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SERIE:

"LA SANTIDAD: UN LLAMADO DIVINO A LA TRANSFORMACIÓN"

INTRODUCCIÓN:

Hoy iniciamos una serie de predicaciones sobre un tema que no solo es


fundamental, sino también desafiante y transformador para nuestras
vidas.

Aunque ya he hablado antes de este tema, nunca dejará de ser algo que
constantemente tenemos que estar recordando. Vamos hablar de la
santidad.

Los cristianos creemos en el Dios Santo del que la Biblia habla. Creemos
que el Dios de la Biblia, es el único ser que es Santo por naturaleza.
Nosotros como cristianos, creemos que Dios no "empezó" a ser santo en
un momento específico, ya que la santidad es una cualidad intrínseca y
eterna de Su naturaleza.

La santidad de Dios es parte integral de Quién es, sin principio ni fin.


Desde toda la eternidad, Dios ha sido y siempre será santo. Esto quiere
decir que, la santidad de Dios no está condicionada por el tiempo o las
circunstancias; es una realidad atemporal y trascendental. Su naturaleza
santa es inmutable, lo que significa que no cambia con el tiempo ni se ve
afectada por ninguna influencia externa.

Esta realidad se refleja en Isaías 57:15, que nos habla de Dios habitando
en la eternidad y siendo "Santo".

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y


cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y
con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el
espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los
quebrantados.
Isaías 57:15

Entender la eternidad de la santidad de Dios nos ayuda a apreciar la


perfección y la inalterabilidad de Su carácter divino.

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El Dr. Sproul solía enfatizar que la santidad de Dios es el atributo que
define todos los demás atributos divinos. Todos los aspectos de la
naturaleza y el carácter de Dios se ven influenciados y definidos por Su
santidad. Esta santidad es absoluta, única y no puede ser disminuida ni
comprometida de ninguna manera.

Pero hay algo que los cristianos tenemos que entender sobre la santidad
de Dios…

La santidad de Dios se considera un atributo incomunicable porque es


única, absoluta y perfecta en Él y no puede ser compartida en su totalidad
por la humanidad. Es una característica intrínseca a la naturaleza divina
que destaca la pureza, la perfección moral y la separación de Dios de todo
lo que es impuro o pecaminoso.

Cuando decimos que la santidad es incomunicable, queremos expresar


que la medida y la calidad de la santidad de Dios son tan elevadas que no
podemos alcanzarlas por nosotros mismos.

Aunque los seres humanos son llamados a la santidad y podemos reflejar


ciertos aspectos de la santidad divina, la plenitud y la perfección de la
santidad de Dios están más allá de nuestra capacidad de logro.

Por eso cuando hablamos de sobre “la santidad de los cristianos”


debemos entender el concepto al que verdaderamente se refiere Dios
cuando nos llama a ser santos.

La santidad del cristiano, en su esencia, implica separación y


consagración a Dios. Se le reconoce como el proceso mediante el cual
somos apartados del pecado y dedicados a la voluntad divina.

La santidad, basada en las Escrituras, va más allá de una moralidad


superficial; no es simplemente un tema de estándares éticos, sino un
llamado divino que marca nuestra identidad como creyentes. Implica
una transformación interna y externa que refleja el carácter mismo de
Dios.

Para nosotros los cristianos, la santidad es el sello distintivo de un


caminar íntimo y comprometido con nuestro Creador. Es la manifestación
externa de una relación interna con Dios.

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Para los cristianos es necesario comprender y abrazar la santidad como
algo más profundo que simplemente seguir reglas, destacando la conexión
espiritual y el llamado de Dios.

Su importancia en la vida cristiana es vital. La santidad no solo nos define


como pueblo redimido, sino que también nos capacita para llevar a cabo
la obra de Dios en este mundo. Nos lleva a amar lo que Él ama, a odiar lo
que Él odia y a vivir en obediencia a Su voluntad.

Vamos a ver a qué se refiere Dios cuando nos llama a ser santos.

I. SANTIDAD: SEPARACIÓN Y CONSAGRACIÓN A DIOS

¿Te has dado cuenta que hay personas que relacionan la santidad con la
perfección?, estoy seguro que la mayoría de nosotros hemos cometido
ese pequeño error. Santidad no es perfección.

Cuando pensamos en “santidad en la vida del cristiano” lo que debe venir


a nuestra mente es separación y consagración.

Fíjense de este pequeño estudio de la palabra santidad en la biblia:

1. Hebreo bíblico:
• La palabra "santidad" en hebreo bíblico se relaciona
principalmente con términos como "qadosh" (‫)קדוש‬, que
significa "santo" o "consagrado". En la Biblia hebrea, este
término se utiliza para describir la separación y consagración a
Dios, así como para designar lugares, objetos o personas
dedicadas a un servicio divino especial. (Levítico 20:26)
2. Griego bíblico:
• En el griego bíblico, el término asociado con "santidad" es
"hagios" (ἅγιος). Este también significa "santo" o "consagrado".
En el Nuevo Testamento, se utiliza para describir a los
creyentes como el pueblo consagrado de Dios y para referirse a
la santidad de Dios mismo. (1 Pedro 1:16)
3. Español:
• La palabra "santidad" en español mantiene la raíz latina.
Hereda la idea de lo sagrado, consagrado y apartado para un
propósito divino.

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Lo que quiero que veamos es que, la palabra "santidad" no implica
necesariamente perfección en el sentido de la ausencia total de error o
defecto. Aunque la santidad está vinculada a la idea de pureza y
consagración a Dios, no significa que los seres humanos, incluso en su
búsqueda de santidad, alcancen la perfección absoluta en esta vida
terrenal.

• La santidad, se refiere a la separación del pecado:

La "separación del pecado" significa alejarse de las cosas malas o malas


acciones en nuestra vida. Es como elegir no hacer lo que sabemos que
está mal o alejarnos de lo que no está de acuerdo con lo que Dios quiere.

Es como decir "no" a las cosas malas y decir "sí" a vivir de acuerdo con lo
que Dios nos enseña en la Biblia.

• La santidad se refiere a consagrarnos a Dios:

"Consagrarnos a Dios" significa hacer lo que Dios quiere. Es como decir


"sí" a seguir los consejos y enseñanzas que Dios nos da en la Biblia.

Cuando nos consagramos a Dios, buscamos vivir de una manera que


agrade a Dios. Esto implica tomar decisiones y actuar de acuerdo con lo
que Dios nos enseña, mostrando amor, bondad, y siguiendo los principios
que Él nos ha dado.

La santidad es vivir una vida que refleje la bondad y la voluntad de Dios en


todo lo que hacemos; es vivir nuestra vida de una manera que honre y
obedezca a Dios.

• Ejemplos Bíblicos sobre el llamado a la santidad:

Vean lo que dice Levítico 11:44, 20:26

Levítico 11:44 Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por


tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así
que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se
arrastre sobre la tierra.

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Levítico 20:26 Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová
soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.

En el contexto amplio de Levítico Dios está proporcionando varias leyes y


regulaciones que abordan la moralidad, la adoración y la pureza ritual. Ser
santos en este contexto implicaba obedecer esas leyes divinas y vivir de
una manera que refleje la santidad de Dios.

La idea de la santidad implica una separación especial para el servicio de


Dios. En Levítico, se menciona que Dios ha apartado a Israel de entre los
pueblos para que sean suyos. Esta separación indica una relación especial
y un compromiso exclusivo con Dios.

Ahora bien, la iglesia, o sea los cristianos somos llamados de la misma


manera que Dios llamó al pueblo de Israel:

1 Pedro 1:13-16 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro


entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que
se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos
obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando
en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo,
sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

Pedro, al hacer referencia al Antiguo Testamento, especialmente en el


caso de Levítico, está destacando la continuidad y la coherencia entre las
enseñanzas del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Además, está señalando que los principios fundamentales de la santidad y


la relación con Dios han sido consistentes a lo largo de la historia de la
revelación divina.

Pedro está recordando a los cristianos que la llamada a la santidad no es


algo nuevo ni exclusivo del Nuevo Testamento. La santidad ha sido un
principio divino desde tiempos antiguos. El llamado a ser santos porque
Dios es santo es atemporal y se extiende a través de la totalidad de la
revelación bíblica.

Lo que está haciendo el apóstol Pedro, es resaltar la relación íntima entre


la redención a través de Cristo y la santidad en la vida del creyente.

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Jesucristo, mediante Su sacrificio, proporciona la base para la purificación
y la santificación del pueblo de Dios. Pedro refuerza la idea de que la
llamada a la santidad no es simplemente una regla externa, sino una
respuesta a la obra redentora de Cristo y un reflejo de la naturaleza santa
de Dios.

II. LA SANTIDAD: MÁS ALLÁ DE LA SUPERFICIALIDAD MORAL

La santidad que Dios nos enseña en Su Palabra a menudo está


estrechamente vinculada a principios morales. O sea que, la santidad, en
términos bíblicos, implica vivir de acuerdo con los estándares éticos y
morales establecidos por Dios en Su Palabra.

En la Biblia, encontramos numerosas enseñanzas morales que están


conectadas con la santidad. Por ejemplo, los Diez Mandamientos (Éxodo
20).

Los Diez Mandamientos, son un conjunto fundamental de


principios éticos y morales que reflejan la voluntad divina para la
conducta humana. Sirven como guía moral y ética para aquellos
que buscan vivir vidas consagradas a Dios.

También tenemos los principios éticos expresados por Jesús en el Sermón


del Monte (Mateo 5-7).

El Sermón del Monte, visto desde la perspectiva de la santidad,


proporciona una guía integral para vivir vidas que reflejen los
principios éticos y morales de Dios en todas las áreas de la
existencia.

A. Pero, la santidad va más allá de una moralidad superficial:

La santidad va más allá de la moralidad externa porque implica no solo


acciones correctas, sino también la motivación del corazón y una relación
genuina con Dios.

• La persona que busca la santidad se preocupa no solo por el


comportamiento externo, sino por las intenciones y motivaciones
de su corazón. Esta persona tiene un deseo sincero de agradar a
Dios y obedecer Su voluntad desde su corazón transformado.

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En Mateo 23:25-26, Jesús reprende a los fariseos por enfocarse en la
apariencia externa sin atender al interior del corazón.

Mateo 23:25-26 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!


porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro
estáis llenos de robo y de injusticia. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia
primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de
fuera sea limpio.

La santidad requiere una transformación interna que afecta nuestras


acciones externas.

• La persona que busca la santidad se conecta a una relación


cercana y amorosa con Dios. La verdadera santidad es el resultado
de conocer a Dios, amarlo y seguirlo de cerca en obediencia.

En Génesis 5:22-24, se menciona que Enoc caminó con Dios y fue llevado
por Él.

Génesis 5:22-24 Y caminó Enoc con Dios, después que engendró


a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. 23 Y
fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años.
24 Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó
Dios.

Este ejemplo ilustra una relación íntima con Dios que resulta en una vida
santa, agradable a Dios.

B. La santidad implica pureza de corazón, es decir, una limpieza


interna de pensamientos y motivaciones. No se trata solo de
abstenerse de acciones incorrectas, sino de mantener una actitud
y disposición puras del corazón.

La santidad bíblica va más allá de la moralidad externa al involucrar la


motivación del corazón y la relación viva con Dios. No es simplemente
cumplir reglas externas, sino vivir una relación cercana con Dios y ser
transformados desde dentro hacia fuera mediante esa conexión íntima
con el Creador.

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III. SANTIDAD: SER MORALMENTE BUENO NO SIGNIFICA QUE
UNA PERSONA ES SANTA.

Ser moralmente bueno implica seguir ciertos principios éticos y hacer lo


que está bien según las normas de la sociedad o las creencias personales.
Sin embargo, la santidad, según la enseñanza bíblica, va más allá de
simplemente ser moralmente bueno.

Mateo 23:25-26 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!


porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro
estáis llenos de robo y de injusticia. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia
primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de
fuera sea limpio.

Motivación y relación con Dios:


• Una persona moralmente buena puede seguir reglas y hacer lo
correcto, pero la motivación puede ser simplemente cumplir con
estándares sociales o personales. Puede estar basado en el deseo
de ser respetado o aceptado por la sociedad, sin necesariamente
tener una relación profunda con Dios.
• La santidad, por otro lado, implica una motivación que va más allá
de seguir reglas externas. Se trata de amar y obedecer a Dios
desde el corazón, buscando agradarle y vivir en una relación
cercana con Él. La santidad transforma no solo las acciones
externas sino también las motivaciones internas.

Dependencia de la Gracia de Dios:


• Una persona moralmente buena puede depender principalmente
de su propio esfuerzo y habilidades para ser buena. Puede confiar
en su capacidad para seguir reglas y mantener un
comportamiento ético, sin reconocer la necesidad de la gracia
divina.
• La santidad implica reconocer la dependencia de la gracia de Dios.
El creyente busca la ayuda y la guía del Espíritu Santo para vivir
una vida que agrade a Dios. La consagración y la santificación son
procesos que solo pueden ocurrir con la ayuda y la obra
transformadora de Dios en la vida del creyente.

Transformación interna:

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• La moralidad externa puede lograrse sin necesariamente
experimentar una transformación interna. Una persona puede
cumplir reglas sin que su corazón esté realmente cambiado.
• La santidad implica una transformación interna que afecta el
corazón, las motivaciones y las actitudes. No es solo sobre seguir
reglas, sino sobre permitir que Dios trabaje en la vida del creyente
para conformarlo a la imagen de Cristo.

Ser moralmente bueno no garantiza una conexión profunda y una relación


consagrada con Dios, elementos esenciales en la enseñanza bíblica sobre
la santidad. La conexión profunda y la relación consagrada con Dios son
elementos esenciales para comprender y practicar la verdadera santidad,
que va más allá de la superficie de la moralidad externa.

CONCLUSIÓN:

Vivir una vida santificada implica seguir un camino de consagración y


separación para Dios. Es un proceso continuo de transformación que
afecta todas las áreas de la vida de una persona (esto lo hablaremos en
una próxima predicación).

Lo que quiero que veas es que vivir una vida santificada…

(NOTA PERSONAL:
LOS SIGUIENTES PUNTOS SON LOS TEMAS A
PREDICAR)

1. Comienza con un compromiso personal con Dios. Es la decisión


consciente de dedicar cada aspecto de tu vida a Él, reconociendo
Su señorío y buscando obedecer Su voluntad.
2. Implica una transformación interna en tu corazón. No se trata
solo de comportamientos externos, sino de permitir que Dios
cambie las motivaciones, deseos y actitudes de tu corazón.
3. La vida santificada se caracteriza por la obediencia a la Palabra
de Dios. Implica alinearse con los principios y mandamientos
bíblicos en todas las decisiones y acciones en tu vida diaria.
4. Vivir santificadamente implica depender del Espíritu Santo para
la dirección, fortaleza y transformación interior. Acepta que solo
el Espíritu Santo puede capacitarte para vivir de acuerdo con la
voluntad de Dios.

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5. La vida santificada no es un evento único, sino un proceso diario
de consagración. Implica tomar decisiones conscientes todos los
días que reflejen la dedicación a Dios.
6. La santidad requiere una resistencia activa a las tentaciones que
puedan surgir. Implica buscar fortaleza en Dios para superar las
luchas y permanecer fiel a Su voluntad.
7. La vida santificada se desarrolla a través de relaciones marcadas
por la santidad. Implica buscar y desarrollar amistad y
compañerismo con personas que comparten las mismas
expectativas de vida santa y de consagración a Dios.
8. La vida santificada tiene un impacto en tu entorno. A través de
un testimonio coherente y actitudes amorosas, aquellos que viven
santificadamente pueden influir positivamente en su comunidad.

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