Robins (1992) Cap 7y 8

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Robins, R. H. (1992). Breve historia de la lingüística.

Madrid:
Parainfo. (cap. 7 y 8).

Ca p ít u l o 7

La lingüística histórica y comparada


en el siglo xix

Tanto en la historia general como en la historia de determinadas


«materias se considera justificadamente el Renacimiento como el inicio
' de la época moderna. Pero los primeros años del siglo xix presenciaron
un giro todavía más marcado hacia el m undo al que estamos ahora
acostumbrados. Aun a pesar de los rápidos cambios que han tenido lu-
gar en el presente siglo, el estudiar la vida y la obra de personas del xix
a través de sus propias vidas y en su propio contexto requiere un es-
fuerzo menor de la imaginación histórica. Entre los modernos Estados
nacionales de Europa, Alemania e Italia alcanzaron la existencia inde-
pendiente y unificada en el curso del siglo xix; se extendió el modelo
de la civilización industrial, transformando la vida, predominantemen-
te agrícola, que había caracterizado Europa desde la Antigüedad.
También en lo intelectual fue testigo el siglo xix de la aparición de
las condiciones modernas. Se fundaron nuevas universidades en Euro-
pa y América; la interacción de la erudición europea y americana, aho-
ra una fuerza tan vital en la educación, no se inició en serio hasta di-
cho siglo. La educación popular se extendió cada vez más y la meta de
la alfabetización universal llegó a ser por primera vez para los gobier-
nos un proyecto práctico. Las sociedades culturales y las publicaciones
periódicas asociadas a ellas habían hecho ya su aparición, pero muchas
de las más conocidas hoy en las bibliotecas universitarias habían empe-
zado a publicarse en el siglo xix; la mejora de las comunicaciones con-
virtió el intercambio de artículos y la reseña sistemática de libros en el

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rasgo dominante de la vida académica a la que estamos habituados
ahora.
En lingüistica, muchos de los estudiosos cuyas obras se llevaron a
cabo en el siglo xix son conocidos por los estudiantes mucho antes de
profundizar conscientemente en la historia de su disciplina. Grimm,
Whitney, Meyer-Lübke, Max Müller, Brugmann y Sweet son sólo unos
pocos ejemplos de los estudiosos decimonónicos que frieron en parte
los responsables de configurar sus ramas de la lingüística en las pautas
siguiendo las cuales, en sentido amplio, aún se enseñan en los libros de
texto actuales.
Es un lugar común en lingüística decir que el siglo xix fue la era del
estudio histórico y comparativo de las lenguas, sobre todo de las len-
guas indoeuropeas. Esto está en buena medida justificado, pero no sig-
nifica que no se hubiese emprendido ninguna investigación histórica
basada en la comparación de lenguas antes de esa época ni que todos
los demás aspectos de la lingüística se descuidaran durante el siglo xix.
Sucede sin embargo que dicho siglo presenció el desarrollo de los con-
ceptos modernos, teóricos y metodológicos, de la lingüística histórica
y comparada, y que la mayor concentración de esfuerzo erudito y de
capacidad erudita se dedicó a este aspecto de la disciplina en vez de a
otros. En fecha tan tardía como 1922, O. Jespersen, que hizo tanto
como muchos otros por impulsar la lingüística sincrónica y descripti-
va, pudo escribir en el clima decimonónico de opinión aún prevale-
ciente que la lingüística era principalmente un estudio histórico1; al-
gunas de las ideas más estimulantes sobre la estructura del lenguaje
sugeridas a principios de siglo se aplicaron primero a una visión del
lenguaje primordialmente histórica.
Es correcto calificar de esporádicas a las obras históricas sobre el
lenguaje anteriores al xix, no porque carecieran necesariamente de pe-
netración o de una cierta apreciación de lo que estaba en juego, sino
porque las sugerencias e investigaciones de algunas personas quedaron
en buena medida como algo aislado; como no fueron reemprendidas
o desarrolladas por una sucesión continuada de estudiosos, cada nue-
vo pensador disponía de pocas cosas sobre las que construir o a las que
reaccionar. No fue así después de 1800, cuando nos vemos frente a una
notable continuidad en la investigación centrada en un campo especia-
lizado de la teoría y la práctica en el cual generaciones de estudiosos,
la mayoría alemanes o de otros países pero formados en Alemania, ela-

1 jespersen, 1922.7. Comp. H. Paui, Prinzipien der Spmchgcschichte, Halle, 1920, 204.

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boraron su materia sobre la base de los que habían hecho sus predece-
sores o sus contemporáneos anteriores. Podían empezar donde habían
terminado quienes les antecedieron, o bien reaccionar contra lo que
consideraban errores de hecho o caminos equivocados de la teoría,
pero el sentido de continuidad de los logros, que condujo a una culmi-
nación, aunque no desde luego a un punto final, a finales del siglo, ha
de considerarse como un tributo a los sabios de la época y como una
inspiración para quienes rememoran hoy esta notable centuria de acer-
tados empeños.
Se puede decir que los trabajos de autores europeos sobre las rela-
ciones históricas de grupos concretos de lenguas comenzaron con
Dante (1265-1321), si bien la relación del islandés y el inglés en virtud
de las semejanzas de formas de palabras ya había sido puesta de relie-
ve en el siglo xn por el brillante «Primer Gramático» (pág. 116). La obra
de Dante De vulgari eloquentia ha sido mencionada ya en relación con
el ascenso postmedieval de rango de las lenguas vernáculas europeas
(pág. 151); esta misma obra contiene una descripción de la génesis de
las diferencias dialectales y de aquí de diferentes lenguas a partir de una
única lengua de origen como resultado del transcurso del tiempo y de
la dispersión geográfica de los hablantes2. Dante reconoció tres fami-
lias lingüísticas propiamente europeas: el germánico en el norte, el la-
tín en el sur y el griego ocupando parte de Europa y del Asia contigua3.
Dividió la zona latina contemporánea en tres diferentes lenguas verná-
culas, todas ellas descendientes del latín conservado por los gramáti-
cos; esta ascendencia común era visible en el considerable número de
palabras que cada una compartía con las demás y que podía ser referi-
da a una sola palabra latina.
Como marcas diagnósticas de sus divisiones del lenguaje, Dante
utilizó un método que volvemos a encontrar en J. J. Escalígero (pági-
nas 235-236) y contenido como recurso clasificador en la división binaria,
muy posterior, del indoeuropeo en los grupos centum y satem. Eligió el
significado de una única palabra y observó su expresión en diferentes
lenguas; así, las lenguas germánicas contestan afirmativamente con
«io» (ja, etc.) y tres lenguas derivadas del latín utilizan «si» (latín sic) en
Italia, «oc» (latín hoc) en el sur de Francia y «oil» (latín hoc ille) en el nor-

2 Libro 1, cap. 9. Véase también G. Bonfante, «Ideas on the kinship o f the European
languages from A.D. 1200 to 1800», Cahiers d’histoire mondiale, 1,1953-4, 679-99; Robins,
«The history of language classification», Current trends in linguistics, ed. T. A. Sebeóle, 11,
1073, 3-41.
3 Libro 1, cap. 8.

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te de Francia [hoc ille, él (hace) esto, se había generalizado como res-
puesta afirmativa a una pregunta en esta zona]4. De la división surgen
los nombres de las principales regiones lingüísticas de Francia, Langue
i ’oc (provenzal) en el sur y Langue d’oil en el norte.
Dante era muy consciente de la existencia de diferencias dialecta-
les dentro de esas áreas lingüísticas; en sucesivos capítulos explora la
posibilidad y deseabilidad de un italiano estándar culto para toda la
península y ofrece una panorámica m uy detallada y bien ejemplifica-
da de los dialectos italianos, junto con juicios estéticos sobre ellos se-
gún los cuales ninguno se considera perfecto y se desprecian los dia-
lectos locales y populares toscano y romano de su tiempo. En esta
época dio comienzo la duradera Questione della lingua, el debate sobre
qué variante del italiano debería tomarse como lengua estándar de la
península italiana. Continuó durante la época decimonónica de la
unificación italiana y se resolvió finalmente en favor del habla floren-
tina educada5.
Toda la detallada clasificación de Dante se inserta en la concepción
de que la diferenciación lingüística del mundo había surgido de la ma-
nera descrita en la historia de la Torre de Babel (Génesis, 2), con el he-
breo como primera lengua que se habló en la tierra antes de la cons-
trucción de la Torre y lengua hablada por Adán como don de Dios6.
La monogénesis de todas las lenguas y la atribución al hebreo de la
categoría de lengua original o más antigua era una idea general en los
primeros siglos de la era cristiana, en la que la ciencia había de recon-
ciliarse con el relato del Génesis de la creación literalmente interpreta-
do. Puede compararse con los tempranos esfuerzos de geólogos y zoó-
logos para encajar sus observaciones a la aparente cronología y secuen-
cia de acontecimientos que aparecen en el Antiguo Testamento7. La
monogénesis de todas las lenguas en el hebreo siguió aceptándose du-
rante varios siglos y, lo que es quizá más importante teóricamente,
cuando fue cuestionada lo fue por medio de la presentación de una
lengua rival como lengua originaria conservada o «lengua más anti-
gua». El hecho de que el latín, progenitor de las lenguas romances,
también se hubiese conservado como lengua escrita durante la época
anterior al Renacimiento, y como lengua hablada de los servicios de la

4 E. Bourciez, Eléments de linguistique romane, París, 1946, § 320 c.


5 Libro 1, caps. 10-16; M. Maiden, A linguistic history of Italian, Londres, 1995.
6 Libro 1, caps. 4 y 6.
7 Comp. J. C. Greene, The death o f Adam, Nueva York, 1961, 62-3, 235.

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Iglesia Católica Romana y como linguafranca de las personas cultiva-
das, hizo tal vez más plausible la idea de un antepasado lingüístico
conservado más general. Célebre en este género de cuestionamiento
fue Goropius Becanus, que en una sorprendente serie de etimologías
declara que la «primera» lengua, el «cimerio», se conservó en el flamen-
co-holandés8, pero este autor no fue el único.
No faltaron modelos alternativos de relaciones históricas de len-
guas en la época que transcurrió entre Dante y sir William Jones (he-
mos aludido ya a tempranos estudios de la historia de las lenguas ro-
mances llevados a cabo por eruditos renacentistas, págs. 211-212); pero
no fueron reemprendidos ni desarrollados por sus contemporáneos.
J. J. Escalígero (1540-1609), hijo dej. C. Escalígero (pág. 163), un estu-
dioso de amplios y variados conocimientos, prescindió de dos dogmas
falaces que distorsionaron la dimensión histórica del lenguaje, la su-
puesta relación histórica lineal entre el griego y el latín, por la cual se
pensaba que el latín descendía directamente de un dialecto del griego
con algunas mezclas extrañas (comp. pág. 88), y el supuesto origen de
todas las lenguas en el hebreo. Escalígero reconoció once familias lin-
güísticas, cuatro mayores y siete menores, que abarcan el continente
europeo, dentro de las cuales las lenguas que son miembro de cada
una guardaban una relación genética, pero entre las cuales no podía es-
tablecerse relación alguna. Estas familias coinciden en líneas generales
con los grupos modernos por lo que se refiere a las lenguas que perte-
necen a cada una, pero comprenden lo que ahora se reconoce como
subfamilias de familias distintas más amplias, entre las cuales están la
indoeuropea y la fmo-ugria.
Las familias que concibió Escalígero como producto de determina-
das lenguas anteriores, siguiendo el modelo del latín y las lenguas ro-
mances, fueron designadas por él Muttersprachen o Matrices linguae (len-
guas madre). Las cuatro familias mayores de las once de su clasifica-
ción corresponden a las actuales grupos romance, griego, germánico y
eslavo dentro del indoeuropeo. Sobre la base de las similitudes léxicas
entre miembros de una familia denominó a cada familia en referencia
a las palabras utilizadas para «Dios», que mostraban evidentes semejan-
zas de forma dentro de cada una, pero con las palabras de las otras tres.
Así, se refirió a lenguas de Deus, lenguas de Tbeós, lenguas de Godt y
lenguas de Boge, respectivamente. En vista de su perspicacia y de los re-
sultados de ésta es de lamentar que no siguiera examinando formas de

8 Origines Antwerpianae, Amberes, 1569.

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palabras que dejan ver similitudes notablemente obvias entre las cua-
tro familias antes de negar toda relación, ya léxica ya gramatical, entre
ellas9.
Los eruditos del siglo x v i i hicieron otros intentos de clasificación
de las lenguas del m undo conocidas de los europeos contemporáneos
y estudios del propio método comparativo; hacia finales del siglo dos
estudiosos suecos presentaron un modelo más desarrollado de rela-
ción histórica entre las lenguas. G. Stiernhielm (que seguía conside-
rando el hebreo como el origen de todas las lenguas), en su edición
de la Biblia gótica, puso unas junto a otras las inflexiones del latín ha-
bere y el gótico haban (haber, tener), y a pesar de la falta de afinidad
entre las raíces, la cual desconocía, pudo argumentar basándose en las
terminaciones personales que las dos lenguas eran descendientes es-
trechamente relacionados de un único antepasado10. En una confe-
rencia, A. Jáger habló de una lengua antigua que se había extendido,
como consecuencia de las migraciones, por Europa y parte de Asia y
había producido de este modo lenguas «hijas» que a su vez habían
dado lugar a las lenguas conocidas hoy como persa, griego, las len-
guas romances, las lenguas eslavas, celta, gótico y las lenguas germá-
nicas, aunque no había quedado resto alguno de la lengua madre ori-
ginaria11.
Casi un siglo después de J. J. Escalígero, Leibniz (1646-1716) cen-
tró su atención en la lingüística histórica en el curso de sus especulacio-
nes y discusiones filosóficas, más conocidas, sobre cuestiones de lin-
güística sincrónica (pág. 167). Leibniz no veía ninguna razón para des-
cartar una teoría monogenética de las lenguas del mundo, pero no
buscó su origen en una lengua viva o atestiguada; situó firmemente el
hebreo dentro la familia árabe. Leibniz se fue al extremo opuesto de
J. J. Escalígero; como éste, sus grupos menores coinciden con los ac-
tuales; Leibniz fue uno de los primeros que plantearon las relaciones
históricas entre el finés y el húngaro, pero fue más lejos y sobre la base
de supuestas «raíces» comunes de palabras estableció dos grandes divi-
siones de la lengua originaria, jafética o celto-escita (un término utiliza-
do también por otros) y arameo, que abarcan respectivamente las len-
guas del norte, incluyendo toda Europa, y las lenguas del sur; así pudo

9 «Matricum vero inter se nulla cognatio est, ñeque in verbis ñeque in analogia»,
Diatriba de Europaeorum linguis» [En verdad los troncos no tienen entre sí ningún
parentesco, ni en palabras ni en analogía] (Opuscula varia, París, 1610, 119-22).
10 Estocolmo, 1671 (glosario), 78-9.
11 De lingua vetustissima Europae, Estocolmo, 1686.

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vincular su sistema de relaciones entre lenguas con el relato bíblico de
los hijos de Noé (Génesis, 10)12.
Leibniz indicó algunos de los principios gracias a los cuales la in-
vestigación lingüística histórica se puede emprender de manera fructí-
fera. Observó los testimonios que dan los topónimos y nombres de
ríos de la distribución anterior de lenguas en zonas en las cuales retro-
cedieron después a causa bien de la expulsión de los hablantes, bien de
la sustitución de la lengua tras la llegada de otros pobladores; Leibniz
hace referencia a la lengua euskera, actualmente confinada a un rincón
del país fronterizo francoespañol de los Pirineos occidentales y cuya
extensión por una zona más amplia de la Península Ibérica se ha com-
probado de esta manera13.
En vista de la importancia del estudio etimológico en la lingüística
histórica, Leibniz urgió la preparación de gramáticas y diccionarios de
las lenguas del mundo, atlas lingüísticos y un alfabeto universal basado
en las letras latinas al cual se podían transcribir las escrituras no latinas de
diversas lenguas. En especial trató de animar a los gobernantes de Rusia
a que empezasen a hacer informes sobre las numerosas lenguas no euro-
peas de su territorio y a recopilar listas de palabras y textos modelo de
ellas. Podemos mencionar aquí también a J. Ludolf (1624-1704), autor
de gramáticas del amhárico y el etiópico, quien en su correspondencia
con Leibniz subrayó la necesidad de testimonios morfológicos al igual
que léxicos para el establecimiento de relaciones históricas14.
La recogida sistemática de material que iba a servir para el estudio
comparativo de las lenguas había constituido un notable rasgo de los
siglos posteriores al Renacimiento, en los que el m undo europeo se es-
taba expandiendo rápidamente. Se prepararon laboriosamente y se pu-
blicaron, sobre todo en el siglo xvm, listas de palabras y estudios de
lenguas, diccionarios y textos interlinguales, habitualmente los textos
que formaban parte del culto cristiano y en especial el Padrenuestro.
Dos de estos estudios llevaban el título de Mithridates, en deferencia al
monarca políglota del antiguo Ponto (pág. 85), el primero del suizo
C. Gesner en 1555 y el segundo en las vísperas de la nueva era de estu-
dios históricos, en 1806 y 1817, de J. C. Adelung15.

12 G. W. von Leibniz, Nette Abhandltmgen, Frankfurt, 1961, vol. 2,20-1; Arens, 1969,
94-104; De Mauro y Formigari, 1990.
13 C. I. Gerhardt (éd.), Die philosopbischen Schriften von G. F. Leibniz, Berlin, 1882,
vol. 5, 263-4. También S. von der Schulenburg, Leibniz ah Sprachforscher, Frankfurt, 1973.
14 Arens, 1969, 102, 105-6.
15 Zurich, 1555; Berlin, 1806 y 1817.

2 37
La exposición de Adelung se sitúa típicamente en la frontera entre
las anteriores épocas no sistematizadas de especulación y recopilación
y la época posterior de organización de familias genéticamente relacio-
nadas. Sus agrupaciones seguían criterios de proximidad geográfica, a
los que dotaba de significación histórica, asociando así el griego y el la-
tín en una familia estrechamente unida. Sin embargo, por escribir en la
época en que lo hizo incluyó el sánscrito entre las lenguas de la In-
dia y, como Jones antes que él, señaló el testimonio, inconfundible
en el sánscrito, de su relación histórica con las principales lenguas de
Europa16.
El interés lingüístico de Catalina II por sus dominios rusos tuvo
como resultado la publicación en 1786-89 de listas comparativas de pa-
labras de doscientas lenguas; fueron recopiladas por el alemán P. S. Pa-
llas, que veía su obra en un contexto más amplio ya que la tituló Voca-
bularios comparativos de ¡as lenguas de todo el mundo11'. La obra de Pallas
fue reseñada por C. J. Kraus en 1787 en un trabajo que cubría los im-
portantes campos a los que debe dirigirse la lingüística comparativa
para hacer sus progresos: la fonética, la semántica, la estructura grama-
tical y la localización y distribución geográfica de las lenguas18. En vir-
tud tanto de su fecha como de sus muy reales méritos este trabajo debe
leerse aún como introducción al estudio de la lingüística histórica y
comparativa.
Gran parte de la labor de recopilación de material lingüístico
que tuvo lugar en el siglo x v i i i produce hoy sin duda una impresión
arbitraria y no conformada por ninguna teoría global o rectora, al
igual que las teorías, bastante generales, sobre el origen y evolución
del lenguaje expuestas en la misma época y a las que hemos aludido
en el capítulo precedente, parecen ser en buena medida especulacio-
nes por falta de datos adecuados de lenguas reales. Pero estas dos
tendencias separadas tienen su lugar en la corriente de la historia,
apareciendo, de forma contigente pero afortunada, en los años exac-
tamente anteriores al fructífero descubrimiento de las relaciones en-
tre el sánscrito y las principales lenguas de Europa, que en las favo-
rables circunstancias académicas de principios del siglo xix constitu-

16 Adelung, Mithridates, vol. 1, 149-50. Catalina buscó también la ayuda del rey de
España Carlos III para obtener información sobre las lenguas nativas americanas (C. L. de
Tovar, «J. C. Mutis on American Languages», Historiographia lingüistica, 11, 1984,213-29).
17 Linguarum totius orbis vocabularia comparativa, San Petersburgo, 1786-89.
18 Arens, 1969,136-46. Para una panorámica de los trabajos tempranos sobre lingüística
comparativa, véase Bonfante, 1953-4.

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yó el estímulo a la integración de teoría y datos en una era de pro-
greso continuo.
Durante el siglo xvm, y de hecho desde el Renacimiento, habían
continuado la reflexión seria y las investigaciones factuales sobre las re-
laciones históricas entre las lenguas y sobre las familias históricas o ge-
néticas que se podían descubrir y establecer sobre esas bases. El interés
principal se había centrado en la comparación de los vocabularios y es-
tructuras de lenguas europeas modernas con los del latín y en la evi-
dente relación histórica, fuera cual fuera exactamente, entre el latín y
las lenguas romances.
Estas investigaciones históricas fueron acompañadas, especialmen-
te en el siglo x v i i i , de un serio examen del posible origen y desarrollo
del habla y el lenguaje humanos como tales, una vez más en referencia
al vocabulario y a la estructura gramatical. La etimología, el estudio
histórico de elementos de vocabulario, y la tipología lingüística, como
se denomina hoy, fueron el tema de exposiciones sistemáticas en ar-
tículos en la Encyclopédie francesa, publicada en la segunda mitad del si-
glo x v i i i . Los enciclopedistas establecieron un precursor de la tipología
de los siglos XIX y xx en su distinción básica entre dos tipos o tenden-
cias tipológicas contrapuestos, langues analytiques y langues transpositives,
en sentido amplio y respectivamente, las que, como varias lenguas eu-
ropeas modernas, con relativamente pocos rasgos morfológicos, se
apoyan en el orden de palabras, supuestamente el orden natural del
pensamiento, y las que, como el griego y el latín, poseen una amplia
morfología que puede por tanto permitirse mucha más variación en el
orden de palabras sin que ello afecte a la gramática de sus oraciones.
Estos autores también tienen en consideración el paso de tiempo entre
un tipo y otro19.
Hay que subrayar sin embargo que aunque estos campos de inves-
tigación tenían en general una orientación histórica no estaban dife-
renciados sistemáticamente. Los enciclopedistas se negaron a conside-
rar el francés como descendiente directo del latín porque la estructura
gramatical de éste, «le génie principal de la langue», era m uy diferente de
la del francés; antes bien se pensaba que el francés era la continuación
moderna de una lengua celta muy anterior que, durante la época del
dominio romano, había incorporado muchas palabras latinas20. A este
respecto, sir William Jones, a menudo considerado como un precursor

19 Robins, «The history of language classification», en T. A. Sebeok (éd.), Ciment


trends in linguistics, 11, 1973, 3-41 (véanse págs. 33-34).
20 Robins, «The life and work of Sir William Jones», TPS, 1987, 11; ibid., 10; ibid., 12.

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de la doctrina histórica establecida del xix por su famoso párrafo que
hacía el panegírico del sánscrito y proponía su parentesco histórico
con la mayoría de las lenguas europeas (pág. 210), era un hombre del
siglo XVIII. En el párrafo aludido se basa en dos pruebas del origen co-
mún, la etimología en las «raíces de los verbos» y la estructura en las
«formas de la gramática»; en otro discurso aclara que de los dos conce-
de preferencia a la «similar ordenación gramatical» de las lenguas que
se tienen por genéticamente relacionadas. Además, acerca de la rela-
ción histórica entre el moderno hindi y el sánscrito es tan firme en su
juicio como lo fueron los enciclopedistas acerca de las relaciones entre
el francés y el latín; las discrepancias entre las estructuras sintácticas de
las lenguas excluyen una relación de descendencia, a pesar del hecho
de que «cinco de cada seis palabras del hindi se derivan del sánscrito».
Pero la indeterminación de la metodología de la época queda bien ilus-
trada por la interpretación totalmente contraria de los mismos hecho
sólo dos años después por Halhed, quien afirmó que, a pesar de sus di-
ferencias estructurales, el testimonio etimológico era una prueba irrefu-
table del origen sánscrito de la lengua: «Se deriva indudablemente del
sánscrito... mientras que los mismos sonidos se aplican casi constante-
mente en las dos lenguas para representar las mismas ideas... las infle-
xiones... y los modos del régimen gramatical son muy diferentes.»
Un examen de la bibliografía relevante de los siglos x v i i y x v i i i
muestra cuán variadamente se explotaron y defendieron en la clasifica-
ción de las lenguas en familias históricas la comparación tipológica y
las correspondencias etimológicas. Desde luego, los cambios en la es-
tructura gramatical y los cambios en las formas y significados de pala-
bras y morfemas son procesos históricos, y por lo tanto son relevantes
en el estudio histórico de las lenguas. En los estadios primitivos del
cambio lingüístico, dos o más lenguas que divergen de la misma len-
gua origen exhiben semejanzas léxicas y estructurales, pero las corres-
pondencias léxicas son mucho más duraderas. Dos lenguas tan distin-
tas topológicamente como el sánscrito y el inglés moderno siguen pre-
sentando suficientes correspondencias léxicas como para incluirlas a
ambas en la familia indoeuropea. La clara separación de tipología y eti-
mología y la apreciación del papel propio de cada una fueron logros
del siglo XIX21.

21 Lord Teignmouth (Peter Shore) (éd.), 77;« works ofSir WilliamJones, 3, Londres, 1807,3;
N. Halhed, A grammar of the Bengal language, Hoogly, 1778, ix; comp. G. J. Metclaf, «The
Indo-European hypothesis in the sixteenth and seventeenth centuries», en Dell Hymes (ed.),
Studies in the history o f linguistics, Bloomington, 1974, 233-57; H. Hoenigswald,

240
En gran parte, los lingüistas del xix se centraron en el estudio his-
tórico de las lenguas indoeuropeas, en el que se realizó la mayoría de
los avances y refinamientos en método y teoría. Esta época de la lin-
güística fue casi el coto cerrado de los eruditos alemanes, y los proce-
dentes de otros países que trabajaron en él o bien se habían formado
en Alemania, como el americano W. D. Whitney, o bien eran expatria-
dos alemanes, como Max Müller en Oxford. Com o hemos visto antes,
el descubrimiento europeo del sánscrito fue la fuente primaria de este
progreso; varios de los primeros estudiosos de la lingüística histórica
eran expertos en sánscrito, como los hermanos A. W. y E Schlegel
(1767-1845 y 1772-1829), F. Bopp (1791-1867) y A. F. Pott (1802-1887).
En 1808, F. Schlegel publicó el tratado Sobre la lenguay ¡a sabiduría
de los indios, en el que destacaba la importancia de estudiar las «estruc-
turas internas» de las lenguas (es decir, su morfología) por la luz que se
podía arrojar sobre sus relaciones genéticas22; al parecer el término ver-
gleichende Grammatik (gramática comparada, todavía utilizado con fre-
cuencia como denominación para la lingüística comparada e histórica)
fue introducido por Schlegel. Fue de hecho en la comparación de la
morfología flexiva y derivacional del sánscrito y las demás lenguas in-
doeuropeas, especialmente el latín y el griego, en lo que se centraron
los primeros comparatistas. Se puede observar el título de la publica-
ción de Bopp de 1816, Sobre el sistema de conjugación del sánscrito en com-
paración con el delgriego, el latín, elpersay el alemán, y el más significativo
aún del posterior informe de T. Benfey sobre las obras de la primera
mitad del siglo xix, La historia de la lingüisticay lafilología oriental en Ale-
mania. En el punto culminante del nacionalismo alemán, tres años
después de que el fúsil de retrocarga prusiano hubiera derrotado a las
fuerzas de Austria en Koniggrátz y dos años antes de la fundación del
Imperio Alemán tras la guerra francoprusiana, Benfey pudo escribir
que los primeros que trabajaron en su campo se hallaban entre «las es-
trellas más brillantes del paraíso intelectual alemán» y que la compañía

«Etymology against grammar in the early 19th century», en Droixhe, 1984, 95-100; J. C.
Muller, «Saumaise, M onboddo, Adelung: vers la grammaire comparée», en S. Auroux
et al. (eds.), Matériaux pour ι/ne histoire des théories linguistiques, Lille, 1984, 389-96. Sobre la
clasificación de las lenguas amerindias, P. S. Duponceau, en los primeros años del
siglo XIX, fue especialmente claro a este respecto; su obra y otras obras americanas están
documentadas por M. R. Haas en «Grammar or lexicon? The American Indian side of
the question from Duponceau to Powell», IJAL, 35, 1969, 239-55.
22 Überdie Sprache und Weisheit der Indier, Heildelberg, 1801. Trad, inglesa de partes de
este texto en Lehmann, 1967, 21-8. Schlegel, Uber die Sprache, 28 (impr. y ed. E. F. K. Koer-
ner, Amsterdam, 1977).

241
de hombres distinguidos que habían contribuido al desarrollo de esta
rama del saber eran casi exclusivamente hijos de la patria23.
Aun admitiendo la justicia de esta afirmación, hemos de señalar no
obstante que dos obras pioneras sobre la relación lingüística a través
del estudio comparativo de las inflexiones habían sido llevadas a cabo
fuera del indoeuropeo y por estudiosos no alemanes a fines del siglo
anterior. En 1770 P. Sajnovics publicó su Prueba de que la lengua de los
húngarosy la de los lapones son una y la misma, y en 1799 S. Gyámarthi
probó el parentesco histórico del húngaro y el finés24.
Tres de los investigadores más conocidos de la ciencia lingüística
del siglo XIX son el danés R. Rask (1787-1832) y los alemanes J. Grimm
(1785-1863) y F. Bopp (1791-1867); y es con Rask y Grimm con quie-
nes se puede decir que se inicia realmente el estudio comparativo e his-
tórico de la familia indoeuropea. El término indo-germanisch (indoger-
mánico) apareció en 1823 y fue utilizado por Pott en 1833; en inglés,
Indo-European se cita a partir de 1814.
Se dice a menudo, y justificadamente, que Rask, Grimm y Bopp
fueron los fundadores de la lingüística histórica científica. Rask redac-
tó las primeras gramáticas sistemáticas de noruego antiguo e inglés an-
tiguo25; la Deutsche Grammatik (Gramática germánica más que alemana)
de Grimm26 es considerada como el inicio de la lingüística germanísti-
ca. Los términos, ahora universales, fuerte y débil relativos a las inflexio-
nes (stark y schwach), Ablaut (gradación vocálica) y Umlaut (cambio vo-
cálico atribuible a condiciones anteriores del entorno) son todos ellos
términos técnicos inventados por Grimm; y aunque A. Turgot había
afirmado la existencia de diferentes series de cambios sonoros en la his-
toria de las lenguas concretas en su artículo sobre etimología en la En-
ciclopedia francesa en 175627, fue Rask quien impuso el orden por pri-
mera vez en las relaciones etimológicas estableciendo diferentes com-
paraciones de formas de palabras, emparejando un sonido de una
lengua con un sonido de otra ejemplificado en una serie de palabras
distintas. Escribió: «Si se encuentra que hay entre dos lenguas una

23 Über das Conjugationssystem der Sanskritsprache in Vergleichung mit jenem der


griechischen, lateinischen, persischen, undgermanisschen Sprache, Frankfurt, 1816; Trad, inglesa
de partes en Lehmann, 1967, 38-45.
24 Demostratio idioma ungaromm et kponttm idem esse, Copenhague, 1770; Affinitas
linguae Hungaricae cum linguis Fennicae originis grammaticae demonstrata, Gôttingen, 1799.
25 Vejledning til det islandske ellergamle nordiske sprog, Copenhague, 1811; grammar of
the Anglo-Saxon tongue (tr. B. Thorpe), Copenhague, 1830.
26 Gottingen, 1819-37.
27 M. E. Daire (ed.), Oeuvres de Turgot, Paris, 1844, vol. 2, 724-52.

2 42
coincidencia en las formas de palabras indispensables en una medida
tal que se pueden descubrir las reglas de los cambios de letras pasando
de una a otra, entonces hay una relación básica entre ambas lenguas»;
las correspondencias que ahora se conocen con el título de «ley de
Grimm» fueron de hecho aseveradas e ilustradas por primera vez por
Rask en la obra que acabamos de citar, y algo semejante a estas corres-
pondencias había sido observado por Kanne en 180428.
La «ley de Grimm» apareció por primera vez en la segunda edición
de su Deutsche Grammatik (1822), después de que el autor hubiese leído
la obra de Rask, en una larga sección sobre «las letras» (von den Buch-
staben). Viéndolo retrospectivamente percibimos la importancia en la
historia de la formulación de Grimm como la primera de las leyes fo-
néticas que habían de configurar la estructura y el soporte de la familia
indoeuropea y otras familias lingüísticas. Sigue siendo la mejor conoci-
da de todas las correspondencias de series fonéticas dentro del indoeu-
ropeo; abarca en lo esencial relaciones entre clases de consonantes de
tres lugares de articulación y de tres tipos de emisión en las lenguas ger-
mánicas en comparación con otras lenguas indoeuropeas. Estas rela-
ciones fueron establecidas por Grimm en el griego, el germánico y el
, alto alemán antiguo; requirieron el posterior complemento de la ley de
Yerner para explicar los resultados diferenciales del lugar del primitivo
acento de palabra; la tradicional circularidad con que se presentan las
correspondencias, y el uso de Grimm del Kreislauf(rotación) para des-
cribir los sucesivos cambios desde el estadio pregermánico representa-
do por el griego a través del gótico hasta el alto alemán antiguo, depen-
dían de la identificación, por completo no fonética, de las oclusivas as-
piradas como [ph], [th], [kh] con las correspondientes fricativas [f], [Θ],
[x] (o [h]), una identificación sólo posible seguramente cuando el estu-
dio del cambio fonético aún se acometía como estudio de las letras.
Pero aunque la terminología de los «cambios de letra» y algunas de sus
confusiones se mantuvieron con Rask y Grimm, sus obras señalan un
avance muy claro respecto de las ideas, hasta entonces considerable-
mente carentes de criterio, sobre las posibilidades de sustituir un soni-
do (letra) por otro en la historia de las lenguas [en su 3.a edición (1840)
Grimm cambió el título de la sección por el de «von den Lauten» (de los
sonidos)]. Los detallados ejemplos de lenguas concretas, en relación

28 Undersogelse om det gamk nordiske eller islandske sprogs oprindelse, Copenhague, 1818
(L. Hjelmslev, Atisgewühlte Abhandlungen, Copenhague, 1932, vol. 1,49-51); trad, inglesa
de partes, Lehmann, 1967, 29-37. J. A Kanne, Uber die Verwandschaft dergriechischen und
deutschen Sprache, Leipzig, 1804.

2 43
con familias lingüísticas concretas, y el posterior estudio sistemático de
etimologías como las que Pott presentó en sus Investigaciones etimológi-
cas en el campo de las lenguas indogermánicas29 empezaron a reemplazar a
las generalizaciones a priori de los pensadores del siglo xvm sobre el
origen y la evolución del lenguaje por series que se reforzaban mutua-
mente de correspondencias léxicas entre determinadas series de pala-
bras y morfemas en determinados grupos de lenguas.
Sin embargo hemos de tratar de ver la obra de estos primeros lingüis-
tas históricos y comparatistas también en su contexto contemporáneo,
no solamente en su manera de ajustarse a nuestro propio y posterior cua-
dro de la evolución de la lingüística. El mismo término «ley de Grimm»
es un anacronismo; él no hizo un uso técnico del término ley para des-
cribir aquello a lo que se refería como mutación fonética (Lautverschie-
bung); en un pasaje muy citado observaba: «La mutación fonética es una
tendencia general; no se sigue en todos los casos»30. Grimm y Bopp eran
hijos de su tiempo y se nutrían del historicismo y el nacionalismo carac-
terísticos de la época romántica en la que vivían y con los que estaban
en armonía. A. W. Schlegel fue el traductor alemán de Shakespeare, que
se consideró en lo sucesivo parte de la literatura alemana («unser Shakes-
peare» [nuestro Shakespeare]) y se vio en espíritu muy a tono con el
Sturm undDrang (tempestad y empuje) y con los movimientos románti-
cos de la vida y las letras alemanas. Grimm trabajó con su hermano Wil-
helm recopilando los cuentos de hadas alemanes que formaron la base
de los «cuentos de Grimm», conocidos y amados por los niños del m un-
do entero. Esta obra, junto con los estudios de Jacob Grimm sobre la
lengua germánica, se insertan en el general surgimiento del orgullo ale-
mán que se inició a comienzos del siglo x v i i i , época en la que Leibniz
apremiaba al cultivo de la lengua y proponía la compilación de un dic-
cionario de todas las variantes del alemán, y que presenció tan notable
florecimiento de la literatura alemana a partir de entonces31.
Grimm aplicó las ideas de Herder (pág. 194) sobre las estrechas re-
laciones entre una nación y su lengua a la dimensión histórica del len-

29 A. F. Pott, Etymologische Forschtmgen a uf dan Gebiete der indogermanischen Sprachen,


Lemgo, 1833-6.
30 «Die Lautverschiebung erfolgt in der Masse, tut sich aber im einzelnen niemals
rein ab», Deutsche Grammatik, 2.a ed., Berlín, 1870, vol. 1, 503.
31 Unvorgreifliche Gedanken betreffend die Ausiibung und Verbessernng der dentschen
Sprache (Qtiellen und Forscbungen zur Sprach- und Culturgeschichte, 23, 1877, 44-92). Sobre
el rumbo y consecuencias del movimiento romántico en la lingüística alemana véase
P. Schmilter, «Der “Romantische” Forschungsanzatz», Miinstercbes Logbitch zurLingnistik,
4, 1993, 87-111.

244
guaje, viendo de hecho en la mutación fonética a la que dio su nom -
bre una temprana afirmación de independencia por parte de los ante-
pasados de ios pueblos alemanes32, interpretaciones nacionalistas de
los fenómenos lingüísticos que W. Scherer, dos generaciones después,
llevó aún más lejos33.
Las concepciones lingüísticas del siglo x v i i i configuraron gran par-
te del escenario en el que aparecería la obra de comienzos del xix. La
Investigación de Rask recibió un premio de la Academia Danesa de la
Ciencia por indagar la fuente de la que la lengua escandinava antigua
podría haberse derivado con mayor seguridad34, aunque el autor se
negó a reconocer esta «fuente» en ninguna lengua existente o atestigua-
da. Bopp veía como objetivo principal de su Sistema de conjugación la re-
construcción de la estructura gramatical original de la lengua cuya gra-
dual desintegración había producido las lenguas de existencia compro-
bada de la familia indoeuropea35. El cambio lingüístico se concebía
como la ruptura de un estado lingüístico integral originario36; en esta
época se consideraba que el sánscrito no era en realidad la lengua ori-
ginaria de la familia, sino la más próxima a ella en su estructura morfo-
lógica. En una sorprendente metáfora, Meillet declaró que Bopp, en su
búsqueda del estado original de la lengua indoeuropea, llegó a descu-
brir los principios de la gramática comparada como Cristóbal Colón
descubrió América en su búsqueda de una nueva ruta a la India37. En
su posterior Gramática comparada Bopp declaró que su objetivo era una
descripción comparativa de las lenguas de las que se trataba, una inves-
tigación de las leyes que las rigen y del origen de sus formas flexivas38.
Tanto el uso de comparaciones como clave de la historia anterior
como la concepción del cambio como degeneración de la primitiva inte-
gridad eran propiedad común del pensamiento científico de la época39.

32 Geschichte der deutschen Sprache, 4.a ed., Leipzig, 1880, vol. 1, 292.
33 W. Scherer, Zur Geschichte der deutschen Sprache, Berlín, 1868. Sobre estos aspectos
de la obra de Grimm véase V. Wyss, Die wilde Philologie:Jacob Grimm und der Historismus,
Munich, 1979.
34 Pedersen, 1931,248-9.
35 Conjugationssystem, 8-11.
36 Comp. Rask, Undersogelse (Hjelmslev, Ausgewáhlte Abhandlungen, vol. 1, 48-9).
37 Meillet, 1922, 458.
38 Vergleichende Grammatik des Sanskrit, Zend, Griechischen, Lateinischen, Litauischen,
Gotischen, undDeutschen, Berlín, 1933, iii.
39 Comp. conde de Buffon (1707-88), Historia natural, tr. ingl. W. Smellie, Londres,
1785, vol. 3, 216, vol. 8, 62-3; J. F. Blumenbach (1752-1840), A manual of the elements of
natural history, tr. R. T. Gore, Londres, 1825.

2 45
Al analizar las formas flexivas de las lenguas de la familia indoeuropea,
Bopp mantuvo vivas otras dos ideas dieciochescas. Tendía a ver las in-
flexiones como el resultado de la afijación anterior de palabras antes se-
paradas, una manera de construir etimologías ya favorecido por Horne
Toolce (págs. 202-203). Así, analizaba los pretéritos débiles del griego como
s5kidedun (buscaron) como si contuvieran un verbo originario «hacer»
y los futuros e imperfectos latinos en -b- (amâbô, amaré, amabam, yo
amaba, etc.) como derivados de la raíz bbü-, ser (enfia , fui, etc.). Como
hemos visto antes, estos procesos de formación de palabras tienen lu-
gar en realidad, y algunas de las etimologías de Bopp se aceptan, pero
su generalización del proceso hasta el punto de analizar el latín amaris,
eres amado, a partir de *amdsis, como si tuviese un elemento -s- empa-
rentado con el pronombre flexivo s(e), y los aoristos y futuros sigmáti-
cos griegos como elüsa y lüso, desaté, desataré, como si contuviesen par-
te del verbo «sen> (griego es-, sánscrito as-), insiste en una teoría a prio-
ri en contra de lo que los hechos justifican. Bopp, en realidad, también
supuso que los exponentes formales de raíz (atributo), cópula (predica-
do) y persona (sujeto) se encontrarían como regla general en las formas
verbales conjugadas, citando un plausible ejemplo latino possum, pue-
do, y algunos ejemplos insostenibles como amâvï, amé, donde identi-
ficó -V- con la raíz bhü-, ser40. Aunque gran parte de su etimología en
estas líneas es imposible, se puede considerar que su finalidad es dar ex-
presión formal al análisis lógico de verbos habitual entre los gramáti-
cos de Port Royal y algunos otros en siglos anteriores41.
La figura más influyente y de mayor importancia histórica en la lin-
güística a mediados del siglo xix es quizá A. Schleicher (1821-68). En
su relativamente corta vida escribió una serie de obras sobre lingüística
histórica y teoría lingüística la más conocida de las cuales es su Com-
pendio de la gramática comparada de las lenguas indogermánicas42. El título
es significativo; la lingüística comparada e histórica en el campo in-
doeuropeo se consideraba ya un tema adecuado para ser presentado
sistemáticamente en un manual que expusiera la situación a la que se
había llegado. La propia evolución de Schleicher en la teoría de la lin-

40 Conjugationssystem, 96, 151, 99, comp. 148; Analytic comparisons of the Sanscrit,
Greek, Latin, and Teutonic languages (1820, reimp. en Internationale Zeitschriftflir allgemeine
Sprachwissenschaft, 4, 1889, 14-60), 23, 46-7, 53-6, 58.
41 Comp. P. A. Verburg, «The background to the linguistic conceptions of Bopp»,
Lingua 2, 1950, 438-68.
42 Compendium der vergleichenden Grammatik der indogermanischen Sprachen; kurzer
Abriss einer lout- und Fomenlehre der indogmnanischen Ursprache, Weimar, Í861 (paginación
de la 4.a éd., 1876).

246
güística histórica se manifiesta en el subtítulo: Sumario de unafonología
y morfología de la lengua originaria indogermánica. Un logro de los co-
mienzos del siglo XIX había sido elaborar el concepto de las familias de
lenguas históricamente relacionadas, cada una de las cuales contiene
un número determinado de miembros derivados de un antepasado
que ya no existe (en vez de buscar entre las lenguas conocidas la «más
antigua» o la «original»). Schleicher dirigió su atención a la naturaleza
y formas de este hipotético antepasado y a las relaciones genéticas que
lo enlazan con sus descendientes conocidos.
Schleicher había aprendido una serie de lenguas europeas en su ju-
ventud. Hizo algo parecido a un estudio de campo del lituano y su
M anual de la lengua lituana fue la primera y sigue siendo una buena des-
cripción de esa lengua43. Sus intereses abarcaban la filosofía (de la va-
riedad hegeliana) y las ciencias naturales, en especial la botánica, ade-
más de la lingüística. La Stammbautheorie o modelo genealógico de ár-
bol, según el cual estableció las relaciones entre la lengua originaria y
las lenguas europeas conocidas, debe algo a los métodos de clasifica-
ción botánica por especies y grupos en el sistema de Linneo, pero es
muy posible que se inspirara en parte en el método comparativo de re-
construir la genealogía de manuscritos expuesta por F. Ritschl, uno de
\ sus maestros44.
Las lenguas existentes fueron agrupadas con arreglo a la posesión
de las características distintivas que compartían (correspondencias léxi-
cas y resultados de cambios fonéticos) para formar subfamilias, germá-
nica, italocelta, etc., para cada una de las cuales se suponía una Grund-
sprache progenitora (lengua común), como el latín hablado conocido es
la progenitora de las lenguas romances; todas ellas se remontaban a
una única Ursprache (lengua originaria) que poseía las características
compartidas por todas ellas. Este antepasado común de las lenguas in-
doeuropeas podía reconstruirse por medio de las formas correspon-
dientes atestiguadas de las diversas subfamilias; el sistema completo de
las lenguas en sus relaciones históricas se exponía en el diagrama de ár-
bol45. Estas formas reconstruidas eran desde luego diferentes de las for-
mas conocidas [y de las formas deducidas en una lengua parcialmente
conocida, como en la (diferente) reconstrucción de una inscripción
fragmentaria], y Schleicher inició la práctica de distinguirlas con un as-

43 Handbuch der litauischen Sprache, Praga, 1856-57


44 Hoenigswald, 1963.
45 Compendium, 7; versión más completa, Die darwinsche Theorie und die Sprach-
wissemchaft, 2.a ed., Weimar, 1873, ad. fin.

247
terisco (de donde la posterior expresión «starredforms» o formas con as-
terisco), pero con todo tenía la suficiente confianza en sus reconstruc-
ciones del indoeuropeo como para publicar de hecho una fábula com-
puesta en la Ursprache, lo mismo que hoy podríamos componer un pa-
saje en una lengua muerta, una aventura por la que autores posteriores
se han gozado en criticarlo46.
La Stammbaumtheorie, como a menudo se denomina el modelo ge-
nealógico de Schleicher, representa un importante progreso en la lin-
güística histórica indoeuropea y en la teoría lingüística histórica en ge-
neral. Proporciona un medio de mostrar los miembros de una familia
lingüística; leyendo desde el antepasado deducido hacia abajo se obtie-
ne una cierta imagen de la historia y de las relaciones históricas de las
lenguas individuales. Está sin embargo abierto a determinadas objecio-
nes, objeciones que exigen no su abandono sino solamente una inter-
pretación sensata de su representación de los hechos, inevitablemente
metafórica. Las lenguas no se dividen simplemente de manera clara en
un momento dado del tiempo correspondiente a una división en una
línea del árbol; el proceso de división comienza a nivel subdialectal y
avanza por una creciente divergencia dialectal hasta que se justifica la
consideración de dos o más lenguas. Este es un proceso prolongado y
gradual, y el punto en el que se llega a cada estadio ha de seguir sien-
do arbitrario. Además, en tanto la contigüidad geográfica permite con-
tactos lingüísticos entre hablantes, diferentes dialectos e incluso dife-
rentes lenguas pueden continuar influyéndose entre sí (a este respecto
la evolución de una familia lingüística y la de una familia botánica son
procesos totalmente diferentes, aunque ambos pueden representarse
mediante un diagrama de árbol). Este último punto fue apreciado por
los sucesores de Schleicher, incluyendo a su discípulo J. Schmidt, que
reconoció que determinadas series de rasgos eran compartidas de ma-
nera exclusiva pero diferente por distintos grupos de lenguas dentro
del indoeuropeo, invalidando así las divisiones únicas de la Stamm-
baumtheorie. Schmidt completó ésta, más que reemplazarla, con su
Wellentheorie o teoría de las ondas de innovaciones, cambios lingüísti-
cos que incluyen cambios fonéticos, las cuales se extienden por un área
determinada de dialecto a dialecto o incluso de lengua a lengua mien-
tras duran los contactos lingüísticos47.

46 Texto en Jespersen, 1922, 81-2.


47 J. Schmidt, Die Vermandschaftsverhàltnisse der indogermanischen Sprachen, Weimar,
1872; comp. L. Bloomfield, Language, Londres, 1935, 314-19; H. M. Hoenigswald y
L. F. Wiener (eds.), Biological metaphor and cladistic classification, Filadelfia, 1987.

248
El modelo de Schleicher tiene su mayor utilidad como representa-
ción literal de la historia lingüística cuando la difusión de la lengua tie-
ne lugar en distancias que implican el aislamiento casi total de los ha-
blantes, por ejemplo, en la época histórica de los colonos holandeses
en Sudáfrica y en algunas comunidades hispanohablantes aisladas en
el Nuevo M undo latino.
La otra gran objeción a una interpretación enteramente literal del
modelo del árbol es que sugiere que las divisiones dialectales son el ras-
go más reciente de la historia lingüística, ya que los dialectos aparecen
en los extremos del árbol. Sólo de manera excepcional como en el caso
del griego antiguo poseemos un conocimiento adecuado de la situa-
ción dialectal de las lenguas muertas; la Ursprache y las lenguas comu-
nes intermedias se establecen precisamente en lo que se supone ha
sido común en cada una a todos los hablantes. Pero todo nuestro co-
nocimiento de las condiciones de la lengua nos lleva a creer que la di-
visión dialectal fue al menos tan pronunciada en los primeros tiempos
como lo fue después (y probablemente más), y en realidad algunas se-
ries de correspondencias dentro de las lenguas indoeuropeas parecen
exigir el reconocimiento de ciertas isoglosas dialectales ya establecidas
dentro de la Ursprache durante la supuesta época de unidad. En la me-
dida en que se puede aplicar al modelo una interpretación estrictamen-
te literal, éste debe leerse hacia arriba como parte del método de la lin-
güística histórica en vez de hacia abajo como imagen exacta de los
acontecimientos históricos.
Un rasgo importante de la Stammhaumtheorie es que el sánscrito
empieza ahora a ocupar su lugar apropiado en la familia. Schleicher le
asignó un sitio como a cualquier otra lengua, en el grupo «ario» (indo-
iranio), aunque supuso que el sistema vocálico sánscrito /a/, /i/, /u /
(la /e / y la /o / del sánscrito clásico eran derivados posteriores de dip-
tongos)48 era también el sistema vocálico indoeuropeo original; tal
vez los sistemas triádicos de cualquier tipo atraían a su formación he-
geliana. Los estudios posteriores han demostrado que el sánscrito ha
sufrido cambios desde la separación de su rama del estado unitario
original al menos en la misma medida que las restantes lenguas in-
doeuropeas.
En la forma en que Schleicher los presenta, ni el diagrama de ár-
bol ni las formas de la Ursprache han permanecido invariables; otros
estudios de especialistas en indoeuropeo alteraron la agrupación de

48 W. S. Allen, Phonetics in ancient India, Londres, 1953, 62-4.

2 49
las lenguas en las ramas del árbol, las formas de las reconstrucciones
y el inventario fonológico atribuido a la Ursprache. Todavía entre 1861
y 1891 G. von der Gabelentz pudo decir que esta lengua reconstrui-
da había sufrido grandes cambios en sus formas49, y el descubri-
m iento en el siglo xx de la relación del hitita con las lenguas indoeu-
ropeas alteró más el cuadro. Estos temas y la detallada investigación
de los diferentes grupos de lenguas dentro del indoeuropeo que se
llevó a cabo durante este período es materia de la historia de la lin-
güística comparada indoeuropea más que de la lingüística general en
su conjunto50.
Con la lingüística histórico-comparada bien establecida como dis-
ciplina con sus propios libros de texto, se prestó atención a la relación
de esta parte de la ciencia lingüística con las ciencias en general. Algu-
nas ideas ya de principios del siglo xix sugirieron analogías con el estu-
dio de las estructuras y los fenómenos de los cuerpos vivos y con las re-
flexiones sobre la evolución natural antes de la publicación de la Evo-
lución de Darwin en 1857.
Humboldt fue en algunos aspectos un vínculo entre el pensamien-
to del siglo XVIII y el del xix, aunque él mismo no era un lingüista his-
tórico en el sentido en que se entendía en la última parte del siglo xix.
Ejerció probablemente más influencia sobre el pensamiento lingüísti-
co del XIX de la que se suele admitir51.
Humboldt insistió en que cada lengua vive en la mente del hablan-
te a modo de proceso vital y energeia (cfr. pág. 204) y se fija en un esta-
do permanente sólo cuando un gramático da constancia escrita de sus
formas y estructuras como ergon resultante en una época concreta. En
su opinión, las lenguas, como medio de expresión de todo pensamien-
to y experiencia humanos, se hallan en búsqueda constante de la per-
fección. Esto suponía ya ver el lenguaje como un organismo vivo; en
ocasiones utiliza ya el término Evolution además de su más habitual
EntwicMung (desarrollo)52.
Este aspecto del pensamiento de Hum boldt muestra cierta coin-
cidencia con la contemporánea filosofía hegeliana, si bien no queda
claro hasta qué punto hubo un contacto directo entre Hum boldt y
Hegel.

49 G. von der Gabelentz, Die Sprachwissemcbaft, 2.a ed., Leipzig, 1901, 170.
50 Breves detalles y referencias en Pedersen, 1931, espec. cap. 7.
51 Comp. Davies, 1994, 195; sobre la mayor relevancia de Humboldt para el xix, id.,
189-202.
52 Humboldt, 1836, 114, 156.

250
Fue sin embargo Schleicher el que incorporó la concepción de
Humboldt del desarrollo lingüístico en su propia teoría de la lingüísti-
ca histórica y convirtió el desarrollo evolutivo abstracto de Humboldt
en un proceso histórico que tiene lugar en el tiempo real. La referencia
explícita de Schleicher a la Evolución de Darwin apareció en una época
avanzada de su vida (1863), tras la publicación de una traducción ale-
mana de este libro. En su breve tratado sobre Teoría darwinianay lin-
güística afirmó que lo que ya había escrito acerca de la historia y la pre-
historia de las lenguas estaba en líneas generales de acuerdo con la pro-
pia teoría de la evolución de Darwin: la teoría darwiniana de la
evolución por la supervivencia reemplazó a la evolución perfeccionis-
ta de Humboldt53. Se veía como un científico naturalista, y veía su dis-
ciplina, el lenguaje, como uno de los organismos naturales del mundo,
que había de ser tratado utilizando los métodos de las ciencias natura-
les, un organismo, además, que independientemente de la voluntad o
la consciencia de sus hablantes tiene sus períodos de crecimiento, ma-
durez y decadencia54. Fue a la biología adonde se dirigió en su búsque-
da de un modelo científico para la lingüística histórica. El modelo bio-
lógico de la historia lingüística incluiría la decadencia y al final la
muerte de una lengua así como su tendencia a la perfección; Bopp ha-
bía escrito que las lenguas han de ser consideradas como objetos orgá-
nicos naturales que crecen según determinadas leyes, atraviesan las fa-
ses de desarrollo y finalmente perecen55. Schleicher mantenía que la
teoría de Darwin tal como se había elaborado para los reinos animal y
vegetal era en general apropiada para la historia lingüística, y que la di-
fusión de las diferentes lenguas por la superficie de la tierra y sus con-
tactos y conflictos podían ser comparados con la lucha por la existen-

53 Die darwinscbe Theorie und die Sprachwissertschafi, Weimar, 1863, 2.a ed., 1873;
J. P. Maher, «More on the history of the comparative m ethod: the tradition of
Darwinism in August Schleicher’s work», Anthropological linguistics, 8.3, 1866, 1-12.
Schleicher, Die Sprochen Europas, Linguistische Untersuchungen, 2, Bonn, 1850 (ed. con
estudio intr. de E. F. K. Koerner), Amsterdam, 1983.
54 Compendium, 1-3; Sprachvergkichende (linguistische) Untersuchungen, Bonn, 1848-
1850, vol. 2, 21; Darwinsche neorie, 6-7; Die deiitsche Sprache, 2.a éd., Stuttgart, 1869,
37, 47.
55 Uber die Sprache, 28; Vocalismus oder Sprachvergkichende Kritiken, Berlin, 1836, 1:
«Die Sprachen sind als organische Naturkôrper anazusehen, die nach bestimmtem
Gesetzen sich bilden, ein inneres Lebensprinzip in sich Tragend sich entwickeln, und
nach absterben» [Las lenguas han de ser consideradas como cuerpos naturales que se
forman según determinadas leyes, desarrollan un principio de vida que llevan en sí y
después mueren].

2 51
cia en el mundo de los seres vivos, ¡una lucha en la cual las lenguas in-
doeuropeas resultaban victoriosas!56.
La aproximación biológica de Schleicher al lenguaje rigió tanto su
teoría de la Ursprache como su tratamiento de la tipología lingüística.
Consideró los tres tipos de lenguas en vigor, aislantes, aglutinantes y
flexivas, como representativas de etapas históricas en el desarrollo de
las lenguas hasta su punto más elevado de organización. Esta convic-
ción aparece expresada más de una vez en su afirmación de que los ti-
pos estructurales lingüísticos coexistentes representaban los productos
de las sucesivas evoluciones históricas de la misma manera que los pe-
ces, reptiles, aves y mamíferos sucesivamente evolucionados son repre-
sentados hoy por especies coexistentes en nuestro mundo biológico57.
De este modo Schleicher incorporó a una teoría general de la his-
toria lingüística tanto las ideas dieciochescas y humboldtianas acerca
de los tipos lingüísticos como las obras decimonónicas en vigor sobre
el estudio histórico-comparativo de las familias lingüísticas. Los tres ti-
pos principales, que para Humboldt había representado un progreso
general -en la plena realización de la potencial capacidad de lenguaje
(su Vollkommenheit), eran colocados ahora en el marco temporal de la
prehistoria y la historia de la familia indoeuropea y de otras familias
lingüísticas reales. Schleicher localizó la época del desarrollo del len-
guaje en la prehistoria por lo que respecta a la familia indoeuropea,
con la Ursprache unitaria tal como él la reconstruía representando la eta-
pa madura no dañada, siendo parte de su decadencia los subsiguientes
acontecimientos históricos58. Esto podía verse en cierto grado sus-
tentado por la estructura, más flexiva, de las lenguas clásicas antiguas
en comparación con sus posteriores descendientes, pero a partir de
Grimm observamos una clara admiración por la morfología flexiva,
más especialmente su manifestación «más pura» a través del Ablaut
como el mejor modo de exponencia gramatical. Tal vez el sentimiento
nacional ejerció subconscientemente alguna influencia; el Ablaut es un
importante proceso formativo en las lenguas germánicas, más profun-
dizado en alemán que, por ejemplo, en inglés (comp. el uso flexivo y

56 «Das was Darwin für die Arten der Tiere un Pflanzen geltend macht, gilt nun aber
auch, wenigstens in seinen hauptsàchlichsten Zügen, fur die Organismen der Sprachen»,
Darwinsche Vxorie, \h\op. cit., 31-2.
57 Spracbvergkicbende Untersucbungen, 1. 4-5: «was in der systematischen Betrachtung
neben einander erscheint, das tritt in der Geschichte nach einander, auf», comp. op. cit.,
2.9; T. Bynon y F. R. Palmer, Studies in the history o f western linguistics, Cambridge, 1986,133.
58 Compendium, 4; Sprachvergleicbende (linguistische) Untersuchungen, 2, 10-20.

252
derivacional de la gradación vocálica en una serie de palabras como
sprechen, hablar; sprach, hablé, etc.; sprichl, ¡habla!; Gesprach, conversa-
ción; Spruch, dicho, proverbio; Sprüche (pl.).
Grimm había escrito con anterioridad acerca de las inflexiones
«fuertes» (que utilizan Ablaut) de las lenguas germánicas como potente
y característico rasgo de este grupo, aunque el Ablaut se encuentra en
efecto en muchas lenguas de composición por lo demás muy distin-
ta59. Por lo que atañe a la decadencia histórica, Schleicher era muy
duro con el inglés; aludiendo a los cambios sufridos por la lengua des-
de su separación de las otras, escribió que éstos dejan ver con cuánta
rapidez puede decaer la lengua de un pueblo importante tanto en la
historia como en la historia de la literatura60.
La principal controversia lingüística del último cuarto del siglo se
centró en lo que ahora se denomina como doctrina de los neogramá-
ticos o Junggrammatiker. Al ocuparnos de ella como parte de la historia
de la lingüística, como debemos hacer, nos hallamos ya dentro de las
fronteras de la historia contemporánea. Los principios neogramaticales
y sus implicaciones forman o deberían formar parte de todo curso de
lingüística general; se encuentran exposiciones de ella en los libros se-
, rios de texto sobre la materia61.
Esto, desde luego, está muy lejos de decir que el punto de vista
' neogramático se entienda y se enseñe hoy de la misma manera en
que lo entendieron y definieron sus protagonistas. Como aconteci-
miento importante y estimulante, su formulación suscitó una consi-
derable e inmediata reacción y, lo que es más importante, estimuló
una serie de líneas distintas de investigación y pensamiento en res-
puesta directa a lo que se había dicho. Gran parte de nuestra teoría
lingüística, en especial nuestra teoría de la lingüística histórica, no
tendría la forma que hoy tiene si no fuera por su dependencia direc-
ta de la doctrina de los neogramáticos o Junggramatiker. En este senti-
do forman parte del escenario lingüístico contemporáneo, y «ahora
todos somos neogramáticos».
Al trazar el panorama de la época de los neogramáticos en una his-
toria de la lingüística hemos de esforzarnos en verla tanto en el marco
en el que los principios neogramáticos fueron expuestos por primera

59 Deutsches Worterbucb, Leipzig, 1919, vol. 10.2.1, 876.


60 Sprachvergleichende (linguistische) Untersuchungen, 2, 231: «... wie schnell die Sorache
eines geschitchlich und litterargeschichtlich bedeuten Volkes herabsinken kann».
61 P. ej., L. Bloomfield, Language, Londres, 1935, caps. 18, 20, 21; L. R. Palmer,
Introduction to modern linguistics, Londres, 1936, 3, 4, 7.

253
vez en reacción a lo que se había dicho y hecho antes, como en su mar-
co como parte de la teoría lingüística siguiente; en otras palabras, de-
seamos comprender cómo los neogramáticos interpretaban su obra y
cómo los lingüistas de hoy encuentran provechoso interpretarla y uti-
lizarla.
Los neogramáticos se esforzaron no menos que Schleicher en basar
sus trabajos en la lingüística histórico-comparada dentro de las ciencias
naturales. Pero mientras que Schleicher se había centrado en la biolo-
gía, los neogramáticos vieron las ciencias físicas exactas del mundo ina-
nimado como su modelo.
La esencia de su teoría fue presentada sumariamente en 1878 en
un artículo programático que apareció en un periódico fundado por
sus dos principales defensores, H. Osthoff y K. Brugmann, en el cual
se hicieron las siguientes afirmaciones: todos los cambios fonéticos,
en tanto que procesos mecánicos, tienen lugar obedeciendo leyes que
no admiten excepciones (ausnahmalose Lautgesetz) dentro del mismo
dialecto y dentro de un determinado período de tiempo, y el mismo so-
nido siempre se desarrollará de-la misma manera en el mismo entor-
no, pero las reformas y creaciones analógicas de palabras concretas
como entidades léxicas o gramaticales son igualmente un componen-
te universal del cambio lingüístico en todas las épocas de la historia y
la prehistoria62.
Diferentes estudiosos han expresado opiniones semejantes en
los años precedentes; tocó a O sthoff y a Brugmann declarar formal-
mente que eran indispensables para la lingüística histórica y aceptar
alegremente como título oficial el de «neogramáticos» (Junggramma-
tiker), originariamente un apodo de inspiración política dado a un
grupo de jóvenes investigadores de Leipzig, ciudad en la que traba-
jaban.
La concepción de la ley fonética había tenido un desarrollo tardío;
Grimm y Bopp admitieron excepciones de manera explícita, y Schlei-
cher, a pesar de su insistencia en la regularidad, permitió que hechos
aparentemente irregulares fueran tenidos por testimonios etimológi-
cos. Los neogramáticos vieron claramente las exigencias m etodoló-
gicas de la lingüística histórico-comparada tal como se había cultivado
en el medio siglo anterior. En los años 1876-78 aparecieron unos cuan-
tos trabajos realmente importantes que marcaron el inicio del progra-

62 H. Osthoffy K. Brugmann, Morphologische Untersuchungen, 1, 1878, iii-xx; trad, ingl.,


Lehmann, 1967, 197-209.

254
ma neogramático63. Estaba ya claro que la existencia de la lingüística
comparada e histórica como ciencia se basaba en la aceptación de la re-
gularidad del cambio fonético. La historia de una lengua se traza a tra-
vés de variantes de las que hay constancia en las formas y significados
de sus palabras; se prueba que las lenguas están relacionadas en razón
de su posesión de palabras que guardan entre sí correspondencias for-
males y semánticas que no pueden ser atribuidas a la simple casualidad
o a recientes préstamos. Si el cambio fonético no fuera regular, si las
formas de las palabras estuvieran sometidas a la variación arbitraria,
inexplicable e inmotivada en el transcurso del tiempo, estos argumen-
tos perderían su validez y las relaciones lingüísticas podrían ser estable-
cidas históricamente sólo por medio de testimonios extralingüísticos
como los que existen en el campo de las lenguas romances derivadas
del latín.
El avance del trabajo científico sin la formulación explícita de la
teoría en la que se basa su validez no es infrecuente en la historia de
la ciencia. A. Leskien afirmó en 1876 las implicaciones de la lingüísti-
ca comparada e histórica del siglo xix: «Si admitimos cambios opcio-
nales, contingentes y sin relación, estamos afirmando básicamente que
el objeto de nuestra investigación, el lenguaje, no se puede someter al
reconocimiento científico»64. Otros habían hablado con parecida in-
tención aunque de manera menos explícita; Verner, en su exposición
de lo que ahora se conoce como la «ley de Verner», demostró que un
gran número de las aparentes excepciones al cambio fonético germáni-
co tal como lo había formulado Grimm podían explicarse sistemática-
mente en referencia a la posición del acento de la palabra en los esta-

63 Grimm, véase n. 30; Bopp, Vocatismus, 15: «such suche man in Sprachen keine
Gesetze die festeren Widerstand leisten ais die Ufer der Flüsse und Meere» [No busca
el hombre en las lenguas leyes que opongan firme resistencia como las orillas de los
ríos y mares]; Schleicher, Compendium, 489-90. Muy adecuadamente, en 1978, año
del centenario del manifiesto neogramático publicado por OsthofF y Brugmann, la
Sociedad Filológica dedicó sus Transactions del año a un examen retrospectivo de la
teoría y la práctica de los neogramáticos. Véanse también A. M. Davies, «Karl Brugmann
and late nineteenth-century linguistics», y H. M. Hoenigswald, «Nineteenth-century
linguistics on itself», en T. Bynon y F. R. Palmer (eds.), Studies in the histoiy o f western
linguistics, Cambridge, 1986, 150-71 y 172-88; Jankowsky, 1972; E. Einhauser, Die
Junggrammatiker, Tréveris, 1989.
64 A. Leslden, Declination im Slawich-Litauischen und Gemaniscben, Leipzig, 1876,
xxviii: «Lâsst man biliebige, zufallige, unter einander in lceinen Zusammenhang zu
bringende Abweichungen zu, so erklart man im Grunde damit, dass das Objelct der
Untersuchungen, die Sprache, der wissentschaftlichen Erkenntnis nicht zugánglich ist.»

255
dios anteriores de la familia indoeuropea [p. ej. sánscrito (en la época
en la que se conservaba el acento I-E) bhráta, gótico brópai; hermano,
pero pitá, fadar, padre] ; de manera significativa tituló su artículo «Una
excepción al primer cambio vocálico», y escribió: «Tiene que haber
una regla para las excepciones a una regla; la única cuestión es descu-
brirla.» La otra implicación de la teoría era que las correspondencias
sistemáticas entre sonidos en las lenguas demuestran su relación, no
simplemente el caso especial de similitud en la forma fonética real;
esto lo afirmó después claramente A. Meillet»65.
Grimm y sus contemporáneos se hallaban bajo la influencia del
movimiento romántico; Schleicher vio su obra dentro del contexto de
la biología y después de la teoría darwiniana; los neogramáticos desea-
ban hacer de la lingüística histórica una ciencia exacta en línea con las
ciencias naturales que habían hecho tan asombrosos avances en el si-
glo XIX, notablemente la geología. Los científicos del xix se aferraban
con convicción a la universalidad de las leyes naturales, concebidas de
manera realista; la uniformidad de la naturaleza era un dogma gene-
ral66. En esta vena escribió Osthoff sobre la actuación de las leyes so-
noras por pura necesidad, independientemente de la voluntad del
individuo67; no obstante, el lenguaje no era una entidad orgánica
supraindividual con su propio crecimiento y su propia vida, como
mantenían los anteriores Humboldt y Schleicher y el posterior Saussu-
re (bajo influencia de Durkheim); sencillamente tenía su existencia en
los individuos que componían una comunidad de habla y los cambios
lingüísticos eran cambios en los hábitos individuales de habla. En in-
terés de lo que ellos tenían por una perspectiva científica, los neogra-
máticos se opusieron con las concepciones a priori y especulativas de
predecesores como Schleicher con su distinción entre un período pre-
histórico de crecimiento y un período histórico de decadencia. Excep-
to por lo que se refiere a la naturaleza del testimonio, argumentaron

65 «Eine Ausnahme der ersten Lautverschiebung», Zeitschrift fi'tr vergleichende


Sprachforschung, 23, 1877, 97-130 (101): «Es muss eine Regel fur die Unregelmâssigkeit
dasein; es gilt nur diese ausfindig zu machen», trad, ingl., Lehmann, 1967, 132-63; Meillet,
1922, 470-1.
66 H. W. B. Joseph, A n introduction to logic, Oxford, 1916, cap. 19; T. C. Christy,
Uniformitarianism in linguistics, Amsterdam, 1983. Se puede observar que uno de los
hermanos de W. D. Whitney era catedrático de geología. Sobre las afinidades de la
geología y la lingüística histórica del xix véase B. Naumann et al (eds.), Language and
earth, Amsterdam, 1992.
67 Das Verbum in der Nominalkomposition, Jena, 1878, 326: «Die Lautgesetze der
Sprachen geradezu blinden sind, mit blinder Naturnotwendigkeit wirlcen.»

256
que no había diferencia entre estos períodos en lo relativo a los cam-
bios lingüísticos. En realidad apartaron su atención de la Ursprache
como supuesta realidad prehistórica para fijarla en los datos accesibles
en los testimonios escritos y en los dialectos hablados de la actuali-
dad; en los neogramáticos se origina la concepción de las formas in-
doeuropeas como fórmulas más que como palabras o morfos reales.
En un párrafo expresado de una manera un tanto brutal, Osthoff y
Brugmann atacaban toda especulación más allá de los hechos estricta-
mente justificados: «Sólo el lingüista comparativo que abandona la at-
mósfera cargada de hipótesis del taller en que se forjan las formas de
las raíces indogermánicas, y sale a la clara luz de la realidad tangible del
día de hoy a fin de obtener de esta fuente una información que la vaga
teoría no puede proporcionarle, puede llegar a una correcta presenta-
ción de la vida y las transformaciones de las formas lingüísticas»68.
No era la última vez en nuestra ciencia que la orientación hacia los
datos y la orientación hacia la teoría entran en una oposición personal.
Los neogramáticos se interesaron por datos y por leyes que gobernaran
los datos, inspiradas en las ciencias de la fisiología (en la fonética) y la psi-
cología para abarcar los dominios del cambio fonético y la reforma o re-
. sistencia analógicas. Estos movimientos prosaicos son una constante ne-
' cesidad en una ciencia, pero el abandono por los neogramáticos de la es-
peculación improductiva en favor de la meticulosa atención al detalle se
compró a costa del descuido temporal de muchas cosas fecundas de la
obra de lingüistas anteriores. En la obra de aquéllos no había sitio para
la concepción estructural del lenguaje sugerida por Humboldt, especial-
mente en su teoría de la innere Spraehform; las áreas de la lingüística que
quedaban fuera de los intereses inmediatos de los neogramáticos se tra-
taron generalmente desde un punto de vista histórico. Los Principios déla
historia del lenguaje (1880) de H. Paul son ejemplo de esto (capítulo 4) y
de manera más llamativa el Ensayo sobre semántica (1897) de M. Bréal,
aunque éste puede reivindicar el mérito histórico de haber introducido
en la lingüística el término «semántica» (sémantique), ahora universal69.

68 Morphobffsche Untersuchugen, 1, ix-x: «Nur deijeneige vergleichende Sprachforscher,


welcher aus dem hypothesentrüben Dunstkreis Werkstátte in der man die indoger-
manischen Grandformen schmiedet, einmal heraustritt in die klare Lutt der greifbaren
Wirklichkeit und Gegenwart, um hier sich Belehrung zu holen über das, was ihn die
graue Theorie nimmer erkenner lásst... nur der kann zu einer richtigen Vorstellung von
den Lebens- und Umbildungswiese der Sprachformen gelangen.»
69 H. Paul, Prinzipien der Sprachgescbicbte, 5.a ed., Halle, 1920 (tr. H. A. Strong,
Principles ofthe histoty o f language, Londres, 1891, cap. 4). M. Bréal, Essai de sémantique,
París, 1897 (tr. H. Cust, Semantics: studies in the science o f meaning Londres, 1900).

257
Tal vez fue como reacción a la influencia unilateral sobre los estudios
lingüísticos que ejerció el historicismo de la época que culminó en la
escuela neogramática, dominante a fines de siglo, por lo que algunos
estructuralistas y descriptivistas del xx no parecen haberse cansado
nunca de hacer despectivas referencias al «celo neogramático» y al «ato-
mismo neogramático».
Es cierto que la escuela, a pesar de la oposición que suscitó, se con-
virtió en dominante, como merecía. Los libros de Bopp y Schleicher
fueron reemplazados por el formidable M anual de gramática comparati-
va de las lenguas indogermánicas de Brugmann y Delbrück (de cuyas sec-
ciones sintácticas es responsable Delbrück). Los Principios de Paul ex-
ponían teoría neogramática, declarando que un tratamiento científico
del lenguaje tiene que ser un tratamiento histórico, mientras que Me-
yer-Lübke aplicó la teoría al campo de las lenguas romances70. En In-
glaterra J. Wright y en Francia A. Meillet se habían formado en la lin-
güística neogramática, al igual que los fundadores de la lingüística ame-
ricana, F. Boas, E. Sapir y L. Bloomfield. La obra de Bloomfield sobre
el estudio comparativo e histórico de la familia algonquina de las len-
guas amerindias aplica brillantemente la teoría y los métodos, junto
con las capacidades descriptivas de Bloomfield, a una familia lingüísti-
ca remota y enteramente distinta71.
Como se ha señalado recientemente72, los neogramáticos marcan
una de las etapas realmente significativas de la historia de la lingüística
en los dos últimos siglos. Su influencia fue triple: por el impulso que die-
ron sus planteamientos a la ciencia lingüística, por las inmediatas reac-
ciones de quienes se vieron conmocionados por ellos y por las reaccio-
nes de las generaciones posteriores.
Dos campos que los neogramáticos consideraron muy relevantes
para la lingüística histórica tal como ellos querían que se cultivase eran
la fonética y la dialectología. La fonética descriptiva, cuya historia en Eu-
ropa se remonta por lo menos al Renacimiento (pág. 172), tenía en el xix
su propia línea de desarrollo, que será conveniente revisar en el siguien-
te capítulo. Recibió un poderoso refuerzo de la insistencia de los neogra-
máticos en las lenguas vivas y en la inadecuación de las letras de las len-

70 Brugmann, y Delbrück, 1886-1900; Paul, op. cit., 20-2; W. Meyer-Lübke,


Grammatik der romanischen Sprachen, Leipzig, 1890-1902.
71 H. Hoijer (ed.), Linguistic structures o f native America, Nueva York, 1946, 85-129;
C. F. Hockett, «Implications of Bloomfield’s Algonquian studies», Language, 24, 1948,
117-31.
72 Hockett, «Sound change», Language, 41, 1965, 185-204.

258
guas muertas para dar información sobre su pronunciación real. Nunca
más habría excusa para confundir lengua escrita con sonido hablado.
Los Principios de Fonética (1876) de E. Sievers llevan el subtítulo explicati-
vo Introducción al estudio de los sonidos de las lenguas indogermánicas11.
Los dialectos hablados de Europa habían constituido un foco de
atención desde que el movimiento romántico santificara todo lo rela-
cionado con «el pueblo», pero los neogramáticos hicieron de ellos un
campo vital para la investigación científica por la luz que podían arro-
jar sobre el cambio lingüístico, ya que representaban el último estadio
en la diversificación de la familia indoeuropea74. Los estudios de dialec-
tos, los estudios sobre dialectos y la publicación de atlas de dialectos
comenzaron en serio en esta época, aun cuando algunos de los que
con más firmeza se oponían a doctrina neogramática se encontraban
entre los dialectologistas.
El estilo desafiante en que los neogramáticos propusieron sus prin-
cipios, aunque éstos eran en gran medida las tácitas implicaciones de
las obras anteriores del siglo, concedió más importancia al estudio
de las palabras prestadas y del préstamo lingüístico como rasgo univer-
sal de la historia de las lenguas, y a la analogía como tendencia siem-
pre presente. Estos dos factores habían sido reconocidos anteriormen-
te en la lingüística; la existencia de palabras prestadas, desde la Anti-
/ güedad; en la antigua teoría gramatical sincrónica griega, se había
elegido la analogía, la regularidad de las formas correspondientes de
los paradigmas gramaticales, como uno de los principios por los que se
regía la lengua. Pero con anterioridad habían gozado de menos preemi-
nencia en la lingüística histórica, antes de verse clara la necesidad de
explicar aparentes violaciones de las leyes fonéticas; en 1868 W. Sche-
rer había subrayado la importancia de la reforma analógica, pero su ex-
presión «falsa analogía» mostraba el lugar secundario que se asignaba a
este aspecto del cambio lingüístico75.
Estos avances fueron todos ellos previstos y deliberados, pero las
respuestas críticas y hostiles fueron inmediatas. Fueron expresadas en
términos de la teoría y del conocimiento existentes, mientras que las
reacciones posteriores fueron resultado de un nuevo examen de la pos-
tura neogramática a la luz de los progresos hechos en la teoría lingüís-
tica general y en las técnicas descriptivas.

73 Grundziige der lautphysiologie: zur Einfiihrung in das Studium der Lautlehre der indo-
germaniscben Sprachen, Leipzig, 1876.
74 Osthoff y Brugmann, Morphotogische Untersuchungen, 1, viii-ix.
75 Z ur Geschichte der deutschen Sprache, Berlín, 1868.

259
La crítica adquirió diversas formas. El resentimiento personal cau-
sado entre algunos eruditos de más edad por lo que veían como expre-
siones innecesariamente rudas por parte de unos advenedizos (Osthoff
y Brugmann habían nacido en 1847 y 1849, respectivamente) es com-
prensible y no necesita examen histórico alguno (la descortesía de la
juventud es una queja recurrente en el mundo del saber, como en
otros campos de la vida). Algunas de estas críticas optaron por decir
que los principios de los neogramáticos no eran nada nuevo sino sim-
plemente una declaración de lo que los lingüistas comparativos e his-
tóricos estaban haciendo de todas maneras. Esto era bastante justo en
cierto sentido. Los neogramáticos estaban en buena medida sacando
cosas que estaban implícitas en el mismo cultivo de la disciplina y dis-
tinguiéndolas de las ideas innecesarias y falaces. Esto era útil por sí mis-
mo, como en cualquier inventario de la teoría y la metodología cientí-
ficas. Además, al hacer explícitos los principios en los que se basaba la
ciencia, recorrieron un largo camino hacia la meta de asegurar que un
pensamiento confuso e indisciplinado no aceptara argumentos poco
sólidos y relaciones etimológicas falsas.
Sin embargo, los argumentos más importantes y radicales contra la
postura de los neogramáticos tal como primeramente la plantearon
Osthoff y Brugmann vinieron de especialistas en una rama de la lin-
güística que se habían esforzado en estimular, el estudio de los dialec-
tos vivos. El examen pormenorizado del funcionamiento del lenguaje
en comunidades relativamente pequeñas, investigado de cerca median-
te trabajo de campo, mostró la complejidad de los fenómenos que
abarcaban colectivamente los términos «división dialectal» y «présta-
mo dialectal». Cuanto más de cerca se examinaba un dialecto, más se
veía que las divisiones dialectales geográficas están en constante fluc-
tuación y distan de ser claras, como suponen descripciones más grose-
ras y superficiales. El mismo número de isoglosas relativamente coin-
cidentes requeridas para delimitar un dialecto tiene que ser arbitrario;
si se fuerzan las diferencias de detalle a todos los niveles, incluyendo la
pronunciación, hasta sus límites lógicos, el dialecto se convierte en
idiolecto.
Además, los límites temporales son tan nebulosos como los límites
geográficos. Los cambios sonoros, como cualesquiera otros cambios
lingüísticos, deben comenzar y cesar dentro de unos límites tempora-
les, así como extenderse por determinadas áreas geográficas, pero el es-
tudio detallado de las situaciones dialectales reales muestra que esos lí-
mites toleran que ciertas palabras cambien delante de ciertas otras
cuando aparecen los mismos sonidos, y que la interpenetración dialec-

260
tal a través de isoglosas importantes puede trastornar la aplicación uni-
versal de una mutación sonora en una región concreta. Los mapas de
dialectos como el que aparece en la obra de Bloomfield Language%
muestran el resultado de apresar un cambio lingüístico en progreso y
congelarlo descriptivamente.
No se termina con la variación dialectal después de insistir en divi-
siones geográficas hasta el idiolecto. La mayoría de las comunidades
lingüísticas están atravesadas por divisiones sociales que se manifiestan
en parte por diferencias de hábitos de habla, como testimonian las ac-
titudes lingüístico-populares hacia el «habla correcta»; y muchos indi-
viduos tienen en su competencia lingüística más de un dialecto social
distinto y a menudo más de un dialecto regional distinto, que usan en
distintas circunstancias; estas diferencias, en la medida en que están re-
lacionadas con la pronunciación, pueden ser resultado de la actuación
o no actuación de un cambio fonético concreto77.
La división dialectal, concebida de una manera bastante tosca, y la
reforma o el conservadurismo analógicos fueron los dos factores que
los neogramáticos veían que contrarrestaban aparentemente la univer-
salidad de las leyes fonéticas. Pero la observación pormenorizada de di-
ferencias dialectales reveló otras consideraciones que fueron relevantes
, para la investigación etimológica, afectando no sólo a categorías de so-
nidos como tales, sino también a palabras concretas como unidades lé-
xicas individuales. Las formas de las palabras pueden ser desviadas de
su evolución fonética regular normal por choque de homónimos, ex-
cesiva reducción de longitud, proximidad o coincidencia con palabras
tabú, etimologías falsas o populares, préstamos de un dialecto veci-
no por prestigio y otros factores. Estos acontecimientos son necesa-
riamente individuales y altamente variables en su incidencia; son expli-
cables dado un conocimiento de las circunstancias (que desde luego a
menudo no se da, especialmente en las primeras épocas de una len-
gua), pero no son predecibles.
Es en consecuencia importante que gran parte de la crítica más se-
ria de la afirmación de universalidad hecha por los neogramáticos vi-
niese de especialistas en dialectología y en los que se ha denominado
geografía lingüística. Podemos citar en particular a H. Schuchardt, en-
tre cuyas obras se incluye un artículo titulado «Sobre las leyes fonéti-

76 L. Bloomfield, Language, Londres, 1935, 328.


77 Comp. W. Labov, «The social motivation o f a sound change», Word, 9, 1963,
273-309; L. Milroy, Language and social networks, Baltimore, 1980; id., Authority in
language: investigatingprescription and standardization, Londres, 1985.

2 61
cas: contra los neogramáticos», y a J. Gilliéron, responsable del atlas
lingüístico de Francia y autor de numerosos estudios de etimologías in-
dividuales francesas, entre ellas su Genealogía de las palabras que designan
la abeja, el más conocido78.
Otro hito de la investigación dialectal pormenorizada tomó la for-
ma de los estudios de «palabras y cosas» (Worter und Sachen), en los cua-
les se investigaban con minuciosidad la historia y la distribución geo-
gráfica de las piezas de cultura material (utensilios agrícolas, plantas
cultivadas, etc.) y su vocabulario asociado. Schuchardt se interesó mu-
cho por esto, como también R. Meringer, responsable de la fundación
en 1909 de un periódico, Worter und Sachen, dedicado expresamente a
este campo.
Se atribuye a Gilliéron la doctrina, a primera vista enteramente
opuesta a la de los neogramáticos, de que «cada palabra tiene su pro-
pia historia». Pero las dos posturas no son en realidad tan incompati-
bles. Los cambios en la pronunciación de las palabras implican dos co-
sas: la transmisión de generación en generación de hábitos articulato-
rios se basa en el aprendizaje en la infancia de series de sonidos oídos
por primera vez en determinadas palabras pero, una vez dominados,
utilizados sin esfuerzo en cualquier número de palabras; pero, por di-
versas razones, en modo alguno todas ellas comprendidas, se dan cam-
bios en el curso de la sucesiva transmisión entre las generaciones, y la
recurrencia de un número relativamente pequeño de sonidos en el vo-
cabulario, casi ilimitado, de una lengua, contribuye a la universalidad
de los cambios fonéticos. Pero las palabras se aprenden también como
unidades léxicas completas, y cualquier vacilación, mutación indivi-
dual u otra peculiaridad en la pronunciación de una unidad de este
tipo se aprende también y puede ser retenida y propagada en posterio-
res generaciones o en el habla de las personas a lo largo de su vida.
Cada palabra tiene su historia individual en su semántica, su gramáti-
ca y su pronunciación. En la mayoría de los casos, su evolución foné-
tica se puede describir en referencia a la evolución fonética de los soni-
dos que aparecen en ella (ésta es la base de las «leyes fonéticas» históri-
cas), pero en algunos casos su forma pronunciada tiene que explicarse
en referencia a las circunstancias especiales que coexisten con su pro-
pia historia particular. Los neogramáticos subrayaron la uniformidad

78 Über die Lautgesezte: gegen die Junggrammatiker, 1885 [reimp. en L. Spitzer (ed.),
Hugo Scbuchardt-Brevier, Halle, 1958, 51-87]; Généalogie des mots qui designent l’abeille,
París, 1918.

262
fonética; Gilliéron y sus discípulos subrayaron la individualidad etimo-
lógica.
Los neogramáticos habían dicho que la lengua no tenía existencia
alguna fuera de los hablantes, reaccionando contra la teoría biológica
de Schleicher. U n grupo de lingüistas conocido como escuela idealista
o estética destacó la importancia del hablante individual en la creación
y difusión del cambio lingüístico de todo tipo. El líder de este grupo
era K. Vossler, de Munich, que sacó sus ideas sobre la naturaleza del
lenguaje de Humboldt y, de manera más inmediata, del filósofo italia-
no B. Croce, con quien mantuvo íntima amistad durante medio siglo.
Es interesante observar que estos lingüistas tenían una orientación
tan histórica como los dominantes neogramáticos, pero concebían la
historia de las lenguas de una manera muy diferente. Como Hum -
boldt, Vossler insistía en el aspecto individual y creativo de la compe-
tencia lingüística del hombre. Todo cambio lingüístico empieza con
innovaciones en los hábitos individuales de habla; los que van a dar
origen a alguna alteración en la lengua lo harán al ser imitados por
otros hablantes y de esta manera extenderse. Esto no suscitaría quizá
la oposición de los neogramáticos, pero los idealistas insistían en el
papel consciente del individuo en el proceso en lugar de en la «ciega
necesidad». Croce atribuyó gran importancia a la intuición estética
como guía en todos los aspectos de la vida humana, aunque cuando
uno puede no ser consciente de ello en el momento. El artista recono-
cido se limita a llevar más lejos lo que todo ser humano hace constan-
temente79.
El lenguaje es primordialmente autoexpresión, mantenían los idea-
listas; el cambio lingüístico es obra consciente de los individuos y tal
vez refleja también sentimientos nacionales; las consideraciones estéti-
cas tienen un papel dominante en el estímulo a la innovación. Algu-
nos individuos, merced a su posición social o a su celebridad literaria,
están mejor situados para iniciar cambios que otros adoptarán y difun-
dirán en una lengua; la importancia de los grandes autores en la evo-
lución de una lengua, como Dante en Italia, no debe ser subestimada.

79 K. Vossler, Positivismus uttd Idealismus in der Sprachwissenschaft, Heidelberg, 1904;


B. Croce, Estética come scieza dell’espressione e lingüistica generale, 1901, 9.a ed., Barí, 1950;
«Anche niente piú che una differenza quantitativa possiamo ammetere nel determinare
il significato della parola genio, genio artístico, dal non-genio dall’uomo comune»
[Tampoco podemos admitir más que una diferencia cuantitativa el determinar el
significado de la palabra genio, genio artístico, del no genio] ; M. Leroy, «Benedetto Croce
et les études linguistiques», Révue intematmtak de philosophie, 7, 1953, 342-62.

263
A este respecto los idealistas reprocharon a los neogramáticos su exce-
siva concentración en los aspectos mecánicos y pedestres del lenguaje,
una acusación que el propio L. Spitzer, muy en armonía con Vossler, ha-
bría de lanzar después contra los lingüistas descriptivos de la era
bloomfieldiana80. Pero los idealistas, al centrarse ellos mismos en las
lenguas literarias, insistieron excesivamente en el elemento literario y
estético de la evolución de las lenguas y el elemento de la elección
consciente en lo que para la mayoría de los hablantes y la mayor parte
del tiempo es simplemente una actividad social irreflexiva, que se
aprende en la infancia y posteriormente se da por sentada. Y en ningu-
na parte de la lengua se dan su estructura y funcionamiento más por
sentados que en su pronunciación real, precisamente el aspecto en el
cual los neogramáticos centraron su atención. No obstante, la escuela
idealista hizo bien en recordarnos los factores creativos y conscientes
de algunas áreas del cambio lingüístico y el papel que el individuo pue-
de en ocasiones desempeñar deliberadamente en él.
Algunos de los principios de los lingüistas estético-idealistas, com-
binados con los detallados estudios dialectológicos, dieron origen en
Italia a la llamada escuela «neolingüística», que ha tomado como uno
de sus principales objetos de estudio los procesos a través de los cuales
las innovaciones se extienden por zonas geográficas (de donde el térmi-
no «lingüística zonal», utilizada a veces para designar la obra de la es-
cuela) y las conclusiones históricas que se pueden sacar de los aconte-
cimientos en contraste que tienen lugar en las zonas centrales y en las
zonas periféricas, que probablemente serán las que conserven después
rasgos arcaicos durante más tiempo81.
Los neogramáticos estimularon unas fructíferas líneas de investiga-
ción lingüística gracias a la conmoción que la vigorosa exposición de
sus opiniones causó en el m undo del saber de su época. Como resul-
tado de la reconsideración a que se sometió toda la cuestión de la rela-
ción histórica entre las lenguas, podemos ver que sus principios han
sido hoy un tanto modificados pero no totalmente superados. Su con-
cepción de la actuación de las leyes fonéticas sobre el lenguaje por «cie-
ga necesidad» es una cosificación tan indeseable como lo eran los pe-
ríodos míticos de crecimiento, madurez y decadencia defendidos por
estudiosos anteriores. La ausencia de excepciones en las leyes fonéticas

80 «Why does language change?», Modem language quarterly, 4,1943,413-31; contestado


por Bloomfield, Language, 20, 1944, 45-55.
81 M. Bartoli, Introditzione alia neolinguistica, Ginebra, 1925; G. Bonfante, «The neo-
linguistical position», Language, 23, 1947, 344-75.

264
debe considerse no tanto como una aseveración de hecho (aunque la
investigación ha demostrado que es confirmada por los hechos), sino
más bien como una exigencia metodológica. El lingüista se aplica a no
aceptar finalmente una etimología que parece romper corresponden-
cias fonéticas establecidas en otras palabras de la lengua o lenguas im-
plicadas, hasta que sea capaz de explicar la aparente desviación de al-
guna manera razonable, ya sea, como en la Ley de Verner, por medio
de un refinamiento de la anterior formulación de los cambios fonéti-
cos, ya sea en relación con una sola etimología concreta. En estas inda-
gaciones individuales está dispuesto a ver el funcionamiento de facto-
res psicológicos, sociológicos y estéticos que se contraponen a la blinde
Naturnotwendigheit de la temprana formulación neogramática. La cues-
tión, sin embargo, es ésta: dicho factor justificable o atestiguado debe
ser accesible a toda aparente excepción de este tipo a la uniformidad
de los cambios fonéticos para ser aceptable científicamente. Aunque
desde luego no podremos explicar todas las aparentes excepciones ni
podemos, al carecer de omnisciencia, negar la existencia de «cambios
fonéticos esporádicos», a los que los oponentes de los neogramáticos
dieron tanta importancia, estamos obligados, para que la lingüística
. comparada e histórica siga siendo científica, en el sentido más am-
• plio del término, a rechazar tales etimologías sin fundamento a par-
tir de cualquier argumento en favor de una relación genética entre las
lenguas82.
La oposición que hasta aquí hemos reseñado, junto con la investi-
gación y el desarrollo de los cuales fue en parte responsable, tuvo su
origen en el estadio al que había llegado el saber lingüístico en la épo-
ca de los neogramáticos. Otras reacciones posteriores, desde el punto
de vista de la lingüística sincrónica y estructural, serán objeto de consi-
deración en el capítulo siguiente. Mientras tanto, vale la pena reflexio-
nar sobre los resultados de la lingüística comparada e histórica del si-
glo XIX. A partir de las ideas aisladas y no desarrolladas, aunque en oca-
siones inspiradas, de años anteriores, los estudiosos del xix elaboraron
un modelo en términos del cual se podía presentar la historia de la lin-
güística y un método por medio del cual se podía llevar a cabo la in-
vestigación. Aunque en buena medida restringido a la familia indoeu-
ropea, que llegó a una fase definitiva en esta época, su obra propor-
cionó un modelo que, a pesar de algunas críticas válidas, ha sido

82 Véase también H. M. Hoenigswald, «Etymologie against grammar in the early


nineteenth century», Histoire Epistémologie Langage, 6.2, 1984, 95-100.

2 65
fructíferamente aplicado a familias lingüísticas del mundo entero, in-
cluyendo algunas, como la familia algonquina, ya mencionada, que ca-
recían de testimonios escritos de épocas anteriores. Sea cual sea el cri-
terio que se le aplique, éste fue un gran logro, y un logro que puede
atribuirse en gran medida a los estudiosos de la lingüística de las uni-
versidades alemanas, los cuales constituyen un componente de la fama
que merecidamente gozan en este siglo.

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267
C a p ít u l o 8

La lingüística en el siglo xx:


primera época

Los siglos son un modo de periodización histórica extremadamen-


te arbitrario. Pero en los casos en los que ciertas tendencias se concen-
tran en determinados siglos puede que tengan algún valor nemotécni-
co. A través de una serie de acontecimientos históricos y de tendencias
anteriores en la lingüística, el siglo a x estuvo dominado por los estu-
dios históricos, pero al seguir algunos de los acontecimientos que se ori-
ginaron directamente en la obra de los neogramáticos desembocába-
mos en el xx; de la misma manera, al rastrear la génesis de las teorías y
actitudes de la actualidad, nos veremos volviendo al xix y siglos anterio-
res, no sólo en busca de los antecedentes de los estudiosos de los que
nos ocupemos y de la enseñanza que recibieron, sino también de mo-
vimientos específicos de pensamiento más estrechamente relacionados
con la época presente que con los intereses predominantes del siglo xix.
Hemos considerado ya el escenario decimonónico, en el cual cre-
cieron los estudiosos de comienzos del siglo xix, y en él se pueden dis-
tinguir al menos tres tendencias fundamentales: la tradición continua-
da de los trabajos gramaticales y de otros órdenes lingüísticos llevados
a cabo de diferentes maneras por investigadores europeos desde la An-
tigüedad, la progresiva apreciación de los saberes lingüísticos indios,
especialmente en fonética y fonología, y la asimilación de la ciencia
lingüística, de manera específica como ciencia de orientación histórica,
a determinadas actitudes generales del siglo xix, el comparatismo, el
evolucionismo y las ciencias naturales.

269
En su primera redacción, este libro pudo ocuparse de la lingüísti-
ca del siglo xx en un solo capítulo que abarcaba una época continua
de cambio y desarrollo. Esto ya no resulta conveniente; desde luego
los siglos en su totalidad no tienen fronteras que afecten de manera al-
guna a la ciencia ni al saber. Algunos acontecimientos notables y unas
pocas publicaciones que han tenido unas consecuencias especiales ha-
cen útiles quizá determinadas fechas: en el caso de la lingüística, por
ejemplo, 1786 (véase pág. 210) y 1878 (véase pág. 254). Pero toda des-
cripción general de los cambios históricos del pensamiento tiene que
buscar un modelo en una sucesión de olas y no en una serie de acon-
tecimientos concretos.
Cuando el siglo xx se acerca a su fin podemos ver, dentro de los lími-
tes a los que acabamos de aludir, un cambio en la perspectiva de la lin-
güística teórica a mediados de siglo. La obra de Noam Chomsky Syntac-
tic structures (1957) señala sin duda la primera aparición pública de un
cambio de perspectiva en el estudio del lenguaje y en el rango científico
de la lingüística. Estas dos divisiones del siglo han venido a ser conocidas
como estructuralismo y lingüística generativa respectivamente. Como se
podría esperar en cualquier ciencia que avance a través de una sucesión
de profesores y estudiantes, algunas personas y algunas concepciones
abarcan todo el siglo; Zellig Harris es una y los rasgos distintivos son otra.
Naturalmente, prestaremos atención a muchos temas que aparecen
en cualquier programa contemporáneo global de lingüística general,
pero ahora veremos a algunos de los estudiosos que fueron líderes y
pioneros en la primera mitad de este siglo, de los que nos ocuparemos
con fines didácticos como parte de la historia de la disciplina en vez de
como parte activa de la evolución actual. Saussure, Sapir, Trubetzkoy,
Bloomfiel y Jakobson se considerarán ahora como importantes figuras
del pasado, no como participantes activos en el estado actual de la ma-
teria. De manera creciente, sin embargo, conforme avanza el siglo nos
veremos entrando en la «historia contemporánea». Se ha dicho que la
historia contemporánea es el campo histórico más difícil de cubrir. La
actitud histórica sigue siendo la misma, pero el material disponible y re
levante es mucho mayor en volumen y la proximidad de la escena hace
más difícil discernir direcciones y movimientos claros y «escuelas relati-
vamente permanentes». El viajero, al alzar la mirada para inspeccionar
la escena, más lejana, de donde viene, puede contemplar las llanuras,
montañas, ríos y bosques que componen y caracterizan el terreno, pero
cuando mira simplemente en tom o suyo, los montículos, guijarros, ár-
boles y arroyuelos no presentan a menudo una imagen claramente des-
tacada de la apariencia que el paisaje tendrá a una distancia mayor, pero

270
los arroyuelos pueden convertirse en grandes ríos. Además, los eruditos
del pasado y sus obras están sometidas a la justicia sumaria —y quizá en
ocasiones a la injusticia sumaria— de sus contemporáneos e inmediatos
sucesores por lo que respecta a lo que se encuentra en ellos digno de
mencionar y desarrollar, y no todo se conserva, sobre todo de las épo-
cas más antiguas. Se ha dicho que la mayoría de los científicos del mun-
do están vivos actualmente; esto vale para los científicos lingüistas, en
vista de la inmensa y hasta ahora incesante expansión de los estudios
lingüísticos en las universidades de todo el mundo. Cualquier cosa que
se parezca a una relación completa de los trabajos importantes en lin-
güística tanto actuales como del pasado reciente, aun a una escala com-
parable a aquella de la Antigüedad y la Edad Media, sería de una exten-
sión enormemente desproporcionada; la mención abreviada vendría a
ser poco más que un farol académico. En este capítulo, la intención es
en líneas generales hacer un repaso de algunos de los acontecimientos
lingüísticos recientes y actuales en sus mutuas relaciones históricas más
que dar una descripción, aun sumaria, de cada una, ya que ésta se halla
fácilmente accesible en los libros de texto1.
El contraste principal y más evidente entre los dos últimos siglos
vha sido el rápido ascenso de la lingüística descriptiva en oposición a la
- lingüística histórica, hasta su actual situación dominante. De modo
' significativo, la figura clave en el cambio de la actitud del siglo xix a la
del XX fue el lingüista suizo Ferdinand de Saussure, quien, tras estudiar
en Leipzig con miembros de la escuela neogramática, se dio a conocer
por primera vez al mundo erudito mediante una importante contribu-
ción a la lingüística comparativa indoeuropea2. Aunque él mismo pu-
blicó poco, sus lecciones de comienzos del siglo sobre lingüística im-
presionaron tanto a algunos de sus alumnos de París y Ginebra que
en 1916 publicaron su Cours de linguistique générale tal como lo pudie-
ron reconstruir a partir de las notas tomadas por ellos y por otros y de
materiales conservados de mano de Saussure3. En la historia de la lin-

1 Para estudios detallados de la lingüística del siglo xx desde diferentes puntos de vis-
ta pueden leerse los siguientes libros (en modo alguno una lista exhaustiva): Andresen,
1990; Hymes y Fought, 1975; Matthews, 1993; Murray, 1994; Newmeyer, 1986, y New-
meyer (éd.), 1988.
2 Mémoire sur le systèmeprimitifdes voyelks dans les langues indoeuropéenes, Leipzig, 1879.
3 Saussure, 1949, prefacio a la 1.a éd.: para más detalles, R. Godel, Les sources manus-
crites du Cours de linguistique générale de F. de Saussure, Paris, 1957 (éd.); R. Engler, Ferdi-
nand de Saussure, Cours de linguistique générale (édition critique), Wiesbaden, 1967. Tam-
bién E. F. K. Koerner, Ferdinand de Saussure, origin and development o f his linguistic theoiy in
western studies o f language, Braunschweig, 1973; J. Culler, Saussure, Londres, 1982.

271
güística Saussure es en gran m edida conocido y estudiado a través de
lo que sus alum nos recogieron.
Saussure se inspiró en una variedad limitada de lenguas, en su ma-
yoría las lenguas familiares de Europa, pero su influencia sobre la lin-
güística del siglo xx, la cual se puede decir que inauguró, no ha sido
superada. La publicación del Cours ha sido descrita como una «revo-
lución copernicana» en la materia4. De hecho, Humboldt había expre-
sado una serie de ideas sobre el lenguaje y el estudio del lenguaje muy
en armonía con las de Saussure casi un siglo antes (más arriba, pág. 205);
es incierto hasta qué punto Saussure fue influido directamente por
Humboldt, aunque se ha sugerido una relación5. La teoría lingüística
general de Humboldt atrajo menos atención inmediata porque en la
época los estudios históricos iban en ascenso; las enseñanzas de Saus-
sure llegaron en una época en la que el impulso de la teoría lingüística
comparativa e histórica había alcanzado temporalmente un aceptable
lugar de descanso en los dogmas de los neogramáticos.
Históricamente, las ideas de Saussure se pueden distribuir bajo tres
encabezamientos. En primer lugar, formalizó e hizo explícitas las dos
dimensiones fundamentales e indispensables del estudio lingüístico,
que habían sido aceptadas o ignoradas por los lingüistas anteriores: la
sincrónica, en la cual las lenguas se tratan como sistemas autosuficien-
tes de comunicación en cualquier época concreta, y la diacrónica, en
la cual se tratan históricamente los cambios a los cuales están someti-
das las lenguas en el transcurso del tiempo. El logro de Saussure fue
distinguir estas dos dimensiones o ejes de la lingüística, la dimensión
sincrónica o descriptiva y la dimensión diacrónica o histórica, cada
una con sus propios métodos y principios y ambas esenciales en cual-
quier dirección adecuada que tomasen el estudio lingüístico o la ins-
trucción lingüística. Las lecciones contenidas en el Cours deben ser
consideradas como un factor fundamental en el desarrollo de los estu-
dios lingüísticos descriptivos en este siglo.
En segundo lugar, distinguió la competencia lingüística del hablan-
te como miembro de un comunidad lingüística y los fenómenos o da-
tos lingüísticos reales (expresiones) como langue y parole (como m u-
chos otros, estos términos saussureanos han pasado sin traducirse a ser
utilizados internacionalmente). Aunque la parole constituye los datos
inmediatamente accesibles, el objeto propio del lingüista es la langue

4 P. A. Verburg, Lingua, 2, 1950, 441.


5 J. T. Waterman, Perspectives in linguistics, Chicago, 1963, 67.

272
de cada comunidad, el léxico, la gramática y la fonología implantadas
en cada individuo al criarse en sociedad y sobre cuya base habla y en-
tiende su lengua. Muy influido por la teoría sociológica de Emile
Durkheim, Saussure exageraba tal vez la realidad suprapersonal de la
langue sobre y por encima del individuo, sobre todo cuando reconocía
que los cambios en la langue se originan en cambios hechos por indivi-
duos en su parole, mientras que declaraba que la langue no está sujeta a
la capacidad de cambio del individuo6.
En tercer lugar, Saussure demostró que toda langue ha de ser conce-
bida y descrita sincrónicamente como un sistema de elementos interre-
lacionados, léxicos, gramáticos y fonológicos, y no como una agrega-
ción de entidades autosuficientes (que comparó con una simple no-
menclatura)7. Los términos lingüísticos han de ser definidos en relación
unos con otros, no absolutamente. Esta es la teoría que se expresa en su
aseveración de que una langue esforme, non substance, y se ilustra en sus
conocidas metáforas de las figuras de ajedrez y los trenes, identificados
y conocidos por su lugar en el sistema completo del juego o de la red
ferroviaria y por su composición sustancial real8. En una lengua estas in-
terrelaciones se hallan en cada una de las dos dimensiones fundamenta-
les de la estructura lingüística sincrónica, la sintagmática, en línea con
. la sucesión de expresiones, y la paradigmática (asociativa), en sistemas
' de elementos o categorías en oposición9.
Esta afirmación de la aproximación estructural al lenguaje subyace
casi a la totalidad de la lingüística moderna y justifica la aseveración de
Saussure de la independencia de la lingüística como materia de estudio
por derecho propio10. Sean cuales fueren las diferentes interpretaciones
que se den al significado exacto del término «estructuralismo», pocos
lingüistas negarían actualmente un pensamiento estructural en su
obra. Aunque algunas de las ideas generales sobre análisis estructural
habían sido discutidas ya por otros a fines del siglo xix, en lingüística
fue Saussure quien hizo de éste un concepto fundamental, a través de
su enseñanza y del Cours de linguistique générale, publicado en 1916. En

6 E. Durkheim, Les règles de la méthode sociologique, 11.a éd., París, 1950; Saussure,
1949, 31, 37, 148; comp, los juiciosos comentarios de Sapir, «Do we need a superorga-
nic?», American anthropologist, núm. esp. 19, 1917, 441-7.
7 Saussure, 1949, 34, 97.
8 Ibid., 151-4, 157, 169.
9 Ibid., parte 2, cap. 5; Saussure utilizó el término associatif, pero paradigmatic ha lle-
gado a ser el más habitual desde que Hjelmslev lo sugirió (Acts o f thefourth international
congress o f linguists, Copenhague, 1936, 140-51).
10 Saussure, 1949, 317.

273
este sentido puede honrársele como uno de los fundadores de la lin-
güística moderna.
La glosemática de Hjelmslev puede ser considerada como la insis-
tencia saussureana en la forma en oposición a la sustancia en el «pla-
no del contenido» (semántica y gramática) y en el «plano de la expre-
sión» (fonología), y en la definición de la forma como la interrelación
de elementos, llevadas ambas a su extremo lógico; es decir, el análisis
del contenido debe ser independiente de criterios fonéticos (supuesta-
mente extralingüísticos). Las relaciones entre elementos, no los ele-
mentos mismos, son el objeto de una ciencia; sólo teniendo esto bien
presente de manera estricta puede realizarse el ideal sausseariano de
una lingüística autónoma, no dependiente de ninguna otra disciplina.
Los dos planos se consideran analizables en constituyentes últimos
(p. ej. gata, /g/, /a/, /t/, /a / o g, a, t, a en el plano de la expresión, y en
«gata», «femenino», «singular» en el plano del contenido). No son iso-
morfos, ya que no se puede trazar ninguna relación entre los fenóme-
nos individuales o letras y los elementos mínimos de contenido, pero
los dos planos han de ser analizados de una manera análoga, y cada
uno está coordinado y es equivalente en un sistema lingüístico; es pre-
cisamente esta afirmación de la equivalencia entre los dos planos lo
que otros han encontrado difícil de aceptar, ya que las diferencias en
la expresión se observan independientemente en una lengua y perte-
necen a un campo estrictamente circunscrito, mientras que las dife-
rencias en el contenido semántico (que es ilimitado) se revelan sola-
mente a través de diferencias en la expresión en una lengua. La glose-
mática, el título elegido por Hjelmslev para su teoría del lenguaje, era
una versión altamente teórica y personal de la lingüística estructural
de Saussure llevada a su extremo lógico. A causa de sus dificultades y
de la naturaleza un tanto personal de la terminología en que fue ex-
presada por Hjelmslev y otros no ha atraído la atención que bien pu-
diera merecer11.
En todas las áreas de la lingüística, el estudio estructural de los
significados en tanto que dependientes en parte de la copresencia en
una lengua de series de términos léxicos relacionados en campos se-

11 Para más detalles de los siguientes textos pueden consultarse: Hjelmslev, 1953;
id., «Structural linguistics», Studia lingüistica, 1, 1947, 69-78; H. Spang-Hanssen, «Glos-
sematics», Mohrmann, Sommerfelt y W hatm ough, 1961, 128-64. Crítica de algunos
aspectos de la glosemática en E. Fischer-Jorgensen, «Remarques sur les principes de
l’analyse phonémique», TCLC, 5, 1949, 214-34; B. Siertsema, A study ofglossematics, La
Haya, 1955.

274
mánticos representa la elaboración de ideas puestas de relieve por
Saussure12.
Pero el efecto más inmediato y uno de los más importantes de la
teoría estructural del lenguaje de Saussure se dio en el ámbito de la fo-
nología, en el que coincide notablemente con la vacilante postura a la
que se había llegado por las mismas fechas como resultado de los tra-
bajos de los fonetistas del siglo xix.
La fonética, con actividades y aplicaciones aliadas en la abreviatu-
ra, la enseñanza de lenguas y la reforma de la ortografía, había sido ob-
jeto de considerable atención en Inglaterra a partir del Renacimiento;
en el capítulo 6 se ha mencionado el estímulo general que se dio a los
estudios fonéticos desde el descubrimiento de la obra fonética india a
fines del siglo x v i i i 13. El propio sir William Jones expresó y despertó
gran interés por los problemas de la transcripción fonética de lenguas
como el sánscrito, el persa y el árabe, que tenían una larga tradición de
lectura en sistemas de escritura diferentes de las letras romanas. Su «Di-
sertación sobre la ortografía de las palabras asiáticas en letras romanas»
alabó la corrección fonológica del silabario devanagari y de la escritu-
ra árabe en desventajosa comparación con la ortografía fonética ingle-
■sa. A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, distinguía clara-
, mente entre letra y sonido, y protestó enérgicamente contra la referen-
cia pedagógica a las «cinco vocales» en inglés14.
La obra fonética de sir William Jones fue estudiada detalladamen-
te en Inglaterra por A. J. Ellis, que colaboró con sir Isaac Pitman en la
reforma alfabética; el interés inglés por la fisiología del habla llevó a
la publicación del Standard alphabet de C. R. Lepsius15, un producto de
la cooperación de la erudición inglesa y la continental, que establece
los posibles tipos de sonido vocálico y consonántico clasificados según
su articulación representados por distintos símbolos e ilustrados con
ejemplos tomados de una serie de diferentes lenguas. A ésta siguió
en 1889 el Alfabeto Fonético Internacional revisado, de la que se de-
nominaría después Asociación Fonética Internacional. Este alfabeto, el
«AFI», se ha mantenido continuamente en prensa sometido a revisio-
nes periódicas en cuanto a ordenación, simbolización y terminología.

12 Véanse también S. Ullmann, Principles of semantics, Glasgow y Oxford, 1957, 152-70;


J. Lyons, Semantics, Cambridge, 197, 250-69.
13 Sobre la historia de la fonética véase también R. E. Asher y J. A. Henderson (eds.),
Towards a histoiy o f phonetics, Edimburgo, 1981.
14 Works, vol. 3, Londres, 1807, 253-318 (264).
15 Londres, 1855.

275
Merced a la emigración de la notable familia Bell este mismo inte-
rés tuvo como resultado la invención del teléfono en Estados Unidos,
donde el nombre del más joven de los Bell (Alexander Graham, 1847-
1922) se conmemora en la Bell Telephone Company o f America. El,
como su padre, Alexander Melville (1819-1905) y su abuelo, Alexander
(1790-1865), trabajaron en la educación de la pronunciación y en apli-
caciones correctivas de la fonética. A. M. Bell fue el inventor de un sis-
tema de «habla visible», en la línea de intentos anteriores (pág. 175), en
el cual ,cada proceso distinto de articulación recibía su notación gráfi-
ca. Este sistema fue adoptado, con algunas correcciones y modificacio-
nes, por Sweet en su Primer ofphoneticslb.
Henry Sweet (1845-1912) fue uno de los líderes en el estudio de la
fonética y del inglés antiguo, medio y nuevo (moderno) en Gran Bre-
taña en la segunda mitad del siglo xix. Tenía una inclinación tempera-
mental hacia los aspectos sincrónicos, descriptivos, de la lingüística, en
parte por su nacionalismo, notablemente intenso, y por su hostilidad
hacia los saberes lingüísticos predominantemente históricos, que con
razón asociaba con Alemania. Quiso la casualidad que, con la perver-
sidad que rige los asuntos humanos, el reconocimiento por ser el des-
tacado estudioso que era le llegó más rápidamente en el extranjero y de
forma notable en Alemania que en su propio país, donde su talante,
francamente crítico, su carácter receloso y, en años tardíos, su justifica-
do resentimiento le impidieron siempre acceder al rango de catedráti-
co en una universidad británica17.
En el curso del siglo xix, los trabajos fonéticos se inspiraron en el
progreso de los campos aliados de la psicología y la acústica; las inves-
tigaciones experimentales eran a fines de siglo una parte aceptada de la
indagación fonética. Se consideraba que las aplicaciones de la fonética
en la reforma de la ortografía y en la enseñanza de lenguas desempeña-
ban un papel importante en los esfuerzos contemporáneos hacia la ex-
tensión de la educación y por la causa del progreso social en general.
La investigación fonética del xix debió mucho a la tecnología de la fí-
sica de la acústica y a la fisiología de la audición. Durante el siglo xx
han tenido lugar extraordinarios avances en todo el espectro de la fo-

16 A. M. Bell, Visible speech: the science of'alphabelics, Londres, 1867; H. Sweet, Hand-
book o f phonetics, Oxford, 1877; comp, examen general por Sweet de «Sound notation»,
TPS 1880-1, 177-235.
17 Wrenn, 1946; H. C. Wyld, «Obituary, Henry Sweet», Archwfiir die neueren Spra-
chen, n. esp. 30 1913, 1-8. Es interesante observar que Bernard Shaw, que conocía a
Sweet y su obra, lo tomó de modelo del profesor Higgins en Pigmalión; el mismo perso-
naje vuelve a aparecer en su posterior adaptación musical M y fair lady.

276
nética experimental. Los contenidos y la dotación de un laboratorio
moderno de fonética de muchas universidades hacen que la obra pio-
nera y los aparatos del Abbé Rousselot parezcan casi arqueológicos18.
Hasta la época de Sweet, los fonetistas se habían interesado por la
reforma de la ortográfica, incluyendo la invención de símbolos alfabé-
ticos adicionales, y por los sistemas de símbolos fonéticos universales.
En la segunda mitad del siglo se hizo evidente que, con el incremento
de la sofisticación fonética, toda ortografía, por mucho que se reforma-
se, omitiría muchas diferencias fonéticas observables, y que cualquier
transcripción estricta que en cualquier parte se acercase al inalcanzable
objetivo de «un sonido, un símbolo» sería excesivamente complicado
para su uso práctico en la escritura de una lengua. Se puede ver el plan-
teamiento de este dilema en las obras tempranas de Sweet. En su Hand-
book o f phonetics (1877) trazó la distinción entre sonidos cuyas diferencias
dependen en el lenguaje de su entorno fonético y por lo tanto son no
distintivos, y los sonidos que pueden por sí mismos establecer dos pa-
labras como unidades léxicamente distintas. Casi la misma diferencia
fonética puede ser distintiva en una lengua y no distintiva en otra; sólo
las diferencias fonéticas distintivas de una lengua necesitan notación se-
parada en un amplio sistema de transcripción para una lengua concre-
ta19. Dado que los relativamente escasos sonidos distintivos de una len-
gua pueden transcribirse fácilmente en letras latinas más algunas otras,
Sweet acuñó el término broad romic en oposición a transcripciones es-
trictas, que necesitaban muchos más símbolos y más diversos.
Sweet no utilizó el término fonema, aunque está claro que el con-
cepto subyace a su obra. La distinción terminológica explícita entre so-
nido o fono y fonema fue obra de un estudioso polaco que enseñaba
en Rusia, Baudouin de Courtenay, que hizo un uso técnico de la pala-
bra rusa fonema. Su teoría del fonema se publicó en 1893, pero proba-
blemente había llegado a ella bastante antes, en torno a la misma épo-
ca que Sweet, aunque no hubo contacto alguno entre ellos entonces20.

18 Comp. C. Painter, A n introduction to experimentalphonetics, Baltimore, 1979. Sobre


fonética y reforma de la ortografía, Sweet, Presidential address a la Philological Society,
TPS 1877-9, 1-16.
19 Sweet, Handbook, 100-8, 182-3.
20 R. Jakobson, «Henry Sweet’s paths towards phonemics», In memory ofj. R. Firth,
ed. C. E. Bazell etal., Londres, 1966, 242-5; J. Baudouin de Cortenay, Versuch einer Ή'ieo-
rie phonetischer Alternationen (trad, alemana), Estrasburgo, 1895; E. Stamkiewicz, Bau-
douin de Courtenay and thefoundations o f structural linguistics, Lisse, 1976. La palabra phone-
ma fue al parecer acuñada por el estudioso francés A. Dufriche-Desguettes (E. F. K.
Koerner, Phonetica, 33, 1976, 222-31).

2 77
No fue sin embargo hasta la segunda década del siglo xx, después
de que la enseñanza de Saussure hubiera empezado a ejercer su in-
fluencia, cuando el término fonema pasó a ser ampliamente utilizado,
para convertirse pronto en un universal lingüístico. Saussure había usa-
do la palabra francesa phonème, aunque por lo general en el sentido de
sonido del habla como fenómeno fonético, pero su teoría estructural
del lenguaje en su aplicación a la fonología formulaba claramente el
concepto de distinción fonemática como pieza central.
Daniel Jones hizo de este término la base de la transcripción «am-
plia» en oposición a «estrecha» (términos anteriormente utilizados por
Sweet) en su Outline o f Englishfonetics, publicado en 1918. Durante la
década de los veinte se discutió su rango como unidad lingüística o
como clase de sonidos, y se consideró de variadas maneras como enti-
dad fisiológica, como entidad transcendental o sólo como un simple
invento descriptivo21. Pero el primer acontecimiento verdaderamente
significativo en la evolución de la teoría del fonema fue la obra de la
escuela de Praga en los años veinte y treinta.
La escuela de Praga era un grupo de estudiosos checos y de otras
procedencias entre los que estaba Roman Jakobson y que se centraba
doctrinalmente en el principe Nikolai Trubetzkoy, catedrático en Vie-
na en 1923-38, y Vilem Mathesius y Roman Jakobson, que celebraban
reuniones regulares y publicaron los Travaux du cercle linguistique de Pra-
gue. Su principal interés radicaba en la teoría fonológica y la obra más
importante relacionada con la escuela fueron los Grundzüge der Phono-
logie (principios de fonología) de Trubetzkoy, en la cual estuvo traba-
jando hasta su muerte22.
Trubetzkoy y los fonólogos de Praga aplicaron la teoría de Saussu-
re a la elaboración del concepto de fonema, especialmente en la inter-
pretación estructural de los elementos lingüísticos. Esto representa la
primera aplicación pormenorizada de los principios de Saussure al aná-
lisis lingüístico. Los sonidos del habla pertenecían a la parole, el fone-
ma pertenecía a la langue. Al estudiar las lenguas como sistemas de ele-
mentos interiormente relacionados, los sabios de Praga no trataron el
fonema como una mera clase de sonidos o como un recurso para la
transcripción, sino como una unidad fonológica compleja realizada
por los sonidos de la lengua. La relación de la realización (representa-

21 Sweet, Handbook, 105; Jones, 1950, cap. 29; W. F. Twaddell, On defining thephone-
me, Baltimore, 1935, y más referencias en ellos.
22 Trubetzkoy, 1939 (las referencias de página se toman de la traducción inglesa de
Bal taxe).

278
ción o implementation) entre unidades de un nivel y unidades de otro
nivel es fundamental en la teoría de Praga. Cada fonema estaba com-
puesto por una serie de rasgos distintivos o «pertinentes», que por sí so-
los lo caracterizaban como unidad lingüística, y cada rasgo distintivo
se hallaba en clara oposición a su ausencia o a otro rasgo al menos en
otro fonema de la lengua. Los sistemas fonológicos fueron clasificados
de varias maneras según los rasgos que distinguían sus fonemas com-
ponentes; así, en inglés /p /,/b /,/t/,/d / y /k/,/g/ formaban oposiciones
de sordez y sonoridad en cada posición articulatoria, mientras que el
griego antiguo tenía un sistema de oclusivas de tres términos:

/p / / t/ /k/
/p h/ /b / /tV /d / /kV /g /

que incorpora las oposiciones de sonoridad y su ausencia y de aspira-


ción y su ausencia23.
El análisis de los sonidos del habla en sus rasgos articulatorios com-
ponentes no era nuevo, pero el análisis de los fonemas unitarios del ni-
vel fonológico, que eran realizados por los sonidos del habla, forman-
do series ordenadas de oposiciones específicas entre un número menor
' de rasgos distintivos, supuso un claro progreso en la teoría fonológica
/ y en el método descriptivo.
Además, este análisis por debajo del fonema revelaba la compleji-
dad de los sistemas fonológicos. No se consideraba en modo alguno
que los fonemas fuesen todos ellos miembros de una serie indiferen-
ciada de unidades en oposición dentro de una lengua, sino que en-
traban en diferentes sistemas de relaciones en diferentes posiciones.
/p /,/b /,/t/,/d / y /k /,/g / se oponen en las palabras inglesas como sordas
y sonoras en posición inicial, medial y final, pero detrás de /s/ inicial
la oposición sonoro-sordo es no operativa o «neutralizada», ya que
sólo puede aparecer una oclusiva en cada punto de articulación. La
misma oposición es neutralizada en alemán en posición final de pala-
bra, en que se encuentran oclusivas sordas en la clase de las oclusivas.
Este análisis de la oposición fonológica, más refinado, se expresó esta-
bleciendo «archifonemas» que comprendían precisamente los rasgos
que siguen siendo distintivos en las posiciones de neutralización (es
decir, bilabialidad, etc., y oclusión).

23 Ibid., 3, 31-45, 66-89; Vachek, 1966, cap. 3. Como Hjelmslev, Trubetzkoy fue
muy influido por la teoría estructural y relacional de Saussure, pero ello no lo llevó a re-
chazar los criterios fonéticos en el análisis fonológico.

279
Procesos similares de análisis se aplicaron a otros rasgos aparte de
los segmentos consonánticos y vocálicos con los cuales había empeza-
do la teoría fonológica, los llamados rasgos prosódicos (no segmenta-
les) de la sílaba, tales como longitud, acento y tono (incluyendo la en-
tonación), una extensión de la fonología descriptiva que tiene impor-
tantes implicaciones para el futuro. Un paso igualmente importante
incorporó al análisis fonológico las funciones sintagmáticas de deter-
minadas unidades sonoras y rasgos sonoros como demarcadores de sí-
labas y fronteras de palabras, aparte de su función paradigmática en la
constitución de diferentes fonemas. En este papel sintagmático y de-
marcador fueron denominados Grenzsignale o signes oristiques (señales
demarcadoras de frontera)24. Estos prefiguran la posterior fonémica de
«juntura» o demarcación de algunos lingüistas americanos de media-
dos de siglo.
El concepto de fonema se había originado en la investigación que
condujo a la teoría de la transcripción amplia. Como resultado de los
trabajos de la escuela de Praga se convirtió en uno de los elementos
fundamentales de la teoría lingüística en su conjunto y de la descrip-
ción y el análisis científicos de las lenguas.
Si bien los principales esfuerzos de la escuela de Praga se dedica-
ron a la explicación del concepto de fonema y al desarrollo de la
teoría fonológica, sus miembros hicieron una serie de aportaciones
a otras áreas de la lingüística, incluyendo temas más periféricos
como la estilística. Se publicaron varios estudios sintácticos; la tipo-
logía sintáctica comparada del checo y otras lenguas eslavas está
muy bien representada en la obra de los lingüistas checos desde 194 525.
En morfología, el estudio de Jakobson del sistema de casos ruso y su
intento de abstraer de él un contenido semántico para cada caso re-
presenta una aplicación de los mismos procedimientos analíticos

24 Trubetzkoy, 1939, 77-83, 228-41; id, «Die Aufhebung der phonologischen Ge-
gensâtze», TCLP, 6, 1936, 29-45; Id., 1939, 170-207, 273-97; id., Anleitungzu phonologischen
Beschreibungen, Brno, 1935.
25 El «análisis funcional de la oración» o «perspectiva funcional de la oración», el
análisis de la expresión sintáctica de diferentes aspectos del significado de la oración, de-
rivado en última instancia de K. Bühler, ha desempeñado un importante papel en la lin-
güística de la escuela de Praga de después de la guerra y es reconocido por Hallyday como
una influencia fundamental en su gramática sistémica (Vachek, 1966; Halliday, «Options
and functions in the English clause», Brno studies in English, 8, 1969, 81-8. La escuela de
Praga fue uno de los centros de investigación lingüística teórica más destacados de los
años de entreguerras en Europa. Fue reconstituida después de la segunda guerra m un-
dial; véase Vachek, 1966.

280
que se estaban aplicando en fonología a la descripción de las catego-
rías gramaticales26.
La teoría lingüística que, teniendo en cuenta principalmente el
análisis fonológico, elaboraron Trubetzkoy y sus compañeros de la es-
cuela de Praga llevó a una serie de acontecimientos de gran importan-
cia. El análisis de las unidades lingüísticas en términos de series de
rasgos distintivos, ya extendido a la morfología por Jakobson, se ha
aplicado después al análisis gramatical en general y ha llegado a ser
fundamental en buena parte de la gramática generativa (pág. 321)27.
Pero la esencial fluidez e indeterminación de los significados léxicos
en gran número, quizá la mayoría, de las palabras de las lenguas natu-
rales hace improbable que se pueda llegar sólo con estos medios a
algo parecido a un análisis semántico total28. Este tipo de análisis ha
sido extendido a la semántica, con la esperanza de que tal vez ayude
a formalizar la variedad, al parecer ilimitada, de significados o funcio-
nes semánticas que contienen las unidades léxicas de las lenguas. Los
lugares evidentes para su aplicación son unos restringidos subsistemas
léxicos de términos de áreas culturalmente delimitadas, como los vo-
cabularios de parentesco. En inglés, por ejemplo, aunt, tía, se puede
, analizar como «pariente», «tercer grado en línea colateral» y «femeni-
' no» en oposición a uncle, tío, por el rasgo de diferencia de sexo. Se han
hecho varios intentos de extender este tipo de esquematización com-
ponencial a otras áreas distintas y más amplias de los vocabularios de
las lenguas.
En fonética y fonología, el análisis de rasgos distintivos hizo asom-
brosos avances en alianza con los estudios instrumentales y acústicos
de la transmisión del habla. Este acontecimiento se ha relacionado es-
pecialmente con R. Jakobson, uno de los fundadores del círculo de
Praga, que en época relativamente temprana de su carrera decidió que
se arrojaría más luz sobre algunos fenómenos fonológicos consideran-
do los rasgos distintivos que componen los fonemas desde el punto de

26 «Beitrag zu allgemeinen Kasuslehre», TCLP, 6, 1936, 240-88; Vachek, 1966.


27 Comp. Robins, «Distinctive feature theory», en D. Armstrong y C. H. van Schoone-
veld (eds.), Roman Jakobson: echoes o f his scholarship, Lisse, 1977, 391-402.
28 A. F. C. Wallace y J. Atkins, «The meaning o f kinship terms», American anthropo-
logist, núm. esp. 62, 1960, 58-80; E. A. Hammel (ed.), «Formal semantic analysis», Ame-
rican anthropologist, 67.5, 1965, parte 2, publicación especial. Esta modalidad de análisis
semántico guarda ciertas semejanzas con las teorías del campo semántico de los investi-
gadores europeos, pero el análisis componencial se centra primariamente en el análisis
de los términos en referencia a sus rasgos semánticos, mientras que la teoría del campo
semántico se centra en la división de un campo semántico entre los términos.

281
vista acústico y del oyente que desde el articulatorio o del hablante. En
este planteamiento, Jakobson se inspiró en los hallazgos de expertos en
acústica anteriores como H. von Helmholtz y C. Stumpf para los trián-
gulos básicos

/i/ /u/ /t/ /p/


y
/a/ /k/

donde sonido agudo y grave se oponen horizontalmente y sonido di-


fuso y denso se oponen verticalmente, como rasgos acústicos resultan-
tes de diferencias en la configuración del tracto vocálico29.
Presionado por la guerra, Jakobson marchó a Estados Unidos; en
colaboración con investigadores que trabajaban con equipos como el
espectrógrafo de sonido analizó el inherente carácter distintivo de los
fonemas de todas las lenguas en combinaciones de hasta doce contras-
tes binarios de rasgos acústicos, definidos en términos de la distribu-
ción de energía en diferentes frecuencias («formantes») en sus ondas so-
noras, en vez de directamente en relación con sus articulaciones30. En
este tipo de análisis, los sistemas fonológicos se presentan en una matriz
de oposiciones de rasgos, participando los fonemas en más de un con-
traste binario en relación con los demás fonemas de la lengua. Esto se
muestra en el diagrama que elaboraron Jakobson y Lotz del sistema fo-
némico del francés. El análisis de rasgos, en el cual se toman las unida-
des segmentales como nada más que series de rasgos distintivos simul-
táneos, ha proporcionado un· modo de afirmar el vínculo fonológico
entre el producto del componente sintáctico y la expresión transcrita
en la gramática generativo-transformacional (pág. 321)31.
En la lingüística histórica, la teoría del fonema, especialmente en
su interpretación de Praga, condujo a un hito importante en la postu-
ra neogramática. El logro de los neogramáticos había consistido en for-
malizar y hacer explícito el concepto de ley del sonido, y eran los so-
nidos como segmentos fonéticos individuales lo que les interesaba.
Cuando se reconsideró el cambio fonético a la luz de la teoría del fo-
nema, en la cual se entendía que los sonidos de la lengua formaban sis-

29 Jakobson, 1962.
30 Jakobson y M. Halle, Fundamentals of language, La Haya, 1956, 28-32.
31 Jakobson y J. Lotz, «Notes on French phonemic pattern», Word, 5, 1949, 151-8;
Chomsky, 1964, 65-75; Chomsky y Halle, 1968, 335-8. Se encuentra un valioso informe
de los acontecimientos de este siglo en E. Fischer-Jorgensen, Trends in phonological theoiy:
a historical introduction, Copenhague, 1975.

282
temas interrelacionados de oposiciones, se prestó atención a la evolu-
ción de los sistemas fonológicos en vez de los cambios en sonidos
individuales y supuestamente independientes. Esta aproximación po-
día realizarse y se realizó desde dos direcciones diferentes. En primer
lugar, el producto final de un cambio fonético era un sistema fonoló-
gico distinto, a menos que el cambio se relacionara simplemente con
una diferencia fonética dentro de los límites de una serie existente de
oposiciones. En un sistema de ocho vocales con cuatro fonemas vocá-
licos palatales y cuatro velares, la fusión de dos vocales velares (diga-
mos [o] > [o]) supone la pérdida de la oposición entre / 0/ y / 0/, y re-
sulta un sistema asimétrico de cuatro fonemas vocálicos palatales y tres
velares. Jakobson sigue la secuencia en letón de /k/ y /g/, que desarro-
llan alófonos palatalizados delante de las vocales palatales /i/ y /e / ([ts]
y [dz]), y éstos se convierten en fonemas diferenciados, /ts/ y /dz/, que
se oponen a /k / y /g/, después de que /ai/ se hubiera monoptongado
en / i / ; Fourquet ha reexaminado y reinterpretado los cambios sonoros
alemanes, entendiendo la «ley de Grimm» en términos de la evolución
de los sistemas en vez de los cambios de sonidos concretos, y ha trata-
do de explicar los fenómenos históricos como mantenimiento de opo-
- siciones fonológicas bajo la presión de sucesivos cambios generales en
\ la fuerza de articulación por parte de los hablantes32.
En segundo lugar, el cambio fonético puede ser considerado no
por lo que respecta a su efecto sistémico sino desde el punto de vista
de su causalidad sistémica. Los neogramáticos se habían mantenido en
terreno seguro con la cuestión de las causas del cambio fonético, y
Bloomfield les siguió cuando declaró: «Las causas del cambio sonoro
son desconocidas»33. La ocasión para el cambio fonético se ha visto
siempre en las condiciones en que la lengua se transmite como capaci-
dad socialmente aprendida de generación en generación, pero casi con
toda seguridad las causas son múltiples y complejas. Es preciso recono-
cer factores externos como contactos entre lenguas, bilingüismo, efec-
tos de sustratos en la superposición de una lengua extraña a una comu-
nidad de habla, y la influencia de los dialectos de prestigio («lenguas es-
tándar») y los sistemas de escritura. Pero hay una causa importante de
los cambios fonéticos que se halla dentro de los sistemas fonológicos
de las propias lenguas.

32 Jakobson, «Prinzipien der historischen Phonologie», TCLP, 4, 1931, 247-67 (y en


Jakobson, 1962, 202-20; trad, francesa); J. Fourquet, Les mutations consonantiques en ger-
manique, París, 1948.
33 Bloomfield, 1935, 385.

2 83
De manera bastante extraña, Saussure, a pesar de toda su insisten-
cia en la importancia de la concepción estructural del lenguaje en la
lingüística sincrónica, llegó tan lejos que negó explícitamente toda re-
levancia diacrónica de la estructura34. Pero hay dos factores que actúan
constantemente dentro de los sistemas fonológicos. La economía de
esfuerzo producida por el uso múltiple de cada oposición de rasgos
una vez dominada tiende a la conservación y la generación de simetría
en los sistemas de fonemas (/p /,/t/,/k/,/d /,/g / requiere tantos rasgos
de articulación en oposición como el sistema, más completo y simétri-
co, /p /,/t/,/k /,/b/,/d /,/g /); pero la asimetría fisiológica del tracto vocá-
lico interfiere con la consecución de una simetría permanente (por
ejemplo, en la cuestión de los grados distintivos de elevación de la len-
gua en los fonemas vocálicos, hay más libertad para mantener separa-
das las vocales palatales que para las vocales velares). A. Martinet cita
como ilustración la palatalización de /u / en el portugués de las Azores,
por lo cual la explotación de la oposición palatal-velar (acústicamente
agudo-grave) en el fonema vocálico cerrado redondeado deja más espa-
cio para la fácil conservación de la oposición fonemática entre las de-
más vocales velares, /a/, /o / y /o /35.
Las investigaciones en estas líneas y la ampliación de la teoría de la
lingüística histórica para incluir los resultados de aquéllas no invalidan
la insistencia neogramática en la regularidad del cambio fonético
como base de la lingüística histórica, pero aportan a la lingüística his-
tórica más ideas importantes y medios de investigación más potentes.
Durante el siglo xix los lingüistas rusos estuvieron en contacto con
los acontecimientos europeos generales y al parecer unos eruditos
orientales y otros occidentales llegaron al concepto de fonema al mis-
mo tiempo y de forma independiente (págs. 277-278). Trubetzkoy era
ruso por nacimiento y educación y había trabajado sobre algunas de
las lenguas vernáculas del imperio ruso antes de abandonar el país tras
la primera guerra mundial. La revolución bolchevique trajo consigo
una profunda ruptura con los estudiosos lingüísticos del resto del
mundo, y durante los años veinte, treinta y cuarenta, aunque los traba-
jos fonológicos continuaron y con ellos el estudio de la teoría del fo-
nema, la lingüística soviética estuvo dominada por los excéntricos dog-
matismos de N. J. Marr (1864-1934).

34 Saussure, 1949, 124.


35 A. Martinet, «Structure, function, and sound change», Word, 8, 1952, 1-32;
A. G. Haudricourt y A. G. Juilland, Essai pour une histoire strueturale du phonétisme français,
Paris, 1949.

284
Marr, que era georgiano de nacimiento y desde su temprana juven-
tud estaba dotado de una notable capacidad para el aprendizaje de len-
guas, dirigió primeramente su atención, como otros eruditos rusos, al
georgiano y a las demás lenguas caucásicas. Mientras investigaba la his-
toria de las lenguas caucásicas fue desarrollando su propia teoría (o teo-
rías) de la historia lingüística. Rechazando la teoría indoeuropea acep-
tada, sacó sus ideas de las creencias dieciochescas en el origen gestual
del lenguaje y de la opinión de mediados del xix sobre la tipología
lingüística como indicación de las etapas del progresivo desarrollo lin-
güístico. Las lenguas «jaféticas», un término que utilizó para englobar
a las lenguas del Cáucaso, representaba una etapa de la evolución de la
lengua por la que ya habían pasado algunas otras lenguas. Las lenguas
estaban relacionadas históricamente no en familias lingüísticas, sino
por los diferentes «estratos» evolutivos de estructura depositados a con-
secuencia de continuas mezclas y combinaciones. Las lenguas no eran
fenómenos nacionales sino de clase, y eran parte de la superestructura
cuyos cambios correspondía a cambios en la base económica de la or-
ganización social de los hablantes; en este punto afirmaba la alianza
teórica de marrismo y marxismo.
Al pretender explicar con su teoría no sólo la historia lingüística
' sino también la prehistoria lingüística, Marr pronto trascendió las sim-
ples aseveraciones observacionales y declaró que el origen de las pala-
bras de todas las lenguas podía rastrearse hasta cuatro elementos primi-
tivos: [sal], [ber], [jon] y [roj]. Semejante teorización sin fundamento
gozó de patrocinio oficial y otros estudiosos rusos juzgaron prudente
respaldar e incluso hacer un panegírico a los pronunciamientos de
Marr, hasta 1950, año en que de improviso Stalin ordenó el rechazo de
toda la construcción marrista, señalando entre otras cosas que el len-
guaje no era dependiente de la organización económica dado que la
misma lengua rusa servía al capitalismo prerrevolucionario y al comu-
nismo postrevolucionario, una aseveración de lo obvio que al parecer
no se había hecho antes. La intervención de Stalin puso fin al largo rei-
nado de la teoría marrista y al mismo tiempo atrajo hacia ella la aten-
ción del mundo. Desde entonces, con la expansión de la cooperación
internacional en los estudios lingüísticos después de la guerra, los lin-
güistas rusos han empezado a trabajar en un contacto más estrecho
con los de Europa occidental y de América y se están debatiendo in-
tensa y fructíferamente los progresos occidentales actuales. En lingüís-
tica general se presta especial atención a la lexicografía, a la cual se con-
cede el rango de componente de la lingüística al lado de la fonología y
la gramática en lugar de ser meramente una parte de la descripción de

2 85
las lenguas. En la lingüística comparada e histórica, los estudios esla-
vos, prohibidos en tiempos de las excentricidades de Marr, han presen-
ciado un desarrollo muy notable. Es dudoso que algún lingüista tome
hoy en serio a Marr; será recordado solamente como una aberración
estéril, una terrible amenaza de hasta qué punto una tiranía moderna
puede mantener a la fantasía entronizada desafiando al hecho36.
En especial dentro del contexto de los tradicionales estudios in-
doeuropeos debemos prestar atención a una revisión, potencialmente
de gran alcance, de opiniones sobre la patria, la dispersión y la estruc-
tura de las lenguas indoeuropeas, como resultado de propuestas de los
investigadores soviéticos Gamkrelidze e Ivanov37.
Poco después de la publicación del Cours de Saussure salieron a la
luz en Europa otros libros que trataban principal o totalmente de lin-
güística sincrónica, por ejemplo Language de Jespersen; Theoiy o f speech
and language de Gardiner; Sprachtheorie de K. Bühler y dos importan-
tes libros escritos por Hjelmslev antes de desarrollar plenamente su
teoría de la glosemática, Principios de gramática general y La categoría de
los casos3S. Al mismo tiempo, determinadas tendencias del pensamien-
to filosófico estaban colocando a los lógicos en un contacto más es-
trecho con los problemas del análisis lingüístico39. La inauguración de
una serie de congresos internacionales de lingüistas en 1928 es otra
ilustración del incremento del interés en la investigación en lingüísti-
ca general.
Sin embargo, fue en América donde la lingüística, y en especial la
lingüística descriptiva, recibió el mayor reconocimiento en las univer-
sidades durante la década de 1920; el rumbo de la lingüística america-
na en la época de entreguerras tuvo un efecto profundo y duradero en

36 E.J. Simmons (éd.), The Soviet linguistics controversy, Nueva York, 1951; L. C. Tho-
mas, The linguistic theories o f N. J. Marr, UCPL, 14, 1957, resumen en Ivic, 1965, 102-7.
T. A. Sebeóle (éd.), Current trends in linguistics I: Soviet und East European linguistics, La Haya,
1963; F. Kiefer (éd.), Trends in Sovietic linguistics, Dordrecht, 1973. Véase ahora P. Sériot
(éd.), «Une familière étrangéré: la linguistique russe et soviétique», Histoire épistémologie
langage, 17.2, 1995.
37 La «hipótesis glotálica», como a veces se denomina a su teoría, ha de dejarse para
futura investigación. Se ha presentado en T. V. Gamkrelidze y V. Ivanonv, Indo-Euro-
pean and the Indo-Europeans, Moscú, 1968, Moscú, 1968 (en ruso; trad, inglesa, J. Nichols,
Berlín, 1994-5; reseña del texto ruso por K. Hayward, Lingua, 78, 1989, 37-86). Véase
también Gamkrelidze, «Language typology and linguistic reconstruction», Proc. 12th In-
ternational Congress of Linguistics, Innsbruck, 1978, 480-2.
38 Londres, 1922; Oxford, 1932; Jena, 1934; Copenhague, 1928; Aarthus, 1935.
39 Comp. E. Cassirer, Philosophie der symbolischen Formen, Berlin, 1923-1929; Bloom-
field, «Language or ideas?», Language, 12, 1936, 89-95.

286
la evolución de los estudios lingüísticos y del pensamiento lingüístico
en todo el mundo. En 1924 se constituyó la Linguistic Society o f Ame-
rica con la revista Language como publicación anual suya.
Tres destacados estudiosos colocaron a la lingüística americana en
su rumbo: Franz Boas, Edward Sapir y Leonard Bloomfield. Boas era
el mayor y fue el maestro de varios lingüistas americanos de la siguien-
te generación. Se cita que Bloomfield se refería a él como «el maestro
de todos nosotros en uno u otro sentido», y en su obituario rindió ge-
neroso tributo a su trabajo por la lingüística americana40.
Estos tres hombres no se habían distanciado de sus antecedentes.
Boas y Sapir habían nacido en Europa y Bloomfield había estudiado
lingüística histórica neogramática con Leskien y Brugmann (1913-14).
Estaban familiarizados con la obra del anterior lingüista histórico ame-
ricano y experto en sánscrito W. D. Whitney, muy influido a su vez
por el pensamiento europeo del siglo xix. La actitud básica de Boas y
Sapir hacia el lenguaje en sus íntimos lazos con la totalidad del modo
de vida y la manera de pensar de sus hablantes se puede rastrear en
gran parte hasta las ideas humboldtianas (pág. 206). De manera nota-
ble en su escrito sobre teoría y procedimiento fonemáticos, Sapir se ad-
> hirió a la visión psicológica del fonema, subrayando la corresponden-
' cia entre la abstracción del lingüista y las reacciones e intuiciones
del hablante nativo a su lengua41. En las obras de Sapir y Bloomfield
vemos representadas las principales influencias ejercidas sobre los lin-
güistas americanos en esta época de formación. La teoría americana es-
tuvo condicionada por el riguroso positivismo de los psicólogos con-
ductistas o mecanicistas. Esta influencia fue especialmente fuerte en
Bloomfield, que mientras redactaba su libro modelo, E l lenguaje (publi-
cado en 1933), revisó drásticamente su anterior Introduction to linguistic
science (Londres y Nueva York, 1914) para poner su base teórica en lí-
nea con la perspectiva mecanicista de conductistas como A. P. Weiss,
en la cual las afirmaciones acerca de la actividad y la experiencia huma-
nas deben expresarse enteramente en términos relacionados, al menos
potencialmente, con fenómenos observables en el espacio y en el tiem-
po por todos los observadores. Son típicos de la actitud de Bloomfield

40 C. C. Fries en Mohrmann, Sommerfelt y Whatmough, 1961, 218; Language, 19,


1943, 198; véase también P. Swiggers, TheBoas-BloomfieldConespondence, Münster, 1988.
41 «Sound patterns in language», Language, 1,1925, 37-51, «La réalite psychologique
des phonèmes», Journal de psychologie normale et pathologique, 30, 1933, 247-65 (en inglés
en Sapir, 1951, 46-60). Sobre la influencia europea en la lingüística americana, H. M.
Hoenigswald (éd.), The European background Dordrecht, 1979.

287
su «hablarse a uno mismo o pensar para sí» y su afirmación de que las
«imágenes mentales, sentimientos y demás son simplemente términos
populares para los diversos movimientos corporales»42.
En el aspecto práctico, los intereses antropológicos de Boas y Sapir
se reflejaron en la estrecha colaboración y asociación de antropología
y lingüística en las universidades americanas. Los antropólogos y los
lingüistas se enfrentaron a un común desafio en el vasto campo de las
lenguas amerindias, casi enteramente anteriores a la escritura y disper-
sas por gran parte de Estados Unidos y Canadá, a menudo en comuni-
dades pequeñas y menguantes. Desde los tiempos coloniales, misione-
ros, comerciantes y entusiastas aficionados habían compilado diccio-
narios y gramáticas de varias de estas lenguas; en 1891 J. W. Powell
publicó la primera clasificación completa de ellas43. Boas centró sus
trabajos en estas lenguas; además de varios estudios descriptivos editó
y en parte escribió el Handbook o f American-Indian Languages44. Su In-
troduction para este libro sigue siendo una excelente introducción a la
lingüística descriptiva.
Algunos lingüistas americanos hicieron de estas lenguas la primera
de sus preocupaciones, extendiendo su ámbito para incluir las lenguas
de América Central y del Sur (donde los misioneros españoles, portu-
gueses y de otros lugares habían realizado trabajos en siglos anteriores);
muchos otros prepararon un informe descriptivo de una lengua nativa
americana en el curso de su carrera, frecuentemente como tesis docto-
ral. Las lenguas elegidas habían sido objeto en la mayoría de los casos
de poca atención académica con anterioridad y el que hacía trabajo de
campo aprendía la lengua al mismo tiempo que la analizaba, una situa-
ción totalmente distinta a la que había prevalecido en los anteriores es-
tudios de la mayoría de las lenguas europeas. El estudioso tenía que va-
lerse de sus propios recursos y él mismo tenía que decidir y justificar
cada afirmación y clasificación que hacía. Esto era y sigue siendo una
parte extremadamente valiosa de la formación en lingüística. Podemos
comparar la cantidad de trabajo realizado por los lingüistas «bloomfiel-
dianos» en las lenguas amerindias con el temprano desarrollo de la lin-
güística generativo-transformacional llevado a cabo en gran medida en
inglés o en lenguas europeas familiares.

42 Weiss, Theoretical basis o f human behaviour, Columbus, 1929, cap. 13; Bloomfield,
1935, prefacio, 28, 142; id., obituario de A. P. Weiss, Language, 7, 1931, 219-21.
43 Indian linguisticfamilies o f America north o f Mexico (7.° informe anual de la Oficina
de Etnología), Washington, 1891; Andresen, 1990.
44 Washington, 1911 (partes 1 y 2), Nueva York, 1938 (parte 3).

288
Sapir y Bloomfield se oponen y complementan en sus plantea-
mientos de su materia. Bloomfield era rigurosamente científico, a la
luz de su propia interpretación mecanicista de la ciencia; se concentra-
ba en la metodología y en el análisis formal. Sapir, por el contrario,
abarcó su tema con amplitud, así como otros relacionados con él, ex-
plorando sus relaciones con la literatura, la música, la antropología y la
psicología y expresando opiniones sobre el lenguaje que, como las de
Boas, recordaban a Humboldt y fueron posteriormente desarrolladas
por Whorf, quienes insistían en la penetrante influencia del lenguaje
en la vida humana. Una rápida mirada a los Selected writings de Sapir
muestra la amplitud de sus conocimientos; la comparación de su Len-
guaje con la obra de Bloomfield del mismo título da una imagen fiel de
las diferencias de sus planteamientos a la materia.
Como consecuencia del rango de su libro E l lenguaje como libro de
texto para estudiantes (aunque es mucho más que eso) y de su delibe-
rada concentración en la metodología, la interpretación de Bloomfield
de la lingüística dominó en la actitud y perspectiva de la mayoría de
los lingüistas americanos en las décadas de 1930 y 1940. Muchos de los
trabajos de estos años fueron concebidos por los investigadores com-
prometidos en ellos como articulación o desarrollo de ideas o sugeren-
cias expresadas por Bloomfield; el período siguiente ha venido a ser co-
nocido ahora como era «bloomfieldiana» o «postbloomfieldiana», aun-
que no se puede decir que todas y cada una de sus características se
puedan seguir directamente hasta las enseñanzas de Bloomfield. U n re-
ciente libro sobre el desarrollo de la lingüística teórica en América
menciona en su título los nombres de Bloomfield y Chomsky45.
Cada estudioso es un individuo; las «escuelas» y «períodos» son
abstracciones que hacen dudosa justicia a los trabajos y a los autores de
éstos. Pero en una panorámica como ésta, la «lingüística bloomfieldia-
na» puede tratarse razonablemente como una unidad; dado que, du-
rante esta época (1933-57), la lingüística como disciplina autónoma lle-
gó a estar más firmemente establecida y más ampliamente representa-
da en las universidades de Estados Unidos que en ninguna otra parte,
la influencia de Bloomfield se dejó sentir en la totalidad del mundo
del saber en los estudios lingüísticos.

45 Sapir, 1921 y 1951; id., «The status of linguistics as a science»; Language, 5, 1929,
207-14; S. Newman, 1)A L ,\1, 1951, 180-6; J. B. Carroll (ed.), Language, thought, andreality:
selected writings o f Benjamin Lee Whotf, Nueva York, 1956. Véanse también W. Cowan etal.
(eds.), New perspectives in language, culture, andpersonality, Amsterdam, 1986; R. A. Hall (ed.),
Leonard Bloomfield: essays on his life and work, Amsterdam, 1987; Matthews, 1993.

2 89
Los lingüistas americanos centraron su atención en el análisis for-
mal realizado a través de operaciones y conceptos objetivamente des-
cribibles, como Bloomfield había insistido en que debe hacerse. Las
dos unidades fundamentales de descripción eran el fonema, extendido
sucesivamente para incluir todos los fenómenos fonéticos distintivos
fonológicamente (pág. 292), y el morfema, la unidad mínima de la es-
tructura gramatical. La distinción entre sonido del habla y fonema se
interpretaba generalmente como la que existe entre miembro y clase,
u tiliz á n d o lo y alófano para denotar sonidos del habla. El análisis gra-
matical se modelaba sobre el ya establecido método fonológico, utili-
zando morfo, alomorfo y morfema de la misma manera46.
Se puede decir con justicia que la fonología fue el pacificador de la
era bloomfieldiana por lo que se refiere a la teoría y a la metodología
descriptivas. El estímulo más poderoso con mucho a la revisión de la
teoría y sus conceptos asociados vino del progreso en la observación
fonética y en el análisis fonológico. La escuela de Praga y los anteriores
firthianos dedicaron de hecho la mayor parte de su atención al nivel
fonológico del lenguaje; Daniel Jones se dedicó por completo a la fo-
nología y a la fonética; en América, la teoría fonemática avanzó en la
dirección elegida más que la teoría gramatical, y la teoría gramatical de
la época, con su especial interés por el análisis morfemático, siguió los
pasos del progreso de la fonemática. En un comentario sobre el M a-
nual offonobgy de Hockett (1955), publicado hacia el final de la época,
podemos leer la bien justificada observación de que todavía no se po-
día imaginar un manual comparable de gramática47.
Aunque Bloomfield había dedicado cierta atención a la definición
formal de la palabra como unidad gramatical, los lingüistas posteriores
le concedieron menos importancia en la descripción gramatical. Se
presentó la estructura de la oración en términos de análisis de los cons-
tituyentes inmediatos, en los cuales los morfemas se colocaban juntos
en árboles, representando construcciones de tamaño y complejidad as-
cendentes (un análisis como éste estaba implícito en el «análisis grama-
tical» de la pedagogía tradicional y se incluía parcialmente en la teoría
de los rangos de Jespersen). Bloomfield hizo una distinción básica en-
tre construcciones endocéntricas y exocéntricas según la construcción

46 Algunos críticos pudieron señalar que los usos reales de estos dos tipos de unidad
no eran tan paralelos como la teoría sugería (C. E. Bazell, «Phonemic and morphonemic
analysis», Word, 8, 1952, 33-8); el desarrollo de los métodos lingüísticos americanos du-
rante esta época se puede seguir en Joos, 1958.
47 R. E. Longacre, Language, 32, 1956, 301.

290
fuese o no fuese en líneas generales sintácticamente similar a cualquie-
ra de sus constituyentes inmediatos; las generaciones posteriores for-
malizaron una preferencia por las divisiones binarias dentro de los
constituyentes48.
El modelo de exposición generalmente preferido en fonología y en
gramática era el de la distribución. Algunos lingüistas de la época fue-
ron caracterizados como «distribucionalistas», y sostuvieron que la des-
cripción lingüística era la exposición de las relaciones distribucionales
de los fonemas en las secuencias de fonemas y de los morfemas en
los constituyentes y grupos de morfemas. Así, Z. S. Harris, cuya obra
Methods in structural linguistics se puede considerar como desarrollo de
determinados aspectos del bloomfieldianismo hasta sus extremos,
pudo escribir que los procedimientos lingüísticos estaban dirigidos a
«una aplicación realizada dos veces de dos pasos fundamentales: el es-
tablecimiento de elementos y la exposición dé la distribución de estos
elementos recíprocamente relativos»; de forma más general, en años re-
cientes los términos estructuralismo y estructuralista se han usado de ma-
nera restringida para aludir al análisis lingüístico modelado sobre el
pensamiento bloomfieldiano49.
En estos procedimientos, la tradicional distinción entre sintaxis y
morfología tendía a ver un tanto rebajada su importancia; asimismo,
en el interés de la exposición puramente distribucional, la terminolo-
gía «de proceso» (en la que se dice que las formas se relacionan en tér-
minos de procesos tales como el cambio vocálico (Ablaut) o la alter-
nancia de consonantes) se evitaba todo lo posible. De manera total-
mente ilegítima, el proceso descriptivo se confundía pretendidamente
en ocasiones con el proceso histórico y por lo tanto era rechazado en
la lingüística sincrónica50.
La relación de los dos niveles, la gramática (morfemática) y la fono-
logía (fonemática), era dominio de la morfofonemática, el vínculo en-
tre los dos aspectos principales del análisis lingüístico formal (los lin-
güistas de Praga habían utilizado morfofonología en un sentido similar).
Se concibió primeramente como una relación de composición; se dijo
que los morfemas estaban compuestos por fonemas. Esta relación es
difícil de mantener ante la variación alomórfica en la que diferentes
—y a veces totalmente diferentes— secuencias de fonemas son morfo-

48 Bloomfield, 1935, 178-89, 167, 194-7; O. Jespersen, The philosophy of grammar,


Londres, 1924, cap. 7; R. S. Wells, «Immediate constituents», Language, 23,1947, 81-117.
49 Harris, 1951, 6.
50 C. F. Hockett, «Two models o f grammatical description», Word, 10,1954,210-34.

291
lógicamente equivalentes; los autores posteriores interpretaron general-
mente la relación entre fonema y morfema como una relación de re-
presentación: los morfos están compuestos por fonemas, que de este
modo representan el morfema como clase51.
Se consideraba que los dos niveles estaban jerárquicamente orde-
nados porque el análisis morfemático presuponía el análisis fonemáti-
co, pero no viceversa. La doctrina de la «separación de niveles», aun-
que no aparece como tal en Bloomfield, fue llevada a tales extremos
por algunos lingüistas, G. L. Trager por ejemplo, que no se podía utili-
zar legítimamente una exposición gramatical de ningún tipo en el aná-
lisis fonemático y, a la inversa, el análisis gramatical sólo podía empe-
zar cuando se hubiera terminado el análisis fonemático de una lengua.
El deliberado abandono de «prerrequisitos gramaticales» como las
fronteras gramaticales de palabra otorgó una gran importancia — algu-
nos dirían que intolerable— a los fonemas de juntura que delimitan
las palabras fonemáticas (secuencias, a modo de palabras, de fonemas
demarcativamente definibles)52. Una transcripción fonemática, dada la
exposición de los alófonos de todos los fonemas de una lengua, debe
según esta visión ser legible directamente y sin ambigüedad (con ex-
cepción sólo de la variación libre entre alófonos), y, a la inversa, cual-
quier texto expresado tiene que tener una y sólo una transcripción fo-
nemática. Esta exigencia teórica fue referida después a la exigencia de
«biunicidad». La limitación de D. Jones del análisis fonemático a los fe-
nómenos fonéticos dentro de las fronteras de palabras fue criticado
por indecuado solamente a causa de su falta de biunicidad, que de he-
cho había sido rechazada por Chomsky53:
La exposición gramatical en términos puramente distribucionales,
enmarcado de manera comparable a la exposición fonemática secuen-
cial, otorga un alto valor, en términos de facilidad de análisis, a lenguas
y partes de lenguas en las cuales se podían emparejar morfemas en re-
laciones biunívocas con sucesivos fonemas o grupos de fonemas, y
cuanta menos variación alomórfica hubiera entre las formas ligadas

51 Bloomfield, 1935, 161; Hockett, Manual o f phonology, IJAL, 21.4, parte 1, 1955,
14-17: «Linguistic elements and their relations», Language, 37, 1961, 29-53.
52 G. L. Trager y H. L. Smith, Outline o f English structure (Studies in linguistics,
publ. ocasional, 1, 1951); Hockett, «A system of descriptive phonology», Language, 18,
1942, 3-21. El término prerrequisito gramatical se debe a K. L. Pike, que nunca aceptó
esta restricción al análisis fonemático («Grammatical prerequisites to phonemic analy-
sis», Word, 3, 1947, 155-72; «More on grammatical prerequisites», Word, 8, 1952, 106-21.
Sobre la separación de niveles, Trager y Smith, op. cit., 50, 53-4; Harris, 1951, 6.
53 H. L. Smith, Language, 28, 1952, 144-9; Harris, 1951, 16; Chomsky, 1964, 80.

2 92
(sandhi interno), mejor. En inglés, palabras como baked y cats [coció;
gatos] eran más fáciles de analizar morfemáticamente que took y mice
[cogió; ratones] y a veces se colocaban un morfo cero para tener una
secuencia teórica cuando la forma de la palabra no la proporcionaba:
took se analizaba como /tuk /+ 0 , siendo /tule/ un alomorfo de /teik/
y 0 un alomorfo del sufijo de pretérito como /-d/, /-t/, /-id/, etc.; y
mice se analizaba como /m ais/+ 0 , siendo 0 un alomorfo del sufijo de
plural como /-s/, /-z/, /-iz/, /-n/, etc.54. Daría en consecuencia la impre-
sión de que la evaluación tipológica distribucionalista pone en una ca-
tegoría más alta las lenguas aglutinantes que las flexivas, que contienen
gran cantidad de sandhi interno, Ablaut y formaciones similares, tan
alabados por los tipologistas del siglo xix (págs. 208 y 251-253).
Hay que tener en cuenta que la teoría bloomfieldiana no era un sis-
tema estático de pensamiento (no más que la teoría neogramática de la
lingüística histórica del xix). El propio Bloomfield cambió muy consi-
derablemente de actitud hacia el lenguaje entre su primer libro, A n in-
troduction to the theory o f language (1914) y su duradero libro de texto, El
lenguaje, publicado en 1933. Sus sucesores e incluso sus autoproclama-
dos discípulos no hicieron más que repetir sus propias palabras. Lo
que constituye la unidad de la era bloomfieldiana es que las ideas y
métodos principales en fonología y en gramática se originaron en una
reacción consciente a lo que él había dicho. Bloomfield murió relativa-
mente temprano, en 1949, y durante los diez años siguientes o así los
autores americanos sobre lingüística expresaron su intención de desa-
rrollar el propio pensamiento de Bloomfield y aplicarlo a más lenguas,
así como presentarlo de una manera más rigurosa. Hay una serie de li-
bros de texto que hacen exactamente eso: Curso de lingüística moderna,
de C. F. Hockett; Introduction to descriptive linguistics, de H. A. Gleason,
e Introduction to linguistic structures, de A. A. Hill55. Se puede obtener
una panorámica histórica a través de textos escogidos con Readings in
linguistics, de M. Joos, y con diversas colaboraciones contenidas en
Trends in European and American linguistics 1940-196(P6.
Incluso Firth y su Escuela de Londres, aun manteniendo una pos-
tura consciente de oposición a la teoría bloomfieldiana del fonema y
de negativa a aceptar los criterios de investigación de los bloomfieldia-

54 Así B. Bloch, «English verbal inflection», Language, 23, 1947, 399-418.


55 Nueva York, 1958; Nueva York, 1955; Nueva York, 1958.
56 Joos, 1958; Mohrmann, Sommerfelt y Whatmough, 1961. Una descripción muy
completa de esta fase de la lingüística americana en D. Hymes y J. Fought, «American
structuralism», en Sebeok, Historiography, 903-1176.

293
nos (p. ej. la biunicidad unidireccional, véase pág. 292), se vieron
inevitablemente dirigidos en su oposición por el dominante énfasis
«bloomfieldiano» de la generación americana de 1945-55. Es por lo
tanto posible distinguir teorías y métodos lingüísticos directa o indirec-
tamente relacionados con la lingüística bloomfieldiana y los de una
generación posterior, que responden directamente al pensamiento de
Noam Chomsky.
En un tratamiento histórico de los trabajos lingüísticos de este si-
glo es más apropiado situar a los estudiosos y escuelas eminentes en los
contextos, más amplios, de la lingüística estructuralista bloomfieldiana
y de la lingüística generativa chomskiana que tratar de dar en cada caso
una información sumaria de las diversas teorías y métodos en compe-
tencia, un esfuerzo más apropiado para un libro de texto introductorio
de carácter general sobre la materia57.
La obligación, sentida de manera emocional, que comparten todos
los participantes ha sido y sigue siendo la de concebir y desarrollar la
lingüística como ciencia, para que el lenguaje humano pueda participar,
o al menos ser estudiado en la forma de una ciencia que participe, del
progreso general que las ciencias naturales experimentaron en los si-
glos XIX y XX. Hemos visto cómo en el xix el estudio del lenguaje se
identificaba en buena medida con su estudio histórico, la «gramática
comparada» o lingüística histórico-comparada. Estos eran parte de la
formación y de la temprana actividad investigadora de Bloomfield. En
sus tiempos de estudiante y de doctorando leyó estudios lingüísticos
alemanes y pasó dos años trabajando con Leskien y Brugmann en Leipzig,
justo antes de la primera guerra mundial. Dedicado al tratamiento cien-
tífico del lenguaje, declaró que la Deutsche Grammatik de Grimm era «la
primera gran obra lingüística científica del mundo»58. La propia ambi-
ción de Bloomfield, y en sus propios términos su logro, era someter la
lingüística descriptiva a un tratamiento científico comparablemente ri-
guroso. Su concepción de la ciencia y de la metodología científica está
contenida en la totalidad de su obra fundamental, El lenguaje, en varias
publicaciones más breves y en sus Linguistic aspects o f sciencê9.

57 Para una descripción histórica más detallada de la lingüística en este siglo, espe-
cialmente de los trabajos hechos o inspirados por Chomsky, véase Newmeyer, 1968;
Matthews, 1993.
58 A n introduction to the study oflanguage, Nueva York, 1914, 311.
59 Linguistic aspects o f science, Chicago, 1939 (cita de pág. 76); Robins, Leonard
Bloomfield: the man and the man o f science», TPS, 86.1, 1988, 63-87. Muchos de los
artículos y reseñas de Bloomfield han sido publicados, de manera müy práctica, en un
volumen, C. F. Hockett (ed.), A Bloomfield anthology, Bloomington, 1970.

294
El problema, desde luego, era y sigue siendo esta cuestión: ¿qué cri-
terios de la ciencia son aplicables a la lingüística como ciencia? Para
Bloomfield no había duda; la ciencia era empirismo interpretado y
practicado de manera muy estricta. Su método empírico era reduccio-
nista, centrándose deliberadamente en los aspectos del lenguaje que
podían ser tratados exhaustivamente siguiendo líneas empíricas tal
como él las entendía: «La ciencia debe ocuparse solamente de aconte-
cimientos que sean accesibles en su tiempo y espacio a todos los obser-
vadores y solamente de acontecimientos que estén situados en coorde-
nadas de tiempo y espacio.» Aplicado a las ciencias humanas esto le lle-
vó a vincularse con el conductismo, y fue el precepto que transmitió a
sus discípulos y que ellos en general se esforzaron en observar y expli-
car. En efecto, suponía la concentración en la fonética, el análisis fono-
lógico y la gramática formal con insistencia en la morfología, campos
todos ellos en los que el análisis podía basarse en fenómenos pública-
mente observables, el habla tal como se expresa, oye y registra, y las pa-
labras y textos tal como se dicen o se escriben. Sus puntos fuertes son
y siguen siendo sólidos, e indiscutibles en sus propios términos. Los
datos son públicos y públicamente comprobables; los métodos se pre-
, sentan y se siguen explícitamente. En realidad, es digno de notar cuán-
' tos libros de texto y artículos básicos de los años 1940 a 1956 combi-
nan la exposición teórica con prescripciones para un análisis correcto,
a menudo de notas de trabajo de campo tomadas en condiciones de
campo en el curso de investigaciones de lenguas, por ejemplo, las len-
guas nativas de América, prescribiendo por primera vez los llamados
«procedimientos de descubrimiento»60.
La semántica, el estudio del significado lingüístico, es precis amén-
te el aspecto de la lingüística menos reconducible a un tratamiento
científico como el que se interpreta en líneas rigurosamente empíricas.
Aparte de algún limitado vocabulario técnico —por ejemplo, el de la
química— cualquier cosa que se parezca a un análisis completo de lo
que para un hablante nativo quiere decir una palabra o una forma de
oración ha de suponer una vasta e indeterminada cantidad de conoci-
mientos extralingüísticos y el reconocimiento de muchas percepcio-
nes, sentimientos, pensamientos, esperanzas y temores, etc., persona-
les que necesariamente tienen que seguir siendo personales, directa-
mente accesibles a uno mismo y sólo deducibles en los demás por lo
que puedan decir sobre sí mismos o por su conducta general. Ésta es

60 Comp. K. L. Pike, Pbonemics: a techniquefo r redticting languages to writing, Ann Ar-


bor, 1947; E. A. Nida, Morphology, Ann Arbor, 1948.

295
la explicación de la pesimista observación que hace Bloomfield en El
lenguaje: «La exposición de los significados es el punto débil del estudio
del lenguaje», y de su tan elaborada glosa de palabras de sentido co-
mún perfectamente reconocibles como hungry y thirsty [hambriento y
sediento] mediante paráfrasis referidas a fenómenos real o potencial-
mente públicos y accesibles a todos los observadores: «Tenía hambre,
es decir, algunos de sus músculos se contraían y se estaban segregando
algunos fluidos, especialmente en el estómago», «tenía también sed; te-
nía la lengua y la garganta secas»61.
El despectivo pronunciamiento de Bloomfield sobre las posibilida-
des del análisis semántico en la misma escala de rigor que exigía en el
lado formal del lenguaje impulsó a casi una generación de lingüistas a
descuidar el cultivo de los estudios semánticos de cualquier profundi-
dad e incluso a excluirlos del principal interés del lingüista62. No era
ésta la intención de Bloomfield; públicamente se mostró ofendido por
la sugerencia de que él o cualquier otro grupo importante de lingüistas
ignorasen el significado o se propusieran estudiar el lenguaje sin tener
en cuenta el significado63. Lo que afirmaba era que no se podía esperar
que el análisis semántico llegase en parte alguna a aproximarse a la
exactitud abierta al análisis formal de los datos lingüísticos tal como se
observan y registran, que un análisis semejante de los significados re-
queriría un amplio conocimiento fuera del lingüístico mismo y que los
significados, reales o supuestos, precisamente por estas razones no po-
dían utilizarse apropiadamente como criterio en procedimientos analí-
ticos. Empujado a la exactitud, el análisis y por tanto los criterios se de-
rrumban. Los ejemplos son fáciles de encontrar: la cuestión de si una
puesta de sol es una cosa, un estado o un proceso en el tiempo se pue-
de discutir indefinidamente; la categoría de un campo de grano como
singular o colectivo es igualmente indeterminada. Pero los hechos dis-
tribue ionale s, ésta es una hermosapuesta de sol, el trigo crece bien y los robles
crecen bien, son formalmente decisivos en el análisis de puesta de sol
como sustantivo y de trigo y robles como sustantivos respectivamente
singular y plural. Y esto está totalmente claro para cualquier hablante
de la lengua, sea o no capaz de distinguir los dos tipos de grano que se
ven creciendo en el campo.

61 Bloomfield, 1935, 140, 23; del mismo modo, Bloomfield despachó casi brutal-
mente el concepto de enfermedad mental: «No; tiene que haber algo químico en el ce-
rebro que vaya mal» (C. F. Hockett, A Bloomfield anthology, Bloomington, 1970, 542).
62 Comp. B. Bloch y C. L. Trager, Outline o f linguistic analysis, Baltimore, 1942, 8.
63 C. C. Froes en Mohrmann, Sommerfelt y Whatmough, 1961, 212-7.

296
Así pues, Bloomfield era un científico, un científico tal como él en-
tendía las demandas de la ciencia: el lingüista debe tratar lo que pueda
tratar mejor dentro de su ciencia, apoyándose en una serie de operacio-
nes públicamente observables dirigidas a datos públicamente observa-
bles a su vez. Esta era la persona que deliberadamente propone como
científico, pero no era en modo alguno su propia persona. Está claro
que como hombre era tan sensible, artista, apreciador de la literatura y
en general tan cultivado como cualquiera, y probablemente más que la
mayoría.
Sus lecturas no se vieron en absoluto limitadas por sus restricciones
metodológicas. Declaró que la Verschiedenheit de Humboldt (pág. 205)
era «el primer gran libro sobre lingüística general», aunque ni el libro
ni su autor se limitaban de ninguna manera a los que Bloomfield tenía
como cánones de la aceptabilidad científica64.
Desde los años cuarenta hasta la actualidad la mayor parte de la
teoría y la práctica lingüística se puede considerar bien como la conti-
nuación de lo que había sido o se pensaba que había sido su enseñan-
za, bien como reacciones contra ella en distintas direcciones. Debemos
revisar de una en una las principales teorías postbloomfieldianas, pero
lo históricamente importante es ver cómo todas, cada una a su mane-
ra, se proponen ampliar el ámbito de la ciencia lingüística y por tanto
liberarla al menos de algunas de las limitaciones de Bloomfield y enri-
quecerla sin invalidar su base esencialmente científica. El tema general
era que Bloomfield había excluido más de lo necesario o de lo desea-
ble del estudio científico del lenguaje.
Dejando a Chomsky y los acontecimientos postchomskianos para
el siguiente capítulo, podemos ocuparnos brevemente de tres sistemas
de análisis lingüístico que se relacionan cronológica y doctrinalmen-
te con la época bloomfieldiana y con las reacciones a las enseñan-
zas bloomfieldianas y postbloomfieldianas: el análisis tagmémico, la
lingüística de Firth (y posteriormente de Halliday) y la teoría estratifi-
cacional.
K. L. Pilce y sus compañeros han llevado a cabo un avance algo di-
vergente del análisis de constituyentes inmediátos en la gramática; se
ha ilustrado sobre todo en estudios sobre lenguas de América Central
y del Sur, por las cuales se han interesado estos lingüistas de manera
predominante. Este sistema de análisis, que surgió de una teoría más
general de la conducta humana sugerida por Pike, se conoce como tag-

64 1935, 18.

297
mémica, ya que el tagmema es su unidad gramatical fondamental. Vale
la pena observar que es entre los tagmemistas, cuyos intereses domi-
nantes se hallan en el estudio de campo de las lenguas nativas america-
nas, entre quienes los procedimientos de descubrimiento siguen sien-
do objeto fundamental de interés. El tagmema reúne en una sola uni-
dad una función en una estructura mayor y una clase de unidades que
realizan dicha función; se define como «la correlación de una hendidu-
ra o función gramatical con una clase de unidades mutualmente susti-
tuibles que aparecen en esa hendidura»65. «Sujeto manifestado o lleno
por sustantivo», «predicado manifestado o lleno por verbo», y «objeto
manifestado o lleno por frase nominal» son todo tagmemas. Estos tag-
memas componen estructuras mayores como frases y oraciones, y las
oraciones se analizan no en sucesiones de constituyentes inmediatos
(habitualmente binarios) sino en series de constituyentes colaterales
(por lo que se utiliza también para esta aproximación el título de aná-
lisis de constituyentes en cadena). Los nombres o frases nominales en
función de sujeto o de complemento se relacionan de forma equipo-
lente con el verbo en muchos análisis tagmémicos, mientras que en el
habitual análisis de constituyentes inmediatos y generativo-transforma-
cional el nombre objeto es parte del grupo verbal.
Al identificar los tagmemas se tiene en cuenta la función semánti-
ca así como la sintáctica, en la medida en que se pueda asociar un sig-
nificado identificable de clase con una determinada clase de unidades
formales como «llenadores», para que «sujeto», «localización», «tiem-
po», «calificador» y demás puedan constituir funciones o hendiduras
tagmémicas. Empleando así la semántica para diagnosticar y modifi-
cando profundamente las estructuras de constituyentes inmediatos de
la sintaxis, la tagmémica marca sus mayores diferencias respecto del
análisis gramatical «bloomfieldiano». Su planteamiento de una unidad
que comprende función (hendidura) y clases de unidades (llenador),
ambas realizando esa función, parece ser extremadamente útil para tra-
tar lenguas en las cuales diversas clases formalmente diferentes pueden
realizar la misma función (p. ej. en las que las clases de nombre, adje-
tivo y verbo, morfológicamente diferentes, pueden todas ellas ser pre-
dicado), o, a la inversa, en las que la misma clase puede realizar diver-
sas funciones en la oración (p. ej. nombres como sujetos, modificado-
res u objetos). En las que una sola clase de unidades llena una sola

65 Language in relation to a unified theoiy o f the structure o f human behavior, Glendale,


1954-60, R. E. Longacre, Grammar discoveryprocedures, La Haya, 1964; B. Nelson y V. Pic-
kett, A n introduction to morphology and syntax, Santa Ana, 1962, 57.

2 98
hendidura hay redundancia al expresar ésta mediante una unidad com-
pleja66.
En algunos aspectos la teoría y la práctica tagmémicas representan
la más cercana continuación de la lingüística de Bloomfield en el mun-
do postbloomfieldiano. Su concentración en lenguas no analizadas
hasta entonces o analizadas de manera inadecuada llevó a los tagme-
mistas a conservar el interés «estructuralista» por los procedimientos de
descubrimiento; entre las escuelas lingüísticas actuales sus adeptos han
sido responsables de más manuales de campo que nadie. En sus técni-
cas descriptivas, su incorporación como términos primitivos de térmi-
nos semánticos abstractos como sujeto, locación, calificador, beneficia-
rio, etc., de los cuales al menos algunos de los «estructuralistas» se ha-
bría mantenido alejado por considerarlos conceptos extralingüísticos y
no formales, ha sido resumida por Longacre como «una reafirmación
de la función en un contexto estructuralista»67.
Una cosa interesante, a pesar de la proximidad metodológica y teó-
rica a Bloomfield, es que los tagmemistas difieren marcadamente de él
por su interés práctico en los trabajos lingüísticos con finalidades de
evangelización cristiana y traducción de la Biblia, siguiendo así la tra-
dición iniciada por Ulfilas, Cirilo y Metodio y el departamento de Pro-
paganda Fide de la Iglesia de Roma (pág. 113). Por lo que se refiere a la
religión, Bloomfield era ateo o al menos agnóstico. Tal vez haya aquí
también una lección para quienes tratan de derivar principios políticos
de los hechos del lenguaje humano.
Cronológicamente, uno de los primeros desafíos al «estructuralis-
mo» de Bloomfield llegó en la obra de J. R. Firth en Inglaterra y de un
grupo de lingüistas que trabajaron con él en la Universidad de Londres
durante las décadas de 1940 y 1950. Firth centraba primordialmente su
atención en la fonología, por una parte, y en la semántica, por otra. Al
margen de algunas observaciones aisladas tenía poco que decir sobre
sintaxis o morfología; después de su muerte empezó a trabajar con es-
tos niveles de la lingüística Halliday, cuyo sistema general de descrip-

66 V. Waterhouse, «The grammatical structure of Oaxaca Chontal», IJAL, 28.2,


1962, parte 2. Véanse también R. E. Longacre, «String constituent analysis», Language, 36,
1960, 63-88; V. Pickett, The grammatical hierarchy o f Isthmus Zapotee (Language 36.1, par-
te 2, 1960); Elson y Pickett, op. cit.; W. A. Cook, Introduction to tagmemic analysis, Nueva
York, 1969; R. M. Brend, A tagmemic analysis o f Mexican Spanish clauses, La Haya, 1964.
67 R. E. Longacre, «Some fundamental insights o f tagmemics», Language, 36, 1960,
63-88 (cita de pág. 67); como ejemplo de manual del campo tagmémico, id., Grammar
discovery procedures, La Haya, 1964.

2 99
ción ftie concebido como la continuación y desarrollo de las ideas de
Firth tal como él hubiera hecho de haber vivido lo suficiente para cul-
minarlas.
Los estudios de lingüística sincrónica en Gran Bretaña se centraron
inicialmente en la fonética y la fonología. Las enseñanzas de Sweet fue-
ron continuadas y ampliadas por D. Jones, cuyas obras Outline o f En-
glish phonetics, publicado en 1914, y English pronouncing dictionary, publi-
cado en 1917, se conocen y utilizan en todo el m undo y han llevado
el estudio y la práctica de la receivedpronunciation (RP) mucho más allá
de los límites geográficos y sociales, relativamente estrechos, dentro de
los que él caracteriza la pronunciación de un dialecto nativo.
Otras cuestiones lingüísticas más generales fueron tratadas en Theory
o f speech and language (1932), de Gardiner, pero una teoría lingüística
clara y el reconocimiento de la lingüística general como disciplina aca-
démica en Gran Bretaña se deben sobre todo a J. R. Firth, catedrático
de Lingüística General de la Universidad de Londres de 1944 a 1956,
el primero que tuvo un título en lingüística general en el país. Firth de-
dicó gran parte de su atención a la fonología, presentando su teoría del
análisis prosódico (págs. 303-307). Fue concebida dentro de su teoría
general, que se puede denominar teoría contextual del lenguaje.
Como los lingüistas americanos, Firth se inspiró en la obra y el
pensamiento de los antropólogos, en su caso especialmente en los de
B. Malinowski, que, al enfrentarse a la tarea de traducir palabras y ora-
ciones nativas de textos etnográficos de las Islas Triobriand a un inglés
comprensible, desarrolló su teoría del contexto de situación, a través
del cual los significados de las expresiones (tomadas como datos pri-
marios) y sus palabras y frases componentes eran referidas a sus diver-
sas funciones en los contextos situacionales concretos en los que se uti-
lizaban68.
Firth extendió este planteamiento al lenguaje tratando toda des-
cripción lingüística como exposición de significado, ampliando así la
aplicación de la ecuación «significado es función en el contexto» para
abarcar el análisis gramatical y fonológico. La exposición, por ejemplo,
de los usos sintácticos de una forma de caso en una lengua como el la-
tín es la exposición de su función en diversos contextos gramaticales,
y la exposición de las oposiciones fonológicas y de las posibilidades se-
cuenciales de una consonante como [b] o [n] en inglés es la exposi-

68 Malinowski, «An ethnographic theory o f language», Coral gardens and their mage,
Londres, 1935, vol. 2, cap. 1; Firth, «Ethnographic analysis and language with reference
to Malinowski's views», Man and culture, ed. R. W. Firth, Londres, 1957, 93-118.

300
ción de su función en diversos contextos fonológicos y en el contexto
del sistema fonológico de la lengua69.
El significado en el sentido habitual de la relación entre el lengua-
je y el mundo de la experiencia se utilizó en términos de las funciones
semánticas de las palabras, frases y oraciones en diferentes contextos
de situación, de una naturaleza más abstracta que los detalles reales ob-
servados de Malinowski, y proporcionó un marco de categorías, entre
ellas referencia y denotación70, mediante las cuales las expresiones y sus
partes pueden ser relacionadas con los rasgos y acontecimientos rele-
vantes del m undo exterior. Firth destacó el paralelismo entre los con-
textos internos, formales, de la gramática y la fonología y los contextos
externos de la situación, justificando así la extensión, de otro modo pa-
radójica, del uso del término significado. Se puede decir que Firth su-
bestimó las diferencias básicas entre análisis formal y semántico71, pero
el alejamiento de la semántica de la cosificación de los significados re-
duciéndolos a lo que es «representádo» o referido (ya que en muchas
palabras no es tan fácil llegar a tal referente) en la dirección de la inter-
pretación del significado como función (cómo se utilizan las palabras
y combinaciones de palabras) fue extremadamente valioso. La tragedia
de Firth fue que no llegó a redactar una descripción completa de su
teoría del lenguaje y de la lingüística de la extensión de un libro. Al no
hacerlo se privó sin duda del reconocimiento de sus colegas en el mun-
do académico, reconocimiento que anhelaba y que sabía que merecía.
En su decisión de hacer lo que Firth no había hecho, presentar un
informe explícito de su teoría del lenguaje y del análisis lingüístico,
Halliday, su antiguo discípulo, se ha propuesto en sucesivas publicacio-
nes desde 1961 dar una descripción completa, coherente e ilustrada de
la teoría de Firth, tal como él la entiende, incluyendo una teoría de la
morfología y la sintaxis, que Firth apenas había hecho más que tocar.
El concepto de Firth de contexto de situación como medio de rea-
lizar exposiciones de significado y fonología como vínculo entre gra-
mática y fonética se formaliza en el siguiente diagrama esquemático de
lingüística descriptiva72:

69 Firth, «The technique o f semantics», TPS, 1935, 36-72.


70 La inclusion de referencia y denotación en las relaciones comprendidas en el con-
texto firthiano de situación es discutida por J. Lyons, «Firth’s theory o f “meaning”», In
memory o f J. F. Firth, 288-302, pero parece compatible con su teoría y en realidad nece-
saria para que la teoría se pueda mantener.
71 F. R. Palmer, «Linguistic hierarchy», Lingua, 7, 1958, 225-41.
72 Se basa en Halliday, «Categories o f the theory o f grammar», Word, 17, 1961,
241-92.

301
fonética
lingüística

sustancia o forma situación

sustancia fonología gramática contexto rasgos


fónica (sistema extralingüísticos
cerrado)

sustancia ortografía léxico


gráfica (sistema
abierto)

El diagrama de esta página presenta la concepción de M. A. K. Halli-


day de la lingüística como ciencia organizada y articulada. Ha cam-
biado y se ha desarrollado, lo cual no es sorprendente, desde su for-
ma inicial en 196173, pero la imagen aquí ofrecida sigue siendo en lo
sustancial como era.
La teoría lingüística de Halliday, como él ha aclarado repetidas ve-
ces, tiene como fin continuar y elaborar la concepción de Firth de la
•lingüística y hacer lo que el propio Firth de hecho no logró, presentar
una teoría completa y en sus términos del lenguaje y del análisis lin-
güístico. La medida en que Halliday ha alcanzado su meta sigue sien-
do objeto de discusión, pero su teoría lingüística, sobre todo en su for-
ma actual, ha atraído considerable atención.
En sus primeras etapas, la teoría recibió la denominación, que se ex-
plica por sí misma, de «lingüística neofirthiana»; fue designada también
como «gramática de escala y categoría», título éste tomado de la serie de
siete elementos básicos, tres escalas y cuatro categorías, de la teoría tal
como se expuso en 196174. Actualmente se alude a la teoría de Halliday
como «gramática sistémica» o «lingüística sistémica», ya que la gramática
de una lengua (en el sentido más amplio de «gramática») se concibe como
una serie extremadamente compleja y delicada de sistemas de opciones,
unos secuencialmente ordenados, otros simultáneos, a través de los cua-
les hemos de pasar (en sentido figurado) al enmarcar una expresión y en
términos de los cuales hemos de interpretar como oyentes una expresión.

73 Halliday, op. cit.


74 Para los detalles de la teoría en su estadio inicial debe consultarse Halliday, «Ca-
tegories». Aparece una descripción más popular en Halliday, A. Mcintosh y P. D. Stre-
vens, The linguistic sciences and language teaching, Londres, 1964.

302
Se supone que estas redes interrelacionadas de elecciones (el térmi-
no red [network] es de Halliday) han adoptado la forma que tienen, en
todas las lenguas, para que los hablantes y oyentes puedan hacer uso
de su lengua a fin de satisfacer sus necesidades según estén determina-
das por la situación humana general y por su propia cultura particular.
A su manera, Halliday, como Firth, enlaza su lingüística con la antro-
pología de Malinowski, y propone como objetivo central de la teoría
del lenguaje ayudar a responder a la pregunta: «¿Por qué el lenguaje es
como es?»75.
En el análisis de la propia forma lingüística, Firth, como la mayo-
ría de los lingüistas británicos de su tiempo, estaba mucho más intere-
sado en la fonología que en la gramática (morfología y sintaxis). Con-
cebía la forma lingüística como unas series de abstracciones, en los ni-
veles léxico, morfológico y fonológico, referibles a rasgos y apariciones
de datos fónicos que hacen de sus diversos exponentes. En cada nivel,
los elementos y categorías abstraídos se relacionaban entre sí con arre-
glo a las dos dimensiones saussureanas en sistemas de estructuras sin-
tagmáticas y paradigmáticas (Firth especializó los términos estructura y
sistema para referirse respectivamente a estas dos dimensiones de la re-
lación intralingüística); consonante-vocal-consonante y preposición-
sustantivo eran estructuras típicas, mientras que las implosivas iniciales
de sílaba de una lengua o sus casos nominales constituían sistemas de
elementos o categorías en oposición. Los niveles eran débilmente jerár-
quicos, pues las abstracciones fonológicas podían servir mediatamente
como exponentes de abstracciones gramaticales a la vez que tenían
ellos mismos exponentes fonéticos en los datos fónicos, aunque la ex-
ponencia también se podía entender directamente como la relación
entre abstracciones gramaticales o léxicas y los datos fónicos76.

75 Actualmente hay una bibliografía amplia por y sobre Halliday. Su artículo «Some
notes on "deep” grammar», Journal o f linguistics, 2, 1966, 57-67, constituye un puente en-
tre la version temprana y posterior de su teoría; quizá la presentación más accesible que
hace de su gramática sistemática se encuentra en su «Language structure and language
fonction», New horizons in linguistics, ed.J. Lyons, Londres, 1970, 140-65. Véase también
R. A. Hudson, English complex sentences: an introduction to a systemicgrammar, Amsterdam,
1971. Hudson ha presentado recientemente lo que llama «gramática de la dependencia
de hija», que se deriva en parte de la gramática sistémica (Arguments for non-transforma-
tionalgrammar, Chicago, 1976). Más recientemente, Halliday, A n introduction tofunctio-
nalgrammar, Londres, 1985.
76 Firth, «Synopsis o f linguistic theory», Studies in linguistic analysis, 1957, 1-32; Ro-
bins, «General linguistics in Great Britain 1930-1960», en C. Mohrann, F. Norman y
A. Sommerfelt, 1963, 11-37.

303
El aspecto más distintivo de la obra lingüística de Firth fue la fono-
logía prosódica, cuyas líneas generales presentó programáticamente
por primera vez en 1948 y desarrolló en aplicaciones a una serie de len-
guas en la década siguiente77.
La fonología prosódica de Firth debe ser considerada junto con
otros sistemas de fonología desarrollados en los años cuarenta como
respuesta al desafio al que la fonología, como parte de la lingüística des-
criptiva, se enfrentó en la década de los treinta. La fonética, ciencia
descriptiva y basada en la observacional y que contaba con la ayuda de
instrumentos cada vez más sofisticados («fonética experimental»), era
ahora capaz de distinguir y registrar los fenómenos fonéticos presentes
en el habla con un grado de precisión mayor que hasta entonces, y es-
taba aportando a su ámbito de precisión rasgos como el acento y los
niveles tonales y movimientos presentes en la entonación, junto con
las diferencias de sonido, sus articulaciones asociadas, que se relaciona-
ban con las transiciones entre sílabas, palabras y otras longitudes den-
tro de las expresiones completas. Sweet había reparado en estos fenó-
menos fonéticos, a los que dio el título de «síntesis» (en oposición a
«análisis», la descripción de consonantes y vocales consideradas como
segmentos secuenciales separados)78, pero en el ínterin habían sido un
tanto descuidados en la teoría fonológica. En parte proporcionaron el
material para los Grenzsignale de la escuela de Praga (pág. 280).
En un sentido, la teoría prosódica supuso la quiebra más radical con
la teoría existente. Firth insistía en separar las exigencias de la transcrip-
ción de la estructura de una teoría fonológica adecuada. En realidad
Twaddell había sugerido anteriormente dicho divorcio, pero con escaso
efecto en la teoría fonológica de la época. Para Firth, el fonema cono
unidad teórica tenía su valor en la invención y justificación'de transcrip-
ciones amplias y económicas; la completa exhibición de las interrelacio-
nes funcionales de los rasgos sonoros en la expresión requería una serie
diferente de términos y un modo diferente de análisis79. Como Firth, era
un ardiente partidario de la opinión de que los conceptos analíticos exis-
ten sólo dentro del sistema descriptivo del lingüista y no en la propia len-
gua; esa coexistencia de sistemas conceptuales separados al servicio de
diferentes finalidades no presentaba dificultades para él.

77 Firth, «Sounds and prosodies», TPS 1948, 127-52; Robins, «Aspects o f prosodie
analysis», Proceedings o f the University o f Durham Philosophical Society, serie B (Artes), 1,
1957, 1-12; Palmer, 1970.
78 Sweet, Handbook, 56.
79 J. T. Bendor-Samuel, T!)everbalpiece inJebero (Word, 17, suplemento, 1961, caps. 2 y 3).

304
El análisis prosódico supone dos tipos de elementos básicos: uni-
dades fonemáticas y prosodias. Cada uno de ellos se sitúa en relación
con algún rasgo (o grupo de rasgos) fonético que le sirve de exponente
en el material de habla efectivamente expresado. Las unidades fonemá-
ticas son las consonantes y las vocales, y se ordenan seriamente como
segmentos; pero toda estructura fonológica (p. ej. sílaba o grupo de sí-
labas) puede incluir una o más prosodias. Las prosodias son asignadas
a estructuras determinadas, no a lugares entre unidades fonemáticas, y
se establecen para tratar las relaciones sintagmáticas entre ciertos rasgos
fonéticos. En líneas generales se distribuyen rasgos fonéticos a proso-
dias más que a unidades fonemáticas, ya se extiendan por la totalidad
o la mayor parte de una estructura, ya se hallen posicionalmente limi-
tados a ella y sirvan así para delimitarla o demarcarla. Como ejemplo,
los tonos en siamés (thai) son tratados como prosodias silábicas según
el primer criterio, y la implosión en esta lengua, al estar limitada a la
posición inicial de sílaba, es considerada como una prosodia de sílaba
(parte) según el segundo criterio80. Ejemplos comparables de prosodias
de palabras, como unidades fonológicas, son las restricciones de armo-
nía vocálica (habitualmente acompañadas por diferencias relacionadas
en las articulaciones consonánticas) en lenguas como el turco y el hún-
garo, y el acento restringido a un lugar fijo en la palabra sirviendo así
para delimitar sus fronteras.
Se verá que las prosodias de Firth y las prosodias de análisis que si-
guieron su teoría se ocupan en parte de los mismos fenómenos que los
Grenzsignak de Praga y los fonemas suprasegmentales de los fonetistas
americanos. Hay sin embargo algunas diferencias. Cualquier tipo de
rasgo fonético que se pueda demostrar que está sintagmáticamente in-
cluido en más de un solo segmento puede ser tratado como el expo-
nente de una prosodia; los fonemas suprasegmentales americanos dife-
rentes de los de juntura se limitaban generalmente al acento, la longi-
tud y el tono, rasgos que no suponen una diferencia básica en la forma
de las ondas sonoras81. En el análisis prosódico no se aplican estas res-
tricciones; parte del material fonético que en otros sistemas de análisis
formaría parte de algunos fonemas consonánticos o vocálicos pueden
ser asignados a prosodias (p. ej. la retroflexion en sánscrito y en algunas
lenguas modernas indias y la articulación palatal y no palatal en algu-

80 E. J. A. Henderson, «Prosodies in Siamése», Asia major, núm. esp. 1,1949, 189-215;


Palmer, 1970.
81 Pike, Phonemics, Ann Arbor, 1947, 63.

305
nas variantes del chino)82, y por la misma razón los exponentes de al-
gunas unidades fonemáticas pueden comprender menos rasgos fonéti-
cos de los que tendrían los fonemas correspondientes más cercanos en
un análisis fonemático.
No siendo ya los requerimientos relativos a la transcripción una
consideración primordial, no es necesaria una serie monosistémica de
elementos analíticos. El análisis prosódico está preparado para estable-
cer diferentes sistemas de unidades fonemáticas y prosodias en diferen-
tes lugares de las estructuras donde ello facilite de manera significativa
el análisis. Así, las consonantes iniciales de sílaba pueden muy bien for-
mar un sistema diferente del de las consonantes finales de sílabas, sin
ninguna identificación de los miembros de un sistema con los miem-
bros del otro, aun cuando puedan compartir ciertos rasgos fonéticos
(exponentes). Además, a diferencia de los «bloomfieldianos», pero
como los lingüistas generativo-transformacionales (pág. 321), los fono-
logistas prosódicos ven la fonología como el vínculo entre gramática y
expresión real, o, de modo más abstracto, entre gramática y fonética;
las categorías y estructuras gramaticales son apropiadamente relevantes
para la exposición fonológica donde quiera que se pueda asociar uno
o varios rasgos fonéticos con ellos como exponentes83. De aquí viene
el reconocimiento de las prosodias de palabra y de oración, así como
de las prosodias de sílaba, y también la posibilidad de sistemas fonoló-
gicos diferentes en determinados aspectos para las palabras de una cla-
se y las de otra clase en una lengua. Los dos últimos aspectos en los
que el análisis prosódico difiere del análisis fonémico orientado a la
transcripción dieron origen al término polisistémico, referido a la fono-
logía prosódica. El resultado de un análisis prosódico no es una trans-
cripción legible, sino una representación diagramática de las interrela-
ciones de elementos y rasgos en una cadena expresiva que se puede po-
ner en relación con su estructura gramatical84.

82 W. S. Allen, «Some prosodic aspects o f retroflexion and aspiration in Sanskrit»,


BSOAS, 13,1951, 939-46; N. C. Scott, «A phonological analysis o f the Szechuanese mo-
nosyllable», BSOAS, 18,1956, 556-60.
83 Esta aparente anticipación por los firthianos de la visión básica generativo-trans-
formacional del lugar de la fonología en una descripción lingüística completa se exami-
na en D. T. Langendoen, The London school o f linguistics, Cambridge, Mass., 1968, 59. El
libro de Langendoen contiene una revisión crítica de la teoría semántica y del análisis
prosódico de Firth desde una postura generativo-transformacional. Alguna de estas críti-
cas se examinan en Robins, Language, 45, 1969, 109-16.
84 P. ej., Henderson, op. cit.; más referencias en Robins, «General linguistics in Great
Britain 1930-1969»; véase también Palmer, 1970.

306
Las teorías, recientemente formuladas, de la fonología autosegmen-
tal y métrica, que reconocen diferentes «órdenes» de rasgos fonológi-
cos sobre y por encima de los segmentos y los rasgos segmentales, pue-
den ser consideradas en diversas maneras como un resurgimiento o
continuación de la teoría de Firth de las prosodias85.
Aunque Firth se situaba en total oposición a varios de los dogmas
lingüísticos de Bloomfield, fue la lingüística «bloomfieldiana» la que
enardeció su oposición. La producción del pensamiento de Firth en
sus propios escritos y enseñanzas y de otros de la Escuela de Londres
se concentró en los años entre 1945 y 1956, cuando el «bloomfieldia-
nismo» estaba en su punto culminante en América y antes de que
Chomsky asumiera la primacía doctrinal en gran parte del mundo por
lo que atañe al saber lingüístico. Así, Halliday, al desarrollar la teoría y
la práctica de Firth como él pensaba que Firth habría hecho de no ha-
ber muerto poco después de jubilarse (1960), puede considerarse den-
tro más de la esfera de influencia bloomfieldiana, a pesar de que con-
tinuó la oposición contra Bloomfield de varios modos, que del círcu-
lo de Chomsky, aunque la obra de Halliday ha continuado hasta la
actualidad.
Una teoría general del análisis lingüístico que deriva algunas de sus
' características de la teoría de Praga es la «gramática estratificacional»,
propuesta por S. M. Lamb (se utiliza gramática en su sentido más am-
plio para abarcar el análisis formal en su totalidad, como en el uso ge-
nerativo-transformacional)86. Se plantean dentro de la estructura de
la lengua diferentes niveles o estratos para el análisis de las oraciones:
por ejemplo, el semémico, en el que las unidades distintivas de signifi-
cado de la lengua se establecen en una red de relaciones (p. ej. «tigre»,
«atrapar», «masculino», «humano», «agente», «finalidad» y «pasado»);
el lexémico, en el que las unidades léxicas distintivas hombre, atra-
par/-ado, tigre, etc., se unen en una estructura de oración; morfémico,
en el que aparecen morfemas en una cadena continuada, y fonémico, en
el que simultáneos haces de rasgos distintivos componen una cadena

85 J. A. Goldsmith, Autosegmental andmetricalphonology, Oxford, 1988.


86 La teoría estratificacional se hizo pública en dos trabajos de Lamb, «The sememic
approach to structural semantics», American anthropologist, 66.3, 1964, parte 2, 57-78;
Id., «On alternation, transformation, realization, and stratification», Monograph series on
language and linguistics (Georgetown) 17, 1964, 105-22; id., Outline o f stratificationalgram-
mar, Washington, 1966. Véanse D. C. Bennett, Spatial and temporal uses o f English prepo-
sitions: an essay in stratificational semantics, Londres, 1975; D. G. Lockwood, Introduction to
stratificational linguistics, Nueva York, 1972; la relación entre la lingüística estratificacional
y la teoría de Praga se señala en Vachek, 1966.

307
de unidades fonémicas (el hombre atrapó al tigre), estableciendo el paso
del significado deseado a la forma ordenada serial y fonéticamente.
Los niveles guardan entre sí una relación jerárquica y son unidos
por la relación de representación o realización, ya que el nivel lexemá-
tico representa al semémico y es representado por el morfemático, que
a su vez es representado por los rasgos distintivos del nivel estructural
más bajo, el fonemático. La naturaleza de la representación varía desde
la simple, en la que una sola unidad de un nivel superior es representa-
da por una sola unidad en el nivel inmediatamente inferior, hasta repre-
sentaciones tan complejas como neutralización (dos o más unidades no
distinguidas estructuralmente en la representación), la representación
compuesta (una unidad representada por más de una unidad del nivel
inferior, como en la representación alomórfica múltiple, de un morfe-
ma), la representación cero, la representación «portmanteau», etc.
Presentada en los años sesenta, la gramática estratificacional es me-
nos fácil de clasificar entre las influencias bloomfieldianas y chomskia-
nas. Tiene algo en común tanto con la teoría de Hjelmslev como con
la de Trubetzkoy; como Chomsky, Lamb localiza la estructura de la
lengua en el cerebro humano en vez de primariamente en los datos ob-
servados, pero gran parte de la organización de su teoría recibió la in-
fluencia del bloomfieldiano Hockett, especialmente del artículo de
éste titulado «Los elementos lingüísticos y sus relaciones»87.
Esta teoría reaccionaba contra la linealidad dominante del distribu-
cionalismo «bloomfieldiano» exhibiendo los diferentes tipos de rela-
ción estructural que pueden estar implicado en el análisis lingüístico y
las diferentes maneras en las cuales una estructura de un nivel puede
ser relacionada con (realizada en o representada por) una estructura de
otro nivel. La lingüística estratificacional incorpora una organización
por medio de la cual se pueden explicar el procesado que realiza el ha-
blante-oyente y su recepción de significados (pensamientos, percepcio-
nes, estados de cuestiones, etc.) a través del habla. Haciendo de la ex-
presión de los significados el punto de partida del aparato estratifica-
cional, esta teoría es de orientación claramente psicológica; no se ha
excluido un posible vínculo con algunos procesos neurológicos reales
el cerebro, al menos por lo que respecta a un autor88.
Es justo decir que las tres teorías «postbloomfieldianas» que hemos
repasado brevemente están pasando ya a ser «históricas» en el sentido

87 «Linguistic elements and their relations», Language, 37, 1961, 29-53.


88 D. G. Lockwood, Introduction to stratificationallinguistics, Nueva York, 1972, 281-6.

308
de que hay constancia de pocos nuevos estudios de lenguas o nuevos
progresos en los métodos analíticos.
La tagmémica ha estado siempre relacionada con Pike y el evange-
lismo lingüístico del Summer Institut o f Linguistics, que centra su
atención en las numerosas lenguas del mundo aún no registradas por
escrito ni estudiadas, especialmente de América Central y del Sur. Es-
tos trabajos proporcionan un valioso medio de acceso a estas lenguas
en forma de descripciones fácilmente comprensibles al lingüista gene-
ral que quiere considerar una lengua con la que no nos hemos encon-
trado antes sin tener que familiarizarse con un complejo corpus de con-
ceptos teóricos. Por lo menos un lenguaje europeo se ha presentado en
términos tagmémicos, en el libro de Brend sobre las frases españolas89.
Varios conceptos clave y métodos analíticos de la fonología prosó-
dica de Firth y sus compañeros, principalmente de Londres, han reapa-
recido en algunos modelos fonológicos «postchomskianos», en especial
la fonología autosegmental y métrica. Más notablemente, la determina-
ción de Firth de hacer del estudio del significado lingüístico el centro de
su teoría lingüística, una visión bastante anticuada en su propia época,
se ha reflejado en una serie de recientes exploraciones, por ejemplo es-
tudios de la conversación, los actos de habla o las presuposiciones y en
l a teoría de la relevancia. Algunos autores contemporáneos que trabaja-
ron en esos temas hicieron su propia elección en cuanto al grado de in-
fluencia firthiana que reconocen (véanse págs. 321, 322).
La teoría de la estratificación sigue siendo un intrigante sistema de
análisis fonológico, gramatical y semántico de las lenguas antiguas y
nuevas, aunque ya no está en la vanguardia de la investigación lingüís-
tica. Pero ha dado origen por lo menos a un libro de texto introducto-
rio y a un fascinante análisis semántico de las proposiciones inglesas el
tipo de campo semántico en el que sus métodos parecen ser especial-
mente apropiados (véanse notas 86, 88).

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311
Ca p ít u l o 9

La lingüística en el siglo xx:


segunda época

Las figuras dominantes de las dos primeras décadas del siglo xx,
como Saussure y Trubetzkoy, imprimieron su sello en la teoría lingüís-
tica descriptiva y en la metodología de todo el siglo.
Posteriormente, el año 1957, fecha de la publicación de la obra de
Chomsky Estructuras sintácticas, se ha aceptado de manera general
como paso decisivo en la lingüística del siglo xx por introducir, prime-
ro en América y luego en el resto del mundo, la teoría y la práctica de
lo que al principio se denominó gramática generativo-transformacio-
nal. Pero es justo decir que para algunos lingüistas es más importante
el año 1959, fecha en la cual, en una punzante reseña, Chomsky recha-
zó en su totalidad la aproximación conductista al uso del lenguaje
como el producto inaceptable del fuerte empirismo de la escuela con-
ductista bloomfieldiana1.
Es cierto que todos los teóricos lingüísticos de los primeros años
tras la muerte de Bloomfield en 1949, aparte de los que siguieron tra-
bajando en líneas enteramente bloomfieldianas, convinieron en recha-
zar o modificar seriamente algunas de sus limitaciones autoimpuestas,
pero fue Chomsky quien deliberadamente desafió la base filosófica
completa de lo que había venido a ser el «canon bloomfieldiano». Los
diversos avances en la lingüística examinados en el capítulo preceden-

1 Reseña de Skinner, Verbal behaviour, Language, 35, 1959, 26-58.

3 13
te pueden ser vistos, con la posible excepción de la teoría estratificacio-
nal de Lamb, bien como reacciones a lo que el propio Bloomfield ha-
bía presentado en su Lenguaje o en otras publicaciones, bien como
continuación de ello; desde 1957, los acontecimientos lingüísticos son
casi todos el resultado de reconsideraciones y enmiendas a las doctri-
nas chomskianas, y no son los menores sus propios cambios en su teo-
ría lingüística.
La segunda mitad del siglo xx puede ser considerada como la era
de la gramática generativo-transformacional. La designación compues-
ta era apropiada en los primeros años: la generación de oraciones, la
explicación total de las reglas mediante las cuales son aceptadas y en-
tendidas, era y sigue siendo el objeto de su teoría, pero las transforma-
ciones, o reglas transformacionales, eran un medio esencial a través del
cual podía alcanzarse este objetivo. En este estadio, como señalaron al-
gunos críticos europeos, los métodos de análisis gramatical de Choms-
ky estaban más cerca de los planteamientos europeos y de la enseñan-
za de lenguas en Europa, una observación que el propio Chomsky
hizo sobre su propia obra2.
Por lo que se refería a las transformaciones, dicha relación entre las
estructuras de las oraciones habían sido expuestas en 1952 y 1957, pero
en las líneas existentes como parte de la descripción gramatical de las
estructuras de las oraciones, por Zelling Harris, el maestro de Choms-
ky. En Estructuras sintácticas, Chomsky argumentaba desde un punto de
vista distinto que por sí sola la gramática de estructura de frase, muy se-
mejante a los constituyentes inmediatos bloomfieldianos, era inade-
cuada, no era lo suficientemente .poderosa para proporcionar un mo-
delo de análisis de una lengua no del lenguaje humano en general, de
justificar ni explicar todo lo que un hablante nativo puede producir e
interpretar a través de su propio conocimiento del sistema gramatical
de su lengua3. Como Wilhem von Humboldt antes que él, Chomsky
se dedicaba y se dedica a averiguar cómo, en cualquier lengua, los ha-
blantes pueden hacer un uso infinito de recursos limitados. Guarda re-
lación con esto- la diferencia entre empiristas y racionalistas acerca del
ámbito y las limitaciones de la ciencia. Expresado de manera bastante

2 Chomsky, 1964, 25: «Debería ser evidente que tiene firmes raíces en la lingüística
tradicional.»
3 Z. S. Harris, «Discourse analysis», Language, 28, 1925, 1-30; id., «Co-ocurrence and
transformation in linguistic structure», Language, 33, 1957,283-340. Sobre la relación en-
tre el uso de la transformación que hace Harris y el que hace Chomsky, Chomsky, 1964,
62-3; Chomsky, 1957, cap. 5.

314
simplista, los bloomfieldianos preguntaban: «¿cómo podemos descri-
bir y analizar la producción de hablantes y escritores en la medida en
que es posible para el observador externo observar a éstos?»; los
chomskianos preguntaban y preguntan: «¿Qué tiene en su “mente-ce-
rebro” (un término chomsldano) un hablante nativo de una lengua, o
que la habla con fluidez, merced a lo cual se le puede denominar o se
le ha denominado hablante de inglés, swahili, japonés, latín clásico o
cualquier otra lengua?»
Al principio la gramática generativo-transformacional recurrió a
transformaciones (reglas T) para dar origen a la mayoría de las oracio-
nes gramaticalmente aceptables de una lengua, En Estructuras sintácticas
adoptaron dos formas: transformaciones obligatorias como el «salto de
afijo», mediante el cual se generaba la forma correcta de una oración,
y transformaciones opcionales, por ejemplo para convertir oraciones
afirmativas en negativas o interrogativas4.
La totalidad de las cuatro décadas siguientes, dentro y fuera de las
formulaciones originarias de Chomsky, ha supuesto el progresivo reba-
jamiento del papel de las trasformaciones mediante el recurso a la in-
troducción de una «estructura profunda», desde la cual estas transfor-
maciones, tal como estaban o, en algunas formulaciones, siguen estan-
do planteadas, operan sobre estructuras profundas para dar origen a
estructuras superficiales y en última instancia a oraciones reales pro-
nunciadas o escritas. La insistencia en la finalidad explicativa de la lin-
güística de Chomsky o de cualquier otra teoría lingüística inspirada
por él es más fuerte que nunca; como consecuencia, el término «trans-
formacional», tan frecuente' en sus primeros libros, ha desaparecido
casi y la teoría chomsldana se designa ahora simplemente como lingüis-
tica generativa.
La concepción de la ciencia de Bloomfield era profundamente em-
pírica, Chomsky proclama su interpretación racionalista de la ciencia,
al menos por lo que se refiere a la ciencia del lenguaje. Esto se traduce
en dos formas de pensamiento sobre el lenguaje, diametraímente
opuestas a las de los bloomfieldianos. En primer lugar, Chomsky y los
seguidores de su planteamiento general examinan el lenguaje «desde
dentro», en la «competencia» que tiene el hablante nativo para usar y
entender su propia lengua. Los empiristas, fieles a sus principios, tie-
nen que considerar el lenguaje «desde fuera», como han de hacer las
ciencias naturales, y ocuparse exclusivamente de los fenómenos del

4 Syntactic structures, 67-72.

315
habla y la escritura que sean accesibles públicamente, Tenemos un
ejemplo extremo de devoción a su deber en la deliberada decisión de
C. C, Fries de escribir su descripción de la gramática formal inglesa ba-
sándose exclusivamente en amplios registros de conversaciones ingle’
sas sin ninguna referencia a su propio conocimiento y uso de la lengua5,
El punto de vísta «interiorista» de Chor Ay le permite recurrir a
percepciones y reacciones necesariament personales, privadas e indi’
viduales, conocidas directamente por el hablante-oyente (incluyendo,
desde luego, el estudiar lingüísticamente su propia lengua), y sólo indi-
rectamente deducidas en otros de su habla u otros comportamientos;
(in)aceptabilidad, paráfrasis, equivalencia, buena o mala formación, los
propios juicios del hablante sobre diferencias y matices semánticos y
su valoración de la propiedad contextual del vocabulario y las formas
de oraciones; en general, estos testimonios esencialmente introspecti-
vos pueden ser aceptados de uno mismo y de los otros sin más, En esta
interpretación, la propia lengua es una clave para el parcial entendi-
miento de la mente o cerebro humano, una opinión en la que en dife-
rentes condiciones coincidía con los estoicos (pág, 41); en más de una
ocasión Chomsky ha manifestado su visión de la lingüística como una
rama de la psicología cognitive6,
En segundo lugar, la mente u cerebro humano no es la tabula m a,
el receptáculo vacío de los empnistas, que simplemente espera que las
impresiones y datos le afecten desde fuera, Los racionalistas consideran
el cerebro genéticamente dotado de un rico y muy variado programa
para recibir, interpretar, almacenar y utilizar la información que los
sentidos proporcionen al azar, Esto corresponde a las «ideas innatas»
de los cartesianos racionalistas clásicos del siglo xvu (págs, 165*166),
En esta perspectiva, el aprendizaje de la primera lengua es el procesa-
miento por el cerebro del niño de la experiencia aleatoria del habla
con la que se enfrenta, ya sea dirigida a él o expresada en su presencia,
Esto se hace a través de un sistema de «gramáticas posibles» rigurosa-
mente restrictivo dentro del cual es preciso acomodar, almacenar y en-
tender los datos7,
De esta manera, los lingüistas generativistas chomskianos conciben
la adquisición de la primera lengua como una actividad y una capaci-

5 G. C, Fries, The structure of English, Nueva York, 1952,3-4,


6 Comp. Chomsky, 1972, 1, y Rules mid representations, Oxford, 1980, 4, 48.
7 Comp, la obra dieciochesca de N. Beauzée, Grammaire générale ou exposition raiso-
née des éléments nécessaires du langage pour servir defondament à l'éttide de toutes tes tangues, Pa-
ris, 1767.

316
dad especiales, a diferencia de la mayoría de las demás formas de
aprendizaje, y dependiente de un componente especial, dado genética-
mente, de la mente o el cerebro, el Mecanismo de Adquisición del
Lenguaje (LAD, Language Acquisition Device), que es específicamente
un aspecto de la gramática universal, Según esto, la adquisición de la
primera lengua, que realizan todos los niños normales casi sin darse
cuenta y sin enseñanza formal, se distingue claramente del posterior
aprendizaje de la segunda lengua y del estudio de la propia en la es-
cuela, que constituyen un trabajo emprendido conscientemente que
requiere la enseñanza o ai menos un deliberado aprendizaje autodi-
dacta, Los empiristas, por otra parte, consideraban el aprendizaje de
la primera lengua mucho más próximo a otras formas de aprendizaje
y basado en reconocimiento de modelos mediante la repetición de
oraciones con variaciones en el vocabulario, las categorías gramatica-
les, etc,8,
Fue la insistencia de Bloomfield en el detallado análisis formal de
diferentes lenguas lo que determinó su visión de los. universales del
lenguaje o gramática universal como un ejercicio puramente inducti-
vo, que ha de realizarse sólo sobre una base de datos acumulados de
> gran cantidad de lenguas, mucho mayor que la que se había llegado a
' conocer hasta entonces, De aquí su tratamiento, considerablemente
despectivo, del tema en comparación con la asignación chomsldana de
una gramática universal como la hipótesis central para el entendimien-
to de la estructura de la lengua y de la capacidad que todos tenemos de
adquirir e «interiorizar» un sistema de reglas tan complejo, delicado y
rico a partir del contacto durante unos pocos años con un conjunto de
datos muy limitado y aleatorio9,
La postura filosófica general en la cuestión de la lingüística como
ciencia que adoptaron Chomsky y sus partidarios ha sido considerada
más arriba, La teoría o teorías concretas que se han originado en sus
ideas y en sus enseñanzas y publicaciones han ocupado a muchos
de los cerebros más activos y perspicaces de la lingüística en el curso de
los últimos treinta años. Desde la publicación de Estructuras sintácticas
en 1957, la lingüística chomsldana, aun manteniendo en lineas genera-
les la postura racionalista global ya examinada, ha pividu por una se-
rie de fases, ha sobrevivido y contestado a una sene de controversias y

8 Comp, Chomsky, «Principies and parameters in syntactic theory», eji N, I lorn


stein y D. Lightfoot (eds,), Explanation in linguistics, Londres, 1981, cap. 2, Véase, por el
contrario, Bloomfield, 1935,276.
9 Bloomfield, 1935, 20; Chomsky, op. cit., en nota 8; Radford, 1981, 28-30.

3 17
íaa cambiado radicalmente sus prioridades en los modos específicos de
descripción y análisis.
El historiador lingüístico ha de tratar de identificar las principales
direcciones entre los rápidos y entusiastas progresos de la gramática ge*
nerativa desde Estructuras sintácticas hasta el momento de escribir. Esto
no es en modo alguno lo mismo que escribir un libro sobre el «estado
del arte» en cada época sucesiva, y un intento de componer una espe-
cie de «minienciclopedia» con artículos cortos para cada etapa no esta-
ría justificado en un libro de texto de historia ni sería útil al lector.
Quienes estén interesados en la historia de la materia estarán al menos
familiarizados con una serie de libros sobre teoría lingüística; en la lin-
güística generativa no faltan en absoluto dichos libros desde Estructuras
sintácticas hasta el día de hoy. Algunos de ellos figuran en la bibliogra-
fía al final de este capítulo. Para su consulta es vital la fecha de su pri-
mera edición, pues indica la versión teórica de la lingüística generativa
tal como el autor la veía en esa época10.
Algunos rasgos de la gramática generativa han persistido desde los
primeros tiempos hasta la actualidad. Uno es el concepto de regla gra-
matical, familiar a cualquiera que hay estudiado una lengua extranjera
(o la suya propia) en el colegio o después. Tempranamente se señaló
que los distribucionalistas habían operado con una «gramática de lis-
tas» de unidades a identificar y clasificar, pero que a Chomsky le inte-
resaba una «gramática de reglas» a ordenar sistemáticamente, que tam-
bién (idealmente) generaran todas y únicamente las oraciones acepta-
bles de una lengua11.
Chomsky siempre ha dado gran importancia a los niveles de
«adecuación» descriptiva y explicativa. Una gramática es descriptiva-
mente adecuada si permite hacer una descripción apropiada de una
lengua, pero es explicativamente adecuada sólo si explica la forma
de descripción y los medios gracias a los cuales la primera lengua del
niño es al parecer adquirida sin esfuerzo, Se atribuyó a los bloom-
fieldianos una aportación vital a la ciencia lingüística por su obra en
la descripción de diversas lenguas, e incluso se les alabó por ella,
pero fueron criticados por no ir “ -o no desear ir— más lejos. La dis-
tinción de Chomsky aquí es m uy semejante a la crítica de los gramá-

10 Quienes deseen consultar Una enciclopedia encontrarán útil Koerner y Asher,


1995, que contienen lina serie de artículos breves en sus contextos históricos. Para deta-
lles, véanse también Horrocks, 1978; Matthews, 1993,
11 Comp. W. O. Dingwall, «Transformational grammar; form and and theory», Lin-
gua, 12, 1963, 233-75.

31 8
ticos escolásticos de la Baja Edad Media a la gramática latina de Pris-
ciano (págs. 119-120)12.
La idea del árbol, generado por las reglas de la estructura de la fra-
se, se ha conservado tanto dentro de la tradición chomsldana como en
algunas de las variantes teóricas «postchomskianas», sujeta desde luego
a diversas modificaciones. Esta familiar disposición estructural se pare-
cía mucho a las estructuras de constituyentes inmediatos de los bloom-
fieldianos, pero con una etiqueta categorial en cada punto de unión
(nudo): NP, VP [frase nominal, frase verbal], etc. Con el posterior con-
cepto de estructura profunda, los nudos podían llevar etiquetas más
abstractas como W H [who, what, etc.: quién, qué, etc.], que subyace
y da origen a los diferentes modelos de oraciones interrogativas, y
COMP(lemento), un elemento de la inclusión o subordinación de
una oración subyacente dentro de otra. Otros refinamientos, como la
sintaxis de X con barra (X), han llevado la estructura de la frase más allá
del modelo analítico de íos constituyentes inmediatos: en el caso del
NP «una categoría intermedia más amplia que un N (nombre) pero
más pequeña que un NP», que explica inter alia relaciones como this
had politician [este mal político] y bad politician (N) though he is... [por
mal político que sea...]. Radford ofrece otro ejemplo: las frases califica-
- tivas postnominales with longhair [de pelo largo] y o f physics [de físicas]
' se diferencian sintácticamente en que the students o f physics with longhair
[el estudiante de físicas de pelo largo] es totalmente aceptable mientras
que the student with longhair o f physics [el estudiante de pelo largo de fí-
sicas] es aberrante hasta de la inaceptabilidad13.
Al menos en algunas etapas anteriores de la teoría generativo-trans-
formacional se dio a los elementos gramaticales un tratamiento m uy si-
milar, independiente de su rango último como palabras separadas o
como morfemas ligados. Se asigna a may en may frighten [puede que
asuste] y -d {/-id/) en persuaded [convenció/convencido] un lugar para-
lelo como Aux(iliar) en dos estructuras de árbol14.
Esta manera de subsumir casi totalmente la morfología en una sin-
taxis más amplia tal vez esté relacionada históricamente con la relativa
pobreza de la morfología en inglés, lengua en la que se investigó en tan
gran medida la gramática generativo-transformacional temprana (y pos-
terior). Por el contrario, hemos visto cómo en la tradición griega (capí-
tulo 2) la sistematización de la morfología fue muy anterior al análisis

12 Chomsky, 1964, 75-6.


13 Radford, 1981, 98; sobre la estructura profunda, Chomsky, 1965, passim.
14 Chomsky, 1965, 86, 129; Matthews, 1993, 86-98.

3 19
formal de la sintaxis. Un tratamiento más reciente de la morfología
(1988) se refiere a su rango en la lingüística generativa como al de una
especie de «hijastra»15.
Estructuras sintácticas se centra casi exclusivamente en la sintaxis y en
la morfología. Los lingüistas generativo-transformacionales utilizan ge-
neralmente el término gramática en un sentido amplio para incluir la fo-
nología y tienden a tratar la morfología como un subconjunto de reglas
sintácticas. Ahora vemos que los años 1964 y 1965 marcan un hito fun-
damental en el cual se exigió a la teoría generativo-transformacional que
incluyese la semántica y la fonología en su ámbito. Así, Katz y Postal es-
cribieron en 1964: «Una descripción lingüística de una lengua natural
es un intento de revelar la naturaleza del dominio de un hablante de esa
lengua que la hable con fluidez»16. Otras apelaciones a intuiciones lin-
güísticas o al conocimiento práctico de la lengua son, idealmente, inne-
cesarias e ilegítimas, pues todas esas intuiciones deberían haberse hecho
explícitas y haberse incorporado a la descripción de la lengua.
El objetivo que estos lingüistas se fijaron en su obra es más eleva-
do que el establecido por ningún grupo anterior de lingüistas. Equiva-
le a nada menos que presentar en una descripción de una lengua todo
lo que implica la competencia lingüística de un hablante nativo. Los
objetivos de los generativistas han de alcanzarse construyendo las des-
cripciones lingüísticas en términos de reglas que incorporen la capaci-
dad creativa de un hablante nativo para producir y entender un núme-
ro infinito de oraciones, la mayoría de las cuales nunca ha expresado
ni oído antes, mediante la disponibilidad de reglas recursivas y otros
mecanismos de las gramáticas formalizadas de las lenguas.
Es en el aspecto infinitamente creativo del conocimiento que el ha-
blante nativo tiene de su lengua donde Chomsky y otros lingüistas gene-
rativistas distinguen su concepto de competencia del concepto saussurea-
no de langue11i que consideran más estático, como un almacén lingüísti-
co, y mediante el cual oponen la creatividad de la lingüística generativa al
objetivo taxonómico, más limitado, de los «bloomfieldianos», un objeti-
vo al que la generación bloomfieldiana desde luego no renunció18. Su in-

15 M. Hammond y M. Noonan, Approaches to modem theoretical morphology, San Die-


go, 1988, xiii,
16 J. J. Katz y P. M. Postal, A n integrated theory o f linguistic descriptions, Cambridge,
Mass., 1964, 1.
17 Comp. F. de Saussure, Cours de linguistique générale, 4.a éd., Paris, 1949, 223-39.
18 Comp. C. F. Hockett, Langage, 18, 1943, 3: «La lingüística es una ciencia clâsifi-
catoria».

320
sistenda en el hecho de que sus datos, aun siendo un conjunto limita-
do, eran una adecuada muestra de la lengua les permitiría afirmar que
ellos también contaban con la infinita creatividad de una lengua natu-
ral, aunque desde luego dieron menos preeminencia a conceptos como
la recurrencia sintáctica y la innovación léxica19.
En 1965, Aspectos de la teoría de la sintaxis representó la fase de la teo-
ría generativo-transformacional en la que, como ahora sabemos, fue
posible por última vez mantener una unidad básica dentro de ella; la
semántica y la fonología fueron incorporadas ai sistema descriptivo,
pues no lo estaban en Estructuras sintácticas, Al atractivo concepto de
una estructura profunda relativamente abstracta que cuida por medio
de su interpretación semántica del significado de la oración, y por me-
dio de una sucesión de transformaciones que generan la estructura su-
perficial sin efectuar ningún cambio en el significado, y al concepto de
una estructura superficial que es el aducto de las reglas fonológicas,
cuyo educto es la oración expresada, se les dio de forma bastante pre-
cipitada el título de «teoría estándar»; con el paso de los años desde 1965
ha habido un amplio acuerdo entre los lingüistas generativistas acerca
del lugar de la fonología dentro de la descripción gramatical y la teoría
gramatical. En diversos aspectos no pasó mucho tiempo sin que fuese
't cuestionada; hoy en día, los diferentes productos del impulso choms-
kiano original ofrecen una diversidad teórica que no parece proba-
ble que vaya a ceder ante una versión única de la teoría en el futuro
previsible, En fecha tan tardía como 1977, una tentativa de conservar el
término estándar dio origen a la teoría estándar ampliada y a la teoría es-
tándar ampliada revisad«20.
En sentido amplio, la fonología comprende una serie de reglas pos-
teriores que convierten las estructuras sintácticas superficiales en se-
cuencias de fonos expresadas o transcritas. Esto concuerda con el
papel firthiano de la fonología, pero, desde luego, está en directa con-
tradicción con los refinamientos biúnicos de la fonemática «estructura-
lista» (pág. 292), Desde 1959, año en que M. Halle publicó su Sound
pattern o f Russian2,1, las reglas fonológicas se han construido general-
mente en términos de los rasgos distintivos de la escuela de Praga. Du-
rante una década, los rasgos acústicamente diseñados expuestos por
Jakobson (págs. 278-279) fueron los rasgos que se utilizaron, pero
en 1968 Chomsky y Halle dieron sus razones para una vuelta a una se-

19 Sobre el conjunto como muestra adecuada, Harris, 1951, 12-13,


20 Chomsky, 1965,132; comp. Matthews, 1993, 220’3,
n La Haya, 1959,

321
rie articulatoria, no por supuesto la de Trubetzkoy y la temprana escue-
la de Praga sino una serie basada no obstante en las formas y movi-
mientos de los órganos articulatorios que intervienen en su produc-
ción22. El concepto de rasgo distintivo, formalizado por primera vez
por Trubetzkoy y la temprana escuela de Praga, ha resultado ser uno de
los conceptos analíticos más importantes y duraderos de la lingüística;
la teoría de los rasgos distintivos sigue siendo diligentemente investiga-
da y desarrollada. Si hay algún concepto que encierre la clave de un en-
tendimiento de las vicisitudes de la teoría lingüística en el presente si-
glo es sin duda éste.
Se reconoció The soundpattern in English como la obra que señalaba
el tratamiento aceptado de la fonología en la «teoría estándar» durante
algún tiempo. Todavía en 1990 se aludía a ella como «paradigma» en
un libro pensado para exponer algunos de los acontecimientos subsi-
guientes en esta rama de la lingüística, entre ellos la fonología autoseg-
mental y métrica a la que nos hemos referido antes (pág. 307)23.
Había un acuerdo general acerca de que la gramática universal, un
concepto esencial en la gramática generativa, se encontraba en las es-
tructuras profundas de ias lenguas, y en que las evidentes diferencias
que hacen que las lenguas sean mutuamente ininteligibles correspon-
dían a las estructuras de superficie y a las formas léxicas. Podemos ob-
servar que Bloomfield y sus seguidores, que destacaron las amplias va-
riedades de posibles diferencias lingüísticas, se centraron en lo que los
gramáticos generativistas habrían denominado estructuras superficia-
les. Para Bloomfield, la gramática universal o general era un producto
potencial de la inducción a largo plazo a partir de grandes cantidades
de descripciones lingüísticas; los chomskianos la ven como una hipó-
tesis de trabajo deductiva24.
La semántica estaba ahora firmemente incluida en el ámbito de la
lingüística general como parte de la competencia lingüística del ha-
blante nativo. Pero durante un tiempo estuvo totalmente asignada a la
estructura profunda, sin que las transformaciones tuviesen ningún pa-

22 Chomsky y Halle, 1968; comp. Robins, «Distinctive feature theory», en D. Arm-


strong y C. H. van Schooneveld (eds.), Roman Jakobson: echoes o f his scholarship, Lisse,
1977, 391-402.
23 Podemos remitir al lector a las obras siguientes: J. B. Hooper, 1976; J. Durand, Ge-
nerative and non-linearphonology, Londres, 1990; F. Katamba, A n introduction to phonology,
Londres, 1989; J. Durand y F. Katamba (eds.), Frontiers o f phonology, Londres, 1995.
24 Bloomfield, 1935, 20; N. Chomsky, «Principles and parameters in syntactic
theory», en N. Hornstein y D. Lightfoot (eds.), Explanation in linguistics, Londres, 1981,
cap. 2; Horrocks, 1993, 93, 100.

3 22
pel en la creación de los significados de las estructuras de superficie
que producían. Esto sugirió a algunos lingüistas lo que vino a denomi-
narse «semántica generativa», en la cual los conceptos semánticos mis-
mos se trataban como componentes de la estructura profunda, crean-
do tanto unidades léxicas como formas sintácticas. Se pensó que,
como en la gramática estratificacional, se podía empezar con algo pa-
recido a unos conceptos semánticos atómicos y combinarlos median-
te reglas para dar lugar a formas léxicas; es famoso el ejemplo cause-
become-not-alive-¿ kill [causar-Uegar a ser-no-vivo —>matar]. Diversas
dificultades condujeron al abandono de esta versión de la teoría gene-
rativa: kill [matar] no es en todos los casos equivalente a cause lo die
[causar morir], y el significado de olive [vivo] es por lo menos tan com-
plejo semánticamente como el de dead [muerto]. Pero históricamente
la teoría es interesante ya que recuerda otra versión de unos átomos se-
mánticos en número amplio aunque limitado, presentada por el obis-
po Wilkins y otros en el movimiento del siglo x v i i por una lengua uni-
versal (pág. 170)25,
Las transformaciones habían figurado entre los medios que coadyu-
van al logro de un fin, una descripción generativa de lo que interviene
en la competencia de un hablante nativo, pero Aspectos presenció el
inicio de un proceso que ha avanzado sin cesar desde entonces: la re-
ducción en el número y el papel de las transformaciones. La negación
era caracterizada ahora como un elemento abstracto de la estructura
profunda, neg que desencadenaba representaciones superficiales con-
cretas, en vez de ser una transformación con significado por derecho
propio. En consecuencia, los derivados nominales de verbos como
arrival, departure, ignorance [llegada, salida, ignorancia], etc,, eran sepa-
rados de las formas del gerundio de los verbos, arriving departing igno-
ring etc., por diversos motivos sintácticos y semánticos. Departure pue-
de ir precedido de un adjetivo (I was distressed by his premature departure
[Me disgustó su marcha prematura]), pero departing tomaría un adver-
bio (I was distressed by his departingprematurely [Me disgustó que se mar-
chara prematuramente]); ignorance no es sinónimo de ignoring. Estos
y otros nombres deverbales fueron directamente asignados al léxico

25 Comp. C, P, Lakoff, Linguistics and natural logic, A nn Arbor, 1970; id., «On gene-
rative semantics», en D. D, Steinberg y C, A. Jakobovits (eds,), Semantics, Cambridge,
1971, 232-96; Horrocks, 1987, 29-30,
26 Comp. Chomsky, 1965, 132; id„ «Remaries on nominalization», en R, A. Jakobs
y P. S, Rosenbaum (eds.), Readings in English transformationalgrammar, Waltham, 1970,
184-221.

323
junto con los nombres no derivados y fueron marcados gramatical-
mente de la manera adecuada. En una forma reciente de la gramática
generativa de Chomsky se conserva sólo una regla transformacional al-
tamente restrictiva, mover alpha o mover, es decir, mover lo que se pue-
da mover dentro de los límites prescritos por el resto del sistema27.
Un ejemplo de la riqueza del sistema gramatical que ahora aceptan
los gramáticos generativistas que es innato y universal, aunque articu-
lado de manera distinta en lenguas diferentes, puede verse en la teoría
actual de la rección y el ligamento o Government and Binding (GB en
abreviatura). Toma su nombre de los dos subcomponentes o subteo-
rías más importantes de la gramática total, que se considera incluye sie-
te de estas subteorías. En sentido muy amplio, la rección se ocupa de
la asignación de papeles gramaticales específicos a palabras y grupos de
palabras, y por tanto puede ser considerado como una extensión de la
noción clásica de régimen (pág. 130); el ligamento especifica las condi-
ciones en las que los pronombres y algunas otras palabras se interpre-
tan correferencialmente o no (como en he admires him [él lo admira
(a él)] y he admires himself [él se admira (a sí mismo)]).
El concepto de rección en la teoría actual acarrea el del caso abs-
tracto que contiene diversas relaciones «temáticas» con el resto de la
frase, como agente, paciente (objeto directo), beneficiario (objeto indi-
recto) y otras. Estos casos abstractos pueden expresarse en las lenguas
por medio de inflexiones manifiestas de caso de las fiases nominales en
latín, griego y ruso, o por medio de relaciones de posición en las se-
cuencias de palabras, como la mayoría de las veces en inglés, o bien
pueden quedar como deducibles a través del significado de la oración
en su conjunto. No deja de llamar la atención la similitud de esta evo-
lución con las concepciones sintácticas de los antiguos estudiosos del
sánscrito28.
Recientemente ha habido una búsqueda de un modelo de sintaxis
que incluyera cuantas fuese posible de las reglas y restricciones grama-

27 Horrocks, 1987, 99, 288-9. Otra versión de la gramática generativa, la Gramática


de la Estructura de Frase Generalizada (GPSG, Generalized Phrase Structure Grammar), ha
prescindido por completo de las transformaciones, apoyándose, para llevar a cabo los ex-
haustivos análisis requeridos, en las reglas de la estructura de frase en un componente de
estructura de frase enriquecida. Sobre ésta y otras alternativas al sistema chomskiano,
véase Horrocks, 1987, caps. 3 y 4.
28 Véanse págs. 224-225. La introducción de casos abstractos se remonta quizá a un
artículo anterior de J. Fillmore, «The case for case», en E. Bach y R. T. Harms (eds.), Uni-
versals in linguistic theoiy, Nueva York, 1968, 1-88. Para GB, Horrocks, 1987, 94-158;
Chomsky, 1980; 1982; 1984; Burzio, 1986.

324
ticales registradas dentro del formato más denso. Esto ha llevado al
«programa mínimo» de la teoría lingüística. El artículo de Chomsky so-
bre ello introdujo en efecto un planteamiento que ha sido descrito
como «un aparato de teoría sintáctica» que aseverará exactamente «lo
que es necesario para incorporar todas las ideas relativas a los constitu-
yentes, el movimiento, el ligamento y otras propiedades que han sido
afirmadas en el curso de la pasada década»29.
La autonomía de la gramática como sistema autosuficiente, inde-
pendiente del significado, fue afirmado por Chomsky en 195730. Fue
por supuesto, desde su propio punto de vista, completamente aparte,
la postura de los bloomfieldianos. Esta actitud continúa, pero dentro
del marco general de la gramática generativa ha aparecido una visión
alternativa de la sintaxis como sistema intrínsecamente simbólico y
cognitivo en estrecha relación con otras actividades cerebrales y neuro-
lógicas de la mente o el cerebro.
La gramática cognitiva ha sido definida como una teoría en la cual
«el léxico, la morfología y la sintaxis forman un continuum de unidades
simbólicas al servicio del contenido conceptual estructural con finali-
dades expresivas». Esto no es lo mismo que la teoría semántica genera-
tiva había observado anteriormente; según ella el nivel inferior de la
estructura lingüística es el de las unidades léxicas universales diferen-
ciadas, dispuestas en combinación para formar palabras reales en ora-
ciones (véase pág. 79). Considerados históricamente, el examen y la
teorización sobre los significados básicos de los casos en la Antigüedad
europea y en la India sánscrita pueden incluirse en la teoría, más gene-
ral, de la gramática cognitiva (comp. págs. 224-226)31.
Dentro de esta teoría general de la Lingüística Cognitiva o Gramá-
tica Cognitiva existe una dirección conocida como Sintaxis de Monta-

29 N. Chomsky, «A minimalist program for linguistic theory», en K. Hale y S. J. Key-


ser, The viewfrom Building 20, Cambridge, Mass., 1993, cap. 1; D. Pesetsky, Zero syntax,
Cambridge, Mass., 1995; comp. G. Webelhuth (ed.), Government and binding theory and
the minimalist program, Oxford, 1995. Se pueden hacer comparaciones con el profundo
interés de los gramáticos sánscritos indios por la brevedad abarcadora (págs. 222-223).
30 Syntactic structures, 106.
31 Sobre la sintaxis cognitiva, R. W. Langacker, Foundations o f cognitive grammar,
Stanford, vol. 1, 1987 (referencia específica, pág. 25); vol. 2, 1991; id,, Concept, image,
and symbol, Berlin, 1991 (referencia específica, pág. 343); P. D. Deane, Grammar and
mind: explorations in cognitive syntax, Berlin, 1992; A. Cienki, «19th and 29th centuries
theories o f case», Historiographia lingüistica, 22, 1995,123-62. Podemos llamar la atención
de los especialistas hacia una serie de publicaciones, Language and cognitive processes
(1992- ).

325
gue, efectivamente introducida por Montague — que murió a una
edad relativamente temprana— en sus artículos publicados a comien-
zos de los años setenta32.
Con la teoría de la rección y el ligamento, al menos por lo que se
refiere a algunos lingüistas chomskianos, ya no estamos tratando de
una teoría del lenguaje en su conjunto. Q(ovemmmt)-y-Y>(inding) repre-
senta un «módulo», uno de una serie de sistemas, en interacción pero
separados, de organización lingüística o de facultades de lenguaje, lo-
calizados quizá en diferentes zonas del cerebro y que controlan aspec-
tos del lenguaje tan diferentes como la sintaxis (el centro de la teoría
de GB), el léxico, la fonología y posiblemente otros.
Todo esto permite al lingüista, e incluso le impulsa a ello, concen-
trar su atención en uno u otro módulo, no considerando ya el lengua-
je como una materia unitaria. En realidad, sin duda para asombro de
los lingüistas anteriores, leemos que «el lenguaje es un concepto deri-
vado y tal vez no muy interesante», como repite Smith: «La lingüística
no trata del lenguaje o de las lenguas... trata de gramática; “lenguaje”
es, pues, una abstracción de segundo grado... pero no es el interés esen-
cial de la lingüística»33.
Aunque al principio resulta alarmante, esto no equivale a decir que
la lingüística general esté extraviándose o desintegrándose; no obstan-
te los especialistas dirigirán cada vez más sus investigaciones y su ense-
ñanza a la parte del estudio del lenguaje que más les atraiga. Este pro-
ceso continúa en el m omento de escribir este libro, y es tal vez adecua-
do dejar los acontecimientos contemporáneos para el profesor actual
de lingüística y para el futuro historiador de la materia.
Esto, sin embargo, no es todo. Precisamente porque el interés prin-
cipal de los lingüistas chomskianos y postchomskianos ha sido la organi-
zación de la gramática generativa y la semántica formal de la «forma ló-
gica» de sus oraciones generadas, otros se han sentido motivados por el
cultivo de otros temas dentro del ámbito tradicional de la lingüística ge-
neral. Pero parece que los lingüistas se han especializado cada vez más
(sociolingüística, psicolingüística, etc.) y que los días de una introduc-
ción general a la materia completa por un solo autor están quizá conta-
dos, aunque su utilidad para permitir que los estudiantes vean algo del
espectro completo de la disciplina sigue pareciendo inapreciable.

32 Sobre la sintaxis de Montague, véase Montague, «Universal grammar», Theoria,


36, 1970, 373-98; Horrocks, 1987, 207-8.
33 N, Chomsky, Rules and representations, Oxford, 1980, 90; N, V, Smith, Speculative
linguistics, Londres, 1983, 4-5,
Los lexicógrafos han continuado sus tareas, que se originaron en
las listas clásicas y medievales de «palabras difíciles» o que fácilmente
se entendían mal, y siguieron pasando por los diccionarios nacionales
del Renacimiento y la Ilustración hasta la actualidad; sus trabajos se
ven ahora muy incrementada por el relevante aparato informático que
tienen hoy en día a su disposición. En la historia de la lexicografía de
la lengua inglesa podemos mencionar el famoso diccionario del doctor
Samuel Johnson. La mayoría de los países tienen en la actualidad sus
propios diccionarios e institutos lexicográficos, con un despliegue de
publicaciones periódicas profesionales.
Con la formalización de la semántica por los gramáticos generati-
vistas en la forma lógica y el contenido proposicional de las oraciones,
y con el famoso interés teórico de Chomsky por su «hablante ideal»,
no afectado por las condiciones externas, el reconocimiento de la rele-
vancia en contextos más amplios de los significados expresados en la
lengua ha aumentado proporcionalmente. Es muy posible que algu-
nos lingüistas de una generación anterior como Firth no hubieran re-
conocido el término pragmática; aunque ya figura en los diccionarios
no aparece, significativamente, en los escritos lingüísticos de Firth. La
pragmática, al abarcar los usos reales que hacemos de la lengua, cubre
una variedad de subcomponentes, las «reglas de conversación» acepta-
das, las ideas comunes que subyacen, o se supone que subyacen, a la
conversación entre más de un hablante y oyente, conocimiento mu-
tuo, teoría de la relevancia y las variadas implicaciones que tiene una
serie de palabras en su uso normal. Ejemplos corrientes de esto último
son preguntas como «¿Has dejado depegar a tu mujer?» o «¿Es calvo el ac-
tual rey de Francia?»34.
Muchas de las cosas que hoy abarca la pragmática reviven el pen-
samiento de lingüistas antropológicos como Malinowski y los anterio-
res campeones de los variados estudios del significado lingüístico
como Firth. Se atribuye a J. L. Austin y j. R. Searle el uso «ilocuciona-
rio» del lenguaje, «hacer cosas con palabras», pero ellos también siguen
los pasos de Malinowski en su dicho «El habla es un modo de acción,

34 Chomsky, 1965, 3; G. N. Leech, Principles o f pragmatics, Londres, 1983; S. Levin-


son, Pragmatics, Cambridge, 1983; D. Sperber y D. Wilson, Relevance, cognition and com-
munication, Oxford, 1986; N. V. Smith (ed.), Mutual knowledge, Londres, 1982. Históri-
camente se puede observar que se prestó la correspondiente atención a las cuestiones
pragmáticas en la época en que la lingüística teórica medieval estaba en su punto culmi-
nante (comp. I. Rosier, La parole comme acte: sur la grammaire et la sémantique au X llle siè-
cle, Paris, 1994).

3 27
no un contrasigno del pensamiento». Los actos de habla incluyen ex-
presiones como «Juan, yo te bautizo...» y «Ésta es la sentencia del tri-
bunal..,», expresadas en las «condiciones de propiedad» adecuadas, que
esto es un bautizo y el hablante es un clérigo o que esto es un tribunal
de justicia y el hablante es un juez o un magistrado35, Un ejemplo pro-
fundo de actos de habla aparece en el primer capítulo del Libro del Gé-
nesis; «Dios dijo ‘'Hágase la luz’5y la luz se hizo»; se cuenta una gracio-
sa historia de Benjamin Jowett, el célebre director del Balliol College
de Oxford: cuando la conversación recayó en la autoridad respectiva
de jueces y obispos, se dijo que los obispos tenían más porque po-
dían decir «serás condenado», mientras que los jueces sólo podían de-
cir «serás colgado»; «sí — dijo Jowett— pero cuando un juez dice "serás
colgado” te cuelgan»,
La lingüística diacrónica, la lingüística histérico-comparada, había
sido un punto fuerte en el siglo xix y ha mantenido su rango en el xx.
Saussure no la descuidó; fue discípulo de los neogramáticos. Su insis-
tencia estuvo en la categoría equipolente de las dos dimensiones de la
lingüística, la sincronía y la diacronía. Es desde luego cierto que la lin-
güística histórica no estaba en la vanguardia de la investigación teórica
durante los años estructuralistas «bloomfieldianos», pero es importan-
te recordar que Bloomfield hizo más que otros por integrar la compa-
ración histórica de las lenguas amerindias en la corriente principal de
la lingüística histórica. En el capítulo vigésimo de su Lenguaje vemos
ejemplos de los exactos patrones neogramáticos acertadamente aplica-
dos a lenguas miembro de la familia algonquina; los trabajos sobre la
historia de las lenguas nativas americanas continúan con especialistas
como Mary Haas36.
En la segunda mitad del siglo, la lingüística histórica recibió un do-
ble estímulo procedente de dos fuentes de interés. Los chomskianos
no se han interesado mucho por la lingüística histérico-comparada,
pero en los años sesenta Chomsky y Jakobson atrajeron la atención en
su obra Tfx soundpattern o f English hacia los posibles paralelismos entre

35 J. L. Austin, How to do things with words, Oxford, 1962. La obra de Austin sobre
lo que se vino a conocer como «filosofía del lenguaje corriente» tuvo su origen en sus
lecturas anteriores en Oxford explorando las posibilidades de tratar los viejos proble-
mas filosóficos de la naturaleza del conocimiento y temas semejantes por medio de la
detallada observación del uso y entendimiento reales de palabras como saber/conocer,
J, C. Searle, Speech acts, Cambridge, 1970; B, Malinowski, en C, K, Ogden e I, A. Richards,
The meaning o f meaning, Londres, 1946,296, 309-16,
36 M. R. Haas, The prehistory o f languages, La Haya, 1969; L, Bloomfield, «On the
sound system o f Central Algonquian», Language, 1, 1925, 130-56,

328
la ordenación descriptiva de las reglas fonológicas en la formación de
palabras, por un lado, y los cambios fonéticos históricos a través de los
cuales se configuran las formas actuales, por otro, En términos más ge-
nerales, R, D, King escribió sobre lingüística histórica dentro del mar-
co de la gramática generativo transíórmacional y del cambio fonético
histórico, Estas ideas no se examinan hoy de una manera tan destaca-
da, pero es indudable su insistencia en la relevancia que percibían en
la lingüística histórica37.
La otra influencia poderosa en los estudios históricos del lenguaje
han sido algunos acontecimientos recientes y actuales en dialectología.
Desde que los neogramáticos sacaron a los lingüistas históricos de su
obsesión por las formas indoeuropeas originarias para «la clara luz de
la realidad tangible» (pág, 257), y les ordenaron considerar los cambios
fonéticos tal como estaban teniendo lugar en la época entre las genera-
ciones en diferentes dialectos del alemán y otras lenguas, los estudios
dialectales han desempeñado un papel importante en la investigación
histórica. Pero el ascenso de la sociolingüística, el estudio general del
uso de la lengua en las comunidades, ha dado un impulso más a la lin-
güística histórica. Para explicar los cambios fonéticos y la difusión de
la contracción de algunos rasgos fonológicos y gramaticales, los lin-
güistas pueden mirar más allá de las leyes fonéticas mecánicas de los
neogramáticos (sin invalidar sus principios básicos), así como la causa-
lidad estructural de la escuela de Praga (págs, 282-283), para buscar en
la aparición de cambios lingüísticos entre generaciones factores de con-
textos sociales como la lealtad política, la estructura de clases, la inmi-
gración y los cambios generales de población. En este contexto se ha
prestado especial atención a la dialectología urbana en oposición a la
tradicional recogida léxica de vocabulario rural que encantaba a los en-
tusiastas dialectólogos aficionados38.
Los estudios dialectales de todos los géneros acentúan la necesidad
de trabajadores de campo formados y motivados, El trabajo de campo
en lingüística, reforzado por el planteamiento de cariz práctico del et-
nógrafo moderno, lleva mucho tiempo establecido en la lingüística
americana, sobre todo entre los estructuralistas «bloomfieldianos», con-

37 Chomsky y Jakobson, 1968, parte 3; R. D, King, Historical linguistics andgenerative


grammar, Englewood Cliffs, 1969,
38 Podemos remitir a las siguientes obras: W , Labov, The socialstratification ofEnglish
in New York City, Washington, 1966; B, Bernstein, Class, code and control, Londres, 1971;
P. Trudgill, The social stratification of English in Norwich, Cambridge, 1974; J, .Vlilroy y
L. Milroy, Language and social networks, Oxford, 1980,
tinuadores de la devoción de Bloomfield a las lenguas amerindias. Mu-
chos destacados lingüistas americanos de la primera mitad del siglo,
fuera cual fuera su especialización última, dedicaron algo de su tiem-
po, frecuentemente a nivel de doctorado, al estudio de campo de una
o más lenguas de la América nativa. Un vistazo a los artículos teóricos
y metodológicos de las publicaciones periódicas lingüísticas de Améri-
ca de la época proporciona ejemplos de lenguas amerindias junto con
ejemplos más tradicionales del inglés, el alemán, el español, el latín y
el griego, etc.39.
Este tipo de trabajo continúa; actualmente se ha visto más estimu-
lado por la conciencia de la difícil situación de las Lenguas en Peligro,
lenguas que en las condiciones sociales y económicas actuales es pro-
bable que se extingan en el plazo de una generación y quedarían sin re-
gistrar a menos que se tome alguna medida. Hay lenguas en peligro,
parte de las americanas, en Australasia, partes del Asia oriental y su-
doriental, África e incluso en Europa. Nancy Dorian redactó el ya clá-
sico informe de la gradual decadencia y desaparición de un dialecto re-
gional de gaélico escocés40. Actualmente se está desarrollando un pro-
yecto de Lenguas en Peligro organizado por la UNESCO. La teoría
lingüística, ya sea inferida por deducción a partir de datos recogidos, ya
comprobada deductivamente con datos recogidos, y en realidad la lin-
güística general en su conjunto, se ve debilitada por la pérdida sin re-
gistro de toda lengua.
El estudio de la historia de la lingüística ha hecho y está haciendo
grandes progresos dentro de los programas de enseñanza e investiga-
ción de varios departamentos universitarios de esta disciplina. El pro-
pio Chosmky ha intervenido en este aspecto de la lingüística con su
Lingüística cartesiana (publicada en 1966), en la cual destaca los víncu-
los entre la filosofía racionalista del Renacimiento y su propia aproxi-
mación al lenguaje, un tema aludido en capítulos anteriores de este li-
bro (comp. pág. 184). También ha llamado la atención en más de un
lugar sobre anteriores posturas filosóficas que apoyan su propio pensa-
miento, y sobre su propio parentesco doctrinal con la tradición euro-
pea de enseñanza de lenguas más que con el estructuralismo empirista
americano inmediatamente precedente41. Lingüística cartesiana no esca-
pó a algunas reseñas críticas, pero no hay duda de que, a causa de la

39 Véase, por ejemplo, M. Joos (ed.), Readings in linguistics, Nueva York, 1958.
40 N. Dorian, Language death: the lifecycle o f a Scottish Gaelic dialect, Filadelfia, 1981;
R. H. Robins y E. M. Uhlenbeck (eds.), Endangered languages, Oxford, 1991.
41 P. ej„ Chomsky, 1964, 25; id., 1972, 1-23.

330
tremenda influencia que su autor ha ejercido sobre el pensamiento y la
investigación lingüísticos durante la segunda mitad del siglo xx, sus
propias incursiones al pensamiento lingüístico de épocas anteriores ha
animado a otros a seguirle42.
El historiador tiene que dejar su relato al llegar a la situación con-
temporánea, pero la historia no se detiene por ello. Aquél trata de en-
tender e interpretar el pasado y de ver el presente como su producto,
pero sus esfuerzos no justifican que se presente como un profeta. Sin
embargo, una cierta comprensión y apreciación de la historia de la
ciencia lingüística le permitirá estudiar futuros movimientos y contro-
versias con mayor simpatía, tolerancia y perspicacia. Poner en relación
los intereses inmediatos propios con los intentos y los logros de los
compañeros de tiempos pasados debe conducir a juicios más equilibra-
dos y a entusiasmos menos desaforados. El lenguaje es quizá la más es-
pecíficamente humana de las facultades de la humanidad. Al esforzar-
se por llegar a entender y conocer el lenguaje, el hombre, a lo largo de
toda su historia intelectual, ha estado tratando de alcanzar más plena-
mente el conocimiento de sí mismo y de obedecer el mandato que se
encontró el visitante del templo de Apolo en Delfos43, el centro del
m undo griego antiguo, donde nuestra civilización tiene sus orígenes:

ΓΝΩΘΙ ΣΕΑΪΤΟΝ

Bi b l io g r a f ía

B lo o m fie ld , L., Language, Londres, 1935,


B u e z i o , L„ Italian syntax; a government-binding approach, Dordrecht, 1986,
C h o m s k y , N., Syntactic structures, La Haya, 1957.
— Current issues in linguistic theory, La Haya, 1964.
— Aspects of the theory ofsyntax, Cambridge, Mass., 1965,
— Language and mind, Nueva York, 1972. Versión castellana, Elknguajey elen-
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42 N, Chomsky, Cartesian linguistics: a chapter in the history ofrationalist thought, Nueva


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