Tema Bloque IV
Tema Bloque IV
Tema Bloque IV
Los Borbones llegaron al trono español tras la Guerra de Sucesión española (1702-1715), por la cual accede al
trono un nieto de Luis XIV, Felipe de Anjou que, tras el Tratado de Utrech que pone fin a la guerra, reinará como
Felipe V (primer borbón)
- La muerte sin descendencia de Carlos II1, último rey de los Austrias (Habsburgo) y la decisión de
nombrar heredero al nieto de Luis XIV, Felipe de Anjou.
- Felipe de Anjou, borbón y nieto del poderoso rey francés Luis XIV y de Felipe IV, duque de
Anjou.
- Archiduque Carlos (futuro emperador alemán Carlos VI), Habsburgo (Austria) e hijo del
emperador Leopoldo I.
A) Bandos internacionales.
- Archiduque Carlos: fue apoyado por Austria, por los principados alemanes, Gran Bretaña,
Holanda (Provincias Unidas) y Portugal, que se unieron en la Gran Alianza de la Haya.
B) Bandos en España.
- Archiduque Carlos: Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares (preferían a los Austrias por su
monarquía pactista y el respeto a sus fueros o privilegios)
La contienda fue:
- Una lucha dinástica que enfrentó a Austrias y Borbones, a los que muy pronto, se sumaron Portugal y
Saboya.
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Siempre fue un rey débil, sumido en enfermedades y controlado por los validos.
- Un conflicto internacional donde se dirimieron rivalidades políticas y económicas entre las potencias
europeas enemistadas.
- Una guerra civil entre la Corona de Aragón que, mayoritariamente, apoyó al archiduque Carlos, y la de Castilla
que apoyaba a Felipe de Anjou. No solo por un cambio de dinastía, si no que había en juego un modelo de
Estado y de administración para los reinos peninsulares:
- Por un lado, el de los Austrias, tradicionalmente pactista, que respetaba las instituciones forales de
los reinos y su diversa legislación y fiscalidad.
- Por otro lado, el de los Borbones, que importaba el modelo francés absolutista, unificador y
centralizador.
En 1700, Felipe de Anjou, según el testamento de Carlos II, fue proclamado rey en Madrid y en las
principales ciudades de la monarquía. Posteriormente, viajó hasta Barcelona, reunió las cortes y juró los fueros, y
también allí fue proclamado rey, mientras en el resto de los gobiernos extranjeros europeos empezaron a temer
el enorme poder que los Borbones concentraban en sus manos.
Reacción extranjera:
Las Provincias Unidas (Holanda), que había tenido que defenderse de los ataques del monarca francés Luis
XIV se sintieron amenazadas El Emperador Leopoldo I, cabeza de la otra rama de la Casa de los Austrias, rechazó
el testamento de Carlos II al considerar que los derechos sucesorios correspondían a su familia y propuso como
rey a su hijo menor, el Archiduque Carlos. Para Inglaterra, también suponía una amenaza que los Borbones
acumularan tanto poder
La Monarquía española era un gigante enfermo que luchaba por dejar atrás la grave crisis del siglo XVII.
Pero sus posesiones en Europa eran todavía muy importantes y su imperio colonial podía proporcionar enormes
recursos, por lo que era una herencia apetecible. Por ello, en 1701, austriacos, ingleses y holandeses firmaron la
Gran Alianza de la Haya. Se negaban a aceptar como rey al duque de Anjou y declararon la guerra a los Borbones.
La guerra fue cruenta y larga (1701-1714) y se desarrolló en el mar y en varios frentes terrestres. En el
norte de Italia se libraron importantes batallas, así como en las fronteras de Francia con el Imperio y Holanda. Se
luchó igualmente en la Península Ibérica y se dispuso alguna batalla al otro lado del Atlántico.
Las primeras acciones bélicas en la Península se limitaron, prácticamente, al saqueo de las poblaciones de
la bahía de Cádiz por los angloholandeses, al ataque de la escuadra inglesa a la flota de Indias en Vigo, a la batalla
naval de Málaga y a la ocupación de Gibraltar en nombre del Archiduque Carlos.
En 1705, tras la firma del Pacto de Génova, entre los ingleses y los catalanes. Barcelona se sublevó contra
Felipe V. Con el nombre de Carlos III, proclamó como rey al Archiduque, que desembarcó en Barcelona. La rebelión
catalana desató definitivamente la guerra en la Península, enfrentándose en un conflicto borbónicos y austracistas.
En 1706, las tropas que apoyaron al archiduque entraron en Madrid y la corte borbónica tuvo que abandonar la
capital a toda prisa. Los reinos de Aragón y Valencia se unieron a la rebelión: La causa de Felipe V, parecía perdida.
Los castellanos acogieron con frialdad al ejército aliado, los borbónicos se rehicieron y lograron una
importante batalla en Almansa, que permitió a Felipe V restablecerse en Madrid, invadir el reino de Valencia y
promulgar los primeros Decretos de nueva Planta.
Los años siguientes fueron difíciles, en 1710 los austracistas vuelven a entrar en Madrid, pero el apoyo del
ejército francés a Felipe V permitió derrotarlos en Brihuega y Villaviciosa, lo que sentenció la guerra. En 1711, con
los aliados replegados en Cataluña, murió sin descendencia José I, hermano mayor del Archiduque Carlos, con lo
que éste se convirtió en Emperador de Alemania. Inglaterra que no quería verlo también como rey de España,
buscó la paz; deseo también compartido con Luis XIV, que se hizo realidad tras la batalla de Denain (1712).
1.5.- El fin de la guerra: LA PAZ DE UTRECHT - RASTATT. El nuevo equilibrio europeo
Los tratados que pusieron fin a la guerra se firmaron en la ciudad holandesa de Utrecht entre 1713 y 1715. En
ellos:
- Se aceptó a Felipe V como rey de España, tras renunciar a ser rey de Francia
- A cambio se compensó al Archiduque Carlos, ya emperador Carlos VI con las posesiones españolas en la
Italia: Nápoles, Sicilia y el ducado de Milán, y los llamados Países Bajos.
- Pero la gran vencedora fue Gran Bretaña que se quedó con Gibraltar y Menorca lograba ventajas
económicas como el navío de permiso2, que rompía el monopolio del comercio español con las Indias
(América) y el derecho de asiento, que le permitía comerciar con miles de esclavos en las colonias
españolas.
• Se ponen en marcha reformas para conseguir la homogeneidad del territorio y la creación de una identidad
española, sometiendo todos los reinos a las mismas leyes de Castilla. La rebelión de los territorios de la
Corona de Aragón (Aragón, Baleares, Cataluña, Valencia), que proclamaron rey al archiduque Carlos, hizo
que Felipe V los considerase territorios conquistados, y así, anuló sus fueros y promulgó los Decretos de
Nueva Planta, que extendieron a dichos territorios el modelo político castellano. Cataluña resistió,
esperando una ayuda de Inglaterra que nunca llegó. Hasta que finalmente, en 1714, las tropas borbónicas
se apoderaron de Barcelona.
2. EL REFORMISMO BORBÓNICO
Tras la Guerra de Sucesión se inicia la andadura de la dinastía borbónica en España y de esta forma durante
el siglo XVIII reinarán:
Felipe V, “el Animoso”: (1700-1746) con una breve interrupción de seis meses en 1724 cuando reinó su hijo
Luis I, que falleció en seis meses.
Fernando VI, el “Prudente” o “el Justo” (1746-1759): Hijo de Felipe V y de su primera esposa María Luisa
Gabriela de Saboya
Carlos III: “el Político” o “el Mejor Alcalde de Madrid” (1759- 1788): hijo de Felipe V y su segunda esposa
Isabel de Farnesio, fue previamente duque de Parma y Plasencia, rey de Nápoles y rey de Sicilia.
La dinastía borbónica durante el siglo XVIII (Felipe V, Fernando VI y Carlos III) emprendió toda una serie de
reformas que tenían como objetivo establecer un nuevo sistema político, una nueva forma de gobierno, con una
nueva política exterior, así como el desarrollo económico y cultural del país.
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Buque inglés que podía enviar cada año a las colonias españolas 500 toneladas de mercancías para comerciar y que
permitió también el contrabando de mercancías.
2.1.- LAS REFORMAS POLÍTICAS Y EL NUEVO MODELO DE ESTADO.
Las medidas políticas adoptadas por los Borbones tenían como objetivo la imposición del modelo francés,
basado en el absolutismo, la centralización y la uniformidad del territorio, y muy distinto del modelo pactista y
descentralizado de los Austrias. Entre las principales medidas para la consecución de dicho modelo podemos
destacar:
El primer objetivo del nuevo rey Felipe V fue reducir la complejidad de reinos, leyes e instituciones a una
sola entidad con las características de Castilla. Esta obra de reforma administrativa se va a plasmar en los Decretos
de Nueva Planta.
Los Decretos de Nueva Planta son un conjunto de decretos promulgados entre 1707 y 1716, por el
rey Felipe V de Borbón, vencedor de la Guerra de Sucesión Española (1701-1713), por los cuales quedaron
abolidas las leyes e instituciones propias del Reino de Valencia, Aragón (1707), Mallorca (1715) y Cataluña
(1716), y se implantan las instituciones y leyes de la Corona de Castilla en todo el territorio. Se fundamentaban,
en el derecho de conquista tras la Guerra de Sucesión, y constituían una especie de castigo a los reinos integrantes
de la Corona de Aragón, que se habían decantado por el archiduque Carlos.
Los reinos de Aragón perdieron sus instituciones y se suprimieron los fueros, las Cortes y el
Consejo de Aragón, las diputaciones (incluida la Generalitat), el cargo de Justicia Mayor, los
concejos municipales (como el Consejo del Cent de Barcelona), etc.
Se terminó con el sistema de gobierno de Consejos Territoriales y temáticos de los Austrias. Así,
se aseguraba el poder absoluto del rey. Solo queda el Consejo de Castilla que integra a todos los
territorios, como órgano de gobierno (origen del futuro Consejo de Ministros).
Se crearon unas Cortes únicas, a las que se incorporan algunos representantes de los reinos
aragoneses
Desaparecieron los antiguos reinos (excepto Navarra) y se suprimen las fronteras que separaban
los reinos entre sí y con Castilla.
Se aplicó un solo derecho en todo el territorio, las leyes de Castilla, así como sus tribunales,
Chancillerías y Audiencias
Se unificó la Hacienda y se unificó el sistema de impuestos (el catastro) y monetario
Se implantó una sola lengua oficial, el castellano.
El resultado fue que todo el territorio quedo uniformizado. Sólo se hizo alguna excepción, permitiendo el
uso del derecho civil de los reinos aragoneses. Llama poderosamente la atención que tanto las provincias vascas
como Navarra quedaran fuera del régimen de la Nueva Planta. Conservaron sus fueros e instituciones, así como
su propio régimen fiscal. Fue una “gracia” del propio rey Felipe V en recompensa por su fuerte apoyo a su causa
durante la Guerra de Sucesión.
En conclusión, por medio de estos decretos todos los reinos se uniformizaban según el modelo de Castilla
(“reducir todos mis reinos de España a la uniformidad de unos mismos usos”), surgiendo un modelo de Estado
centralizado, siguiendo el ejemplo francés, y que ponía fin a la estructura compuesta y pactista de la Monarquía
de los Austrias. Con los Decretos de Nueva Planta comienza la historia del Estado español como una unidad
administrativa
El empeño centralizador y unificador no se quedó en los Decretos de Nueva Planta. La idea de imponer un
modelo de centralización del poder y de fortalecer el absolutismo llevó a una reforma integral de la administración
de la corona, en la que se incluyen varias actuaciones:
a) Creación de Secretarías de Despacho (1721)
Bajo los Borbones, el gobierno quedó en manos de cinco Secretarios de Despacho (antecedente de los
actuales ministros), que dirigieron la vida política del país durante todo el siglo.
Estos eran:
Asuntos Extranjeros (Secretaría de Estado)
Guerra
Gracia y Justicia (se encarga de asuntos eclesiásticos, tribunales y universidades)
Marina e Indias
Hacienda
Poco a poco los Secretarios fueron convirtiéndose en los personajes más poderosos del país y
conociéndose con el sobrenombre de ministros. A fines de siglo, los secretarios se reunían en la Junta Suprema de
Estado, reunión formal y regular, antecedente del actual Consejo de Ministros.
b) La administración territorial
- Se eliminaron todos los consejos territoriales, manteniéndose solo el de Castilla, que quedó como órgano
consultivo para todo el país.
- Se reformó la administración territorial, dividiendo el reino en provincias (según el modelo francés), con tres
órganos de poder, controlados por el gobierno central:
De esta forma, la Corona controlaba todo el territorio, nombrando a todos los poderes provinciales. Los
intendentes fueron de gran utilidad al gobierno central puesto que sus competencias eran muy amplias,
desde la recaudación de impuestos, las obras públicas, al orden público. Algunos como Pablo de Olavide, en
Andalucía, realizaron una auténtica labor de gobierno reformista.
- En el poder local, la Corona completó su control, nombrando a corregidores que gobernarían los
ayuntamientos de las ciudades más importantes.
Los Borbones comprendieron la necesidad de disponer de un ejército y una marina eficientes. Así, se reformó
el sistema de reclutamiento, con voluntarios, levas y la quinta y, aunque la aristocracia siguió controlando los
cargos de oficiales, se constituyó en un auténtico ejército permanente y profesionalizado para la defensa del país
y para el control de sus territorios.
Así mismo, se recuperó, además, una marina de guerra efectiva, sobre todo durante el reinado de Fernando
VI, en el que se potenciaron los puertos del Ferrol, Cádiz o Cartagena y con figuras como José Patiño, reformador
de la organización naval, o el marqués de la Ensenada, promotor de la construcción y mejora de los navíos.
Durante el reinado de Carlos III se estableció una bandera única para la Armada, que después se convertiría, en la
bandera de España.
2.2.- EL REFORMISMO ECONÓMICO
Para fortalecer la economía y sanear la Hacienda Real, los primeros borbones acometieron una serie de
reformas que modernizarán la producción y la situación económica del país:
- Se crearon, al amparo de la Corona, una serie de manufacturas protegidas y financiadas por el rey (las
Reales Fábricas de Tapices o de Cristales de La Granja). (A pesar de las inversiones estatales y una política
comercial proteccionista, los resultados distaron mucho de alcanzar los objetivos que se habían fijado y
finales de siglo la monarquía decidió liquidar esta experiencia.)
- También se tomaron medidas proteccionistas frente a la competencia extranjera y se eliminaron normas
gremiales que obstaculizaban la mejora y el aumento de la producción.
- Existieron intentos para unificar y racionalizar el sistema de impuestos. Para ello, durante el reinado de
Fernando VI se llevó a cabo el Catastro de Ensenada en 1749 en la Corona de Castilla, donde se
inventariaban todas las propiedades del reino, pero que finalmente no logró implantar una única
contribución.
- Para potenciar el comercio interior:
Se intentó crear un mercado nacional, para lo cual, suprimieron las aduanas internas
(salvo las de los territorios vasco y navarro) y llevaron a cabo una mejora de la red de
comunicaciones. Por ello se inicia, en tiempos de Carlos III, la construcción de una red
de carreteras que habían de unir Madrid con los principales puertos. Sin embargo, a
pesar de estos esfuerzos, la configuración de un mercado nacional no se logró hasta bien
entrado el siglo XIX.
- Para fomentar el comercio exterior, orientado hacia la Europa atlántica y América, se tomaron dos medidas:
La creación de compañías comerciales, cuyo objetivo era recuperar el control de las
importaciones y de las exportaciones americanas (la Real Compañía de Comercio de
Barcelona y la Compañía Filipina).
La libertad de comercio de todos los territorios peninsulares de la Corona con América
que otorgó Carlos III.
La política económica de los Borbones ayudó al despegue económico de Cataluña, de hecho, a lo largo del
siglo XVIII, Barcelona pasó de tener unos 40.000 a unos 100.000 habitantes.
El comercio americano se abrió progresivamente, lo que permitió el comercio directo de Cataluña con
América y así, se incentivó la incipiente industrial textil con la exportación de las afamadas indianas (tejidos de
algodón que se pintaban por una de las caras), y el comercio catalán se incorporó definitivamente a la Carrera de
Indias (ruta que unía los territorios de la monarquía a través del Atlántico)
A nivel interior, los Decretos de Nueva Planta eliminaron las barreras aduaneras. Esto posibilitó que
muchos productos procedentes de las colonias fueran elaborados en Cataluña con destino al mercado nacional.
Gracias al comercio de uno y otro lado del Atlántico, la burguesía catalana lograría reunir los capitales
necesarios para abordar con éxito la revolución industrial en el siguiente siglo. Por el contrario otras burguesías
peninsulares, refugiadas en inversiones agrícolas llegarían tarde a la industrialización.
El reforzamiento del poder del rey también se tradujo en una revisión de las relaciones Iglesia-Estado,
sobre todo tras el apoyo del Papa a Carlos durante la guerra de Sucesión. Así, los Borbones aplicaron en España el
regalismo: el sometimiento de la Iglesia al poder del rey. En el caso de Felipe V, dicho regalismo culminó en el
concordato con la Santa Sede de 1753, por el cual se reconocía el patronato universal, es decir, el poder de la
monarquía sobre los intereses de la Iglesia en el país, que se traducía en la reducción de los impuestos enviados a
Roma y el nombramiento de los cargos de la Iglesia (obispos, etc.) por parte de la Corona.
Durante el reinado de Carlos III, fruto de las ideas ilustradas, el regalismo se acentuó y así el monarca
adoptó varias medidas encaminadas a disminuir el poder de la Iglesia, como la supresión de tradiciones religiosas
populares o la limitación del poder de la Inquisición. Entre ellas, destaca la expulsión de todos sus reinos de los
Jesuítas (Compañía de Jesús) en 1767, cuya riqueza, dependencia de Roma y control de la educación, suscitaban
recelo entre los ilustrados y que fueron acusados de ser los instigadores del Motín de Esquilache.
La Ilustración es un movimiento intelectual que se originó en Inglaterra, pero que alcanzó su máximo
desarrollo en Francia durante el siglo XVIII y que se caracteriza por la confianza en la Razón como fuente del
conocimiento, rechazando los dogmas y las creencias, la fé en el progreso y en el desarrollo de la ciencia y la
técnica, el derecho a la felicidad, que debía ser procurada por los gobernantes, así coma a la libertad y la igualdad.
Su pensamiento se recogía en la Enciclopedia, obra que pretendía ser un compendio de todo el conocimiento
científico de la época.
En España, dicho movimiento tuvo su antecedente en los llamados proyectistas y novatores, nombre con
el que se conocía a un grupo de científicos, médicos y humanistas (intelectuales) que, desde el siglo XVII, adoptaron
las novedades que circulaban por Europa y mostraban su preocupación por el atraso de científico español.
Sin embargo, la instauración de la monarquía borbónica provocó la mayor difusión de las ideas ilustradas
en España, aunque ésta tuvo características propias que la diferenciaron del resto de Europa. Así:
Sin embargo, las ideas transformadoras chocaron con una serie de obstáculos, como fueron la falta de
disposición del pueblo a los cambios, la oposición de la nobleza y el clero por miedo a perder sus privilegios, así
como la actuación de la Inquisición que perseguía cualquier desviación de la fe cristiana.
En la segunda mitad del siglo XVIII, varios monarcas absolutos, influenciados por las ideas ilustradas
promovieron una serie de reformas encaminadas a conseguir la “felicidad” de sus súbditos, pero sin renunciar a
su autoridad indiscutible. A esta nueva práctica se la llamó despotismo ilustrado y su ideal se resume en la frase:
“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
El despotismo ilustrado también se desarrolló en España de la mano de los Borbones, sobre todo con
Fernando VI y especialmente, con Carlos III, al que se considera como máximo representante del despotismo
ilustrado en España.
Entre las principales reformas y avances culturales del Despotismo Ilustrado para desarrollar el país, aparte
de las ya mencionadas a nivel económico, destacan las siguientes:
- Una reforma de la Educación en todos los niveles, que implicaba un desarrollo de las “ciencias
útiles” y planes de reforma universitaria. De hecho, durante el reformismo ilustrado se dieron las
primeras medidas educativas que tenían en cuenta a las mujeres, creándose algunos colegios para
niñas.
- La creación de academias e instituciones culturales y científicas: Sobre todo durante los reinados
de Fernando VI y Carlos III. Éstas imitaban instituciones similares creadas en Francia durante el
reinado de Luis XIV y difundían un pensamiento ilustrado oficial y uniforme en distintos ámbitos
culturales. Entre las academias, sobresalieron la Real Academia Española (1713), la Real Academia
de la Historia (1735) o la Academia de Bellas Artes de San Fernando (1744). Entre las instituciones
culturales, podemos destacar la Librería Real (1714), antecedente la Biblioteca Nacional, el Gabinete
de Historia Natural (1752), el Jardín Botánico de Madrid (1755) o el Real Observatorio Astronómico
de Madrid (1790)
- Creación de instituciones de enseñanza superior: como el Real Seminario de Nobles de Madrid
(1725) o la creación de las academias militares.
- Las Sociedades Económicas de Amigos del País: Destacaron, especialmente, durante el reinado de
Carlos III y tenían su origen en los llamados “Caballeritos de Azcoitia”. Su finalidad era poner en
marcha iniciativas para mejorar la vida en la comarca, fomentar la economía, difundir las nuevas
ideas y los conocimientos científicos de la Ilustración. Fueron muy numerosas y se fueron un
instrumento relevante en el reformismo ilustrado. En ellas se integraron miembros de la nobleza y
el clero local, gente adinerada y elementos de la burguesía.
- La aparición del periodismo y la prensa como medio de divulgación masivo de las nuevas ideas. Así
surgieron publicaciones regulares en las poblaciones más importantes que, por lo general difundían
las ideas de la Ilustración y de la burguesía ilustrada. Publicaciones destacadas fueron la Gaceta de
Madrid, convertida posteriormente en publicación oficial del gobierno y que más tarde se
convertiría en el Boletín Oficial del Estado, o el Mercurio Histórico y Político
- La creación de Sociedades Económicas de Amigos del País: Fue en esta comunidad donde
florecieron en mayor número, superando la treintena. Esto era debido a la abundancia de
poblaciones andaluzas de tamaño considerable y a la existencia de una pequeña burguesía local.
En todas estas Sociedades la finalidad fue mejorar la agricultura, la industria local y la educación,
para lo que se establecieron premios a las iniciativas más atractivas y se impulsaron numerosos
proyectos para mejorar la economía y las condiciones de vida de los vecindarios. En la mayor parte
de los casos, tras una intensa actividad inicial, su vida fue languideciendo.
Las principales zonas donde se implantaron fueron: zona costera de Cádiz (Tarifa Puerto de Santa
María, Sanlúcar de Barrameda); el Sur de Córdoba (Cabra, Lucena, Montilla, Priego, Aguilar de la
Frontera) y la costa mediterránea como Vélez Málaga, Almuñécar, Motril y la propia Málaga.
- El Plan de Olavide y las nuevas poblaciones: La colonización de Sierra Morena y de otras áreas de
Andalucía fue la iniciativa más importante de la política ilustrada en España. Surgió a partir de un
proyecto elaborado por el marqués de la Ensenada, cuyo objetivo era llenar el vacío demográfico
que había en amplias zonas al pie de Sierra Morena.
La subida al trono de Carlos III supuso en el interior la culminación de las reformas iniciadas por sus
antecesores. El monarca llegó acompañado de varios ministros italianos como Esquilache y Grimaldi, ligados al
espíritu de la Ilustración, que alcanzó en este reinado su máxima expresión. Así durante el reinado de Carlos III se
acometieron importantes reformas urbanas en Madrid: alumbrado público, abastecimiento de agua, mejora de la
red de alcantarillado, obras como la Puerta de Alcalá, el actual Museo del Prado, Jardín Botánico etc, Obras que
llevaron a denominar a Carlos III como "el mejor acalde de Madrid". La acción de Carlos III tendió también a
cambiar los usos y costumbres arraigadas entre la población, como arrojar aguas sucias por balcones y ventanas.
Sin embargo, su reinado, convertido en el referente de la Ilustración en España, no estuvo exento de
tensiones con los sectores más inmovilistas, defensores de las tradiciones. La más importante de ellas fue el Motín
de Esquilache.
El Motín de Esquilache fue una rebelión que se produce tras el intento del ministro Esquilache de suprimir
la tradicional vestimenta (capa de amplio vuelo y sombrero de ala ancha), por el pequeño capote y el tricornio. No
obstante, entre los motivos reales del motín estaba la subida del precio del pan y la oposición de algunos grupos
conservadores a reformas de mayor calado. Tras distintos enfrentamientos, el rey, finalmente, transigió con los
alborotadores y ordenó que se bajasen los precios del pan y destituyó a Esquilache, poniendo fin al motín. Tras la
caída de éste, Carlos III optó por ministros españoles, como Campomanes, Aranda y Floridablanca, quienes
llevaron a cabo importantes reformas en la línea del despotismo ilustrado y procedería a la expulsión de los
Jesuítas, acusados de ser los instigadores del motín.
El objetivo fundamental de la política exterior de los primeros Borbones fue recuperar los territorios
perdidos en la Paz de Utrecht, tanto en el Mediterráneo como en el Atlántico. Para lograr su objetivo en política
exterior, España debía enfrentarse inevitablemente con el poder marítimo y comercial de Gran Bretaña. Para ello,
además de reforzar la flota, se buscó como aliada a Francia, que gracias a la vinculación dinástica se convirtió en
el principal socio de España a lo largo del siglo XVIII.
En este contexto, se firman los Pactos de Familia: alianzas entre los monarcas españoles y los Borbones
franceses, favorecidas por la unión dinástica, que se dirigieron normalmente contra Reino Unido, Portugal y los
Habsburgo. Dichos pactos, fueron los siguientes:
Reinado de Felipe V
Primer Pacto de Familia (1733): Este pacto supuso la intervención de España en la guerra de Sucesión de
Polonia. Las victorias en Italia permitieron a un hijo de Felipe, Carlos (futuro Carlos III), proclamarse rey de
las dos Sicilias (1735)
Segundo Pacto de Familia (1743): se firmó en el contexto de la Guerra de Sucesión de Austria y permitió
que el príncipe Felipe de Borbón (hijo de Felipe V) accediera al trono del ducado de Parma
Fernando VI, sucesor de Felipe V, mantuvo una política exterior de neutralidad, a pesar de la existencia de
dos tendencias contrapuestas en la corte, una probritánica, representada por José de Carvajal y otra
francófila, en la persona del marques de la Ensenada.
- Tercer Pacto de Familia (1761), por el cual España intervino por un lado en en la guerra de los Siete
Años (1756-1763), tras la cual España tuvo que ceder Florida a Gran Bretaña, aunque obtendría a
cambio la Louisiana entregada por Francia; y por otro, en la guerra de Independencia de Estados
Unidos (1776-1763) en apoyo de los colonos. La firma del tratado de París, que puso fin a dicha
guerra, supuso la recuperación de Florida y Menorca, perdida en el Tratado de Utrecht. España no
logró, sin embargo, recuperar Gibraltar.