Tema 2. - Arte Mesopotámico y Egipcio

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BLOQUE 2.

LOS ORÍGENES DEL ARTE Y EN LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES


TEMA 2.- ARTE MESOPOTÁMICO Y EGIPCIO

Conceptos Cuneiforme, anaglíptico, zigurat, apadana, kudurru, estela, hipogeo, glíptica,


diaglíptico.
Mastaba, pirámide, hipogeo, dromos, pilonos, sala hípetra, sala hipóstila, speos,
ley de la frontalidad, hieratismo

Preguntas 1. Arquitectura mesopotámica.


2. Escultura mesopotámica
3. Características generales del arte egipcio
4. Arquitectura egipcia: características generales. Arquitectura funeraria y
arquitectura religiosa.
5. La escultura egipcia: características generales. Evolución
6. La pintura egipcia.
Obras Zigurat de Ur
Gudea de Lagash
Estela de Hammurabi
Estela de Naram-Sin
Puerta de Ishtar
Relieve de los arqueros
Relieves del palacio de Nínive
Leona herida

Estándares de aprendizaje
2.1. Explica las características esenciales del arte mesopotámico y su evolución en el tiempo y en el espacio, a partir de
fuentes históricas o historiográficas.
3.1. Señala las características principales de la arquitectura mesopotámica

3.2. Comenta las partes esenciales de los templos y palacios mesopotámicos

4.1. Explica las características esenciales del arte egipcio y su evolución en el tiempo y en el espacio, a partir de fuentes
históricas o historiográficas
5.1. Señala las características principales de la arquitectura egipcia.
5.2. Describe las principales partes de las tumbas egipcias y su evolución
5.3. Comenta las diferentes tipologías del templo y su estructura
6.1. Especifica las características de la escultura y pintura egipcias
7.1. Elabora un listado de los términos, elementos y técnicas propios del arte prehistórico, egipcio y mesopotámico.

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PARTE 1.- EL ARTE MESOPOTÁMICO

1. CONTEXTO HISTÓRICO
El Próximo Oriente, también llamado Creciente Fértil, abarca el territorio comprendido entre el
Mediterráneo, el mar Negro y el mar Rojo, por un extremo, y el golfo Pérsico y el mar Caspio, por el otro. En
este territorio se desarrollaron, hace aproximadamente 6000 años, las primeras grandes civilizaciones
urbanas, destacando Mesopotamia y Egipto.

Mesopotamia se situará entre los ríos Tigris y Éufrates. Se pueden diferenciar varios períodos artísticos en
la historia de Mesopotamia, correspondiente a cada uno de los pueblos dominantes en cada época:
a) Los sumerios, crearon las bases del arte mesopotámico, fundaron las primeras ciudades-estado (Ur,
Uruk y Lagash), independientes unas de otras, fundadas en la región del Sumer (Baja
Mesopotamia). Son los primeros que utilizaron la escritura, llamada cuneiforme, por la forma de
cuñas de sus signos, grabados con un estilete sobre tabletas de barro. Fueron los constructores de
templos elevados y los autores de las primeras esculturas de bulto redondo. También crearon la
primera obra literaria, el Poema de Gilgamesh, en el que aparecen los numerosos dioses de una
sociedad politeísta y el relato de un diluvio universal. Los sumerios también inventaron la rueda y
eran grandes matemáticos y astrónomos.
b) Los acadios, procedentes de Akkad, al norte de Sumer, se impusieron a los sumerios y crearon una
gran potencia, fundarán el primer imperio de la región. Posteriormente serán conquistados por los
babilonios.
c) El Imperio Babilónico tendrá su capital en Babilonia, destacará en dos épocas, anterior y posterior
al Imperio Asirio. En la primera Hammurabi realizará el primer código de leyes de la historia,
basado en la Ley del Talión (“ojo por ojo”) y en la segunda época, destacarán el reinado de
Nabucodonosor II (s. VII-VI a. C.), quien conquistó Palestina y llegó a destruir el templo de Jerusalén
de los judíos.
d) Los asirios serán un pueblo guerrero del norte, que conquistó toda la región entre los ríos Éufrates
y Tigris, llegando a conquistar parte de Egipto. Partiendo de modelos sumerios crearon nuevas

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tipologías de palacios y relieves en el siglo IX a. C., sobre todo durante el reinado de Asurbanipal.
Sus capitales fueron Assur y Nínive.
e) En el año 539 a. C., el segundo Imperio Babilónico fue conquistado por los persas, provenientes de
Irán, el Imperio persa se extendió por Mesopotamia hasta Egipto y Asia Menor, hasta que en el
siglo IV a.C. fue conquistado por Alejandro Magno. Destacaron sus emperadores Ciro, Cambises,
Jerjes y Darío. El arte persa se inspiró en los modelos mesopotámicos. En el siglo VI a. C. se
construyeron palacios y tumbas en las ciudades de Persépolis y Susa.

2. ARQUITECTURA MESOPOTÁMICA, DE LOS ZIGURATS SUMERIOS A LOS PALACIOS PERSAS.


Las características formales y estructurales de la arquitectura mesopotámica estaban condicionadas por su
medio geográfico:
 La escasez de piedra y madera obligó a usar el adobe, que se empleó en la construcción de arcos y
bóvedas.
 El aspecto exterior era sobrio, por lo que se adornó con relieves o cerámicas vidriadas, sobre todo
en los períodos asirio y babilónico.
 En la arquitectura mesopotámica distinguimos principalmente tres tipologías: los templos, los
palacios y las tumbas.
En la época sumeria se comenzaron a construir templos denominados zigurats, tenían forma de pirámide
escalonada, de gran altura con varias terrazas o pisos, que disminuían su tamaño a medida que se ascendía
hacia el templo, rematados por la capilla del dios y un observatorio astronómico, desde donde los
sacerdotes observaban los astros. El acceso a la cumbre se realizaba mediante rampas. El zigurat de Ur (c.
2100 a.C.) fue el más conocido. Se utilizaba como lugar de culto (sólo entraban en el templo los
sacerdotes), observatorio astronómico, almacén de los impuestos y ofrendas que recaudaban y vivienda de
los sacerdotes.

Zigurat.

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Los palacios se situaban sobre terrazas elevadas y también se accedía a ellos mediante rampas. Se
estructuraban alrededor de patios y en las murallas las puertas eran custodiadas por toros alados (lamussu
o sheldu) con cinco patas y cabeza humana, considerados símbolos de protección. Las paredes eran
decoradas con relieves o cerámicas de brillante colorido. Destacan los palacios de Assur o de Nínive,
famoso por las representaciones de sus relieves de cacerías.
Los palacios y las ciudades babilonias contaban con murallas y monumentales puertas de entrada, como la
Puerta de Ishtar (c. 575 a. C.), en la que destaca su arco de medio punto, sus ladrillos esmaltados y sus
relieves de animales fantásticos.
Las tumbas eran espacios excavados formados por un corredor que conducía a la cámara funeraria, donde
se depositaba el ajuar y se hallaba la tumba del difunto. En Ur, la capital sumeria del IV milenio a.C., se halló
una tumba con un gran ajuar funerario compuesto por joyas, utensilios, armas, comida y, sobretodo, un
estandarte al lado de un casco de oro. También se encontraron esqueletos de servidores y cortesanas que
se inmolaron en vida, una práctica que posteriormente se sustituyó por la colocación de figuras.

Palacios persas
Los monarcas persas tenían poder absoluto sobre su pueblo y, aunque no eran considerados dioses,
recibían una constante adoración de sus vasallos. Ello determinó la existencia de un arte imperial, que tiene
como principales ejemplos los palacios y las tumbas.
Los palacios persas, siguiendo el modelo asirio, se construyeron sobre grandes plataformas de ladrillo,
madera y piedra. Sobre esta estructura se distribuyen la sala del trono o de las audiencias, llamada
apadana, y las distintas estancias palatinas, a las que se accede a partir de escalinatas, atrios y puertas
monumentales flanquedas por grandes esculturas de genios y toros alados (lamussus o sheldus). Todas
estas construcciones se levantaron siguiendo un sistema constructivo basado en elementos horizontales o
arquitrabado, sostenido por impresionantes columnas que, al igual que en las salas hipóstilas egipcias,
representan animales (toros y leones).
La ciudad de Persépolis es el complejo palatino más importante que se ha conservado. Levantado sobre
una extraordinaria plataforma natural de 15 m de altura, destacando en su interior la apadana, con una
capacidad para 10.000 personas.
Los muros de los palacios persas estaban decorados con frisos de relieves en los que se exaltaba el poder
del rey y donde los vasallos aparecen repetidamente portando ofrendas. El más conocido es el friso de los
Arqueros o de los Inmortales, del Palacio de Susa, el segundo gran palacio persa o aqueménida del que se
han conservado restos.

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Ruinas de Persépolis.

Entrada de Persépolis.

3. ESCULTURA MESOPOTÁMICA.
La escultura sumeria se caracteriza por la realización de figuras de bulto redondo o exentas, y de forma
cilíndrica y volumétrica. Una de las más conocidas representa a Gudea, príncipe de Lagash (c. 2200 a. C.); en
ella se resumen las características principales de la escultura de este período: normalmente son figuras
orantes, hieráticas, sujetas a la ley de la frontalidad. Aparecen sentadas o de pie con las manos unidas a la
altura del pecho, con el cráneo y la barba rasurados, y cubriéndose con una toga que deja desnudos un
hombre y el brazo. Solían representarse con ojos grandes y poca expresividad. Eran desproporcionadas
(cabeza muy grande).

Gudea de Lagash (2200 a. C.). Museo del Louvre (París). Diorita.

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La estela o monumento conmemorativo aparece en la época sumeria y se utiliza
en todo el arte mesopotámico. Destaca la del rey acadio Naram-Sin (hacia 2250
a.C.), estructurada en forma de pirámide, que exalta la victoria de este rey sobre
sus enemigos. La figura del soberano, de mayor tamaño que la de los súbditos
que le acompañan, va coronada con una tiara de cuernos.

Estela de Naram-Sin (c. 2250 a.C.), Museo del Louvre. De forma casi teatral exalta los triunfos del
rey utilizando la perspectiva jerárquica, haciendo más grande la figura del monarca que la de sus
enemigos y soldados.

En el año 1750 a.C., durante la época babilónica, la estela de Hammurabi relata


el momento en que el monarca recibe el famoso código de leyes de manos del
dios Shamash, y debajo, en un cilindro con escritura cuneiforme, se puede
apreciar el código legislativo que instauró dicho monarca y que lleva su nombre.

Estela de Hammurabi (c. 1750 a. C.), Museo del Louvre. Monolito de basalto de
2,25 m. Hammurabi está en actitud reverente. El dios Shamash lleva tiara de
cuernos, símbolo de santidad y poder.

A esta época pertenecen también los kudurrus, estelas ovales con


inscripciones religiosas o jurídicas en las que se consignaban
donaciones de tierras y que servían para delimitar las
propiedades.
La glíptica es el arte de grabar las piedras finas. Se trata de una
técnica escultórica que tuvo gran importancia en los pueblos de
Oriente Medio, y de la que se conservan gran número de
cilindros-sellos, hallados en Sumer, Asiria, Siria y Anatolia, que
abarcan desde la Prehistoria hasta el final del Imperio Babilónico.
Son esculturas en piedra (diorita), pero también las hay en
madera y metal, en forma de pequeños cilindros, en cuya superficie aparece grabada una escena sobre la
que se aplicaba una materia que se fijaba el dibujo del sello en el documento. Uno de los más notables es el
sello de Oxford. Si el dibujo sobresale recibe el nombre de anaglíptico, y si está hendido, diaglíptico.

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Relieve asirio
Los asirios desarrollaron el relieve, donde se narraban historias cotidianas o diversos episodios para la
exaltación del rey. Se distribuía en bandos por las paredes, tanto interiores como exteriores. A diferencia de
Egipto, se solía representar la figura humana con el torso de perfil. Destacan las escenas de caza de
Asurbanipal (siglo VII a. C.) del palacio de Nínive, caracterizadas por el gran movimiento de los animales y
su expresividad, entre las que destaca la Leona herida.

Relieves del palacio de Asurbanipal en Nínive (s. VII a.C.), British Museum. Detalle de la toma de una ciudad y escena de caza. Se

puede apreciar la energía y la vitalidad de los animales y la expresión de dolor del león.

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PARTE 2.- EL ARTE EGIPCIO

4. CONTEXTO HISTÓRICO
La historia del antiguo Egipto se divide en tres períodos: el Imperio Antiguo (c. 2920-2060 a.C.), el Imperio
Medio (c.2016-1670 a.C.) y el Imperio Nuevo (c. 1580-651 a.C.), separados por épocas de crisis. El primer
faraón fue Nemes (o Narmer) que hacia el año 3000 a.C. unificó el Alto y el Bajo Egipto, al cual le
sucedieron las 31 dinastías o familias de faraones que integran la historia del país. En el siglo VI a. C. Egipto
fue conquistado por el rey persa Cambises II y, posteriormente, dominado por Alejandro Magno, a su
muerte se inició la dinastía ptolemaica, la que perteneció Cleopatra, la última reina de Egipto. Cuando ella
murió, el 31 a. C., el país fue conquistado por Roma y pasó a ser una provincia del Imperio.

Egipto es un país principalmente desértico atravesado por el


río Nilo, factor que hizo posible el nacimiento de la
civilización egipcia. La vida de los egipcios giraba en torno al
río Nilo, cuyas crecidas, al retirarse, dejaban en la ribera una
gran cantidad de sedimentos fértiles.
El faraón era el rey supremo y se le consideraba un dios, con
el privilegio de la vida eterna. Un escalón por debajo
estaban los sacerdotes, la clase social más influyente,
quienes administraban los templos y las riquezas del reino,
además conocían la escritura. Les seguía un grupo de nobles
y una masa de funcionarios, entre ellos los escribas. En la
base estaban los comerciantes, artesanos y campesinos;
finalmente, por debajo de ellos, los esclavos.
Durante el Imperio Antiguo (dinastías I-VI, 2920-2060 a.C.),
la capital estuvo en Menfis, se estableció las bases formales e iconográficas del arte egipcio, además de la
definición del conjunto funerario, formado por pirámides o tumbas con un templo funerario adjunto y otras
edificaciones.
Tebas pasó a ser la capital en el Imperio Medio (dinastías XI-XIV, 2016-1670 a. C.). En esta etapa fueron
ampliados los templos funerarios y desapareció la pirámide. Creció el número de hipogeos. Durante el
reinado de Akhenatón, la capital fue Tell-el-Amarna, donde se instauró brevemente el culto al dios Atón, el
Sol.
El Imperio Nuevo (dinastías XVIII-XX, 1580-651 a.C.) devolvió la capital a Tebas. Se ampliaron en esta época
muchos templos. Los faraones eran enterrados en hipogeos en el Valle de los Reyes o de las Reinas y se
hicieron erigir templos lejos de su tumba, cubiertos con relieves y pinturas.

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5. CARACTERÍSTICAS GENERALES
El arte egipcio estaba muy relacionado con la creencia en el más allá: el alma del difunto (ka) debía volver al
cuerpo en el momento de la resurrección. Por ello, la muerte era un tránsito que se acompañaba con un
complejo ritual y la momificación.
Los egipcios adoraban a muchos dioses (politeísmo) y los más importantes eran Ra (dios del Sol), Osiris
(dios de la resurrección representado como una momia e hijo de Ra), Isis (madre de los dioses, hermana y
esposa de Osiris), Hathor (diosa celeste, representada por una vaca), Horus (el rey de los dioses, hijo de
Osiris e Isis, representado por un halcón), Anubis (dios de los muertos, con cabeza de chacal), Amón (el
oculto, identificado como Ra)… Los dioses se reencarnaban en las estatuas y habitaban en los templos, de
los que se encargaban los sacerdotes.
La religión egipcia cuenta que Osiris fue asesinado por su hermano Seth para arrebatarle el trono, pero
resucitó gracias a la momificación que le practicaron Isis y Anubis. Su hijo, Horus, vengó su muerte,
restituyó el orden y recuperó el trono de los dioses.
El faraón dios se identificaba con Horus durante la vida y con Osiris en el momento de la muerte, por lo que
se creía en su resurrección siempre que pudiera disponer de su cuerpo. Por ello se embalsamaba el cuerpo
del faraón difunto, para conservarlo incorrupto. Esta segunda vida era material y estaba ligada a las
necesidades terrenales, de ahí que se ofreciera pan y cerveza al difunto, entre otras cosas. Durante su vida,
el faraón preparaba su morada eterna de piedra para asegurar su pervivencia, y allí depositaba el ajuar
funerario que debía proporcionarle la comodidad necesaria en el más allá.

6. ARQUITECTURA EGIPCIA: CARACTERÍSTICAS GENERALES. ARQUITECTURA FUNERARIA Y


ARQUITECTURA RELIGIOSA
La arquitectura del antiguo Egipto destaca por varias características:
 Evolución mínima en formas y decoración.
 Arquitectura al servicio del faraón y de la religión (arte teocrático).
 Las edificaciones son de gran tamaño, es decir, colosales y monumentales.
 Predominio de los muros sobre los vanos (sensación de pesadez y firmeza).
 Los edificios son arquitrabados o adintelados, no utilizaban ni el arco ni la bóveda.
 Se utilizaban grandes sillares de piedra tallados de manera uniforme. Formas geométricas puras,
contornos nítidos.
 Columnas de orden gigante. Fustes lisos, decorados o fasciculados (simulan tallos de plantas). Los
capiteles simulan plantas de loto (lotiformes), papiro (papiriformes), palmera (palmiformes), flores
abiertas (campaniformes)...o representan a la diosa Hathor (hathóricos).
 La decoración rellena todos los elementos arquitectónicos, generalmente mediante relieves
policromados. Es evidente el "horror vacui". Esta decoración puede ser vegetal (palmeras, lotos,

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papiros...), animal de simbología sagrada (escarabajo, gato, buitre, serpiente,...) o epigráfica (gran
desarrollo de la escritura jeroglífica).
 Los edificios más importantes son las tumbas y los templos.

Las tumbas: una arquitectura para la eternidad.


Los egipcios daban mucha importancia a la vida de ultratumba, y las clases acomodadas preparaban, a lo
largo de su vida, su última morada. Esta preocupación explica su afán por la medicina y los ritos de
momificación, ya que el cadáver se debía conservar incorrupto para alcanzar la resurrección.
Los monumentos funerarios egipcios son las mastabas, las pirámides y los hipogeos.
La mastaba
La mastaba fue el primer tipo de tumba utilizado por faraones, nobles y altos funcionarios durante el
Imperio Antiguo. Tenía forma de pirámide truncada y estaba hecha de piedra. En el interior de la mastaba
había una capilla funeraria que, una vez depositado el difunto se tapiaba con una gran losa.

Mastaba
La pirámide
A partir de la III dinastía, el deseo de magnificar las tumbas hizo que se superpusieran las mastabas, lo que
dio lugar a la pirámide escalonada. La primera fue construida por el faraón Zoser en Sakkara (c. 2649-2575
a. C.), adjuntando a ella un templo funerario.
Pirámide escalonada de Zoser en Sakkara.

Esta estructura de pirámide y templo funerario se


amplió posteriormente con una rampa que
comunicaba un templo alto con un templo bajo. La
necrópolis de Gizeh, con las pirámides de Keops,
Kefrén y Micerinos (c. 2551-2494 a.C.), es el mejor
ejemplo de pirámides monumentales, por su
grandiosidad y genialidad.
En la cámara central de las pirámides se
depositaba el sarcófago del faraón y su estatua de

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sustitución, destinada a acoger el alma (Ka) del difunto en caso de que el cuerpo momificado se hubiese
corrompido.
En el Imperio Medio las pirámides se reducen y, en cambio, se amplía el templo funerario. Un ejemplo de
ello es el conjunto de Mentuhotep en Deir al-Bahari, que sirvió de modelo para la construcción del templo
funerario de la reina Hatshepsut del Imperio Nuevo.

Pirámides de Gizeh.

El hipogeo
A finales del Imperio Antiguo aparecen los hipogeos, tumbas excavadas en la roca. En un primer momento
sólo eran para personalidades secundarias, pero durante el Imperio Nuevo, los faraones fueron enterrados
en hipogeos. La separación del lugar de la sepultura, ahora más escondido y más difícil de saquear, y del
templo funerario, supuso un gran cambio en el modelo del conjunto funerario real.

Los templos: la casa de los dioses


Los templos eran grandes construcciones dedicadas a los dioses egipcios. Va a ser durante el Imperio
Medio y el Imperio Nuevo cuando se desarrollaron los grandes templos en Tebas, dedicados a Amón.
Como ejemplos de los templos egipcios destacan los conjuntos de Karnak y Luxor. A ellos se accedía por
una avenida de esfinges, llamada dromos. Esta avenida conducía hasta la puerta del templo, formada por

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dos grandes pilonos. La entrada al recinto amurallado constaba de dos muros en talud (pilonos), delante de
los cuales se colocaban uno o varios obeliscos. A continuación se encontraba el único espacio público del
templo, la sala hípetra, un gran recinto descubierto flanqueado a cada lado por una hilera de columnas.
Después estaba la sala hipóstila o de columnas, más altas en el centro, que formaban una especie de nave
central para mejorar la iluminación interior. Esta sala estaba dividida en varias naves. La última parte del
templo era la cella o sancta sanctorum, estancia que albergaba la imagen del dios. Este recinto tenía una
única abertura o puerta, por donde accedían el faraón o el sacerdote, los únicos que podían entrar en ella.
Al lado había una cámara, donde se guardaba la barca en la cual, los días solemnes, se paseaba en
procesión una figura del dios Amón.

Los capiteles de las columnas de los templos podían ser


papiriformes, lotiformes, palmiformes, campaniformes y
hathóricos. Encima de los capiteles se apoyaban los arquitrabes o
dinteles de la cubierta. Los fustes de las columnas estaban
policromados con relieves referidos a temas religiosos o gestas de
los faraones.

En el Imperio Nuevo aparece un tipo de templo llamado speos, excavado en las paredes rocosas y con la
fachada esculpida en la roca, cuya finalidad era exclusivamente funeraria y de recuerdo a un faraón.

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Destacan el de Ramsés II en Abu Simbel (con una fachada con cuatro figuras frontales de dimensiones
colosales del faraón talladas en la roca) y el de la reina Hatshepsut en Deir al-Bahari (excavado en la roca
bajo la montaña, precedido de patios con columnas construidos sobre sucesivas terrazas a las que se
accede mediante rampas).

Speos de Ramsés II (c. 1279-1213 a. C.) en Abu


Simbel.

Templo funerario de Hatshepsut (c. 1490-1480 a. C.), Deir


al-Bahari.

Respecto a la arquitectura civil, sólo es conocida a través de testimonios arqueológicos, entre los que
destaca la ciudad que mandó construir Akhenatón.

7. ESCULTURA EGIPCIA: CARACTERÍSTICAS GENERALES. EVOLUCIÓN


La escultura era una expresión artística muy destacada en Egipto. Los materiales más utilizados fueron la
piedra dura, el granito o el esquisto, una roca de color negro azulado que se divide con facilidad en hojas y
que se tallaba con grandes mazos. También se realizaban esculturas en madera y en bronce. Este último

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material se trabajaba con la técnica de la cera perdida. En algunas estatuas los ojos estaban hechos de
obsidiana, una roca volcánica de color negro, y la córnea, de marfil.
La ley de la frontalidad es la principal característica de la escultura egipcia. Las líneas de las caderas y los
hombros son perpendiculares al eje de simetría. Se simplifican las figuras geométricamente, se realizan
pocos detalles. Los miembros se sitúan pegados al cuerpo, para evitar rupturas en las estatuas exentas, ya
que deben ser soporte del Ka. El pie izquierdo aparece adelantado y completamente apoyado.
Se utilizaba un canon fijo e inamovible: el cuerpo humano medía de pie 18 puños. Desde la frente al cuello,
2 puños. Si la figura estaba sentada, 15 puños.
Los dos tipos de representación escultórica son: el relieve y la estatuaria.

El relieve
El relieve aparece en las tumbas y en los templos como elemento esencial de la arquitectura imperecedera,
y su finalidad era proclamar las virtudes y poderes de los dioses, exaltar las hazañas del faraón y mostrar los
trabajos y esfuerzos cotidianos de los egipcios. Para su mayor comprensión suelen ir acompañados de
escritura jeroglífica.
Las imágenes de los relieves se representan con perspectivas planas, a través de la denominada ley de la
frontalidad o aspectiva, según la cual se representaba la cabeza de perfil, pero con los ojos y el tronco de
frente, y el resto del cuerpo de perfil. Las técnicas empleadas son el relieve y el relieve rehundido, es decir,
la incisión sobre la piedra (vaciando el interior de los contornos de las figuras de tal forma que sólo resalten
por el contraste de luz y sombras). Podemos destacar los relieves de la sala hipóstila del templo de Amón
en Karnak (c. 1290 a.C.), los relieves decoraban habitualmente los muros de los templos.

Relieve rehundido con Ramsés

II venciendo a los hititas en la batalla de Qadesh.

La estatuaria
La estatuaria que ha llegado hasta nosotros es muy abundante. Son
destacables las figuras exentas y las esculturas monumentales. Su
característica principal es el hieratismo, es decir, la actitud en la que las figuras
se representan con cierta rigidez y distancia. Predominan las figuras
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idealizadas del faraón como representante de la divinidad o jefe militar. Muchas de estas estatuas son de
sustitución u ofrendas procedentes de tumbas. Puede aparecer solo, con su esposa o acompañado de algún
dios y en posición erguida o sentado, como la conocida Tríada de Micerinos (c. 2514-2486 a.C.), en ella
aparece el faraón Micerinos acompañado de la diosa Hathor, a su derecha y una divinidad protectora, a la
izquierda. El suave modelado de los cuerpos contrasta con su hieratismo, como si hubieran quedado
eternizados mientras caminan.

Tríada de Micerinos

Paralelamente, las estatuas que no son del faraón, sino de altos funcionarios o nobles, buscan una mayor
naturalidad. Están las series de retratos familiares, de los escribas y las esculturas cortesanas, entre las que
destaca la de Cheik-el-beled, más conocida como El alcalde del pueblo (c. 2465-2323 a.C., realizada en
madera, es de un funcionario, son más expresivas y reales).
Entre las esculturas colosales que representan faraones o dioses en los grandes conjuntos funerarios o
religiosos, hay que mencionar los Colosos de Amenofis III y la Esfinge del conjunto funerario de Gizeh.
Junto a estas representaciones se debe mencionar la escultura no oficial, formada principalmente por
pequeñas figuras de barro cocido o de madera, policromadas con colores llamativos, que representan
diferentes oficios, escenas y costumbres de la vida cotidiana. Un ejemplo puede ser la escultura de Rahotep
y su esposa Nofret (c. 2613-2494 a. C.), en la que a pesar de la rigidez hierática de ambas esculturas, sus
rostros mantienen una expresividad que no existe en la gran estatuaria oficial. El escriba sentado sería otro
ejemplo bellísimo de esta escultura más realista.
Uno de los más bellos ejemplos de escultura egipcia es el busto de
Nefertiti, esposa de Akenatón o Amenofis IV (c.1370-1330 a.C.), la
belleza de su rostro y la elegancia de su figura, a la que contribuye
su cuello alargado, son de un estilo más humano, que rompe con la
rigidez de la tradición artística egipcia.

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8. LA PINTURA EGIPCIA: UN ARTE FUNERARIO
La pintura egipcia contribuyó a la belleza de la estatuaria y de los relieves con una rica variedad cromática.
Se utilizaba para decorar tumbas y templos. Aunque durante las primeras dinastías la pintura había tenido
poco importancia, con posterioridad alcanzó un notable desarrollo, como se demostró con el
descubrimiento de los frescos que cubren las paredes de algunas tumbas del Valle de los Reyes.
Los temas representados por la pintura egipcia son los mismos que en los relieves escultóricos, y su forma
de representación sigue sus mismas leyes. Así, por ejemplo, las figuras siempre presentan la llamada ley de
la frontalidad, es decir, están de perfil, pero con los hombros y los ojos de frente, y apoyan el cuerpo sobre
ambos pies. A veces se representaban las figuras con dos pies y dos manos derechas, porque para los
egipcios el canon de la perfección era la parte derecha del cuerpo. El personaje más relevante se
representa de mayor tamaño (perspectiva jerárquica) que las figuras que lo acompañan, y en la parte
derecha de la escena. Sin profundidad, fondos planos.
Los artistas realizaban previamente unos esbozos de la obra sobre ostraca (trozos de cerámica o de piedra).
Luego, ya sobre el muro, empezaban la obra dibujando una cuadrícula en la que hacían un croquis con las
figuras y los objetos a escala. Los colores fundamentales fueron el negro (obtenido de ahumados), el blanco
(sacado de la tiza o cal), el rojo (de las arcillas), el verde (obtenido de la malaquita) y el azul (de cobre y de
calcio), son colores planos, sin matices. Presentan contornos muy marcados, con la línea en negro o rojo
oscuro. La técnica empleada era el temple opaco, es decir, la disolución de los pigmentos en agua, goma,
cola o yema de huevo. Sobre la obra terminada se aplicaba un barniz superficial que la protegía y confería a
los colores gran brillo y reflejos.
Los pintores trabajaban en paneles de madera o directamente en paredes o recubriendo estatuas. La
temática era preferentemente religiosa, costumbrista o de cacería, y el color aparecía sin sombras ni
gradación de tonalidades, es decir, eran tonos uniformes.
Son figuras antinaturales, hieráticas, rígidas y estáticas. Utilizaban ciertas reglas y convencionalismos: las
pieles de los hombres más oscuros y mujeres más claras, pelucas negras.

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Faraón muerto con Horus y Anubis. Nefertari jugando al ajedrez.

9. ARTES DECORATIVAS Y SUNTUARIAS


Los ajuares funerarios, también relacionados con el más allá, contienen muchos objetos de la vida cotidiana
que permiten saber cómo vivían y se engalanaban los egipcios. En
estas colecciones tienen un gran interés los objetos de joyería, tanto
por la cualidad estética de los diseños como por el color y la riqueza
de los materiales empleados: oro, lapislázuli, obsidiana (roca
volcánica), cornalina (ágata de color rojizo), perlas, calcedonias
(ágatas de color azulado), turquesas y pastas vítreas. El tesoro de
Tutankamón nos ofrece un conjunto de alto valor documental tanto
por los ajuares como los muebles. También cabe destacar las
máscaras funerarias o los vasos canopes donde se guardaban las
vísceras del difunto después de la momificación.

Máscara funeraria de Tutankamón (c.1340 a.C.). Está decorada con oro, piedras
semipreciosas y vidrio.

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LEONA HERIDA

Ficha
Leona herida. Autor desconocido. 668-627 a.C., relieve asirio, bloque de alabastro.
Descripción formal
La Leona herida forma parte de un conjunto esculpido de centenares de figuras que conforman una escena
cinegética o de caza en la que participa Asurbanipal, que decoraban los muros del palacio de este monarca
en Nínive.
Es una obra realista y sobre todo muy expresiva. La leona ha sido atacada con flechas y algunas le han
atravesado la columna vertebral y le han paralizado las extremidades posteriores. En ella se observa un
detallado estudio de la anatomía del animal, un modelado minucioso de algunas partes del cuerpo,
conseguido mediante incisiones, realizadas como si se tratara de pinceladas, que llega a crear una vista
tridimensional a la vez que da a la obra un gran dinamismo. Además, para orientar la mirada del espectador
hacia los detalles, se presenta desde un punto de vista ligeramente elevado.
Las extremidades anteriores están en posición tensa y enérgica, pues la leona se resiste entre el dolor justo
antes de perder la vida. Pero, en referencia a la figura, la búsqueda de realismo queda supeditada a unas
líneas compositivas generadas a partir de las dos patas delanteras, que se cruzan y trazan líneas paralelas
con las flechas que atraviesan el cuerpo de la leona.
El detallismo y la capacidad de transmitir la agonía se acentúa en el rostro del animal: sus orejas se pliegan
contra la cabeza, sus ojos miran hacia arriba como si quisiera pedir ayuda, su boca entreabierta nos da una
sensación de agotamiento; el animal intenta ponerse en pie, luchando por su vida, pero no lo consigue.
Temática
La caza mayor en el Imperio asirio era un deporte de prestigio y estaba reservada exclusivamente a los
reyes. Se conserva una serie de obras de arte que representan escenas de caza, las más importantes están
en el palacio de Asurbanipal en Nínive. El relieve asirio se caracteriza principalmente por el cambio

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iconográfico que experimenta respecto a la tradición anterior, pues pasan a ser de gran importancia los
temas profanos, y quedan en segundo plano las escenas religiosas de la época precedente (época sumeria).
Sin embargo, la temática profana, igual que los palacios que se erigieron en este período, tenía como
objetivo principal exaltar la figura del rey, del monarca cuyo poder era absoluto. La Leona herida es una
escena que demuestra la habilidad del rey ante su pueblo como protector de la sociedad. La Leona herida
es una obra integrada en un conjunto que se crea con finalidades propagandísticas y de exaltación de la
figura del rey.
La escultura asiria influyó directamente en las obras persas. El arte persa combinó los elementos artísticos
de los pueblos conquistados: asirios, griegos, egipcios… La decoración de los palacios persas se realizó a
base de largos frisos al estilo de los asirios, pero sin escenas tan sangrientas y crueles.
Contexto
Al norte de Mesopotamia, los asirios crearon un reino que tuvo la capital primero en Assur y después en
Nínive. Fueron un pueblo guerrero con afán de conquista y dominio; por ello, sus manifestaciones artísticas
más importantes son al mismo tiempo una exhibición de fuerza y de poder y están claramente concebidas
con una intención política y propagandística. Sus grandes creaciones son de dos tipos: los palacios fortaleza
(a diferencia de los sumerios que optaron por la construcción de templos) y el relieve con escenas profanas
o cotidianas, no religiosas.
La ciudad de Nínive se encontraba aproximadamente en la zona que hoy corresponde al norte de Iraq. Fue
ampliada y embellecida durante el reinado de Senaquerib y convertida en capital del imperio. Asurbanipal
contribuyó al ennoblecimiento de Nínive, con la construcción de un gran palacio decorado con relieves y
pinturas, al que pertenece la Leona herida. Su reinado se caracterizó por un gran esplendor militar y un
enorme interés por la cultura y las artes, como lo atestigua la creación de la Biblioteca de Nínive.
PIRÁMIDES DE GIZEH

Pirámides de Gizeh, de los faraones de Kéops, Kefrén y Micerinos, 2551-2494 a.C. Tumbas. Realizadas con
bloques de piedra.

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Descripción formal
La pirámide de Kéops es de base cuadrada y cada lado mide 233 m; su altura era de 146 m, aunque
actualmente mide 138 m. Fue realizada con más de dos millones de bloques de piedra de dos toneladas
cada uno. En su interior hay varios corredores, falsas estancias y trampas; aunque todo ello no impidió que
fuese saqueada en tiempo de los faraones.
Al norte se encuentra la entrada y de allí sale un corredor que se divide en dos: en sentido descendente,
una galería conduce a la cámara subterránea; en sentido ascendente, se accede a la gran galería, desde
donde se llega a la cámara de la reina (usada para guardar la figura Ka), a la antecámara y a la cámara del
faraón, situada en el centro de la pirámide.
Con el fin de desviar el peso de los empujes en este punto, sobre el techo de la cámara real se colocaron
losas dispuestas horizontalmente y coronadas por dos sillares en forma de tejado a dos aguas.
La pirámide de Kefrén mide unos 140 m de altura. Igual que la de Kéops, estaba revestida de granito rosa y
rematada con placas de oro. Junto a esta pirámide se encuentra la Esfinge de Gizeh, probablemente el
retrato de un faraón representado con cuerpo de león.
La pirámide de Micerinos es la más pequeña y guarda la misma disposición que las anteriores. En el centro
de la pirámide se hallan las sepulturas del faraón y de su esposa, así como los dobles de los difuntos.
Las pirámides configuraban un conjunto arquitectónico y urbanístico que estaba protegido por una muralla,
dentro de la cual también se ubicaba el templo superior o funerario. Mediante una avenida, éste se unía
con el templo inferior al nivel de un río o canal, donde se construía un puerto que, además de servir como
vía de comunicación, era el lugar donde se desembarcaba el cuerpo del difunto antes de proceder a las
ceremonias fúnebres.
Además de contar con un palacio y otras pirámides secundarias que eran sepultura de reinas, este recinto
tenía un espacio diferenciado para los artesanos y los constructores, en el que se hallaban también los
servicios básicos y las tumbas.
Función, contenido y significado
La función principal de la pirámide era la de acoger el cuerpo del faraón junto a sus pertenencias y objetos
que le aseguraban la vida en el más allá.
Para conseguir la resurrección, el cuerpo del difunto debía mantenerse incorrupto y, por ello se llevaba a
cabo un complejo proceso de momificación, que en las personas de alto linaje solía durar setenta días. A lo
largo del ritual funerario se procedía a la extracción de las vísceras del cadáver, excepto el corazón –aunque
a veces éste era sustituido por un amuleto en forma de escarabajo– con la finalidad de recordar al difunto
que no debía mentir cuando compareciera ante Osiris para ser juzgado.
Los órganos extraídos, salvo el cerebro, se guardaban en vasos canopes o canopeos, unas jarras en cuyas
tapas se representaba a los cuatro hijos de Horus.
Los conjuntos de Kéops, Kefrén y Micerinos presentan dos elementos que aparecieron por primera vez en
el conjunto funerario de Zoser: la pirámide y el templo funerario. La pirámide escalonada de Zoser deriva
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directamente de la superposición de mastabas, los monumentos funerarios de las primeras dinastías.
Progresivamente se fue perfeccionando hasta conseguir dar a los muros la apariencia de superficies lisas. Al
lado norte de esta primera pirámide se construyó un templo funerario, que después pasó a situarse al
oeste y se convirtió en un espacio imprescindible para todas las residencias de eternidad.
Los tres conjuntos de Gizeh, integrados por una pirámide, un templo funerario, una rampa y un templo
bajo, fueron imitados en todas las tumbas reales del Imperio Antiguo. A partir de este momento se dejaron
de construir pirámides y cambió la tipología de los enterramientos reales, comenzando a realizarse los
hipogeos.
Contexto
Las pirámides eran monumentos de carácter religioso construidos para albergar las tumbas de los faraones.
Durante la dinastía IV se construyó un magnífico conjunto funerario, la necrópolis de Gizeh, a pocos
kilómetros de El Cairo. En las Historias de Heródoto se dice que su edificación dura más de 20 años y que en
ella trabajaron más de 120.000 esclavos, prisioneros de guerra y, en tiempos de sequía, agricultores
egipcios.

EL ESCRIBA SENTADO

Escriba sentado, autor desconocido. Museo del Louvre, París. C. 2480-2350 a.C. Escultura exenta sedente
de carácter funerario. Piedra caliza policromada (cristal de roca, magnesio y cobre). 54 cm de altura.
Descripción formal
El Escriba sentado es presentado en posición sedente, con las piernas cruzadas, sosteniendo un papiro y un
estilo, un instrumento punzante que servía para escribir encima de superficies blandas o enceradas.
Va vestido con una pieza llamada shenti, hecha de paño de lino, larga y estrecha, que se ciñe a la cintura a
modo de falda y sobre la que se apoya el papiro. El pelo, de color negro intenso, podía ser natural o bien

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una peluca, prenda corriente en Egipto, donde la mayoría de los personajes importantes se afeitaban la
cabeza y utilizaban diferentes pelucas según la ocasión.
Sobre la tonalidad rojiza de la piel, destacan los ojos y la intensidad
de la mirada. Los ojos, de color terroso y ocre, eran de pasta vítrea y
estaban elaborados con mucho detalle. La córnea era de alabastro;
el iris, de basalto y las pupilas, de plata. Los párpados están sujetos
con una especie de grapas de cobre y para dar mayor realce a la
mirada, el artista resalta los pómulos, mientras que las mejillas
aparecen un poco hundidas.
El cuerpo del escriba está bien proporcionado, aunque la postura es un tanto hierática. Las manos y los pies
son de gran tamaño y en ellos destacan algunos detalles como las uñas. En el torso destacan el dibujo del
pecho y un prominente abdomen, alejado de un canon de belleza ideal, mientras que en los brazos y en las
piernas se marca con detalle la musculatura.
Por la posición erecta del torso, el eje de simetría es la altura del triángulo que determina su composición,
su casi total simetría y la dirección elevada de la mirada, presenta una verticalidad acusada, a pesar de ser
una escultura sedente.
La característica principal de esta obra es la búsqueda del naturalismo. La voluntad de hacer una
representación realista, llena de detalles, se contrapone a la idealización de la figura de los faraones, que
respondía a la plasmación de la inmortalidad y la divinidad.
Temática
La imagen del escriba se introdujo en la escultura durante la dinastía IV, pero no se generalizó hasta la
dinastía V, a la que pertenece esta obra.
Esta figura responde a las creencias religiosas egipcias, porque sustituía el cuerpo del difunto en algunas
ceremonias funerarias. Por eso era necesario que la estatua se pareciera al modelo, para que en el
momento de pasar a la vida de ultratumba, el Ka (el alma) pudiese aceptarla como alternativa del cuerpo
modificado si éste no se había conservado en buenas condiciones.
La estatuaria civil egipcia, generalmente de sacerdotes, altos funcionarios (escribas o alcaldes), así como de
esclavos y sirvientes que pudiesen atender al difunto en la otra vida, estaba muy generalizada ya durante el
Imperio Antiguo. Existían figuras individuales, grupos familiares, esculturas sedentes, erguidas y orantes.
Esta iconografía experimentó poca evolución, porque las reglas estaban marcadas de antemano:
hieratismo, frontalidad y poca expresividad en el rostro. Sin embargo, el Escriba sentado se escapa de los
cánones de la estatuaria real y se convierte en un ejemplo de estatuaria civil, como la del funcionario Seneb
y su familia o la de El alcalde del pueblo.
Contexto
En una sociedad cada vez más burocratizada y centralizada, la figura del escriba alcanzó un gran
protagonismo pues su actividad como funcionario real era básica para el desarrollo del Estado. Los escribas,
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encargados de anotar los impuestos y los tributos pagados al faraón, así como contactar con reyes o
embajadores extranjeros, vieron aumentar su poder adquisitivo y pudieron permitirse el encargo de obras
de arte.
En esta misma época, la correspondiente a las dinastías IV y V del Imperio Antiguo, el faraón cedió a
algunos escribas la gracia de la vida eterna, que hasta entonces era de su exclusividad. De aquí surge la
necesidad de realizar esculturas de carácter funerario, de las cuales es un excelente ejemplo el Escriba
sentado, descubierta en la necrópolis de Sakkara, frente a la ciudad de Menfis, que había sido la capital del
Imperio Antiguo.

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