Ensayo
Ensayo
Ensayo
La historia del cuerpo ha sido escrita por nuestros propios cuerpos, o mejo dicho, por otros
cuerpos que hacen parte del yo, porque los estoy pensando como sujetos actuantes que existen
cuando ya en realidad, fuera de mí, no existen.
Mientras en Occidente había una masacre sistemática del cuerpo, en Oriente el cuerpo es
considerado como un elemento sagrado, es cuerpo y divinidad a la vez, los dioses toman forma
en el cuerpo que es tratado como lugar glorioso que hace parte del equilibrio macrocósmico en
tanto este cuerpo esté en equilibrio microcósmico. El espíritu prisionero no existe, es el cuerpo la
máxima representación de lo celestial. Incluso en el antiguo Egipto cuerpo y alma mantenían una
simbiosis; la búsqueda de la inmortalidad es uno de los principios de la cosmovisión del universo,
pero además de la inmortalidad del alma, la reencarnación y por ende la conservación del cuerpo.
Se asume pues que el cuerpo sin el alma no podría existir y viceversa. El cuerpo físico y palpable,
Khat, no estaba bajo el ser astral o espiritual, Khabith; la relación cuerpo-carne-lujuria no estaba
determinada, pues era el ser astral el que daba la capacidad sexual y de moverse. El sexo era
considerado sagrado, incluso habían rituales orgiásticos y de masturbación.
El pensamiento cristiano inculca que como templo de Dios, creados a su imagen y semejanza, se
debe negar el cuerpo, lo que nos hace humanos, incluyendo la sensualidad y la sexualidad. El
cuerpo carnal, el real, el hecho de carne y hueso, de sangre y excrementos es repudiado por el
cuerpo glorioso y confinado al mundo de la monstruosidad por su “imperfección”. El cuerpo real
está conformado por la animalidad, un cuerpo así, debe ser escondido, castigado y flagelado por
su inmundicia. El sufrimiento es erigido como única vía de la salvación del alma, es decir, forzar
la salida del alma de ese presidio inmundo en el que está. Esta situación perpetúa la negación
inmutable del cuerpo como una unidad que integra al “yo animal”, guiado por los bajos instintos
que indefectiblemente hacen parte del yo, pero que se tienen que erradicar.
Pero cómo es posible admitir un cuerpo desligado de su alma, rebajarlo a niveles infrahumanos,
negarlo, mutilarlo, lacerarlo, si el cuerpo inanimado no es más que materia orgánica propensa a la
descomposición y cómo es posible admitir un alma alejada de la materialidad, sin rastros de
corporalidad, ¿cómo dejar un concepto tan abstracto a la imaginación del otro si es el otro el que
me está inventando?¿cómo pretendemos separar el alma del cuerpo si antes que repudiar la carne
constantemente estamos ligándonos más a ésta, buscando a otros yo o incluso objetos inanimados
para completarnos y reafirmar nuestra existencia ante nosotros mismos y el mundo que nos
rodea?
El cuerpo es la expresión de lo inmaterial que poseemos, del concepto del yo para nosotros
mismos, pues existimos mientras nos pensamos, sin embargo, contrario al concepto de alma
inmortal, el yo que se piensa, está sujeto a los mismos demonios que afectan nuestra
corporalidad, el yo pensado es finito y vive en tanto el cuerpo viva. Si el cuerpo enferma, afecta
al yo pensado y cambia la realidad en la que se ubica éste. Yo soy la forma, el alma sin cuerpo y
el conjunto de los dos. ¿Y quién soy yo para el otro, en tanto que represento un ser temporal del
cual no se asume el “yo pienso”? El otro concibe a mi yo como una corporalidad, a la que no le
consta su yo interior pero de manera extraña existe la complicidad y la lógica indica que si yo
existo porque estoy pensándome y construyéndome, el otro existe porque se construye y se piensa
de manera similar en circunstancias diferentes.
El cuerpo representa lo humano, nos hace y deshace como éste; es un lienzo, se deja escribir e
inscribir, se adhiere a lo que el “yo” pensado dice. El lenguaje del cuerpo no existiría sin éste, el
lenguaje por sí solo no se sostiene, debe ir acompañado de la materialidad que representa el
cuerpo.
¿Estaremos dispuestos a conservar cánones medievales en donde la negación absoluta del cuerpo
y sus placeres alcanza niveles descomunales? Aceptar que somos una totalidad, un ser integral
que no hace falta dividir, que lo carnal no es lo corrupto y débil mientras que el espíritu es
prístino y divino, es comprender el trasfondo de la existencia, sólo soy si me pienso, sólo soy
mientras existo, si vivo, siento, sufro y muero también soy.
EL CUERPO HABLA
Informe de Lectura
Universidad de Antioquia
2011