Filosofía y Sociedad
Filosofía y Sociedad
Filosofía y Sociedad
Grado 10º
FILOSOFIA
Guía Nº 3
Tema: Filosofía sofista
Introducción
* ser comerciantes del saber (los sofistas cobraban grandes sumas por impartir
sus enseñanzas) y no propiamente educadores;
* hacer de la razón una mera técnica para la discusión y la victoria en ésta, pero
independientemente del contenido de verdad y de la moralidad de la tesis que se
quiere defender;
* utilizar un método de enseñanza que permite más inculcar ideas en los oyentes
que hacerles progresar en el conocimiento de las cosas: frente al uso del diálogo como
método de enseñanza defendido por Sócrates y Platón (“mayéutica”), los sofistas
enseñaban dando grandes y espectaculares discursos ante un auditorio pasivo;
* defender el escepticismo y el relativismo.
Los sofistas
No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede
llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese
capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad.
Los filósofos anteriores daban generalmente a sus libros el título "Sobre la Naturaleza o
lo existente". Gorgias parece burlarse de ellos cuando titula el suyo "Sobre la
Naturaleza o lo No existente". Con ese libro pretendió demostrar tres cosas: 1) nada
existe, 2) si existiese algo no podríamos conocerlo, 3) si conociésemos algo no
podríamos comunicarlo a los demás. Platón comentó: ¿Son al menos estos principios
verdaderos? Si no, ¿por qué los asegura Gorgias con tanta universalidad?
Protágoras decía: "Como cada cosa me aparece, así es para mí; y como aparece a ti,
así es para ti."
"No dispongo de medios –dice Protágoras– para saber si existen o no, ni la forma que
tienen; porque hay muchos obstáculos para llegar a ese conocimiento, incluyendo la
oscuridad de la materia y la cortedad de la vida humana."
Y alcanzó a las leyes de las ciudades. Antes se creía que éstas tenían origen divino, ya
fuese porque Apolo hubiese inspirado directamente al legislador –tal era el caso de
Licurgo, legendario fundador de Esparta– ya fuese porque los legisladores
acostumbraban consultar sus proyectos de ley al oráculo de Delfos. Ahora se ha
viajado suficiente para poder comparar las leyes griegas con las leyes de otros lugares
y, sobretodo, se tiene experiencia de cómo se redactan y aprueban leyes en las
asambleas democráticas. Los sofistas eran miembros de esas asambleas. Protágoras
estuvo en el grupo enviado a Turii, en el sur de la actual Italia, para dar leyes a la
nueva colonia ateniense.
Para ellos, por tanto, las leyes eran convencionalismos humanos. Normas que los
hombres adoptan para no vivir como animales. En el principio se vivió así y los fuertes
se aprovechaban de los débiles. Las leyes protegen al débil del fuerte. En ese sentido
son convenientes, aunque no tienen otro fundamento.
Porque no tienen otro fundamento los hombres pueden transgredirlas con tal de que
los demás no lo adviertan. Por la misma razón, un hombre fuerte, realmente fuerte,
puede ignorar las leyes, apoderarse del poder y satisfacer sus deseos.
¿Cómo asimilaron los alumnos estas enseñanzas de sus maestros? A los atenienses no
les basta ser la ciudad principal, quieren ser la ciudad que manda sobre las otras
ciudades y se beneficia de ellas. Si tienen poder para hacerlo les corresponde hacerlo.
Es la dike de la naturaleza. Así, disponen que ciertas causas judiciales sólo puedan ser
vistas en Atenas; el tesoro de la Liga de Delos al que habían contribuido todas las
ciudades de la Liga y estaba guardado en Delos, es trasladado a Atenas para uso
exclusivo de los atenienses; cuando Esparta propone la paz deciden continuar la guerra
entusiasmados con la moción de que, en adelante, la guerra se financie sólo con
tributos de las otras ciudades. También era dike de la naturaleza que la asamblea
ateniense hubiese empobrecido con excesivos impuestos a sus conciudadanos ricos;
también que hábiles acusadores manipulasen las pasiones políticas de los jueces para
quitar a otros sus propiedades; también que los llamados sicofantas tuviesen la
habilidad de ganarse la vida chantajeando a otros con la amenaza de una demanda.
Sócrates
Nacido por el año 470 A. C., unos ocho años antes de que el filósofo Anaxágoras
llegase a Atenas. Su vida fue filosofar y enseñar. Pero no le interesaron las preguntas
sobre la physis que habían interesado primordialmente a Anaxágoras y a los filósofos
anteriores porque su preocupación era la conducta degradada de sus conciudadanos;
en consecuencia, enfocó su curiosidad intelectual en el ser humano y en su capacidad
de conocer la verdad.
Contemporáneo de los sofistas, muchos creyeron que era un sofista más, pero era
exactamente lo contrario. Nunca intervino en la política. No pronunciaba discursos. No
escribió nada. Según él, nunca fue maestro de nadie. Simplemente se dedicaba a
conversar con quien quería conversar con él; creía que la sabiduría se adquiere en el
intercambio vivo de la conversación, haciéndose preguntas y buscando juntos
respuestas. Así y sólo así enseñó a pensar, a buscar la verdad y a saber que es posible
alcanzarla. A diferencia de los sofistas, no cobraba por sus enseñanzas.
"Esta labor fue para la inteligencia humana de una importancia tan considerable, que
uno no se extraña al ver a Sócrates dedicarse a ella como cumpliendo un mandato
recibido del cielo. Se echaba de ver en él, no solamente un alto poder de
contemplación filosófica (Aulo Gelio y Platón cuentan de él que a veces pasaba días y
noches inmóvil absorto en la meditación), sino también, como él mismo lo decía, algo
de ‘demoníaco’ o de inspirado, un fervor alado, un vigor libre y mesurado, y aun quizás
a veces, un instinto interior y superior que parecen revelar una cierta asistencia
extraoardinaria…"
La areté es conocimiento
Como los sofistas, hablaba y enseñaba sobre la areté, pero mientras los sofistas decían
que no podemos conocer nada Sócrates enseñaba que la areté era conocimiento. Si el
zapatero quería ser buen zapatero (tener la areté del zapatero) debía conocer primero
qué es un zapato, para qué se usa, cuál es su fin, el propósito que tiene el hombre
cuando lo usa; conocido esto, hay que pensar qué forma debe tener el zapato y de qué
materiales debe estar hecho; conocido esto, hay que pensar cuál es el mejor método
de fabricarlo, qué habilidades hay que desarrollar para hacerlo bien. Cuando se tienen
todos estos conocimientos y se han conseguido las habilidades requeridas, se tiene la
areté del zapatero. Hoy decimos que tal persona "entiende de zapatería" o "entiende
de electricidad" y lo que está en nuestras mentes es lo que estaba en la de Sócrates
cuando enseñaba que la areté era conocimiento.
Con el ejemplo de los oficios útiles y cotidianos (en el diálogo Gorgias de Platón se dice
que Sócrates "siempre está hablando de zapateros, bataneros, cocineros y médicos")
enseñaba que la areté de cualquier actividad o posición comienza por conocer su fin,
su propósito.
Ahora bien, si se trata de la areté de todo hombre –de la que pretendían ser maestros
los sofistas– Sócrates insistía que había que comenzar por el conocimiento del fin o
propósito del hombre –no como general o político o panadero– sino simplemente como
hombre, e invitaba a los que conversaban con él a pensar juntos cuál es el objeto del
ser humano.
Sócrates no contestó él mismo a esa pregunta, pero su gran mérito estriba en haber
hecho que los hombres se la hicieran y en motivarlos a tratar de responderla en la
creencia de que era posible darle respuesta. Platón no sólo escribió las enseñanzas de
su maestro sino las hizo avanzar por cuenta propia.
Tan convencido estaba Sócrates de que la areté era conocimiento que le parecía
evidente que si los hombres llegaban a entender qué era el bien o lo justo escogerían
el bien y lo justo. Nadie escogería conscientemente el mal. Los que escogen el mal lo
hacen por ignorancia. Si un panadero hace mal pan es porque no sabe hacer pan y no
porque quiere hacer mal pan.
A Sócrates le preocupaba la ligereza con que se usaban las palabras en la vida normal,
en especial las palabras que pretendían expresar nociones éticas, como justicia,
templanza, valor, etc. Cada quien parecía usarlas en un sentido diferente produciendo
una grave confusión intelectual y moral. ¿Cómo dar con el sentido verdadero de
sabiduría, de justicia, de bondad?
El primer paso era reconocer la propia ignorancia. Repetía en sus conversaciones que
no sabía nada, pero que era más sabio que los demás porque estaba consciente de su
ignorancia mientras los otros creían saber. Quien cree saber no se esfuerza en buscar
la verdad. El primer paso hacia la verdad es barrer de la mente los prejuicios, las ideas
incompletas, los errores que generalmente llenan las cabezas de la gente y no dan
lugar a la verdad. Hecha la limpieza, el camino queda abierto.
Aristóteles afirma en su Metafísica: "Dos cosas hay que atribuir con justicia a Sócrates:
el argumento inductivo y la definición general." La palabra griega "inducir" dice "guiar
hacia". El pensamiento inductivo guía a la mente de los casos particulares a la
definición común.
Así, buscando la verdad moral y siendo exigente con sus procedimientos, Sócrates
inicia la filosofía del conocimiento: el objeto del filosofar es también el saber mismo.
Tratar de asegurar que se está dando con la verdad
Tomado de www.monografias.com/trabajos
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