Aamerica, Artículo Víctor Hugo López Ortega
Aamerica, Artículo Víctor Hugo López Ortega
Aamerica, Artículo Víctor Hugo López Ortega
Introducción
Con los conceptos de goce y objeto a, Lacan retoma un tema que estaba
presente desde el seminario de 1958-19594 titulado El deseo y su interpretación:
la no complementariedad entre el exhibicionista y el voyeur, ni entre el masoquista
1
Psicoanalista. Doctorante del Doctorado en Psicología de la Universidad Veracruzana
2
Jacques Lacan (1994), El seminario de Jacques Lacan. Libro 4: La relación de objeto (1956-
1957). (Buenos Aires: Paidós, 2008)
3
Jacques Lacan (2006), El seminario de Jacques Lacan. Libro 16: De un Otro al otro (1968-1969),
(Buenos Aires: Paidós, 2008)
4
Jacques Lacan (2014), El seminario de Jacques Lacan. Libro 6: El deseo y su interpretación
(1958-1959), (Buenos Aires: Paidós, 2014)
y el sádico5. Procuran paralelamente el goce del Otro, es decir, tapar su falta, así
tengan que convertirse en el instrumento que le da voz (sádico) o que interroga
aquello que no se puede ver (voyeur), o bien, someterse y exponerse para hacer
aparecer la voz (masoquista) y la mirada (exhibicionista) en el campo del Otro.
5
Desde el seminario Las formaciones del inconsciente (1957-1958), Lacan sugiere el problema de
la relación entre el sádico y el masoquista. En la lección del 27 de noviembre de 1975 menciona:
“Se trata de la chanza que sin duda todos ustedes conocen, llamada del masoquista y el sádico –
Hazme daño, le dice el primero al segundo, quien le contesta - No. […] En efecto, ¿quiénes están
mejor hechos para entenderse que el masoquista y el sádico? Sí - pero como ven por esta chanza,
a condición de que no se hablen”
Jacques Lacan (1999), El seminario de Jacques Lacan. Libro 5: las formaciones del inconsciente
(1957-1958), (Buenos Aires: Paidós, 2010), p. 72
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21 de noviembre de 1956.
7
Jacques Lacan (1994), Op. Cit., p. 25
En este seminario se señala una distinción, en aras de aclarar los
planteamientos de Freud. Respecto a esto, Philippe Julien menciona: Freud habla
de la percepción visual de la ausencia de un órgano real en la mujer. Lacan
desplaza a Freud: no se trata de lo real, sino del falo imaginario y simbólico.8 Y
Lacan puntualiza: ..el pene en cuestión no es el pene real, sino el pene en la
medida que la mujer lo tiene –es decir en la medida en que no lo tiene. Y más
adelante expone a detalle:
No se trata en absoluto de un falo real que, como real, exista o no exista, sino
de un falo simbólico que por su naturaleza se presenta en el intercambio como
ausencia, una ausencia que funciona en cuanto tal. En efecto, todo lo que se
puede transmitir en el intercambio simbólico es siempre algo que es tanto
ausencia como presencia.9
8
Philippe Julien (2000), Psicosis, perversión, neurosis. La lectura de Jacques Lacan, (Buenos
Aires: Amorrortu, 2012), p. 105
9
Jacques Lacan (1994), Op. Cit., p. 154
10
Ibídem, p. 155
11
Ibídem, p. 369
que hace es colocar a la castración como el signo del drama del Edipo,12 su eje
implícito.
12
Ibídem, p. 218
13
Sigmund Freud (1927), “Fetichismo”, en Obras Completas, Vol. 21, 2ª Ed. (Buenos Aires:
Amorrortu, 1992), p. 149
14
Philippe Julien (2000), Op. Cit., p. 106
es, digamos, el ídolo de la ausencia… es donde el hombre encarna, hace un
ídolo, de su sentimiento de esa nada que hay más allá del objeto de amor.15
En el esquema del velo hay tres puntos, los que corresponden al sujeto, al
objeto y a la nada más allá del objeto. Lacan explica: …ese más allá que es nada,
o bien el símbolo, o el falo en cuanto que le falta a la mujer. Pero una vez
colocada la cortina, sobre ella puede dibujarse algo que dice –el objeto está más
allá.16 El objeto ocupa el lugar de la falta y sobre el velo se instituye una relación
simbólica en lo imaginario. Continuando con la exposición de Lacan:
El velo oculta la nada -oculta que la madre no tiene falo- y, al mismo tiempo,
la designa al proyectar la imagen de aquello que falta. Sobre esto, se hace
referencia inicialmente al fetichismo; pero, en las clases posteriores Lacan vuelve
a utilizar el esquema del velo para ubicar el travestismo y el uso del vestido. En
15
Jacques Lacan (1994), Op. Cit., p. 157
16
Ibídem, p. 158
17
Ibídem, p. 159
cuanto al esquema, en el travestismo el sujeto se identifica con lo que está detrás
del velo. El travestido, enuncia Lacan, se identifica con la madre fálica, en la
medida en que ésta, vela la falta del falo.18 Con la diferencia entre el fetichismo y
el travestismo, se desprenden dos formas en que el sujeto puede posicionarse con
respecto al velo; delante o detrás de él (en el lugar de la madre).
Philippe Julien, partiendo del esquema del velo, elabora dos esquemas en
los que ubica las denominadas perversiones –junto a una síntesis de las mismas–,
y sitúa al sujeto delante o detrás del velo. Concluye que al colocar al sujeto
delante del velo, además del fetichismo, se encuentra el masoquismo, el
voyeurismo y la homosexualidad femenina; por otra parte, posicionando al sujeto
detrás del velo, además del travestismo, está el sadismo, exhibicionismo y la
homosexualidad masculina.19
18
Ibídem, p. 168
19
Véase el esquema del sujeto delante del velo y el esquema del sujeto detrás del velo en:
Philippe Julien (2000), Op. Cit., pp. 110-112
20
Jacques Lacan (1991), El seminario de Jacques Lacan. Libro 8: La transferencia (1960-1961),
(Buenos Aires: Paidós, 2008), p.13
una ética del amo regida bajo la ilusión de que éste puede disciplinar el
comportamiento; no obstante, los deseos tienen otro carácter y Lacan lo aclara:
El propio Aristóteles reconoce que los deseos, las epithymíai, van más allá de
cierto límite que es precisamente el del dominio y el del yo, y que muy pronto se
presentan en el ámbito de lo que él llama bestialidad. Los deseos son exiliados del
campo propio del hombre, si es que el hombre se identifica con la realidad del
amo.21
21
Jacques Lacan (2014), Op. CIt., p. 16
22
Spinoza dedica la parte tres de su Ética demostrada según el orden geométrico al “Origen y
naturaleza de los afectos”. Las ideas que retoma Lacan son extraídas de este aparatado, en
específico de la Proposición IX y de las Definiciones de los afectos, en donde el deseo se define
como “la esencia misma del hombre en cuanto es concebida como determinada a hacer algo en
virtud de una afección cualquiera que se da en ella”.
23
Jacques Lacan (2014), Op. Cit., p. 342
Respecto al fantasma del exhibicionista suele decirse que está ligado a la
pulsión escoptofilica, al gusto por mirar y ser mirado; sin embargo, interroga
Lacan, el exhibicionista “¿se inscribe acaso en la dialéctica del mostrar?”24, a lo
que responde con una negativa. La relación del exhibicionista es con el Otro y es
necesario que ese Otro sea, en su deseo, cómplice de lo que ocurre ante él y que
tiene valor de ruptura.25 Posteriormente agrega: no hay verdadero exhibicionista
en privado. Para que haya placer es preciso que ello ocurra en un lugar público.
Sin embargo, la satisfacción del deseo exhibicionista exige una comunicación con
el Otro –quien es el destinatario de la ruptura que se produce– lo que implica que
la exhibición se inscriba en lo simbólico. Por lo tanto, es esto lo que constituye la
necesidad del lugar público: para asegurarse bien de estar dentro del marco
simbólico. 26
No hay erección por lograda que la supongamos, que supla aquí lo que en la
estructura de la situación es el elemento esencial, a saber, la abertura (fente) como
tal. Allí se designa el sujeto, y –en sentido estricto- lo hace como aquello que hay
que colmar por medio del objeto.27
24
Esta pregunta surge luego de ejemplificar el mostrarse de algunos animales como manifestación
de la parada sexual.
25
Ibídem, p. 464
26
Ibídem, p. 464
27
Ibídem, p. 465
dimensión de la indiscreción. Señala Lacan: el goce del voyeur alcanza su
verdadero nivel en la medida en que algo, en los gestos de aquella a quien espía,
permite sospechar que, en algún aspecto, ella es capaz de ofrecerse a su goce.28
28
Ibídem, p. 466
29
Ibídem, p. 467
30
Ibídem, p. 470
31
Ibídem, p. 469
32
Ibídem, p. 499
en la experiencia tenga que vérselas con el falo en calidad de separado, implica
que en la economía inconsciente resulta colocar en equivalencias fálicas todos los
objetos que pueden separarse de ella, incluido –y en primer lugar– el objeto más
natural que se separa de ella, a saber, su producto infantil.33 Para Lacan esto es lo
que posibilita explicar el por qué la perversión en las mujeres es menos frecuente.
Perversión y goce
33
Ibídem, p. 499
34
Ibídem.
35
Ibídem, p. 517
36
Ibídem, p. 504
perversión. Esta pregunta no hace más que redoblar la primera ¿para qué puede
servirle al neurótico el fantasma perverso? 37
De esta manera, Lacan vuelve sobre el tema del deseo agregando que en
éste hay una identificación con la ley. La sustancia de esta ley es el deseo por la
madre, y lo que normativiza el deseo, aquello que lo sitúa como deseo, es la ley
llamada de interdicción del incesto; por lo tanto, en el caso de la perversión el
deseo se presenta como lo que hace la ley. Por ello, en el perverso lo que desde
el exterior toma el matiz de una satisfacción sin freno, es defensa, y a su vez,
siguiendo a Lacan, es puesta en ejercicio de una ley en tanto que frena, suspende,
detiene al sujeto en su camino al goce.39 Complementando la idea, se menciona
en Kant con Sade: “el deseo es el revés de la ley”.40
37
Jacques Lacan (2004), El seminario de Jacques Lacan. Libro 10: la angustia (1962-1963),
(Buenos Aires: Paidós, 2006), p. 60
38
Ibídem, p. 60
39
Ibídem, p. 164
40
Jacques Lacan (1966) “Kant con Sade”, en Escritos 2, (México: Siglo XXI, 2009), p. 748
41
27 de febrero de 1963.
Cabe destacar que dos meses posteriores a la clase, en abril de 1963, apareció publicado el texto
“Kant con Sade” en la revista Critique. En el seminario de La ética del psicoanálisis (1959–1960),
Jacques Lacan incluye varias referencias a Sade, y el texto que aparece en los Escritos y en un
inicio pretendía ser un prefacio a La filosofía del tocador, ya había sido redactado un año antes,
como lo muestra una carta fechada el 9 de abril de 1962. Ver la carta en: Jean Allouch (2001),
Faltar a la cita. “Kant con Sade de Jacques Lacan. (Córdoba, Argentina: Ediciones literales, 2003),
p. 10.
–no he dicho sádico– o del lado que llaman masoquismo.42 La voluntad del goce
en el perverso –y como en cualquier otro– es una voluntad que encuentra su límite
en el ejercicio del deseo y, por lo tanto, es una voluntad que fracasa.
42
Jacques Lacan (2004), Op. Cit., p. 164
43
Ibídem, p. 166
44
Ibídem, p. 178
instrumental a la que se reduce. Lo que busca, entonces, es realizar su goce; en
otros términos “busca realizar el goce de Dios”.45
45
Ibídem, p. 180
46
Jacques Lacan (2006), Op. Cit., p.230
47
Ibídem
48
Ibídem, p. 231
Mientras el primero busca hacer surgir en el campo del Otro la mirada, el segundo
interroga en el Otro lo que no puede ver. Dice Lacan sobre este último: lo que
constituye el objeto de deseo del voyeur en un cuerpo esmirriado, una silueta de
jovencita, es precisamente lo que solo puede verse con la condición de que ella lo
sostenga en lo inasible mismo, en una simple ranura donde falta el falo.49 Derivado
de esto, en la pulsión escoptofílica, uno logra lo que se propone, a saber, el goce
del Otro, y otro sólo está allí para tapar el agujero con su propia mirada.50
49
Ibídem, p. 232
50
Ibídem, p. 233
51
Ibídem, p. 234
52
Ibídem, p. 236
Durante la década de los setenta, Lacan aportará nuevos elementos al
psicoanálisis y al tema de las perversiones, elementos que se tejerán bajo una
sentencia lacaniana de gran peso: No hay relación sexual. No obstante, se
mantiene la reflexión de las perversiones teniendo al goce como referente.