Convenciones Literarias de La Narrativa

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COLEGIO DE ALTO RENDIMIENTO

CONVENCIONES LITERARIAS DE LA NARRATIVA

I. LA COMUNICACIÓN LITERARIA DEL CUENTO (EL PACTO NARRATIVO)


1.1. El cuento: Es una narración breve en prosa que, por mucho que se apoye en un
suceder real, revela siempre la imaginación de un narrador individual. La acción cuyos
agentes son hombres, animales humanizados o cosas animadas- consta de una serie
de acontecimientos entretejidos en una trama, donde las tensiones y distensiones,
graduadas para mantener en suspenso el ánimo del lector, terminan por resolverse en
un desenlace estéticamente satisfactorio.

1.2. El escritor material o emisor empírico (Autor real): Es el productor o creador de


una obra literaria. Es la persona de carne y hueso, ser empírico que escribe la obra, su
nombre suele aparecer en la portada y con suerte firma ejemplares en las ferias del
libro.

1.3. El escritor virtual o abstracto (Autor implícito): Es la imagen que el autor real
proyecta de sí mismo dentro del texto. Es la imagen o la idea del autor que nos queda
después de la lectura. Se trata, pues, de una realidad intratextual -aunque no siempre
explícitamente representada- elaborada por el lector a través del proceso de lectura.
Las ideas del autor implícito suelen coincidir con las del autor real, aunque hay
numerosos ejemplos donde no sólo no armonizan, sino que son plenamente
contradictorias.

1.4. El narrador: Es aquella instancia de la propia narración que nos cuenta el relato, se
trata de un ente ficticio más o menos personalizado, que en ocasiones es bautizado con
el mismo nombre que su creador. Es el puente que el autor nos tiende hacia la ficción;
la narración nos llega a través de sus palabras, y precisamente de su sabiduría
dependemos los lectores. El narrador cumple el doble papel de hablante y de
organizador de toda la información: maneja los hilos del relato, pero a su vez da forma
al discurso a través de sus palabras. Él es quien dispone de la voz en el discurso y de
los conocimientos del mundo narrado; él es quien da cuenta de los hechos, el que elige
el orden, el que usa las palabras en la forma que cree más conveniente, y a partir de
aquí construye con un discurso verbal un relato ficticio, dotado de sentido propio que
procede del conjunto de las unidades textuales y de sus relaciones.

1.5. El narratario: Es el personaje al que el narrador dirige el relato. El narratario es el


destinatario del mensaje narrativo, aunque no siempre se encuentra formalmente
representado en él. Éste se encuentra integrado en el texto, es parte de la propia ficción
del discurso igual que el narrador, y puede haber más de uno en el texto: un personaje,
alguien ajeno a la historia e incluso el propio narrador (como ocurre en el caso del
diario). El narrador puede dirigirse al narratario de manera expresa o implícita. Entre
las funciones del narratario cabe destacar una de tipo general -funcionar de
intermediario entre el narrador y el lector- y otras más específicas: hacer progresar la
intriga, poner en relación ciertos temas, determinar el marco narrativo, actuar de
portavoz moral de la obra.

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1.6. El lector material o receptor empírico (Lector real): Es una persona de carne y
hueso, que otológicamente está en el mismo plano que el autor, pues ambos existen
fuera del mundo del texto. El lector interactúa, de alguna manera, con el autor en
cuanto receptor o destinatario del mensaje literario.
1.7. El lector virtual o supuesto (Lector implícito): El lector implícito se corresponde
estrechamente con el de autor implícito y alude al hecho de que todo mensaje permite
reconstruir la imagen del lector en términos de sistema de valores -culto o poco
instruido, de un determinado estatus socio-cultural o económico, defensor de ciertas
ideas políticas, religiosas, etc.- al que se dirige. A la luz de este concepto habría que
afirmar que cada mensaje selecciona un tipo de lector específico. Al igual que el autor
implícito el lector implícito puede estar o no representado en el texto y es reconstruible
únicamente a través del proceso de lectura. A diferencia del autor implícito -de cuya
imagen no siempre es consciente el autor real- el lector implícito se encuentra
permanentemente presente en la mente del autor real hasta el punto de convertirse
en uno de los factores que dirigen su actividad.

II. LA DESCRIPCIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS Y LOS COMPONENTES


TEMÁTICOS
2.1. El referente narrativo: La cuestión central del arte literario (en especial, del
narrativo) es la ficción. El relato literario aparece como una realidad descomprometida
respecto del mundo objetivo, enmarcándose en el dominio de lo posible. En otros
términos, lo característico de la literatura es la verosimilitud: lo que sin ser real, es
creíble, convincente, que haya ocurrido.

2.2. El relato literario y la noción de mundo posible: El relato de ficción implica la


creación de mundos alternativos al mundo objetivo, sustentados en la realidad
(interna o externa), y cuya existencia hace posible el texto. La ficción constituye, pues,
una forma de representación gracias a la cual el autor plasma en el texto mundos (el
mundo de lo ficcional verosímil que tiende a parecerse al mundo objetivo; y el mundo
de lo ficcional no verosímil, cuya existencia es solo posible en el ámbito mental, en el
de la fantasía) que no tienen consistencia en la realidad objetiva, ya que su existencia
es puramente intencional. La realidad efectiva no es más que el material que el arte
transforma y convierte en realidad de ficción. Los objetos de las representaciones o
imágenes literarias son posibles o imposibles respecto del mundo real. En suma, cada
universo de ficción encierra una serie de acontecimientos, personajes, estados, ideas,
etc., cuya existencia se mantiene al margen de los criterios de verdad o falsedad y de
su posibilidad o imposibilidad en la realidad efectiva.

2.3. Los conceptos de historia (diégesis, fábula, argumento), trama (discurso) e


intriga:
La historia o fábula representa el momento en que el material (el conjunto de
acontecimientos) no ha recibido todavía una configuración dentro del texto narrativo.
En ella los motivos o tópicos -esto es, las unidades narrativas mínimas- se organizan
de acuerdo con un patrón lógico y cronológico. La fábula es el conjunto de
acontecimientos recogidos en un texto narrativo, representados en sus relaciones
cronológicas y causales. En el proceso de producción textual la historia se encuentra

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en el punto de partida, mientras que en el de recepción se alcanza únicamente al final


del trayecto de lectura. Sólo una vez finalizado el proceso, el receptor puede reordenar
los acontecimientos y dar con el material.

La trama o discurso alude a la etapa en que el material (el conjunto de


acontecimientos) se encuentra textualmente configurado, esto es, provisto de una
forma literaria. Es el relato de los eventos tal como el narrador se los cuenta al lector.
La fábula respeta la cronología y la trama reordena los hechos de acuerdo con el plan
narrativo del autor. Para la elaboración de la trama, el escritor cuenta con técnicas
como la anticipación o prolepsis, la posposición o analepsis, el montaje, etc.

La intriga alude a los conflictos u obstáculos que se producen en el desarrollo de la


acción y con los que el o los protagonistas deben enfrentarse, lo cual despierta o
mantiene el interés del lector pues crean tensión o suspense hasta llegar al desenlace.
Toda intriga implica una acción, pero no a la inversa.

2.4. La trama: el principio de selección y la morosidad: Al narrador corresponde la


conversión de la historia en trama, esto es, la configuración del material en un relato
plasmado textualmente. Para tal efecto, el narrador adopta un punto de vista y se vale
de dos técnicas: la selección (el narrador no está obligado a incluir o referir todos los
acontecimientos de la vida del personaje sino sólo aquellos realmente relevantes e
interesantes para el punto de vista adoptado) y la morosidad (el narrador presenta
una estructura de fuga, esto es, retrasa o prolonga de algún modo los elementos más
atractivos de los acontecimientos para sostener la tensión narrativa).

2.5. Los conceptos de tema, mensaje, motivo y leitmotiv:


El tema es el eje sobre el cual gira la obra. Es la idea abstracta y principal del relato,
que sintetiza la intención primaria del escritor. El tema se caracteriza por su carácter
abstracto (el amor, la muerte, el honor, etc.) y su universalidad (no se agota en una
época ni en una geografía). Se puede precisar con una (o dos) palabra abstracta,
rodeada de complementos. Ejemplos: la rebeldía (del poeta frente a...), la súplica
(dirigida a la amada para...), la melancolía (que experimenta un desterrado…), la
avaricia (de un hombre que reserva…), la libertad (restringida de la mujer…), etc.

El mensaje es lo que el autor quiere dejar como reflexión. Es el consejo o manera de


advertencia a través de lo acontecido en la historia.

El motivo es la mínima unidad significativa en que puede descomponerse una fábula,


tema dramático o narrativo, los cuales, combinados entre sí, constituyen la estructura
temática. El motivo es la causa por la cual se desarrolla la historia; maneja el hilo
conductor de los acontecimientos. Los motivos pueden ser concretos o abstractos. Por
ejemplo, un pañuelo o la muerte. Suelen considerarse motivos: el amor contrariado, la
lucha contra el destino, las consecuencias de la avaricia o los celos, etc. Es necesario
aclarar que el motivo de la obra es diferente del motivo que tuvo el autor para
escribirla. A esta última se le denomina asunto. El motivo, además de ser la causa por
la que se origina la historia, también se presenta a lo largo de la obra para establecer
ejes temáticos.

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El leitmotiv es el elemento (palabra, expresión, recurso, verso, etc.) que aparece de


forma recurrente en una obra tanto poética como narrativa o teatral. constante a lo
largo de la obra. Es el motivo que se presenta constantemente a lo largo de la obra. La
insistencia de su aparición suele estar señalando su importancia como elemento clave
en algún plano (fónico, estilístico, estructural, simbólico, semántico, etc.).

III. ESTRUCTURAS NARRATIVAS


Estructura externa:
3.1. Organización física del discurso narrativo:
Secuencia: acontecimiento o grupo de acontecimientos unidos desde el punto de vista
temático y cronológico dependientes de la acción principal y separados entre sí por
breves elementos tipográficos (interlineado mayor, asteriscos…) (Tiempo de silencio,
1962, Luis Martín Santos).

Episodio: acontecimiento o grupo de acontecimientos autónomos dentro de la acción


principal sin distinción tipográfica (no confundir con episodio televisivo, que equivale
a capítulo) (El Lazarillo de Tormes, 1554, anónimo).

Capítulo: agrupación de acontecimientos en función de razones temáticas y/o


cronológicas, generalmente extensa, numerada y titulada (Viaje al centro de la Tierra,
1864, Julio Verne).

Parte: todas las fragmentaciones anteriores pueden englobarse a veces en varias


grandes divisiones o partes (especialmente en las narraciones muy extensas),
atendiendo sobre todo a criterios cronológicos (Madame Bovary, 1857, Gustave
Flaubert).

Estructura interna:
3.2. Presentación de las acciones:
Ab ovo, lineal o lógica: (lat. desde el huevo) significa que el relato comienza en el
momento del inicio cronológico de la historia. La narración “ab ovo” sigue linealmente
la secuencia narrativa desde el principio hasta su desenlace. a) Planteamiento:
presentación de los elementos básicos de la historia (personajes, tiempo, espacio) e
introducción del motivo desencadenante de la acción que aporta la inestabilidad a la
situación inicial. b) Nudo: complicación de la historia que se está contando a través
de la introducción sucesiva de acontecimientos relacionados entre sí. c) Desenlace:
resolución de las complicaciones acumuladas por la acción narrativa (gracias a uno o
varios acontecimientos que aportan una estabilidad final a la historia). Justo antes del
desenlace tiene lugar el “clímax”, que es el momento de máxima tensión. Además, el
desenlace puede ser dos tipos: cerrado (la historia termina de forma clara y estable); y
abierto (la historia carece de una resolución clara, por lo que es el lector quien tiene
que suponerla o imaginarla).
 Presentación: informa sobre personajes, espacios y tiempo, y plantea el conflicto.

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 Nudo: desarrollo del conflicto.


 Desenlace: resultado del conflicto.

In medias res: (lat. en medio de los acontecimientos, en mitad del asunto) significa
que el relato comienza en un momento ya avanzado de la historia. Desde ahí el
narrador avanza o retrocede en la narración. En esta disposición narrativa hay saltos,
tanto al pasado distante como al inmediato, que alteran la linealidad temporal. El
narrador omite la introducción y comienza su relato en el preciso momento que se
rompe el equilibrio, sin previa aclaración de la historia. Se trata de un comienzo
abrupto empleado para captar la atención del lector, por ejemplo: La gallina degollada.
Horacio Quiroga.
 Nudo.
 Referencias a acontecimientos anteriores.
 Desenlace.
In extremas res: (lat. en el extremo de los acontecimientos, en extremo del asunto)
significa que el relato comienza por el final de la historia y desde ese momento hay
una mirada retrospectiva que retoma la situación con la que comienza el relato y que
implica sucesivos cambios temporales.
 Desenlace.
 Presentación.
 Nudo.

Cíclica o circular: La narración vuelve al principio y termina como empezó, en


ocasiones, incluso con las mismas palabras (Cien años de soledad, 1967, García
Márquez). Se parte de un hecho y tras varias vicisitudes el personaje vuelve a la
situación inicial. En las estructuras cíclicas, el personaje no modifica su conducta, sino
que vuelve a su estado inicial. Por ejemplo, un jugador compulsivo pierde todos sus
bienes y dinero. Con ayuda de un amigo logra conseguir un buen trabajo; pero una
nueva tentación lo moviliza apostar una gran suma de dinero a un caballo en el
hipódromo y tristemente la suerte no lo acompaña y pierde lo poco que estaba
recuperando.

Caja china (De muñecas rusas): Cuando dentro de una historia se intercalan otras
y otras dentro de éstas y así sucesivamente. Es una técnica muy antigua: la utilizaban
los griegos y los romanos por ejemplo es la organización de “Las mil y una noches”, en
las que los personajes de los cuentos narrados por Scherezade narran a su vez otros
cuentos. Se llama así, porque una historia “entra” en otra y cuando “abres” una
descubres la que está dentro.

Golpe de escena: Consiste en el giro inesperado que sufre la historia a la hora del
desenlace. La intención de esta técnica es revelar algo que el lector no esperaba, puesto
que el narrador ha sabido a lo largo de la historia crearle una atmósfera que era
contrario al final.

Deus ex machina: Locución latina que designa la situación en la que un dios


descendía a escena, mediante ciertos artilugios, en el teatro antiguo, con la finalidad
de ayudar a un personaje. De esta manera se resolvían conflictos imposibles de
solucionar de otra forma. En la actualidad, esta expresión se emplea para designar
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algún recurso o ayuda inesperada y sorprendente. Es utilizada para referirse a un


elemento externo que resuelve una historia sin seguir su lógica interna.

En sarta: En cada capítulo, al protagonista le pasan distintas cosas en distintos


momentos, distintos ambientes y diferentes personas. Sólo puede darse en las novelas.
Por ejemplo, El Lazarillo de Tormes.

Contrapunto: Consiste en contar simultáneamente varias historias (o la misma


desde diferentes puntos de vista). Los personajes, tiempos y espacios se entremezclan
sin previo aviso, mezclando también distintas perspectivas narrativas y, por tanto,
diferentes narradores (el primero en usar esta técnica procedente de la teoría musical
fue Aldous Huxley, en Contrapunto, 1928).

Convergente y conclusiva: Los elementos convergen en el desenlace.

Divergente: Los elementos no confluyen en el desenlace. Es cuando el final no se


explícita.
Concéntrica: Los elementos giran en torno a un núcleo central y lo explican. Es una
trama nítida y sintética en la superficie y con mucha mayor ambigüedad en los
desarrollos que se urden en un plano más profundo, y que confluyen en el final, aunque
éste puede ser abierto.

Dispersa y difusa: No hay organización precisa ni definida. Es un conjunto de


incidentes disgregados, donde la aventura corresponde a la escritura, se le da
importancia al aspecto formal de la narración, lo que provoca verborreas
interminables.

Abierta: Es una suma de elementos integrantes sin cerrar la estructura.

Interrogación-respuesta: Un núcleo interrogativo y varias respuestas o al revés. La


trama suele partir de los interrogantes del protagonista.

De repetición: Repetición de una idea o núcleo en un modo idéntico o con adición de


algún elemento nuevo cada vez que se repite. Por ejemplo, de una frase.

“En punto atrás”: Con avances y retrocesos. Que la trama transgreda la linealidad
cronológica no quiere decir que no puede presentar los hechos en una sucesión
semejante a la vida real, sino que puede alternar esa sucesión con saltos hacia atrás y
hacia delante, algo que en la vida no sucede.

Trenzada: Tejida por varias intrigas de uno o más personajes. Intenta ser un relato
estereoscópico.

Historias engarzadas: Se interrumpe el orden de una historia para contar otra


encuadrada en ella.

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Con simetrías: Una narración puede producir su sentido o encontrar su dirección


recurriendo a elementos idénticos con variaciones puntuales, o sea a las simetrías que
manifiestan ciertas diferencias. Por ejemplo, dos retratos, dos escenas, dos motivos
análogos, permiten acercamientos significativos.

Paralela: Las historias expuestas tienen idéntica importancia. Son dos escenas
homologas entre las que hay una correspondencia interna.

Analizante: Una proposición inicial que se desarrolla a continuación, como en la


novela estructurada sobre el enigma.

Sintetizante: La idea final se deduce de las anteriores, como ocurre en la novela


policiaca. Suele ser inductiva. Al contrario que la anterior, un texto de estructura
inductiva parte de lo particular para llegar a lo general. Se ofrecen al principio datos,
ejemplos, casos concretos o ideas secundarias, de los que se obtiene al final la idea
principal.

3.3. Modos de expresión:


Narración: es el modo de expresión más utilizado en el cuento y en la novela. La
narración generalmente es fuerte y con vigor para mantener la atención del lector.

Descripción: La descripción depende del estilo del autor, sin embargo, debe ser ágil,
amena y evocadora de los lugares, objetos o personas descritos por el autor. Debe ser
como un lente fotográfico sin entrar en muchos detalles o utilizar adjetivos
innecesarios o repetitivos. Sirve para dar una referencia más amplia del relato. Las
descripciones pueden ser de tipo retrato, topográficas, etopeya, prosopopeya o paralelo.
Una buena combinación de ellas produce efectos positivos para el lector.
a) Prosopografía: consiste en la descripción física de una persona o un animal.
b) Etopeya: es la descripción moral de una persona o un animal.
c) Retrato: es la descripción física y moral de una persona o un animal.
d) Paralelo: es la comparación de dos personas, animales o cosas.
e) Topografía: es la descripción de un lugar o paisaje.
f) Cronografía: es la descripción de un tiempo o una época.

Diálogo: Estrategia discursiva, mediante la cual el discurso muestra los hechos que
constituyen una historia relatada, prescindiendo del narrador e introduciendo al lector
directamente en la situación donde se producen los actos de habla de los personajes
ficcionales. Los diálogos dan vivacidad y objetividad a la narración, pues el narrador
cede la palabra a los personajes, escondiéndose detrás de ellos, de manera casi teatral,
dando la sensación de que el propio personaje manifiesta sus sentimientos, ideas u
opiniones. Sirven para presentar las acciones directas de los personajes.

Monólogo: Es la forma de expresión mediante la cual el personaje habla solo. Lo hace


para que el público espectador o el lector llegue a una actitud reflexiva, pero no espera
respuesta de él. El monólogo es el discurso pronunciado en ausencia de otras personas;
es decir, no va dirigido a nadie. El monólogo interior trata de reproducir fielmente los
pensamientos de un personaje, de tal manera que broten espontáneamente de la

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conciencia, sin un orden establecido; al contrario, muchas veces caótico; es el fluir


interminable de reflexiones de la conciencia.

Soliloquio: es cuando el personaje realiza una comunicación intrapersonal. Habla


para sí mismo como si estuviera pensando en voz alta, pero no le interesa la
comunicación con los demás. Tanto el monólogo como el soliloquio no son muy
empleados en el cuento. Son productos de la manera confesional del ser humano, la
del autoanálisis. Se da también por el desarrollo de la psicología freudiana, la difusión
del psicoanálisis y la psicología profunda.

IV. EL PERSONAJE

4.1. El personaje o actante: Es un participante o actor de la acción narrativa conectado


a otros actores o elementos del sistema. El personaje funciona como trasunto (copia,
imitación, figura) de una persona, animal, objeto o realidad personificada cuya
presencia en el marco del relato viene exigida, en primer lugar, por el propio objeto de
este género -la representación de acciones: no es posible ninguna acción sin un agente
que la protagonice- y, a continuación, por imperativos de la verosimilitud.

4.2. Clasificación de los personajes:

4.2.1. Según su importancia:


Principales: Son los personajes que realizan las acciones más importantes y
alrededor de ellos gira la historia; desencadenan las acciones de la obra; las
provocan y también, por lo mismo, sufren las consecuencias. En muchas
ocasiones no aparecen sino hasta el final de la historia; sin embargo, los
conocemos por lo que dicen los otros personajes acerca de él.

Secundarios: Complementan las acciones llevadas a cabo por el personaje


principal. Se encargan de ayudar u obstaculizar la labor de éste. Intervienen en
acciones de menor importancia, pero matizan o ayudan a la labor del personaje
principal. En los cuentos clásicos vemos: destinatario, el que recibe el daño o
beneficio de las acciones del protagonista o antagonista, ayudantes, colaboran
con el protagonista, y oponentes, colaboran con el antagonista.

Terciarios, comparsas, figurantes o ambientales: Son aquellos personajes


que forman parte del lugar, de la escenografía o el ambiente. Siempre están allí
presentes, pero no desempeñan un papel importante; sirven de ornato porque
son indispensables para algunas funciones específicas. Por ejemplo, en un
restaurante, el mesero es un personaje ambiental; en una escuela, son los
alumnos.

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Incidentales, episódicos o fugaces: Son los personajes que aparecen


eventualmente y, en ciertas ocasiones, sólo pueden presentarse por una sola vez,
como parte del contexto general. En la mayoría de los casos, no desencadenan
acciones ni actúan en forma independiente, pero a veces puede ser muy
importante, ya que de su conducta o su intervención oportuna, dependerá el
devenir de la historia. Por ejemplo, un cartero puede ser un personaje de este
tipo, si al entregar una carta pudiera ser decisivo para el final del relato.

4.2.2. Según el grado de caracterización:


Planos: Están poco elaborados -no pasan de un simple esbozo o caricatura-, y
son por eso mismo fácilmente reconocibles y recordables para el lector. Estos
personajes presentan sólo un rasgo destacado. Se les reconoce por una sola
cualidad, no presentan más que un aspecto de su existencia. Su función es
generar un grado de simpatía en el lector, sin necesidad mayor de la
intervención del narrador.

Tipo: Son personajes estáticos (su conducta y su manera de ser la conservan de


principio a fin del relato), se caracterizan por la presencia de pocos atributos y
tienden a funcionar como paradigmas de una virtud o defecto (el ambicioso, el
arribista, etc.) de un sector social humano. Generalmente, responden a un
modelo o estereotipo de la sociedad, por ejemplo, la vecina entrometida, el
traidor, el alcahuete, el borracho o cualquier otro conocido en el ambiente. El
lector sabe lo que puede esperar de este tipo de personajes; le permite saber cuál
será su reacción en un momento determinado de la obra.

Redondos, esféricos o en relieve: Presentan más de un rasgo caracterizador,


poseen mayor abundancia de rasgos o ideas, se cuida mucho más su diseño
interior y exterior y, por consiguiente, conocemos de ellos varios aspectos de su
existencia. Son entes capaces de sorprender al lector al mostrar, en forma
repentina, aspectos de su personalidad que estaban ocultos. Son personajes a
veces contradictorios, que generan emociones encontradas en el lector.

Dinámicos, evolutivos o complejos: Son los personajes que, a través de la


acción del relato, varían su forma de ser (son de comportamiento irregular,
variable e impredecible); comienzan siendo individuos de ciertos rasgos y
conductas y, a medida que la acción transcurre, modifican su comportamiento,
llegando incluso a ser totalmente distintos. En un inicio puede ser arrogante y
al final mostrarse humilde.

Colectivos: Cuando se reúne un grupo de personajes que sólo puede ser


explicado colectivamente (Epígonos del Parnaso Modernista, Luces de bohemia,
1920, Ramón del Valle-Inclán; el ejército espartano, 300, 1998, Frank Miller).

4.2.3. Según su papel o función:


Protagonistas: Son los personajes que realizan el papel principal de la obra;
adquieren mayor relevancia. Todos los demás están supeditados a él.

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Antagonistas: De igual manera, cumplen una función principal pero adversa a


la del protagonista. Tienen relación de dependencia en oposición constante con
él y se caracterizan por provocar conflictos. Es quien se opone a los deseos y
acciones del personaje principal y hace todo lo que está a su alcance para
impedir que el protagonista alcance sus metas; en ocasiones el antagonista está
acompañado de otros que le ayudan en esta tarea opositora.

Según el formalista ruso Vladimir Propp, en la observación de las funciones de


los personajes, existen siete personajes tipo y cada uno de ellos cumple una
función.
1) El héroe o protagonista que trata de lograr su objetivo.
2) El donante o proveedor, quien proporciona algo al protagonista para
ayudarlo a cumplir su cometido.
3) El mandatario que se encarga de comunicar siempre algo importante a los
demás personajes.
4) El falso héroe es el traidor de la historia, trata de aparentar ser el personaje
principal y hay que diferenciarlo.
5) El antagonista, encargado de obstaculizar y crear un clima negativo para el
logro de los objetivos del personaje principal.
6) El auxiliar es un personaje que ayuda al protagonista. Puede ser un animal,
una persona, objeto o una virtud del protagonista.
7) El bien amado es por lo que el personaje héroe lucha por conseguir.
Igualmente, puede ser una persona, un objeto o meta que se desea obtener.

Para Claude Bremond, los personajes son pacientes y agentes, en lugar de


llamarse héroe y villano.
1) Los pacientes son los personajes que sufren alguna transformación y son
afectados por ese proceso;
2) Los agentes son los personajes que inician una acción para afectar o
modificar a alguien.

Para Algirdas Julien Greimas el personaje tiene vital importancia. Lo llama


actante. Interesa más por lo que es que por lo que hace; sin embargo, lo clasifica
con base en sus acciones en parejas de tres ejes semánticos (pareja de actantes)
que funcionan en constante relación dentro de la obra.
1) Sujeto/objeto: El personaje sujeto es uno de los principales y es quien origina
las acciones; desea lograr su objetivo. Este puede ser material, llámese
persona o cosa; o puede ser abstracto como el logro de un ideal. El personaje
objeto es lo que el personaje sujeto quiere conseguir o teme alcanzar.
2) Destinador/destinatario: El personaje donante o destinador es quien
desvía el sujeto/objeto hacia otra parte, en este caso hacia el personaje
destinatario. El personaje destinatario es el beneficiario de las acciones del
destinador.
3) Adyuvante/oponente: El personaje ayudante o adyuvante es quien
favorece o ayuda en la historia al personaje sujeto. Por el contrario, el
personaje oponente realiza y obstaculiza al personaje sujeto.
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Los actantes -a veces- pueden cambiar de roles dentro de la historia, sin llegar
a modificarla.

V. LA VOZ O INSTANCIA NARRATIVA (Locutor o narrador)


5.1. Narrador homodiegético: toma así el nombre porque proviene de las raíces griegas
"homo” que significa igual o mismo y "diégesis", discurso, relato, narrativa o desarrollo
narrativo de los hechos. Por lo tanto, es el narrador que está inmerso dentro del
discurso.

5.1.1. Narrador autodiegético o protagonista: es aquél en primera persona y es


protagonista. El personaje principal narra las acciones en las cuales participa.
Se involucra en la historia ya sea como protagonista o como personaje
secundario. Mediante este punto de vista el autor puede presentar monólogos y
recuerdos. Puede narrar de manera autobiográfica; por lo tanto, posee un fuerte
tono psicológico, ya que profundiza en su interior.

5.1.2. Narrador metadiegético, testigo o espectador: es el que describe la


situación de su entorno, sin involucrarse en los hechos. También escribe en
primera persona. Sin embargo, a través de esto manifiesta su opinión, ya sea en
forma directa o de manera sutil. Este tipo de narrador es más libre, no se hace
responsable de explicaciones ni de incoherencias, porque sólo es testigo y no sabe
los antecedentes de los hechos; por lo tanto, todos los vacíos que pudieran surgir
no dependen de él.

5.1.3. Narrador epistolar: es el narrador en primera persona y mediante las cartas


suceden las acciones de la trama y de los personajes.

5.1.4. Narrador en segunda persona: es una invitación al lector para que participe
en el relato, haciéndolo responsable y cómplice de las acciones. Es prácticamente
un desdoblamiento del yo, como si le hablara a su propia conciencia; y quien
funge esa función es el lector. Muchas veces lo llega a convertir en personaje del
cuento. El narrador en segunda persona, finalmente es un narrador
homodiegético, pues se dirige en primera persona al lector.

5.2. Narrador heterodiegético: igualmente proviene de las raíces griegas “hetero" que
significa diferente u otro y de “diégesis”, como lo acabamos de mencionar líneas arriba.
Por lo tanto, es el narrador que está fuera del discurso, del relato y su participación
no es la misma que el narrador homodiegético.
5.2.1. Narrador omnisciente: es el narrador que sabe todo de los personajes, hasta
lo más íntimo de ellos: describe inclusive sus sentimientos, pensamientos e
inquietudes. Anticipa la conducta de sus personajes. A veces incluso avisa al
lector de anécdotas que ocurrirán en otro lugar del relato. Se manifiesta a través
del relato en tercera persona. Es el narrador cuya presencia es como la de Dios.
El narrador desaparece como tal. No es un personaje de la acción. En muchos
casos juzga y valora la historia, con lo que orienta al lector en la interpretación
de los hechos y de los personajes.
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5.2.2. Narrador deficiente, observador u objetivo: es el narrador que adopta una


postura neutral y sólo cuenta los aspectos externos, observándolos desde fuera,
como si usara una cámara de vídeo (gestos, acciones, palabras...). Refleja
conductas humanas, pero no las juzga, pues no posee un saber absoluto, sino
limitado. La profundidad psicológica de los personajes se expresa a través de los
diálogos. No interviene en la acción porque no es un personaje. No da su opinión
acerca de las acciones de los personajes ni tampoco los juzga: sólo los presenta.

VI. LA FOCALIZACIÓN O EL PUNTO DE VISTA NARRATIVO (perceptor)

El punto de vista es el ángulo de visión, el foco narrativo, el punto óptico en que se sitúa
un narrador para contar su historia. Es el lugar o la persona desde cuya perspectiva
transcurre la narración. En suma, el concepto de punto de vista o de perspectiva se refiere
a la cantidad de información atribuida a cada personaje y a la que el narrador se reserva
para él.

6.1. Focalización interna o visión con: El narrador asume el punto de vista de los
personajes; por consiguiente, sabe lo mismo que los personajes, y lo sabe con ellos; no
conoce con anticipación la explicación de los acontecimientos. El caso más frecuente
de este tipo de relato es el de la narración en primera persona, en la que el “yo
narrador” es un personaje como los demás. Pero también en la narración en tercera
persona puede suceder que el narrador conozca los sucesos desde el punto de vista de
un personaje. Esta visión “con” se caracteriza por la elección de un personaje como
centro del relato: es con él con quien vemos a los otros personajes, y con él vivimos los
acontecimientos relatados. En síntesis, la focalización interna se dará cuando la
narración está dada por los personajes. Este tipo de focalización puede ser fija, variable
o múltiple.

6.1.1. Focalización interna fija: Cuando todo está visto por un solo personaje; es
decir, cuando el discurso se configura mediante el punto de vista de un solo
personaje.

6.1.2. Focalización interna variable: Cuando, según los episodios, varía el


personaje focal; es decir, cuando la fábula discurre ante el lector a través de la
mirada y la cognición de distintos personajes.

6.1.3. Focalización interna múltiple: Cuando un mismo acontecimiento es visto a


través de los ojos de distintos personajes.

6.2. Focalización externa o visión por delante (desde fuera): El narrador tan solo
registra lo que ve o escucha a sus personajes; en consecuencia, sabe menos que los
personajes, pues se limita únicamente a describir los que ve desde el exterior, a ser
testigo ocular de unos hechos. La instancia vocal no penetra en la mente de las
criaturas; los lectores no accedemos, por tanto, a la conciencia ni a las percepciones de
los seres de papel. Es la posición del narrador naturalista o behaviorista del siglo xix,

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con la intención de ofrecer una objetividad absoluta, un realismo total. En suma, la


focalización será externa cuando los personajes actúan ante el narrador, sin que éste
muestre conocer sus pensamientos o sentimientos.

6.3. Focalización cero o visión por detrás: El narrador se sitúa por encima de la mente
de sus personajes; por lo tanto, sabe más que los personajes, es decir, sabe todo acerca
de los personajes; se separa de ellos para ver, desde esta posición, los resortes más
íntimos que los conducen a obrar. Como un demiurgo, ve los hilos que mueven la
marioneta, lee en el corazón y en la idea de sus criaturas y nos coloca en disposición
de conocer sus secretos más íntimos, incluso sabe, interpreta y nos dice las cosas que
los mismos personajes no se atreven a decirse de sí mismos o a decir de los demás. Es
la actitud que prevalece en el relato clásico, en los soliloquios, en las distintas
ocasiones en que el autor subraya -con ironía, con compasión o comprensión, con
crueldad- el comportamiento o las actitudes de los personajes. En síntesis, tendrá
focalización cero la narración en la que nunca se toma el punto de vista de los
personajes.

VII. EL AMBIENTE Y EL ESPACIO NARRATIVO

El relato de ficción requiere un encuadre situacional de la acción y los personajes que la


protagonizan para cobrar sentido; tanto si la historia que recoge tiene un referente real
(posible en el mundo conocido) como si se trata de un universo fantástico (imposible en el
mundo conocido).
7.1. El ambiente: Todas las historias, al igual que las personas, están inmersas en un
contexto o un “ambiente”, es decir, un tiempo y un lugar. Un ambiente lo conforman
todos los detalles que rodean a la acción y a los personajes, y nos ayudan a entender
el ámbito en el que estos elementos se desenvuelven (nos conecta con el exterior: con
el ambiente social inmediato de los individuos, con su período histórico, político y
público). Una novela situada en el siglo XIX pierde gran parte de su encanto si el autor
no nos describe la decoración de las casas, el atuendo de los personajes o la
arquitectura de las ciudades. El ambiente es el entorno que rodea a los personajes; es
el conjunto de circunstancias favorables o adversas. Puede ser físico o geográfico,
moral, emotivo o psicológico y sociológico.
7.1.1. Ambiente físico o geográfico: Está determinado por el lugar físico donde se
desarrolla la historia; puede ser inhóspito o agradable. El autor lo describe,
destacando las características y las influencias de ese espacio geográfico.
7.1.2. Ambiente moral, emotivo o psicológico: Responde a la creación de una
“atmósfera” o “clima” que refleja el estado de ánimo de los personajes. Refleja el
sentir y el estado anímico que envuelve a los personajes y a la acción. Es el
ambiente determinado por la atmosfera percibida al leer la obra. Por ejemplo,
puede ser de alegría, tristeza, angustia, frustración, miedo, depresión,
prostitución, violencia; o puede darse una combinación de contrastes.
7.1.3. Ambiente sociológico: Es la condición social en que se desenvuelve la acción
tomando en cuenta el nivel cultural, económico, religioso y clase social a que
pertenecen los personajes de la narración.

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7.2. El espacio o escenario: Es el lugar donde sucede la trama, se desarrolla la acción, y


por el que se mueven los personajes. Se relaciona íntimamente con el ambiente físico
y con el moral, ya que interactúan de manera simultánea.

Para desarrollar una tipología del espacio es imprescindible considerar, en primer


lugar, su definición como espacio externo o espacio interno y su condición de escenario
abierto o cerrado, porque ambos opuestos suelen constituirse en la ficción como
metáfora de la situación anímica o psicológica del personaje.
 Espacio abierto o externo: Es aquel espacio exterior, de afuera, que es muy
grande o amplio para el desarrollo de los hechos y que da libertad a los personajes
para actuar, pues cuentan con el lugar para hacerlo. Al escenario abierto le
corresponde el espacio exterior y guarda un paralelismo estrecho con los actos de
liberación del sujeto, con las rupturas y reconducciones vitales que él adopta.
 Espacio cerrado o interno: Es el espacio reducido y pequeño, que limita y
entraba las acciones que ejecutan los personajes en la narración. El espacio cerrado
se relaciona con atmósferas de interior y significados de asfixia anímica o situación
mental de aislamiento.

En segundo lugar, cabe atender a otra descripción ineludible cuya clasificación deriva
de la capacidad referencial que tienen los lugares nombrados en el relato, es decir, la
que viene estrechamente ligada a los tipos de mundo representado.
 Espacio de referente real sería la ciudad, calle y todo tipo de lugar
geográficamente localizable. El espacio narrativo tiene su referente en la realidad
efectiva o el mundo empírico y, por consiguiente, es material o históricamente
verificable.
 Espacio con referente realista es aquel sitio narrativo que, sin ser nombrado,
aparece como verosímil, porque se construye de acuerdo con un mundo conocido; es
decir, aunque no haya denominación propia de la topografía ficticia en la realidad
efectiva, claramente se representa un espacio posible en el mundo empírico.
 Espacio de referente fantástico es el que apunta a lugar inexistente en el
mundo empírico o a universo de fantasía.

Por último, considerando la percepción del espectador o del lector, existen dos tipos de
espacios: el mimético y el diegético:
 Espacio mimético: Se refiere al espacio real, presente y verdadero en el cual se
desarrollan las acciones de los personajes. Este espacio no se puede quitar o anular,
ya que siempre se requiere de un lugar en el cual se lleve a cabo la trama,
especialmente cuando se trata de obras de teatro porque se requiere de un escenario
en donde se realicen las acciones. El espacio mimético está presente en la escena,
en el tiempo real y presente de la obra, es decir, el espacio se da en el preciso
momento de las acciones. Por ejemplo, en el Mercader de Venecia de William
Shakespeare, el espacio mimético de los personajes cuando están platicando se da
exactamente en Venecia.
 Espacio diegético: es el espacio en el discurso, el cual puede no ser visto, sólo
narrado, es decir, se suprime, sólo se da en el diálogo de los personajes a través del
plano verbal, pero no es visto. De esta manera, el lector o espectador lo supone o lo
imagina. El espacio diegético hace referencia a hechos del pasado o del presente,
pero las acciones de los personajes siempre se realizan en el momento presente de
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la trama. La diferencia con el espacio mimético sólo se diferencia en que ese espacio
no es visto ante los ojos del espectador o del lector.

VIII. EL TIEMPO DE LA HISTORIA Y EL TIEMPO DEL DISCURSO


La noción de temporalidad surge de la con ciencia humana y se manifiesta simbólicamente
en la literatura. En tal sentido, a la historia del relato corresponde un tiempo de la historia
narrada, uno del relato mismo (o del discurso), uno de la escritura y uno de la lectura.

El tiempo de la historia narrada: Corresponde al momento y a la época en que suceden


los hechos narrados, al tiempo que dura dicha historia, objetivo o subjetivo, y a su
condición, externa o interna (la externa es individual o social y coincide con el tiempo del
reloj y el calendario; la interna es psíquica y emocional). Presenta los hechos a través de
una sucesión cronológica de acciones relacionadas según causa y efecto y no siempre
coincide con el tiempo del relato. El paso del tiempo se indica mediante fórmulas que
señalan la sucesión de los acontecimientos (“aquel día”; “una semana antes”); mediante la
transformación de los personajes y mediante referencias a momentos concretos.

8.1. Tiempo objetivo o externo: Es el tiempo convencional: medido y distribuido en


horas, minutos y segundos; en días, meses, años y siglos. Incluye el tiempo de las
estaciones regido por el movimiento de los astros y la alternancia entre el día y la
noche. Es el tiempo en el que transcurre el relato, desde el inicio hasta el final. Sucede
en orden cronológico, es lineal. No es necesario precisar fechas; puede ser por mención
de periodos de mañana, tarde o noche. Por ejemplo, “...pasaron dos meses...”

8.2. Tiempo subjetivo, psicológico o interno: Es la percepción que se tiene del paso del
tiempo (a veces, una hora se hace interminable), es un fenómeno interior referido a la
impresión de la duración del tiempo, que tiene lugar, por ejemplo, cuando la espera lo
demora y la emoción lo acelera. Es el tiempo que transcurre en la mente de los
personajes. Se da mediante sus recueros, sus sueños o predicciones. Son espacios
temporales y sirven de pausas en el relato, permitiendo la variación del estímulo para
el lector.

8.3. Atemporalidad: Se manifiesta cuando no se precisa el tiempo en el relato. No se sabe


con exactitud ni el tiempo ni la época en los cuales se dan los acontecimientos.

8.4. Planos temporales: Son interrupciones de historias menores en la historia principal,


pero al final convergen hacia un mismo objetivo o cierre del relato. Suelen presentarse
intempestivamente; requieren que el lector esté muy atento a estos saltos en la
historia, pues más tarde pueden volver a retomarse.

El tiempo del discurso narrativo: Es la organización del tiempo dentro del cuento o la
novela. Es la manera en que el relato da cuenta de la historia narrada, la disposición del
acontecer de la narración en el discurso. El narrador organiza el tiempo de la historia con
el fin de instaurar una temporalidad estética. Por lo tanto, puede respetar el orden
cronológico o alterar la sucesión de acontecimientos: una misma historia puede narrarse
de maneras diversas. El escritor, de acuerdo con las necesidades del relato, fragmenta,
tergiversa, transforma el tiempo cronológico. El tiempo de la ficción se permite lo que es

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impensable en el tiempo real: transgrede la línea cronológica. Se puede indicar el tiempo


de la historia de forma explícita, señalando la fecha con sus referentes específicos. O se
puede hacer de forma implícita.

En las relaciones entre tiempo de la historia y (seudo)tiempo del relato, se consideran tres
determinaciones esenciales:
a) las relaciones entre el orden temporal de sucesión de los acontecimientos en la diégesis
y el orden seudotemporal de su disposición en el relato;
b) las relaciones entre la duración variable de esos acontecimientos, o segmentos
diegéticos, y la seudoduración (en realidad, longitud del texto) de su relación en el
relato: relaciones, pues, de velocidad; y
c) las relaciones, por último, de frecuencia, es decir, relaciones entre las capacidades de
repetición de la historia y las del relato.

8.5. Orden: Anacronías: Estudiar el orden temporal de un relato es confrontar el orden


de disposición de los acontecimientos o segmentos temporales en el discurso narrativo
con el orden de sucesión de esos mismos acontecimientos o segmentos temporales en
la historia, en la medida en que va explícitamente indicado por el propio relato o se
puede inferir de tal o cual indicio indirecto. Una anacronía puede orientarse hacia el
pasado o hacia el porvenir. Es decir, el orden se puede presentar en un relato como
retrospección o como prospección.

8.5.1. Retrospección o analepsis: Es el enfoque hacia el pasado. En el relato se


incluye algún aspecto referido a un acontecimiento ya ocurrido. Recursos de
retrospección pueden ser los recuerdos, los delirios, las cartas, las confesiones,
etcétera. Ejemplos:
a) Un dato retrospectivo aclara un incidente en una narración.
b) Se inicia un cuento muy cerca del desenlace y a continuación se informa sobre
lo que ocurrió antes.
c) En el desarrollo de una narración se introduce otra en la que se relatan
acontecimientos anteriores al tiempo de la primera.
d) El narrador reflexiona (en la primera frase) y recuerda (en la segunda).
e) El narrador se sitúa en el presente del relato, desde donde habla del pasado,
como sucede especialmente en las narraciones de tipo biográfico o
autobiográfico.

8.5.2. Prospección, anticipación o prolepsis:


Se produce al adelantar o anteponer la narración de un acontecimiento que,
siguiendo un orden lógico-causal, debería relatarse después. Ejemplos:
a) Se incluye algún aspecto referido a un acontecimiento futuro. Se anuncia que
algo va a ocurrir.
b) Se narra la historia desde el presente, contando algo que va a suceder a
medida que avance el relato, como si el narrador fuese un adivino, y se
emplea el futuro del indicativo.
c) Se usa la anticipación para reforzar la inquietud, la intriga o la curiosidad.

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8.6. Duración: Es la relación entre la duración de los acontecimientos y la extensión del


texto. Se refiere a la velocidad temporal, es decir: la relación entre la duración de la
historia en segundos, minutos, horas, días, meses, años y la extensión que el texto le
dedica en líneas o páginas. Un acontecimiento puede durar lo mismo en una narración
que en la vida real, pero también puede resumirse de manera que, por ejemplo, varios
años transcurran en pocas páginas, o dilatarse en el tiempo, y así un hecho mínimo
puede describirse y analizarse con detenimiento abarcando un gran número de
páginas. Engloba una serie de procesos que confieren el ritmo al relato. La duración
se puede presentar en el relato como aceleración o como desaceleración.

8.6.1. Aceleración: Se dedica un segmento breve del texto a un período largo de la


historia narrada. Engloba el sumario y la elipsis.
a. Sumario o resumen: Acelera el ritmo del relato. Es la síntesis, la
concentración de material narrativo en poco espacio. Calando en el discurso
se condensa el tiempo de la historia. Su función es economizar lenguaje.
Ejemplo: cuando en una frase se sintetiza lo sucedido en un período de meses
o años.
b. Elipsis: Se silencia cierta información de la historia. Acelera el ritmo del
relato. Se produce cuando al tiempo de la historia no le corresponde un
tiempo en el discurso. Por ejemplo, cuando se omite la narración de un
período de la vida de un personaje. Entre sus funciones está la de actuar como
puente entre dos situaciones o episodios alejados en el tiempo. También la de
crear la impresión del paso del tiempo. Puede ser explícita o implícita.
Cuando es explícita, sus fórmulas suelen ser: Tres días después.../ Pasaron
muchos meses.../etc. La implícita no tiene indicaciones textuales.

8.6.2. Desaceleración: Se dedica un segmento largo del texto a un período breve de


la historia. Por ejemplo, cuando se dedica quince capítulos a la narración de lo
que ocurre en un día y dos tardes. Engloba el análisis, la digresión, la escena y
la pausa.
a. Análisis: Cuando se amplifica en el discurso el tiempo de la historia. En el
Ulises, de James Joyce, por ejemplo, se narra un día de la vida de Leopold
Bloom en toda la novela.
b. Digresión: Es el efecto de romper el hilo del discurso y de hablar de cosas
que no tienen conexión evidente con lo que se está tratando o que son
complementarias. Al tiempo del discurso no le corresponde ningún tiempo de
la historia. Por ejemplo, en las descripciones y reflexiones, cuando se describe
interrumpiendo la acción.
c. Escena: Es la presentación dramatizada de los hechos. Cuando se produce
una total correspondencia entre el tiempo de la historia y el del discurso. Por
ejemplo, en un diálogo o en un monólogo. Desacelera el ritmo del relato. Su
función es introducir todo tipo de información en el relato. Permite agrupar
informaciones dispersas. Una historia ocurre en determinada secuencia
temporal. Cada escena, de por sí, es una acción continua.
d. Pausa: Es la forma máxima de desaceleración. No pasa nada en la historia
(en cuanto a acción); el texto está dedicado a una digresión de tipo filosófico

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o psicológico, o a una descripción como la que hace Proust, que más que
describir el objeto contemplado se centra en la percepción del contemplador.

8.7. Frecuencia: Es el número de veces en que los acontecimientos se repiten en la


narración. Las variantes son:
a. Discurso singulativo: tiene lugar con la presencia única en el discurso narrativo
de cada ocurrencia en la historia. Tiene dos formas de aparecer.
 Como un relato singulativo puntual, cuando se dice una vez lo que ha pasado
una vez. Por ejemplo: Ayer salí temprano.
 Como un relato singulativo múltiple cuando se dice muchas veces lo que ha
pasado muchas veces. Por ejemplo: El lunes salí temprano, el martes salí
temprano, el miércoles salí temprano...

b. Discurso repetitivo: Se dice muchas veces lo que ha pasado una vez. Por ejemplo:
El lunes no vino a la hora de costumbre y la mujer se inquietó. El lunes no vino a la
hora de costumbre, y marcó la primera fractura en la relación. El lunes no vino a la
hora de costumbre, pero ella no le preguntó nada. (...) Pero aquel lunes no había
venido a la hora de costumbre.
c. Discurso iterativo o siléptico: Se dice una vez lo que ha pasado muchas veces.
Por ejemplo: Cada día he salido temprano.

El tiempo de la escritura: Es el correspondiente a la producción del texto. Cada escritor


instituye su propio proceso: un cuento puede llevar un tiempo largo de elaboración después
de la escritura del primer borrador, o ese primer borrador se puede dar por acabado. ¿Qué
momento prefieren y cómo distribuyen el tiempo los escritores? ¿Cuánto tiempo absorbe la
escritura de una historia completa?

El tiempo de la lectura: Es específico de cada lector e independiente de cuándo se ha


escrito el texto. El de la lectura también es el tiempo del escritor en el momento de corregir.
Colocarse en el papel de lector de la propia obra, como si no se supiera de qué trata, es la
actitud más adecuada para dicha corrección.

IX. EL ESTILO Y EL MODO O LA FORMA DEL DISCURSO NARRATIVO

El estilo literario: Es el conjunto de rasgos que caracterizan la obra de un autor, época o


género. Está determinado por las circunstancias, forma de vida, su personalidad, así como
por la clase de sociedad y la corriente literaria a la cual pertenece. Es el alma de la obra.
Se relaciona directamente con el contenido y la forma.

El estilo puede clasificarse de la siguiente manera:

9.1. Por el ornato: depende de la cantidad de adornos del lenguaje. Puede ser árido, llano,
elegante y florido.
 Es árido cuando no tiene absolutamente nada de adornos: al escritor sólo le
preocupa la claridad y la precisión;
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 Es llano cuando admite algunos adornos;


 Es elegante cuando emplea giros y adornos con prioridad sobre la claridad; y  Es
florido cuando utiliza los adornos cuidando la belleza del fondo y la forma.

9.2. Por los efectos: esta clasificación atiende al efecto de la expresividad. Puede ser
patético, serio o jocoso.
 Es serio cuando es objetivo y se utiliza para temas de historia;
 Es patético cuando refleja las emociones, es completamente subjetivo; y
 Es jocoso cuando expresa con ironía los problemas o situaciones serias con cierta
picardía.

9.3. Por la extensión de sus cláusulas: puede ser conciso o abundante.


 Es conciso cuando usa pocas palabras para expresar una idea; y
 Es abundante cuando, por el contrario, para expresar una idea o pensamiento
emplea una narración detallada y amplia.

9.4. Por el modo en que son narrados los actos de palabra: El estilo en que el
narrador reproduce el discurso de un personaje, el modo como el narrador actualiza
los discursos atribuidos a los personajes, a lo largo de la narración, ha sido objeto de
tipificaciones variadas por parte de los teóricos. Tradicionalmente, se viene hablando
de que la citación de las palabras de otro se lleva a cabo en estilo directo regido, directo
libre, indirecto regido o indirecto libre.

Estilos directos:
 Discurso directo regido: El discurso del narrador reproduce, cita o refiere directa
y literalmente las palabras de los personajes, delimitando con marcas las palabras
de otro hablante; lo cual no significa que sea éste quien narra, lo que ocurre es que
el narrador imita exactamente su alocución. Las palabras del personaje se
diferencian del discurso del narrador porque éste las refiere con signos que las
introducen, las distinguen o las marcan (dos puntos, comillas, guiones, cursiva) y
con las formas verbales (verba dicendi o verbum dicendi) que designan acciones de
comunicación lingüística (como “dijo”, “respondió” o “contestó”) o que expresan
creencia, reflexión o emoción (como “pensó”, “lamentó”, “protestó”...). Dada su
autonomía, el narrador sólo puede intervenir en cuanto a selección, acotación y
forma de hacer la introducción, pero no manipular el cuerpo del discurso citado. El
diálogo es la forma por excelencia del discurso directo regido.

 Discurso directo no regido o libre: El discurso del narrador y las palabras del
personaje quedan directamente yuxtapuestas, al desaparecer las marcas del estilo
regido. La sintaxis verbal de la cita está dominada por el presente que corresponde
al estilo directo; pero sin los dos puntos, las comillas o la cursiva, es decir sin signos
que introduzcan, distingan o marquen las palabras del otro; tampoco presenta
marca lingüística alguna que señale su procedencia. La libertad en este estilo es
tan grande que probablemente no se pueda discernir la fuente, atendiendo al
tiempo verbal, teniendo que recurrir al propio contexto narrativo.

Estilos indirectos:

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 Discurso indirecto regido: El narrador reproduce con sus palabras lo que los
personajes dicen o han dicho, introduciendo la voz de sus personajes con las formas
del verbum dicendi (“dijo”, “respondió”, “contestó”, “pensó”, “lamentó”,
“protestó”…), añadiendo “que” o “si”; pero con sus propias palabras. La
mediatización del narrador es evidente en la sintaxis, puesto que integra las
palabras del personaje en su propio discurso. Las palabras del otro hablante vienen
adaptados a la sintaxis del narrador y, además, transformados por el proyecto
significativo del citador.

 Discurso indirecto no regido o libre: Sus marcas están en la eliminación de


partículas introductorias del discurso citado, como corresponde a los estilos libres
o no regidos, pero donde lo dicho por el personaje adopta la sintaxis del citador. Si
en términos de predominio de la conciencia hablamos, este estilo se inclina a la
perspectiva del narrador, al contrario que el directo que privilegia la del personaje.
Ahora bien, la ausencia de verbo declarativo produce el consabido riesgo de
confusión, ya que al mezclarse las palabras del narrador y las del personaje no se
sabe si el discurso procede de uno o de otro, al igual que en el directo libre; pero
tampoco hay definición respecto a si se trata de un discurso pensado o pronunciado.

X. VALORES

Es importante el análisis de los valores extraídos; es decir el doble contexto en una obra
literaria. Son los conceptos elementales que se hallan en el pensamiento del autor. Están
implícitos y el lector debe inferirlos. Pero también se da el caso opuesto, es decir, los
antivalores. Estos señalan las características de una sociedad en decadencia o en crisis
moral.

 Valores morales: Son el conjunto de criterios para evaluar la conducta humana y se


basan en el tipo de sociedad.

 Valor literario: Corresponden al conjunto de características que lo hacen clásico


dentro de la literatura universal.

 Valor científico: Es cuando la obra refleja algún acontecimiento relacionado con el


campo de la ciencia, por ejemplo, alusión a la invención de una máquina o
descubrimiento científico; manifestación, por lo tanto, del avance en los diversos
campos de la ciencia.

 Valor artístico: Es la apreciación de la belleza a través de las distintas expresiones


de la misma por el hombre. Generalmente una obra que tiene valor literario, lleva
implícito el valor artístico.

 Valor político: Es cuando la obra manifiesta aspectos de la política, de un partido o


sistema de gobierno.

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 Valor lingüístico: Este valor está determinado por la riqueza de los vocablos, por el
manejo del lenguaje. Por ejemplo, una nueva manera de concebir el universo lingüístico
o poético; el empleo de regionalismos o modismos.

 Valor económico: Por medio de este valor se representan los diversos estratos
sociales, lo cual está muy vinculado con el aspecto social. Ideas relacionadas a la
producción de bienes y servicios materiales, es decir, el comportamiento productivo de
una sociedad.

 Valor social: Es la interpretación de las pautas de conducta de los grupos sociales: del
comportamiento social ligado al aspecto económico; manifestación de las condiciones de
vida de los diferentes estratos sociales y de las instituciones. Tiene una relación
estrecha con el valor económico y político.

 Valor filosófico: Son las reflexiones del ser humano en cuanto su manera de ser,
básicamente a su existencia. Se vincula con la trascendencia del hombre y su escala de
valores.

 Valor religioso: Es el reflejo de la manera de pensar del ser humano con relación a
un ser superior, trascendente; con lo divino.

 Valor histórico: Es el logro del ser humano con el tiempo o la interpretación del
pasado.

 Valor ético: Se refiere al comportamiento del ser humano, a su sentido de lo bueno y


lo malo. Esta apreciación va cambiando a través de las épocas. La noción de lo bueno o
lo correcto para una época no lo es para otra. La ética se encarga del estudio de los
valores y principios morales de conducta por las cuales se rige una persona o la
sociedad.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

1. Bachelard, G. (1993). La poética del espacio. Santiago: Fondo de Cultura Económica S. A.

2. Beristain, H. (1995). Diccionario de retórica y poética. Mexico: Porrúa S.A.

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Barcelona: Ariel.

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12. Molina, C. (2006). Cómo se analiza una novela: teoría y práctica del relato I. Per Abbat:
boletín filológico de actualización académica y didáctica. (1), 35-60.

13. Molina, C. (2007). Cómo se analiza una novela: teoría y práctica del relato II. Per Abbat:
boletín filológico de actualización académica y didáctica. (2), 47-72.

14. Reyzabal, M. V. (1998). Diccionario de Términos Literarios. Madrid: Acento.

15. Rodríguez, G. y Gil, P. (2005). Guía de análisis literario para textos narrativos. Buenos
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