03 - Dutschatzky, S. - Maestros Errantes - Prólogo y Capítulo 1.

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Silvia Dutschatzky Prólogo

Por Diego Sztulwark

Maestros
El horizonte último de la interrogación de toda practica es
reflexivo e involucra la pregunta por su ser. Así, al final de una
investigación, en las primeras líneas que prologan su
presentación pública se nos aparece naturalmente la pregunta
¿qué es investigar? Es sabido que las preguntas no guardan con
las respuestas relación armónica o necesaria, al modo del

errantes
acertijo o la adivinanza. De hecho, las verdaderas preguntas son
tales que suelen dejarnos sin aliento suficiente para dar el
próximo paso, el de la invención de las respuestas. No es, en
efecto, solo una cuestión de capacidad aeróbica: se trata de un
asunto más intrincado, de incompatibilidad de lenguajes.

Experimentaciones De hecho, las respuestas solo muy extrañamente se nos


manifiestan en el mismo plano que las preguntas. Si las
preguntas se nos ofrecen en el arte de formular problemas
sociales en la intemperie. productivos (aptos para ser planteados y desarrollados en
terrenos disimiles, en experiencias concretas), las respuestas
nunca están allí esperando por nosotros, como objetivos
perdido al fin encontrados. Ellas no preexisten ni se nos
aparecen en el lenguaje empleado por la interrogación. De allí
ese deambular hambriento, aparentemente sin territorio propio,
de quien se da a la pregunta, saciándose con restos de viejas
Buenos Aires: Paidós conversaciones, saberes ocasionales e intuiciones más o menos
azarosas.
2007 Las preguntas, entonces, como inquietudes primeras. Las
respuestas, en cambio, nunca lo suficientemente espontáneas ni

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exhaustivas, hipótesis de tránsito. ¿La meta? Un diálogo serios obstáculos) en los diversos terrenos transitados (el de los
inconcluso que queda abierto, dispuesto. conceptos, el de los vínculos, e de los barrios) lo comprobamos,
A la pregunta que brota - ¿Qué es investigar? - le cabe de manera más directa, cuando iniciamos a experiencia en las
una primera respuesta: describir mutaciones. Inmediatamente escuelas del Bajo Flores de González Catán y de Córdoba. Fue
percibimos el riesgo de la abstracción. Partamos entonces de la muy evidente entonces cómo cada territorio de trabajo fue
experiencia realizada de los obstáculos que fuimos encontrando forjando sus propias interpretaciones donde cada una de
en esta investigación, y veamos al final hasta qué punto esta nuestras iniciativas, descartándola a veces, pero la mayor parte
hipótesis de transito no es útil. de ellas acomodándolas en un curso imprevisto.
Partamos de una constatación inicial: el agotamiento del El principal desafío (por intensidad y frecuencia) ha sido,
investigador social en tanto sujeto instituido de conocimiento tal vez, la demanda permanente de atención para esa
frente a un mundo expuesto a su observación e interpretación. proliferación infinita de signos emitidos en todas las
No se trata solo de objeciones éticas. Hay también una direcciones posibles y no siempre inmediatamente
imposibilidad de facto. Inconsistentes (por velocidad de comprensibles) y la disponibilidad para elaborarlos sobre el
mutación) las referencias del mundo que suponemos estables, suelo de la situación. Por todos lados invitaciones cursadas con
inconsistentes también los saberes de quienes se proponen códigos apenas evidentes, pero también rechazos abiertos o
articularlas y dar cuenta de ellas. La rebelión (epistemológica y solapados. Signos dispersos que obligan a reinventar las
política) de los objetos y las referencias –atenuada una y otra propias preguntas y a desistir de todo procedimiento que,
vez como tematización de las perennes “crisis de paradigma” – pensando a priori, nos devuelva a la ilusión del descanso en la
ha terminado por destituir los modos tradicionales de la planificación, como distancia y seguridad frente a la
investigación. contingencia.
Lo sabíamos al comenzar este recorrido, lo corroboramos Si aún hoy hablamos de investigación, lo hacemos en un
infatigablemente durante los últimos tres años de trabajo y lo sentido ampliado. Investigar como un participar, de alguna
reflexionamos nuevamente ahora: la llamada investigación forma, de una melodía difícil (hecha de llamados y respuestas
social, entendida como inspección de los cambios acaecidos en múltiples) de la que no es fácil sustraerse una vez que se
los objetos de las correspondientes disciplinas, ha perdido –por empieza a disfrutar, aunque a menudo se pierde el ritmo y las
fin- sustento. propias torpezas actúan entonces como la principal fuente de
¿Por dónde comenzar entonces? Nuestra experiencia aislamiento o ceguera.
debería ser narrada, sobre todo, desde el esfuerzo por Las zonas elegidas para la investigación (es decir, para
inventarnos cada vez (con suerte disímil y no desprovista de plantear iniciativas diversas y acompañar otras tantas a través

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de los más variados formatos, como la conversación, el grupo de investigación César Ponce, maestro de Córdoba. Los
seguimiento de situaciones o los juegos teatrales y la filmación demás integrantes del grupo (Patricia Diez, Miguel Burkart y
de dos películas) muestran con toda claridad la marginalización yo) adoptamos ese texto como base o premisa de trabajo. Vista
social y las huellas múltiples del despojo. Pero se trata, sobre en retrospectiva, de Chicos en banda a Maestros errantes, la
todo, de un conjunto peculiar de yuxtaposiciones de ambientes línea que se dibuja nos habla del paso de un momento de
subjetivos, pensantes, que, en su oscilación entre el barrio y la incerteza extrema, en torno a la destitución, o punto de
escuela, la calle y la institución, se configuran como laberintos inflexión (catastrófico) a partir del cual toda comprensión debe
de una infinita variedad de niveles, con sus “dentro” y “fuera”, alterar sus supuestos, a un devenir posterior en el que ya no
sus entradas y salidas, y un sinnúmero de estrategias para los alcanza con insistir en la caducidad de ciertos parámetros y se
acercamientos y distanciamientos. hace necesario advertir positivamente tanto la producción de un
En el extremo de una disposición surgida de estas régimen – talvez más efímero- de referencias efectivas, en
coordenadas, Cristina Ibalo y Bruno Sayavedra, de la escuela curso (u sus consistencias espacio-temporales), como los
situada en González Catán, nos enseñaron lo que tal vez sea el procedimientos y modos del ser social.
más valioso hallazgo para nosotros: el modo en que una En el comienzo de este movimiento fueron esenciales
conversación puede componerse en sus más variados aspectos Cristina Corea e Ignacio Lewkowicz. Ambos dejaron un caudal
convirtiendo nuestras inquietudes (y energías) en recurso y inagotable de intuiciones y desarrollos teóricos aun no del todo
compañía de su labor, con total reciprocidad. difundidos. Cristina fue, además, parte integrante del grupo de
Sabemos muy bien que no existen los comienzos: todo el trabajo que inició esta investigación. Ambos fueron víctimas de
tiempo se empieza, y no se deja de haber precedencia, historias. la contingencia en un fatal accidente en al año 2004. Injusto
Entre nosotros cabe recordar algunas. Sobre todo, la seria o reparar en la presencia de muchos de sus conceptos y
experiencia de una investigación anterior, a cargo de un equipo orientaciones, que operaron siempre como sugerencia, un
coordinado por Silvia Duschatzky y Cristina Corea, cuyos pensar vivo que se hizo presente a veces como inspiración
resultados se publicaron en Chicos en banda. El declive de las positiva, y otras como eso pensado que había que enfrentar,
instituciones. Un acontecimiento en sí mismo; y muy en eludir, perforar, o llevar más allá.
particular para establecer una suerte de inicio para el equipo Entonces, la propia figura del “maestro errante” traspasa
que elaboró, ahora, Maestros errantes. Allí se anudaban las el umbral de la destitución. Como concepto, intenta describir
hipótesis de la destitución de las instituciones escolares y, en una mutación sobre un nuevo zócalo. No se trata de una nueva
general, de un modo de vivir, producir y pensar la experiencia coartada destinada a denunciar, por contraste, al docente
escolar y juvenil barrial. Ya desde entonces formaba parte del tradicional de escuela, festejado por los discursos oficiales por

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su supuesto heroísmo, pero también, y más profundamente, En tanto hipótesis, la errancia procura ayudarnos a
desdeñado por los amantes del cambio lineal (sea progresivo, transitar la vida en y más allá de las escuelas. Crea ficción, abre
sea apocalíptico). Nos propusimos aquí, en cambio, ir a las posibilidades sociales, da inicio –y luego se deja arrastrar- a
prácticas, entrar en las escuelas, en los barrios, conocer los situaciones inverosímiles. La errancia es también el
modos de trabajo, participar en la institución e procedimientos movimiento de quien se anticipa a los saberes de los que aún no
concretos, colaborar en la vitalización de las representaciones se dispone, sin más orientación que la que entregan los signos
vigentes en la medida en que tengan aun potencia de conquistar emitidos por la situación, interrogados a la luz de la decisión
su realidad en el campo actual de la experiencia efectiva. (tomada cada vez) de convertir cada dilema que se presenta en
La errancia, sostenemos, vale por sí misma de un modo ocasión de aprendizaje.
completamente positivo. Se refiere tanto a maestros de escuela Más que un experimento viajero pletórico de anécdotas,
que han desencadenado un proceso de liberación respecto de un el errante es una figura aún impensada en su productividad
sinnúmero de restricciones sobre los modos y alcances de su social, cargada de una invalorable información afectiva. Aun
labor, como a una variedad de figuras barriales que afirman, cuando en su entorno se gestan modos sociales inéditos, el
también ellas, una actividad en favor de acompañar el maestro errante – paradójicamente- experimenta un tipo
preguntarse de los otros (eso que solemos llamar educación), peculiar de soledad: aún no se instituyen los conceptos, los
superando inhibiciones, impulsados por una curiosidad a toda recursos y los escenarios para un pleno reconocimiento de estas
prueba, haciendo de sus cuerpos materia sensible e inteligente prácticas. Esta impensabilidad de la errancia es doblemente
de registro, verificación y estimación para gestos vinculares en limitativa. Desconocida en sus dimensiones socialmente
los bordes mismos de lo imaginable. No se trata de misioneros, productivas, se ve reducida con frecuencia a un activismo
ni de ascéticos de una nueva moral, sino de un nuevo tipo de aislado y, por lo mismo, desgastante. Menospreciada en sus
protagonismo fundado en las distancias cortas, el estar presente, posibilidades configurantes, sus procedimientos y saberes
el gesto de la mano, la habilidad para habitar un tiempo permanecen sumergidos, privados de toda elaboración pública.
discontinuo, para recrear la confianza y la proximidad una y Que la errancia vuelva a pensar la relación con la
otra vez, sin exceso de protocolo. infancia, la regla y el lenguaje (asuntos largamente conversados
La errancia no se sujeta a un territorio institucional, sino con el filósofo italiano Paolo Virno) no puede extrañarnos.
que más bien crea institución sobre un nuevo suelo, Tampoco puede sorprendernos que el replanteo alcance los
constatando el desfondamiento de toneladas de saberes usos del cuerpo en los modos de estar y percibir el mundo
vencidos. (cuestiones elaboradas con Suely Rolnik, intelectual brasileña,
cartógrafa de micropolíticas).

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Cierto es que las transformaciones de nuestras referencias terreno de los datos puros y la descripción formal de lo
existenciales (plagadas de fenómenos de crisis, pero también, observable, por nos incomoda el tipo de complicidades que
de vez en cuando, de creaciones a su altura) nos arrojan al tales “informes” suelen establecer con el estado actual de las
examen de la praxis efectiva con nuevas preguntas. Cierto es cosas.
también que enfrentamos las inconsistencias de nuestro tiempo Persiguiendo la vitalidad de las situaciones en las que
con nuevas intuiciones (como aquella que las instituciones hemos estado involucrados, hemos procurado, en cambio,
postestatales que propone Virno, o la sugerente fragilización de interrogarlas a partir del gesto que busca la apertura, que
Rolnik). Ambas cuestiones – problemas e hipótesis de expone una virtualidad por desarrollar y que late en ellas
diferentes alcances- sin embargo, y tal como suele suceder, no solicitando interlocutores animados para su aventura (una
pueden aspirar a la producción de experiencias fecundas si nos complicidad de signo opuesto). Este extrañamiento implica
abandonados con ellas a un sueño de los justos, a una gloria de sobre todo un estar al acecho y un perseguirse a uno mismo en
las jergas, o a una falsa estabilización subjetiva, cuyo contenido las propias comodidades mentales (trabajo duro, no utópico,
se renueve al ritmo de las modas. No hay peor riesgo para la pero útil). Algo así como una “fobia” procedimental
salud de las preguntas, decía Althusser, que esas respuestas que exacerbada, no psicologizable por su tono impersonal, cuasi-
siempre ya las preceden. metodológica.
La investigación social se nutre de las preguntas que se Algo más sobre la escritura de este libro. Silvia
hacen las personas en tanto activistas de la vida social. Innovar Duschatzky ha puesto aquí palabras a un pensar colectivo,
en procedimientos, modos de ser y lenguajes es una necesidad efusivo. La escritura implica un desafío último, indelegable, y
indiscutible. Pero confundir esta innovación con una personal, en el que se pone en juego una delicada y sutil
renovación superficial de palabras clave y retoricas de ocasión evaluación de uno mismo y de sus sensibilidades. De esto se
es un peligro real, que mina la experiencia, o está allí para habla también en las páginas que siguen.
consolarnos cuando ésta se nos cierra.
Durante el transcurso de este trabajo hemos procurado
DIEGO SZTULWARK
rechazar toda toma de distancia “crítica” o e inspiración
4 de enero de 2007
positivista respecto de las cosas. Hemos echado mano, en
cambio, del método del extrañamiento. Este último es una
distancia de la situación sino un corrimiento respecto de uno
mismo. Hemos intentado así evitar la distancia profesional de
quien busca despojar su relato de todo aquello que enturbie el

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Capítulo 1 - “Crudezas” Nos sorprende ese comentario espontáneo de Juan. Es un
chico, aunque poco guarda de lo que conocemos como infancia,
La escuela parecía hoy más derruida que de costumbre. Su de aquello que lo protegía de las inclemencias del mundo adulto y
fachada podría confundirse perfectamente con la de una cárcel lo resguardaba en espacios diseñados para su socialización.
(rejas, oscuridad interior que contrasta con la luminosidad de la Llega Carmelo, un pibe de 12 años que viene a pedirle a
calle, paredes descascaradas, portones de hierro despintados y sin Marina que le permita ir todos los días a la escuela nueva. Habían
picaporte, cables expuestos que delatan que un timbre fue acordado un plan acotado de asistencia escolar. Carmelo se pelea
arrancado). Tal vez ahora que la escuela comienza a ser constantemente y genera situaciones inmanejables para los
desocupada para el traslado al nuevo edificio, la vemos sin la maestros. La última vez, y luego de ser agredido por una nena de
única mediación que la hizo mínimamente soportable: las vidas su grado, salió corriendo de la escuela para buscar un cuchillo,
que, aunque deshilvanadas, ponían el velo necesario para que con el que después quiso entrar para cobrarse su venganza. En un
pudiera ser habitada. momento de la charla él nos relata el episodio. Sorprende el
En la dirección están Marina -la directora- y algunas ma- desparpajo y ese estilo descarnado en el que Carmelo relata una
dres con sus hijos revoloteando en ese estrecho espacio. Miro vida barrial hecha de cuerpos contra cuerpos. Pero más sorprende
esos cuerpos y no me acostumbro; chicos moqueando, mujeres lo inaudito de la situación. Carmelo habla en la escuela sobre la
con dentaduras incompletas, vestidas con ropas descoloridas y densidad de una vida permeada por la violencia y en su
descosidas. Marina les anuncia que el jueves ya estarán instalados enunciación no se perciben rastros de una subjetividad reglada,
en la nueva escuela. Ellas sonríen y se muestran dispuestas a aquella que distingue zonas permitidas de zonas prohibidas.
colaborar en la mudanza. Una de las mamas comenta que se Carmelo es alumno y sin embargo se presenta despojado de los
sumará al trabajo luego del curso al que tiene que asistir como atributos propios de una subjetividad pedagógica. Marina lo
contraprestación por el Plan Trabajar del que es beneficiaría. escucha perpleja, no lo juzga, tampoco celebra lo que dice. Ella es
Ofrece llevar lavandina y un desodorante de ambientes. Al rato la directora, y sin embargo puede escuchar lo que es dicho en los
ingresa un papá en shorts llevando a su bebé en cochecito. márgenes de lo institucional; es capaz de conectarse con las
Termina la reunión, todos se van yendo. Todos menos inconsistencias de la escolaridad. Carmelo quiere ser militar.
Juan, un nene de 7 años que permanece sentado junto a la puerta. —Y ¿qué te gusta de ser militar?
—-¿Estás contento que pronto van a estar en la escuela —Que voy a hacer que todo ande derecho, como deber
nueva? —Sí, mi papá trabaja ahí. Tiene un Plan Trabajar y gana ser. —Pero entrar con un cuchillo a la escuela es ir bastante
100 pesos. torcido. —Y bueno, pero yo me defendí.

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—Y ¿por qué no viniste pedir ayuda a la dirección o respuesta automática, refleja, frente a un peligro inminente. No
fuiste a hablar con tu maestra? parece percibir la muerte como un límite, una condición que
—Marina no estaba y mi maestra nos veía en el piso y lo paradójicamente confiere sentido a la vida en las coordenadas de
único que decía era (en tono burlón imita la aparente desidia y una temporalidad finita. No se trata de la muerte que coexiste con
letanía del gesto de su maestra) "Déjalo Karina, déjalo". Ella la vida, sino de una muerte real que, lejos de funcionar como la
tenía que haberla separado pero no lo hacía. Tuvo que venir un membrana que separa y al mismo tiempo exalta lo vital en su
amigo y sacármela de encima. Pero y o en la escuela no me diferencia, debilita el sentido de la vida en una pura
peleo. Sólo los sábados. indiferenciación. A los ojos de una subjetividad del progreso, de
— ¿Cómo los sábados? una subjetividad amasada en proyecciones trascendentes, la vida
—Sí, los sábados —nos contesta. ha perdido relieve. El problema, a nuestro modo de ver, no radica
en la pérdida de < un sentido trascendente de la vida sino en el
Nos relata las peleas callejeras que mantienen él y sus her- opacamiento de su sentido inmanente. Como dice Deleuze
manos con otros pibes del barrio. (2002): "Nada es más penoso que explicar y dar sentido a la vida.
Su relato fluye naturalmente. Parece no reparar en el Hay algo mejor que hacer: vivir, vivir el devenir-sujeto de la
asombro que nos provoca escuchar los episodios que comparte vida". Carmelo cuenta hechos muy duros con absoluta
con nosotros, como si acaso se hubiera suspendido toda naturalidad.
mediación entre los hechos en bruto y sus significaciones —Cuando fui a visitar a mi hermano me enseñó a hacer
posibles. una pistola.
— ¿Pero no tenés miedo de salir lastimado o de que te Con sus manos muestra cómo deben limarse las partes del
maten? —No le tengo miedo a la muerte. arma para luego componerla. No aclara que la visita fue a la
— ¿Te da lo mismo vivir o morir? —Sí, bueno, hoy vivís; cárcel, y resulta verosímil suponer que no se trata de un
mañana tal vez no. ocultamiento expreso sino de una familiaridad tal que hace irre-
— ¿Pero no tenés ganas de hacer cosas? levante mencionar o no esa circunstancia. Ir de visita supone ir al
—Sí, me gusta estar con mi familia, pero bueno, es así, encuentro de alguien en su lugar de residencia. Para Carmelo los
hoy vivo y mañana puedo morirme. lugares de residencia son la calle, su casa y la cárcel, siendo el
Carmelo nos cuenta que apenas tuvo tiempo de cubrirse la primero y el último los que revisten más densidad. Las
cara en el momento en que Karina lo golpeaba. Es evidente que experiencias que marcan su vida -sus valoraciones, sus vínculos,
teme ser lastimado. No obstante, esto parece funcionar a modo de

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sus relatos- se nutren de las vivencias que transcurren en esos despojados de una simbolización instituida. El relato de la vida de
territorios. su hermano en la cárcel es de una crudeza inusitada.
El día de la inauguración de la nueva escuela, Carmelo es- —Qué duro ver a tu hermano allí, ¿no?
tá junto a otros chicos en el patio. —No, la pasa bien. Pero también hay peligro. Mientras
—Se parece a una cárcel —nos dice. dormís, cualquiera viene con el cordón de la zapatilla y ¡zas! te
— ¿En qué se parece? mata. Y bueno, imagínate si le pasa a uno de mis hermanos y el
La escuela es amplia, colorida, bien equipada, con una otro escribe una esquela a mi mamá: í(Mamá, ayer mataron a
muy cuidada construcción. Gastón. Espero que no estés tan mal".
—Y... Mira... Todo tiene rejas como en la cárcel. Largamos al unísono una carcajada frente a lo que no po-
— ¿Cómo sabes tanto de una cárcel? —pregunta día ser más que una ironía. Inmediatamente Carmelo acota:
Gustavo, quien se había topado con él por primera vez. —Bueno, pero ella va a estar mal, cómo no va estar mal
—De visitar a mí hermano. ¿Ves? Este es el patio de los si matan a un hijo. Además, si eso pasa, nunca vas a saber quién
presos; allí, la puerta enrejada por donde entran las visitas; ahí fue. 'Si el que mata está por robo, no se le suman penas porque
arriba, los pabellones. nadie avisa.
Carmelo no cesaba de encontrar similitudes. Pero no nos Carmelo nos mostraba un mundo siniestro que no hace
apresuremos, no se trata de equivalencias simbólicas. Resultaría más que revelar descarnadamente los efectos de un universo
un equívoco evocar de modo directo la hipótesis de Foucault desreglado. Carmelo no para de hablar, nuestra presencia no
sobre las instituciones de encierro. Foucault (2003) analizó am- parece incomodarlo, aunque se muestra sorprendido y casi no
pliamente la lógica de una sociedad disciplinaria, revelando la puede dar crédito a una ignorancia que no intentamos disimular.
gramática de una maquinaria cuyo poder radicaba en la separa- Su lenguaje está hecho de fragmentos cuyos términos, aunque son
ción nítida de los espacios, la vigilancia de los cuerpos y la co- formalmente convencionales, eluden cualquier tipo de
dificación de los lenguajes. La sociedad disciplinaria procuró significación común. Habla de muías que no son muías, de gatos
producir y administrar diferencias antagónicas: de un lado, la que no son gatos, de templos que no son lugares de rezo. A cada
normalidad; del otro, la anormalidad en todas sus facetas. rato le preguntábamos:
Carmelo no es el producto de la maquinaria disciplinaria — ¿Qué es eso?
sino el efecto de su estallido. Ya no se trata de subjetividades de
encierro sino de existencias a cielo abierto que en plena contin- A lo que respondía con una mirada de asombro y un co-
gencia navegan sin distinción de fronteras por diversos territorios mentario como el siguiente:

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— ¿Pero ustedes dónde viven? ¿De dónde son ustedes? Enojado, nos contesta:
—De la capital —le contestamos. —Ni ahí. Yo con esas cosas nada que ver, no me gustan.
—Ah, yo fui para ahí un día y me perdí. Volví re tarde a —Y ¿qué harías si ves a tu hermano choreando o vendiendo
la noche. —¿Ya dónde querías ir? —No sé. droga?
—¿Pero a qué ibas? —Lo agarro.
—A cirujear. Me subí a un colectivo y me bajeen un lugar — ¿Y si se resiste?
que no sé cuál era. —¿Te asustaste? —No. — Le tiro a las rodillas.
—Y ¿qué pasó cuando llegaste a tu casa? —Nada, mi — ¿Lo matarías?
mámame dijo: "¿che, dónde anduviste?" —No, le tiro a las rodillas para que no se escape.
Si bien su discurso no parece estar marcado por moralidad Carmelo no titubea en decir que reventaría a cualquiera
alguna, no podemos soslayar la existencia de lazos afectivos. En que ataque a su familia; agrega incluso que luego se sentiría bien,
todo lo que cuenta hay hermanos, madre y sobrino, o más aunque tratándose de sus afectos cuidaría muy bien el blanco. Sus
precisamente nexos compactos hechos de una materialidad que relatos -al igual que los de otros chicos con los que nos topamos-
parece escapar de toda relación con la ley. están poblados de situaciones de enfrenta-miento, hostilidad,
—Le prometí a un tipo que voy a terminar séptimo para coraje reactivo, adrenalina, emociones todas desplegadas en
entrar en la escuela militar. banda.
— ¿Vos querés ser militar? Las peleas de los sábados son entre bandas o familias que
—Sí, me imagino de uniforme, llevando el cajón de mi funcionan como una banda. Pero junto a sus cualidades
mamá cuando se muera. "barderas" se asoman formas lúdico-expresivas. Carmelo cuenta
La madre de Carmelo no está enferma y sólo tiene 49 que las peleas con "los Fernández" -una familia barrial- em-
años. pezaron por la murga. Él y sus hermanos armaron la murga con la
—Mi mamá quiere que sea militar y yo voy a serlo. — ¿Y que competían en las muestras que se organizan en barrios
si tu mamá te pidiera que fueras médico? —Bueno... —y con un próximos. Según nos dice, siempre ganaban, y aprovecha para
gesto que no admite dudas, nos mira fijo y agrega—, sería hacer alarde de sus destrezas corporales.
médico. —Bailo desde chiquito. Mi mamá me llevaba a la murga
— ¿Y qué harías si fueras militar? —Patrullaría el en la que bailaba, yo los miraba bailar y los imitaba.
barrio y agarraría a los que están con la pasta, la coca, haría Ganar una pulseada murguera se convierte en una nueva
que todo ande derecho. — ¿Vos probaste? ocasión de demostrar(se) el "aguante". Sin embargo no alcanza

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con la exuberancia del movimiento, el color y el sonido propios lo común a partir de una maquinaria de funciones y lugares
de la estética festiva, es necesario el exceso de adrenalina que preestablecidos.
aporta la inminente amenaza de un enfrenta-miento. El grupo, la Habría que pensar cuál es la operatividad de una presencia
banda, el aguante colectivo necesitan de pruebas constantes para que, no siendo figura portadora de una ley trascendente, pone
reactualizarse. La murga hace grupo pero el bardo le aporta una palabra donde no la hay, condición donde no se percibe límite
consistencia de mayor densidad. La banda, como configuración, alguno. Marina, destituida del poder de una función, es, no
se sostiene en el fluir de emociones desbordantes. La socialidad obstante, una figura alojante (valga el neologismo). La directora,
toma forma contundente en la intemperie o en la dinámica de una los chicos, las madres y nosotros como investigadores tenemos
vida que no se deja atravesar por valores institucionales. La algo en común: somos subjetividades de la intemperie,
escuela está allí, Carmelo va, pide concurrir todos los días y transitando el desfondamiento de aquellos segmentos que dieron
aduce que sólo lo mueve la expectativa de ser militar. Podríamos forma sólida a la existencia. Entre Carmelo y su directora no hay
decir que nuevamente la escuela se dibuja como recurso- anterioridades que determinen qué es lo común; entre Marina
oportunidad, pero habría que dilucidar cuáles son sus cualidades. directora de escuela y nosotros investigadores de la educación no
No se trata sólo de un cálculo de costo-beneficio, de ir a la hay comunes preexistentes. Hoy todas las formas de vida
escuela para ser admitido luego en la escuela de suboficiales. experimentan el vacío de estar arrojadas a un mundo revestido de
Es sorprendente que tanto Carmelo como muchos otros pura contingencia. La "perturbación ominosa" (Virno, 2002) de
chicos de la escuela van en busca de Marina en reiteradas estar expuestos a la intemperie, al tiempo que nos dispersa, nos
oportunidades fugaces. La escuela deviene un espacio cuya coloca frente a la necesidad de poner a prueba nuestras capaci-
habitabilidad depende de los que están a su cargo. No es la dades constitutivas de composición social.
codificación de sus espacios lo que la hace funcionar, sino la
tonalidad que imprimen las presencias. Presencias vulnerables,
perplejas pero porosas a las más inverosímiles señales que abran
alguna posibilidad de composición. Resulta enigmática la relación
de los pibes con la escuela, pero lo que se insinúa es que el
vínculo se arma en el uno a uno o, más precisamente, en una
delgada línea de conexión que descansa en una condición: la
percepción de que una lógica se ha agotado, aquella que fundaba

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