Analisis Panoramico Del Periodo Kirchner
Analisis Panoramico Del Periodo Kirchner
Analisis Panoramico Del Periodo Kirchner
Resumen:
La presente ponencia nace como parte del trabajo final realizado para la materia “Análisis de la
Sociedad Argentina” en la FaHCE-UNLP. Aquí me propongo hacer un recorrido panorámico
del ciclo kirchnerista (2003-2015) desde la perspectiva de la sociología y economía política,
partiendo del giro post-neoliberal que dio origen al modelo de desarrollo productivo con
inclusión, pasando por el auge del mismo, para finalizar con las limitaciones estructurales del
final del periodo, así como sus resultados.
Para estructurar el texto dividí el ciclo kirchnerista en tres etapas identificadas con el principio
y fin de cada uno de los tres gobiernos (2003-2007; 2007-2011; 2011-2015). Cada uno de estos
subperiodos son abordados en base a 3 dimensiones que me parecen clave: por un lado, el
proyecto político-económico enunciado y las intenciones manifiestas de los dirigentes del poder
ejecutivo nacional, por otro lado, las políticas económicas y sociales implementadas y, por
último, los resultados obtenidos en materia de crecimiento, desempleo, pobreza, distribución
de la riqueza, concentración económica, modificaciones en la estructura productiva y del
mercado de trabajo, y demás. También mencionaré la dinámica de alianzas y confrontaciones
protagonizadas por sectores determinantes en el modelo de desarrollo como son las
asociaciones empresarias industriales y agropecuarias.
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Si bien puede caracterizarse a los gobiernos kirchneristas como un ciclo con rasgos propios
que lo diferencian tanto de la experiencia neoliberal de la década de los ‘90, como también los
años de la Alianza Cambiemos (2015-2019), al interior de este ciclo podemos encontrarnos con
tres subperiodos. En líneas generales, estos subperiodos son identificados con el principio y fin
de cada uno de los tres gobiernos Kirchneristas (2003-2007; 2007-2011; 2011-2015).
El ciclo kirchnerista comienza en el año 2003 con la asunción de Néstor Kirchner a la
presidencia de la Nación con tan solo el 22,24% de los votos, frente a dos quintos de la
población que habían votado por propuestas de derecha tanto liberales como conservadoras que
apuntaban a mantener el modelo de la convertibilidad de los ‘90. Hijo de las circunstancias que
lo posicionaban como un presidente débil con escasa legitimidad de origen, se vio obligado a
construir y acumular políticamente mediante el ejercicio de sus funciones y la motorización de
la estrategia de la “transversalidad”, la cual consistió en sumar a las filas del gobierno (más
precisamente a la burocracia estatal encargada de las políticas sociales) a diversas
organizaciones y movimientos sociales que habían participado de las revueltas del 2001.
Con este proceso de “reconstrucción de la estatalidad”, Néstor apunta a atender dos
demandas, en principio contradictorias, que resonaban fuertemente luego de haber estallado un
año y medio atrás. Por un lado, la demanda de orden frente a la inestabilidad política, social y
económica imperante. Por otro lado, la demanda cristalizada en la consigna “que se vayan
todos”, esto es, la impugnación al gobierno de la Alianza y sus políticas neoliberales, y en
algunos casos la demanda por la construcción de un gobierno de izquierda o nacional-popular.
Poniendo en juego estas dos demandas, el 25 de mayo de 2003, en su discurso de asunción
como presidente de la Nación, hace explícito su proyecto de gobierno: “…reconstruir un
capitalismo nacional que genere las alternativas que permitan reinstalar la movilidad social
ascendente”. Planteaba la reconstrucción de la estatalidad para poner fin a la herencia del
neoliberalismo: “…construir un capitalismo en serio […]con reglas claras en las que el Estado
cubra su rol con inteligencia, para regular, para controlar, para estar presente donde haga
falta mitigar los males que el mercado no repara […] donde no imperen los monopolios y
donde se evite la concentración que ahogue la iniciativa de los pequeños y medianos
emprendedores. Capitalismo en serio donde se proteja al inversor y también al consumidor,
con marcos regulatorios explícitos y transparentes y organismos de control que cumplan su
rol”1.
1
Néstor Kirchner ante la Asamblea Legislativa del Congreso, 1 de marzo de 2004. Disponible en:
https://www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/24031-blank-14537407
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2
Académico y militante del campo Nacional y Popular y actual diputado nacional por el Frente Patria Grande.
3
Otro dato relevante del periodo es el giro en la posición del Estado frente a la protesta social, la cual en la
mayoría de los casos ya no sería abordada con represión policial.
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4
Quien en su momento fue subsecretario de la Pequeña y Mediana Empresa y Desarrollo Regional (2006-2007);
director del Banco de la Nación Argentina (2008-2012); y gerente General del Banco Central de la República
Argentina (2012-2013). Más afín a propuestas neodesarrollistas que tiendan a la promoción y desarrollo
industrial con inclusión social, pero sin descuidar las variables macroeconómicas para evitar “desajustes” en la
economía.
5
Tendencia que aboga por el crecimiento económico con distribución de los ingresos y de la riqueza,
acompañado de una fuerte intervención del Estado en el mercado. Apunta a lograr una igualdad en términos de
derechos sociales y políticos, e igualdad real en términos materiales.
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de dólares) utilizando las reservas internacionales, lo cual ponía fin a las auditorías y
condicionamientos externos del organismo sobre el gobierno y la economía argentina. Esta
medida, al igual que el canje con privados, generó tantas voces de apoyo como de repudio.
La etapa que puede ser entendida como el “primer kirchnerismo” es aplaudida por algunos,
dados los resultados macroeconómicos que logró obtener, como mantener el superávit gemelo
(externo y fiscal); reducir el desempleo del 22% en 2003 a 9% en 2006; obtener un crecimiento
promedio del PBI de 8,2% entre 2003 y 2007, y un crecimiento de la producción y empleos
industriales superior al 9% lo cual aumentó a su vez la cantidad de firmas industriales y la
capacidad productiva de las mismas (Kulfas, 2014). A su vez, estos números tuvieron su
correlato en la reducción de la pobreza, la indigencia y la desigualdad. Entre el año 2003 y
2005, se redujo la brecha de los ingresos familiares y los ingresos laborales 6 7, al tiempo que
también se elevaron los ingresos no laborales provenientes de jubilaciones y pensiones, lo cual
afectó mayormente a los hogares de menores ingresos (Fernández y Gonzales, 2018).
Sin embargo, otros autores del campo nacional y popular entendieron esta etapa como un
“consenso neodesarrollista” (Itaí Hagman,2015) que no renegó de los efectos de la
globalización neoliberal, sino que se acomodó en la configuración vigente intentando
aprovechar los beneficios que el mundo le ofrecía para alcanzar un desarrollo capitalista. Según
este autor citado, se trató de un neodesarrollismo que no tuvo vocación estatista, no confrontó
con el agro concentrado, ni puso el foco en los salarios altos y la protección de derechos
laborales; ni en la desconcentración de la economía para que las decisiones de inversión no
caigan solo en un puñado de grandes empresas.
En esta línea, Martin Schorr (2021) analiza la cúpula empresarial8 durante el ciclo
kirchnerista, y afirma que el pico de la concentración económica se registró en el año 2002 9
luego de sufrir los efectos del estallido del 2001. Si bien dicho índice de concentración
económica bajó sistemáticamente hasta el año 2010, se mantuvo en niveles altos, siendo que en
el año 2007 las 200 mayores empresas explicaban el 26,3% del valor bruto de producción total.
Para complementar estos datos, las 200 empresas en 2005 explicaban casi el 80% de las
exportaciones totales de la Argentina, al tiempo que casi la totalidad de esa participación se
explicaba por las 50 empresas más grandes, en su mayoría comercializadoras y/o procesadoras
6
Debido a la recuperación del mercado de trabajo, instrumentos sindicales como las negociaciones colectivas y
la elevación por decreto del salario mínimo vital y móvil.
7
Ver “Figura 1”; última fila titulada “Salario real (1998=100)”.
8
Se trata de las 200 empresas más grandes del país según sus respectivas ventas anuales (no se incluyen firmas
del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a la comercialización de granos).
9
Donde las 200 empresas más grandes del país explicaban el 31% del valor bruto de producción total (Schorr,
2021. P.170)
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de granos (en particular de soja) (p.170). Además, en el periodo 2001-2007, dentro de las 200
empresas más grandes, se asistió a un retroceso de la cantidad de firmas privadas nacionales,
las cuales pasaron de 59 a 53, mientras que las empresas extranjeras transnacionales pasaron de
93 a 116, concentrando las dos terceras partes de la facturación agregada (p.183).
El inicio de la segunda etapa del ciclo kirchnerista se sitúa entre los años 2007, 2008 y 2009,
respondiendo a distintos hitos. En primer lugar, en el año 2007, Cristina Fernández de Kirchner
asume como presidenta de la Nación en alianza con un sector del radicalismo, y con el proyecto
de reeditar un Pacto Social entre el capital y el trabajo. En segundo lugar, en los años 2008 y
2009 se da una doble crisis que trastoca el estado de cosas imperante en donde el crecimiento
del PBI permitía la recomposición de las ganancias, el empleo y los salarios. Por un lado, la
crisis política de 2008 significó el enfrentamiento del gobierno con las patronales agropecuarias
por la apropiación del excedente productivo de las commodities, y mostró los límites de la
intervención del Estado entre el capital y el trabajo. Por otro lado, la crisis internacional que se
hizo sentir en el año 2009, reactivó los condicionamientos estructurales de la economía
argentina en la medida en que cayeron los precios de las commodities generando falta de dólares
(restricción externa), y reeditando un nuevo ciclo de stop and go, que fue recibido con una
devaluación que afectó el poder adquisitivo del salario 10.
Volviendo de momento hacia el pasado, las políticas aplicadas en la etapa del gobierno de
Néstor habían ido de la mano de los intereses del autodenominado “Grupo Productivo”,
conformado por la Cámara de la Construcción, Confederaciones Rurales Argentinas, y
comandado por la Unión Industrial Argentina (UIA) (López & Cantamutto, 2018). Estos
actores se constituyeron como la fracción dirigente de la etapa, dejando a los sectores agrarios
exportadores más concentrados, como la Sociedad Rural Argentina (SRA), del lado de las
fracciones “desgarradas” de la dirigencia política. A estas fracciones desgarradas se les obligó
a transferir parte de su renta extraordinaria para garantizar la valorización de otras fracciones.
10
Aquí me permito una aclaración alrededor del concepto de stop and go. Debido a la “estructura productiva
desequilibrada de la Argentina” puesta de relieve por Marcelo Diamand (1972) el país se compone, a grandes
rasgos, por dos sectores. Por un lado, el sector agropecuario, capaz de exportar su producción haciendo ingresar
divisas al país. Por otro lado, la industria, que contiene una necesidad permanente de dólares para importar los
insumos y materias primas necesarias para producir. Esta estructura productiva desequilibrada hace que en los
periodos de crecimiento y expansión de la industria se necesiten más y más dólares para importar y producir, lo
cual redunda en un sistemático problema de restricción externa. En la medida en que no se revierte dicha
estructura productiva desequilibrada, el problema de la falta de dólares históricamente fue atacado con políticas
tales como la devaluación de la moneda nacional, la cual frena al crecimiento de la industria y así la sangría de
dólares. Sin embargo, esto también implica el estancamiento de la economía, inflación, perdida empleos y
capacidad adquisitiva, y otras consecuencias perjudiciales para las clases trabajadoras. Luego de aplicar estas
políticas de ajuste, se deja preparado el terreno para reeditar el proceso de crecimiento – restricción externa –
ajuste.
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11
Medida de acción directa de las patronales agropecuarias que consistió en la paralización total o parcial de
sus actividades.
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12
El Estado pasaba a contar con una suma aproximada de $85.000 millones (López & Cantamutto, 2018, p.39).
13
Administración Nacional de la Seguridad Social.
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14
Ver “Figura 1”; fila titulada “Variación de precios al consumidor (a diciembre) INDEC e IPC 9 Provincias”.
15
Ver “Figura 2” titulada “Evolución del tipo de cambio 2010-2019”, en el periodo resaltado (2011-2015).
16
En términos cuantitativos, entre 2008 y 2009, “…la fuga de capitales alcanzó los 32.020 millones de dólares, y
hasta la aplicación de controles cambiarios en 2011, no volvió a bajar de los 10.000 millones anuales. En cuanto
a la remisión de utilidades y dividendos de las empresas que operaban en la Argentina, se cuadruplicaron entre
2007 y los cuatro años siguientes” (Hagman 2015, p.126)
17
Ver “Figura 1”, fila titulada “Resultado fiscal primario (% del PBI)” respecto al periodo 2011-2015.
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La tercera etapa del ciclo kirchnerista (2011-2015) fue sin duda una etapa donde se
profundizaron los desajustes macroeconómicos del periodo anterior. Las medidas que se habían
aplicado frente a la coyuntura de restricción externa continuaron vigentes debido a que el
problema persistió; pero no se articularon en un plan que permita sortear el problema
estructuralmente (Kulfas, 2014). En estos años, el gobierno anunciaba la revisión de la
estructura de subsidios al consumo de electricidad, gas y agua, que muchas veces terminaba
subsidiando el consumo en barrios pudientes de la ciudad de Buenos Aires. Aun así, dicha
revisión nunca se concretó y los subsidios aumentaron hasta alcanzar el 2% del PBI. Como si
fuera poco, la sangría de dólares se ampliaba, ahora también por la demanda creciente de
dólares para turismo en el exterior que llegó a ser tan grande como el déficit energético.
Las limitaciones estructurales de la economía y la ineficiencia de las medidas de gobierno
para revertirlas se hacían evidentes con la caída de las reservas internacionales18 y el balance
comercial de 2013 que mostró resultados negativos por primera vez en mucho tiempo. A su
vez, la economía mostraba claras señales de estancamiento, pasando de un crecimiento anual
del PBI de 7,1% entre 2003 y 2011, a un crecimiento del 1,4% entre 2012 y 2014. Mientras
que la industria pasaba de una media de crecimiento del 8,7% a una tasa del -0,9% en estos
últimos años (Hagman,2015).
En este contexto, las fracciones del gran capital industrial representados por la UIA, que
hasta entonces habían sido aliados de los gobiernos kirchneristas, comienzan a distanciarse del
mismo, confluyendo con las fracciones desplazadas y desgarradas (AEA y SRA) tanto en la
interpretación de las causas de la crisis como de las medidas necesarias para revertirla. Es así
que, mezclando demandas económico-corporativas e ideológico-políticas impugnaron la
“estructura de costos” (energéticos, logísticos y salariales) como los causantes de las
limitaciones de la economía. Mientras algunas fracciones de los sectores populares y la
burguesía local mercado internista insistían con defender el modelo (industrializador,
productivo y creador de empleo) del gobierno, los representantes de las grandes industrias se
aliaban con el agro exportador concentrado, y se acercaban a dirigentes de la oposición (Frente
Renovador y PRO).
En el año 2013, luego de que el oficialismo pierda 5 millones de votos en las elecciones
legislativas (respecto a las de 2011), comienza el periodo de búsqueda de un pacto con los
sectores dominantes que permita la gobernabilidad, y se da inicio a lo que Hagman (2015) llama
“Neodesarrollismo sin populismo”. Así, desde el gobierno responden positivamente a las
18
Las cuales pasaron de 52.654 millones de dólares en 2011 a 29.405 millones en 2014 (Hagman, 2015).
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presiones neoliberales que pugnaban por recomponer los lazos con los mercados
internacionales en pos de “mejorar el clima de negocios”, atraer inversiones foráneas y acceder
a préstamos internacionales. En este sentido, se dan ciertos guiños hacia el mercado financiero
global: se indemniza holgadamente a Repsol por la Estatización parcial de YPF; se acuerda con
Chevron para la explotación de Vaca Muerta; se paga la deuda pendiente con el Club de París
y se acuerda con el CIADI. Sin embargo, el acceso al crédito internacional se vio truncado en
2014 por el fallo del juez de Nueva York Thomas Griesa, que obligaba a la Argentina a pagar
una deuda de 1.600 millones de dólares con fondos buitres que no habían aceptado entrar a los
canjes de deuda de 2005 y 2010. Debido a lo absurdo y humillante de la medida, el gobierno se
negó a pagar y entró en un default que despertó simpatías hacia sus votantes, mientras lo alejaba
de la posibilidad de subsanar la sangría de dólares con crédito externo (Kulfas, 2014).
Para 2014 la caída de las reservas internacionales era insostenible 19 y el gobierno temía que
la corrida cambiaria deviniera en crisis financiera. Fue así que se implementó un programa de
ajuste para frenar la corrida cambiaria: se devaluó la moneda nacional haciendo aumentar un
30% la cotización del dólar; y desde el Banco Central se alzó la tasa de interés en más de 10
puntos (Kulfas, 2014).
En 2015 se cumplieron 12 años de gestión y el mando presidencial pasó a la alianza
Cambiemos que, apoyada por los sectores más concentrados del agro y la industria que le habían
dado la espalda al Kirchnerismo, llegó para aplicar un brutal ajuste sobre los sectores populares
y reeditar las lógicas más perversas del Neoliberalismo.
A modo de balance de los resultados del ciclo kirchnerista (2003-2015) Morris (2017) y
Abal Medina (2017) muestran que el desempleo se redujo de forma persistente en todo el
periodo desde un insólito 21% en 2002 hasta el 5,9% en 2015. Mientras tanto, los trabajadores
no registrados pasaron de casi 44% en 2004 a 32,50% en 2015; una reducción que, si bien es
significativa, demuestra las limitaciones del modelo de desarrollo del Kirchnerismo, así como
también la persistencia de un núcleo de pobreza 20 que no logró ser alterado ni incluido como
sujetos de derecho en la sociedad ni como trabajadores formales representados por los
sindicatos tradicionales. Esto significa que, a pesar del crecimiento económico, y las mejoras
en los niveles de vida de los trabajadores en general, y de algunos sectores populares en
particular 21, uno de cada tres asalariados no se encuentra inscripto en la seguridad social.
19
Ver “Figura 1”; fila titulada “Reservas internacionales (millones de U$D al 31/12)”, puntualmente el periodo
que va del pico máximo de reservas internacionales en 2010 hasta el final del gobierno en 2015.
20
Ver “Figura 1”; fila titulada “Tasa de pobreza (% de personas) nueva metodología (Canasta 2016)”.
21
En este sentido destacan la sanción de los regímenes laborales para les trabajadores agrarios en 2011 y para
las trabajadoras de casas particulares en 2013, ya que se trata de actividades con alto nivel de precarización e
informalidad (Abal Medina, 2017).
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Panorama que empeora al incluir en el análisis a otras formas laborales como la tercerización,
el cuentapropismo, el trabajo de subsistencia y el no registro en unidades productivas pequeñas
de menos de 5 empleados.
Natalucci y Morris (2017) sintetizan claramente lo dicho en el párrafo anterior:
“…la política social y laboral del gobierno generó condiciones favorables para todos
los segmentos de los sectores populares y medios; sin embargo, profundizó la brecha al
interior de los sectores populares entre aquellos que tenían un trabajo asalariado y
representación sindical y aquellos que participaban de programas socio-productivos y
estaban nucleados en organizaciones territoriales” (p.108)
En efecto, más allá de las mejoras en términos generales sigue habiendo una porción
importante de los sectores populares que permanecen debajo de la línea de pobreza, y por ello
la mejora relativa no logró revertir por completo 30 años de profundización del
empobrecimiento.
Otra forma de analizar el ciclo kirchnerista en su totalidad es preguntarse qué pasó con la
estructura productiva. Al respecto, Hagman (2015) señala que en 12 años de gestión no se
revirtieron “…las características productivas que nos legaron las transformaciones neoliberales:
dependencia, concentración, extranjerización, desregulación y privatización” (p.131).
Argumenta que la mayoría de los sectores estratégicos de la economía siguen controlados por
capitales privados y transnacionales. Por un lado, en el agro, el Estado sólo capta una pequeña
porción de excedentes a través de retenciones, mientras que las transnacionales controlan desde
la producción de las semillas hasta las exportaciones. Por otro lado, “el sector industrial se
encuentra concentrado en la producción derivada de la explotación de recursos naturales y en
el complejo automotriz22 hijo de la promoción regional establecida en los noventa” (Hagman
2015, p.131).
En lo tocante al sistema tributario, no ha habido ninguna reforma estructural y por lo tanto
se ha reproducido el esquema regresivo que castiga al consumo y a los sectores populares, por
sobre las fortunas y rentas personales. También se han mantenido las principales leyes que
conforman el marco jurídico neoliberal de la última dictadura y los años ‘9023 (Hagman 2015,
p.132).
Complementando el análisis de la estructura productiva, Schorr (2021) afirma que al final
del ciclo kirchnerista la concentración económica resultó más elevada que en el periodo de la
22
Vinculada a una inserción pasiva en el mercado mundial; de baja generación de puestos de trabajo por ser
capital intensiva y alta concentración y extranjerización.
23
Ley de Inversiones Extranjeras (21.382) y Ley de Entidades Financieras (21.526).
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24
Se trata de las 200 empresas más grandes del país según sus respectivas ventas anuales (no se incluyen firmas
del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a la comercialización de granos).
25
“…en 2015 cerca de 46% de la facturación de las asociaciones lo generaron 7 firmas cuyo socio predominante
era el Estado argentino.” (Shorr 2021, p.192 y 193).
26
Citada en Shorr (2021, p.172)
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27
Disociada de toda preocupación por la soberanía alimentaria, y vinculada a la deforestación, la pérdida de
biodiversidad, la expulsión de poblaciones vía el acaparamiento de tierras y la criminalización y asesinato de
campesinos e indígenas.
28
Vinculados con el método de extracción por fractura hidráulica (fracking), ampliamente cuestionado y
prohibido en varios Estados de EE.UU. y países de Europa occidental por sus consecuencias destructivas del
medio ambiente.
29
No solo en cuanto al desplazamiento de pueblos originarios y la negación de sus derechos a la protesta y a la
propiedad de ciertos territorios; sino también vinculada al extractivismo urbano ligado a la especulación
inmobiliaria de las ciudades que acapara territorios para grandes emprendimientos de lujo, mientras buena parte
de la población vive en “villas miseria”.
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Anexo gráfico:
Figura 1:
Nota. Elaborado por Aníbal Viguera (2021) con diversas fuentes para una clase teórica de la
materia “Análisis de la Sociedad Argentina”. Resaltado propio en amarillo para señalar las
referidas hechas en este texto.
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Figura 2:
Nota. Elaborado por Aníbal Viguera (2021) en base a datos del Banco Central de la República
Argentina para una clase teórica de la materia “Análisis de la Sociedad Argentina”. Resaltado
propio en amarillo en función de las referencias hechas en este texto.
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