T.9. Psaridis Efectos Del Superyó en La Clínica

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Efectos del Superyó en la clínica

Introducción:

Motiva el presente trabajo, el poder dar cuenta de un momento


particular, una situación clínica de una paciente, que se sucede estando ella
cursando en aquel momento su tercer año de análisis, y a quien he puesto el
nombre de Elsa, a los efectos de esta presentación.

Momento en el cual, se veía amenazada la continuidad del análisis en


cuestión.

Consulta y breves referencias de la paciente

Elsa consulta a la edad de 38 años, y me es derivada por una psiquiatra.

Se presenta desde sus palabras como una persona depresiva. Cree en


el presente que siempre lo fue, y esta referencia actual que lleva a resignificar
años y conductas sostenidas a lo largo de su vida, llega a consolidarse a partir
de su consulta psiquiátrica. No a instancias de las palabras de la Doctora, ni de
ningún criterio diagnóstico, pero sí a partir de la medicación prescripta que es
Foxetin (fluoxetina), y que indica claramente en el prospecto, que se aplica
para el tratamiento de la depresión. Esto último es lo que la conduce a esgrimir
su propio autodiagnóstico.

Elsa convive con su pareja hace 14 años y tiene una hija de 13. Por otro
lado, la paciente tiene dos hermanos varones uno mayor y otro menor que
ella.

También de su historia me interesa referir lo siguiente. A su abuela


materna la conoce estando sola, a consecuencia de que su marido la
abandonara, sin saberse nada más de él, existiendo la presunción de que
abandonó el país fugándose por deudas. Este abuelo era un gran jugador y
alternó períodos de esplendor económico exacerbados, con otros de una
pobreza acuciante.

Su madre, por otro lado, se separa de su marido cuando Elsa tenía 22


años de edad. Este hombre, si bien era una gran persona, compañero y
amable, perdía de repente su cordialidad a instancias de la ingesta de
alcohol. En palabras de la madre de la paciente: -“Tu papá era un borracho
insoportable”, que desdibujó cualquier dicha que pudiera existir en la pareja,
hasta el momento de la separación. Él fallece tres años después de este hecho
a causa de una cirrosis.

1
Otro hecho significativo que me parece importante destacar, es que
Elsa padece una violación cuando tenía 17 años de edad. Esta circunstancia
se encuentra enmarcada dentro de lo que podríamos denominar las primeras
salidas nocturnas de ella, contando con el permiso concedido por una madre
caracterizada como “absorbente” al decir de la paciente. De regreso a su
casa, es interceptada en la calle por dos hombres con un revolver, la suben a
un auto, la llevan a un descampado, la ultrajan ambos, y es dejada en ese
lugar.

Este hecho traumático, no fue a lo largo de su historia puesto en


palabras, sino que fue silenciado sistemáticamente, tanto por ella como por su
entorno familiar; pero cuenta que a partir de él se liberó de los repetidos e
insistentes consejos maternos a efectos de sostener la conveniencia de
preservar y cuidar su virginidad. A partir de este hecho, se silencian también
estas recomendaciones, sabiéndose algo irremediablemente perdido.

Tras esta breve descripción de algunos datos que consideré importantes


de su historia, me interesa referir que Elsa consulta en medio de un momento
económicamente crítico. Su pareja desde hace tiempo sin trabajo, y ambos
con un departamento hipotecado, la han erigido a ella como fuente del
sostén económico de este hogar, a partir de los ingresos que genera “Mi
quintita”, nombre del jardín de infantes del que es directora y que es de su
propiedad.

Todo este entorno, la desborda, la deprime y sume en una angustia de


la que no puede salir. No se considera con el carácter suficiente para dirigir el
jardín de infantes, teme perder su casa, e inunda de reproches al marido,
llorando por cualquier motivo, cosa que la hace autodenominarse una
“llorona” que no puede resolver nada, y la certifica así en su autodiagnóstico
de depresión.

Situación clínica a considerar

Debo al tratamiento de Elsa un punto de inflexión particular en mi


apreciación de los fenómenos transferenciales. Ella fue la paciente que me
permitió situar dichos de otros analizantes y que llevaron a resignificar de mi
parte, la posición que sostenían éstos en sus análisis respectivos, y la dimensión
que estos últimos poseían en el discurrir de sus cotidianeidades.

Recuerdo que en los inicios de su tratamiento, Elsa, refería todo lo que le


aconteciera, como siendo a determinar con su analista. Palabras como:
- “Esto se lo voy a contar a Marcelo”
o bien apreciaciones particulares de su analista:
- “Porque mi analista me dijo ...”

Consideraciones de esta clase, que me instalaban en un principio en


una posición idealizada por parte de la paciente, fueron virando
progresivamente hacia enunciados como:

- “Esto lo tengo que ver en mi análisis”.

2
O bien, en disputas con sus amigas:
- “... mi analista no me dice qué es lo que tengo que hacer como lo
hace la tuya. Fijate porque no es conveniente que te diga que es lo
que tenés que hacer, vos tenés que ir encontrando la forma de
resolver tus problemas...”

O directamente:
- Mi análisis me permitió ...

Momento en el cual, podría manifestar que mi persona (sostenida por el


decir “mi analista”) desaparecía bajo la dimensión de un discurso instalado por
sí mismo (sostenido por “mi análisis”), y que decididamente operaba este
último, ya sin la necesidad de referencia alguna a mi ser, dando cuenta de un
funcionamiento ya en causa. Esto me llevó a pensar en líneas generales que
uno puede advertir pues, que el análisis funciona en la medida en que la
referencia del paciente deja de atribuir los efectos que esperaba del mismo, a
ciertos virtuosismos de la persona del analista, y llega a atribuirlos solamente al
desarrollo de lo que son “sus análisis”.

En un momento de estas características pues nos encontrábamos,


habiendo Elsa resuelto motivos que habían sido una carga y un peso a lo largo
de lo que recuerda de su vida.

Sus problemas económicos fueron resolviéndose progresivamente a


instancias de un gran crecimiento en las sucesivas matriculaciones anuales de
alumnos ingresantes al jardín de infantes “Mi quintita”; así como la mejor
posición que advierte ella en cuanto a su función de Directora; también por el
hecho de que su marido ha conseguido un buen trabajo en este tiempo; tanto
como por los límites que ha podido ir poniendo progresivamente Elsa a su
propia madre, quien se interponía en todo cuanto ella decidiera realizar; hasta
los efectos que se adscriben en su cuerpo, los dolores y malos humores pre
menstruales que la acompañaron desde siempre, dejaron de ser una pesada
carga. Por otro lado, evidencia que ha dejado de resolver sus dificultades vía
llanto, y considera también un logro del análisis el haber dejado ya a esta
altura, no sin las respectivas indicaciones psiquiátricas , de necesitar
imprescindiblemente del Foxetin, para llevar adelante una mejor calidad de
vida.

No obstante lejos de un tiempo de fertilidad y bonanza en este sentido,


Elsa comienza a advertir que no se siente bien. Hay algo (no se sabe qué) que
no le permite disfrutar ciento por ciento, cada una de las cosas que le están
ocurriendo en su vida. Es más, aprecia en la mirada de su madre una suerte de
“envidia” o “reprobación” de sus avances. Sabe que ha de ser feliz a partir de
los cambios que ha operado y sin embargo, primero empiezan a parecer
desde insuficientes a intrascendentes, y progresivamente a carecer de sentido
alguno. Este sentimiento comienza a extenderse a lo largo de sus sesiones, las
que se empiezan a tornar silenciosas, nuevamente quejosas, incisivamente
tediosas. Advierte y aclara, que no se trata de un efecto de su análisis, pero
que no puede expresar precisamente de qué se trata.

3
Llega un día muy angustiada, nuevamente inundando el consultorio en
llanto, y su sesión transcurre en los siguientes términos:

E: - Estoy otra vez muy mal. No sé que me pasa.... son cosas extrañas. Me doy
cuenta que no tendría que estar así, debería estar bien, pero sin embargo me
sigue pasando....

Cavila, da vueltas, sufre y no puede decir de que se trata su malestar;


entonces la exhorto a comentar más de él:

E: - Todo el fin de semana la pasé mal. Llorando, como ahora. No puede ser.
No tiene sentido vivir así. Debiera de estar bien y sin embargo.... mi marido me
dice que estoy loca ... y ya no sé ... No es nada particular, pero es más ni
sentido tenía. Con él andaba bien, el viernes fuimos a cenar afuera. Hacía
mucho que no lo hacíamos, por los problemas económicos, pero me invitó y la
pasamos muy pero muy bien, es más la pasamos bárbaro. Yo sin embargo,
estaba mal. El sábado salimos con una pareja amiga y lo mismo. Fuimos al
cine... son gente a la que queremos mucho, luego fuimos a una confitería muy
linda y la pasamos muy bien, sin embargo yo estaba angustiada. Cada vez
peor. No es solamente que no me sentía cómoda, me sentía angustiada, mal.
Y todo estalló el domingo, por una pavada... pero ... fuimos con mi marido y mi
hija al supermercado. Los tres estábamos contentos y .... son pavadas ya sé,
pero no puedo más. Estábamos comprando y él empezó con cosas que no
me gustaron. Le compró a Claudia (la hija de ambos) unos postrecitos que a
ella le gustan mucho y que hacía tiempo no comía. Y después se empezó a
comprar, él algunas cosas, le pedía que no lo hiciera y sin embargo me decía
que no había problema en hacerlo. Unos quesos especiales, unos vinos finos,
algunos fiambres caros, te digo la verdad, no más que eso...
No puedo estar así por semejante pavada...

Se instala pues progresivamente el llanto cada vez más fuerte.

E: - Me doy cuenta... mi marido me decía que no me podía poner así,


llegamos a casa y lo insulté, y me la pasé llorando hasta hoy. No era un gran
gasto económico, pero no quería hacerlo. Siento que así como estoy, mi
análisis no sirvió de nada ... y no es por vos ... es una cosa mía.... apareció otra
vez la llorona, vuelvo a estar depresiva, .... todo esto no tiene sentido ... yo creí
que iba a poder, pero así me doy cuenta que voy a tener que vivir toda mi
vida tomando Foxetín. No quiero que mi vida dependa de una pastilla para no
llorar, para pasarla bien.
Es más me pasé todo el fin de semana con esta angustia, que decido y no
decido dejar mi análisis. Si es para estar de esta manera.... no me sirvió para
nada ... mejoré muchas cosas, estaba contenta, pero si por pavadas como
estas me pongo en este estado, ¿de qué me sirve?. No tiene sentido si es para
esto.

Es verdad lo que Elsa refiere. Hay algo sinsentido que sorprende


angustiosamente a ella, y sorprende incomodando lo que podía entenderse
de tal situación.

4
Los quesos, los vinos, el padre, su historia familiar, economías en alza que
podrían devastarse.... Todas estas ilaciones de mi pensamiento, que una vez
que ponía en palabras a modo interrogativo, y solicitando alguna asociación
al respecto eran desestimados por ella como elementos de una importancia
ínfima. Es más, ya se había detenido ella misma, mientras lloraba en su casa
tirada en la cama, a pensar en ello. Discurrió por esos mismos pensamientos,
los manifiesta en su sesión, y se prestan a un cierre de sentido que fastidia
hasta por la simpleza de su lectura.
Entre el debate y la duda sobre la validez de su tránsito por esta
experiencia, se me ocurre entonces extremarla en relación a lo que sostenía la
estructura de su relato, es decir el par opositivo “estar bien - estar mal”, con lo
que ha de sostener ella como paciente, en la estructura analítica, es decir sus
asociaciones.

A: - ¿Qué podés asociar con estar bien y luego estar mal?

Si bien el “nada” que aflora en un primer momento, sostenido por el llanto que
denotaba con un menear de hombros que nada de lo que verbalizara podría
hacer que algo tuviese un sentido válido para ella, acuden a su mente dos
recuerdos diversos.

E: - .... Sabés que sí, ....me acuerdo de mi abuela. Ella tenía un dicho
constante, como las abuelas de antes, ella decía cuando alguien estaba
contento por algo:
“Quien ríe el viernes el domingo llora”

Aparentemente, se trata de un dicho bastante popular, por otras


épocas. Comienza a asociar y discurrir en torno a él. Comienza a aparecer en
relación a las escansiones que voy marcando en su discurso, como algo lógico
de ser pronunciado y hecho propio (más allá de lo popular de dicho refrán)
por su abuela. La historia de aquella, se jugaba de esta manera, es decir era
su abuela, la historia de aquella mujer, apta para sostener ese refrán por lo que
había sido su propia vida. Bonanza económica y desastre financiero, hasta
quedar sola, absolutamente sola. ¿Era necesario o decididamente lógico que
aquello debiera ser sostenido por Elsa, como su propio destino?

Realizo esta pregunta sosteniendo la idea de que las verdades lógicas


son proposiciones verdaderas en cualquier mundo posible o en cualquier
universo de discurso, pero no dicen nada acerca de los hechos mismos en sí.1

Inculcada desde la abuela hacia la madre de Elsa, como algo


inevitable de un camino por el que ha pasado, en épocas de esplendor, y
luego de miseria, de bien–estar y mal–estar. Lógico, pero representante de la
abuela, historia de aquella, y no necesariamente de Elsa, pero una historia en
fin, de mujer perteneciente a una familia.

Es así que, si afecta a ella como tercera generación, ha de haber


afectado naturalmente a su propia madre quien habría de habérselo
transmitido a nuestra paciente. Historia de mujeres de una familia...

1
Cohen, Morris R., Ángel Ernest: “Introducción a la lógica y al método científico. 1961. A.E. Bs.As.

5
Mujer de una época distinta a la de la abuela, era la madre, pero
también con una historia que se compacta en determinados decires también
sedimentados de la cultura. Entonces tras la primera asociación, el segundo
recuerdo. Segundo en el recorrido inverso de la historia familiar. Primero en “su”
propia historia, la de Elsa.

E: - Sí, es triste, qué mierda, ¿Sabés de qué me acuerdo? Es horrible, pero


cuando era chica mi vieja me hacía recitar una poesía, horrible... no sé que
edad tendría, pero yo estaba por tercer grado, tendría 8 años. Una y otra vez,
me hacía repetir la poesía y disfrutábamos las dos, pero no la entendía.
Ahora... te la recito porque me la acuerdo de memoria:

Mi vida es un erial2,
flor que toco se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja3.

Es patética... ¿cómo puede hacerle a una chica recitar semejante poesía? ¿Te
das cuenta lo que quiere decir? ....

En fin... un sinsentido, histórico; sinsentido resignificado, horrible, siniestro,


familiar, extraño. En definitiva “Tendencioso”, de una tendencia a repetir,
respetar y sostener. Mujer equivalente a un llanto de destino fatal y si se me
permite el neologismo “erialezco”. Terreno de la vida que habría de
permanecer sin labrar, ni cultivar. Si eres así, serás nuestra, nuestra nieta,
nuestra hija, es decir mujer de ésta (nuestra) familia.

Segunda emergencia asociativa, y la misma operatoria, redoblada por


la redoblona de la jugada. Es lógico ese “decir – poesía” en boca de la
madre, por la historia que sostuvo en su vida, tanto como aquel “decir –
refrán” de la abuela, por la forma de vida que sostuvo en su historia.

¿Por qué habría de ser Elsa, alguien que se aliene a soportar ese mismo
camino, a tomar prestado un rumbo que transitaron otras mujeres? ¿Por qué
pagar por un terreno sin vida, y no sostener el propio jardín florecientemente
distinto de aquél?

Consideraciones acerca de la situación clínica

Me resulta pertinentemente realizar para comenzar, un señalamiento


freudiano, que creo, sustenta la lógica de la operatoria de la situación clínica
recién comentada. Dice él:

2
Dicho de una tierra o de un campo: Sin cultivar ni labrar
3
Bécquer, Gustavo Adolfo Claudio D. Rimas: “Mi vida es un erial” Rima LX Aguilar Ediciones 1969,
España.

6
“El trabajo psicoanalítico enseña que las fuerzas de la conciencia moral que llevan a
contraer la enfermedad por el triunfo, y no, como es lo corriente, por la frustración, se
entraman de manera íntima con el complejo de Edipo, la relación con el padre y con la
madre, como quizá lo hace nuestra conciencia de culpa en general” 4.

Había él, distinguido previamente una frustración interior de la ya


habitualmente conocida como exterior, y aclara que aquella produce efectos
por sí sola, o bien puede surgir únicamente a partir del momento en que la
frustración exterior cede lugar al cumplimiento del deseo.

Ahora bien, más adelante y desarrollado su pensamiento respecto de el


Superyó como instancia psíquica5, le atribuye una función entre otras que es la
de la conciencia moral, quien vigila y enjuicia las acciones del yo ejerciendo
justamente esta actividad censora. El sentimiento de culpa, que él hace
equivaler a la dureza del superyó, es entonces lo mismo que la severidad de la
conciencia moral; es la percepción, deparada al yo, de ser vigilado.

Resulta interesante, la referencia tomada anteriormente al hecho de


que la conciencia moral se entrama íntimamente con el Complejo de Edipo,
por cuanto refiere que ante diversas manifestaciones de esta instancia
psíquica en la cura, como lo es el sentimiento inconsciente de culpa, la
chance que tenemos de influir sobre él, es cuando se presenta como un resto
de un vínculo amoroso resignado. Es allí mismo cuando nos dice que el mismo
es “prestado”.6

Por otro lado, tanto como vínculo amoroso resignado, como en su


calidad de prestado, nos llevan a la conformación del Superyó como
heredero del complejo de Edipo, edificado sobre el proceso del
apoderamiento del padre por identificación, o bien como aclara precisando
más aún la cuestión, identificación con los progenitores, o la pareja parental. 7
Pero más avanzada su intelección, respecto de la cualidad de dicha
identificación, refiere que proviene de lo oído, de las representaciones
palabra. 8 Clarificando en definitiva dicha apreciación, en la 31º Conferencia
al indicar que:

“El superyó del niño no se edifica en verdad según el modelo de sus progenitores, sino
según el superyó de ellos; se llena con el mismo contenido, deviene portador de la
tradición”.9

Otra de las funciones es la del constante juzgamiento como abogado


del mundo interior, de los hechos del Yo en la diferencia tensionante con los
ideales que sostienen dicha instancia. Esto lógicamente luego de la
internalización por incorporación de la “función – padre” de naturaleza
edípica, que funcionará como agente de la represión de las mociones

4
Freud, S. “Los que fracasan cuando triunfan”. 1916 T XIV. Obras completas. A.E. (pag.337)
5
Freud, S. “El malestar en la cultura”. 1929 T XXI Obras Completas A.E.
6
Freud, S. “El Yo y el Ello”. 1923 T XIX Obras Completas A.E.
7
Idem, (pág.33).
8
Idem. (pág.53).
9
Freud, S. “Nuevas conferencias de introducción al Psicoanálisis, 31º “La descomposición de la
personalidad psíquica.” 1932. TXXII Obras Completas A.E.

7
pulsionantes del Ello. No se trata aquí, de caracterizar esta incorporación
como un proceso de identificación por el cual un sujeto asume como propia la
imagen de otro10, sino de ubicarla en otra dimensión, es decir, en el sentido de
que toda introyección es siempre introyección de la palabra del Otro11, y es
entonces que podemos referir como estas palabras comienzan a comandar la
posición simbólica del sujeto, a instancias de este Otro en tanto justamente
lugar de la palabra, o bien batería de los significantes.

Si bien entonces, podemos caracterizar el esfuerzo del psicoanálisis,


como el de cancelar las represiones, el de deshacer las identificaciones,
centrado en la lógica del donde Ello era (y recordando que el Superyó hunde
sus raíces en el ello) Yo debe advenir, es natural que en el suceso de su
discurrir, aparezca como horizonte, al cancelar estas represiones y disolver
paulatinamente distintas identificaciones que se sustentan en un ideal
determinado, el peso del Superyó.

Digo con ello, que si el destino de un sujeto es factible de ser cambiado,


como en el caso de Elsa, es decir el de la fijeza del llanto posterior a la risa, el
del camino fatal de un erial donde cada flor que toca se deshoja, por otro
factible de ir escribiéndose de manera diferenciada de aquel que ya se
encuentra trazado, el peso del Superyó volverá a emerger grávido en la
vociferación de sus mandatos, traduciéndose en un: “A las mujeres de esta
familia, nos está destinado ser seres sufrientes”. Para llegar en última instancia
a raíz de las desidentificaciones, a un: “Si cambias, ya no me amas”. En este
sentido, “El destino - dice Freud-, es visto como sustituto de la instancia parental”.12

Es así que este sentimiento de falta de Elsa, no quedó reducido a una


culpabilidad edípica, sino que aparece signada como una falta propia de su
existencia, al distinguirse de los determinismos superyoicos que la esperaban
antes de nacer, de los acontecimientos traumáticos, una vez nacida.
Existencia imposible de realizarse como deseo, sino separándose, o bien, no
alienándose al deseo del Otro, y por lo tanto cayendo en falta, faltándole a los
mandatos vociferantes del Superyó.

A modo de conclusión

Para concluir cito una frase de Néstor Braunstein, que me resultó


esclarecedora de la operatoria analítica por su visión, al menos para mí,
renovadora:

“En el lugar de I(A)13, tenemos más que un punto de llegada, un punto de succión, una
máquina aspiradora de las palabras que arranca cuando el sujeto acepta la regla

10
Lacan, J. “El estadío del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la
experiencia psicoanalítica” . 1949. Escritos I. Siglo XXI. Esta es la vertiente imaginaria de la
identificación.
11
Lacan, J. El Seminario I: “Los Escritos Técnicos de Freud” La tópica de lo imaginario. 1953/4 Paidós.
Pág.133.
12
Freud, S. “El malestar en la cultura”. 1929 T XXI Obras Completas A.E. (pág.122)
13
Matema lacaniano que representa al Ideal como proveniente del campo del Otro, y que aparece como
punto de llegada en el Grafo del deseo.

8
fundamental del análisis y la coloca en el lugar del Superyó: la del gozar por la
articulación discursiva diciendo todo, enfrentando el dolor, el pudor, el asco, la
vergüenza que resisten a la confesión del fantasma, tabernáculo del goce...”14
Me pareció pues interesante cerrar con esta cita que instala un criterio
particular del análisis, el del inicio con un mandato superyoico otro, a efectos
de un posible Ideal diferente por construir; un Ideal con una meta ética de
reabrir el campo de una decisión particular que no se compadece de
órdenes, ordenamientos, y ordenaciones.

En fin, fue así entonces que en muchas ocasiones, por haber cedido
quizá a sostener este Ideal clínico (el de la asociación libre), y contraponerle al
peso del superyó como instancia psíquica (del paciente), el Superyó clínico
(que sostendría a ultranza el Ideal clínico), que muchos de quienes fueron mis
pacientes continuaron amparándose en sus propios eriales, para continuar
viviendo allí sus destinos y caminos fatales.

Recuerdo para finalizar, uno de los consejos esgrimidos por Robert


Blanché15 quien refiere, casi en el sentido que expresa Lacan, no intentar
comprender demasiado aprisa, en referencia a que de lo que se trata es del
orden del entendimiento, es decir, de poder captar una coherencia en juego,
es decir, de la lógica que en toda situación habita; si se la puede captar.

Esto me llevó a pensar, a conjeturar, a analizar, y a escribir...

Marcelo Psaridis

Bibliografía de Referencia

 Blanché, Robert Introducción a la lógica Contemporánea. 1963. Ediciones Carlos


Lohlé . México

 Bécquer, Gustavo Adolfo Claudio D. “Obras completas” Aguilar Ediciones 1969,


España.

 Braunstein, Néstor. “Goce” 1990 Siglo XXI Argentina

 Cohen, Morris R., Ángel Ernest: “Introducción a la lógica y al método científico”.


1961. Amorrortu Editotres. Bs.As.

 Freud, Sigmund. “Los que fracasan cuando triunfan”. 1916 T XIV. Obras completas.
Amorrortu Editores. Bs.As.

 Freud, Sigmund. “El Yo y el Ello”. 1923 T XIX Obras Completas Amorrortu


Editores. Bs.As.

14
Braunstein, Néstor. “Goce” 1990 Siglo XXI (pág.216)
15
Blanché, Robert Introducción a la lógica Contemporánea. 1963. Ediciones Carlos Lohlé (pág.8)

9
 Freud, Sigmund. “El malestar en la cultura”. 1929 T XXI Obras Completas A.E.
Amorrortu Editores. Bs.As.

 Freud, Sigmund. “Nuevas conferencias de introducción al Psicoanálisis, 31º “La


descomposición de la personalidad psíquica.” 1932. TXXII Obras Completas
Amorrortu Editores. Bs.As.

 Lacan, Jacques M. “El estadío del espejo como formador de la función del yo (je) tal
como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. 1949. Escritos I. Siglo XXI.
Argentina

 Lacan, Jacques M. El Seminario I: “Los Escritos Técnicos de Freud” La tópica de lo


imaginario. 1953/4 Paidós. Buenos Aires

10

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