El Ayuno para Romper Barreras Espirituales
El Ayuno para Romper Barreras Espirituales
El Ayuno para Romper Barreras Espirituales
Esdras 8:21-23
Esdras 8
que nos presenta una lista de los compañeros de Esdras. Y aquí
vemos que Esdras se aseguró de que los Levitas fueran con
ellos. También fueron los sirvientes del templo. Y, además,
veremos un detalle interesante que nos revela los sentimientos
humanos de Esdras. Leamos el versículo 21, de este capítulo 8
de Esdras:
"Allí, junto al río Ahava, proclamé un ayuno para humillarnos
delante de nuestro Dios y solicitar de él un buen viaje para
nosotros, para nuestros niños y para todos nuestros bienes".
Esdras convocó junto a aquel río una gran reunión de ayuno y
oración. El quería conocer la voluntad de Dios. Veamos lo que
dicen los versículos 22 y 23:
"Pues tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo
que nos defendieran del enemigo en el camino, ya que le
habíamos dicho al rey: La mano de nuestro Dios está, para
bien, sobre todos los que lo buscan; pero su poder y su furor
contra todos los que lo abandonan. Ayunamos, pues, y pedimos
a nuestro Dios sobre esto, y él escuchó nuestra súplica".
Como bien podemos apreciar, Esdras había ido ante el rey y le
había asegurado que Dios protegería de sus enemigos a
aquellos que le buscaban, y que Él les guiaría en el camino de
regreso a su tierra. Y al mirar a ese grupo reunido junto al río,
dispuesto a emprender tan larga marcha, grupo formado por
familias enteras con sus niños, fue consciente de los peligros
que potencialmente les aguardaban. Hubiera resultado normal
pedirle al rey algún tipo de ayuda, como algunos guardias que
les acompañaran. Pero entonces el rey podría haber dicho:
"Bueno, yo pensé que confiabais en el Señor".
A veces algunos de nosotros hablamos con elocuencia en cuanto
a nuestra confianza en Dios y lo maravilloso que Él es. Pero
luego, cuando debemos enfrentarnos a las actividades o a
situaciones esenciales de la vida, comprobamos que realmente
no confiamos en Él. Y Esdras fue esa clase de persona, bastante
humano como podemos apreciar. Esdras no se atrevió a pedir
ayuda al rey. ¿Pero, cuál era entonces, la alternativa? Esdras
convocó una reunión de ayuno y oración, declarando así
públicamente su dependencia de Dios. Hay que reconocer que, a
veces, Dios nos coloca en situaciones similares para que
lleguemos a esa misma conclusión que Esdras llegó.
Continuemos entonces con el relato, leyendo los versículos 31 y
32:
"El doce del primer mes partimos del río Ahava para ir a
Jerusalén; la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros y nos
libró de manos de enemigos y asaltantes en el camino.
Llegamos a Jerusalén y reposamos allí tres días".
Bien, encontramos aquí que el rey había enviado gran cantidad
de oro y plata, y muchos utensilios; esto representaba una gran
riqueza que Esdras puso en manos de los sacerdotes y, por lo
tanto, ellos necesitaban protección. Y Dios los cuidó en su viaje,
y llegaron sin problemas a su destino. Permanecieron tres días
en Jerusalén descansando, y llevaron el tesoro al templo, a la
casa de Dios. Y el versículo 35 añade:
"Los hijos de la cautividad, los que habían regresado del
cautiverio, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce
becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y
siete corderos, y doce machos cabríos por expiación u ofrenda
por el pecado, todo en holocausto al Señor".
En este versículo, los machos cabríos se mencionan otra vez.
¿Por qué? Nuevamente leemos aquí, 12 machos cabríos; ¿por
qué? Esto era un sacrificio presentado en nombre de todo Israel,
es decir, de todas las tribus que formaban la nación. Debió ser
una experiencia inolvidable para todos los presentes, el
encontrarse nuevamente en aquella tierra, y nada menos que en
Jerusalén, presentando a Dios sus sacrificios.
En nuestro programa de hoy se ha destacado la persona y obra
de Esdras, aquel maestro de la Palabra de Dios. Pero creemos
que el verdadero protagonista ha sido Dios y Su Palabra. Hemos
podido observar la influencia de la Palabra de Dios en los más
altos niveles de decisión de aquel reino, en el cual los israelitas
habían pasado sus años de cautiverio. La Palabra de Dios
transformó el corazón de un rey pagano, que evidentemente
tuvo un conocimiento de Dios que no sólo le inspiró respeto,
llevándole a reconocer Su autoridad por encima de la suya
propia, e impulsándole a actuar a favor de Su pueblo, y
facilitando todos los medios humanos y materiales para iniciar la
reedificación del templo en Jerusalén. Por otra parte, hemos
visto también que la Palabra de Dios prevaleció incluso contra
quienes no le reconocían como Dios, ni en su propia existencia,
ni en Su autoridad para intervenir en los asuntos humanos. Y así
fue que Dios trastornó Sus intrigas y sus planes, hasta el punto
que los enemigos tuvieron que desistir de sus propósitos, y los
recursos por ellos controlados, fueron utilizados para sufragar
los gastos de la reedificación del templo.
Y esa Palabra continúa hoy impactando a los seres humanos,
trastornando sus propósitos, y transformando a quienes se
dejan transformar por ella. Recordamos aquí, las palabras de
Hebreos 4:12: "La palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la
división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos,
y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones
del corazón". Estimado oyente, le invitamos a que se deje
examinar por esa Palabra, y por Aquel que es la Palabra de Dios
encarnada, el Señor Jesucristo. Si usted acepta por le fe su
sacrificio en la cruz y la victoria de Su resurrección, Dios, por su
Espíritu, comenzará a transformarle a usted.