Comunicación y PolíticaLAZA

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PRENSA Y PODER POLÍTICO EN COLOMBIA

Eje temático: Comunicación y Política


Autora: JAQUELINE ESTÉVEZ LIZARAZO1
[email protected]
Resumen
¿La prensa es un depósito de la memoria que permite reconstruir con veracidad la
historia de una sociedad?, ¿Cuál fue el rol de la prensa colombiana en el periodo
consociacionalista?, ¿Qué tipo de alianza existió entre la prensa y los partidos políticos en
ese periodo de la historia?, ¿Cómo la prensa ha contribuido en la consolidación del
proyecto de nación?, ¿Qué tipo de relación hubo entre la prensa y el poder político?

La formulación de estos cuestionamientos definió la naturaleza de este artículo, el


cual nace de la necesidad de hacer una revisión de la realidad que asocia el origen de los
medios impresos en Colombia con las colectividades partidistas, y de observar cómo
éstos se constituyeron en órganos de difusión del pensamiento de los actores políticos del
Frente Nacional, influenciando con ello notablemente a la opinión pública.

El clima de violencia generalizado vivido e intensificado entre los años 1958 a


1974 constituyó el contexto dentro del cual se tejieron las relaciones sociales de la época.
Una violencia que se intentó aplacar con el pacto consociacionalista pero que terminó
multiplicada por la inoperancia de los administradores del estado y de los partidos
políticos. La dinámica de los primeros cincuenta años del siglo XX hizo del Frente
Nacional en Colombia, un punto de inflexión de las más importantes apuestas de
transformación en el orden político, económico y social y es un referente obligatorio de
análisis para comprender la sociedad colombiana. Este pacto además de ser una política
inteligente que introdujo el diálogo civilizado entre los partidos, estuvo caracterizado por la
fuerte represión del Estado a los medios impresos, la masificación de los diarios, las
publicaciones desde la clandestinidad y el ejercicio de un periodismo crítico en medio de
una situación socio-política agitada. En este marco de inflexión política y consenso
partidista se inscriben los resultados de este artículo, tomando a la prensa como hilo
conductor de relaciones.

1
PhD. Ciencias de la Información y la Comunicación y Sociología, Universidad Complutense de Madrid. Magistra en Historia
Política,Universidad Industrial de Santander. Docente Asociada Universidad Pontificia Bolivariana-Bucaramanga.

[Escriba texto]
PRENSA Y PODER POLÍTICO EN COLOMBIA

LO POLÍTICO…………………………
Origen y Desarrollo del Frente Nacional una propuesta Consociacionalista2
Muchas voces concuerdan en que la crisis general de la sociedad colombiana es
producto de múltiples factores políticos, sociales y económicos perpetuados durante gran
parte de su historia. La exclusión social, la precariedad del Estado, la falta de credibilidad
en la política y los partidos, un modelo de desarrollo incapaz de superar la pobreza y la
desigualdad social, la fragmentación de la sociedad, el deterioro de la convivencia
ciudadana, la debilidad de los sistemas de justicia, seguridad y defensa, la corrupción
administrativa, el clientelismo, los diferentes matices de la violencia, la deshumanización
del conflicto armado y el narcotráfico; han impedido durante muchos años la construcción
colectiva de una democracia participativa y el establecimiento de una sociedad civil.
Ante la crisis del Estado, la deriva de lo político y la fragmentación de lo social,
acontecimientos estos, que bien pueden resumir los primeros cincuenta años del siglo XX
en Colombia; en 1956 se firma el Pacto de Benidorm, ratificado posteriormente en 1957
con el Pacto de Sitges, primer intento de las elites políticas del partido liberal, en cabeza
de Alberto Lleras Camargo, y del partido conservador, liderado por Laureano Gómez, de
poner fin a la nefasta experiencia de violencia que afectó al país a todo nivel. “El Frente
Nacional fue una tentativa institucional concebida y encauzada por el liderazgo político,
las elites empresariales y la jerarquía católica, para superar pausadamente el
autoritarismo y la violencia política del periodo anterior”. (Palacios, 1995: 239)
El sistema de coalición colombiano organizado por los partidos políticos liberal y
conservador en los años cincuenta y conocido como el Frente Nacional, es equivalente en
sus respectivas proporciones, con el Consociacionalismo de tipo europeo que implicó
asociaciones globales en sociedades plurales y cooperación entre las elites en países
como Holanda, Austria, Suiza y Bélgica (Lijphart, 1969).
En América Latina, aparte de las dos anteriores características, el
consociacionalismo cumplió una tercera que se relaciona con países donde el conflicto
político es de amenaza significativa para los ciudadanos y la estabilidad del Estado.

2
Para el desarrollo de esta temática, la investigación se alineó con el trabajo del profesor Jonathan Hartlyn de la Universidad de
Vanderbilt, estudioso de la política Latinoamérica y en especial de la política Colombiana.

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Así pues, los rasgos del origen de los partidos políticos, la presencia de un
gobierno militar (dictadura de Rojas Pinilla 1953-1957) y el nacimiento de una coalición
formal entre los partidos (Frente Nacional) configuraron la plataforma que según, el
profesor Hartlyn, potenció un consociacionalismo de carácter limitado.

Causas posibles del origen del Frente Nacional:

1/. Como respuesta de las elites políticas al temor de ser excluidos del poder por el
gobierno militar.
El panorama político no era alentador. Los conservadores estaban divididos en diferentes
corrientes (alzatistas, laureanistas y ospinistas). Los líderes liberales se encontraban en
el exilio, los campesinos levantados en armas y las ciudades indiferentes frente a la
problemática política.
Para ese entonces, el ejército, más que el brazo armado del Estado, había tomado
posición hasta politizarse. Evidentemente, el poder no podía quedar en manos de ningún
partido pues no había consenso para ello, y en la búsqueda del equilibrio, la mejor
decisión fue delegarlo a un militar.
La llegada al gobierno de un presidente militar, luego de un golpe gestado y
patrocinado desde el seno de los partidos políticos para separar del poder al delegado de
Laureano Gómez, Roberto Urdaneta, siempre fue una propuesta transitoria y en aras de
la búsqueda de la paz y del orden institucional. Jamás se proyectó que esta iniciativa
durara más de un año y menos que el ejercicio del poder fuera del gusto del General
Rojas, a tal punto, que se hizo reelegir consecutivamente durante cuatro años.
Después de múltiples choques de opinión y enfrentamientos con la iglesia, la
prensa, los líderes políticos y los gremios, entre otros, por las imposiciones autoritarias y
la diferencia de conceptos entorno al manejo del Estado, aquellos que un día organizaron
el golpe de Estado, terminaron sacando a Rojas del mismo. La mejor opción fue entonces
la repartición de la cuota burocrática legitimada desde la coalición de partidos y
concretada en el Frente Nacional.
2/. Como alternativa a la violencia revolucionaria en el campo.
Cuando en 1953 el gobierno militar es propuesto como una salida a la violencia
política, el país estaba al borde del colapso. El terror, la insurgencia y la crisis social y

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política generalizada marcaban aún más la brecha entre ricos y pobres y el campo y la
ciudad.
Así “las tareas esenciales del nuevo gobierno se encaminaron a: poner freno al
terror y la anarquía, desactivar la guerrilla y reconstruir económicamente las zonas
afectadas por la violencia”. (Sánchez, 1985:153)
El Pacto consociacionalista, en este sentido, tuvo en sus manos el compromiso del
retorno al equilibrio social, la estabilidad institucional y la paz, pero como se verá más
adelante, más que una solución, fue un potenciador de grandes y peores males para el
país..
3/. Como salida al estancamiento Económico.
Tal como afirmaban los líderes políticos de la época, sin paz difícilmente la prosperidad
económica se alcanzaría. La poca inversión extranjera, la baja internacional de los
productos de exportación, el endeudamiento externo, el déficit fiscal, el aumento del gasto
e inversión pública y una política económica de acentuado favorecimiento a las clases
privilegiadas produjeron una crisis en la economía colombiana, lejana al liberalismo
económico, la secularización, la acumulación de capital y el trabajo libre remunerado,
vigente en la época en otros países.
Sin despreciar el trabajo adelantado por López Pumarejo y su “Revolución en
Marcha”, el Frente Nacional se planteó como la posibilidad de la transformación de
Colombia en un Estado moderno, capitalista e industrializado. Los cambios y la
estabilidad hoy día aún notorios, muestran resultados “aceptables” en este plano. Lo
contradictorio quizá resulte ser, el hecho de que de estas medidas económicas solo se ha
beneficiado un sector exclusivo de la sociedad.

Gran parte de los desencuentros con el bipartidismo estuvieron marcados por


antagonismos insuperados de vieja data; si por un lado, se promovió la sociabilidad y las
redes de los partidos, por otro, se condenó al país a una alternancia que eliminó toda
forma de pensamiento político diferente a la tradicional. Nunca antes la brecha entre ricos
y pobres y la división campo-ciudad fue tan amplia, parece también que desde los
partidos se contribuyó a marcar las diferencias étnicas, lingüísticas, religiosas e
ideológicas.
En Colombia el proceso consociacionalista se resume en los siguientes aspectos:

[Escriba texto]
1. La remoción del gobierno militar, a partir de una coalición de transición entre
grupos políticos, sociales, económicos y militares.
2. El establecimiento de un nuevo gobierno civil.(Hartlyn, 1993: 80)
Esta fórmula incluyó la repartición paritaria de los cargos políticos y administrativos
del Estado, entre los partidos en mención y la alternancia del poder en la presidencia de la
república por periodos de cuatro años. Rotaron cuatro presidentes elegidos por voto
popular: Alberto Lleras Camargo (1958/1962, liberal), Guillermo León Valencia
(1962/1966, conservador), Carlos Lleras Restrepo (1966/1970, liberal) y Misael Pastrana
Borrero (1970/1974, conservador).
Estos 16 años de poder compartido ayudaron a restablecer la confianza, facilitaron
el diálogo entre los partidos y sirvieron para recuperar la credibilidad en el sistema
político, este último quizás fue el reto más difícil. “…se estimó necesario expresar las
bases para un entendimiento de los partidos a fin de recuperar la libertad y los derechos
cívicos perdidos. No fue erróneo el cálculo porque el acuerdo derrotó la tiranía y como
logro de vital importancia pudo reconquistarse la libertad de prensa”. (Palacios, 1995:
239).
Acercar nuevamente el Estado al ciudadano y crear una cultura cívica, pacífica,
pluralista y participativa, exigía abandonar las viejas prácticas electorales y gamonalistas,
propender por el surgimiento de una administración pública, moderna y transparente y dar
vía a la reconstrucción de la institucionalidad. El Estado debía florecer como garante de
los derechos y promotor de una justa educación, salud, empleo, vivienda y justicia,
reivindicaciones ausentes en esta primera mitad de siglo.
Fue contradictorio evidenciar que en el caso del consociacionalismo colombiano,
este llega a su fin como consecuencia de la inhabilidad de los líderes y los partidos
políticos por mantener una política de coalición frente a la situación del país, por su
negativa a insertar nuevos actores sociales a la vida política, por la imposición autoritaria
de su modelo a otras colectividades y, por su incapacidad de seguir cohesionando a la
sociedad civil entorno al Pacto.
Las repercusiones políticas del Frente Nacional tienen en su haber la imposición
de un sistema bipartidista y la exclusión de cualquier corriente de pensamiento político
diferente a la tradicional. El Pacto lejos de transformar las viejas prácticas electorales,
afianzó la represión a las disidencias políticas, los sectores populares y las clases medias

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emergentes, amplió sus redes de patronazgo y clientelismo, y legitimó este proceder
como norma en la relación entre el ciudadano y el Estado hasta nuestros días.
Consecuencias:
1/. El monopolio de los partidos tradicionales, las restricciones a la participación
política y la continuidad de la forma malsana de hacer política en Colombia, explican el
surgimiento de un nuevo periodo de violencia a partir de 1960, el cual trajo consigo la
aparición de nuevos actores como: la guerrilla, las autodefensas y el narcotráfico.
2/. La izquierda revolucionaria justificó su lucha armada como la única forma de
construir una verdadera democracia. Es en este periodo, cuando surgen cuatro
movimientos guerrilleros de corte marxista, maoísta y leninista que dicen reivindicar los
derechos del pueblo. Son ellos, las FARC- EP (Fuerzas armadas revolucionarias de
Colombia, ejército del pueblo), el ELN (ejército de liberación nacional), el EPL (ejército
popular de liberación) y el M-19 (movimiento 19 de abril).
3/. La pérdida de control del Estado sobre el monopolio de la fuerza en los años
setenta, propicia el nacimiento de grupos de extrema derecha que se consolidan en
oposición ideológica a la guerrilla y que surgen como medio de defensa de los intereses
de las personas afectadas por las acciones hostiles de las guerrillas como, extorsión y el
boleteo. Ganaderos, industriales, políticos, militares, comerciantes y personas de alto
nivel económico financiaron el surgimiento de las AUC (Autodefensas Unidas de
Colombia), conocidas popularmente como paramilitares, por su comprobada vinculación
con el ejército del Estado.
Desde finales de la década de los setenta y paralelamente a estos fenómenos,
floreció el narcotráfico. Los dineros de esta “burguesía emergente” producto del tráfico
ilegal de drogas permearon las estructuras financieras y empresariales del capitalismo
colombiano.
El desmonte del Frente Nacional mostró un balance poco optimista con respecto al
inmediato futuro del país. La violencia polarizada en un Estado donde el poder civil dejó
espacios abiertos y tuvo poco dominio de la sociedad, difundió rápidamente sentimientos
de angustia y desesperanza. Pecaut afirma al respecto: “Colombia podría más bien
habituarse a vivir en crisis, es decir, en una mezcla en dosis variables de procedimientos
democráticos y militarización, por una parte, y de conflictos sociales y de violencia, por la
otra”. (Pecaut, 1987:125).
LO MEDIÁTICO……………..

[Escriba texto]
PRENSA COMO FUENTE DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA

Corresponden a la Prensa en la modernidad, dos asuntos fundamentales:


1/. La conformación de la esfera pública. Que como dice Pérez Díaz, es “El
espacio donde, mediante una conversación cívica permanente, se delibera y se discute,
no solo para tomar posiciones sobre materias de interés común, sino también, y sobre
todo, para dar forma al carácter moral a los individuos libres en tanto que miembros de
una comunidad” (Pérez, 1997:132) y,
2/. La formación de la opinión pública entendida en términos periodísticos y
políticos como la opinión que refleja lo que una nación o una comunidad piensan sobre las
decisiones que rigen el orden social, las políticas de los gobiernos y las manifestaciones
públicas de los diversos actores sociales .
La prensa forma parte de la vida pública; es su misión informar a los diferentes
sectores de la sociedad, acerca de lo que ocurre en los ámbitos públicos y privados. Con
ello otorga a los ciudadanos elementos para la valoración de la realidad y promueve, en el
caso ideal, la formación de criterio político de los individuos de manera autónoma para
que estos puedan ejercer libremente su ciudadanía.
Autores como Benedict Anderson designan a los periódicos como “La conciencia
de la nación”, apelando con ello a su función social de mantener informados de manera
crítica a los ciudadanos comunes de los acontecimientos del Estado. Es pertinente
recordar que conceptos tan importantes inherentes al Estado moderno: nación,
ciudadanía y soberanía, fueron ampliamente divulgados por la prensa de la época y de
esta manera, incorporados al lenguaje cotidiano de los ciudadanos.
Pero, ¿por qué se afirma que la prensa es fuente de investigación histórica, social
y política? La prensa registra en sus páginas, para los contemporáneos y las
generaciones futuras, un reflejo instantáneo de la sociedad. La acumulación en el tiempo
de tales imágenes instantáneas permite, al observador entrenado, rastrear el recorrido
histórico de una nación y comprender, sus aciertos y sus errores, las razones de su
progreso o de su atraso, sus iniciativas políticas o su falta de decisión, el rol y el grado de
influencia de sus diferentes actores políticos y sociales, entre otros. Así mismo, como
afirman los profesores María Teresa Uribe y Jesús Álvarez de la Universidad de
Antioquia, “La prensa constituye un objeto de conocimiento en sí mismo, muy ligado con
las formas de comunicación y de expresión, con las representaciones simbólicas, los

[Escriba texto]
discursos, los lenguajes, las metáforas, las imágenes y ese complejo mundo de los signos
por medio de los cuales las mujeres y hombres reafirman su condición humana”. (Uribe &
Álvarez, 1985: p.x).

SIMBIÓSIS DE UNA HISTORIA………………….


PRENSA Y PODER POLÍTICO. “Urdir tramas o fabricar falsas realidades” (Goffman, 2006:89)

El estudio de los medios y la representación política frecuentemente ha sido


atravesado por prejuicios entorno a la ideología, la dominación, la manipulación y la
tergiversación de la opinión pública. Este sesgo ha simplificado la relación, ha limitado los
análisis a explicaciones contradictorias y ha promovido el abandono de las posibilidades
de un sistema interpretativo que trascienda sobre el verdadero papel de los medios de
comunicación e información en la sociedad.

El sistema democrático, regulado por un lado, por el poder político y por el otro,
por las nuevas formas de interacción social propiciadas por los medios, se constituyen en
el punto de referencia inicial; la forma como el ciudadano visibiliza y lee la vida política
desde los medios (impresos, en este caso) y el papel de estos en la reproducción de la
realidad, establecieron una correlación positiva ente los discursos políticos y la realidad de
ellos bajo la influencia mediática, objeto último que abordó este artículo.

Industrialización de los mensajes mediáticos

Cada día podemos observar sin temor a equivocarnos como el sistema de


producción de mensajes se asemeja a la producción de mercancías en la sociedad
postmoderna industrializada. Si la producción en línea aceleró la velocidad y la eficiencia
en la obtención de productos, la sociedad de la información hizo lo suyo en atención a la
inmediatez y la proliferación masiva de mensajes. “El desarrollo de la tecnología de las
comunicaciones condujo a la producción masiva de mensajes públicos, que adoptó una
forma muy semejante a aquella que, mediante elaboradas herramientas y maquinarias,
una organización del trabajo enderazada a obtener mayor provecho y la producción
industrial, hizo posible la extendida fabricación de mercancías…. A medida que la
información y el entretenimiento públicos fueron institucionalizándose, mercantilizándose y
comercializándose, la integridad y el control se desgastaron.” (Lull, 1995: 155-156).

[Escriba texto]
A lo largo del último siglo hemos sido testigos de cómo “la industria cultural” ha
comprimido el poder y la propiedad en manos de unos pocos dueños de los negocios
internacionales. Todas estas redes tienen un obvio interés en sostener el sistema político,
cultural, social y económico, se constituyen como <<colectividades industriales>> y a
partir de una actitud ideologizante ejercen un impacto en las sociedades.

La concepción del poder político relacionado con el poder mismo de medios no es


una interrelación de reciente data, desde la creación de la imprenta ya se vislumbraba el
alcance que traería la pérdida del dominio total de la iglesia sobre la información y cómo
esta paso de ser controlada y exclusivista, a ser de dominio público y relegada al poder
institucional; este reto directo a las líneas de autoridad preestablecidas posibilitó nuevos
flujos de la información, promovió la educación como un forma para acceder a ella, creó
nuevas redes de comunicación y generó espacios de debate frente a la realidad de la
época.

Así pues, no es censurable que hoy en día no existan dicotomías frente al poder
simbólico y real de los medios, es claro que estos están orientados por el poder político y
que las prioridades ideológicas están predefinidas o por lo menos, este es el panorama
que presentan gran parte de las << empresas periodísticas >> mundiales. “Desde su
comienzo mismo, las industrias mediáticas fueron empresas comerciales organizadas
según designios capitalistas” (Thompson, 1994:33).

Una esquematización de esta realidad sistemática, funcional y positivista-


capitalista sería:

1. La industria mediática esta direccionada por la ideología de las multinacionales


y los gobiernos mundiales,

2. Las empresas periodísticas crean el mensaje que es el producto que se vende,

3. Su canal de distribución son los diferentes medios masivos y

4. La sociedad es quien finalmente consume.

Todo ello dentro de una lógica de mercado que ha sustituido al Estado como
regulador de los medios. Por eso no es extraño encontrar, que en consecuencia con esta

[Escriba texto]
dinámica, tal como lo afirma James Lull, las naciones más desarrolladas lleven adelante
sus negocios y representen sus intereses económicos y sus valores culturales en todo el
mundo. “La hegemonía mundial de la ideología, el discurso y la actividad corporativos se
han hecho posible en virtud de la tecnología de las comunicaciones y de su interacción
con <<la enorme expansión de la información científica y técnica, la computarización y la
preeminencia de la corporación transnacional>>”. (Lull, 1995: 159). Si bien es cierto las
formas de relación cambiaron con el auge de la industrialización, las concesiones del
poder y la ideologización del mensaje, no es posible negar el papel preponderante que los
medios de comunicación cumplen en la generación de opinión pública en la sociedad.

Los medios registran los modos de ser político, social y económico de una
sociedad, ellos son el principal insumo del sistema informativo y aunque normalmente se
ven modelados por los imperativos de competencia comercial, inmediatez de la noticia,
cambios tecnológicos y poder político. Corresponde al periodista no llegar a depender de
estas lógicas ajenas al ejercicio de su profesión e incluso al público a reclamar una
imagen real en la cual reflejarse.

Medios y Poder: ¿conexión o interdependencia?

Si partimos de que la relación medios y poder históricamente ha atravesado


estadios de sometimiento, censura y de control y de que en si misma esta supone tensión
por el hecho de correlacionar dos formas de poder, a saber, la que emana el poder de la
información y la que encarna el poder político; podremos ubicar en un contexto real lo que
significa la producción de mensajes actualmente.

<<El poder político>> controla la información, de estos (poder político e


información) se sirven los medios para acceder al espacio público y de ellos (los medios)
se usufructúa << el poder político>> para visibilizarse y hacerse notorio ante la opinión
pública. Es innegable como dice Ortega la “tendencia a influirse recíprocamente” (Ortega,
2011; 64).

La utilidad de equipar el poder político y el poder de la información no es otra que


la de tratar de dar un equilibrio y no sesgarse exclusivamente a la perspectiva
industrializada de la producción de mensajes (de la que se habló en el anterior apartado).
Al confrontar dos poderes reales así sea en niveles diferentes, siempre se refuerza la

[Escriba texto]
imagen de los medios como agentes generadores de opinión y se retorna a la visión
clásica que destacaba el carácter político de la Opinión Pública.

Una visión ampliada de la relación de poderes desde la posición de los medios, la


recoge el profesor Cándido Monzón de L. John Martin, A. Raney y R. Hofstädter en su
libro “Opinión Pública, Comunicación y Política”. Allí se resume el rol de control con una
serie de funciones específicas a los medios como son: la recogida y presentación de
información objetiva, la interpretación y explicación de las informaciones, la formación de
la opinión pública, la fijación de la agenda política y el control del gobierno y de otras
instituciones. Los modelos que mejor recrean la dificultad de las relaciones entre el poder
y los medios son:

1. El modelo del Adversario: corresponde al periodo del último tercio del siglo XIX y el
primero del XX o de la prensa en su época dorada. En estos años la prensa jugó un
papel decisivo en la política denunciando las malas intenciones, las argucias y la
corrupción en las personas próximas a cualquier tipo de poder.
2. El modelo del intercambio: propuso según el autor, una labor conjunta de periodistas
y políticos en la producción de noticias políticas, supuso la mutua colaboración y la
existencia de una cultura compartida que regulaba las relaciones entre las partes
por ejemplo, los criterios de objetividad y el secreto profesional y el anonimato de la
fuente.
3. Modelo Transnacional: se basó en la interacción gobierno-medios-público en una
triangulación clásica de relaciones de dependencia.

Estos tres modelos ponen en evidencia que la conexión e interdependencia de los


medios y el poder siempre ha existido, hoy permanece más vigente que nunca y
sobrevive en cada uno de sus papeles: como crítico y denunciante del statuo quo; como
copartícipe silencioso, aliado y alineado a las ventajas que da la cercanía a los hilos de
poder y como reproductor sin posición diferencial en la transmisión de información. Todo
esto en el marco de las mutaciones generadas por la dinámica cambiante en la sociedad
y las transformaciones al interior del ejercicio de la profesión periodística.

[Escriba texto]
ENTRE LA CENSURA Y LA AUTOCENSURA……………………………
LA PRENSA Y EL FRENTE NACIONAL
La libertad de prensa fue una de las grandes preocupaciones de los líderes en el
acuerdo consociacionalista; la situación vivida a la antesala del Frente Nacional, da
cuenta de decretos que penalizaban a los periodistas y censuraban a los diarios de forma
inapropiada:
Decreto 3580 de 1949: Crea la oficina de Censura Previa.
Decreto 1723 de 1953: Adscribe el control de la Censura al ministerio de Guerra.
Decreto 1896 de 1953: Pasa el control de la censura a la oficina de información y
propaganda de la presidencia.
Decreto 684 de 1954: Prohíbe a los periodistas difundir informaciones falsas o
tendenciosas.
Acto legislativo número 6 de 1954: Prohíbe la propaganda marxista.
Decreto 1139 de 1955: Prohíbe faltarles el respeto a las autoridades militares.
Decreto 2535 de 1955: Prohíbe publicar informaciones que irrespetan al presidente.
Decreto 3000 de 1955: Nuevas sanciones a los escritores irrespetuosos.
Decreto 3205 de 1955: Crea la comisión redactora del Estatuto de Prensa.
Decretos 78 y 79 de 1957 de 1957: Contra la prensa clandestina.
Decreto 271 de 1957: Llamado estatuto de prensa. Levanta la censura previa.
Ley 159 de 1959: Deroga el estatuto de prensa y restituye la vigencia de la ley 29.
Ley 36 de 1973: Reconoce el periodismo como profesión.
Ley 51 de 1975: Llamada estatuto profesional del periodista.
Esta normatividad jurídica restringió el margen de acción de los diarios de la
época, a la vez que ordenaba que ellos debieran limitarse a relatar los acontecimientos y
evitar las interpretaciones. Al respecto, Rojas Pinilla afirmó: “Los periodistas son pagados
y defienden los intereses de quienes los pagan….., solamente el jefe del Estado
representa la opinión pública y él es el único autorizado a hablar en su nombre…..”
(Tirado, 1989: 105)
Junto al silenciamiento de la Prensa en Colombia, se sumaron los cierres
arbitrarios de periódicos. En agosto de 1955, fue clausurado el diario “El Tiempo”. Lo
mismo sucedió con “El Siglo”, suspendido en 1953. Vale la pena decir que a la época,
estos diarios eran los de mayor reconocimiento nacional y las tribunas desde donde se

[Escriba texto]
difundían la ideología y los intereses de los partidos políticos que formaron parte de la
alianza bipartidista.
Solo después del establecimiento del Frente Nacional, la prensa tuvo el
reconocimiento y pudo actuar libremente como agente generador de opinión pública,
denunciando delitos y abusos en el poder, dando a conocer a los ciudadanos los detalles
de la alianza bipartita.

PRIMERAS CONCLUSIONES
PUDO LA PRENSA TENER PODER Ó…… EL PODER PUDO CON LA PRENSA

El Frente Nacional, además de ser una política inteligente que introdujo el diálogo
civilizado entre los partidos, estuvo caracterizado por la fuerte represión del Estado a los
medios impresos, la masificación de los diarios, las publicaciones desde la clandestinidad
y el ejercicio de un periodismo crítico en medio de una situación socio-política agitada.

La función social de los medios como formadores de opinión pública encontró en


los editoriales el espacio perfecto de expresión. Desde allí, la crítica cáustica e incisiva de
los periodistas, que variaba según los embates de la censura, halló en la violencia, las
elecciones y los partidos un trío indisociable para su agenda periodística.

Para contrarrestar la fuerza de la prensa de oposición en 1956, la Dictadura creó


“El Diario Oficial”, un órgano periodístico institucional, que entregaba la versión oficial del
Estado al país. “La desaparición de la prensa independiente se consuma con el cierre del
“Diario Gráfico”, gaceta Laureanista y “El Independiente”, mientras “El Colombiano” y “El
Correo de Medellín” fueron fuertemente condenados” (Vásquez, 1992:84)

El Régimen Dictatorial impuso una mordaza a la prensa y advirtió la obligatoriedad


en el cumplimiento de leyes, so pena de recibir sanciones morales, como la censura, o
legales, como el cierre de los medios de comunicación y prisión 2 a 5 años, a quienes con
sus contenidos cubrieran notas que tuviesen que ver con actos de violencia o apelaran a
modo de “difamación” a los nombres de los representantes de las Fuerzas Militares, la
Jefatura de Estado, las Instituciones de la República, los Jefes de Estado de países
amigos, entre otros.

[Escriba texto]
Parafraseando a Vásquez Carrizosa, en “Historia crítica del Frente Nacional”, esta
intervención directa sobre el periodismo tuvo repercusiones serias en el ejercicio de la
profesión en la primera mitad del siglo 20, entre ellas:

1. La creación de un régimen de excepción para periodistas que en palabras de


Roberto García Peña, director de “El Tiempo”, era peor que el de los rateros,
pues al menos ellos tenían la ventaja de estar sometidos a la justicia ordinaria.
2. El cierre de los dos diarios liberales de oposición más importantes, en 1955 del
diario “El Tiempo” y en 1956 de “El Espectador”, que fueron remplazados por
“El Intermedio”, dirigido por Enrique Santos Montejo y “El Independiente”, por
Alberto Lleras Camargo, actor principal del origen y desarrollo del
frentenacionalismo en Colombia.
3. El ingreso de Rojas Pinilla al plano continental de los Dictadores “voluntariosos,
coléricos y soberbios”, pues con el acallamiento de los medios de
comunicación, en especial de la prensa, convirtió a Santos y a Cano, directores
de los diarios liberales, en mártires de la Dictadura Militar y adalides de la
libertad de prensa.
La ofensiva Rojista contra los medios configuró el principal error de la Dictadura;
no tenían sentido ni justificación racional “el despotismo y oscurantismo” reinante. La
importancia de la libertad de prensa para la democracia, quedó desdibujada entre el poder
autoritario y la censura oficial que acallaba las opiniones de críticos, periodistas, líderes y
escritores. Esto hizo que se potenciara la necesidad de la defensa de los órganos libres
de expresión y se multiplicara la edición de diarios anónimos en contra de la clase política
tradicional.

El ejercicio periodístico a veces sesudo, otras pasional, actuó como movilizador


social, agente de control y, porque no decirlo, plataforma del revanchismo de la oposición
frente al gobierno de turno. Por las páginas de los diarios desfilaron los principales
acontecimientos del país, escritos con pluma mordaz y certera por periodistas que
mantenían estrechas relaciones y ambiciones con los actores del poder. Al parecer, la
censura fomentó la postura de disenso de periódicos y periodistas, estimulando también
la formación de una escuela de información pública de poderosa influencia en el
acontecer nacional.

[Escriba texto]
Sin lugar a dudas, la cercanía de la prensa al poder político, justificó el tratamiento
premeditado que ésta daba a los acontecimientos de la época, máxime cuando desde el
Congreso de la República y la plaza pública se agotaban los argumentos y los debates; el
protagonismo de la prensa en la antesala y duración del Frente Nacional fue innegable,
tanto que los gobernantes, como ya se demostró, sólo encontraron en las leyes de
censura una estrategia de control de lo que en principio, estaba fuera de su poder.

Las leyes que permitían a la policía llevar a la cárcel a periodistas cuyas opiniones
eran consideradas lesivas al gobierno, las instituciones o los dirigentes políticos y las
detenciones, se cuentan a granel en esta primera mitad del siglo XX.

Persistencia de un discurso

La agremiación de los periodistas, la prensa local asociada a agencias


internacionales, la modernización de las rotativas y la caída del régimen militar cierran el
ciclo de una prensa que si bien estuvo marcada por la represión y la censura, también se
caracterizó por el cumplimiento casi “ideal” de su función de generadora de la opinión
pública. Al respecto se decía, (El Siglo, 30 de julio de 1957):

“Para esta tarea hay una condición inamovible: la libertad de prensa, que si sufriera la más leve
disminución o recorte, haría imposible el cumplimiento de un programa recto de restauración
constitucional y moral de la patria. Hasta hoy la prensa está remplazando todas las demás
instituciones en receso y ejecutando todas las misiones que el pueblo no ha podido aun tomar en
sus manos, a través de sus representantes y agentes auténticos. Está denunciando los delitos que
se cometieron y que todavía no se investigan con jueces. Está impidiendo que sigan cometiendo
otros nuevos al amparo de una organización dictatorial que todavía no se ha desmontado. Trata de
orientar al pueblo sobre lo que debe hacer en esta etapa confusa, y está, seguramente, ayudando
a los gobernantes al hacerles oír el eco de la conciencia nacional, reprimida y castigada en todas
sus expresiones de inconformidad, antes del 10 de mayo. Sin esa prensa libre las posibilidades de
acción eficaz de los partidos desaparecerían. La mayor obligación y la gran responsabilidad de
estos es defender con toda energía la libertad de la prensa”.

La determinación de los periodistas era clara y es innegable que la misión de la


prensa en la época transcendió más allá del oficio informativo, en tal sentido, es
importante mencionar el papel de la prensa disidente, encarnado principalmente en los
impresos semanales del MRL (Movimiento Revolucionario Liberal). Estos tuvieron que

[Escriba texto]
competir con las rotativas bien financiadas y modernas de la prensa liberal y
conservadora, que arengaban en una sola voz contra la pequeña, independiente y crítica
prensa oposicionista. Ejemplo de ello son los semanarios, “La Calle”, “La Gaceta”, “El
Observador”, “La Esquina”, la revista SETT (Salud, Educación, Tierra y Techo) y otras
publicaciones, que si bien no fueron del MRL, tuvieron cercanías con él, como es el caso
de “Mito” y “La Nueva Prensa”. Estos impresos reprodujeron las posturas de destacados
intelectuales y académicos como Álvaro Uribe Rueda, Gerardo Molina, Jorge Child,
Benjamín Jaramillo, Jorge Gaitán Duran, Alberto Zalamea y Alfonso López Michelsen,
críticos mordaces del Pacto Consociacionalista.

Con este principio se consolida la prensa opositora, muy mal vista por los líderes
políticos de la época, al punto de organizarse una gran cruzada en contra de ella,
movilizada por empresarios que sometieron a los periódicos al régimen de compraventa
de pulgadas de avisos. La orden fue perentoria: “retirar inmediatamente toda la publicidad
comercial a los periódicos que disentían de la política del Frente Nacional”.

La persecución económica estaba dada y se extendió también a los diarios


regionales y municipales. Así, se comentaba en la Convención del Partido Liberal: “Si los
izquierdistas quieren hacer su revolución que la hagan con su dinero, porque con los
presupuestos de publicidad de las empresas no se va a dar fondos para que se divulgue
propaganda revolucionaria” (Liévano, 2007:83). Es interesante resaltar ya como desde
esta época, la inversión en publicidad de las empresas, además de promocionar sus
productos, puede ser utilizada para comprar y manipular la conciencia de los periodistas.

Precisada otra faceta del Frente Nacional, que revelaba el autoritarismo frente a
las voces disidentes, con muy poca distancia respecto a la censura impuesta durante la
Dictadura, se encontró que incluso a los diarios conservadores de la prensa oficial, les fue
retirada paulatinamente la pauta comercial, sólo porque desde ellos se criticaban las
medidas improvisadas, las verdades camufladas y la crisis económica del gobierno de
Alberto Lleras Camargo.

¿De qué había servido luchar contra la censura de prensa establecida en la


Dictadura, si lo que se vivía ahora era una “censura privada por parte de los agentes del
capital” y estimulada desde el gobierno?

[Escriba texto]
¿Qué había pasado con los grandes diarios liberales que otrora habían luchado
contra la censura oficial y el cierre de sus diarios y que ahora aprovechaban con la
quiebra económica de la pequeña prensa crítica impuesta por los grupos económicos
privados?. Liévano aclara, “Si grave había sido que los gobiernos, en el pasado,
censuraran la prensa con el propósito de solo permitir la difusión de noticias y
comentarios que les eran favorables, qué decir de las maquinaciones que ahora se
estaban cumpliendo en la República para sustituir la antigua censura gubernamental por
una censura de trastienda, ejercida por los particulares que aspiraban a servirse de los
dineros de las sociedades anónimas para determinar a su antojo qué podía decirse y qué
debía callar”.(Liévano, 2007: 68)

En este contexto, la sentencia Albert Camus cobra plena vigencia “La prensa libre
podría haber sido buena o mala, pero sin libertad no era más que mala”. Este fue, lugar a
dudas, el discurso persistente y, más que mala, la prensa se convirtió en objeto útil de los
intereses privados.

Prensa: Instrumento Ideológico de los Partidos Políticos

Los cambios que dieron paso a la prensa frentenacionalista en el fondo más


ideológicos que estructurales, sostuvieron el sesgo partidista. Las nuevas empresas
periodísticas, en fuerte relación con redes comunicativas y empresariales, ya no actuaron
como agente regulador del Estado (tal como se leía en la cita del siglo del 30 de julio de
1957), sino como un portavoz del poder institucional privado y un reproductor de la
versión oficial de los acontecimientos, lo que llegó a denominarse: “La Dictadura de la
Gran Prensa”

En el análisis realizado se observó de manera diciente que las noticias


correspondían a transcripciones de las declaraciones de los voceros oficiales de los
partidos, quienes estaban directamente relacionados con los diarios. El ejercicio
periodístico se limitó, para la época, a la reproducción escrita de productos informativos
orales de los actores políticos del momento y a la titulación de las noticias.

En el caso del diario El Siglo, la postura periodística fue un poco más directa, pero
igualmente tímida, pues del mismo modo que se tomó posición frente a los
acontecimientos, se actuó como reproductora de las declaraciones del partido

[Escriba texto]
conservador. En resumidas cuentas los periódicos, esta vez sin censura, prefiguraron su
línea editorial en alineación con los intereses de los partidos; y los periodistas, simples
trabajadores de la casa periodística, no pudieron elegir su postura. La libertad de prensa,
la libertad de conciencia, la libertad de opinión, grandes ganancias del Frente Nacional, no
eran necesarias para acomodar la realidad impresa a las exigencias clasistas,
económicas y partidistas de los gobiernos y gobernantes de la coalición bipartidista.

La marcada inclinación de los textos analizados a referencias del tipo político, es


una muestra de la división entre la vida política y la social en Colombia, reflejada de la
misma forma en los diarios. La cercanía de los periódicos a los hilos del poder del Estado
y su distanciamiento de los intereses de las clases populares, generaron serias
contradicciones frente a la función social de los medios impresos. El país social, al no
encontrar una tribuna de expresión de sus ideas en la prensa, se lanzó a las calles en
búsqueda de la reivindicación, la promoción de la conciencia popular y la exigencia de las
promesas incumplidas. Ante esto, como se leyó en los periódicos analizados, se llegaron
a hacer, por parte de “la Gran Prensa”, declaraciones conjuntas frente al tratamiento de
los mensajes periodísticos, tomándose medidas como:

1/. La supresión de discursos y palabras que evocaran la injusticia y la inequidad, la lucha


de clases, los movimientos sociales, la calidad de vida y el desarrollo social; tal como se
muestra en el estudio, estas categorías tuvieron poco o nulo cubrimiento en el registro de
los acontecimientos de la cotidianidad de la época durante el Frente Nacional. 2/. La
invisibilización de los movimientos de liberación y las luchas revolucionarias ocurridas en
otras naciones y la propia, satanizando con ello la ideología de izquierda, inconveniente
para los intereses de la alianza bipartidista y 3/. La ocultación de la verdad política y la
construcción de una realidad social urdida desde los intereses manipuladores de los
partidos, de ello buen ejemplo lo constituye el ocultamiento de la quiebra económica en
que se hallaba el país.

La prensa colombiana del Frente Nacional respondió al favor de una clase


dirigente privilegiada, que además de ser dueña de los medios de producción era dueña
de los medios de información, con el poder de ejercer presión y represión sobre el trabajo
de los periodistas.

[Escriba texto]
En este sentido Zalamea, describe la conformación interna de la prensa. Para
efectos del estudio, se asocia al rol de los periodistas durante la alianza bipartidista y los
distribuyó en tres grandes grupos (Zalamea, 1986: 346):

1. /Los periodistas empresarios y editorialistas herederos de los fundadores y dueños de


la prensa. Ejemplo de ello lo constituye el dueto Laureano Gómez (padre) - Álvaro Gómez
(hijo), el primero fundador del diario “El Siglo” y firmante del Pacto de Sitges. El segundo
congresista opositor al proyecto de Reforma Agraria de Alberto Lleras y posterior director
del diario en mención.

2. /Los editorialistas, comentaristas y colaboradores, personas destacadas de la vida


pública, en permanente contacto e identidad ideológica con los empresarios. Para el caso
de nuestro análisis, el modelo representativo es Carlos Lleras, dirigente y tercer
presidente Liberal del Frente Nacional, escritor para el diario El Tiempo, defensor de la
Reforma Agraria de Alberto Lleras, su familiar, y opositor al plan de desarrollo de Misael
Pastrana, último presidente conservador del Frente Nacional.

3. /Los redactores de base, personas del común, periodistas asalariados al servicio de los
dueños de los medios impresos. En la investigación se observó que el mayor porcentaje
de los textos periodísticos fueron de autoría anónima, aunque es bien sabido que detrás
de los titulares, las fotos, el emplazamiento y distribución de los textos hay personas que
reciben un salario por el ejercicio de esta función. En este caso, los periodistas actuaron
más como relatores que como agentes de la opinión pública.

La censura, inicialmente ejercida por el Estado, además de estimular la defensa de


las ideologías y potenciar la escritura crítica de los periodistas, provino, durante el Frente
Nacional, desde las mismas direcciones de los diarios. El poder excluyente de los dueños
de los medios convirtió a los impresos en serviles vasallos de la clase privilegiada.

En cuanto al lenguaje utilizado, el registro hecho por los diarios es diciente, en la


medida que se puede descifrar en ellos una diferencia palpable entre lo que fueron temas
de Estado, temas de partido, temas de líderes y temas de oposición.

Esta caracterización se hizo en aras de poder entender la incoherencia en las


posturas adoptadas por la prensa, los actores políticos y los partidos indistintamente,

[Escriba texto]
frente a la realidad política y social que apremiaba y el momento histórico en que estaban
ubicados. Al respecto, y sólo por enunciar algunos aspectos importantes, fue significativo
encontrar que muchas de las acciones de gobierno se plantearon como estrategias
políticas más que sociales y que en el transcurso de los 16 años del Frente Nacional, no
hubo continuidad en estas políticas, ni siquiera como parte de una agenda de gobierno; el
ejercicio del poder parecía más un tema de partidos y de oposición que un tema de
Estado y de esta misma manera fue registrado por los diarios.

Por otra parte, el Pacto de Sitges, que tuvo a su favor el hecho de reconocerse a sí
mismo como un Contrato Social de vigencia obligatoria y no como un tema puntual de
1957, tal como pudo revisarse en la unidad hermenéutica, no trascendió más allá del
llamamiento a los compromisos de alternancia y paridad, olvidando con ello el propósito
ideal del Frente Nacional: “Lograr la Paz”.

En el registro de los acontecimientos históricos la mayor ausente fue la sociedad


civil. La negación sistemática del origen del conflicto y las políticas públicas, sociales y
económicas usadas como ejes articuladores de los discursos de los líderes políticos
hicieron ver al Frente Nacional más como una negociación de las elites por disfrutar los
beneficios del poder que como una salida a la problemática social producto de la amplia
brecha entre ricos y pobres.

Por ejemplo, frente al registro de los hechos de la reforma agraria, jamás se


mencionó cómo esta mejoraría la calidad de vida de los campesinos; en cambio, sí se
hizo énfasis en cómo afectaría a los latifundistas y dueños de tierra. También, nunca se
dijo explícitamente qué beneficios traería el Pacto Consociacionalista a la gente del
común, pero sí se destacó la repartición de la cuota burocrática entre la clase privilegiada
y, finalmente, respecto a los planes de desarrollo, las explicaciones técnicas de términos
económicos nunca hicieron entendible el tema para los ciudadanos de a pie.

La clase dirigente colombiana de la época reveló poca preocupación por el


conflicto social, esto se hizo evidente en el bajo cubrimiento noticioso de esta
problemática. Los dirigentes políticos no plantearon políticas sociales serias para
solucionar los problemas de fondo; se limitaron sólo a formular propuestas políticas, para
recobrar la institucionalidad y la gobernabilidad, políticas que poco efecto tuvieron en el
mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad civil. Contrariamente a lo que se

[Escriba texto]
pudiese pensar, el diario “El Siglo” fue más proclive a la publicación de hechos sociales, lo
que permitió mostrar a los líderes conservadores como hombres con mayor sensibilidad
frente a lo social.

De notorio comportamiento también fue la recurrente apelación a lo jurídico y a la


validación de las ideas, utilizando referencias a actores políticos, como símbolo de
credibilidad ante los acontecimientos. Así pues, las justificaciones jurídicas se usaron para
señalar la viabilidad de las reformas y planes en el marco constitucional y de las leyes
colombianas, y se empleó la fuente oficial para apuntalar las declaraciones escritas en los
diarios.

Agente, mediador o protagonista: Los roles de la prensa colombiana durante


el Frente Nacional.

Tres realidades determinantes simbolizan el papel de la prensa durante el Frente


Nacional, se trata de una serie de factores que aparte de dar tránsito a la prensa
moderna, definieron su razón de ser y su posibilidad de convertirse en agentes y
protagonistas de la sociedad.

Los Diarios “El Tiempo” y “El Siglo”, objeto de estudio, sobrevivieron a los embates
de la censura política, religiosa y empresarial; a la extrema violencia contra sus
instalaciones y periodistas; a la autocensura impuesta desde las direcciones; sin
embargo, sus raíces políticas prevalecieron, respaldando candidatos, partidos, campañas,
agendas de gobierno y desde luego, la “omnipotencia” del Pacto Consociacionalista.

El ejercicio de periodismo en la prensa escrita se funda sobre la narración de la


realidad y solo por este hecho se convierte en actor político, no sólo porque cuando se
narra se crean imaginarios, se opone o alía al statu quo, se controlan las instituciones o
se vigila al poder, sino porque se actúa de puente entre la ciudadanía y el estado.

“La vocación de verdad del periodismo se ha convertido en una estrategia de


difusión de las versiones del poder, la institucionalidad y las élites; el oficio de narrar la
realidad ha derivado en el monogénero de la noticia sobre la monoclase en el poder. El
periodismo cada vez más parece el escribano oficial del poder”. (Rincón, 2006:113)

[Escriba texto]
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