Familia: Pan y Afecto

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Pan y Afecto- Psicología de la familia.

Prefacio
¿Que ocurre en el mundo con aquello – la familia – que se había instalado en la vida
cotidiana como “natural” o normal: aquello que parecía estar en la base de la convivencia
cotidiana, considerada como célula básica de la sociedad, que acompaña y envuelve (o
atrapa) a los seres humanos desde que nacen hasta que mueren?
El éxito explora las dimensiones, tendencias e hitos que pueden aportar instrumentos
de reflexión y análisis sobre estos procesos históricos de transformación de la familia.

Tesis central: La familia es una institución social creada y transformada por hombres y
mujeres en su accionar cotidiano individual y colectivo. Su universalidad tiene que ver
con funciones y tareas que deben realizarse en toda sociedad.

Introducción.
El concepto clásico de familia parte de un sustrato biológico ligado a la sexualidad y la
procreación. La familia es la institución social que regula, canaliza y confiere significado
social y cultural a estas dos necesidades. Incluye la convivencia cotidiana, la idea de
hogar y techo, una economía compartida, domesticidad colectiva y sustento cotidiano
unidos a la sexualidad legítima y a la procreación.

La diversidad de las estructuras de parentesco son muchísimas, sin embargo, todas


tienen en común que se trata siempre de una organización de convivencia, sexualidad y
procreación.
En el mundo contemporaneo se ha ido imponiendo un modelo de familia ideal: la familia
nuclear y neolocal, caracterizada por la pareja heterosexual monogamica y sus
descendientes. Aquí la sexualidad, la procreación y la convivencia coinciden en el
espacio privado de un hogar y una vida matrimonial. En occidente, esta idea de familia
está anclada a la NATURALEZA HUMANA, inmutable.
Esta naturalización ocultó fenómenos muy significativos: primero, el hecho de que
siempre existieron formas alternativas de organización de los vínculos familiares, otras
sexualidades, y otras maneras de llevar adelante las tareas de procreación y
reproducción.
En segundo lugar, la familia nuclear arquetípica está muy lejos de cualquier ideal
democratico: se trata de una organización social patriarcal donde el jefe de familia
concentra el poder y tanto los hijos e hijas como la esposa desempeñan papeles
anclados en la subordinación al jefe.

En el mundo actual, las tres dimensiones que constituyen a la familia han sufrido
enormes transformaciones y han evolucionado en direcciones divergentes. La
heterosexualidad ya no es la única sexualidad vivible, y la convivencia no es lo
primordial en la crianza.
¿Entonces, qué es la familia? Podríamos pensar que la familia está en crisis.
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La realidad es que presenciamos una creciente multiplicidad de formas de familia y de


convivencia. Esto puede ser visto como parte de los procesos de democratización de la
vida cotidiana y de la extensión del “derecho a tener derechos” → la crisis se transforma
en el germen de la innovación y creatividad social (al final lo que está en crisis es el
maldito patriarcado y la normalización de la exclusión de la mujer y los niños del
mercado laboral, de los derechos y de la decisión política en la vida cotidiana!!!!)

Todos los vínculos familiares son ADSCRIPTOS, es decir, no están necesariamente


basados en el amor, sino que se definen independientemente de la voluntad y
sentimiento de cada persona. El afecto dentro de la familia se construye socialmente
sobre la base de la cercanía en la convivencia de las tareas de cuidado y protección, de
la intimidad compartida, de las responsabilidades familiares que las demás instituciones
controlan y sancionan.
En la familia hay vínculos de afecto y hay responsabilidades sociales de protección
material, simbólica y afectiva ligadas a estos vínculos

1. La autoridad patriarcal y los procesos de individuación.


Las normas sociales que gobiernan las transiciones en el curso de vida definen qué es la
infancia y la juventud, cuál es el campo donde cada uno trabaja, dónde y cómo vive, etc.
El cambio central como las teorías de la modernización nos muestran, tiene que ver con
la elección personal, la voluntad, libertad y responsabilidad que se ha ido ganando y
produciendo un cambio histórico: se produjo la incorporación de la libertad y la
autonomía individual a las determinaciones de la vida social

Todas estas libertades, que se fueron consolidando en Europa y luego en el resto del
mundo, generaron transformaciones significativas en los patrones sociales que
gobiernan el matrimonio y la familia.
El cambio más importante se dio en relación al noviazgo en los siglos XIX y XX: el
surgimiento del sentimiento. Se dieron dos cosas:
- la gente empezó a considerar el afecto y la compatibilidad personal como los
criterios más importantes al elegir pareja → esto se articuló en el amor
romántico.
- Aun quienes continuaron utilizando criterios tradicionales de prudencia y
riqueza para elegir pareja, comenzaron a comportarse románticamente dentro
de los límites de su elección.
Se produjo entonces un cambio en los mecanismos de selección y reclutamiento: en la
actualidad los matrimonios en vez de ser concertados por las familias, se basan en la
elección personal. Aunque está a su vez se encuentra limitada en dos sentidos
- Los padres ejercen fuertes presiones sobre los que están en esa etapa de su vida
- Los procesos de socialización modelan los sentimientos personales y delinean los
espacios donde los futuros novios pueden encontrarse (de hecho, tendemos a
elegir como pareja a quien comparte modos y estilos de vida)
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El proceso de individuación y el lugar que ocupan los sentimientos y opciones


personales en la modernidad también se refleja en el desarrollo histórico de la
sexualidad: una sociedad que se reconoce a sí misma como única y diferente de los y las
otros y otras.
La individuación incluye el reconocimiento de la necesidad de observar nuestras vidas y
acciones desde nuestro propio punto de vista. Esto implica el surgimiento de la
autonomía personal, como capacidad para tomar decisiones propias.
Si esta autonomía se encuentra en el núcleo de la vida moderna, entonces la soledad
social puede convertirse en una situación posible, aceptable y normal.
La soledad individual basada en encuentros casuales, las opciones manifiestas en
relaciones homosexuales abiertas y estables, una cotidianidad en comunidades y todas
las otras formas imaginables de organización de la vida se vuelven entonces posibles. A
su vez, estas transformaciones provocan reacciones opuestas, que se aferran a una
definición única de familia, anclada en el "derecho natural”y que expresan el temor a
que esta individuación y el reconocimiento de los propios sentimientos implique un
resquebrajamiento del matrimonio y la familia convencional (propio s de la tradición y la
religión).

Este proceso implica una tensión entre la autonomía personal y la necesidad de una
identidad colectiva y pertenencia grupal. Lo que se desestructura realmente no es la
familia, sino una forma específica de organización familiar: la familia patriarcal, en la
cual el jefe de familia tiene poder de control y decisión sobre los otros miembros. (Y por
eso les molesta tanto que se resquebraje, porque no pueden permitirse perder el
dominio sobre las mujeres y los niños!!!)

En efecto, la unidad familiar es una organización social, un microcosmos de relaciones


de producción, de reproducción y distribución con una estructura de poder y con
fuertes componentes ideológicos y afectivos que la estructuran y ayudan a su
persistencia y reproducción (por eso es productora de subjetividades).
Los principios básicos de organización interna siguen las diferenciaciones según edad,
género y relación de parentesco. Estas marcan tanto la división intrafamiliar, como la
distribución y el consumo, además de regir las responsabilidades de cada miembro del
grupo.

En el modelo de la familia patriarcal, el principio básico de organización interna es


jerárquico. La autoridad está en manos del pater familias. Los/as hijos/as se hallan
subordinados a su padre, y la mujer a su marido, a quien otorgan respeto y obediencia.
¿Qué significa esto? Básicamente, que el rol principal de la mujer es atender -en todos
los sentidos del término (doméstico, sexual, afectivo)- a las necesidades del marido.
Todo depende del poder del padre.
En los últimos siglos, los procesos de individuación fueron parte de la transformación
económica y social de occidente, y afectaron a esta autoridad patriarcal sobre los hijos.
Las principales instituciones encargadas de esto fueron la educación y el trabajo, que
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brindaron autonomía financiera y nuevos conocimientos, así también como nuevas


relaciones sociales más allá de la familia.
En el contexto latinoamericano, existe una gran incorporación femenina al empleo
doméstico urbano, que implica a su vez una subordinación y falta de libertad altas. Por
su parte, en las clases medias continúa la dependencia económica de los hijos con los
padres. Al mismo tiempo, se ha ido fortaleciendo una cultura urbana juvenil, ámbito de
desarrollo de la individualidad y el estilo de vida propio. Esto genera un enfrentamiento
intergeneracional común a distintas clases sociales, en torno al consumo, la sexualidad,
el tiempo libre.
En síntesis, el modelo patriarcal comenzó a quebrarse cuando la base material de
subsistencia dejó de ser la propiedad de la tierra transmitida hereditariamente de
padres a hijos para centrarse en la venta de fuerzas de trabajo en el mercado para la cual
la unidad relevante es EL INDIVIDUO y no LA FAMILIA.

El proceso de individuación y de reconocimiento de intereses y derechos propios de las


mujeres frente al hombre jefe de familia es mucho más reciente. En la dinámica
doméstica entre géneros, el conflicto se plantea cuando aumenta la participación de las
mujeres en la fuerza de trabajo, planteos que son tema de lucha y reivindicación
femenina
La relación entre mayor autonomía personal y un debilitamiento de lazos sociales de
responsabilidad y solidaridad no es automática, sino que se presenta de maneras
diversas y cambiantes. En el área de la organización de la familia y el cuidado, las
mujeres-madres parecen mantener un apego muy fuerte a su posición de “defensora del
bien común” del ámbito doméstico colectivo al ejercicio del “poder del amor”.

Por último resalta la idea de los derechos de niños y niñas que comienzan a ser objeto
de debate y normativa internacionales. Nos permite reconocer con claridad que la
autonomía y la liberación individual nunca pueden llegar a ser totales, ya que todas las
personas necesitan y encuentran beneficios y satisfacciones en los vínculos de
protección, solidaridad, compromiso y responsabilidad hacia los/as otros comenzando
por el ámbito más íntimo y lleno de afectos que es la familia.

2.La separacion entre “casa” y “trabajo”


El mundo urbano ha ido construyendo dos esferas sociales bien diferenciadas: el mundo
de la producción y del trabajo y el mundo de la casa y la familia. Esta diferenciación
marca ritmos cotidianos, espacios y tiempos expresados en el “salir a trabajar”. Existen
patrones sociales evidentes en cuanto a la división social del trabajo entre los miembros
de la familia.
En la familia nuclear existen expectativas sociales diversas para el trabajo de hombres y
mujeres. Del hombre se espera la autoridad principal en el disciplinamiento, así como el
sustento económico. La mujer es la principal responsable de las tareas reproductivas:
biológica, reproducción cotidiana (tareas domésticas que permiten el mantenimiento de
los miembros de la familia), reproducción social (mantenimiento del sistema social,
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cuidado y socialización de los niños, transmitiendo normas y patrones de conducta


aceptados y esperados) Sin embargo, también las mujeres realizan tareas productivas en
el mercado de trabajo, incluidos los emprendimientos familiares, trabajos no
remunerados cabe aclarar.
Básicamente, la diferenciación espacial entre casa y trabajo no ha existido siempre, en
realidad es una forma de organización que se generaliza en la modernidad, cuando se
profundizan las diferenciaciones de las esferas institucionales, como las económicas y
productivas.

En la antigüedad entonces existía una esfera difuminada entre el trabajo y la casa,


quienes servían en casas de familias hacían muchas cosas, muchas tareas, de una esfera
a la otra. En la actualidad, la diferenciación entre trabajo para el mercado y trabajo
doméstico es mucho más nítida. Esto sucede porque la unidad de producción no suele
coincidir con la unidad de residencia y de consumo.

En occidente, casa y trabajo comienzan a separarse a partir de la revolución industrial, y


de la aparición de la fábrica como lugar de producción diferenciado y basado en el
trabajo asalariado. Este trabajo permite la migración de los hijos, y el envío de dinero a
las familias de origen. El modelo funciona en la medida en que se mantiene el vínculo de
la responsabilidad familiar de los migrantes, cuando se quiebra, no mandan dinero, se
torna inviable.

Algo de historia. La migración rural urbana y las redes de parentesco en América


Latina.
La rapidez del proceso de urbanización y el crecimiento de las metrópolis a partir de la
década del treinta. Su relación con la organización de la familia, –tanto el impacto de la
urbanización en la familia como el papel de las redes familiares en el propio proceso de
urbanización– es importante.
Este proceso implicó una multiplicación de los flujos migratorios internos, y formaron
redes de apoyo en el proceso de adaptación a la vida urbana.
¿Para qué sirven estas redes? son las que dan el contexto humano y social a la
experiencia migratoria. Tienen sin duda, un valor instrumental: los migrantes no son
seres aislados que llegan a un mundo desconocido. Se forman extensiones del acceso a
la educación media y superior, fundamentalmente en las ciudades. Esto permite la
expansión del sector social que usó esta modalidad de organización del parentesco,
propia de las clases media y alta.

En las clases populares, la inclusión en redes implica el hecho de que al llegar a la


ciudad, los y las migrantes encuentran una casa donde pasar las primeras noches y
poseen contactos que les permiten una inserción relativamente fluida en el mercado de
trabajo urbano. Esto permite la integración en una misma red, de unidades domésticas
en la ciudad y en el campo.
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La organización social y doméstica se adapta a las cambiantes condiciones, hacia los


años cincuenta el patrón de división del trabajo establece que los hombres salían de
trabajar fuera de las barriadas para asegurar el ingreso monetario, mientras que las
mujeres se quedaban en el barrio a cargo de tareas domésticas.
Las mujeres desarrollaban un campo de relaciones barriales propias, aunque sin llegar a
elaborar una identidad colectiva o reconocer un espacio de acción colectiva común. En
la medida en que las viviendas se tornaban habitables y los servicios básicos estaban
provistos, las actividades barriales colectivas fueron disminuyendo y las mujeres se
fueron encerrando más en sus propias casas.

A partir de los sesenta, la migración dejó de ser el motor del crecimiento urbano.
Además, con la incorporación masiva de las mujeres adultas al mundo laboral se
produjeron transformaciones significativas en el mercado de trabajo.
Como consecuencia de ello, comenzaron a hacerse visibles algunas modificaciones en la
organización doméstica y familiar
El impacto de la crisis económica de los ochenta en toda la región latinoamericana
generó nuevas modalidades de respuesta doméstica y colectiva, que incluyeron la
proliferación de organizaciones no gubernamentales que se incorporaron a la
organización comunitaria de las tareas de mantenimiento de la población frente al retiro
de las prestaciones por parte del Estado.

TRABAJO Y FAMILIA
Se centra en la separación casa-trabajo y la división sexual del trabajo. La imagen ideal
de familia nuclear con una nítida división del trabajo entre géneros, y el afuera y el
adentro se aleja mucho de la situación social real. El ideal del grupo doméstico
mantenido por un único salario podía ser materializado en las clases medias, mientras
en las clases más altas, el mantenimiento familiar está asegurado por la renta de la
riqueza, antes que por el salario. Sin embargo, en las clases trabajadoras, los niveles
salariales no cubren la supervivencia, y por ello, las mujeres necesitan salir a trabajar
para la familia. Hasta los años treinta, las mujeres tenían solo dos posibilidades: vivir
para la familia de origen (las “solteronas”) o para la procreación de la nueva familia. En
ambos casos, el mundo femenino debía ser el mundo doméstico privado. Para las
mujeres, la calle era sinónimo de vicio y prostitucion. Su función es la familia, como
educadoras y transmisoras de valores. Si la mujer trabajaba era una necesidad y una
situación poco deseable..
Sin embargo, en las décadas siguientes, se presenció un incremento sostenido y
notorio en la inserción femenina en el mundo del trabajo. Mientras tanto, la tasa de
actividad masculina disminuyó. Los datos indican una tendencia creciente de
participación femenina.
A su vez, la edad de ingreso al trabajo se ha ido incrementando tanto para hombres
como para mujeres, debido al aumento de los niveles educativos. Los datos muestran
que los hombres son económicamente activos a menos que continúen su educación o
puedan contar con jubilación.
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Por otro lado, las mujeres, dadas sus responsabilidades domésticas como madres-amas
de casas, la participación económica estaba asociada con las etapas del curso de vida
familiar. Este patrón incluye una entrada alta al mercado de trabajo de las mujeres
solteras con una proporcionalmente alta al mercado de trabajo de las mujeres solteras,
con una propensión a abandonar el empleo al casarse y tener hijos, con probabilidad de
volver al trabajo después.
El aumento de la participación femenina últimamente se dio como un cambio: por un
lado la edad de ingresar a la fuerza de trabajo lo hace en proporciones mayores que la
anterior, por otro lado el porcentaje de mujeres económicamente activas se mantiene o
aumenta hasta la jubilación. Esto indica que las mujeres no abandonan la fuerza de
trabajo para casarse y tener hijos, sino que se enfrentan a la presión de doble jornada de
trabajo, tanto en el trabajo como en el hogar, con los problemas de compatibilización
que esto acarrea. Esto significa que se está extendiendo el modelo de familia de doble
proveedor.

Estos cambios en la participación económica de las mujeres no están acompañados por


un cambio en las responsabilidades entre los miembros de la pareja ni en las
instituciones públicas que deberían intervenir en las actividades ligadas al cuidado.

La “conciliación” entre trabajo y familia para las mujeres se ha ido convirtiendo en una
cuestión de política pública en todos los niveles: desde los organismos internacionales
hasta gobiernos locales tienen que enfrentar el desafío planteado por esta cuestión,
pero hasta ahora, el tema es definido como “cuestión de mujeres”.

El aumento de los niveles educativos de la población femenina y el acceso a niveles de


educación más altos en las clases medias tienen como consecuencia el aumento de la
oferta de trabajadoras. Aquellas mujeres que tienen mayor educación muestran tasas
más altas de participación en la fuerza de trabajo que las con menor nivel de educación.
La educación amplía el grado de autonomía y autovaloración de las mujeres, que buscan
su realización en el mundo laboral.

En los hogares conformados por parejas, el nivel de vida de la familia depende en forma
creciente de la suma de los ingresos de ambos miembros, más que en el modelo del
“varón proveedor”.

Desde la perspectiva de la oferta de empleo persiste una fuerte segmentación


ocupacional entre géneros. Mientras que los hombres participan en todo tipo de
sectores económicos, las mujeres urbanas se concentran en los servicios y el comercio,
y allí, en tareas “típicamente femeninas”, es decir aquellas que son una extensión de la
labor domestica (tareas de cuidado y atención personalizada de terceros).

Las tareas domésticas y las de cuidado siguen siendo definidas como femeninas, a cargo
de las mujeres ama de casa-madres que pueden recurrir a la “ayuda” de otras mujeres
del núcleo familiar o a mujeres empleadas en el servicio doméstico.
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En 1995, en el Informe de Desarrollo Humano se tratan las desigualdades de género en el


desarrollo humano, a lo cual se llevó a cabo investigaciones especiales que dieron como
resultado la elaboración de un índice que incorpora las desigualdades de género en el
desarrollo humano y de otro que mide el “empoderamiento de género”.

Se llevó a cabo un estudio sobre el uso del tiempo en 31 países, sus resultados fueron:

· En casi todos los países las mujeres trabajaban más horas que los hombres.

· Solo un tercio del trabajo de las mujeres era remunerado. En contraste, dos tercios
del trabajo de los hombres era remunerado.

· Los hombres recibían una parte desproporcionadamente grande del ingreso y el


reconocimiento por su contribución económica.

En la segunda mitad de la década de 2000 la UNRISD (Instituto de investigaciones de las


Naciones Unidas para el Desarrollo Social) indica que en todos los países estudiados el
tiempo que las mujeres dedican a las tareas de cuidado no remuneradas es en promedio
más del doble del tiempo que los hombres dedican a esas tareas. En India por ejemplo la
diferencia de género es abismal, donde el tiempo dedicado al cuidado no remunerado
por parte de las mujeres es casi diez veces mayor que el de los hombres.

Estas notorias diferencias son una clara evidencia de que las características y
actividades ligadas al género no son inmutables, sino que varían según los países y las
culturas. En consecuencia, no hay nada que indique que sea imposible introducir
cambios en pos de una distribución más equitativa de las responsabilidades y tareas
domésticas y de cuidado.

El tema de la igualdad es multidimensional y abarca más que la igualdad de ingresos.


Como propone Nancy Fraser, al evaluar posibles políticas de igualdad es necesario
considerar simultáneamente el principio de la desigualdad de ingresos, el principio de
igualdad en el tiempo libre y el principio de la igualdad en el respeto.

No es fácil producir cambios en la distribución de la labor doméstica. La posible


reestructuración de la relación entre géneros en la labor doméstica dependerá de la
negociación intra doméstica en cada hogar.

La variación de la carga de la labor doméstica para las mujeres-madres, además de estar


ligada obviamente a la composición del hogar, no depende tanto de la distribución de
tareas y responsabilidades dentro del hogar, sino del acceso diferencial de las mujeres a
servicios fuera del hogar.

¿Qué ocurre con las tareas de la “casa” cuando la mayoría de los miembros adultos
(incluidas las mujeres) también “trabajan” fuera del hogar? Hablar de encarar las tareas
reproductivas cotidianas como parte de las políticas públicas implica reconocer que
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esas tareas, históricamente, concebidas como invisibles y “privadas”, no se pueden


seguir tomando cómo sobreentendidas, dando por obvio que alguien las va a realizar.

Las presiones ejercidas sobre las mujeres son demasiado fuertes, y se requiere la
intervención de instituciones externas (fundamentalmente políticas estatales) con el
propósito de detectar y solucionar las situaciones de “déficit doméstico”. Esto implica
reconocer la necesidad de acciones que promuevan las responsabilidades domésticas
por parte de los otros miembros de la familia (hombres). “La familia no podrá ser
democrática en tanto no se democratice la provisión y el acceso a los servicios colectivos
necesarios para las tareas cotidianas de la domesticidad.”

EL HOGAR Y LA FAMILIA

La literatura antropológica se ha especializado en analizar comparativamente la


organización social de la familia, el parentesco y la reproducción. Un primer elemento
importante es la distinción entre grupo residencial, unidad reproductiva, unidad
económica de producción, unidad de consumo y familia/parentesco. Estas distinciones
son de naturaleza analítica, y existen grados y tipos diversos de superposiciones entre
ellas en distintos lugares y momentos del mundo.

En algunas tradiciones culturales (por ejemplo, familia china tradicional) los sistemas de
co-residencia, producción, consumo y parentesco son sumamente complejos, con una
considerable superposición y entrecruzamiento de instituciones y normas. Sin embargo,
en el mundo occidental, esta diferenciación es un proceso en curso a partir de un
pasado en el que esas unidades tendían a coincidir.

Una fuerte corriente dentro de la antropología ha colocado el énfasis en los lazos de


parentesco y su terminología, y de ellos derivó los arreglos residenciales y la
conformación de las unidades productivas y de reproducción cotidiana o consumo.
Otros estudios han enfatizado los mecanismos de transmisión de la propiedad, ósea, en
las normas que rigen el matrimonio y la herencia, ligándose con la organización
productiva de la sociedad.

Si bien estos son aspectos importantes para diferenciar modelos de familia y


organización social, no son totalmente adecuados para entender las maneras en que se
articulan los principios de parentesco y sexualidad con la organización de la vida
cotidiana y la doméstica. Una manera de acercarse al tema consiste en partir de las
actividades constitutivas de las relaciones domésticas, para preguntarse acerca de
cuáles son los ámbitos donde se desarrollan y entonces indagar cómo están
constituidos los grupos que las comparten.

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LA COTIDIANIDAD

La organización social de las actividades domésticas ligadas al mantenimiento y la


reproducción incluye la producción y el consumo cotidiano de alimentos y otros bienes
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y servicios de subsistencia, así como las actividades ligadas a la reposición generacional,


es decir, tener hijos, cuidarlos y socializarlos, y atender a los ancianos. En el ámbito
doméstico se lava, se plancha, se limpia, se cocina, se come. También se atiende y se
cuida personalmente a otros/as. De hecho, las actividades que se desarrollan giran
alrededor del cuidado de las personas, actividades y relaciones orientadas a alcanzar los
requerimientos físicos y emocionales de niños y adultos dependientes, así como los
marcos normativos, económicos y sociales dentro de los cuales estas son asignadas y
llevadas a cabo.

Para poder llevar adelante las tareas y las actividades ligadas al mantenimiento de sus
miembros, toda unidad doméstica requiere recursos humanos y materiales. La
obtención de estos recursos es problemática y la unidad doméstica debe desarrollar
mecanismos para su adquisición o creación. Los recursos pueden provenir de distintas
fuentes: trabajo remunerado y no remunerado de los miembros, ahorros propios y otras
fuentes de ingreso, ayuda de organizaciones “solidarias”, etc. A su vez, los recursos
pueden ser monetarios o no monetarios.

Toda organización doméstica requiere del contacto y el intercambio con otras


instituciones para su supervivencia. El vínculo con el mercado de trabajo y con la oferta
mercantil de bienes y servicios es evidente. Debería también serlo el vínculo con el
Estado a través del acceso a políticas públicas específicas y a través de los beneficios
incluidos en la definición de ciudadanía. Asimismo, existen los vínculos regulares u
ocasionales, con redes y organizaciones sociales de diverso tipo (iglesias, organismos de
solidaridad social o de defensa de derechos).

El hogar es el punto de referencia para sus miembros, aunque varía el tipo de


actividades que allí se comparten. Normalmente, las mujeres son quienes tienen a su
cargo la responsabilidad de la organización doméstica y son quienes llevan adelante
gran parte de las tareas del hogar y de cuidado, tanto para ellas como para los demás.
Sin embargo, otros miembros del hogar pueden ser más autónomos y tener menos
responsabilidades, según su lugar en la estructura y la dinámica del hogar.

Las unidades domésticas no necesariamente concentran todas las actividades ligadas al


mantenimiento y cuidado de sus miembros. Existen algunas actividades, especialmente
las de mantenimiento cotidiano (comida, limpieza, etc.) para las cuales el grupo
doméstico tiende a ser la unidad social colectiva básica. Otras pueden ser concebidas
como individualizadas y diferenciadas para los diversos miembros del hogar.

Las redes de ayuda mutua entre vecinas y parientes, pocas veces cuantificadas, tienen
una gran importancia en la organización de la cotidianidad. Esto ocurre en todos los
sectores sociales y no solo en las clases populares. En sectores medios, aun cuando se
pueda contar con guarderías o servicio doméstico, muchos niños/as son cuidados por
sus abuelas no convivientes, y existen ayudas y complementariedad con las
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responsabilidades domésticas entre vecinas, como apoyo e intercambios en situaciones


de crisis o emergencias.

La falta de coincidencia entre unidades residencial, núcleo social doméstico y núcleo


familiar trae a la superficie otro tema importante, habitualmente olvidado en los análisis
centrados en la unidad de co-residencia: los lazos parentescos son diferentes para los
diversos miembros de la familia. Cada miembro tiene una red de relaciones familiares
única, con su sistema de relaciones mutuas, reciprocidades, derechos y
responsabilidades, relativamente diferenciada de las redes de los demás miembros, con
distintas responsabilidades y derechos en relación con miembros familiares no
corresidentes.

En términos de los recursos monetarios incorporados a la unidad como en el tiempo


personal dedicado a tareas de la domesticidad y en el compromiso afectivo involucrado,
el aporte de cada uno/a a la actividad común varía según el tipo de obligaciones y
afinidades hacia afuera que cada miembro posee.

Respecto de las responsabilidades ligadas con la reproducción generacional de la


población, las relaciones familiares constituyen los vínculos fundamentales coincidentes
o no con el grupo doméstico. Los padres y madres son las personas responsables de dar
protección y cuidado a sus hijos/as. Reconocer el derecho de los niños y las niñas a una
infancia protegida implica responsabilizar a los padres y las madres por esa protección y
cuidado; significa también que el Estado puede quebrar el poder absoluto de padres y
madres cuando no cumplen con la responsabilidad que les concierne.

Aunque los límites de la unidad doméstica y la familia son sumamente permeables, el


grado de integración a las actividades de la unidad doméstica y el compromiso con esas
actividades no varían al azar, ni dentro ni fuera del hogar. Lo que se espera de la hija
mujer niña es diferente de las adolescentes y, por supuesto, del adolescente varón.

Aunque la institución social cargada de afectividad es la misma, la “familia” tiene


distintos significados y es experimentada de maneras muy diversas por individuos de
distinto sexo, edad y clase social.

Un área de creciente visibilidad que debería ser analizada es la situación de los viejos y
las viejas, se plantea la cuestión de quién se hace responsable de su mantenimiento y
cuidado. Cuando estos viejos pierden su capacidad de mantenimiento cotidiano, los
hijos, o mejor dicho las hijas y otras mujeres del entorno familiar, tienen que hacerse
cargo de esas tareas. En la medida en que los/as viejos/as mantienen su propio hogar,
se produce una expansión de las responsabilidades domésticas de las mujeres hacia
miembros de la familia no convivientes, con lo cual una vez más las tareas cotidianas del
mantenimiento dejan de tener el límite de la convivencia en el hogar.
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La falta de correspondencia entre la convivencia y el sistema de responsabilidades


introduce una dificultad en los sistemas de captación de datos sobre la familia y el
hogar: ni los censos ni las encuestas de hogares captan esas responsabilidades y tareas.

Tomi: (págs 45-66)

El nivel de vida y el consumo

Una parte importante de las actividades domésticas cotidianas son las tareas concretas
de consumo. El consumo cotidiano es un trabajo que realizan las mujeres. Sin embargo,
no reciben una compensación monetaria, sino que se justifica en términos de la “virtud
social”, que en palabras de John Galbraith “adscribe méritos a todo patrón de
comportamiento que, aunque incómodo para la persona involucrada, sirve para el
bienestar o comodidad de, o resulta ventajoso para, los miembros más poderosos de la
comunidad”. El autor identificaba el papel de la mujer en el consumo como el rol
“cripto-servil de administradora”.

El papel económico de las mujeres en la organización del consumo y su rol


multiplicador en la economía fueron reconocidos durante la Gran Depresión de los años
30 del siglo XX en Estados Unidos. Las mujeres (en tanto trabajadoras remuneradas)
fueron acusadas de ser pin-money workers (trabajadoras por monedas), dispuestas a
trabajar por migajas, privando a los hombres de empleos y, en consecuencia, creando
desempleo y pobreza. Sus intentos de “ajustar los cinturones” como ahorrar
disminuyendo el gasto y aumentando la producción doméstica para el autoconsumo
(coser la ropa en vez de comprarla, cultivar verduras y cuidar animales, cocinar más en
casa para gastar menos) fueron vistos como mecanismos de destrucción del mercado.

En los hogares conformados por familias nucleares completas, las amas de casa-madres
siguen siendo quienes organizan el consumo cotidiano, que incluye el cuidado de los
niños y las niñas, la comida y la limpieza, mientras que las decisiones de más peso (la
vivienda, lugar de residencia o los bienes de consumo) están en manos de los hombres o
son decisiones compartidas.

Existen tipos claramente diferenciados de consumos colectivos. En primer lugar, los


servicios públicos o colectivos ligados al mantenimiento cotidiano de la población
residente en un espacio delimitado (servicios de transporte, electricidad, gas, agua,
drenaje, etc.) En segundo lugar, los servicios sociales de bienestar (servicios de salud
pública, educación, vivienda, etc.) están dirigidos a asegurar un umbral de igualdad de
oportunidades para la población en su conjunto. Y, en tercer lugar, están las políticas
sociales de bienestar dirigidas al mantenimiento de las personas que no son
autosuficientes, ósea, de la población “dependiente”, en el sentido de no contar con un
ingreso de subsistencia o de no poder valerse por sí mismas.

La crisis del estado de bienestar y los cambios en las políticas sociales prevalecientes
hacia fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI tienen un doble efecto privatizador: se
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privatiza la oferta de servicios, ósea que hay que pagar por ellos, pero también se
privatiza la responsabilidad por el bienestar, transfiriendo tareas del estado hacia la
familia.

La organización doméstica a lo largo del curso de vida

Para estudiar la forma en que todos estos recursos se combinan para obtener y al
mismo tiempo definir el nivel de bienestar y el estilo de vida, tomamos como eje de
análisis las transformaciones a lo largo del tiempo familiar a partir del momento de
constitución de la familia-unidad doméstica, que para este fin ubicamos en la unión o
comienzo de la convivencia de un matrimonio o pareja.

La opción analítica para estudiar estos procesos dinámicos que se desarrollan a lo largo
del tiempo, es comenzar por la unión de pareja, e intentar ver las complejidades a partir
de esa transición vital. Existen enormes diferencias en las circunstancias sociales,
económicas y “micropolíticas” de la formación de la pareja, desde la situación
tradicionalmente “ideal” que incluye todas las etapas y rituales del noviazgo y
casamiento, hasta las formas que entran en conflicto abierto con esos ideales y normas:
oposición familiar a la elección de los cónyuges, desaprobación familiar y social de
parejas homosexuales, etc. Sin embargo, el ideal de una elección de pareja personal
libre, basada en el amor y la pasión, es el dominante. En el momento de la unión, los
miembros de la pareja incorporan al nuevo proyecto común algunos recursos
materiales, cuya magnitud depende de la situación económica previa de cada uno, de la
ayuda familiar y de la acumulación “original” realizada por los novios en función del
proyecto de unión. También traen a la unión su “capital humano”, es decir, las
habilidades y capacidades (tanto como las incapacidades) de cada uno/a, que se
manifiestan en la disposición a trabajar y en el tiempo a ser dedicado a esas actividades.
También se debe tener en cuenta el “capital social”, que consiste en la red de relaciones
sociales, laborales, de parentesco y de amistad, a la que es posible acudir para obtener
favores y servicios. Y el “capital cultural” que incluye (o excluye) los saberes e
informaciones sobre la provisión de bienes y servicios requeridos para las diversas
actividades a desarrollar.

Además de las circunstancias personales (uniones deseadas y no deseadas) y de las


circunstancias familiares (aprobadas o desaprobadas), la situación inicial de la pareja se
ve afectada por las condiciones económicas y por las políticas del estado. Una condición
importante es la política de vivienda vigente, ya que ésta determinará el mercado de
vivienda y el rango de posibilidades de acceso que tendrá cada pareja. Por ejemplo, las
políticas públicas pueden tener programas de vivienda que definen los criterios de
accesibilidad de manera amplia o estrecha. (Si es solo para matrimonios formales o se
aceptan parejas convivientes, o por el contrario hay discriminación frente a madres
solteras, parejas homosexuales, etc.)
14

Existe una expectativa social de que el “capital económico” de la nueva familia, reflejado
en la infraestructura doméstica básica, irá aumentando y mejorando, adaptándose a las
necesidades del grupo. Igualmente se espera que el “capital social” se vaya
incrementando y recreando. Los intercambios entre miembros de redes tienen una
doble función: por un lado, obtener o prestar el bien o servicio específico del que se
trata y, por otro lado, “aceitar” el sistema de relaciones de reciprocidad para mantenerlo
en funcionamiento. También es necesario mantener y actualizar el “capital cultural” de
las actividades domésticas, es decir el conjunto de saberes e informaciones sobre
recursos y fuentes para su obtención.

Las transiciones en el curso de vida están ligadas a cambios en los roles domésticos y en
el mercado de trabajo: ¿En qué momento un niño (y más a menudo, una niña) debe
ayudar en la tarea doméstica?, ¿Cuándo debe salir a buscar trabajo con remuneración?,
¿Cuándo deja de trabajar la abuela o el abuelo? Estos son temas que constituyen el eje
central de la organización doméstica.

La administración de recursos y su asignación a las diversas actividades son


tradicionalmente asignadas a la mujer-ama de casa, aunque la responsabilidad por la
organización doméstica no siempre va acompañada de poder.

Una de las diferencias básicas entre la unidad doméstica y otras organizaciones sociales
es el sistema de autoridad y los incentivos utilizados para motivar a los miembros a
realizar las tareas que le son asignadas. (No es a cambio de un salario como en una
empresa, sino que pone en juego los afectos y las solidaridades).

En la familia, los valores de ideologías se corporizan en relaciones sociales altamente


personalizadas, cargadas de profundos afectos y deseos. Los vínculos son complejos y
tienen múltiples niveles de significación, lo cual lleva a que a menudo no haya
consistencia o coherencia entre las prácticas domésticas, las expresiones verbales, la
normatividad social y las ideologías sobre el tema.

La familia en la conformación del hogar

¿Cómo se constituye una unidad doméstica/hogar? ¿Cuáles son los criterios de su


composición y de reclutamiento de sus miembros? Se trata de la composición del grupo
que lleva adelante las tareas del mantenimiento cotidiano en común. Teóricamente, los
miembros de un hogar podrían ser reclutados según criterios muy diversos. Los
vínculos familiares y de parentesco constituyen la base fundamental del reclutamiento
de los miembros de un hogar.

La familia y los vínculos de parentesco (establecidos en función de la elección de pareja


[afinidad] y las relaciones de filiación [consanguinidad]) sirven también como base del
compromiso para compartir las relaciones materiales de la reproducción cotidiana. La
gente, al aceptar el valor y el significado social de la familia, participa de relaciones de
producción, reproducción y consumo. En estas actividades, como señala Rayna Rapp, el
15

concepto de familia refleja y enmascara simultáneamente la realidad de la formación y


el mantenimiento de las organizaciones domésticas. La refleja, ya que empíricamente la
mayoría de las unidades domésticas están constituidas por miembros emparentados
entre sí. La enmascara, al transformarse en un valor o principio ideológico que en
apariencia es compartido por todos los miembros, pero que en realidad tiene sentidos e
implica experiencias diferentes de vivir en familia marcados por el género, la generación
y la clase social.

Hacia nuevas estructuraciones de las familias y los hogares en los tiempos del
divorcio

América latina fue colonizada por España y Portugal, países que introdujeron el
catolicismo como parámetro normativo básico. Los principios canónicos prevalecieron
durante la época colonial y sólo gradualmente se fue desarrollando la ley civil, que
incorporó algunos principios laicos. Por ejemplo, en los códigos civiles de Chile (1855),
Argentina (1869) o Brasil (1916), la legislación sobre la familia heredó una concepción
patriarcal, donde el jefe (páter familias) detenta el derecho a decir sobre la vida y muerte
de sus familiares. También establece como un imperativo de orden público el deber de
obediencia de la mujer a su padre primero, y a su marido después. Las mujeres no eran
ciudadanas plenas ni tenían competencia legal, sino que se las definía como
dependientes y necesitadas de tutela, incapaces de conducir actividades públicas por sí
mismas.

Las normas católicas se aplicaban al vínculo matrimonial visto como indisoluble, así
como a la sexualidad y la virginidad. Sin embargo, es importante señalar aquí la
fragilidad de la ley en la realidad de la época. Durante el siglo XIX y comienzos del XX,
los sistemas jurídicos y legales de la región eran extremadamente débiles.

Existían al menos dos modelos de familia: el modelo católico, como norma ideal en las
ciudades y en las clases medias (especialmente en las mujeres), y un patrón de uniones
conyugales libres e hijos/as “ilegítimos/as”, con diferentes formas de convivencia y
variables grados de estabilidad de las uniones o del reconocimiento paterno de sus
hijos/as. En ambos modelos, sin embargo, las mujeres estaban subordinadas y eran
dependientes de los hombres.

La legislación que amparaba la desigualdad de género en el matrimonio y la incapacidad


de las mujeres se fue alterando a lo largo del siglo XX en dirección a una mayor igualdad.
Algunos logros son muy recientes: la patria potestad compartida fue sancionada en
Argentina en 1985, y recién en 2001, al sancionar un nuevo código civil que establece la
responsabilidad compartida en la representación y administración del hogar por parte
de ambos cónyuges, se terminó formalmente en Brasil con las desigualdades en las
relaciones familiares.
16

El casamiento civil fue introducido en la mayoría de los países hacia fines del siglo XIX,
pero el reconocimiento legal del divorcio tendrá que esperar casi 100 años en algunos
casos (Argentina en 1987; Chile en 2004). Igualmente son logros de las últimas décadas la
igualdad jurídica de hijos/as matrimoniales y ex matrimoniales (llamados en la vieja
legislación “bastardos” o “ilegítimos”) y hubo avances en el reconocimiento de las
uniones de hecho.

Tendencias recientes

Las transformaciones en los procesos de formación y disolución de uniones, en los


patrones reproductivos, en la conformación de hogares y responsabilidades basadas en
los lazos de parentesco y en los patrones de relaciones de género.

a) Conyugalidad, Nupcialidad y Divorcio

Se constatan cambios importantes en los procesos de formación de las familias: tasas de


nupcialidad en descenso, incremento en la proporción de uniones consensuales,
aumento en la edad al contraer el primer matrimonio, crecimiento de las tasas de
divorcio. Este conjunto de cambios en los patrones de conyugalidad podría ser tomado
como indicador del debilitamiento del lazo conyugal, o aun de su crisis.

La cohabitación y las uniones consensuales han sido una práctica extendida en zonas
rurales y entre sectores populares. A menudo, significaban la forma inicial de la unión,
para luego cumplir con los rituales del matrimonio civil, del religioso o de ambos. Con la
urbanización y modernización, esta práctica comenzó a declinar para ser reemplazada
por el matrimonio formal. Sin embargo, en aquellos países que no legalizaron el divorcio,
las separaciones de facto y la formación de nuevas uniones necesariamente implican
arreglos consensuales.

Hubo un aumento significativo en las uniones consensuales entre sectores medios


urbanos, uniones que deben ser reconocidas como un nuevo tipo de arreglo conyugal.
Esta forma de unión puede darse como etapa de formación inicial de parejas que
prefieren una unión de hecho para formalizar su matrimonio, especialmente cuando
nacen los hijos, o como opción alternativa al matrimonio.

Hay dos fenómenos que representan la conjunción dinámica y con raíces diferentes: por
una parte, el mantenimiento del patrón histórico de uniones consensuales en sectores
rurales y pobres, muchas veces con iniciación sexual temprana y embarazos
adolescentes que tienden a reproducir patrones de responsabilidad materna hacia
los/as hijos/as y escasa responsabilidad paterna. Al mismo tiempo, se expande
notoriamente la unión consensual como expresión de libertad personal e individuación,
como opción negociada sobre la base de un compromiso afectivo limitado, o como
manifestación de la intención subjetiva de establecer compromisos amorosos
personalizados e íntimos, sin ligaduras o “ataduras” formales. En términos de
17

estadísticas vitales, ambos fenómenos se manifiestan como una baja en la tasa de


nupcialidad y un aumento en la edad promedio al contraer matrimonio.

A su vez, el incremento en las tasas de divorcio y separación debe ser interpretado a la


luz de complejos procesos socioculturales ligados al reconocimiento de los deseos
subjetivos y de las necesidades individuales. La creciente expectativa social de ser capaz
de actuar sobre la base de sentimientos y deseos propios, esto tiene su contraparte en
la libertad de terminar vínculos de pareja cuando se acaba el amor o cuando el costo de
mantener una relación conflictiva excede los costos de disolver el vínculo conyugal.

b) Fecundidad, sexualidad y comportamiento reproductivo

La fecundidad ha estado descendiendo sistemáticamente en la región. Como es bien


sabido, existe una asociación inversa entre la posición social de las mujeres y los niveles
de fecundidad. Esto puede ser medido en términos de niveles educativos: las mujeres
con mayor educación tienen una fecundidad significativamente más baja que las menos
educadas. Sin embargo, esta relación no proporciona una explicación total. El
incremento del nivel educacional de las mujeres influye sobre la edad de la primera
unión y retrasa la llegada del primer hijo.

El comportamiento reproductivo de hombres y mujeres se relaciona con los avances en


las tecnologías reproductivas y con las políticas públicas vinculadas a la sexualidad y la
reproducción. Una definición amplia de la salud reproductiva y de los derechos
reproductivos implica reconocer el derecho de toda persona a tener una vida sexual
sana y satisfactoria, a poner en práctica su capacidad reproductiva y a gozar de la
libertad de decidir las situaciones y condiciones para su ejercicio.

Hay todavía una proporción muy alta de la población que no cuenta con los servicios
médicos reproductivos ni tiene acceso a técnicas de control de la fecundidad, lo que se
refleja en la amplia brecha entre el tamaño de la familia y el número de hijos nacidos.
Este dato es una indicación clara de necesidades insatisfechas. Los datos disponibles
sobre embarazos no deseados en varios países de América Latina indican que entre el
20% y el 40% de las mujeres no querían tener más hijos cuando quedaron embarazadas.

La educación orientada a prevenir embarazos adolescentes es, sin duda alguna, un


campo de carencia que reclama atención urgente. Asumir las responsabilidades de
crianza limita las oportunidades educacionales y ocupacionales, comprometiendo el
futuro propio y el de sus hijos e hijas.

Hay una consideración importante que hacer; que implica un problema social
significativo: el abuso sexual infantil y los embarazos resultantes. No existen datos
sistemáticos y confiables sobre la fecundidad de las niñas de hasta 14 años, pero es claro
que el fenómeno existe y es socialmente importante, aunque siempre silenciado y
ocultado. Los embarazos de niñas de 10 a 14 años no pueden ser pensados o
considerados como indicadores de una iniciación sexual temprana voluntaria.
18

Ana: (págs 66-88)


Los hogares y las familias

El hogar y la familia no son lo mismo, sin embargo, las estadísticas censales y las
encuestas de hogares son siempre domiciliarios, recogen info. en las viviendas. Éstos
refieren a las personas que conforman el grupo residencial y normalmente no se
pregunta sobre relaciones de parentesco dentro o fuera del hogar. Se trata de datos
sincrónicos que ofrecen una imagen de la situación en un momento dado en el tiempo:
el momento que se realiza el censo.

Hay una tendencia secular hacia la disminución del número promedio de personas que
conviven en los hogares y esto a su vez está ligada al menor número de hijos, a la
disminución de los hogares multigeneracionales, al aumento de los hogares
uniparentales y al aumento en el número de personas que viven solas. Esta disminución
está relacionada con el aumento de las personas que viven solas. Los hogares
unipersonales son mucho más frecuentes.

En cuanto a la composición de hogares, el hogar conformado por una pareja con hijos
sigue siendo el más frecuente. En los hogares monoparentales había 14% de hogares de
parejas solas, 15% de hogares unipersonales y el resto eran extendidos y compuestos.

No se conoce la historia de los hogares nucleares completos: generalmente incluye


parejas y sus hijos e hijas compartidos/as pero también familias “ensambladas” donde
los hijos/as convivientes pueden ser de uno, de otra o de ambos. Y también puede haber
hijos/as no convivientes.

Hay otro tipo de hogar: el monoparental, que normalmente es el resultado del aumento
de la tasa de divorcios y separaciones. Casi siempre estos hogares quedan encabezados
por madres. Y no suele ser un hogar completamente independiente, sino que conviven
en hogares de otros parientes. En estos casos, hay padres que cumplen sus tareas de
paternidad aun cuando no conviven cotidianamente. Es sabido que no todos los
hombres cumplen la cuota alimentaria post-divorcio y que son pocos los que se hacen
cargo con alguna contribución cuando no hay obligación establecida legalmente. En
sectores sociales más pobres es frecuente el abandono de la familia por parte del
hombre-padre, ligado a situaciones de crisis en el mercado laboral.

Según los datos estadísticos muestran que en la actualidad menos de la mitad de los
hogares está conformado por familias nucleares completas. Este tipo de familia se ha
establecido como modelo normativo, asumida en términos de lo normal. Este modelo
“ideal” presentaba transiciones previsibles y duraciones largas de cada etapa: infancia y
adolescencia en familia nuclear completa, con papá, mamá y hermanos; matrimonio y
hogar de pareja sola hasta el nacimiento de los/as hijos/as; familia nuclear completa
hasta que los hijos y las hijas se casan; luego pareja sola (nido vacío) y viudez/muerte.
19

Familia y pobreza

La dinámica familiar está muy marcada por la situación económica general, que afecta
de manera específica la forma en que se logra acceder y articular los diversos recursos
para el mantenimiento para el bienestar y elaborar o preservar el estilo de vida.

Los procesos económicos han llevado a un aumento de la desigualdad social.

Los hogares adultos con hijos/as que ya han crecido y pueden incorporarse a la fuerza
de trabajo, poseen mayor capacidad de generar ingresos. Estas características internas
del hogar ayudan a explicar cuáles son los hogares con más probabilidades de salir de la
pobreza.

Existen dos situaciones donde la vulnerabilidad es notoria: los hogares encabezados por
mujeres y los viejos/as.

Algunas de las respuestas frente al deterioro económico son: la reacción de intensificar


la participación de sus miembros en el mercado de trabajo (quienes ya trabajan
aumentan las jornadas de trabajo y quienes no lo hacían salen a buscar trabajo). En
menor medida, también niños/as y jóvenes participan de esta intensificación laboral.

Por otra parte, cuando la familia y el hogar no tienen capacidad de mantener a sus
miembros se busca una “salida” y es la disolución intentará resolver su supervivencia
como pueda. Las ollas populares, los comedores populares, las cooperativas de consumo
y de producción, así como programas de distribución de alimentos son ejemplos de
estas respuestas sociales.

El peligro reside en que, de no contar con políticas orientadas a eliminar las raíces
estructurales de la pobreza extrema, estas formas de organización asistencialista
promuevan formas de dependencia y de sometimiento que bloqueen el potencial de
transformación que la acción colectiva podría llegar a tener en este campo.

Lo privado y lo público

Se ha equiparado con la diferenciación entre el mundo doméstico y privado de las


mujeres y el ámbito público y político de los hombres, con argumentos que daban por
supuesto la naturalidad e inmutabilidad de esta distinción entre las esferas de las
relaciones humanas. Las diversas manifestaciones de esta perspectiva parten de una
diferenciación sustantiva nítida entre las normas públicas y los valores privados, las
necesidades privadas y los intereses y bienes públicos, los principios públicos de justicia
y las opciones privadas de estilos de vida.

La privacidad es la esfera de la conciencia moral y religiosa. Lo privado tiene que ver


con los derechos privados ligados a las libertades económicas, la esfera privada se
refiere a la libertad de comercio y a la no intervención estatal en los mercados de bienes
20

y de trabajo. Privacidad y derechos privados quiere decir esfera íntima, familiar y


doméstica.

La modalidad tradicional de establecer la distinción entre lo privado y lo público ha sido


parte de un discurso de la dominación, legitimador de la opresión de las mujeres en el
ámbito privado. Alternativamente, si se parte de una noción de esfera pública basada en
un principio de igualdad entre los/as participantes del debate público, la
reconceptualización de estas y otras distinciones se torna posible.

Esto implica reconocer que no se trata de una distinción absoluta, sino construida e
históricamente cambiable.

Lo que en una sociedad y en una época es definido como parte de la vida privada puede
convertirse en asunto público en otro momento.

Para que esto suceda, la esfera pública debe ser un espacio de participación
democrática.

La familia no es una unidad aislada del mundo social por esto, el estado y diversas
agencias sociales intervienen permanentemente conformando a la familia y los roles
dentro de ella, controlando su funcionamiento, poniendo límites y al mismo tiempo
abriendo oportunidades y opciones. La familia es una construcción social, el resultado
de la intervención de diversas fuerzas e instituciones sociales, económicas y políticas.

Existen las políticas públicas, mecanismos legales y jurídicos, instituciones y prácticas


concretas y el papel mediador entre las prácticas institucionales y la interacción
cotidiana en la sociedad civil.

La sexualidad y la reproducción.

Los derechos reproductivos

El industrialismo y la modernidad trajeron cambios sustanciales en las modalidades de


reproducción a través de intervenciones en el cuerpo de las mujeres con nuevos
desarrollos tecnológicos para prevenir embarazos y para combatir la esterilidad y
promover la reproducción asistida por el otro.

Los cambios en prácticas sexuales y en la normatividad social al respecto han sido muy
significativos, estos cambios se refieren a prácticas de control de la fecundidad.

A partir de los cambios tecnológicos vinculados a la anticoncepción, así como las


modificaciones producidas en las relaciones interpersonales y de la visibilidad social de
la sexualidad, presenciamos una verdadera “revolución sexual”.
21

Sexualidad y maternidad/paternidad son dos ámbitos de la familia. encerrados en una


perspectiva de los derechos humanos. El cuerpo de la mujer al tener la capacidad de
gestar se le atribuye un valor social muy especial.

La sexualidad era un tema silenciado y tornarla visible y exponer la opresión sexual de


las mujeres en el mundo ha sido un logro significativo de los años ochenta y noventa.

En cuanto a la reproducción, el ideal de la libertad y auto-decisión por parte de las


mujeres sólo puede realizarse si están dadas las condiciones materiales para hacerlo.

La importancia de las nuevas tecnologías reproductivas y la urgencia de legislar sobre


las condiciones de su aplicación dan al tema de los derechos reproductivos una nueva
actualidad centrada, esta vez, en la cara opuesta, es decir, en el tratamiento de la
esterilidad y las manipulaciones tecnológicas para lograr la concepción y gestación
"asistidas".

Reconocer que las mujeres no pueden ser ajenas al control de sus cuerpos es un paso
fundamental desde la perspectiva de los derechos humanos básicos.

Ambas partes en una pareja, tendrían que participar en la decisión sobre el cuándo y el
cómo de la concepción y la gestión de sus hijos/as. De alguna manera, los derechos
reproductivos de las mujeres que gestan tienen que ser compartidos por quienes no
gustan, pero asumen responsabilidades la mater/paternidad.

Existe un grupo de hombres preocupados por cambiar prácticas tradicionales,


convencidos de que los roles predefinidos en el estereotipo y en el deber ser masculino.

La conquista de tales derechos y el ejercicio de estas responsabilidades no son sencillos


ni están asegurados. Hay una traba cultural: la socialización de género y la identidad de
las mujeres que siguen estando fuertemente asociadas a la maternidad, el control de la
sexualidad y capacidad reproductiva. También existe una traba material e instrumental:
sólo es posible decidir con autonomía sobre la propia sexualidad y la reproducción
cuando existen las condiciones mínimas en términos educacionales, económicos,
sanitarios, de calidad de vida y de acceso a servicios para hacerlo.

La violencia doméstica.

Los derechos humanos en la familia

La violencia doméstica es claramente una violación a los derechos humanos básicos. Es


un tema secreto y vergonzoso, los únicos testigos son los propios miembros de la
familia, que mantienen el silencio. Solo se detectan los casos más obvios: el
descubrimiento de un cuerpo, marcas de golpes.
22

Se trata de conductas aprendidas, enraizadas en las relaciones desiguales entre


hombres y mujeres, conductas que en la organización familiar patriarcal apuntan a
afirmar el poder del hombre.

La evidencia indica que hombres golpeadores y mujeres golpeadas son, en su mayoría,


personas que provienen de familias violentas, que no han estado expuestas a otras
formas de relaciones, por lo cual consideran la violencia doméstica como algo natural.
Sin duda, se trata de conductas que pueden ser modificadas.

Dada la estructuración jurídica y cultural de la sociedad, existen barreras para que el


Estado penetre y actúe en el ámbito “privado” de la familia.

En el paradigma dominante de los derechos humanos, los derechos civiles y políticos de


los individuos se sitúan en la vida pública. Por lo cual las violaciones de estos derechos
en la esfera privada de las relaciones familiares quedan fuera de la intervención estatal.
Y la privacidad en la familia aparece como justificación para limitar la intervención del
Estado en esta esfera.

giuli: pág 89/110

En 1979, durante nuestra investigación sobre familia y vida cotidiana, nos encontramos
con una familia en un barrio obrero de Buenos Aires. Aunque habíamos acordado
entrevistarlos periódicamente, a su llegada no obtuvimos respuesta. Finalmente, la
puerta se abrió y un hombre de unos 35 años se disculpó, explicando que tenían miedo
debido a la presencia ocasional del ejército que rodeaba el barrio y prohibía la salida de
las casas. Los soldados visitaban las casas para verificar los pagos y buscar visitantes.
Por razones de seguridad, decidimos no incluir a esta familia en nuestra investigación.

La familia en las políticas de la memoria


En Argentina durante la dictadura militar y el terrorismo de Estado (1976-1983) ha tenido
un papel importante. El gobierno militar se auto proclamó como el salvador de la nación
y buscó devolver el orden y la paz a través de la protección de la familia. Los militares
utilizaron la metáfora y la imagen de la familia para establecer un vínculo directo entre
la estructura social y su raíz biológica, promoviendo la consolidación de la unidad
familiar y enfatizando los roles y valores familiares. Asimismo, se atribuyen derechos
exclusivos sobre la moral y el destino de los ciudadanos, representados como niños que
necesitaban la disciplina de un padre fuerte.
23

El gobierno militar intervino en la privacidad y la intimidad de las familias argentinas a


través de una política sistemática de represión clandestina, que implicaba secuestros,
torturas y desapariciones. Miles de familias fueron afectadas, con bebés siendo
apropiados y entregados con identidades falsas. Ante esta situación, los familiares de los
detenidos y desaparecidos se organizaron en distintas agrupaciones, como Familiares
de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Madres de Plaza de Mayo, Abuelas
de Plaza de Mayo, etc.

Estas organizaciones entraron en la esfera pública para exigir justicia, verdad y


memoria, utilizando el parentesco como base para sus demandas. Tanto el gobierno
militar como el movimiento de derechos humanos hablaban en términos de lazos
familiares, pero con orientaciones y objetivos contrapuestos. Para el gobierno militar, la
familia representaba control y autoridad, mientras que para el movimiento de derechos
humanos, era una manera de desmentir la imagen de "mala familia" que querían
transmitir, presentando a las víctimas como personas normales que vivían en armonía.

La lucha de estas organizaciones implicó romper la barrera entre la vida privada y


pública, llevando los lazos familiares y los sentimientos personales a la esfera pública. A
pesar de las diferencias y conflictos, ambas partes utilizaron la familia como punto de
referencia, ya sea para mantener el control y la autoridad o para justificar la acción
pública y desafiar la estigmatización de las familias de las víctimas.

En resumen, durante la dictadura militar en Argentina, la familia jugó un papel central


en las políticas de la memoria. El gobierno militar utilizó la imagen de la familia para
promover la unidad y protección de la nación, mientras que el movimiento de derechos
humanos utilizó el parentesco como base para sus demandas de justicia y verdad.
Ambos lados se valieron de los lazos familiares, pero con objetivos opuestos. Esta lucha
por la memoria rompió la frontera entre la esfera privada y pública, llevando los asuntos
familiares al centro del debate público.

Búsqueda de las abuelas, pruebas de adn y las identidades recuperadas


24

Durante la dictadura militar en Argentina, miles de personas fueron secuestradas y


desaparecidas, incluidos niños y niñas que fueron llevados junto con sus padres.
Algunos de estos niños fueron devueltos a sus abuelos, pero no siempre. También se
secuestraron mujeres embarazadas, y se descubrió que eran mantenidas en centros
clandestinos de detención hasta que daban a luz para luego separarlas de sus bebés y
hacerlas desaparecer. Estos niños y niñas se convirtieron en "botines de guerra",
apropiados ilegalmente por los secuestradores o entregados a otras personas
relacionadas con el régimen represivo.

Las Abuelas de Plaza de Mayo se organizaron en 1977 y comenzaron a buscar a sus hijos
e hijas desaparecidos/as, al mismo tiempo que intentaban encontrar a sus nietos/as. Se
dieron cuenta de que algunos de los niños y niñas secuestrados/as o nacidos/as en
cautiverio no habían sido asesinados y que sus identidades habían sido cambiadas. Para
ayudar en la búsqueda, se desarrollaron técnicas de estudios genéticos que requerían
pruebas sanguíneas y genéticas basadas en parentesco de segundo y tercer grado.

Después de la transición al gobierno constitucional en 1983, se estableció un Banco


Nacional de Datos Genéticos donde los familiares podían depositar material genético
para futuras pruebas. Se creó la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad en
1992. Hasta la fecha, se han resuelto más de cien casos de restitución de identidad.

El proceso de restitución de identidad es complejo y abarca lo legal, lo psicológico, lo


científico y lo social. Además del aspecto judicial, también se deben abordar las
cuestiones subjetivas y traumáticas de cada caso. La lucha por la verdad y la justicia
también involucra los reclamos de la familia del desaparecido/a y la aspiración de la
sociedad en su conjunto.

Después de más de treinta años, los niños y las niñas secuestrados/as y nacidos/as en
cautiverio son ahora adultos jóvenes. Las Abuelas de Plaza de Mayo han dirigido sus
campañas a estos jóvenes, ofreciéndoles ayuda para descubrir su identidad. El apoyo
social y cultural hacia las Abuelas y su labor es evidente, siendo el banco genético y las
pruebas de ADN herramientas fundamentales para esta tarea. Sin embargo, surge la
pregunta de si los niños y niñas secuestrados/as y adoptados/as tienen alguna familia.

Familismo, materialismo y la genética

El familismo y el maternalismo son fenómenos significativos en la vida política y cultural


de Argentina. La importancia de los lazos familiares en la lucha por los derechos
humanos ha sido fundamental, ya que solo las víctimas y sus familiares directos son
considerados afectados legítimos. Sin embargo, esta prominencia del familismo y el
maternalismo plantea dilemas en términos de la igualdad de participación en el debate
público y la legitimidad de otras motivaciones políticas.
25

Estas tendencias tienen sus raíces en la historia cultural y política del país. La Iglesia
católica ha sido un actor importante en la promoción de la familia como la célula básica
de la sociedad, y también ha fomentado la importancia de la maternidad a través del
marianismo. Además, la inmigración europea ha contribuido a una ética familiar
arraigada en la solidaridad y la responsabilidad mutua.

El familismo se basa en la solidaridad personalizada y particularista, lo que implica la


existencia de vínculos personales en las relaciones de solidaridad. Estos vínculos
pueden ser jerárquicos o basados en redes familiares patriarcales, así como en
relaciones de patronazgo personalizado en la esfera pública y política.

El familismo en la vida pública y política choca con la construcción de una cultura de


ciudadanía universal igualitaria basada en principios impersonales de ley y derechos.
Esta tensión ha estado presente en Argentina durante todo el siglo XX, y se exacerbó
durante el período dictatorial cuando se negaron los derechos de ciudadanía y las
víctimas fueron consideradas seres extraños a ser destruidos. Como resultado, los lazos
familiares se convirtieron en los únicos vínculos que sobrevivieron en la esfera pública
en relación con el pasado reciente.

En relación con esto, la prueba genética ha jugado un papel importante en la


recuperación de niños secuestrados y en la restitución de su identidad. Sin embargo,
esto plantea una paradoja en términos de tensiones entre la genética y la cultura. La
genética se está volviendo cada vez más relevante en temas familiares, pero el
parentesco y la familia son principalmente lazos sociales y culturales. ¿Cómo pueden las
sociedades conciliar estas dos claves normativas?

La voz familiar en la esfera pública también plantea cuestiones de legitimidad y verdad.


Existe el peligro de que la legitimidad se base en la experiencia personal de sufrimiento
corporal, lo que puede llevar a una exclusión de otras voces y a un monopolio de la
memoria y la verdad. Esto refuerza el papel de los lazos genéticos en la responsabilidad
pública y puede obstruir la ampliación del compromiso social y la reinterpretación de
las experiencias colectivas transmitidas.

familia y políticas públicas

La existencia y funcionamiento de la organización doméstica y la familia son


fundamentales tanto en el plano microsocial de la división del trabajo intrafamiliar como
en el de las políticas sociales. Frente a la idea de la "crisis" de la familia, se plantea la
necesidad de intervenciones públicas para "salvarla", pero estas demandas suelen venir
de la tradición y la religión, enfocadas en fortalecer un único modelo de familia basado
en la pareja heterosexual monogámica y sus hijos/as.
26

En cambio, es necesario pensar en intervenciones públicas hacia la familia desde una


perspectiva que promueva la democracia y la igualdad. Para ello, se debe incorporar la
igualdad de género como criterio fundamental en las políticas públicas para revertir
situaciones injustas. Asimismo, es necesario intervenir en el ámbito familiar para
proteger los derechos humanos que a menudo son violados en la vida privada. Sin
embargo, esta intervención debe equilibrarse con la protección de la privacidad y la
intimidad.

Además, es importante considerar la relación entre la familia y las políticas de equidad e


igualdad a largo plazo. La institución familiar tiende a transmitir y reforzar patrones de
desigualdad, por lo que se necesita una acción afirmativa por parte del Estado y de otras
instancias de intervención para lograr una dirección más equitativa.

También se debe tener en cuenta que la institución familiar puede perpetuar privilegios
o reproducir círculos viciosos de pobreza, marginalidad y violencia. Por lo tanto, se
requiere la intervención de instituciones extra-familiares para promover la equidad
social y disminuir las desigualdades sociales. Esto incluye acciones afirmativas por parte
del Estado a través de políticas fiscales y sociales.

El Estado y la regulación de las familias

En este texto se analizan las transformaciones en las familias a lo largo del tiempo y se
plantea si las normativas y regulaciones estatales se adaptan a los cambios sociales o
resisten a ellos. Se compara la situación de los países nórdicos, especialmente Suecia,
con la de América del Sur, donde ciertos actores políticos conservadores y patriarcales
frenan cambios legales y censuran opciones en las prácticas sociales.

Se destaca que existen desfases entre las normativas reguladoras de la familia y las
prácticas sociales, especialmente en la formación y disolución de vínculos de pareja, los
derechos reproductivos y sexuales, y los derechos civiles. A partir de la década de 1980,
el pensamiento sobre la ciudadanía incluye los derechos de las mujeres y la libertad de
opción sexual, impulsados por el movimiento feminista. Esto genera presiones
internacionales para ratificar tratados sobre igualdad de género y derechos de las
mujeres.

El nuevo paradigma del reconocimiento de derechos sexuales y reproductivos tiene


implicancias en la educación sexual, la libre opción sexual, el control del propio cuerpo
y las prácticas reproductivas. Sin embargo, estas visiones generan intensas luchas
políticas, ya que algunos sectores sociales defienden una visión tradicional de la familia
y se oponen a estos avances.

Estos debates políticos y cambios en las prácticas sociales ocurren en un marco


económico y político particular. Aunque los gobiernos constitucionales y las
27

instituciones democráticas de los años noventa favorecieron el avance en la legislación


y políticas de derechos humanos, existieron límites impuestos por grupos
conservadores y políticas neoliberales. Aunque se han dado cambios políticos
significativos en la región desde el comienzo de este siglo, los nuevos regímenes
políticos de América del Sur no han adoptado una agenda de igualdad de género o
ampliación de modelos familiares aceptables.

La relación entre las familias y las políticas sociales de cuidado y bienestar es de vital
importancia. Sin embargo, muchas veces las políticas públicas no tienen en cuenta las
transformaciones que han ocurrido en las familias, lo que resulta en una carga adicional
para las mujeres. Las mujeres han asumido históricamente la responsabilidad de las
labores de cuidado doméstico, pero también han ingresado al mercado laboral, lo que
genera desafíos para conciliar estas responsabilidades. Además, el envejecimiento de la
población aumenta la demanda de cuidado por parte de las personas mayores. Frente a
estas transformaciones y la falta de capacidad de cuidado por parte de las familias,
entran en juego otras instituciones como el mercado, el Estado y las organizaciones
comunitarias. Cada una de estas instituciones tiene un rol en el cuidado y el bienestar, y
diferentes modelos de cuidado privilegian a una u otra institución.

En muchos casos, la familia se ve obligada a compensar los fracasos de las políticas


estatales, pero también hay ocasiones en las que el Estado compensa las desigualdades
provocadas por el mercado.
Históricamente, la provisión de servicios públicos de cuidado ha estado ligada a la
participación laboral de las mujeres, pero las diferencias de clase social hacen que las
experiencias varíen. En los sectores populares, las familias extensas comparten
responsabilidades de cuidado, mientras que en los hogares de ingresos altos se contrata
servicio doméstico y se envía a los niños a guarderías privadas. La provisión de servicios
directos de cuidado por parte del Estado puede ser una estrategia para aliviar la carga
familiar y desfamiliarizar el cuidado. Sin embargo, existen desafíos ideológicos, como la
privatización de servicios públicos y la re tradicionalización de roles de género.

En términos de políticas estatales, existen diferentes enfoques, desde proveer subsidios


a las madres hasta proveer servicios directos como guarderías y cuidado de ancianos. Es
importante reconocer que las demandas públicas de las mujeres desde la maternidad
pueden reforzar roles de género tradicionales, pero también pueden politizar el
cuidado.
La conciliación entre familia y trabajo se enfoca principalmente en el cuidado infantil, y
es importante explorar quién es el sujeto de estas políticas y quién queda excluido. Para
lograr un cambio paradigmático en este tema, es necesario fomentar la
corresponsabilidad social entre hombres y mujeres, y entre las diferentes instituciones.
28

La violencia de género: las mentiras del patriarcado.


Prólogo.
● Un libro sobre la condición de las mujeres, víctimas consuetudinarias de toda
clase de violencias,
● Liliana conoce en profundidad los hilos que constituyen el tejido productor de
este libro. Ilustra desde cuándo y sobre todo cómo, el lugar ocupado por el “sexo
femenino” ha sido asignado por el dominio social y cultual masculino, dominio
que ha atribuido a las mujeres ser esencialmente “naturaleza”, un supuesto que se
contrapone al significado transformador y trascendente de la condición de los
varones.
● El sistema patriarcal es un régimen de exclusiones que está en la base de toda
sociedad y que, lejos de disminuir sus efectos con la expansión de la modernidad,
resultó más constrictor si nos atenemos al cuadro involutivo del siglo XVIII al XIX
en los países occidentales.
● Temas importantes del texto: estadios de violencia tras formulas de amor - limit
de la acción judicial frente a las víctimas - el ideal de belleza femenino -

Palabras preliminares: los mentirosos del patriarcado


● Entre las muchas estrategias que el patriarcado ha desarrollado, sin duda, una de
las más poderosas es la de tener la capacidad de interpretar la realidad (no solo
condicionarla y dirigirla), y de ese modo otorgarle un determinado significado.
● Con dos objetivos: por una parte, resolver de manera beneficiosa el “conflicto”
puntual que se haya podido producir, y por otra, reforzar la construcción cultural
que le permite comportarse de ese modo. (remite a la construcción del discurso
de saber y poder del cual foucault habla)
● Y para actuar de esa manera con eficacia y sin levantar muchas sospechas que
pudieran llevar a alguna reacción crítica, lo que los hombres han hecho a lo largo
de la historia ha sido construir su cultura sobre las referencias masculinas y
tomarlas como universales. En cambio, “lo de las mujeres” lo han dejado como
algo propio de determinados contextos relacionados con lo doméstico y lo
familiar a través del cuidado y del afecto.
● Esa construcción artificial e interesada, luego la han asociado a “lo natural”, como
si fuera algo dado por la propia Naturaleza y bajo una especie de mandato divino,
y todo ese desorden introducido lo han presentado como “orden”.
● Han establecido esta mentira como verdad única.
● Cuando se establecen relaciones entre esos hombres y esas mujeres se toman las
mentiras como verdad, y se acepta como verdadero que la desigualdad con el
hombre como figura de autoridad y las mujeres figura de sumisas.
● Y todo ello sucede porque es el hombre y su mirada quien actúa e interpreta la
realidad a partir de las referencias de su patriarcado de mentira hecho verdad, y
así da significado a la realidad según le interese.
29

Introducción.
A pesar de esas noticias de muertes y del aumento de mujeres que denuncian estar
sometidas a diferentes expresiones de violencias, se insiste en nuestra sociedad –y en
otras– en la idea de que mujeres y varones hemos llegado ya a la igualdad y que,
entonces, las argumentaciones acerca del valor de los feminismos y el periodismo
especializado en los derechos humanos de las mujeres han perdido razón de ser.
Renovadas, las mentiras del heteropatriarcado logran que otra vez compremos espejitos
de colores. (Esto nos quiere hacer creer nuestro presi Milei!!)

La jurista Alda Facio explica que la mayor parte de los mecanismos que se han
establecido para hacer valer los derechos humanos se han desarrollado a partir de un
modelo masculino; así, las necesidades y circunstancias específicas de las mujeres se
excluyen y esto tiene un efecto discriminatorio, aunque que no se vea de forma
explícita.(esto sucede también en la investigación, los diagnósticos, la psicologia)
- La historia de las civilizaciones no registra la misoginia como una discriminación
sino como una natural construcción de sentidos comunes.
- Y esa naturalización de la prohibición está incorporada en la subjetividad de
estas personas, mujeres que todavía hoy nacen “sabiendo” que hay un mundo con
privilegios que será para los varones y otro, muy diferente, para ellas.
- Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las mujeres
realizan el 66% del trabajo en el mundo, producen el 50% de los alimentos, pero
solo reciben el 10% de las ganancias y apenas son dueñas del 1% de las
propiedades. Si buscamos en los periódicos secciones como política, economía,
deportes es difícil responder a la pregunta: ¿y las mujeres dónde están?

El mayor éxito del heteropatriarcado universal ha sido convertir a la mayoría de las


mujeres en sus mejores voces más allá del lugar que ocupen en la sociedad. ¿Y por
qué? ¿De qué otro modo podría ser?
Mientras estemos convencidas de que hay cosas que “ellos” deben hacer mejor y
otras para las cuales “nosotras hemos nacido”, como cuidar, maternar, amar al prójimo,
intuir, manejar electrodomésticos, el cambio seguirá estando lejos.
Como ejemplo recordemos que fueron muchas congéneres las que se opusieron al
derecho al voto considerándolo un desatino en tiempos de las llamadas “sufragistas”, o
suelen ser las mujeres las que con más virulencia se oponen a legalizar el aborto
aunque sean muchas otras mujeres las que sufren maternidades forzadas, e incluso
mueren por no acceder legítimamente a él. Con esto quiero señalar que en un sistema
que nos obliga a pensarnos en términos de “ellos o ellas”, “quién gana y quién pierde”,
“quién decide”, “quién es jefe/jefa de hogar”, pensarnos con otros modos o formas de
resolver conflictos es un desafío que da vértigo, pero que es necesario afrontar para
lograr una democracia real donde las mujeres dejen de ejercer una ciudadanía con
derechos limitados o sin derecho alguno. Y donde los varones y las instituciones ya no
naturalicen el ejercicio de ese poder. (iglesia!!!, estado, política, económica)
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- La sensación de estar protegida por un varón en un vínculo heterosexual sigue


siendo el ideal romántico, el canto de la sirena, la mentira patriarcal. El propósito
del heteropatriarcado no es cuidar a la mujer de los peligros exteriores sino
cuidar el patrimonio que le pertenece... para que siga perteneciendo. Es ante la
amenaza de perder ese poco explícito título de propiedad que se producen los
verdaderos peligros.
- El intento de igualar machismo y feminismo es una expresión de
desconocimiento, en algunos casos, o una estrategia judicial, en muchos más,
como veremos en los diferentes capítulos de este libro. En ambos casos, está al
servicio de negar lo obvio: que el machismo mata y que jamás en la historia se ha
cometido un ataque ni ha habido una muerte en nombre del feminismo.
- La desigualdad se esconde en los pliegues de lo naturalizado y es convertida en
jerarquía.

Por el contrario, el feminismo es considerado como el movimiento pacifista más


revolucionario de todos los tiempos, es un posicionamiento y una práctica política
inclusiva profundamente igualitaria que sostiene que los derechos de las mujeres,
histórica e injustamente negados o invisibilizados, son imprescindibles para la
construcción de una sociedad verdaderamente democrática.

Ciudadanía de baja calidad


Contexto, historia y memoria.
Las violencias contra las mujeres son consecuencia de una multiplicidad de factores
que se expresan también de múltiples maneras. Una de ellas es negar la participación en
la historia de ancestras que fueron heroínas y de sus gestas emancipadoras. Esa
negación es un síntoma sistemático que se potencia en el uso exclusivo del lenguaje,
alegando una regla gramatical absurda que asegura que en castellano el masculino es
universal y, por tanto, es inclusivo y abarcador.

Algunos hitos en un largo recorrido.


A lo largo de la historia siempre hubo personas, mayoritariamente mujeres, que
lucharon por modificar las situaciones injustas para sí mismas y para otras. La ausencia
en el registro histórico de esa participación tiene sus efectos, el borramiento produce la
fantasía de la eterna inauguración porque se desconoce que ya alguien, alguna vez, puso
esa piedra inicial y, de este modo, se oculta tanto la antigüedad del sistema como los
intentos por cambiarlo.

Páginas 29 en adelante hitos de mujeres históricas heroínas.

Definiciones de conceptos imprescindibles.


-“CIUDADANIA” desde una perspectiva feminista y con algunas preguntas claves:
¿tenemos las mujeres todos los derechos?
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¿Cuáles son las condiciones requeridas para acceder a la ciudadanía? ¿Cuáles son sus
prácticas deseables? ¿Qué construcción democrática compartimos como ideal?
Una definición clásica y muy general podría decir que el Estado garantiza una serie de
derechos a las personas que cumplan ciertos requisitos, y estas toman esos derechos y
dan cumplimiento a una serie de deberes, por lo que siempre se refiere a la
participación comunitaria en los asuntos públicos.

Si seguimos el pensamiento de Erik Geijer, historiador sueco que dice que la posición
de la mujer da a una sociedad la medida exacta de su grado de desarrollo democrático,
¿Cuál es el grado de desarrollo de nuestra democracia? ¿Dónde están y cómo es el
ejercicio de la ciudadanía para las mujeres en una sociedad androcéntrica y patriarcal?

-FEMINISMOS. Diferentes clases de feminismos.


-El feminismo negro, por ejemplo, plantea que es difícil separar la etnia de la clase y
de la opresión sexual. El varón blanco propietario es representante de la elite
dominante, es entonces la que puede hacer parecer su propia experiencia como la
representativa, la que habla como universal. De ese concepto se desmarca este
feminismo y señala con potencia las diferencias.
-El feminismo popular se diferencia del académico (europeo, blanco, de clases
medias), nace de las comunidades y reivindica el trabajo en el territorio.
-Feminismo académico, feminismo de las clases medias con acceso a educación,
feminismo de lesbianas, trans, bisexuales.

Patriarcado
Las diferentes teorías feministas utilizan el concepto de “patriarcado” para
dar cuenta de situaciones de dominación y de explotación, resignificando así la palabra
que designa a la sociedad de los varones como sujetos hegemónicos y protagónicos.
Confirmando su histórica misoginia, no es casualidad que la RAE nunca haya tomado
en cuenta el concepto “patriarcado” tal como es utilizado en los textos académicos del
feminismo, a pesar de su potencia.

Androcentrismo
Amparo Moreno propone el concepto de “androcentrismo” al indagar quién es el
sujeto histórico que ejerce su hegemonía en cada sociedad concreta y verifica que ese
sujeto hegemónico es masculino. Se propone, entonces, analizar las relaciones de poder
centradas no solo en el sexo sino también en otras variables como la edad, la etnia, la
clase social y la nacionalidad. El varón, como
centro del universo, establece, con la medida de su cuerpo y sus sensaciones, qué es
normal y qué no, y, con sus palabras, qué es o no correcto, así se mantienen, con pocas
excepciones, los discursos de un poder hegemónico que es impermeable a las demandas
de los no varones, sobre todo, en áreas como justicia, salud y educación, consideradas
los pilares de la democracia.
La RAE, que responde al poder hegemónico, que es patriarcal, miente con cierto
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descaro al asegurarnos la universalidad de ese masculino.


Un claro ejemplo de androcentrismo es la desestimación de síntomas en las mujeres.

- “No estamos locas” es la frase que lucen las remeras como respuesta a la ceguera
del poder médico hegemónico que receta ansiolíticos desde el estereotipo que
supone que las mujeres se quejan de más, tienen bajo umbral de dolor o que
buscan llamar la atención y, sobre todo, que conocen de sí menos que los
profesionales de la salud que las asisten.
- En la salud, la concepción androcéntrica ha generado y medicalizado cuadros
inexistentes; se patologizan, nombrándolas como si fueran enfermedades,
funciones naturales en el cuerpo femenino: menarca, menstruación, menopausia,
SPM (síndrome premenstrual), maternidad, lactancia, puerperio, cuyos efectos y
sensaciones, por ser inexistentes en los varones, son considerados trastornos
físicos o productores de trastornos emocionales. Esto impide articular políticas
públicas de prevención primaria. (Piénsese en vejez, que dimos como la crisis de
la mitad de la vida se estudiaba antes en funcion de la menopausia, con la idea de
que solo ocurre en las mujeres)
-
Obstáculos actuales. El espejismo de la igualdad
El “techo de cristal” y el trabajo doméstico devaluado, que sigue siendo invisible,
conforman una barrera difícil de atravesar, sobre todo por su condición de invisible,
pero está allí en un momento concreto en el que, a pesar de su preparación y
experiencia, o proyecto personal, en vez de crecer una mujer se estanca dentro de una
estructura laboral. En Argentina, el concepto “techo de cristal” referido al trabajo
femenino se empieza a utilizar alrededor de los años noventa. Es la Dra. Mabel Burin
quien lo desarrolla y lo amplía, preguntándose cómo es que “la sociedad patriarcal
construye semejante obstáculo para las carreras laborales de las mujeres y cuáles son
las condiciones de la subjetividad femenina que hacen posible tal imposición cultural”.
Describe así una superficie superior invisible que impide o dificulta avanzar sin que
haya leyes que lo expliciten, prohibiciones consensuadas ni dispositivos visibles, y es
por su invisibilidad, entre otras características, que recae “individualmente” en cada
mujer que suele expresar: “No puedo” y “No sé cómo hacerlo” en vez de “Mi condición
de mujer en un mundo machista es el impedimento”.
- Es importante tener en cuenta que la falta de modelo(s) no masculinos con que
identificarse se constituye en un dato ineludible para la construcción de la
subjetividad, por eso no es menor que las historias de las mujeres y disidentes
sexuales que logran vencer obstáculos y transformar el entorno afectivo y las
reglas del juego puedan ser conocidas.
-
El trabajo invisible
Termino una importante reunión de trabajo, miro la hora, son las 19 h, tengo que
apurarme, hay que sacar algo del freezer, si no, no sé qué cenaremos hoy. Mi hija va a
buscar a su hija al colegio, pasa por la verdulería, deja todo sobre la cocina, lleva a la
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niña a su clase de inglés, aprovecha para terminar un informe. Mi mamá le indica a su


empleada qué debe preparar para los próximos tres días, organiza las compras del
supermercado que hace con mi papá desde que ambos se jubilaron. Ella decide el menú.
Tres generaciones y una preocupación: ¿qué comemos hoy? (que fuerte)
Este recorrido se ha salteado mantener la casa limpia y ordenada, el lavado, el
planchado, las cuentas al día y la agenda escolar y médica que incluye odontología.

Estos roles nada tienen de naturales, aunque así se incorporen a la construcción de


subjetividades, es pura ideología patriarcal, un conjunto de representaciones, ideas y
argumentos que explican y, sobre todo, justifican situaciones de subordinación, no solo
por la acción en sí misma sino por la sensación de obligatoriedad que cae sobre las
mujeres y no roza a los varones.

No ser nombradas, una evidencia del poder del patriarcado


El lenguaje que usamos es importante, las palabras, no deberían decirse de igual manera
si hablan de ella o de él, porque ella y él no son lo mismo.
El lenguaje refleja el sistema de pensamiento colectivo y a través de él se transmiten
saberes racionales, sentimientos y modos esperables de comportamiento en cada
sociedad. El masculino no es universal, es masculino.
La decisión nunca es inocente, por eso lo señalamos como síntoma de una sociedad
heteropatriarcal y machista que toma como norma y medida de la humanidad lo
masculino (androcentrismo) diciendo que el masculino incluye lo femenino por su
condición de universal; una mentira patriarcal más que se consolida al expresarlo como
un dogma inmodificable y con una violencia simbólica de alto impacto, la especificidad
de las mujeres no existe en el discurso dominador.

Son necesarios para sostener las mentiras:


1. El “techo de cristal” y su aliado: la invisibilidad del trabajo doméstico.
2. La limitación de protagonismo y poder acerca de la propia vida que implica la
imposibilidad de acceder a la anticoncepción y al aborto sin trabas.
3. La dificultad de acceso al mundo judicial, que no es ni más ni menos que el obstáculo
para la apropiación de derechos para protección y reparación.
4. Para lograr la impunidad de los violentos se esgrime e instrumenta la valiosa
herramienta que es la presunción de inocencia, sin instituir la presunción de
credibilidad a la que deberían tener derecho las denunciantes.
5. La ausencia de discusiones parlamentarias que motoricen políticas públicas con
normativas necesarias para lograr la total eliminación de la división sexual del trabajo.

Capitulo 2: De la definición de “violencia doméstica” a la redefinición: “violencia


machista contra las mujeres”
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Años de trabajo tanto académico como territorial llevan al feminismo a redefinir lo que
inicialmente se denominaba “violencia familiar”, primero como “violencia de género”,
luego “de géneros” y, por último en la actualidad, con el concepto de “violencia sexista,
machista, contra las mujeres”, que es más contundente y claro, ya que individualiza en
su sola mención quien es la víctima, quien es el victimario y, con ello, las diferencias que
entendidas como jerarquías entre géneros, son productoras, a su vez, de otras múltiples
violencias.

Las décadas del 70 y 80 fueron de gran crecimiento de los movimientos de mujeres que
construyen y sostienen aquella primera denominación que visibiliza la violencia
doméstica o familiar. Era entonces, y lo sigue siendo, un concepto que posibilita que el
hogar, el ámbito que se suponía de máxima protección, era exactamente el lugar donde
mujeres, niñas y niños corrían los peores peligros, peores porque la invisibilidad impide
tomar recaudos y porque el daño lo produce quien dice amarnos. En el inicio de la
relación la mujer está confiada a un vínculo amoroso, “entregada” a esa ilusión de amor
que desde pequeña aprendió que sería el eje y el objetivo principal de su vida.

El imaginario colectivo sostenía entonces (y aún lo hace) que la idea de que aquello de
los malos tratos era el ámbito privado y personal que, debía resolverse entre las partes
involucradas, algo que la justicia patriarcal avala con sus sentencias al no incorporar aún
el concepto de la desigualdad estructural entre géneros ni sus consecuencias. La
situación empeora aún más al incluir judicialmente especialistas en mediación que,
eligen mantener la ilusión de estar frente a dos personas adultas que podrían resolver
sus “problemas” simplemente con señalar a cada quien cuál es la parte en la que es
responsable para que la modifique o, por lo menos, lo intente.

La desigualdad histórica y cultural hace imposible que algo se resuelva entre las partes
como si fueran pares, porque no lo son. Ser juzgadas en la aparente “igualdad de la ley”,
partiendo de posiciones desiguales no reconocidas como tales, coloca a la víctima en
desventaja y agudiza las inequidades. El mayor éxito del patriarcado es convertir a las
mujeres, sus principales víctimas, en sus defensoras/reproductoras, las mujeres crecen
con la convicción de que parte de su “naturaleza” es comprender y perdonar hasta lo
imperdonable y ser invisibles. El saber popular produce un deslizamiento del cuerpo a la
conducta, como si tener la potencialidad de engendrar (que no es igual a maternar),
implica el destino inexorable de intuir o adivinar las necesidades ajenas, aceptar y, por
último, perdonar.

Lenore Walker y el círculo de la violencia

Lenore Walker describe en 1979 el “círculo de la violencia”, un circuito que contiene tres
fases y que es cíclico e previsible incluso para la mujer violentada. Saber que esto
sucede puede ser el primer paso, pero de ninguna manera significa resolver el problema,
ya que no es solo un tema de la voluntad. Un niño golpeado o testigo de violencias no
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será necesariamente un golpeador, una mujer que conoce del tema no siempre logrará
evitar caer en un vínculo de esas características.

1) Ciclo de acumulación de tensión: él violento se molesta/irrita con o sin motivos y


genera un clima de inseguridad. Amenazante, aunque no haya amenazas explícitas, la
violencia emocional se instala, crea una ruptura con los ideales e inocula en la mujer
la sensación culposa de no estar haciendo lo que debe. La primera reacción de ella
es de desmentida (que es una defensa fallida, es decir, que no logra totalmente su
objetivo) expresándose en frases como “Ya lo sé, pero… no fue para tanto”. Así, la
primera víctima de la violencia simbólica es la confianza en las propias sensaciones y
la negación del propio miedo que intenta funcionar como alarma. El siguiente paso
es el intento de acomodación que la desmentida posibilita.

2) Explosión de la violencia: él descarga la tensión acumulada. Hay violencia física,


sexual y psicológica, separadas o juntas. La mujer victimizada corre más riesgos,
puede paralizarse frente al desorden subjetivo que produce el dolor, ya que quien
dice amarla y promete cuidarla, al mismo tiempo, la ofende, la humilla, la daña sin
que ella pueda explicar por qué, aunque lo intente con desesperación. La desmentida
como defensa se hace más difícil, las evidencias de la descarga de la violencia
impiden intentar argumentos del orden de “fue una exageración”, lo que sigue es
intentar comprender, perdonar, sobrevivir, y callar. Comienza una instancia que
incorpora el secreto “que nadie sepa” para protegerlo, para evitar la vergüenza o que
nadie impida que ella pueda seguir en la misión de comprender, o en la tarea de
ayudar y por último, perdonar, con la convicción de que en algún momento, ella
(poderosa en la fantasía) lograra con su amor incondicional que la tortura termine.

3) Fase de reconciliación o “luna de miel”: el violento pide perdón. Minimiza, justifica,


da razones, argumenta, pero sobre todo promete que no volverá a suceder porque,
por supuesto, la ama y jamás podría hacerle daño, que ya le está haciendo pero que
desmiente con la frase, el gesto, las lágrimas, la escena. La fase de reconciliación es
cada vez más corta, la violencia es cada vez mayor o más frecuente, que es lo mismo,
no hay alternativas ni negociaciones. Es una paradoja siniestra: cuanta más entrega
de si esa mujer, cuando más perdona y permite, las cruel es la reacción violenta.

Como si la violencia se alimentara de subordinación e incondicionalidad, mostrando


que, al revés de la creencia, cuanto más se da, en una relación sin reciprocidad, menos
se valora a quien da límites y mayor es el castigo que recibe. La sociedad patriarcal y la
justicia, niegan la gravedad de los hechos, desoyendo las denuncias; justifican al agresor
con argumentaciones biologicistas del estilo “los varones son violentos o posesivos y
celosos por naturaleza”, “ellas son muy frágiles y exageran o mienten”.

El aislamiento, el silencio de la víctima: éxito del victimario.


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El circuito de la violencia que Walker describe cuenta, para su mayor efectividad, con
múltiples aliados sociales.

1) Los vínculos primarios afectivos de la mujer son alejados por él, o por ella misma, por
diferentes razones, siempre aparentes. El no quiere testigos; “te quiero solo para mí”.
Ella accede, primero, porque necesita creerle y lo justifica pensando: “Él es posesivo
porque me ama”. Más tarde, por vergüenza de que la vean y noten algo diferente,
para ocultar las huellas visibles cuando ya hay golpes físicos; también como intento
(fallido) de evitar el enojo de él, cada vez más inmanejable.

2) La soledad y el aislamiento impiden generar redes, espacios de intimidad donde


hablar de lo que sucede, y, sobre todo, aumentan la convicción de que allá afuera
esto no les pasa a otras mujeres. “Me pasa esto porque no lo hago feliz”, “No sé como
hacer para que esté contento”, “No sé qué le pasa”, “No se que me pasa” y por último,
“Ya no se quien soy y no me lo pregunto”.

3) El cautiverio invisible al que la mujer está sometida abona a la mentira patriarcal


convertida, en compartido sentido común: “Ella se queda porque quiere” o peor aún,
“Se queda porque le gusta que la fajen” como contracara de “Él la quiere, pero a
veces no se puede controlar, en el fondo no es mal tipo”. Como si quererla y odiarla
tanto como para matarla fueran compatibles. La eficacia de la mentira machista es
indiscutible.

4) Los hijos/as son protagonistas, no solo testigos, como se creyó durante mucho
tiempo. Ven, escuchan, se impotentizan, según sus edades generan sus propios
mecanismos de defensa y no tienen ninguna posibilidad de modificar la situación.
Detener a quien lastima, sobre todo, si es su padre o padrastro y defender a quien
está siendo lastimada (su madre) no es parte de sus posibilidades, aunque lo sea de
sus deseos.

No tomar dimensión del daño simbólico, emocional y el riesgo físico que producen, en
personas en crecimiento, el desamparo y el desamor de quien debiendo acompañar,
cuidar y ordenar hace todo lo contrario es parte de la trama en la que colaboran jueces,
juezas, medios de comunicación y, peor aún, asesoras/es de menores que en los
juzgados deberían cumplir un rol para el que, en general, no tienen adecuada formación,
por lo que perpetúan los estereotipos, garantizan la impunidad y la reproducción social
de los violentos.

La tendencia social dominante convierte estos asesinatos de mujeres en un fenómeno,


un suceso raro, excepcional, producto de la locura de un individuo que no pudo
controlarse o de un episodio de emoción violenta, un concepto que debería ser
erradicado de las argumentaciones que justifican socialmente a los asesinos, ya que
supone varones que no pueden controlar sus emociones y niega que:
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1) La inmensa mayoría de los crímenes de odio son contra niñas y mujeres y la inmensa
mayoría de los homicidas son varones.

2) Fueron proyectados, pensados, soñados por los asesinos con o sin cómplices. Sin
emociones violentas, con premeditación y alevosía.

Los movimientos de mujeres en el mundo y los estudios de géneros han puesto en


evidencia incontrastable que no se mata por amor, se asesina por odio y en el ejercicio
de un poder que justifica asesinar a la desobediente, cuando aquella que alguna vez
parecido, por su silencio, aceptar las golpizas o los insultos ya no lo hace y exige o
pretende recuperar el dominio sobre su vida, su deseo, su palabra o su dinero.

Algunas definiciones sobre feminicidio y femicidio

En el Diccionario de estudios de género y feminismo, compilado por Susana Gamba


(2007), dice: El concepto de “femicidio”: asesinato misógino de mujeres y niñas. Permite
entender la muerte de mujeres a manos de esposos, amantes, novios, pretendientes,
conocidos o desconocidos, así como las muertes de mujeres en abortes ilegales o por
negligencia no son producto de situaciones inexplicables, de conductas patológicas o de
casualidad. Por el contrario, estas muertes de mujeres son el producto de un sistema
estructural de opresión.

El feminicidio es descrito, como un homicidio donde claramente la víctima es una mujer


y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten
atentados violentos contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de niñas y
mujeres.

Laberinto de la denuncia, exclusión, la función del Estado.

En Argentina, pese a la perseverancia de los reclamos y de las leyes que señalan la


importancia de las estadísticas para la adecuada promoción de políticas públicas,
carecemos de números oficiales y de tipificación de sanciones, a pesar de estar ambas
previstas en la ley 26485 (Ley de Protección Integral para Prevenir Sancionar y Erradicar
la Violencia contra las Mujeres). Con el regreso de la democracia llegó la
institucionalidad para grupos de mujeres que trabajaban la problemática de las
violencias, entonces enfocadas, principalmente, a la agresión física.

Por aquella época, las organizaciones alentaban a las mujeres en riesgo a denunciar, a
hablar, a animarse a salir del aislamiento. Se había idealizado el dispositivo de denuncia,
animarse e ir a la comisaría/juzgado parecía la clave para terminar con el circuito de la
violencia. Del silencio a la denuncia se caminó el primer intento valioso hacia la
visibilidad. Sin embargo, en la medida en que la denuncia no sea recibida por quien, y
como corresponda, si la víctima debe volver al hábitat común con el denunciado, que,
además, ya se enteró de que ella hizo pública la situación secreta, aumentan
38

exponencialmente las zonas de riesgos, y, en definitiva, ella estará sola y, aunque


parezca paradójico, muchas veces, más desamparada.

Si logran que la escuchen y le crean, volverá a su casa con un papelito que dice que el
victimario violento está excluido del hogar y que no puede acercarse. Otras, la mayoría,
volverán sin nada, gracias a una justicia que pide pruebas de situaciones que se
producen sin testigos. Las medidas, que pueden ser restricción de hogar, impedimento
de contacto, cerco perimetral, no son suficientes, aún en los pocos casos en los que
están bien implementadas. Insistir en medidas que no dan resultado, cuando lo que está
en juego es la vida de las personas, habla del desinterés.

Es imprescindible, antes de aconsejar a una mujer que denuncie, asegurarse de que las
redes y el plexo jurídico funcionaran como la teoría indica que deben funcionar, porque,
no es esto lo que sucede. Cada día, una mujer es asesinada por un varón que considero
que tenía ese derecho. Una enorme mayoría de las víctimas había hecho una o varias
denuncias que fueron consideradas exageradas o falsas. Otro requisito de seguridad real
es hacer seguimiento sobre las denuncias que no se validan, porque las mujeres se
arrepienten y en el libro de actas solo dice: “Nunca volvió”.

Animarnos a cambiar los paradigmas

Refugios, botones antipánico, terapias y grupos de autoayuda, todo cae sobre la mujer
victimizada que debe hacerse cargo de su propia protección, mientras que el uso
patriarcal de la garantía, que ofrece la mala aplicación de la presunción de inocencia,
protege con un tiempo, siempre excesivo, de impunidad a quienes cometieron el delito
contra ellas.

Evitar el peregrinaje de las mujeres por comisarías, fiscalías y juzgados donde deberán
explicar la misma situación una y otra vez ante miradas incrédulas y sonrisas no es solo
proteger a personas en riesgo, es cumplir con la ley que habla de derecho a vivir vidas
sin violencias.

Estar en situación de riesgo grave, sometida a tortura emocional y física implica un


deterioro de las posibilidades subjetivas. Todas las energías y estrategias están puestas
al servicio de sobrevivir y no enloquecer. Las mujeres, se ven a sí mismas con los ojos
del maltratador: “Te pego porque no sos persona, sos un objeto de mi pertenencia”, “Te
puedo decir cualquier cosa porque primero logre que las creas”. Se suma una violencia
más, la de las instituciones que, buscan genuinamente protegerlas, les hablan en las
campañas, las sacan de su casa y las ayudan a esconderse en refugios anónimos, que las
salvan de los golpes en la emergencia, pero que les van a impedir por un tiempo,
contactarse con sus espacios y objetos.

¿No es paradójico y perverso que la víctima esté siendo castigada, sin contactos
afectivos que son suministros indispensables, sin su cotidianeidad, sin sus pertenencias,
y que el victimario mantenga sus rutinas protegido porque es un “presunto inocente”?
39

Otro de los dispositivos podría ser el botón antipánico, pero si es la víctima lo que tiene
que estar atenta tampoco es muy efectivo, tiene que tener el botón siempre, poder
apretarlo cuando percibe el riesgo y que haya señal en el lugar donde está, de lo
contrario, es inútil. Es el varón quien debería dormir en el refugio que se le asigne hasta
que se sustancie el juicio; es el varón quien debería limpiar, lavar el baño y hacer las
camas del refugio, es el varón quien no podrá dejar de asistir económicamente a su
familia, ya que este sistema preservará las condiciones laborales de ambos. En la casa,
ella y los niños. En el refugio, él.

Quien pone en peligro a otra persona es quien debe ser controlado por una sociedad
que está decidida a hacerse cargo, es el denunciado por violento quien debe cumplir
normas y requisitos que se alejen y controlen la amenaza y el riesgo. Es quien está
siendo amenazada quien debe sentirse segura. Es la instancia que se ocupa del
cumplimiento de la ley quien debe imponer un orden que señala, que hay sanciones
efectivas para maltratadores y abusadores en una sociedad democrática y equitativa.

Cambiar de paradigmas es generar campañas dirigidas a los violentos que les digan a los
muchachos: “Si vas a pegarle a una mujer, respira profundo, asegúrate de que tomas
distancia y llama a este número. Si vos no podés frenarte, nosotros nos ocupamos”.

Capitulo 4: El amor Romántico

El amor romántico ha sido debate en las producciones teóricas de los feminismos, ya


que se considera un factor de gran incidencia en la reproducción de las violencias o
desigualdades que generan esas violencias.

El amor romántico debe ser analizado como un elemento clave del entramado
heteropatriarcal que produce efectos en la vida cotidiana.

Es una abstracción construida como si el flechazo de Cupido fuera ajeno a las personas
a las que les sucede. Sin embargo, el amor tiene roles de género internalizados por
efecto de la socialización que construye y perpetúa dos identidades, femenina y
masculina, como subjetividades dicotómicas, jerarquizadas y únicas posibles.

En Occidente, el amor es un eje central en la vida de las mujeres, que son vistas como
seres incompletos con una necesidad natural de amar y ser amadas, y un destino de
cumplimiento efectivo de maternidad.

El amor es un proyecto esencial en la vida de las mujeres que, desde medios de


comunicación, asocian a la idea de realización personal la búsqueda de la felicidad
amorosa. La invisibilidad de la tarea doméstica y subordinación a un proyecto, que
parece personal, pero depende de otra persona a quien amar, son claves a la hora de
pensar en la dificultad para acceder a la autonomía real.
40

Ser pareja es distinto a tener pareja, porque el capitalismo intenta convencernos de lo


contrario. Los feminismos coinciden aún desde sus diferentes posiciones teóricas, en
que la construcción patriarcal del amor romántico daña la autoestima, autonomía y
algunas cosas más de las mujeres. La idealización de la vida en pareja no logra coincidir
con lo que sucede en la realidad en una sociedad que agrava el individualismo y
favoreciendo el que ellas pueden

- El discurso amoroso del siglo XVIII convirtió al amor como un sentimiento


relacionado con la naturaleza humana y la relación entre los sexos, justificando la
distribución arbitraria de roles de género y poder entre ellos.
- Jane Austen vívidamente describe las humillaciones en el mercado, donde se
ofrecen situaciones de desigualdad con quienes ofertan. Los matrimonios
forzados en el rango de indeseables y el derecho primordial de cada quien a
elegir con quién compartir un proyecto común son atentados contra los
derechos humanos.
- Sin embargo, en muchos lugares del mundo, las niñas son forzadas a casarse a
edades muy tempranas, y las mujeres ayudan a ser "solteronas" y los hombres
avalan el trofeo.

La cultura androcéntrica y patriarcal que justifica las violencias por jerarquía de


géneros no ha sido desarticulada.

- La historia de la Revolución Francesa se remonta a los ideales de igualdad,


libertad y fraternidad que incluyen a las mujeres. En esa época, se abrieron
espacios empujados por protagonistas que aprenden a leer, a veces escondidos, y
acusaron libros, novelas y folletines por entregas de las que son ansiosas
lectoras.
- El heroína Olympe de Gouges, en la familia burguesa, se oponían a que las
muchachas leyeran novelas de Zola o Maupassant, porque la sociedad coincidía
en que una joven, si es honesta, no debe leer esas cosas que producen sueños,
deseos y fantasías inadecuadas. El siglo XX trae un aumento importante de
literatura "rosa", se expande la prensa del corazón y después de la Segunda
Guerra Mundial aparecen las fotonovelas.
- La historia de Anna Karenina y Madame Bovary, como Nora Helmer, logró
liberarse y salir hacia algún lugar. La escolaridad formal es una regla para
socializarnos en otros paradigmas. John Stuart Mill pretende una educación en
igualdad porque entiende que, si bien las diferencias pueden ser atractivas en
algunos momentos, será reconocerse semejantes lo que podrá generar una
energía alegre, de construcción y apoyo recíproco.
41

A pesar de que el ideal de amor romántico nació en la burguesía para asegurar la


transmisión de los bienes en el seno familiar, es un modelo que calará a toda la sociedad,
incluyendo la clase proletaria sin bienes que proteger.

- Aleksandra Kolontái, aguda observadora de la historia, se enfoca en la cultura de


la vida y las culturas en general.
- La teoría feminista se refiere a la dominación patriarcal y la explotación de la
capacidad de las mujeres, como amor, servicios y reproducción.
- La doblegación de las mujeres no se impone desde la tiranía, sino que se ha
llevado a cabo a lo largo de la historia, alusión a lo virtuoso, socialmente deseable
y honrado, al amor.
- La dependencia se establece de una manera sutil y no despótica, y en los años
cincuenta, desde la literatura, la educación formal se responsabilizará de
enseñarles los íntegros valores femeninos, las revistas y la vender la feminidad.
- La sociedad de posguerra, en particular la estadounidense, se articuló en todos
los niveles y en todos los espacios para conseguir la adaptación de la mujer a esta
feminidad.
- Los años sesenta ponen el tema de la sexualidad de la mano y las ideas que se
oponen a las guerras y los mandatos. El amor se separa del sexo con más claridad
para las mujeres, porque para los varones esto no constituye jamás un dilema o
problema.
- La prueba de amor, que era hasta entonces el modo de denominar "la entrega de
lo más valioso" que una mujer otorgaba a un varón, su virginidad, empieza a ser
revisada como concepto y práctica.
- Las mujeres encontraron estrategias para resolver un entramado amoroso, ya
que las mujeres perdonan más las infidelidades por el ancestral mandato. Las
parejas que viven juntas sin necesidad de legalidades institucionales empiezan a
crecer cuantitativamente, y el matrimonio es posible para personas del mismo
sexo.
- En cada familia ampliada, se encuentran valiosas modalidades que muestran que
en Occidente el mandato "para toda la vida" no ejerce la misma presión.
- Amor y enamoramiento, monogamia, exclusividad, celos y fidelidad son temas de
debates entre las sociedades y las culturas. Simone de Beauvoir aborda la teoría
de "ser para el otro" para explicar la historia y el presente enfrentamiento a las
mujeres. Celia Amorós retoma esto para hablar de una identidad femenina
tradicional que desea servicio y responder a las exigencias del amante.
- Shulamith Firestone y Zygmunt Bauman argumentan que el romanticismo no es
más que un instrumento cultural de poder masculino, sino que mantiene a las
mujeres en la ignorancia de su condición. El amor es también un modo de
organizar la vida y es dañino si de verdad creemos que bajo su magia pueden
desaparecer las relaciones de poder y subordinación, marcando las jerarquías.
42

- El patriarcado ubica a las mujeres, que hasta muy poco carecían de voz y
conciencia plena, para llamar a sus propias cosas por su nombre, del lado de la
entrega absoluta como valor, de la renuncia como un don y de las emociones
cálidas contra los intereses económicos.
- Una mujer celosa es una desquiciada, mala, capaz de dañar, algo imperdonable
para la "naturaleza femenina", cuya misión es comprender, aceptar y perdonar.

- La liberalización de los hábitos sexuales, el lugar de insubordinación aceptado


para la adolescencia, los medios de comunicación y sus mensajes marcan ritmos
que cambian los modos de vincularse. Sin embargo, esa libertad no trae mayor
alegría, ya que ahora se baila solo o en una pista con mucha gente.
- La construcción patriarcal del amor romántico en Occidente desde la llegada de
la modernidad posibilita las violencias que se dan dentro de las relaciones de
pareja.
- Esto no se ejerce de manera aislada, sino que es producto de un sistema y una
estructura social, política y económica. La violencia machista solo puede
entenderse desde una perspectiva que incluya todas las variables del poder en un
sistema, ya que, si no existiera un territorio permeable en lo cultural, científico,
teórico, político, etc., no tendría lugar.
- La construcción patriarcal de la subjetividad femenina desempeña un papel
fundamental y resulta un indicador de vulnerabilidad.
- La construcción patriarcal de la subjetividad femenina desempeña un papel
fundamental y resulta un indicador de vulnerabilidad. La aferrarse a la vida en
pareja, aunque siendo perjudicial para ella misma, es una muestra de la
inseguridad que podemos sentir las mujeres ante un proyecto de vida propia
para el que no nos sentimos preparadas.
- Rosseau planteó las relaciones y "diferencias notables" entre hombre y mujer en
el Emilio, donde nadie queda afuera de esta construcción real de ciudadanía, que
no empieza y termina con el derecho a votar o con el permiso para habitar y
trabajar en un país determinado.
- La violencia en noviazgos jóvenes es una situación que aumenta cada vez más,
con frases y frases que justifican la violencia. Esto significa centrar la vida en una
persona en la fantasía y perder contacto con la familia y grupos de pares.
- En Argentina, el programa Noviazgos Violentos de la Ciudad de Buenos Aires
determinaron que la mitad de las mujeres adultas que conviven con parejas
violentas afirman que las situaciones de violencia tuvieron su origen en el
período del noviazgo.
- Los noviazgos violentos aumentan el riesgo de embarazo en la adolescencia,
porque las mujeres son obligadas a tener sexo y no quieran violaciones.
- Los informes advierten que aumenta el riesgo de suicidio, uso de sustancias
ilegales, desórdenes alimenticios y conductas sexuales riesgosas. La
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naturalización de estereotipos de género y esos mandatos culturales produce su


efecto concreto y sus consecuencias visibles. Las violencias en la pareja siempre
se han construido sobre los mitos del amor romántico.
- La potencia de los vínculos amorosos con amigas o grupos habituales en esta
etapa es críptico y cerrado para madres, padres y adultos en general. Detenerla a
tiempo es la única decisión correcta, no admite negociaciones y la salida siempre
es la ruptura y debe producirse en un contexto de máxima seguridad.

- La violencia en la pareja adulta es una sociedad que ayuda a la juventud a valor y


amor, y la violencia machista en las parejas mayores es invisibilizada. La edad no
es un límite estricto para una vida activa en todo sentido, y la violencia machista
está invisibilizada y es impulsada por la negación de la sociedad a reconocer a las
personas adultas como románticas, deseantes y activas sexualmente.
- La violencia machista es más recurrente en spots comerciales, publicidades y
revistas de la cultura popular, donde tanto las mujeres como los varones son
imaginados sólo ejerciendo su poder

- La escuela del siglo XXI es una educación libre de sexismos, con niños y niñas
acceso a buena literatura que alimenta la creatividad y la imaginación. El amor
romántico lleva conceptos de subordinación, raptos salvadores y enamoradas
salvadas, pero también lleva un mensaje de centralidad en la que las demás
cuestiones deben pivotar.
- La escuela es un escenario exogámico y es el primer afuera institucionalizado,
fuera de los límites de la familia. La construcción de un imaginario colectivo que
comparte sentidos comunes sostiene un ideario que no admite comparaciones
con la realidad.

La escuela, tanto pública como privada, es el primer escenario exogámico y es un


ámbito de socialización. El trabajo de las madresposas es invisibilizado y reproducido, y
el amor romántico no es puesto en cuestión. Los femicidios y las leyes que se
incumplen, desfinancian, o ignoran son la punta del iceberg del camino. La mentira del
patriarcado se institucionaliza en la escuela, se expresa en la adolescencia y se
fortalecen alrededor del mito del instinto maternal.

Capítulo 5: La maternidad, mandato, culpa y placeres.

Maternidades
¿Como se invento la maternidad?
Somos hijas e hijos de una madre, tenemos una idea acerca de la maternidad,
44

vivimos una infancia y una escolaridad con el tema incluido en juegos e ideologías de
maestras y cuentitos donde abundan madres buenas, madrastras malas y príncipes
bellos y rescatadores, aunque sigue siendo notoria la ausencia de padres.
Las publicidades nos muestran lo maravilloso y feliz que es ser madre, es decir,
muestran una parte pero hasta las notas periodísticas más serias omiten mencionar
detalles como cuántos son los hogares sostenidos por mujeres que se empobrecen
porque sostienen también económicamente a sus hijas/os, o qué dura es la tarea del
maternaje aun no estando sola.
El aislamiento es indispensable para que la subordinación sea efectiva y su efecto es
siempre aliado de quien ejerce el poder. Descubrir que esto “nos” pasa es salir del mundo
privado –“me pasa”– para sumergirse en el mundo público. Si nos pasa a todas, entonces
no es mi culpa.

La maternidad se construye en el imaginario colectivo, pero también en la


construcción de la subjetividad de mujeres y varones, como lo “natural”, lo que una
desea que se cumpla, mientras que la paternidad, la función paterna es una
construcción simbólica que no parece inherente a la condición masculina, no hay
deseo sino decisión de ser padre.

El concepto de instinto maternal.


¿Existe el amor maternal? Elisabeth Badinter demuestra en un libro que no existe un
instinto dado que la condicion de instinto es por su propia definicion universal y
ahistorica, y las mujeres que abortan, que abandonan, includso que asesinan o que
reconocen que no quieren a sus hijxs desmienten esa pretension de universalidad.
La idealización de la maternidad incluye una expectativa de acciones de buena madre
sostenidas por emociones de buena madre. Hay que hacer y sentir lo que la sociedad
espera de esa función naturalizada, esto incluye incondicionalidad amorosa sin rastros
de intolerancias ajenas al rol.
Propone que realmente un instinto maternal no existe, sino que se construye y se
inculca en la sociedad, pero que realmente no seria natural, sino que estaria
naturalizado.

De brujas malas a madres incondicionales


La caza de mujeres acusadas de brujas fue funcional a la construcción de un orden
patriarcal en el que sus cuerpos, su trabajo, sus poderes sexuales y capacidades
reproductivas fueron colocados bajo el control del Estado y transformados en recursos
económicos al servicio del sistema.
Por ejemplo, las mujeres mayores, al no poseer una tierra que cultivar, dependían
ahora de la ayuda estatal para subsistir. Se amplió el control del Estado sobre el cuerpo
de las mujeres, al criminalizar el control que ejercían sobre su capacidad reproductiva y
su sexualidad, las parteras y ancianas fueron las primeras sospechosas. Era muy
peligroso para familiares, vecindario o usuarios de los saberes de las mujeres acusadas
45

de brujería defenderlas. La mayoría de los acusados y condenados por brujería eran


parientes de las mujeres sospechosas.

El objetivo disciplinador fue absoluto para la sociedad en su conjunto, pero


particularmente para las mujeres. El hecho de ver a sus vecinas, amigas y parientes
ardiendo en la hoguera, sin razón comprobable, con público, como en una función teatral,
produjo el efecto deseado, ya que entendieron que cualquier iniciativa anticonceptiva,
abortiva o sanadora podría ser percibida por la autoridad como el producto de una
perversión o de un poder demoníaco que las llevaría al mismo lugar que ahora observaban
como espectadoras aterradas.

Se inicia el mito, que en el siglo XXI sigue vivo: el amor de la madre es puro instinto y la
criatura requiere de esa presencia de manera exclusiva e irreemplazable. El valor de la
autoridad paternal ya no es tan importante, ahora importa producir más seres humanos,
que serán la riqueza del Estado, y para eso se necesitan mujeres convencidas de su
destino y de que su realización personal será ser madres.

¿Cuándo se siente completa una mujer? Cuando se “realiza” como madre, cuando su
cuerpo florece y se embellece, y además será respetada, ya que nadie puede hacer eso
que ella sí puede solo por ser mujer. El mito se instala y, como otras mentiras
La apropiación del cuerpo de las mujeres
El resultado de la caza de brujas en Europa fue, para Federici, la creación de un
nuevo modelo de feminidad que implica una concepción, ahora devaluada, de la
posición social de las mujeres cuyos cuerpos fueron, primero, apropiados
simbólicamente como si fueran máquinas para la producción de fuerza de trabajo y así
se las colocó en una posición más subordinada, vital para la acumulación de capital.
La transformación del cuerpo en una máquina, la destrucción del poder de las mujeres y
su sometimiento para la reproducción de la fuerza de trabajo se logran gracias a la caza
de brujas.

Teoria del apego, colecho y lactancia sin limites.


Como en todas las otras mentiras con las que el heteropatriarcado logra domesticar
nuestras vidas, es imprescindible, en primer lugar, instalar un concepto construido
como inherente al sentido común para que, más tarde, y no casualmente, aparezcan
diferentes trabajos científicos que confirmen las ventajas de que la mamá, sobre todo la
mamá, esté pendiente del bebé.
Una vez más nos encontramos con el concepto tan temido: “Por tu propio bien” o “Por
el bien de tu bebé, que es... tu propio bien”.

Está claro que el apego, el colecho y la lactancia a demanda, sin fecha de vencimiento,
se refuerzan entre sí como himnos de amor y ocultan que son resistencia activa a los
otros himnos, cantos de libertad y autonomía de las mujeres, sean o no madres.
46

Las modas de la crianza enfocadas en mejorar el “ejercicio de la buena madre”, que


–dicho sea de paso– pocas veces incluye los consejos al buen padre, pasaron por
momentos en que la lactancia estaba cuestionada porque la mamá podría estar alterada
o nerviosa y entonces trasmitirle a su bebé el malestar a través de la leche de teta.

Para mantener este punto de la maternidad innata, nunca faltará un texto de Laura
Gutman amenazándonos con unos vaticinios espantosos porque no amamos al bebé
–repitiendo la historia– del mismo modo que no hemos sido amadas por nuestras
madres, es decir, nunca suficientemente, y siempre la responsabilidad es de las madres.
Algo que, sin embargo, según parece, podría resolverse haciendo algunas consultas. Con
lo que quedaría demostrado que a ser madre se aprende si una tiene los medios para
pagarlo.
Estas y otras modas de crianza contradictorias entre sí siempre han tenido como
destinataria privilegiada a una mujer en condición de madre, responsabilizada por la
cultura heteropatriarcal de la tarea de cuidado, alimentación y sostén emocional, lo que
fortalece por añadidura la idea de lo poco importante que es el papá o cualquiera
considerado “lo otro” en esta etapa.

Las mujeres, excluidas aún mayoritariamente del mundo de las decisiones donde el
poder se juega, usan su micropoder en el ámbito al que han sido destinadas. Pero, a
diferencia del poder real, este es ilusorio, su incidencia es relativa y, con seguridad, la
mayoría de las veces tiene fecha cercana de vencimiento.
La reina del hogar no reina, trabaja en una labor intensa que, al no ser reconocida,
tiene como recompensa una promesa de amor que no es poco pero no es todo y, como
todas las promesas, puede cumplirse... o no.
Se trata del sostén de otro ser humano, sobre todo, otro –no la continuidad de sí
mismas–, con todas sus funciones listas para desplegarse a su tiempo y con ayuda para
que, en el mejor de los casos, pronto exprese su necesidad de aire propio y esto sea
vivido como un paradigma de salud y no al revés, como un duelo que nos vacía.

Parir, amar, maternar.


El eslogan para la Semana del Parto Respetado del año 2016 fue: “Mi decisión, mi cuerpo,
mi bebé”. Desde su instalación en la agenda pública, cada año lleva un eslogan que marca
una preocupación, una denuncia, algo que debe ser modificado.
Parir es un momento trascendente, un punto en la línea de la historia, entender el amor
como un hecho político es poder pensar en una construcción permeable, dúctil, que
arma y desarma sus colores en la medida en que avanza, que no es siempre igual con
cada parto ni lo será con cada hija/o. El amor es una construcción que requiere
atención y disponibilidad, no heroínas resignadas y sacrificadas.

Ningún subsidio, ninguna jubilación de ama de casa (que, por otro lado, está entre las
mínimas, no entre las máximas) se compara con la autonomía que da el trabajo
remunerado, la empresa, la profesión, el estudio, el consultorio.
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Amar y criar es un derecho para quienes elegimos ser madres. Trabajar y tener
autonomía económica es un derecho para una ciudadana. No deberían ser
incompatibles.

Capitulo 6: Aborto, el derecho de las mujeres.

El aborto o “no madre”. El precio de no poder decidir.


En este recorrido en el que visibilizamos el intento de apropiación que del cuerpo de las
mujeres hace el sistema heteropatriarcal también debemos ubicar el impedimento que
tienen las mujeres a decidir voluntariamente la interrupción del proceso de gestación
en los países en los que todavía la práctica es ilegal.
No nos pertenece nuestro cuerpo si no podemos decidir. No somos dueñas de nuestra
vida si no podemos definir cómo, cuándo y con quién queremos ser madres. Ni lo somos
si para evitarlo no basta con nuestra decisión.

El ejercicio de la sexualidad es también, desde tiempos inmemoriales, escenario del


ejercicio de la violencia física y la dominación masculina muchas veces avaladas por
leyes patriarcales.

Expresar con claridad el no deseo de embarazo o de maternaje implica exponerse a la


crítica o al rechazo porque, entre otras cosas, interpela los mandatos sociales y los
saberes construidos que impiden constituirse a la no maternidad como un deseo y una
decisión válida y, sobre todo, feliz para algunas mujeres.

Hablamos del derecho de una mujer a que su propia decisión sea tenida en cuenta como
lo que es: válida, legítima y responsable, y que como tal sea respetada.
“Nosotras parimos, nosotras decidimos”, dicen los afiches con los que millones de
mujeres desfilan en el mundo en el que todavía no se ha legalizado el aborto.

- Los grupos antiderechos aman el cigoto y odian a las mujeres que deciden no
amar al
producto no deseado de un coito. Que se autodenominen “provida” es no solo
una mentira sino una hipocresía importante. Sienten desprecio por la vida de
jóvenes y adultas y no muestran ninguna consideración por bebés que nacieron
gracias a sus presiones y sus chantajes emocionales.

Castigo y disciplinamiento.
En todo el mundo y a través de la historia, las mujeres que saben, sienten, deciden
que no pueden seguir adelante con el embarazo corren el riesgo y abortan más allá de
las amenazas y prohibiciones. Hay, en este momento (2015), en El Salvador treinta y tres
mujeres presas, condenadas por homicidio, que pueden ser obligadas a cumplir hasta
treinta años en la cárcel.
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Capitalismo y mercado negro


Una consecuencia lógica y coherente en el sistema capitalista es que la criminalización
del aborto con pastillas crea un mercado negro no solo con precios sin razón de ser,
sino con el riesgo de que lo que se compre no sea lo que se dice que venden. Poder
comprar con receta en una farmacia es, en ese sentido, una garantía de calidad del
producto y de efectividad de la práctica.

La objeción de conciencia: el instrumento ético que la mentira patriarcal convierte en


instrumento de tortura
Es una estrategia utilizada por el activismo conservador –católico o evangélico– y de
todas las tradiciones religiosas que mantienen esta postura incluyéndola en sus
tradiciones de fe, pero también por profesionales que, sin estar inmersos en cuestiones
religiosas, no acuerdan ideológicamente con que una mujer decida libremente y, de
paso, evitan cuestionamientos de orden social o legal de colegas o superiores.

Capítulo 8: La violencia de género en los medios de comunicación


- La discriminación no solo se expresa en el modo en el que se las describe o en la
posición en la que se las ubica, sino en la poca o ninguna trascendencia que se da
a noticias nacionales e internacionales que permitirían asociar y producir una
mayor conciencia en relación a la universalidad del ejercicio del patriarcado
sobre la libertad y los derechos de las mujeres. Por ejemplo, en febrero de 2016 la
organización no gubernamental Human Rigths Watch ha criticado la decisión de
Irán de prohibir a las mujeres acudir, como público, a un torneo internacional de
vóley playa que se celebraba en el país. En su comunicado la organización ha
dicho que la decisión, tomada en contra de las promesas previas, «es un
decepcionante paso atrás en el acceso igualitario de las mujeres en los eventos
deportivos». La noticia no tuvo espacio en los medios locales.
- Cuando se habla de feminicidios, de abusos sexuales, de padres violentos que se
apropian judicialmente de sus hijos, se evita incluir el dato de que eso mismo
sucede con diferentes intensidades– donde sea que miremos, en cualquier parte
del mundo. Tal como dice Celia Amorós, contextualizar es politizar, es pasar de
anécdota a categoría para darle a estas noticias la dimensión estructural que
merecen. Poner en contexto implica relatar lo sucedido para producir la
construcción de lazos, asociaciones y referencias que nos saquen de la superficie
plana en la que intentan ubicarnos al presentar estas noticias como episodios de
la vida personal o privada.
- Cada paso desde que alguien en un equipo trae una propuesta hasta que esa idea
llega al público es trascendente, y el resultado final, la nota, el informe, la
entrevista, expresa una ideología, una finalidad y un objetivo, los contenidos que
se difundan desempeñan un papel fundamental en la consolidación de los
derechos democráticos.
49

- La representación en los medios de quienes integran la sociedad debería ser


justa y equitativa, cuando no lo es, lo que sucede es una reproducción del
sistema dominante y de sus intereses, que parecen ser los intereses de toda la
sociedad, pero no lo son. Los medios son agentes de producción de prácticas y
representaciones.
- El concepto de «libertad de expresión» es, generalmente, confundido con los
criterios de libertad de empresa que esgrimen los medios de comunicación y que
están más vinculados a la idea de libre mercado, idea que no admite demasiadas
regulaciones, ya que cualquier intento en ese sentido es rápidamente catalogado
por la hegemonía empresaria de los medios de comunicación como intento de
censura.
- La libertad de prensa queda entonces en manos de los propietarios de los medios
y así la información deja de ser un bien social, un bien común, para convertirse
en mercancía. El decreto 936/11 no prohíbe la prostitución sino la
comercialización de las mujeres a través de los avisos de oferta sexual en los
medios de comunicación masiva.
- Según la opinión de Carmen Argibay, integrante por entonces de la Corte
Suprema de la
- una desinformación prejuiciosa y estereotipada que supone que las mujeres
están en casa mirando la tele a la tarde y que los varones regresan a la noche de
sus trabajos. Los años y el trabajo del periodismo han permeado los límites que
antes eran estrictos pero la educación sigue siendo un tema de la tarde y el
aumento del dólar, un tema de la noche.

- El sentido común es una categoría social que se refiere a la creación de un marco


de interpretación que una sociedad comparte. Está sostenida por una ideología
patriarcal y produce la consolidación de estereotipos en relación al "mundo
femenino" y la conjetura, perjuicio, de cuáles son sus intereses. La pelea de la
sociedad civil por leyes que democratizan la industria de la comunicación es un
territorio de disputa de poder y negocios. La información no puede ser completa
si están ausentes, como protagonistas o destinatarias/os de la información, las
mujeres, la disidencia sexual, los pueblos originarios.
- La baja y homogénea representación de las mujeres en el periodismo cotidiano
no refleja sus aportes a la sociedad. Los medios podrían democratizar una de las
posibilidades de acceso a ciertos saberes, inexistentes hace un siglo. Los medios
audiovisuales e Internet llegan para poner la información al alcance de cualquier
persona, más allá de su condición socioeconómica o académica.
- El patriarcado no es un invento de los medios pero es innegable el aporte de
sostenimiento y perpetuación que producen, apoyado ideológicamente, entre
otros contenidos, por el alud de publicidades que merecen una separata especial
por sus características acentuadas de sexismo e impermeabilidad a las llamadas
de atención de los observatorios y defensorías que se ocupan de la temática y de
50

los reclamos de las organizaciones de mujeres tanto en nuestra región como en


Europa.

La escuela:
- La escuela del siglo XXI es una educación libre de sexismos, con niños y niñas
acceso a buena literatura que alimenta la creatividad y la imaginación.
- El amor romántico lleva conceptos de subordinación, raptos salvadores y
enamoradas salvadas, pero también lleva un mensaje de centralidad en la que las
demás cuestiones deben pivotar.
- La escuela es un escenario exogámico y es el primer afuera institucionalizado,
fuera de los límites de la familia.
- La construcción de un imaginario colectivo que comparte sentidos comunes
sostiene un ideario que no admite comparaciones con la realidad. La escuela,
tanto pública como privada, es el primer escenario exogámico y es un ámbito de
socialización.
- El trabajo de las madresposas es invisibilizado y reproducido, y el amor
romántico no es puesto en cuestión.
- Los femicidios y las leyes que se incumplen, desfinancian, o ignoran son la punta
del iceberg del camino. La mentira del patriarcado se institucionaliza en la
escuela, se expresan en la adolescencia y se fortalecen alrededor del mito del
instinto maternal.

__________________________________________________

Las mujeres como perdedoras del discurso mediático

- En 2010 no solo no hubo mejoras en la presencia cuantitativa de las mujeres en


las noticias, sino que quedó detenida en el 24%. Economía, política partidaria y
deportes parecen ser universos masculinos sin accesos facilitados para las
mujeres si nos guiamos por lo que los medios difunden, y por quienes los
difunden. Es obvio que las barreras invisibles que las empresas imponen al
periodismo con perspectiva de género tienen una incidencia directa en estos
resultados. Sin embargo, los lugares de decisión siguen siendo mayoritariamente
masculinos y las mujeres que llegan no suelen tener formación en estudios de
géneros e incluso se muestran tan despreciativas con esta agenda como los
mismos varones, gracias, entre otras cosas, a la ilusión de la igualdad.

- En Argentina, a diferencia de lo que sucede en otros lugares, hay también un


corte por edad para las mujeres. En el periodismo digital, de apariencia más
igualitaria, la representación de las mujeres no es mayor, lo que sí aumenta son
las reporteras ya que se contabiliza 42% en relación al 37% de los otros soportes.
51

- La ausencia de mujeres protagonistas y en funciones activas es la expresión de


un impedimento implícito a convertirlas en modelo y referencia de otras
personas que seguirán así construyendo modelos masculinos de referencia. Igual
que los héroes de la escuela, sería tiempo de cambiar, sobre todo, para que
cuando llegue el cuestionario anual acerca de quién es el periodista más
prestigioso haya en esos listados periodistas mujeres, varones, personas trans,
toda la comunidad lgbtq+ para elegir, ya que elegir entre pocas opciones no es el
problema, el problema es creer que son las únicas opciones.

- En esta fantasía de igualdad en la que nos movemos en nuestras democracias


occidentales no hemos logrado, después de más de treinta años de militancia,
que los feminicidios se detengan, que el abuso sexual infantil sea castigado, que
la brecha salarial se achique, que el «techo de cristal» se rompa, que la
conciliación laboral doméstica familiar sea equitativa y democrática, y tampoco
hemos logrado que estos temas lleguen a los medios tratados periodísticamente
como un problema tan grave como son, por ejemplo, la inflación o el desempleo,
de modo tal que quede clara la dimensión estructural de las violencias.

- Tal vez haya llegado el momento de preguntarnos qué paradigma hay que
cambiar y qué puede hacer el periodismo, en cualquiera de sus soportes, para
modificar realmente la calidad de vida de las mujeres, es decir, para fortalecer la
democracia.
- Si, además, las mujeres que denuncian son tratadas como sospechosas de
inventar, mentir, ocultar algo turbio, o las víctimas son tratadas por los medios
como responsables de lo que les sucede, como veremos en el ejemplo que cito al
final del capítulo, la violencia institucional y simbólica será invisible pero
altamente efectiva en sus objetivos.

____________________________________________________

- El siglo XXI se inicia con los medios como instrumentos de dominación,


reemplazando las armas del siglo XX. Millones de mujeres en el mundo están
convencidas de la legitimidad y normalidad de mandatos éticamente
insostenibles.
- La penetración ideológica es un elemento fundamental para lograr la
dominación del bloque hegemónico de una sociedad sobre el resto de la
población. La dominación puede ser coercitiva, sanciones, castigos, exclusiones a
cargo de los poderes del Estado, pero la más masiva y efectiva es la penetración
ideológica que tiene como maestros de ceremonia, operadores de privilegio a la
Iglesia, el sistema educativo y los medios de comunicación.
- Los medios de comunicación han jugado históricamente un rol importante en los
procesos de derrocamiento de gobiernos democráticos y sostenimiento de
dictaduras.
52

- La hegemonía en las audiencias femeninas y la disidencia sexual es impactado


por el proceso de concentración de los medios de comunicación en el contexto
del resurgimiento del neoliberalismo en la llamada "globalización".
- En Beijing, en 1995, los gobiernos de ciento ochenta y nueve países
comprometieron la seguridad de las mujeres, promoviendo la participación
equitativa de las mujeres y adoptando medidas efectivas contra la pornografía y
la proyección de la violencia contra las mujeres y las niñas/os en los medios. Sin
embargo, el poder hegemónico del hegemónico puede construir agenda setting y
decidir sobre qué temas se habrá de opinar, desde qué punto de vista, quién y
con qué posición se difundirá.
- La concentración de medios en pocas manos y la ligadura entre medios, negocios
y política partidaria aumenta la exclusión de personas y temas disruptivos para el
sistema. La brecha salarial y el "techo de cristal" existen como problemas reales,
pero no se relacionan como temas a debatir o motivo de discusión de los paneles
que hablan de la realidad política.

________________________________________________________

La Real Academia Española enfatiza la importancia de ser nombradas y que el lenguaje


no es sexista, sino que ellas aprenden a aprender de idiomas y estructuras de más de
una lengua. Las palabras expresan ideas, sensaciones, valores, prejuicios, estereotipos,
actitudes, ideología, ya que nos sirven para organizar e interpretar nuestra experiencia
y construirnos como personas.

- La lengua transmite y refuerza los estereotipos marcados socialmente, ya que el


pueblo no es universal. Esta exclusión es importante en la construcción de la
subjetividad de las niñas y es fundamental para los niños, quienes desde muy
temprano sabrán que son los nombrados y, más tarde, los que nombran.

- En Argentina, en 1994, se planteó que el poder nombrar y ser nombrado y


nombrada con respecto a la propia identidad es un derecho inalienable. Los
medios son una "escuela paralela" en la cual toda la sociedad constituye
alumnado. El lenguaje no es sexista; es lo que hacemos de él.

- El movimiento de mujeres y los observatorios en el mundo occidental han


generado cambios, pero lejos está la publicidad de ser representativa, ya que, por
el contrario, insiste en perpetuar estereotipos. Los productos de limpieza y la
vida de una mujer fregando el piso bajo la mirada atónita de un niño liberan la
felicidad de aquellas, así como garantizar la felicidad de aquellas.

- Academia Española en contra de la visibilidad de las mujeres en el lenguaje


53

- Actualmente sólo cinco mujeres forman parte del grupo de cuarenta y seis
académicos de número.

- Poco importa que las estructuras lingüísticas sean o no un espejo de la realidad,


dice Bosque. Pero lo más interesante es cuando el catedrático señala que las
mujeres en su mayoría no comparten estos criterios ya que en nada les
incomoda ser habladas o hablar de sí mismas dentro del masculino entendido
como un universal en el que se sienten incluidas.
- Bosque tiene razón, las mujeres, en general, no se perciben excluidas del
lenguaje en masculino, igual que no se sentían excluidas cuando no les estaba
permitido votar y se hablaba del sufragio universal. No percibe la exclusión el
cuerpo docente, mayoritariamente femenino, que tiene la responsabilidad de
educar en democracias y a quienes no les llama la atención repetir que la historia
es la ciencia que estudia los hechos importantes que el hombre ha realizado y
luego describen, a lo largo de los ciclos lectivos, un despliegue de ejércitos y
guerras, ganadores y perdedores sin ninguna mención a cómo parían,
sembraban, cosechaban y curaban las mujeres.
- Esta mentira fue construida con extremo cuidado durante la segunda mitad del
siglo
- XX y necesita de la ausencia de un periodismo feminista porque lo que produce
ese ejercicio del periodismo, en alianza con los movimientos sociales y de
derechos humanos, es que los grupos afectados por la exclusión se vean
reflejados, se hagan preguntas, reflexionen, denuncien y hasta accionen para
intentar cambiar las condiciones materiales y simbólicas que sostienen la
mentira.
- El periodismo masivo llega a un amplio número de personas, por eso tiende a
simplificar y propone imágenes y metáforas ya consensuadas con la audiencia.
Algunas filólogas, como la ya mencionada Teresa Meana Suárez, describen estos
procesos androcéntricos del ejercicio del poder patriarcal señalando que se
impide la identificación de las mujeres entre sí, lo femenino queda constituido
como lo otro, la excepción a la regla, los problemas de los hombres incumben a
toda la humanidad mientras que los de las mujeres, esas cosas de chicas, solo les
importan a ellas.
- Los chistes del siglo XX para con las sufragistas son el equivalente a la
denigración y el aparente humor con que somos tratadas quienes insistimos en la
importancia que tiene el uso no sexista del lenguaje.
- Era entonces tan impensable que las mujeres voten, como hoy nos quieren hacer
creer que es impensable que el lenguaje cambie sus estructuras profundas y sus
reglas rígidas. Las circunstancias históricas han cambiado y también los modos
de relacionarse de las personas que conviven en una sociedad, entonces nada
debería impedir que las reglas gramaticales también cambien. Podemos hacer la
prueba, si digo «Sánchez», seguramente, pocas personas pensaran en una mujer.
54

- El factor imitación es una teoría que es encontrada en la sociedad en que la


difusión de femicidios es más complejo que la difusión de un suceso escuchado o
leído en los diarios. Esto puede aumentar los ataques y las denuncias de esos
ataques, y el Ministerio de Igualdad atribuyó el efecto de imitación en el 25% de
los crímenes de género.

Dimensión de la parentalidad
Duncan y Delucca
(Esto es una investigación que se realizó)
Hipótesis planteada:
El ejercicio de la parentalidad en familias con niños, ante la ausencia de construcciones
claras desde el conjunto social de significaciones sobre la maternidad/paternidad, pone
en evidencia en sus modos diversos de resolver la crianza, situaciones de desconcierto,
incertidumbre y vacilación en la contención y ordenamiento de sus hijos, así como
estrategias y movimientos creativos, instituyentes, productores de subjetividad.

Objetivos planteados: Descubrir las representaciones que los padres con niños tienen
sobre sus funciones (como padres). Es decir, la construcción de subjetividad de ellos y
sus niños. Estrategias de crianza, obstáculos y resoluciones.

Interrogantes presentados en el análisis de las entrevistas a los padres


el impacto que produce en el vínculo de pareja el advenimiento del hijo y cómo se va
transformando dicho vínculo en tanto se construye la parentalidad y
el sentido actual del concepto de autoridad en la familia; cómo es vivenciada, asumida
y/o ejercida por los jóvenes padres entrevistados, que es a su vez transformada con la
llegada de un hijo.

1) Las respuestas encontradas, nos plantean que ante el advenimiento de un hijo


(fundamentalmente el primero), se ponen en juego diferentes procesos psíquicos y
vinculares en cada pareja. Así mismo, con un sesgo diferencial en el hombre y la mujer.
Temáticas recurrentes:
Si bien se logró la realización de varias entrevistas con ambos miembros de la pareja,
predominaron las entrevistas a las madres
La mayoría de las madres expresan el anhelo (cumplido en algunos casos y en otros no)
de poder convivir en pareja durante un tiempo, previo a la concreción del proyecto del
hijo

Los primeros tiempos posteriores al nacimiento del hijo, surgen como momento
caótico, desorganizado, junto a lo que expresan de una intensa felicidad. Esto es un
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rasgo común a todas las parejas, lo que marca la diferencia es el trabajo de novedad de
cada una, a partir del nacimiento.
Se agrupan en tres categorías los resultados de esto:
Parentalidad innovadora/compleja: Predomina un movimiento hacia lo creativo, hacia la
invención de estrategias, que resulta de una verdadera construcción conjunta de la
pareja y no de una repetición u oposición al modelo anterior.
Parentalidad reproductiva a predominio de la repetición o no innovadora: Modalidades
donde si bien se enuncia la búsqueda de "no repetir los errores de la generación de los
padres", se percibe en el funcionamiento efectivo, que el modelo tradicional heredado,
rige para reproducirlo o para oponersele como contramodelo.
Parentalidad disociada: Cada miembro de la pareja da muestras de regirse por un
modelo diferente, advirtiendo que no se ha logrado aún una construcción conjunta. A
veces deviene de dos formas de crianza diferentes de la familia de origen de cada uno,
otras de la decisión deliberada de crear una forma nueva muy poco compartida con el
otro progenitor

2)Otra forma de mirar las transformaciones del vínculo de pareja hacia la parentalidad,
es considerar cómo se posiciona cada uno en conjunto respecto al tema de la autoridad.
Notamos un vaivén entre pérdida y recuperación de la autoridad que legítimamente se
desea ejercer sobre los hijos, sin imposición por la fuerza sino más bien relacionada a
contención, a marcos reguladores, que perciben necesarios para el aporte de un orden,
en alianza con el afecto. No obstante, este sesgo del ejercicio de la parentalidad, suele
ser muy dificultoso y algunos padres perciben una diferencia abismal entre sus
posiciones como hijos y la actual de padres frente a sus propios hijos.

Castoriadis "Hoy en día, los padres navegan desorientados, sin brújula, porque se han
resquebrajado las significaciones colectivas que sostenían con firmeza lo que era ser
padre o madre en nuestra sociedad, junto con el sentido que poseía ser hombre o
mujer”.

La importancia de los límites en la constitución del psiquismo


La falta organiza el aparato psíquico.

Las familias y la crisis


Alicia Stolkiner

Introducción

A fin del año 2001 se evidenció la crisis económica social y política que se gestó durante
más de una década. Esta crisis encontró a las formas familiares en un proceso de cambio
y transformación producido en un ciclo más largo, en el marco de este proceso de
56

transformación, casi la mitad de los hogares quedaron bajo la línea de pobreza o


indigencia produciendo modificaciones en su composición, vínculos y estrategias de
vida. En un trabajo sobre problemáticas del campo de la salud mental, planteaba que era
necesario reconocer, una doble tendencia en las instituciones en general y en la familia
en particular: por un lado, la tendencia al cambio o transformación y por otro la
tendencia a la fragilización o precarización.

Algunas precisiones teóricas

El objetivo de este punto es señalar algunas precisiones: la heterogeneidad de las formas


familiares, la articulación entre la familia y lo social, y las diferencias entre el concepto
de familia y el de unidad doméstica e identificar el concepto de estrategias familiares de
vida. Preferimos hablar de formas familiares, porque el término “familia” colabora a velar
por la diversidad de modelos existentes. Tal diversidad ha sido largamente invisibilizada
por la prevalencia de un modelo de familia (nuclear, conyugal, patriarcal) que se
presentaba como “natural”.

Elizabeth Roudinesco cita a Levy-Strauss: “lo que diferencia realmente al hombre del
animal es que, en la humanidad, una familia no puede existir sin sociedad, es decir, sin
una pluralidad de familias dispuestas a reconocer la existencia de otros vínculos al
margen de los lazos de la consanguinidad, y que el proceso natural de la filiación sólo
puede proseguir a través del proceso social de la alianza”.

Desde la lectura social y demográfica se introduce el concepto de unidad doméstica o


grupo doméstico. A diferencia de la familia, la unidad doméstica se define por la
convivencia. Esto permite analizar múltiples actividades compartidas que, en el análisis
social, componen las estrategias familiares de vida. El ámbito doméstico se delimita por
el conjunto de actividades comunes o compartidas ligadas al mantenimiento cotidiano
de un grupo social, la organización doméstica no cumple solamente un papel adaptativo
o “funcionalmente necesario” para la reproducción social, sino que contiene en sí un
potencial de innovación y politización que se extiende más allá de sus límites.

Analizar las unidades domésticas en el proceso de producción y reproducción social no


implica desconocer que son, se establecen vínculos básicamente afectivos y se dirimen
posiciones de poder. El concepto de estrategias familiares no debe ser entendido como
decisiones racionales y planeadas. Son un conjunto de prácticas que constituyen la
cotidianeidad y cuya lógica no necesariamente las precede, al modo de una decisión
“consciente”.

La crisis de la familia: transformaciones y posibilidades

Este proceso parece tener una combinación de factores relacionados con las
transformaciones globales de la sociedad. Un eje de transformación es la declinación del
patriarcado. Se trata de una reformulación global de las relaciones de poder y
“representatividad” del poder al interior de la familia. Un cambio significativo de la
57

modernidad fue la relativa desvinculación del matrimonio y la familia con respecto a los
acuerdos económicos y de poder, pasando los afectos y “el amor” a ocupar un lugar
fundamental como motivo de unión conyugal. La nupcialidad decreció a expensas de
uniones consensuales y buena parte de los niños nacen fuera de vínculos matrimoniales
establecidos.

Tanto los divorcios como las uniones consensuales redundaron en un incremento de los
hogares monoparentales, en general encabezados por una mujer. También dan lugar a
las “familias ensambladas”, donde la pareja conyugal tiene a cargo niños concebidos en
uniones anteriores, que guardan distinto tipo de vínculo con los progenitores originales.
Para complejizar más la situación, el desarrollo científico tecnológico inaugura
posibilidades antes impensables, son las variadas formas de fertilización asistida
incluyendo la posibilidad del “alquiler” de úteros.

La prolongación de la esperanza de vida en las poblaciones que tienen acceso a bienes y


servicios prolonga la intergeneracionalidad de las formas familiares. A esto se suma que
la acelerada transformación tecnología y su incorporación a la vida común, producen
efectos en las relaciones intergeneracionales: no siempre los padres “saben” mas que los
hijos y muchas veces su experiencia en las que se es más experto cuanto más joven.

A lo largo de este proceso de transformación, algunas tendencias en el polo de la


transformación permiten visualizar potencialidades impensadas. (por ejemplo: las
nuevas formas de paternidad, si bien son incipientes y limitadas a determinados
sectores, son notables. Configuran lo que me parece correcto llamar “paternidad de
vínculo primario”). Estos varones que comparten el cuidado del bebe con las madres,
que participan de su nacimiento y que acceden a algo que les fue negado durante siglos:
el vínculo primario de cuidado de un lactante; incorporan la ternura a la paternidad, uno
de sus aspectos más negados.

La familia en la crisis

Las políticas económicas y sociales desarrolladas en el periodo de apertura de mercados


devuelven a las unidades familiares responsabilidades compartidas previamente con el
estado, es decir, reconocidas como responsabilidad de la sociedad en su conjunto. No
contemplan que desprovistas de soporte, las familias se labilizan. Las modificaciones de
estrategias y prácticas, así como de funciones, varían según los sectores sociales. No es
lo mismo la situación de sectores medios o asalariados estables que caen por debajo de
la línea de pobreza, que la situación de los pobres estructurales.

Interesa señalar, la gran heterogeneidad de soluciones y estrategias planteadas en un


grupo homogéneo en cuanto a su nivel económico, educativo y lugar de residencia.

Las mujeres entrevistadas en Eldorado pertenecían a hogares con necesidades básicas


insatisfechas y con características de pobreza estructural y conservaban algunas
prácticas de población rural. Las entrevistadas en Buenos Aires tenían más alto nivel
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educativo y características propias de la pobreza urbana. Las usuarias de servicios de


BSAS provenían de hogares nucleares completos y tenían un nivel educativo
comparativamente alto con relación a la media con los pobres del conurbano; no
obstante, su nivel de ingresos los situaba por debajo de la línea de pobreza o indigencia.

En todos los casos había una percepción de aumento de las barreras de acceso a los
servicios, en general producto de una combinación entre la disminución de ingresos y
modificaciones en los servicios que les implicaba mayor gasto de bolsillo. Las mujeres
tienden a consultar solo cuando los recursos para su atención no son indispensables
para otra necesidad del hogar. Los varones sólo lo hacen cuando los síntomas son muy
avanzados y, en general, promovidos por las mujeres.

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