Lowe - Historia de La Percepción Burguesa

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R.

9688 Historia de w la percepción


burguesa

por DONALD M. LOWE

Traducción de

JCAN JOSE UTRILLA

BIBLIOTECA UCM

5306568725

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO
II. LA SOCIEDAD BURGUESA

POR sociedad burguesa entiendo la sociedad de la Eu-


ropa Occidental, especialmente la Gran Bretaña y Fran- cia, desde el
último tercio del siglo XVII hasta el primer decenio del sigio xx. Al
comienzo del periodo la re- volución industrial empezó a cobrar velocidad
en la Gran Bretaña; poco después ocurrió en Francia, la re- volución
política. En conjunto abarcan lo que E. J. Hobsbawm ha liamado la doble
revolución que marcó el comienzo de la edad moderna. Primero en la Gran Bretaña
y después en Francia, los "despegues" econó- mico y demográfico y su
concomitante transformación social alteraron el mundo mismo en que
habían vivido ingleses y franceses. El periodo llegó a su fin en la década
anterior a la primera Guerra Mundial. Lo que yo llamo la revolución
perceptual de 1905-1915, así como la repercusión de la Guerra Mundial
y la estruc- tura del capitalismo de empresa, llevaron ese periodo a
un fin. Desde entonces existe una sociedad burocrá- tica de consumo controlado, como
tan atinadamente lla- mó Henri Lefebvre a nuestro mundo. Las relaciones entre
producción y consumo, entre estructura económica

1 E. J. Hobsbawm, The Age of Revolution, 1789-1848 (Londres, 1962), "Prólogo". "En


Inglaterra se produce siem- pre el proceso originario: Inglaterra es el demiurgo del
cos- mos burgués. En el continente, las diferentes fases del ciclo que recorre cada
vez de nuevo la sociedad burguesa se pro- ducen en forma secundaria y terciaria".
K. Marx, Las luchas de clases en Francia (Ed. Progreso, Moscú, pp. 295-296). 2 H.
Lefebvre, Everyday Life in the Modern World, tr. S. Rabinovitch, (Nueva York,
1971), p. 60.

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LA SOCIEDAD BURGUESA
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ideología, entre Estado y sociedad son en la actuali- dad tan distintas de las de la sociedad burguesa que yo
insistiré en que se trata de dos periodos separados de la historia.
Podemos emprender el estudio de la sociedad desde dos puntos de vista metodológicos, a saber, el marxis- mo y la
fenomenología. El matxismo concibe la socie- dad como una totalidad
estructurada:

El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura


económica de la sociedad, la base real, sobre la que se erige una
supraestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas for- mas sociales de conciencia... Al cambiar la base eco-
nómica se desplaza más o menos lentamente, más o menos
rápidamente, toda la inmensa supraestructura.

4
9

El concepto marxista de una estructura de muchos niveles en transformación sigue siendo el mejor marco general
con que contamos para el estudio crítico de la sociedad. Por otra
parte la fenomenología describe la so- ciedad como un campo
intencional, con su ubicación encarnada, aquí y ahora, extendiéndose
hacia los hori- zontes espacio-temporales, allí y entonces. Esta última
metodología nos ofrece un conocimiento de cómo los habitantes de un
mundo lo enfocan desde el interior como realidad en marcha, como un futuro aún no
un objeto...
re- velado. Ya lo indicó Merleau-Ponty: "El mundo no es
es el medio natural y el campo de todos mis pensamientos y de
todas mis percepciones explí-

* K. Marx, Contribución a la critica de la economía poli- tica (Ed. Progreso, Moscú), "Prólogo".
* P. L. Berger y T. Luckmann, The Social Construction of Reality (Garden City, 1966), cap. 1.
!
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citas". El marxismo y la fenomenología, cada uno, in- dican el


contenido de la percepción, es decir, el pensa- miento o la conciencia de
marxismo tal contenido es una ideología que debe ex-
manera distinta. Para el
plicarse por la subestructura. Pero la fenomenología ubica tal
contenido en el centro de un campo vivido, intencional.
Tenemos así 1) el contenido de la percepción, es decir, el
pensamiento o conciencia; 2) el campo de la percepción, constituido por
medios de comunicación, je- rarquía de los sentidos y orden epistémico; y
3) la es- tructura (de muchos niveles) en transformación. Cada uno
tiene su propia lógica o causalidad conceptual.
Pero el pensamiento o la conciencia son inmediata- mente
enmarcados, es decir, determinados por el campo de percepción, que a su
vez es forjado por la estructura social. En este sentido puede decirse
que el contenido de la percepción es determinado, en última instancia,
por la estructura social,
En este sentido puede decirse que el contenido de la
percepción es determinado, en última instancia, por la estructura social,
No obstante, el ser humano enfoca el mundo desde el interior, empleando
el contenido dis- ponible de percepción para comprender y dominar
el mundo, a menudo con una conciencia mínima de la de- terminación por el
campo perceptual. Por consiguiente el pensamiento no es un simple
reflejo pasivo de la estructura social sino la conciencia reflexiva por
medio de la cual es vivida la estructura social como relaciones intencionales aún
en vigor. En otras palabras la con- ciencia se infiltra en todos los niveles de la
estructura social como intersubjetividad, y los activa.

5 Merleau-Ponty, Phenomenology of Perception, p. xi.


:-

LA SOCIEDAD BURGUESA
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Mucho se ha escrito acerca de la sociedad burguesa desde el punto de vista de su estructura social, pero casi nada
concerniente a la percepción burguesa. En esta obra me propongo
describir la percepción bur-
guesa.

EL CAMPO BURGUÉS DE LA PERCEPCIÓN

El nuevo y dominante campo de percepción en la so- ciedad burguesa fue constituido por el predominio de los medios
tipográficos, una jerarquía de los sentidos que subrayaba la supremacia de
la vista, y el orden. epistémico de desarrollo en el tiempo. La
tipografía promovió el ideal de que el conocimiento podía des-
pegarse del conocedor para volverse imparcial y explí cito. La
supremacía de la vista hizo posible la verifi- cación científica de tal
desarrollo en el tiempo ofreció una conexión
conocimiento. Y el orden de
temporal para fenómenos observables más allá de su represen-
tabilidad en el espacio. En otras palabras, el conocimien- to dentro del
nuevo y dominante campo de la percepción había de ser objetivo,
visual y espacio-temporal. Obje- tividad y visualidad eran normas ya
establecidas en la sociedad estamental de los siglos XVII y XVIII,
pero el desarrollo en el tiempo era un nuevo orden epistémico. Juntos
constituyeron un nuevo campo para la percepción burguesa.
Llamo burgués a este orden perceptual por tres ra- zones interrelacionadas. Primera, el nuevo campo de la
percepción reflejó la experiencia secular generada por la revolución
industrial y la revolución francesa. Se- gunda, el conocimiento
espacio-temporal, objetivo y vi- sual dentro del campo promovió
los intereses de clase de la burguesía triunfante. Y tercera, por
esta afinidad
5

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LA SOCIEDAD BURGUESA

entre el conocimiento dentro del campo y sus propios


intereses de clase, los miembros de la burguesía se sintieron predispuestos a
aceptar la validez y las pre- suposiciones subyacentes en este
conocimiento, sin cues- tionarlo mucho. Esto no significa que todos los
burgue- ses aceptaran automáticamente este conocimiento, o que
algunos de otras clases no pudieran suscribirlo. Pero
fundamentalmente se puede caracterizar como un cam- po burgués de
percepción.
Dentro del nuevo campo burgués de percepción sur- gieron
nuevas y diferentes experiencias del tiempo, el espacio y la vida del
organismo. Describiré éstas en los tres siguientes capítulos. Pero aquí
deseo caracterizar la percepción burguesa aislando los nuevos
conceptos de "trabajo", "desarrollo" y el "subconsciente". Refle- jaron
experiencias nuevas, dinámicas, en el campo bur- gués de la
percepción. (A lo largo de esta obra supon- dré
que los significados nuevos o cambiantes de
ciertas palabras atestiguan la conceptualización de experiencias nuevas o
cambiantes y que por tanto se les puede em- plear como prueba en el
estudio del cambio en la his- toria de la percepción. La gente quiere decir
exactamente lo que dice, y si no tiene palabras para ciertas experien-
cias, entonces no puede conceptualizarlas.)
La mano de obra, arguyó Hannah Arendt en La condición
humana, era diferente del trabajo; sin embar- go, en los tiempos premodernos
se era incapaz de dis- tinguir entre la mano de obra y el trabajo. Yo diré que
esta incapacidad reflejaba con precisión la experien- cia
premoderna del trabajo. El trabajo había conectado al trabajador con el
producto. La acción económica ba- sada en esta conexión de
trabajador, trabajo y producto quedó integrada en una veintena de
consideraciones no
• Arendt, The Human Condition, cap. 3.
LA SOCIEDAD BURGUESA
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económicas, como la obligación mutua entre el maestro artesano y el aprendiz, la tradicional organización y ru- tinización del
trabajo, la habilidad y el orgullo por la calidad del propio producto. Por
ello hubo un límite a la autonomía del trabajo como acción económica
ra- cional. En cambio, con el establecimiento del sistema de fábricas en el
tercer tercio del siglo XVII, que cul- minó en la producción de las líneas
de ensamble de Henry Ford a comienzos del siglo xx, la producción
industrial fue racionalizada como sistema lineal, respon- sable de insumo-
producto, con cálculo de costos y ga nancias. Ayudado por la máquina,
el trabajo se estan- darizó. La categoría o calidad de una persona
era de poco valor, mientras pudiese atender la máquina entre diez y doce
horas o más al día. El trabajador anónimo enajenaba una cantidad de trabajo
a la producción in- dustrial. Tal cantidad podía comprarse en un mercado
libre, y era útil al producir cierto número de artículos. La mano de
obra, a diferencia del trabajo, era una en- tidad discréta, cuantificable
dentro de un sistema de contabilidad de producción. Así, la mano de obra
cuan- tificable liberó la acción económica de las considera- ciones no económicas
que antes rodeaban al trabajo, de modo que la racionalidad de la acción
económica pudo prevalecer a través del espacio y el tiempo. En la so-
ciedad burguesa el ascenso de la acción económica ra- cional fundada en
una mano de obra cuantitativa ejer- ció una presión sobre todos los otros tipos
de acción fundados en lealtades a personas, familias, grupos o
estratos.

* P. Mantoux, The Industrial Revolution in the Eighteenth Century, tr. M. Vernon, ed. rev. (Nueva York, 1961), par- te 2, cap. 2; S.
Giedion, Mechanization Takes Command (Nueva York, 1948), pp. 72-127.
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LA SOCIEDAD BURGUESA

Las relaciones sociales quedaron cada vez más bajo la


presión de la racionalidad económica y tuvieron que justificarse en
términos de función económica. A fi- nales del siglo XVIII y comienzos del
XIX, los contem- poráneos ya percibieron las distinciones sociales no sólo
como órdenes y categorías sino como clases económicas que les
parecieron cada vez más determinadas por las relaciones sociales
de la producción. Yo caracterizaré la estructura social de la sociedad
burguesa como una institucionalización fundada en la mano de obra, por- que
el trabajo cuantificable aumentó la racionalidad de la acción económica,
transformando la estructura ante- rior de las relaciones sociales.
La mano de obra era la nueva dinámica en un mundo secular, del
que se habían suprimido los mitos. Redujo al ser humano a la condición de "hombre
económico" y organizó la producción en un sistema contable. Abrió el mundo
a nuevas perspectivas para la acción y trans- formó el tiempo en un
proceso de cambios acumula- tivos. La burguesía como empresaria de la
mano de obra estaba al mando, en el centro de este universo. El burgués
experimentó el mundo espacialmente como la explotación racional de la
naturaleza, y temporal- mente como el aplazamiento consciente del deseo.
Den- tro de esta espacio-temporalidad vivida surgió una nue- va
personalidad "burguesa". El proletariado que ofrecía la mano de obra,
en cambio, fue arrastrado al proceso por la necesidad de subsistir. Las
otras clases de socie- dad burguesa, como la aristocracia terrateniente, el pa-

s A. Briggs, "Middle-Class Consciousness in English Fol- itics, 1780-


1846", Past and Present, 9 (1956), y "The Lan- guage of 'Class' in Early
Nineteenth-Century England", en Essays in Labour History, comps. A. Briggs y J.
Saville (Londres, 1960).
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triarcado y los campesinos, así como el clero, eran pre- capitalistas en


experiencia y aspecto, y por tanto ocuparon posiciones periféricas en el
proceso. Y sin em- bargo todos ellos, tarde o temprano, cayeron bajo
la presión de la nueva acción económica. Se trató de una estratificación
perceptual.

Muy apropiadamente, la percepción de la época re- flejó y trató de ordenar la nueva experiencia de la mano de obra.
En 1763, al comienzo mismo de este periodo, Adam Smith precisó la división
de la mano de obra como el nuevo fenómeno económico. Luego, en La
riqueza de las naciones, publicada en 1776, aisló la acción económica de las
consideraciones de filosofia mo- ral y explicó su funcionamiento por la teoría
del valor- trabajo. Surgió una disciplina autónoma de la economía política,
para explicar la nueva acción económica fun- dada en mano de obra
cuantificable. Después, David Ricardo y John Stuart Mill refinaron esta "ciencia
de- primente". A mediados del siglo XIX Marx derivó su teoría de la plusvalía de
la teoría del valor-trabajo y desplazó la economía política por el
materialismo his- tórico.
Desarrollo fue una palabra nueva en la sociedad bur- guesa, significando "evolución o surgimiento de una condición
latente o elemental", o "el crecimiento y des- envolvimiento de lo que está en
germen".10 Reflejó la nueva experiencia del tiempo como cambio
acumu- lativo. El concepto faltó antes de este periodo. Previa-
mente los cambios temporales se experimentaron como

9 R. Meek y A. Skinner, "The Development of Adam Smith's Ideas on the Division of Labor", Economic Journals, 83 (1973), citado por
G. Wills en New York Review of Books (9 de febrero de 1978), pp. 40-41.
10 Oxford English Dictionary.
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LA SOCIEDAD BURGUESA

estacionales, cíclicos o restaurativos. Se les podía rituali- zar como


imitación mítica de algún arquetipo cósmi- co. O, como en los siglos XVII
y XVIII, el tiempo fue comparado con el espacio. Sin embargo, la dinámica
de las revoluciones económica y política que desemboca- ron en la sociedad
burguesa rompió las cadenas de la experiencia y la conceptuación
tradicionales del tiem- po. En su lugar, o cubriéndolas, entraron en
acción nuevas fuerzas para promover el sentido secular del tiempo
como cambio acumulativo, que conducía a lo inesperado, lo nuevo. Esta
experiencia del tiempo era una dimensión nueva, radicalmente distinta,
que ya no podía ser contenida por el orden epistémico de la repre-
sentación en el espacio. Dentro del nuevo campo per- ceptual la serie de
fenómenos nuevos, diferentes, no comparables, fue ordenada por la
lógica de la analogía y la sucesión como un desarrollo en el tiempo.
Se supuso que el nuevo orden era un proceso objeti
vo, es decir, que estaba realmente allí, que no era una proyección del
espíritu humano. Además se supuso que la razón arquimédica podía
abarcar el proceso como eta- pas de una serie lineal y mecánica. El primer
ejemplo fue la teoría darwiniana de la evolución, El desarrollo fue una extensión
de la representación de los siglos XVII y XVIII del espacio al tiempo. Y
en la sociedad burguesa resultaron dos básicos problemas metodológicos
del or- den del desarrollo en el tiempo. Uno de ellos fue la brecha
entre el ser humano y aquel proceso objetivo. En otras palabras, ¿cuál
era el lugar del sujeto en el pro- ceso objetivo? Marx, en los
Manuscritos económico-fi- losóficos de 1844, vio objetivamente esta
laguna como enajenación (Entäusserung) y subjetivamente como ex-
trañamiento (Entfremdung). El segundo problema fue la conexión entre
el orden funcional/orgánico/estructu-
LA SOCIEDAD BURGUESA
47

ral en el espacio y el cambio dinámico a través del tiem- po. ¿Cómo podía la misma razón arquimédica, que ex-
plicaba el orden en el espacio, explicar también el cambio a través del
tiempo como surgido necesaria- mente de tal orden? Este fue el problema
de la estática social contra la dinámica social, como se le enfrentaron Auguste Comte
y Herbert Spencer, La dialéctica de una estructura de muchos niveles en
fue propuesta por Marx en el prólogo de 1859 a su
transformación, como
Contribución a la crítica de la economía politica, fue una solución
eminente.
Por una parte el desarrollo reflejó la nueva dinámica de la sociedad
burguesa, Capacitó al burgués a explotar el mundo y creer en el
progreso, Por otra parte la pers- pectiva arquimédica subyacente en tal
concepto objeti- vaba a la vez el espacio y el tiempo, y colocaba al bur-
gués en un mundo sin centro. No podía abarcar la experiencia temporal
vivida entre ahora y entonces, la ex- periencia espacial vivida entre aquí y
allí. En la so- ciedad burguesa había una laguna indecible entre la
subjetividad del ego y la objetividad del mundo. La -realidad misma se
convirtió en producto final de una causación lineal, genética, de modo
que la pregunta "¿Qué es?" fue desdeñada por el conocimiento de "Cómo
surgió". La perspectiva arquimédica tampoco podía comprender la
realidad de otro lugar y otro tiem- po en perspectiva. Lo que en otras
realidades no se podía objetivar y explicar, quedaba estereotipado como
primitivo o exótico. En realidad, "primitivismo" y "exotismo" fueron dos nuevos
intereses de la sociedad burguesa,11 para compensar por la experiencia
alienada del ego burgués.
El concepto del subconsciente como forma específica 11 Ibid.
48
LA SOCIEDAD BURGUESA

de lo inconsciente que yacía debajo de la conciencia12


entró en uso en la sociedad burguesa, atestiguando una nueva
dicotomía entre la conciencia y el inconsciente. El sujeto vive en el mundo
y actúa en él. El consciente que refleja este estar comprometido en el
mundo es perspectivo y parcial. Siempre hay más en el sujeto, en el
mundo, y en estar comprometido en el mundo, que conciencia de
ello. Por lo tanto, lo inconsciente como lo opuesto de la conciencia no es
un vacío irreal,13 Po- tencialmente incluye todo lo que no sea la
conciencia, esté dentro o más allá de la persona. Sin embargo, en la
sociedad burguesa, cuando la perspectiva arquimé- dica logró envolver
al mundo en una espacio-tempora- lidad objetiva, todo lo que
quedó fuera se volvió objetivable y cuantificable. Así, lo que no
podía cono- cerse, el inconsciente, llegó a ubicarse cada vez más
dentro del sujeto, como el subconsciente.
En 1775, muy apropiadamente al comienzo del pe-
riodo de la sociedad burguesa, el médico Franz Mes- mer triunfó sobre
el exorcista padre Johann Joseph Gessner con una explicación
científica del inconsciente. Ya no era posible comprender al
inconsciente mediante una explicación religiosa. Al proceder la
objetivación espacio-temporal del mundo en el siglo xtx, hubo
una correspondiente proliferación de intereses compensato- rios en el
magnetismo animal, el sonambulismo, el hip- notismo, el espiritismo
y la parapsicología. Sin embar- go, al hacerse objetivo el mundo,
mostrando pocas huellas de lo científicamente cognoscible, el interés
por lo inconsciente pasó de los fenómenos que estaban más allá del
sujeto a los fenómenos que había dentro de él.
12 R. Williams, Keywords (Oxford, 1976), pp. 270-273. 13 L. Rauhala,
Intentionality and the Problem of the Un- conscious (Turku, 1969), pp. 208-
211.
LA SOCIEDAD BURGUESA
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En la segunda parte del siglo XIX, vino el estudio de la histeria que


culminó en el concepto psicoanalítico de neurosis.1 No fue Freud
sino el psicólogo francés Pierre Janet el primero en formular el
concepto teórico del subconsciente y luego tratar de distinguir el
concepto terapéutico del subconsciente, del concepto filosófico del
inconsciente.15 Pero Freud insistió en que no había in- consciente, salvo
el "ello" dentro de la persona. Ésta no fue una simple discusión
terminológica sino que es- tuvo basada en la observación clínica y la
realidad per- cibida en la sociedad burguesa. Con el mundo volvién-
dose científicamente conocido no podía haber un inconsciente más
allá. Por tanto, sus contemporáneos aceptaron el concepto
freudiano del inconsciente interior, y pronto olvidaron la distinción
de Janet entre sub- consciente e inconsciente.
El cambio, de lo inconsciente más allá a lo subcons- ciente interior, implicó que quedaba poco misterio en el mundo
objetivado de la sociedad burguesa. Pero el conocimiento objetivo no
podía explicar la reflexibili- dad de la vida consciente, encarnada. El sujeto
experi- mentaba el ser conmovido por un no sé qué. En cam- bio, la
conexión reflexiva y dialéctica entre el sujeto y el mundo, entre
conciencia e inconsciente era explicada por el concepto del
desarrollo lineal de la psique, don- de la vida consciente era causada
por el subconsciente. El conocimiento objetivo no liberaba al ser
humano sino que, antes bien, intensificaba su sentido de estar deter-

14 H. F. Ellenberger, The Discovery of the Unconscious (Nueva York, 1970), caps. 2 y 3; J. H. van der Berg, The Changing
Nature of Man, tr. H. F. Croes (Nueva York, 1961), cap. 3.
15 H. F. Ellenberg, The Discovery of the Unconscious, p. 800.
50
LA SOCIEDAD BURGUESA

minado. Y el inconsciente interior hubo de soportar la carga de explicar ese


determinismo. El concepto del desarrollo lineal de la psique humana fue
la simboli- zación apropiada del nuevo destino burgués,
Antes de este periodo no hubo "fuerza laboral”, "desarrollo", ni
"subconsciente". Y si la gente no tenía palabras para ellos no podía
concebir tal experiencia ni hablar de ella. La mano de obra en contradistinción
del trabajo, el desarrollo en el tiempo y el subconscien- te reflejaron,
dentro del campo perceptual burgués, la nueva dinámica de la sociedad
burguesa. Dentro del campo surgieron experiencias nuevas
fundamentalmente distintas del tiempo, el espacio y la vida del
cuerpo. De ellas trataremos respectivamente en los tres capítulos si-
guientes. Sin embargo, antes de lanzarnos a ello, en las dos secciones
siguientes de este capítulo analizaré primero la sedimentación y
transformación de la per- cepción burguesa antes de este periodo y
después la estratificación de otros campos perceptuales por el pre-
dominante campo burgués en el periodo de la sociedad burguesa.

LA PERCEPCIÓN BURGUESA EN ÉPOCAS ANTERIORES

El nuevo campo perceptual reflejó y confirmó las es-


peranzas de la burguesía triunfante, mientras hundía las de las otras
clases. No obstante, antes de este perio- do, las esperanzas
burguesas quedaron, a su vez, cons treñidas en otros campos de la
percepción. El "burgués" no era un tipo ideal estático, como lo consideró Max
Weber, con una sola carrera que nosotros pudiésemos seguir a través del
tiempo. La burguesía fue una for- mación social cambiante en distintas
estructuras socia-
LA SOCIEDAD BURGUESA
51
les, nunca una identidad. Ocupó un lugar distinto den tro de un campo perceptual distinto en cada periodo. No
hay continuidad de un periodo al siguiente. Y ana- lizaré la relación
entre la burguesía cambiante y los distintos campos perceptuales desde la
Edad Media, no para mostrar cómo surgió, sino para exponer sus dife-
rencias.

El cristianismo medieval formó un mundo heteróclito de instituciones y valores irreconciliables. No poseyó una síntesis. Para los
habitantes de aquel mundo la ins- titucionalización se basaba en la
experiencia particular y personal del socius." Había innumerables socii,
hasta entonces no estratificados, pero no un sentido de la sociedad
en general salvo, tal vez, una participación en el ideal del cristianismo.
Dentro de aquel mundo el campo perceptual predominante estaba
constituido por una cultura de medios informativos oral-quirográficos,
por una jerarquía de los sentidos que daba preferencia al oído y al tacto,
y por un orden epistémico de anago- gía. En aquel mundo la percepción
era, al mismo tiempo, más intensa y dirigida hacia afuera y menos
exacta que la nuestra.
Los burgueses de la Edad Media no rebasaron los límites de este campo perceptual; su visión estaba con- tenida por
ellos. Desde finales del siglo x las ciudades crecieron como centros comerciales.
Pero se trataba, en general, de organizaciones pequeñas y aisladas en una
economía predominantemente rural. Los propios bur- gueses tenían
pocos conocimientos de las prácticas co- merciales, aparte de las
derivadas de información perso-

16 F. Heer, The Medieval World, tr. J. Sondheimer (Cle- veland, 1962), cap. 1.
17 D. Matthew, The Medieval European Community (Lon- dres, 1977), p. 119.
1223
52
LA SOCIEDAD BURGUESA

nal y la costumbre. Les faltaba la racionalidad económica de una época


ulterior. En realidad en su mayoría no podian valerse de cifras para
hacer cálculos y conside- raban el dinero como un fenómeno
incomprensible.18 La propia ciudad medieval no fue un bastión de la
razón secular en un mundo de anagogía, Hasta en las ciu-
dades el cristianismo ofrecía los valores jerárquicos de la vida, limitaba las
actividades comerciales, regulaba los gremios y moldeaba la visión
misma de los burgue- ses. Para el burgués moderno la religión era
cosa de los domingos; pero para el burgués medieval los negocios no
eran una vocación totalmente absorbente. Este últi mo no tenía ni la visión ni
la personalidad de su des- cendiente moderno. En retrospectiva,
fácilmente pode- mos exagerar los orígenes de la economía moderna y
reducir la realidad de la perspectiva de la fe cristiana en las
ciudades medievales. De hecho, durante el si- glo XIII, cuando el
crédito, el trueque y la banca inten- sificaron las actividades comerciales, el
cristianismo man- tuvo su vital dominio sobre las poblaciones urbanas
mediante la contraofensiva de las órdenes franciscana y dominica. A mayor
abundamiento, la Iglesia aprove- chó la riqueza para organizarse
y extender su dominio sobre los campos.
Las crisis económica y demográfica del siglo XIV
fueron interpretadas por sus contemporáneos como vici- situdes de la
Fortuna en los asuntos humanos. De algún modo las crisis afectaron
el campo medieval de la per- cepción. En aquel siglo la nueva
conciencia psicológica en el pensamiento del maestro Eckhart y de
Guillermo de Occam,19 la imagen espacial en los cuadros de Duc-
18 Ibid., p. 123.
19 E. Panofsky, Gothic Architecture and Scholasticism (Nueva
York, 1957), pp. 14-15.
LA SOCIEDAD BURGUESA
131353

cio y de Giotto,20 el ideal humanista en la literatura de Petrarca, Bocaccio


y Salutati, atestiguan, todos ellos, un cambio de la percepción,
hacia enfocar el mundo. La iniciativa para este cambio llegó del
norte de Italia, donde era poderosa la tradición de economía
urbana y riqueza oligárquica,21
En contraste con el cristianismo medieval, el mundo del Renacimiento estaba más contenido en sí mismo, más consciente de sí
mismo. A la gente de la época le interesaban instituciones humanas
tangibles, como la fa- milia, el gremio y la constitución de la
comunidad en general para precaverse contra las incertidumbres.
La familia fue el foco de un nuevo amor conyugal; el gremio fue
una protección contra los altibajos económi- cos; y la constitución de la
comunidad se subrayó para prevenirse contra el peligro de una
posible decaden- cia. La moderna sociedad clasista es una estructura social
dividida por estratificación horizontal y movilidad perpendicular (más
por la primera y mucho menos por la última). Pero el Renacimiento
careció de un terreno comúnmente percibido en el cual pudieran
resumirse todas las diversas experiencia sociales. No obstante, la
sociedad renacentista había avanzado más allá de la ins-

20 E. Panofsky, Renaissance and Renascences in Western Art (Estocolmo, 1960), p. 120.


21 G. Duby, Foudations of a New Humanism, 1280-1440, tr. P. Price (Ginebra, 1966), páginas 11-12; M. Becker, "An Essay on the Quest
for Identity in the Early Italian Renais- sance", en Florilegium Historiale: Essays
Presented to Wal- lace K. Ferguson, comps. J. G. Rowe y W. H. Stockdale
(Toronto, 1971).
22 Mandrou, Introduction à la France moderne; J. H. Elliot, "Revolution and Continuity in Early Modern Europe”, Past and Present,
42 (1969); P. Burke, Tradition and Inno- vation in Renaissance Italy
(Londres, 1972), p. 221.
54
LA SOCIEDAD BURGUESA

nalización basada en la
titucionalización medieval del socius. Era una institucio-
jerarquía de las órdenes esta- mentales, en que cada estamento estaba
dividido en categorías y grados. Cada unidad social era un reflejo
microcósmico autocontenido del universo; en conjunto constituían un cuerpo
político.
El campo renacentista de la percepción estaba consti- tuido por una
cultura en transformación, de medios qui- rográficos a medios
tipográficos, aunque con la persis- tencia de una subyacente
oralidad; por un cambio gradual, del hincapié en el oído y el tacto al
hincapié en la visualidad, y por el orden epistémico de similitud. Dentro de
tal campo centripeta, lo que hoy conocemos como el crecimiento
demográfico y económico de fina- les del siglo xv y del xvi no fue percibido
así por sus contemporáneos; en cambio enfocaron el dinero y el pre- cio
como signos correlacionados en un universo esta- ble 23 Y el escolasticismo
ofreció un sistema de teología moral y derecho con el cual juzgar los
fenómenos eco- nómicos como bien público, y no como riqueza per se.24
Los burgueses del Renacimiento se distinguían de la aristocracia y del
campesinado por sus actividades comerciales capitalistas; 25 pero el
campo renacentista de la percepción imitó su racionalidad económica. Para
los burgueses la búsqueda de seguridad era más apremiante que
ningún "espíritu del capitalismo". Habiéndose re- cobrado
recientemente de las crisis del siglo XIV estaban consolidando el orden
de los gremios. En su mayoría se contentaban con tal orden; pocos se
aventuraban más

23 Foucault, The Order of Things, pp. 168-174.


24 J. A. Schumpeter, History of Economic Analysis (Nue- va
York, 1954), p. 97.
25 L. Febvre, Life in Renaissance France, ed. M. Rothstein
(Cambridge, Mass., 1977), cap. 5.
LA SOCIEDAD BURGUESA
55

allá, a enfrentarse a fuerzas nuevas y desconocidas. En su mayoría siguieron


basando sus cálculos en conside- raciones personales y prácticas,
incapaces de reconocer la repercusión de las nuevas fuerzas
económicas, aunque la ya en el siglo XVI empezaron a emplear el
número y medida con mayor facilidad y frecuencia.28
Los burgue- ses renacentistas, salvo los de los Países Bajos y de la
Inglaterra de finales del siglo XVI, aún no formaron un estrato económico
consciente.
La sociedad de los siglos XVII y XVII siguió siendo una jerarquía de estamentos y órdenes. Sin embargo, los nexos
percibidos de lealtad personal, cuerpo corporativo y lealtad regional
fueron debilitados por las nuevas fuer- zas del capitalismo comercial. Se
necesitaba un principio racional y visible que abarcara las diversas
experiencias sociales. Por falta de semejante principio la institucio-
nalización en este periodo fue una formalización y con- solidación de
la jerarquía de los estamentos. Estamentos y órdenes eran menos
autocontenidos que durante el Renacimiento, como queda ilustrado por
el surgimiento de la nobleza de toga en Francia. De ahí la necesidad de
subrayar y formalizar la jerarquía de rangos, títulos y privilegios en este
periodo. Las formas de tal jerarquía tenían que desplegarse para que
todos pudiesen verlas,
El campo perceptual en esa sociedad estamental de jerarquía formalizada fue constituido por una cultura
tipográfica que se sobreimponía a una cultura oral-tipo-
26 P. Jeannin, Merchants of the Sixteenth Century, tr. P. Fittinoff (Nueva York, 1972), pp. 108-113.
27 R. Mousnier, "French Institutions and Society, 1610- 61", New Cambridge Modern History, vol. 4, comp. J. P. Cooper
(Cambridge, 1970); D. Marshall, "La structure so- ciale de l'Angleterre du
XVIIIe siècle"; en Problèmes de stra- tification sociale, comp. R. Mousnier (París,
1968).
56
LA SOCIEDAD BURGUESA

gráfica; por la supremacía de la vista y por el orden


epistémico de la representación en el espacio. Dentro del nuevo campo
la percepción fue visual, no-reflexiva, y cuantitativa. El nuevo
campo perceptual quedó centra- do en las ciudades, desde las
que irradiaba, haciendo presión sobre la cultura folklórica y la religión-
magia de los estratos inferiores.28 Afectó a la mayoría de los miembros de la
burguesía así como de la aristocracia, capacitándolos a consolidar sus
propios intereses. Ade- más su repercusión fue evidente en la planeación
de ciudades, la construcción de caminos y la jardinería “de paisaje del
periodo. Hasta la locura quedó institucio- nalizada especialmente.29
La sociedad estamental de los siglos XVII y XVIII si- guió
siendo predominantemente rural. Pero el creci miento demográfico del
siglo XVI había estimulado grandemente la economía capitalista. Gracias
a la im- portancia del comercio de ultramar, el centro de grave-
dad económico de Europa pasó de la cuenca del Medi- terránec a la costa
del Atlántico, Esta expansión del capitalismo comercial gradualmente fue
subvirtiendo la tradición de categorías y rangos. No obstante, dentro
del campo perceptual de la sociedad estamental la eco- nomía quedó
restringida al análisis de la riqueza.30 El dinero era el medio universal
de representar la riqueza. Pero la riqueza quedaba determinada por su
utilidad,

28 R. Mandrou, Magistrats et sorciers en France au XV!!* siècle


(París, 1968); K. Thomas, Religion and the Decline of Magic (Nueva York, 1971);
P. Burke, Popular Culture in Early Modern Europe (Nueva York, 1978).
29 M. Foucault, Madness and Civilization, tr. R. Howard (Nueva York,
1965), cap. 2. [Historia de la locura en la época clásica, FCE).
30 Foucault, The Order of things, cap. 6.
LA SOCIEDAD BURGUESA
57

capacidad de dar placer, disponibilidad o rareza. Dado que la cantidad


de dinero en circulación en cualquier momento era medible y la suma de la
riqueza repre- sentada era constante, el análisis de la riqueza fue, para
los hombres de la época, la regulación de sus intercam- bios. Y la teoría
del mercantilismo reclamó para la nueva monarquía el papel central de
dicha regulación. En aquella sociedad estamental la burguesía era me-
nos que un estamento, pero aún no era una clase. Como estrato
profesional y comercial formaba parte del tercer estado. Tampoco
poseía solidaridad de clase, ya que la alta burguesía solía disipar su
riqueza comprando car- gos, tierras o matrimonios para sus hijos,
en lugar de invertir nuevamente en empresas capitalistas. Carente del
esprit de la nobleza, la burguesía era ese estrato nuevo y funcional que
atendía la economía comercial. La nueva racionalidad visual, no-reflexiva
cuantitativa
y capacitó a la burguesía a ensanchar sus cálculos. Pero la razón no fue sustituto de la
la burguesía se sintió superior a los
solidaridad social. Sin embargo
demás miembros del tercer estado. Esencialmente tradicional y tendiente a la
seguridad, fue impulsada por una red de regulaciones y
"libertades" comunes. El triunfo mis- mo de la burguesía en este
periodo la hizo incongruente dentro de la formalizada jerarquía de
estamentos.,
Las burguesías de Francia, Inglaterra y los Países Ba- jos en los siglos XVII y XVIII fueron variaciones de la
caracterización anterior. En Francia una burguesía cada vez más
próspera fue limitada tanto por la monarquía centralizadora cuanto
por la aristocracia decadente. Y sin embargo, monarquía y aristocracia
dependían de la riqueza burguesa para mantener sus respectivas
preten- siones de honor y gloria. Monarquía, aristocracia y bur-
guesía, cada una con intereses rivales y sin embargo
58
LA SOCIEDAD BURGUESA

relacionados formaron, por tanto, una interrelación trian- gular. En


Inglaterra, en cambio, el Parlamento había logrado contener el poderío de la
Corona. Y las rela ciones entre la aristocracia campesina y la riqueza ur-
bana eran más abiertas en Inglaterra que las existentes entre la aristocracia
y la burguesía en Francia. Con la economía inglesa más comercializada
que la francesa, la Corona y los terratenientes ingleses estaban mostrán-
dose más acomodaticios ante los negocios y los in- tereses profesionales.
32 Por último, los Países Bajos eran una confederación de ciudades oligárquicas,
sin que pu diese hablarse, en realidad, de un monarca o de una aristocracia
terrateniente.33 De Francia a Inglaterra y a los Países Bajos, el poder de la
monarquía y de la aris- tocracia disminuyó, mientras aumentaba el de la
bur- guesía. No obstante en los tres países la burguesía si- guió siendo
oligárquica y corporativa, tendiente a imitar formas y modales
aristocráticos. No sólo fue confinada la burguesía a la jerarquía formalizada
de la sociedad estamental sino que su visión quedó limitada dentro de tal
campo de percepción, Fueron necesarias dos re- voluciones para
destruir esa jerarquía formalizada y desplazar su campo perceptual.
No hubo un desarrollo continuo de la burguesía a través del
tiempo. En cambio, tenemos una historia dis continua de una burguesía que
fue una formación social
31 B. Groethuysen, The Bourgeois, tr. M. Ilford (Nueva York, 1968); E.
Barber, The Bourgeoisie in Eighteenth Cen- tury France (Princeton, 1955); P. Goubert,
L'Ancien Régime, 2a. ed. (París, 1969).
32 D. Marshall, English People in the Eighteenth Century (Londres,
1956); R. Grassby, "English Merchant Capitalism in the Late 17th Century", Past and
Present, 46 (1970).
33 P. Zumthor, Daily Life in Rembrandt's Holland, tr. S. W. Taylor
(Nueva York, 1963).
LA SOCIEDAD BURGUESA
59
diferente en cada periodo, y en cada uno fue contenida por un diferente campo perceptual. La conciencia de clase burguesa
quedó bajo la hegemonía cultural de di- ferentes formaciones sociales
precapita'istas. Sólo en el periodo de la sociedad burguesa propiamente
dicha fue- ron sus esperanzas y expectativas reflejadas y confirma- das
plenamente en un campo perceptual constituido por una cultura
tipográfica, la visualidad y el orden del desarrollo en el tiempo.

LA ESTRATIFICACIÓN PERCEPTUAL EN LA SOCIEDAD


BURGUESA

La sociedad burguesa fue una sociedad de clases, en el sentido de que la


acción económica triunfó sobre la posición social para redefinir la
estructura social. Por primera vez la estructura de clases fue una
estratifica- ción percibida por sus habitantes. En la sociedad esta- mental, pese a las
crecientes actividades económicas, la estratificación social aún era percibida
como órdenes de categoría y grado que separaban a los privilegiados de
los roturiers. En Inglaterra el concepto de clase entró gradualmente en uso
a finales del siglo XVIII; pero sólo en el segundo cuarto del siglo XIX el
antagonismo ver- tical Y la solidaridad horizontal de los intereses de clase
llegaron a ser una realidad percibida.** En Francia, con- tra el trasfondo de
una sociedad un tanto más rígida-

34 Briggs, "Middle-Class Consciousness in English Politics, 1780-1846", Past and Present, 9, y "The Language of 'Class' in Early Nineteenth-
Century England"; H. Perkin, The Ori- gins of Modern English Society 1780-1880
(Londres, 1969), pp. 26. 177.
60
LA SOCIEDAD BURGUESA

mente estratificada y pese a un ritmo más lento de des- arrollo capitalista,


la discontinuidad política de la Re- volución y de la Restauración
promovió la conciencia de clase. De esto tenemos pruebas de sobra en las
novelas, el periodismo y la literatura política e histórica del periodo. El
surgimiento de la conciencia de clase confirmó la transformación: de una sociedad
estamen- tal a una sociedad de clases, pues la clase ya no fue un término
agregativo, sino una colectividad percibida.
La estratificación de la sociedad burguesa por clases
también fue una estratificación perceptual dominada por el triunfante
campo de la percepción burguesa, La bur- guesía fue contenida por otros
campos perceptuales en tiempos anteriores, pero en la sociedad
burguesa, el cam- po burgués de la percepción ejerció una hegemonía so-
bre las realidades percibidas de las otras clases y estratos. La aristocracia
campesina, la religión organi- zada, el campesinado, el proletariado y
hasta lo oculto: cada cual consiguió su propia realidad, un mundo au-
tocontenido de coherencia y validación interna. No obstante, bajo la presión
del campo perceptual bur- gués, cada una de estas realidades o mundos
tuvo que retroceder y hacer adaptaciones internas.
El mundo de la aristocracia campesina

La aristocracia campesina vivía en una jerarquía per- sonalizada que


abarcaba todos los distintos niveles

35 J. Lihomme, La grande bourgeoisie au pouvoir (París, 1960),


pp. 1-17; Hobsbawm, The Age of Revolution, pp. 220- 221; L. O'Boyle, "The Middle
Class in Western Europe, 1815-1848", American Historical Review, 71 (1966), páginas
836-837.
LA SOCIEDAD BURGUESA
61

de una comunidad. Dentro de un lugar los miembros de la aristocracia campesina tenían tratos íntimos con quie- nes se
encontraban encima o debajo de ellos. Aquí todo era gobernado por las
costumbres, la precedencia y la genealogía. Este mundo se
caracterizaba por su sen- sibilidad a lo particular o específico, y no a un
prin- cipio o creencia abstracta. Esta sensibilidad ahogaba todo
cálculo racional de cambio. Y la propiedad de la tierra, fundamento económico de
tal mundo, era con- siderada como la base de la posición social y el po- derío
político.
Sin embargo, en el siglo XVII el capitalismo había logrado invadir la economía rural inglesa, haciendo la agricultura más
científica y comercial. De hecho, a me- diados del siglo XIX había una
profesión de administra- ción de la tierra para encargarse de los
negocios de la agricultura. En Francia no había avanzado tanto la
agricultura capitalista; sin embargo, las diferentes po- líticas agrarias de la
Revolución y de la Restauración habían mezclado tan profundamente la
propiedad bur- guesa con la aristocracia que Marx pudo decir: “La
gran propiedad del suelo, pese a su coquetería feudal y a su orgullo de
casta, estaba completamente abur- guesada por el desarrollo de la sociedad
moderna,” 38
37

A pesar de todo ello esta incursión del capitalismo no alteró completamente la realidad del mundo de la aristocracia
terrateniente. En acción económica la aristo-

36 F. M. L. Thompson, English Landed Society in the Nineteenth Century (Londres, 1963), p. 158.
37 A. Cobban, "The Middle Class' in France, 1815-48", en France Since the Revolution (Nueva York, 1970), páginas 19-20.
38 K, Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (Ed. Progreso, Moscú), p. 432.
62
LA SOCIEDAD BURGUESA

cracia terrateniente tenía que aprender cálculo racional, Pero


en posición y poder continuaba dependiendo de su propia tradición,
aunque ya para entonces tenía ma- yor conciencia del rango dentro
de su propia jerarquía 39 Y como lo sostuvo Karl Mannheim, la
combinación del particularismo aristocrático con la razón burguesa
condujo a una ideología posjacobina del conservaduris- mo.4o La conciencia
conservadora de la tradición, en contraste con la tradición preconservadora,
promovió un sentido romántico del pasado. Pero la familiaridad con la
razón burguesa también movió a la aristocracia te- rrateniente a hacer
otros ajustes. Bajo la presión de los valores racionales, las formas de vida
aristocrática se volvieron más visualizadas, y la persona más inhibida que
antes. Y sin embargo, a la postre, el sentido que la aristocracia
terrateniente tuvo de la particularidad y tradición de su propio mundo
capacitó a sus miembros a contener, en diversos grados, la objetivación
burguesa y el extrañamiento del sujeto.`.

El mundo de la religión cristiana

El cristianismo poseyó una visión que trascendía la so- ciedad


burguesa. El cálculo económico en la sociedad burguesa era inmanente,
dentro de una espacio-tem- poralidad objetiva. Pero el cristianismo creía
que el espacio y el tiempo eran finitos, más allá de los cuales

39 Thompson, English Landed Society in the Nineteenth


Century, p. 12.
40 K. Mannheim, Ideology and Utopia, tr. L. Wirth Shils,
ed. Harvest (Nueva York, s.f.), pp. 229-239.
E. y
}

!
LA SOCIEDAD BURGUESA
63

se encontraba el Dios trascendente y absoluto. El cre- yente, ubicado en el espacio y el tiempo, podía obtener por fe un
acercamiento a Dios y sus designios. En la Edad Media el orden de
anagogía limitaba la raciona- lidad de los burgueses. Ahora, en la sociedad
burgue- sa, el cristianismo tuvo que readaptarse a un mundo
objetivado por la razón burguesa.

la

Las presiones ejercidas sobre el cristianismo condu- jeron siempre a una respuesta litúrgica, porque liturgia,
no la teología, ha sido la forma cristiana fun- damental de expresión que
combina la fe con el culto, dirigiendo al más allá la mirada de toda la
persona. De este modo cuando la realidad religiosa fue amenazada por
valores ajenos, el creyente tuvo que responder en el nivel litúrgico
fundamental. En la sociedad bur- guesa tanto el protestantismo como el
catolicismo res- pondieron de esta manera a las nuevas presiones. El
anglocatolicismo del Movimiento de Oxford constituyó un regreso a la
forma tradicional de culto. Pero la Igle- sia de Inglaterra era tan
evidentemente un producto de la transformación histórica, carente de las
pretensiones sacerdotales y misteriosas de la Iglesia católica, que la
conversión de alguien como John Henry Newman al catolicismo sólo fue
un paso más en este regreso. El ca- tolicismo decimonónico empezó a
prestar mayor aten- ción al sacramento de la Eucaristia. Y ocurrió entonces el
comienzo de un movimiento litúrgico católico. Ade- más una muy
significativa respuesta de la liturgia ca- tólica en ese periodo fue la
proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, en 1854. Para
el creyente, la reafirmación de la veneración de la Virgen María fue una
respuesta necesaria y significativa al frío y mecá- nico mundo de la sociedad
burguesa.
La respuesta litúrgica fue más crucial que tales ac-
64
LA SOCIEDAD BURGUESA

tividades religiosamente periféricas como el Ejército de Salvación, la


YMCA, el socialismo cristiano o hasta las enseñanzas sociales de León XIII. Estas
actividades fue- ron periféricas, pues trataron de pasar por alto el in- evitable
conflicto entre la visión trascendente de la reli- gión cristiana y la preocupación
racional inmanente de la sociedad burguesa. Tratando de aferrarse a
ambos, mostraron un aire de hipocresía. Y sin embargo, ni la respuesta
litúrgica ni la religión social pudieron sofocar ese conflicto inevitable.
Mientras tanto, el metodismo inglés fue la mayor componenda, tratando
de colmar la brecha entre los dos mundos: la religión cristiana y la
economía burguesa.

El mundo de los campesinos

El campesinado se encontraba espacialmente organizado en torno


de la tierra. No la tierra per se, sino su te- nencia, su uso, sus divisiones y su
trasmisión de una generación a otra definitían la organización de la co-
munidad campesina. El hogar campesino, las franjas cultivadas y la
posesión común confirmaban que el campesino tradicionalmente dependía
de la tierra. Tem- poralmente el mundo campesino estaba moldeado
por los ciclos de la naturaleza y de la vida. Las estaciones anuales, de la
primavera al invierno, dictaban la gama de las actividades humanas sobre la
tierra, de plantar a cosechar, El ciclo vital de nacimiento, matrimonio, natalidad y
muerte establecía la continuidad de una ge- neración a otra. Dentro de
esta esapacio-temporalidad cíclica, envolvente, la cultura campesina
era primaria- mente oral, y no letrada, daba preferencia al oído y al tacto sobre
la vista. Aun a finales del siglo XIX un
LA SOCIEDAD BURGUESA
65

tercio de todos los campesinos franceses seguían sien- do analfabetos, y el porcentaje de quienes dependían de la
palabra oralmente transmitida como fuente básica de conocimiento
indudablemente era muy superior. En este raundo de cultura oral, con
su hincapié en la trans- misión formulaica de técnicas y sabiduría, la
percepción del campesino subrayaba, correspondientemente, lo
es- pecífico, lo perenne.
Durante siglos en el mundo campesino se habían in- filtrado las fuerzas de la tecnología y de la economía mercantil;
pero en el siglo XVIII la revolución agrícola transformó finalmente los
campos. Esto, junto con el movimiento en pro de poner cercados y la
migración demográfica a las ciudades, desafió
las ciudades, desafió la integridad del mundo del campesinado inglés mucho más que la del
campesinado francés. 42 La costumbre y la tradición ru- rales tuvieron
que retroceder ante el avance de la in- novación tecnológica y la
economía de mercado; y sin embargo, sólo el estrato superior del
campesinado logró aprender nuevos modos y abandonar algunos de los
an- tiguos; por cuanto a los demás estratos, la realidad de su mundo se
contrajo. En el núcleo, los campesinos se aferraron tenazmente a aquellas
costumbres y prác ticas que aún sobrevivían al desafío de lo nuevo.
Del interior de esta realidad reducida surgió una descon- fianza
intensificada de todo lo desconocido, marcado todo por una enorme
brecha que separaba a "nosotros" de "ellos", entre lo familiar y lo
nuevo.
Los trabajadores pobres de las ciudades fueron aún más vulnerables que los campesinos. Desarraigados de

41 G. Wright, Rural Revolution in France (Stanford, 1964), p. 10.


42 Cambridge Economic History of Europe, vol. 6, comps. H. J. Habakkuk y M. Postan (Cambridge, 1965), pp. 603, 628.
66
LA SOCIEDAD BURGUESA

la tierra y apiñados en barriadas, se encontraron total- mente indefensos


ante las amenazas del desempleo y del hambre. En la ciudad se concentró
la pobreza, acen- tuando el abismo entre ricos y pobres. Los pobres de
las ciudades quedaron atrapados en una zona intermedia de
desmoralización, pues para ellos habían caducado los valores
tradicionales de la tierra, y sin embargo, aún no tenía sentido la ideología
de la burguesía. Los bur- gueses no sólo veían a los pobres de las ciudades
como una mezcla de elementos criminales y laboriosos; los propios pobres
aceptaban esta despreciativa autoima- gen.43

El mundo del proletariado


Ante este trasfondo, el mundo del proletariado era una nueva formación
social a principios del siglo XIX. La guía en la construcción social de
una realidad proleta ria recayó sobre la élite de los artesanos, pues sólo
ellos poseían las capacidades, el sentido de comunidad del trabajo y la
tradición de ayuda mutua, todo lo cual los capacitaba a responder
positivamente a las nuevas pre- siones del capitalismo industrial. En su
respuesta des- cubrieron dos instrumentos: la huelga económica y la
agitación política. Ya en los treinta y cuarenta sus mo- vimientos de
protesta lograron fundirse en organizacio- nes sindicales, con una
conciencia de clase proletaria.**
En contraste con la aristocracia terrateniente y con el
campesinado, el proletariado era una clase nueva, resul-
43 L. Chevalier, Classes laborieuses et classes dangereuses à Paris
pendant la première moitié du XIXe siècle (Paris, 1958), pp. 497-518.
** M. Halbwachs, The Psychology of Social Class, tr. C.
Delavenay (Glencoe, 1958), cap. 5; E. J. Hobsbawm, Pri-
LA SOCIEDAD BURGUESA
67

tante de las presiones del capitalismo industrial sobre la población laboral


urbana. En oposición al individua- lismo y utilitarismo de la burguesía
triunfante, la reali- dad proletaria subrayaba la ayuda mutua y la
colectivi- dad. La racionalidad que aprendió de la burguesía fue
secundaria. El mundo del proletariado ocupaba el es- pacio
enajenante de la fábrica y de las moradas de los suburbios. Y su sentido
del tiempo había sido impuesto desde fuera, siendo el ritmo necesario de las
máquinas fabriles; así, la espacio-temporalidad del proletariado era
artificial, dictada por el capitalismo industrial. Los obre- ros se sentían
determinados, arrastrados sin estar ellos al mando; empero el ideal
proletario de colectividad y ayuda mutua fue una respuesta positiva a
este mundo determinista. La enajenación del trabajo fue el destino común
que unió a los obreros. Tal destino establecía la solidaridad proletaria;
pero su solidaridad sólo fue dirigida a mejoras económicas de
condiciones de traba- jo, salarios, horas, etcétera. La política
revolucionaria no era una parte de las expectativas del mundo
prole- tario. En cambio había que imponerla desde fuera. No había
continuidad entre la espontaneidad proletaria y la conciencia revolucionaria,

El mundo de lo oculto

Lo oculto magia, astrología, brujería y hechicería— quedó más lejos aún


del mundo de la percepción bur-

mitive Rebels (Manchester, 1959), pp. 162-174, y The Age of Revolution, cap. 11;
E. P. Thompson, The Making of the English Working Class (Nueva York, 1963), pp.
418-429, 711-712, 807-832; G. Rudé, The Crowd in History (Nueva York, 1964), pp.
164-191.
68
LA SOCIEDAD BURGUESA

guesa. Y sin embargo también fue afectado por este campo. En la sociedad
estamental de los siglos XVII y xviii los estratos superiores de la
población urbana fue- ron haciéndose más seculares, racionales y tolerantes,
Lo oculto retrocedió a los estratos más bajos y rurales de la sociedad.45 La
tradición renacentista de Hermes Trismegisto y de la Cábala se fue a la
clandestinidad, para reaparecer esporádicamente en conjunción con las
sociedades secretas de los masones y los rosacruces,16 Poco sabemos aún
de las prácticas ocultas en las re- giones rurales remotas durante el
periodo de la sociedad burguesa, aunque podemos suponer que
persistieron desde tiempos anteriores. Pero lo oculto que fue nuevo en
la sociedad burguesa parece haberse originado en los estratos
superiores, urbanos, y no en los estratos in- feriores y rurales de la
sociedad. A comienzos del si- glo XIX las clases superiores en las ciudades,
alienadas por un mundo cada vez más objetivado, abrazaron el
iluminismo y el espiritismo. Ya en la segunda mitad del siglo proliferaba el
interés en lo oculto. Durante los cincuenta y los sesenta Alphonse Louis
Constant hizo renacer la tradición hermética-cabalística con una

45 Thomas, Religion and the Decline of Magic; D. P. Walker, The


Decline of Hell (Londres, 1964); Mandrou, Ma- gistrats et sorciers en France au
XVIIe siècle; R. Mandrou, De la culture populaire aux XVIIe et XVIIIe siècles
(Paris 1964).
46 F. Yates, The Rosicrucian Enlightenment (Londres,
1972), p. 218 [El luminismo Rosacruz, FCE]; N. Mac. Kenzie, comp., Secret Societies
(Nueva York, 1967), capí- tulos 6 y 7.
47 J. Caro Baroja, The World of the Witches, tr. O. N.
Glendinning (Londres, 1964), pp. xi, 214, 238-241.
48 A. Viatte, Les sources occultes du romantisme (Paris, 1928).
LA SOCIEDAD BURGUESA
69

serie de obras sobre ritos mágicos. En el decenio si- guiente Helena


Blavatsky enseñó una teosofía ecléctica de misticismo oriental y magia
occidental. Fue una de las fundadoras de la Sociedad Teosófica en 1875,
que proclamaba como su objetivo una sabiduría oculta en
oposición al conocimiento mecanicista, científico,50 La magia ritual de
Constant fue aceptada después en In- glaterra, con la fundación de la Orden
Hermética del Amanecer Dorado en 1888; y Aleister Crowley, auto-
declarado mago, se le unió brevemente a finales de los noventa. El
apogeo del interés de las clases altas en el ocultismo llegó durante los
noventa, cuando se reanudaron ciertas prácticas de astrologia.52
El mundo de lo oculto era lo directamente opuesto de la sociedad burguesa. Lo oculto aspiraba a un co- nocimiento del
más allá. Suspiraba por el mundo cen- tripeta y animado del
Renacimiento, con sus conexiones percibidas entre el ser y el mundo,
entre microcosmos y macrocosmos. En directo contraste con lo oculto, el
campo de la percepción burguesa promovía un cono- cimiento
cuantitativo, no-reflexivo, objetivo, sin ningu- na relación con el ego.
No obstante, sin el apoyo de un cosmos renacentista, el ocultismo
decimonónico de Constant y de Crowley se contrajo en sí mismo. Por otra
parte, el eclecticismo teosófico de Blavatsky com-

19 Véase A. L. Constant, Dogme et rituel de la baute ma- gie (1854-1856), Histoire de la magie, (1860), La clef des grands mystères (1861), La
science des esprits (1865).
50 Véase H. Blavatsky, Isis Unveiled (1877), The Secret Doctrine (1888).
51 E. Howe, The Magicians of the Golden Dawn (Lon- dres, 1972).
52 E. Howe, Astrology (Nueva York, 1968), pp. 21, 72. 53 J. Webb, The Flight
from Reason (Londres, 1971); F. King, Rites of Modern Occult Magic
(Nueva York, 1971).
70
LA SOCIEDAD BURGUESA
prometió peligrosamente la integridad de lo oculto. En la
sociedad burguesa, lo oculto no pudo encontrar fuera de sí mismo un
apoyo perceptual. Y el autodeclarado mago, sin un macrocosmos, no
pasó de ser un falso profeta.
III. LA TEMPORALIDAD

LA EXPERIENCIA del tiempo vivido es distinta Уу más fundamental que la medición mecánica del tiempo por el
reloj. Esta última es impersonal y objetiva, mientras que el tiempo
vivido es personal, además de depender del mundo circundante con el cual
vive el sujeto. Es una Gestalt entre el ritmo de la persona y los
ritmos simbolizados, institucionalizados de tal mundo. Cada quien tiene un
ritmo fisiológico, y diferentes periodos tienen distintos símbolos e
instituciones para llevar el ritmo de la duración. Hay, en efecto, diversos
tipos de tiempo social, sea litúrgico o secular, arquetípico o his tórico,
estacional o mecánico, cíclico o lineal, intersub- jetivo u objetivo. Tras las
dos revoluciones de finales dei siglo XVII, la representación en el
espacio ya no pudo contener la dinámica de la sociedad burguesa.
Dentro del nuevo campo perceptual constituido por la cultura tipográfica,
la supremacía de la vista y el orden del desarrollo en el tiempo, el
tiempo fue subjetivado como una dimensión distinta del espacio. Esta
objetiva- ción del tiempo condujo a otros desarrollos compen- satorios,
relacionados con ella. En este capítulo analizaré nuevas experiencias del
tiempo, distancias del pasado, visiones del futuro, procesos temporales y
dinámica in- manente en la sociedad burguesa.

LAS NUEVAS EXPERIENCIAS DEL TIEMPO

Antes de este periodo ya se empleaban los relojes. El reloj mecánico fue inventado en la segunda mitad del
71

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