Articulos-Politicos-de-La-Enciclopedia 1751

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58 DENIS DIDEROT Y JEAN LE ROND D’ ALEMBER T '
LA ENCICLO PEDIA 59

han puesto de acuerdo sobre la forma de su gobierno , la naturaleza ; si no existiera la depravación humana,
y que han sido inducidas a ello por la consideraci ó n no sería necesario abandonar la comunidad natural para
de las cosas que faltan en el Estado de naturaleza. formar otras más pequeñas. El otro poder, que poseen
Primeramente, faltan leyes promulgadas , recibidas y los hombres en el Estado de naturaleza es el de castigar
aprobadas de com ú n consentimiento, como se ñal de los delitos cometidos contra las leyes: pues estos mis-
lo bueno y lo malo, de la justicia y la injusticia ; pues, mos hombres, al entrar en sociedad , no hacen má s
aunque las leyes de la naturaleza sean claras e inteli - que remitir a esta sociedad los poderes que poseían en
gibles para todas las gentes razonables, sin embargo, los el estado de naturaleza : pues la autoridad legislativa
hombres , por inter és o ignorancia , las eluden o las des- de todo gobierno no puede nunca extenderse más lejos
precian sin escr ú pulos. de lo que el bien público exija ; y^ consecuentemente,
En segundo lugar , en el Estado de naturaleza falta esta autoridad se debe reducir a conservar las propie-
un juez imparcial y reconocido, que posea la autoridad dades que cada uno posee desde el estado de natura-
para concluir las diferencias conforme a las leyes ins -
tauradas. I leza . Así, cualquiera que posea el poder soberano en
una comunidad , está obligado a no seguir otras reglas
En tercer lugar , en el Estado de naturaleza falta a me- en su comportamiento que la tranquilidad, la seguridad
nudo un poder coactivo para la ejecuci ó n de un juicio . y el bien del pueblo. «Qui in toto terrarum orbe validum
Quienes han cometido alg ú n delito en el Estado de na - fit , ut non modo casus rerum , sed ratio etiam , causaque nos-
turaleza , emplean la fuerza si pueden , para apoyar la cantury> ( Tacit. Histor . lib. 1 ) . ( Artículo del señor Caba-
injusticia , y su resistencia vuelve algunas veces peli-
groso su castigo.
I Hero DE JACOURT .)
i De esta manera , sopesando los hombres las ventajas
con los defectos del Estado de naturaleza, han inmedia-
«

tamente preferido unirse en sociedad . De aqu í deriva I Filósofo


que no veamos apenas a un cierto n ú mero de gentes
vivir largo tiempo juntas en el Estado de naturaleza : Nada hay que cueste menos de adquirir hoy d ía que
los inconvenientes que encuentran all í les obligan a el nombre de fil ósofo ; una vida oscura y retirada, cier-
buscar en las leyes establecidas de un gobierno un asilo tas apariencias de sabiduría , un poco de lectura, bastan
para la conservaci ó n de sus propiedades , y en esto pre- para otorgar este nombre a personas que se honran en
cisamente est á n la fuente y los l í mites del poder legis - ello sin merecerlo.
lativo y del poder ejecutivo. Otros, en quienes la libertad de pensar se ha pose-
En efecto, en el estado de naturaleza los hombres, sionado del razonamiento, son contemplados como los
adem ás de la libertad de gozar de placeres inocentes , ú nicos verdaderos filósofos, porque se han atrevido a
poseen dos clases de poderes . El primero es hacer traspasar los l ímites sagrados de la religió n , y han roto
todo lo que encuentran adecuado para su conservaci ó n las trabas en que la fe encerraba a la razón. Confiados
y la de los dem á s, siguiendo el esp í ritu de las leyes de en estar libres de los prejuicios de la educaci ón en

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materia religiosa, miran con desprecio a los demás , co- ‘/ i La verdad no es para el filósofo una maestra que
mo a almas despreciables, naturalezas serviles, espíritus corrompe su imaginaci ó n , y que cree encontrar en todas
pusilá nimes, que se aterran de las consecuencias que partes ; se contenta con poderla analizar all í donde puede
entra ñ a la irreligió n, y que no atrevié ndose ni un ins- &
percibirla . No la confunde con la verosimilitud ; toma
tante a salir del círculo de las verdades establecidas, ni por verdadero lo que es verdadero, por falso lo que es
a caminar por nuevas rutas, se adormecen bajo el yugo falso, por dudoso lo que es dudoso, por veros ímil lo
de la superstición. que no es má s que veros ímil. Hay algo má s, y he aqu í
Pero se debe tener una idea más precisa del fil ósofo : una gran perfecci ó n del filósofo : cuando no tiene mo-
he aqu í el significado que le concedemos. tivo propio para juzgar, permanece impasible. i
Los dem ás hombres est á n determinados a actuar sin El mundo está lleno de personas de ingenio, de
sentir ni conocer las causas que les hacen moverse, sin demasiado ingenio, que juzgan a menudo ; siempre adi-
reflexionar sobre lo que acontece. El filósofo, por el vinan, pues es adivinar el juzgar sin apercibir cuá ndo
contrario, aclara las causas en la medida de sus posi- uno posee el motivo propio del juicio. Ignoran la im -
bilidades, a menudo incluso las previene, y se entrega portancia del esp í ritu humano ; creen que puede co-
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a ellas con conocimiento : es , por as í decirlo, como un l nocerlo todo : as í encuentran vergonzoso no poder pro-
»
reloj, que se da cuerda a sí mismo. Así evita los nunciar un juicio, y se imaginan que el ingenio con -
objetos que pueden causarle sentimientos, que no con - g\ siste en juzgar . El filósofo cree que consiste en juzgar
vienen ni al bienestar , ni al ser razonable, y busca iv bien ; est á m á s satisfecho de s í mismo, si ha declinado
a quienes pueden excitar en él afecciones oportunas para la facultad de decidir, que si ha decidido antes de ha -
la situación en que se encuentra . La razó n es , respecto I ber percibido el motivo propio de la decisió n . As í
al filósofo lo que la gracia es en relaci ó n con el cris- £ juzga y habla menos, pero juzga con m ás seguridad
tiano. La gracia obliga al cristiano a actuar ; la razón , y habla mejor ; no rehuye las fuentes sacudidas que
al filósofo. Los demá s hombres son presa de sus pasiones, hacen acto de presencia en el esp í ritu con ocasió n de
sin que las acciones que ejecutan sean precedidas de la una r á pida reunió n de ideas , de las que uno se asom -
reflexión : son hombres, que caminan entre tinieblas ; s
bra frecuentemente al verlas unidas. Es en esta pronta
mientras que el filósofo en sus propias pasiones no ac- relaci ó n en la que reside lo que com ú nmente se llama
túa sino después de la reflexió n ; camina en la noche, ingenio ; pero también es lo que él menos persigue ;
pero precedido de una luz. prefiere, antes que esta magnificencia , la preocupació n
El filósofo construye sus principios sobre una infini- por distinguir bien sus ideas, por conocer la extensi ó n
dad de observaciones particulares . El pueblo asume un justa y la conexió n precisa, por evitar cambiar llevando
principio sin pensar en las observaciones que lo han demasiado lejos alguna relació n particular que las ideas
producido : crée que la m á xima existe, por as í decirlo, muestran entre s í. En este discernimiento consiste lo
por ella misma ; pero el filósofo estudia la m á xima des - que se llama juicio y precisión de razonamiento : a esta pre-
de su fuente ; examina su origen ; conoce su propio cisió n se a ñaden adem ás la agilidad y la claridad. El
valor, y sólo hace de ella el uso que le conviene. fil ósofo no est á de tal manera adherido a un sistema
(

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que no sienta toda la fuerza de las objeciones. La mayor humanidad. Es el Creines de Terencia , que siente que
parte de los hombres está n tan fuertemente entregados es hombre , y que s ólo la humanidad afecta a la mala
a sus opiniones que ni siquiera se molestan en
pene- o buena fortuna de su vecino . Homo sum , humant a me
trar en las de los dem ás. El filósofo comprende la
opi - nihil alienum puto .
ni ón que rechaza con el mismo alcance y claridad Sería inú til subrayar aquí cuán ansioso está el filó-
que
entiende la que acepta. sofo de todo lo que se llama honor y hontadeLa so-
El esp í ritu filos ófico es , pues, un esp í ritu de obser - ciedad civil es para él , por así decirlo , una divinidad
vaci ó n y de precisió n , que relaciona todo con sus ver sobre la tierra ; él la alaba y la honra con su honestidad,
-
daderos principios , pero no es s ólo el esp í ritu lo que el con una preocupaci ón puntual por sus deberes y con
filósofo cultiva ; lleva m ás lejos su atenció n y sus cui un sincero deseo de no ser un miembro inú til o emba -
-
dados. razoso . Los sentimientos de honestidad pertenecen a la
El hombre no es un monstruo que sólo deba vivir constitución natural del filósofo tanto como las luces
en los abismos del mar o en el fondo de la selva : so del espíritu . Cuanto más razón encontréis en un hom -
-
lamente las necesidades de la vida le hace necesaria la bre, hallaréis en él más honradez . Por el contrario ,
comunicación con los demás ; en cualquier estado que donde reina el fanatismo y la superstición, vencen las
se encuentre, sus necesidades y el bienestar le obligan pasiones y el arrebato . El temperamento del filósofo
a vivir en sociedad . Así, la razó n exige de él es actuar con la idea de orden y con la razón ; como
que
conozca, estudie y trabaje para adquirir las cualidades ama extremadamente a la sociedad, le interesa bastante
de la sociabilidad. 1; más que al resto de los hombres disponer de todos
Nuestro filósofo no se considera en exilio en este los medios para no ocasionar más que los efectos
mundo ; no cree estar en pa ís enemigo ; desea disfrutar conformes con la idea del hombre honrado . No creáis
con prudente econom ía de los bienes que la natura xm
que porque nadie le observe, se abandonará a una ac-
leza le ofrece ; quiere encontrar el placer con los dem á s ;
-
ción contraria a la probidad . No. Esta acción no es
y para encontrarlo, es preciso actuar : as í trata de llegar conforme con la disposici ón natural del sabio ; él se ha
a un acuerdo con quienes el azar o su elecci ó n alimentado con el germen del orden y de la norma ;
les hace
vivir ; y encuentra al mismo tiempo lo que le conviene : está repleto de ideas de bien respecto a la sociedad
es un hombre honrado que quiere agradar y ser ú . civil ; conoce los principios de ésta mucho mejor que
til
La mayor parte de los grandes hombres, a quienes los demás hombres . El delito encontraría en él dema-
los desórdenes no dejan bastante tiempo para meditar , siada oposición ; hallaría bastantes razones naturales y
son terribles contra aquellos que no consideran sus adquiridas para destruirle . Su capacidad de actuar es ,
iguales. Los fil ósofos vulgares , que meditan demasiado, dicho de alguna manera , como una cuerda de instru-
o m á s bien quienes piensan mal , lo son contra todo el mento de música tensada sobre un tono determinado :
mundo : huyen de los hombres, y los hombres les evi *
- m no sabr ía producir otro distinto . El teme sorprenderse
tan . Pero nuestro filósofo , que comparte el
retraimiento m , y estar disconforme consigo mismo ; y esto me hace
con la compa ñía de los dem ás hombres, está lleno de m
recordar lo que Veleyo dijo de Catón de Utica : « No

i
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i -
hizo jamá s buenas acciones para que se supiera que Con esta idea es fácil concluir cuá n lejos está el sabio
las había realizado, sino porque no pod ía actuar de insensible de los estoicos de la perfecció n de nuestro
otra manera». filósofo : un tal filósofo es hombre y su sabidur ía no
Por otra parte, en todas las acciones ejecutadas por I; v.v
es más que fantasía. Ellos se avergonzaban de la hu -
los hombres, éstos no buscan más que su propia sa- *
m manidad , y él hacía de 'ella su gloria ; querían aqu éllos
tisfacció n momentá nea ; es el bien , o mejor, el est ímulo destruir insensatamente las pasiones, y elevarnos por
preferido, siguiendo la disposició n natural, donde en- :Ï encima de nuestra naturaleza con una quim é rica in -
cuentran lo que les hace actuar. Pues el filósofo est á i sensibilidad ; pero él no persigue el imposible honor
ti
dispuesto más que cualquiera a encontrar con sus re- de destruir las pasiones, porque esto es inviable ; sin
flexiones más atractivo y placer en vivir con vosotros, embargo, trabaja para no ser tiranizado, para sacarles
a ganarse vuestra confianza y estima , a adquirir los provecho, y hacer de ellas un uso razonable, ya que
1i
deberes de la amistad y el reconocimiento. Estos sen - & esto s í es posible, y la razó n se lo ordena.
timientos son, además, alimentados en el fondo de su vA
m
a Se observa tambié n en todo lo que hemos dicho
h
corazó n por la religió n, a donde le conducen las luces 2 cu á nto se separan de la idea precisa del filósofo aquellos
naturales de la razón. Todavía m ás : la idea del hombre '
indolentes que, entregados a una meditació n semejante,
inmoral es tan opuesta a la del filósofo como lo es la olvidan el cuidado de sus asuntos temporales, y de
del est ú pido : la experiencia hace ver todos los d ías todo lo que se llama fortuna. El verdadero filósofo no
que cuanto más razó n e inteligencia se tiene, se está est á atormentado por la ambició n , pero desea tener las
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más seguro y apto para el trato con la vida . Un tonto, comodidades de la vida ; le es preciso, ademá s de lo
dice La Rochefoucault, no tiene suficiente talante para estrictamente necesario, algo comedidamente superfluo
ser bueno : sólo se peca cuando el conocimiento es me- i
i
necesario para un hombre honesto, y con lo que sólo
nos fuerte que las pasiones ; es una m á xima de verda- - se es feliz ; es la base del bienestar y de los placeres.
dera teología en cierto sentido : que todo pecador es Son falsos filósofos quienes han dado lugar a este pa-
un ignorante. neg í rico con sus indolencias y m áximas deslumbran-
Este amor a la sociedad tan esencial al fil ósofo hace tes : que les basta lo estrictamente necesario.
ver cuá n verdadera es la observació n del emperador
Antonino: « Los pueblos será n dichosos cuando los re-
yes sean filósofos, o cuando los filósofos sean reyes». Gobierno. ( Derecho natural y político )
El filósofo es, por tanto, un hombre honesto que
act úa en todo conforme a la razó n , y que re ú ne en un
espíritu de reflexión y de precisió n las costumbres y Forma de ejercicio de la soberanía en cada Estado.
las cualidades de la sociabilidad. Insertar un soberano Examinemos el origen , las formas y las causas de la
sobre un filósofo de este temple, y tendréis un per- disolución de los gobiernos . Este tema merece las aten-
fecto soberano. tas observaciones de los pueblos y los soberanos.
En los primeros tiempos, un padre era por derecho

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