Corte Constitucional - Extracto de Sentencia C-054 de 2016
Corte Constitucional - Extracto de Sentencia C-054 de 2016
Corte Constitucional - Extracto de Sentencia C-054 de 2016
Los métodos tradicionales de interpretación jurídica son codificados en la primera mitad del
siglo XIX por Friedrich Karl von Savigny, y han dominado la tradición jurídica
latinoamericana como las herramientas más usuales de comprensión de los textos del derecho
positivo. Su influencia y utilidad también está presente en la jurisprudencia constitucional,
la cual admite su validez como mecanismo para definir el significado de las disposiciones
normativas contenidas no solo en el derecho legislado, sino incluso aquellas de naturaleza
constitucional. Así por ejemplo, en la sentencia C-739 de 2008 se determinó el sentido de
una disposición contenida en la Ley del Plan Nacional de Desarrollo, prevista en el artículo
143 de la Ley 1151 de 2007, a partir de las aproximaciones gramatical, histórica, sistemática
y teleológica. De la misma manera, en la sentencia C-451 de 2002 fueron utilizados los
argumentos lógicos, gramaticales y teleológicos, a fin de explicar el sentido de una
disposición contenida en la Ley 446 de 1998 y relacionada con el ejercicio del derecho de
petición frente a las Superintendencias.
En estos dos casos, que son solo ejemplos de una actividad usual de interpretación por parte
de la Corte, se encuentra que la jurisprudencia no discute la pertinencia del modelo
tradicional de interpretación del derecho. No obstante, ello no significa ignorar que dicha
metodología se inserta histórica y teóricamente en el contractualismo liberal, basado en la
infalibilidad del legislador y la concepción de las asambleas representativas como
depositarias únicas de la soberanía emanada del Pueblo.
Como es bien sabido, una de las principales consecuencias del triunfo de las revoluciones
burguesas en Europa fue el remplazo de las monarquías absolutistas por el ejercicio del
gobierno centrado en asambleas representativas, titulares exclusivas de la competencia
legislativa, con lo cual se dio pie al constitucionalismo liberal. Dichos cuerpos colegiados se
asumían como soberanos, en tanto recibían su poder por el Pueblo. Esto llevaba, en la versión
clásica de la democracia liberal, a que no resultara admisible cuestionar las decisiones
legislativas bajo ningún parámetro externo, pues ello llevaría a retornar a fórmulas
autárquicas de ejercicio del poder público, propias del régimen monárquico. En ese sentido
es elocuente Rousseau cuando en El Contrato Social afirma dicha infalibilidad, al expresar
que la voluntad general, expresada en dichas asambleas interpretativas, siempre adoptaría
decisiones acertadas, pues la deliberación anularía los intereses individuales al
contraponerlos entre sí.
El cuerpo legislativo, en ese sentido, contiene a la soberanía que le ha sido trasladada por la
comunidad política. Por lo tanto, queda investido de las facultades y ausencia de limitaciones
propias de dicho poder soberano. De esta manera es explicado por Wolfgang Kersting, al
señalar, basándose en las posturas teóricas de Kant y Rousseau, que estos autores encuentran
el concepto de soberanía “a partir de la determinación normativa de la infalibilidad: Soberano
puede ser solamente aquel que satisface la condición de infalibilidad, que promulga
necesariamente leyes justas, esto es, la voluntad unida al pueblo. Esta argumentación es
posible porque Rousseau y Kant representan un concepto procedural de justicia. No es la
concordancia con normas materiales de justicia lo que cualifica a una ley como justa;
tampoco lo es el respeto que ella expresa ante derechos fundamentales individuales previos
a toda legislación, sino solo el modo y la manera de su surgimiento: la justicia de una ley se
garantiza por el procedimiento de su génesis. (…) Si cada cual tiene, solamente en virtud de
ser hombre, el derecho a igual libertad, entonces las reglas que limiten la libertad puede ser
adecuadas a este Derecho si provienen de la voluntad legisladora unificada o, formulado de
otra manera: si todos los concernidos hubieran llegado a un acuerdo en torno a ellas en
condiciones de igualdad y en virtud de una ponderación racional de intereses.”
La Corte advierte, en este orden de ideas, que los métodos tradicionales de interpretación
son, al menos en su versión original del siglo XIX, funcionales a la mencionada concepción
de la actividad legislativa. Esto es así si se tiene en cuenta que los mismos están basados en
la supremacía de la actividad del legislador y la mencionada inexistencia de parámetros
superiores a la legislación.
No obstante, advierte la Corte que el vínculo entre el origen de los métodos de interpretación
y el contractualismo liberal no resta utilidad a aquellos en el marco del Estado Social y
Democrático de Derecho. Esto debido a que de acuerdo con el principio de interpretación
conforme, explicado en el fundamento jurídico 6.2 de esta sentencia, las normas legales, entre
ellas las previstas en el Código Civil y que definen dichos métodos hermenéuticos, deben ser
armonizadas con los derechos, principios y valores constitucionales.
Esto significa que las referidas fórmulas de interpretación serán conformes con la Carta
Política en cuanto garanticen la eficacia de las facetas jerárquica, directiva e integradora del
principio de supremacía constitucional. En otras palabras, la utilización de los métodos
tradicionales de interpretación en casos concretos será admisible a condición que los
resultados hermenéuticos sean compatibles con las restricciones formales y materiales de
validez que impone la Constitución. En consecuencia, el intérprete deberá desechar aquellas
opciones interpretativas que contradigan la Carta, incluso cuando las mismas sean un
ejercicio razonable de las fórmulas de interpretación mencionadas. En contrario, cuando el
uso de dichos mecanismos tradicionales no implique dicha incompatibilidad, sus resultados
serán compatibles con el orden constitucional.