Freud Prefacio para Un Libro de August Aichhorn
Freud Prefacio para Un Libro de August Aichhorn
Freud Prefacio para Un Libro de August Aichhorn
De todas las aplicaciones que el psicoanálisis ha tenido, ninguna despertó tanto interés ni inspiró tantas esperanzas, y en
consecuencia, atrajo tantos colaboradores capaces como la teoría y la práctica de la educación infantil.
El análisis demostró que en el enfermo, como en el soñante y en el artista, sobrevive el niño apenas modificado; reveló
también las energías y las tendencias instintivas que estampan al pequeño ser su sello característico; por fin, trazó las
vías evolutivas que de aquél llevan a la madurez del adulto.
Nada extraño tenía, pues, la esperanza de que la labor psicoanalítica en el niño fuese provechosa para la actividad
pedagógica que lo guía, lo estimula y lo encauza en su camino a la madurez.
Mi aporte personal a esta aplicación del psicoanálisis ha sido muy escaso. Desde un principio hice mío el dicho de las tres
profesiones imposibles -educar, curar, gobernar-, y por otra parte, la segunda de ellas me tenía suficientemente
embargado.
Más esto no me impide reconocer el alto valor social que puede reclamar la labor de mis amigos pedagogos.
El presente libro de A. Aichhorn concierne a una parte del magno problema: a la conducción pedagógica de los menores
desamparados.
Antes de trabar conocimiento con el psicoanálisis, el autor había actuado durante largos años en su cargo oficial de
director de reformatorios municipales. Su actitud ante sus pupilos se alimentó en una cordial simpatía por el destino de
esos desventurados y fue felizmente guiada por una comprensión intuitiva de sus necesidades psíquicas.
El psicoanálisis poco pudo enseñarle en lo que a la práctica se refiere, pero le ofreció una clara visión teórica de los
justificados que eran sus métodos, permitiéndole fundamentarlos ante los demás. No se puede pretender de todo
educador semejante don de comprensión intuitiva. Las experiencias y los resultados de Aichhorn nos ofrecen, a mi juicio,
dos advertencias.
Ante todo, la de que el educador debe poseer formación psicoanalítica, pues de lo contrario el objeto de sus esfuerzos, el
niño, seguirá siendo para él un enigma inaccesible. La mejor forma de alcanzar esta instrucción consiste en someterse a
un análisis, experimentándolo en carne propia. La enseñanza teórica no penetra a suficiente profundidad ni nos facilita
una convicción.
La segunda advertencia tiene un tono más bien conservador, pues nos dice que la labor pedagógica sería algo sui generis,
que no podría ser confundido con la influencia psicoanalítica ni sustituido por ella.
El psicoanálisis del niño puede ser aplicado por la educación como un recurso auxiliar, pero no es apropiado para
sustituirla, pues no sólo lo prohíben razones prácticas, sino que lo contraindican consideraciones teóricas. La relación
entre la educación y el tratamiento psicoanalítico seguramente será sometida, en un futuro no lejano, a minuciosos
estudios.
En esta ocasión me limitaré a algunas insinuaciones. No debemos dejar que nos confunda la afirmación -justificada, por
otra parte- de que el psicoanálisis del neurótico adulto equivaldría a su reeducación.
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Sucede, simplemente, que el niño -ni siquiera el descarriado o el desamparado- todavía no es un neurótico y que la
reeducación es cosa muy distinta de la educación de un ser aún inmaduro.
La posibilidad de que el análisis ejerza su influencia reposa sobre condiciones muy particulares que pueden condensarse
en lo que denominamos «situación analítica»; exige el desarrollo de determinadas estructuras psíquicas y una actitud
particular frente al analista.
Cuando éstas faltan -como en el niño, en el menor desamparado y, por lo general, también en el criminal impulsivo- debe
aplicarse algo distinto del análisis, por más que coincida con éste en cuanto a su objetivo.
Los capítulos teóricos del presente libro suministrarán al lector una orientación elemental frente a tan dispares
alternativas. Por fin, no dejaré de agregar una conclusión que ya no concierne a la pedagogía, pero sí es importante para
la posición del educador.
Una vez que éste haya aprendido el psicoanálisis por la experiencia en la propia persona, adquiriendo la capacidad de
aplicarlo como coadyuvante de su labor en casos mixtos o limítrofes, no cabe duda de que debería permitírsele el
ejercicio del análisis y no tratar de impedírselo por motivos mezquinos.
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Diseña una actividad de expresion teatral para grupo de estudiantes de profesorado de teatro que permita elaborar
ansiedades y conflictos grupales
Una actividad de expresión teatral efectiva para abordar ansiedades y conflictos grupales podría ser la siguiente:
Objetivo: Permitir que los estudiantes exploren y expresen sus ansiedades y conflictos grupales a través del teatro,
promoviendo la empatía y la comprensión mutua.
Materiales necesarios:
Objetos simples para utilizar como accesorios en las improvisaciones (por ejemplo, una silla, una tela, una pelota, etc.).
Instrucciones:
Círculo de Confianza: Comienza la actividad reuniendo al grupo en un círculo. Anima a los estudiantes a compartir
brevemente cómo se sienten en ese momento, sin entrar en detalles si no desean hacerlo.
Brainstorming de Emociones: Distribuye papel y lápices y pide a los estudiantes que escriban en pequeños trozos de
papel diferentes emociones que sienten en relación con el grupo o consigo mismos. Pueden ser positivas, negativas o
neutras. Luego, recoge los papeles y colócalos en un recipiente.
Improvisaciones Guiadas:
Selección Aleatoria de Emociones: Invita a los estudiantes a tomar un papel del recipiente y mantenerlo en secreto.
Luego, pídeles que formen parejas o pequeños grupos y que creen una breve improvisación teatral basada en esa
emoción, sin hablar, solo utilizando el cuerpo y la expresión facial.
Reflejo de Emociones: Después de cada improvisación, invita al resto del grupo a comentar cómo percibieron la emoción
representada. Pueden mencionar qué gestos, posturas o movimientos corporales les transmitieron esa emoción.
Rotación de Roles: Después de algunos minutos, pide a los estudiantes que cambien de emoción y repitan la
improvisación, permitiendo que cada miembro del grupo explore diferentes sentimientos.
Escenas de Grupo: Divide al grupo en equipos más grandes (por ejemplo, de 4 a 6 personas) y da a cada equipo un
conflicto o situación problemática que pueda surgir en un grupo, como la falta de comunicación, los prejuicios, la
competencia desleal, etc. Dales tiempo para planificar y representar una breve escena que ilustre el conflicto.
Reflexión y Discusión: Después de cada representación, facilita una discusión en todo el grupo sobre las emociones y los
conflictos presentados. Anima a los estudiantes a compartir sus pensamientos, sentimientos y posibles soluciones para
abordar los problemas grupales.
Cierre y Debriefing: Termina la actividad reuniendo al grupo en un círculo nuevamente. Anima a los estudiantes a
reflexionar sobre lo que aprendieron y cómo se sienten después de participar en las improvisaciones y escenas.
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Proporciona un espacio seguro para que expresen cualquier emoción residual o pensamiento que surgió durante la
actividad.
Esta actividad no solo permite que los estudiantes expresen sus ansiedades y conflictos grupales de manera creativa,
sino que también fomenta la empatía, la comprensión y el trabajo en equipo.
Esta actividad puede fundamentarse en varias teorías de la psicología educativa, pero una que resalta especialmente es
la Teoría Socioconstructivista, particularmente en la línea de pensamiento de Lev Vygotsky.
Zona de Desarrollo Próximo (ZDP): Según Vygotsky, la Zona de Desarrollo Próximo es la distancia entre el nivel de
desarrollo real del estudiante y el nivel de desarrollo potencial que puede alcanzar con la ayuda de un adulto o de sus
compañeros más capaces. En esta actividad, los estudiantes trabajan juntos para expresar y comprender emociones,
conflictos y soluciones posibles en un entorno grupal. Al hacerlo, están colaborando para expandir su ZDP, explorando
nuevas formas de entender y abordar problemas grupales.
Aprendizaje Social: La Teoría Socioconstructivista enfatiza el papel del aprendizaje social, donde el conocimiento se
construye a través de la interacción con otros individuos y el entorno social. En esta actividad, los estudiantes están
interactuando entre ellos, compartiendo experiencias, perspectivas y soluciones. Aprenden no solo de la facilitación del
profesor, sino también de sus compañeros, al observar y participar en las improvisaciones y discusiones grupales.
Promoción del Desarrollo Socioemocional: Esta actividad aborda tanto aspectos cognitivos como socioemocionales del
desarrollo humano. Permite a los estudiantes explorar y expresar sus propias emociones y comprender las de los demás
a través del arte dramático. Al hacerlo, desarrollan habilidades socioemocionales como la empatía, la autorregulación
emocional y la resolución de conflictos, aspectos fundamentales en la formación de profesionales de la educación
teatral, quienes deben ser capaces de entender y gestionar las dinámicas grupales en contextos educativos y artísticos.
Aprendizaje Significativo: La Teoría Socioconstructivista postula que el aprendizaje es más efectivo cuando los
estudiantes pueden relacionar activamente nueva información con sus conocimientos previos y experiencias. En esta
actividad, los estudiantes no solo están aprendiendo sobre teatro y expresión emocional, sino que también están
aplicando estas habilidades en el contexto de sus propias vidas y relaciones grupales. Esto les permite construir un
aprendizaje más significativo y transferible a otras situaciones.
En resumen, esta actividad de expresión teatral fundamentada en la Teoría Socioconstructivista de Vygotsky ofrece un
enfoque holístico para el desarrollo de los estudiantes, abordando aspectos cognitivos, socioemocionales y artísticos de
su aprendizaje y crecimiento personal.