Grupo 2 - Trabajo Autonomo Neurologia

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UNIDAD ACADÉMICA DE SALUD Y BIENESTAR

CARRERA DE MEDICINA

CÁTEDRA:

NEUROLOGÍA

RESPONSABLES:

JORGE JAVIER BAEZ SEPULVEDA


JULEYSI ALEXANDRA BARRETO MALLA
BERNARDO JOSE JARAMILLO CORONEL
NATHALY SALOME ÑAUTA UZHCA
MICHAEL ANDRES ORELLANA MARTINS
MARCO JORDAN SANMARTIN NIETO
JOHELYS ARACELY TINOCO PENA

TEMA DEL TRABAJO:

MANEJO PREHOSPITALARIO DEL PACIENTE CON EPILEPSIA

PARALELO:

9 “D”

PERIODO ACADÉMICO:

MARZO – AGOSTO 2024

CUENCA – ECUADOR
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I. INTRODUCCIÓN

La epilepsia es una condición común ocasionada por una actividad en el cerebro

anormal eléctrica, que resulta en convulsiones caracterizadas por movimientos involuntarios

y rigidez, conocidos como "ataques". La forma más grave de epilepsia se denomina "estado

epiléptico convulsivo", que implica convulsiones continuas durante cinco minutos o más, o

episodios repetidos sin recuperación completa de la conciencia entre ellos (Cruickshank et

al., 2022).

El estado epiléptico convulsivo es una emergencia critica en medicina que precisa de

inmediata atención para evitar hospitalización prolongada y prevenir complicaciones graves.

Sin una intervención rápida, puede causar daño cerebral permanente o incluso ser fatal. Por

consiguiente, es indispensable que el personal perteneciente al área de la salud actúe con

prontitud y eficacia para controlar las convulsiones y estabilizar al paciente (Kienitz et al.,

2022).

El estado epiléptico representa una condición con gran potencial letal que demanda

tratamiento inmediato y efectivo para proteger la vida del paciente y minimizar el riesgo de

secuelas a largo plazo. La administración rápida de anticonvulsivos y otras intervenciones

terapéuticas es crucial para detener la actividad convulsiva y restaurar la función cerebral

normal. Detectar y manejar adecuadamente el estado epiléptico convulsivo son pasos

cruciales para optimizar el estándar de vida y efectos de las personas afectadas por la

epilepsia (Cruickshank et al., 2022; Kienitz et al., 2022).

La atención prehospitalaria del paciente con epilepsia constituye un componente crítico

en el manejo efectivo de esta condición neurológica. Los profesionales de emergencias

médicas desempeñan un papel vital al intervenir inicialmente para estabilizar al paciente,


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prevenir lesiones adicionales y proporcionar cuidados esenciales antes de su traslado a un

centro médico. Una respuesta rápida y efectiva no solo mejora los resultados inmediatos,

como la reducción del tiempo de convulsión y la minimización de riesgos asociados, sino que

también puede obtener un grande impacto a largo plazo en el pronóstico de los pacientes con

epilepsia. Este enfoque integral implica una evaluación diligente de la situación, la aplicación

de medidas para controlar las convulsiones y la administración apropiada de medicamentos

antiepilépticos cuando es necesario. Además, incluye la educación tanto del paciente como de

su entorno sobre medidas de seguridad y la importancia crucial de un seguimiento médico

continuo para optimizar el manejo de la condición y prevenir episodios futuros (Hoyer et al.,

2019).
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II. OBJETIVOS

2.1 Objetivo general

Describir el manejo prehospitalario del paciente con epilepsia.

2.2 Objetivos específicos

● Examinar los aspectos fundamentales de la epilepsia como definición y epidemiología

para proporcionar un contexto comprensivo y actualizado sobre la enfermedad.

● Revisar y sintetizar los métodos de diagnóstico y el protocolo ABCDE para la

evaluación y estabilización de pacientes con epilepsia en el contexto prehospitalario.

● Explorar las prácticas actuales de tratamiento farmacológico en el manejo

prehospitalario de la epilepsia y los criterios para la evolución y decisión de traslado a

un centro hospitalario, destacando las mejores prácticas y recomendaciones basadas

en la evidencia.
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III. JUSTIFICACIÓN

El manejo prehospitalario de pacientes con epilepsia, especialmente en casos de estado

epiléptico convulsivo, es un área vital de la atención médica debido a su alta peligrosidad y la

necesidad de aplicar un rápido tratamiento para evitar hospitalizaciones e impedir

complicaciones graves. La epilepsia tiene un grande impacto en los pacientes,

específicamente en la calidad de vida, afectando aspectos neurobiológicos, psicológicos y

sociales. Además, las crisis epilépticas son un motivo frecuente de ingreso a Urgencias,

representando aproximadamente 1 millón de visitas anuales y un costo económico

considerable, estimado en 1 billón de dólares (Cruickshank et al., 2022; Visoso et al., 2023).

El estado epiléptico demanda una intervención rápida y eficiente para prevenir daño

neuronal y reducir la morbilidad y mortalidad. Aunque existen varios medicamentos para

tratar esta condición tanto en la comunidad como en el departamento de emergencias, no está

claramente definido cuál es el más eficaz para detener las convulsiones, destacando la

necesidad de una investigación exhaustiva en este campo. El manejo adecuado y oportuno de

convulsiones que son prolongadas y del estado epiléptico es un constante reto para el

personal del área de salud en el sector prehospitalario (García et al., 2020; Kienitz et al,

2022).

Dado que la epilepsia y sus complicaciones representan una carga significativa para los

sistemas de salud y afectan profundamente la vida de los pacientes, es fundamental investigar

y optimizar las prácticas prehospitalarias para mejorar el diagnóstico y tratamiento de esta

afección. La implementación de guías clínicas y protocolos estandarizados en la atención

prehospitalaria puede asegurar una respuesta efectiva, disminuyendo el riesgo de

complicaciones graves y mejorando los resultados para los pacientes. Esta investigación

pretende proporcionar evidencia sólida para perfeccionar las prácticas de manejo


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prehospitalario, garantizando que los pacientes reciban el tratamiento más eficaz y oportuno

posible, lo que no solo optimizará el estándar de vida, sino que además contribuirá a la

eficiencia del sistema de salud (Cruickshank et al., 2022; Visoso et al., 2023).
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IV. MARCO TEÓRICO

1. EPILEPSIA

1.1 Definición

La epilepsia se caracteriza por la aparición repentina de actividad anormal, intensa y

sincrónica de neuronas en el SNC, que puede manifestarse clínicamente de diversas formas.

Actualmente, el diagnóstico de epilepsia se establece bajo tres condiciones: la primera es

cuando una persona experimenta dos o más crisis no provocadas o reflejas separadas por al

menos 24 horas; la segunda es cuando hay una crisis no provocada o refleja con al menos un

60% de probabilidad de que se repita; y la tercera es la presencia de un síndrome epiléptico

específico (Resendiz-Aparicio, 2019).

1.2 Epidemiología
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2. DIAGNÓSTICO

El proceso diagnóstico prehospitalario se basa en la detección de signos y síntomas

característicos relacionados con la actividad eléctrica anómala de alguna región del cerebro;

de esta forma, la aparición de episodios convulsivos va estar relacionada con

“desvanecimiento de corta duración acompañado de confusión, sialorrea, movimientos

anormales en los ojos, incontinencia de esfínteres, alteraciones del ánimo, caídas, falta de

respiración, espasmos musculares de las extremidades”; además de esto, es necesario valorar

algunas características que podrían ayudarnos a identificar el tipo clínico de la epilepsia

(Gónzalez et al., 2023).

Las convulsiones pueden ser de diversos tipos, por una parte pueden ser: Átonicas, en

estos casos el paciente va a presentar caída al suelo por pérdida del tono múscular, seguido de

rigidez de todo el cuerpo, adoptando posturas anómalas o bizarras, se caracterizan por ser

breves y generalmente se relacionan con daño cerebral; Tónicas, corresponden a

contracciones repentinas y breves de los músculos, que generan rigidez del cuerpo, pueden

presentarse crisis tónicas en que vamos a detectar alteración de la conciencia focal o asociada

en forma de crisis tónico-clónicas generalizadas (Masaya et al., 2023); Clónicas,

corresponden a convulsiones generalizadas en las que se producen movimientos repetitivos

sin una fase tónica inicial, se observan generalmente en recién nacidos; Mioclónicas, en estos

casos el paciente presenta sacudidas o contracciones musculares de corta duración que

suceden de forma aislada o repetidamente; se presenta con mayor frecuencia en las

extremidades superiores y en horas de la mañana (Gónzalez et al., 2023) .

En el caso de las epilepsias generalizadas idiopáticas, según Del Pilar (2023) , además

de los signos y síntomas descritos, es importante la edad de presentación de las crisis como

punto importante para su caracterización. En las convulsiones febriles, donde también es

importante la edad del paciente, van a presentarse movimientos clónicos-tónicos


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generalizados de corta duración relacionados con un estado febril del menor. En las epilepsias

de ausencia, la característica principal es la desconexión de segundos de duración que se

presentan en el menor, en este caso el niño queda inmóvil, con la mirada fija, inconsciente y

no reactivo a estímulos (Gónzalez et al., 2023).

Una condición particular que cabe destacar es la presentación de epilepsia en sujetos

con síndrome de Down; esta suele presentarse en alrededor del 8,1 al 26%. Se presenta con

una distribución bimodal, con un primer pico durante la primera infancia y el segundo pico

que se expresa entre la quinta y sexta década de vida. En estos pacientes, se reporta epilepsia

con convulsiones mioclónicas y tónico-clónicas generalizadas, sobre todo en aquellos casos

con deterioro cognitivo progresivo severo asociado (Corniello et al., 2023).

Finalmente, en los estados post críticos, vamos a observar un cese de las

convulsiones, el paciente tras recuperar el estado de conocimiento, va a entrar a un periodo de

somnolencia y confusión del que luego de un periodo de 10 a 30 minutos se recupera sin

recordar lo ocurrido. De igual manera, los estados post ictales son períodos que siguen a una

crisis, los pacientes suelen presentar un estado de confusión, somnolencia y cansancio tras el

que pueden dormir por de las crisis una a dos horas. En las crisis parciales simples, los

síntomas post ictales son variables, pudiendo incluso llegar a presentar pérdida de la fuerza

en un lado del cuerpo. En los episodios de crisis focales complejas el período post-ictal dura

un par de minutos el paciente suele presentar decaimiento, dolor de cabeza y sueño (Gónzalez

et al., 2023).

Es importante mencionar que el diagnóstico de epilepsia requiere un mínimo dos

crisis espontáneas en un periodo mayor de 24 horas o la aparición de al menos una crisis no

desencadenada y una alta probabilidad de que se repitan crisis epilépticas (Hampel Kevin et

al., 2019, ). En este caso, una de las problemáticas para el adecuado diagnóstico de crisis
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epilépticas es que estos episodios suceden de forma transitoria, por lo que el médico

generalmente no se encuentra presente al momento de dicho trastorno, por ende, el

examinador se debe basar en el interrogatorio que le realiza al paciente y de los testigos

presentes, por otro lado la falta de tiempo para realizar preguntas detalladas es otro problema

al momento del diagnóstico, de igual manera, en personas en edad avanzada resulta

dificultoso el diagnóstico dada que la clínica usualmente suele cambiar y presentarse como

alteración del estado de consciencia, amnesia los cuales se pueden confundir con deterioro

neurológico normal dada la edad avanzada, los factores de riesgo como antecedentes de

enfermedades los cuales como efectos adversos a sus medicamentos pueden generar crisis

epilépticas o interferir con el mismo, por lo general estos suelen ser diagnósticos diferenciales

como un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico transitorio, síncopes o delirium (Amin

& Benbadis, 2019; Hampel Kevin et al., 2019; Sen et al., 2020)

Es necesario que el médico realice adecuadamente un examen neurológico

( focalizándose en en el estado de consciencia, mioclonías, alteraciones focales) y

confirmándose con un electroencefalograma principalmente cuando el paciente no presenta

crisis convulsivas al momento de tomar la decisión de derivar a un hospital de tercer nivel en

caso de ser necesario.Un estatus epiléptico se diagnostica cuando se evidencia la presencia de

una convulsión y un mínimo de cinco minutos con la crisis (Maier et al., 2021)

2.1 Diagnósticos diferenciales de crisis epilépticas

Como anteriormente se menciona, el diagnóstico de crisis epilépticas puede llegar a

ser dificultoso dependiendo de varios factores, a continuación, se mencionan algunos

diagnósticos diferenciales con los cuales se podría confundir el trastorno en cuestión.


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Síncope: es la pérdida de conciencia de manera transitoria por una alteración en la

perfusión del cerebro (hipoperfusión), pues entra en contexto ya que antes del trastorno el

paciente puede presentar aura de origen vegetativo o sensorial como náuseas, calores, una

percepción de que la bóveda craneal se encuentra vacía y diaforesis y durante el episodio el

individuo puede describir algunos síntomas de origen visual o auditivo, estos tienen un

intervalo de tiempo generalmente de segundo hasta algunos minutos, posterior a esto el sujeto

perderá la consciencia no más de 30 segundos y presenten lo que se conoce como síncope

convulsivo por algunos movimientos espontáneos que puede general el mismo (Poothrikovil

& Al Mashaikhi, 2021).

Accidente cerebrovascular isquémico transitorio: es una hipoperfusión en un área

concreta del cerebro, pero de forma transitoria (menor a una hora), la sintomatología va a

depender del área afectada sin embargo, por lo general es de carácter motor o sensitivo, pues

si el lugar de afectación es en algún vaso vertebrobasilar la misma puede ocasionar un

desvanecimiento (Ruiz Alberdy et al., 2022).

Hipoglucemia: en el ámbito prehospitalario es fundamental reconocer una

hipoglucemia y una crisis epiléptica, ya que los dos trastornos debutan con clínica

neurológica similar, sin embargo, su etiología es diferente al igual que su tratamiento, pues

los síntomas presentes de este trastorno son temblores, palpitaciones, cuadro ansioso,

diaforesis, pérdida de la conciencia con espasmos musculares. Para realizar un diagnóstico

concreto prehospitalario es necesario reconocer que la hipoglucemia se relaciona

frecuentemente con el ayuno, personas con diabetes tratados con insulina o el intenso

ejercicio realizado sin una reposición adecuada de calorías, por otro lado, la epilepsia suele

ser de origen idiopático, traumatismos craneoencefálicos y no presenta solución mediante la

administración de glucosa (Fei et al., 2020).


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3. MANEJO PREHOSPITALARIO

Según el Manual de Atención Prehospitalaria del Ministerio de Salud de Ecuador

las crisis epilépticas son una urgencia neurológica, por lo cual, primero se debe evaluar la

escena y asegurar la zona, posteriormente se debe aplicar el siguiente protocolo como se

muestra en el Algoritmo 1 (Guterman et al., 2021).

Algoritmo 1

Manejo prehospitalario de crisis convulsiva.

CRISIS CONVULSIVAS

Nota: Información Guía para asistencia y tratamiento de las personas con epilepsia para el

personal de salud en el primer nivel de atención (2020).


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3.1 Revisión primaria (A-B-C-D-E) y revisión secundaria

En esta fase del manejo prehospitalario el proceso inicia con una evaluación de inicio,

seguido de la aplicación del protocolo ABCDE, esta fase termina con una evaluación

secundaria como se indica en la tabla 1 (Pérez,2020)

Tabla 1

Revisión primaria (A-B-C-D-E) y revisión secundaria.

Nota. Información obtenida de la Guía para asistencia y tratamiento de las personas con

epilepsia para el personal de salud en el primer nivel de atención (2020).


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3.2 Manejo durante las diferentes fases

3.2.1 Fase convulsiva

En esta fase se debe aplicar el manejo prehospitalario como se muestra en la Tabla 2

(Hart, 2020).

Tabla 2

Manejo para paciente epiléptico durante la fase convulsiva.


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Nota. Información obtenida de la Guía para asistencia y tratamiento de las personas con

epilepsia para el personal de salud en el primer nivel de atención (2020).

3.2.2 Fase posterior a la convulsión

Si el paciente está consciente, el personal debe prepararse para una posible actitud

agresiva; luego coloque al paciente en una posición lateral segura para evitar la aspiración.

Retirar objetos de la cavidad bucal. Si es posible y lo menos traumático posible, colocar una

cánula orofaríngea adecuada para proteger la lengua de una posible mordedura (Lothar et al.,

2023).
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4. EVOLUCIÓN Y DECISIÓN DE TRASLADO

A pesar de la existencia de abundante literatura sobre el óptimo tratamiento para el

estado epiléptico tanto en el ámbito hospitalario como en el pre hospitalario, es fundamental

tener en consideración que más del 90% de convulsiones no llegan a convertirse en un estatus

epiléptico, ya que tienden a ser breves y autolimitadas (Holmes et al., 2024).

Por esto, debe tenerse en consideración que existe un alto número de pacientes con

convulsiones limitadas que pueden manejarse únicamente en el ámbito prehospitalario, para

así evitar que sean trasladados al área de emergencias de no ser absolutamente necesario, esto

se respalda gracias a las directrices establecidas por el Reino Unido, el país con más

experiencia en la definición de un protocolo óptimo y seguro para tomar decisiones en

pacientes con convulsiones en un ámbito prehospitalario (Holmes et al., 2024; Peterson et al.,

2019 ).

Estas directrices establecen que, “cuando los pacientes han sufrido una crisis epiléptica,

se han recuperado por completo y no corren ningún riesgo, y están al cuidado de un adulto

responsable, se puede considerar no trasladar a los pacientes de forma rutinaria a un área de

emergencias de un hospital, al menos que sea su deseo el viajar”, esto ha sido implementado

por el Reino Unido con el fin de evitar visitas al área de urgencias de forma innecesaria

(Peterson et al., 2019).

Las políticas aplicadas para reducir las visitas al departamento de emergencias de

forma innecesaria se han presentado en base a la forma de atención en Reino Unido por parte

del servicio de ambulancias y paramédicos, en donde rededor del 70% de las asistencias de

forma general, terminan en un traslado al departamento de emergencias de un hospital.

Aproximadamente un 20% de los pacientes con epilepsia en el Reino Unido asisten al


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departamento de emergencias mínimo una vez por año, y aproximadamente un 60% múltiples

veces. Hasta un 65% de pacientes con epilepsia no han visto un especialista en epilepsia los

13 meses previos al ataque o de por si, no cuentan con un médico especialista de cabecera

para su condición (Peterson et al., 2019).

Esta información es de vital importancia, considerando que las visitas al departamento

de emergencias son costosas para los pacientes y generalmente tienen poco beneficio, ya que

muchos de ellos ya tienen una epilepsia diagnosticada previamente y se presentan en un

estado no emergente con una convulsión no complicada. Varios países han decidido adoptar

estas directrices, basándose en problemas locales similares (Peterson et al., 2019).

Con el fin de mejorar la eficacia del tratamiento prehospitalario y evitar las

emergencias hospitalarias innecesarias, se ha optado por brindar al equipo de paramédicos

distintas formas de atención alternativa que podrían, cuando se considere seguro, ser

utilizadas para tratar a adultos con epilepsias, y así evitar que adultos con epilepsia sean

llevados de forma innecesaria al departamento de emergencias, al mismo tiempo que se

comunican con un especialista en epilepsia (Holmes et al., 2024; Peterson et al., 2019).

A pesar de que no exista evidencia definitiva de que estas formas de atención alternativa

funcionen, existen razones fuertes para sospechar que su implementación podría ser viable.

Como primer punto, los paramédicos han expresado su disposición a verse capacitados para

poder asumir responsabilidades adicionales para el tratamiento de las convulsiones (Peterson

et al., 2019).

En segundo lugar, hay evidencia positiva a favor de las vías de atención alternativas para

otras presentaciones, incluyendo datos que muestran que la mayoría de los pacientes no

transportados no tuvieron eventos de salud posteriores; y, en tercer lugar, hay evidencia sobre

las barreras para el “no traslado”, como cuánto tiempo pueden pasar en la escena los
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paramédicos y su acceso limitado a los registros médicos o 'planes de cuidado' de la persona

que están atendiendo , como se observa en la Imagen 1 (Peterson et al., 2019).

Imagen 1

Atributos para las rutas de atención prehospitalaria en Reino Unido.

Nota: Recuperado de Experiences of emergency department admissions of Australian

people with epilepsy (2019).

Las directrices que se aplican a los proveedores de servicios prehospitalarios,

establecidas por el Comité de Enlace de Ambulancias de los Colegios Reales Conjuntos,

ayudan a tomar estas decisiones. Entre las indicaciones que requieren un traslado urgente se

encuentran las convulsiones preeclámpticas, los pacientes que sufren tres o más convulsiones

en una hora, los que experimentan su primera convulsión y los que no tienen planes claros

para que se controle su estado. Por esto, y a pesar de su gran utilidad, se requieren ciertas

condiciones para poder aprovechar el uso de este esquema en nuestro medio (Holmes et al.,

2024).
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A forma de directrices generales, el mismo estudio realizado en el Reino Unido, señala

las contraindicaciones generales para no transportar a un paciente con una crisis convulsiva

prehospitalaria, dentro de las que consta los criterios de la Tabla 3 (Holmes et al., 2024).

Tabla 3.

Criterios para no transportar a un paciente con crisis prehospitalaria.

Nota. Información obtenida de la Guía para asistencia y tratamiento de las personas con

epilepsia para el personal de salud en el primer nivel de atención (2020).

4.1 ¿Cómo tratar al paciente adulto que ha dejado de convulsionar?

La información científica sobre cómo abordar a un paciente una vez su convulsión ha

finalizado, indica que se debe reevaluar al paciente con el fin de evitar recurrencias y

asegurar su estabilización, esta evaluación consta de los siguientes pasos:

4.1.1 Manejo de las vías respiratorias (incluida la apertura de las

vías respiratorias y la succión)

Es crucial realizar una evaluación exhaustiva de las vías respiratorias una vez que la convulsión

del paciente ha cesado, para confirmar que no hay obstrucciones debido a secreciones como

vómito o por la lengua. La apertura de las vías respiratorias y, si es necesario, la succión de


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secreciones son procedimientos fundamentales para garantizar una ventilación adecuada y

prevenir complicaciones respiratorias graves (Taylor et al., 2022).

Es recomendable mantener al paciente en posición supina, retirar objetos cercanos, realizar

aspiración de secreciones, administrar oxígeno suplementario según sea necesario, y

ocasionalmente, considerar una tracción mandibular, abrir una vía aérea nasofaríngea o utilizar

una mascarilla con bolsa-válvula para asistir en la ventilación (Holmes et al., 2024; Taylor et

al., 2022).

4.1.2 Pulsioximetría y oxígeno suplementario para personas con

hipoxia

En caso de que la convulsión haya sido prologada , debe considerarse el escenario en

que el paciente padezca hipoxia por la privación prolongada de oxígeno, teniendo en cuenta

esta posibilidad, , cuando la convulsión ha cesado se debe colocar un pulsioxímetro en el

dedo índice del paciente de cualquier mano con el objetivo de identificar la hipoxia de

manera temprana, recordando que se considera hipoxia cuando saturación de oxígeno (SatO2)

sea ≤ 85% mientras el paciente esté aun recuperándose del episodio convulsivo (Taylor et al.,

2022; Maier et al., 2021).

El oxígeno suplementario se administra si es necesario corregir la hipoxia y mejorar la

oxigenación tisular, puede administrarse por distintos métodos, como demostraron los datos

recopilados por el Servicio Médico de Emergencia del Estado de california, donde revelaron

que, entre los pacientes con convulsiones autolimitadas, el 6,5 % recibió oxigenación de alto

flujo y el 9,2 % recibió algún tipo de soporte de las vías respiratorias (ventilación con bolsa-

válvula-máscara, CPAP, intubación o vía aérea supraglótica)(Holmes et al., 2024; Taylor et

al., 2022).
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4.1.3 Medición de glucosa

Es conocido que las convulsiones pueden ser desencadenadas por un estado

hipoglucemia, valores de glucosa sérica < 70 mg/dL (3.9 mmol/L), y en un medio

prehospitalario, en donde no se tiene acceso al historial hospitalario del paciente, es crucial

descartar este factor mediante la medición de glucosa capilar. Si bien solo el 1 % de las

convulsiones son resultado de hipoglucemia, es una prueba rápida y fácil de realizar y la

hipoglucemia es una etiología fácilmente reversible de forma oral con administración de

tabletas de glucosa (4 gr/tableta), tubos de gel de glucosa (15 a 20 gr/tubo) o intravenosa con

la administración de una solución de dextrosa intravenosa al 50%. Una dosis estándar es de

25 gramos (50 ml) administrada lentamente por vía intravenosa (Taylor et al., 2022; Coster et

al., 2019).

4.1.4 Examen secundario para detectar signos de trauma

Se debe realizar una evaluación secundaria para buscar signos de traumatismo

craneal, ya sea como causa o como resultado de la convulsión. La incidencia de lesiones en la

columna cervical es rara en estos pacientes. El examen secundario permite identificar o

descartar estas lesiones que podrían requerir tratamiento inmediato o derivación a centro de

emergencias médicas (Taylor et al., 2022; Coster et al., 2019).

4.1.5 Obtener antecedentes de epilepsia y antecedentes de


medicación para convulsiones.

Conocer los antecedentes de epilepsia del paciente y cualquier medicación para

convulsiones previamente administrada es crucial para orientar el manejo futuro y

proporcionar información relevante al personal médico en el hospital. Esto incluye la

posibilidad de ajustar o continuar con la medicación antiepiléptica según sea necesario

(Coster et al., 2019).


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4.1.6 Vía IM de midazolam para convulsiones recurrentes

La incidencia de pacientes con una crisis resuelta presenta una segunda crisis en el

lugar de los hechos ha oscilado entre el 6 y el 12 % según datos proporcionados por el

“Journal of Emergency Medical Services”. Estos valores pueden ayudar a fundamentar la

decisión de colocar un acceso intravenoso para administrar benzodiacepinas.

El ensayo RAMPART demostró que la eficacia y el tiempo hasta el cese de las convulsiones

fueron iguales tanto para el lorazepam intravenoso como para el midazolam intramuscular.

Este ensayo de igual forma dejó en evidencia que el midazolam es estable en una ambulancia

y no requiere refrigeración. Debido a esto, el midazolam se ha convertido en la

benzodiazepina de elección en la mayoría de sistemas de emergencias prehospitalarias

(Holmes et al., 2024; Coster et al., 2019).


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V. CONCLUSIONES

La epilepsia es definida como un fenómeno repentino causado por una actividad

neuronal anormal, intensa y sincrónica en el sistema nervioso central. Se diagnostica al

presentar 2 o más crisis no provocadas en 24 horas, una crisis no provocada con al menos un

60% de probabilidad de recurrencia, o un síndrome epiléptico específico. A nivel global, 50

millones de personas tienen epilepsia, con una mortalidad en Latinoamérica y el Caribe de

1,05 por 100,000 personas. Las causas pueden incluir tumores e infecciones del SNC, ictus,

malformaciones del desarrollo cortical, encefalitis autoinmune.

El diagnóstico de epilepsia prehospitalario se basa en la identificación de

manifestaciones características, como episodios convulsivos asociados con desvanecimiento,

confusión, sialorrea, movimientos anormales en los ojos, incontinencia, alteraciones del

ánimo, caídas, falta de respiración y espasmos musculares. Las convulsiones pueden ser

atónicas, tónicas, clónicas, mioclónicas, entre otras, y su presentación puede variar según el

tipo específico de epilepsia. El diagnóstico diferencial incluye condiciones como síncope,

accidentes cerebrovasculares isquémicos transitorios e hipoglucemia.

El manejo prehospitalario de las crisis epilépticas implica asegurar la zona, evaluar la

situación del paciente, y seguir protocolos específicos, incluyendo la aplicación del protocolo

ABCDE para la revisión primaria y secundaria. Durante la fase convulsiva, se debe proteger

al paciente de lesiones, realizar un hemoglucotest y administrar benzodiazepinas si es

necesario. En la fase post-convulsiva, es crucial preparar al paciente para posibles actitudes

agresivas y colocarlo en una posición lateral segura. Las decisiones de traslado deben

considerar la recuperación completa del paciente y la ausencia de riesgo inmediato, siguiendo

directrices internacionales para evitar traslados innecesarios a emergencias.


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VI. BIBLIOGRAFÍA

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