Objeto Del Acto Jurídico Fallo de La CNApel - en Lo Com.

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OBJETO DEL NEGOCIO JURÍDICO

CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO COMERCIAL, SALA D


“D. F., A. O. c. Hope Funds SA s/ ordinario” • 20/02/2014
Cita: TR LALEY AR/JUR/7377/2014

HECHOS
En dos contratos de mutuo se pactó que, ante la muerte del mutuante, el mutuario
debía pagar a un tercero, quien fue nombrado beneficiario. A raíz del fallecimiento de
aquél, este último inició acción por cobro de pesos, la cual fue rechazada por el juez, al
considerar que la cláusula en tal sentido es nula. Apelado el decisorio, la Cámara lo
confirmó.

TEXTO COMPLETO:
Buenos Aires, febrero 20 de 2014.

¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?


A la cuestión propuesta, el doctor Dieuzeide dijo:
1. Que corresponde entender en el recurso interpuesto por la parte actora contra la
sentencia definitiva dictada en fs. 82/84 que rechazó la demanda con costas. Los
incontestados fundamentos fueron expuestos en fs. 100/105.
a) Los antecedentes del proceso se encuentran adecuadamente descriptos en la
sentencia apelada, no obstante lo cual considero oportuno señalar que el objeto
mediato de la pretensión fue obtener el pago de la suma de U$S 53.144. El actor basó
su demanda en los siguientes hechos: I) Que entre la señora E. S. D. y Hope Funds S.A.
se habían celebrado dos contratos de mutuo con fechas 06/07/2010 y 20/01/2011 de
los cuales resulta que la primera entregó a la mutuaria las sumas de U$S 29.757 y U$S
23.387, respectivamente, en concepto de capital. II) Que de las cláusulas quinta de
ambos contratos surge que en caso de fallecimiento del mutuante o cualquier otra
contingencia que le impida el cobro del capital desembolsado, se designó al actor en
carácter de beneficiario. III) Que ante el fallecimiento de la mutuante se intimó a la
mutuaria mediante carta documento al pago del crédito, a lo cual está última
respondió que el reclamo debía efectuarse en el sucesorio de la señora E. S. D.
b) La sentencia de la anterior instancia rechazó la demanda con costas. Para arribar a
dicha decisión el señor juez de grado sostuvo que, aun cuando se hayan tenido por
reconocidos los hechos expuestos y admitida la autenticidad de la documentación
acompañada en virtud de la declaración de rebeldía dictada en fs. 65 -además de que
posteriormente se declaró en fs. 78 la cuestión como de puro derecho-lo cierto es que
por sobre cualquier consideración procedimental existe una observación de fondo: La
cláusula quinta del contrato de mutuo constituye una disposición testamentaria en
tanto la mutuante fallecida designó al actor como beneficiario para el cobro y toda vez
que dicha cláusula no cumplía con los requisitos del c.civ.:3622, -las formas ordinarias
de testar-era nula. A mayor abundamiento, el señor Juez de grado señaló que si no se
coincidiera con el razonamiento expuesto precedentemente y se pensara que sólo fue
una cláusula que otorgó mandato para el cobro, lo cierto es que el fallecimiento
resolvió el apoderamiento, por lo que la solución desestimatoria de la pretensión
igualmente se impondría.
c) El actor se agravió básicamente de que: I) El señor Juez a quo fundó su decisión en
defensas no planteadas en el proceso, fallado sobre hechos no controvertidos.
Tampoco analizó la figura jurídica establecida en el c.civ.: 731, inc. 7., ni demostró la
base probatoria en que se apoyaba su decisión. Asimismo criticó que el juzgador se
apartó del principio de congruencia, incurriendo en una solución “extra petita” II) No
respetó la voluntad de las partes, al celebrar el acuerdo. III) Se equiparó al tercero
como mandatario, reiterando que la figura que debió utilizarse es la del “adjectus
solutionis gratia”, el cual se diferencia del primero porque éste tiene poder para recibir
el pago, en tanto aquél está simplemente investido de una cualidad para percibirlo.
Indicó que no importaba cuál sea la relación interna entre el adjectus y el acreedor -
dentro de ella puede ser mandatario o beneficiario de un acto indirecto, y por lo tanto
puede llegar a ser el verdadero titular del activo del crédito-. Además sostuvo que el
tercero indicado esta legitimado para reclamar judicialmente el pago si -como en el
caso-es el titular activo del crédito.
2. En fs. 78 se declaró la cuestión como de puro derecho. Cabe recordar que en el caso
se persigue el cobro de cierta suma de dinero como consecuencia de haber sido
designado beneficiario el actor en dos contratos de mutuo cuya cláusula quinta
disponía: “En el caso de fallecimiento del mutuante o cualquier otra contingencia que
le impida el cobro del capital desembolsado e intereses, éste designa en carácter de
beneficiario al Sr. R. O. D. F., D.N.I. ...”
a) El actor sostuvo que el caso debe ser examinado bajo la órbita del art. 731, inc.7 del
c.civ.
b) El inc. 7° del art. 731 del c.civ. designa como otra de las personas a quien debe
hacerse el pago “... al tercero indicado para poder hacerse el pago, aunque lo resista el
acreedor, y aunque a éste se le hubiese pagado una parte de la deuda”. Si bien toda la
doctrina consagra la supervivencia de una figura del derecho romano “adjectus
solutionis gratia”, existen discrepancias respecto de los supuestos para ostentar tal
calidad. I) Un primer sector entiende que se trata de un mandatario, ungido con
mandato irrevocable por acreedor y deudor, en el interés de ellos, o del acreedor y el
tercero, o sólo del tercero. II) Otro sector sostiene que se trata de una convención con
contenido y efectos determinados; una cláusula bilateral sobre las condiciones de pago
que acuerda al tercero un título abstracto que le confiere legitimación autónoma, por
su derecho propio, para efectuar el cobro como si se tratara del acreedor, creando de
este modo una forma especial de pluralidad de sujetos activos en la obligación. Este
criterio sostiene que: 1) No podría tratarse de un mandato, pues no hay mandato en el
interés exclusivo del mandatario (art. 1892 in fine); 2) Que las relaciones entre las
partes y el tercero indicado, dependen de la vinculación que subyace entre éstos; a
veces puede ser mandatario, otras socio del acreedor, otras acreedor del acreedor,
que por medio de la indicación cumple su obligación previa. No podría confundirse con
el mandato, pues el “adjectus” tiene un “derecho propio” al cobro, mientras que el
mandatario tiene el poder de cobrar en nombre del acreedor. Sin embargo no siendo
necesariamente un mandato puede en algún caso serlo, si es que tal es la relación que
une al “adjectus” con el acreedor. Pero también podría ser un negocio indirecto, por el
cual se persigue que el “adjectus” se satisfaga por un crédito otorgado -con
anterioridad-por el titular activo de la relación en la cual se indica al “adjectus”; en tal
caso, éste pasa a ser el verdadero titular del crédito en el cual ha sido indicado, pues
no tiene que rendir cuentas del pago que recibe, quedando en su propio beneficio.
Asimismo se sostuvo que una vez que el “adjectus” ha aceptado la indicación
efectuada por el acreedor y el deudor su designación se vuelve irrevocable. El
“adjectus” queda investido por la aceptación del “ius accipiendi” y el deudor sólo
puede pagarle a él; pero el acreedor no quedaría privado del resto de sus derechos,
por lo tanto, podría novar la deuda, transigirla o remitirla. Por supuesto que otorgar
esos actos implicaría cercenar los derechos del “adjectus” y el deber de responder por
ello, en la medida que así lo imponga la relación que une al acreedor con aquél (Bueres
A.J.-Highton E. I., “Cód. Civil y normas complementarias. Análisis doctrinal y
jurisprudencia”, art. 731, t. 2B, p. 46/49, ed. 2006).
c) Ahora bien, en el caso juzgado existen dos contratos de mutuo con una cláusula que
establece como beneficiario a un tercero, pero no lisa y llanamente como indicado
para recibir el pago, sino que el actor fue nombrado como beneficiario pero en caso de
que la mutuante falleciera. En efecto, aquel ni siquiera invocó ni menos acreditó cuál
era la vinculación que tenía con el acreedor, o si existió alguna obligación previa, que
diera origen a este supuesto negocio indirecto. Por lo tanto, y en este marco, entiendo
que no corresponde aplicar el c.civ.:731,7°, como propone el apelante.
d) En razón de lo expuesto considero que la crítica debe ser desestimada.

3. El actor también se agravió de que el señor juez de grado no respetó el principio de


la autonomía de la voluntad de las partes.
a) En primer lugar, debo señalar que coincido con el señor juez de grado, con respecto
a que los contratos de mutuo establecían una disposición testamentaria, pues
mediante la cláusula quinta se acordó la entrega de una suma de dinero que pertenece
a la mutuante a favor de un tercero una vez que aquella fallezca. En este sentido, y
toda vez que el testamento es un acto que requiere necesariamente para su validez la
observancia de las disposiciones de forma impuestas por ley, estas surgen del c.civ.
3622 en el cual se dispone que las formas ordinarias de testar son: el testamento
ológrafo, el testamento por acto público y el testamento cerrado.
b) Sin perjuicio entonces de la voluntad de las partes, la cláusula que dispone como
beneficiario al actor, es un acto de transmisión “mortis causa” de una parte del
patrimonio de la mutuante y en tanto aquella no cumple con las formas “ad
solemnitatem” que se requieren para testar, no se la puede tener por válida. En
efecto: el c.civ. dispone en su art. 21 que “Las convenciones particulares no pueden
dejar sin efecto las leyes en cuya observancia estén interesados el orden público y las
buenas costumbres”. Por ello, las convenciones particulares de las partes no pueden
dejar sin efecto normas de orden público como las relativas a la forma de los
testamentos. Pues todas las formalidades exigidas por la ley para el otorgamiento de
estos actos, tienen carácter solemne, de modo tal que la falta de cualquiera de ellas da
lugar a su nulidad (Borda G.A., “Tratado de Derecho Civil-Sucesiones”, t. II, p.217/218,
ed. 1975). Asimismo, se ha interpretado que, en principio, el otorgamiento de actos
que no revisten las formas solemnes establecidas por la ley, son nulos de nulidad
absoluta. Ello es así, en atención a la importancia de la forma de los actos jurídicos,
que se vincula fundamentalmente con el interés de terceros extraños al acto y con la
seguridad en el tráfico jurídico (Malicki A., “Cód. Civil comentado” Dir. Rivera J.C.-
Medina G., art. 1044, p. 759/760, ed. 2005).

4. Debe señalarse finalmente, siquiera “obiter dicta” que en lo que al fuero de


atracción concierne, el c.c. dispone que:
a) Deben entablarse ante el juez del sucesorio las demandas concernientes a los bienes
que integran el acervo del causante y si bien, dicha regla no es absoluta, cabe resaltar
que el c.civ.:3284, en sus incisos 3 y 4 disponen que deben ventilarse ante el juez de la
sucesión: Las demandas relativas a la ejecución de las disposiciones del testador,
aunque sean a título particular, como sobre la entrega de los legados, es decir, todo lo
que tenga relación con las disposiciones testamentarias, su validez e interpretación,
etc. Las acciones personales de los acreedores del difunto, antes de la división de la
herencia.

b) Sin embargo, al presentarse el demandado y solicitar la remisión de esta causa al


sucesorio entendiendo que se ventilaban cuestiones patrimoniales del causante, el
señor juez de grado en fs. 74 denegó dicha pretensión, para lo cual sostuvo que el
proceso no encuadraba dentro de las estipulaciones previstas por el c.civ.:3284, pues
el actor se presentó como acreedor-beneficiario en virtud de lo dispuesto en la
cláusula quinta del contrato de mutuo, resolución que se encuentra firme y consentida
por las partes.
c) Por consiguiente, y más allá de que haya quedado resuelta y firme la cuestión, en mi
opinión, esta jurisdicción es competente para resolver que no sean admitidos los
agravios de la actora en cuanto a la cuestión de fondo, por lo que su apelación debe
ser rechazada, sin que sea menester abundar en otros argumentos para fundar tal
conclusión pues, los jueces no tienen obligación de seguir a las partes en todas sus
alegaciones, ni examinar toda la prueba, sino solamente en la medida de lo
conducente para la correcta composición del litigio (conf. CSJN, Fallos: 258:504;
262:222; 272:225; 278:271; 291:390; 297:140; 301:970; etc.).

5. Por todo lo expuesto, normas y doctrina judicial y de los autores citadas, si mi voto
es compartido propongo al acuerdo desestimar el recurso de apelación interpuesto y
en consecuencia confirmar la sentencia de la anterior instancia. Sin costas por no
mediar contradictorio.

El doctor Vassallo dijo:


Adhiero al voto del señor vocal preopinante, con los mayores fundamentos para
abonar igual conclusión, que me adelantó el doctor Heredia en el curso de este
acuerdo.

El doctor Heredia dijo:

1°) Hope Fund S.A. recibió dos préstamos de divisas extranjeras de manos de la señora
E. S. D., para ser restituido a esta última dentro de los sesenta meses (fs. 2 y 8,
cláusulas 1ª y 3ª, en ambos casos). En los contratos respectivos fue estipulado,
además, lo siguiente: “...En caso de fallecimiento del mutuante o de cualquier otra
contingencia que le impida el cobro del capital desembolsado e intereses, éste designa
en carácter de beneficiario al Sr. A. O. D. F., DNI...” (fs. 3 y 9, cláusula 5ª, en ambos
casos).
La mutuante falleció en el extranjero antes de recuperar lo que había prestado (conf.
acta de defunción obrante a fs. 14/15).
Frente a ello, el señor D. F. reclamó extrajudicialmente a la mutuaria la devolución del
préstamo, con más sus intereses. Invocó para ello su condición de “beneficiario” según
resultaba de los dos mutuos, así como una actuación “por derecho propio” en los
términos del art. 731, inc. 7°, del Cód. Civil, negando a los herederos de la fallecida
derecho alguno sobre el crédito de restitución referido (véase cartas documento de fs.
16 y 17).
Hope Fund S.A. rehusó pagar fuera de juicio al señor D. F. en el entendimiento de que
él debía hacer su reclamo en el sucesorio de la mutuante (carta documento de fs. 18).

En esas condiciones, el mencionado promovió la presente demanda por cobro de U$S


53.144, intereses y costas (fs. 36/40), y con relación a la cual Hope Fund S.A. fue
declarada rebelde (fs. 65).
Contra la sentencia de primera instancia que rechazó el reclamó apeló el actor (fs. 87),
quien expresó agravios a fs. 100/105, no resistidos por su contraria.

2°) Para fundar su derecho, el actor invoca estar en la situación de un adjectus


solutionis gratia o solutionis causa.
Cabe recordar, al respecto, que el adjectus solutionis gratia o adjectus solutionis causa
es el “tercero indicado para poder hacerse el pago”, figura a la que se refiere el art.
731, inc. 7°, del Cód. Civil y que, ciertamente, no es ni un cesionario, ni un mandatario,
tal como lo tiene decidido esta Sala (causa “Asociación Mutual de Trabajadores
Municipales de La Matanza c. Compañía Financiera Argentina S.A. s/ ordinario”,
sentencia del 24/11/2010, cuyos fundamentos cabe remitir por razón de brevedad).
Ahora bien: ¿posee el actor verdaderamente esa condición jurídica, tal como lo
postula?
Hace a la funcionalidad misma de la figura regulada por el art. 731, inc. 7°, del Cód.
Civil, la coexistencia a un mismo tiempo de dos derechos, a saber, por una parte, el del
adjectus al beneficio del pago, y por otra, el de la parte acreedora -en el caso, la
mutuante ya que el adjectus no es acreedor-a la disponibilidad del crédito para
novarlo, transigirlo, remitir la deuda, etc., con exclusión de la posibilidad de cobrar el
objeto debido (conf. Llambías, J., Tratado de Derecho Civil - Obligaciones, Buenos
Aires, 1970, t. II, ps. 762/763, n° 1442; Pizarro, D. y Vallespinos, C., Instituciones de
Derecho Privado - Obligaciones, Buenos Aires, 2006, t. 2, p. 112, n° 2).
Sólo si se presenta tal coexistencia de derechos en cabeza de las personas indicadas,
sería posible afirmar que muriendo la parte acreedora no podrían sus herederos
pretender ejercer una facultad de la que ella carecía impidiendo el pago al adjectus,
sea que ello se justifique en la idea de tener este último un título abstracto (conf.
Llambías, J., ob. cit., t. II, ps. 764/765, n° 1443, espec. texto y nota n° 130), sea que se
entienda presente una condición de pago, instituida por convenio bilateral
presumiblemente en interés de ambas partes, en principio irrevocable (conf. Busso, E.,
Cód. Civil Anotado, Buenos Aires, 1955, t. V, p. 409, n° 181; Cazeaux, P. y Trigo
Represas, F., Derecho de las Obligaciones, La Plata, 1980, t. 3, ps. 105/106).
En el caso, empero, esa coexistencia de derechos jamás tuvo lugar ya que: a) durante
la vida de la mutuante la calidad de “beneficiario” del actor estaba subordinada, según
lo pactado, a que aquella padeciera alguna contingencia que le impidiera el cobro,
nada de lo cual ha sido invocado o probado en autos; y b) fallecida la mutuante, la
coexistencia de los apuntados derechos lógicamente ya no pudo tener lugar.

Frente a ello, mal puede el actor ser considerado un adjectus y, entonces, agraviarse
por haber rehusado la deudora del mutuo pagarle invocando, para ello, precisamente,
la necesidad de que hiciera el reclamo respectivo en el sucesorio de la mutuante (carta
documento de fs. 18), toda vez que si Hope Funds S.A. pagase al actor podría
exponerse a la acción de los herederos de la mutuante, desde que el crédito respectivo
debe entenderse integrante -con todos sus atributos, incluso la posibilidad de su cobro
que en vida de la mutuante solo correspondió a ella- de la herencia de la señora D.
(arts. 3279, 3417 y conc. del Cód. Civil).
Casi resulta innecesario agregar, en fin, que al resultar ajeno a la situación del actor lo
dispuesto por el art. 731, inc. 7°, del Cód. Civil, la aceptación que hiciera
extrajudicialmente de su designación como “beneficiario” en los términos del art. 504
de ese cuerpo legal, resultó inocua por jurídicamente equívoca y, por tanto, no
susceptible de obligar a la mutuaria.

3°) Lo expuesto precedentemente bastaría para sellar la suerte negativa de los


agravios del actor, pues se hace cargo del principal argumento que invocó para
justificar el título de su reclamo, rechazándolo.
Empero, ponderando que los jueces pueden discurrir los conflictos litigiosos y
dirimirlos con prescindencia de los fundamentos que enuncian las partes (CSJN, Fallos:
261:193; 262:38; 263:32; 266:106; 268:157; 272:124; 273;358; 274:192; 276:299;
278:313; 303:289; 304:297; 305:1975; 310:2733; 311:290; 324:2946; 328:2824; etc.),
diré todavía lo siguiente:
(a) Desde antiguo, se ha calificado como prohibido el contrato -o la cláusula contenida
en él-por el cual uno o alguno de los herederos son designados para gozar
exclusivamente del beneficio en él estipulado (conf. Demogue, R., Traité des
obligations en général, Librairie Arthur Rousseau, Paris, 1923, t. II, ps. 759/760, n° 850,
texto y nota n° 1 en p. 760, con cita de Braudy et Barde, Demolombe, Laurent, Huc y
Colmet de Santerre ; Fassi, S., Contratos sobre herencia futura, LL 124-411, espec. p.
415, n° 27 “b”).
En nuestro derecho, semejante pacto resultaría nulo de acuerdo a lo prescripto por el
art. 1175 del Cód. Civil.
Ciertamente, esta última norma legal no resulta técnicamente aplicable al caso, pues la
designación del actor como “beneficiario” para el cobro del mutuo después de la
muerte de la mutuante no podría calificar nítidamente como un pacto de herencia
futura, ya que en la especie la mención del señor D. F. no se hizo en mira a un eventual
derecho hereditario suyo del cual quedaría investido cuando se abriera la sucesión de
aquella, condición que es ineludible -entre otras-para que concurra esa figura jurídica
(conf. Salvat, R. y Acuña Anzorena, A., Tratado de Derecho Civil - Fuentes de las
Obligaciones, Buenos Aires, 1954, t. I, p. 116, n° 123, ap. 3°).
Sin embargo, una cláusula continente de una designación como la indicada hecha a
título de crédito, podría igualmente considerarse inválida por otras razones legales,
vgr. por aplicación de las normas que prohíben genéricamente los actos contrarios a la
moral y las buenas costumbres, lesión subjetiva, simulaciones ilícitas, etc. (conf.
Guastavino, E., Pactos sobre herencias futuras, Buenos Aires, 1968, ps. 76/77, n° 39;
Belluscio, A., Pacto sobre herencia futura, donación de exigibilidad diferida, y
obligación de procurar prestación de tercero, LA LEY 1981-D, p. 336, cap. II; Lavalle
Cobo, J., en Belluscio, A. y Zannoni, E., Cód. Civil y leyes complementarias, comentado,
anotado y concordado, Buenos Aires, 1984, t. 5, p. 803, n° 2).
Y, desde esta última perspectiva, juzgo que la cláusula del contrato de mutuo por la
cual se designó al actor como “beneficiario” del crédito de restitución, debe reputarse
nula por aplicación del art. 953 del Cód. Civil que, entre otros supuestos, se refiere al
objeto de los actos jurídicos que perjudiquen los derechos de un tercero.
Es que, en las condiciones ya expresadas de no haber dado lugar dicha cláusula al
nacimiento de un adjectus, sin dudas representa una estipulación con aptitud para
afectar el derecho de terceros, que para el caso lo son los posibles herederos de la
mutuante, ya que por el mérito de la designación contenida en ella (para jugar, en una
de sus variantes, después de la muerte de la señora D.) aquellos se verían privados de
recibir por sucesión el crédito de restitución que la causante tenía contra la mutuaria,
sin haberse recurrido a la manda testamentaria de un legado de crédito (art. 3786 del
Cód. Civil) ni posibilidad de ejercicio de una acción reducción (art. 3601, cit. Cód.).
Así las cosas, el sub lite da cuenta no solo de un supuesto de omisión de forma
testamentaria como lo expone el voto que abrió el acuerdo, sino, quizás con mayor
fuerza, de un supuesto de invalidez del acto en cuanto a su objeto.
(b) Para salvar lo anterior, ciertamente, no podría pensarse que la designación del
actor importó una promesa post mortem que obligue a los herederos de la mutuante,
toda vez que la licitud de esta figura, incluso bajo la modalidad de una cláusula de pago
para cuando muera el deudor o el acreedor, depende de que la exigibilidad de la
obligación quede subordinada al deceso de uno u otro (conf. Guastavino, E., ob. cit., p.
460, n° 413). En el caso, empero, la obligación de restitución de que se trata se hizo
exigible en vida de la señora D. y, ciertamente, a favor de ella.

(c) Tampoco sirve para superar las conclusiones hasta aquí expuestas la insistente
referencia que el actor hace en su memorial en orden a la necesidad de respetar la
regla de la autonomía de la voluntad, ya que esta tiene límite en el principio de
legalidad.
4°) En suma, toda vez que el señor D. F. no tiene título para reclamar en autos como lo
ha hecho, se impone el rechazo de su apelación. Sin costas de alzada, habida cuenta el
silencio guardado por la demandada -cuya rebeldía cesó en fs. 74-frente al traslado de
fs. 106. Así voto. Concluida la deliberación los señores Jueces de Cámara acuerdan: (a)
Desestimar el recurso de apelación interpuesto y en consecuencia confirmar la
sentencia de la anterior instancia. (b) Sin costas de esta instancia por no mediar
contradictorio (c.p.c. 68). — Pablo D. Heredia. — Gerardo G. Vassallo. — Juan J.
Dieuzeide.

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