Habilidades Docentes
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1. HABILIDADES DE COMUNICACIÓN
Podríamos decir que el proceso de enseñanza-aprendizaje se basa en un porcentaje muy alto en la
comunicación. La información que transmitimos y cómo lo decimos es clave para que nuestros alumnos
entiendan lo que les contamos, se interesen por ello y lo aprendan.
Por otra parte, en la mayoría de las ocasiones todavía seguimos utilizando el método expositivo (la lección
magistral), donde la calidad y claridad de las exposiciones y habilidades de comunicación adquieren aún más
importancia. Cuando las estrategias que vamos a utilizar se basan en el formador como único emisor del
mensaje (lección magistral) se debe poner especial cuidado en que el alumno perciba todo el contenido de la
manera más clara y rápida posible, facilitando la comprensión y la aplicación práctica de los contenidos
expuestos. Para conseguir esto tendremos que sacar el máximo partido de todos los elementos de la
comunicación que tenemos a nuestro alcance, ya sean verbales o no verbales.
Las habilidades de comunicación hacen referencia a aquellos elementos, tanto del mensaje que queremos
transmitir (verbales), como de la forma en que vamos a transmitirlo (no verbales).
1.2. EL CONTENIDO
¿Hemos establecido ya el objetivo?, ¿conocemos la situación y los límites que tenemos?
Entonces es el momento de construir ideas que constituyan el contenido del discurso y los argumentos en los
cuales nos vamos a apoyar.
Para ello está la bibliografía, consulta a fuentes documentales, a la lógica y al raciocinio.
Es útil anotar todas las ideas que se nos van ocurriendo sobre el tema, sin establecer filtros relacionales
dejando suficiente espacio entre las distintas ideas para ir completando o estableciendo relaciones.
1.2.1. LA ESTRUCTURA
¿Cómo es el desarrollo completo de una charla? Antes de estructurar el contenido pensemos que no vamos a
hablar sólo nosotros y constantemente sobre los contenidos. Debemos dejar tiempo para fomentar la
participación del grupo.
Este esquema es válido para cualquier situación, adaptando o modificando algunos elementos.
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1.- Despertar el interés de los oyentes (una anécdota, una noticia llamativa o alusión a algo que acaba de
suceder).
2.- Ganarse la voluntad de los oyentes (elogio del grupo, valoración emitida por algún miembro del grupo...)
3.- Analizar la situación real.
4.- Demostrar la corrección del punto anterior.
5.- Exponer las consecuencias de la situación insatisfactoria.
6.- Describir una situación mejor.
7.- Como corregir esas deficiencias, plantear propuestas concretas.
8.- Demostrar que la objeción propuesta nos llevará al resultado deseado.
9.- Exponer las posibles objeciones y refutarlas o explicar como se compensan con las ventajas obtenidas.
10.- Resumir las principales medidas propuestas y los principales argumentos en favor de ellas.
11.- Animar a los oyentes a emprender la acción recomendada.
12.- Invitar y estar abierto a una negociación en ese sentido.
1.2.2. LA EXPOSICIÓN
Aunque en cualquier charla o sesión que impartamos debemos provocar la participación de los oyentes, sean
nuestros alumnos o no, el método expositivo sigue siendo el “método formativo” por excelencia, que
combinado con otros da muy buenos resultados.
Su objetivo es comunicar contenidos orales conocidos por el formador, sin que se espere una respuesta por
parte de los participantes salvo preguntas/ respuestas a lo tratado.
Sus ventajas son que puede realizarse para un gran número de personas y que es rápido de planificar.
Para su realización lo mejor es usar la llamada “La Regla de Tres”:
1. Anunciar lo que se va a decir.
1. Decirlo.
1. Resumir lo que se ha dicho.
Supone distribuir este proceso en dos fases:
I. Preparación
II. Desarrollo
En el método expositivo hay que cuidar estos aspectos para que no se conviertan en inconvenientes:
· Actitud pasiva/ receptiva de los participantes.
· Su eficacia depende de la capacidad del formador para mantener el interés y la atención de los participantes.
· Puede resultar pesado si la exposición es muy larga, por lo que ésta no debe exceder de 20 minutos.
1. Ser un espejo de su mensaje. Debe demostrar que domina, utiliza y aplica en Vd. mismo cada una de las
destrezas o habilidades sobre las que va a hablar.
a. Ser un FARO
Su objetivo es crear la impresión en cada participante de que el discurso del formador va dirigido a él,
captando de este modo su atención y mostrándose el grupo receptivo y participativo
¿Cómo se realiza? recorriendo la audiencia con la mirada, permaneciendo unos pocos segundos en cada
persona (excepto cuando se trate de un diálogo). Si nos paramos mucho en una persona, esta pensará “¿por
qué me mira tanto a mí?” y los demás pensarán “¿por qué mira tanto a esta persona?” y todos se distraerán.
Por lo tanto, una buena y completa captación visual es esencial para una buena exposición.
c) Evitar cualquier forma de movimiento o tic nervioso que pueda detectar el estado de ánimo.
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3. Respirar profundamente y hacerlo a menudo.
- Mirar tranquilamente al auditorio antes de empezar a hablar. El contacto visual debe establecerse antes que
el auditivo.
- Comenzar hablando despacio, para que los oyentes se adapten a su voz, al cabo de dos o tres minutos puede
tomar el ritmo normal.
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e. El mensaje
Teniendo en cuenta que la palabra es el elemento básico de la comunicación verbal, para que ésta sea eficaz
nuestro esfuerzo debe centrarse en estudiar las palabras que vamos a utilizar.
Hay que recordar que el lenguaje oral permite algunas licencias que no concede el escrito; si las utilizamos
correctamente nos permitirán acercarnos más a nuestros alumnos.
Los principales aspectos a considerar son:
– Construcciones gramaticales
– Vocabulario
– Ejemplos
El mensaje que transmitimos debe ser: claro, conciso, sencillo, exacto, objetivo, ordenado y breve. Si no
ordenamos las ideas, si las frases no son correctas gramaticalmente, si usamos un vocabulario abstracto o
desconocido por nuestros oyentes, si además no ejemplificamos las ideas que transmitimos, tendremos
seguramente un auditorio completamente perdido y despistado.
En ambos casos
- Jugar con el bolígrafo, las llaves...
- Rascarse la cabeza, frotarse la nariz...
- Las manos delante de la boca.
- Morderse los labios.
- Mirar el reloj.
· debe ser expresada con palabras sencillas; el interrogado debe comprender con claridad lo que se le
pregunta.
· debe estimular el pensamiento; no debe ser ni tan fácil que no incite a la reflexión, ni tan difícil que
desaliente.
· debe ser hecha de un modo natural, en un lenguaje apropiado y un tono que indique la confianza en la
habilidad del llamado a responder.
· hecha en plena discusión, debe ir contrapesada, es decir, no debe ser hecha en favor de un individuo o grupo
de interés, materia o condición.
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a. ¿Qué preguntas hacer?
· Preguntas abiertas:
· Recogen un máximo de información de los alumnos.
· Suscita la participación activa de los alumnos.
· Apela a las contribuciones individuales y enriquece así la reflexión del grupo.
· Verifica el nivel de los participantes con respecto al tema en cuestión y ajusta luego sus intervenciones a
dicho nivel.
· La remisión al grupo: el formador pide a todo el grupo que responda a las preguntas que los alumnos le
dirigen a él.
· Da al formador la oportunidad de reflexionar sobre la respuesta que debe de dar en la cuestión planteada.
· Da a los participantes la ocasión de intervenir más en los debates y utilizar los recursos del grupo.
· Constituye un método para comprobar el nivel del grupo con respecto al tema tratado.
No conviene abusar de su uso ya que se amenaza la credibilidad del formador; puede dar la impresión de no
conocer las respuestas a las preguntas planteadas por el grupo.
Otras cualidades a caballo entre la capacidad para improvisar, la creatividad o las destrezas manejando
recursos en el aula son también muy importantes y ayudan a que una sesión quede más “lucida”.
No vamos a exponer ahora las características de cada recurso y las posibilidades que ofrece en el aula, pero sí
es esencial señalar que el formador debe buscar nuevos usos a los recursos habituales y no ceñirse en que la
zona del pizarrón, por ejemplo, es propia del formador.
Por ello a continuación se mencionan unas cuestiones sobre el uso de los medios que pueden ayudar al
formador a ampliar sus posibilidades y a mejorar su uso. Así que pensemos:
- Qué recurso es el mejor para cada actividad, por qué ese y no otro
- Sé utilizarlo bien, qué necesito, debo probar antes (no hay nada peor que 30 personas observando que un
video no funciona y un formador desesperado).
- Cómo puedo optimizarlo mejor: en lugar de poner un vídeo seguido, puedo intercalar actividades; puedo
usar la proyección de unas transparencias para escribir en la pizarra sobre lo proyectado…
Ante todo y como cualquier otro momento formativo, debemos preparar todo lo que necesitamos y en caso de
ser un recurso relacionado con las nuevas tecnologías, comprobar que todo funciona a la perfección y, por si
acaso no fuera así, pensar actividades alternativas.
Todo parecía que iba a marchar bien, hasta que de repente observamos:
- que el grupo se bloquea y no progresa,
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- se muestra desintegrado,
- e incluso hostil o agresivo
Esto puede ocurrir por tres causas fundamentales:
1. Tensiones Psicológicas dentro del grupo.
2. Formas de abordar los temas y los métodos de tratamiento del mismo.
3. Capacidad de respuesta del formador ante las tensiones y las dificultades del grupo.
4. Plantear directamente la cuestión, con objeto de saber de dónde procede la apatía y buscar la participación
del grupo para reaccionar contra ella.
5. y después redefinir el tema que se está tratando en base a las necesidades que ellos tengan.
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Si la agresividad es de todo el grupo:
- Parar la reunión, plantear la cuestión abiertamente y pedir explicaciones.
- Averiguar si es:
o Hacia el tema
o Hacia el formador
o Hacia el método.
- Con esta actitud es a menudo suficiente para calmar los ánimos. Aunque la agresividad haga del formador el
blanco de tiro, siempre hay que buscar sus orígenes en el grupo
Si el grupo se opone: no seguir.
Tipo discutidor No dejarse enredar; usar el método para neutralizarlo, impedir que monopolice la discusión.
Tipo positivo Su colaboración es muy útil en la discusión; permitir que de su opinión en todos los casos y
recurrir a él frecuentemente.
Tipo “Que todo lo sabe” No defenderle del ataque de los demás; permitir que el grupo comente sus teorías
Tipo ausente Actuar teniendo en cuenta su orgullo; investigar su conocimiento y experiencia, y utilizarlo
como medio para que participe en la reunión.
Tipo cerrado refractario Hacerle preguntas sobre su trabajo. Inducirlo a presentar ejemplos sobre los
asuntos que más le afecten.
Tipo zorro Tratará de hacer caer en alguna trampa al que dirige el grupo. No dejarse sorprender ni afrontarlo
directamente. Dirigir sus objeciones hacia el grupo.
Dependiendo del tipo de receptores que nos encontremos, tendremos que utilizar diferentes estrategias para
resolver la situación: