? exclam De Marsay. He aqu que acaba ape
nas de llegar; casi no ha tenido tiempo de sacudirse el polvo
de su vieja mansin y limpiarse la salmuera en que le ha
tenido en conserva su ta; apenas ha tenido un caballo
ingls y un tlburi de moda, un groom...
No, no, no tiene groom interrumpile Rastignac;
tiene una especie de campesino que ha trado de su pueblo
y al que Buisson, el sastre que ms entiende en libreas,
declaraba inepto para llevar una chaqueta.
El hecho es que habrais debido dijo gravemente el
vidamo modelaros sobre Beaudenord, que tiene sobre
todos vosotros, mis pequeos amigos, la ventaja de poseer
el verdadero tigre ingls...
He ah, pues, caballeros exclam Victoriano, adon
de han llegado los nobles de Francia! Para ellos lo impor
tante es tener un tigre, un caballo ingls y unas frusleras...
Vaya! dijo Blondet sealando a Victurniano. El
buen sentido del seor a veces me espanta. Bien, s, joven
moralista, estis ah. Ni siquiera tenis la gloria de las pro
fusiones que al querido vidamo le hicieron famoso hace
cincuenta aos. Nosotros vamos divertirnos a un segundo
piso de la calle de Montorgeuil. Ya no hay guerra con el
cardenal. En fin, conde De Esgrignon, cenis con un tal
seor Blondet, hijo menor de un triste juez de provincia,
a quien vos no estrechabais la mano abajo y que dentro
de diez aos puede sentarse a vuestro lado entre los pares
del reino. Despus de esto, creed en vos, si podis!
Bien dijo Rastignac, hemos pasado del hecho a la
idea, de la fuerza bruta a la fuerza intelecutal; hablamos...
No hablemos de nuestros desastres dijo el vida
mo; se ha decidido morir alegremente. Nuestro amigo no
tiene necesidad de tigre; es de la raza de los leones.
No puede prescindir de ellos dijo Blondet; hace
demasiado poco tiempo que ha llegado.

204

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Aunque su elegancia sea todava nueva, nosotros le


adoptamos repuso De Marsay. Es digno de nosotros,
comprende su poca, es inteligente, noble y amable, le
amaremos, le serviremos, le empujaremos...
Dnde? dijo Blondet.
Curioso! respondi Rastignac.
Con quin va esta noche? pregunt De Marsay.
Con todo un serrallo dijo el vidamo.
Despus de cenar, Rastignac y De Marsay acompaaron
al vidamo y a Victurniano a la pera para poder seguirlos
a casa de la seorita Des Touches. Estos dos picaros se
presentaron a la hora que calcularon habra de terminar
la lectura de una tragedia, lo cual consideraban ellos como
la cosa peor que pudiera orse entre las once y las doce
de la noche. Iban a espiar a Victurniano y molestarle con
su presencia: verdadera malicia de colegial, pero agriada
por la hiel del dandy celoso. Victurniano posea este des
caro de paje que contribuye mucho a la soltura en lqs
maneras; as, al observar al recin venido efectuando su
entrada, Rastignac se asombr de su rpida iniciacin en
las bellas maneras del momento.
Ese pequeo De Esgrignon llegar lejos, no te pa
rece? dijo a su compaero.
Depende dijo De Marsay, pero por ahora va bien.
El vidamo present el vizconde a una de las duquesas
ms amables, ms ligeras de esa poca, y cuyas aventuras
no hicieron explosin hasta cinco aos ms tarde. En todo
el esplendor de su gloria, de la que ya se sospechaban
algunas ligerezas, pero sin pruebas, obtena entonces el re
lieve que tanto a una mujer como a un hombre le presta
la calumnia parisiense: la calumnia no alcanza jams a las
mediocridades. Esta mujer era, en fin, la duquesa de Maufrigneuse, de la familia de Uxelles, que ms tarde fue prin
cesa de Cadignan. Amiga de la duquesa de Langeais y de
la vizcondesa de Beausant, dos glorias desaparecidas, era
ntima amiga de la marquesa de Espard, a quien ella dispu
taba en aquellos momentos el frgil cetro de la moda.
Perteneca a esa clase de mujeres que, sin que se sepa qu,
dnde ni cmo, devoraran las rentas de la tierra y las de
la luna, si posible fuera. Su carcter comenzaba slo a per-

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

205

lilarse en aquel entonces; nicamente De Marsay haba


profundizado en l. Al ver que el vidamo llevaba a Victurniano a aquella deliciosa persona, aquel temido dandy in
clinse hacia el odo de Rastignac.
Amigo mo le dijo, ya vers cmo a se se le silba
como un polichinela por un cochero de punto.
Estas palabras horriblemente vulgares predecan admi
rablemente los acontecimientos de aquella pasin.
La duquesa de Maufrigneuse se haba encaprichado de
Victurniano despus de haberlo examinado seriamente. Un
enamorado que hubiese visto la mirada angelical con que
ella dio las gracias al vidamo de Pamiers se habra sentido
celoso de tal expresin de amistad. Las mujeres son como
caballos dejados sueltos en una estepa cuando se encuen
tran, como la duquesa en presencia de un vidamo, en un
terreno exento de peligro: entonces se muestran naturales,
parece como si les gustara ofrecer muestras de sus ternu
ras ntimas. Fue una mirada discreta, de ojo a ojo, sin
repeticin posible en ningn espejo y que nadie pudo sor
prender.
Cmo se ha preparado! dijo Rastignac a De Mar
say. Qu toilette de virgen, qu gracia de cisne en su
cuello de nieve, qu miradas de madona inviolada, qu blan
co vestido, qu cintura de jovencita! Quin dira que t
has pasado por ah?
Precisamente por eso est as respondi De Marsay
con aire de triunfo.
Los dos jvenes cambiaron una sonrisa. La seora de
Maufrigneuse sorprendi esta sonrisa y adivin lo que ha
blaban. Lanz a los dos truhanes una de esas miradas que
las francesas no conocan antes de la paz y que han sido
importadas por las inglesas junto con las formas de su
vajilla de plata, sus ameses, sus caballos y su montn de
hielo britnico que refresca un saln cuando se encuentran
varias ladies reunidas. Los dos jvenes se pusieron serios
como unos dependientes que aguardan una gratificacin
despus de la reprimenda que acaba de darles un director.
Al enamoriscarse de Victurniano, la duquesa haba deci
dido representar aquel papel de Ins romntica que varias
mujeres imitaron para desgracia de la juventud actual. La

206

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

seora de Maufrigneuse acababa de hacer su improvisacin


de ngel, de la misma manera que pensaba volverse hacia
la literatura y la ciencia cuando se aproximara a los cua
renta aos de edad, en lugar de volverse hacia la devocin.
Procuraba no parecerse a nadie. Creaba para s misma acti
tudes y vestidos, gorros y opiniones, toilettes y formas de
actuar originales. Despus de su boda, cuando todava era
casi una jovencita, habaselas dado de mujer instruida y
casi perversa: habase permitido frases comprometedoras
ante personas superficiales, pero que a los verdaderos ex
pertos demostraban su ignorancia. Como la poca de su
matrimonio le impeda disimular su edad, y se acercaba
ya a los veintisiete aos, invent el hacerse la inmaculada.
Apenas pareca tocar el suelo y agitaba las grandes mangas,
cual si se tratara de alas. Su mirada volaba hacia el cielo
ante una palabra, una idea o una mirada demasiado atre
vida. La Madona de Piola, obra de ese gran pintor genovs,
asesinado por celos, cuando se dispona a dar una segunda
edicin de Rafael; esta Madona, la ms casta de todas, y
que apenas se ve bajo su vidrio en una callejuela de Gnova, esta Madona celestial era una Mesalina, comparada
con la duquesa de Maufrigneuse. Las mujeres se pregun
taban cmo aquella joven atolondrada se haba convertido,
en una sola toilette, en la serfica belleza velada que pare
ca, segn una expresin de moda, tener un alma blanca
como la ltima nieve cada en los Alpes; cmo haba re
suelto tan rpidamente el problema jesutico de mostrar
tan bien unos senos ms blancos que su alma ocultndolos
bajo la gasa; cmo poda resultar tan inmaterial paseando
su inirada de un modo tan asesino. Pareca prometer mil
placeres con aquella mirada casi lasciva, cuando, con un
suspiro asctico lleno de esperanza por una vida mejor, su
boca pareca decir que no realizara ninguna de tales espe
ranzas. Algunos jvenes ingenuos, pues los haba en aquella
poca en la guardia real, se preguntaban si, incluso en las
ltimas intimidades, se tuteaba a esa especie de Dama
blanca, vapor sideral cado de la va lctea. Este sistema,
que triunf durante algunos aos, fue muy til a las muje
res que tenan su elegante pecho forrado de una filosofa
fuerte y que cubran grandes exigencias bajo aquellas pe

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

207

queas maneras de sacrista. Ni una sola de esas criaturas


celestiales ignoraba lo que poda reportarles en buen amor
el deseo que todo hombre bien nacido senta de hacerlas
bajar a la tierra. Esta moda les permita permanecer en
su Empreo semicatlico y semiosinico; podan y queran
ignorar todos los detalles vulgares de la vida, lo cual arre
glaba muchas cuestiones. La aplicacin de este sistema adi
vinado por De Marsay explica sus ltimas palabras a Ras
tignac, a quien vio casi celoso de Victumiano.
Amigo le dijo, qudate en donde ests: nuestra
Nucingen har tu fortuna, mientras que la duquesa te arrui
nara. Es una mujer demasiado cara.
Rastignac dej que De Marsay partiera sin pedir ms:
l saba lo que era Pars. Saba que la mujer ms preciosa,
ms noble, ms desinteresada del mundo, a la que uno no
podra aceptar ms que un ramo de flores, se vuelve tan
peligrosa para un joven como las artistas de pera de an
tao. En efecto, las muchachas de la pera han pasado al
estado mitolgico. Las costumbres actuales de los teatros
han hecho de las bailarinas y actrices algo tan divertido
como una declaracin de los derechos de la mujer, unas
muecas que por la maana se pasean muy series en cali
dad de madres de familia virtuosas y respetables, antes de
ensear por la noche sus piernas en pantaln apretado en
un papel de hombre. Desde el fondo de su gabinete de
provincia, el bueno de Chesnel haba adivinado uno de los
escollos contra los cuales poda ir a estrellarse el joven
conde.
La aureola potica que rodeaba a la seora de Maufrigneuse deslumbr a Victumiano, que qued encadenado
inmediatamente, atado a aquella cintura de jovencita, enre
dado en aquellos bucles torneados por la mano de las
hadas. Aquel muchacho ya tan corrompido crey en aquel
frrago de virginidades en muselina, en aquella dulce expre
sin deliberada como una ley en las dos Cmaras. No es
suficiente con que aquel que debe creer en las mentiras de
una mujer crea en ellas? El resto del mundo tiene el valor
de los personajes de una tapicera para dos amantes. La
duquesa era, sin cumplido, una de las diez mujeres ms
lindas de Pars, confesadas, reconocidas. Ya sabis que en

208

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

el mundo amoroso hay tantas lindas mujeres de Pars como


los libros ms bellos de la poca en la literatura.
A la edad de Victurniano, la conversacin que sostuvo
con la duquesa puede sostenerse sin excesiva fatiga. Bas
tante joven y bastante poco hecho a la vida parisiense, no
tuvo necesidad de estar en guardia ni de velar por sus
menores palabras y miradas. Este sentimentalismo reli
gioso, que se traduce en cada interlocutor en segundas
intenciones, excluye toda familiaridad, el abandono inteli
gente de los antiguos coloquios franceses: se ama entre
dos nubes. Victurniano posea precisamente suficiente dosis
de inocencia departamental para permanecer en un xtasis
muy conveniente y no fingido que agrad a la duquesa,
porque las mujeres no son ms vctimas de las comedias
que representan los hombres que de las que representan
ellas mismas. La seora de Maufrigneuse calcul, no sin
espanto, que el error del joven conde equivala a seis bue
nos meses de amor puro. Estaba tan deliciosa en su aspecto
de paloma, ahogando la luz de sus miradas bajo los bordes
dorados de sus pestaas, que la marquesa de Espard, al
venir a decirle adis, comenz a susurrarle al odo: "Bien,
muy bien, querida!" Luego la hermosa marquesa dej a su
rival viajando sobre el mapa moderno del pas del Amor,
que no es una concepcin tan ridicula como piensan algu
nas personas. Este mapa vuelve a imprimirse siglo tras
siglo con otros nombres y conduce siempre a la misma
capital. En una hora de entrevista pblica, en un rincn,
en un divn, la duquesa llev a De Esgrignon a las genero
sidades escipionescas, a las abnegaciones amadsimas, a los
desintereses de la Edad Media que entonces empezaba a
mostrar sus dagas, sus barbacanas, sus cotas, sus lorigas,
sus zapatos de punta retorcida y todos los detalles romn
ticos de cartn pintado. Por otra parte, estuvo admirable
de ideas inexpresadas y que fue clavando en el corazn de
Victurniano como alfileres en un acerico, una a una, de un
modo distrado y discreto. Estuvo maravillosa de reticen
cias, encantadora de hipocresa, prdiga de promesas suti
les que se derretan al examen como el hielo al sol des
pus de haber refrescado la esperanza, en fin, muy prfida
de deseos concebidos e inspirados. Aquel hermoso encuen-

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

209

Iro termin por medio del lazo corredizo de una invitacin


para que fuera a verla, echado con aquellas maneras de
mosquita muerta que la escritura impresa no podr jams
reproducir.
Me olvidaris! deca la joven. Veris a tantas mu
jeres dispuestas a haceros la corte... Pero volveris a m
desengaado. Vendris antes?... No. Como queris. Yo con
fieso ingenuamente que vuestras visitas me agradaran mu
cho. Las personas de sentimientos son tan raras, y yo creo
en vos. Vamos, adis; la gente acabara hablando de noso
tros si hablramos ms rato.
Dicho esto, remont literalmente el vuelo. Victumiano
no se qued mucho rato despus de que la duquesa hubiera
salido, pero el suficiente, sin embargo, para dejar adivinar
su felicidad por medio de aquella actitud de las personas
dichosas, que participa a la vez de la discrecin serena de
los inquisidores y de la beatitud concentrada de las devotas
que salen absueltas del confesonario.
La seora de Maufrigneuse ha ido directa a su obje
tivo esta noche dijo la duquesa de Grandlieu cuando no
quedaron ms que seis personas en el saln de la seorita
Des Touches: Des Lupeaulx, un relator del Consejo de
Estado, Vandenesse, la vizcondesa de Grandlieu, Canalis
y la seora de Srizy.
De Esgrignon y Maufrigneuse son dos apellidos que
deberan unirse respondi la seora de Srizy, que tena
la pretensin de ser ingeniosa.
Desde hace unos das se ha puesto de un platonismo
subido dijo Des Lupeaulx.
Arruinar a ese pobre inocente dijo Carlos de Van
denesse.
De qu modo? pregunt la seorita Des Touches.
Oh!, moral y financieramente, no hay duda repuso
la vizcondesa ponindose en pie.
Estas palabras crueles correspondieron a crueles reali
dades para el joven conde de Esgrignon.
A la maana siguiente escribi a su ta una carta en
la que le describa sus primeros pasos en el mundo del
Faubourg Saint-Germain bajo los vivos colores que pro
yecta el prisma del amor. Explic la acogida que reciba en

210

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

todas partes, de modo que pudiera satisfacer el orgullo


de su padre. El marqus se hizo leer dos veces esta larga
carta y se frot las manos mientras oa el relato de la
comida ofrecida por el vidamo de Pamiers, un antiguo cono
cido suyo, y de la presentacin de su hijo a la duquesa;
pero perdise en conjeturas sin poder comprender la pre
sencia del hijo menor de un juez, del seor Blondet, que
haba sido acusador pblico durante la Revolucin. Aquella
noche hubo fiesta en el Gabinete de Antigedades: se habl
de los xitos del joven conde. Hubo tanta discrecin acer
ca de la seora de Maufrigneuse, que el Caballero fue el
nico hombre al que se hizo esta confidencia. Esta carta
iba sin postdata financiera, sin la conclusin desagradable
relativa al nervio de la guerra que todo joven aade en
semejante caso. La seorita Armanda comunic la carta
a Chesnel. Chesnel se sinti dichoso sin hacer la menor
objecin. Era evidente que, como decan el Caballero y el
marqus, un joven amado por la duquesa de Maufrigneuse
iba a convertirse en un hroe de la corte. Las viejas refi
rieron todas las historias galantes de las Maufrigneuse desde
Luis XIII hasta Luis XVI, pasando por alto los reinados
anteriores. Se alab mucho a la seora de Maufrigneuse
por interesarse por Victurniano. El cenculo del Gabinete
de Antigedades habra sido digno de ser escuchado por
un autor dramtico que hubiera querido escribir una ver
dadera comedia. Victurniano recibi cartas muy amables
de su padre, de su ta y del Caballero, que a propsito del
vidamo, con quien haba ido a Spa con ocasin del viaje
que emprendi en 1778, se acordaba de una clebre prin
cesa hngara. Chesnel escribi tambin. En todas las pgi
nas floreca la adulacin a la que estaba acostumbrado
aquel desdichado muchacho. La seorita Armanda pareca
participar a medias de los placeres de la seora de Mau
frigneuse.

IV

LA BELLA MAUFRIGNEUSE
Contento con la aprobacin de su familia, el joven conde
entr vigorosamente en el sendero peligroso y dispendioso
del dandismo. Tuvo cinco caballos; fue moderado: De Mar
say tena catorce. Devolvi al vidamo, a De Marsay, a Ras
tignac e incluso a Blondet la comida recibida. Esta comida
cost quinientos francos. El provinciano fue festejado por
aquellos seores en el mismo nivel que ellos, a lo grande.
Jug mucho, y desgraciadamente, al whist, el juego de moda.
Organiz su ociosidad de un modo que estuviera siempre
ocupado. Victurniano fue todas las maanas, de las doce
a las tres de la tarde, a casa de la duquesa; despus volva
a encontrarla en el bosque de Bolonia, l a caballo, ella
en coche. Si esta encantadora pareja haca algunas parti
das a caballo, se efectuaban durante algunas maanas en
que haca buen tiempo. Por la noche, la gente, los bailes,
las fiestas y los espectculos se repartan las horas del
joven conde. Victurniano brillaba en todas partes, en todas
partes arrojaba las pellas de su ingenio, juzgaba con pala
bras profundas a los hombres, las cosas, los acontecimien
tos: habrais dicho que era un rbol frutal que slo daba
flores. Llev esa vida fatigosa en la que se disipa ms alma
an que dinero, en que se entierran los ms bellos talentos,
en que fenecen las probidades ms incorruptibles, en que

212

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

se enervan las voluntades mejor templadas. La duquesa,


esta criatura tan blanca, tan frgil, tan angelical, compla
case en la vida disipada de los jvenes; le gustaba ver los
estrenos, las cosas divertidas, lo imprevisto. De Esgrignon
quiso llevarla al Rochar du Cancale, con la sociedad de los
amables truhanes que ella frecuentaba moralizndolos, y
que fue de una alegra, de un ingenio comparable al precio
de la cena. Esta partida trajo otras. Sin embargo, ello fue
para Victurniano una pasin angelical. S, la seora de
Maufrigneuse segua siendo un ngel al que las corrupcio
nes de la tierra no afectaban: un ngel en las Variedades,
delante de aquellas farsas medio obscenas y populacheras
que la hacan rer, un ngel en medio de los fuegos conver
gentes de las bromas deliciosas y de las crnicas escanda
losas que se decan en las reuniones elegantes, un ngel
en el Vaudeville, un ngel al comentar las actitudes de las
bailarinas de la pera, un ngel en la Porte-Saint-Martin,
un ngel en los pequeos teatros del bulevar, un ngel en
el baile de mscaras, donde ella se diverta como un cole
gial; un ngel que quera que el amor viviese de privacio
nes, de herosmo, doe sacrificios, y que haca que De Esgrig
non cambiase un caballo que no le gustaba y que quera
verlo con todo lo que corresponde a un lord ingls rico
de un milln de renta. Era un ngel en el juego. Cierta
mente, ninguna burguesa habra sabido decir de un modo
tan angelical como ella le deca a De Esgrignon: "Jugad
por m". Estaba tan divinamente loca cuando haca una
locura, que era como para vender el alma al diablo para
poder mantener a aquel ngel en la aficin por los goces
terrestres.
Despus de su primer invierno, el joven conde haba
sacado de casa del seor Cardot, que se guardaba muy bien
de hacer uso de su derecho de reconvenir al joven conde,
la bagatela de treinta mil francos ms all de la suma
enviada por Chesnel. Una negativa sumamente corts del
notario a una nueva peticin de dinero advirti de la deuda
a Victurniano, que tuvo un disgusto a causa de tal nega
tiva, sobre todo porque haba perdido seis mil francos en
el club y le era preciso devolverlos para poder volver a l.
Despus de haberse hecho cargo de la negativa del seor

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

213

Cardot, que haba tenido para con l una confianza de trein


ta mil francos, escribiendo a Chesnel, pero que haca sonar
muy alto esta pretendida confianza ante el favorito de la
bella duquesa de Maufrigneuse, De Esgrignon viose obli
gado a preguntarle qu deba hacer, puesto que se trataba
de una deuda de honor.
Firmad unas letras de cambio sobre el banquero de
vuestro padre, llevadlas a su corresponsal, quien las descon
tar sin duda; luego escribid a vuestra familia para que
mande el dinero a ese banquero.
En el apuro en que se encontraba, el joven conde oy
una voz interior que le pronunci el nombre de Du Croisier,
cuyas disposiciones para con la aristocracia, ante la cual
le haba visto arrodillado, le eran totalmente desconocidas.
Escribi, pues, a ese banquero una carta en la que le deca
que giraba una letra de cambio de diez mil francos, cuyo
fondo le sera remitido al recibir su carta por el seor
Chesnel o por la seorita Armanda de Esgrignon. Luego
escribi dos cartas conmovedoras a Chesnel y a su ta.
Cuando se trata de precipitarse en un abismo, los jvenes
son de una habilidad, de una destreza singulares. Victurniano encontr aquella maana la direccin de los banque
ros parisienses que estaban en relacin con Du Croisier, los
Keller, que le indic De Marsay. ste estaba enterado de
todo en Pars. Los Keller entregaron a De Esgrignon, sin
decir una palabra, bajo descuento, el importe de la letra
de cambio: deban dinero a Du Croisier. Esta deuda de
juego no era nada comparada con el estado de las cosas
en su casa. Sobre Victurniano llovan las facturas.
Toma! T te preocupas por eso? djole una maa
na riendo Rastignac. No te crea tan burgus!
Amigo mo, hay que pensar en ello; se trata de ms
de veinte mil francos.
De Marsay, que iba a buscar a De Esgrignon para asis
tir a una carrera de caballos, sac de su bolsillo una ele
gante cartera, extrajo de ella veinte mil francos y los ofre
ci al conde.
He aqu la mejor manera de no perderlos. Hoy estoy
doblemente encantado de haberlos ganado ayer a mi hono
rable padre, lord Dudley.

214

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Este rasgo de elegancia francesa sedujo en extremo a


De Esgrignon, el cual crey en la amistad, no pag sus fac
turas y se sirvi de este dinero para sus placeres. De Mar
say, segn una expresin de la lengua de los dandys, vea
con indecible satisfaccin cmo se hunda De Esgrignon;
complacase en apoyar el brazo sobre su hombro, con todas
las expresiones de afecto de la amistad, para pesar sobre
l y hacerle desaparecer ms pionto, porque tena celos del
inters que la duquesa se tomaba por De Esgrignon, siendo
as que para l haba dejado la puerta cerrada. Por otra
parte, era uno de esos seres que se complacen en el mal
como las mujeres turcas se complacen en el bao. As,
cuando hubo ganado el premio de la carrera y los apostadores estuvieron reunidos en un restaurante, donde almor
zaron y donde hallaron unas buenas botellas de vino, De
Marsay dijo riendo a De Esgrignon:
Esas facturas por las que te preocupas no son cierta
mente las tuyas.
Ah! Se preocupa por ellas? dijo Rastignac.
Y de quin habran de ser entonces? pregunt De
Esgrignon.
Es que no conoces la situacin de la duquesa? dijo
De Marsay volviendo a montar a caballo.
No respondi De Esgrignon, intrigado.
Bien, querido dijo De Marsay, ah tienes: treinta
mil francos en casa de Victorina, dieciocho mil francos en
casa de Houbigant, una cuenta en casa de Herbault, en
casa de Natier, en casa de Nourtier, en casa de las peque
as Latour; en total, cien mil francos.
Un ngel? dijo De Esgrignon levantando los ojos
al cielo.
He ah la cuenta de sus alas! exclam irnicamente
Rastignac.
Todo eso debe, querido respondi De Marsay, pre
cisamente porque es un ngel; pero todos hemos encon
trado ngeles en esas situaciones aadi mirando a Ras
tignac. Las mujeres son sublimes en esto de que no entien
den nada de dinero, no se ocupan de ello, esto no les inte
resa; se las invita al banquete de la vida, segn dijo no s
qu poeta que muri en el hospital.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

215

Cmo sabis esto, siendo as que yo no lo s? dijo


ingenuamente De Esgrignon.
Sers el ltimo en saberlo, como ella ser la ltima en
alterarse de que tienes deudas.
Yo crea que ella tena cien mil libras de renta dijo
De Esgrignon.
Su marido repuso De Marsay se separ de ella y
vive en su regimiento, donde hace economas, porque tam
bin l tiene sus deudillas, nuestro querido duque. De
dnde vens? Aprended, pues, como nosotros, a hacerles las
cuentas a vuestros amigos. La seorita Diana (yo la am
por su nombre), Diana de Uxelles, se cas con sesenta mil
libras de renta de ella; es evidente que en estos momentos
sus tierras estn todas hipotecadas ms de lo que valen; un
buen da ser preciso fundir la campana y el ngel ser
puesto en fuga por..., habr que decirlo?, por unos fun
cionarios que tendrn la desvergenza de agarrar a un n
gel como si se tratase de uno de nosotros.
Pobre ngel!
Caramba! Cuesta muy caro permanecer en el paraso
lerrenal; hay que blanquearse la piel y las alas todas las
maanas dijo Rastignac.
Como a De Esgrignon se le haba ocurrido confesar sus
apuros a su querida Diana, sinti una especie de estreme
cimiento al pensar que ya deb sesenta mil francos y que
le esperaban facturas por valor de otros diez mil. Volvi
bastante triste. Su mal disimulada preocupacin fue adver
tida por sus amigos, quienes se dijeron durante la comida:
Ese pequeo De Esgrignon se est hundiendo. Carece
de estilo parisiense, y acabar levantndose la tapa de los
sesos. Es un tonto, etc.
El joven conde fue pronto consolado. Su ayuda de c
mara le entreg dos cartas. Primero una carta de Chesnel,
impregnada del olor rancio de la fidelidad gruona y de
las frases rubricadas de probidad; la respet, la guard
para la noche. Luego, una segunda carta en la que ley con
fruicin infinita las frases ciceronianas por medio de las
cuales Du Croisier, de rodillas ante l como Sganarelle de
lante de Geronte, le suplicaba que en lo sucesivo le ahorrase
la afrenta de hacer depositar por adelantado el dinero de

216

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

las letras de cambio que se dignara girar sobre l. Esta


carta terminaba con una frase que se pareca tanto a una
caja abierta y llena de escudos al servicio de la noble casa
De Esgrignon, que Victurniano hizo el gesto de Sganarelle,
de Mascarilla y de todos aquellos que sienten comezn de
conciencia en la punta de los dedos. Al saber que estaba
en posesin de un crdito ilimitado en casa de los Keller,
abri alegremente la carta de Chesnel; esperaba las cuatro
pginas llenas con reconvenciones desbordando por los
cuatro costados; estaba viendo ya las habituales palabras
de prudencia, de honor, espritu de conducta, etc. Tuvo
vrtigo al leer las siguientes palabras:
"Seor conde:
"No me quedan, de toda mi fortuna, ms que doscien
tos mil francos; os suplico que no rebasis esta suma, si
me hacis el honor de aceptarlos del ms abnegado servi
dor de vuestra familia y que os presenta sus respetos.
" C h e s n e l ."

"Es un personaje de Plutarco, djose Victurniano, arro


jando la carta sobre la mesa.
Senta despecho, vease pequeo ante tanta grandeza.
Vamos, hay que reforzarse,' se dijo.
En lugar de comer en el restaurante, donde gastaba
cada vez entre cincuenta y sesenta francos, hizo la econo
ma de ir a comer a casa de la duquesa de Maufrigneuse,
a la que cont la ancdota de la carta.
Me gustara ver a ese hombre dijo haciendo brillar
sus ojos como dos estrellas fijas.
Qu harais con l?
Le encomendara mis asuntos.
Diana iba divinamente arreglada; quiso hacer honor de
su toilette a Victurniano, el cual qued hechizado por la
ligereza con que ella trataba sus negocios o, por mejor
decir, sus deudas. La linda pareja fue a los Italianos. Jams
pareci esta bella y seductora mujer ms serfica y etrea.
Nadie en la sala habra podido creer en las deudas cuya
cifra haba sido indicada aquella misma maana por De

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

217

Marsay a De Esgrignon. Ninguna de las preocupaciones de


la tierra llegaba a aquella frente sublime, llena de los orgu
llos femeninos mejor situados. En ella, un aire soador
pareca ser el reflejo del amor terreno noblemente sofo
cado. La mayor parte de los hombres crean que el guapo
Victumiano pagaba los gastos de ella, contrariamente a
algunas mujeres que estaban seguras de la derrota de su
rival y que la admiraban como Miguel ngel admiraba a
Rafael, in petto. Segn algunas mujeres, Victurniano amaba
a Diana por sus cabellos, porque posea la ms hermosa
cabellera rubia de Francia; segn otras, su mrito princi
pal era la blancura; segn otras, De Esgrignon la amaba
por su pie, lo nico que vala la pena en ella. Pero lo cual
describe asombrosamente las costumbres actuales de Pa
rs, por un lado, los hombres decan que la duquesa pro
porcionaba el lujo a Victurniano; por otro, las mujeres da
ban a entender que Victurniano pagaba, como deca Ras
tignac, las alas de aquel ngel.
Al regresar, Victurniano, a quien las deudas de la duquesa
preocupaban ms que las propias, tuvo veinte veces a flor
de labios una pregunta con la cual iniciar este captulo;
pero veinte veces la pregunta expir ante la actitud de
aquella divina criatura a la luz de las linternas de su cup,
seductora de aquellas voluptuosidades que en ella parecan
arrancadas siempre violentamente a su pureza de virgen.
La duquesa no cometa el error de hablar de su virtud ni
de su condicin de ngel como las mujeres de provincia
que la han imitado; era mucho ms hbil que todo eso;
haca pensar en ello a aquel por el cual ella efectuaba tan
grandes sacrificios. Al cabo de seis meses daba al ms ino
cente beso en la mano el aspecto de un pecado capital,
practicaba la extorsin de los favores con un arte tan con
sumado, que era imposible no creerla ms ngel despus
que antes. Slo las parisienses son lo bastante listas como
para dar siempre a la luna un nuevo atractivo y roman
izar las estrellas, para revolcarse siempre en el mismo
saco de carbn y salir siempre cada vez ms blancas. En
esto estriba el ltimo grado de la civilizacin intelectual
y parisiense. Las mujeres de ms all del Rin o de la
Mancha creen en todas estas zarandajas cuando hablan de

218

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

ellas; en tanto que las parisienses hacen que crean en ellas


sus amantes para hacerlos ms felices halagando todas sus
vanidades temporales y espirituales. Algunas personas han
querido disminuir el mrito de la duquesa pretendiendo
que ella era la primera vctima engaada por sus propios
sortilegios. Infame calumnia! La duquesa no crea ms que
en s misma.
Al comenzar el invierno, entre los aos de 1823 y 1824,
Victurniano tena en casa de los Keller una deuda por
valor de doscientos mil francos, de la que ni Chesnel ni la
seorita Armanda saban nada. Para mejor ocultar la fuente
en donde se abasteca, habase hecho enviar de vez en
cuando dos mil escudos por Chesnel; escribi letras men
tirosas a su pobre padre y a su ta, que vivan felices,
engaados como la mayor parte de las personas felices. Una
sola persona estaba en el secreto de la horrible catstrofe
que la fascinacin de la vida parisiense haba preparado a
esta grande y noble familia. Du Croisier, al pasar por la
noche delante del Gabinete de Antigedades, se frotaba las
manos de alegra, esperando llegar a su objetivo. Su obje
tivo ya no era la ruina, sino la deshonra de la casa De Esgrignon; tena entonces el instinto de su venganza, ya la
estaba oliendo. Finalmente estuvo seguro de ella cuando
supo que el joven conde tena deudas bajo el peso de las
cuales aquella joven alma haba de sucumbir. Comenz
por asesinar a aquel de sus enemigos que le era ms anti
ptico, el venerable Chesnel.
Este buen anciano viva en la calle del Bercail en una
casa de techos muy altos, con un pequeo patio empedrado,
a lo largo de cuyos muros suban unos rosales hasta el
primer piso. Detrs haba un jardincillo de provincia, ro
deado de paredes hmedas y sombras, dividido en arriates
por medio de unos bordes de boj. La puerta, gris y bas
tante limpia, presentaba aquella parte calada, con campa
nillas, que declara, lo mismo que el escudo de escribana:
Aqu vive un notario. Eran las cinco y media de la tarde,
momento en el que el anciano digera su comida. Chesnel
se hallaba sentado en su viejo silln de cuero negro, de
lante de la chimenea; habase calzado la armadura de cartn
pintado, que representaba una bota, con la cual preservaba

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

219

del fuego sus piernas. El buen hombre tena la costumbre


de apoyar los pies en la barra y atizar la lumbre mientras
haca la digestin, pues siempre coma demasiado: le gus
taba la buena mesa. Ay!, sin este pequeo defecto no
habra sido quiz ms perfecto de lo que le est permitido
a un ser humano? Acababa de tomar su taza de caf; su
vieja ama se haba retirado llevndose la bandeja que
serva para tal uso desde haca veinte aos; esperaba a sus
pasantes antes de ir a hacer su partida. Estaba pensando.
No preguntis en quin o en qu. Raras veces transcurra
un da sin que se dijera: "Dnde estar? Qu har?" Le
crea en Italia en compaa de la bella Maufrigneuse.
Uno de los ms dulces goces de los hombres que poseen
una fortuna adquirida y no transmitida es el recuerdo de
las fatigas que ha costado y del porvenir que dan a sus
escudos: gozan en todos los tiempos del verbo. As, este
hombre, cuyos sentimientos se resuman en un afecto ni
co, tena doble goce al pensar que sus tierras, tan bien
escogidas, tan bien cultivadas, tan penosamente compradas,
acrecentaran los dominios de la casa De Esgrignon. Cmo
damente sentado en su viejo silln, recrebase en sus espe
ranzas: contemplaba sucesivamente el edificio levantado por
medio de las tenazas con las ascuas y el edificio de la casa
De Esgrignon reorganizada merced a sus cuidados. Con
gratulbase por el sentido que haba dado a su vida, ima
ginando feliz al joven conde. Chesnel no careca de inteli
gencia; su alma no era lo nico que obraba en esta gran
abnegacin; tambin tena su orgullo; parecase a esos
nobles que reconstruyen pilares en las catedrales y en ellos
inscriben sus nombres: l se inscriba en la memoria de
la casa De Esgrignon. En ella se hablara del viejo Chesnel.
En aquel momento, su vieja ama entr dando muestras
de una excesiva inquietud.
Ocurre algo malo, Brgida? pregunt Chesnel.
Creo que s respondi la mujer. Ah est el seor
Du Croisier, que quiere hablar con vos...
El seor Du Croisier! repiti el enciano, tan cruel
mente herido en el corazn por la fra cuchillada de la
sospecha, que dej caer las tenazas. El seor Du Croi
sier est aqu pens, nuestro mortal enemigo!

220

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

El seor Du Croisier entraba entonces con los andares


de un gato que ha olido un plato de leche. Salud, tom el
silln que le ofreca el notario, se sent suavemente en l
y present una cuenta de doscientos veintisiete mil fran
cos, comprendidos los intereses, formando el total del di
nero adelantado a Victurniano en letras de cambio libradas
sobre l y de las cuales Du Croisier reclamaba el pago so
pena de perseguir inmediatamente con el ltimo rigor al
presunto heredero de la casa De Esgrignon. Chesnel tom
en sus manos aquellas letras fatales y pregunt el secreto
de ellas al enemigo de la familia. El enemigo prometi
callar si se le pagaba en el plazo de cuarenta y ocho horas:
dijo que pasaba por un gran apuro econmico. Du Croisier
inici aquella serie de mentiras pecuniarias que no engaan
ni a los que toman dinero prestado ni a los notarios. El
buen hombre tena los ojos empaados, retena a duras
penas las lgrimas, no poda pagar ms que hipotecando
sus bienes por el resto de su valor. Al enterarse de la difi
cultad que entraara el pago de este dinero, Du Croisidr
no se inmut, ya no tuvo necesidad de dinero, y propuso
inmediatamente al viejo notario comprarle sus propiedades.
Esta venta fue firmada y consumada en dos das. El pobre
Chesnel no pudo soportar la idea de que el hijo de la casa
fuera encarcelado por deudas durante cinco aos. Unos
das ms tarde, al notario no le quedaba, pues, ms que
su despacho y su casa. Chesnel se pase, despojado de sus
bienes, bajo el artesonado de encina negro de su gabinete,
mirando las vigas de castao de bordes tallados, sin pensar
ms en sus tierras ni en su finca del Jard, nada de todo esto.
"Qu ser de l? Habr que llamarle y casarle con una
rica heredera, decase con los ojos empaados por las
lgrimas y la cabeza pesada.
No saba cmo abordar a la seorita Armanda ni en
qu trminos ponerla al corriente de lo sucedido. l, que
acababa de saldar la cuenta de las deudas en nombre de
la familia, temblaba al tener que hablar de estas cosas.
Al ir de la calle del Bercail al hotel De Esgrignon, el viejo
notario iba con el corazn palpitando, como una joven
que huye de la casa paterna para no volver a ella ms que
en el estado de madre desolada.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

221

La seorita Armanda acababa de recibir una carta en


cantadora de hipocresa, en la que su sobrino pareca ser
el hombre ms feliz del mundo. Despus de haber ido a
tomar las aguas y a Italia con la seora de Maufrigneuse,
Victurniano enviaba a su ta el diario de su viaje. El amor
respiraba en todas sus frases. Tan pronto eran una encan
tadora descripcin de Venecia y sugestivas apreciaciones
de las obras maestras del arte italiano; tan pronto eran
pginas divinas sobre la Catedral de Miln, sobre Florencia;
aqu la pintura de los Apeninos, contrapuesta a la de los
Alpes; all, unas aldeas, como la de Chiavari, donde uno
encontraba a su alrededor la felicidad completa. Todo ello
fascinaba a la pobre ta, que vea planear a travs de aque
llas regiones de amor a un ngel cuya ternura prestaba a
estas hermosas cosas un aire inflamado. La seorita Ar
manda saboreaba esta carta poco a poco, como deba ha
cerlo una joven prudente, madurada en el fuego de las
pasiones reprimidas, vctima de los deseos ofrecidos en
holocausto en el altar domstico con gozo constante. No
pareca un ngel como la duquesa; se pareca entonces a
esas estatuillas derechas, delgadas, de color amarillento,
que los maravillosos artistas de las catedrales han puesto
en ciertos ngulos, al pie de las cuales la humedad permite
a la correhuela crecer y coronarlas con una linda campa
nilla azul. En aquel momento, la campanilla se abra a los
ojos de aquella santa; la seorita Armanda amaba fantsti
camente a aquella hermosa pareja; no le pareca condena
ble el amor de una mujer casada para con Victurniano; lo
habra censurado en cualquier otro caso, pero en ste el
crimen sera no amar a su sobrino. Las tas, las madres
y las hermanas tienen una jurisprudencia particular para
sus sobrinos, sus hijos y sus hermanos. Vease, pues, en
medio de los palacios construidos por las hadas a ambos
lados del gran canal, en Venecia. Ella se encontraba en la
gndola de Victurniano, que le deca cun feliz haba sido
de sentir en su mano la hermosa mano de la duquesa y de
ser amado viajando sobre el seno de aquella hermosa reina
de los mares italianos. En aquel momento de anglica bea
titud apareci, en el extremo de la avenida, Chesnal. Ay!,
la arena chirriaba bajo sus pies, como la que cae del reloj

222

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

de arena de la muerte, y que sta tritura con sus pies


descalzos. Este ruido y la vista de Chesnel dieron a la sol
terona la cruel emocin que ocasiona el llamar a los sen
tidos enviados por el alma en los pases imaginarios.
Qu ocurre? exclam Armanda como si acabara de
recibir una herida en el corazn.
Todo est perdido! dijo Chesnel. El seor conde
deshonrar la casa si no ponemos remedio a ello.
Mostr las letras de cambio, pint las torturas que haba
sufrido desde haca cuatro das, en pocas palabras senci
llas, pero enrgicas y conmovedoras.
El desdichado nos est engaando! exclam la se
orita Armanda, cuyo corazn se dilat bajo la influencia
de la sangre que a l llegaba en grandes oleadas.
Digamos nuestro mea culpa, seorita repuso con
voz fuerte el anciano; nosotros le hemos acostumbrado
a hacer su voluntad; le haca falta un gua severo, y ste no
poda ser ni vos, que sois soltera, ni yo, de quien no haca
caso: no ha tenido madre.
Hay terribles fatalidades para las razas nobles que
decaen dijo la seorita Armanda, anegada en llanto.
En aquel momento apareci el marqus. El anciano
volva de su paseo, leyendo la carta que le haba escrito a
su regreso, describindole su viaje desde el punto de vista
aristocrtico. Victurniano haba sido recibido por las ms
grandes familias italianas en Gnova, Turn, Miln, Flo
rencia, Venecia, Roma y Npoles; haba debido su hala
gadora acogida a su apellido, y quiz tambin a la duquesa.
En fin, se haba mostrado all magnficamente, como co
rresponda a un De Esgrignon.
Ya habrs hecho de las tuyas, Chesnel dijle al vie
jo notario.
La seorita Armanda hizo una sea a Chesnel, sea ar
diente y terrible, igualmente bien comprendida por los
dos. Aquel pobre padre, aquella flor de honor feudal, deba
morir con sus ilusiones. Un pacto de silencio y de abne
gacin entre notario y la noble joven fue concluido por
una simple inclinacin de cabeza.
Ah!, Chesnel, no es absolutamente de este modo como
los De Esgrignon fueron a Italia hacia el siglo xv, cuando

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

223

fl mariscal Trivulce, al servicio de Francia, serva bajo un


Di- Esgrignon que tena a Bayardo a sus rdenes: otros
tiempos, otros placeres. Por otra parte, la duquesa de
Maufrigneuse bien vale la marquesa de Spinola.
El anciano, posado en su rbol genealgico, se balan
ceaba con aire presumido, como si l hubiera tenido a la
marquesa de Spinola y como si poseyera a la duquesa
moderna. Cuando los dos afligidos quedaron solos, senta
dos en el mismo banco, reunidos en un mismo pensamienlo, dijronse durante algn rato uno a otro palabras vagas,
insignificantes, mirando a aquel padre feliz que se iba
gesticulando como si hablara consigo mismo.
Qu va a ser de l? deca la seorita Armanda.
Du Croisier ha dado orden a los seores Keller de
que no se le entregue ms dinero sin ttulos respondi
(hesnel.
Tiene deudas repuso la seorita Armanda.
Temo que s.
Si carece de recursos ,qu va a hacer?
No me atrevo a contestarme a m mismo.
Pero hay que arrancarle a esa clase de vida, traerlo
ac, porque llegar a faltarle todo.
Y a faltar a todo repiti lgubremente Chesnel.
La seorita Armanda no comprendi todava, no poda
comprender el sentido de esta frase.
Cmo sustraerle a esa mujer, a esa duquesa, que qui
z le arrastr? pregunt.
Cometer crmenes para poder permanecer a su lado
dijo Chesnel, tratando de llegar por medio de transicio
nes soportables a una idea insoportable.
Crmenes! repiti la seorita Armanda. Ah!, Ches
nel, esa idea slo se os puede ocurrir a vos aadi lan
zndole una mirada abrumadora, la mirada por la cual la
mujer puede fulminar a los dioses. Los aristcratas no
cometen otros crmenes que los llamados de alta traicin,
y entonces se les corta la cabeza sobre un pao negro,
como a los reyes.
Los tiempos han cambiado mucho dijo Chesnel me
neando la cabeza, de la que Victumiano haba hecho caer

224

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

los ltimos cabellos. Nuestro Rey Mrtir no muri como


Carlos de Inglaterra.
Esta reflexin calm la magnfica clera de la joven
noble; se estremeci, sin creer an en la idea de Chesnel.
Maana tomaremos una determinacin dijo; he
mos de reflexionar. Tenemos nuestros bienes en caso de
desgracia.
S repuso Chesnel, podis hipotecar sin decir nada
al marqus; vuestra parte de la herencia es la ms consi
derable.
Durante la velada, los jugadores y las jugadoras de
whist, de boston y de tablas reales observaron alguna agi
tacin en los rasgos, de ordinario tan serenos y puros, del
semblante de la seorita Armanda.
Pobre criatura sublime! dijo la vieja marquesa de
Casteran. Debe sufrir an. Una mujer no sabe nunca a
qu se compromete al hacer los sacrificios que ha hecho
ella por su casa.
Al da siguiente qued decidido con Chesnel que la se
orita Armanda ira a Pars para sacar a su sobrino de
la perdicin. Si alguien poda efectuar el rapto de Victurniano, no era por ventura la mujer que tena para l
entraas maternales? La seorita Armanda, decidida a ir
a encontrar a la duquesa de Maufrigneuse, quera expli
crselo todo a esta mujer. Pero haca falta un pretexto
para justificar este viaje a los ojos del marqus y de la
ciudad. La seorita arriesg todos sus pudores de joven
virtuosa dejando creer que cierta enfermedad que padeca
requera una consulta de mdicos hbiles y renombrados.
Dios sabe si la gente coment este caso. La seorita vea
que estaba en juego un honor mucho ms importante que
el suyo. Parti. Chesnel le trajo su ltima bolsa de luises;
ella la cogi sin prestar siquiera atencin a ello, tal como
su capote blanco y sus mitones de redecilla.
Joven generosa! Qu elegancia! dijo Chesnel al
instalarla en el coche, lo mismo que a su doncella, que
pareca una hermana gris.
Du Croisier haba calculado su venganza como la gente
de la provincia lo calcula todo. No hay en el mundo como
los salvajes, los campesinos y la gente de provincia para

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

225

estudiar a fondo sus asuntos en todos los sentidos; as,


ruando llegan del pensamiento al hecho, encontris las
rosas completas. Los diplomticos son unos nios al lado
de estas tres clases de mamferos, que tienen el tiempo
por delante ese elemento que falta a las personas obli
gadas a pensar en varias cosas, obligadas a dirigirlo todo,
a prepararlo todo en los grandes asuntos humanos. Era
que Du Croisier haba sondeado tan bien el corazn del
pobre Victurniano, que haba previsto la facilidad con que
se prestara a su venganza, o bien se aprovech de una
casualidad espiada durante varios aos? Verdaderamente
Imy un detalle que demuestra cierta habilidad en la forma
en que se prepar el golpe. Quin adverta a Du Croisier?
Eran los Keller? Era el hijo del presidente Du Ronceret
que acababa su carrera de Derecho en Pars? Du Croisier
escribi a Victurniano una carta para anunciarle que haba
prohibido a los Keller que le adelantaran en lo sucesivo
ninguna suma, en el momento en que saba que la duquesa
de Maufrigneuse se hallaba en sus ltimos apuros, y el
conde De Esgrignon, devorado por una miseria tan espan
tosa como sabiamente disimulada. Aquel desgraciado joven
desplegaba su ingenio fingiendo opulencia. Esta carta, que
deca a la vctima que los Keller no le entregaran nada
sin valores, dejaba, entre las frmulas de un respeto exa
gerado y la firma, un espacio bastante ancho. Cortando
aquel fragmento de carta, era fcil convertirlo en un efecto
para una suma considerable. Aquella carta infernal se
extenda hasta el anverso de la segunda hoja; estaba sin
sobre; el dorso estaba en blanco.
Cuando lleg esta carta, Victurniano rodaba en los abis
mos de la desesperacin. Despus de dos aos pasados
en la vida ms feliz, la ms sensual, la menos pensadora,
la ms lujosa, vease frente a frente de una inexorable
miseria, ante una imposibilidad absoluta de tener dinero.
El viaje no se haba efectuado sin algunos sacrificios pe
cuniarios. El conde haba sacado, con ayuda de la duquesa,
varias sumas a los banqueros. Estas sumas, representadas
por letras de cambio, iban a erguirse ante l en todo su
rigor, con las intimaciones implacables de la Banca y de
la jurisprudencia comercial. A travs de sus ltimos goces,

226

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

aquella desdichada criatura senta la punta de la espada


del Comendador. En medio de sus cenas oa, como don
Juan, el ruido sordo de la estatua que suba la escalera.
Experimentaba el escalofro indescriptible que produce el
siroco de las deudas. Contaba con un azar. Haba ganado
siempre a la lotera desde haca cinco aos; su bolsa ha
ba vuelto a llenarse siempre. Decase que despus de
Chesnel haba venido Du Croisier, que despus de Du
Croisier brotara otra mina de oro. Por otra parte, ganaba
considerables sumas en el juego. El juego le haba sal
vado ya de varios malos pasos. A menudo, en una loca
esperanza, iba a perder en el saln de los Extranjeros lo
que ganaba en el crculo o en sociedad jugando al whist.
Su vida, desde haca dos aos, se pareca al inmortal final
de Don Juan de Mozart. Esta msica debe causar escalo
fros en ciertos jvenes que han llegado a la situacin en
que se debata Victurniano. Si algo puede probar el in
menso poder de la msica, no ser esta sublime traduc
cin del desorden, de los apuros que surgen en una vida
exclusivamente voluptuosa, esta pintura espantosa de la
resolucin de aturdirse con las deudas, los duelos, los
engaos, las malas ocasiones? Mozart es, en este frag
mento, el feliz rival de Moliere. Este terrible final, ardien
te, vigoroso, lleno de horribles fantasmas y mujeres pica
rescas, marcado por una ltima tentativa iluminada por
los vinos de la cena y por una defensa rabiosa, todo este
poema infernal lo estaba representando Victurniano l
solo. Se vea solo, abandonado, sin amigos, delante de una
piedra en la que estaba escrita, como en el extremo de un
libro fascinante, la palabra "fin. S, todo iba a terminar
para l. Vea la mirada fra y burlona, la sonrisa por la
cual sus compaeros acogeran el relato de su desastre.
Saba que entre ellos, que exponan sumas tan importantes
en los tapetes verdes que Pars levanta en la Bolsa, en los
salones, en los crculos, en todas partes, nadie sacara un
billete de banco para salvar a un amigo. Chesnel deba
estar arruinado. Victurniano haba devorado a Chesnel.
Todas las furias estaban en su corazn y se lo repartan
cuando l sonrea a la duquesa, en los Italianos, en aquel
palco donde su felicidad daba envidia a toda la sala. En

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

227

tin, para explicar hasta dnde rodaba en el abismo de la


duda, de la desesperacin y de la incredulidad, l, que
amaba la vida hasta convertirse en cobarde para conser
varla (aquel ngel se la haca tan bella!), miraba sus
pistolas y llegaba incluso a concebir el suicidio; l, aquel
voluptuoso y mal sujeto, indigno de su apellido. l, que
no habra tolerado la sombra de una injuria, se diriga
aquellas horribles reconvenciones que uno no puede or
ms que de boca de s mismo. Dej la carta de Du Croisier
abierta sobre su cama; eran las nueve cuando Josefino se
la entreg, y l haba dormido a su regreso de la pera,
aunque sus muebles estuvieran embargados; pero haba
pasado por el voluptuoso reducto donde la duquesa y l
volvan a encontrarse por algunas horas despus de las
fiestas de la Corte, despus de los bailes ms esplendorosos,
las veladas ms magnficas. Las apariencias quedaban sal
vadas con gran habilidad. Aquel reducto era una buhardilla,
vulgar en apariencia, pero que las hadas de la India haban
decorado, y donde la seora de Maufrigneuse vease obli
gada, al entrar, a bajar la cabeza cargada de plumas o de
flores. La vspera de su perdicin, el conde haba querido
decir adis a aquel nido elegante, construido por l, que lo
haba convertido en un poema digno de su ngel, y en el
que los huevos encantados, rotos por la desgracia, no se
abriran ya para dar paso a blancas palomas, flamencos
rosa, mil aves fantsticas que vuelan sobre nuestras cabe
zas durante los ltimos das de la vida. Ay!, dentro de
tres das era preciso huir, habiendo llegado a su ltimo
plazo las diligencias judiciales para unas letras dadas a
unos usureros.
Cruz por su cerebro una idea atroz; huir con la duque
sa, ir a vivir a un rincn ignorado, a la Amrica del Norte
o del Sur; pero huir con una fortuna, dejando a los acree
dores con sus ttulos.
Para realizar este plan bastaba con cortar la parte baja
de aquella carta firmada por Du Croisier, convertirlo en
un efecto y llevarlo a casa de los Keller. Fue un combate
horrible, donde se vertieron lgrimas y en el que triunf
el honor de la raza, pero bajo condicin. Victumiano quiso
estar seguro de la hermosa Diana y subordin la ejecucin

228

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

de su plan al asentimiento que ella diera a la fuga de


ambos.
Fue a la casa de la duquesa, en la calle del Faubourg
Saint-Honor; la encontr con uno de esos trajes de ma-,
aa coquetones que le costaban tanto cuidado como
dinero y que le permitan iniciar su papel de ngel desde
las once de la maana.
La seora de Maufrigneuse estaba medio pensativa: las
mismas inquietudes la devoraban, pero las soportaba con
nimo. Entre las organizaciones diversas que los fisilogos
han observado en las mujeres hay una que posee un no
s qu de terrible, que comporta un vigor moral, una gran
lucidez en las ideas, una rapidez de decisin, una despre
ocupacin, o ms bien una resolucin de antemano abra
zada sobre ciertas cosas de las que un hombre se espanta
ra. Estas facultades se hallan ocultas bajo las apariencias
externas de la debilidad ms graciosa. Estas mujeres, ni
cas entre las mujeres, ofrecen la reunin o ms bien el
combate de dos seres que Buffon slo reconoca como
existentes en el hombre. Las otras mujeres son entera
mente mujeres; son enteramente tiernas, enteramente ma
dres, enteramente abnegadas, enteramente nulas o fastidio
sas; sus nervios van de acuerdo con su sangre y la sangre
con su cabeza; pero las mujeres como la duquesa pueden
llegar a todo lo que la sensibilidad tiene de ms elevado,
a hacer gala de la ms egosta insensibilidad. Una de las
glorias de Moliere es haber pintado admirablemente, de
un solo lado nicamente, estas naturalezas femeninas en
la ms grande figura que l haya tallado en mrmol: Celimena! Celimena, que representa a la mujer aristocrtica,
como Fgaro, esa segunda edicin de Panurgo, representa
al pueblo. As, abrumada bajo el peso de deudas enormes,
la duquesa habase ordenado a s misma, exactamente
como Napolen olvidaba y tomaba de nuevo a voluntad el
fardo de sus pensamientos, a no pensar en aquel alud de
preocupaciones ms que en un solo momento y para tomar
un partido decisivo. Posea la facultad de separarse de s
misma y contemplar el desastre a unos pasos, en lugar de
dejarse enterrar debajo. Era ciertamente algo grande, pero
horrible en una mujer. Entre la hora de su despertar, en

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

229

la que haba vuelto a encontrar todas sus ideas, y la hora


en que se haba puesto a hacer su toilette haba contem
plado el peligro en toda su extensin, la posibilidad de una
cada espantosa. Meditaba: la huida a un pas extranjero;
o ir al rey y declararle su deuda; o seducir a un Du Tillet,
un Nucingen y pagar, jugando a la Bolsa, con el oro que
l le dara, el banquero burgus sera lo bastante inge
nioso como para no aportar ms que beneficios y no hablar
nunca de prdidas, delicadeza que lo paliara todo. Estos
diversos medios, esta catstrofe, todo haba sido deliberado
framente, con calma, sin trepidacin. De la misma mane
ra que un naturalista coge el ms maravilloso de los lepi
dpteros y lo clava sobre el algodn con un alfiler, la se
ora de Maufrigneuse haba arrojado su amor de su cora
zn para pensar en la necesidad del momento, dispuesta
a tomar de nuevo su hermosa pasin sobre su guata in
maculada cuando hubiera salvado su corona de duquesa.
Nada de esas vacilaciones que Richelieu no confiaba ms
que al padre Jos, que Napolen ocult al principio a todo
el mundo; ella se deca: "O esto, o aquello". Se hallaba
en el rincn de la chimenea, arreglndose para ir al Bosque,
si el tiempo lo permita, cuando entr Victurniano.
A pesar de su decisin, el conde se hallaba como de
biera haberse hallado aquella mujer: tena palpitaciones
en el corazn, sudaba en su arns de dandy, no se atre
va an a llevar la mano a una piedra angular que, una vez
retirada, hara que se derrumbase la pirmide de la exis
tencia de ambos. Le costaba tanto el llegar a una certi
dumbre! Los hombres ms fuerte gustan de engaarse a
s mismos sobre ciertas cosas en las que la verdad cono
cida les humillara, les ofendera. Victurniano oblig a su
propia incertidumbre a venir sobre el terreno soltando
una frase comprometedora.
Qu tenis? fueron las primeras palabras de Diana
de Maufrigneuse al ver a su querido Victurniano.
Querida Diana, me encuentro en tan grave apuro,
que un hombre en el fondo del agua es feliz comparado
conmigo.
Bah! dijo ella. De qu miserias me estis ha
blando? Sois un nio. Veamos, qu ocurre?

230

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Estoy abrumado de deudas, al borde del abismo.


No es ms que eso? dijo sonriendo la joven.
Todos los asuntos de dinero se arreglan de un modo o de
otro; slo son irreparables los desastres del corazn.
Tranquilizado por esta comprensin sbita de su situa
cin, Victurniano despleg la brillante tapicera de su vida
durante aquellos treinta meses, pero al revs, y, por otra
parte, con talento, sobre todo con ingenio. Despleg en
su relato esa poesa del momento, de la que no carece
nadie en las grandes crisis, y supo barnizarla de un ele
gante desdn por las cosas y por las personas. Fue algo
aristocrtico. La duquesa escuchaba como ella saba escu
char, con el codo apoyado en su rodilla, muy alta. Tena
el pie sobre un taburete. Sus dedos estaban lindamente
agrupados alrededor de su barbilla. Mantena los ojos cla
vados en los del conde; pero miradas de sentimientos pa
saban bajo su azul como resplandores de tormenta entre
dos nubes. Tena serena la frente, la boca seria de aten
cin, seria de amor, pendiente de lo que estaba diciendo
Victurniano. Ser escuchado de este modo era creer que
el amor divino emanaba de aquel corazn. As, cuando el
conde hubo propuesto la huida a aquella alma unida a la
suya, viose obligado a exclamar:
Sois un ngel!
La bella Maufrigneuse responda sin haber hablado an.
Bien, bien dijo la duquesa, que en lugar de hallarse
entregada al amor que expresaba, se hallaba entregada a
profundas combinaciones que guardaba para s; no se
trata de eso, amigo mo (el ngel ya no era ms que eso).
Pensemos en vos. S, partiremos, cuanto antes, mejor. Arre
gladlo todo: yo os seguir. Est bien dejar ah a Pars
y el mundo. Voy a hacer mis preparativos de forma que
nadie pueda sospechar nada.
Estas palabras, Yo os seguir!, fueron dichas como las
habra dicho en esa poca la Mars para emocionar a dos
mil espectadores. Cuando una duquesa de Maufrigneuse
ofrece con semejante frase tal sacrificio al amor, ya ha
pagado su deuda. Es posible hablarle de detalles innobles?
Victurniano pudo tanto ms por ello ocultar los medios
que contaba emplear, y Diana se guard bien de interro

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

231

garle sobre este punto: sigui estando invitada, como de


ca De Marsay, al banquete coronado de rosas que todo
hombre deba prepararle. Victurniano no quiso marcharse
sin que esta promesa quedara sellada: tena necesidad de
buscar valor en su felicidad para resolverse a una accin
que sera, decase a s mismo, mal interpretada; pero con
t, y esto fue su razn determinante, con su ta y su padre
para sofocar el asunto; contaba todava incluso con Chesnel para inventar alguna transaccin. Por otra parte, este
negocio era el nico medio de tomar un emprstito sobre
las tierras de la familia. Con trescientos mil francos, el
conde y la duquesa iran a vivir felices, ocultos, a un pala
cio de Venecia; olvidara el universo entero. Se contaron
uno a otro su idilio por anticipado.
Al da siguiente, Victurniano hizo una orden de pago de
trescientos mil francos y la llev a casa de Keller. Los
Keller pagaron; tenan, en aquel momento, fondos de Du
Croisier, pero previnieron a ste, por medio de una carta,
que no girara ms sobre ellos sin aviso. Du Croisier, muy
sorprendido, pidi su cuenta y se la enviaron. Esta cuenta
lo explic todo; haba llegado el momento de consumar su
venganza.
Cuando Victurniano tuvo el dinero, lo llev a casa de
la seora de Maufrigneuse, la cual guard en su secreter
los billetes de banco y quiso decir adis al mundo viendo
una ltima vez la pera. Victurniano empezaba a reflexio
nar. Pensaba que su presencia en el palco de la duquesa
poda costarle caro, que lo mejor sera, despus de haber
puesto los trescientos mil francos a buen recaudo, correr
a arrojarse a los pies de Chesnel y confesarle sus apuros.
Antes de salir, la duquesa no pudo por menos de lanzar
a Victurniano una adorable mirada en la que arda el
deseo de despedirse otra vez de aquel nido que ella tanto
amaba. El joven conde, demasiado joven, perdi una no
che. Al da siguiente, a las- tres, se encontraba en el hotel
de Maufrigneuse, y vena a avisar a la duquesa para partir
juntos a medianoche.
Por qu habramos de partir? dijo la joven. He
pensado mucho en este proyecto. La vizcondesa de Beau
sant y la duquesa de Langeais han desaparecido. Mi fuga

232

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

tendra algo de muy vulgar. Haremos frente a la tempes


tad. Ser mucho ms hermoso. Estoy segura del xito.
Victurniano sinti vrtigo, parecile que su piel se di
solva y que su sangre flua por todas partes.
Qu tenis? exclam la bella Diana advirtiendo una
vacilacin que las mujeres jams perdonan.
A todos los caprichos de las mujeres, los hombres h
biles deben decir de momento que s, y sugerirles los mo
tivos del no, dejndoles el ejercicio de su derecho de cam
biar hasta el infinito sus ideas, sus resoluciones y sus sen
timientos. Por primera vez, Victurniano tuvo un acceso de
clera, la clera de las personas dbiles y poticas, tem
pestad mezclada de lluvias y relmpagos, pero sin rayo.
Trat muy mal a aquel ngel en la fe del cual haba ex
puesto ms que su vida: haba expuesto el honor de su
familia.
He aqu, pues dijo la joven, lo que encontramos
despus de dieciocho meses de cario. Me hacis dao,
mucho dao. Marchaos! No quiero volveros a ver. Cre
que me amabais, pero no me amis.
Que no os amo? pregunt el conde, fulminado por
este reproche.
No, seor.
Y lo repets? exclam. Ah, si supierais lo que
acabo de hacer por vos!
Y qu es todo lo que habis hecho por m, caballero?
dijo la duquesa. Cmo si no fuera preciso hacerlo
todo por una mujer que tanto ha hecho por vos!
No sois digna de saberlo! exclam Victurniano
furioso.
Despus de este sublime ah!, Diana inclin la cabeza,
la puso en su mano y, permaneci fra, inmvil, implaca
ble, como deben de ser los ngeles que no comparten nin
guno de los sentimientos humanos. Cuando Victurniano
vio a aquella mujer en esta actitud terrible, olvidse del
peligro que corra.' Acaso no acababa de maltratar a la
criatura ms angelical del mundo? Quera su perdn; arro
jse a los pies de Diana de Maufrigneuse y se los bes;
implor, llor. El desventurado estuvo all dos horas ha
ciendo mil locuras; encontr siempre un rostro fro y irnos

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

233

ojos de los que resbalan lgrimas de vez en cuando, la


grimones silenciosos, que en seguida ella secaba, para im
pedir que el indigno amante las recogiese. La duquesa nga
uno de esos dolores que hacen augustas y sagradas a las
mujeres. Dos horas sucedieron a las otras dos horas ante
riores. El conde obtuvo entonces la mano de Diana; la
encontr fra y sin alma. Aquella hermosa mano, llena de
tesoros, semejaba una madera flexible: no expresaba nada;
l la haba cogido, no era que ella se la hubiese dado. El
conde ya no viva, ya no pensaba. Qu hacer?
En tales ocasiones, para conservar su sangre fra, un
hombre debe estar constituido como aquel condenado a
trabajos forzados que, despus de haber estado robando
durante toda la noche las medallas de oro de la Biblioteca
Nacional, va por la maana a pedirle a su honrado her
mano que las funda, y al preguntarle ste: Qu hay que
hacer?, l le responde: Hazme caf. Pero Victurniano
cay en un estado de estupor cuyas tinieblas envolvieron
su mente. Sobre estas brumas grises pasaban, semejantes
a aquellas figuras que Rafael pint sobre fondos negros,
las imgenes de los placeres a los que haba querido decir
adis.
Inexorable y desdeosa, la duquesa jugaba con .un ex
tremo de su echarque y lanzando miradas irritadas a Victumiano, coqueteaba con sus recuerdos mundanos, hablaba
a su amante de sus rivales, como si esta clera la deci
diera a sustituir por uno de ellos a un hombre capaz
de desmentir en un momento dieciocho meses de amor.
Ah! deca la duquesa, no sera ese encantador
Flix de Vandenesse, tan fiel a la seora de Mortsauf, el
que se permitira semejante escena; se s que ama! De
Marsay, el terrible De Marsay, al que todos encuentran
tan salvaje, es uno de esos hombres fuertes que tratan
con rudeza a los hombres, pero que guardan todas sus
delicadezas para las mujeres. Montriveau ha quebrantado
bajo su pie a la duquesa de Langeais, como Otelo mata
a Desdmona, en un acceso de clera que por lo menos da
fe del exceso de su amor; eso no era mezquino como una
querella. Se encuentra placer en ser tratada as! Los hom
bres rubios, pequeos, delgados y flojos gustan de ator

234

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

mentar a las mujeres; slo pueden reinar sobre esas pobres


y dbiles criaturas; aman para poder tener un motivo de
creerse hombres. La tirana del amor es su nica opor
tunidad de poder.
La duquesa no. saba por qu se haba puesto bajo el
dominio de un hombre rubio. De Marsay, Montriveau, Van
denesse, aquellos guapos morenos, tenan un rayo de sol
en los ojos.
Fue un diluvio de stiras que pasaron silbando como
balas. Diana lanzaba tres flechas en una palabra: humi
llaba, picaba; ella sola hera como saben herir diez sal
vajes cuando quieren hacer sufrir a su enemigo atado a
un poste.
El conde grit en un acceso de impaciencia: Estis
loca!, y sali, sabe Dios en qu estado. Conduca su ca
ballo como si jams hubiera conducido. Rozaba los co
ches y dio contra un guardacantn en la plaza de Luis XV;
no saba dnde iba. El caballo, al no sentirse sujeto, huy
por el muelle de Orsay hacia su cuadra. Al doblar la es
quina de la calle de la Universidad, el cabriol fue dete
nido por Josefino.
Seor djole el anciano, azorado, no podis volver
a casa; la justicia ha venido para prenderos...
Victurniano atribuy este arresto a la orden de pago,
que an no poda haber llegado a manos del procurador
del rey, y no lo atribuy a sus verdaderas letras de cam
bio, que desde haca das se agitaban en forma de juicios
en regla, y que la mano de los guardianes del comercio
pona n escena con acompaamiento de espas, alguaciles,
jueces de paz, comisarios de polica, gendarmes y otros
representantes del orden social. Como la mayor parte de
los delincuentes, Victurniano no pensaba ms que en su
delito.
Estoy perdido! exclam.
No, seor conde; id al hotel del Bon La Fcmtaine, calle
de Grenelle. All encontraris a la seorita Armanda, que
ha llegado; los caballos estn enganchados a su coche; ella
os aguarda y os sacar de aqu.
Lleno de angustia, Victurniano se agarr a esta rama
que se le ofreca al alcance de la mano en medio de

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

235

aquel naufragio; corri a aquel hotel, abraz a su ta, que


lloraba como una Magdalena: habrase dicho que era la
cmplice de las faltas de su sobrino. Los dos montaron
en el coche, y unos instantes ms tarde se encontraron
fuera de Pars, en la ruta de Brest. Victumiano, anona
dado, permaneca en un profundo silencio. Cuando la ta
y el sobrino hablaron, fueron ambos vctimas del fatal
quid pro quo que haba arrojado sin reflexin a Victurniano en brazos de la seorita Armanda: el sobrino pen
saba en su falsificacin; la ta pensaba en las deudas y
en las letras de cambio.
Lo sabis todo, ta? le dijo.
S, pobrecito hijo mo, pero estamos aqu. En este
momento no te regaar; vuelve a tener buen nimo.
Tendr que esconderme.
Tal vez... S, esta idea es excelente.
Si pudiera entrar en casa de Chesnel sin ser visto,
calculando que nuestra llegada se efectuara en medio de
la noche...
Ser mejor; quedaremos en mayor libertad para ocul
tarlo todo a mi hermano. Pobre ngel, cmo sufre! dijo
la seorita Armanda acariciando a aquella indigna criatura.
Oh!, ahora comprendo el deshonor, y ste ha enfria
do mi amor.
Desventurada criatura, tanta felicidad y tanta miseria!
La seorita Armanda sostena sobre su pecho la cabeza
ardiente de su sobrino y besaba aquella frente sudorosa a
pesar del fro, como las santas mujeres debieron de haber
besado la frente de Jesucristo al envolverle en el sudario.
Conforme a su excelente clculo, aquel hijo prdigo fue
introducido de noche en la apacible casa de la calle del
Bercail; pero quiso el azar que al hacerlo se le arrojase,
segn una expresin proverbial, en la boca del lobo. Ches
nel haba tratado el da anterior del traspaso de su des
pacho con el primer pasante del seor Lepressoir, el nota
rio de los liberales, tal como l era el notario de la aristo
cracia. Aquel joven pasante perteneca a una familia lo
suficientemente rica como para poder entregar a Chesnel
una importante suma a cuenta, cien mil francos.

236

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Con cien mil francos decase en aquel momento el


viejo notario, frotndose las manos puede hacer callar
a los acreedores. El joven tiene deudas usureras; le ence
rraremos aqu. Yo ir all a hacer capitular a aquellos
perros.
Chesnel, el honrado Chesnel, el virtuoso Chesnel, el dig
no Chesnel llamaba perros a los acreedores de su hijo de
amor, el conde Victumiano.
El futuro notario abandonaba la calle del Bercail cuan
do la calesa de la seorita Armanda entraba en ella. La
curiosidad natural de todo joven que hubiera visto, en
aquella ciudad, a aquella hora, detenerse una calesa a la
puerta del viejo notario, quedaba suficientemente despierta
para hacer que el primer pasante permaneciera escondidoen el hueco de una puerta, desde donde vio a la seorita
Armanda.
La seorita Armanda de Esgrignon a estas horas! Qu
ocurre, pues, en casa de los De Esgrignon?, se dijo.
Al ver a la seorita, Chesnel la recibi con bastante
misterio. Cuando vio a Victurniano, a las primeras pala
bras que la seorita le dijo al odo, el buen hombre lo
comprendi todo; mir hacia la calle, la encontr silen
ciosa y tranquila, hizo una sea, y el conde pas rpida
mente de la calesa a la corte. Todo estaba perdido; el
refugio de Victurniano era conocido del sucesor de Chesnel.
Ah, seor conde! exclam el ex notario cuando
Victurniano estuvo instalado en una habitacin contigua
al gabinete de Chesnel y a la que no se poda penetrar
ms que pasando por encima del cuerpo del buen hombre.
S respondi el joven, comprendiendo la exclama
cin de su viejo amigo, no os he escuchado, y me en
cuentro en el fondo de un abismo en el que habr de
perecer.
No, no dijo el notario, mirando triunfalmente a la
seorita Armanda y al conde. He vendido mi despacho.
Haca mucho tiempo que trabajaba y pensaba retirarme.
Maana, a medioda, tendr cien mil francos con los cua
les pueden arreglarse muchas cosas. Seorita dijo, es
tis fatigada; volved a montar en el coche y entrad para
acostaros. Dejemos los asuntos para maana.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

237

Est seguro aqu? dijo la seorita Armanda seimiando a Victumiano.


S dijo el anciano.
La seorita bes a su sobrino, dejndole unas lgrimas
en la frente, y se fue.
Mi buen Chesnel, de qu servirn vuestros cien mil
francos en la situacin en que me encuentro? dijo el
conde a su viejo amigo cuando se pusieron a hablar de
sus asuntos. No conocis, me parece, la extensin de mis
desgracias.
Victumiano le explic lo que haba hecho. Chesnel que
dse estupefacto. Sin la fuerza de su abnegacin habra
sucumbido bajo aquel golpe. Dos ros de lgrimas brota
ron de aquellos ojos que alguien habra credo secos para
siempre. Por unos instantes volvi a ser un nio. Durante
unos momentos fue insensato como un hombre que viese
arder su casa y, a travs de una ventana, llamear la cuna
de sus hijos y crepitar sus cabellos al consumirse. Se irgui
pareci como si aumentara su estatura, levant sus viejas
manos y las agit con gestos desesperados y enloquecidos.
Que vuestra madre muera sin saber nunca nada, mu
chacho! Ya es bastante ser falsario. No seis parricida!
Huir? No, os condenaran por contumacia. Desdichado, por
qu no era la ma la firma que falsificasteis? Yo habra pa
gado, yo no habra llevado el ttulo al procurador del rey.
Ya no soy capaz de nada. Me habis arrojado al ltimo
hoyo del infierno Du Croisier! Qu va a ser de nosotros?
Qu vamos a hacer? Si hubieseis dado muerte a alguien,
esto puede an disculparse; pero una falsificacin, una fal
sificacin! Y el tiempo, el tiempo que vuela presuroso dijo
sealando su viejo reloj de pared con gesto amenazador.
Ahora hace falta un pasaporte falso; el crimen llama al
crimen. Es preciso... dijo haciendo una pausa salvar ante
todo la casa De Esgrignon.
Pero exclam Victumiano el dinero est todava en
casa de la seora de Maufrigneuse.
Ah! exclam Chesnel. Bien! Hay alguna esperan
za, bien dbil, sin embargo: podremos ablandar a Du Croi
sier, podremos comprarle? Tendr, si quiere, todos los bie
nes de la casa. Voy a su casa, voy a despertarle, a ofrecrse

238

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

lo todo. Por otra parte, no seris vos quien habr hecho la


falsificacin; ser yo. Ir a galeras; he pasado ya la edad
para ir a galeras; slo podrn encerrarme en la crcel.
Pero fui yo quien escribi la orden de pago dijo Victurniano, sin asombrarse de aquella insensata abnegacin.
Imbcil!... Perdn, seor conde. Era preciso hacer que
lo escribiera Josefino exclam el anciano notario, encole
rizado. Es un buen muchacho; habra cargado con todo.
Todo ha acabado; el mundo se desploma aadi el ancia
no, que, agotado, se sent. Du Croisier es una fiera; guar
dmonos de despertarle. Qu hora es? Dnde est la orden
de pago? En Pars podra comprrsela a los Keller, los cua
les se avendran a ello. Ah!, es un asunto en el que todo es
peligro; un solo paso en falso puede perdernos. En todo
caso, hace falta dinero. Vamos, nadie sabe que estis aqu;
vivid enterrado en el stano si es preciso. Yo me voy a Pa
rs inmediatamente; oigo que llega el correo de Brest.
En aquel momento el anciano recobr las facultades de
su juventud, su agilidad, su vigor; hizo un paquete de viaje,
tom dinero, puso un pan de seis libras en la pequea ha
bitacin y encerr en ella a su hijo .de adopcin.
No hagis ruido le dijo; quedaos aqu hasta mi re
greso, sin luz por la noche, o de lo contrario, vais a presi
dio! Me os, seor conde? S, a presidio, si, en una ciudad
como la nuestra, alguien supiera que estis aqu.
Luego sali Chesnel de su casa despus de ordenar al
ama que dijera que estaba enfermo, que no recibiera a na
die, que despidiera a todo el mundo y que aplazara para
tres das toda clase de negocios. Se march a seducir al di
rector del correo; le cont una historia, porque tuvo el ta
lento de un hbil novelista: obtuvo, para el caso en que
hubiera un sitio, que se le aceptara sin pasaporte, y logr
que se le prometiera guardar el secreto de aquella partida
precipitada. El coche correo lleg, por fortuna, vaco.

CHESNEL EN AYUDA DE LOS DE ESGRIGNON


Al da siguiente, por- la noche, Chesnel lleg a Pars y a
las nueve de la maana se encontraba en casa de los Keller.
All se enter de que la fatal orden de pago haba sido de
vuelta al cabo de tres das a Du Croisier; pero, aunque
obteniendo sus informaciones, no dijo nada comprometedor.
Antes de salir de la casa de los banqueros les pregunt si,
restableciendo los fondos, podan ellos mandar enviar de
nuevo aquella pieza. Francisco Keller respondi que la pieza
perteneca a Du Croisier, que solamente ste era dueo de
guardarla o volver a enviarla. El anciano, desesperado, fue
a ver a la duqusa. A aquella hora la seora de Maufrigneuse no reciba a nadie. Chesnel, que senta el valor del
tiempo, sentse en la antesala, escribi unas lneas y las
mand entregar a la seora de Maufrigneuse, seduciendo,
fascinando, interesando, mandando a los domsticos ms in
solentes, los ms inaccesibles del mundo. Aunque todava
estaba en la cama, la duquesa, con gran asombro de parte
de la servidumbre, recibi en su aposento al anciano.
Qu ocurre, caballero? dijo la duquesa. Qu desea
de m aquel ingrato?
Ocurre, seora duquesa exclam el buen hombre,
que vos tenis cien mil escudos que son nuestros.
S respondi ella, qu Significa?...

240

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Esa suma es resultado de una falsificacin que nos lleva


a las galeras, y que hemos hecho por amor a vos dijo viva
mente Chesnel. Cmo no lo habis adivinado, vos que
sois tan inteligente? En lugar de regaar al joven conde,
habrais tenido que interrogarle, y salvarle detenindole a
tiempo. Ahora, quiera Dios que la desgracia no sea irrepa
rable! Vamos a tener necesidad de todo vuestro crdito
cerca del rey.
A las primeras palabras que le explicaron el asunto, la
duquesa, avergonzada de su conducta con un amante tan
apasionado, temi incurrir en sospechas de complicidad. En
su deseo de mostrar que haba conservado el dinero sin to
carlo, olvid toda conveniencia y no tuvo en cuenta, por
otra parte, que aquel notario fuese un hombre: arroj a un
lado su edredn con un movimiento violento, lanzse hacia el
secreter pasando por delante del notario como uno de esos
ngeles que cruzan por las vietas de Lamartine y volvi
a meterse en la cama, confusa, despus de haber entregado
los cien mil escudos a Chesnel.
Sois un ngel, seora dijo (al parecer, era un ngel
para todo el mundo!) Pero no ser esto todo aadi el
notario; cuento con vuestro apoyo para salvarnos.
Salvaros! Lo lograr o perecer. Hay que amar mu
cho para no retroceder ante un delito. Por qu mujer ha
hecho cosa semejante? Pobre nio! Vamos, no perdis
tiempo, seor Chesnel. Contad conmigo como con vos
mismo.
Seora duquesa, seora duquesa!
El anciano no pudo decir ms que estas palabras, tan
emocionado estaba. Lloraba, senta deseos de bailar, pero
tuvo miedo de volverse loco, y se contuvo.
Vos y yo, los dos, le salvaremos dijo mientras se iba.
Chesnel fue a ver en seguida a Josefino, quien le abri
el secreter y la mesa en la que estaban los papeles del
conde, y encontr afortunadamente all algunas cartas de
Du Croisier y de los Keller que podan resultar tiles. Lue
go tom una plaza en una diligencia que parta inmediata
mente. Dio dinero a los postillones para que hicieran co
rrer el pesado coche tan de prisa como el correo, porque
encontr a dos viajeros con tanta prisa como l y que acor

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

241

daron comer en el interior del coche durante el viaje. El


coche pareca devorar la carretera. El notario volvi a en
trar en la calle del Bercail despus de tres das de ausen
cia. Aunque fueran las once de la noche, era demasiado
tarde. Chesnel vio a unos gendarmes a la puerta de su
casa, y cuando lleg al umbral vio en su patio al joven
conde arrestado. Ciertamente, si hubiera tenido poder para
ello, habra dado muerte a todos los agentes de la justicia
y a los soldados, pero no pudo hacer otra cosa ms que
arrojarse al cuello de Victumiano.
Si no consigo sofocar el asunto, ser preciso que os
matis antes de que se levanta acta de acusacin le dijo
al odo.
Victurniano se hallaba en tal estado de estupor, que
mir al notario sin comprenderle.
Matarme? repiti.
S! Si tuvierais valor para ello, hijo mo, contad con->
migo le dijo Chesnel estrechndole la mano.
Quedse, a pesar del dolor que le causaba aquel espe
tculo, plantado sobre sus piernas, que le temblaban, n:
rando al hijo de su corazn, al conde De Esgrignon,
heredero de aquella gran casa, que caminaba entre los gen darmes, entre el comisario de la polica de la ciudad, el
juez de paz y un alguacil. El anciano slo recobr su deci
sin y su presencia de nico cuando toda aquella gente
hubo desaparecido y ya no oa el rumor de los pasos y
el silencio fue restablecido.
Seor, vais a resfriaros exclam Brgida.
Que el diablo te lleve! grit el notario, exasperado.
Brgida, que no haba odo nada semejante durante los
veintinueve aos en que serva a Chesnel, dej caer la bu
ja; pero sin hacer caso del susto del alma, Chesnel ech
a correr en direccin a Val-Noble.
Est loco pens Brgida. Despus de todo, hay
motivos para ello. Pero adonde va? Me es imposible se
guirle. Qu va a ser de l? Ir a ahogarse?
Brgida despert al primer pasante y le mand inspec
cionar las orillas del ro, que se haban hecho tristemente
clebres desde el suicidio de un joven lleno de porvenir
y de la reciente muerte de una muchacha seducida. Ches-

242

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

nel se diriga al hotel de Du Croisier. No le quedaba ms


esperanza que aqulla. Los delitos de falsificacin sola
mente pueden ser perseguidos por querella privada. Si Du
Croisier quera prestarse a ella, an era posible hacer pasar
la queja por un mal entendido. Chesnel tena an la es
peranza de poder comprar a aquel hombre.
Durante aquella velada haba ms gente que de costum
bre en casa del seor y de la seora Du Croisier. Aunque
este asunto hubiera sido mantenido en secreto entre el pre
sidente del tribunal, seor Du Ronceret; el seor Sauvager,
primer sustituto del procurador del rey, y el seor Du Coudrai, el antiguo conservador de las hipotecas destituido por
haber votado mal, las seoras Du Ronceret y Du Coudral
lo haban confiado bajo promesa de secreto a una o dos
amigas ntimas. La noticia haba corrido, pues, entre la
iociedad medio noble, medio burguesa, que se daba cita
en casa del seor Du Croisier. Todos comprendan la grave
ad de un asunto semejante y nadie se atreva a hablar de
abiertamente. Las simpatas de la seora Du Croisier
ra con la alta aristocracia, por otra parte, eran tan no
rias, que apenas se atrevi nadie a cuchichear acerca de
.a desgracia que haba cado sobre los De Esgrignon. Los
principales interesados aguardaron, para hablar de ello, la
hora en que la buena de la seora Du Croisier se retiraba
a su dormitorio, donde se entregaba a sus prcticas reli
giosas lejos de las miradas de su marido.
En el momento en que la duea de la casa desapareci,
los partidarios de Du Croisier que conocan el secreto y
los planes de aquel gran industrial eran contados y vieron
que en el sali quedaban todava algunas personas cuyas
opiniones o intereses las hacan sospechosas. Continuaron
jugando. Hacia las once y media ya no quedaron ms que
los ntimos: el seor Sauvager, el seor Camusot, el juez
de instruccin y su mujer, el seor y la seora Du.Ronce
ret, su hijo Fabin, el seor y la seora Du Coudrai, y
Jos Blondet, hijo mayor de un anciano juez; en total, diez
personas.
Cuentan que Talleyrand, en una noche fatal, a las tres
de la madrugada, jugando en casa de la duquesa de Luynes, interrumpi el juego, puso su reloj de bolsillo encima

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

243

de la mesa y pregunt a los jugadores si el prncipe de


Cond tena algn otro hijo adems del duque de Enghien.
Por qu preguntis una cosa que vos sabis perfec
tamente? le dijo la seora de Luynes.
Es que, si el prncipe no tiene otro hijo, la casa de
Cond se ha acabado contest.
Tras un momento de silencio reanudaron el juego.
Con un movimiento semejante procedi el presidente
l)u Ronceret, sea que conociese este rasgo de la historia
contempornea, sea que las pequeas inteligencias se pa
recen a las grandes en las expresiones de la vida poltica.
Consult el reloj y dijo, interrumpiendo el juego de boston:
En este momento estn deteniendo al seor conde De
Esgrignon, y esa casa tan orgullosa ha quedado deshonrada
para siempre.
Entonces, habis conseguido poner la mano sobre ese
muchacho? exclam con alegra Du Coudrai.
Todos los presentes, menos el presidente, el sustituto
y Du Croisier, manifestaron una sbita sorpresa.
Acaba de ser detenido en casa de Chesnel, donde se
haba escondido dijo el sustituto asumiendo el aire de
un hombre competente e incomprendido que debera ser
ministro de la polica.
Aquel seor Sauvager, primer sustituto, era un joven de
veinticinco aos, flaco y alto, de rostro largo y aceitunado,
de cabello negro y rizado, ojos hundidos y bordeados por
debajo por un ancho crculo marrn, repetido por encima
por sus prpados arrugados. Posea una nariz de ave de
rapia, las mejillas sumidas por el estudio y la ambicin.
Ofreca el tipo de esos seres secundarios, que se apoyan en
las circunstancias, dispuestos a todo para poder alcanzar
sus fines, pero mantenindose en los lmites de lo posible
y en el decoro de la legalidad. Su aire importante revelaba
admirablemente su facundia servil. El secreto del refugio
del joven conde le haba sido revelado por el sucesor de
Chesnel. Esta noticia pareci sorprender vivamente al juez
de instruccin, seor Camusot, el cual, por peticin de Savager, haba decretado la orden de arresto, tan pronta
mente ejecutada. Camusot era un hombre de unos treinta
aos de edad, bajito, ya obeso, rabio, de carnes blandas,

244

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

tez lvida como la de casi todos los magistrados que viven


encerrados en sus gabinetes o en sus salas de audiencia.
Tena unos ojillos de un color amarillo claro, llenos de
aquella desconfianza que pasa por astucia.
La seora Camusot mir a su marido como para decir
le: "No tena razn?"
De modo que el asunto tendr lugar? dijo el juez
de instruccin.
Acaso podis dudarlo? repuso Du Coudrai. Todo
ha acabado, puesto que se tiene al conde.
Hay el jurado dijo el seor Camusot. Para este
asunto, el seor prefecto sabr arreglar las cosas de modo
que con las recusaciones ordenadas al tribunal y las del
acusado no queden en el jurado ms que personas favora
bles a la absolucin. Mi parecer ser transigir dijo diri
gindose a Du Croisier.
Transigir! dijo el presidente.
Absuelto o condenado, el conde no ser por ello me
nos deshonrado dijo el sustituto.
Yo soy parte civil dijo Du Croisier; tendr a Dupin, el mayor. Ya veremos cmo la casa De Esgrignon se
libra de sus garras.
Sabr defenderse y elegir un abogado en Pars; os
opondr a Berryer dijo la seora Camusot. A buena
gata, buena rata.
Du Croisier, el seor Sauvager y el presidente Du Ronceret miraron al juez de instruccin, ocupados por el mismo
pensamiento. El tono y la manera en que la joven emiti
su proverbio frente a las ocho personas que tramaban la
ruina de la casa De Esgrignon produjeron emociones que
cada una de ellas disimul como saben disimular las per
sonas de provincias, acostumbradas por su continua cohe
rencia a las astucias de la vida monacal. La pequea seora
Camusot observ el cambio de semblantes, los cuales se
compusieron tan pronto como se advirti la probable opo
sicin del juez a las intenciones de Du Croisier. Al ver que
su marido revelaba el fondo de su pensamiento, ella haba
querido sondear la profundidad de aquellos odios y adivi
nar por qu inters se haba atrado Du Croisier al primer
sustitu^, que haba actuado tan precipitadamente y de

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

245

modo tan contrario a los puntos de vista de la autoridad.


De todas maneras dijo, si en este caso vienen de
Pars abogados clebres, ello nos promete sesiones de au
diencia de lo criminal muy interesantes; pero el asunto
expirar entre el tribunal y la corte real. Hay que creer que
el gobierno har secretamente cuanto pueda por salvar
a un joven que pertenece a una gran familia y que tiene
por amiga a la duquesa de Maufrigneuse. Por lo tanto, no
creo que tengamos escndalo en Landemeau.
Creis, seora repuso severamente el presidente
que el tribunal que instruir la causa y la juzgar al prin
cipio pueda ser influido por consideraciones ajenas a la
justicia?
El sucesor prueba lo contrario dijo ella con malicia
mirando al sustituto y al presidente, que le dirigieron una
fra mirada.
Explicaos, seora dijo el sustituto. Hablis como
si nosotros no hubisemos cumplido con nuestro deber.
Las palabras de la seora no tienen ninguna impor
tancia.
Pero las del seor presidente no han prejuzgado acasp una cuestin que depende de la instruccin repuso la
seora, y sin embargo, la instruccin todava tiene que
hacerse y el tribunal an no se ha pronunciado?
No estamos en el Palacio de Justicia respondile el
sustituto con acritud, y por otra parte, nosotros sabemos
todo esto.
El seor procurador del rey lo ignora todo todava
repuso ella mirndole con irona. Va a volver de la C
mara de los Diputados a toda prisa. Le habis dado que ha
cer, y sin duda l mismo ser quien decida.
El sustituto frunci sus pobladas cejas, y los interesa
dos vieron grabados en su frente tardos escrpulos. Hzose
entonces un profundo silencio durante el cual slo se oy
cmo se echaban y recogan las cartas. El seor y la seora
Camusot, que se vieron tratados con suma frialdad, salieron
para dejar a los conspiradores a sus anchas.

Camusot le dijo su mujer cuando estuvieron en la


calle, te has adelantado demasiado. Por qu dejar que

246

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

esa gente sospeche que no participas en sus planes? Te


van a jugar una mala pasada.
Qu pueden contra mi? Yo soy el nico juez de ins
truccin.
No pueden calumniarte solapadamente y provocar
tu destitucin?
En aquel momento, la pareja tropezse con Chesnel. El
viejo notario reconoci al juez de instruccin. Con la luci
dez de las personas bregadas en los asuntos, comprendi
que el destino de la casa De Esgrignon estaba en manos de
aquel joven.
Ah!, seor exclam el buen hombre, vamos a te
ner necesidad de vos. Slo quiero deciros unas palabras.
Disculpadme, seora dijo a la mujer del juez, llevndose
aparte a su marido.
Como buena conspiradora, la seora Camusot mir ha
cia la casa de Du Croisier con objeto de advertir a los dos
hombres en caso de que saliera alguien de la casa; pero
con razn consider que los enemigos estaban ocupados en
discutir el incidente que ella haba provocado. Chesnel
llevse al juez a un rincn oscuro, a lo largo del muro, y
se acerc a su odo.
El crdito de la duquesa de Maufrigneuse, el del prn
cipe de Cadignan, de los duques de Navarreins, de Lenoncourt, el guardasellos, el canciller, el rey, todo es para vos
si os inclinis por la casa De Esgrignon le dijo. Yo
llego de Pars, yo lo saba todo, he corrido a explicarlo
todo a la corte. Contamos con vos y os guardar el secre
to. Si vos os constitus en enemigo nuestro, maana mismo
vuelvo a Pars y entrego a su ilustrsima una querella en
sospecha legtima contra el tribunal, algunos miembros del
cual sin duda estaban esta noche en casa de Du Croisier,
comiendo y bebiendo en ella, contrariamente a las leyes, y
que, por otra porte, son amigos suyos.
Chesnel habra hecho intervenir al Padre Eterno si hu
biera tenido poder para ello; dej al juez sin aguardar res
puesta, y corri como un gamo hacia la casa de Du Croi
sier. Requerido por su mujer para que le revelara las con
fidencias de Chesnel, el juez obedeci y fue asaltado por
ese "No tena yo razn, amigo mo?" que las mujeres dicen

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

247

tambin cuando no tienen razn, pero menos dulcemente.


Al llegar a su casa, Comusot haba confesado la superiori
dad de su mujer y reconoci la felicidad de pertenecer a
ella, confesin que sin duda depar una feliz noche a los
dos esposos, Chesnel encontr al grupo de sus enemigos
que salan de la casa de Du Croisier, y tuvo miedo de en
contrarle acostado, cosa que habra considerado como una
desgracia, porque se encontraba en una de aquellas circuns
tancias que exigen rapidez.
Abrid, en nombre del rey! grit al criado que ce
rraba el vestbulo.
Acababa de hacer llegar al rey al lado de un pequeo
juez ambicioso, haba conservado esta palabra en sus la
bios, se embrollaba, delirada. Le abrieron. El notario se
lanz como un rayo hacia la antesala.
Muchacho dijo al criado, cien escudos para ti si
puedes despertar a la seora Du Croisier y envirmela al
instante. Dile lo que quieras.
Chesnel estaba sereno al abrir la puerta del brillante sa
ln en el que Du Croisier se paseaba solo a grandes zanca
das. Aquellos dos hombres se midieron entonces un instan
te con una mirada cuya profundidad era de veinte aos de
odio y enemistad. El uno tena el pie en el corazn de la
casa De Esgrignon; el otro se adelantaba con la fuerza de
un len para arrancrsela.
Seor dijo Chesnel, os saludo humildemente. Vues
tra querella ha sido presentada?
S, seor.
Desde cuando?
Desde ayer.
No se ha procedido ms que a la orden de arresto?
As lo creo repuso Du Croisier.
Vengo para tratar.
La justicia seguir su curso; nada puede detenerla.
N<y nos ocupemos de esto; estoy a vuestras rdenes, a
vuestros pies.
El viejo Chesnel cay de rodillas y tendi sus manos
suplicantes hacia Du Croisier.
Qu queris? Queris nuestros bienes, nuestro cas
tillo? Tomadlo todo, pero retirad la demanda; no nos de

248

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

jis ms que la vida y el honor. Adems de lo que os ofrez


co, ser vuestro servidor y dispondris de m.
Du Croisier dej al anciano de rodillas y l se sent en
un silln.
Vos no sois vengativo, vos sois bueno, vos no nos
guardis tanto rencor como para no prestaros a un arreglo
dijo el anciano. Antes de que amanezca, el joven debera
estar en libertad.
Toda la ciudad est enterada de su detencin dijo
Du Croisier, que estaba saboreando su venganza.
Es una gran desgracia; pero si no hay juicio ni prue
bas, lo arreglaremos todo.
Du Croisier reflexionaba. Chesnel crey que estaba lu
chando con su inters y tuvo la esperanza de retener a su
enemigo por medio de este gran mvil de las acciones
humanas. En aquel supremo instante, la seora Du Croisier
se present.
Venid, seora; ayudadme a convencer a vuestro que
rido esposo dijo Chesnel, an de rodillas.
La seora D li Croisier levant del suelo al anciano, mani
festando la ms profunda sorpresa. Chesnel le refiri el
asunto. Cuando la noble hija de los servidores de los duques
de Alenqon supo de lo que se trataba, volvise con los ojos
llenos de lgrimas hacia Du Croisier.
Ah!, seor, podis vacilar? Los De Esgrignon, el ho
nor de la provincia! le dijo.
S, de eso se trata! exclam Du Croisier, ponindose
en pie y reanudando su agitado paseo por la estancia.
Y de qu se trata entonces?... dijo Chesnel asom
brado.
Seor Chesnel, se trata de Francia! Se trata del pas,
del pueblo, se trata de ensearles a los seores vuestros
nobles que hay una justicia, unas leyes, una burguesa, una
pequea nobleza que vale lo mismo que ellos! No se lleva
el deshonor a las familias seduciendo a pobres muchachas,
no se hace burla de la gente honrada sin que estos hechos
aumenten, produzcan aludes, y que estos aludes caigan,
aplasten, entierren a los seores nobles. Vosotros queris
volver al antiguo orden de cosas, queris rasgar el pacto

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

249

social, esta Carta en la que nuestros derechos estn es


critos...
Y despus? dijo Chesnel.
No constituye acaso una sagrada misin la de ilustrar
al pueblo? exclam Du Croisier. El pueblo abrir los
ojos a la moralidad de vuestro partido cuando vea que los
nobles, como Pedro o como Jaime, son juzgados. Dir que
la gente humilde con honor vale ms que la gente noble que
se deshonra. La audiencia de lo criminal es para todo el
mundo. Yo soy aqu el defensor del pueblo, el amigo de las
leyes. Vos mismo me arrojasteis al lado del pueblo por dos
veces, primero al rehusar mi alianza y luego al proscribir
me de vuestra sociedad. Vos recogis ahora lo que antes
sembrasteis.
Estas palabras asustaron a Chesnel tanto como a la
seora Du Croisier. Aqulla mujer adquira con ellas un
horrible conocimiento del carcter de su marido; fue una
luz que le iluminaba no solamente el pasado, sino tam
bin el futuro. Pareca imposible hacer capitular a aquel
coloso; pero Chesnel no retrocedi ante lo imposible.
Cmo!, seor, No serais capaz de perdonar? Enton
ces, no sois cristiano? dijo la seora Du Croisier.
Yo perdono como perdona Dios, seora, con condi
ciones.
Cules? pregunt Chesnel, que crey percibir un
rayo de esperanza.
Va a haber elecciones; quiero los votos de que dis
ponis.
Los tendris dijo Chesnel.
Quiero continu Du Croisier ser recibido, mi mu
jer y yo, familiarmente, todas las noches, con amistad, en
apariencia, por lo menos, por el seor marqus De Esgrignon y por los suyos.
No s cmo lo arreglaremos, pero seris recibido.
Quiero una hipoteca de cuatrocientos mil francos ba
sada en una transaccin escrita sobre este asunto, con ob
jeto de tener siempre un can apuntando hacia vuestro
corazn.
De acuerdo dijo Chesnel, sin confesar todava que
llevaba encima los cien mil escudos, pero estar en terce

250

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

ras manos y devuelta a la familia despus de vuestra elec


cin y del pago.
No, sino despus de la boda de mi sobrina, la seorita
Duval, que quizs un da reunir cuatro millones. Esta jo
ven ser instituida heredera ma y de mi mujer; vos ha
ris que se case con vuestro joven conde.
Jams! dijo Chesnel.
Jams? repuso Du Croisier, ebrio por su triunfo.
Buenas noches.
Qu imbcil soy! djose Chesnel. Por qu retro
cedo ante una mentira, tratndose de un hombre as?
Du Croisier se retir, complacindose en anularlo todo
en nombre de su orgullo ofendido, despus de haber gozado
de la humillacin de Chesnel, de haber amenazado el desti
no de la soberbia casa en la que se resuma la aristocracia
de la provincia e impreso la marca de su pie en las entra
as de los De Esgrignon. Volvi a subir a su habitacin,
dejando a su mujer a solas con Chesnel. En su embriaguez,
no vea obstculo a su victoria y crea firmemente que los
cien mil escudos haban sido disipados; para encontrarlos,
la casa De Esgrignon tena necesidad de vender o de hipo
tecar sus bienes; a sus ojos, la audiencia de lo criminal era,
pues, inevitable. Los asuntos de falsificacin pueden siem
pre arreglarse cuando se restituye la suma. Las vctimas
de este delito son generalmente personas ricas que no tie
nen inters alguno en ser la causa de la deshonra de un
hombre imprudente. Pero Du Croisier no quera renunciar
a sus derechos ms que con pleno conocimiento. Acostse,
pues, pensando en la magnfica realizacin de sus esperan
zas, sea por medio de la audiencia de lo criminal, sea por
medio de aquella boda, y gozaba al or la voz de Chesnel
lamentndose con la seora Du Croisier. Profundamente
religiosa y catlica, realista y adicta a la nobleza, la seora
Du Croisier comparta las ideas de Chesnel en lo referente
a los De Esgrignon. Por lo tanto, todos sus sentimientos
acababan de ser cruelmente lastimados. Aquella buena rea
lista haba odo el aullido del liberalismo, que, en opinin
de su director espiritual, deseaba la ruina, del catolicismo.
Para ella, las izquierdas eran 1793 con la sublevacin y el
cadalso.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

251

La seora Du Croisier no respondi ms que por medio


de gruesas lgrimas que rodaron por sus mejillas.
Seora, vos habis sido ya la causa de la muerte de
un pobre muchacho y del eterno duelo de su madre re
puso Chesnel, observando cun certero era su golpe, y ha
bra golpeado hasta romper aquel corazn para poder sal
var a Victumiano. Queris asesinar a la seorita Arman
da, que no sobrevivira ocho das a la deshonra de su
casa? Queris asesinar al pobre Chesnel, a vuestro viejo
notario, que matar al conde en su prisin antes de que le
acusen, y que se dar luego muerte a s mismo para no ir
ante el tribunal como culpable de homicidio?
Basta, basta, amigo mo! Soy capaz de todo para so
focar semejante asunto, pero hasta hace unos instantes no
he conocido por entero al seor Du Croisier... A vos ya
puedo confesroslo! No hay solucin alguna.
Y si la hubiese? dijo Chesnel.
Yo dara la mitad de mi sangre para que la hubiese
respondi la seora Du Croisier con una inclinacin de
cabeza en la que se reflejaba su buena voluntad.
Semejante al primer cnsul, que, vencido en los campos
de Marengo hasta las cinco de la tarde, a las seis obtuvo
la victoria por el ataque desesperado de Desa.ix y por la
terrible carga de Kellermann, Chesnel advirti los elemen
tos del triunfo en medio de las ruinas. Era preciso ser
Chesnel, era preciso ser viejo notario, viejo administrador,
haber sido pequeo pasante del seor Sorbier padre, era
preciso contar con las sbitas iluminaciones de la deses
peracin para ser tan grande como Napolen, ms grande
que l incluso: esta batalla no era Marengo, sino Waterloo,
y Chesnel quera vencer a los prusianos al ver que haban
llegado.
Seora, vos, de quien he llevado los asuntos durante
veinte aos; vos, que sois el honor de la burguesa, como
los De Esgrignon son la nobleza de esta provincia, sabed
que ahora depende' exclusivamente de vos el salvar la casa
De Esgrignon. Ahora, responded: dejaris deshonrar a los
manes de vuestro to, a los De Esgrignon, al pobre Ches
nel? Queris matar a la seorita Armanda, que est des
hecha en llanto? Queris reparar vuestros errores alegran

252

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

do a vuestros antepasados, los administradores de los du


ques de Alenon, consolando a los manes de nuestro queri
do abate, que, si pudiera salir de su tumba, os ordenara
que hicierais lo que yo os suplico de rodillas?
Qu es ello? exclam la seora Du Croisier.
Bien, he aqu los cien mil escudos dijo sacando del
bolsillo los fajos de billetes de banco. Aceptadlos y todo
habr concluido.
Si no se trata ms que de eso repuso la seora Du
Croisier, y si no puede resultar nada malo para mi ma
rido...
Slo algo bueno dijo Chesnel. Vos le ahorraris
las venganzas eternas del infierno al precio de una ligera
contrariedad aqu abajo.
No se ver comprometido? pregunt la seora Du
Croisier, mirando a Chesnel.
Chesnel ley entonces en el alma de aquella pobre mu
jer. La seora Du Croisier vacilaba entre dos religiones, en
tre los mandamientos que la Iglesia ha sealado a los cn
yuges y sus deberes para con el trono y el altar: parecale
que su marido era digno de censura, pero no se atreva a
consurarle; habra querido salvar a los De Esgrignon, y no
quera hacer nada en contra de los intereses de su marido.
En nada dijo Chesnel; vuestro viejo notario os lo
jura por los santos Evangelios...
A Chesnel ya no le quedaba ms que su salvacin eterna
que ofrecer a la casa De Esgrignon, y la arriesg profiriendo
una horrible mentira; pero era preciso engaar a la seora
Du Croisier o perecer. Inmediatamente redact y dict a la
seora Du Croisier un recibo de cien mil escudos con fe
cha de cinco das antes de la fatal letra de cambio, en una
poca en la que se acord de una ausencia de Du Croisier,
que haba ido a la finca de su mujer para ordenar en ella
ciertas mejoras.
Tenis que jurarme dijo Chesnel cuando la seora
Du Croisier tuvo los cien mil escudos y l tuvo el recibo
que declararis ante el juez de instruccin que habis reci
bido esta suma el da antes indicado.
No ser eso una mentira?
Oficiosa dijo Chesnel.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

253

No podra decirla sin antes consultar a mi director


espiritual, el seor abate Couturier.
Bien dijo Chesnel, guiaos enteramente por sus
consejos en este asunto.
Os lo prometo.
No entreguis la suma al seor Du Croisier hasta que
hayis comparecido ante el juez de instruccin.
Bien dijo la seora Du Croisier. Ay!, que Dios me
d fuerzas para comparecer ante la justicia humana y sos
tener una mentira.
Despus de haber besado la mano de la seora Du Croi
sier, Chesnel se irgui majestuosamente como uno de los
profetas pintados por Rafael en el Vaticano.
El alma de vuestro to se estremece de alegra; habis
borrado para siempre el error de haberos casado con el
enemigo del trono y del altar.
Estas palabras impresionaron profundamente el alma
timorata de la seora Du Croisier. Chesnel pens inmedia
tamente en asegurarse al abate Couturier, el director de la
conciencia de la seora Du Croisier. Saba la tenacidad que
la gente devota pone en el triunfo de sus ideas una vez
que se han decidido a luchar por su partido, y quiso envol
ver lo ms rpidamente posible a la Iglesia en esta lucha
ponindola de su lado; fue, pues, al hotel De Esgrignon,
despert a la seorita Armanda, la puso al corriente de los
sucesos de la noche y la lanz a la ruta del obispado para
hacer que el propio prelado acudiera al campo de batalla.
Dios mo, debes salvar a la casa De Esgrignon! ex
clam Chesnel cuando regresaba con paso lento. El asunto
se convierte ahora en una lucha judicial. Nos encontra
mos en presencia de hombres que tienen pasiones e intere
res y todo podemos obtenerlo de ellos. Este Du Croisier se
ha aprovechado de la ausencia del procurador del rey, que
nos es adicto, pero que, desde la apertura de las Cmaras,
se halla en Pars. Qu han hecho, entonces, para apoderar
se del primer sustituto, que ha dado curso a la demanda
sin haber consultado a su jefe? Maana por la maana
ser preciso penetrar este misterio, estudiar el terreno, y
quiz, despus de haber cogido los hilos de esta trama, re

254

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

gresar a Pars con objeto de poner en juego las altas po


tencias por medio de la seora de Maufrigneuse.
Tales eran los razonamientos del pobre viejo atleta, que
vea las cosas certeramente, y que se acost casi muerto
bajo el peso de tantas emociones y fatigas. Sin embargo,
antes de dormirse arroj sobre los magistrados que com
ponan el tribunal una ojeada escrutadora que abarcaba los
pensamientos secretos de sus ambiciones, con objeto de
averiguar cules eran sus oportunidades en esta lucha y
de qu modo podan ser influidos. Al dar una forma sucin
ta al largo examen de las conciencias que hizo Chesnel, da
remos quizs al lector un cuadro de la magistratura de
provincias.

VI

UN TRIBUNAL DE PROVINCIAS
Los jueces y la gente del rey, obligados a iniciar su ca
rrera en provincias, donde se agitan las ambiciones judi
ciales, van todos a Pars en sus comienzos; todos aspiran
a brillar en este vasto teatro en el que se tratan las gran
des causas polticas y dnde la magistratura est vincu
lada a los intereses palpitantes de la sociedad. Pero este
paraso de gente de justicia admite pocos escogidos, y las
nueve dcimas partes de los magistrados deben, tarde o
temprano, quedarse para siempre en las provincias. As,
todo tribunal provinciano ofrece dos partidos bien defini
dos: el de las ambiciones cansadas de esperar, contentas
con la excesiva consideracin concedida en provincias al
papel que en ellas desempean los magistrados, o sea, el
de las ambiciones dormidas por una vida tranquila, y el de
los jvenes y verdaderos taletos, a los cuales el deseo
de subir, deseo no atemperado por decepcin alguna, o
espoleado de continuo por el afn de subir, confiere una
especie de fanatismo para con su sacerdocio.
En esa poca, el realismo animaba a los jvenes magis
trados contra los enemigos de los Borbones. El menor de
los sustitutos soaba con todas las fuerzas de su alma
con esos procesos polticos que ponan el celo de manifiesto,
llamaban la atencin del ministerio y promovan el ascenso
de las gentes del rey. Quin, de entre los magistrados, no
senta celos de la corte en cuya jurisdiccin estallaba
una conspiracin bonapartista? Quin no ansiaba encon-

256

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

trar un Carn, un Berton? Estas ardientes ambiciones, esti


muladas por la gran lucha de los partidos, apoyadas en la
razn de Estado y en la necesidad de monarquizar a Fran
cia, eran lcidas, previsoras, perspicaces; efectuaban con
rigor actos policacos, espiaban las poblaciones y las em
pujaban por el camino de la obediencia, del cual no haban
de salir. La justicia, entonces fanatizada por la fe monr
quica, reparaba los errores de los antiguos parlamentos y
caminaba de acuerdo con la religin, quiz de un modo
demasiado ostensible. Fue entonces ms diligente que h
bil, pec menos por maquiavelismo que por la sinceridad
de sus puntos de vista, que parecieron hostiles a los inte
reses generales del pas, que ella trataba de poner al abrigo
de las revoluciones. Pero, tomada en su conjunto, la justi
cia contena an demasiados elementos burgueses, era an
demasiado accesible a las pasiones mezquinas del liberalis
mo, deba hacerse tarde o temprano constitucional y colo
carse al lado de la burguesa el da en que se produjera
una lucha. En este gran cuerpo, como en la administracin,
hubo hipocresa o, por mejor decir, un espritu de imita
cin que induce a Francia a modelarse constantemente so
bre la corte y a engaarla as de un modo muy inocente.
Estas dos clases de fisonomas judiciales existan en el
tribunal en el que iba a decidirse la suerte del joven De
Esgrignon. El seor presidente Du Ronceret y un anciano
juez llamado Blondet representaban all a esos magistrados
resignados a no ser ms que lo que eran y encasillados
para siempre en esa ciudad. El partido joven y ambicioso
contaba con el seor Camusot, el juez de instruccin, y con
el seor Michu, nombrado juez suplente por la proteccin
de la casa Cinq-Cygne, y que, a la primera ocasin, haba
de entrar en la jurisdiccin de la corte real de Pars.
Puesto al abrigo de toda destitucin por la inamovilidad
judicial, y no vindose acogido por la aristocracia conforme
a la importancia que l mismo se daba, el presidente Du
Ronceret haba tomado partido por la burguesa, dando a
su contrariedad el barniz de independencia, sin saber que
sus opiniones le condenaban a seguir siendo presidente
toda su vida. Una vez lanzado por esta senda, fue llevado
por la lgica de las cosas a poner su esperanza de pro

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

257

mocin en el triunfo de Du Croisier y de las izquierdas. No


era ms grato a la prefectura que a la corte real. Obligado
a la circunspeccin para con el poder, resultaba sospechoso
a los liberales. Por consiguiente, no tena lugar en ningn
partido. Obligado a dejar la candidatura electoral a Du
Croisier, vease sin influencia y desempeaba un papel se
cundario. Lo falso de su situacin repercuta en su carc
ter, y se mostraba agriado y descontento. Cansado de su
ambigedad poltica, haba decidido secretamente ponerse
al frente del partido liberal y de este modo dominar a Du
Croisier. Su comportamiento en el asunto del conde De
Esgrignon fue su primer paso en esta carrera. Representa
ba ya admirablemente a aquella burguesa que con sus
pequeas pasiones ofuscaba los grandes intereses del pas,
caprichosa en poltica, hoy en favor, maana en contra del
poder, que todo lo comprometa y no salvaba nada, deses
perada del mal que haba hecho, pero que segua hacin
dolo, sin querer reconocer su mezquindad, y obstaculizando
el poder mientras aseguraba ser su sirvienta, a la vez hu
milde y arrogante, pidiendo al pueblo una subordinacin
que ella no conceda a la realeza, envidiosa de los superio
res que deseaba rebajar a su mismo nivel, como si la gran
deza pudiera ser pequea o el poder pudiera existir sin la
fuerza.
Este presidente era un hombre alto, flaco, de cabello cas
tao, los ojos de un color distinto cada uno y labios apre
tados. Su voz apagada dejaba or el silbido del asma. Tena
por esposa una alta criatura solemne y desgarbada, que
vesta de un modo ridculo y se engalanaba excesivamente.
La presidenta se daba aires de reina, llevaba colores vivos
y nunca iba al baile sin adornar su cabeza con aquellos tur
bantes tan queridos de las inglesas y que la provincia cul
tivaba con amor. Ricos los dos de cuatro a cinco mil libras
de renta, reunan, con los honorarios de la presidencia una
docena de miles de francos. A pesar de su tendencia a la
avaricia, reciban invitados un da a la semana con el fin
de satisfacer su vanidad. Fieles a las viejas costumbres de
la ciudad, en la que Du Croisier introduca el lujo moderno,
el seor y la seora Du Ronceret no haban efectuado, des
de que se casaron, ninguna modificacin en la casa que

258

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

habitaban, que perteneca a la seora. Esta casa, que tena


una fachada que daba al patio y otra que daba a un peque
o jardn, presentaba en la parte de la calle un frontispicio
triangular y grisceo con una ventana en cada piso. El pa
tio y el jardn estaban encajonados por un alto muro, a lo
largo del cual se extendan por el jardn una avenida de
castaos y las dependencias en el patio. Por el lado de la
calle que se extenda a lo largo del jardn levantbase una
verja de hierro devorada por la herrumbre, y en el patio,
entre dos entrepaos de pared, haba una gran puerta co
chera rematada por una inmensa concha. Esta concha se
encontraba encima de la puerta de la fachada. All todo
era sombro, sofocado, sin aire. La pared medianera ofre
ca unos ventanucos con barrotes, como las ventanas de
una crcel. Las flores parecan aburrise en los pequeos
parterres de aquel pequeo jardn, en el que los transen
tes podan ver a travs de la reja lo que se haca. En la
planta baja, despus de una gran antesala que daba al
jardn, se entraba en el saln, una de cuyas ventanas daba
a la calle y tena una escalinata de puerta con vidriera que
daba a) jardn. El comedor, de tamao igual al del saln,
estaba al otro lado de la antesala. Estas tres piezas armo
nizaban con aquel conjunto melanclico. Los techos, todos
cortados por aquellos pesadas vigas pintadas, adornadas
en medio por algunos rombos esculpidos, quebraban la mi
rada. Las pinturas, de tonos chillones, eran viejas y ahuma
das. El saln, decorado por grandes cortinas de seda roja
comida por el sol, posea unos muebles de madera pintada
de blanco y cubiertos con vieja tapicera de Beauvais de
tonos descoloridos. En la chimenea, un reloj de la poca de
Luis XV vease entre candeleras extravagantes cuyas velas
amarillas slo alumbraban en los das en que la presidenta
despojaba de su envoltura verde una vieja araa de almen
dras de cristal de roca. Tres mesas de juego cubiertas con
un rado tapete verde bastaban para entretenimiento de la
compaa, a la que la seora Du Ronceret ofreca sidra,
pastelillos, castaas, vasos de agua azucarada y horchata
hecha en casa. Desde haca algn tiempo haba adoptado
cada quince das un t con pastas de calidad algo mejor
que en otras ocasiones. Cada trimestre, los Du Ronceret

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

259

ofrecan una gran comida de tres platos, pregonada en


la ciudad, servida en una detestable vajilla, pero confec
cionada con la ciencia que distingue a las cocineras de
provincias. El presidente trataba entonces de competir
mediante una abundancia de avaro con la elegancia de Du
Croisier. As la vida y sus accesorios concordaban con el
carcter y la falsa posicin del presidente; en su casa se
encontraba a disgusto, sin saber por qu, pero no se atre
va a hacer ningn gasto para cambiar el estado de las co
sas, demasiado satisfecho de poder poner a un lado todos
los aos siete u ocho mil francos para establecer con holgu
ra a su hijo Fabin, que no haba querido ser magistrado,
ni abogado, ni administrador, y cuya holgazanera le deses
peraba. El presidente rivalizaba en este punto con su vice
presidente seor Blondet, viejo juez que desde haca algn
tiempo tena a su hijo en relaciones con la familia Blandureau. Estos ricos comerciantes de tejidos tenan una
hija nica con la cual el presidente deseaba casar a su hijo
Fabin. Como la boda de Jos Blondet dependa de su nom
bramiento para las funciones de juez suplente que el viejo
Blondet esperaba obtener al presentar la dimisin, el pre
sidente Du Ronceret contrariaba los pasos del juez y haca
trabajar a los Blandureau en secreto. As, sin el asunto
del joven conde De Esgrignon, quiz los Blondet habran
sido suplantados por el astuto presidente, cuya fortuna
era muy superior a la de su rival.
La vctima de las maniobras de este presidente maquia
vlico, el seor Blondet, una de esas curiosas figuras sepul
tadas en la provincia como las viejas medallas en una crip
ta, contaba por aquel entonces unos setenta aos-de edad
y llevaba muy bien los aos que tena; era de elevada esta
tura y su aspecto recordaba los cannigos de la buena po
ca. Su rostro, perforado por los mil agujeros de la varicela,
que le haba deformado la nariz, no careca de expresin;
estaba cubierta uniformemente por un color rojo y animada
por un par de ojillos vivos, generalmente sardnicos, y por
cierto movimiento satrico de sus labios violceos. Abogado
antes de la Revolucin, haba sido nombrado acusador p
blico; pero fue el ms suave de estos terribles funcionarios.
Blondet haba amortiguado la accin revolucionaria asin

260

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

tiendo a todo y no ejecutando nada. Obligado a encarcelar


a algunos nobles, haba puesto tanta lentitud en el proceso,
que les hizo aguardar hasta el 9 de thermidor con una habi
lidad que le haba granjeado la estima general. Cierta
mente, Blondet habra tenido que ser el presidente del tri
bunal; pero al reorganizarse los tribunales fue separado
por Napolen, cuyo alejamiento de los depublicanos reapa
reca en los menores detalles de su gobierno. La calificacin
de antiguo acusador pblico, inscrita al margen del nombre
de Blondet, hizo que el emperador preguntase si no haba
en el pas algn vstago de una vieja familia parlamenta
ria para poner en su lugar. Fue nombrado, pues, Du Ronceret, cuyo padre haba sido consejero en el Parlamento.
A pesar de la repugnancia del emperador, el archicanciller,
en inters de la justicia, mantuvo a Blondet en el cargo de
juez, diciendo que el viejo abogado era uno de los juris
consultos ms competentes de Francia. El talento del juez,
sus conocimientos en el derecho antiguo y ms tarde en
la nueva legislacin deberan haberle llevado muy lejos;
pero, semejante en esto a algunos grandes espritus, des
preciaba sus conocimientos jurdicos y se ocupaba casi
exclusivamente de una ciencia extraa a su profesin y para
la cual reservaba sus pretensiones, su tiempo y su talen
to. El bnen hombre amaba apasionadamente la horticul
tura, mantena correspondencia con lo ms clebres aficio
nados, tena la ambicin de crear nuevas especies, se inte
resaba por los descubrimientos de la botnica y viva, en
fin, en el mundo de las ores. Como todos los floricultores,
tena su predileccin por una planta escogida entre todas,
y su favorita era el pelaronio. El tribunal con sus procesos
y su vida real no eran, pues, nada en comparacin con la
vida fantstica y llena de emociones que llevaba el ancia
no, cada vez ms enamorado de sus inocentes sultanas. Los
cuidados que requera su jardn y las agradables costum
bres del horticultor clavaron a Blondet en su invernadero.
Sin esta pasin habra sido nombrado diputado bajo el
Imperio y habra, sin duda, brillado en el cuerpo legislativo.
Su matrimonio fue otro motivo de la vida oscura que lle
vaba. A la edad de cuarenta aos cometi la locura de ca
sarse con una joven de dieciocho, de la cual tuvo en el pri-

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

261

raer ao de matrimonio un hijo llamado Jos. Tres aos


despus, la seora Blondet, a la sazn la mujer ms linda
de la ciudad, inspir al prefecto del departamento una pa
sin que slo se extingui con su muerte. Ella tuvo del pre
fecto, con conocimiento de toda la ciudad y del propio y
anciano Blondet, un segundo hijo llamado Emilio. La seo
ra Blondet, que habra podido espolear la ambicin de su
marido, que habra podido triunfar sobre las flores, favo
reci la aficin del juz por la botnica, y no quiso abando
nar la ciudad, de la misma manera que el prefecto no
quiso cambiar de prefectura mientras vivi sil amante. In
capaz de sostener a su edad una lucha con una mujer joven,
el magistrado se consol en su invernadero, y tom una
sirvienta muy linda para que cuidara de su serrallo de bel
dades incesantemente diversificadas. Mientras el juez tras
plantaba, regaba, acodaba, injertaba, casaba y mezclaba
sus flores, la seora Blondet gastaba su dinero en vestidos
y modas para brillar en los salones de la prefectura; un
solo inters, la educacin de Emilio, que ciertamente for
maba an parte de su pasin, poda arrancarla a los cui
dados de esta hermosa aficin, que la ciudad acab por
admirar. Este hijo del amor era tan bello como torpe y feo
era Jos. El anciano juez, ciego por el amor paternal, ama
ba tanto a Jos como su mujer amaba a Emilio. Durante
doce aos el seor Blondet fue de una resignacin perfecta;
cerr los ojos a los amores de su mujer conservando una
actitud noble y digna, como la de los grandes seores del
siglo xvm; pero, como todas las personas de aficiones
tranquilas, abrigaba un profundo odio contra su hijb me
nor. En 1818, a la muerte de su esposa, expuls al intruso,
envindolo a estudiar leyes a Pars sin otra ayuda que una
pensin de mil doscientos francos, a la cual ningn grito de
desesperacin consigui que se aadiera un solo bolo. Sin
la proteccin de su verdadero padre, Emilio Blondet ha
bra estado perdido. La casa del juez es una de las ms
bellas de la ciudad. Situada casi frente a la prefectura, tiene
sobre la calle principal un pequeo patio, separado de la
calzada por medio de una vieja verja de hierro entre dos
pilastras de ladrillo. Entre cada una de estas pilastras y la
casa vecina se encuentran otras dos verjas encima de unos

262

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

pequeos muros igualmente de ladrillo y a la altura del


pecho. Este patio, de diez toesas de anchura y veinte de
longitud, se halla dividido en dos macizos de flores por el
pavimento de ladrillo que lleva de la verja a la puerta de
la casa. Estos dos macizos, renovados con esmero, ofre
cen a la pblica admiracin sus triunfantes ramilletes en
cada estacin del ao. Desde la parte baja y hasta el en
trepao de las paredes de las dos casas vecinas se extiende
un magnfico manto de plantas trepadoras. Las pilastras
se hallan envueltas por madreselvas y adornadas por dos
jarrones de barro cocido, en los que unos cactus aclimata
dos presentan a las miradas asombradas de los ignorantes
sus monstruosas hojas erizadas de aquellas picantes de
fensas que parecen debidas a una enfermedad botnica.
La casa, de ladrillo, presenta una fachada sencilla, a la que
unas persianas de un verde intenso dan una nota de alegra.
Su puerta de vidriera permite ver, por un largo corredor
a cuyo extremo se encuentra otra puerta con vidriera, la
avenida principal de un jardn de unos dos arapendes. Los
macizos de este jardn pueden verse a menudo por las
ventanas del saln y del comedor, que se corresponden entre
s como las del corredor. Por el lado de la calle, el ladrillo
ha adquirido desde hace dos siglos un matiz de herrumbre
y de musgo mezclado con tonos verdosos en armona con
la lozana de los macizos y sus arbustos. Es imposible que
el viajero que pasa por la ciudad no quede prendado de
esta casa florida, cubierta de musgo hasta los tejados, de
corados por dos frontispicios de cermica.
Adems de esta vieja casa, de la cual nada haba cam
biado desde haca ms de un siglo, el juez posea unas
cuatro mil libras de renta en tierras. Su venganza, asaz le
gtima, consista en dejar en herencia esta casa, las tierras
y su cargo a su hijo Jos, y la ciudad entera conoca sus
intenciones. Haba hecho un testamento en favor de este
hijo, por medio del cual le favoreca en todo aquello que el
Cdigo permite a un padre dar a uno de sus hijos en detri
mento del otro. Adems, el buen hombre atesoraba desde
haca quince aos a fin de dejar a este necio la suma nece
saria para reembolsar a su hermano Emilio la porcin que
no se le poda quitar. Expulsado de la casa paterna, Emilio

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

263

Blondet haba sabido conquistarse en Pars una posicin


distinguida, pero ms moral que efectiva. Su pereza y su
despreocupacin haban desesperado a su verdadero padre,
el cual, destituido en una de las reacciones ministeriales
tan frecuentes bajo la Restauracin, haba muerto casi arrui
nado, dudando del porvenir de un hijo dotado por la natu
raleza de las ms brillantes cualidades. Emilio Blondet es
taba apoyado por la amistad de una seorita de Troisville,
casada con el conde de Montcornet y que l haba conocido
antes de que contrajese matrimonio. Su madre viva an
en el momento en que los Troisville volvieron de la emigra
cin. La seora Blondet estaba unida a esta familia por
vnculos lejanos, pero suficientes para introducir en ella a
Emilio. La pobre mujer presenta el futuro de su hijo; le vea
hurfano, pensamiento que haca que su muerte le resultase
doblemente amarga; ppr lo tanto, le busc protectores.
Supo relacionar a Emilio con la mayor de las seoritas de
Troisville, a la cual l agrad extraordinariamente, pero
con la que no poda casarse. Esta relacin fue parecida
a la de Pablo y Virginia. La seora Blondet trat de dar du
racin a este mutuo afecto, que haba de pasar como pa
san generalmente estas nieras, mostrando a su hijo un
apoyo en la familia Troisville. Cuando, ya moribunda, la
seora Blondet se enter de la boda de la seorita de
Troisville con el general Montcornet, fue a rogarle solem
nemente que nunca abandonara a Emilio y que le protegie
se en el mundo parisiense, en el que la fortuna del general
la llamaba a brillar. Afortunadamente para Emilio, ste
se protegi a s mismo. A los veinte aos de edad alcanz
un lugar preeminente en el mundo de las letras. Su xito no
fue menor en la sociedad en la que le introdujo su padre,
que de momento pudo atender a los numerosos gastos del
joven. Esta fama precoz y la apostura de Emilio estrecha
ron quiz los lazos de amistad que le unan a la condesa.
Tal vez la seora de Montcornet, que tena en las venas
sangre rusa, pues su madre era hija de la princesa Sherbellov, habra renegado de su amigo pobre de la infancia y
que luchaba con todas sus fuerzas contra los obstculos
de la vida parisiense y literaria; pero cuando llegaron las
dificultades de la vida aventurera de Emilio, su apego era

264

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

inalterable de una parte y de otra. En aquellos momen


tos, Blondet, a quien el joven De Esgrignon haba encon
trado en Pars en su primera cena, era considerado como
uno de las lumbreras del periodismo. Se le conceda una
gran superioridad en el mundo poltico, y l dominaba su
reputacin. El bueno de Blondet ignoraba completamente
el poder que el gobierno constitucional haba dado a los
diarios; a nadie se le ocurra hablarle de un hijo del cual
l no quera or hablar; no saba, pues, nada de aquel hijo
maldito ni de su porvenir.
La integridad del juez igualaba su pasin por las flores:
slo conoca el derecho y la botnica. Reciba a los litigantes,
les escuchaba, conversaba con ellos y les enseaba sus flo
res; aceptaba de ellos semillas preciosas; pero, una vez en
el tribunal, convertase en el juez ms imparcial del mundo.
Su modo de proceder era tan conocido, que los liti
gantes slo iban a verle para entregarle piezas que pu
dieran ilustrar su religin; nadie trataba de engaarle. Su
saber, sus luces y su indiferencia hacia su propio talento le
hacan tan indispensable a Du Ronceret, que, sin sus razo
nes matrimoniales, el presidente habra contrariado an
secretamente por todos los medios posibles la demanda del
viejo juez en favor de su hijo; porque, si el sabio anciano
abandonaba el tribunal, el presidente no poda formular
un juicio. El bueno de Blondet no saba que en unas pocas
horas su hijo Emilio poda realizar sus deseos. Viva con
una sencillez digna de los hroes de Plutarco. Por la tarde
examinaba los procesos, por la maana cuidaba sus flores
y durante el da juzgaba. La linda sirvienta, que se haba
vuelto madura y arrugada como una ciruela pasa, cuidaba
la casa, gobernada segn los usos y costumbres de una
avaricia rigurosa. La seorita Cardot tena siempre sobre
s las llaves de los armarios y de la despensa; era infati
gable: iba ella misma al mercado, haca las habitaciones y
la cocina, y nunca dejaba de or la misa por la maana.
Para dar una idea de la vida interior de aquel hogar, bas
tar decir que el padre y el hijo nunca coman ms que
fruta pasada, debido a la costumbre que tena la seorita
Cardot de dar siempre para postre la ms avanzada; que
se ignoraba lo que era comer pan tierno, y que se guarda

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

265

ban los ayunos ordenados por la Iglesia. El jardinero era


racionado como un soldado y vigilado constantemente por
aquella vieja, la cual era tratada con tanta deferencia que
coma en la misma mesa con los dueos. As, durante las
comidas, trotaba continuamente del comedor a la cocina.
La boda de Jos Blondet con la seorita Blandureau haba
sido condicionada por el padre y la madre de esta here
dera al nombramiento de aquel pobre abogado sin causa
para el cargo de juez suplente. En su deseo de hacer a su
hijo capaz de ejercer sus funciones, el padre se esforzaba
en martillearle la cabeza a golpes de lecciones. Blondet
hijo pasaba casi todas sus veladas en casa de su pretendi
da, a la que, desde su regreso de Pars, haba sido admitido
Fabin du Ronceret, sin que el viejo ni el joven Blondet
concibieran por ello el menor temor. Los principios eco
nmicos que presidan esta vida, medida con una exac
titud digna del Pesador de oro de Gerardo Dow, en la
que no entraba un grano de sal en demasa y no se echaba
en saco roto ninguna ventaja o provecho, cedan, sin em
bargo, a las exigencias del invernadero y de la jardinera.
El jardn era la mana del seor, deca la seorita Cardot,
la cual profesaba a Jos un ciego amor; ella comparta
para con este muchacho la predileccin del padre; le mi
maba, le zurca las medias, y habra querido ver empleado
en su provecho el dinero gastado en la horticultura. Aquel
jardn, maravillosamente cuidado por un solo jardinero,
tena avenidas enarenadas con arena de ro, continuamente
rastrilladas, y de cada lado de las cuales ondeaban los
arriates llenos de las flores ms raras. All estaban todos
los perfumes, todos los colores, miradas de pequeos ties
tos expuestos al sol, lagartijas en las paredes, almocafres
regimentados, en fin, los pertrechos de las cosas inocentes
y el conjunto de las graciosas producciones que justifican
esta simptica pasin. En el extremo del invernadero, el
juez haba establecido un vasto anfiteatro, en el que sobre
unas gradas haba cinco o seis mil macetas de pelargonio,
magnfica y clebre asamblea que la ciudad y muchas per
sonas de los departamentos circunvecinos iban a ver du
rante su floracin. A su paso por esta ciudad, la emperatriz
Mara Luisa haba honrado con su visita este curioso in

266

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

vernadero, y qued tan sorprendida de semejante espec


tculo, que habl de l a Napolen, y el emperador con
cedi una cruz al anciano juez. Como el sabio horticultor
no frecuentaba ninguna sociedad, salvo la de la casa Blandureau, ignoraba los pasos efectuados con sordina por el
presidente. Aquellos que haban podido penetrar las inten
ciones de Du Ronceret teman demasiado a ste para ad
vertir a los inofensivos Blondet.
En cuanto a Michu, este joven poderosamente protegido
se ocupaba mucho ms de agradar a las mujeres de la
sociedad ms elevada, en la que las recomendaciones de
la familia de Cinq-Cygne haban conseguido introducir, que
de los asuntos sumamente sencillos de un tribunal de
provincias. Rico de unas doce mil libras de renta, era cor
tejado por las madres y llevaba una vida de placeres. Efec
tuaba sus asuntos del tribunal como hace un alumno sus
deberes del colegio; a todo deca "S, seor presidente
Pero bajo esta apariencia de despreocupacin ocultaba la
inteligencia superior de un hombre que haba estudiado en
Pars y que ya se haba distinguido como sustituto. Acos
tumbrado a tratar ampliamente todos los temas, haca
rpidamente lo que ocupaba mucho tiempo al viejo Blon
det y al presidente, a los cuales resuma a menudo las
cuestiones difciles de resolver. En las coyunturas deli
cadas, el presidente y el vicepresidente consultaban a su
juez suplente, le confiaban sus deliberaciones espinosas y
siempre se maravillaban de su rapidez en traerles un tra
bajo en el que el viejo Blondet no encontraba nada que
censurar. Protegido por la aristocracia ms arisca, joven
y rica, el juez suplente viva al margen de las intrigas y de
las mezquindades departamentales. Indispensable en todas
las excursiones al campo, caminaba con las personas jve
nes, cortejaba a las madres, tomaba parte en el baile y
jugaba como un financiero. l cumpla a la perfeccin con
su papel de magistrado fashionable, aunque, sin embargo,
sin comprometer su dignidad, que, como hombre inteligen
te, saba hacer intervenir oportunamente. Resultaba infini
tamente agradable por el modo franco con que haba adop
tado las costumbres de provincias sin criticarlas. Por lo tan
to, procuraba hacerle soportable el tiempo de su exilio.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

267

El procurador del rey, magistrado de extraordinario ta


lento, pero enzarzado en la alta poltica, impona respeto
al presidente. De no haber sido por su ausencia, el asunto
de Victumiano no habra tenido efecto. Su destreza y su
habilidad lo habran previsto todo. El presidente y Du
Croisier haban aprovechado que se encontraba en la C
mara de los Diputados, en la cual era uno de los oradores
ms notables, para urdir sus tramas, considerando, con
cierta habilidad, que, una vez hubiera intervenido la jus
ticia y el asunto hubiera sido conocido, ya no habra re
medio. En efecto, en ningn tribunal, en esa poca, los
magistrados habran acogido sin un prolongado examen y
quiz sin someterla a la consideracin del procurador ge
neral una querella por falsificacin contra el hijo mayor
de una de las familias ms nobles del reino. En semejante
circunstancia, la gente de la justicia, de acuerdo con la
autoridad, habra buscado mil transacciones para sofocar
una demanda que poda enviar a un joven imprudente a
galeras. Quizs habran obrado de la misma manera tra
tndose de una familia liberal considerada, a menos que
no fuera demasiado abiertamente enemiga del trono y
del altar. As, pues, no haba sido fcil que fuera acogida
la demanda de Du Croisier y que el joven conde fuera
detenido. He aqu lo que hicieron el presidente y Du Croi
sier para llegar a sus fines.
El seor Sauvager, joven abogado realista, que haba
llegado al grado judicial de primer sustituto a fuerza de
servilismo ministerial, reinaba en el estrado en ausencia
de su jefe. Dependa de l el proponer una peticin admi
tiendo la demanda de Du Croisier. Sauvager, hombre insig
nificante y sin ninguna clase de fortuna, viva de su plaza.
As, el poder contaba enteramente con un hombre que todo
lo esperaba del poder. El presidente explot esta situacin.
Tan pronto como la pieza falsificada obr en poder de Du
Croisier, aquella misma tarde, la seora presidenta Du
Ronceret, instigada por su marido, tuvo una larga conver
sacin con el seor Sauvager, a quien hizo observar cun
incierta era su posicin: un capricho ministerial, una sola
falta, podan matar el porvenir de un hombre.

268

i r . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Sed un hombre de conciencia, emitid vuestras con


clusiones contra el poder cuando ste carece de razn, y
estis perdido. Podis le dijo aprovecharos en este mo
mento de vuestra situacin para realizar una buena boda
que os pondr para siempre al abrigo de la adversidad,
dndoos una fortuna por medio de la cual podris ocupar
un cargo fijo en la magistratura. La ocasin es buena. El
seor Du Croisier no tendr nunca hijos, todo el mundo
sabe por qu; su fortuna y la de su mujer irn a parar a su
sobrina, la seorita Duval. El seor Duval es un maestro
de forja cuya bolsa tiene ya cierto volumen, y su padre,
que an vive, posee bienes. El padre y el hijo Duval tienen
entre los dos un milln; lo doblarn, ayudados por Du
Croisier, ahora relacionado con la alta banca y los grandes
industriales de Pars. El seor y la seora Duval darn
ciertamente su hija al hombre que ser presentado por su
to Du Croisier, en consideracin a las dos fortunas que
l debe dejar a su sobrina, porque Du Croisier har sin
duda que en el contrato figure la seorita Duval como he
redera de toda la fortuna de su mujer, que no tiene here
deros. Ya conocis el odio de Du Croisier hacia los De
Esgrignon; hacedle un favor, sed su hombre, aceptad una
demanda por falsificacin que va a presentaros contra el
joven De Esgrignon y perseguid judicialmente en seguida
al conde sin consultar al procurador del rey. Luego rogad
a Dios que, por haber sido magistrado imparcial contra
la voluntad del poder, el ministro os destituya, porque
vuestra fortuna habr sido hecha. Tendris una encanta
dora mujer y treinta mil libras de renta como dote, sin
contar cuatro millones dentro de diez aos.
En dos noches, el primer sustituto haba sido ganado.
El presidente y el seor Sauvager mantuvieron en secreto
el asunto para el anciano juez, para el juez suplente y para
el segundo sustituto. Seguro de la imparcialidad de Blondet, el presidente tena la mayora, sm contar a Camusot.
Pero todo fallaba por la defeccin imprevista del juez de
instruccin. El presidente quera un juicio de acusacin
antes de que el procurador del rey fuese advertido. No
iran a prevenirle Camusot o el segundo sustituto?

VII

EL JUEZ DE INSTRUCCIN
Ahora, al explicar la vida del juez de instruccin Camusot, quiz comprender el lector las razones que permitan
a Chesnel considerar a aquel joven magistrado como adicto
a los De Esgrignon, as como haber tenido la audacia de
sobornarle en plena calle. Camusot, hijo de la primera
mujer de un ilustre comerciante de sedas de la calle de
Bourdonnais, objeto de la ambicin de su padre, haba
sido destinado a la magistratura.
Al casarse con su mujer, habase casado con la protec
cin de un ujier del gabinete del rey, proteccin sorda,
pero eficaz, que ya le haba valido su nombramiento de
juez y ms tarde la de juez de instruccin. Al casarle, su
padre no le haba dado ms que seis mil francos de renta,
la fortuna de su difunta madre; la seorita Thirion no le
haba aportado ms de veinte mil francos de dote. Este
hogar conoca las desgracias de una pobreza oculta, porque
los honorarios de un juez de provincias no se elevan ms
all de mil quinientos francos; sin embargo, los jueces de
instruccin tienen un suplemento de unos mil francos por
los gastos y los trabajos extraordinarios de sus funciones.
A pesar de las fatigas que dan, estas plazas son bastante
codiciadas, pero son revocables; por ello la seora Camu
sot acababa de reprender a su marido por haber descubier
to su pensamiento al presidente.

270

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

Mara Cecilia Amelia Thirion, despus de tres aos de


matrimonio, se haba dado cuenta de la bendicin de Dios
por la regularidad de dos partos felices, el de una hija y
el de un hijo; pero suplicaba a Dios que no la bendijera
ya tanto en lo sucesivo. Otras bendiciones ms, y su estre
chez se convertira en miseria. La fortuna del seor Camusot padre haba de hacerse esperar mucho tiempo. Por
otra parte, esta rica herencia no poda dar ms de ocho
a diez mil francos de renta a los hijos del negociante, que
eran cuatro, y de dos matrimonios. Adems, cuando se
realizase aquello que todos los hacedores de matrimonios
llaman las esperanzas, acaso el juez no tendra hijos por
establecer? Por consiguiente, fcil es concebir la situacin
de una mujercita llena de buen sentido y de resolucin
como la seora Camusot; habase dado cuenta demasiado
bien de la importancia de un mal paso dado por su marido
en su carrera, para no mezclarse en irnos asuntos judiciales.
Hija nica de un antiguo servidor del rey Luis XVIII,
criado que le haba seguido a Italia, Curlandia e Ingla
terra, y al que el rey haba recompensado con la nica
plaza que poda desempear, la de ujier de su gabinete,
Amelia haba recibido en su casa una especie de reflejo
de la corte. Thirion le describa los grandes seores, los
ministros, los personajes que. l anunciaba, introduca y
vea pasar y volver a pasar. Aquella joven, criada, como
quien dice, a la puerta de las Tulleras, haba adquirido un
barniz de las mximas que all se practican y adoptado el
dogma de la obediencia absoluta al poder. As, haba juz
gado sabiamente que al ponerse de parte de los De Esgrignon, su marido sera del agrado de la seora duquesa
de Maufrigneuse, dos poderosas familias sobre las cuales
su padre, en un momento oportuno, se apoyara en relacin
con el rey.
A la primera ocasin, Camusot poda ser nombrado juez
en la jurisdiccin de Pars; luego, ms tarde, en Pars mis
mo. Este ascenso soado, deseado en todo momento, haba
de proporcionar seis mil francos de honorarios, la como
didad de un alojamiento en casa de su padre o en casa de
los Camusot, y todas las ventajas de las dos fortunas
paternas. Si el adagio de Ojos que no ven, corazn que no

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

271

siente es cierto para la mayor parte de las mujeres, es


cierto sobre todo en cuanto a sentimientos de familia y
de protecciones ministeriales y reales. Siempre se ha visto
que las personas que sirven personalmente a los reyes
prosperan mucho en sus asuntos: la gente se interesa por
una persona, aunque no fuese ms que un criado, cuando
se la ve todos los das.
La seora Camusot, que se consideraba slo como de
paso, haba alquilado una casa pequea en la calle del
Cisne. La ciudad no era de tal suerte que en ella pudiera
ejercerse la industria de los apartamentos amueblados. Por
otra parte, aquel hogar no era lo suficientemente rico
como para vivir en un hotel, como el seor Michu. As,
pues, la parisiense se haba visto obligada a aceptar los
muebles del pas. Lo mdico de sus ingresos la haba obli
gado a alquilar aquella casa notablemente fea, pero que no
careca de cierta ingenuidad de detalles. Apoyada en la
casa vecina de forma que su fachada daba al patio, slo
tena en cada piso una ventana que daba a la calle. El
patio, bordeado en su longitud por dos muros adornados
de rosales y alaternos, tena al fondo, frente a la casa, un
cobertizo asentado sobre dos arcadas de ladrillo. Un pe
queo postigo daba acceso a esta oscura casa, an ms
ensombrecida por un gran nogal plantado en medio del
patio. En la planta baja, a la que se suba por una esca
linata de doble rampa y balaustradas de hierro muy trabajdo, per rodo por la herrumbre, se encontraban, dan
do a la calle, un comedor y al otro lado la cocina. El fondo
del corredor que separaba estas dos piezas estaba ocu
pado por una escalera de madera. El primer piso slo
se compona de dos piezas, una de las cuales serva de
gbinete para el magistrado y la otra de dormitorio. El
segundo piso, en forma de buhardilla, contena igualmente
dos habitaciones, una para la cocina y la otra para la don
cella, qu tena con ella a los nios. Las dos habitaciones
del primer piso y la sala de abajo tenan esos artesones de
formas redondeadas en los que se ejerci la paciencia de
los carpinteros''del siglo pasado. Estas partes de madera,
pintadas de un gris sucio, eran del ms triste aspecto. El
gabinete del juez era el de un abogado de provincias: una

272

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

gran mesa escritorio y un silln de caoba, la librera del


estudiante de derecho y sus muebles mezquinos trados de
Pars. La habitacin de la seora era indgena: tena unos
adornos azules y blancos, una alfombra, uno de esos mobi
liarios heterclitos que parecen estar de moda y son senci
llamente los muebles cuyas formas no han sido adoptadas
en Pars. En cuanto a la sala de la planta baja, era lo que
es una sala de provincias, desnuda, fra, adornada con
papeles hmedos y viejos.
Era en esta habitacin mezquina, sin otra vista ms
que la de aquel nogal, aquellos muros de follaje oscuro y
la calle casi desierta, donde pasaba todas sus jornadas una
mujer vivaz y ligera, acostumbrada a los placeres y al mo
vimiento de Pars, sola la mayor parte del tiempo, o reci
biendo visitas fastidiosas y tontas que le hacan preferir
la soledad a unas charlas vacas, en las que el menor rasgo
de ingenio a que ella sola dar rienda suelta originaba
interminables comentarios y envenenaba su situacin. Ocu
pada de sus hijos, menos por gusto que por poner un inte
rs en su vida casi solitaria, no poda ejercitar su pensa
miento ms que en las intrigas que se concertaban a su
alrededor, en los manejos de la gente de provincia, en sus
ambiciones encerradas en crculos estrechos. As, penetra
ba en seguida ciertos misterios que escapaban a la aten
cin de su marido. Su cobertizo lleno de lea, en el que su
doncella haca la colada, no era lo que hera sus miradas
cuando, sentada a la ventana de su habitacin, tena en las
manos algn bordado interrumpido: contemplaba Pars,
donde todo es placer y todo est lleno de vida, soaba con
las fiestas y deploraba tener que encontrarse en aquella
fra prisin de provincia. Se desesperaba al encontrarse en
una regin apacible, en la que nunca habra una conspira
cin ni un asunto importante. Vease para mucho tiempo a
la sombra de aquel nogal.
La seora Camusot es una mujercita gorda, fresca, ru
bia, con una frente muy convexa, boca sumida, barbilla
tirando hacia arriba, rasgos que la juventud vuelve sopor
tables, pero que deben darle muy pronto un aire de ancia
nidad. Sus ojos vivos e inteligentes, pero que expresan algo
con exceso su inocente afn de prosperar y los celos que

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

273

le ocasiona su inferioridad presente, arden como dos luces


en su rostro vulgar y lo hacen destacar por medio de cierta
fuerza de sentimiento que el xito habra de apagar poste
riormente. Usaba en aquel entonces de mucha habilidad
en su arreglo personal; inventaba adornos y ella misma se
los bordaba; meditaba sus atavos con su doncella, venida
con ella de Pars, y mantena as la reputacin de las pari
sienses en provincias. Su causticidad la haca temible. No
gozaba de simpatas. Con la inteligencia sutil e investiga
dora que distingue a las mujeres desocupadas, obligadas
a emplear en algo su jornada, haba acabado por descubrir
las opiniones secretas del presidente; as, aconsejaba desde
haca algn tiempo a Camusot que le declarase la guerra.
El asunto del joven conde era una excelente ocasin. Antes
de ir a pasar la velada a casa del seor Du Croisier no le
haba costado mucho trabajo demostrar a su marido que
en este asunto el primer sustituto actuaba contra las in
tenciones de sus superiores. El papel de Camusot no con
sista en hacer un estribo de aquel proceso criminal, favo
reciendo a la casa De Esgrignon, mucho ms poderosa que
el partido de Du Croisier?
Sauvager no se casar jams con la seorita Duval,
que le habrn mostrado en perspectiva. Ese hombre ser
la vctima del engao de los Maquiavelos de Val-Noble, a
los cuales va a sacrificar su posicin. Camusot, este asunto
tan desgraciado para los De Esgrignon y tan prfidamente
iniciado por el presidente en provecho de Du Croisier, no
ser favorable ms que a ti habale dicho ella al volver
a su casa.
Esta astuta parisiense haba adivinado igualmente las
maniobras secretas del presidente cerca de Blandureau y
los motivos que l tena de frustrar los esfuerzos del viejo
Blondet, pero no vea provecho alguno en advertir al hijo
o al padre sobre el peligro de la situacin; gozaba con esta
comedia iniciada, sin sospechar de qu importancia poda
resultar el secreto sorprendido por ella de la peticin hecha
a los Blandureau por el sucesor de Chesnel en favor de
Fabin du Ronceret. En el caso de que la posicin de su
marido se viese amenazada por el presidente, la seora
Camusot saba el modo de amenazar a su vez al presidente

274

i r . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

llamando la atencin del horticultor hacia el rapto de la


flor que l quera trasplantar a su casa.
Sin penetrar, como la seora Camusot, los medios por
los cuales Du Croisier y el presidente haban ganado al
primer sustituto, Chesnel, examinando estas diversas exis
tencias y estos intereses agrupados alrededor de las flores
de lis del tribunal, cont con el procurador del rey, con
Camusot y con M. Michelin. Dos jueces para los De Esgrignon lo paralizaran todo. En fin, el notario conoca de
masiado bien los deseos del viejo Blondet para no saber
que, si su imparcialidad claudicaba, sera en beneficio de
la obra de toda su vida, el nombramiento de su hijo para
el cargo de juez suplente. De este modo Chesnel se durmi
lleno de confianza, prometindose ir a ver al seor Blondet
para ofrecerle realizar las esperanzas que abrigaba desde
haca tanto tiempo, ponindole al corriente de las perfidias
del presidente Du Ronceret. Despus de haber ganado l
anciano juez ira a parlamentar con el juez de instruccin,
al que esperaba poder probar, si no la inocencia, por lo
menos la imprudencia de Victurniano y reducir el asunto
a una mera accin irreflexiva propia de un joven.

V II I
BATALLA JUDICIAL
Chesnel no durmi ni apaciblemente ni mucho rato,
porque, antes de que amaneciera, su ama le despert para
presentarle al personaje ms seductor de esta historia, la
criatura ms adorable del mundo, la seora duquesa de
Maufrigneuse, que lleg sola en calesa y vestida de hombre.
Lleg para salvarle o morir con l le dijo al nota
rio, que crea estar soando. Traigo cien mil francos que
el rey me ha dado para comprar la inocencia de Victurniano si su adversario es corruptible. Si fracasamos, tengo
veneno para sustraerlo a todo, incluso a la acusacin. Pero
no fracasaremos. El procurador del rey, al que he hecho
advertir de lo que sucede, me sigue; no ha podido ir con
migo; ha querido acatar las rdenes del guardasellos.
Chesnel correspondi con otro efecto dramtico a la
dramtica escena que le ofreca la duquesa: envolvise en
su bata y cay a sus pies, que bes, no sin pedirle perdn
por el olvido en que la alegra hacale incurrir.
. Estamos salvados! exclam dando rdenes a Br
gida para que preparase aquello de que pudiese tener
necesidad la duquesa despus de una noche pasada via
jando.
Apel al valor de la hermosa Diana, demostrndole la
necesidad de ir a ver al juez de instruccin cuando ama-

276

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

neciese, con objeto de que nadie estuviera en el secreto


de estos pasos y ni siquiera pudiese sospechar que la
duquesa de Maufrigneuse hubiera llegado.
Acaso no tengo un pasaporte en regla? dijo mos
trndole una hoja en la que se la designaba como si fuera
el seor vizconde Flix de Vandenesse, relator del Consejo
de Estado y secretario particular del rey. Acaso no s
representar bien mi papel de hombre?
jAh, seora duquesa, sois un ngel! exclam Chesnel,
con los ojos llenos de lgrimas. (Debe ser siempre un
ngel, incluso vestida de hombre!). Abrochaos la levita,
arrebujaos en el abrigo, cogedme del brazo y vayamos en
seguida a la casa de Camusot antes de que alguien pueda
encontrarnos.
Entonces, voy a ver a un hombre que se llama Ca
musot? dijo la duquesa.
Y que tiene la nariz de su nombre respondi Chesnel.
Aunque el viejo notario tuviera la muerte en el alma,
consider necesario obedecer a todos los caprichos de la
duquesa, rer cuando ella riese y llorar con ella; pero le
doli la ligereza de una mujer que, mientras realizaba una
gran obra, encontraba, sin embargo, en ella tema para
bromear. Qu no habra hecho l mismo para salvar al
joven conde! Mientras Chesnel se vesta, la seora de
Maufrigneu'se degust la taza de caf con leche que Brgida
le sirvi, y convino en la superioridad de las cocineras de
provincia sobre los jefes de cocina de Pars, que desdean
esos pequeos detalles tan importantes para los gastrno
mos. Gracias a la previsin requerida por las aficiones de
su seor con respecto a la buena mesa, Brgida haba po
dido ofrecer a la duquesa una excelente colacin. Chesnel
y su compaero se dirigieron a la casa del seor y de la
seora Camusot.
Ah!, de modo que hay una seora Camusot? dijo
la duquesa. El asunto podr arreglarse.
Tanto mejor le respondi Chesnel, cuanto que la
seora se aburre de un modo harto visible entre nosotros,
los provincianos, porque es de Pars.
Entonces, no hemos de tener secretos para con ella?

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

277

Vos seris juez de lo que sea preciso callar o revelar


dijo humildemente Chesnel. Creo que se sentir muy
halagada de dar hospitalidad a la duquesa de Maufrigneuse.
Para no comprometer nada, sin duda ser preciso que os
quedis en casa de ella hasta la noche, a menos que ha
llarais inconvenientes.
Qu tal es la seora Camusot? pregunt la duquesa
con aire de suficiencia.
Es un poco reina de su casa respondi el notario.
Entonces debe ocuparse de los asuntos de palacio
repuso la duquesa. Slo ocurre en Francia que las mu
jeres, querido seor Chesnel, se casen, junto con sus ma
ridos, con las funciones, comercio o trabajos de stos. En
Italia, en Inglaterra y en Espaa las mujeres dejan a sus
maridos que luchen ellos solos con los negocios; ellas po
nen en ignorarlos la misma perseverancia que despliegan
nuestras burguesas francesas par^i estar al corriente de los
asuntos de la comunidad. De unos celos increbles en ma
teria de poltica conyugal, las francesas quieren saberlo
todo. As, en las menores dificultades de la vida, en Fran
cia, sents la mano de la mujer que aconseja, gua, ilustra
a su marido. A la mayor parte de los hombres, esto no les
va mal, por supuesto. En Inglaterra, un hombre casado
podra estar veinticuatro horas encarcelado por deudas,
mientras que su mujer, al volver a casa, an le hara una
escena de celos.
Hemos llegado sin haber encontrado a nadie dijo
Chesnel. Seora duquesa, debis ejercer aqu un imperio
tanto mayor cuanto que el padre de la seora Camusot
es un ujier del gabinete del rey llamado Thirion.
Y el rey no ha pensado en ello! No piensa en nada!
exclam la joven. Thirion nos introdujo al prncipe de
Cadignan, al seor de Vandenesse y a m. Aqu somos los
amos. Combinadlo todo bien con el marido mientras yo
voy a hablar on la mujer.
La doncella, que lavaba y vesta a los nios, introdujo
a los dos extraos en la salita.
Id a llevar esta carta a vuestra seora dijo la du
quesa al odo de la doncella y hacer que no la lea nadie
ms que ella. Si sois discreta, se os recompensar, pequea.

278

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

La doncella quedse atnita al or aquella voz de mujer


y ver aquella deliciosa figura de hombre joven.
Despertad al seor Camusot le dijo Chesnel y de
cidle que le espero para un asunto importante.
La doncella subi la escalera. Unos instantes ms tarde,
la seora Camusot se lanz en peinador a travs de la
escalera e introdujo al guapo forastero despus de haber
hecho entrar, empujndolo, a Camusot, en camisa, en su
gabinete, con toda su ropa, ordenndole que se vistiera
all dentro y la esperase. Este golpe teatral haba sido
producido por la tarjeta en la que se hallaba impreso:
"La seora duquesa de Maufrigneuse. La hija del ujier
del gabinete del rey lo haba comprendido todo.
Bien, seor Chesnel, no se dira que acaba de caer
aqu un rayo? exclam en voz baja la doncella. El se
or se est vistiendo en su gabinete; podis subir a l.
Guardad silencio sobre todo esto respondi el no
tario.
Chesnel, sintindose apoyado por una gran dama que
contaba con el asentimiento verbal del rey a las medidas
a adoptar para salvar al conde de Esgrignon, asumi un
aire de autoridad que le sirvi cerca de Camusot mucho
mejor que el aire humilde con que habra conversado con
l si hubiera ido solo y sin recursos.
Seor le dijo, mis palabras de ayer por la noche
quizs os sorprendieron, pero las dije muy en serio. La
casa de Esgrignon cuenta con vos para instruir una causa
de la cual debe salir sin mancha.
Seor respondi el juez, no voy a poner de mani
fiesto lo que hay de ofensivo para m y para la justicia
en vuestras palabras, porque, hasta cierto punto, vuestra
situacin cerca de la casa De Esgrignon le excusa; pero...
Seor, disculpadme si os interrumpo dijo Chesnel.
Vengo a deciros cosas que vuestros superiores piensan y
no se atreven a confesar, pero que las personas inteli
gentes adivinan, y vos sois un hombre inteligente. Supo
niendo que el joven hubiese obrado imprudentemente,
creis que el rey, la corte y el ministerio se sentiran
halagados de ver un apellido como el de los De Esgrignon
llevado a la audiencia de lo criminal? Es de inters del

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

279

reino, es de inters del pas que las casas histricas caigan?


La igualdad, que hoy da es el lema de la oposicin?, no
encuentra acaso una garanta en la existencia de una alta
aristocracia consagrada por el tiempo? Bien, no slo no
ha habido la menor imprudencia, sino que somos unos
inocentes que hemos cado en una trampa.
Siento curiosidad por saber en qu forma dijo el
juez.
Seor repuso Chesnel, durante dos aos el seor
Du Croisier ha permitido constantemente que el seor
conde Esgrignon librara contra l letras de cambio por
elevadas sumas. Presentaremos letras por un valor supe
rior a cien mil escudos, constantemente pagadas por l
y cuyas sumas yo mismo entregu... Fijaos bien en esto:
ya sea antes, ya sea despus de la fecha de vencimiento.
El seor conde De Esgrignon puede presentar un re
cibo de la suma girada por l, anterior al efecto supues
tamente falsificado. No reconoceris entonces en la que
rella una accin llena de odio y una resolucin tomada
de antemano? Acaso no es una odiosa calumnia esa acu
sacin formulada por los adversarios ms peligrosos del
trono y del altar contra el heredero de una antigua fami
lia? En este asunto no ha habido ms falsificacin que
en mi despacho. Mandad llamar a la seora Du Croisier,
la cual ignora todava la querella por falsificacin, y os
declarar que yo le llev el dinero y que lo guard para
entregrselo a su marido ausente, el cual no se lo reclama.
Interrogad a Du Croisier a este respecto: os dir que yo
le haba entregado el dinero a la seora Du Croisier.
Caballero repuso el juez de instruccin, vos po
dis emitir tales asertos en el saln del seor de Esgrignon
o ante personas que no conocen los asuntos, y darn cr
dito a vuestras palabras; pero un juez de instruccin, a
menos que sea un imbcil, no creer que una mujer tan
sumisa para con su marido como es la seora Du Croisier
conserve en estos momentos en su secreter cien mil escu
dos sin decir nada de ello a su marido, ni que un viejo
notario no haya informado al seor Du Croisier de esa
entrega cuando regres a la ciudad.

280

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

El vijo notario fue a Pars, caballero, para poner


coto a las dilapidaciones del joven conde.
Todava no he interrogado al conde De Esgrignon re
puso el juez; sus respuestas contribuirn a que forme
mi propia opinin.
Est incomunicado? pregunt el notario.
S respondi el juez.
Caballero exclam Chesnel, que vio el peligro, la
instruccin puede llevarse en favor o en contra de noso
tros; pero habris de elegir entre comprobar, despus de
la deposicin de la seora Du Croisier, la entrega de los
valores efectuada antes de que se librase la letra, o inte
rrogar a un pobre joven inculpado, el cual, en su tribu
lacin, es posible que no se acuerde de nada e incurra en
contradicciones. Vos escogeris lo ms digno de crdito: el
olvido de una mujer ignorante en asuntos judiciales o la
falsificacin efectuada por un De Esgrignon.
No se trata de nada eso repuso el juez; se trata
de saber si el seor conde De Esgrignon convirti en ua
letra de cambio la parte inferior de una carta que le
envi Du Croisier.
Ah!, poda hacerlo exclam de pronto la seora
Camusot, que entr precipitadamente, seguida del guapo
desconocido, porque el seor Chesnel haba entregado
la suma.
Luego, inclinndose hacia su marido, le dijo al odo:
Sers juez suplente en Pars a la primera vacante que
se produzca; t sirves al rey mismo en este asunto, estoy
seguro de ello, y no te olvidarn. En ese joven debes ver
a la duquesa de Maufrigneuse; procura no decir nunca
que la has visto, y haz todo lo que puedas por ese joven,
valientemente.
Caballeros dijo el juez, aun cuando la instruccin
se llevase en el sentido favorable a la inocencia del joven
conde, puedo responder del juicio? El seor Chesnel y t
misma, querida, conocis las disposiciones del seor pre
sidente.
Ta, ta, ta! dijo la seora Camusot. Ve t mismo
esta maana a ver al seor Michu e infrmale de la de
tencin del joven conde; seris ya dos contra dos; respondo

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

281

de ello. Michu es de Pars, y ya conoces sus simpatas por


la aristocracia. De casta le viene al galgo el ser rabilargo.
En aquel momento la seorita Cardot dej or su voz
en la puerta diciendo que traa una carta urgente. El juez
sali y luego volvi a entrar leyendo estas palabras:
"El seor vicepresidente del tribunal ruega al seor
Camusot que ocupe su puesto en el da de hoy y en los
das siguientes para que el tribunal est completo durante
la ausencia del seor .presidente. Le saluda atentamente."
Ya no hay instruccin en la causa De Esgrignon!
exclam la seora Camusot No te haba advertido
que te haran una mala pasada? El presidente ha ido a
calumniarte ante el procurador general y el presidente del
tribunal. Antes de que puedas instruir la causa te habrn
cambiado. Est bien claro?
Os quedaris, caballero dijo la duquesa; espero
que el procurador del rey llegar oportunamente.
Cuando venga el procurador del rey dijo con vehe
mencia la pequea seora Camusot debe encontrarlo
todo concluido. S, querido dijo mirando a su marido,
estupefacto. Ah, viejo hipcrita de presidente, quieres
ser ms listo que nosotros! Ya nos las pagars! Quieres
servirnos una muestra de tu oficio; pues encontrars dos
de ellas, preparadas por la mano de tu servidora Cecilia
Amelia Thirion. Pobre seor Blondet! Afortunadamente
para l, el presidente no puede mandar destituimos por
que est de viaje; su gran imbcil de hijo podr casarse
con la seorita Blandureau. T, Camusot, ve a casa del
seor Michu mientras la seora duquesa y yo vamos a ver
al to Blondet. Debes contar con que oirs comentar en
toda la ciudad que esta maana he estado paseando con
un amante.
La seora Camusot dio el brazo a la duquesa y la llev
por los lugares desiertos de la ciudad para llegar a la
puerta del anciano juez. Chesnel fue entretanto a hablar
con el joven en la crcel, adonde le hizo- entrar Camusot
secretamente. Las cocineras, los criados y otras personas
que se haban levantado temprano y que vieron a la seora

282

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

Camusot y a la duquesa por caminos apartados, tomaron


al joven por un amante llegado de Pars. Como haba
previsto Cecilia Amelia, por la noche circulaba por la
ciudad la noticia de sus devaneos amorosos y daba pie a
la maledicencia. La seora Camusot y su pretendido amante
encontraron al viejo Blondet en su invernadero; salud a
la mujer de su colega y compaero lanzando hacia aquel
joven encantador una mirada inquieta y escrutadora.
Tengo el honor de presentaros a uno de los primos
de mi marido djole al seor Blondet indicndole la du
quesa, uno de los horticultores ms distinguidos de
Pars, que regresa de Bretaa, y no puede pasar ms que
el da de hoy con nosotros. El caballero ha odo hablar
de vuestras llores y arbustos, y yo me he tomado la liber
tad de venir por la maana temprano.
Ah!, el caballero es horticultor dijo el anciano juez.
La duquesa se inclin sin hablar.
Ah tenis dijo el juez mi cafeto y mi rbol de t.
Por qu dijo la seora Camusot se ha marchado
el presidente? Apostara a que su ausencia guarda relacin
con el seor Camusot.
Precisamente... Ah tenis, caballero, el cacto ms
original que existe dijo mostrndole en una maceta una
planta que pareca un bejuco cubierto de lepra; viene
de Nueva Holanda. Sois muy joven, caballero, para ser
horticultor.
Dejad vuestras flores, querido seor Blondet dijo
la seora Camusot; se trata de vos, de la boda de vues
tro hijo con la seorita Blandureau. Sois vctima del en
gao del presidente.
Bah! dijo el juez con aire de incredulidad.
S repuso la joven; si cultivaseis un poco ms a
las personas y un poco menos vuestras flores, sabrais que
la dote y las esperanzas que habis plantado, regado y
rastrillado estn a punto de ser recogidas por manos
astutas.
Seora!
Ah!, no hay en la ciudad nadie que se atreva a ene
mistarse con el presidente advirtindoos de este peligro.
Yo, que no soy de la ciudad y que gracias a pedido for

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

283

malmente la mano de Clara Blandureau para el pequeo


Du Ronceret, a quien sus padres dan cincuenta mil escu
dos. En cuanto a Fabin, promete hacerse abogado para
poder ser nombrado juez.
El viejo juez dej caer la maceta que tena en la mano
para ensersela a la duquesa.
Ah, mi cacto! Ah, mi hijo! La seorita Blandu
reau!... Oh, la flor del cacto se ha roto!
No, todo puede arreglarse djole riendo la seora
Camusot. Si queris ver convertido a vuestro hijo en juez
dentro de un mes, vamos a deciros lo que tenis que hacer.
Caballero, venid por aqu; quiero mostrarles mis pe
largonios, un espectculo mgico cuando florecen. Por
qu aadi me hablis de estos asuntos delante de
vuestro primo?
Todo depende de l respondi la seora Camusot.
El nombramiento de vuestro hijo est perdido para siem
pre si hablis una sola palabra acerca de este joven.
Bah!
Este joven es una flor.
Ah!
Es la duquesa de Maufrigneuse, enviada por el rey
para salvar al joven De Esgrignon, detenido ayer a conse
cuencia de una demanda por falsificacin presentada por
Du Croisier. La seora duquesa tiene la palabra del guar
dasellos y ratificar las promesas que nos har...
Mi cacto est salvado! dijo el juez, examinando su
planta preciosa. Decid, os escucho.
Consultad non Camusot y con Michu para sofocar
cuanto antes el asunto, y vuestro hijo recibir el nombra
miento llegar entonces con la suficiente oportunidad para
permitiros burlar las intrigas de los Du Ronceret cerca
de los Blandureau. Vuestro hijo ser ms que juez su
plente; tendr la sucesin del seor Camusot este mismo
ao. Hoy llega el procurador del rey; sin duda el seor
Sauvager se ver obligado a presentar su dimisin a causa
de su conducta en este asunto. Mi marido os mostrar en
el Palacio de Justicia unos documentos que establecen la
inocencia del conde y demuestran que la falsificacin es
una trampa preparada por Du Croisier.

284

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

El viejo juez entr en el crculo olmpico de sus seis


mil pelargonios y salud all a la duquesa.
Caballero dijo, si lo que queris es legal, podr
hacerse.
Caballero respondi la duquesa, presentad maa
na la dimisin al seor Chesnel, y os prometo que dentro
de esta semana har que os enven el nombramiento de
vuestro hijo, pero no la presentis hasta que hayis odo
al seor procurador del rey confirmaros mis palabras.
Vosotros, las personas de justicia, os entendis mejor.
Unicamente hacedle saber que la duquesa de Maufrigneuse
os ha dado su palabra. No hablis del viaje qu he hecho
hasta aqu aadi.
El viejo juez le bes la mano y se puso a arrancar sin
piedad las ms hermosas flores para ofrecrselas.
Qu hacis? Ddselas a la seora le dijo la du
quesa; no es natural ver que lleva flores un hombre que
da el brazo a una linda mujer.
Antes de ir al Palacio djole la seora Camusot,
id a informaros ante el sucesor de Chesnel de las propo
siciones hechas por l en nombre del seor y la seora
Du Ronceret.
El anciano juez, perplejo ante la doblez del presidente,
quedse de pie, inmvil, junto a su verja, mirando a las
dos mujeres, que se alejaron por caminos apartados. Vea
desplomarse el edificio tan laboriosamente construido du
rante diez aos para su hijo querido. Era posible? Sos
pech algn ardid y corri a ver al sucesor de Chesnel.
A las nueve y media, antes de la audiencia, el vicepresi
dente Blondet, el juez Camusot y Michu encontrronse con
notable puntualidad en la cmara del consejo, cuya puerta
fue cerrada con cuidado por el viejo juez al ver entrar a
Camusot y a Michu, que vinieron juntos.
Bien, seor vicepresidente dijo Michu, el seor
Sauvager ha requerido una orden de arresto contra cierto
conde De Esgrignon, sin consultar al procurador del rey,
para servir a la pasin de un tal Du Croisier, enemigo del
gobierno del rey. Es un verdadero desorden. El presiden
te, por su lado, se marcha y de este modo aplaza la ins-

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

285

traccin de la causa. Es que por casualidad queran for


zarnos la mano?
He aqu que es lo primero que oigo referente a este
asunto dijo el viejo juez, furioso por los pasos efectua
dos por el presidente cerca de los Blandureau.
El sucesor de Chesnel, hombre adicto a Du Ronceret,
que acaba de ser vctima de una astucia tramada por el
viejo juez para saber la verdad, haba confesado el secreto.
Afortunadamente os hablamos nosotros de ello dijo
Camusot a Blondet; de lo contrario, habrais podido
renunciar a sentar a vuestro hijo sobre las flores de lis y
a casarlo con la seorita Blandurea.
Pero no se trata de mi hijo ni de su boda dijo el
juez; se trata del joven conde de Esgrignon. Es o no
culpable?
Parece ser dijo Michu que el dinero fue entregado
a la seora Du Croisier por Chesnel; han convertido en un
delito una simple irregularidad. Segn la demanda, el
joven se apoder de la parte inferior de una carta en la
que estaba la firma de Du Croisier para convertirla en
una letra de cambio sobre los Keller.
Una imprudencia dijo Camusot.
Pero, si Du Croisier haba recibido la suma dijo
Blondet, por qu se ha quejado?
Todava no sabe que la suma ha sido entregada a
su mujer, o bien finge no saberlo dijo Camusot.
Venganza de gente de provincia dijo Michu.
Sin embargo, esto tiene las apariencias de una falsi
ficacin dijo el viejo Blondet, en quien ninguna pasin era
capaz de oscurecer la conciencia judicial.
Eso creis? dijo Camusot. Pero, ante todo, su
poniendo que el joven conde no haya tenido derecho de
girar sobre Du Croisier, no habra imitacin de firma.
Crey poseer este derecho porque Chesnel le haba comu
nicado que haba efectuado una entrega de dinero l mis
mo, Chesnel.
Bien! Dnde veis, entonces, una falsificacin? dijo
el viejo juez. La esencia de la falsificacin, en materia
civil, consiste en representar un dao para otra persona.

286

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

Ah! Es evidente, teniendo por verdadera la versin


de Du Croisier, que la firma fue desviada de su desfino
con objeto de cobrar la suma, desdeando una prohibicin
hecha por Du Croisier a sus banqueros dijo Camusot.
Esto, caballero dijo Blondet, me parece una mise
ria, una fruslera. Vosotros tenais la suma y yo deba
esperar quizs una letra de vuestra parte; pero yo, conde
De Esgrignon, estaba en una necesidad urgente. En vuestra
demanda, pues, hay pasin, hay venganza! Para que haya
falsificacin, el legislador ha previsto la intencin de sus
traer una suma, de atribuirse una propiedad cualquiera a
la cual no tuviera derecho. No hubo falsificacin en los tr
minos de la ley romana ni en el espritu de la jurispruden
cia actual, atenindonos siempre a lo civil, porque no se
trata aqu de una falsificacin en escritura pblica o autn
tica. En materia privada, la falsificacin entraa una inten
cin de robar; pero aqu, dnde est el robo? En qu
poca vivimos, seores? El presidente nos abandona para
que no se produzca una instruccin que ya debera estar
terminada. Slo conozco de hoy al seor presidente, pero
le pagar los atrasos de mi error; en lo sucesivo har l
mismo la minuta de sus juicios. Debis poner en esto la
mayor rapidez, seor Camusot.
S dijo Michu, opino que en lugar de poner a ese
joven en libertad bajo fianza, hay que sacarlo inmediata
mente de prisin. Todo depende de las preguntas que haya
que hacer a Du Croisier y a su mujer. Podis mandarles
llamar durante la audiencia, seor Camusot, recibir sus
deposiciones antes de las cuatro, hacer vuestra relacin
esta noche, y juzgaremos el asunto maana antes de la
audiencia.
Mientras" los abogados efecten su labor, nosotros
hablaremos del camino a seguir dijo Blondet a Camusot.
Los tres jueces se sentaron para deliberar despus de
haberse revestido de sus togas.
A medioda, el obispo y la seorita Armanda haban lle
gado al hotel De Esgrignon, donde se encontraban ya Chesnel y el seor Couturier. Despus de una conferencia bas
tante breve entre el director espiritual de la seora Du

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

287

Croisier y el prelado, el sacerdote dirigise inmediatamente


a la casa de su penitencia.
A las once de la maana, Du Croisier recibi una orden
de citacin que le mandaba presentarse, entre la una y las
dos, en el gabinete del juez de instruccin. Lleg all con
justificadas sospechas. El presidente, incapaz de prever la
llegada de la duquesa de Maufrigneuse, la del procurador
del rey, ni la confederacin sbita de los tres jueces, haba
olvidado trazar a Du Croisier un plan de conducta en el
caso de que se iniciase la instruccin. Ni el uno ni el otro
creyeron en tanta rapidez. Du Croisier se apresur a obede
cer la orden de citacin, con objeto de conocer las dispo
siciones de Camusot. Viose, pues, obligado a respnder. El
juez le dirigi en forma sumaria las seis preguntas si
guientes:
El efecto del que se afirma que es una falsificacin no
llevaba acaso una firma verdadera? Antes de este efecto
hubo otras causas judiciales con el seor conde De Esgrignon? El conde De Esgrignon no haba girado sobre l
unas letras de cambio con o sin aviso? No haba escrito
una carta por la que autorizaba al seor De Esgrignon
para que le pidiera siempre dinero mediante letras de
cambio? No haba liquidado Chesnel ya varias veces sus
cuentas? No se encontraba ausente en aquellos momentos?"
Estas preguntas fueron contestadas afirmativamente por
Du Croisier. A pesar de las explicaciones muy prolijas, el
juez reduca siempre al banquero a la alternativa de un s
o de un no. Cuando las preguntas y respuestas quedaron
consignadas en el proceso verbal, el juez termin por medio
de esta interrogacin fulminante:
Saba Du Croisier que el dinero del efecto acusado
de falsificacin se hallaba depositado en su casa, segn
una declaracin de Chesnel y una carta de aviso del suso
dicho Chesnel al conde De Esgrignon, cinco das antes de
la fecha del efecto?
Esta ltima pregunta asust a Du Croisier. Pregunt qu
significaba tal interrogatorio. Acaso era l el culpable, y
el seor conde De Esgrignon era el demandante? Hizo
observar que, si el dinero hubiera estado en su casa, l no
habra presentado querella alguna.

288

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

La justicia tiene necesidad de informarse dijo el


juez despidindole, no sin antes haber comprobado esta
ltima observacin de Du Croisier.
Pero, seor, el dinero...
El dinero est en vuestra casa dijo el juez.
Chesnel, igualmente citado, compareci para explicar
el asunto. La veracidad de sus afirmaciones fue corrobo
rada por la deposicin de la seora Du Croisier. El juez
ya haba interrogado al conde De Esgrignon, el cual, ins
pirado por Chesnel, sac la primera carta por la cual Du
Croisier le escriba que librase sobre l, sin hacerle la ofen
sa de que entregase el dinero por adelantado. Luego pre
sent una carta escrita por Chesnel en la que el notario
le prevena de que haba depositado los cien mil escudos
en casa del seor Du Croisier. Con tales elementos, la ino
cencia del joven conde haba de triunfar ante el tribunal.
Cuando Du Croisier regres del Palacio a su casa, su rostro
estaba blanco de clera y en sus labios se estremeca la
ligera espuma de una rabia concentrada. Encontr a su
mujer sentada en su saln, en el rincn de la chimenea, ha
cindole unas zapatillas; la mujer tembl al levantar los
ojos hacia l, pero ya haba decidido lo que tena que hacer.
Seora exclam Du Croisier con palabra entrecorta
da, qu declaracin habis hecho ante el juez? Me ha
bis deshonrado, traicionado!
Os he salvado, seor le respondi ella. Si tenis
el honor de aliaros un da con los De Esgrignon, mediante
la boda de vuestra sobrina con el joven conde, a m me lo
deberis por mi comportamiento de hoy.
Milagro! La burra de Balaam ha hablado! exclam
Du Croisier; ya no me asombrar de nada. Y dnde
estn los cien mil escudos que el seor Camusot ha dicho
que estaban en mi casa?
Aqu respondi la mujer, sacando el paquete de bille
tes de barco de debajo del almohadn de su poltrona. No
he cometido ningn pecado mortal al declarar que el seor
Chesnel me los haba entregado.
En mi ausencia?
No estabais aqu.
Me lo juris por vuestra eterna salvacin?

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

289

Lo juro dijo ella con voz tranquila.


Por qu no me dijisteis nada? pregunt Du Croisier.
En eso hice mal respondi su mujer, pero mi falta
redunda en vuestro provecho. Vuestra sobrina ser algn
da marquesa De Esgrignon, y quiz vos seris diputado, si
os portis bien en esta causa. Habis ido demasiado lejos;
sabed volver sobre vuestros pasos.
Du Croisier se pase por el saln, presa de una horri
ble agitacin, y su esposa aguard, con igual agitacin, el
resultado de este paseo. Finalmente, Du Croisier tir del
cordn de la campanilla.
No recibir a nadie esta noche; cerrad la puerta prin
cipal dijo a su ayuda de cmara. A todo el que venga
le diris que la seora y yo estamos en el campo. Partire
mos inmediatamente despus de comer; comeremos media
hora antes que de costumbre.
Aquella tarde, todos los salones, los pequeos industria
les, los pobres, la nobleza, el comercio, en fin, toda la
ciudad, comentaba la gran noticia: el conde De Esgrignon
haba sido detenido porque se sospechaba que haba come
tido una falsificacin. El conde De Esgrignon ira a la au
diencia de lo criminal y sera condenado, marcado. La ma
yor parte de las personas que apreciaban el honor de la
casa De Esgrignon negaban el* hecho. Cuando se hizo de
noche, Chesnel fue a recoger a casa de la seora Camusot
al joven desconocido, al que condujo al hotel De Esgrignon,
donde le aguardaba la seorita Armanda. La pobre joven
llev a su aposento a la hermosa Maufrigneuse. El seor
obispo ocupaba la habitacin de Victumiano. Cuando la
noble Armanda se vio a solas con la duquesa le lanz la
ms triste de sus miradas.
Realmente, tenais obligacin de socorrer a la pobre
criatura que se ha perdido por vos, seora le dijo; una
criatura por la cual aqu todo el mundo se sacrifica.
La duquesa haba paseado ya su mirada de mujer por
la habitacin de la seorita De Esgrignon, y haba visto en
ella la imagen de la vida de aquella soltera sublime; ha
brais dicho que se trataba de la celda de una religiosa al
ver aquella pieza desnuda, fra y sin lujo. La duquesa, emo

290

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

cionada al contemplar el pasado, el presente y el futuro


de aquella existencia, reconociendo el contraste inaudito que
causaba en ella su presencia, no pudo retener las lgrimas
que rodaron por sus mejillas y le sirvieron de respuesta.
Ah, he hecho mal! Perdonadme, seora duquesa!
aadi la cristiana, que triunf sobre la ta de Victurniano. Vos ignorabais nuestra miseria; mi sobrino era
incapaz de confesrosla. Por otra parte, al vemos, todo se
concibe, incluso el crimen!
La seorita Armanda, delgada, plida, pero hermosa
como una de esas figuras alargadas y severas que slo han
sabido realizar los pintores alemanes, tena tambin los
ojos hmedos por las lgrimas.
Tranquilizaos, ngel querido dijo finalmente la du
quesa; ya est salvado.
S, pero el honor, su porvenir! Chesnel me lo ha di
cho: el rey sabe la verdad.
Procuraremos reparar el mal dijo la duquesa.
La seorita baj al saln y encontr lleno de gente el:
Gabinete de Antigedades. Todos los asiduos contertulios
haban venido tanto para festejar al obispo como para
hacer compaa al marqus De Esgrignon. Chesnel, apos
tado en la antesala, recomendaba a todos los que llegaban
el ms profundo silencio sobr aquel asunto, con objeto de
que el venerable marqus no se enterase nunca de nada.
Aquel franco habra sido capaz de matar a su hijo o de
matar a Du Croisier. Por un singular azar, el marqus,
feliz por el regreso de su hijo de Pars, habl de Victumiano
ms que de costumbre. Victumiano iba pronto a recibir
un cargo de manos del rey. Por fin el rey se ocupaba de los
De Esgrignon. Cada cual, con la muerte en el alma, ensal
zaba la buena conducta de Victumiano. La seorita Arman
da preparaba el camino a la sbita aparicin de su sobrino,
diciendo a su hermano que Victumiano ira sin duda a
verles y que deba ya encontrarse en camino.
Bah! dijo el marqus, de pie delante de la chime
nea, si lleva bien sus asuntos all donde est, debe perma
necer all, y no pensar en la alegra que tendra su padre
al verle. El servicio del rey ante todo.

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

291

La mayor parte de los que oyeron esta frase se estreme


cieron. El proceso poda entregar un De Esgrignon al ver
dugo para que lo marcase con su hierro. Hubo un momen
to de horrible silencio. La vieja marquesa de Casteran no
pudo contener una lgrima, que derram sobre el colorete
que cubra sus mejillas, volviendo la cabeza hacia un lado.

IX

EL CASAMIENTO DESIGUAL
Al da siguiente, a medioda, con un tiempo magnfico,
toda la poblacin se hallaba, formando grupos, dispersa
por la calle que cruzaba la ciudad, y no se hablaba ms que
de aquel asunto importante. El joven conde estaba o no
en la crcel? En aquel momento vieron el tlburi bien co
nocido del conde De Esgrignon que bajaba por la calle de
San Blas y vena de la prefectura. El trburi iba conducido
por el conde, acompaado de un encantador joven desco
nocido, los dos alegres, risueos, conversando, luciendo
rosas de Bengala en el ojal. Fue ste uno de esos golpes
teatrales que resultan imposibles de describir. A las diez,
un juicio de sobreseimiento, perfectamente motivado, haba
devuelto la libertad al joven conde. Du Croisier qued ful
minado por la declaracin de que el conde De Esgrignon
tena ahora derecho a demandarle por calumnia. El viejo
Chesnel suba, como por casualidad, la Calle Mayor, y deca
a todo aquel que quera orle que Du Croisier haba tendido
la ms infame de las trampas al honor de la casa De Es
grignon, y que si no era demandado como calumniador de
ba esta condescendencia a la nobleza de sentimientos que
animaba a los De Esgrignon. En la noche de aquella dichosa
jornada, cuando el marqus De Esgrignon ya haba ido a
acostarse, el joven conde, la seorita Armanda y el lindo

294

H . 1)E BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

paje que se dispona a partir de nuevo se encontraron a


solas con el Caballero, al cual no se le pudo ocultar el sexo
de aquel simptico joven y fue el nico en la ciudad, aparte
los tres jueces y la seora Camusot, que supo de la pre
sencia de la duquesa.
La casa De Esgrignon est salvada dijo Chesnel,
pero no se recuperar de este golpe de aqu a cien aos.
Ahora es preciso pagar las deudas, y ya no podis, seor
conde, hacer otra cosa ms que casaros con una heredera.
Y la tomar donde la encuentre dijo la duquesa.
Un segundo casamiento desigual! exclam la seo
rita Armanda.
La duquesa se ech a rer.
Vale ms casarse que morir dijo sacando del bolsillo
de su chaleco un frasquito que le haba dado el farmacu
tico del castillo de las Tulleras.
La seorita hizo un gesto de espanto; el viejo Chesnel
cogi la . mano de la bella Maufrigneuse y se la bes sin
permiso.
Entonces, es que aqu estis locos? repuso la du
quesa. Queris permanecer en el siglo xv, cuando esta
mos en el siglo xix? Amigos mos, ya no hay nobleza; no
hay ms que aristocracia. El Cdigo civil de Napolen ha
matado los pergaminos como el can haba dado ya
muerte al feudalismo. Seris mucho ms nobles que ahora
cuando tengis dinero. Casaos con quien queris, Victurniano; ennobleceris a vuestra mujer; he ah el ms slido
de los privilegios que le quedan a la nobleza francesa. Aca
so el seor de Talleyrand no se cas con la seora Grandt
sin comprometerse? Recordad que Luis XIV se cas con
la viuda Scarron.
Pero no se cas con ella por dinero dijo la seorita
Armanda.
Si la condesa De Esgrignon fuese la sobrina de un
Du Croisier, la recibirais? dijo Chesnel.
Quiz respondi la duquesa; pero el rey, sin duda
alguna, la vera con agrado. Es que no sabis lo que suce
de? dijo al ver el asombro pintado en todos los rostros.
Victurniano ha venido a Pars; l sabe cmo van all las
cosas. ramos ms poderosos en tiempo de Napolen. Vic-

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

295

turniano, casaos con la seorita Duval; ella ser marquesa


De Esgrignon, de la misma manera que yo soy duquesa de
Maufrigneuse.
Todo se ha perdido, incluso el honor! dijo el caba
llero, haciendo un gesto.
Adis, Victurniano dijo la duquesa besndole en la
frente. Ya no volveremos a vemos. Lo mejor que podis
hacer es vivir en vuestras tierras, porque el aire de Pars
no os sienta bien.
Diana! exclam el joven conde con acento de de
sesperacin.
Caballero, estis en una confusin dijo framente la
duquesa, abandonando su papel de hombre y de amante y
volviendo a ser no solamente ngel, sino tambin duquesa;
no solamente duquesa, sino la Celimena de Moliere.
La duquesa de Maufrigneuse salud dignamente a aque
llos cuatro personajes y obtuvo del caballero la ltima
lgrima de admiracin que ste tuvo para el bello sexo.
Cmo se parece a la princesa Goritza! exclam en
voz baja.
Diana haba desaparecido. El ltigo del postilln decale
a Victurniano que el hermoso idilio de su primera pasin
haba concluido. En el peligro, Diana an haba podido
ver en el joven conde a Su amante; pero una vez salvado,
la duquesa le despreciaba como un hombre dbil que era.
Seis meses ms tarde, Camusot fue nombrado juez su
plente en Pars, y posteriormente juez de instruccin. Michu
lleg a ser procurador del rey. El seor Blondet pas a
ser consejero de la corte real; estuvo all el tiempo necesa
rio hasta obtener el retiro, y entonves volvi a vivir a su
linda casita. Jos Blondet obtuvo el cargo de su padre en
el tribunal para el resto de sus das, pero sin ninguna opor
tunidad de progreso, y fue el marido de la seorita Blandureau, la cual se aburre hoy en esa casa de ladrillo y de
flores como una carpa en una piscina de mrmol. En fin,
Michu y Camusot recibieron la Cruz de la Legin de Honor,
y el viejo Blondet recibi la de oficial. En cuanto al pri
mer sustituto del procurador del rey, seor Sauvager, fue
enviado a Crcega, con gran satisfaccin de Du Croisier,
quien ciertamente no quera darle a su sobrina.

296

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Du Croisier, inducido por el presidente Du Ronceret,


apel en la corte real contra el juicio de sobreseimiento, y
perdi. En todo el departamento, los liberales sostuvieron
que el pequeo De Esgrignon haba cometido una falsifica
cin. Los realistas, por su parte, refirieron las horribles
tramas que la venganza haba hecho urdir al infame Du
Croisier. Hubo un duelo entre Du Croisier y Victurniano. El
azar de las armas favoreci al ex abastecedor, el cual infi
ri una peligrosa herida al joven conde y se mantuvo en
sus trece. La lucha entre los dos partidos estuvo an enve
nenada por este asunto, que los liberales sacaban a relucir
en todo momento. Du Croisier, cada vez rechazado en las
elecciones, no vea ninguna oportunidad de hacer casar a
su sobrina con el joven conde, sobre todo despus de su
duelo.
Un mes despus de la confirmacin del juicio en la corte
real, Chesnel, agotado por esta lucha horrible, en la que
sus fuerzas morales y fsicas vironse sacudidas violenta
mente, muri en su triunfo como un viejo perro fiel que ha
sido mordido en el vientre por los colmillos de un jabato.
Muri dejando la casa casi arruinada y al joven conde en
la miseria, lleno de hasto, sin ninguna oportunidad de me
jorar su suerte. Este cruel pensamiento, unido a su aba
timiento, celer sin duda el fallecimiento del pobre an
ciano. En medio de tantas ruinas, abrumado por tantos
pesares, obtuvo un gran consuelo: el viejo marqus, a ins
tancias de su hermana, le devolvi toda su amistad. Aquel
gran personaje fue a la casita de la calle del Bercail y
sentse a la cabecera de la cama de su viejo servidor, cu
yos sacrificios le eran desconocidos. Chesnel se incorpor
y recit el cntico de Simen; el marqus accedi a su de
seo de enterrarlo en la capilla del castillo, con el cuerpo
de travs, y en la parte inferior de la fosa en la que haba
de ser sepultado el penltimo de los De Esgrignon.
As muri uno de los ltimos representantes de aquella
bella y grande dofnesticidad, palabra que a menudo se
toma a la mala parte y a la que aqu damos su significado
real, haciendo que exprese el apego feudal del servidor al
seor. Este sentimiento, que ya no exista ms que en el
fondo de la provincia y en algunos ancianos servidores de

EL GABINETE DE ANTIGEDADES

297

la monarqua, honraba por igual a la nobleza que inspiraba


semejantes afectos y a la burguesa que los conceba. Esta
noble y magnfica abnegacin es actualmente imposible. Las
casas nobles ya no tienen servidores, de la misma manera
que tampoco hay rey de Francia ni pares hereditarios, ni
bienes inmutables fijos en las casas histricas para perpe
tuar sus esplendores nacionales. Chesnel no era solamente
uno de esos grandes hombres desconocidos de la vida pri
vada; era, pues, tambin algo grande. La continuidad de
sus sacrificios no le confiere algo grande y sublime? No
sobrepasa el herosmo de la buena accin, que siempre es
un esfuerzo momentneo? La virtud de Chesnel pertenece
esencialmente a las clases situadas entre las miserias del
pueblo y las grandezas de la aristocracia, que pueden as
unir las modestas virtudes del burgus a las sublimes ideas
del noble, iluminndolas con las antorchas de una slida
instruccin.
Victumiano, juzgado desfavorablemente en la corte, no
poda encontrar all mujer rica ni empleo. El rey se neg
constantemente a conceder la dignidad de par a los De
Esgrignon, la nica merced que habra podido sacar a Victurniano de la miseria. En vida de su padre era imposible
casar al joven conde con una heredera burguesa, y tuvo
que vivir mezquinamente en la casa paterna con los recuer
dos de sus dos aos de esplendor parisiense y de amor aris
tocrtico. Triste y taciturno, vegetaba entre su padre, de
sesperado, que atribua a una enfermedad de languidez el
estado en que vea a su hijo, y su ta, devorada por la
melancola. Chesnel ya no estaba all. El marqus muri
en 1830 despus de haber visto al rey Carlos X pasar por
Nonancourt, adonde fue aquel grande De Esgrignon, segui
do de la nobleza vlida del Gabinete de Antigedades, a
rendirle honores y unirse al escaso cortejo de la monar
qua vencida; acto de valor que hoy parecer muy sencillo,
pero que el entusiasmo de la revuelta hizo entonces su
blime.
Los galos triunfan! fueron las ltimas palabras del
marqus.
La victoria de Du Croisier fue entonces completa, por
que el nuevo marqus De Esgrignon, ocho das despus

298

H . DE BALZAC;

LA COMEDIA H U M A N A

de la muerte de su anciano padre, acept a la seorita Duval por esposa; ella tena tres millones de dote. Du Croisier
y su mujer aseguraban su fortuna a la seorita Duval en
el contrato. Durante la ceremonia de la boda dijo Du Croi
sier que la casa De Esgrignon era la ms honorable de to
das las casas notables de Francia. Todos los inviernos puede
vers al marqus De Esgrignon, que un da deber reunir
ms de cien mil escudos de renta, en Pars, donde lleva
la vida alegre de los solteros, no conservando de los gran
des seores de antao ms que su indiferencia por su mu
jer, de la cual no se preocupa en absoluto.
En cuanto a la seorita De Esgrignon deca Emilio
Blondet, al que debemos los detalles de esta aventura,
si ya no se parece a la figura celestial que yo vislumbr
en mi infancia, es ciertamente, a los sesenta y siete aos
de edad, la figura ms dolorosa y ms interesante del Gabi
nete de Antigedades, en donde an sigue presidiendo. La
vi durante el ltimo viaje que hice a mi regin, donde fui
a buscar los documentos necesarios para mi boda. Cuando
mi padre se enter de quien era la mujer con quien me
casaba, quedse estupefacto y no recobr el habla hasta
el momento en que le dije que yo era prefecto.
"T naciste prefecto! ipe respondi sonriendo.
"Al dar una vuelta por la ciudad encontr a la seorita
Armanda, que me pareci ms grande que nunca. Pareci
como si viese a Mario en las ruinas de Cartago. Acaso esa
mujer no sobrevive a sus religiones, a sus creencias destrui
das? Ya no cree ms que en Dios. Generalmente triste, si
lenciosa, no conserva de su antigua belleza ms que unos
ojos de fulgor sobrenatural. Cuando la vi que se diriga a
la iglesia, con el libro en la mano, no pude por menos de
pensar que est pidiendo a Dios que la saque cuanto antes
de este mundo.
Jardies, julio 1837.

ILUSIONES PERDIDAS
1. Los dos poetas

LOS DOS POETAS


En la poca en que comienza esta historia, la prensa de
Stanhope y los cilindros para distribuir la tinta no funcio
naban an en las pequeas imprentas de provincias. A pe
sar de la especialidad que la coloca en relacin con la tipo
grafa parisiense, Angulema segua sirvindose de las pren
sas de madera, a las cuales el idioma debe la expresin de
hacer gemir la prensa", actualmente sin aplicacin. La
atrasada imprenta empleaba all todava las bolas de cuero
con que los estampadores daban tinta a los caracteres. El
dispositivo movible sobre el cual se coloca la forma llena
de letras, a la que se aplica la hoja de papel, era todava
de piedra,-y justificaba el nombre de mrmol que se le
daba. Las devoradoras prensas mecnicas han hecho que
hoy da quedara tan olvidado este mecanismo, al que, a
pesar de sus imperfecciones, debemos los hermosos libros
de Elzevier, de los Plantin, de los Aldo y de los Didot, que
es preciso mencionar los viejos instrumentos a los que Jer
nimo Nicols Schard profesaba un supersticioso afecto;
porque desempean un papel en esta gran pequea historia.
Este Schard era un antiguo oficial impresor de los que
en su argot tipogrfico los obreros encargados de juntar las
letras dan el nombre de "osos". El movimiento de vaivn,
que se parece bastante al de un oso enjaulado, con l que

302

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

los impresores van del tintero a la prensa y de la prensa al


tintero, fue lo que sin duda les vali este remoquete. En
desquite, los osos han llamado "monos" a los cajistas, a
causa del continuo ejercicio que efectan estos operarios
para atrapar las letras en las ciento cincuenta y dos casillas
en que se encuentran contenidas. En la desastrosa poca
de 1793, Schard, a la edad de irnos cincuenta aos, se en
contr casado. Su edad y su matrimonio hicieron que se
librara de la gran requisicin que se llev a los ejrcitos
a casi todos los obreros. El viejo impresor qued solo en
la imprenta, cuyo dueo, apodado el "Ingenuo, acababa de
morir dejando una viuda sin hijos. El establecimiento pa
reci amenazado de destruccin inmediata: el oso solitario
era incapaz de transformarse en mono; porque en su calidad
de impresor, nunca supo leer ni escribir. Sin tener en cuen
ta su incompetencia, un Representante del Pueblo, teniendo
prisa por esparcir los bellos decretos de la Convencin,
invisti al impresor de la patente de maestro impresor, y
puso su imprenta en requisicin. Despus de aceptar esta
peligrosa patente, el ciudadano Schard indemniz a la
viuda de su patrn entregndole los ahorros de su mujer,
con los que pag el material de la imprenta por la mitad
de su valor. No importaba. Era preciso imprimir sin falta
ni retraso los decretos republicanos. En esta difcil co
yuntura, Jernimo Nicols Schard tuvo la suert^de en
contrar un noble marsells que no quera emigrar, para
no perder sus tierras, ni dejarse ver, para no perder la
cabeza, y que no poda comer pan si no era a cambio de
un trabajo cualquiera. El seor conde de Maucombe se
puso, pues, la blusa de un regente de imprenta de provin
cia: compona, lea y correga l mismo los decretos que
condenaban a la pena de muerte a los ciudadanos que
tenan escondido en sus casas algn noble; el oso conver
tido en ingenuo imprima estos decretos y los mandaba
pegar en las paredes; y los dos quedaron sanos y salvos.
En 1795, al pasar la furia del Terror, Nicols Schard ose
obligado a buscar otro maestro impresor que pudiera ser
cajista, corrector y regente. Un abate que, posteriormente,
bajo la Restauracin, fue obispo, y que a la sazn se ne
gaba a prestar el juramento constitucional, sustituy al

LOS DOS POETAS

303

conde de Maucombe hasta el da en que el Primer Cnsul


restableci la religin catlica. El conde y el obispo vol
vieron a encontrarse ms tarde en el mismo banco de la
Cmara de los Pares. Si en 1802 Jernimo Nicols Schard
no saba leer y escribir mejor que en 1793, haba sabido
en cambio sacar adelante su negocio como para poder
pagar un regente de imprenta. Aquel oficial tan despreocu
pado en cuanto a su porvenir, habase vuelto muy temible
para sus monos y sus osos. La avaricia empieza donde
cesa la pobreza. El da en que el impresor vislumbr la
probabilidad de labrarse una fortuna, el inters desarroll
en l una inteligencia material de su estado, pero una inte
ligencia vida, suspicaz y penetrante. Su prctica despre
ciaba la teora. Haba terminado por calcular de una
ojeada el precio de una pgina o de un folio segn cada
clase de carcter. Demostraba a sus ignorantes parroquia
nos que las letras gruesas costaban ms de manejar que
las finas; y si se trataba de finas, deca que era ms difcil
trabajar con ellas que con las gruesas. Siendo la composi
cin la parte tipogrfica de la que l no entenda nada,
tena tanto miedo de equivocarse, que nunca haca ms
que tratos comerciales leoninos. Si sus cajistas trabajaban
a tanto la hora, sus ojos no cesaban de vigilarles. Si saba
que haba un fabricante en apuros econmicos, le com
proba el papel a un precio vil y lo almacenaba. De este
modo, posea ya entonces la casa en que la imprenta
estaba alojada desde tiempo inmemorial. Le favoreci toda
clase de suerte: qued viudo y no tuvo ms que un hijo;
lo mand al instituto de la ciudad, menos para darle una
educacin que para prepararse un sucesor; lo trataba con
severidad con objeto de prolongar la duracin de su potes
tad paterna; as, cuando estaba de vacaciones, le haca
trabajar en la caja dicindole que aprendiera a ganarse
la vida para poder un da recompensar a su pobre padre,
que se estaba desangrando para educarle. Al marcharse el
abate, Schard escogi como regente a aquel de sus cuatro
cajistas que el futuro obispo le indic como el que posea
tanta honradez como inteligencia. De esta forma, el buen
hombre estuvo en condiciones de aguardar el momento en
que su hijo pudiera dirigir el establecimiento, que entonces

304

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

se ampliara bajo manos jvenes y hbiles. David Schard


realiz en el instituto de Angulema los ms brillantes es
tudios. Anque fuera un oso, que haba prosperado sin co
nocimientos ni educacin, y por ello despreciara conside
rablemente la ciencia, el seor Schard envi a su hijo a
Pars para que estudiara all la alta tipografa; pero le
hizo tan grande recomendacin de acumular una buena
fortuna en un lugar que l denominaba el paraso de los
obreros, dicindole que no contase para nada con el bolsillo
paterno, que vea sin duda un medio para llegar a sus fines
en aquella estancia en el pas de la Sapiencia. A la par que
aprenda su oficio, David complet su educacin en Pars.
El regente de los Didot convirtise en un erudito. A fines
del ao 1819, David Schard abandon Pars, sin haberle
costado su estancia un centavo a su padre, que le llamaba
para poner en sus manos el timn de los negocios. La im
prenta de Nicols Schard posea entonces el nico peri
dico de anuncios judiciales que exista en el departamento,
la parroquia de la Prefectura y la del Obispado, tres clien
telas que haban de procurar una gran fortuna a un joven
activo.
Precisamente en esa poca, los hermanos Cointet, fabri
cantes de papel, compraron la segunda patente de impre
sor de la ciudad de Angulema, que hasta entonces el viejo
Schard haba sabido reducir a la ms completa inaccin,
al amparo de las crisis militares que, bajo el Imperio, re
primieron todo movimiento industrial. Por esta razn, no
la haba adquirido l, y su parsimonia fue una de las causas
por las cuales se arruin la vieja imprenta. Al enterarse
de esta noticia, el viejo Schard pens alegremente que la
lucha que se entablara entre su establecimiento y los
Cointet sera sostenida por su hijo y no por l.
"Yo habra sucumbido se dijo, pero un joven que
se ha formado con los seores Didot, saldr de apuros.
El septuagenario suspiraba esperando el momento en
que pudiera vivir a su modo. Si posea escasos conocimien
tos de alta tipografa, era en cambio muy ducho en un
arte muy apreciado por el divino autor de Pantagruel, pero
cuyo cultivo, perseguido por las sociedades llamadas de
templanza, va siendo siendo cada da ms abandonado.

LOS DOS POETAS

305

Jernimo Nicols Schard, fiel al destino que su apellido


le haba creado, se hallaba dotado de una sed inextinguible.
Su mujer, durante muchos aos, haba contenido en sus
justos lmites aquella pasin por el mosto, aficin tan na
tural a los osos que el seor de Chateaubriand lo ha obser
vado en los verdaderos plantgrados de Amrica; pero los
filsofos han observado que las costumbres de la juventud
retornan con vigor en la vejez del hombre. Schard con
firmaba esta ley moral: cuanto ms envejeca, ms le gus
taba beber. Su pasin dejaba en su fisonoma ursina unas
marcas que la volvan original: su nariz haba asumido el
desarrollo y la forma de una A mayscula, y sus dos meji
llas, surcadas de venas, parecan esas hojas de vid cubier
tas de gibosidades violceas y purpurinas; habrais dicho
que se trataba de una trufa monstruosa, envuelta en los
pmpanos del otoo. Ocultos bajo dos grandes cejas seme
jantes a dos matas cubiertas de nieve, sus ojillos grises, en
los que centelleaba la astucia de una avaricia que todo lo
mataba en l, hasta la paternidad, conservaban su inteli
gencia incluso en medio de la embriaguez. Su cabeza calva,
pero ceida de cabellos grisceos, todava un poco rizados,
evocaban a aquellos franciscanos de los Cuentos de la Fontaine. Era bajito y regordete, con bastante vientre, como
muchas de esas viejas lmparas que consumen ms aceite
que mecha; porque los excesos en todo empujan al cuerpo
por el camino que les es propio. La embriaguez, como el
estudio, engorda al hombre gordo y enflaquece al hombre
flaco. Jernimo Schard llevaba desde haca treinta aos
el famoso tricornio municipal, que, en algunas provincias,
se encuentra an en la cabeza del tambor de la ciudad. Su
chaleco y su pantaln eran de terciopelo verdoso. En fin,
vesta una vieja levita marrn, medias de algodn de varios
colores y zapatos con hebillas de plata. Esta indumenta
ria, en la que el obrero se encuentra todava dentro del
burgus, compaginaba tanto con sus vicios y con sus cos
tumbres y expresaba tan bien su vida, que aquel buen
hombre pareca haber sido creado vestido: no habrais
podido imaginarle sin sus ropas, de la misma manera que
no podemos imaginar una cebola sin su piel. Si el viejo
impresor no hubiera dado, desde haca tiempo, la medida

306

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

de su ciega avidez, su abdicacin bastara para describir


su carcter. A pesar de los conocimientos que su hijo haba
de traer de la gran escuela de los Didot, se propuso realizar
con l el buen negocio que estaba meditando desde haca
mucho tiempo. Si el padre haca buen negocio, el hijo ha
ba de hacerlo malo. Si al principio haba visto en David a
su hijo nico, ms tarde vio en l un comprador natural
cuyos intereses eran opuestos a los suyos: l quera ven
der caro, David tena que comprar barato; su hijo se con
verta, pues, en un enemigo que haba de ser vencido. Esta
transformacin del sentimiento en inters personal, ordi
nariamente lenta, tortuosa e hipcrita en las personas bien
educadas, fue rpida y directa en el viejo oso. Cuando lleg
su hijo, el buen hombre le testimoni el cario comercial
que las personas hbiles manifiestan para con sus vctimas:
se ocup de l como un amante se habra ocupado de su
querida; le dio el brazo y le indic donde deba poner los
pies para no ensuciarse de barro; haba hecho que le calen
taran la cama, encendieran lumbre y preparasen la cena.
Al da siguiente, despus de haber tratado de emborrachar
a su hijo durante una cena pantagrulica, Jernimo Nicols
Schard, lleno de vino como un odre, le dijo:
Vamos a hablar de negocios?
Esta frase se produjo tan singularmente entre dos hipos,
que David le rog aplazar los negocios hasta el da siguien
te. El viejo oso saba demasiado bien el modo de sacar
partido de su borrachera para abandonar una batalla pre
parada desde haca tanto tiempo. Por otra parte, despus
de haber arrastrado los grilletes, deca, durante cincuenta
aos, no quera llevarlos ni una hora ms. Maana, su hijo
sera el ingenuo".
Aqu tal vez sea necesario decir algunas palabras acerca
del establecimiento. La imprenta, situada en el lugar en
que la calle de Beaulieu desemboca en la plaza de Mrier,
habase establecido en aquel edificio hacia finales del rei
nado de Luis XIV. As, desde haca algn tiempo, aquellos
lugares haban sido dispuestos para la explotacin de esta
industria. La planta baja formaba una inmensa pieza ilu
minada hacia la calle por una vieja vidriera, y por una gran
ventana que daba a un patio interior. Por otra parte, poda

LOS DOS POETAS

307

llegarse al despacho del dueo a travs de un pasillo. Pero


en provincias, los procedimientos de la tipografa son siem
pre objeto de una curiosidad tan viva, que los clientes pre
feran entrar por una puerta con vidrios practicada en la
parte delantera que daba a la calle, aunque fuera preciso
bajar algunos peldaos, ya que el suelo del taller se en
contraba por debajo del nivel de la calzada. Los curiosos
clientes no se preocupaban jams de los inconvenientes que
ofreca el tener que pasar a travs de los desfiladeros del
taller. Si miraban las bvedas formadas por las hojas ten
didas sobre cuerdas atadas al techo, tropezaban con las
cajas, o se hacan despeinar por las barras de hierro que
sujetaban las prensas. Si seguan los giles movimientos
de un cajista al coger sus letras de los ciento cincuenta y
dos cajetines de su mesa, leyendo la copia, volviendo a
leer la lnea en su componedor, deslizando en ella una
interlnea, daban con una resma de papel o su cadera tro
pezaba contra el ngulo de un banco; todo lo cual provo
caba la hilaridad de los monos y los osos. Nunca haba
llegado nadie sin accidente hasta las dos grandes jaulas
situadas al extremo de aquella caverna, que formaban dos
miserables pabellones sobre el patio, y donde estaban sen
tados, a un lado el regente y al otro el maestro impresor.
En el patio, las paredes estaban agradablemente decoradas
por unas parras que, dada la reputacin del dueo, pre
sentaban un gran color local. Al fondo, y adosado a una
negra pared medianera, se elevaba un cobertizo en ruinas
en el que se humedeca el papel y se le daba forma. All
estaba el fregadero en el que se lavaban, antes y despus
del tiraje, las formas, o para emplear el lenguaje vulgar,
las planchas de los caracteres. De all se escapaba una
decoccin de tinta mezclada con las aguas de la casa, lo
cual haca creer a los campesinos llegados all en los das
de mercado, que en aquel edificio se lavaba el diablo. Este
cobertizo lo flanqueaban la cocina, por un lado, y un
montn de lea por el otro. El primer piso de aquella casa
encima del cual no haba ms que dos habitaciones de
buhardilla, contena tres piezas. La primera, tan larga comeel pasillo, menos la caja de la vieja escalera de madera
que reciba la luz de la calle por una pequea ventara

308

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

rectangular, y del patio por un ojo de buey, serva a la


vez de antesala y comedor. Pura y simplemente blanqueada
con cal, hacase notar por la cnica sencillez de la avaricia
comercial: el sucio vidrio no haba sido lavado nunca, el
mobiliario constaba de tres malas sillas, una mesa redon
da y un bufete situado entre dos puertas que daban acceso
a un dormitorio y a qn saln; las ventanas y la puerta es
taban grasicntas de mugre; y llena casi siempre de papeles
blancos o impresos; a menudo el postre, las botellas y las
fuentes de la cena de Jernimo Nicols Schard se vean
encima de los fardos. El dormitorio, cuya ventana reciba
la luz del patio, estaba adornado con uno de esos viejos
tapices que en provincias se ven en los balcones el da del
Corpus. Haba una gran cama con columnas provista de
cortinas, una colcha de sarga roja, dos sillones, un par de
sillas de madera de nogal, tapizadas, un viejo escritorio y,
en la chimenea, un reloj. Esta habitacin, en la que se res
piraba un ambiente patriarcal, lleno de matices pardos,
haba sido arreglada por el seor Rouzeau, predecesor y
patrn de Jernimo Nicols Schard. El saln, moderni
zado por la difunta seora Schard, ofreca horribles reves
timientos de madera pintados de azul; los entrepaos esta
ban decorados con un papel que representaba escenas
orientales, pintadas de color pardusco sobre fondo blanco;
el mobiliario consista en seis sillas tapizadas de badana
azul, cuyos respaldos tenan forma de lira. Las dos ven
tanas, desde las que se divisaba la plaza del Mrier, care
can de visillos, y en la chimenea no haba candelabros,
reloj, ni espejo. La seora Schard haba fallecido en me
dio de sus proyectos de embellecimiento, y el oso no adi
vinaba la utilidad de unas mejoras que no reportaban pro
ducto alguno, y por ello las haba abandonado. Fue all
adonde, pede titubante, Jernimo Nicols Schar llev a
su hijo y le mostr, sobre la mesa redonda, un inventario
del material de su imprenta, realizado, bajo su direccin,
por el regente.
Lee esto, hijo mo dijo Jernimo Nicols Schard
dirigiendo sus ojos borrachos desde el papel a su hijo y
desde su hijo al papel, y vers qu joya de imprenta
e regalo.

LOS DOS POETAS

309

Tres prensas de madera sostenidas por barras de


hierro...
Una mejora que yo he hecho dijo el viejo Schard
interrumpiendo a su hijo.
Con todos sus utensilios: tinteros, bancos, etc., mil
seiscientos francos! Pero, padre dijo David Schard, de
jando caer el inventario, vuestras prensas son unos zue
cos viejos que no valen cien escudos, y que slo tienen
utilidad como lea para quemar.
Viejos zuecos?...
exclam el viejo Schard, vie
jos zuecos, ests diciendo?... Coge el inventario y bajemos!
Vas a ver si vuestros inventos de mala cerrajera trabajan
tan bien como esos viejos instrumentos bien probados. En
tonces no tendrs valor para insultar a unas honradas
prensas que ruedan como coches de posta, y que seguirn
funcionando durante toda tu vida sin necesitar la ms
mnima reparacin. Zuecos! S, unos zuecos de los que t
has vivido, que tu padre ha manejado durante veinte aos
y que le han servido para hacer de ti lo que ahora eres.
El padre baj la escalera gastada, temblando, sin tro
pezar; abri la puerta del pasillo que daba al taller, se
precipit hacia la primera de sus prensas astutamente un
tadas con aceite y limpiadas, mostr las fuertes jimelgas
de madera de encina frotada por su aprendiz.
No es una joya de prensa? dijo.
En ella haba una participacin de boda. El viejo oso
baj la frasqueta sobre el tambor y ste sobre la platina,
que hizo rodar bajo la prensa; levant la barra, desenroll
la cuerda para acercar la platina, y volvi a levantar el
tambor y la frasqueta con la agilidad que habra desple
gado un joven oso. La prensa de tal modo maniobrada
lanz un grito que habrase dicho era el de un pjaro que
hubiera ido a chocar contra un vidrio y luego hubiera
huido.
Hay alguna prensa inglesa capaz de funcionar as?
dijo el padre a su hijo, que estaba asombrado.
El viejo Schard corri sucesivamente a la segunda, a
la tercera prensa, en cada una de las cuales efectu la
misma maniobra con igual habilidad. La ltima ofreci
a sus ojos enturbiados por el vino un lugar que haba sido

310

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

descuidado por el aprendiz; el borracho, despus de jurar


mucho, cogi la punta de su levita para frotarla, como
un chaln que da lustre al pelo de un caballo que quiere
vender.
Con esas tres prensas, sin regente, puedes ganar tus
nueve mil francos anuales, David. En calidad de asociado
tuyo, me opongo a que las sustituyas por esas malditas
prensas de fundicin que gastan los caracteres. Os habis
quedado maravillado al ver la invencin de ese maldito
ingls, enemigo de Francia, que ha querido labrar la for
tuna de los fundidores. Oh, habis querido tener Stanhopes! Quedaos con vuestras Stanhopes, que cuestan cada
una dos mil quinientos francos, casi el doble de lo que
valen mis tres joyas juntas, y que os estropean la letra
por falta de elasticidad. No soy instruido como t, pero
fjate en esto: la vida de las Stanhopes es la muerte de
las letras. Estas tres prensas te sern muy tiles, la obra
quedar muy bien impresa, y los de Angulema no te exi
girn ms. Tanto si imprimes con hierro, como con ma
dera, oro o plata, no te pagarn un cntimo ms de lo
que te pagan.
Item dijo David, quinientas mil libras de carac
teres, procedentes de la fundicin del seor Vaflard...
Al leer este apellido, el discpulo de los Didot no pudo
por menos de sonrer.
S, rete, rete! Al cabo de doce aos, los tipos toda
va estn nuevos. A eso le llamo yo ser un buen fundidor!
El seor Vaflard es un hombre honrado que suministra
material duro; y a mi modo de ver, el mejor fundidor es
aquel a cuya casa ha de irse con menos frecuencia.
Diez mil francos prosigui David; pero esto es a
cuarenta sueldos la libra, y los seores Didot no venden su
cicero nuevo ms que a treinta sueldos la libra. Vuestras
cabezas de clavo no valen ms que el precio de la fundi
cin, diez sueldos la libra.
Das eb nombre de cabezas de clavo a las bastardillas,
a las ligadas, a las redondas del seor Gill, que fue im
presor del Emperador, caracteres que valen a seis francos
la libra, obras maestras de grabado compradas hace cinco

LOS DOS POETAS

311

aos, y varias de las cuales conservan an el blanco de


la fundicin, fjate.
Diciendo esto, Schard cogi algunos tipos que no ha
ban sido usados nunca, y se los mostr.
No soy ningn sabio, no s leer ni escribir, pero an
s lo suficiente para adivinar que los caracteres de escri
tura de la casa Gill fueron los padres de las inglesas y
de tus seores Didot. Ah tienes una redonda dijo sea
lando una caja y cogiendo una M, una redonda de cicero
que an no ha sido desengomada.
David se dio cuenta de que no haba medio de discutir
con su padre. Era preciso admitirlo todo o rechazarlo todo,
se encontraba entre un no y un s. El viejo oso haba
incluido en el inventario hasta las cuerdas del tendero. La
ms pequea resmilla, los tablones de madera, los cuencos,
los cepillos para lavar, todo estaba cifrado con el escr
pulo de un avaro. El total ascenda a treinta mil francos,
incluida la patente de maestro impresor y la clientela. Da
vid se preguntaba a s mismo si el negocio era o no fac
tible. Al ver que su hijo guardaba silencio, el viejo Schard
se inquiet; porque prefera una discusin violenta a una
aceptacin silenciosa. En esta clase de negocio, la discusin
anuncia la presencia de un negociante competente que de
fiende sus intereses. El que se aviene a todo, deca el viejo
Schard, no paga nada. Mientras espiaba el pensamiento
de su hijo, nombrndole los malos utensilios necesarios
para la explotacin de una imprenta de provincias; condu
jo a David sucesivamente ante una prensa de satinar y ante
una guillotina, y le alab su utilidad y solidez.
Los instrumentos viejos son siempre los mejores di
jo. En imprenta, habra que pagarlos ms caros que los
nuevos, como se hace en el caso de los batidores de oro.
Algunas espantosas vietas que representaban Cupidos,
muertos que levantaban sus losas sepulcrales describiendo
una V o una M, enormes cuadros de mscaras para los
anuncios de espectculos, convirtindose, por efecto de la
elocuencia vinosa de Jernimo Nicols, en objetos de ex
traordinario valor. Dijo a su hijo que las costumbres de
las personas de provincias estaban tan arraigadas, que en
vano tratara l de darles cosas ms bellas. l, Jernimo

312

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Nicols Schard, haba intentado venderles almanaques me


jores que el Double Ligeois impreso en papel de azcar!,
pues, bien, el verdadero Double Ligeois haba sido prefe
rido a los almanaques ms hermosos. David se dara cuen
ta bien pronto de la importancia de aquellos vejestorios
de mquinas al venderlos ms caros que las ms costosas
novedades.
Hijo mo, la'provincia es la provincia, y Pars es Pa
rs. Si un hombre] del Houmeau viene a encargarte que
le hagas su participacin de boda, y no le imprimes un
Cupido con guirnaldas, creer que no est casado, y te la
devolver si no ve en ella ms que una M, como en casa
de tus seores Didot, que son la gloria de la tipografa,
pero cuyas invenciones no sern jams adoptadas antes
de cien aos en las provincias.
Las personas generosas son malos comerciantes. David
era una de esas naturalezas pdicas y tiernas que se asus
tan de una discusin, y que ceden en el momento en que
el adversario les toca un poco la fibra sensible. Sus eleva
dos sentimientos y el dominio que el viejo borracho haba
conservado sobre l, le hacan an ms inepto para soste
ner una discusin de dinero con su padre, sobre todo por
que crea que abrigaba las mejores intenciones, ya que de
momento atribuy la voracidad del inters al apego que el
impresor profesaba a sus instrumentos. Sin embargo, como
Jernimo Nicols Schard haba obtenido todo aquello de
manos de la viuda Ronzeau, por diez mil francos en asig
nados, y en el estado actual de cosas treinta mil francos
eran un precio exorbitante, el hijo exclam:
Padre, me estis ahogando!
Yo, que te he dado la vida?... dijo el viejo borra
cho, levantando la mano hacia el tendedero. Pero, David,
qu valor le das a la patente? Sabes lo que vale el
Journal dAnnonces a diez sueldos la lnea, privilegio que,
l solo, produjo quinientos francos el mes pasado? Mu
chacho, abre los libros, mira lo que producen los anuncios
y los registros de la Prefectura, la clientela de la Alcalda
y la del Obispado. Eres un holgazn que no quiere labrar
su fortuna. Ests regateando el caballo que ha de condu
cirte a alguna hermosa finca como la de Marsac.

LOS DOS POETAS

313

A este inventario iba unida un acta de sociedad entre


padre e hijo. El buen padre arrendaba a la sociedad su
casa por una suma de mil doscientos francos, aunque no
la hubiese comprado ms que por seis mil libras, y se
reservara en ella una de las dos habitaciones practicadas
en las buhardillas. En tanto que David Schard no hu
biera reembolsado los treinta mil francos, los beneficios
se repartiran a medias; el da en que hubiera reembol
sado esta suma a su padre, llegara a ser el nico y ex
clusivo propietario de la imprenta. David consider la
patente, la clientela y el peridico, sin ocuparse de los ins
trumentos; crey poder liberarse y acept aquellas condi
ciones. Acostumbrado a los melindres del campesino, y no
sabiendo nada de los grandes clculos de los parisienses, el
padre quedse asombrado ante una conclusin tan rpida.
Es que mi hijo se habr enriquecido? se dijo a s
mismo. O estar tramando no pagarme?
Ante esta idea, le interrog para saber si traa el dine
ro, con objeto de tomarle una cantidad a cuenta. La curio
sidad del padre despert la desconfianza del hijo. David
qued abrochado hasta la barbilla. Al da siguiente, el viejo
Schard mand transportar por su aprendiz a la habita
cin del segundo piso sus muebles, que pensaba enviar al
campo. Entreg las tres habitaciones del primer piso com
pletamente vacas a su hijo, y tambin le puso en posesin
de la imprenta sin darle un centavo con que pagar a sus
obreros. Cuando David rog a su padre, en calidad de socio,
que contribuyese con el dinero necesario para la explota
cin en comn, el viejo impresor se hizo el ignorante. l
no se haba obligado, dijo, a dar dinero al entregar su im
prenta; su inversin de capital ya haba sido hecha. Aco
rralado por la lgica de su hijo, respondile que, cuando l
compr la imprenta a la viuda Rouzeau, supo salir de apu
ros sin un cntimo. Si l, pobre obrero sin estudio haba
salido adelante, las cosas an le iran mejor a un discpu
lo de Didot. Por otra parte, David haba ganado dinero que
proceda de la educacin pagada con el sudor de la frente
de su anciano padre, bien poda emplearlo hoy.
Qu has hecho de tu dinero? le dijo volviendo a la

314

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

carga, con objeto de' esclarecer el problema que su hijo


haba dejado sin solucin el da antes.
Pero, es que no tena que vivir? No tuvo que com
prar libros? respondi David, indignado.
Ah! Comprabas libros? Hars malos negocios. Las
personas que compran libros no son muy aptos para im
primirlos respondi el oso.
David experiment la ms horrible de las humillaciones,
la que ocasiona el envilecimiento de un padre: le fue pre
ciso soportar el flujo de las razones viles, lacrimosas, co
bardes, comerciales, con las cuales el viejo avaro formul
su negativa. Escondi sus dolores en lo ms ntimo de su
alma, vindose solo, sin apoyo, hallando un especulador
en la persona de su padre, al que, por curiosidad filosfica,
haba querido conocer a fondo. Le hizo ver que jams
le haba pedido cuentas de la fortuna de su madre. Si
aquella fortuna no poda entrar en compensacin del pre
cio de la imprenta, por lo menos deba servir para la
explotacin en comn.
La fortuna de tu madre? dijo el viejo Schard.
Era su inteligencia y su belleza.
Ante esta respuesta, David adivin a su padre por en
tero, y comprendi que, para obtener una cantidad a cuenta,
hara falta intentar contra l un proceso interminable, cos
toso y deshonroso. Aquel noble corazn acept el fardo que
iba a pesar sobre l, porque saba con cunto trabajo po
dra cumplir con los compromisos contrados con su padre.
Trabajar pens. Despus de todo, si paso apuros,
el buen hombre los ha pasado tambin. Por otra parte, no
ser trabajar para m mismo?"
Te dejo un tesoro dijo el padre, inquieto por el
silencio de su hijo.
David pregunt cul era aquel tesoro.
Marin dijo el padre.
Marin era una joven campesina, gruesa, indispensable
para la explotacin de la imprenta: humedeca el papel y
lo cortaba con la guillotina, haca los recados y la cocina,
lavaba la ropa, descargaba los carros del papel, iba a co
brar y limpiaba los tampones. Si Marin hubiera sabido

LOS DOS POETAS

315

leer, el viejo Schard le habra confiado el trabajo de


cajista.
El padre parti a pie para su casa de campo. Aunque
estaba muy contento con la venta, disfrazada bajo el nom
bre de asociacin, se hallaba inquieto por el modo como
iba a ser pagado. Despus de las angustias de la venta,
vienen siempre las de la realizacin. Todas las pasiones
son esencialmente jesuticas. Aquel hombre, que conside
raba intil la instruccin, esforzbase en creer en la
influencia de la instruccin. Hipotecaba sus treinta mil fran
cos sobre las ideas de honor que la educacin deba haber
desarrollado en su hijo. Como joven bien educado, David
sudara sangre y agua para pagar sus compromisos, sus
conocimientos le haran encontrar recursos, habase mos
trado lleno de hermosos sentimientos, y pagara. Muchos
padre, que obran as, creen'haber procedido paternalmen
te, como el viejo Schard haba terminado por conven
cerse a s mismo de ello cuando lleg a su via, situada
en Marsac, pequea aldea a cuatro leguas de Angulema.
Aquella finca, en la que el anterior propietario haba cons
truido una linda casita, haba aumentado de ao en ao
desde 1809, poca en que el viejo oso la haba adquirido.
Troc los cuidados de la prensa de imprenta por los de
la prensa de lagar.
Aquellos treinta mil francos inesperados le embriaga
ban an ms que el vino, los manoseaba con la imagina
cin. A menudo se trasladada de Marsac a Angulema, lle
vado de estas inquietudes. Suba la pea en lo alto de la
cual se halla construida la ciudad y entraba en el taller
para ver si su hijo sala de apuros. Ahora bien, las prensas
estaban en su sitio. El nico aprendiz, con la cabeza cu
bierta con un gorro de papel, desengrasaba los tampones.
El viejo oso oa gemir una prensa sobre alguna participa
cin de boda, reconoca sus viejos tipos, vea a su hijo y al
regente, cada uno de ellos en su casilla, leyendo un libro
que el oso crea pruebas de imprenta, y despus de cenar
con David, volva a su finca de Marsac, rumiando sus te
mores. La avaricia tiene, como el amor, un don de se
gunda vista sobre las futuras contingencias, las huele, las
presiente. Lejos del taller donde la vista do sus instrumen

316

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

tos le fascinaba, volvindole a los das en los que haca


fortuna, el viador encontraba en su hijo inquietantes sn
tomas de inactividad. El nombre de Cointet hermanos le
asustaba, ya le vea dominando al de Schard e hijo. En
fin, el anciano presenta el viento de la desgracia. Este
presentimiento estaba justificado: la desgracia se cerna
sobre la casa Schard. Pero los avaros tienen un dios. Por
un concurso de circunstancias imprevistas, aquel dios ha
ba de hacer ingresar en la bolsa del borracho el precio
de su venta usurera. He aqu por qu la imprenta Schard
estaba en decadencia, a pesar de sus elementos de prospe
ridad.
Indiferente a la reaccin religiosa que produca la Res
tauracin en el gobierno, pero igualmente despreocupado
frente al liberalismo, David guardaba la ms perjudicial de
las neutralidades en materia poltica y religiosa. Se encon
traba en una poca en la que los comerciantes de provincia
haban de profesar una opinin con objeto de tener parro
quianos, porque era preciso optar entre la clientela de los
liberales y la de los realistas. Un amor que lleg al corazn
de David, sus preocupaciones cientficas y su noble carc
ter, le impidieron poseer aquel desmesurado afn de lucro
que caracteriza al verdadero comerciante, y que le habra
hecho estudiar las diferencias que distinguen la industria
provinciana de la industria parisiense. Los matices tan
marcados en provincias desaparecen en el gran movimiento
de Pars. Los hermanos Cointet se pusieron al unsono con
las opiniones monrquicas, guardaban ostensiblemente los
das de ayuno y abstinencia, frecuentaban la catedral, culti
vaban a los sacerdotes, y reimprimieron los primeros libros
religiosos cuya necesidad se haca sentir. Los Cointet to
maron as la delantera en esta rama lucrativa y calumnia
ron a David Schard, acusndole de liberalismo y atesmo.
Cmo decan dar trabajo a un hombre que tiene
por padre a un borracho, que ha tomado parte en el de
gello de presos polticos en el mes de septiembre de 1792,
un bonapartista, un viejo avaro que dejar tarde o tem
prano montones de oro? Nosotros somos pobres y estamos
cargados de familia, mientras que David es soltero y algn
da ser muy rico.

LOS DOS POETAS

317

Influidos por estas acusaciones contra David, la Prefec


tura y el Obispado terminaron por dar el privilegio de sus
impresiones a los hermanos Cointet. Pronto estos vidos
antagonistas, animados por la incuria de su rival, crearon
un segundo peridico de anuncios. La vieja imprenta qued
reducida a las impresiones de la ciudad, y el producto de
su hoja de anuncios disminuy en la mitad. Enriquecida
con las considerables ganancias realizadas con los libros
de iglesia y de piedad, la casa Cointet propuso pronto a
los Schard comprarles su peridico, con objeto de conse
guir los anuncios del departamento y las inserciones judi
ciales sin tener que compartirlas. Tan pronto como David
hubo transmitido esta noticia a su padre, el viejo viador,
asustado ya por los progresos de la casa Cointet, lanzse
desde Marsac hasta la plaza del Mrier con la rapidez de
un cuervo que ha olido los cadveres de un campo de
batalla.
Djame que maneje yo a los Cointet, no te inmiscuyas
en este asunto le dijo a su hijo.
El anciano adivin pronto el inters de los Cointet y los
asust con su sagacidad. Su hijo cometa una tontera, que
l vena a impedir, deca. En qu se basar nuestra clien
tela, si cede nuestro peridico? Los abogados, los notarios,
todos los negociantes del Houmeau sern liberales; los
Cointet han querido perjudicar a los Schard, acusndoles
de liberalismo, les han preparado as una tabla de salva
cin, los anuncios de los liberales seguirn estando en ma
nos de los Schard. Vender el peridico?... Equivaldra
a vender el material y la patente! Peda entonces a los
Cointet sesenta mil francos para no arruinar a su hijo:
amaba a su hijo, defenda a su hijo. El viador se sirvi
de su hijo como los campesinos se sirven de sus mujeres:
su hijo quera o no quera, segn las proposiciones que iba
arrancando una tras otra a los Cointet, y los indujo, no sin
esfuerzo, a dar una suma de veintids mil francos por el
Journal de la Charente. Pero David tuvo que comprometerse
a no imprimir jams ninguna clase de diario, so pena de
tener que pagar por daos y perjuicios una indemnizacin
de treinta mil francos. Esta venta era el suicidio de la im
prenta Schard; sin embargo, el viador no se preocupaba

318

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

por ello. Despus del robo viene siempre el asesinato. El


buen hombre pensaba aplicar aquella suma al pago de sus
tierras; y para poder cobrarla, habra regalado incluso a su
propio hijo, tanto ms cuanto que ste tena derecho a la
mitad de aquel tesoro inesperado. Como indemnizacin,
el generoso padre le cedi la imprenta, pero manteniendo
el famoso alquiler de dos mil doscientos francos por la
casa.
Despus de la venta del peridico a los Cointet, el viejo
raras veces iba a la ciudad, pretextando su edad avanzada;
pero la razn verdadera era el escaso inters que senta
por una imprenta que ya no le perteneca. No obstante, le
fue imposible repudiar por completo el viejo afecto que
profesaba a sus instrumentos de trabajo. Cuando sus asun
tos le llevaban a Angulema, habra sido muy difcil deter
minar lo que ms le atraa de su casa, si eran las prensas
de madera o si era su hijo, al que en realidad vena a pedir
el dinero del alquiler. Su antiguo regente, que se haba
convertido en el regente de la imprenta de los Cointet,
saba a qu atenerse acerca de esta generosidad paternal;
deca que aquel astuto zorro se ahorraba de este modo
el derecho de intervenir en los negocios de su hijo, convir
tindose en acreedor privilegiado por la acumulacin de
los alquileres
La incuria de David Schard tena unas causas que pue
den describir el carcter de aquel joven. Unos das des
pus de haberse instalado en la imprenta paterna, haba
encontrado a uno de sus amigos de colegio, que a la sazn
se encontraba en la ms profunda miseria. El amigo de
David Schard era un joven, que entonces contaba vein
tin aos, llamado Luciano Chardon, y era hijo de un ex
cirujano mayor de los ejrcitos republicanos, puesto fuera
de servicio por una herida que haba recibido. La natu
raleza haba hecho un qumico del seor Chardon padre, y
el azar le haba establecido como farmacutico en Angu
lema. La muerte le sorprendi en medio de los prepara
tivos necesarios para un lucrativo descubrimiento en cuya
investigacin haba consumido varios aos de estudios cien
tficos. Quera curar toda clase de gota. La gota es la en
fermedad de los ricos, y los ricos pagan cara la salud

LOS DOS POETAS

319

cuando se ven privados de ella. Por ello el farmacutico


haba elegido para resolver este problema de entre todos
aquellos que se haban ofrecido a su meditacin. Colocado
entre la ciencia y el empirismo, el malogrado Chardon
comprendi que slo la ciencia poda labrar su fortuna:
haba estudiado, pues, las causas de la enfermedad, y ba
sado su remedio en cierto rgimen que fuera adecuado a
cada temperamento. Muri durante una estancia en Pars,
adonde haba ido para solicitar la aprobacin de la Aca
demia de Ciencias, y de este modo perdi el fruto de sus
trabajos. Presintiendo su destino, el farmacutico no haba
descuidado en nada la educacin de su hijo y de su hija,
de suerte que el mantenimiento de su familia devor cons
tantemente los productos de su farmacia. As, no sola
mente dej a sus hijos en la miseria, sino que incluso, para
desgracia de ellos, los haba criado en la esperanza de bri
llantes destinos, que se desvanecieron con su muerte. El
ilustre Desplein, que le prodig sus cuidados, le vio morir
en medio de convulsiones de rabia y desesperacin. Esta
ambicin tuvo por principio el violento amor que el ex
cirujano profesaba a su mujer, ltimo vstago de la fami
lia de Rubempr, milagrosamente salvada por l del ca
dalso en 1793. Sin que la joven hubiera querido consentir
en esta mentira, l haba ganado tiempo diciendo que es
taba encinta. Despus de haberse creado en cierto modo
el derecho de casarse con ella, llev a cabo su enlace, a
pesar de su comn pobreza. Sus hijos, como todos los hi
jos del amor, tuvieron por toda herencia la maravillosa
belleza de su madre, presente que a menudo resulta fatal,
cuando l miseri lo acompaa. Estas esperanzas, esos tra
bajos, estas desesperaciones, haban alterado profunda
mente la belleza de la seora Chardon, de la misma ma
nera que las lentas degradaciones de la indigencia haban
alterado sus costumbres; pero su valor y el de sus hijos
igual a su infortunio. La pobre viuda vendi la farmacia,
situada en la calle mayor del Houmeau, barrio principal
de Angulema. El precio de la farmacia le permiti consti
tuirse trescientos francos de renta, suma insuficiente para
su propio sustento; pero ella y su hija aceptaron su posi
cin sin sonrojarse, y dedicronse a trabajos mercenarios.

320

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Para evitar a su hijo la contrariedad de ver a su madre en


tal situacin, haba tomado el nombre de seora Carlota.
Las personas que reclamaban sus cuidados se dirigan al
seor Postel, sucesor del seor Chardon. La hermana de
Luciano trabajaba en casa de una vecina mujer muy honrada
y bien considerada en el Houmeau, llamada seora Prieur,
lavandera de ropa fina, y ganaba unos quince sueldos dia
rios. Diriga a las obreras, y gozaba en el taller de una
especie de supremaca que la haca salir un poco de la
clase de las grisetas. El escaso producto de su trabajo,
unido a las trescientas libras de renta de la seora Char
don, ascenda a unos ochocientos francos anuales, con los
cuales aquellas tres personas deban vivir, vestirse y pagar
el alojamiento. La estricta economa de aquel hogar ape
nas haca suficiente esta suma, absorbida casi enteramen
te por Luciano. La seora Chardon y su hija Eva crean en
Luciano como la mujer de Mahoma crey en su marido;
el inters por su porvenir no conoca lmites. Aquella pobre
familia ocupaba en el Houmeau una vivienda que por una
mdica suma les haba alquilado el sucesor del seor Char
don, situada al fondo de un patio interior, encima del
laboratorio. Luciano tena en ella una miserable habita
cin en la buhardilla. Estimulado por un padre que, apa
sionado por las ciencias naturales, le haba inducido al
principio a entrar por este sendero, Luciano fue uno de
los alumnos ms brillantes del colegio de Angulema, donde
se hallaba estudiando el tercer curso cuando Schard ter
minaba sus estudios.
Cuando el azar hizo que los dos camaradas de colegio
volvieran a encontrarse, Luciano, cansado de beber en el
vaso ordinario de la miseria, se hallaba a punto de tomar
una de esas determinaciones extremas por las que uno se
decide cuando cuenta veinte aos de edad. Cuarenta fran
cos al mes que David dio generosamente a Luciano ofre
cindose a ensearle el oficio de regente de imprenta, aun
que un regente le resultara completamente superfluo, salv
a Luciano de su desesperacin. Los lazos de esta amistad
de colegio de tal modo reanudados, volvieron a estrecharse
pronto por las semejanzas de sus destinos y por las dife
rencias de sus caracteres. Los dos, dotados de gran talen

LOS DOS POETAS

321

to, posean aquella inteligencia que hace que un hombre


se sienta al mismo nivel que todas las personas encumbra
das, pero se vea relegados al fondo de la sociedad. Esta
injusticia de la suerte fue para ellos un nudo poderoso.
Adems, ambos haban llegado a la poesa desde dos ver
tientes distintas. Aunque destinado a las especulaciones
ms elevadas de las ciencias naturales, Luciano tenda
con ardor hacia la gloria literaria; mientras que David, al
que su talento reflexivo predispona a la poesa, se incli
naba por sus aficiones a las ciencias exactas. Esta inter
posicin de los papeles engendr una especie de frater
nidad espiritual. Luciano comunic pronto a David las
altas ideas que haba recibido de su padre sobre las apli
caciones de la ciencia a la industria, y David hizo ver a
Luciano los nuevos senderos por los que deba entrar en
la literatura para conquistar en ella un nombre y una
fortuna. La amistad de estos jvenes convirtise poco a
poco en una de esas pasiones que no surgen ms que al
salir de la adolescencia. David vislumbr pronto a la her
mosa Eva y se enamor de ella con el enamoramiento pro
pio de los espritus melanclicos y meditabundos. El Et
nunc et semper et in saecula saeculorum de la liturgia es
la divisa de esos sublimes poetas desconocidos, cuyas obras
consisten en magnficas epopeyas nacidas y perdidas entre
dos corazones. Cuando el amante hubo penetrado en el
secreto de las esperanzas que la madre y la hermana de
Luciano ponan en aquella hermosa frente de poeta, cuan
do su ciega abnegacin le fue conocida, encontr agradable
acercarse ms a la mujer amada para compartir sus inmo
laciones y esperanzas. Luciano fue, pues, para David, un
hermano escogido. Como los extremistas que queran ser
ms monrquicos que el rey, David exager la fe que la
madre y la hermana de Luciano tenan en el genio de ste,
y le mim como una madre mima su hijo. Durante una
de aquellas conversaciones en las que, apremiados por la
falta de dinero que les ataba las manos, meditaban, como
todos los jvenes, los medios de realizar una rpida for
tuna sacudiendo todos los rboles ya despojados por los
que haban llegado antes que ellos sin obtener los frutos,
Luciano se acord de dos ideas manifestadas por su padre.

322

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

El seor Chardon haba hablado de reducir a la mitad el


precio del azcar por medio del empleo de un nuevo agen
te qumico, y de disminuir de la misma manera el precio
del papel, trayendo de Amrica ciertas materias vegetales
anlogas a aquellas de las cuales se sirven los chinos y que
costaban poco dinero. David, que conoca la importancia
de esta cuestin, debatida ya en casa de los Didot, se apo
der de la idea, viendo en ella una fortuna, y consider a
Luciano como un bienhechor al que jams podra pagar
la deuda con l contrada.
El lector adivinar perfectamente cun poco idneos
para regir una imprenta les hacan las ideas dominantes y
la vida interior de los dos amigos. Lejos de reportar de
quince a veinte mil francos, como la de los hermanos
Cointet, impresores-libreros del Obispado, propietarios del
Cemrrier de la Charente, ahora el nico diario del depar
tamento, la imprenta de Schard hijo produca apenas tres
cientos francos al mes, de los que haba que deducir el
sueldo del regente, el de Marin, los impuestos y el alqui
ler; lo cual dejaba reducidos los recursos de David a un
centenar de francos al mes. Unos hombres activos e indus
triosos habran renovado los tipos, comprado prensas de
hierro, habranse procurado en la librera parisiense obras
que ellos habran impreso a precios bajos; pero el dueo
y el regente, perdidos en los absorbentes trabajos de la
inteligencia, se contentaban con los encargos que les ha
can sus ltimos clientes. Los hermanos Cointt haban
terminado por conocer el carcter y las costumbres de
David, ya no le calumniaban; al contrario, una sabia pol
tica les aconsejaba dejar vegetar aquella imprenta y man
tenerla en una honrada mediocridad, para que no cayese
en manos de un temible competidor; ellos mismos les ce
dan las llamadas obras de ciudad. As, sin saberlo, David
Schard no exista, comercialmente hablando, ms que por
un hbil clculo de sus rivales. Felices de lo que ellos lla
maban su mana, los Cointet tenan para con l unos pro
cedimientos en apariencia llenos de rectitud y lealtad; pero
actuaban, en realidad, como la administracin de las Men
sajeras, cuando sta simula una competencia para evitar
otra verdadera.

LOS DOS POETAS

323

El exterior de la casa Schard estaba en consonancia


con la crasa avaricia que reinaba en el interior, en el que
el viejo oso jams haba reparado nada. La lluvia, el sol,
las intemperies de cada estacin, haban dado el aspecto
de un viejo tronco de rbol a la puerta de la calle, hasta
tal punto se hallaba sta surcada de grietas desiguales. La
fachada, mal construida en piedras y ladrillos mezclados
sin simetra, pareca doblegarse baj el peso de un tejado
carcomido, sobrecargado de aquellas tejas huecas que
componen todos los tejados en el sur de Francia, riabra
sido difcil encontrar en todo Angulema una casa tan mal
trecha como aqulla, que slo se sostena por la fuerza del
cimiento. Imaginad aquel taller claro en los dos extremos,
oscuro en el medio, sus paredes cubiertas de anuncios, su
cios en la parte baja por el contacto de los obreros que se
haban movido all durante treinta aos, las cuerdas ata
das al techo, sus pilas de papel, sus viejas prensas, sus
hileras de cajas y, en el extremo, las dos garitas en las
que, cada cual por su lado, se hallaban encerrados el due
o y el regente; entonces podris comprender la existencia
de los dos amigos.
En 1821, en los primeros das del mes de mayo, David y
Luciano se encontraban cerca de la puerta del patio en el
momento en que, hacia las dos, sus cuatro o cinco obreros
abandonaron el taller para ir a comer. Cuando el dueo vio
que su aprendiz cerraba la puerta con campanilla que daba
a la calle, llevse a Luciano al patio, como si el olor de
los papeles, de los tinteros, de las prensas y de las viejas
maderas se le hubiera hecho insoportable. Los dos se sen
taron bajo un cenador desde el que podan ver a cualquiera
que entrase en el taller. Los rayos del sol que se reflejaban
en los pmpanos de la parra acariciaban a los dos poetas,
envolvindoles con su luz como una aureola. El contraste
producido por la oposicin de aquellos dos caracteres y
de aquellos dos rostros, qued entonces tan acentuado, que
habra seducido el pincel de un gran pintor. David posea
las formas que la naturaleza confiere a los seres destina
dos a grandes luchas, manifiestas o secretas. Su ancho
busto estaba flanqueado por fuertes hombros en armona
con la plenitud de todas sus formas. Su cara, morena, son

324

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

rosada, llena, sostenida por un cuello recio, enmarcada por


una frondosa selva de cabello negro, pareca de momento
la cara de los cannigos cantados por Boileau; pero un
segundo examen revelaba en los surcos de sus labios grue
sos, en el hoyuelo de la barbilla, en el perfil de una nariz
cuadrada y, sobre todo, en los ojos, el fuego contino de
un amor nico, la sagacidad del pensador, la ardiente me
lancola de un espritu que poda abarcar las dos extre
midades del horizonte, penetrando en todas sus sinuosi
dades, y que fcilmente se hastiaba de sus goces ideales
al llevar a ellos la luz del anlisis. Si bien se adivinaba en
aquel rostro los fulgores del genio que se manifiesta, vean
se tambin las cenizas junto al volcn; la esperanza se apa
gaba en un profundo sentimiento de la nada social, en la
que el oscuro nacimiento y la falta de fortuna mantienen
a tan gran nmero de espritus superiores. Cerca del pobre
impresor, a quien su condicin, a pesar de hallarse tan cer
ca del reino de la inteligencia, daba nuseas, al lado de
aquel Sileno pesadamente apoyado en s mismo, que beba
a grandes sorbos en el cliz de la ciencia y de la poesa,
embriagndose para olvidar las desgracias de la vida de
provincias, Luciano se mantena en la actitud graciosa ha
llada por los escultores para el Baco indio. Su rostro po
sea la distincin de las lneas de la belleza clsica: una
frente y una nariz griegas, la blancura aterciopelada de
las mujeres, unos ojos que de tan azules llegaban a pare
cer negros, llenos de amor, y cuyo blanco competa con
el de un nio por su lozana. Aquellos hermosos ojos es
taban sombreados por unas cejas que parecan trazadas
por un pincel chino y bordeados por largas pestaas de
color castao. En sus mejillas brillaba una sedosa pelusilla
cuyo color armonizaba con el de una rubia cabellera natu
ralmente rizada. Sus sienes, de un blanco dorado, respira
ban una suavidad divina. Una incomparable nobleza se ha
llaba impresa en su barbilla corta, levantada un poco hacia
arriba, sin brusquedad. La sonrisa de los ngeles tristes
vagaba en sus labios de coral realzados por hermosos dien
tes. Posea las manos del hombre de noble cuna, manos
elegantes, a una sea de las cuales los hombres deban
obedecer y que inspiraban a las mujeres el deseo de be-

LOS DOS POETAS

325

sarjas. Luciano era delgado y de mediana estatura. Al ver


sus pies, un hombre habrase visto an ms tentado a
creer que se trataba de una joven disfrazada, porque, seme
jante a la mayor parte de los hombres sutiles, por no decir
astutos, tena las caderas conformadas como las de una
mujer. Este indicio, raramente engaador, era cierto en el
caso de Luciano, al que la inclinacin de su inteligencia
inquieta llevaba a menudo, cuando analizaba el estado ac
tual de la sociedad, al terreno de la depravacin particular
a ios diplomticos que creen que el xito es la justificacin
de todos los medios, por vergonzosos que stos sean. Una
de las desgracias a las que se encuentran sometidas las
grandes inteligencias, es la de comprender forzosamente
todas las cosas, tanto los vicios como las virtudes.
Aquellos dos jvenes juzgaban la sociedad con tanto
mayor rigor cuanto que se hallaban situados en muy bajo
nivel de ella, porque los hombres cuyos mritos no son
reconocidos, se vengan de la bajeza de su posicin por la
altura de sus miras. Pero tambin su desesperacin resul
taba tanto ms amarga, cuanto que de este modo iban ms
rpidamente hacia donde les arrastraba su verdadero des
tino. Luciano haba ledo mucho, haba comparado mucho;
David haba pensado y meditado mucho tambin. A pesar
de las apariencias de una salud vigorosa y rstica, el im
presor era una inteligencia melanclica y enfermiza, du
daba de s mismo; mientras que Luciano, dotado de esp
ritu emprendedor, pero movible, posea una audacia poco
en consonancia con su constitucin suave, casi dbil, pero
llena de gracias femeninas. Luciano posea en el ms alto
grado el carcter gascn, atrevido, aventurero, que a sus
mismos ojos exagera el bien y atena el mal, que no retro
cede ante una falta si ha de reportarle algn provecho, y
que se burla del vicio si le sirve de estribo para sus ambi
ciones. Estas disposiciones de hombre ambicioso estaban
entonces reprimidas hacia los nobles medios que los hom
bres amantes de la gloria emplean con preferencia a todos
los dems. No tena que luchar an ms que con sus de
seos, y no con las dificultades de la vida, con su propio
poder, y no con la cobarda de los hombres, que es de un
ejemplo funesto para los espritus movibles. Intensamente

326

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

seducido por la brillante inteligencia de Luciano, David le


admiraba, aunque rectificando los errores en los que le
haca incurrir la furia francesa. Aquel hombre justo posea
un carcter tmido, en desacuerdo con su fuerte constitu
cin, pero no careca de la persistencia de los hombres del
Norte. Si vislumbraba todas las dificultades, prometase
vencerlas sin rebelarse; y si posea la firmeza de una vir
tud realmente apostlica, la atemperaba con las gracias de
una inagotable indulgencia. En esta amistad ya vieja, uno
de los dos hombres amaba con idolatra, y ste era David.
As, pues, Luciano era el que mandaba, como una mujer
que se sabe amada. David obedeca con placer. La belleza
fsica de su amigo comportaba una superioridad que l
aceptaba al encontrarse a s mismo pesado y vulgar.
Al buey, la paciente agricultura, al pjaro la vida
despreocupada decase el impresor. Yo ser el buey, Lu
ciano ser el guila.
Desde haca, pues, unos tres aos, los dos amigos haban
fundido en uno solo sus destinos tan brillantes en el fu
turo. Lean las grandes obras que aparecieron desde la
paz en el horizonte literario y cientfico, las obras de Schi11er, de Goethe, de Lord Byron, de Walter Scott, de Juan
Pablo, de Berzelius, de Davy, de Cuvier, de Lamartine, etc.
Calentaban su inteligencia a la lumbre de aquellos grandes
autores, probaban fortuna literaria en obras abortadas o
conseguidas, dejadas y vueltas a tomar con entusiasmo.
Trabajaban de continuo con las inagotables fuerzas de la
juventud. Igualmente pobres, pero devorados por el amor
al arte y a la ciencia, olvidaban la miseria presente ocupn
dose en construir los cimientos de su futura fama.
Sabes, Luciano, lo que acabo de recibir de Pars?
dijo el impresor sacando de su bolsillo un pequeo volu
men en octavo. Escucha!
David ley, como saben leer los poetas, el idilio de
Andrs de Chnier titulado Nre, luego, el del Joven en
fermo, despus, la elega sobre el suicidio y los dos ltimos
yambos.
He ah, lo que es Andrs de Chnier! exclam Lu
ciano varias veces. Es desesperante repeta por tercera
vez, cuando David, demasiado emocionado para continuar

LOS DOS POETAS

327

leyendo, le dej coger el volumen. Un poeta encontrado


por un poeta dijo al ver la firma del prefacio.
Despus de haber producido este volumen repuso
David, Chnier crea que no haba hecho nada que fuese
digno de ser publicado.
Luciano ley a su vez el pico fragmento del Ciego y
varias elegas. Cuando lleg a esta frase: "Si no tienen
felicidad, es qu la, felicidad existe en la tierra?, bes el
libro, y los dos amigos lloraron, porque los dos amaban
con idolatra. Los pmpanos haban adquirido color, los
viejos muros de la pared, agrietados, haban quedado re
vestidos, por las manos de un hada, de acanaladuras, de
bajos relieves y de innumerables obras maestras de no s
qu arquitectura. La Fantasa haba dejado caer sus flores
y sus rubes sobre aquel pequeo patio oscuro. La Camila
de Andrs Chnier, habase convertido para David en su
Eva adorada, y para Luciano en una gran dama a la que
cortejaba. La Poesa haba sacudido los pliegues de su ves
tido cubierto de estrellas sobre el taller en que hacan sus
muecas los monos y los osos de la tipografa. Daban las
cinco, pero los dos amigos no sentan hambre ni sed; la
vida era para ellos un sueo dorado, tenan todos los teso
ros de la tierra a sus pies, distinguan aquel ngulo del
horizonte azulado indicado por el dedo de la Esperanza
a aquellos para quienes la vida es tempestuosa, y a los
cuales su voz de sirena les dice: Id, volad, escaparis a
la desgracia por este espacio de oro, plata y azur". En aquel
momento, un aprendiz llamado Crizet, al que David haba
hecho venir de Pars a Angulema, abri la pequea vidriera
que daba del taller al patio, y seal los dos amigos a un
desconocido que se adelant hacia ellos saludndoles.
Caballero dijo a David, sacando de su bolsillo una
enorme libreta, he aqu una memoria que deseara hacer
imprimir. Podrais decirme cunto habra de costar?
Caballero, nosotros no imprimimos manuscritos tan
considerables respondi David sin mirar la libreta. Id
a ver a los seores Cointet.
Sin embargo, tenemos un tipo de letra muy bello que
podra ir bien para el caso dijo Luciano, cogiendo el
manuscrito. Sera conveniente que tuvierais la bondad de

328

H . DE B.4LZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

volver maaha, y dejamos vuestra obra para calcular los;


gastos de impresin.
No es quizs el seor Luciano Chardon con quien ten
go el honor...?
S, seor respondi el regente de imprenta.
Me alegro mucho, caballero dijo el autor, de haber
podido encontrar a un joven poeta de tan risueo porvenir.
He sido enviado por la seora de Bargeton.
Al or este nombre, Luciano se ruboriz y balbuce unas
palabras para expresar su agradecimiento por el inters
que hacia l demostraba la seora de Bargeton. A David
no le pas inadvertido el sonrojo y la perplejidad de su
amigo, al que dej conversando con el noble rural, autor
de una memoria sobre la cra de los gusanos de seda, y a
quien la vanidad impulsaba a hacerla imprimir para poder
ser leda por sus colegas de la sociedad de agricultura.
Bien, Luciano dijo David cuando el noble se hubo
marchado, es que ests enamorado de la seora de
Bargeton?
Locamente!
Pero es que estis separados uno de otro por los pre
juicios, ms que si os encontraseis, ella en Pekn y t en
Groenlandia.
La voluntad de dos amantes todo lo vence dijo Lu
ciano bajando los ojos.
Vas a olvidarte de nosotros repuso el temeroso ena
morado de la hermosa Eva.
Quiz, por el contrario exclam Luciano, te he
sacrificado mi amante.
Qu quieres decir?
Que a pesar de mi amor, a pesar de los diversos inte
reses que me llevan a su casa, le he dicho que no volvera
jams si un hombre cuyo talento es superior al mo, cuyo
porvenir habra de ser glorioso, si David Schard, mi her
mano, mi amigo, no fuera recibido en ella. Cuando llegue
a casa, debo encontrar una respuesta. Pero, aunque todos
los aristcratas estn invitados esta noche para orme leer
versos, si la respuesta es negativa, jams volver a poner
los pies en casa de la seora de Bargeton.

LOS DOS POETAS

329

David estrech efusivamente la mano de Luciano, des


pus de haberse secado los ojos. Dieron las seis.
Eva debe estar intranquila, adis dijo de improviso
Luciano.
Se march apresuradamente, dejando a David presa de
una de aquellas emociones que uno no siente tan cabal
mente ms que en aquella edad, sobre todo en la situacin
en que se encontraban aquellos dos jvenes cisnes, a los
que la vida provinciana an no haba cortado las alas.
Corazn de oro! exclam David siguiendo con la
mirada a Luciano, que atravesaba el taller.
Luciano descendi hacia el Houmeau por el hermoso
paseo de Beaulieu, la calle del Minage y la puerta de SaintPierre. Si tomaba as el camino ms largo, ya podis su
poner que era porque la casa de la seora de Bargeton
se encontraba situada en esta ruta. Experimentaba tanto
placer en pasar bajo las ventanas de aquella mujer, incluso
sin darse cuenta cabal de ello, que desde haca dos meses
ya no volva al Houmeau por la Porte-Palet.
Al llegar bajo los rboles de Beaulieu, contempl la
distancia que separaba Angulema del Houmeau. Las cos
tumbres de la regin haban levantado fronteras morales
ms difciles de franquear que las pendientes por las que
bajaba Luciano. El joven ambicioso que acababa de intro
ducirse en el palacio de Bargeton arrojando la gloria como
un puente volante entre la ciudad y el arrabal, estaba in
quieto por la decisin de su amante como un favorito que
teme caer en desgracia despus de haber intentado ensan
char su poder. Estas palabras sin duda parecern oscuras a
los que an no han observado las costumbres particulares
de las ciudades divididas en alta y baja, pero es tanto ms
necesario entrar aqu en algunas explicaciones sobre Angu
lema, cuanto que ayudarn a comprender a la seora de Bar
geton, uno de los personajes ms importantes de esta his
toria.
Angulema es una vieja ciudad, construida en la cima de
una roca en forma de pan de azcar que domina los pra
dos por los que discurre el Charenta. Esta roca est unida
hacia el Perigord a una larga colina a la que pone fin brus
camente en la carretera de Pars a Burdeos, formando una

330

I I . DE UALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

especie de promontorio dibujado por tres pintorescos va


lles. La importancia que tena esta ciudad en los tiempos
de las guerras de religin, est atestiguada por sus mura
llas, por sus puertas y por los restos de una fortaleza
asentada en el picacho de la roca. Su situacin haca de
ella un punto estratgico tan precioso para los catlicos
como para los calvinistas, pero su fuerza de antao cons
tituye su actual debilidad: al impedir que se extendiera
por el Charenta, sus muros y el declive demasiado pronun
ciado de la roca l han condenado a la ms funesta inmo
vilidad. Por la poca en que sucedi esta historia, el go
bierno trataba de hacer avanzar la ciudad hacia el Perigord, construyendo a lo largo de la colina el palacio de
la prefectura, una escuela de marina, establecimientos, mi
litares y algunas carreteras. Pero el comercio haba toma
do sus bases en otras partes. Desde haca mucho tiempo,
el barrio del Houmeau habase extendido como una capa
de hongos al pie de la roca y en las mrgenes del ro, a lo
largo del cual corre la gran carretera de Pars a Burdeos.
Nadie ignora la fama de las fbricas de papel de Angule
ma, que, desde haca tres siglos, habanse establecido a
orillas del Charenta y de sus afluentes, donde encontraron
saltos de agua. El Estado haba fundado en Ruelle su ms
importante fundicin de caones para la marina. El trfico
de vehculos, el correo, las posadas, el transporte, las em
presas de coches pblicos, todas las industrias que viven
merced a la carretera y al ro, se agruparon en la parte
baja de Angulema, para evitar las dificultades que presen
tan sus accesos. Naturalmente, las curtiduras, las blanque
ras, todas las industrias acuticas, permanecieron al alcan
ce del Charenta; adems, los almacenes de aguardiente, los
depsitos de todas las materias primas transportadas a
travs del ro, en fin, todo el trnsito borde el Charenta
con sus establecimientos. El arrabal del Houmeau convir
tise, pues, en una ciudad industriosa y rica, en una se
gunda Angulema, que lleg a tener celos de la ciudad alta,
en la que permanecieron el gobierno, el obispado, la jus
ticia y la aristocracia. De este modo, el Houmeau, a pesar
de su activo y creciente poder, no fue ms que un anexo
de Angulema. Arriba, la nobleza y el poder, abajo, el comer

LOS DOS POETAS

331

ci y el dinero; dos zonas sociales constantemente enemigas


en todas partes. De ah que resultara difcil adivinar cul
de las dos ciudades odiaba ms a su rival. La Restauracin
haba agravado este estado de cosas bastante tranquilo en
la poca del Imperio. La mayor parte de las casas de la
Alta Angulema estn habitadas o por familias nobles o
por antiguas familias burguesas que viven de sus rentas
y componen una especie de nacin autctona en la que los
extranjeros jams son recibidos. A duras penas si, al cabo
de doscientos aos de residencia, o despus de una alianza
con una de las familias principales, una familia venida de
alguna provincia vecina se ve adoptada; a los ojos de
los indgenas, parece como si hubiera llegado ayer a la
regin. Los prefectos, los recaudadores generales, las admi
nistraciones que se han sucedido a lo largo de cuarenta
aos, han tratado de civilizar a estas viejas familias enca
ramadas en su roca como cuervos desafiadores: las fami
lias aceptaron sus fiestas y sus banquetes; pero en cuanto
a admitirlos junto a ellas, se negaron constantemente. Bur
lonas, denigrantes, celosas, avaras, se casan entre s, for
man en batalln cerrado para no dejar entrar ni salir a
nadie; las creaciones del lujo moderno, las ignoran; para
ellas, enviar un hijo a Pars, es querer perderlo. Esta pru
dencia pinta las costumbres atrasadas de estas familias
afectadas de un monarquismo ininteligente, imbuidas de
devocin ms bien que religiosas, las cuales viven todas
ellas inmviles como su ciudad y su roca. Sin embargo,
Angulema goza de una gran reputacin en las provincias
adyacentes, por la educacin que en ella se recibe. Las ciu
dades vecinas envan a sus hijas a los pensionados y con
ventos de Angulema. Es fcil concebir hasta qu punto el
espritu de casta influye en los sentimientos que dividen a
Angulema y el Houmeau. El comercio es rico, la nobleza
es generalmente pobre. El uno se venga del otro con un
desprecio igual por ambas, partes. La burguesa de Angu
lema abraza esta querella. El comerciante de la ciudad alta
dice de un negociante del arrabal, con acento indefinible:
"Es un hombre del Houmeau. Al perfilar la posicin de la
nobleza en Francia y dndole esperanzas que no podan
realizarse sin una convulsin general, la Restauracin ex

332

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

tendi la distancia moral que separaba, an en mayor


grado que la distancia local, a Angulema del Houmeau. La
sociedad noble, unida entonces al gobierno, volvise all
ms exclusiva que en cualquier otro lugar de Francia. El
orgullo de la nobleza cortesana hizo que la nobleza provin
ciana perdiera su aficin al trono, de la misma manera
que esta ltima perda el afecto de la burguesa al herir
todas sus vanidades. Un hombre del Houmeau, hijo de un
farmacutico, introducido en casa de la seora de Bargeton,
constitua, pues, una pequea revolucin. Quines eran sus
autores? Lamartine y Vctor Hugo, Casimiro Delavigne y
Canalis, Branger y Chateaubriand, Villemain y Aignan,
Soumet y Tissot, Etienne y De Avrigny, Benjamn Constant
y La Mennais, Cousin y Michaud, en fin, tanto las viejas
personalidades literarias como las nuevas, los liberales
como los realistas. La seora de Bargeton amaba las artes
y las letras, gusto extravagante, mana altamente deplora
da en Angulema, pero que es preciso justificar trazando
un bosquejo de la vida de aquella mujer nacida para ser
famosa, mantenida en la oscuridad por fatales circuns
tancias, y cuya influencia determin el destino de Luciano.
El seor de Bargeton era el bisnieto de un jurat de Bur
deos llamado Mirault, ennoblecido bajo Luis XIII como
consecuencia del largo ejercicio de su cargo. Bajo Luis XIV,
su hijo, convertido en Mirault de Bargeton, fue oficial en
la Guardia de la Sublime Puerta, y efectu una boda por
dinero tan importante, que, bajo Luis XV, su hijo fue lla
mado lisa y llanamente, seor de Bargeton. Este seor de
Bargeton, nieto del seor Mirault-le-Jurat, se empe tanto
en comportarse como un aristcrata, que devor todos los
bienes de la familia y contuvo el crecimiento de su fortu
na. Dos de sus hermanos, tos del Bargeton actual, vol
vieron a convertirse en negociantes, de suerte que se en
cuentran algunos Mirault en el comercio de Burdeos. Como
la tierra de Bargeton, situada en Angoumois, en la depen
dencia del feudo de La Rochefoucauld, as como una casa
de Angulema, llamada el hotel de Bargeton, constituan
fideicomiso, el nieto del seor de Bargeton "el devorador"
hered aquellos dos bienes. El 1789 perdi en ellos sus
derechos tiles, no tuvo ms que el producto de la tierra

LOS DOS POETAS

333

que vala unas diez mil libras de renta. Si su abuelo hu


biera seguido los gloriosos ejemplos de Bargeton I y de
Bargeton II, Bargeton V, que puede ostentar el sobrenom
bre de el Mudo, habra sido marqus de Bargeton; si se
hubiera aliado a alguna gran familia, habrase encontrado
duque y par de Francia como tantos otros; mientras que
en 1805, sintise muy halagado de casarse con la seorita
Mara Luisa Anas de Ngrepelisse, hija de un hidalgo
olvidado desde haca mucho tiempo en su solar, por ms
que perteneciese a la rama menor de una de las familias
ms antiguas del Sur de Francia. Hubo un Ngrepelisse
entre los rehenes de San Luis; pero el jefe de la rama
mayor lleva el nombre ilustre de Espard, adquirido bajo
Enrique IV merced a un matrimonio con la heredera de
esta familia. Este hidalgo, hijo menor de un hijo menor,
viva en las tierras de su mujer, pequea finca situada
cerca de Barbezieux que l explotaba a maravilla, yendo a
vender su trigo al mercado, hacindose l mismo el vino,
y rindose de las burlas de los dems, con tal de poder
amontonar escudos y ensanchar sus dominios.
Unas circunstancias bastante raras en provincias haban
inspirado a la seora de Bargeton la aficin a la msica
y a la literatura. Durante la Revolucin, un tal abate Niollant, el mejor discpulo del abate Roze, se encendi en el
pequeo castillo de Escarbas, trayendo consigo su bagaje
de compositor. Haba pagado con creces la hospitalidad
del anciano hidalgo educando a su hija, Anas, llamada
Nas para abreviar, y quien, a no ser por esta aventura,
habra quedado abandonada a s misma o, en caso de
mayor desgracia, en manos de alguna mala doncella. El
abate no era solamente msico, sino que posea extensos
conocimientos de literatura, saba el italiano y el alemn.
Ense, pues, estas dos lenguas y el contrapunto a la seo
rita de Ngrepelisse; le explic las grandes obras literarias
de Francia, Italia y Alemania, interpretando con ella la
msica de todos ios maestros. En fin, para combatir el
ocio de la profunda soledad a que les condenaban los acon
tecimientos polticos, le ense el griego y el latn y le
dio cierto barniz de ciencias naturales. La presencia de una
madre no modific esta educacin varonil en una joven

334

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

ya de por s demasiado inclinada a la independencia por


la vida campesina. El abate Niollant, alma entusiasta y
potica, era sobre todo notable por el espritu peculiar de
los artistas, que comporta algunas cualidades dignas de
elogio, pero que se eleva por encima de las ideas burgue
sas con la libertad de sus juicios y la amplitud de sus
horizontes. Si en el mundo este espritu se hace perdonar
sus temeridades por su original profundidad, puede pare
cer perjudicial en la vida privada por las diferencias que
inspira. El abate no careca de corazn, sus ideas fueron,
pues, contagiosas para una joven en quien la exaltacin
natural a su edad se encontraba corroborada por la soledad
de la vida campestre. El abate Niollant comunic su
audacia en el examen y su facilidad de juicio a su alumna,
sin pensar que estas cualidades, tan necesarias en un hom
bre, se convierten en defectos en una mujer destinada a
humildes menesteres de una madre de familia. Aunque el
abate recomendaba continuamente a su alumna que fuera
tanto ms amable y modesta cuanto mayor era su saber,
la seorita de Ngrepelisse adquiri una excelente opinin
de s misma y concibi un olmpico desdn por la huma
nidad. Al no ver a su alrededor ms que inferiores y per
sonas que se afanaban por obedecerla, tuvo la altivez de
las grandes damas, sin tener los encantadores ardides de
su cortesa. Halagada en todas sus vanidades por un pobre
abate que se admiraba en ella como un autor en su obra,
tuvo la desdicha de no encontrar ningn punto de compa
racin que la ayudase a juzgarse a s misma. La falta de
compaa es uno de los mayores inconvenientes de la vida
del campo. Al no verse reprimida por el contacto con la
sociedad, la audacia de las ideas de la seorita de Ngre
pelisse pas a sus maneras, a su mirada; adquiri aquel
aire altivo que de momento parece original, pero que slo
sienta bien a las mujeres de vida aventurera. As, aquella
educacin, cuyas asperezas habran sido limadas en las
altas regiones sociales, haba de volverla ridicula en Angu
lema, cuando sus adoradores cesaran de divinizar unos
errores que slo resultan graciosos durante la juventud.
En cuanto al seor de Ngrepelisse, habra dado todos los
libros de su hijo para salvar un buey enfermo; porque

LOS DOS POETAS

335

era tan avaro, que no le habra concedido un par de ocha


vos ms all de los ingresos a que ella tena derecho, aun
cuando se hubiera tratado de comprarle la bagatela ms
necesaria a su educacin. El abate falleci en 1802, antes
de que se casara su querida nia, matrimonio que sin duda
habra desaconsejado. Cuando el abate hubo muerto, el
viejo hidalgo no saba qu hacer con su hija. Sentase
demasiado dbil para sostener la lucha que iba a estallar
entre su avaricia y el espritu independiente de su deso
cupada hija. Como todas las jvenes que se han salido
de la ruta trillada por la que deben caminar las mujeres,
Nas haba juzgado el matrimonio y apenas se preocupaba
de l. Mostrbase reacia a someter su inteligencia y su
persona a los hombres sin valor y sin grandeza personal
que haba podido encontrar. Quera mandar y vease obli
gada a obedecer. Entre obedecer a caprichos groseros, a
espritus sin indulgencia para sus aficiones, y huir con un
amante que le agradase, no habra vacilado. El seor de
Ngrepelisse era an lo suficientemente hidalgo como para
creer en una mala alianza. Como muchos padres, decidi
casar a su hija, menos por ella misma que para su propia
tranquilidad. Necesitaba un noble o un hidalgo poco inte
ligente, incapaz de disputar acerca de la cuenta de tutela
que l quera dar a su hija, bastante tonto y falto de vo
luntad para que Nas pudiera comportarse segn sus anto
jos, y lo suficiente desinteresado para casarse con ella sin
dote. Pero, cmo encontrar un yerno que conviniese tanto
al padre como a la hija? Semejante hombre era el fnix
de los yernos. En este doble inters, el seor de Ngrepe
lisse estudi los hombres de la provincia, y el seor de
Bargeton le pareci el nico que responda a su programa.
El seor de Bargeton, cuadragenario muy maltrecho por
las disipaciones amorosas de su juventud, era acusado de
una notable carencia de inteligencia; pero le quedaba pre
cisamente la suficiente dosis de buen sentido para adminis
trar su fortuna, y bastantes buenas maneras para perma
necer en la sociedad de Angulema sin cometer en ella
torpezas ni tonteras. El seor de Ngrepelisse explic sin
ambajes a su hija el valor negativo del marido modelo que
le propona, y le hizo ver el partido que poda sacar de l

336

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

para su propia felicidad: se casaba con un escudo de ar


mas que databa ya de dos siglos. El escudo de los Bargeton es cuarteta je de oro con tres cabezas de ciervo de
gules, dos y uno cruzados de tres encuentros de buey de sa
ble, uno y dos y fajado de argent de seis piezas, el azur
cargado de seis conchas de oro, tres dos y uno. Provista
de un marido que le. sirviera de tapadera, manejara a su
antojo su fortuna, al amparo de una razn social y con la
ayuda de las relaciones que su inteligencia y su belleza le
procuraran en Pars. Nas fue seducida por las perspecti
vas de semejante libertad. El seor de Bargeton crey ha
cer un brillante matrimonio, calculando que su suegro no
tardara en dejarle las tierras que estaba redondeando con
tanta aficin; pero en .aquellos momentos, el seor de Ngrepelisse pareca dispuesto a escribir el epitafio de su
yerno.
La seora de Bargeton contaba entonces treinta y seis
aos, y su marido cincuenta y ocho. Esta disparidad lla
maba tanto ms la atencin cuanto que el seor de Barge
ton pareca tener setenta aos, mientras que su mujer po
da impunemente representar el papel de muchacha, ves
tida de color de rosa o peinarse como una nia. Aunque
su fortuna no excediese de las doce mil libras de renta,
estaba clasificada entre las seis ms considerables de la
vieja ciudad, exceptuados los negociantes y los administra
dores. La necesidad de cultivar a su padre, cuya herencia
estaba esperando la seora de Bargeton para ir a Pars
y que se hizo esperar tanto, que su yerno muri antes
que l, oblig al seor y a la seora de Bargeton a vivir
en Angulema, donde las brillantes cualidades de inteli
gencia y los tesoros en bruto escondidos en el corazn de
Nas, haban de perderse sin fruto y convertirse, con el
tiempo, en ridiculas. En efecto, nuestros ridculos estn
en gran parte ocasionados por un hermoso sentimiento, por
virtudes o facultades llevados al extremo. El orgullo que
no es modificado por la sociedad, se convierte en rigidez
al desplegarse en pequeeces en lugar de ampliarse en un
crculo de sentimientos elevados. La exaltacin, esta virtud
dentro de la virtud, que engendra las santas, que inspira
las abnegaciones ocultas y las hermosas poesas, se vuelve

LOS DOS POETAS

337

exageracin al aplicarse a las personas insignificantes de


la provincia. Lejos del centro en el que brillan las grandes
inteligencias, en que el aire est cargado de ideas, donde
todo se renueva, la instruccin envejece y el gusto se co
rrompe como el agua encharcada. Por falta de ejercicio, las
pasiones se empequeecen al hacer que crezcan las cosas
mnimas. En ello reside la razn de la avaricia y del co
madreo que infestan la vida de provincia. La imitacin
de las ideas estrechas y de las maneras mezquinas llega
pronto a aduearse de la persona ms distinguida. As es
como perecen hombres que nacieron grandes, y mujeres
que, formadas en las enseanzas del mundo y por espritus
superiores, habran sido encantadoras. La seora de Bargeton cogi la lira con el menor pretexto, sin distinguir
las poesas personales de las poesas pblicas. Hay, en
efecto, sensaciones incomprendidas que es preciso guardar
para uno mismo. Ciertamente, una puesta de sol es un
gran poema, pero una mujer, no resulta ridicula al des
cribirla con palabras altisonantes delante de personas ma
terialistas? Hay en ello unos placeres que slo pueden sa
borear dos personas, de poeta a poeta, de corazn a cora
zn. Tena el defecto de emplear aquellas frases ampulosas
que el periodismo suministra todos los das a sus abona
dos y que, aunque sean poco digestivas, los lectores tragan
por lo menos. Prodigaba desmesuradamente superlativos
que recargaban la conversacin, en la que las cosas ms
insignificantes adquiran proporciones gigantescas. A par
tir de aquella poca, empezaba a tipificar, sintetizar, drama
tizar, superiorizar, analizar, individualizar, poetizar, prosai
zar, angelizar, neologizar y tragiquizar todas las cosas; por
que es preciso violar por un momento la lengua con objeto
de pintar las manas de algunas mujeres. Su espritu, por
otra parte, se inflamaba lo mismo que su lenguaje. El diti
rambo se encontraba tanto en su corazn como en sus
labios. Palpitaba, se pasmaba, se entusiasmaba por todo:
por la abnegacin de una hermana de la caridad y por la
ejecucin de los hermanos Faucher, por la Ipsibo del
seor de Arlincourt como por la Anaconda de Lewis, por la
evasin de Lavalette como por una de sus amigas, que haba
puesto en fuga a unos ladrones hablndoles con voz caver

338

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

nosa. Para ella, todo era sublime, extraordinario, extico,


divino, maravilloso. Se animaba, se encolerizaba, se abata
sobre s misma, se lanzaba, volva a caer, miraba el cielo
o la tierra; sus ojos se llenaban de lgrimas. Consuma su
vida en perpetuas admiraciones y en extraos desdenes.
Comprenda muy bien al baj de Janina, habra querido
luchar con l en su serrallo, y encontraba algo grande en
ser cosida dentro de un saco y arrojada al agua. Senta
deseos de hacerse religiosa de santa Camila e ir a morir de
fiebre amarilla a Barcelona, cuidando enfermos: esto era
un destino grande, un destino noble! En fin, tena sed de
todo lo que no fuese el agua clara de su vida, oculta entre
las hierbas. Adoraba a lord Byron, a Juan Jacobo Rousseau,
todas las existencias poticas y dramticas. Tena lgrimas
para todas las desgracias y charangas para todas las vic
torias. Simpatizaba con Napolen vencido, y con MehemetAli dando muerte a los tiranos de Egipto. Finalmente, re
vesta de aureola a las personas de talento, y crea que
vivan de luz y de perfume. A muchas personas les pare
ca una loca inofensiva, pero, ciertamente, a cualquier pers
picaz observador, estas cosas le habran parecido los res
tos de un magnfico amor derrumbado tan pronto como
haba sido construido, las ruinas de una Jerusaln celes
tial, en fin, el amor sin el amante. Y era verdad. La historia
de los primeros dieciocho aos del matrimonio de la seo
ra de Bargeton pueden describirse en pocas palabras.
Durante algn tiempo vivi de su propia substancia y de
lejanas esperanzas. Luego, despus de haber reconocido
que la vida de Pars, a la que aspiraba, le estaba vedada
por la mediocridad de su fortuna, empez a examinar las
personas que la rodeaban, y tuvo miedo de su soledad. No
encontraba a su alrededor ningn hombre que pudiera ins
pirarle una de aquellas locuras a las que las mujeres se
entregan, impulsadas por la desesperacin que les causa
una vida sin salida, sin acontecimientos, sin inters. No
poda contar con nada, ni siquiera con el azar, porque hay
vidas sin azar. En la poca en que el Imperio brillaba con
toda su gloria, en la poca en que Napolen pas por Es
paa, adonde enviaba la flor de sus tropas, las esperanzas
de aquella mujer, burladas hasta entonces, volvieron a des

LOS DOS POETAS

339

pertarse. La curiosidad la indujo naturalmente a contem


plar a aquellos hroes que conquistaban Europa y que re
novaban las fabulosas hazaas de la antigua vida caballe
resca. Las ciudades ms avariciosas y ms refractarias
veanse obligadas a festejar a la Guardia imperial, delante
de la cual iban los alcaldes y los prefectos, con un arenga
en la boca, como para la Monarqua. La seora de Bargeton, que haba asistido a una fiesta ofrecida por un regi
miento a la ciudad, se enamor de un aristcrata, simple
subteniente a quien el astuto Napolen haba mostrado el
bastn de mariscal de Francia. Aquella pasin contenida,
noble, grande, y que contrastaba con las pasiones que
entonces se hacan y deshacan con tanta facilidad, fue cas
tamente consagrada por la mano de la muerte. En Wagram,
una bala de can aplast sobre el corazn del marqus de
Cante-Croix el nico retrato que atestiguaba la belleza de
la seora de Bargeton. Llor mucho tiempo a aquel joven
apuesto, que en dos campaas haba llegado a coronel, ani
mado por la gloria y el amor, y que colocaba una carta de
Nas por encima de las distinciones imperiales. El dolor
arroj sobre el rostro de aquella mujer un velo de tris
teza. Esta nube no se disip ms que en la edad terrible
en que la mujer empieza a echar de menos sus hermosos
aos pasados, sin haber gozado de ellos, en que ve mar
chitarse sus rosas, y en que los deseos del amor renacen
con el afn de prolongar las ltimas sonrisas de la ju
ventud. Todas sus superioridades hirieron su alma en el
momento en que el fro de la provincia se adueaba de ella.
Como el armio, habra muerto de pena si, por casualidad,
se hubiera manchado por el contacto con hombres que no
pensaban ms que en jugar algunos cntimos por la noche,
despus de haber cenado bien. Su orgullo la preserv de
los tristes amores de la provincia. Entre la nulidad de los
hombres que la rodeaban y la nada, una mujer tan supe
rior tuvo que preferir la nada. El matrimonio y el mundo
fueron, pues, para ella un monasterio. Vivi por la poesa,
como la carmelita vive por la religin. Las obras de los
ilustres extranjeros hasta entonces desconocidos, que se
publicaron de 1815 a 1821, los grandes tratados del seor
de Bonald y los del seor de Maistre, esas dos guilas pen

340

H . DE BALZAC:

LA COMEDA H U M A N A

sadoras, en fin, las obras menos grandiosas de la litera


tura francesa, que con tanto vigor ech sus primeros
retoos, le embellecieron la soledad, pero no dieron flexibi
lidad ni a su inteligencia ni a su persona. Permaneci de
recha y firme como un rbol que ha sostenido el golpe
de un rayo sin haber sido abatido. Su dignidad se llen de
engreimiento, y aquella mujer se volvi preciosista y quin
taesenciada. Como todos aquellos que se dejan adorar por
unos cortesanos cualesquiera, ella gobernaba con sus de
fectos. Tal era el pasado de la seora de Bargeton, histo
ria fra, que era necesario contar para hacer comprender
sus relaciones con Luciano, que fue presentado en su casa
en forma harto singular. Durante aquel ltimo invierno,
haba llegado a la ciudad una persona que anim la vida
montona de la seora de Bargeton. La plaza de director
de contribuciones indirectas haba quedado vacante, y el
seor de Barante envi para que la ocupara un hombre
cuyo destino aventurero abogaba bastante en su favor para
que la curiosidad femenina le sirviera de pasaporte cerca
de la reina de la regin.
El seor de Chtelet, venido al mundo como Sixto
Chtelet a secas, pero que desde el ao 1806 haba tenido
la buena idea de cualificarse, era uno de aquellos jvenes
agradables que, bajo Napolen, escaparon a todos los re
clutamientos permaneciendo junto al sol imperial. Haba
iniciado su carrera con la plaza de secretario de rdenes
de una princesa imperial. El seor de Chtelet posea
todas las ineptitudes requeridas por su cargo. De apuesta
figura, guapo, buen bailador, hbil jugador de billar, ducho
en todos los ejercicios, mediocre actor de sociedad, cantor
de romanzas, aplaudidor de frases ingeniosas, dispuesto a
todo, flexible, envidioso, todo lo saba y todo lo ignoraba.
Ignorante en cuanto a msica, acompaaba mal que bien
al piano a una mujer que quera cantar por complacencia
una romanza aprendida con mil trabajos durante un mes.
Incapaz de sentir la poesa, peda audazmente permiso
para pasearse durante diez minutos a fin de hacer una im
provisacin, alguna cuarteta sin inspiracin, en la que la
rima sustitua a la idea. El seor de Chtelet estaba tam
bin dotado del talento de llenar los tapices cuyas flores

LOS DOS POETAS

341

haban sido comenzadas por la princesa; sostena con infi


nita gracia las madejas de seda que ella estaba ovillando.
Ignorante en pintura, saba copiar un paisaje, dibujar con
lpiz un perfil, esbozar un vestido y pintarlo. En fin, posea
todos esos pequeos talentos que constituan tan grandes
medios de fortuna en una poca en la que las mujeres han
tenido ms influencia de lo que se cree en los negocios.
Pretendase muy ducho en diplomacia, la ciencia de aque
llos que no poseen ninguna, y que son profundos por los
vacos; ciencia, por otra parte, muy cmoda, en el sentido
de que se demuestra por el ejercicio mismo de sus altos
empleos; de que, queriendo hombres discretos, permite a
los ignorantes no decir nada, atrincherarse tras unos ges
tos misteriosos con la cabeza; y que, en fin, el hombre ms
hbil en esta ciencia es aquel que va nadando con la cabe
za por encima de las aguas del ro de los acontecimientos
que entonces parece l mismo dirigir, lo cual se convierte
en una cuestin de ligereza especfica. All, como en todas
las artes, se encuentran mil medianas por cada hombre
de talento. A pesar de su servicio ordinario y extraordina
rio cerca de la Alteza Imperial, el crdito de su protectora
no haba podido colocarle en el Consejo de Estado: no
es que no hubiera resultado un delicioso relator como
tantos otros, sino que la princesa le encontraba mejor
situado junto a ella que en ninguna otra parte. Sin em
bargo, fue nombrado barn, vino a Cassel como enviado
extraordinario, y realmente pareci muy extraordinario. Di
cho de otro modo, Napolen se vali de l, en medio de
una crisis, como de un correo diplomtico. En el momento
en que el Imperio cay, el barn de Chatelet contaba con
la promesa de ser nombrado ministro en Westfalia, cerca
de Jernimo. Despus de haber fracasado lo que llamaba
una embajada de familia, la desesperacin se adue de
l; emprendi un viaje a Egipto con el general Armando
de Montriveau. Separado de su compaero por extraos
acontecimientos, haba andado de desierto en desierto, de
tribu en tribu, cautivo de los rabes que se lo revendan
los unos a los otros sin poder sacar el menor partido de
sus talentos. En fin, lleg a los dominios del imn de
Mscate, mientras Montriveau se diriga a Tnger; pero

342

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

tuvo la suerte de encontrar en Mscate un barco ingls


que se haca a la mar, y pudo regresar a Pars un ao an
tes que su compaero de viaje. Sus desgracias recientes,
algunas relaciones trabadas en fecha antigua, unos servicios
prestados a personajes a la sazn en boga, le recomendaron
al presidente del Consejo, quien le situ cerca del seor de
Barante, en espera de la primera direccin vacante. El
papel desempead^ junto a Su Alteza Imperial, su fama
de mujeriego, los Sucesos singulares del viaje y sus pade
cimientos, todo excit la curiosidad de las mujeres de
Angulema. Habindose enterado de las costumbres de
la ciudad alta, el seor barn Sixto de Chtelet obr
en consecuencia. Hzose el enfermo, represent el papel
de hombre hastiado de todo. Con cualquier pretexto, se
coga la cabeza, como si sus sufrimientos no le dejasen
punto de reposo, pequea maniobra que evocaba su viaje
y le haca interesante. Visit a las autoridades superiores,
al general, al prefecto, al recaudador general y al obispo;
pero en todas partes se mostr corts, fro, ligeramente
desdeoso como los hombres que no estn en su sitio y
que esperan los favores del poder. Dej adivinar sus talen
tos de sociedad, que salieron ganando con la circunstancia
de no ser conocidos; luego, despus de haberse hecho
desear, sin haber cansado la curiosidad de nadie, despus
de haber reconocido la nulidad de los hombres y exami
nado a las mujeres durante varios domingos en la cate
dral, reconoci en la seora de Bargeton a la persona
cuya intimidad le convena. Cont con la msica para abrir
las puertas de aquel palacio impenetrable a los extranjeros.
Procurse secretamente una misa de Miroir, la estudi al
piano; luego, un hermoso domingo en el que toda la socie
dad de Angulema estaba en la iglesia, extasi a los igno
rantes tocando el rgano, y aument el inters que haba
despertado su persona haciendo circular indiscretamente su
nombre por la gente del bajo clero. Al salir de la iglesia, la
seora de Bargeton le felicit, lamentando no haber tenido
ocasin de hacer msica con l; durante este encuentro
buscado, se hizo naturalmente ofrecer el pasaporte que no
habra obtenido si lo hubiera pedido. El hbil barn fue
a casa de la reina de Angulema, a la que prodig unas aten

LOS DOS POETAS

343

ciones comprometedoras. Aquel viejo guapo, pues contaba


cuarenta y cinco aos, reconoci en aquella mujer toda
una juventud que reanimar, unos tesoros que hacer valer,
quizs una viuda rica en potencia, con perspectivas de boda,
en fin, una alianza con la familia de los Ngrepelisse, que
le permitira abordar en Pars a la marquesa de Espard,
cuyo crdito poda volver a abrirle la carrera poltica.
A pesar del murdago sombro y exuberante que echaba a
perder aquel hermoso rbol, decidi arrimarse a l, culti
varlo y recoger sus hermosos frutos. La Angulema noble
clam contra la introduccin de un cristiano en la Casbah,
porque el saln de la seora de Bargeton era el Cenculo
de una sociedad pura de toda mezcla. Slo el obispo iba
habitualmente a l, el prefecto era recibido all dos o tres
veces al ao; el recaudador general no penetraba all ja
ms; la seora de Bargeton iba a sus veladas, a sus con
ciertos, y nunca cenaba en su casa. No recibir al recauda
dor general y aceptar a un simple director de las contri
buciones, este trastorno de la jerarqua pareci inconce
bible a las autoridades desdeadas.
Los que pueden iniciarse por medio del pensamiento en
las pequeeces que por otra parte se encuentran en cada
esfera social, deben comprender hasta qu grado el palacio
de Bargeton resultaba impresionante dentro de la bur
guesa de Angulema. En cuanto al Houmeau, las grandezas
de aquel Louvre en tono menor, la gloria de aquel palacio
de Ramboullet angulemense brillaba a una distancia solar.
Todos los que all se reunan eran las mentes ms deplo
rables, las inteligencias ms mezquinas, los ms pobres
diablos de veinte leguas a la redonda. La poltica se eva
poraba en banalidades verbosas y apasionadas; La Quotidienne apareca all tibia, Luis XVIII era tratado de jaco
bino. En cuanto a las mujeres, la mayora de ellas tontas
y sin gracia, vestan mal, todas tenan alguna imperfeccin
que las falseaba, nada era all completo, ni las conversacio
nes ni el arreglo personal, ni el espritu ni la carne. Sin
sus proyectos sobre la seora de Bargeton, Chtelet no
habra podido resistir todo aquello. Sin embargo, las ma
neras y el espritu de casta, el aire de hidalgo, el orgullo
del noble de pequeo castillo y el conocimiento de las leyes

344

H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

de la cortesa cubran todo aquel vaco. La nobleza de los


sentimientos era all ms real que en la esfera de las
grandezas parisienses; manifestbase una respetable adhe
sin a los Borbones, a pesar de todo. Aquella sociedad poda
compararse, si es admisible la imagen, a una vajilla de
plata de vieja forma, ennegrecida, pero pesada. La inmo
vilidad de sus opiniones polticas se pareca a la fidelidad.
El espacio interpuesto entre ella y la burguesa y la difi
cultad de llegar hasta ella, simulaban una especie de ele
vacin y le daban un valor convencional. Cada uno de aque
llos nobles tena su precio para los habitantes, como el
cauri representa el dinero entre los negros del Bambarra.
Varias mujeres halagadas por el seor de Chtelet, que re
conocan en l unas superioridades de las que carecan los
hombres de su sociedad, calmaron la insurreccin de los
amores propios: todas esperaban aduearse de la sucesin
de la Alteza Imperial. Los puristas pensaron que se vera
al intruso en casa de la seora de Bargeton, pero que no
sera recibido en ninguna otra casa. El seor de Chtelet
tuvo que soportar algunas impertinencias, pero se mantuvo
en su posicin cultivando el clero. Luego acarici los de
fectos que el terruo haba dado a la reina de Angulema,
le trajo todos los libros nuevos y le lea las poesas que se
publicaban. Juntos se extasiaban con las obras de los j
venes poetas, ella de buena fe, l aburrindose, pero acep
tando con paciencia a los poetas romnticos, que como
hombre de la escuela imperial, comprenda poco. La seora
de Bargeton, entusiasmada con el renacimiento debido a la
influencia de los lises, amaba al seor de Chateaubriand
porque haba llamado a Vctor Hugo nio sublime. Con
tristada por no conocer el genio ms que de lejos, sus
piraba pensando en Pars, donde vivan los grandes hom
bres. El seor de Chtelet crey entonces hacer algo grande
al decirle que haba en Angulema otro nio sublime, un
joven poeta que, sin saberlo, sobrepasaba en fulgor el corto
sideral de las constelaciones parisienses. Un futuro gran
hombre haba nacido en el Houmeau! El director del ins
tituto haba mostrado admirables versos al barn. Pobre
y modesto, el nio era un Chatterton sin cobarda poltica,
sin el odio feroz contra las grandesas sociales que impuls

LOS DOS POETAS

345

al poeta ingls a escribir panfletos contra sus bienhechores.


En medio de las cinco o seis personas que compartan su
aficin por las artes y las letras, sta porque raspaba un
violn, aqulla porque manchaba ms o menos de sepia el
papel blanco, la una en su calidad de presidente de la socie
dad de agricultura, la otra en virtud de una voz de bajo
que le permita cantar a modo de grito de caza el Se fiato
in corpo avete; entre aquellas figuras extravagantes, la
seora de Bargeton se encontraba como un hambriento
delante de una comida de teatro, en la que los manjares son
de cartn. As, nada podra describir su alegra en el mo
mento en que se enter de esta noticia. Quiso ver a aquel
poeta, a aquel ngel! Volvise loca ante esta idea, se en
tusiasm, habl de ello durante horas enteras. Ai cabo de
dos das, el ex correo diplomtico haba negociado por
medio del director del instituto la presentacin de Luciano
en casa de la seora de Bargeton.
Slo vosotros, pobres ilotas de provincia, para quienes
las distancias son ms largas que para los parisienses, a
los ojos de los cuales se acortan de da en da, vosotros,
sobre quienes pesan tan duramente las rejas entre las
cuales cada uno de los diferentes mundos se anatematiza
y se llama raca\, slo vosotros comprenderis la revolu
cin que se oper en el cerebro y en el corazn de Luciano
Chardon, cuando su impresionante director del instituto le
dijo que las puertas del palacio de Bargeton iban a abrirse
ante l!, la gloria las haba hecho girar sobre sus goznes!,
sera bien acogido en aquella casa cuya vieja fachada atraa
sus miradas cuando se paseaba por la noche con David,
dicindose que sus nombres quiz nunca llegaran a aque
llos odos duros a la ciencia cuando sta parta de tan
bajo. Solamente su hermana fue iniciada en este secreto.
Como buena ama de casa, como divina adivinadora, Eva
sac algunos luises del tesoro para ir a comprar a Luciano
unos zapatos finos en el mejor zapatero de Angulema, un
traje nuevo en casa del mejor sastre. Puso a su mejor
camisa una chorrera que lav y plis ella misma. Qu
alegra, cuando le vio de tal modo vestido!, cun orgullosa
estuvo de su hermano!, cuntas recomendaciones! Adivin
mil insignificancias. El impuso de la meditacin haba dado

346

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

a Luciano la costumbre de apoyarse de codos tan pronto


como estaba sentado, llegaba incluso al extremo de atraer
hacia s una mesa para acodarse en ella; Eva le prohibi
que en el santuario aristocrtico se dejara llevar por tales
movimientos descuidados. Le acompa hasta la puerta
de Saint-Pierre, lleg casi frente a la catedral, le mir como
se diriga por la calle de Beaulieu hacia el Paseo donde le
esperaba el seor de Chtelet. Luego, la pobre muchacha
quedse emocionada cual si acabara de realizarse algn
gran acontecimiento. Para Eva, Luciano en casa de la seo
ra de Bargeton era la aurora de la fortuna. La santa cria
tura ignoraba que all donde la ambicin empieza, cesan
los sentimientos ingenuos.
Al llegar a la calle del Minage, las cosas exteriores ya
no dejaron asombrado a Luciano. Aquel Louvre tan en
grandecido por sus ideas, era un edificio construido en una
piedra peculiar de la regin y dorado por el tiempo. El as
pecto, bastante triste en la calle, era en su interior muy
sencillo: el patio de provincia, fro y limpio; una arquitec
tura sobria, casi monstica, bien conservada. Luciano subi
por una vieja escalera de balaustres de castao cuyos pel
daos cesaban de ser de piedra a partir del primer piso.
Despus de atravesar una antesala mezquina y un gran
saln poco iluminado, encontr a la soberana en un saloncito con revestimientos de madera tallada segn el gusto
del siglo pasado y pintada de gris. Las pinturas de la parte
superior de las puertas eran en camafeo, y un viejo damas
co rojo decoraba las paredes. Los muebles de forma anti
cuada estaban ocultos bajo unas fundas de cuadros rojos
y blancos.
El poeta vio a la seora de Bargeton sentada en un
canap, delante de una mesa redonda, cubierta con un
tapete verde e iluminada por una luz de dos bujas con
pantalla. La reina no se levant, se recogi en su asiento,
sonriendo al poeta, al que aquel movimiento serpentino
emocion granderriente, y le pareci sumamente distin
guido.
La extraordinaria belleza de Luciano, la timidez de sus
maneras, su voz, todo cautiv a la seora Bargeton. El
poeta mismo era ya poesa. El joven examin, con dis

LOS DOS POETAS

347

cretas ojeadas, a aquella mujer que le pareci en armo


na con la fama de que gozaba; no destrua ninguna de las
ideas que l se haba forjado sobre la gran dama. La se
ora de Bargeton llevaba, conforme a una moda nueva,
una boina acuchillada de terciopelo negro. Este tocado com
porta una evocacin de la edad media, que impresiona a
un joven amplificando, por as decir, a la mujer; se esca
paba de la boina una cabellera de un rubio rojo, dorada a
la luz, ardiente y llameante en el perfil de los bucles. La
noble dama posea una tez de deslumbradora blancura,
con la que una mujer compensa los pretendidos inconve
nientes 'de aquel color. Sus ojos grises brillaban intensa
mente, su frente ya arrugada los coronaba con su masa
blanca audazmente tallada; estaban sombreados por un
borde nacarado en el que, a cada lado de la nariz, dos
venas azules hacan resaltar la blancura de aquel delicado
marco. La nariz presentaba una curva borbnica, que
aumentaba el fuego de un rostro alargado, ofreciendo una
especie de punto brillante en el que se reflejaba la majes
tuosa arrogancia de los Cond. Los cabellos no ocultaban
enteramente el cuello. El vestido, negligentemente cruzado,
dejaba ver un pecho de nieve, en el que los ojos adivinaban
unos senos intactos y bien formados.
Con sus dedos delgados y cuidados, pero un poco secos,
la seora de Bargeton hizo al joven poeta un gesto amis
toso, para indicarle una silla que se hallaba cerca de ella.
El seor Du Chtelet cogi un silln. Luciano se dio cuenta
entonces de que estaban solos.
La conversacin de la seora de Bargeton embriag al
poeta del Houmeau. Las tres horas pasadas cerca de ella
fueron para Luciano uno de esos sueos que se quisiera
fueran eternos. Encontr a aquella mujer ms bien enfla
quecida que flaca, amorosa sin amor, enfermiza a pesar de
su energa; sus defectos, que aquellas maneras exageraban,
le agradaron, porque los jvenes empiezan por amar la
exageracin, esa mentira de las almas bellas. No advirti
lo marchito de aquellas mejillas, a las que las horas de
tedio y algunos sufrimientos haban dado un color de
ladrillo. Su imaginacin se apoder ante todo de sos ojos
de fuego, de aquellos bucles elegantes en donde resplan

348

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

deca la luz, de aquella deslumbrante blancura, puntos


luminosos en los que qued cautivado como una mariposa
ante la llama de las bujas. Adems, aquel alma habl
demasiado a la suya, para que pudiera juzgar a la mujer.
El entusiasmo de aquella exaltacin femenina, el ardor de
las frases un poco viejas que desde haca tiempo repeta
la seora de Bargeton, pero que a l le parecieron nuevas,
le fascinaron tanto ms cuanto que quera encontrarlo todo
bien. No haba trado ninguna poesa para leer; haba
olvidado sus versos para tener el derecho de volver; la
seora de Bargeton no habl de ello, para invitarle a efec
tuar alguna lectura otro da. No era acaso una primera
toma de contacto? El seor Sixto de Chtelet qued des
contento de aquella recepcin. Advirti tardamente un
rival en aquel hermoso joven, al que acompa hasta el
recodo de la primera cuesta debajo de Beaulieu, con la
intencin de someterle a su diplomacia. Luciano no se
qued poco asombrado al or como el director de las con
tribuciones indirectas se jactaba de haberlo presentado y
por ello se crea con derecho a darle consejos.
Ojal fuera tratado mejor que l, deca el seor de Ch
telet. La corte era menos impertinente que aquella sociedad
de imbciles. En ella se reciban heridas mortales y se re
cogan horribles desdenes. La .revolucin de 1789 volvera
a empezar si aquella gente no se reformaba. En cuanto a
l, si continuaba yendo a aquella casa, era por aficin a
la seora de Bargeton, la nica mujer un poco limpia que
haba en Angulema, a la cual haba hecho la corte por no
saber qu hacer, y de la que se haba enamorado loca
mente. Pronto la poseera, era amado, todo se lo haca
presagiar. La sumisin de esa reina orgullosa sera la ni
ca venganza que obtendra de aquellos hidalgos de gotera.
Chtelet manifestaba su pasin en trminos de un hom
bre capaz de dar muerte a un rival si llegara a encontrarlo.
La vieja mariposa imperial cay con todo su peso sobre
el pobre poeta, tratando de aplastarlo bajo su peso e inti
midarlo. Se acreci contando los peligros aumentados de
su viaje; pero si impresion la imaginacin del poeta, no
asust en modo alguno al amante.
Despus de esta velada, a pesar del viejo fatuo, de sus

LOS DOS POETAS

349

amenazas y de su actitud de espadachn burgus, Luciano


haba vuelto a casa de la seora de Bargeton, primero con
la discrecin de un hombre del Houmeau, luego se fami
liariz pronto con lo que al principio le haba parecido un
extraordinario favor, y fue a verla cada vez con mayor
frecuencia. El hijo de un farmacutico fue tomado, por
las personas de aquella sociedad, como un ser sin impor
tancia. Al principio, si algn hidalgo o algunas damas que
llegaban de visita a la casa de Nas encontraban a Luciano,
todos tenan para con l la abrumadora cortesa de que
hacen gala las personas distinguidas con sus inferiores.
Luciano encontr de momento muy amable aquella socie
dad; pero ms tarde reconoci el sentimiento de donde
procedan aquellas miradas falaces. Pronto sorprendi
ciertos aires protectores que removieron su hiel y le con
firmaron en las odiosas ideas republicanas con que muchos
de aquellos futuros patricios claman contra la alta socie
dad. Pero, cuntos sufrimientos no habra soportado por
Nas, a la que oa llamar as, porque entre ellos, los ntimos
de aquel clan, al igual que los grandes de Espaa y los
personajes que constituyen la flor y nata de Viena, se
llamaban unos a otros por sus diminutivos, ltimo matiz
inventado para introducir un rasgo de distincin en el seno
de la aristocracia angulemense.
Nas fue amada como todo hombre joven ama a la
primera mujer que le adula, porque Nas pronosticaba un
gran porvenir, una gloria inmensa a Luciano, la seora de
Bargeton us de toda su destreza para establecer en su
casa a su poeta: no slo le ensalzaba con exceso, sino que
le presentaba como un nio sin fortuna al que ella quera
situar; lo empequeeca para hacerse grande ella misma;
lo convirti en su lector, en su secretario; pero le amaba
ms de lo que crea poder amar despus de la horrible des
gracia que le haba ocurrido. En su interior, se trataba
muy mal a s misma, dicindose que sera una locura amar
a un joven de veinte aos, que por su posicin estaba ya
tan lejos de ella. Sus familiaridades eran caprichosamente
desmentidas por el orgullo que le inspiraban sus escrpu
los. Mostrbase sucesivamente altiva y protectora, cariosa
y halagadora. Intimidado al principio por el alto rango de

350

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

aquella mujer, Luciano tuvo, pues, todos los terrores, las


esperanzas y desesperaciones que martillean el amor y
lo introducen tan profundamente en el corazn por los
golpes dados alternativamente por el dolor y el placer.
Durante dos meses vio en ella a una bienhechora que iba a
ocuparse de l matemalmente. Pero comenzaron las con
fidencias. La seora de Bargeton llam a su poeta "querido
Luciano"; luego, "querido, a secas. El poeta, animado por
elio, llam Nas a aquella gran seora. Ante esta familiari
dad, ella tuvo uno de esos accesos de clera que tanto se
ducen a un nio; le reproch que usara el nombre del que
se serva todo el mundo. La orgullosa y noble Ngrepelisse
ofreci a tan bello ngel aquel de sus nombres que an
estaba nuevo, quiso ser Luisa para l. Luciano alcanz el
tercer cielo del amor. Una noche, 'habiendo entrado Luciano
mientras Luisa estaba contemplando un retrato, que ella
guard inmediatamente, quiso verlo. Para calmar la deses
peracin de un primer acceso de celos, Luisa mostr el
retrato del joven Cante-Croix y refiri, no sin lgrimas, la
dolorosa historia de sus amores, tan puros y tan cruelmen
te malogrados. Es que ensayaba para una infidelidad a su
difunto, o haba tenido la idea de hacer para Luciano un
rival de aquel retrato? Luciano era demasiado joven para
analizar a su amante, se desesper ingenuamente, porque
ella abri la campaa durante la cual las mujeres hacen
que se batan en brecha ciertos escrpulos ms o menos
ingeniosamente atrincherados. Sus discusiones sobre los
deberes, las conveniencias y la religin, son como otras
tantas plazas fuertes que ellas gustan ver tomadas por
asalto. El inocente Luciano no tena necesidad de estas
coqueteras, habra peleado igualmente sin ellas.
Yo no morir, vivir para vos dijo audazmente una
noche Luciano, que quiso acabar de una vez con el seor
de Cante-Croix y lanz a Luisa una mirada en la que se
reflejaba una pasin incontenible.
Asustada ante los progresos que aquel nuevo amor haca
en ella y en su poeta, le pidi los versos prometidos para
la primera pgina de su lbum, buscando un tema de
querella en el hecho de que l tardara en hacerlos. Cul
no sera su asombro, al leer estas dos estrofas siguientes,

LOS DOS POETAS

351

que hall naturalmente ms bellas que las mejores del


poeta de la aristocracia, Canalis?
Le magique pinceau, les muses mensongres
Nomeront pas toujaurs de mes feuilles lgres
Le fidle vlin;
Et le crayon furtif de ma belle maitresse
Me confira souvent sa secrete allgresse
Ou son muet chagrn.
Ah! quand ses doigts plus loudrs mes pages fanes
Demanderont raison des riches destines
Que lu tient lavenir;
Alors veuille l'Amour que de ce beau voyage
Le fcond souvenir
Soit doux contempler comme un ciel sans nuage!
El mgico pincel, las mentirosas musas no siempre ador
narn con mis hojas livianas la fiel vitela;
Y el furtivo lpiz de mi hermosa amante a menudo me
conferir su secreta alegra o su muda tristeza.
Ah!, cuando sus dedos, ms pesados, pidan a mis pginas
marchitas la razn de los bellos destinos que le re
serva el porvenir;
Quiera entonces el Amor que el fecundo recuerdo de ese
hermoso viaje Sea tan agradable como un cielo sin nubes!
De veras os he inspirado yo esos versos? dijo Luisa.
Esta duda, hija de la coquetera de una mujer que se
complaca jugando con fuego, hizo acudir una lgrima a
los ojos de Luciano; le tranquiliz besndole en la frente
por primera vez. Decididamente, Luciano fue un gran hom
bre al que ella quera formar; pens ensearle el italiano
y el alemn y perfeccionar sus maneras; encontr en ello
pretextos para tenerle siempre en su casa, ante las narices
de sus aburridos cortesanos. Qu inters para su vida!
Volvi a la msica para su poeta, al que revel el mundo
musical, toc para l algunos hermosos fragmentos de
Beethoven, y le entusiasm; feliz con su alegra, le deca
hipcritamente al verle extasiado:
Verdad que uno puede contentarse con esta felicidad?

352

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

El pobre poeta responda ingenuamente:


S.
En fin, las cosas llegaron a tal punto que Luisa haba
invitado a Luciano, la semana precedente, a cenar con ella
y con el seor de Bargeton. A pesar de esta precaucin,
toda la ciudad estuvo enterada de ello, y tuvo este hecho
por algo tan monstruoso, que todos se preguntaban si era
cierto. Fue un rumor espantoso. A varias personas pareci
les que la sociedad estaba en vsperas de una revolucin.
Otros exclamaron:
He ah el fruto de las doctrinas liberales!
El celoso Chtelet revel entonces que la seora Carlota,
que atenda a las parturientas, era la seora Chardon, ma
dre del Chateaubriand del Houmeau, expresin que pas
por una frase chistosa. La seora de Chandour fue la pri
mera en acudir a casa de la seora de Bargeton.
Sabis, querida Nas, de lo que est hablando todo
Angulema? le dijo. Ese poetastro tiene como madre a
la seora Carlota, que hace dos meses asisti en su parto
a mi cuada.
Querida dijo la seora de Bargeton adoptando un
aire completamente regio, qu tiene eso de extraordi
nario? No es acaso la viuda de un boticario? Triste des
tino para una seorita de Rubempr. Supongamos que no
tuviramos un ochavo... Qu haramos nosotros para vi
vir? Cmo darais de comer a vuestros hijos?
La sangre fra de la seora de Bargeton mat las la
mentaciones de la nobleza. Las grandes almas estn siem
pre dispuestas a hacer de una desgracia una virtud. Luego,
en la persistencia en hacer un bien que la gente censura,
se hallan irresistibles atractivos: la inocencia posee la
gracia picante del vicio. Aquella noche el saln de la seora
de Bargeton estuvo lleno de amigos que haban acudido para
llenarla de reconvenciones. La joven despleg toda la
causticidad de su ingenio: dijo que si los hidalgos no
podan ser ni Molire, ni Racine, ni Rousseau, ni Voltaire,
ni Massillon, ni Beaumarchais, ni Diderot, era preciso acep
tar a los tapicero^, a los relojeros y a los cuchilleros, cuyos
hijos se convertan en grandes hombres. Dijo que el genio
era siempre aristocrtico. Reprendi a los hidalgos de

LOS DOS POETAS

353

gotera por la poca comprensin que manifestaban por sus


propios intereses verdaderos. En fin, dijo necedades que
habran ilustrado a personas menos necias, pero ellos hi
cieron honor a su originalidad. Conjur, pues, la tormenta
a caonazos. Cuando Luciano, llamado por ella, entr por
primera vez en el viejo saln marchito, donde se jugaba
al whist en cuatro mesas, hzole una graciosa acogida, y le
present como reina que quera ser obedecida. Llam al
director de las contribuciones, seor Chtelet y le petrific
al darle a entender que conoca la ilegal redundancia de
su partcula. Luciano fue desde aquella noche introducido
violentamente en la sociedad de la seora de Bargeton;
pero fue aceptado en ella como una sustancia venenosa
que cada cual se prometi expulsar sometindola a los
reactivos de la impertinencia. A pesar de este triunfo, Nas
perdi parte de su imperio: hubo disidentes que trataron
de emigrar. Por consejo del seor Chtelet, Amelia, que
era la seora de Chandour, decidi levantar altar contra
altar recibiendo en su casa los mircoles. La seora de
Bargeton abra su saln todas las noches, y las personas
que iban a su casa eran tan rutinarias, estaban tan acos
tumbradas a encontrarse delante de los mismos tapices,
a jugar a los mismos juegos de tablas reales, a ver a las
personas, los candeleros, a ponerse los abrigos, sus dobles
zapatos y sus sombreros en el mismo pasillo, que amaban
a los peldaos de la escalera tanto como a la duea de la
casa. Todos se resignaron a soportar el jilguero del bos
que sagrado, frase de Alejandro de Brbian, otro ocurrente.
En fin, el presidente de la sociedad de agricultura apaci
gu la sedicin con una observacin magistral.
Antes de la Revolucin dijo, los ms grandes se
ores reciban a Duelos, a Grim, a Crbillon, personas todas
ellas que, como ese pequeo poeta del Houmeau, carecan
de importancia; pero no admitan a recaudadores de con
tribuciones, que es lo que viene a ser, despus de todo,
Chtelet.
Du Chtelet pag por Chardon: todos le mostraron frial
dad. Al sentirse atacado, el director de las contribuciones,
que, desde el momento en que ella le haba llamado Ch
telet a secas, se haba jurado a s mismo poseer a la seora

354

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

de Bargeton, entr en las miras de la duea de la casa;


sostuvo al joven poeta declarndose amigo suyo. Este gran
diplomtico, del cual prescindi con tan poca habilidad el
Emperador, acarici a Luciano, djose su amigo y, para
lanzarlo, dio un banquete en el que se encontraron el pre
fecto, el recaudador general, el coronel del regimiento de
guarnicin, el director de la Escuela de Marina, el presi
dente del Tribunal, en fin, todas las eminencias adminis
trativas. El pobre poeta fue festejado tanto, que cualquier
otro que no hubiera sido un joven de veintids aos, ha
bra sospechado que haba mixtificacin en los elogios
por medio de los cuales abusaron de l. En el momento
de los postres, Chtelet hizo recitar a su rival una oda de
Sardanpalo moribundo, obra maestra de aquellos momen
tos. Al orlo, el rector del colegio aplaudi, hombre flem
tico, diciendo que Juan Bautista Rousseau no haba hecho
nada mejor. El barn Sixto Chtelet pens que el pequeo
versificador reventara tarde o temprano en el caliente
invernadero de las alabanzas, o que, en la embriaguez de
su gloria anticipada, se permitira alguna impertinencia
que le hara volver a su primitiva oscuridad. Aguardando
la muerte de aquel genio, pareci inmolar sus pretensiones
a los pies de la seora de Bargeton; pero con la habilidad
de los bribones, haba trazado su plan, y sigui con una
atencin estratgica la marcha de los dos amantes, es
piando la ocasin de examinar a Luciano. Elevse entonces
en Angulema y en los contornos un sordo rumor que pro
clamaba la existencia de un gran hombre angulemense.
La seora de Bargeton era universalmente alabada por los
cuidados que prodigaba a aquel aguilucho. Una vez apro
bada su conducta, quiso obtener una sancin general, y
anunci por el departamento una velada con sorbetes, pas
teles y t, gran innovacin en una ciudad en la que el t
se venda todava en las farmacias, como una droga contra
las indigestiones. La flor de la aristocracia fue invitada para
escuchar una gran obra que iba a leer Luciano.
Luisa haba ocultado las dificultades vencidas a su ami
go, pero dijo algunas palabras referentes a la conjura tra
mada contra l por el mundo; porque no quera dejarle
en la ignorancia de los peligros de la carrera que deben

LOS DOS POETAS

355

recorrer los hombres de talento y en la que se encuentran


obstculos infranqueables para los valores mediocres. Con
sus blancas manos le mostr la gloria comprada por los
continuos suplicios, le habl de la hoguera de los mrtires
que l deba cruzar, le cubri de mantequilla sus ms bellas
rebanadas de pan y se las adorn con sus ms pomposas
expresiones. Fue una imitacin de las improvisaciones que
engalanan la novela de Corina. Luisa se encontr a s
misma tan sublime en su elocuencia, que am todava ms
al Benjamn que se la inspiraba; le aconsej que repudiase
audazmente a su padre adoptando el apellido de Rubempr, sin preocuparse de los aspavientos que suscitara un
cambio que, por otra parte, el rey legitimara. Emparen
tada con la marquesa de Espard, una seorita de BlamontChauvry, que gozaba de mucho crdito en la corte, se
encargara de alcanzarle este favor. Al or estas palabras,
hablar del rey, de la marquesa de Espard y de la corte,
Luciano vio como unos fuegos artificiales, y la necesidad
de aquel bautismo le fue demostrada.
Pequeo mo le dijo Luisa con voz tiernamente
burlona, cuanto antes se haga, tanto ms de prisa ser
sancionado.
Levant una tras otra las capas sucesivas del estado so
cial, hizo contar al poeta los peldaos que l franqueaba
de pronto por medio de aquella hbil determinacin. En
un instante hizo abjurar a Luciano de sus ideas popula
cheras sobre la quimrica igualdad de 1793, despert en l
la sed de las distinciones que la fra razn de David haba
calmado, le mostr la alta sociedad como el nico teatro
sobre el cual haba de sostenerse. El odioso liberal convir
tise en monrquico in petto. Luciano mordi la manzana
del lujo aristocrtico y de la gloria. Jur que depositara
a los pies de su dama una corona, aunque fuera ensan
grentada; la conquistara costase lo que costase, quibuscumque viis. Para demostrar su valor, cont los sufrimien
tos actuales, que haba mantenido ocultos a Luisa, acon
sejado por aquel pudor indefinible que va unido a los pri
meros sentimientos, y que prohbe al joven exhibir sus
grandezas, tanto le agrada ver apreciar su alma en su
incgnito. Describi los apuros de una miseria soportada

356

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

con orgullo, sus trabajos en casa de David y sus noches


consagradas al estudio. Este ardor juvenil evoc en la
mente de la seora de Bargeton, cuya mirada se enterneci,
el recuerdo del coronel de veintisis aos. Al ver que la
debilidad venca a su imponente amante, Luciano le tom
una mano que ella se dej coger y la bes con la furia del
poeta, del hombre joven, del amante. Luisa lleg incluso al
extremo de permitir al hijo del boticario que alcanzase su
frente e imprimiera en ella sus labios palpitantes.
Pequeo mo, si alguien nos viera, hara yo un papel
bien ridculo! dijo la seora de Bargeton despertando de
un exttico sopor.
Durante aquella velada, la inteligencia de la seora de
Bargeton ocasion grandes estragos en lo que ella llamaba
los prejuicios de Luciano. De hacerle caso, los hombres de
genio no tenan ni hermanos ni hermanas, ni padres ni
madres; las grandes obras que haban de edificar les im
ponan un aparente egosmo, obligndoles a sacrificarlo
todo a su grandeza. Si la familia sufra al principio a causa
de las devoradoras exacciones de un cerebro gigantesco,
ms tarde recibira el ciento por uno de los sacrificios de
todo gnero exigidos por las primeras luchas de una rea
leza contrariada, compartiendo el fruto de la victoria: l
era el nico juez de sus medios, porque slo l conoca el
fin; deba, pues, ponerse por encima de las leyes, puesto
que estaba destinado a rehacerlas; por otra parte, el que
se apodera de su siglo, puede cogerlo todo, arriesgarlo todo,
porque todo le pertenece. Citaba los comiezos de la vida
de Bernardo de Palissy, de Luis XI, de Fox, de Napolen,
de Cristbal Coln, de Csar, de todos los ilustres juga
dores, primero acribillados de deudas o miserables, incom
prendidos, tenidos por locos, por malos hijos, malos padres
y malos hermanos, pero que ms tarde se convertan en
el orgullo de la familia, del pas y del mundo.
Estos razonamientos abundaban en los vicios secretos
de Luciano y anticipaban la corrupcin de su corazn;
porque, en el ardor de sus deseos, admita los medios
a priori. Pero no triunfar constituye un delito de lesa ma
jestad social. Acaso un vencido no ha asesinado entonces
todas las virtudes burguesas sobre las cuales descansa la

LOS DOS POETAS

357

sociedad que expulsa con horror a los Marios sentados ante


sus ruinas? Luciano, que no saba que se encontrase entre
la infamia de los presidios y las palmas del genio, planeaba
sobre el Sina de los profetas, sin ver abajo, en el mar
Muerto, el horrible sudario de Gomorra.
Luisa supo tan bien desembarazar el corazn y la mente
del poeta de los paales en que los haba envuelto la vida
provinciana, que Luciano quiso experimentar a la seora
de Bargeton, con objeto de saber si poda, sin sentir la
vergenza de una negativa, conquistar aquella importante
presa. La anunciada velada le dio ocasin para intentar
aquella prueba. La ambicin se mezclaba a su amor. Amaba
y quera elevarse, doble deseo muy natural en los jvenes
que tienen un corazn que satisfacer y la indigencia que
combatir. Al invitar hoy a todos sus hijos a un mismo fes
tn, la sociedad despierta sus ambiciones desde la aurora
de la vida. Despoja la juventud de sus gracias y corrompe
la mayor parte de sus sentimientos generosos al mezclar
el clculo en ellos. La poesa quisiera que esto fuera de
otro modo; pero los hechos vienen a menudo a desmentir
la ficcin en la cual quisiera uno creer, para que pueda
permitirse el representar al joven de un modo distinto a
como es en el siglo xix. El clculo de Luciano le pareci
en beneficio de un hermoso sentimiento, de su amistad
por David.
Luciano escribi una larga carta a su Luisa, porque en
contrse ms audaz con la pluma en la mano que con la
palabra en la boca. En doce hojas copiadas tres veces,
refiri el talento de su padre, sus esperanzas fallidas y la
horrible miseria de que se encontraba presa. Describi a
su hermana como un ngel, a David como a un Cuvier en
ciernes, que, antes de ser un grande hombre, era un padre,
un hermano y un amigo para l; creerase indigno de ser
amado por Luisa, su primera gloria, si no le pidiera que
hiciese por David lo que ella haca para l mismo. Renun
ciara a todo antes que traicionar a David Schard, quera
que David asistiera a su xito. Escribi una de aquellas
cartas locas en las que los jvenes oponen la pistola a una
negativa, en las que se encuentra el casuismo de la infan
cia, en que habla la lgica insensata de las almas hermosas;

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H . DE BALZAC: LA COMEDIA H U M A N A

deliciosa palabrera bordada con aquellas declaraciones in


genuas escapadas del corazn sin que el escritor se d cuen
ta de ello, y que tanto agrada a las mujeres. Despus de ha
ber entregado esta carta a la doncella, Luciano fue a pasar
la jornada corrigiendo pruebas, dirigiendo algunos trabajos
y poniendo en orden los pequeos asuntos de la imprenta,
sin decir nada a David. En los das en que el corazn es
todava nio, los jvenes tienen estas sublimes discreciones.
Por otra parte, Luciano empezaba quizs a temer el hacha
de Focin, que tan bien saba manejar David; quiz tema
la claridad de una mirada que llegaba al fondo del alma.
Despus de la lectura de Chnier, su secreto haba pasado
de su corazn a sus labios, alcanzado por un reproche que
l sinti como el dedo que pone un mdico en una llaga.
Ahora abarcad las ideas que debieron asaltar a Luciano
mientras bajaba de Angulema al Houmeau. Aquella gran
dama se habra enojado? Recibira a David en su casa?
Por ventura el ambicioso sera precipitado a su agujero
del Houmeau? Aunque, antes de besar a Luisa en la frente,
Luciano hubiera podido medir la distancia que separa a
una reina de su favorito, no se deca a s mismo que David
no pudiese franquear en un abrir y cerrar de ojos el espa
cio que l haba tardado cinco meses en recorrer. Igno
rando cun absoluto era el ostracismo pronunciado sobre
las personas de poco ms o menos, no saba que una se
gunda tentativa de aquel gnero sera la prdida de la
seora de Bargeton. Alcanzada y convicta de haberse enca
nallado, Luisa verase obligada a abandonar la ciudad, don
de su casta evitara su contacto como en la Edad Media
se evitaba el de los leprosos. El clan de la aristocracia y el
mismo clero defenderan a Nas contra todos, en el caso
en que ella se permitiera una falta; pero el delito de ir
en mala compaa no le sera jams perdonado; porque si
se excusan las faltas del poder, se condena despus su abdi
cacin. Ahora bien, recibir a David, no era abdicar? Si
Luciano no comprenda este aspecto d la cuestin, su
instinto aristocrtico le haca presentir muchas otras difi
cultades que le asustaban. La nobleza de los sentimientos
no confiere inevitablemente la nobleza de las maneras. Si
Racine tena el aire de los ms nobles cortesanos, Corneille

LOS DOS POETAS

359

guardaba una gran semejanza con un comerciante de bue


yes. Descartes pareca un buen negociante holands. A me
nudo, al encontrar a Montesquieu con su rastrillo en el
hombro y el gorro de dormir en la cabeza, los visitantes
de La Brde le tomaron por un vulgar hortelano. El tra
to del mundo, cuando no es un don de alto linaje, una
ciencia mamada con la leche o transmitida por la sangre,
constituye una educacin que el azar debe secundar por
medio de cierta elegancia de formas, por una distincin
en los rasgos, por un timbre de voz. Todas estas grandes
pequeeces brillaban por su ausencia en David, mientras
que la naturaleza haba dotado de ellas a su amigo. Luciano
tena incluso el pie alto y curvo del franco, mientras que
David Schard tena los pies planos de los meridionales
y la figura de su padre el impresor. Luciano oa con la
imaginacin las burlas que lloveran sobre David, parecale
estar viendo la sonrisa que reprimira la seora de Bargeton. En fin, sin que se avergonzara precisamente de su
hermano, prometase a s mismo no volver a escuchar de
tal modo su primer impulso del corazn y discutirlo en lo
sucesivo. Ya que, despus de la hora de la poesa y de la
abnegacin, despus de una hora de lectura que acababa
de mostrar a los dos amigos las campias literarias ilumi
nadas por un nuevo sol, la hora de la poltica y de los
clculos sonaba para Luciano. Al volver al Houmeau, arre
pentase de la carta que haba escrito, habra querido volver
a apoderarse de ella; porque de pronto se le aparecan las
despiadadas leyes del mundo. Al adivinar hasta qu extremo
la fortuna favoreca la ambicin, costbale trabajo retirar
el pie del primer peldao de la escala con la que haba de
subir para tomar las grandezas al asalto. Adems, las im
genes de su vida sencilla y tranquila, engalanada con las
ms bellas flores del sentimiento; aquel David lleno de ta
lento que tan noblemente le haba ayudado, que, en caso
necesario, dara por l la vida; su madre, tan gran seora
en medio de su escasa fortuna, y que le crea tan bueno
como inteligente; su hermana, aquella joven tan graciosa
en su resignacin, su infancia tan pura y su conciencia
blanca todava; sus esperanzas, que ningn viento haba
agostado an, todo volva a florecer en su recuerdo. Decase

360

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

entonces que era ms hermoso atravesar los compactos


batallones de la turba aristocrtica o burguesa a golpes de
xito que triunfar por medio de los favores de una mujer.
Su talento brillara tarde o temprano como el de tantos
hombres, sus predecesores, que haban domado a la socie
dad; entonces le amaran las mujeres! El ejemplo de Na
polen, tan fatal en el siglo xix por las pretensiones que
inspira a tantas personas mediocres, aparecisele a Luciano,
el cual arroj sus clculos al viento mientras se los repro
chaba. As era Luciano, pasaba del mal al bien y del bien
al mal con la misma facilidad. En lugar del amor que el
sabio profesa a su retiro, Luciano experimentaba desde
haca un mes una especie de vergenza al ver la tienda en
la que se lea en letras amarillas sobre fondo verde:
Farmacia de POSTEL, sucesor de CHARDON.
El nombre de su padre, escrito as en un lugar por el
que pasaban todos los coches, le hera la vista. La tarde
en que franque su puerta con una pequea verja de barro
tes de mal gusto, para presentarse en Beaulieu, entre los
jvenes ms elegantes de la ciudad alta, dando el brazo a
la seora de Bargeton, haba deplorado extraamente el
desacuerdo que l reconoca entre aquella vivienda y su
buena fortuna.
"Amar a la seora de Bargeton, quiz poseerla dentro
de poco, y vivir en ese nido de ratas", decase a s mismo
al entrar en el pequeo patio en el que varios paquetes de
hierbas hervidas estaban extendidas a lo largo de las pare
des, donde el aprendiz limpiaba los calderos del laborato
rio, donde el seor Postel, con el delantal del preparador
y una retorta en la mano, examinaba un producto qumico,
lanzando ojeadas de vez en cuando hacia la tienda; y si
mirara con mucha atencin la droga, tena el odo pen
diente de la campanilla de la puerta.
El olor de la camomila, de la menta, de varias plantas
destiladas, llenaba el patio y el modesto apartamento al
cual suba l por una de aquellas escaleras empinadas que
llaman escaleras de molinero, sin ms barandilla que un

LOS DOS POETAS

361

par de cuerdas. Encima se encontraba la nica habitacin


en forma de buhardilla, que era donde viva Luciano.
Buenos das, muchacho le dijo el seor Postel, que
era el verdadero tipo del boticario de provincias. Cmo
va esa salud? Acabo de hacer un experimento con la me
laza, pero hara falta vuestro padre para encontrar lo que
yo ando buscando. Qu hombre tan sabio! Si yo hubiera
conocido su secreto contra la gota, los dos iramos hoy
en carroza.
No haba semana en la que el farmacutico, tan bruto
como buena persona, no diera una pualada a Luciano al
hablarle de la fatal discrecin de su padre con relacin al
descubrimiento que haba realizado.
Ha sido una gran desgracia respondi brevemente
Luciano, que ya empezaba a encontrar muy vulgar al disc
pulo de su padre, despus de haberlo bendecido a menudo;
porque ms de una vez el honrado Postel haba socorrido
a la viuda y a los hijos de su maestro.
Qu os sucede? inquiri el seor Postel dejando la
probeta encima de la mesa del laboratorio.
Ha llegado alguna carta para m?
S, una que huele como blsamo! Est al lado de mi
pupitre, en el mostrador.
La carta de la seora Bargeton mezclada con los boca
les de la farmacia! Luciano se precipit al interior del
establecimiento.
Apresrate, Luciano! La comida te espera desde hace
una hora grit suavemente una linda voz a travs de una
ventana entreabierta, y que Luciano no oy siquiera.
Vuestro hermano, seorita, est un poco loco dijo
Postel levantando la nariz.
Aquel soltero, bastante parecido a una barrica de aguar
diente sobre la cual la fantasa de un pintor hubiera colo
cado una gruesa cara salpicada de varicela y enrojecida,
asumi al mirar a Eva un aire ceremonioso y amable que
demostraba que pensaba casarse con la hija de su prede
cesor, sin poder dar fin al combate que el amor y el inters
libraban en su corazn. As, deca a menudo a Luciano,
sonriendo, la frase que le repiti cuando el joven volvi
a pasar por su lado.

362

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Es endiabladamente linda vuestra hermana. Vos tam


poco estis mal. Vuestro padre haca bien todas las cosas.
Eva era una muchacha alta y morena, de negros cabellos
y ojos azules. Aunque presentara los sntomas de un carc
ter varonil, era dulce, cariosa y abnegada. Su candor, su
ingenuidad, su tranquila resignacin a una vida laboriosa
y su prudencia, que no era atacada por ninguna maledi
cencia, debieron seducir a David Schard. Desde su pri
mera entrevista, una sorda y simple pasin habase desen
cadenado entre ambos-, a la alemana, sin manifestaciones
ruidosas ni declaraciones vehementes. Cada uno de ellos
haba pensado secretamente en el otro, como si estuvieran
separados por algn marido celoso a quien este sentimien
to hubiera ofendido. Los dos se ocultaban a Luciano, a
quien quiz crean perjudicar de algn modo. David tena
miedo de no agradar a Eva, la cual, por su parte, se dejaba
arrastrar por la. timidez de la indigencia. Una verdadera
obrera hubirase sentido atrevida, pero una joven bien
educada y venida a menos conformbase con su triste
suerte. Eva, modesta en apariencia, pero orgullosa en rea
lidad, no quera ir en pos del hijo de un hombre que pasaba
por ser rico. En aquellos momentos, la gente que estaba
al corriente de las propiedades, calculaba en ms de ochenta
mil francos la finca de Marsac, sin contar las tierras que
el viejo Schard, rico en economas, afortunado en sus
cosechas y hbil en la venta, deba de aadir espiando las
ocasiones propicias. David era quiz la nica persona que
nada saba de la fortuna de su padre. Para l Marsac era
una finca comprada en 1810 por quince o diecisis mil fran
cos, a la que iba una vez al ao en la poca de la vendimia,
y por donde su padre le paseaba a travs de las vias,
alabndole las cosechas que el impresor no vea jams, y
de las que se preocupaba muy poco. El amor de un sabio
acostumbrado a la soledad que aumenta los sentimientos
al exagerar a sus propios ojos sus dificultades, quera ser
alentado; porque para David, Eva era una mujer ms im
presionante que una gran dama para un simple oficinista.
Torpe e inquieto al lado de su dolo, con tanta prisa por
marcharse como por llegar, el impresor reprima su pasin
en lugar de expresarla. A menudo, por la noche, despus

LOS DOS POETAS

363

de haber inventado algn pretexto para consultar a Luciano,


bajaba de la plaza del Mrier hasta el Houmeau, por la
puerta Palet; pero al llegar a la puerta verde con barrotes
de hierro, hua, temiendo llegar demasiado tarde o parecer
inoportuno a Eva, que sin duda se hallara acostada. Aunque
este gran amor slo se revelase por medio de pequeos
detalles, Eva lo haba comprendido; sentase halagada en
su orgullo al verse objeto del profundo respeto impreso en
las miradas y en las maneras de David; pero la mayor
seduccin del impresor era su fanatismo por Luciano:
haba adivinado el mejor modo de resultar agradable a
Eva. Para decir en qu se diferenciaban las mudas delicias
de aquel amor de las pasiones tumultuosas, habra que
compararlo con las flores silvestres, opuestas a las espln
didas flores de los jardines. Eran miradas dulces y deli
cadas como los nenfares azules que flotan sobre las aguas,
expresiones fugaces com o los suaves perfumes del escara
mujo, tiernas melancolas como el terciopelo de los mus
gos; flores de dos hermosas almas que nacen de una tierra
rica, fecunda, inmutable. Eva haba adivinado ya varias
veces la fuerza escondida bajo aquella debilidad; tena tan
en cuenta aquello que David no se atreva a hacer, que el
ms ligero incidente poda ocasionar una ms ntima unin
de sus almas.
Luciano encontr la puerta abierta por Eva, y se sent,
sin decir nada, junto a una mesita colocada encima de
una X, sin mantel, donde estaba puesto su cubierto. El
pobre hogar no posea ms que tres cubiertos de plata.
Eva los utilizaba todos para su hermano querido.
Qu ests leyendo ah? djole una vez colocada en
cima de la mesa una fuente que retir del fuego, y despus
de haber apagado su hornillo porttil, cubrindolo con el
apagador.
Luciano no despondi. Eva cogi un pequeo plato coquetonamente arreglado con hojas de vid, y lo puso encima
de la mesa con un cuenco lleno de nata.
Toma Luciano, te he comprado fresas.
Era tanta la atencin que Luciano prestaba a su lectura,
que no oy lo que su hermana le deca. Eva fue entonces
a sentarse junto a l, sin murmurar una sola palabra de

364

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

disgusto; porque en el sentimiento de una hermana para


con su hermano entra un placer inmenso de verse tratada
sin cumplidos.
Pero qu es lo que te ocurre? exclam al ver que
los ojos de su hermano estaba hmedos de lgrimas.
Nada, nada, Eva dijo cogindola por la cintura, atra
yndola hacia s y besndola en la frente y en los cabellos,
y luego en el cuello, con una sorprendente vehemencia,
T me ocultas algo.
Pues bien, has de saber que ella me ama.
Ya saba que no era a m a quien estabas besando
dijo en tono burln la pobre hermana, ruborizndose.
Todos seremos felices exclam Luciano engullendo
la comida a grandes cucharadas.
Todos? repiti Eva.
Inspirada por el mismo presentimiento que se haba
adueado de David, aadi:
Ahora nos vas a querer menos.
Cmo puedes creer tal cosa, conocindome como me
conoces?
Eva tendi la mano para estrechar la de su hermano;
luego quit el plato vaco, la sopera de barro, y present
la fuente que haba preparado. En lugar de comer, Luciano
volvi a leer la carta de la seora de Bargeton, que la
discreta Eva no le pidi que le ensease, tanto era el res
peto que senta por su hermano. Si ste quera comuni
crsela, ella deba aguardar; y si l no quera, acaso poda
exigrselo? Eva aguard. La carta deca lo siguiente:
Amigo mo, por qu habra yo de negarle a vuestro
hermano en ciencia el apoyo que a vos os he prestado?'
A mis ojos, lo.s talentos poseen derechos iguales; pero ig
noris los prejuicios de las personas que componen mi
sociedad. No conseguiremos que reconozcan la nobleza de
la inteligencia aquellos que son la aristocracia de la igno
rancia. Si no soy bastante poderosa para imponerles al
seor David Schard, os har gustosa el sacrificio de esas
pobres personas. Ser como una hecatombe de tiempos
antiguos. Pero, querido amigo, sin duda no querris obli
garme a aceptar la compaa de una persona cuya inteli-

LOS DOS POETAS

365

gencia o cuyas maneras pudieran no agradarme. Vuestras


lisonjas me han enseado hasta qu grado puede cegarnos
la amistad! Me guardis rencor, si pongo a mi consenti
miento una restriccin? Quiero ver a vuestro amigo, juz
garlo, saber por m misma, en inters de vuestro porvenir,
si no os equivocis. Acaso no se trata de uno de esos
cuidados que debe tener para con vos, mi querido poeta,
L u i s a d e N g r e p e l is s e ? "

Luciano ignoraba con qu arte el s se emplea en la


buena sociedad para llegar al no, y el no para traer un s.
Esta carta fue un triunfo para l. David ira a casa de la
seora de Bargeton, brillara en ella con la majestad del
genio. En la embriaguez que le causaba una victoria que
le hizo creer en el poder de su ascendiente sobre las per
sonas, adopt una actitud tan orgullosa, tantas esperanzas
se reflejaron en su rostro, produciendo en l un fulgor ra
diante, que su hermana no pudo por menos de decirle
que estaba hermoso.
Si esa mujer es inteligente, es forzoso que te ame!
Y entonces esta noche estar preocupada, porque las muje
res van a hacerte mil coqueteras. Estars muy guapo le
yendo tu San Juan en Patmos. Quisiera ser un ratn paia
introducirme en esa casa. Ven* he preparado lo que has de
ponerte en la habitacin de nuestra madre.
Aquella habitacin denotaba una miseria decente. Haba
una cama de madera de nogal, con cortinas blancas, y al
pie de la cual se extenda una delgada alfombra verde.
Una cmoda con la parte superior de madera, adornada
con un espejo, y unas sillas de nogal completaban el mobi
liario. Encima de la chimenea, un reloj recordaba los das
de la vida cmoda y desahogada que se haban esfumado.
Las paredes estaban tapizadas con un papel gris de flores
tambin grises. El suelo, de ladrillos pintados con almagre,
y fregado por Eva, resplandeca de limpio. En el centro
de este aposento haba un velador, en el cual, sobre una
bandeja roja con flores doradas, veanse tres tazas y un
azucarero de porcelana de Limoges. Eva dorma en un
gabinete contiguo que contena una cama estrecha, una

366

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

vieja poltrona y una mesa para labores junto a la ventana.


La exigidad de este camarote de marino exiga que la
vidriera permaneciese siempre abierta con objeto de que
le diera el aire. A pesar de la escasez que se reflejaba en
todos los detalles, la modestia de una vida estudiosa res
piraba en aquella estancia. Para quienes conocan a la
madre y a los hijos, aquel espectculo ofreca armonas
conmovedoras.
Luciano se estaba poniendo la corbata cuando los pasos
de David se dejaron or en el pequeo patio, y el impresor
apareci en seguida con el aire y las maneras de un hombre
que tiene prisa en llegar.
David! exclam el ambicioso. Triunfamos! Esa
mujer me ama! Irs!
No dijo el impresor con aire confuso, vengo a
darte las gracias por esta prueba de amistad que me ha
inducido a graves reflexiones. Mi vida, Luciano, se ha dete
nido. Yo soy David Schard, impresor del rey en Angulema,
y cuyo nombre se lee en todas las paredes al pie de los
anuncios. Para las personas de esa casta, yo soy un arte
sano, un negocente, si quieres, pero un industrial estable
cido en una tienda, en la calle de Beaulieu, esquina a la
plaza del Mrier. Todava no tengo ni la fortuna de un
Keller, ni la fama de un Desplein, dos clases de poder que
los nobles tratan an de negar, pero que, en esto estoy de
acuerdo con ellos, no son nada sin el don de gentes y las
maneras del gentilhombre. Con qu medios puedo yo ligitimar esta sbita elevacin? Hara que se burlasen de m
tanto los burgueses como los nobles. T te encuentras en
una situacin distinta. Un director de imprenta no est
comprometido a nada. Trabajas para adquirir conocimien
tos indispensables para triunfar, puedes explicar tus ocu
paciones actuales por tu porvenir. Por otra parte, maana
puedes emprender otra cosa, estudiar leyes, diplomacia o
entrar en la Administracin. En fin, no ests encasillado.
Aprovchate, de tu virginidad social, camina solo y echa
mano de los honores. Saborea todos los placeres, incluso
aquellos que la vanidad procura. S feliz, yo gozar con
tus xitos, vers en m a un segundo t mismo. S, mi ima
ginacin me permitir vivir de tu vida. Para ti las fiestas,

LOS DOS POETAS

367

el esplendor del mundo y los rpidos resortes de sus


intrigas. Para m la vida sobria y laboriosa del comerciante,
y las lentas ocupaciones de la ciencia. T sers nuestra
aristocracia dijo mirando a Eva. Cuando vaciles, en
contrars mi brazo para sostenerte. Si has de lamentarte
de alguna traicin, podrs reigiarte en nuestros corazo
nes, encontrars en ellos un amor inalterable. La protec
cin, el favor, la buena voluntad de las personas, divididos
sobre nuestras cabezas, podran cansarse, nos perjudicara
mos los dos; camina delante, t me remolcars si es pre
ciso. Lejos de envidiarte, yo me consagrar a ti. Lo que
acabas de hacer por m, arriesgndote a perder a tu bien
hechora, tu amante quizs, antes que abandonarme, antes
que renegar de m, esta cosa tan sencilla y tan grande, Lu
ciano, me unir an ms a ti, si no fusemos ya como dos
hermanos. No tengas remordimientos ni te preocupe el
que parezca que eliges la parte ms fuerte. Este reparto
a la Montgommery, entra en mis gustos. En fin, aunque
me ocasionars algunos tormentos, quin sabe si no habr
de estarte eternamente agradecido?
Diciendo estas palabras, desliz la ms tmida de las
miradas hacia Eva, quien tena los ojos llenos de lgrimas,
porque todo lo adivinaba.
En fin dijo a Luciano, asombrado, eres guapo, ele
gante, sabes vestir bien, pareces un noble con tu traje azul
con botones amarillos, con un simple pantaln de mahn;
en cambio, yo, parecera un obrero en medio de esas gentes,
sera desmaado, estara cohibido, dira tonteras o no dira
nada en absoluto: t, para obedecer al prejuicio de los
apellidos, puedes tomar el de tu madre, hacerte llamar
Luciano de Rubempr; yo soy y seguir siendo siempre
David Schard. Todo te sirve a ti y a m todo me perju
dica en la sociedad a la que vas. T has sido hecho para
triunfar en ella. Las mujeres adorarn tu cara de ngel.
No es cierto, Eva?
Luciano salt al cuello de David y le bes. Aquella mo
destia pona fin a muchas dudas, a muchas dificultades.
Cmo no habra de redoblar su cario por un hombre
que llegaba a hacer por amistad las mismas reflexiones que
l acababa de hacer por ambicin? El ambicioso y el ena

368

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

morado vean allanado el camino, el corazn del joven y


del amigo sentanse inundados de gozo. Fue uno de aquellos
raros momentos de la vida en los que todas las fuerzas se
ponen suavemente tensas, en que todas las cuerdas vibran
al dar sonidos llenos y vigorosos. Pero aquella sabidura
de un alma hermosa excitaba an en Luciano la tendencia
que induce al hombre a atribuirlo todo a s mismo. Todos
decimos, ms o menos, como Luis XV: el Estado soy yo!
La exclusiva ternura de su madre y de su hermana, la
abnegacin de David y la costumbre que tena de verse
objeto de los esfuerzos secretos de aquellos tres seres, le
daban los vicios del hijo de familia, engendraban en l aquel
egosmo que devora al noble, y que la seora de Bargeton
alentaba incitndole a olvidar sus obligaciones para con su
hermana, su madre y David. Todava no ocurra nada, pero
no haba que temer que, al extender a su alrededor el
crculo de su ambicin, virase obligado a no pensar ms
que en l y slo en l?
Pasada esa emocin, David hizo observar a Luciano que
su poema de San Juan en Patmos era quiz demasiado b
blico para ser ledo delante de una sociedad para la cual
la poesa apocalptica deba ser poco familiar. Luciano, que
se presentaba ante el pblico ms difcil del Chareta, pare
ci inquieto. David le aconsej que se llevara el libro de
Andrs de Chnier, y que sustituyera un placer dudoso por
uno cierto. Luciano lea a la perfeccin, agradara necesa
riamente y mostrara una modestia que sin duda habra
de serle til. Como la mayor parte de los jvenes, daban
a la gente de mundo su inteligencia y sus virtudes. Si la
juventud, que no ha fracasado todava, carece de indulgen
cia para las faltas de los dems, tambin les presta sus
magnficas creencias. Es preciso haber tenido una gran
experiencia de la vida antes de reconocer que, segn una
frase ocurrente de Rafael, comprender es igualar. En gene
ral, el sentido necesario para comprender la poesa es raro
en Francia, donde la inteligencia seca en seguida la fuente
de las santas lgrimas del xtasis, donde nadie quiere
tomarse la molestia de buscar lo sublime, de sondearlo
para descubrir lo infinito. Luciano iba a tener su primera
experiencia de las ignorancias y de las frialdades munda-

LOS DOS POETAS

369

as. Pas por casa de David para coger el volumen de


poesas.
Cuando los dos amantes se encontraron solos, David se
hall ms cohibido que en ningn otro momento de su vida.
Presa de mil terrores, deseaba y tema un elogio, quera
huir, porque el pudor tiene tambin su coquetera. El pobre
amante no se atreva a decir una palabra que tuviera la
apariencia de buscar una frase de gratitud; encontraba
comprometedoras todas las palabras, y se mantena ca
llado, guardando una actitud de criminal. Eva, que adivi
naba las torturas de aquella modestia, complacise en go
zar de aquel silencio; pero cuando David cogi el sombrero
para marcharse, la joven sonri.
Seor David le dijo, si vos no pasis la velada en
casa de la seora de Bargeton, nosotros podemos pasarla
juntos. Hace muy buen tiempo, queris que vayamos a
dar un paseo a la orilla del Charenta? Hablaremos de Lu
ciano.
David sinti deseos de prosternarse ante aquella deli
ciosa joven. Eva haba puesto en el sonido de su voz recom
pensas inesperadas; haba, con la ternura del acento, re
suelto las dificultades de aquella situacin; su proposicin
era ms que un elogio, era el primer favor del amor.
Solamente dijo al ver un gesto que hizo David
dejadme unos instantes para que me vista.
David, que nunca haba sabido lo que era una tonada,
sali canturreando, lo cual sorprendi al honrado Postel
y le inspir violentas sospechas acerca de las relaciones
de Eva y el impresor.
Las ms pequeas circunstancias de aquella velada in
fluyeron mucho en Luciano, al que su carcter induca a
escuchar las primeras impresiones. Como todos los aman
tes inexpertos, lleg tan temprano, que Luisa no estaba
an en el saln. El seor de Bargeton se encontraba all
solo. Luciano haba iniciado ya su aprendizaje de las pe
queas cobardas por las cuales el amante de una mujer
casada compra su felicidad y que dan a las mujeres la
medida de lo que ellas pueden exigir; pero todava no se
haba encontrado cara a cara con el seor de Bargeton.
Aquel hidalgo era una de esas cortas inteligencias esta

370

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

blecidas entre la inofensiva nulidad que todava comprende


y la orgullosa estupidez que no quiere aceptar ni entender
nada. Penetrado de sus deberes para con la sociedad, y
esforzndose por serle agradable, haba adoptado la sonrisa
del bailador como nico lenguaje. Contento o descontento,
sonrea. Sonrea ante una noticia desastrosa y al anuncio
de un fausto acontecimiento. Aquella sonrisa responda
a todo por las expresiones que le confera el seor de
Bargeton. Si era absolutamente necesaria una aprobacin
directa, reforzaba su sonrisa con una risa complaciente, no
soltando una palabra ms que en ltimo extremo. Una
entrevista cara a cara le haca experimentar el nico apuro
que complicaba su vida vegetativa, vease entonces obligado
a buscar algo en la inmensidad de su vaco interior. La
mayor parte del tiempo sala de apuros recordando las
ingenuas costumbres de su infancia: pensaba en voz alta,
os iniciaba en los menores detalles de su vida; os manifes
taba sus necesidades, sus pequeas sensaciones que, para
l, parecanse a ideas. No hablaba de la lluvia ni del buen
tiempo; no daba en los lugares comunes de la conversacin
por los cuales se salvan los imbciles, dirigase a los ms
ntimos intereses de la vida.
Por complacencia hacia la seora de Bargeton de
ca, he comido esta maana temer, que a ella tanto le
gusta, y me ha dolido mucho el estmago. Saba que me
pasara esto y, sin embargo, la he comido. Podrais expli
crmelo?
O bien:
Tendr que llamar para que me traigan un vaso de
agua azucarada, queris vos tambin uno, para la misma
ocasin?
Otras veces:
Maana montar a caballo y me ir a ver a mi suegro.
Estas pequeas frases, que no soportaban la discusin,
arrancaban un no o un s al interlocutor, y la conversacin
languideca. El seor de Bargeton imploraba entonces la
asistencia de su visitante apuntando hacia el oeste con su
nariz de viejo dogo asmtico; os miraba con sus grandes
ojos de color diferente, de un modo que significaba: De
cais? Los fastidiosos que ansiaban hablar de s mismos,

LOS DOS POETAS

371

l los quera mucho, les escuchaba con una proba y deli


cada atencin que le granjeaba entre ellos gran estima, de
forma que los charlatanes de Angulema le atribuan una
socarrona inteligencia, y pretendan que se le juzgaba mal.
As, cuando no tenan otros oyentes, aquellas personas
venan a terminar sus relatos o sus razonamientos en compa
a del gentilhombre, seguros de encontrar su sonrisa enco
mistica. Estando siempre lleno el saln de su mujer, gene
ralmente se encontraba en l a gusto. Se ocupaba de los
detalles ms insignificantes: miraba al que entraba, salu
daba sonriendo y conduca ante su mujer al recin llegado;
espiaba a los que se marchaban, y les acompaaba aco
giendo sus despedidas con su eterna sonrisa. Cuando la
velada era animada y vea que cada cual estaba ocupado
en sus cosas, el feliz mudo permaneca sobre sus altas
piernas como una cigea sobre sus patas, pareciendo es
cuchar una conversacin poltica; o bien iba a estudiar las
cartas de un jugador sin comprender nada, porque no saba
ningn juego; o se paseaba tomando rap y haciendo la
digestin penosamente. Nas era el lado bueno de su vida,
le daba goces infinitos. Cuando ella desempeaba su papel
de duea de la casa, l se repantigaba en una poltrona,
admirndola; porque ella hablaba por l; adems, haba
hallado un placer en buscar el sentido de sus frases, y como
a menudo no las comprenda ms que al cabo de mucho
rato de haber sido pronunciadas, se permita sonrisas que
partan como balas enterradas y que luego despiertan. Por
otra parte, el respeto que profesaba a su mujer rayaba en
la adoracin. Una adoracin cualquiera no basta para ser
feliz en la vida? Como persona inteligente y generosa, Nas
no haba abusado de sus ventajas reconociendo en su ma
rido la naturaleza fcil de un nio que slo requiere ser
gobernado. Haba cuidado de l como se cuida un abrigo;
lo mantena limpio, lo cepillaba, lo guardaba, lo ahorraba;
y sintindose de tal modo tratado, el seor de Bargeton
haba contrado por su mujer un afecto canino. Es tan
fcil dar una felicidad que no cuesta nada! La seora de
Bargeton, no conociendo en su marido ningn otro placer
ms que el de la buena mesa, haca que gozase de exce
lentes comidas, tena compasin de l, nunca se quejaba;

372

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

y algunas personas, al no comprender el silencio de su


orgullo, prestaban al seor de Bargeton virtudes escondi
das. Por otra parte, Nas le haba disciplinado militar
mente, y la obediencia de aquel hombre a la voluntad de
su mujer era pasiva. Ella le deca: Haz una visita al seor
o a la seora tal o cual", y l iba disciplinado como un
soldado. As, delante de ella se mantena en actitud rgida
e inmvil. En aquellos momentos se hablaba de nombrar
diputado a aquel mudo. Luciano no haca mucho tiempo
que frecuentaba la casa para haber levantado el velo bajo
el cual se esconda aquel carcter inimaginable. El seor
de Bargeton, sepultado en su poltrona, pareciendo verlo
y comprenderlo todo, haciendo una dignidad de su silencio,
le pareca extraordinariamente imponente. En lugar de to
marle por un guardacantn de granito, Luciano hizo de
aquel hombre una esfinge temible, como consecuencia de
la tendencia que a las personas imaginativas induce a au
mentarlo todo o a prestar un alma a todas las formas,
y crey necesario halagarle.
He llegado el primero dijo saludando con un poco
ms de respeto que el que generalmente se le conceda
a aquel hombre.
Es natural respondi el seor de Bargeton;
Luciano interpret esta frase como la indirecta de un
marido celoso, psose colorado y se mir en el espejo, bus
cando el modo de recobrar su serenidad.
Vos vivs en el Houmeau dijo el seor de Bargeton;
las personas que viven lejos llegan siempre antes que las
que viven cerca.
A qu ser debido? dijo Luciano asumiendo un aire
simptico.
No lo s respondi el seor de Bargeton, que volvi
a su inmovilidad.
No habris querido investigarlo repuso Luciano. Un
hombre capaz de hacer la observacin puede encontrar la
causa.
Ah! dijo el seor de Bargeton Las causas finales.
Je, je!
Luciano se devan los sesos para reanimar la conver
sacin que all se estanc.

LOS DOS POETAS

373

La seora de Bargeton se estar vistiendo sin duda,


no? dijo, estremecindose ante la necedad de esta pre
gunta.
S, se est vistiendo respondi con naturalidad el
marido.
Luciano levant los ojos para mirar las dos vigas sa
lientes, pintadas de gris, y cuyo vaco estaba techado a
cielo raso, sin encontrar una frase adecuada; vio entonces,
no sin terror, la pequea araa de almendras de cristal,
despojada de su gasa y guarnecida de bujas. Las fundas
de los muebles haban sido quitadas y la seda roja mos
traba sus flores marchitas. Estos preparativos anunciaban
ua reunin extraordinaria. El poeta concibi ciertas dudas
respecto a su atuendo, porque iba con botas. Fue a mirar,
con el estupor del miedo, un jarrn japons que adornaba
una consola de guirnaldas de la poca de Luis XV; luego
temi desagradar a aquel marido si no le cortejaba un
poco, y decidi investigar si el hombre tena alguna aficin
que l pudiera halagar.
Raras veces sals de la ciudad, verdad, seor de Bar
geton? dijo acercndose a l.
Raras veces.
De nuevo el silencio. El seor de Bargeton espiaba como
una gata recelosa los menores movimientos de Luciano,
que estaba turbando su reposo. Cada uno de ellos tena
miedo del otro.
"Habr concebido sospechas a cerca de mis asiduida
des? pens Luciano. Porque me parece sumamente hos
til."
En aquel momento, afortunadamente para Luciano, que
se hallaba muy cohibido al tener que sostener las miradas
inquistas con las que el seor de Bargeton le examinaba
mientras l iba y vena, el viejo criado, que se haba puesto
una librea, anunci a Du Chtelet. El barn entr con gran
soltura, salud a su amigo Bargeton e hizo a Luciano una
ligera inclinacin de cabeza, que entonces estaba de moda,
pero que al poeta le pareci sumamente impertinente. Sixto
du Chtelet vesta un pantaln de blancura deslumbradora,
con trabillas interiores que lo mantenan en sus pliegues,
llevaba zapatos finos y medias de hilo escocs, y sobre su

374

H . DE BALZAC: LA-COM EDIA H U M A N A

blanco chaleco flotaba la cinta negra de su monculo. En


fin, su levita negra era notable por su corte y forma pari
sienses. Era el lechuguino al que sus antecedentes ya anun
ciaban; pero la edad le haba dotado de un pequeo vientre
redondo bastante difcil de contener dentro de los lmites
de la elegancia. Tease el cabello y las patillas blanqueadas
por los sufrimientos de su viaje, la cual le daba un aire
duro. Su tez, en otro tiempo delicada, haba adquirido el
color cobrizo de las personas que vuelven de las Indias;
pero sus movimientos, aunque ridculos por las pretensio
nes que conservaban, revelaban, sin embargo, al agradable
secretario de una Alteza Imperial. Cogi el monculo, mir
el pantaln de maltn, las botas y el chaleco azul de Lu
ciano, confeccionado en Angulema, en fin, a todo su rival
de pies a cabeza. Luego volvi a poner el monculo en el
bolsillo de su chaleco, como si hubiera dicho: "Estoy satis
fecho". Abrumado por la elegancia del financiero, Luciano
pens que tendra su desquite cuando mostrase a la reunin
su rostro animado por la poesa; pero no por ello dej de
experimentar un intenso sufrimiento, que continu el ma
lestar interior que la pretendida hostilidad del seor de
Bargeton le haba ocasionado. El barn pareca como si
dejara caer sobre Luciano todo el peso de su fortuna, para
mejor humillar aquella miseria. El seor de Bargeton, que
contaba con que no tendra que decir ya ni una sola palabra
ms, quedse consternado ante el silencio que guardaron
los dos rivales al examinarse el uno al otro; sin embargo,
cuando se encontraba al cabo de sus esfuerzos, tena siem
pre una pregunta que se reservaba como una pera para la
sed, y juzg necesario soltarla entonces, adoptando un aire
preocupado.
Bien, caballero dijo a Chtelet: qu hay de nue
vo? Se dice algo por ah?
Bueno respondi con mala intencin el director de
las contribuciones, lo nuevo es el seor Chardon. Dirigios
a l. Nos trais algn lindo poema? pregunt el travieso
barn arreglndose un ricito de la sien que se le antoj
fuera de su sitio.
Para saber si he triunfado, habra tenido que cnsul-

LOS DOS POETAS

375

taros respondi Luciano. Vos habis practicado la poe


sa antes que yo.
Bah! Algn que otro sainete hecho por pasar el rato,
canciones de circunstancias, romanzas que la msica ha
hecho resaltar, mi gran epstola a una hermana de Bonaparte (el muy ingrato!), no constituyen ttulos para la
posteridad.
En aquel momento, la seora de Bargeton apareci en
todo el esplendor de una toilette estudiada. Luca un tur
bante judo enriquecido con una horquilla oriental. Alre
dedor del cuello llevaba graciosamente una echarpe de
gasa bajo la cual brillaban los camafeos de un collar. El
vestido de muselina estampada, de manga corta, permitale
exhibir varios brazaletes en sus hermosos brazos de nivea
blancura. Este atuendo teatral encant a Luciano. El seor
Du Chtelet dirigi galantemente a aquella reina unos cum
plidos nauseabundos que la hicieron sonrer de placer, tan
dichosa se sinti al verse elogiada en presencia de Luciano.
No cambi ms que una mirada con su caro poeta, y res
pondi al director de las contribuciones mortificndole con
una cortesa que le dejaba excluido de su intimidad.
En aquel momento empezaron a llegar las personas invi
tadas. En primer lugar aparecieron el obispo y su vicario,
dos figuras dignas y solemnes, pero que formaban un vio
lento contraste: monseor era alto y delgado, su aclito
era bajito y gordo. Los dos tenan brillantes los ojos, pero
el obispo estaba plido y su vicario ofreca un rostro colo
rado rebosante de salud. Tanto en el uno como en el otro,
los gestos eran raros. Ambos parecan prudentes, su reserva
y su silencio intimidaban, pasaban por ser muy inteligentes.
Los dos sacerdotes fueron seguidos por la seora de
Chandour y su marido, personajes extraordinarios, que
parecan inverosmiles a las personas que desconocen las
provincias. El marido de Amelia, la mujer que se las daba
de antagonista de la seora de Bargeton, el seor de Chan
dour, al que llamaban Estanislao, era un joven todava
delgado a los cuarenta y cinco aos de edad, y cuya cara
pareca una criba. Su corbata estaba siempre anudada de
forma que presentaba dos puntas amenazadoras, la una a
la altura de la oreja derecha, la otra bajada hacia la cinta

376

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

roja de su cruz. Los faldones de su levita estaban violen


tamente revueltos. El chaleco, muy abierto, dejaba ver una
camisa hinchada, cerrada por agujas sobrecargadas de orfe
brera. En fin, todo su atuendo posea un carcter exage
rado que le daba tan grande semejanza con las caricaturas,
que al verle los forasteros no podan reprimir una sonrisa.
Estanislao se miraba continuamente con una especie de
satisfaccin, de arriba abajo, comprobando el nmero de los
botones de su chaleco, siguiendo las lneas sinuosas dibu
jadas por su estrecho pantaln, y acariciando sus piernas
con una mirada que se detena amorosamente en las puntas
de sus botas. Cuando cesaba de contemplarse de este modo,
sus ojos buscaban un espejo, examinaba si sus cabellos
conservaban el ondulado; interrogaba a las mujeres con
mirada feliz, inclinndose hacia atrs, metiendo uno de sus
dedos en el bolsillo de su chaleco, y colocando su cabeza
un poco ladeada, marrulleras de gallo que tenan xito
en la sociedad aristocrtica de la que l era el guapo. La
mayora de las veces sus frases contenan obscenidades
com o las que se decan en el siglo xvm. Este detestable
gnero de conversacin le procuraba algunos xitos con las
mujeres, a las que haca rer. El seor Du Chtelet comen
zaba a inspirarle inquietudes. En efecto, intrigadas por el
desdn del fatuo de las contribuciones indirectas, estimu
ladas por su afectacin en pretender que era imposible
hacerle salir de su marasmo, y picadas por su tono de
sultn orgulloso, las mujeres le buscaban an ms afano
samente que en la poca de su llegada, despus de que la
seora de Bargeton se haba enamorado del Byron de An
gulema. Amelia era una mujer bajita, gorda, blanca, de
negros cabellos, que todo lo exageraba, que hablaba alto,
moviendo la cabeza, como un pavo real mueve la cola, una
cabeza recargada de plumas en verano y de flores en in
vierno; bella habladora, pero que no poda acabar su pe
rodo verbal sin darle como acompaamiento los silbidos
de un asma inconfesado.
El seor de Saintot, llamado Astolfo, presidente de la
sociedad de agricultura, hombre de buenos colores, alto
V grueso, apareci remolcado por su mujer, especie de
figura bastante parecida a un helcho seco, a la que llama

LOS DOS POETAS

377

ban Lili, abreviacin de Elisa. Este nombre, que supona


en la persona algo pueril, contrastaba con el carcter y las
maneras de la seora de Saintot, mujer solemne, suma
mente devota, y jugadora difcil y quisquillosa. Astolfo pa
saba por ser un sabio de primer orden. Ignorante como una
carpa, haba escrito, sin embargo, los artculos Azcar y
Aguardiente en un diccionario de agricultura, dos obras pla
giadas en detalle de todos los artculos de los peridicos
y todas las obras antiguas en las que se trataba de estos
dos productos. Todo el departamento le crea ocupado en
un tratado sobre la agricultura moderna. Aunque perma
neciese toda la maana encerrado en su gabinete, todava
no haba escrito dos pginas desde haca doce aos. Si
alguien iba a verle, se dejaba sorprender emborronando
papeles, buscando una nota extraviada o cortando la pluma;
pero se pasaba en tonteras todo el tiempo que permaneca
en su gabinete: lea largo rato el peridico, esculpa tapo
nes con el cortaplumas, trazaba dibujos fantsticos en una
hoja de papel, hojeaba Cicern para coger al vuelo una
frase o pasajes cuyo sentido pudiera aplicarse a los aconte
cimientos del da; luego, por la noche, procuraba llevar la
conversacin hacia un tema que le permitiese decir;
Se encuentra en Cicern una pgina que parece haber
sido escrita para lo que sucede actualmente.
Entonces recitaba su pasaje con gran asombro de parte
de los oyentes, que decan entre s:
Verdaderamente, Astolfo es un pozo de ciencia.
Este curioso hecho se refera en toda la ciudad, y la
mantena en su halagadora opinin acerca del seor de
Saintot.
Despus de esta pareja, vino el seor de Bartas, llamado
Adriano, el hombre que cantaba las tonadas de bajo y que
tena enormes pretensiones en lo que a la msica se refiere.
El amor propio le haba establecido sobre el solfeo; haba
comenzado por admirarse a s mismo mientras cantaba,
luego se haba puesto a hablar de msica y haba terminado
por ocuparse de ella de un modo exclusivo. El arte musical
habase convertido para l en una monomana; no se ani
maba ms que cuando hablaba de msica, y padeca du
rante una velada hasta que le pedan que cantase. Una vez

378

H . DE BALZAC.:

LA COMEDIA H U M A N A

haba comenzado a cantar, su vida comenzaba tambin: se


exhiba, se alzaba sobre los talones al recibir felicitaciones,
hacase el modesto; pero, no obstante, iba de grupo en grupo
para cosechar elogios; luego, cuando todo haba sido dicho,
volva a la msica iniciando una discusin a propsito de
las dificultades de su cancin o alabando al compositor.
El seor Alejandro de Brebian, el hroe de la sepia, el
dibujante que infestaba las habitaciones de sus amigos con
producciones ridiculas y echaba a perder todos los lbumes
del departamento, acompaaba al seor de Bartas. Cada uno
de ellos daba el brazo a la mujer del otro. Segn la crnica
escandalosa, esta transposicin era completa. Las dos mu
jeres, Lolota (seora Carlota de Brebian) y Fifina (seora
Josefina de Bartas), igualmente preocupadas por un alfiler,
por un adorno, o pr algunos colores heterogneos, vivan
devoradas por el deseo de parecer parisienses, y descui
daban la propia casa, donde todo andaba mal. Si las dos
mujeres, apretadas como muecas dentro de unos vestidos
econmicamente confeccionados, ofrecan en ellas una expo
sicin de colores insolentemente peregrinos, los maridos se
permitan, en su calidad de artistas, un desalio provinciano
que haca que resultaran curiosos a la vista. Sus trajes
rados les daban el aspecto de los comparsas que en los
teatrillos representan a la alta sociedad invitada a las bodas.
Entre las figuras que desembocaron en el saln, una de
las ms originales fue la del conde de Senonches, aristo
crticamente llamado Jacobo, gran cazador, altivo, enjuto,
plido, amable como un jabal, arrogante como un vene
ciano, celoso como un moro, y que viva en buena inteli
gencia con el seor Du Hautoy, de otro modo llamado Francis, el amigo de la casa.
La seora de Senonches (Ceferina) era alta y hermosa,
pero cubiert ya de barrillos por cierto ardor de hgado
que la haca pasar por mujer exigente. Su talle esbelto y
sus delicadas proporciones le permitan unas maneras ln
guidas que olan a afectacin, pero que reflejaban la pasin
y los caprichos siempre satisfechos de una persona amada.
Francis era un hombre asaz distinguido, que haba aban
donado el consulado de Valencia y sus esperanzas en la
diplomacia, para irse a vivir a Angulema al lado de Cefe-

LOS DOS POETAS

379

ria, llamada tambin Zizina. El ex cnsul cuidaba de la


casa, se encargaba de la educacin de los nios, Ies ense
aba las lenguas extranjeras, y diriga la fortuna del seor
y de la seora de Senonches con entera abnegacin. La
Angulema noble, la Angulema administrativa, la Angulema
burguesa, haban comentado desde haca mucho tiempo la
perfecta unidad de aquel hogar de tres personas, pero, a la
larga, aquel misterio de trinidad conyugal pareci tan raro
y tan lindo, que el seor Du Hautoy habra parecido enor
memente inmoral si hubiera manifestado intenciones de
casarse. Por otra parte, la gente empezaba a sospechar
misterios inquietantes en el apego excesivo de la seora
de Senonches por una ahijada, llamada seorita de La Haye,
que le serva de dama de compaa, y a pesar de ciertas
imposibilidades aparentes ofrecidas por las fechas, se en
contraban parecidos asombrosos entre Francisca de La
Haye y Francis du Hautoy. Cuando Jacobo sala a cazar
por los contornos, todo el mundo le preguntaba por Fran
cis, y l contaba las pequeas indisposiciones de su inten
dente voluntario, que le daban pie para estar con su mujer.
Esta ceguedad pareca tan curiosa en un hombre celoso,
que sus amigos disfrutaban hacindola resaltar y la anun
ciaban a aquellos que no conocan el misterio, con objeto
de divertirles. El seor Du Hautoy era un precioso dandy
cuyos pequeos cuidados personales haban degenerado ha
cia el amaneramiento y la puerilidad. Se ocupaba de su
tos, de su sueo, de su digestin y de su comer. Ceferina
haba hecho que su facttum se convirtiera en un melin
droso; ella le enguataba, le encapillaba, le medicaba, le
atiborraba de manjares escogidos; le recetaba o le prohiba
tal o cual alimento, le bordaba chalecos, cabos de corbata,
y pauelos; haba terminado por acostumbrarle a llevar
cosas tan lindas, que le metamorfoseaba en una especie de
dolo japons. Su armona era, por otra parte, completa.
Zizina miraba con cualquier pretexto a Francis, y ste pare
ca extraer sus ideas de los ojos de Zizina. Criticaban, son
rean juntos, y parecan consultarse hasta para decir los
ms sencillos buenos das.
El ms rico propietario de los contornos, el hombre por
todos envidiado, el seor marqus de Pimentel y su mujer,

380

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

que reunan entre los dos cuarenta mil libras de renta, y


pasaban el invierno en Pars, llegaron del campo en calesa
con sus vecinos, el seor barn y la seora baronesa de
Rastignac, acompaados de la ta de la baronesa y de sus
hijas, dos encantadoras jvenes, muy educadas, pobres, pero
vestidas con aquella sencillez que tanto hace resaltar los
encantos naturales. Aquellas personas, que ciertamente
constituan la minora selecta de la reunin, fueron recibi
das con un fro silencioso y un respeto preado de celos,
sobre todo cuando vieron la distincin de la acogida que
les dispensaba la seora de Bargeton. Aquellas dos familias
pertenecan al pequeo grupo de personas que en las pro
vincias se mantienen por encima de los comadreos, no fre
cuentan ninguna sociedad, viven en un retiro silencioso y
guardan una imponente dignidad. El seor de Pimentel y el
seor de Rastignac eran interpelados por sus ttulos; nin
guna familiaridad mezclaba a sus mujeres ni a sus hijas
en la alta sociedad de Angulema, estaban demasiado pr
ximos a la nobleza de corte para perder el tiempo en las
bobadas provincianas.
El prefecto y el general llegaron los ltimos, acompaa
dos del hidalgo rural que por la maana haba llevado a la
imprenta de David su memoria sobre los gusanos de seda.
Era sin duda algn alcalde de distrito recomendable por
sus buenas propiedades; pero su modo de hablar y de vestir
revelaban que careca del hbito de frecuentar la sociedad;
sentase cohibido dentro de su ropa, no saba dnde poner
las manos, giraba alrededor de su interlocutor mientras
hablaba, se levantaba y volva a sentarse para responder
cuando le dirigan la palabra, pareca dispuesto a prestar
un servicio domstico; mostrbase sucesivamente obsequio
so, inquieto, grave, se apresuraba a rer un chiste, escu
chaba de un "modo servil, y a veces adoptaba un aire soca
rrn creyendo que se burlaban de l. Varias veces durante
la velada, impulsado por su memoria, trat de hablar de
gusanos de seda; pero el desdichado seor de Sverac fue
a caer en manos del seor de Bartas, que le contest ha
blando de msica, y en las del seor de Saintot, que le cit
a Cicern. Hacia la mitad de la velada, el pobre alcalde
termin por entenderse con una viuda y su hija, la seora

LOS DOS POETAS

381

y la seorita Du Brossard, que no eran las dos figuras


menos interesantes de aquella sociedad. Una sola palabra
lo dir todo: eran tan pobres como nobles. Presentaban en
su atuendo aquella pretensin al lujo que revela una secre
ta miseria. La seora Du Brossard alababa con muy poca
habilidad y en todo momento a su alta y gruesa hija, de
veintisiete aos de edad, que pasaba por ser muy hbil
tocando el piano; le haca compartir oficialmente todas las
aficiones de los jvenes por casar, y en su deseo de colocar
a su querida Camila, en una misma velada haba preten
dido que a sta le encantaba la vida errante de las guar
niciones y la vida sosegada de los propietarios que cultivan
sus tierras. Las dos posean aquella dignidad agridulce de
las personas a las que todo el mundo se complace en com
padecer, por quienes la gente se interesa por egosmo, y
que han sondeado el vaco de las frases consoladoras con
las que el mundo extrae un placer del hecho de acoger a los
desgraciados. El seor de Sverac contaba cincuenta y nue
ve aos, era viudo y no tena hijos; madre e hija escucharon
con devota admiracin los detalles que l les dio acerca
de sus criaderos de gusanos de seda.
A mi hija siempre le han gustado los animales dijo
la madre. Adems, como la seda que hacen esos anima
litos interesa a las mujeres, os pedir permiso para ir a
Sverac a mostrarle a mi Camila cmo se cosecha eso. Es
tan inteligente, que en seguida comprender todo lo que le
digis. Acaso no comprendi en un da la ran inversa
del cuadrado de las distancias?
Esta frase puso fin gloriosamente a la conversacin entre
el seor de Sverac y la seora Du Brossard, despus de
la lectura de Luciano.
Algunos contertulios se deslizaron familiarmente en me
dio de la reunin, as como dos o tres hijos de familia,
tmidos, silenciosos, engalanados como relicarios, felices por
haber sido invitados a aquella solemnidad literaria y el
ms atrevido de los cuales charl mucho rato con la seo
rita de La Haye. Todas las mujeres se alinearon, muy serias,
formando un crculo alrededor del cual los hombres se
quedaron de pie. Aquella asamblea de personas extraas,
de indumentaria heterclita, de caras serias, lleg a ser

382

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

impresionante para Luciano, cuyo corazn palpit cuando


se vio objeto de todas las miradas. Por muy audaz que
fuese, no sostuvo fcilmente aquella prueba, a pesar del
aliento que le infunda su amante, quien despleg el fausto
de sus reverencias y sus ms preciosas gracias al recibir
a los conspicuos personajes del Angoumois. El malestar
que experimentaba fue prolongado por una circunstancia
fcil de prever, pero que deba asustar a un joven todava
poco familiarizado con la tctica del mundo. Luciano, todo
ojos y odos, oase llamar seor de Rubempr por Luisa,
por el seor de Bargeton, por el obispo y por algunos com
placientes de la duea de la casa, y seor Chardon por la
mayor parte de aquel pblico tan temido. Intimidado por
las miradas interrogadoras de los curiosos, presenta su
apellido burgus al solo movimiento de los labios, y adivi
naba los juicios anticipados que se formulaban acerca de
l con aquella franqueza provinciana a menudo rayana en
la descortesa. Aquellos continuos alfilerazos le indispusie
ron an ms consigo mismo. Aguard con impaciencia el
momento de dar comienzo a su lectura, con objeto de
asumir una actitud que pusiera fin a su suplicio interior;
pero Jacobo refera su ltima partida de caza a la seorita
de Pimentel; Adriano hablaba del ltimo astro musical, de
Rossini, con la seorita Laura de Rastignac; Astolfo, que
se haba aprendido de memoria de una revista la descrip
cin de un nuevo arado, hablaba de esto con el barn.
Luciano, pobre poeta, no saba que ninguna de aquellas
inteligencias, salvo la de la seora de Bargeton, era incapaz
de comprender la poesa. Todas aquellas personas, faltas de
emociones, haban acudido engandose a s mismas sobre
la naturaleza del espectculo que Ies aguardaba. Hay pala
bras que, semejantes a las trompetas, a los cmbalos, a los
tambores de los saltimbanquis, atraen siempre al pblico.
Las palabras belleza, gloria, poesa, tienen sortilegios que
seducen a los espritus ms bastos.
Cuando todo el mundo hubo llegado, cuando las charlas
hubieron tocado a su fin, no sin mil advertencias dadas
a los interruptores por el seor de Bargeton, al que su
mujer envi como un suizo de iglesia que hace resonar el
bastn sobre las losas, Luciano se sent ante la mesa re

LOS DOS POETAS

383

donda, al lado de la seora de Bargeton, experimentando


una violenta conmocin en el alma. Anunci, con voz trmu
la, que, para no defraudar la expectacin de nadie, iba a
leer las obras maestras recientemente descubiertas de un
gran poeta desconocido. Aunque las poesas de Andrs de
Chnier hubieran sido publicadas el ao 1819, nadie en
Angulema haba odo hablar an de este poeta. Todo el
mundo quiso ver en tal anuncio una artimaa de la seora
de Bargeton para no herir el amor propio del poeta y para
que los oyentes se encontraran ms a sus anchas. Luciano
ley primero El joven enfertno, que fue acogido con frases
aduladoras pronunciadas en voz baja. Luego El ciego, poe
ma que a aquellos espritus mediocres les pareci largo.
Durante su lectura, Luciano fue presa de uno de aquellos
sufrimientos infernales que slo pueden ser comprendidos
por eminentes artistas o por aquellas personas a quienes
el entusiasmo y una gran inteligencia colocan a su mismo
nivel. Para ser traducida por la voz, as como para ser
captada, la poesa requiere una atencin sagrada. Es pre
ciso que se establezca entre el lector y el auditorio una
ntima alianza, sin la cual no pueden tener efecto las elc
tricas comunicaciones de los sentimientos. Si falta esta
coherencia de las almas, el poeta se encuentra entonces
como un ngel que tratara de entonar un himno celestial
en medio de las risas y burlas del infierno. Ahora bien, en
la esfera en que se desarrollan sus facultades, los hombres
inteligentes poseen la vista circunspecta del caracol, el ol
fato del perro y el odo del topo; ven, huelen y oyen todo
a su alrededor. El msico y el poeta se saben admirados
o incomprendidos con la misma rapidez con que una planta
se agosta o se reanima en una atmsfera amiga u hostil.
Los susurros de los hombres que slo haban acudido all
por sus mujeres, y que hablaban unos con otros de sus
negocios, resonaban en el odo de Luciano por las leyes de
esa peculiar acstica; de la misma manera que vea los
hiatos simpticos de algunas mandbulas violentamente
entreabiertas, y cuyos dientes le hacan befa. Cuando, seme
jante a la paloma del diluvio, buscaba un rincn favorable
donde su mirada pudiera posarse, encontraba los ojos im
pacientes de personas que evidentemente pensaban aprove

334

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

charse de aquella reunin para interrogarse acerca de


algunos intereses positivos. Con excepcin de Laura de Ras
tignac, de dos o tres jvenes y del obispo, todos los asis
tentes se aburran. En efecto, aquellos que comprenden
la poesa, tratan de desarrollar en su alma lo que el autor
ha puesto en germen en sus versos; pero aquellos oyentes
glidos, lejos de aspirar el alma del poeta, ni siquiera escu
chaban sus acentos. Luciano experiment, pues, un desa
liento tan profundo, que un sudor fro empap su camisa.
Una mirada de fuego uisparada por Luisa, hacia la cual
se volvi, le dio el valor suficiente para concluir; pero su
corazn sangraba por mil heridas.
Encontris muy divertido todo esto, Fifina? dijo a
su vecina la flaca Lili, que quizs esperaba asistir a un
espectculo circense.
No me preguntis mi opinin, querida, los ojos se me
cierran tan pronto como oigo leer algo.
Espero que Nas no nos dar a menudo versos, por
la noche dijo Francis. Cuando oigo leer despus de
cenar, la atencin que me veo obligado a prestar perturba
mi digestin.
Pobre gatito mo le dijo Ceferina en voz baja
tomaos un vaso de agua con azcar.
Est muy bien declamado dijo Alejandro, pero
yo prefiero el whist.
Al or esta respuesta, que pas por ingeniosa a causa
del significado ingls de la palabra, algunas jugadoras pre
tendieron que el lector tena necesidad de descansar. Con
este pretexto, una o dos parejas se escabulleron hacia el
gabinete. Luciano, suplicado por Luisa, por la encantadora
Laura de Rastignac y por el obispo, volvi a despertar laatencin, gracias al bro contrarrevolucionario de los Yam
bos, que varias personas, seducidas por el calor con que
fueron declamados, aplaudieron sin comprenderlos. Esa
clase de gente es influible por la vociferacin, de la misma
manera que los paladares groseros son excitados por los
licores fuertes. Durante un instante en que se tomaron sor
betes, Ceferina envi a Francis a que viese el volumen, y
dijo a su vecina Amelia que los versos ledos por Luciano
estaban impresos.

LOS DOS POETAS

385

Es muy sencillo respondi Amelia con visible gozo,


el seor de Rubempr trabaja en una imprenta. Es dijo
mirando a Lolota como si una mujer hermosa se hiciera
ella misma los vestidos.
l mismo ha imprimido sus poesas dijronse las
mujeres.
Por qu se llama entonces seor de Rubempr? pre
gunt Jacobo. Cuando un noble trabaja con sus propias
manos, debe renunciar a su apellido.
Ha renunciado efectivamente al suyo, que era plebeyo
dijo Zizina, pero para tomar el de su madre, que es
noble.
Puesto que sus versos se hallan impresos, podemos
leerlos nosotros mismos dijo Astolfo.
Esta estupidez complic la cuestin hasta que Sixto du
Chtelet se dign decir a aquella ignorante concurrencia
que el anuncio no haba sido una precaucin oratoria, y que
aquellas hermosas poesas pertenecan a un hermano mo
nrquico del revolucionario Mara Jos Chnier. La socie
dad de Angulema, con excepcin del obispo, de la seora
de Rastignac y de sus dos hijas, a quienes aquella gran
poesa haba cautivado, creyse engaada y se ofendi a
causa de tamaa superchera. Elevse un sordo murmullo;
pero Luciano no lo oy. Aislado de aquel mundo odioso
por la embriaguez que le era producida por una meloda
interior, esforzbase en repetirla, y vea las caras como
a travs de ima nube. Ley la lgubre elega sobre el suici
dio, compuesta en estilo clsico, en la que se respira una
sublime melancola; luego aquella en la que se encuentra
este verso:
Tes vers sont doux, j'aime les rpter.
Tus versos son dulces, me gusta repetirlos.
Finalmente termin por el suave idilio titulado Nre.
Sumida en un delicioso sueo de la fantasa, con una
mano en sus bucles, que haba deshecho sin darse cuenta,
otra mano dejada colgando, con los ojos distrados, sola
en medio del saln, la seora de Bargeton sentase por

386

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

primera vez en su vida transportada a la esfera que le era


propia. Considerad cun desagradablemente vino a distraer
la Amelia, que se haba encargado de comunicarle los de
seos pblicos.
Nas, nosotros habamos venido para or las poesas
del seor Chardon, y vos nos dais versos impresos. Aunque
esos fragmentos sean muy lindos, por patriotismo esas
seoras preferiran vino de la regin.
No os parece que la lengua francesa se presta poco
a la poesa? dijo Astolfo al director de las contribucio
nes. Encuentro mil veces ms potica la prosa de Cicern.
La verdadera poesa francesa es la poesa ligera, la
cancin respondi Chtelet.
La cancin demuestra que nuestra lengua es muy mu
sical dijo Adriano.
A m me gustara conocer los versos que han ocasio
nado la prdida de Nas dijo Ceferina; pero la forma
en que ha acogido la peticin de Amelia, indica que no
est dispuesta a ofrecernos de ellos una muestra.
Ella se debe a s misma al hacrselos recitar repuso
Francisco, porque el talento de ese hombrecito es su jus
tificacin.
Vos, que habis sido diplomtico, alcanzadnos esto
dijo Amelia al seor Du Chtelet.
Nada ms fcil contest el barn.
El ex secretario de la princesa, acostumbrado a aquellos
pequeos manejos, fue al encuentra del obispo y supo po
nerle al corriente de lo que se trataba. Rogada por mon
seor, Nas viose obligada a pedir a Luciano algn frag
mento que supiese de memoria. El rpido xito del barn
en esta negociacin le vali una lnguida sonrisa de Amelia.
Decididamente, ese barn es muy ingenioso dijo a
Lolota.
Lolota se acordaba de la frase agridulce de Amelia acer
ca de las mujeres que s hacan ellas mismas los vestidos.
Desde cundo reconocis a los barones del Imperio?
djole sonriendo.
Luciano haba intentado deificar a su amante en una
oda que le dedic bajo un ttulo inventado por todos los
jvenes al salir del instituto. Esta oda, tan complaciente

LOS DOS POETAS

387

mente acariciada, embellecida por todo el amor que senta


en su corazn, parecile la nica obra capaz de competir
con la poesa de Chnier. Mir con aire bastante fatuo a la
seora de Bargeton diciendo: A ELLA! Luego se dispuso
muy ufano a desarrollar aquella pieza ambiciosa, porque
su amor propio de autor se senta a sus anchas tras las
faldas de la seora de Bargeton. En aquel momento, Nas
dej escapar su secreto a los ojos de las mujeres. A pesar
de la costumbre que tena de dominar a aquella sociedad
desde la altura de su inteligencia, no pudo por menos de
temblar por Luciano. Sintise cohibida, sus miradas pidie
ron en cierto modo indulgencia; luego viose obligada a per
manecer con los ojos bajos, a medida que iban desgrann
dose las estrofas siguientes.
A ELLE
Du sein de ces torrents de gloire et de lamiere,
O, sus des sistres dor, les anges attentifs,
Aux pieds de Jhova redisent la prire
De nos astres plaintifs;
Souvent un chrubin chevelure blonde,
Voilant leclat de Dieu sur son front arr,
Laisse aux parvis des cieux son plumage argent,
Et descend sur le monde.
II a compris de Dieu le bienfaisant regar:
Du gnie aux abois il endort la souffrance;
Jeune filie adore, il berce le vieillard
Dans les fleurs de lenfance;
II inscrit des mchants les tardifs repentirs;
A la mere inquite, il dit en reve. Espere!
Et, le coeur plein de joie, il compte les soupirs
Qu'on donne la misre.
De ces beaux messagers un seul est parmi nous,
Que la ierre amoureuse arrte dans sa route;
Mais il pleure, et poursuit dun regar triste et doux
La paternelle vote.
Ce nest point de son front l'clatante blancheur
Qui ma dit le secret de sa noble origine,

388

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Ni lclair de ses yeux, ni la fconde ardeur


De sa vertu divine.
Mais par tant de lueur mon amour bloui
A tent de sunir a sa sainte nature,
Et du terrible archange il a heurt sur lui
L'impntrable armure.
Ah! gardez, gardez bien de lui laisser revoir
Le brillant sraphin qui vers les cieux revole;
Trop tt il en saurait la magique parole
Qui se chante le soir!
Vous verriez alors, des nuits pergant les voiles,
Comme un point de Vaurore, atteindre les toiles
Par un vol fratemel;
Et le marin qui veille, attendent un prsage,
De leurs pieds lumineux montrerait le passage,
Comme un phare temel.
A ELLA
Desde el seno de aquellos torrentes de gloria y de luz,
donde, con sistros de oro, los ngeles atentos, a los pies
de Jehov repiten la plegaria de nuestros astros quejum
brosos;
A menudo un querubn de rubia cabellera, velando el
fulgor de Dios en su frente, deja en los atrios celestiales
su plateado plumaje, y al mundo desciende.
Ha comprendido de Dios la mirada bienhechora: del ge
nio en cierne mitiga el sufrimiento; joven adorada, acuna
al anciano en las flores de la infancia;
Inscribe de los malvados el tardo arrepentimiento; a la
madre inquieta le dice en sueos: Espera! y, con el
corazn lleno de gozo, cuenta los suspiros que se dan a la
miseria.
De esos bellos mensajeros uno slo se halla entre noso
tros, al que la tierra amorosa detiene en su camino;
pero l llora, y con mirada triste y dulce contempla la
paternal bveda.
No es en modo alguno la blancura deslumbrante de su
frente quien me ha revelado el secreto de su noble ori

LOS DOS POETAS

389

gen ni el fulgor de sus ojos, ni el fecundo ardor de su


virtud divina.
Pero deslumbrado, mi amor por tanta luz ha tratado de
unirse a su santa naturaleza, y del terrible arcngel ha
tropezado con la impenetrable armadura.
Ah!, guardaos muy bien de dejar que vuelva a contem
plar al brillante serafn que hacia los cielos remonta el
vuelo; tarde o temprano sabra la mgica palabra que
por la noche se canta! Entonces le verais atravesando
el velo de la noche como un punto de la aurora, llegar
a las estrellas con vuelo fraternal; y el marino que
vela, aguardando un presagio, de sus pies luminosos mos
trara la estela, cual eterno faro.
Vos comprendis ese retrucano? dijo Amelia al
seor Du Chtelet con una mirada llena de coquetera.
Son versos como todos nosotros, quien ms, quien me
nos, hemos hecho al salir del colegio respondi el barn
con un aire aburrido, para obedecer a su papel de juzgador
al que nada asombra. En otro tiempo nos daba por las
brumas osinicas. Se trataba de Malvinas, de Fingales, de
apariciones vagas y nebulosas, y de guerreros que salan
de sus tumbas con estrellas en lo alto de sus cabezas. Ac
tualmente este baturrillo potico es sustituido por Jehov,
por los sistros, los ngeles, las plumas de los serafines y
por todo el guardarropa del cielo remendado con las pala
bras inmenso, infinito, soledad e inteligencia. Se trata de
lagos, de palabras de Dios, una especie de pantesmo cris
tianizado, enriquecido con rimas raras, muy rebuscadas,
como gladiolo y Mausolo. En fin, hemos cambiado de lati
tud; en lugar de encontrarnos al Norte, estamos a Oriente,
pero no por ello son ms densas las tinieblas.
Si la oda es oscura dijo Ceferina, la declaracin
se me antoja muy clara.
Y la armadura del arcngel es un vestido de muselina
bastante ligero aadi Francis.
Aunque la cortesa exigiese que se encontrase la oda su
mamente fascinante a causa de la seora de Bargeton, las
mujeres, furiosas por no tener poeta a su servicio para que
las tratase de ngeles, se levantaron como aburridas, mur

390

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

murando con aire glacial: muy bien, muy lindo, perfecto.


Si me amis, no felicitaris ni al autor ni a su ngel
dijo Lolota a su caro Adriano con un aire desptico al
que ste tuvo que obedecer.
Despus de todo, se trata de frases murmur Ceferina Francis, y el amor es una poesa en accin.
Acabis de decir, Zizina, una cosa que yo pensaba,
pero que no habra sabido expresar en forma tan delicada
repuso Estanislao, examinndose a s mismo de arriba
abajo con mirada acariciadora.
Yo no s lo que dara murmur Amelia a Du Chtelet para que se le rebajasen los humos a Nas, que se
hace tratar de arcngel, como si fuera ms que nosotras,
y que nos est encanallando con el hijo de un boticario
y de una enfermera, que trabaja en una imprenta y cuya
hermana es una planchadora.
Ya que su padre venda galletas contra las lombrices
dijo Jacobo, tena que haber hecho que su hijo comiera
de ellas.
Contina el oficio de su padre, porque lo que acaba
de darnos nos parece una medicina repuso Estanislao,
asumiendo una de sus actitudes ms provocativas. Medi
cina por medicina, yo preferira otra cosa.
En un momento, todos se haban puesto de acuerdo para
humillar a Luciano con alguna frase de irona aristocrtica.
Lili, la devota, vio una accin caritativa en el acto de decir
que ya era hora de aconsejar a Nas, la cual estaba a punto
de hacer una locura. Francis, el diplomtico, se encarg de
llevar a buen trmino aquella estpida conspiracin en la
que toda aquella gente mediocre se interes como en el
desenlace de un drama, y en la que vieron una aventura
que contar al da siguiente. El ex cnsul, que se preocupaba
poco por tener que batirse con un joven que, en presencia
de su amante, se pondra furioso al or una palabra insul
tante, comprendi que era preciso asesinar a Luciano con
un hierro sagrado contra el cual la venganza fuera impo
sible. Imit el ejemplo que le haba dado el hbil Du Chtelet cuando se trat de lograr que Luciano dijese versos
suyos. Fue a charlar con el obispo fingiendo compartir el
entusiasmo que la oda haba inspirado a Su Ilustrsima;

LOS DOS POETAS

3 91

luego le enga hacindole creer que la madre de Luciano


era una mujer superior y de extraordinaria modestia, que
suministraba a su hijo los temas de todas sus composicio
nes. El mayor placer para Luciano era ver que se haca
justicia a su madre, a la que adoraba. Una vez inculcada
esta idea al obispo, Francis confi en el azar de la conver
sacin para lograr que se pronunciara la palabra ofensiva
que l haba meditado hacer decir a Monseor. Cuando
Francis y el obispo volvieron al crculo en cuyo centro se
encontraba Luciano, la atencin subi de punto entre las
personas que ya le estaban haciendo beber la cicuta a
pequeos sorbos. Completamente ajeno a las maniobras de
los salones, el pobre poeta slo saba mirar a la seora
de Bargeton y responder torpemente a las torpes preguntas
que le dirigan. Ignoraba los nombres y las cualidades de
la mayor parte de las personas presentes, y no saba qu
clase de conversacin haba de sostener con unas mujeres
que le decan unas tonteras de las cuales l se senta
avergonzado. Por otra parte, sentase a mil leguas de aque
llas divinidades angulemenses, al orse llamar ora seor
Chardon, ora seor de Rubempr, mientras que ellas se
llamaban Lolota, Adriano, Astolfo, Lili y Fifina. Su confu
sin lleg al colmo cuando, habiendo tomado Lili por
apellido, llam seor Lili al brutal seor de Senonches.
Aquel Nemrod interrumpi a Luciano con un: Seor
Lul?" que hizo a la seora de Bargeton sonrojarse hasta
las orejas.
Hace falta haber estado muy ciega para admitir aqu
y presentamos a ese pobre diablo dijo a media voz.
Seora marquesa dijo Ceferina a la seora de Pimentel, en voz baja, pero de forma que se la oyese, no
encontris un gran parecido entre el seor Chardon y el
seor de Cante-Croix?
El parecido es ideal respondi sonriendo la seora
de Pimentel.
La gloria tiene seducciones que uno puede confesar
dijo la seora de Bargeton a la marquesa. Hay muje
res que se enamoran de la grandeza como otras se enamo
ran de la pequeez aadi mirando a Francis.
Ceferina no comprendi, porque encontraba muy alto

392

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

a su cnsul, pero la marquesa se puso del lado de Nas al


echarse a rer.
Sois muy afortunado, seor dijo a Luciano el seor
de Pimentel, que se corrigi para llamarle seor de Rubempr, despus de haberle llamado Chardon, vos no debis
aburriros nunca, verdad?
Trabajis rpidamente? le pregunt Lolota, con el
mismo aire con que poda haber preguntado a un carpin
tero: "Tardis mucho tiempo en hacer una caja?"
Luciano quedse desconcertado ante este golpe brutal;
pero levant la cabeza al or que la seora de Bargeton
responda sonriendo:
Querida, la poesa no brota de la cabeza del seor de
Rubempr como la hierba en nuestros patios.
Seora dijo el obispo a Lolota, nunca sera bas
tante el respeto que pudiramos sentir para las nobles in
teligencias en las que Dios pone uno de sus rayos. S, la
poesa es cosa santa. Quien dice poesa, dice sufrimiento.
Cuntas noches silenciosas no habrn valido las estrofas
que vos admiris! Saludad con amor al poeta, que casi
siempre lleva una vida desgraciada, y a quien Dios ha reser
vado sin duda un lugar en el cielo entre sus profetas. Este
joven es un poeta aadi apoyando su mano en la frente
de Luciano, no veis alguna fatalidad impresa en esta
hermosa frente?
Feliz de verse tan noblemente defendido, Luciano salud
al obispo con una dulce mirada, sin saber que el digno pre
lado iba a ser su verdugo. La seora de Bargeton lanz
contra el crculo enemigo miradas llenas de triunfo, que se
hundieron, como otros tantos dardos, en el corazn de sus
rivales, cuya rabia fue en aumento.
Ah! Monseor respondi el poeta, esperando gol
pear aquellas cabezas imbciles con su cetro de oro, el
vulgo no tiene ni vuestra inteligencia ni vuestra caridad.
Nuestros dolores son ignorados, nadie sabe de nuestros
trabajos. El minero encuentra menos dificultad en extraer
el oro de la mina que nosotros en arrancar nuestras im
genes a las entraas de la ms ingrata de las lenguas. Si el
fin de la poesa consiste en poner las ideas en el punto
preciso en que todo el mundo pueda verlas y sentirlas, el

LOS DOS POETAS

393

poeta debe recorrer incesantemente la escala de las inte


ligencias humanas con objeto de satisfacerlas a todas; debe
esconder bajo los ms vivos colores la lgica y el senti
miento, dos poderes enemigos; necesita encerrar todo un
mundo de ideas en una sola palabra, resumir filosofas ente
ras en una descripcin; en fin, sus versos son semillas cuyas
flores deben abrirse en los corazones, buscando los surcos
cavados por los sentimientos personales. No hace falta
haberlo sentido todo, para poder expresarlo todo? Y sentir
intensamente, no es acaso sufrir? As, las poesas slo
nacen despus de penosos viajes emprendidos por las vas
tas regiones del pensamiento y de la sociedad. No fueron
trabajos inmortales aquellos a los que debemos criaturas
cuya vida se vuelve ms autntica que la de los seres que
vivieron realmente, como Clarisa de Richardson, Camila de
Chnier, Delia de Tbulo, Anglica del Ariosto, Aloestes de
Moliere, Fgaro de Beaumarchais, y Don Quijote de Cer
vantes?
Y vos, qu es lo que vais a crearnos? pregunt D
Chtelet.
Anunciar tales concepciones respondi Luciano,
no es darse patente de hombre genial? Por otra parte, estos
alumbramientos sublimes requieren una larga experiencia
del mundo, un estudio de las pasiones y de los intereses
humanos que yo no puedo haber realizado; pero ya estoy
empezando dijo con amargura, lanzando una mirada
vengativa hacia aquel crculo. El cerebro lleva desde hace
mucho tiempo...
Vuestro parto ser laborioso dijo el seor Du Haurtoy interrumpindole.
Vuestra excelente madre podr ayudaros aadi el
obispo.
Esta frase tan hbilmente preparada, esta venganza es
perada encendi en todos los ojos un relmpago de alegra.
En todas las bocas apareci una sonrisa de satisfaccin
aristocrtica, aumentada por la imbecilidad del seor de
Bargeton que se ech a rer al cabo de un rato.
Monseor, sois demasiado profundo para nosotros en
este momento, y esas damas no os comprenden dijo la
seora de Bargeton, que con estas solas palabras paraliz

394

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

las risas y atrajo sobre ella las asombradas miradas. Un


poeta que toma todas sus inspiraciones de la Biblia, tiene
en la Iglesia una verdadera madre. Seor de Rubempr,
recitadnos San Juan en Palmos, o el Banquete de Baltasar,
para mostrar a monseor que Roma sigue siendo la Magna
parens de Virgilio.
Las mujeres cambiaron una sonrisa al or que Nas deca
estas dos palabras latinas.
Al principio de la vida, los nimos ms valerosos no
estn exentos de momentos de abatimiento. Aquel golpe
haba precipitado de pronto a Luciano al fondo del agua;
pero golpe con el pie, y volvi a la superficie, jurndose a
s mismo que dominara a aquella sociedad. Como el toro
herido por mil dardos, irguise furioso, y se dispona a
obedecer a la voz de Luisa, declamando el San Juan en
Palmos; pero la mayor parte de las mesas de juego haban
atrado a sus jugadores, que volvan a caer en la rutina
de sus costumbres, encontrando en ella un placer que la
poesa no Ies haba dado. Adems, la venganza de tantos
amores propios irritados no habra sido completa sin el
desdn negativo que testimoniaron para la poesa indgena
abandonando a Luciano y a la seora de Bargeton. Todos
parecieron preocupados: ste fue a hablar de un camino
cantonal con el prefecto, aqul habl de variar los placeres
de la tertulia haciendo un poco de msica. La alta sociedad
de Angulema, sintindose mal juez en cuestiones de poesa,
senta especial curiosidad por conocer la opinin de los
Rastignac y de los Pimentel acerca de Luciano, y varias
personas fueron al grupo de stos. La alta influencia que
esas dos familias ejercan en el departamento era siempre
reconocida en las grandes circunstancias; todos les tenan
celos y les cortejaban, porque todo el mundo prevea que
habra de tener necesidad de su proteccin.
Qu os parece nuestro poeta y su poesa? dijo Jacobo a la marquesa en cuya propiedad cazaba.
Para ser versos de provincias dijo sonriendo, no
estn mal, por otra parte, un poeta tan guapo no puede
hacer mal ninguna cosa.
Todos encontraron adorable esta sentencia, y corrieron
a repetirla atribuyndole peor intencin de la que en reali

LOS DOS POETAS

395

dad haba tenido la marquesa al pronunciarla. Du Chtelet


fue entonces invitado a acompaar al seor de Bartas, que
asesin la sublime msica de Fgaro. Una vez abierta la
puerta a la msica, fue preciso escuchar la romanza caba
lleresca compuesta bajo el Imperio por Chateaubriand, can
tada por Du Chtelet. Luego vinieron las piezas a cuatro
manos, ejecutadas por unas nias, y reclamados por la
seora Du Brossard, que quera hacer brillar el talento de
su querida Camila a los ojos del seor de Sverac.
La seora de Bargeton, herida por el desprecio que todos
testimoniaban a su poeta, pag desdn con desdn, yendo
a su gabinete y permaneciendo en l todo el tiempo que en
el saln estuvieron haciendo msica. Fue seguida del obis
po, a quien su vicario haba explicado la profunda irona
de su involuntario epigrama, y que deseaba arreglar la
cosa. La seorita de Rastignac, a quien la poesa haba
cautivado, deslizse al interior del gabinete, a escondidas de
su madre. Al sentarse en su canap, al cual arrastr a Lu
ciano, Luisa pudo, sin ser oda ni vista, decirle al odo:
ngel querido, no te han comprendido! Pero...
"Tus versos son dulces, me gusta repetirlos."
Luciano, consolado por este halago, olvidse por un mo
mento de sus dolores.
No hay gloria a precio vil le dijo la seora de Bar
geton estrechndole la mano. Sufrid, sufrid, amigo mo,
seris grande, vuestros dolores sern el precio de vuestra
inmortalidad. Yo quisiera tener que soportar los trabajos
de una lucha. Dios os guarde de una vida inspida y sin
combates, donde las alas del guila no encuentran suficien
te espacio. Yo envidio vuestros sufrimientos, porque vos,
por lo menos, vivs. Desplegaris vuestras fuerzas y espe
raris una victoria. Vuestra lucha ser gloriosa. Cuando
hayis llegado a la esfera imperial en la que gobiernan las
grandes inteligencias, acordaos de las pobres personas des
heredadas de la fortuna, cuya inteligencia se aniquila bajo
la opresin de un azote moral y que perecen despus de
haber sabido constantemente lo que era la vida sin poder
vivir, que tuvieron ojos penetrantes y nada vieron, cuyo
olfato era delicado y slo percibieron el hedor de flores
pestilentes. Cantad entonces la planta que se seca al fondo

396

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

de una selva, sofocada por las lianas, por vegetaciones vora


ces, tupidas, sin haber sido amada por el sol, y que muere
sin haber florecido. No sera un poema de horrible me
lancola, un tema muy fantstico? Qu composicin tan su
blime la descripcin de una joven nacida bajo los cielos del
Asia o de alguna hija del desierto transportada a un fro
pas de Occidente, llamando a su sol bienamado, muriendo
de dolores incomprendidos, igualmente anonadada de fro
y de amor! Sera el trasunto de muchas existencias.
Vos describirais as el alma que se acuerda del cielo
dijo el obispo, un poema que ya hace tiempo debiera
haberse escrito, y que me ha complacido tener un frag
mento de l en el Cantar de los cantares.
Arriesgaos a esa empresa dijo Laura de Rastignac,
expresando una ingenua fe en el talento de Luciano.
Francia necesita un gran poema sacro dijo el obis
po. Creedme, la gloria y la fortuna pertenecern al hombre
de talento que trabaje para la religin.
Lo har, monseor dijo la seora de Bargeton, con
nfasis. No veis la idea del poema, asomando ya como
una llama de la aurora en sus ojos?
Nas nos trata muy mal deca Fifina. Qu estar
haciendo?
No la os? respondi Estanislao. Est montada a
caballo sobre sus grandes frases que no tiene pies ni
cabeza.
Amelia, Fifina, Adriano y Francis aparecieron en la
puerta del gabinete, acompaando a la seora de Rastig
nac, que iba a buscar a su hija para marcharse.
Nas dijeron las dos mujeres, encantadas de poder
turbar la conversacin del gabinete, serais tan amable
de interpretarnos alguna pieza?
Querida respondi la seora de Bargeton, el seor
de Rubempr va a recitarnos su San Juan en Patmos, un
magnfico poema bblico.
Bblico! repiti Fifina, asombrada.
Amelia y Fifina volvieron al saln, llevando esta palabra
como un tema para burlas. Luciano se excus de recitar el
poema, objetando su falta de memoria. Cuando reapareci,
ya no despert el menor inters. Todos charlaban o juga-

LOS DOS POETAS

397

ban. El poeta haba sido despojado de todos sus rayos, los


propietarios no vean en l nada til, las personas con pre
tensiones le consideraban como un poder hostil a su igno
rancia, las mujeres celosas de la seora de Bargeton, la
Beatriz de aquel nuevo Dante, segn el vicario, le lanzaban
miradas framente desdeosas.
"He aqu, pues, el mundo, djose Luciano descendiendo al
Houmeau por las cuestas de Beaulieu, porque hay instantes
en la vida en que se desea tomar el camino ms largo, para
mantener caminando el movimiento de las ideas en las que
uno se encuentra y a cuya corriente quiere entregarse. Le
jos de desanimarle, la rabia del ambicioso rechazado daba
a Luciano nuevas fuerzas. Como todas las personas lleva
das por su instinto a una esfera elevada a la que llegan
antes de poderse sostener en ella, prometase sacrificarlo
todo para permanecer en la alta sociedad. Caminando, iba
arrancndose uno tras otro los dardos envenenados que
haba recibido, hablaba consigo mismo en voz alta, repren
da a los necios con quienes haba tenido que vrselas;
encontraba respuestas ingeniosas para las necias preguntas
que se le haban hecho, y se desesperaba de tener tanto
ingenio cuando haba pasado la ocasin. Al llegar a la ca
rretera de Burdeos, que discurre serpenteando por el pie
de la montaa y costea las orillas del Charenta, crey ver,
al claro de luna, a Eva y a David sentados sobre un tronco,
junto al ro, cerca de una fbrica, y descendi hacia ellos
por un sendero.
Mientras Luciano corra hacia su suplicio en casa de la
seora de Bargeton, su hermana se haba puesto un vestido
de percalina rosa de mil rayas, el sombrero de paja y un
pequeo chal de seda; sencillo atuendo que haca creer que
iba muy engalanada, como les sucede a todas las personas
en quienes una grandeza natural realza los ms pequeos
accesorios. As, cuando se quitaba su vestido de obrera,
intimidaba extraordinariamente a David. Aunque el impre
sor hubiera decidido hablar de s mismo, no hall nada
para decir cuando dio el brazo a la hermosa Eva pra atra
vesar el Houmeau. El amor se complace en estos respetuo
sos terrores, parecidos a los que la gloria de Dios causa en
los fieles. Los dos amantes caminaron en silencio hacia

398

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

el puente de Santa Ana, para llegar a la orilla izquierda del


Charenta. Eva, a quien pareci embarazoso aquel silencio,
se detuvo hacia la mitad del puente para contemplar el ro,
que, desde all hasta el lugar en que se estaba construyendo
la fbrica de plvora, forma un largo manto en el que el
sol poniente proyectaba entonces una alegre estela de luz.
Qu tarde tan hermosa! dijo buscando un tema de
conversacin. El aire es a la vez tibio y fresco, las flores
embalsaman el ambiente, y el cielo es magnfico.
Todo habla al corazn respondi David tratando de
llegar a su amor por analoga. Para las personas que
aman hay un placer infinito en encontrar en los accidentes
de un paisaje, en la transparencia del aire, en los perfu
mes de la tierra, la poesa que ellas tienen en el alma. La
naturaleza habla por ellos.
Y tambin les suelta la lengua dijo Eva riendo. Es
tabais muy silencioso cuando atravesbamos el Houmeau.
Sabis que me senta molesta...?
Es que os encontraba tan hermosa, que estaba como
fascinado respondi ingenuamente David.
Entonces, es que soy menos hermosa en este momen
to? le pregunt la joven.
No, pero soy tan feliz al pasear a solas con vos, que...
Se detuvo, confuso, y mir hacia las colinas por donde
desciende la carretera de Saintes.
Si encontris algn placer en este paseo, estoy encan
tada por ello, porque me creo obligada a daros una velada
a cambio de la que vos me habis sacrificado a m. Al ne
garos a ir a casa de la seora de Bargeton, habis estado
tan generoso como Luciano al arriesgarse a que ella se
enojase a causa de su peticin.
No generoso, sino prudente respondi David. Pues
to que estamos a solas bajo la bveda del cielo, sin otros
testigos ms que las caas y las matas que bordean el Charenta, permitidme,, querida Eva, que os exprese algunas de
las inquietudes que me ocasiona el paso que acaba de dar
Luciano. Despus de lo que acabo de deciros, mis temores
os parecern, as lo espero, un refinamiento de la amistad.
Vos y vuestra madre habis hecho todo para colocarle por
encima de su posicin; pero al excitar su ambicin, no le

LOS DOS POETAS

399

habis destinado imprudentemente a grandes sufrimientos?


Cmo va a sostenerse en el mundo hacia el cual le llevan
sus aficiones? Le conozco! Tiene tendencia a querer las
cosechas sin el trabajo. Los deberes de la sociedad le devo
rarn su tiempo, y el tiempo es el nico capital de las per
sonas que slo tienen su inteligencia por fortuna; le gusta
brillar, el mundo irritar sus deseos, deseos que ninguna
suma podr satisfacer, gastar dinero y no lo ganar; en fin,
le habis acostumbrado a creerse grande; pero, antes de
reconocer una superioridad cualquiera, el mundo exige xi
tos ruidosos. Ahora bien, los xitos literarios slo se con
quistan en la soledad y por medio de una labor obstinada.
Qu es lo que dar la seora de Bargeton a vuestro her
mano a cambio de tantas horas pasadas a sus pies? Luciano
es demasiado orgulloso para aceptar la ayuda de esa mujer,
y nosotros sabemos que an es demasiado pobre para con
tinuar viendo su sociedad, que es doblemente ruinosa. Tarde
o temprano esa mujer abandonar a nuestro querido her
mano, despus de haberle hecho perder la aficin al tra
bajo, de haber desarrollado en l la aficin al lujo, el des
precio de nuestra vida sobria, el amor de los placeres y su
inclinacin a la ociosidad, ese desenfreno propio de las
almas poticas. S, mucho me temo que esa gran dama se
est divirtiendo con Luciano como si fuera un juguete: o le
ama sinceramente y har que l se olvide de todo, o no le
ama y le har desgraciado, porque est loco por ella.
Me helis el corazn dijo Eva, detenindose en la
presa del Charenta. Pero mientras mi madre tenga fuerzas
para ejercer su penoso oficio y mientras yo viva, el produc
to de nuestro trabajo bastar quiz para los gastos de Lu
ciano, y le permitirn aguardar el momento en que empiece
su fortuna. Jams me faltar el valor, porque la idea de
trabajar para una persona amada dijo Eva animndose,
le quita al trabajo toda su amargura y su lado enojoso. Soy
feliz al pensar para quien me estoy buscando tantas moles
tias, si es que en realidad se trata de molestias. S, no te
mis, ganaremos el dinero suficiente para que Luciano pue
da frecuentar la buena sociedad. En ella est su fortuna.
En ella est tambin su ruina repuso David. Escu
chadme, querida Eva. La lenta ejecucin de las obras genia

400

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

les exige una fortuna considerable o el sublime cinismo de


una vida pobre. Creedme, Luciano tiene tanto horror a las
privaciones debidas a la miseria, ha saboreado con tanta
complacencia el aroma de los festines y el incienso de los
xitos, y su amor propio se ha desarrollado hasta tal punto
en el gabinete de la seora de Bargeton, que lo intentar
todo antes de caer de la situacin en que se encuentra;
adems, el producto de vuestro trabajo jams estar en
relacin con sus necesidades.
Entonces, no sois ms que un falso amigo! exclam
Eva desesperada. De otro modo no me desanimarais as.
Eva, Eva! respondi David. Yo quisiera ser el her
mano de Luciano. Solamente vos podis darme ese ttulo,
que le permitira aceptarlo todo de m, y que me dara el
derecho de consagrarme a l con todo el santo amor que
vos ponis en vuestros sacrificios, pero llevando a ellos el
discernimiento del calculador. Eva, querida nia ma, haced
que Luciano tenga un tesoro del que pueda disponer sin
tener que avergonzarse! La bolsa de un hermano, acaso
no ser como la de l mismo? Si supierais todas las refle
xiones que me ha sugerido la nueva situacin de Luciano!
Si quiere ir a casa de la seora de Bargeton, el pobre mu
chacho ya no debe ser mi regente de imprenta, ni puede
vivir en el Houmeau; vos no debis continuar siendo obrera,
ni vuestra madre seguir desempeando su profesin. Si vos
consintierais en ser mi mujer, todo resultara ms fcil:
Luciano podra vivir en el segundo piso de mi casa, mien
tras yo le construyera un apartamento encima del cobertizo
al fondo del patio, a menos que mi padre quiera levantar
otro piso. De este modo le arreglaramos una vida sin preo
cupaciones, una vida independiente. Mi deseo de ayudar a
Luciano me dar para hacer fortuna unos nimos que yo
no tendra si solamente se tratara de m; pero depende de
vos el autorizar mi abnegacin. Quizs un da vaya a Pars,
el nico teatro donde l pueda salir a escena, y donde su
talento ser apreciado y recompensado. La vida en Pars
est muy cara, y nosotros tres no seremos demasiados para
ayudarle a residir all. Por otra parte, tanto a vos como
a vuestra madre, no os faltar un apoyo? Eva, casaos con
migo por amor hacia Luciano. Ms tarde quiz me amaris

LOS DOS POETAS

401

al ver los esfuerzos que yo har para servirle y para haceros


dichosa. Nosotros dos somos igualmente modestos en nues
tros gustos, necesitaremos poca cosa; la felicidad de Lucia
no ser nuestro objeto principal, y su corazn ser el tesoro
en el que pondremos fortuna, sentimientos, sensaciones,
todo!
Las conveniencias sociales nos separan dijo Eva,
conmovida, viendo cun pequeo se haca aquel gran amor.
Vos sois rico y yo soy pobre. Es preciso amar mucho para
pasar por encima de semejante dificultad.
Entonces, no me amis an lo suficiente? exclam
David, aterrado.
Quiz vuestro padre se opondra...
Bien, si no se trata ms que de consultar a mi padre
respondi David, vos seris mi esposa. Eva, querida
Eva! En un instante acabis de hacer que mi vida me re
sulte muy fcil. Ay!, tena el corazn muy cargado de senti
mientos que no poda ni saba expresar. Decidme solamente
que me amis un poco, y cobrar el valor necesario para
hablaros de todo lo dems.
En realidad contest Eva, hacis que me sienta
cohibida; pero, puesto que nos confiamos mutuamente nues
tros sentimientos, os dir que en mi vida no haba pensado
en otro hombre ms que en vos. He visto en vos a uno de
esos hombres a los cuales una mujer puede sentirse orgullosa de pertenecer, y yo, pobre obrera, no me atreva a
esperar tan alto destino.
Basta, basta dijo David, sentndose en el borde de
la presa, a la cual haban vuelto, porque iban y venan como
locos, recorriendo el mismo espacio.
Qu os sucede? pregunt Eva, expresando por pri
mera vez aquella inquietud tan encantadora que las muje
res experimentan para un ser que les pertenece.
Nada que no sea magnfico repuso David. Al ver
toda una vida feliz, el espritu queda como deslumbrado, el
alma est abrumada. Por qu soy yo el ms dichoso? dijo
con una expresin de melancola. Pero lo s muy bien.
Eva mir a David con aire coquetn y de duda, como
pidiendo una explicacin.

402

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Querida Eva, yo recibo ms de lo que doy. As, siempre


os amar yo ms a vos que vos a m, porque tengo ms
razones para amaros: vos sois un ngel y yo soy un hombre.
Yo no soy tan sabia -respondi Eva sonriendo. Os
amo mucho...
Tanto como a Luciano? la interrumpi David.
Lo suficiente para ser vuestra esposa, para consagrar
me a vos y tratar de no daros ningn disgusto en la vida,
de momento algo penosa, que habremos de llevar.
Os disteis cuenta, querida Eva, que os am desde el
primer da en que os vi?
Cul es la mujer que no se siente amada? inquiri
la joven.
Dejadme, pues, que os disipe los escrpulos que os
causa mi pretendida fortuna. Yo soy pobre, querida Eva.
S, mi padre se ha complacido en arruinarme, ha especulado
con mi trabajo, ha hecho como muchos supuestos bienhe
chores con las personas por ellos favorecidas en apariencia.
Si llego a ser rico, ser por vos. stas no son palabras de
amante, sino la reflexin de un pensador. Debo daros a
conocer mis defectos, y stos son enormes en un hombre
obligado a labrar su fortuna. Mi carcter, mis costumbres,
las ocupaciones que me agradan me hacen inadecuado para
todo lo que sea comercio y especulacin, y sin embargo, no
podemos llegar a ser ricos ms que por medio del ejercicio
de alguna industria. Si bien soy capaz de descubrir una
mina de oro, soy singularmente inepto para explotarla. Pero
vos, que por amor a vuestro hermano habis descendido
a los ms pequeos detalles, que poseis el talento de la
economa y la paciente atencin del verdadero comerciante,
vos recogeris la cosecha que yo haya sembrado. Nuestra
situacin, porque desde hace mucho tiempo me he introdu
cido en el seno de vuestra familia, me oprime de tal modo
el corazn, que he consumido mis das y mis noches bus' cando una ocasin de hacer fortuna. Mis conocimientos de
qumica y la observacin de las necesidades del comercio
me han puesto sobre la pista de un descubrimiento lucra
tivo. Todava no puedo deciros nada de ello, pues estoy
previendo muchos retrasos. Quiz sufriremos an durante
algunos aos; pero terminar por hallar los procedimientos

LOS DOS POETAS

403

industriales tras los cuales voy en estos momentos, y en


cuya pista yo no ando solo, y si llego el primero, nos pro
curarn una gran fortuna. No he dicho nada a Luciano,
porque su carcter ardiente lo echara todo a perder, con
vertira mis esperanzas en realidades, vivira como un gran
seor y quiz contraera deudas. Por lo tanto, guardadme
el secreto. Vuestra dulce y amada compaa ser lo nico
que pueda consolarme durante estas largas pruebas, de la
misma manera que el deseo de enriqueceros a vos y a Lu
ciano me dar constancia y tenacidad...
Yo tambin haba adivinado dijo Eva interrumpin
dole que vos erais uno de esos inventores que necesitan,
como mi pobre padre, una mujer que cuide de ellos.
Me amis, entonces? Ah! Decdmelo sin temor, a m,
que he visto en vuestro nombre un smbolo de mi amor.
Eva era la nica mujer que haba en el mundo, y lo que
era materialmente cierto para Adn lo es moralmente para
m. Dios mo! Me amis?
S respondi Eva, alargando esta sencilla slaba por
el modo como la pronunci, como para describir la profun
didad de sus sentimientos.
Bien, vamos a sentarnos all dijo conducindola por
la mano hacia una larga viga que se encontraba en el suelo,
junto a una fbrica de papel. Dejadme respirar el aire
del atardecer, que escuche el canto de los grillos, que ad
mire los rayos de la luna que tiemblan sobre las aguas;
dejadme que me apodere de esta naturaleza en la que creo
ver mi felicidad escrita en todas las cosas, y que se me
aparece por primera vez en su esplendor, iluminada por el
amor, embellecida por vos. Eva, amada ma!, he aqu el
primer momento de puro gozo que la suerte me haya con
cedido. Dudo que Luciano sea tan feliz como yo.
Al sentir la mano de Eva hmeda y trmula en la suya,
David dej caer en ella una lgrima.
No puedo conocer el secreto? dijo Eva con voz zala
mera.
Tenis derecho a ello, porque vuestro padre ya se
ocup de esta cuestin que ahora va a convertirse en un
asunto importante. He aqu por qu; la cada del Imperio
va a hacer que sea casi general el uso de la tela de algodn,

404

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

a causa de la baratura de este tejido, comparado con el de


lino. En estos momentos, el papel se hace todava con
desechos de camo y de lino; pero este ingrediente es caro,
y su alto precio retrasa el gran movimiento que la prensa
francesa adquirir necesariamente. Ahora bien, no puede
forzarse la produccin de trapos, puesto que son el resul
tado del uso que se hace de la ropa de lino, y la poblacin
de un pas slo da una cantidad determinada, que nica
mente puede aumentar con la cifra de los nacimientos. Para
producirse un cambio sensible en su poblacin, un pas
requiere un cuarto de siglo y grandes revoluciones en las
costumbres, en el comercio o en la agricultura; de modo
que si las necesidades de la papelera llegan a hacerse supe
riores a lo que Francia produce en cuanto a trapos, sea el
doble, sea el triple, ser preciso, para mantener el papel
a un precio bajo, introducir en la fabricacin del papel un
elemento que no sean los trapos. Este razonamiento se basa
en un hecho que ocurre aqu: las fbricas de papel de An
gulema, las ltimas' en las que se fabricar papel con trapo
de hilo, ven como el algodn est invadiendo la pasta en
una progresin espantosa.
A una pregunta que le hizo la joven obrera, que no saba
lo que quera decir aquello de papel Pot, David le dio acer
ca de su fabricacin unas explicaciones que en modo alguno
estarn fuera de lugar en una obra cuya existencia material
es debida tanto al papel como a la prensa; pero este largo
parntesis entre los dos amantes ganar sin duda con que
lo resumamos.
El papel, producto no menos maravilloso que la impre
sin a la cual sirve de base, exista desde haca mucho tiem
po en la China cuando, por las vas subterrneas del comer
cio, lleg al Asia Menor, donde, hacia el ao 750, segn algu
nas tradiciones, se usaba un papel de algodn triturado y
reducido a pasta. La necesidad de sustituir el pergamino,
cuyo precio era excesivo, hizo que se inventase, por una
imitacin del papel bombiciano (tal fue el nombre del papel
de algodn en Oriente) el papel de trapos, los unos dicen
en Basilea, en 1170, por unos griegos refugiados; otros afir
man que en Padua, en 1301, por un italiano llamado Pax.
De este modo, el papel fue perfeccionndose lenta y oscu

LOS DOS POETAS

405

ramente, pero es seguro que ya en tiempos de Carlos VI


se fabricaba en Pars la pasta para hacer naipes. Cuando los
inmortales Faust, Coster y Gutenberg hubieron inventado
EL LIBRO, unos artesanos, desconocidos como tantos otros
grandes artistas de aquella poca, adaptaron la fabricacin
del papel a las necesidades de la tipografa. En aquel si
glo xv, tan vigoroso y tan ingenuo, las denominaciones de
los diferentes formatos de papel, lo mismo que los nombres
dados a los tipos de letra, llevaron el sello del candor de
aquel tiempo. As, el Raisin, el Jsus, el Colombier, el papel
Pot, el Ecu, el Coquille, el Couronne, fueron llamados de
esta manera a causa de las uvas, de la imagen de Nuestro
Seor, de la corona, del escudo, del pote, en fin, de la fili
grana marcada en medio de la hoja, como ms tarde, en
tiempos de Napolen, se puso un guila: de ah el papel
denominado Grand-Aigle. Asimismo se llam caracteres Ci
cero, Saint-Augustin, Gros Canon, de los libros de liturgia,
de las obras teolgicas y de los tratados de Cicern en los
que estos caracteres se emplearon por vez primera. La
letra itlica fue inventada por los Aldo, en Venecia, y sta
es la razn de tal nombre. Antes de la invencin del papel
mecnico, cuya largura es ilimitada, los mayores formatos
eran el Grand-Jsus o el Grand Colombier; y aun ste no
se utilizaba apenas ms que para los atlas o los grabados.
En efecto, las dimensiones del papel de imprimir estaban
sometidas a las de las platinas de la prensa. En el momento
en que hablaba David, la existencia del papel continuo pa
reca en Francia una quimera, aunque ya Dionisio Roberto
de Essonne, hacia el ao 1799, hubiese construido para fabri
carlo una mquina que posteriormente trat de perfeccionar
Didot-Saint-Lger. El papel vitela, inventado por Ambrosio
Didot, slo data de 1780. Estos datos demuestran en forma
irrebatible que todas las grandes adquisiciones de la indus
tria y de la inteligencia se hicieron con excesiva lentitud
y por agregaciones inadvertidas, absolutamente igual a como
procede la Naturaleza. Para llegar a su perfeccin, la escri
tura, quiz tambin el lenguaje!..., hubieron de pasar por
los mismos tanteos que la tipografa y que la fabricacin
del papel.

406

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Los traperos andan por toda Europa recogiendo trapos


y compran los restos de toda clase de tejidos dijo, al
concluir, el impresor. Estos residuos, clasificados, se al
macenan por los comerciantes de trapo al por mayor, quie
nes abastecen a las fbricas de papel. Para daros una idea
de este comercio, habis de saber, seorita, que en 1814
el banquero Cardn, propietario de los almacenes de Buges
y de Langle, donde Lorier de lIsle intent desde 1776 la
solucin del problema que ocup a vuestro padre, tena
un proceso con un tal seor Proust, a causa de un error
de dos millones en trapo en una cuenta de diez millones de
libras, alrededor de cuatro millones de francos. El fabri
cante lava los trapos y los reduce a una pasta clara, que
se hace pasar, de la misma manera que una cocinera hace
pasar la salsa por el tamiz, por un bastidor de hierro lla
mado forma, y cuyo interior contiene una tela metlica en
medio de la cual se encuentra la filigrana que da su nombre
al papel. Del tamao de la forma depende entonces el ta
mao del papel. En la poca en que yo estaba en casa de
los seores Didot, se acupaban ya de esta cuestin, y se
estn ocupando, todava ahora; porque el perfeccionamiento
que buscaba vuestro padre es una de las necesidades ms
imperiosas de estos tiempos. Voy a deciros por qu. Aun
que la duracin del lino, comparada con la del algodn,
haga que, en definitiva, el lino sea menos caro que el algo
dn, como para los pobres se trata siempre de desembolsar
la menor suma posible, prefieren dar menos que. ms, y
sufren, en virtud del vae victis!, enormes prdidas. La
clase burguesa acta como los pobres, y por ello hay falta
de tela de hilo. En Inglaterra, donde el algodn ha susti
tuido al lino en las cuatro quintas partes de la poblacin,
ya no se fabrica ms que papel de algodn. Este papel,
que ante todo tiene el inconveniente de cortarse y rom
perse, se disuelve en agua tan fcilmente, que un libro de
papel de algodn quedara reducido a pasta slo con per
manecer en ella un cuarto de hora, mientras que un libro
viejo no se echara a perder aunque estuviese en remojo por
espacio de dos horas enteras. Se pondra a secar el libro
viejo; y aunque amarillento, el texto sera an legible, la
obra no habra quedado destruida. Llegamos a una poca

LOS DOS POETAS

407

en que, al disminuir las fortunas por su igualacin, todo se


empobrecer; queremos ropa y libros baratos, de la misma
manera que la gente empieza a querer cuadros pequeos,
por falta de espacio para colocar cuadros grandes. Las cami
sas y los libros no durarn nada, sta ser la consecuencia.
La solidez de los productos desaparece en todas partes.
As, el problema a resolver es de la mayor importancia
para la literatura, para las ciencias y para la poltica. Hubo,
pues, un da en mi)despacho una viva discusin acerca de
los ingredientes de que se sirven en China para fabricar el
papel. All, merced a las materias primas, la fabricacin
del papel ha alcanzado, desde su origen, una perfeccin de
la que carece la nuestra. Entonces se hablaba mucho del
papel de la China, al que su ligereza y finura hacen muy
superior al nuestro, porque estas preciosas cualidades no
le impiden que sea consistente; y aunque sea muy delgado,
no presencia transparencia alguna. Un corrector muy ins
truido (en Pars se encuentran sabios entre los correcto
res: Fourier y Pedro Leroux son en estos momentos correc
tores en casa de Lachevardire!...), el conde de Saint-Simon,
que a la sazn era, como digo, corrector, vino a vernos en
medio de la discusin. Nos dijo entonces que, segn Kempfer y Du Halde, el broussonatia suministraba a los chinos
el material para su papel, enteramente vegetal, como el
nuestro, por otra parte. Otro corrector sostuvo que el papel
de la China se fabricaba principalmente con una sustancia
animal, la seda, tan abundante en aquel pas. Hzose una
apuesta delante de m. Como los seores Didot son los im
presores del Instituto, el debate fue sometido a unos miem
bros de esta asamblea de sabios. El seor Marcel, antiguo
director de la Imprenta imperial, designado como rbitro
en el asunto, mand a los dos correctores al abate Grozier,
bibliotecario del Arsenal. Ante el juicio del abate Grozier,
los dos correctores perdieron la apuesta. El papel de la
China no se fabrica ni con la seda ni con el broussonatia:
su pasta procede de las fibras del bamb trituradas. El
abate Grozier posea un libro chino, obra a la vez icono
grfica y tecnolgica, en la que se encontraban numerosas
figuras que representaban la fabricacin del papel en todas
sus fases, y nos mostr los tallos de bamb amontonados

408

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

en el rincn de un taller de papel muy bien dibujado.


Cuando Luciano me dijo que tu padre, con una especie de
intuicin peculiar en los hombres de talento, haba vislum
brado el medio de sustituir los desechos de la ropa blanca
por una materia vegetal muy comn, tomada directamente
de la produccin territorial, como hacen los chinos al ser
virse de tallos fibrosos, yo clasifiqu todos los intentos rea
lizados por mis predecesores y finalmente me puse a estu
diar la cuestin. La mano de obra no vale nada en la China,
una jornada vale tres sueldos: as los chinos pueden, al
sacarla de la forma, aplicar su papel, hoja a hoja, entre
unas tablas de porcelana blanc calentadas, por medio de
las cuales lo prensan y le dan el lustre, la consistencia y
esa ligereza y suavidad del raso que hacen de l el primer
papel del mundo. Pues bien, hay que sustituir los procedi
mientos del chino por medio de alguna mquina, ya que
con stas se puede resolver el problema de la baratura que
proporciona a la China el bajo precio de su mano de obra.
Si llegsemos a fabricar a bajo precio papel de una calidad
parecida al de aquel pas, disminuiramos en ms de la
mitad el peso y el espesor de los libros. Un Voltaire encua
dernado que, con nuestros papeles vitela, pesa doscientas
cincuenta libras, no pesara ms de cincuenta en papel de
la China. Y he ah, ciertamente, una conquista. El lugar
necesario para las bibliotecas ser una cuestin cada vez
ms difcil de resolver en una poca en que el general em
pequeecimiento de las cosas y de las personas lo invade
todo, hasta los lugares donde stas moran. En Pars, los
grandes hoteles y los grandes apartamentos sern demoli
dos tarde o temprano; pronto desaparecern las fortunas
que estn en consonancia con las construcciones de nuestros
padres. Qu vergenza para nuestra poca fabricar libros
que no tienen duracin! Diez aos an, y el papel de Ho
landa, es decir, el papel hecho de trapos de lino, ser total
mente imposible. Ahora bien, vuestro generoso hermano me
ha comunicado la idea que tuvo vuestro padre de emplear
ciertas plantas fibrosas para la fabricacin del papel, ya
veis que si salgo airoso de mi empeo, tendris derecho a...
En aquel momento, Luciano dirigi la palabra a su her
mana, interrumpiendo la generosa proposicin de David.

LOS DOS POETAS

409

No s dijo, si os ha parecido bella esta tarde, pero


la ma ha sido muy cruel para m.
Pobre Luciano, qu es lo que te ha ocurrido? dijo
Eva, fijndose en la animacin del rostro de su hermano.
El poeta, irritado, refiri sus angustias, vertiendo en
aquellos corazones amigos el raudal de ideas que le asal
taban. Eva y David escucharon a Luciano en silencio, afli
gidos al ver pasar aquel torrente de dolores que revelaba
tanta grandeza como mezquindad.
El seor de Bargeton dijo Luciano, al terminar es
un viejo que sin duda se ir pronto al otro mundo a con
secuencia de una indigestin; pues bien, yo dominar enton
ces esa sociedad orgullosa, me casar con la seora de
Bargeton! Esta tarde he ledo en sus ojos un amor igual
al mo. S, ella ha sentido mis heridas y ha calmado mis
sufrimientos; es tan noble y tan grande como encantadora
y hermosa. No, jams me traicionar.
No es hora ya de que le labremos una existencia
tranquila? dijo en voz baja David a Eva.
Eva apret en silencio el brazo de David, el cual, com
prendiendo sus pensamientos, apresurse a contarle a Lu
ciano los proyectos que haba meditado. Los dos amantes
estaban tan llenos de s mismos como Luciano lo estaba
tambin de s; de modo que Eva y David, ansiosos de hacer
que aprobara su dicha, no advirtieron el movimiento de
sorpresa que hizo el amante de la seora de Bargeton al
enterarse de que su hermana y David pensaban casarse.
Luciano, que soaba con una hermosa alianza para su her
mana cuando l hubiera alcanzado una situacin elevada,
con objeto de consolidar su ambicin con los medios que le
reportaran una familia poderosa, qued desolado al ver en
tal unin un obstculo ms a sus xitos en el mundo.
"Si la seora de Bargeton consiente en convertirse en
la seora de Rubempr, jams querr ser la cuada de
David Schard! esta frase es la frmula neta y precisa
de las ideas que atenazaron el corazn de Luciano. Luisa
tiene razn pens con amargura, las personas que po
seen un brillante porvenir jams son comprendidas por
su familia."
Si aquella unin le hubiera sido anunciada en un mo-

410

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

ment en que con la imaginacin no acabara de asesinar al


seor de Bargeton, sin duda le hubiera hecho prorrumpir
en exclamaciones de alegra. Al reflexionar acerca de su
situacin actual e interrogar el destino de una joven bella
y sin fortuna, de Eva Chardon, habra considerado aquella
boda como una dicha inesperada. Pero viva uno de esos
sueos de oro en que los jvenes, cabalgando en vagas pro
babilidades de xitp, franquean todas las barreras. Acababa
de verse dominando a la sociedad, por lo cual el poeta su
fra al caer tan pronto en la realidad. Eva y David pensaron
que su hermano guardaba silencio abrumado por tanta
generosidad. Para aquellas dos almas, su aceptacin silen
ciosa era la prueba de una verdadera amistad. El impresor
comenz a describir con elocuencia dulce y cordial la dicha
que les aguardaba a los cuatro. A pesar de las interjecciones
de Eva, amuebl su primer piso con el lujo de un enamo
rado; construy con ingenua buena fe el segundo para Lu
ciano y la parte superior del cobertizo para la seora Char
don, hacia la cual quera desplegar todos los cuidados de
una filial solicitud. En fin, hizo tan feliz a la familia y a su
hermano tan independiente, que Luciano, fascinado por la
voz de David y por las caricias de Eva, olvid bajo las
sombras del camino, a lo largo del Charenta tranquilo y
brillante, bajo la estrellada bveda y en la tibia atmsfera
de la noche, la punzante corona de espinas que la sociedad
le haba clavado en la cabeza. El seor de Rubempr reco
noci, en fin, a David. La volubilidad de su carcter volvi
a sumirle pronto en la vida pura, laboriosa y burguesa que
haba llevado hasta entonces; la vio embellecida y libre de
preocupaciones. El ruido del mundo aristocrtico se alej
cada vez ms. Finalmente, cuando lleg al Houmeau, el
ambicioso estrech la mano de su hermano y se puso al
unsono con los dos felices enamorados.
Con tal que tu padre no se oponga a esta boda... dijo
a David.
Ya sabes que no se preocupa por m; mi padre vive
para l; sin embargo, maana ir a verle a Marsac, aunque
no sea ms que para pedirle que haga las construcciones
que necesitamos.

LOS DOS POETAS

411

David acompa al hermano y a la hermana hasta la


casa de la seora Chardon, a quien pidi la mano de Eva,
con la prisa de un hombre que no quiere esperar ni un
solo instante ms. La madre cogi la mano de su hija, la
puso entre las de David con alegra, y el amante, alentado
por ello, bes en la frente a su hermosa prometida, la cual
le sonri ruborizndose.
stos son los esponsales de los pobres dijo la madre
levantando los ojos como implorando la bendicin divina.
Sois muy valiente, hijo mo dijo a David, porque vivi
mos en la desgracia, y temo que sta sea contagiosa.
Seremos ricos y dichosos dijo gravemente David.
Para empezar, vos ya no ejerceris vuestra profesin de
cuidar enfermos, y vendris a vivir con vuestra hija y Lu
ciano a Angulema.
Los tres hijos se apresuraron entonces a contarle a la
madre, asombrada, su hermoso proyecto, entregndose a
una de aquellas locas plticas de familia en que sus miem
bros se complacen en almacenar todas las semillas y gozar
por anticipado de todas las alegras. Fue preciso poner a
David a la puerta; l habra querido que aquella velada
fuese eterna. Dio la una de la madrugada cuando Luciano
acompa , a su futuro cuado hasta la Puerta Palet. El
honrado Postel, inquieto por aquellos movimientos extra
ordinarios, estaba de pie detrs de la persiana; haba abierto
la ventana y se deca, viendo luz a aquellas horas en casa
de Eva:
Qu suceder en casa de los Chardon?
Luego, al ver.regresar a Luciano, le pregunt:
Qu os Ocurre, muchacho? Acaso tenis necesidad
de m?
No, seor respondi el poeta, pero como sois nues
tro amigo, puedo deciros de qu se trata: mi madre acaba
de conceder a David Schard la mano de mi hermana;
Por toda respuesta, Postel cerr bruscamente la ventana,
desesperado por no haber pedido antes la mano de la se
orita Chardon.
En lugar de volver a Angulema, David tom el camino
de Marsac. Fue paseando hasta la casa de su padre, y lleg
al huerto cercano a la casa en el momento en que sala el

412

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

sol. El enamorado vio bajo un almendro la cabeza del viejo


oso que se elevaba por encima de un seto.
Buenos das, padre dijo David.
Cmo! Eres t, muchacho? Por qu azar te encuen
tras de viaje a estas horas? Entra por ah dijo el viador
indicando a su hijo una pequea cancilla. Mis vides han
echado flor todas ellas, ni una sola cepa se ha helado. Habr
ms de veinte toneles por arapende; y en la forma en que
se ha estercolado!
Padre, vengo a hablaros de un asunto importante.
Bueno, y cmo van nuestras prensas? Debes ganar
mucho dinero!
Lo ganar, padre, pero de momento no soy rico.
Todos me reprochan aqu el modo de abonar las tie
rras respondi el padre. Los burgueses, es decir, el se
or marqus, el seor conde, todos pretenden que le quito
calidad al vino. De qu os sirve la educacin? Para per
turbaros el entendimiento? Escucha! Esos seores cosechan
siete, a veces ocho toneles por arapende, y los venden a
sesenta francos el tonel, lo que representa a lo sumo cua
trocientos francos por arapende en los aos buenos. Yo
cosecho veinte toneles y los vendo a treinta francos, en
total seiscientos francos! Dnde estn los tontos? La cali
dad, la calidad! Qu me importa a m la calidad? Que
guarden para ellos la calidad, los seores marqueses! Para
m, la calidad son los escudos. Decas?...
Padre, me caso, vena a pediros...
Pedirme? Qu! Nada en absoluto, muchacho. Csate,
te doy mi consentimiento; pero para darte algo, me encuen
tro sin un cntimo. Los jornales me han arruinado. Desde
hace dos aos pago jornales por adelantado, impuestos,
gastos de todas clases; el gobierno se lo lleva todo, lo
mejor se lo lleva el gobierno. He aqu que los pobres via
dores no hacen nada. Este ao no se presenta mal, pues,
bien, mis picaros toneles valen ya once francos! Slo se
cosechar para el tonelero. Por qu has de casarte antes
de la vendimia?
Padre, yo slo vengo a pediros vuestro consentimiento.
Ah!, eso ya es otro asunto. Con quin te casas, hijo
mo, y esto sin curiosidad?

LOS DOS POETAS

413

Con la seorita Eva Chardon.


Quin es? De dnde ha salido esa mujer?
Es la hija del difunto seor Chardon, el farmacutico
del Houmeau.
Te casas con una muchacha del Houmeau, t, un bur
gus! T, impresor del rey en Angulema! He ah los frutos
de la educacin! Llevad, pues, vuestros hijos al instituto!
Ah!, y es muy rica esa muchacha, hijo mo? dijo el viejo
viador, acercndose a su hijo con aire zalamero. Porque
si te casas con una muchacha del Houmeau, debe tener
mucho dinero. Bien, me pagars mis alquileres. Sabes, mu
chacho, que ya me debes dos aos y tres meses de alquiler,
lo cual asciende a dos mil setecientos francos, que me ven
dran muy bien para pagar al tonelero. A cualquier otro
que no fuese mi hijo, estara en el derecho de exigirle inte
reses; porque, despus de todo, los negocios son los nego
cios; pero te los dispenso. Bueno, qu es lo que tiene esa
muchacha?
Tiene lo que tena mi madre.
El viejo viador iba a decir: Entonces no tiene ms que
diez mil francos. Pero se acord de que haba negado ren
dir cuentas a su hijo y exclam:
No tiene nada!
La fortuna de mi padre era su inteligencia y su her
mosura.
Ve, entonces, con eso al mercado, y vers lo que te
dan! Qu desgraciados son los padres con sus hijos! David,
cuando yo me cas, tena por toda fortuna un gorro de pa
pel en la cabeza y estos dos brazos, era un pobre oso de
imprenta; pero con la buena imprenta que te he dado, con
tu industria y con tus conocimientos, debes casarte con una
burguesa de la ciudad, una mujer rica de treinta a cuarenta
mil francos. Deja tu pasin, y vers como yo te caso! Te
nemos a una legua de aqu a una viuda de treinta y dos aos,
molinera, que tiene cien mil francos en tierras; se es tu
negocio. Puedes unir sus bienes a los de Marsac, pues estn
muy cerca unos de otros. Ah, qu finca tendramos, y cmo
la administrara yo! Dicen que va a casarse con Courtois,
su primer mozo, t vales an ms que l! Yo me encargara
del molino, mientras ella vivira en Angulema...

414

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Padre, ya estoy comprometido...


David, t no entiendes nada de comercio, te veo arrui
nado. S, si te casas con esa muchacha del Houmeau, ten
drs que vrtelas conmigo, te demandar para que me pa
gues mis alquileres, porque no te auguro nada bueno. Ah,
mis pobres prensas, mis prensas! Haca falta dinero para
engrasaros, para manteneros y haceros trabajar. Slo un
ao de buena cosecha podra consolarme de todo esto.
Padre, me parece que hasta el momento presente, os
he dado pocos ocasiones para que estuvierais apesadum
brado...
Y tampoco me has pagado mis alquileres respondi
el viador.
Adems del consentimiento para mi boda, vena a pedi
ros que mandaseis levantar el segundo piso de vuestra casa
y construir un alojamiento encima del cobertizo.
Ni lo suees! Ya te he dicho que no tengo un centavo.
Por otra parte, sera como tirar el dinero, porque qu es
lo que esto me reportara? Ah!, t madrugas mucho para
venir a pedirme unas construcciones que arruinaran a un
rey. Aunque te hayan puesto el nombre de David, yo no
tengo los tesoros de Salomn. Pero, ests loco? Me han
transformado a mi hijo en nodriza. sa s que producir
uvas! dijo interrumpindose para mostrar a Davir una
cepa. Estos s que son hijos que no frustran las esperan
zas de sus padres: les echis estircol, y os dan producto!
Yo te puse en el instituto, pagu sumas enormes para hacer
de ti un sabio, y te envi a estudiar en casa de los Didot;
y todo ello es para que me des como nuera a una hija del
Houmeau, sin un cntimo de dote! Si no hubieses estudiado,
y hubieras permanecido bajo mi vista, te habras portado
como yo hubiera querido, y hoy te casaras con una moline
ra que tiene cien mil francos, sin contar el molino. Ah!
Para eso te sirve tu inteligencia? Para creer que te recom
pensar por ese hermoso sentimiento, mandando que te
construyan palacios?... Acaso dira la gente que desde hace
doscientos aos, la casa en que vives no ha albergado ms
que cerdos, y que la hija del Houmeau no puede dormir
bajo su techo? Vamos, es que se cree la reina de Francia?
Bueno padre, construir el segundo piso a mis expen

LOS DOS POETAS

415

sas, ser el hijo quien enriquezca al padre. Aunque esto


sea el mundo al revs, no es la primera vez que se ven
casos semejantes.
Cmo, muchacho! Tienes dinero para construir, y no
lo tienes para pagar los alquileres? Pillastre, ests abusan
do de tu padre!
La cuestin planteada de este modo resultaba difcil de
resolver, porque el viador estaba encantado de poner a su
hijo en una situacin que le permitiese no darle nada, mien
tras pareca paternal. As, David no pudo alcanzar de su
padre ms que un consentimiento escueto para que se casa
ra y el permiso para construir, a sus expensas, todo cuanto
quisiera en la casa. El viejo oso, modelo de padres conser
vadores, hizo a su hijo el favor de no exigirle sus alquileres
y de no quitarle los ahorros que haba tenido la impruden
cia de dejarle ver. David regres triste: comprendi que
en caso de desgracia no poda contar con el auxilio de su
padre.
En todo Angulema no se habl ms que de las palabras
del obispo y de la respuesta de la seora de Bargeton. Los
hechos ms insignificantes quedaron tan deformados, au
mentados y embellecidos, que el poeta convirtise en el
hroe del momento. De la esfera en que se desencaden
aquella borrasca, algunas gotas fueron a caer en la bur
guesa. Cuando Luciano pas por Beaulieu para ir a casa
de la seora de Bargeton, advirti la atencin envidiosa con
que varios jvenes le miraron, y oy algunas frases que le
enorgullecieron.
He ah un hombre feliz deca un pasante de procura
dor llamado Petit-Calud, compaero de colegio de Luciano,
muy feo, y con el cual Luciano asuma aires de protector.
S, ciertamente, es una muchacho guapo, tiene talento,
y la seora de Bargeton est loca por l responda un hijo
de familia que haba asistido a su lectura.
Haba aguardado impacientemente la hora en que saba
encontrara a Luisa a solas, tena necesidad de hacer acep
tar el casamiento de su hermana a aquella mujer, que se
haba convertido en el rbitro de sus destinos. Despus d
la velada anterior, Luisa se mostrara quiz ms cariosa,
y este cario podra traer un momento de felicidad. No se

416

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

haba engaado: la seora de Bargeton le recibi con un


nfasis de sentimiento que a aquel novato en el amor le
pareci un conmovedor progreso en la pasin. La seora de
Bargeton abandon sus hermosos cabellos de oro, sus ma
nos y su cabeza a los besos inflamados del poeta que tanto
haba sufrido la vspera.
Si hubieras visto tu rostro mientras estabas leyendo!
le dijo, porque el da anterior haban llegado al tuteo, a
esta caricia del lenguaje, cuando, en el canap, Luisa haba
secado con su blanca mano las gotas de sudor que por an
ticipado ponan perlas en la frente en que ella depositaba
una corona. Se escapaban chispas de tus hermosos ojos.
Vea salir de tus labios las cadenas de oro qu suspenden
los corazones de la boca de los poetas. T me leers a Chnier entero, es el poeta de los amantes. Ya no sufrirs, no
lo quiero. S, querido ngel, yo te har un oasis en el que
vivirs toda tu vida de poeta, activa, muelle, indolente, la
boriosa y pensativa sucesivamente; pero no olvidis que
vuestros laureles son debidos a m, que ello ser la recom
pensa por los sufrimientos que habrn de sobrevenirme.
Pobre amado mo, ese mundo no me perdonar ms que a
ti, se venga de todas las felicidades que l no comparte. S,
siempre ser objeto de celos y de envidias. No os disteis
cuenta anoche? No visteis con qu presteza esas moscas
chupadoras de sangre acudieron a abrevarse en las picaduras
que ellas mismas haban causado? Pero yo era dichosa!
Hace tanto tiempo que no han vibrado todas las cuerdas
de mi corazn!
Por las mejillas de Luisa corran las lgrimas, Luciano
le cogi una mano, y por toda respuesta la bes largo rato.
La vanidad de aquel poeta fue, pues, acariciada por aquella
mujer, como, antes lo haba sido por su madre, por su her
mana y por David. Todos continuaban alzando el pedestal
imaginario en que l se colocaba. Mantenido por todo el
mundo, tanto amigos como enemigos, en sus ambiciosas
creencias, caminaba en una atmsfera llena de espejismos.
Las jvenes imaginaciones son tan naturalmente cmplices
de estas alabanzas y de estas ideas, todo se apresura tanto
a servir a un joven bien parecido, que hace falta ms de
una leccin fra y amarga para disipar tales prestigios.

LOS DOS POETAS

417

Entonces, mi hermosa Luisa, quieres ser mi Beatriz,


pero una Beatriz que se deje amar?
La seora de Bargeton levant sus hermosos ojos, que
haba mantenido bajos hasta entonces, y dijo desmintiendo
sus palabras con una angelical sonrisa:
Si lo merecis... ms tarde! No sois feliz? Tener un
corazn que os pertenece!, poder decirlo todo con la seguri
dad de ser comprendido, no es acaso la felicidad?
S respondi el poeta haciendo un mohn de enamo
rado contrariado.
Criatura! dijo ella en tono burln. Vamos, no te
nis algo que decirme? Has entrado preocupado, Luciano.
Luciano confi tmidamente a su amada el amor de David
por su hermana, el de sta por David, y el proyectado casa
miento.
Pobre Luciano dijo la seora de Bargeton, tiene
miedo de que le peguen o le regaen, cual si fuera l quien
tuviera que casarse! Pero, qu mal hay en ello? continu,
pasando las pianos por los cabellos de Luciano. Qu me
importa la familia en la cual t eres una excepcin? Si mi
padre se casara con su criada, te preocupara mucho? Hijo
mo, los amantes constituyen ellos solos toda su familia.
Tengo yo en el mundo otro inters que no seas t? S
grande, esfurzate por conquistar la gloria. Estos son nues
tros asuntos.
Luciano fue el hombre ms dichoso de la tierra ante esta
egosta respuesta. En el momento en que escuchaba las
insensatas razones por las cuales Luisa le demostraba que
estaban solos en el mundo, entr el seor de Bargeton. Lu
ciano frunci el entrecejo y sintise cohibido. Luisa le hizo
una sea y le rog que se quedase a cenar con ellos, pidin
dole que leyera a Andrs Chnier hasta que llegasen los
jugadores y los contertulios.
No slo causaris placer a ella dijo el seor de Bar
geton, sino tambin a m. Nada me va mejor que or leer
despus de la cena.
Mimado por el seor de Bargeton y por Luisa, y servido
por los criados con el respeto que manifiestan para con los
favoritos de sus amos, Luciano permaneci en el palacio
identificndose con todos los goces de una fortuna cuyo

418

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

usufructo le era entregado. Cuando el saln estuvo lleno de


gente, sintise tan seguro de la estupidez del seor de Bargeton y del amor de Luisa, que adopt un aire dominador
que su amante procur alentar. Sabore los placeres del
despotismo conquistado por Nas, que sta se complaca en
compartir con l. En fin, durante aquella velada trat de
desempear el papel de hroe de pequea ciudad. Al ver la
nueva actitud de Luciano, algunas personas pensaron que
haba progresado mucho en sus relaciones con la seora de
Bargeton. Amelia, que lleg con el seor Du Chtelet, afir
maba esta gran desgracia en un rincn del saln donde se
hallaban reunidos los celosos y los envidiosos.
No hagis a Nas responsable de la vanidad de un jo
venzuelo orgulloso de encontrarse en un mundo en el que
jams haba soado poder entrar dijo Du Chtelet. No
veis que ese Chardon toma como favores las frases amables
de una mujer de mundo, y que an no sabe distinguir el
silencio que guarda la pasin verdadera, del lenguaje pro
tector que le merecen su belleza, su juventud y su talento?
Las mujeres seran dignas de compasin si fueran culpables
de todos los deseos que ellas nos inspiran. l est cierta
mente enamorado, pero en cuanto a Nas...
iOh! Nas repiti la prfida Amelia, Nas est muy
satisfecha con esa pasin. A su edad, el amor de un joven
ofrece tantas seducciones! Una' se vuelve joven a su lado,
adquiere los escrpulos de una doncella, las maneras de
ella, no piensa en el ridculo... Lo veis? el hijo de un farma
cutico se da aires de dueo en casa de la seora de Bar
geton.
El amor no conoce esas distancias dijo Adriano, can
turreando.
Al da siguiente, no hubo en Angulema una sola casa en
la que no se discutiera el grado de intimidad en que se
encontraban al seor Chardon, alias de Rubempr, y la se
ora de Bargeton: apenas culpables de algunos besos, todo
el mundo les acusaba ya de la ms criminal felicidad. La
seora de Bargeton estaba expiando su realeza. Entre las
cosas extraas de la sociedad, no habis . reparado en los
caprichos de sus juicios y en la locura de sus exigencias?
Hay personas a las que todo est permitido: pueden hace:

LOS DOS POETAS

419

las cosas ms irrazonables; en ellas, todo est bien visto,


todas sus acciones sern justificadas. Pero hay otra para
las cuales el mundo es de una increble severidad: stas
deben hacerlo todo bien, nunca equivocarse ni fallar, ni si
quiera cometer una tontera; dirais que se trata de estatuas
admiradas a las que se baja de su pedestal tan pronto como
el invierno les ha hecho caer un dedo o roto la nariz; no
se les permite nada humano, crese que estn obligadas a
ser siempre divinas y perfectas. Una sola mirada de la seo
ra de Bargeton a Luciano equivala a los doce aos de
felicidad de Zizina y de Francis. Un apretn de manos entre
los dos amantes iba a conjurar sobre sus cabezas todos los
rayos del Charenta.
David haba trado de Pars un peculio secreto que des
tinaba a los gastos exigidos por su boda y para la construc
cin del segundo piso de la casa paterna. Ampliar aquella
casa, no era trabajar para l?, tarde o temprano le perte
neca, pues su padre contaba ya setenta y ocho aos de
edad. El impresor mand construir en entramado el apar
tamento de Luciano, para no recargar las viejas paredes
de aquella casa resquebrajada. Complacise en decorar y
en amueblar elegantemente el apartamento del primer pis,
donde la bella Eva haba de pasar su vida. Fue un tiempo
de alegra y felicidad completas para los dos amigos. Aun
que estaba cansado de las mezquinas proporciones de la
existencia provinciana, y fatigado de aquella srdida eco
noma que haca de una moneda de cien sueldos una suma
enorme, Luciano soport sin lamentarse los clculos de la
miseria y sus privaciones. Su sombra melancola haba de
jado paso a la radiante expresin de la esperanza. Vea
brillar una estrella por encima de su cabeza; soaba con
una bella existencia estableciendo su felicidad sobre la tum
ba del seor de Bargeton, que de vez en cuando tena difci
les las digestiones. Y la feliz mana de considerar la indi
gestin de su almuerzo como una enfermedad que haba
de curarse con la de la cena.
A comienzos del mes de septiembre, Luciano ya no era
regente de imprenta, era el seor de Rubempr, alojado
magnficamente, en comparacin de la msera buhardilla en
la que Chardon viva en el Houmeau; ya no era el hombre

420

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

del Houmeau, viva en la Alta Angulema, y coma aproxi


madamente cuatro veces por semana en casa de la. seora
de Bargeton. Admitido en la amistad de monseor, era reci
bido en el palacio episcopal. Sus ocupaciones le situaban
entre las personas ms elevadas. En fin, un da haba de
ocupar su sitio entre los ilustres personajes de Francia.
Ciertamente, al recorrer un lindo saln, un encantador dor
mitorio y un gabinete lleno de buen gusto, poda consolarse
de percibir treinta francos al mes de los salarios tan peno
samente ganados por su hermana y por su madre; porque
estaba ya vislumbrando el da en que la novela histrica
en la que estaba trabajando desde haca dos aos, El ar
quero de Carlos IX, y un volumen de poesas titulado Las
Margaritas, difundiran su nombre en el mundo literario,
dndole el suficiente dinero para saldar sus cuentas con
su madre, su hermana y David. As, hallndose engrande
cido, prestando odo atento al eco de su nombre en el fu
turo, aceptaba ahora aquellos sacrificios con una noble se
guridad; sonrea ante sus estrecheces, gozaba de sus ltimas
miserias. Eva y David haban antepuesto la felicidad de su
hermano a la de ellos mismos. La boda haba sido aplazada
durante el tiempo que exigieran todava los obreros para
terminar los muebles, las pinturas y los papeles destinados
a tapizar el primer piso: porque los asuntos de Luciano
haban tenido la primaca. El que conociera a Luciano, no
se habra extraado de aquella abnegacin; era tan seduc
tor!, sus maneras eran tan mimosas!, expresaba de un
modo tan encantador su impaciencia y sus deseos!, siempre
haba ganado su.causa antes de abrir la boca para hablar.
El nmero de jvenes a los que pierde este fatal privilegio
es mayor que el de aquellos a quienes salva. Acostumbrados
a los agasajos inspirados por una hermosa juventud, satis
fechos con la egosta proteccin que el mundo dispensa a
un ser que les agrada, tal como da limosna a un pordiosero
que inspira un sentimiento y le da una mocin, muchos de
esos nios grandes gozan de este favor en lugar de explo
tarlo. Engaados en cuanto al sentido y los mviles de las
relaciones sociales, creen siempre encontrar halagadoras son
risas; pero llegan desnudos, calvos, despojados, sin valor n
fortuna, en el momento en que, como viejas coquetas y vie

LOS DOS POETAS

421

jos andrajos, el mundo les deja a la puerta de un saln o


junto a una esquina. Por otra parte, Eva haba deseado aquel
aplazamiento, quera establecer econmicamente las cosas
necesarias a un joven hogar. Qu podan negarle dos aman
tes a un hermano que, viendo trabajar a su hermana, deca
con un acento salido del corazn: Si yo supiera coser!"
Adems, el grave y observador David haba sido cmplice
de aquella abnegacin. Sin embargo, desde el triunfo de
Luciano en casa de la seora de Bargeton, tuvo miedo de la
transformacin que se operaba en aqul; temi verle des
preciar las costumbres burguesas. En el deseo de probar
a su hermano, David le puso a veces en la disyuntiva de
elegir entre los goces patriarcales de la familia y los pla
ceres del gran mundo, y al ver que Luciano les sacrificaba
sus vanidosas satisfacciones, haba exclamado:
No lograrn corromprnoslo!
Varias veces los tres amigos y la seora Chardon salieron
a divertirse como suele hacerse en provincias: iban a pasear
a los bosques cercanos de Angulema y que bordean el Charenta; coman sobre la hierba las provisiones que el apren
diz de David llevaba a cierto lugar y a una hora convenida;
luego regresaban al atardecer, algo fatigados, sin haber gas
tado tres francos siquiera. En las grandes circunstancias,
cuando coman en lo que se llama un restaurt, especie de
restaurante campestre que ocupa el lugar intermedio entre
el bouchon de provincias y la guinguette parisiense, llega
ban a cien sueldos divididos entre David y los Chardon.
David agradeca infinito a Luciano el que, en aquellas excur
siones, olvidase las satisfacciones que encontraba en casa
de la seora de Bargeton y las suntuosas comidas de socie
dad. Todos queian entonces festejar al gran hombre de
Angulema.
En tales coyunturas, en el momento en que casi no fal
taba nada para el futuro hogar, durante un viaje que David
hizo a Marsac para alcanzar de su padre que asistiera a su
boda, esperando que el hombre, seducido por la belleza y las
maneras de su nuera, contribuira a los enormes gastos re
queridos por el arreglo de la casa, ocurri uno de aquellos
acontecimientos que, en una pequea ciudad, cambian com
pletamente el aspecto de las cosas.

422

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

Luciano y Luisa tenan en Du Chtelet un espa ntimo


que acechaba, con la persistencia de un odio mezclado con
pasin y avaricia, la ocasin de provocar un escndalo. Sixto
quera obligar a la seora de Bargeton a pronunciarse de
un modo tan claro en favor de Luciano, que quedase lo que
se llama perdida. Se las daba de humilde confidente de la
seora de Bargeton; pero si bien admiraba a Luciano en la
calle Du Minage, le criticaba en cualquier otra parte. Haba
conquistado insensiblemente las pequeas entradas en casa
de Nais, la cual ya no desconfiaba de su antiguo adorador;
pero ste haba ido demasiado lejos en sus conjeturas acer
ca de los dos amantes, cuyo amor segua siendo platnico,
con gran desesperacin de Luisa y de Luciano. Hay, en efec
to, pasiones que se embarcan bien o mal, como se quiera.
Dos personas se arrojan a la tctica del sentimiento, hablan
en vez de actuar, y se baten en campo abierto en lugar de
efectuar un asedio. De este modo se enervan a menudo, fati
gando sus deseos en el vaco. Dos amantes se dan entonces
tiempo para reflexionar, para juzgarse. A menudo algunas
pasiones que entraron en campaa con las banderas desple
gadas, pimpantes, con un ardor capaz de derribarlo todo,
terminan entonces por volverse a su casa, sin victoria, aver
gonzadas, desarmadas, confusas a causa del vano ruido que
haban producido. Estas fatalidades se explican a veces por
la timidez de la juventud y por las contemporizaciones en
que se complacen las mujeres que empiezan, porque esta
especie de engaos mutuos no les ocurren ni a los fatuos
que conocen la prctica, ni a las coquetas acostumbradas
a las maniobras de la pasin.
La vida de provincias es, por otra parte, singularmente
opuesta a las satisfacciones del amor, y favorece los deba
tes intelectuales de la pasin, como tambin los obstculos
que opone al dulce comercio que ata a tantos amantes, pre
cipitan a las almas ardientes en bandos opuestos. Esa vida
se basa en un espionaje tan meticuloso, en una transparen
cia tan grande de los interiores, admite tan poco la inti
midad, que consuela sin ofender la virtud, las relaciones
ms puras son criticadas de un modo tan irrazonable, que
muchas mujeres se ven censuradas a pesar de su inocencia.
Algunas de ellas se arrepienten entonces de no saborear

LOS DOS POETAS

423

todas las delicias de una falta, cuyas desgracias les abruman


con su peso. La sociedad que censura o critica sin ningn
examen serio los hechos patentes a que abocan largas luchas
secretas, es de este modo originariamente cmplice de tales
desenlaces ruidosos; pero la mayor parte de las personas
que clamaron contra los pretendidos escndalos ofrecidos
por algunas mujeres calumniadas sin razn, jams pensaron
en las causas que determinan en ellas una resolucin p
blica. La seora de Bargeton iba a encontrarse en aquella
extraa situacin en que se encontraron muchas mujeres,
que slo se perdieron despus de haber sido acusadas injus
tamente.
Al comienzo de la pasin, los obstculos asustan a las
personas inexpertas; y los que encontraban los dos aman
tes se parecan mucho a los lazos con que los liliputienses
haban atado a Gulliver. Se trataba de insignificancias mul
tiplicadas, que hacan imposible todo movimiento y anula
ban los ms violentos deseos. Por ello, la seora de Barge
ton vease obligada permanecer siempre visible. Si hubiera
mandado cerrar la puerta en las horas que llegaba Luciano,
todo habra sido dicho, tanto le hubiera valido fugarse con
l. Es verdad que le reciba en aquel gabinete al que el joven
se haba acostumbrado tanto, que se crea el amo de la
casa; pero las puertas permanecan concienzudamente abier
tas y todo se desarrollaba en la forma ms virtuosa del
mundo. El seor de Bargeton paseaba por su casa como un
abejorro, sin creer que su mujer quisiera estar a solas con
Luciano. Si no hubiera habido ms obstculos que su ma
rido, Nas habra podido muy bien hacerle salir de la casa
o tenerle ocupado en algo; pero estaba abrumada de visitas,
y tena tantos ms visitantes cuanto ms se estaba desper
tando la curiosidad de la gente. Las personas provincianas
tienen tendencia a hacer rabiar a los dems, les agrada con
trariar las pasiones nacientes. Los criados iban y venan por
la casa sin que se les llamara y sin avisar su llegada, como
consecuencia de antiguos hbitos contrados y que una mu
jer que nada tena que ocultarles haba dejado que adqui
riesen. Cambiar las costumbres interiores de su casa, no
equivala a confesar el amor del que an dudaba todo An
gulema? La seora de Bargeton no poda poner el pie fuera

424

H . 1)E BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

de su casa sin que la ciudad supiera adonde iba. Pasear a


solas con Luciano por las afueras de la ciudad, habra sido
sumamente imprudente: resultara menos peligroso ence
rrarse con l en la casa. Si Luciano se hubiera quedado en
casa de la seora de Bargeton pasada la medianoche, sin
otra compaa, al da siguiente, todo el mundo habra co
mentado el hecho. As, tanto dentro como fuera, la seora
de Bargeton viva siempre en pblico. Estos detalles des
criben la vida en provincias: en ellas, las faltas o son confe
sadas o son imposibles.
Luisa, como todas las mujeres arrastradas por una pa
sin sin tener la experiencia, reconoca una por una las difi
cultades de su situacin, y se asustaba por ello. Su temor
repercuta entonces en aquellas amorosas discusiones que
roban las ms bellas horas en las que dos amantes se en
cuentran a solas. La seora de Bargeton no posea una finca
a la cual pudiera llevar a su querido poeta, como hacen
algunas mujeres que, con un pretexto hbilmente forjado,
van a enterrarse en un rincn de la campia. Cansada de
vivir en pblico, exasperada por aquella tirana ms dura
que dulces sus placeres, pensaba en la finca del Escarbas,
y meditaba en la conveniencia de ir a ver all a su anciano
padre, tanto le irritaban aquellos mezquinos obstculos.
Chtelet no crea en tanta inocencia. Espiaba las horas
en que Luciano iba a casa de la seora de Bargeton, y se
diriga a ella unos instantes despus, hacindose acompaar
siempre del seor de Chandour, el hombre ms indiscreto
del grupo de amigos, y al que ceda el paso para entrar,
esperando siempre una sorpresa, buscando con tanta testa
rudez una casualidad. Su papel y el buen xito de su plan
resultaban tanto ms difciles, cuanto que l haba de per
manecer neutral, con objeto de dirigir a todos los actores
del drama que deseaba hacer representar. As, para ador
mecer a Luciano, al que lisonjeaba, y a la seora de Bar
geton, que no careca de perspicacia, habase hecho amigo,
para despistar, de la celosa Amelia. Para mejor espiar a
Luisa y a Luciano, haba conseguido desde haca algunos
das establecer entre el seor de Chandour y l una contro
versia acerca de los dos enamorados. Du Chtelet pretenda
que la seora de Bargeton se burlaba de Luciano, que era

LOS DOS POETAS

425

demasiado orgullosa y lo bastante bien nacida para descen


der hasta el hijo de un farmacutico. Este papel de incr
dulo formaba parte del plan que se haba trazado, porque
deseaba pasar por el defensor de la seora de Bargeton.
Estanislao sostena que Luciano no era un amante desdi
chado. Amelia aguijoneaba la discusin deseando saber la
verdad. Cada cual daba sus razones. Como sucede en las
pequeas ciudades, a menudo algunos ntimos de la casa
Chandour llegaban en medio de una conversacin en la que
Du Chtelet y Estanislao justificaban a porfa su opinin
por medio de excelentes observaciones. Era muy difcil que
cada adversario no buscase partidarios al preguntar a su
vecino: "Y vos, cul es vuestra opinin? Esta controversia
no perda nunca de vista a la seora de Bargeton y a Lucia
no. En fin, un da, Du Chtelet hizo observar que cada vez
que el seor de Chandour y l se presentaban en casa de la
seora de Bargeton y Luciano se encontraba en ella, ningn
indicio revelaba relaciones sospechosas: la puerta del gabi
nete estaba abierta, los criados iban y venan y nada miste
rioso anunciaba los lindos delitos del amor. Estanislao, que
no careca de cierta dosis de estupidez, prometise llegar al
da siguiente de puntillas, a lo cual la prfida Amelia le
anim grandemente.
El da siguiente fue para Luciano uno de aquellos en los
que los jvenes se arrancan algunos cabellos, jurndose a
s mismos que no habrn de continuar el estpido papel de
adorador. Habase acostumbrado a su posicin. El poeta,
que con tanta timidez haba cogido una silla en el sagrado
gabinete de la re.ina de Angulema, habase metamorfoseado
en enamorado exigente. Seis meses haban sido suficientes
para que se creyera el igual de Luisa, y quera entonces ser
su dueo. Sali de su casa prometindose a s mismo ser
muy irrazonable, poner en juego su vida, emplear todos los
recursos de una elocuencia enardecida, decir que no saba
dnde tena la cabeza, que era incapaz de concebir una idea
ni de escribir una sola lnea. Hay en algunas mujeres cierto
horror a los planes preconcebidos que hace honor a su deli
cadeza, les gusta ceder a los transportes de la pasin, y no
a las conveniencias. Generalmente, a nadie le agrada un
placer que quieran imponerle. La seora de Bargeton ob

426

I I . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

serv en la frente de Luciano, en sus ojos, en su fisonoma


y en sus maneras, aquel aire agitado que revela una resolu
cin adoptada de antemano: y se propuso burlar tal reso
lucin, un poco por espritu de contradiccin, pero tambin
por un noble principio del amor. Como mujer exagerada,
aumentaba el valor de su persona. A sus propios ojos, la
seora de Bargeton era una soberana, una Beatriz, una
Laura. Se sentaba, como en la Edad Media, bajo el dosel
del torneo literario, y Luciano haba de merecerla despus
de varias victorias, tena que eclipsar al joven sublime, a
Lamartine, a Walter Scott, a Byron. Aquella noble criatura
consideraba su amor como un principio generoso: los de
seos que inspiraba a Luciano deban ser causa de gloria
para l. Este quijotismo femenino es un sentimiento que
da al amor una consagracin respetable, lo utiliza, lo en
grandece y lo honra. Empeada en representar el papel de
Dulcinea en la vida de Luciano durante siete u ocho aos,
la seora de Bargeton quera, como muchas mujeres de
provincias, hacer comprar su persona por medio de una
especie de servidumbre, por un tiempo de constancia que
le permitiera juzgar a su amigo.
- Cuando Luciano hubo iniciado su lucha con uno de aque
llos enfados de los que se ren las mujeres que an son
libres, y que slo contristan a las mujeres amadas, Luisa
adopt un aire digno, y comenz uno de sus largos discursos
repletos de palabras altisonantes.
Es eso lo que me habais prometido, Luciano? dijo
al terminar. No pongis en un presente tan dulce unos
remordimientos que ms tarde emponzoaran mi vida.
No echis a perder el porvenir! Y lo digo con orgullo, no
estropeis tampoco el presente! Acaso no tenis mi corazn
por entero? Qu os falta, entonces? Es que vuestro amor
se dejara influir por los sentidos, siendo as que el ms
bello privilegio de una mujer amada es el de imponerles
silencio? Por quin me tomis, pues? Es que ya no soy
vuestra Beatriz? Si no soy para vos algo ms que una mujer,
quiere decir que soy menos que una mujer.
No le dirais otra cosa a un hombre a quien no ama
seis exclam Luciano, furioso.

LOS DOS POETAS

427

Si no sents todo lo que hay de verdadero amor en mis


ideas, jams seris digno de m.
Ponis en duda mi amor para dispensaros a vos misma
de responder a l dijo Luciano arrojndose a sus pies,
llorando.
El pobre muchacho llor muy en serio al verse tanto
tiempo a la puerta del paraso. Fueron lgrimas de poeta
que se crea humillado en su poder, lgrimas de nio deses
perado al ver que le niegan el juguete que peda.
Nunca me habis amado! exclam.
Vos mismo no creis lo que estis diciendo respondi
la seora de Bargeton, halagada por aquella vehemencia.
Demostradme, entonces, que sois ma dijo Luciano,
con el pelo en desorden.
En aquel momento, lleg Estanislao sin ser odo, y vio
a Luciano medio tumbado en el suelo, con lgrimas en los
ojos y la cabeza apoyada en las rodillas de Luisa. Satisfe
cho por este cuadro suficientemente sospechoso, corri a
reunirse con Du Chtelet, que se hallaba a la puerta del
saln. La seora de Bargeton se levant apresuradamente,
pero no alcanz a los dos espas, que se haban retirado con
precipitacin, como personas inportunas.
Quin ha venido? pregunt a sus criados.
Los seores de Chandour y Du Chtelet respondi
Gentil, su anciano ayuda de cmara.
La seora de Bargeton volvi a su gabinete plida y tem
blorosa.
Si os han visto as, estoy perdida dijo a Luciano.
Tanto mejor! exclam el poeta.
La seora de Bargeton sonri al or este grito de egosmo
lleno de amor. En provincias, semejante aventura se agrava
por el modo como es referida. En un santiamn, todo el
mundo supo que Luciano haba sido sorprendido en las
rodillas de Nas. El seor de Chandour, satisfecho de la
importancia que le daba este asunto, fue primero a contar
el gran acontecimiento al Crculo, despus de casa en casa.
Du Chtelet se apresur a decir por todas partes que l no
haba visto nada; pero al colocarse as al margen de los
hechos, induca a Estanislao a que hablase, le haca des
cender a los ms nimios detalles; y Estanislao, encontrn-

428

H . DE BALZAC:

LA COMEDIA H U M A N A

dose ingenioso, aada nuevos detalles a cada relato. Por


la noche, la sociedad afluy a casa de Amelia, pues a aquella
hora las versiones ms exageradas circulaban ya en la
Angulema noble, donde cada narrador haba imitado a Es
tanislao. Mujeres y hombres estaban impacientes por cono
cer la verdad. Las mujeres que se cubran el rostro dando
mayores muestras de estar escandalizadas y que hablaban
de perversidad, eran precisamente Amelia, Ceferina, Fifina
y Lolota, todas las cuales eran ms o menos sospechosas
de felicidades ilcitas. El cruel tema se variaba en todos
los tonos.
Bueno deca la una, esa pobre Nas, sabis, yo
no lo creo, porque tiene ante s toda una vida irreprochable;
es demasiado orgullosa para ser otra cosa que la protec
tora del seor Chardon. Pero si eso es verdad, la compa
dezco de todo corazn.
Es tanto ms de compadecer, por cuanto ha cado en
un espantoso ridculo; porque podra ser la madre del seor
Lul, como le llamaba Jacobo. Ese poetastro cuenta a lo
sumo veintods aos, y Nas, dicho sea entre nosotras, bien
tendr sus cuarenta.
Yo deca Chtelet creo que la situacin misma en
que se encontraba el seor de Rubempr demuestra la ino
cencia de Nas. Uno no se pone de rodillas para volver a
pedir lo que ya tiene.
Depende! dijo Francis con un aire picante, que le
vali de Ceferina una mirada de reprobacin.
Pero contadnos bien lo que ha sucedido preguntaban
a Estanislao, constituyndose en comit secreto en un rin
cn del saln.
Estanislao haba terminado por componer un pequeo
cuento lleno de obscenidades, y lo acompaaba con gestos
y actitudes que incriminaban extraordinariamente el asunto.
Es increble repeta la gente.
A medioda deca una.
Nas es la ltima de quien yo hubiera sospechado.
Qu va a hacer ahora?
Luego, comentarios, suposiciones sin fin... Du Chtelet
defenda a la seora de Bargeton, pero lo haca tan mal,
que atizaba el fuego del chismorreo en vez de apagarlo.

LOS DOS POETAS

429

Lili, desolada por la cada del ms hermoso ngel del Olim


po angulemense, fue a llevar la noticia al Obispado. Cuando
la ciudad entera estuvo completamente enzarzada en tales
rumores, el afortunado Du Chtelet fue a casa de la seora
de Bargeton, donde no haba, ay!, ms que una sola mesa de
whist; pidi diplomticamente a Nas permiso para ir a con
versar con ella en su gabinete. Los dos se sentaron en el
pequeo canap.
Sin duda sabris dijo Du Chtelet en voz baja de
lo que est hablando toda Angulema...
No dijo la seora de Bargeton.
Bien repuso l. soy demasiado buen amigo vuestro
para permitir que sigis ignorndolo. Debo poneros en con
diciones de hacer cesar unas calumnias que sin duda ha
inventado Amelia, que tiene la fatuidad de creerse vuestra
rival. Yo vena esta maana a veros con ese mico de Esta
nislao, que me preceda algunos pasos, cuando, al llegar ah
dijo mostrando la puerta del gabinete, pretende habe
ros visto con el seor de Rubempr, en una situacin que
no le permita entrar; volvi junto a m muy azorado, arras
trndome, sin que yo pudiera darme cuenta de nada; y
estbamos en Beaulieu, cuando me dijo la razn por la cual
se haba retirado. Si yo la hubiera conocido, no me habra
movido de vuestra casa, con objeto de esclarecer este asunto
en vuestro provecho; pero el volver a vuestra casa despus
de haber salido de ella, no probaba ya nada. Ahora bien,
tanto si Estanislao ha visto mal como si tiene razn, no debe
tener razn. Querida Nas, no permitis que vuestra vida,
vuestra honra y vuestro porvenir estn en manos de un
tonto; imponedle silencio al instante. Conocis aqu mi
situacin? Aunque tenga necesidad de todo el mundo, estoy
enteramente a' vuestras rdenes. Disponed de una vida que
os pertenece. Aunque hayis rechazado mi cario, mi cora
zn ser siempre vuestro, y en toda ocasin os demostrar
cunto os amo. S, velar por vos como un fiel servidor, sin
esperanza de recompensa, nicamente por el placer de ser
viros, incluso sin que vos lo sepis. Esta maana yo he
dicho en todas partes que me hallaba a la puerta del saln
y que no vi nada. Si os preguntan quin os ha puesto al
corriente de los rumores que circulan sobre vuestra persona,

430

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

servios de m. Me sentir orgulloso de ser vuestro abogado


defensor; pero, entre nosotros, el seor de Bargeton es el
nico que puede pedir cuentas a Estanislao... Aun cuando
ese pequeo Rubempr hubiera hecho alguna locura, la hon
ra de una mujer no podra estar a merced del primer ato
londrado que se arroja a sus pies. Eso es todo.
Nas dio las gracias a Du Chtelet con una inclinacin
de cabeza y quedse pensativa. Estaba cansada, senta has
to de la vida de provincias, y a las primeras palabras de
Du Chtelet, haba puesto los ojos en Pars. El silencio de
la seora de Bargeton colocaba a su sabio adorador en una
situacin embarazosa.
Disponed de m dijo Du Chtelet, os lo repito.
Gracias respondi ella.
Qu pensis hacer?
Ya ver.
Una pausa prolongada,
Tanto amis, pues, a ese pequeo Rubempr?'
La seora de Bargeton dej escapar una desdeosa son
risa y se cruz de brazos mirando las cortinas del gabinete.
Du Chtelet sali sin haber podido descifrar aquel corazn
de mujer altiva. Cuando se hubieron marchado Luciano y
los cuatro fieles ancianos que haban llegado para hacer su
partida de whist sin preocuparse de aquellos problemticos
cuentos, la seora de Bargeton detuvo a su marido, que se
dispona a acostarse y abr ya la boca para decir buenas
noches a su mujer.
Venid, querido, tengo que hablaros le dijo con cierta
solemnidad.
El seor de Bargeton sigui a su mujer al gabinete.
Amigo mo le dijo, quiz no he obrado bien al po
ner en mi solicitud protectora para con el seor de Rubem
pr un calor tan mal comprendido por las estpidas perso
nas de esta ciudad como por l mismo. Esta maana, Lucia
no se arroj a mis pies, ah, hacindome una declaracin
de amor. Estanislao entr en el momento en que yo haca
que se levantara ese nio. Con menosprecio de los deberes
que la cortesa impone a un hildalgo para con una mujer
en toda clase de circunstancias, ha pretendido haberme visto
en una situacin equvoca con ese muchacho, al que enton

LOS DOS POETAS

431

ces yo trataba como se merece. Si ese joven atolondrado


supiera las calumnias a que su locura est dando lugar, ira,
lo s muy bien, a insultar a Estanislao y le obligara a ba
tirse. Esta accin sera como una pblica confesin de su
amor. No necesito deciros que vuestra mujer es pura; pero
pensaris que hay algo de deshonroso para vos y para m
en el hecho de que sea el seor de Rubempr quien la de
fienda. Id en seguida a casa de Estanislao, y pedidle seria
mente razn de las insultantes frases que ha dicho sobre m;
pensad que no debis consentir que el asunto se arregle,
a menos que se retracte en presencia de testigos numerosos
e importantes. Conquistaris de este modo la estima de
todas las personas honradas; os comportaris como hombre
inteligente, como hombre galante, y tendris derecho a mi
aprecio. Voy a hacer que Gentil parta a caballo hacia el
Escarbas, mi padre debe ser vuestro testigo; a pesar de sus
aos, s que es hombre capaz de pisotear a ese mueco que
mancilla la reputacin de una Ngrepelisse. A vos corres
ponde la eleccin de las armas, batios a pistola, disparis
a maravilla.
Ahora mismo voy dijo el seor de Bargeton, cogiendo
el bastn y el sombrero.
Bien, amigo dijo su esposa, conmovida, as me
gustan los hombres. Sois un verdadero hidalgo.
Le ofreci la frente para que se la besara, y el anciano
puso en ella un beso, feliz y ufano. Aquella mujer, que pro
fesaba una especie de sentimiento maternal a aquel nio
grande, no pudo reprimir una lgrima al or resonar la
puerta cochera.
"Cunto me quiere! pens. El pobre hombre aprecia
la vida, y sin embargo, la perdera sin vacilar por mi causa.
El seor de Bargeton no se preocupaba por tener que
enfrentarse al da siguiente con un hombre y mirar fra
mente el can de una pistola apuntando hacia l; no, lo
que le preocupaba era una sola cosa, y temblaba a causa de
ella al dirigirse a casa del seor de Chandour.
"Qu voy a decir? pensaba. Bien habra podido
Nas prepararme un tema!"
Y se devanaba los sesos con el fin de formular algunas
frases que no resultaran ridiculas.

432

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

Pero las personas que viven, como viva el seor de Bargeton, en un silencio impuesto por la estrechez de su inteli
gencia y por su escaso alcance, tienen en las grandes cir
cunstancias de la vida una completa solemnidad. Hablando
poco, se les escapan, naturalmente, pocas tonteras; adems,
al reflexionar mucho sobre lo que deben decir, su extrema
desconfianza de s mismos les lleva a estudiar tan bien sus
discursos, que se expresan a maravilla por un fenmeno
semejante al que dest la lengua de la burra de Balaam.
As, el seor de Bargeton se port como un hombre supe
rior. Justific la opinin de aquellos que le consideraban
como un filsofo de la escuela de Pitgoras. Entr en casa
de Estanislao a las once de la noche, y encontr en ella
numerosa compaa. Fue a saludar silenciosamente a Ame
lia, y ofreci a todos su estpida sonrisa, que en las cir
cunstancias presentes pareci profundamente irnica. Hzose
entonces un gran silencio, como en la naturaleza cuando se
aproxima una tormenta. Du Chtelet, que haba regresado,
mir sucesivamente de un modo muy significativo al seor
de Bargeton y a Estanislao, a quien el marido ofendido
abord con cortesa.
Du Chtelet comprendi el sentido de una visita hecha
a una hora en la que aquel anciano estaba siempre acos
tado: era evidente que Nais agitaba aquel brazo dbil; y
como su posicin cerca de Amelia le daba derecho a inmis
cuirse en los asuntos de la casa, se levant, rog al seor de
Bargeton que le acompaara a varios pasos de distancia,
y le dijo:
Querais hablar con Estanislao?
S dijo el hombre, contento de encontrar un entre
metido que quiz se encargara de hablar por l.
Bien, id al dormitorio de Amelia respondile el direc
tor de las contribuciones, satisfecho de aquel duelo que
poda volver viuda a la seora de Bargeton impidindole al
mismo tiempo que se casara con Luciano, la causa del duelo.
Estanislao dijo Du Chtelet al seor de Chandour,
Bargeton viene sin duda a pediros cuenta de lo que andis
hablando sobre Nas. Venid a la habitacin de vuestra mu
jer, y portaos los dos como hidalgos. No hagis ruido, afee-

LOS DOS POETAS

433

tad gran cortesa, en fin, tened toda la frialdad de una dig


nidad britnica.
Estanislao y Du Chtelet fueron en seguida al encuentro
de Bargeton.
Caballero dijo el marido ofendido, vos pretendis
haber encontrado a la seora de Bargeton en una situacin
equvoca con el seor de Rubempr?
Con el seor Chardon repuso irnicamente Estanis
lao, que no crea que Bargeton fuese un hombre fuerte.
Sea dijo el marido. Si no desments esas palabras
en presencia de la sociedad que se encuentra en vuestra casa
en este momento, os ruego que elijis un testigo. Mi suegro,
el seor de Ngrepelisse, vendr a buscaros a las cuatro de
la maana. Hagamos cada cual nuestras disposiciones, por
que el asunto slo puede arreglarse en la forma que acabo
de indicar. Yo escojo la pistola, soy el ofendido.
Durante el camino, el seor de Bargeton haba meditado
este discurso, el ms largo que hiciera en su vida,, y lo dijo
sin pasin, con el aire ms simple del mundo. Estanislao
palideci y dijo para su capote:
Qu es lo que he visto, despus de todo?
Pero, entre la vergenza de desmentir sus palabras de
lante de toda la ciudad, en presencia de aquel mundo que
pareca no querer saber nada de burlas, y el miedo, el terri
ble miedo que le atenazaba el Cuello con sus ardientes ma
nos, opt por el peligro ms remoto.
Est bien. Hasta maana dijo al seor de Bargeton,
pensando que el asunto podra arreglarse.
Los tres hombres salieron del dormitorio, y todo el mun
do estudi sus fisonomas: Du Chtelet sonrea, el seor de
Bargeton estaba exactamente cual que si se encontrase en
su propia casa; pero Estanislao se mostr lvido. Al verle,
algunas mujeres adivinaron el objeto de la conferencia. Las
palabras "Van a batirse!" circularon de odo en odo. La
mitad de la concurrencia pens que Estanislao no tena
razn, su palidez y su actitud delataban una mentira; la
otra mitad admir el aire del seor de Bargeton. Du Ch
telet se hizo el grave y el misterioso. Despus de haberse
quedado unos instantes examinando las caras, el seor de
Bargeton se retir.

434

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

Tenis pistolas? dijo Chtelet al odo de Estanislao,


que se estremeci de pies a cabeza.
Amelia lo comprendi todo y se sinti indispuesta, las
mujeres se apresuraron a llevarla a su habitacin. Prodjose un barullo terrible, todo el mundo hablaba a la vez.
Los hombres permanecieron en el saln y declararon con
voz unnime que el seor de Bargeton estaba en su derecho.
Habrais crdo a ese hombre capaz de comportarse
de este modo? dijo el seor de Saintot.
En su juventud dijo el implacable Jacobo era uno
de los ms hbiles en el manejo de las armas. Mi padre me
habl a menudo de las hazaas de Bargeton.
Bah! Los colocaris a veinte pasos y fallarn la pun
tera si cogis pistolas de caballera dijo Francisca a
Du Chtelet.
Cuando todo el mundo se hubo marchado, Du Chtelet
trat de tranquilizar a Estanislao y a su mujer explicn
doles que todo ira bien, y que en un duelo entre un hombre
de sesenta aos y otro de treinta y seis, ste tena todas
las ventajas.
A la maana siguiente, en el momento en que Luciano
desayunaba con David, que haba regresado de Marsac sin
su padre, la seora Chardon entr muy azorada.
Luciano, sabes la noticia que se est comentando has
ta en el mercado? El seor de Bargeton casi ha dado muerte
al seor de Chandour, esta maana a las cinco, en el prado
del seor Tulloye. Parece ser que el seor de Chandour dijo
ayer que te haba sorprendido con la seora de Bargeton.
Es falso! La seora de Bargeton es inocente exclam
Luciano.
Un hombre del campo a quien he odo contar los deta
lles, lo ha visto todo desde su carro. El seor de Ngrepelisse vino a las tres de la madrugada para asistir al seor
de Bargeton, y dijo al seor de Chandour que si le ocurra
alguna desgracia a su yerno, se encargaba de vengarle. Un
oficial del regimiento de caballera ha prestado sus pistolas,
que fueron probadas varias veces por el seor de Ngrepelisse. El seor Du Chtelet quera oponerse a que las pis
tolas fueran probadas; pero el oficial, a quien tomaron como
rbitro en el duelo, dijo que a menos que se comportaran

LOS DOS POETAS

435

como nios, haba que servirse de armas en toda regla. Los


testigos colocaron a los dos adversarios a veinticinco pasos
uno de otro, y el seor de Bargeton, que pareca estar all
como si hubiera ido de paseo, tir primero y aloj una bala
en el cuello del seor de Chandour, que cay sin poder
disparar. El cirujano del hospital ha declarado que el seor
de Chandour tendr el cuello torcido para el resto de sus
das. He venido a comunicarte el resultado de ese duelo
para que no vayas a casa de la seora de Bargeton, o para
que no te dejes ver por Angulema, porque algunos amigos
del seor de Chandour podran provocarte.
En aquel momento, Gentil, el ayuda de cmara del seor
de Bargeton, entr conducido por el aprendiz de la im
prenta, y entreg a Luciano una carta de Luisa, redactada
en estos trminos:
"Sin duda os habris enterado del resultado del duelo
entre Chandour y mi marido. No recibiremos hoy a nadie;
sed prudente, no os dejis ver, os lo pido en nombre del
afecto que me profesis. No os parece que el mejor empleo
de esta luctuosa jornada es venir a escuchar a vuestra Bea
triz, cuya vida ha quedado totalmente cambiada por este
acontecimiento, y que tiene mil cosas que deciros?"
Afortunadamente dijo David, mi boda ha sido fija
da para pasado maana; as tendrs ocasin para frecuen
tar menos la casa de la seora de Bargeton.
Querido David respondi Luciano, me pide que
vaya hoy a verla; creo que debo obedecerle, ella sabr mejor
que nosotros cmo debo comportarme en las presentes cir
cunstancias.
Entonces, todo est a punto aqu? pregunt la se
ora Chardon.
Venid a verlo exclam David, satisfecho de poder
mostrar la transformacin que haba experimentado el apar
tamento del primer piso, donde todo apareca fresco y nuevo.
All se respiraba aquel suave espritu que reina en los
jvenes hogares donde las flores de azahar y el velo de la
desposada coronan todava la vida interior, donde la prima

436

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

vera del amor se refleja en las cosas, donde todo es blanco,


limpio y florido.
Eva estar aqu como una princesa dijo la madre;
pero habis gastado demasiado dinero, habis hecho lo
curas!
David sonri sin responder, porque la seora Chardon
haba puesto el dedo en lo ms vivo de una llaga secreta
que haca sufrir cruelmente al pobre amante: sus previ
siones haban sido rebasadas hasta tal punto por la ejecu
cin de todas aquellas obras, que le resultaba imposible
edificar encima del cobertizo. Su suegra tendra que espe
rar mucho tiempo para tener el apartamento que l quera
ofrecerle. Los espritus generosos experimentan los ms in
tensos dolores al tener que faltar a sta clase de promesas,
que en cierto modo constituyen las pequeas vanidades del
cario. David ocultaba cuidadosamente su preocupacin, con
objeto de no herir el corazn de Luciano, que habra podido
encontrarse abrumado por los sacrificios que por l se
hacan.
Eva y sus amigas tambin han trabajado mucho por
su parte deca la seora Chardon. El ajuar, la ropa
blanca, todo est a punto. Esas seoritas la quieren tanto,
que, sin que ella lo supiese, le han recubierto los colchones
con fustn blanco, con bordes de color de rosa. Es muy
bonito; Dan ganas de casarse!
La madre y la hija haban empleado todos sus ahorros
en proveer a la casa de David de todas aquellas cosas en
que los hombres nunca piensan. Sabiendo cun grande era
el lujo que l desplegaba, porque se trataba de un servicio
de porcelana pedido a Limoges, haban procurado que armo
nizara lo que ellas traan con lo que David compraba. Esta
pequea lucha de amor y de generosidad haba de ser causa
de que los dos esposos se encontraran cohibidos desde el
comienzo de su vida matrimonial, en medio de todos los
sntomas de una holgura burguesa, que poda pasar por
lujo en una ciudad atrasada como era entonces Angulema.
En el momento en que Luciano vio que su madre y David
pasaban al dormitorio, cuyo tapizado azul y blanco, cuyos
lindos muebles ya le eran conocidos, se escabull hacia la
casa de la seora de Bargeton. Encontr a Nas desayu

LOS DOS POETAS

437

nando con su marido, el cual, habiendo cobrado apetito con


su paseo matinal, coma sin preocuparse por lo que haba
sucedido. El anciano hidalgo campesino, el seor de Ngrepelisse, aquella figura impresionante, vestigio de la vieja no
bleza francesa, se hallaba al lado de su hija. Cuando Gentil
anunci al seor de Rubempr, el anciano de blancos cabe
llos le lanz la mirada inquisitiva de un padre que siente
vivo inters por juzgar al hombre a quien su hija ha dis
tinguido. La extraordinaria belleza de Luciano le sorprendi
tan intensamente, que-no pudo reprimir una mirada de
aprobacin; pero pareca ver en las relaciones de su hija
unos amoros ms que una pasin, un capricho ms que
una pasin duradera. El desayuno tocaba a su fin, Luisa
pudo levantarse, y dejando a su padre y al seor de Bar
geton, hizo una sea a Luciano indicando que la siguiera.
Amigo mo dijo con voz triste y gozosa al mismo
tiempo, me voy a Pars, y mi padre se lleva a Bargeton
al Escarbas, donde permanecer durante mi ausencia. La
seora de Espard, una dama de la casa de Blamont-Chauvry
con quien estamos emparentados a travs de los de Espard,
rama mayor de los Ngrepelisse, es en estos momentos muy
influyente por ella misma y por sus padres. Si se digna
reconocernos, voy a cultivar mucho su amistad; ella puede
obtenernos con su influencia un cargo para Bargeton. Mis
peticiones podrn hacer que la corte le apoye como dipu
tado del Charenta, lo cual ayudar a su nombramiento aqu.
La diputacin podr ms tarde favorecer las diligencias
que yo efecte en Pars. Eres t, querido, quien me ha ins
pirado este cambio de existencia. El duelo de esta maana
me obliga a cerrar mi casa por algn tiempo, porque habr
personas que tomarn partido por los Chandour contra no
sotros. En la situacin en que nos encontramos, y en una
ciudad pequea, una ausencia es siempre necesaria para
que los odios se aplaquen. Pero, o saldr con la ma y no
volver a Angulema, o, si no logro mi propsito, aguardar
el momento en que pueda pasar todos los veranos en el
Escarbas y los inviernos en Pars. Es la nica vida de una
mujer como es debido, he tardado demasiado en empren
derla. Hoy ser suficiente para hacer todos nuestros prepa
rativos, partir maana por la noche y vos me acompaa

438

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

ris, verdad? Saldris antes que yo. Entre Mansle. y Ruffec,


os recoger en mi coche y pronto estaremos en Pars. All,
querido, es donde viven las personas superiores. Uno no se
encuentra a gusto ms que con sus iguales, en cualquier
otra parte se padece. Adems, Pars, capital del mundo inte
lectual, es el teatro de vuestros xitos. Franquead pronto el
espacio que de ella os separa, no dejis que vuestras ideas
se vuelvan rancias en la provincia, poneos en seguida en
contacto con los grandes hombres que habrn de represen
tar al siglo xix. Acercaos a la corte y al poder. Ni las dis
tinciones ni las dignidades salen al encuentro del talento
que se marchita en una pequea ciudad. Por otra parte,
mencionadme las hermosas obras que hayan sido ejecutadas
en provincias. Ved, por el contrario, al sublime y pobre Juan
Jacobo, invenciblemente atrado por ese sol moral, que crea
las glorias caldeando las inteligencias por medio del frota
miento de las rivalidades. Acaso no debis ocupar vuestro
puesto en la plyade que se produce en cada poca? No
podrais creer cun til le es a un joven talento el que la
alta sociedad le haga brillar. Yo har que se os reciba en
casa de la seora de Espard; nadie tiene fcilmente acceso
en su saln, donde encontraris a los grandes personajes,
a los ministros y embajadores, a los oradores de la Cmara,
los pares ms influyentes y personas ricas o famosas. Hara
falta ser muy poco hbil para no suscitar su inters, cuan
do uno es guapo, joven y lleno de talento. Los grandes talen
tos carecen de mezquindad, os prestarn su apoyo. Cuando
se os sepa bien situado, vuestras obras adquirirn un valor
inmenso. Para los artistas, el gran problema a resolver es
hacerse visibles. All se encontrarn para vos mil ocasiones
de fortuna, de sinecuras y una pensin sobre el tesoro par
ticular del rey. A los Borbones les agrada tanto favorecer
las letras y las artes! No solamente esto ir bien, sino que
haris fortuna. Es la opinin, el liberalismo, el que da los
cargos, las recompensas, y el que labra la fortuna de los
escritores? As, emprended el buen camino y llegad adonde
van todos los "hombres de talento. Tenis mi secreto, guar
dad el ms profundo silencio y disponeos a seguirme. No
queris? aadi, sorprendida por la silenciosa actitud de
su amante.

LOS DOS POETAS

439

Luciano, estupefacto por la rpida ojeada que lanz sobre


Pars, al escuchar aquellas seductoras palabras, crey no
haber gozado hasta entonces ms que de la mitad de su
cerebro; parecile que la otra mitad se descubra, tanto se
agrandaron sus ideas; viose en Angulema como una rana
bajo la piedra, al fondo de un pantano. Pars y sus esplen
dores, Pars, que aparece ante todas las imaginaciones pro
vincianas como un Eldorado, aparecisele con su vestido de
oro, con la cabeza ceida de pedreras reales, con los brazos
abiertos para los talentos. Las personas ilustres iban a darle
el espaldarazo fraternal. All todo le sonrea al genio. All no
haba ni hidalgelos celosos que lanzasen palabras ofensivas
para humillar al escritor, ni necia indiferencia para la poe
sa. De all surgan las 'obras de los poetas, all eran pagadas
y se las haca brillar. Despus de haber ledo las primeras
pginas de El Arquero de Carlos IX, los libreros abriran sus
cajas y le diran: Cunto queris? Comprenda, por otra
parte, que, despus de un viaje en el que seran casados por
las circunstancias, la seora de Bargeton sera enteramente
para l, que viviran juntos.
A estas palabras; "No queris?, respondi con una l
grima, cogi a Luisa por el talle, la estrech contra su cora
zn y le cubri el cuello de besos apasionados. Luego se
detuvo de pronto, como herido por un recuerdo, y exclam:
Dios mo! Mi hermana se casa pasado maana!
Este grito fue el ltimo suspiro del joven noble y puro.
Los vnculos que atan los jvenes corazones a su familia, a
su primer amigo, a todos los sentimientos primitivos, iban
a recibir un terrible hachazo.
Bien! exclam la altiva Ngrepelisse. Qu tiene
que ver la boda de vuestra hermana con el desarrollo de
nuestro amor? Tanto os interesa ser el corifeo de estas
bodas de burgueses y obreros que no podis sacrificarme sus
nobles goces? Vaya sacrificio! dijo con desprecio. Yo
he enviado esta maana a mi marido a batiros a causa de
vos! Id, seor, dejadme! Me he equivocado.
Dejse caer en el canap. Luciano la sigui all, pidin
dole perdn, maldiciendo a su familia, a David y a su
hermana.
Yo crea tanto en vos! dijo la seora de Bargeton.

440

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

El seor de Cante-Croix tena una madre a la que idolatra


ba, pero para obtener una carta en la que yo le dijera:
Estoy contenta!, muri en medio del fuego. Y vos, cuando
se trata de viajar conmigo, no sois capaz de renunciar a
una comida de boda!
Luciano quiso matarse, y su desesperacin fue tan ver
dadera, tan profunda, que Luisa perdon, pero dando a en
tender a Luciano que tendra que expiar aquella falta.
Id, pues dijo finalmente, sed discreto, y encontraos
maana a medianoche a un centenar de pasos ms all de
Mansle.
Luciano sinti que la tierra se hunda bajo sus pies, volvi
a casa de David seguido de sus esperanzas como Orestes
por las furias, porque vislumbr mil dificultades que se
resuman todas en estas palabras terribles: "Y dinero?" La
perspicacia de David le daba tanto miedo que se encerr en
su lindo gabinete para recobrarse del aturdimiento que le
causaba su nueva situacin. Era, pues, preciso abandonar
aquel apartamento con tanto cario establecido, y hacer
intiles tantos sacrificios. Luciano pens que su madre po
dra alojarse all, David ahorrara de este modo la costosa
edificacin que haba proyectado hacer al fondo del pa*iO.
Aquella partida deba favorecer a su familia, encontr mil
razones perentorias a su fuga, porque no hay nada tan je
sutico como un deseo. En seguida corri al Houmeau, al
encuentro de su hermana, para comunicarle su nuevo des
tino y ponerse de acuerdo con ella. Al llegar ante la tienda
de Postel, pens que si no haba otros medios, pedira
prestada al sucesor de su padre la suma necesaria para su
estancia en Pars durante un ao.
Si vivo con Luisa, un escudo diario ser para m como
una fortuna, y ello no representa ms que mil francos en
un ao se dijo. Ahora bien, dentro de seis meses ser
rico.
Eva y su madre oyeron, bajo la promesa de un profundo
secreto, las confidencias de Luciano. Las dos lloraron escu
chando al ambicioso; y cuando quiso saber la causa de
aquella pena, le dijeron que todo cuanto posean haba
sido absorbido por la mantelera y por la ropa blanca, por
el ajuar de Eva, por una multitud de adquisiciones en las

LOS DOS POETAS

441

que David no haba pensado, y que ellas estaban contentas


de haber efectuado, porque el impresor reconoca a Eva
una dote de diez mil francos. Luciano les comunic enton
ces su idea de pedir dinero prestado y la seora Chardon se
encarg de pedir al seor Postel mil francos por un ao.
Luciano dijo Eva con el corazn oprimido, no vas
a asistir a mi boda? Oh, vuelve, aguardar unos das! Ella
te dejar que vuelvas dentro de quince das, una vez que la
hayas acompaado. Bien nos conceder ocho das, a noso
tras que te hemos criado para ella! Nuestra unin no ser
afortunada si t no ests presente... Pero, tendrs bastante
con mil francos? dijo de pronto, interrumpindose. Aun
que tu traje te sienta muy bien, slo tienes uno. No te
quedan ms que dos camisas finas, y las otras seis son de
tela burda. Solamente tienes tres corbatas de batista, las
otras tres son de chaconada corriente; y adems, tus paue
los no valen nada. Encontrars en Pars una hermana que
te lave la ropa el da que la necesites? Te hace falta ms.
No tienes ms que un pantaln de mahn hecho este ao,
los del ao pasado te van estrechos, ser, pues, preciso que
te vistas en Pars, y los precios de all no son los de Angu
lema. Slo tienes dos chalecos blancos que puedas llevar,
los otros ya los he arreglado. Toma, te aconsejo que te lleves
dos mil francos.
En aquel momento, David, que entraba, pareci or estas
ltimas dos palabras, examin al hermano y a la hermana
guardando silencio.
No me ocultis nada dijo.
Bien murmur Eva, se va con ella.
Postel dijo la seora Chardon entrando sin ver a Da
vid, consiente en prestar los mil francos, pero solamente
por seis meses, y quiere una letra de cambio aceptada por
tu cuado, porque dice que t no ofreces ninguna garanta.
La madre se volvi, vio a su yerno y aquellas cuatro per
sonas guardaron un profundo silencio. La familia Chardon
comprenda cunto haba estado abusando de David. Todos
estaban avergonzados. Una lgrima brill en los ojos del
impresor.
No estars, entonces, presente a nuestra boda? di
jo. No te quedars con nosotros? Y yo que he gastado

442

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

todo lo que tena! Ah, Luciano, yo que le traa a Eva sus


pobres joyas de novia dijo enjugndose los ojos y sacando
unos estuches del bolsillo, no saba que habra de lamen
tar el haberlas comprado.
Deposit encima de la mesa, ante la suegra, varias cajitas
cubiertas de tafilete.
Por qu pensis tanto en m? dijo Eva con una
sonrisa angelical.
Querida mam dijo el impresor, id a decirle al
seor Postel que consiento en dar mi firma, porque veo en
tu cara, Luciano, que ests decidido a partir.
Luciano inclin lentamente la cabeza, aadiendo con tris
teza:
No me juzguis mal, ngeles mos.
Cogi a Eva y a David, los bes y estrech contra su
pecho, diciendo:
Aguardad los resultados, y sabris cunto os quiero.
David, de qu nos serviran nuestras elevadas miras, si no
nos permitieran hacer abstraccin de las pequeas ceremo
nias en las cuales envuelven los sentimientos? A pesar de
la distancia, acaso mi alma no estar aqu presente? No
tengo un destino que cumplir? Vendrn a buscar aqu los
libreros mi Arquero de Carlos IX y Las Margaritas? Un da
u otro, no debo hacer lo que hago hoy, podr encontrar
jams circunstancias ms favorables? No constituye toda
mi fortuna entrar en el saln de la marquesa de Espard
nada ms llegar a Pars?
Tiene razn dijo Eva. No me decais vos mismo
que deba ir a Pars cuanto antes?
David cogi a Eva de la mano, la llev al pequeo gabi
nete donde la joven dorma desde haca siete aos, y le
dijo al odo:
Decas que tiene necesidad de dos mil francos, amor
mo? Postel no presta ms que mil.
Eva mir a su prometido con una mirada angustiosa que
reflejaba todos sus sufrimientos.
Escucha, Eva adorada, vamos a empezar mal nuestra
vida. S, mis gastos han absorbido cuanto posea. No me
quedan ms que dos mil francos, y la mitad es indispensable
para hacer marchar la imprenta. Dar mis francos a tu her

LOS DOS POETAS

443

mano es dar nuestro pan, es comprometer nuestra tranqui


lidad. Si yo fuera solo, ya s lo que hara; pero somos dos.
Decide.
Eva, como enloquecida, arrojse en los brazos de su
amante, le bes tiernamente y le dijo al odo, deshecha en
llanto:
Haz como si fueras solo. Yo trabajar para recobrar
esa suma!
A pesar del ms ardiente beso que dos prometidos hayan
cambiado jams, David dej a Eva abatida, y volvi al en
cuentro de Luciano.
No te preocupes le dijo, tendrs tus dos mil francos.
Id a ver a Postel dijo la seora Chardon, porque
los dos tenis que firmar el papel.
Cuando ambos amigos volvieron, sorprendieron a Eva y
a su madre de rodillas, rezando. Si bien saban cuntas es
peranzas haba de realizar el retorno, comprendan en aquel
momento todo lo que ellas perdan con aquella despedida;
porque hallaban demasiado cara la felicidad venidera con
una ausencia que iba a quebrantar su vida y arrojarlas a un
abismo de temores sobre el destino de Luciano.
Si llegases a olvidar esta escena dijo David al odo
de Luciano, seras el ms despreciable de los hombres.
El impresor juzg sin duda necesarias estas graves pala
bras, la influencia de la seora de Bargeton no le asustaba
menos que la funesta volubilidad del carcter que poda
llevar a Luciano tanto por un camino bueno como por un
camino malo. Eva hizo en seguida el paquete de Luciano.
Aquel Hernn Corts literario se llevaba muy poca cosa.
Se puso su mejor levita, su mejor chaleco y una de sus
dos camisas finas. Toda su ropa blanca, su traje, sus efectos
y sus manuscritos formaron un paquete tan pequeo, que,
para esconderlo a las miradas de la seora de Bargeton,
David propuso enviarlo por la diligencia a su corresponsal,
un comerciante en papel, a quien escribira para que lo tu
viera a disposicin de Luciano.
A pesar de las precauciones tomadas por la seora de
Bargeton para ocultar su partida, el seor Du Chtelet se
enter de ella y quiso saber si emprenda el viaje sola o
acompaada de Luciano; envi a su ayuda de cmara a

444

H . DE BALZAC: LA COMEDIA HUMANA

Rufrec, con la misin de examinar todos los coches que toma


sen caballos de refresco en la posta,
Si rapta a su poeta pens, ha cado en mis manos.
Luciano parti al da siguiente de madrugada, acompa
ado de David, quien se haba procurado un cabriol y un
caballo, anunciando que iba a tratar de negocios con su
padre, pequea mentira que, en aquellas circunstancias era
probable. Los dos amigos dirigironse a Marsac, donde pa
saron parte del da en casa del viejo oso; luego, por la tarde,
fueron ms all de Mansle, a esperar a la seora de Bargeton, que lleg al amanecer. Al divisar la vieja calesa sexa
genaria que tantas veces haba visto en la cuadra, Luciano
experiment una de las ms vivas emociones de su vida
y arrojse en los brazos de David, el cual le dijo:
Quiera Dios que sea por tu bien!
El impresor volvi a montar en su mal cabriol, y desa
pareci con el corazn oprimido, porque tena horribles pre
sentimientos acerca del destino de Luciano en Pars.

INDICE

LAS RIVALIDADES
1)

I.
II.
III.

L a S olterona

La casta Susana y sus dosancianos..................


La seorita C o n n o n ..........................................
Las decepciones...................................................

11
47
95

2) E l g a b in e t e d e a n t i g e d a d e s ............................... 149
I. Los dos salones.........................................................151
II. Una mala edu ca cin ................................................ 173
III. V ictu rn ia n o .............................................................. 195
IV. La bella M aufrigneuse............................................ 211
V. Chesnel en ayuda de los deEsgrignon . . . .
239
VI. Un tribunal de provincias....................................... 255
VII. El juez de in stru ccin ............................................269
VIII. Batalla ju d ic ia l.........................................................275
IX. El casamiento desigual............................................ 293
ILUSIONES PERDIDAS
1) Los DOS
Los dos poetas

POETAS
3 01

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