Monografía de Literatura Española - Rios Relos, Rebeca Belén
Monografía de Literatura Española - Rios Relos, Rebeca Belén
Monografía de Literatura Española - Rios Relos, Rebeca Belén
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ÍNDICE:
Introducción………………………………..…….…….. 3
Análisis de las obras:
El Burlador de Sevilla………………………… 4
Don Juan Tenorio…………………………….. 8
Conclusión……………………………......................... 13
Bibliografía…………………………………………....... 14
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INTRODUCCIÓN
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pérdida del poder político de España en Europa. Paralelamente se produce
un florecimiento de las artes y las letras que conforma uno de los momentos
de mayor esplendor de cultura española (Rosas y Mancha, 2016: 145)
Puede entender que España sufrió grandes cambios en esa época, pero a su
vez fue floreciendo el teatro barroco, caracterizado por presentar al espectador
enseñanzas moralizantes y didácticas sobre la trama, mostrando un aspecto reflexivo.
Por otro lado, la obra Don Juan Tenorio fue escrita por José Zorrilla, la cual
está divida en dos partes, que a su vez se dividen en actos y escenas. La misma
presenta un drama religioso-fantástico que forma parte del teatro romántico al
presentar elementos característicos del romanticismo como el amor que manifiesta
uno de sus personajes hacia Don Juan, la muerte en el final, entre otros. Asimismo, se
logra observar que la obra está ambientada en el siglo XVI en una España gobernada
por el rey Carlos V. Sin embargo, fue creada en el siglo XIX, aproximadamente en el
año 1844, en la Edad Contemporánea.
Esta obra se asemeja al de Tirso de Molina, pues es una duplicación de ésta, al
respecto Turner dice que “[Don Juan Tenorio] es la obra más representativa del
romanticismo español que remite a la parodia y a la refundición de [la obra] El Burlador
de Sevilla y El convidado de piedra, lo que ya asienta su base creativa en el fenómeno
de la duplicación, tanto exterior como interior” (Turner, 2007: 1).
EL BURLADOR DE SEVILLA
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ellos y finalmente él muere a manos de Don Gonzalo de Ulloa con la ayuda divina
como castigo por sus pecados.
En relación con las víctimas de Don Juan, podemos ver como a lo largo de la
obra se muestran cuatro mujeres que fueron burladas por él, dos de ellas fueron
engañadas al creer que les estaban dando su honra a las personas que ellas habían
elegido. Sin embargo, era Don Juan disfrazado, quien se hacía pasar por el duque
Octavio para Isabela y por el Márquez de la Mota para Doña Inés, como se muestra en
el siguiente fragmento:
Isabela: Quiero sacar una luz
D. Juan: Pues, ¿para qué?
Isabela: Para que el alma de fe del bien que llego a gozar.
D. Juan: Mataréte la luz yo.
Isabela: ¡Ah, cielo! ¿Quién eres, hombre?
D. Juan: ¿Quién soy? Un hombre sin nombre.
Isabela: ¿Que no eres el duque?
D. Juan: No1. (Tirso de Molina, 78)
Luego, en los casos de Tisbea y Aminta, ellas fueron engañadas para entregar
su honra a cambio de la promesa de casamiento, algo que terminó solo en palabras,
pues Don Juan nuevamente huyo, como se muestra en el siguiente fragmento:
D. Juan: ¿Posible es, mi bien, que ignoires mi amoroso proceder? Hoy
prendes con tus cabellos mi alma.
Tisbea: Yo a ti me allano bajo la palabra y mano de esposo.
D. Juan: Juro, ojos bellos, mirando me matáis, de ser vuestro esposo. (116)
Hasta aquí, se muestra como él es motivado por el deseo carnal, el ego viril, la
soberbia y la maldad para hacer lo que hace dado que abusa de las mujeres,
engañándolas sin hacerse cargo de las consecuencias. Al respecto, Arellano
menciona que “Don Juan es el burlador, su placer sexual va siempre acompañado de
la burla, e implica un aspecto cruel, destructivo y sádico” (Arellano, 1997: 33). Esto,
también, puede explicarse con la acción de Don Juan al quemar la cabaña de Tisbea,
pues no ganaba nada con quemarla, simplemente lo hizo, quizás por crueldad, como
se muestra en el siguiente fragmento:
Tisbea: ¡Fuego, fuego, que me que quemo, que mi cabaña se abrasa!
Recicad a fuego, amigos; que ya dan mis ojos agua (Tirso de Molina, 118)
Además, vemos cómo él afecta a otros sujetos por sus propias acciones. Un
ejemplo de ello fue el Marques de la Mota, a quien culpan de haber matado a Don
1
Se utilizará la siguiente edición:
Arellano, Ignacio (Eds.) (1997). Tirso de Molina, El Burlador de Sevilla. Colección Austral.
Editorial Espasa Calpe, S. A. Madrid
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Gonzalo, sin saber que el verdadero responsable es Don Juan, quien sin piedad lo
asesina después. De esta forma, va rompiendo las reglas morales, sociales y
religiosas. Al respecto Arellano menciona:
Las burlas no se ejecutan sólo contra las mujeres: se burla también de
Octavio, de Mota, de la estatua del comendador. Miente, perjura, roba las
yeguas de Tisbea, mata, desobedece al rey, se ríe de las admoniciones de
su padre: se burla, en suma, de las normas sociales y divinas. (Arrellano,
1997: 34).
Esto indica que su accionar no es el correcto ante la mirada de la sociedad y lo
primordial ante Dios, pues no está cumpliendo de cierta forma la voluntad de Dios y lo
que desea el catolicismo. Al respecto Arellano dice:
Don Juan es un personaje de comedia española del Siglo de Oro que no
puede hacer otra cosa, pero actúa dejando al margen completamente a Dios
y sus leyes de la conducta cotidiana. No puedo percibir en él ninguna
dimensión trágica de rebeldía demoniaca. No se opone a Dios: Dios le es
indiferente (Arellano, 1997: 35)
Lo que Arellano trata de decir es que Don Juan si cree en Dios, al menos cree
en su existencia, pero no supone que llegue castigar a las personas por sus pecados,
al menos a él no. Podría decirse que no le presta atención a lo que es capaz de hacer
Dios y el castigo que éste pueda darle, como se muestra en el siguiente fragmento:
Tisbea: Ven, y será la cabaña del amor que me acompaña tálamo de nuestro
fuego. Entre estas cañas te esconde hasta que tenga lugar.
D. Juan: ¿Por dónde tengo que entrar?
Tisbea: Ven y te diré por dónde.
D. Juan: Gloria al alma, mi bien, dais
Tisbea: Esa voluntad te obligue, y si no, Dios te castigue.
Don Juan: (¡Qué largo me lo fiáis!) (116, 117)
Se puede ver en el fragmento cómo Don Juan hace caso omiso de las
advertencias de Tisbea, pues le dice que si le está mintiendo y no cumple con su
palabra, Dios lo castigará y es muy posible que sea con la muerte. Algo similar ocurre
con Aminta, pues él le jura por Dios que se casará con ella, pero es en vano pues no
lo cumple, y que si falla a su palabra será Dios, quien lo castigue con la muerte. Esto
se muestra en el siguiente fragmento:
Aminta: ¿Qué no me engañas?
D. Juan: Mío el engaño sería.
Aminta: Pues jura que cumplirás la palabra prometida.
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D. Juan: Juro a esta mano, señora, infierno de nieve fría, de cumplirte la
palabra.
Aminta: Jura a Dios que te maldiga si no la cumples.
D. Juan: Si acaso la palabra y la fe mía te faltare, ruego a Dios que a traición
y alevosía me dé muerte un hombre... (Muerto; que vivo, ¡Dios no permita!)
Aminta: Pues con ese juramento soy tu esposa. (162, 163)
Hasta aquí, vemos como de a poco Don Juan va creando su propia condena,
pues continua cometiendo pecados sin atenerse a las consecuencias que eso
conlleva; pese a que en varias ocasiones su criado Catalinón, voz de su conciencia y
otros personajes le recalcaron que no debía subestimar lo que Dios es capaz de
hacer. Por lo cual, sino cumplía con lo que prometió y seguía mintiendo sería
castigado por Dios con la muerte. Al respecto Arellano menciona que:
Sin duda el burlador reclama para sí la condenación. Rebelde consciente y
heroico o simple malvado sin más objetivos que cumplir sus apetitos, Don
Juan siempre es agente del mal y del caos. Su contundencia provoca el
castigo ejemplar divino… (Arellano, 1997: 38)
Este castigo ejemplar divino es la muerte, la cual será ejecutada, como él lo
pidió a Dios, de la mano de un muerto. En este caso fue de Don Gonzalo de Ulloa, una
de sus víctimas, el cual lo lleva al infierno, lugar donde Don Juan pertenece y a donde
van las personas que se condenan ellas mismas y no tratan de cambiar para seguir a
Dios, como se muestra en el siguiente fragmento:
D. Juan: (...) ¡No me abrases con tu fuego!
D. Gonzalo: Ese es poco para el fuego que buscaste. Las maravillas de Dios
son, Don Juan, investigables, y así quiere que tus culpas a manos de un
muerto pagues; y si pagas desta suerte, esta es justicia de Dios: Quien tal
hace, que tal pague. (189)
Se observa como el lugar a donde quiere llevarlo Don Gonzalo es el infierno
dado que la palabra “fuego” se la relaciona con el concepto de infierno. En este caso el
fuego del infierno lo trae consigo el espectro de Don Gonzalo, o al menos lo
representa para Don Juan. Luego, se ve que él trata de que no lo mate al decir que
trataría de confesarse y de cierta forma liberarse de sus pecados mediante eso. Sin
embargo, ya es muy tarde dado que su tiempo se ha terminado y no aprovecho todas
las oportunidades que se le presento para arrepentirse, y así tan solo muere con un
simple roce, como se muestra en el siguiente fragmento:
D. Juan: ¡Qué me abraso! ¡No me aprietes! Con la daga he de matarte. Más
¡ay! que me canso en vano de tirar golpes al aire. A tu hija no ofendí, que vio
mis engaños antes.
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D. Gonzalo: No me importa, que ya pusiste tu intento.
D. Juan: Deja que llame quien me confiese y absuelva.
D. Gonzalo: No hay lugar; ya acuerdas tarde.
D. Juan: ¡Que me quemo! ¡Que me abraso! ¡Muerto soy! (Cae muerto.) (189)
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En relación con este Don Juan, él se muestra como un hombre motivado por su
gran ego al mostrar una enorme valoración de sí mismo y sobre lo que hace
constantemente al decir “remítome a la memoria que dejé allí, y de mi gloria podéis
juzgar por mi anuncio” (Zorrilla, 16), y por su orgullo dado que en todo momento
manifiesta satisfacción sobre su posición en la sociedad y sobre todo lo que ha logrado
hacer como conquistar una gran cantidad de mujeres, ya sea una joven noble o una
simple pescadora; haber asesinado a varias personas; la realización de grandes
hazañas; y tener a la suerte casi siempre de su lado en su vida. Esto se muestra en el
siguiente fragmento:
Por donde quiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí2. (17)
A esto se suma, su honor dado que proviene de una familia rica y noble, por lo
cual su posición como un hombre noble se debe respetar como tal. Esto se logra
observar cuando Don Luis duda de que cumpla con la apuesta pactada con él, a lo
cual Don Juan se indigna dado que nadie debe dudar de su honor ni de su palabra.
Otro ejemplo es cuando asesina a dos viejos amigos al creer que ellos se estaban
burlando de él. Pero, se debe aclarar que no defiende el honor de su familia o de su
padre sino que es más sobre su propio honor como un hombre noble.
En relación a todo lo que Don Juan hizo, se deber resaltar que cometió varios
pecados y acciones como respuestas a las diversas situaciones que se le presentaron
a lo largo de la trama, las cuales no son vistas como correctas ante la mirada pública
ni ante Dios. Por ejemplo, asesinó a Don Gonzalo con un “pistoletazo” dado que éste
no le permitió estar con Doña Inés y luego a Don Luis con “una estocada”, quien solo
quería cobrar venganza por haberse burlado de su prometida, Doña Ana. De esta
manera, él está rompiendo las reglas sociales, morales y sobretodo las religiosas al ir
en contra de la voluntad de Dios, pues él se aprovechó de las mujeres, asesinó
personas y obró con crueldad muchas veces.
Hasta aquí, vemos como la condenación (hacia al infierno) de Don Juan ya
estaba escrita y por ser cumplida. Sin embargo, él, luego de cinco años y hallándose
en el panteón, se muestra arrepentido de todo y siente culpa por aquellas personas
que se vieron afectadas por sus acciones, como se muestra en el siguiente fragmento:
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Se utilizará la siguiente edición:
Peña, Aniano (Eds.) (1991) y Fernández Cifuentes, Luis (Eds.) (1993). Don Juan tenorio:
Drama religioso-fantástico en dos partes, José Zorrilla. Barcelona.
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Don Juan: ¡Hermosa noche…! ¡Ay de mí!
¡Cuántas como ésta tan puras
en infames aventuras desatinado perdí!
¡Cuántas al mismo fulgor de esa luna transparente,
arranqué a alguien inocente
la existencia o el honor! (83)
A pesar de esta muestra de arrepentimiento, Don Juan estaba destinado a la
muerte como castigo de sus pecados a manos de la estatua de Don Gonzalo, el cual
el mismo Don Juan había elegido para darle fin a su vida, como se muestra en el
siguiente fragmento:
Don Juan: Y venza al infierno, pues
¡Ulloa, pues mi alma así
vuelves a hundir en el vacío,
cuando Dios me llame a juicio
tú responderás por mí! (72)
Entonces, aparece la sombra de Doña Inés en el panteón, quien le dice a Don
Juan que si cree en Dios y en ella podrá ser salvado y de esta manera estar junto a
ella dado que Don Juan si se enamoró de Doña Inés, algo que fue nuevo para él. En
otras palabras, ambos se amaban. Esto se muestra en el siguiente fragmento:
Don Juan: ¡Doña Inés! ¡Sombra querida,
alma de mi corazón!
Sombra: Yo soy doña Inés, don Juan,
que te oyó en la sepultura
Don Juan: ¿Conque vives?
Sombra: Para ti;
mas tengo mi purgatorio
en ese mármol mortuorio
que labraron para mí
Yo a Dios mi alma ofrecí
en precio de tu alma impura;
y Dios, al ver la ternura
con que te amaba mi afán,
me dijo: Espera a don Juan
en tu misma sepultura. (85)
Luego, ella deja en claro que de él dependerá si desea salvarse y estar junto
con ella, aclarando que ella también dependerá de él, como se muestra en el siguiente
fragmento:
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Sombra: Y pues quieres ser tan fiel
a un amor de Satanás,
que con don Juan te salvarás,
o te perderás con él.
Por él vela; mas si cruel
de desprecia tu ternura,
y en su torpeza y locura
sigue con bárbaro afán,
llévese tu alma don Juan
de tu misma sepultura. (85)
En este fragmento, Doña Inés le está diciendo lo que Dios decidió en relación
a ellos. Sin embargo, Don Juan hace caso omiso nuevamente ante esto, pues cree
que está delirando. Luego, se le aparece la estatua de don Gonzalo con la intención
de llevárselo “al infierno”, lugar al que pertenece por sus pecados y enseñarle la
verdad sobre el hombre de bien que es guiado por Dios. Todo esto se muestra en el
siguiente fragmento:
ESTATUA: Al sacrílegio convite
que me has hecho en el panteón,
para alumbrar tú razón
Dios asistir me permite.
y heme que vengo en su nombre
a enseñarte la verdad;
y es: que hay una eternidad
tras la vida el hombre.
Que numerados están
los días que has de vivir,
y que tienes que morir
mañana mismo, don Juan. (97)
Además, la estatua le pide que reconozca sus errores y sea consciente de lo
que hizo, y que Dios siempre está presente y al pendiente de todo. Esto podría verse
como una posibilidad para que Don Juan logre redimirse, como se muestra en el
siguiente fragmento:
ESTATUA: Dios en su santa clemencia
te concede todavía
un plazo hasta el nuevo día
para ordenar tu conciencia.
Y su justicia infinita
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por que conozcas ,mejor,
espero de tu valor
que me pagues la visita. (98)
Nuevamente no considera lo acontecido, aunque si se pone a pensar en lo que
Dios quiere de él. Luego, llega el día indicado y la estatua se le aparece, pues le dice:
“Aquí me tienes, don Juan, y he aquí que vienen conmigo los que tu eterno castigo de
Dios reclamando están” (104). Don Juan cree que ya es su fin, pero la estatua le indica
que aún puede redimirse, pues le menciona: “Don Juan, un punto de contrición da a un
alma la salvación, y ese punto aún te le dan.” (105). Pero, entre la vacilación y la duda
pierde su tiempo, y “ya es tarde” (107) para pedir perdón a Dios.
Entonces, aparece Doña Inés saliendo de su tumba con el fin de ayudar a Don
Juan y de esta manera poder salvarlo, accediendo éste a tal acto. Esto se debe a que
ella dio su alma a Dios a cambio de la purificación de la de él y el perdón de Dios,
también se debe a que él logro tener fe y creer en ella, como se muestra en el
siguiente fragmento:
DOÑA INÉS: Su fe nos salva… volveos
a vuestros sepulcros, pues
la voluntad de Dios es;
de mi alma con la amargura
purifiqué su alma impura,
y Dios concedió a mi afán
la salvación de don Juan
al pie de la sepultura. (107)
De esta manera, Don Juan logró su salvación al lograr recibir el perdón de Dios
y la absolución de sus pecados, pues se halla liberado de ellos. Por lo cual, logra
obtener su redención dado que se ha liberado de la condenación de estos y así logra
entrenar al cielo, donde estará junto con su amada Doña Inés y “los ángeles” (108).
Esto se muestra en los siguientes fragmentos:
(Las flores se abren y dan paso a varios angelitos, que rodean a Doña Inés y
a Don Juan, derramando sobre ellos flores y perfumes, y al son de una
música dulce y lejana… Cae Doña Inés…) (108)
(Cae Don Juan a los pies de Doña Inés, y mueren ambos. De sus bocas
salen su almas, representadas en dos brillantes llamadas que se pierden en
el espacio al son de la música) (109)
CONCLUSIÓN
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Con los análisis presentados, se procederá a realizar la comparación entre las
dos obras. Primeramente, ambas presentan a un Don Juan seductor, burlador de
mujeres y un hombre noble con un gran ego que se cree capaz de hacer todo lo que
desee sin atenerse a las consecuencias que conlleva esa libertad que goza. Esto se
debe a que él pertenece a una familia noble que goza de riquezas y honor ante la
sociedad, y sin olvidar la gran suerte que tiene.
Se observa como el Don Juan de Tirso de Molina cuenta con su criado,
Catalinón, quien es su aliado constante, pero a su vez actúa como la voz de su
conciencia. En cambio, el de Zorrilla cuenta con un criado que obedece ciegamente a
su amo sin cuestionarlo sobre sus actos e incluso tiene a su disposición a Brígida que
lo ayudará a conquistar a Doña Inés.
Luego, se aprecia como el primero cuenta con más aliados de su parte, pues
tiene a su familia que trata de ayudarlo y encubrir sus actos, como su padre y tío.
Incluso, recibe ayuda del rey dado que lo quiere como su propio hijo. Esto lo impulsará
a seguir el camino de su propia condenación dado que sigue cometiendo pecados. En
cambio, el segundo es dejado de lado por su padre, quien decide desheredarlo por
completo y ya no considerarlo como su hijo al enterarse de cómo es realmente,
dejándolo a su suerte. Y tiempo después, mostrará su arrepentimiento ante las
acciones erróneas que ha cometido, lo cual le permitirá acceder a su salvación y por
ende a su propia redención, alejándose de la condenación de sus pecados.
La condenación tanto para el primero como para el segundo queda a manos de
Don Gonzalo, personaje a quien mataron y a quien eligieron como el verdugo de sus
muertes. Pero, éste se presenta como un espectro para uno y como una estatua para
el otro, el cual, como menciona Arellano, es una especie de enviado de Dios que viene
castigar a Don Juan por sus pecados y llevárselo al lugar al que pertenece, “al
infierno”, podría decirse que busca la justicia divina.
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Real Academia Española. (s. f.). Redimir. En Diccionario de la lengua española.
Recuperado el 04 de diciembre de 2023, de https://dle.rae.es/redimir
Rodas, Cecilia Beatriz; Mancha, María Valeria (2016) “El burlador de Sevilla de
Tirso de Molina: discurso contradictorio de una España conflictiva”. En: Europa,
Año 2016, vol. 9 p. 143-153. https://bdigital.uncu.edu.ar/9367
ARELLANO, Ignacio (1995), “Una pieza cimera de la comedia seria: El burlador
de Sevilla y Convidado de piedra”, Historia del teatro español del siglo XVII,
Madrid, Cátedra, 342-350.
Turner, Harriet S., “Romanticismo y meta-textualidad: el caso de Don Tenorio”,
en Civil, Pierre y Crémoux, Francoise (coord…), Actas del XVI Congreso de la
Asociación Internacional de Hispanistas. París, del 9 al 13 de julio de 2007.
Madrid: Iberoamericana/Vervuert. Disponible en en:
https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/16/aih_16_2_207.pdf
Arellano, Ignacio (Eds.) (1997). Tirso de Molina, El Burlador de Sevilla.
Colección Austral. Editorial Espasa Calpe, S. A. Madrid
Peña, Aniano (Eds.) (1991) y Fernández Cifuentes, Luis (Eds.) (1993). Don
Juan tenorio: Drama religioso-fantástico en dos partes, José Zorrilla. Barcelona.
En Biblioteca Virtual de Cervantes.
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