Tema 12. La Guerra Civil Española
Tema 12. La Guerra Civil Española
Tema 12. La Guerra Civil Española
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN.
2. SUBLEVACIÓN MILITAR E INICIO DE LA GUERRA CIVIL.
3. DIMENSIÓN INTERNACIONAL DE LA GUERRA.
4. EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS.
4.1. BANDO REPUBLICANO.
4.2. ZONA SUBLEVADA.
5. EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO BÉLICO.
6. CONSECUENCIAS DE LA GUERRA.
7. CONCLUSIÓN.
1. INTRODUCCIÓN.
La Guerra Civil constituyó el hecho más relevante y trágico de la historia de España en el siglo XX y en ella se
concentraron muchos de los problemas que la sociedad española contemporánea venía arrastrando desde el siglo
XIX.
El enfrentamiento entre los grupos tradicionalmente dominantes en España (aristócratas, grandes propietarios
agrícolas, empresarios, Iglesia, Ejército) y las clases populares (campesinos, obreros, pequeña burguesía) llegó a un
punto crítico durante la Segunda República y, finalmente en julio de 1936 las fuerzas contrarias se sublevaron contra
la República. El alzamiento militar se convirtió en guerra civil pues tanto los sublevados como el bando republicano
contaron muy pronto con ayudas exteriores. La guerra alcanzó entonces una dimensión internacional.
2. SUBLEVACIÓN MILITAR E INICIO DE LA GUERRA CIVIL.
Entre las causas remotas del inicio de la Guerra Civil Española se encuentran: la manera en la que se llevó a cabo la
revolución liberal en España, que adoptó una forma de enfrentamiento bélico con la intervención del ejército, la
actitud y mentalidad del ejército mediante las prácticas golpistas producidas durante más de 100 años, el retraso en
la modernización ideológica y económica del país y la influencia de las ideologías internacionales dominantes
(comunismo, nazismo, fascismo).
No obstante, las causas más próximas al conflicto serían: la crisis económica y social en la década de 1930 que
coincidió con el período republicano, el hecho de que todas las sociedades europeas se vieron obligadas a adoptar
decisiones radicales para resolver los conflictos sociales y también el hecho de que ningún grupo político o social supo
conducir la transformación global de la sociedad.
Tras el triunfo electoral del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936, la situación político-social fue
empeorando rápidamente. Asimismo, el deterioro del orden público, unido al temor que en los sectores más
conservadores despertaba el programa de izquierdas, terminó desencadenando la intervención del Ejército.
Desde finales de 1935, un grupo de oficiales estuvo conspirando contra la legalidad republicana. Ante ello, para
acabar con sus pretensiones golpistas, el Gobierno decidió destinarlos a puntos alejados del país: Manuel Goded a
Baleares, Emilio Mola a Pamplona y Francisco Franco a Canarias. No obstante, desde abril de 1936, el general Mola,
considerado “El Director” de la conspiración, mantuvo contactos con otros generales como Goded, Varela, Kindelán o
Queipo de Llano, mientras Franco permaneció indeciso hasta el último momento. Por su parte, José Sanjurjo, exiliado
en Portugal desde su intento de golpe de Estado de agosto de 1932, se convertiría en el líder de la conspiración.
El plan ideado por los golpistas consistía en un golpe de Estado seguido por el establecimiento de un directorio militar
inspirado en el de Primo de Rivera. Además, casi todos los militares eran monárquicos, lo que daba a entender una
cierta predisposición a la vuelta al trono de Alfonso XIII, pero no había nada decidido al respecto. En realidad, en un
primer momento el golpe iba más dirigido contra los excesos de la política del Frente Popular que contra la República
en sí misma.
En este contexto, el 12 de julio se produjo el asesinato por parte de cuatro falangistas del teniente de izquierdas José
Castillo y el 13 de julio, como represalia, fue asesinado José Calvo Sotelo. Por todo ello, los conspiradores decidieron
adelantar en unos días el golpe, aprovechando el impacto emocional de la muerte del líder derechista. Así, a las 5 de
la tarde del 17 de julio de 1936, en Melilla, el coronel Yagüe se alzó en armas contra el gobierno republicano y la
sublevación rápidamente se extendió al resto del protectorado.
Dos días más tarde, el 19 de julio, Franco voló desde Canarias hasta Marruecos para ponerse al frente de las tropas
del Protectorado y desde allí el alzamiento se extendió al resto de la Península. Asimismo, entre el 18 y el 19 de julio,
la mayoría de las guarniciones militares de España se unieron al alzamiento. Ante ello, el gobierno republicano
tardaría en reaccionar y en dos días los sublevados ya se habrían hecho fuertes en gran parte del país.
El mismo 19 de julio, Santiago Casares Quiroga fue relevado como jefe de Gobierno por José Giral, quien decidió
entregar armas a las milicias de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular. Asimismo, una parte del Ejército y
de las fuerzas de seguridad se mantuvieron fieles al gobierno, y de este modo fue posible sofocar el levantamiento en
buena parte de España.
El alzamiento triunfó en el interior peninsular, Galicia, Castilla y León, Navarra, Zaragoza y Andalucía occidental y su
activo más importante eran las reservas de trigo, teniendo en cuenta además que no tenían que alimentar a las
grandes ciudades. Por el contrario, el alzamiento fracasó donde los obreros y la izquierda tenían mayor peso: en las
zonas industriales del País Vasco, Cataluña, Madrid, Asturias y Levante. Por su parte, el Gobierno seguía controlando
las zonas industriales del norte (siderometalúrgica y textil), y sobre todo tenía a su disposición las reservas de oro del
Banco de España.
Finalmente, aunque los sublevados habían previsto una operación rápida, al cabo de una semana se hizo patente
división del país en dos bandos que iban a enfrentarse en una cruenta guerra civil. El bando de los sublevados iba a
estar constituido por militares conservadores, monárquicos, católicos, falangistas, carlistas… y por todos aquellos que
se habían opuesto a las reformas republicanas, aunque no habría unanimidad sobre las acciones a emprender tras el
alzamiento militar. Por su parte, entre los leales a la República estarían las clases populares (obreros, clases medias
urbanas y campesinado sin tierras) y en su mayoría estarían influidos por las organizaciones socialistas, comunistas y
anarquistas. Eran definidos por la derecha como “rojos” y junto a ellos estaría también un nutrido grupo de
intelectuales y artistas.
3. DIMENSIÓN INTERNACIONAL DE LA GUERRA.
Desde el primer momento, la Guerra Civil española tuvo una gran repercusión internacional. El estallido de la guerra
en España fue visto como una confrontación entre las fuerzas democráticas (socialistas o comunistas), y los
regímenes fascistas (nazismo alemán y fascismo italiano). Se creyó entonces que España era un “microcosmos” en el
que se estaba produciendo el enfrentamiento armado que muchos temían a escala mundial. La “guerra de España”,
nombre con que se la conoció internacionalmente, fue un acontecimiento que dividió a gobernantes, medios de
comunicación e intelectuales del mundo entero.
Tanto los sublevados como el gobierno republicano recurrieron a la búsqueda de apoyos exteriores. Por su parte, los
sublevados enviaron agentes a los países fascistas con el fin de pedir ayuda militar en forma de aviones y armas
principalmente. Por otro lado, el Gobierno republicano pidió colaboración militar y política a Francia, que también
tenía un gobierno del Frente Popular. No obstante, los gobernantes de las democracias de países como Francia, Gran
Bretaña y EEUU fueron prudentes por temor a que el conflicto pudiera extenderse por Europa. Gran Bretaña defendía
una política de apaciguamiento y comunicó a Francia que, si intervenía en España ayudando a la República, no
apoyaría la política internacional francesa ante la posible amenaza de Hitler. Así, Francia se plegó a estas exigencias
e impulsó la creación de un Comité de No Intervención, con sede en Londres, al que se adhirieron veintisiete países.
La existencia del Comité de No Intervención no impidió que los dos bandos recibiesen ayuda exterior. Así, el ejército
franquista recibió ayuda en efectivos humanos y material de Hitler y Mussolini. Los republicanos obtuvieron ayuda de
la URSS, que le facilitó armamento a cambio del pago con las reservas de oro del Banco de España, y de México. Por
otra parte, las Brigadas Internacionales prestaron una gran ayuda en tropas a la República: fruto de un verdadero
movimiento de solidaridad antifascista, más de 60.000 brigadistas llegados de todo el mundo, tuvieron una
importante función en la defensa de Madrid y en los diferentes campos de batalla.
Sin embargo, los sublevados fueron los más favorecidos por el apoyo extranjero, pues la ayuda alemana e italiana en
armas (aviones, carros de combate, artillería, fusiles, municiones) fue la más importante tanto numérica como
tácticamente. Alemania envió a su aviación, la “Legión Cóndor”, y cobró su ayuda con la entrega de minerales y otros
productos estratégicos. El apoyo italiano consistió en el envío de una gran unidad, el “Corpo Truppe Volontarie”,
aunque también tuvo importancia la ayuda armamentística. Además, con las tropas de los sublevados combatieron
también contingentes de voluntarios portugueses, irlandeses y de otras naciones.
4. EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS.