Jesus, Un Hombre de La Historia
Jesus, Un Hombre de La Historia
Jesus, Un Hombre de La Historia
En su ensayo titulado "Por qué no soy cristiano", el filósofo Bertrand Russell afirma:
"Es históricamente bastante dudoso si Cristo realmente existió; si es que existió no
sabemos nada acerca de él" (1056/16).
Sería difícil encontrar hoy mucha gente estudiosa que estuviera de acuerdo con la
radical afirmación de Russell. Hay mucha gente que ha cuestionado la existencia de
Jesucristo, y algunos han dudado que sea cierto lo que la Biblia dice en cuanto a él;
pero el círculo de aquellos que dicen que él nunca vivió, o de que si vivió no sabemos
nada en cuanto a él es muy pequeño.
Paine dijo: "Él [Jesucristo] era un hombre virtuoso y amable. La moralidad que
predicó y practicó era de la clase más caritativa; y aunque Confucio y los filósofos
griegos habían predicado un sistema semejante de moralidad muchos años antes,
lo mismo que los cuáqueros después de él, y por muchas personas buenas en todos
los tiempos, su moralidad no ha sido superada por ninguno" (938/9).
A pesar de ello, de vez en cuando, yo me encuentro con alguien que, como Russell, a
pesar de la evidencia, insiste en negar que Jesús haya existido.
El erudito del Nuevo Testamento Donald Hagner dice: “El cristianismo verdadero, el
cristianismo de los documentos neo testamentarios, depende absolutamente de la
historia. En el corazón del Nuevo Testamento está la afirmación de que "Dios
estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo" (2Cor. 5:19). Los
fundamentos indispensables de la fe cristiana son la encarnación, la muerte y la
resurrección de Jesucristo como eventos reales en el tiempo y en el espacio, como
realidades históricas. En mi modo de pensar, entonces, el cristianismo se define
mejor como la recitación, la celebración y la participación de los hechos de Dios en
la historia; estos, como lo enfatizan los escritos del Nuevo Testamento, han llegado
a su culminación en Jesucristo” (511173, 74).
Las obras más renombradas de Tácito son los Anales y las Historias. "Los Anales
cubren el período desde la muerte de Augusto en el 14 d. de J.C. hasta la de Nerón
en el 68; las Historias comienzan después de la muerte de Nerón y van hasta la de
Domiciano en el 96" (509/87).
Tácito dice: “Pero no toda la ayuda que pudiera venir del hombre, no toda la
generosidad que pudiera traer el príncipe, ni todas las expiaciones que pudieran
presentarse a los dioses, ayudaron a liberar a Nerón de la infamia de que se
creyera que él había ordenado la conflagración, el incendio de Roma. Por lo tanto,
para suprimir el rumor, él falsamente hizo que cargaran con la culpa, y castigó con
las torturas más elaboradas a las personas llamadas comúnmente cristianos, las
cuales eran odiadas por sus atrocidades. Cristos, el que originó el nombre, fue
sentenciado a muerte por Poncio Pilato, procurador de Judea durante el reinado de
Tiberio. Pero la superstición perniciosa, reprimida durante un tiempo, surgió de
nuevo, no sólo en Judea, donde se originó el engaño, sino también en la ciudad de
Roma” (Anales XV, 44).
Norman Anderson nota una posible alusión a la resurrección de Jesús en este relato:
"Es posible que, cuando él agrega que 'la superstición perniciosa, reprimida
durante un tiempo, surgió de nuevo', esté dando un testimonio indirecto e
inconsciente a la convicción de la iglesia primitiva de que Cristo había sido
crucificado y que había resucitado de la tumba” (47/20).
F. F. Bruce brinda otra luz acerca de este pasaje de Tácito: "Pilato no es mencionado
en ningún otro documento pagano que ha llegado hasta nosotros... Esto puede ser
considerado como un ejemplo de la ironía de la historia, que la única evidencia que
sobrevive de él por medio de un escritor pagano sea por la sentencia de muerte que
ejecutó sobre Cristo. Por un momento Tácito se une con el credo cristiano de la
antigüedad: '...sufrió bajo Poncio Pilato'" (177/23).
LUCIANO DE SAMOSATA
Luciano era un sátiro griego de la segunda mitad del siglo II. Él se burló de Cristo y
de los cristianos, pero nunca asumió o argumentó que no fueran reales.
Luciano dijo: "Los cristianos, sabes, adoran a un hombre hasta el día de hoy; él es el
personaje distinguido que introdujo sus nuevos ritos, y que fue crucificado por
ello... Como puedes ver, estas criaturas erradas comienzan con la convicción
general de que ellos son inmortales para siempre; eso explica el menosprecio de la
muerte y la dedicación voluntaria que son tan comunes entre ellos. Les fue indicado
por su legislador que ellos son todos hermanos, desde el momento en que se
convierten; niegan los dioses de Grecia, adoran al crucificado y viven de acuerdo
con sus propias leyes. Todo esto lo hacen por la fe, con el resultado de que
desprecian todos los bienes terrenales por igual, considerándolos como propiedad
común" (Luciano, La muerte del peregrino, 11-13).
SUETONIO
Suetonio, otro historiador romano, un oficial de la corte bajo Adriano, era un cronista
de la Casa Imperial. Él declara en su Vida de Claudio 25.4: "Cuando los judíos
estaban continuamente en disturbio a instigación de Crestas (otro deletreo para
Cristo), él (Claudio) los expulsó de Roma".
PLINIO EL JOVEN
En la misma carta él escribe acerca de la gente llevada a juicio: "Ellos afirman, sin
embargo, que toda su culpa, o su error, era que ellos tenían la costumbre de
reunirse en un día determinado, antes del amanecer, y que cantaban en estrofas
alternadas un himno a Cristo como a un dios; se unían en un juramento solemne de
no hacer nada malo, nunca cometer fraude, robo, adulterio, nunca falsear su
palabra ni a negar algo que se les hubiera confiado cuando fueran llamados a
entregarlo" (Epístolas X, 96) .
TALOS
Uno de los primeros escritores seculares que mencionan a Cristo es Talos. La fecha es
de alrededor del 52 d. de J.C. Talos "escribió una historia del mundo del
Mediterráneo oriental, desde la guerra de Troya hasta su propia época" (509/93).
Es lamentable que sus escritos ahora sólo existen en fragmentos que han sido citados
por otros escritores.
Uno de éstos es Julio Africano, un cristiano que escribió alrededor del 221 d. de J.C.
Hay un comentario muy interesante que se refiere al comentario que hizo Talos en
cuanto a la oscuridad que cubrió la tierra durante las horas de la tarde, cuando Jesús
murió en la cruz. Africano reporta: “Talos, en el tercer libro de sus historias, explica
la oscuridad como un eclipse de Sol, lo cual me parece irrazonable (es irrazonable,
por supuesto, porque un eclipse de Sol no ocurre durante la época de la Luna llena,
y cuando Cristo murió fue durante la Luna llena de la Pascua)" (Julio Africano,
Cronografía, 18.1).
Esta referencia muestra que el relato de los Evangelios acerca de la oscuridad que
cayó sobre la tierra durante la crucifixión de Cristo era bien conocido; los no
cristianos le dieron una explicación naturalista. Talos no dudó de que Jesús había
sido crucificado ni de que un hecho inusual había ocurrido en la naturaleza que
requería una explicación. Lo que le preocupaba era la tarea de encontrar una
explicación diferente del evento. Los hechos básicos no encontraron objeción (179/ 11
3).
FLEGÓN
Flegón era otra autoridad secular. Él escribió una historia titulada Crónicas. Aunque
esta obra se perdió, Julio Africano conservó un pequeño fragmento en sus propios
escritos. Así como Talos, Flegón confirma que hubo oscuridad sobre la tierra durante
la crucifixión de Jesús, y él la explica también como el resultado de un eclipse solar:
"Durante la época de Tiberio César ocurrió un eclipse de Sol durante la Luna llena"
(Africano, Cronografía, 18.1).
MARA BAR-SERAPIO
Él escribe así: “¿Cuál es la ventaja que obtuvieron los atenienses por matar a
Sócrates? Hambruna y plaga les llegaron como juicio por su crimen. ¿Cuál es la
ventaja que obtuvieron los de Samos por quemar a Pitágoras? En un momento su
tierra fue cubierta con arena. ¿Cuál es la ventaja que obtuvieron los judíos por
ejecutar a su Rey sabio? Fue justo después de eso que su reino fue abolido. Dios
vengó con justicia a estos tres sabios: los atenienses murieron de hambre; los
samianos fueron abrumados por el mar; los judíos, arruinados y echados de su
tierra, viven en una completa dispersión. Pero Sócrates no murió para siempre;
continuó viviendo en la estatua de Hera. Ni el Rey sabio murió para siempre;
continuó viviendo en la enseñanza que había entregado” (179/ 114).
Este escritor ciertamente no era cristiano, puesto que pone a Jesús en igualdad de
condiciones con Sócrates y Pitágoras; el Jesús que presenta vivía por medio de sus
enseñanzas más bien que por su resurrección; en otra parte este autor indica que
creía en el politeísmo. A pesar de todo ello, su referencia a Cristo indica que no
cuestionaba si Jesús había realmente vivido o no.
Los eruditos han encontrado muchas referencias confiables acerca de Jesús, tanto
como otras que no son confiables, u otras que ellos pensaban que se referían a Jesús
pero no era así (813/55-70).
He seleccionado algunas pocas de las referencias confiables que son más importantes
para citarlas aquí. El lector puede encontrar más citas en el capítulo 3 de mi libro Él
anduvo entre nosotros (Editorial Unilit, 1995).
En una manera similar a las referencias seculares, las que se encuentran en las
fuentes judías antiguas no son favorables al fundador del cristianismo, a sus
seguidores o a sus creencias. Por esa razón, su testimonio a los hechos que rodearon
la vida de Jesús es muy valioso en favor de la historicidad de esos eventos.
LA CRUCIFIXIÓN
El erudito judío Joseph Klausner escribe: "El Talmud habla de colgamiento en lugar
de crucifixión; la razón es que esta horrible forma de muerte romana sólo era
conocida por los eruditos judíos por medio de los juicios romanos, y no era parte del
sistema legal judío. Aún el apóstol Pablo (Gál. 3:13) aplica el pasaje de
Deuteronomio 21:23 como siendo aplicable a Jesús: 'Maldito todo el que es colgado
en un madero' " (676/28).
Otro aspecto es que la referencia a la crucifixión tomando lugar "la víspera de la
Pascua" está de acuerdo con Juan 19:14 (la frase se encuentra también en b. San.
67a: y. San. 7:16).
Luego de este texto judío aparece un comentario de El Amora "Ulla", que dice:
"¿Creerían ustedes que se buscaría celosamente alguna defensa para él? Era un
engañador y el Todo Misericordioso dice: 'No lo pasarás por alto ni lo ocultarás'.
Con Jesús fue diferente, porque él estaba cerca del reino". La última frase -"cerca del
reino"- puede referirse a la descendencia genealógica de Jesús del rey David de
Israel; o puede indicar el hecho de que Pilato se lavó las manos antes de entregar a
Jesús para que lo azotaran y lo crucificaran.
En un pasaje posterior del Talmud sobre la crucifixión de Jesús hay una porción que
afirma que "Yeshu tenía cinco discípulos -Mattai, Nakkai, Netzer, Buni y Todah" (b.
San. 107b)-. Mientras "Mattai" puede ser una referencia a Mateo, nadie está seguro
en cuanto a que los otros nombres puedan ser identificados con algunos de los otros
discípulos mencionados en los Evangelios.
La afirmación de que Jesús tenía cinco discípulos "puede explicarse por el hecho de
que se dice que otros maestros en el Talmud -como Yohanan ben Zakkai y Akiba-
tenían cinco discípulos o estudiantes" (813/65).
De cualquier manera, una cosa es cierta: este texto afirma que la tradición judía
acepta el hecho de que el rabino Jesús tenía seguidores.
¿NACIMIENTO VIRGINAL?
En el Talmud se usan para Jesús los títulos "Ben Pandera (o 'Ben Pantere)" y "Jeshu
ben Pandera". Muchos eruditos dicen que pandera es un juego de palabras, un
disfraz de la palabra griega para "virgen" (parthenos).
El erudito judío Joseph Klausner dice: "Los judíos escuchaban constantemente que
los cristianos (la mayoría de los cuales hablaban el griego desde los primeros
tiempos) llamaban a Jesús por el nombre 'Hijo de la Virgen'... y por ello, como
burla, los judíos lo llamaban Ben ha-Pantera, 'hijo del leopardo' " (676/23).
En otro pasaje, el Talmud babilónico dice: "R. Simeón ben Azzai dijo [refiriéndose a
Jesús]: 'He hallado en Jerusalén un rollo genealógico donde dice que Fulano es un
bastardo de una adúltera' " (b. Yebamoth 49a; m. Yebam. 4:13).
En otro pasaje dice: "Su madre era Miriam, una peluquera de mujeres. Como se
acostumbra decir... 'se apartó de su marido' " (b. Sab. 104b).
En otro pasaje se dice que María "la cual era descendiente de príncipes y
gobernadores, actuó como prostituta con los carpinteros" (b. San. 106a). Este
pasaje, por supuesto, es un intento de explicar lo que confesaban los cristianos en
cuanto al nacimiento virginal de Jesús (ver también b. Sab. 104b). "Príncipes y
gobernadores" puede ser una referencia a algunos de los nombres en la genealogía
de Jesús; algunos de los Padres de la iglesia alineaban los antepasados de María
hasta el rey David (cf. "Jesús... estaba cerca del reino" en b. San. 43a.). La alusión a
los "carpinteros" es una referencia obvia a José (ver también b. Sab. 104b).
El argumento se presenta así: Si José no era el padre de Jesús, entonces María había
quedado embarazada con otro hombre; por lo tanto ella es una adúltera y Jesús fue
un hijo ilegítimo. El Nuevo Testamento registra que los escribas y fariseos
indirectamente presentaron esa acusación ante Jesús (Juan 8:41).
Aunque el Nuevo Testamento afirma que esa acusación no tiene bases, la acusación
confirma que el relato de los cristianos en cuanto al nacimiento milagroso de Jesús
era una afirmación antigua de la iglesia, la cual requería algún tipo de respuesta.
Note que la respuesta no incluye una negación de la existencia de Jesús, sino sólo
una interpretación diferente en cuanto a su concepción.
EL TESTIMONIO DE JOSEFO
El profesor John P. Meier dice que Josefo ben Matatías (nació en el 37/38 y murió
después del 100 d. de J.C.) fue, en diferentes etapas, un aristócrata judío, un político
sacerdotal, un renuente comandante de tropas rebeldes en Galilea durante la primera
revuelta judía contra Roma (66-73), un desertor engañoso, un historiador judío a
sueldo por los emperadores Flavianos, y un supuesto fariseo. Fue capturado por
Vespasiano en el 67 y luego sirvió a los emperadores romanos como mediador e
intérprete durante el resto de la revuelta. Lo llevaron a Roma y allí escribió sus dos
grandes obras: Las guerras judías, en la década del 70, y el mucho más extenso
Antigüedades judías, que terminó en el 93 o el 94 (823/20, 22).
En Antigüedades judías hay un pasaje que ha creado un debate entre los eruditos.
Dice así: “Fue alrededor de esta época que Jesús, un hombre sabio, si es correcto
llamarlo un hombre porque era un hacedor de obras maravillosas, un maestro de
aquellos que reciben la verdad con placer, él atrajo a sí a muchos de los judíos tanto
como de los gentiles. Él era el Cristo. Cuando Pilato, a sugerencia de los hombres
principales entre nosotros, le hubo condenado a la cruz, aquellos que le amaban al
principio no le abandonaron. Porque él les apareció vivo otra vez al tercer día, como
los profetas divinos habían anticipado, estas y diez mil otras cosas maravillosas en
cuanto a él; y la tribu de los cristianos, nombrados según él, no ha sido extinguida
hasta el día de hoy” (Antigüedades. XVIII, 33, cursivas agregadas).
No voy a examinar las diferentes posiciones que los eruditos han tomado en cuanto a
este pasaje, el cual se ha llegado a conocer como el Testimonio. Para una discusión
más detallada puede ver mi libro He Walked Among Us, páginas 37-45. (Traducción
al español: Él anduvo entre nosotros, Editorial Unilit).
Permítame decirle que este pasaje ha causado furor porque Josefo, un judío que no
era cristiano, afirma cosas en cuanto a Jesús que un judío ortodoxo no haría. Por
ejemplo, se refiere a Jesús como el Cristo (Mesías), y dice que él resucitó de entre los
muertos como habían anticipado los profetas hebreos.
Después de evaluar por mí mismo la evidencia, estoy de acuerdo con aquellos
eruditos que pueden ver que, aunque se han hecho algunos agregados cristianos al
texto -como las frases puestas en cursiva- que son claramente ajenos al mismo, el
Testimonio contiene bastantes verdades que Josefo sí podría haber afirmado.
Como dice Meier: “Lea el Testimonio sin los pasajes en cursiva y podrá ver que el
fluir del pensamiento es claro. Josefo designa a Jesús con el título genérico "sabio"
(sofos an'r, quizá el hebreo khakham). Luego Josefo pasa a "desempacar" la
designación genérica (sabio) con dos de sus componentes principales en el mundo
grecorromano: realización de milagros y enseñanza efectiva. Esta doble
demostración de "sabiduría" hace que Jesús gane muchos seguidores, tanto entre
judíos como gentiles. Es presumible, aunque no se menciona una razón explícita,
que este gran éxito es el que mueve a los principales a la acusación contra Jesús que
presentan a Pilato. A pesar de la vergonzosa muerte en la cruz, sus primeros
seguidores no dejan la lealtad que tienen a Jesús. De esa manera (note que la
transición es mucho mejor sin la referencia a la resurrección si borramos ese
pasaje) la tribu de los cristianos aún no ha muerto” (823/23).
Luego del Testimonio, dos secciones más adelante, Josefo se refiere a Jacobo, el
hermano de Jesús. En Antigüedades XX, 9.1 él describe las acciones del sumo
sacerdote Anano: “Pero el más joven Anano quien, como dijimos, recibió el sumo
sacerdocio, tenía una disposición audaz y muy arriesgada; siguió al partido de los
saduceos, los cuales eran muy severos en su juicio sobre todos los judíos, como ya
hemos demostrado. Teniendo Anano esa disposición, pensó que había llegado una
buena oportunidad, habiendo muerto Festo, y Albino estaba aún de viaje. De modo
que reunió a un concilio de jueces y presentó delante de ellos al hermano de Jesús,
al que llamaban Cristo, cuyo nombre era Jacobo, junto con algunos otros. Luego de
haberlos acusado como transgresores de la ley, los entregó para ser apedreados”
(179/107).
Louis Feldman, profesor de estudios clásicos en la Universidad Yeshiva y traductor
de la edición Loeb de las Antigüedades, afirma: "Pocos han dudado de la
autenticidad de este pasaje" (630/496).
La referencia al pasar a Jesús como "al que llamaban Cristo" no tendría sentido si
Josefo no hubiera provisto un tratamiento más extenso acerca de Jesús antes en sus
Antigüedades. Esta es otra indicación de que el tratamiento anterior y más extenso
en las Antigüedades es genuino, con la exclusión de las obvias interpolaciones
cristianas. De modo que aun el gran historiador judío del siglo 1, Josefo, quien
escribió sol0 medio siglo después de la vida y crucifixión de Jesús, atestigua la verdad
de que Jesús no era una ficción de la imaginación de la iglesia, sino una figura
histórica real.
Los cristianos primitivos a menudo pagaron con sus vidas o sufrieron gran
persecución por la afirmación que hacían de que Jesús había vivido, muerto y
resucitado de entre los muertos, y que había aparecido a muchos después de su
resurrección.
Estos creyentes no tenían nada que ganar y todo que perder al dar testimonio de que
estas cosas habían realmente ocurrido. Por esta razón, sus relatos son fuentes
históricas de mucha importancia. Los eruditos bíblicos han identificado en las
páginas del Nuevo Testamento lo que creen que son por lo menos porciones de
confesiones de fe de los cristianos primitivos.
Las mismas fueron formuladas y transmitidas verbalmente algunos años antes de
que fueran registradas en los libros del Nuevo Testamento.
En su libro The Verdict 0f History (El veredicto de la historia), Habermas trata varios
de los credos que están entretejidos en el Nuevo Testamento:
Lucas 24:34: "¡Verdaderamente el Señor ha resucitado y ha aparecido a Simón!".
Refiriéndose a Joachim Jeremias y su ensayo: "La Pascua: la tradición más antigua
y la interpretación más antigua”, Habermas escribe: “Jeremias sostiene que la
breve mención de Lucas a la aparición de Jesús a Pedro después de la resurrección
en Lucas 24:34 es aún más antigua que 1 Corintios 15:5; esto la convertiría en uno
de los primerísimos testigos para las apariciones después de la resurrección"
(509/122).
Romanos 1:3,4: "Su Hijo -quien, según la carne, era de la descendencia de David; y
quien fue declarado Hijo de Dios con poder según el Espíritu de santidad por su
resurrección de entre los muertos-".
Dice Habermas: “El hecho de que Romanos 1:3 y 4 sea un credo antiguo y
prepaulino se muestra por el paralelismo de las cláusulas, lo cual se ve
especialmente en el contraste entre Jesús tanto como hijo de David como Hijo de
Dios. El mismo Jesús, quien nació en el espacio y el tiempo, fue resucitado de entre
los muertos. Este credo proclama que se mostró que Jesús es el Hijo de Dios, Cristo
(o Mesías) y Señor, y que fue vindicado como tal por su resurrección de entre los
muertos. (Oscar) Cullman agrega que la redención y la exaltación final de Jesús
estaban incluidas también en esta importante afirmación de credo. Una
declaración tan abarcadora, que incluye tres títulos cristológicos principales e
implica algunos de los hechos de Jesús, revela no sólo que es una de las
formulaciones más antiguas de la naturaleza de Cristo, sino que también conlleva
un motivo apologético; relaciona toda esta teología con la vindicación provista por
la resurrección de Jesús (cf. Hech. 2:22 s.)" (509/123).
Romanos 4:24, 25: "El que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor,
quien fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado para
nuestra justificación". Hasta el crítico bíblico Rudolf Bultmann cree que esta
declaración "existió evidentemente antes de Pablo y le fue entregada a él", como
parte de la tradición apostólica más antigua (190/82).
Romanos 10:9, 10: "Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y si crees en tu
corazón que Dios le levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón
se cree para justicia, y con la boca se hace confesión para salvación".
Habermas dice:
“El relato de Pablo en 1 Corintios 11:23 ss. presenta una tradición fija;
probablemente está basada en un material independiente de las fuentes para los
Evangelios sinópticos. Jeremias destaca que las palabras "recibí" y "he
transmitido" no son términos típicos de Pablo. Representan los términos técnicos
rabínicos para transmitir una tradición. Además, hay otras frases no paulinas tales
como "fue entregado", "habiendo dado gracias" y "mi cuerpo" (11:23, 24); esto es
una indicación adicional de la naturaleza antigua del reporte. De hecho, Jeremias
afirma que este material fue formulado "en el período más temprano; como sea fue
antes de Pablo... una fórmula prepaulina". Lo que Pablo está indicando con certeza
es "que la cadena de tradición va sin romperse hasta Jesús mismo" (50911 21).
El erudito bíblico Ralph Martin cita varias "marcas indicadoras" que "sellan" este
pasaje como una fórmula de credo que es anterior a los escritos de Pablo:
“Hay cuatro "que" que introducen cada parte del credo (vv. 3, 4 y 5). El vocabulario
no es el acostumbrado; contiene algunos términos raros y expresiones que Pablo
nunca emplea otra vez. El prefacio de la sección nos dice que Pablo "recibió" lo que
sigue en las oraciones siguientes como parte de la instrucción, sin duda, que él
había llegado a conocer en los primeros días de su discipulado; posiblemente esto
ocurrió a través de sus contactos con la iglesia en Jerusalén, Antioquía y Damasco.
Ahora, a su vez, él transmite (usa la misma expresión técnica que en 1Corintios
11:23) a la iglesia corintia lo que había recibido como una tradición sagrada. El
asunto del trasfondo sugerido de este pasaje y su origen como credo y antes de
Pablo está unido por el versículo 11 del capítulo. Allí Pablo comenta que él ha
declarado lo que era una proclamación común de los apóstoles: "Porque ya sea yo o
sean ellos, así predicamos, y así habéis creído". En el texto mismo hay ciertas
indicaciones de que 1 Corintios 15:3 ss. es una traducción al griego de una pieza en
arameo. Los aspectos más obvios son que se menciona el nombre de Pedro en su
forma semita como Cefas, y que hay una referencia doble a las Escrituras del
Antiguo Testamento. El profesor Jeremias argumenta, con alguna lógica, que estos
versículos surgieron en un ambiente judeocristiano. Más recientemente aun un
erudito escandinavo ha dicho que esta pieza de credo cristiano se originó en una
iglesia palestina temprana. Él dice que representa "un logos (es decir, una
declaración de fe) fijado por el colegio de los apóstoles en Jerusalén"... Si este es un
argumento sano, es claro que el pasaje pertenece a los primeros tiempos de la
iglesia; como lo dice E. Meyer, "el documento más antiguo de la iglesia cristiana
que tenemos en existencia". Se remonta al compañerismo cristiano poco después de
la muerte de Cristo. Puede muy bien corporizar el fruto de la instrucción después de
la resurrección y de la reflexión contenida en Lucas 24:25-27, 44-47".
Los eruditos han identificado este texto como un himno prepaulino que profesa la
creencia en un Jesús real, quien era tanto humano como divino (509/120).
1Pedro 3:18: "Porque Cristo también padeció una vez para siempre por los pecados,
el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la
carne, pero vivificado en el espíritu". Este trozo antiguo de tradición conecta la
muerte histórica de Jesús en la cruz como el Mesías impecable con su resurrección
histórica de entre los muertos, como los medios para llevar a los pecadores a Dios
(509/122).
Al reflexionar sobre estas confesiones antiguas, Habermas nota que con ellas se
pueden hacer por lo menos diecisiete afirmaciones históricas acerca de Jesús, desde
su nacimiento terrenal hasta su ascensión y glorificación celestial:
Es claro que estos credos anteriores al Nuevo Testamento brindan el testimonio más
antiguo para la convicción de la iglesia de que Jesús, el impecable Dios-hombre,
realmente vivió, murió, resucitó de entre los muertos y ascendió a los cielos, para la
salvación de todos los que le confiesen como Señor y crean realmente que Dios lo
resucitó.
Además, como hemos dicho anteriormente, por lo menos algunos de estos credos
pueden ser llevados hacia atrás hasta las mismas palabras de Jesús y el testimonio de
los mismos apóstoles. De modo que estos credos no solamente son antiguos si no que
también están basados en relatos de los testigos oculares de la vida terrenal de Jesús.
Luego de los apóstoles, la fuente cristiana más amplia para la naturaleza histórica de
Jesús se halla en los escritos de aquellas personas que siguieron estrechamente a los
apóstoles.
Algunos de estos escritores eran líderes de la iglesia; otros eran maestros y
apologistas. Todos ellos creían que Jesús era el Hijo encarnado de Dios, así como
había sido revelado en las Escrituras y enseñado por los apóstoles. Lo que sigue es
una buena muestra de los escritos de ellos con las referencias más importantes a la
historicidad de Jesucristo.
CLEMENTE DE ROMA
Clemente era obispo de la iglesia en Roma hacia el fin del siglo 1. Escribió una carta
llamada Corintios; con ella quería ayudar a solucionar un conflicto en la iglesia en
Corinto entre los líderes de la iglesia y los laicos.
Clemente dice en esa obra: “Los apóstoles nos entregaron el evangelio que
recibieron del Señor Jesucristo, quien fue enviado de Dios. De modo que Cristo es de
Dios y los apóstoles son de Cristo. Ambos, por lo tanto, vinieron de la voluntad de
Dios en el orden apropiado. Habiendo recibido un encargo, y estando plenamente
seguros -a través de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo y confirmado en la
palabra de Dios con seguridad plena del Espíritu Santo- ellos salieron con las
buenas nuevas de que el reino de Dios vendría. De modo que predicaron por todas
partes, en el campo y en la ciudad. De entre sus primeros frutos, cuando los
hubieron probado por el Espíritu, ellos nombraron obispos y diáconos para los que
debían creer” (Corintios, 42).
Entre otras cosas, este pasaje afirma que el mensaje del evangelio venía del Jesús
histórico que había sido enviado por Dios, y que el mensaje estaba autenticado por su
verdadera resurrección de entre los muertos.
IGNACIO
Ignacio fue obispo en Antioquía. Mientras estaba en viaje hacia Roma para ser
ejecutado escribió siete cartas - seis a diferentes iglesias y una a su amigo Policarpo-.
Hay tres referencias que hace Ignacio al Jesús histórico que son muy pertinentes, y
que son características de sus otras afirmaciones:
"Jesucristo, quien pertenecía a la descendencia de David y era hijo de María,
ciertamente nació, comió y bebió; fue perseguido bajo Poncio Pilato, fue
verdaderamente crucificado y murió a la vista de los que están en los cielos, en la
tierra y debajo de la tierra. Luego él fue resucitado de entre los muertos por su
Padre, quien en la misma forma resucitará a quienes creen en él" (Tralianos, 9).
"Él ciertamente es de la descendencia de David según la carne, pero es el Hijo de
Dios por la voluntad y el poder divinos. Él nació de una virgen, fue bautizado por
Juan para que se cumpliera toda justicia, fue ciertamente clavado en la cruz por
amor de nosotros bajo Poncio Pilato y Herodes el tetrarca (de lo cual somos fruto,
es decir, el objeto de su más bendecido amor); para que él pueda levantar una
bandera para todas las edades por medio de su resurrección" (Esmirneanos, 1).
QUADRATO
Quadrato era discípulo de los apóstoles, obispo de la iglesia en Atenas y uno de los
primeros apologistas. El historiador Eusebio ha conservado las únicas palabras que
existen de Quadrato de la defensa de su fe ante el emperador Adriano (aprox. 125):
"Los hechos de nuestro Salvador estaban siempre delante de ustedes, porque eran
verdaderos milagros. Los que fueron sanados, los que resucitaron de entre los
muertos, ellos fueron vistos no sólo cuando fueron sanados o resucitados, sino que
estaban siempre presentes. Ellos vivieron por mucho tiempo, no sólo mientras
nuestro Señor estaba en la tierra, sino asimismo cuando él dejó esta tierra. Algunos
de ellos han vivido hasta nuestra propia época" (Eusebio, IV:III).
Habermas señala que Quadrato afirma la existencia real de Jesús por medio de la
historicidad de los milagros:
"(1) El hecho de los milagros de Jesús podía ser verificado por las personas que
tuvieran interés, puesto que habían sido realizados en forma pública. En cuanto a
las clases de milagros, (2) algunos fueron curados y (3) algunos fueron resucitados
de entre los muertos. (4) Había testigos oculares de esos milagros en la época en
que ocurrieron. (5) Muchos de los que fueron curados o resucitados estaban aún
vivos cuando Jesús "dejó esta tierra"; se reportaba que otros estaban aún vivos en
la época de Quadrato" (50911 44).
LA EPÍSTOLA DE BERNABÉ
Habermas comenta: "Hay varias alternativas de fechas que se han sugerido para
este escrito, entre finales del siglo 1 y mediados del siglo II. Una fecha aceptada
comúnmente es 130-138" (5091144).
Esta epístola confirma muchos de los eventos que se afirma que ocurrieron en las
fuentes ya citadas. En la sección 5 de la carta leemos: “...él, para aniquilar la muerte
y mostrar la resurrección de entre los muertos, soportó la pasión, pues convenía
que se manifestara su condición carnal. Así cumplió la promesa hecha a los padres,
y se preparó para sí un pueblo nuevo, mostrando, mientras vivía sobre la tierra,
que él había de juzgar una vez que haya realizado la resurrección. En fin, predicó
enseñando a Israel y haciendo grandes prodigios y señales, con lo que mostró su
extraordinario amor. Se escogió a sus propios apóstoles, que tenían que predicar el
Evangelio, los cuales eran pecadores con toda suerte de pecados, mostrando así que
"no vino para llamar a los justos, sino a los pecadores" (Mat 9:13): y entonces les
manifestó que era Hijo de Dios” (8 13/82. 83).
En la sección 7, el autor agrega: "Pero cuando fue crucificado le dieron [a Jesús] hiel
y vinagre para beber" (81 3/83).
ARÍSTIDES
JUSTINO MÁRTIR
"El consenso de opinión entre los eruditos es que Justino [Mártir] es uno de los más
grandes apologistas cristianos de los primeros tiempos" (199/1).
Justino nació alrededor del 100; fue azotado y decapitado por su fe alrededor del 167.
Era una persona instruida, bien preparada en las filosofías principales de su época,
incluyendo el estoicismo, el aristotelismo, el pitagorismo y el platonismo (2 14/558).
"Hay una aldea en la tierra de los judíos, a unos 35 estadios de Jerusalén, en la cual
nació Jesucristo; es posible que usted verifique esto por medio de los registros de
impuestos que se hicieron bajo Cirenio, su primer procurador en Judea" (Primera
apología, 34).
"Cristo dijo entre ustedes [es decir, los judíos] que él daría la señal de Jonás,
exhortándolos a arrepentirse de sus malas acciones, por lo menos después de que él
resucitara de entre los muertos... Pero ustedes no sólo no se han arrepentido
después de que supieron que él resucitó de entre los muertos sino que, como dije
antes, enviaron hombres elegidos y ordenados a todo el mundo para proclamar que
una herejía licenciosa ha surgido de un tal Jesús, un engañador galileo, a quien
crucificamos. Que sus discípulos robaron durante la noche el cuerpo de la tumba, en
la cual lo habían puesto al quitarlo de la cruz, y ahora engañan a los hombres
afirmando que él fue resucitado de entre los muertos y ascendió a los cielos"
(Diálogo con Trifón, 108).
HEGESIPO
"Jerónimo... dice que Hegesipo vivió cerca del tiempo de los apóstoles. Eusebio llega
a la conclusión de que Hegesipo era judío; dice que su obra comprendía cinco libros
de 'Memorias"'.
Hay sólo unos fragmentos de estas Memorias en la obra de Eusebio. Lo que muestran
estos fragmentos es que Hegesipo viajó mucho con "la intención de determinar si los
apóstoles habían transmitido la verdadera historia [acerca de Jesús] a sus
sucesores".
Así lo cita Eusebio: "La iglesia en Corinto permaneció en la sana doctrina hasta que
Primo se convirtió en obispo. Yo estuve con ellos en mi viaje a Roma; estuve varios
días con los corintios y durante ellos fuimos refrescados con la sana doctrina. Al
llegar a Roma yo reuní la sucesión hasta Aniceto, cuyo diácono era Eleuterio.
Aniceto fue seguido por Soter y este por Eleuterio. En cada línea de obispos y en
cada ciudad todo estaba de acuerdo con la predicación de la Ley, los Profetas y el
Señor" (Eusebio, Historia eclesiástica, 9.22.2).
Los hechos esenciales en cuanto a Jesús y a su enseñanza fueron transmitidos por los
apóstoles; fueron preservados en forma cuidadosa y transmitidos fielmente de allí en
adelante por las iglesias generación tras generación, de una parte a la otra.
El veredicto es: "Los escritores de la iglesia primitiva, tanto con sus vidas como con
sus palabras, certificaron que los detalles históricos de la vida de Jesús, así como se
los presenta en los Evangelios, son correctos y se puede confiar en ellos” (8 13/87).
Hay fuentes adicionales que se refieren a Cristo y al cristianismo. Las que siguen son
algunas fuentes seculares adicionales que garantizan otros estudios:
TRAJANO
Emperador romano (Plinio el joven, Epístolas 10:97). Esta es una carta del
emperador a Plinio. Le dice que no castigue a aquellos creyentes que eran forzados
por los romanos a retractarse de sus creencias. También le dice a Plinio que los
oficiales romanos no deben aceptar información anónima acerca de los cristianos.
MACROBIO
Saturnalia, lib. 2, cap. 4. Pascal (Pensamientos) menciona esta cita de Augusto César
como un testimonio de la matanza de los infantes en Belén.
ADRIANO
Emperador romano (Justino Mártir, Primera apología, caps. 68 y 69). Justino cita la
carta de Adriano a Minicio Fundano, procónsul de Asia Menor. La carta trata con las
acusaciones de los paganos contra los cristianos.
ANTONINO PÍO
Emperador romano (Justino Mártir, Primera apología, cap. 70). Justino (o uno de
sus discípulos) cita la carta de Antonino a la asamblea general de Asia Menor.
La carta dice básicamente que los oficiales en Asia Menor estaban llegando a estar
frustrados con los cristianos en esa provincia, y que no se harían cambios en el
método de Antonino para tratar a los cristianos allí.
MARCO AURELIO
Emperador romano (Justino Mártir, Primera apología, cap. 71). Esta carta del
emperador al Senado romano fue agregada al manuscrito por uno de los discípulos
de Justino. El emperador describe a los cristianos que participan en acciones de
lucha en el ejército romano.
JUVENAL
Sátiras, 1, líneas 147-157. Juvenal hace una referencia velada a las torturas de los
cristianos en Roma bajo Nerón.
SÉNECA
Epístolas morales, Epístola 14, "Sobre las razones para apartarse del mundo", parte
2. Séneca, como Juvenal, describe las crueldades de Nerón contra los cristianos.
HIÉROCLES
Eusebio, Tratado de Eusebio, cap. 2. Esta cita de Eusebio preserva algo del texto del
libro perdido por Hiérocles, Filaletes, o El amante de la verdad. En esta cita,
Hiérocles condena a Pedro y a Pablo como brujos.
COLLECCIÓN DE C. R. HAINES
CONCLUSIÓN
Howard Clark Kee, profesor emérito en la Universidad de Boston, saca las siguientes
conclusiones de las fuentes fuera del Nuevo Testamento: "El resultado del examen de
las fuentes fuera del Nuevo Testamento que llevan, directa o indirectamente, a
nuestro conocimiento de Jesús es confirmar su existencia histórica, sus poderes
fuera de lo común, la devoción de sus seguidores, la existencia continuada del
movimiento después de su muerte a manos del gobernador romano en Jerusalén, y
la penetración del cristianismo en los estratos altos de la sociedad en Roma misma
hacia fines del siglo 1" (647/ 19).
Agrega Kee: "A pesar de esta variedad de maneras en las cuales se ha transmitido la
tradición en cuanto a Jesús, tenemos a disposición una cantidad de evidencia clara
y muy consistente acerca de esta figura cuya vida, enseñanzas y muerte han
continuado teniendo un impacto tan profundo en la historia subsecuente de la raza
humana" (6471114).
Aunque las fuentes no cristianas no brindan tantos detalles en cuanto a Jesús como
el Nuevo Testamento, sí proveen corroboración para algunos de los hechos básicos
del retrato bíblico de Jesús.
La vida profunda y poderosa de Jesús como una figura histórica ha hecho un impacto
dramático en el resto de la historia.
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Publicaciones Jesús Briseño