El Proceso de Santificación de La Iglesia

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TÍTULO: NUESTRA IDENTIDAD SANTA

TEMA: EL PROCESO DE SANTIFICACIÓN DE LA IGLESIA

FUNDAMENTO BÍBLICO: 1ª Tesalonicenses 5:21–23

PROPOSICIÓN: Tener sólo un concepto o una definición de la santidad no es


lo correcto como cristianos. La santidad es algo que debemos
practicarla en nuestro diario vivir.

OBJETIVO GENERAL: DOCTRINAL.

OBJETIVO ESPECÍFICO: Comprender el proceso de la santidad que es aplicado por


Dios a la iglesia y cómo debemos practicarlo en nuestro diario
vivir.

INTRODUCCIÓN: Según la revelación Bíblica, la santidad es: Una cualidad


fundamental de Dios y de Su Espíritu; y una virtud
indispensable de todo verdadero creyente. El término heb.
kadosh significa pureza, especialmente, moral y
espiritualmente. En ocasiones se puede traducir «separado»,
puesto aparte, consagrado (cfr. Lc. 2:23, citando a Éx. 13:2).
Ser santo es ser sin «mancha, ni arruga ni cosa semejante»
(Ef. 5:26–27). Y en 2 Co. 7:1 se lee: «Limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la
santidad en el temor de Dios.»

ORACIÓN DE TRANSICIÓN: Veamos el proceso de la santificación que se realiza en


la vida de cada creyente bajo la definición de santidad:

CUERPO DEL SERMÓN:

I. SEPARACIÓN.
A. Es uno de los significados originales al interpretar el término de santidad. Es la
forma en que comienza el proceso de santificación en la vida del creyente. Eso
lo entendemos al descubrir el significado de Iglesia: “llamados de afuera”,
“separados”. (Hebreos 13:12-14).
B. En el A.T. Dios exigía de su pueblo que fuera santo, diferente y separado de
todos los otros pueblos, a fin de pertenecer a Él como pueblo escogido. En el
N.T. Dios ordeno la separación del creyente: del sistema inmoral del mundo y
de concesiones impías (Jn 17:15-17; 2Ti 3:1-5; Stg 1:27; 4:4.
C. Necesitamos tener una actitud en la separación de odio al pecado, a la
injusticia y al sistema inmoral del mundo (Ro 12:9; Heb 1:9; lJn 2:15), y temor
de Dios en la perfección de la santidad (2Co 7:1).
D. Si no hay una separación del mal, los creyentes perderán la comunión con Dios
(2Co 6:16), la aceptación del Padre (6:17) y los derechos de hijos (6:18; cf. Ro
8:15-16).

II. CONSAGRACIÓN.
A. El proceso de la santidad que se efectúa en la iglesia no o sólo separa “De”,
sino también separa “Para” algo especial.
B. En este aspecto, el creyente no solo se consagra para vivir en santidad, sino
para servirle a Dios, ser un vaso útil para edificación de la obra. Es inútil
esperar santidad, sin haber consagración para con Dios.
C. Nos posee si nos entregamos a él íntegramente. (Romanos 6:16; 12:1, 2). Si
hemos sido comprados no somos nuestros, somos para él. Esto es lo que
significa “ser llenos del Espíritu”. (Efesios 5:18).

III. PLENITUD (COMPLETO).


A. La santidad no solo tiene efecto en el momento de adoración a Dios. No es por
tiempos. Pablo le habló a la iglesia Tesalónica: “Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible…”
B. La santidad se efectúa a través del lugar que ocupa el Espíritu Santo en el
“Ser” del creyente: 1ª Corintios 6:19 dice: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que
no sois vuestros?
C. Cuando el apóstol Pablo habla sobre los ministerios en efesios, enfoca el
propósito de Dios para con la iglesia: la santidad. Por eso, cuando somos llenos
del Espíritu Santo, no sólo nos completamos, sino que servimos
consagradamente para la edificación de la santidad en el pueblo de Dios. Leer
Efesios 3:13–32.

CONCLUSIÓN.
Hay algo que debemos preguntarnos cada día ¿Estamos viviendo en santidad? Y si estoy en
el proceso de la santificación ¿En qué lugar estoy? Separado, consagrado o completo.
Debemos tener claro que seguimos en el mundo, pero sin ser del mundo (Juan 17:15). ¿Hay
manera de vivir en santidad en el tiempo de hoy? Sí, guardando su Palabra (Salmo 119:9,
11). “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar …”

APLICACIÓN.
Nuestra identidad es vivir en santidad. De lo contrario, no seremos la Iglesia de Dios.
Vivamos la santidad por completo de todo nuestr ser, espíritu, alma y cuerpo, y que sea
guardado irreprensible hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. ¡Amén!

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