Lección de Escuela Sabática Comentada 27 Abril 2024
Lección de Escuela Sabática Comentada 27 Abril 2024
Lección de Escuela Sabática Comentada 27 Abril 2024
JAIR OCHOA
TESALÓNICA, BEREA Y ATENAS
“Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a
Tesalónica, donde había una sinagoga de los
judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos,
y por tres días de reposo discutió con
ellos” Hechos 17:1-2.
La llegada del Evangelio a Tesalónica fue un
acontecimiento de primera magnitud. La gran
calzada romana que iba del Adriático al Oriente
Medio se llamaba la Vía Egnatia, y la calle principal
de Tesalónica era parte de ella. Si la Iglesia se
establecía en Tesalónica, podía extenderse al
Este y al Oeste por aquella carretera,
convirtiéndola en el camino del avance del Reino
de Dios.
El primer versículo de este capítulo es un ejemplo
extraordinario de economía verbal. Parece que
habla de una agradable excursión cuando, en
realidad, Filipos estaba a 50 kilómetros de Anfípolis,
ésta a 45 de Apolonia, y Apolonia a 55 de Tesalónica.
Es decir, que se despacha un viaje de 150 kilómetros
en una frase.
Era Tesalónica ciudad de gran movimiento
comercial, a cuyo puerto llegaban naves
procedentes de todos los puntos del Mediterráneo.
Era la sede del gobernador romano de la provincia
de Macedonia. La ciudad había sido fundada por
Casandro, en el 315 a.C, que le dio ese nombre en
honor de su mujer Tesalónica, hermana de
Alejandro Magno. Ya bajo el dominio romano,
Augusto la había declarado “ciudad libre,” como
recompensa por la ayuda que le prestó antes de la
batalla de Filipos. Estaba gobernada, al igual que
toda “ciudad libre” entre los romanos, por una
asamblea popular, a cuyo frente estaban cinco o seis
magistrados, que Lucas llama “politarcas” (Hechos
17:6-8). Su población era una mezcla de griegos,
romanos y judíos, en proporción que no es fácil
determinar. Desde luego, la colonia judía debía de
ser bastante numerosa, pues poseían una sinagoga.
Como era su costumbre, Pablo empezó la labor
en la sinagoga en Sábado. El mayor éxito lo obtuvo
no tanto entre los judíos como entre los gentiles
«temerosos de Dios». Esto enfureció a los judíos, que
consideraban a estos gentiles como su coto privado,
y aquí estaba Pablo robándoselos ante sus propios
ojos. Los judíos llegaron al colmo de la bajeza para
detener a Pablo. Primero, utilizaron a la chusma.
Luego, después de arrastrar a Jasón y sus amigos a
los magistrados, acusaron a los misioneros
cristianos de predicar la insurrección política.
Sabían que era una mentira, pero la vistieron en
términos muy sugestivos. " ¡Los que están
trayendo el caos a todo el mundo civilizado han
llegado también aquí!» A los judíos no les cabía la
menor duda de que el Evangelio era algo
poderosamente efectivo. Cuando el Evangelio se
pone en acción de verdad tiene que causar una
revolución, tanto en la vida individual como social.
Experiencias en Tesalónica.
1. A DÓNDE FUERON. Había allí una sinagoga de los
judíos, «y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos».
Parece no haber habido sinagoga en Filipos, siendo
allí el único lugar reconocido de culto un lugar
«junto al río» (Hch 16:13). La forma de actuar de
este evangelista, allí donde fuera, era buscar la «casa
de oración», porque allí había libertad para la
oración y la exhortación.
2. LO QUE HICIERON. «Discutió con ellos,
basándose en las Escrituras.» Les demostró, desde
Moisés, los profetas y los Salmos que el Mesías tenía
que sufrir la muerte y resucitar de entre los muertos,
y que Jesús de Nazaret, a quien él les predicaba, era
aquel Ungido. «Jesús, a quien yo os anuncio, decía él,
es el Cristo.» Este predicador nunca carecía de un
texto. Estaba tan enamorado con Jesús, como su
Redentor y Señor, que no podía gloriarse en nadie
más. Nadie puede predicar el evangelio de Cristo tal
como debiera ser predicado, a no ser que haya esta
pasión absorbente en el alma.
3. CÓMO ALCANZARON EL ÉXITO. «Algunos de
ellos creyeron,… Entonces los judíos que no creían,
teniendo celos…» (Hch 17:5-9). El Evangelio, en el
poder del Espíritu Santo, es o bien aroma de vida o
muerte, de justificación o condenación, según se
reciba o se rechace. En todo caso, tendrá lugar un
cambio de actitud para con Dios. Si no se mata con
ello la enemistad, lo más factible es que se vuelva
más amarga. «Los ociosos, malos hombres» están
siempre dispuestos a oponerse al título regio de
Jesús.
Cuando Pablo habló en la sinagoga, sabiamente
partió de los escritos del Antiguo Testamento y
explicó cómo el Mesías cumplió lo que decían de
Él, yendo de lo conocido a lo desconocido. Esta es
una buena estrategia para nosotros. Cuando
testificamos de Cristo, debemos empezar donde la
gente está, afirmando la verdad que conocen para
luego presentar a Cristo, el Único que es la verdad.
“Después de dejar a Filipos, Pablo y Silas fueron
a Tesalónica. Allí se les dio la oportunidad de
hablar a grandes congregaciones en la sinagoga
judía. Su apariencia evidenciaba el vergonzoso trato
recién recibido, y requería una explicación de lo que
había sucedido. Ellos la dieron sin ensalzarse a sí
mismos, sino magnificando a Aquel que los había
librado” (Los hechos de los apóstoles, pág. 180).
DOMINGO
1. Al llegar a Tesalónica, los apóstoles fueron a
una sinagoga judía. ¿Acerca de qué predicó
Pablo a la congregación?
Hechos 17:3 Desde las Escrituras les explicó y les
demostró que era necesario que el Cristo
padeciera y resucitara de entre los muertos. Y
añadió: —Jesús, a quien yo os anuncio, es el
Cristo.
Como de costumbre, Pablo comienza su predicación
por los judíos, acudiendo durante tres sábados a la
sinagoga para “discutir con ellos sobre las
Escrituras”. En tres puntos insistía sobre todo:
Que el Mesías, contrariamente a las creencias
tradicionales judías, Tenía que padecer; que
debía resucitar; Y que ese Mesías era Jesús de
Nazaret.
Pablo entra en la sinagoga y predica (literalmente:
«pronuncia un discurso con preguntas y
respuestas», como un diálogo) a Cristo, explicando y
predicando con base a las Escrituras que:
era necesario que el Mesías padeciera, ya que así
estaba ordenado en el plan y voluntad de Dios,
el Mesías ya había venido, en la persona de
Jesucristo.
Lo más probable es que Pablo mostrara a partir de
las Escrituras los paralelos existentes entre la
profecía del Antiguo Testamento relativas al Mesías
y su cumplimiento en la vida de Jesús.
Pablo en Tesalónica se asemeja a lo que ya tenía
experimentado antes. De nuevo se presenta en la
sinagoga judía, de nuevo echa mano de la
Sagrada Escritura veterotestamentaria para
trazar por medio de ella la imagen del Mesías. La
traza con los rasgos que lleva en sí mismo por su
experiencia personal de Cristo. En los testimonios de
las Escrituras ve al Salvador que sufrió y resucitó. Si
leemos la primera carta a los Tesalonicenses, nos
hallamos con un cuadro movido de los días en que
Pablo ejerció su actividad en Tesalónica: «Cuando se
proclamó el Evangelio entre vosotros, no fue sólo
con palabras, sino, además, con obras eficaces, es
decir, con el Espíritu Santo y con convicción
profunda. Como sabéis ésta fue nuestra actuación
entre vosotros en provecho vuestro», dice en 1 Tes
1:5. Y en la misma carta 2:1-2 leemos: «Bien sabéis,
hermanos, que nuestra visita a vosotros no fue
infructuosa. Al contrario, después de haber sido
maltratados e injuriados en Filipos, como sabéis,
tuvimos la osadía -apoyados en nuestro Dios- de
proclamar entre vosotros el Evangelio de Dios, en
medio de una fuerte oposición.» Habría que leer las
dos cartas a los Tesalonicenses con todos sus
detalles para que cobraran vida para nosotros las
líneas de los Hechos de los apóstoles.
Pablo tuvo que abrir (explicar) esta doctrina
para los judíos, porque era nueva para ellos.
Desde luego, tenían los profetas y podían leer
tales textos como Isa 53:1-12, pero los leían con
los ojos cerrados, los oídos tapados (Mat 13:15),
y con el velo sobre su corazón (2Co 3:15). Jesús
personalmente abrió este tema varias veces, Mat
16:21; Luc 24:25-27; Juan 12:34. Pedro lo abrió,
Hch 3:18; también Pablo lo abrió repetidas
veces, Hch 26:23; 1Co 15:2-3, etc.
Los judíos no esperaban al Cristo que iba a sufrir,
sino solamente al Cristo que iba a ser glorificado.
Esta verdad era un tropezadero para ellos (1Co
1:23), porque no querían creer que su Mesías
había de sufrir (mucho menos en una cruz
romana), sino que vendría para ocupar un trono
literal, como el de David y de Salomón, y para ser
el gran Conquistador que quitaría el yugo de
Roma. Sin embargo, la necesidad del padecimiento
(la muerte) del Mesías — como revelado por los
profetas — era la premisa principal de la
predicación de los apóstoles. Hasta el día de hoy esta
verdad — todavía revelada por sus profetas — es un
tropezadero para los judíos.
El resultado fue que su predicación encontró fe
en tres grupos: «algunos de ellos» (de los judíos),
«un gran número de los griegos piadosos» (los
gentiles que participaban en la sinagoga) y
«muchas mujeres nobles» (también
participantes de la fe judía).
“Al predicar a los tesalonicenses, Pablo apeló a
las profecías del Antiguo Testamento
concernientes al Mesías. Cristo había abierto en su
ministerio la mente de sus discípulos a estas
profecías; pues ‘comenzando desde Moisés, y de
todos los profetas, declarábales en todas las
Escrituras lo que de él decían’ (Luc. 24:27). Pedro,
al predicar a Cristo, había sacado del Antiguo
Testamento sus evidencias. Esteban había seguido el
mismo plan. Y también Pablo en su ministerio
apelaba a las Escrituras que predecían el
nacimiento, los sufrimientos, la muerte,
resurrección y ascensión de Cristo. Por el inspirado
testimonio de Moisés y los profetas, probaba
claramente la identidad de Jesús de Nazaret
como el Mesías, y mostraba que desde los días de
Adán era la voz de Cristo la que había hablado
por los patriarcas y profetas” (Los hechos de los
apóstoles, pág. 180).
LUNES
2. ¿Por qué los judíos tenían envidia de Pablo y
sus compañeros? ¿Qué alboroto fomentaron los
judíos?
Hechos 17:4-5. “Algunos judíos que escuchaban
fueron persuadidos y se unieron a Pablo y Silas,
junto con muchos hombres griegos temerosos de
Dios y un gran número de mujeres prominentes. 5
Entonces ciertos judíos tuvieron envidia y
reunieron a unos alborotadores de la plaza del
mercado para que formaran una turba e
iniciaran un disturbio. Atacaron la casa de Jasón
en busca de Pablo y Silas a fin de sacarlos a
rastras y entregarlos a la multitud”.
Tesalónica era una ciudad de mucho movimiento,
situada en la carretera principal a Roma. Había
muchos judíos en la ciudad, de modo que Pablo
empezó (según su costumbre) en la sinagoga,
discutiendo con ellos tres semanas. Les abrió las
Escrituras, lo cual es el deber de todo el que predica
o enseña la Palabra. (Luc 24:32.) Algunos judíos
creyeron; una multitud de griegos (judíos
prosélitos) creyeron; y muchas de las mujeres
líderes. Pero, como siempre es el caso, Satanás se
opuso mediante los incrédulos.
Los judíos usaron «la chusma» del mercado para
oponerse a Pablo. Los apóstoles se habían
alojado con un tal Jasón, de modo que fue en casa
de este que la chusma concentró sus ataques. Si
es el mismo Jasón que se menciona en Rom
16:21, era pariente de Pablo, lo cual explicaría su
hospitalidad y la razón para el ataque. Notemos
que la falsa acusación de la multitud es paralela a la
que se hizo contra Cristo en Luc 23:2.
Como pasó en Antioquía de Pisidia (Hch 13:45; Hch
13:50), en Iconio (Hch 14:2; Hch 14:5) y en Listra
(Hch 14:19) en el primer viaje misionero, Pablo
aquí también recibió oposición por la multitud
incitada por gente celosa entre el pueblo judío.
No sabemos mucho de Jasón, excepto que era la
persona que hospedaba y apoyaba a Pablo y Silas en
esa localidad; de ahí que haya recibido la afrenta por
los problemas. Jasón es sencillamente uno de esos
muchos héroes desconocidos que cumplió su
parte en ayudar a esparcir el evangelio con toda
fidelidad. A causa del valor de Jasón, Pablo y Silas
ministraron con más eficacia. A lo mejor usted
no recibe mucha atención (en realidad quizás
solo reciba aflicciones) por servir a Cristo, pero
Dios quiere usarlo. Las vidas pueden cambiar
gracias a su valor y fidelidad.
Jasón era un cristiano en Tesalónica cuya casa
parece haber sido el lugar de reunión de la iglesia.
Cuando los hombres malos no encontraron a Pablo
y a Silas ahí, atacaron al mismo Jasón y a algunos
hermanos que estaban con él.
Si usted lee 1 y 2 Tesalonicenses (Pablo las escribió
desde Corinto poco tiempo después) verá cuánta
doctrina le dio Pablo a esa gente en pocas semanas.
Les habló del reino venidero de Cristo, el
levantamiento del hombre de pecado y muchas
otras cuestiones importantes. Nunca debemos
pensar que los nuevos creyentes son muy
inmaduros como para recibir todo el consejo de
Dios. El ministerio de Pablo debe haber sido muy
eficaz, porque el enemigo ¡le acusó de haber
trastornado al mundo!
“Como en los lugares adonde fueron
anteriormente, los apóstoles tropezaron aquí
con acérrima oposición. ‘Los Judíos que eran
incrédulos,’ tuvieron ‘celos’ Estos judíos no
contaban entonces con el favor del poder romano,
porque no mucho antes habían provocado una
insurrección en Roma. Eran mirados con suspicacia,
y su libertad era restringida en cierta medida. Vie-
ron ahora una oportunidad para aprovecharse de las
circunstancias, a fin de rehabilitarse, y al mismo
tiempo arrojar oprobio sobre los apóstoles y sobre
los conversos al cristianismo” (Los hechos de los
apóstoles, pág. 186).
MARTES
3. Cuando no encontraron a Pablo y Silas en la
casa de Jasón, ¿qué hizo la multitud con él?
Hechos 17:6-9. “Como no los encontraron allí, en
su lugar sacaron arrastrando a Jasón y a algunos
de los otros creyentes y los llevaron al concejo de
la ciudad. Pablo y Silas han causado problemas
por todo el mundo—gritaban—, y ahora están
aquí perturbando también nuestra ciudad. 7 Y
Jasón los ha recibido en su casa. Todos ellos son
culpables de traición contra el César porque
profesan lealtad a otro rey, llamado Jesús. 8 La
gente de la ciudad y también los del concejo de la
ciudad quedaron totalmente confundidos por
esas palabras. 9 Así que los funcionarios
obligaron a Jasón y a los otros creyentes a pagar
una fianza y luego los soltaron“.
Sin embargo, ciertos judíos incrédulos provocaron
un alboroto, involucrando en él a algunas personas
del mercado, personas sin trabajo (ociosos) para
asaltar la casa de Jasón donde se alojaban Pablo y
Silas. Aquí se congregaban las pandillas de
haraganes, hombres desocupados y ociosos. Tales
hombres están dispuestos a hacer por dinero casi
cualquier cosa. La iglesia de Tesalónica tuvo
problema con algunos ociosos (2Ts 3:11, "oímos
que algunos de entre vosotros andan
desordenadamente, no trabajando en nada, sino
entremetiéndose en lo ajeno").
Su móvil fueron los celos, no podían soportar el
éxito de la predicación. Al no encontrar allí a
Pablo trajeron a Jasón y a algunos hermanos
ante las autoridades, gritando que estos estaban
desencadenando una revolución en todo el
mundo, revolución que ahora trasladaban
también a Tesalónica. Jasón y sus compañeros, al
dar alojamiento a estos hombres tan «peligrosos»,
son acusados de involucrarse en esta rebelión en
contra del César. La acusación era que aquellas
personas se oponían a la autoridad del César,
diciendo que había otro rey. Resulta un tanto
jocoso lo que aquí sucede, pues la gente acusa a
Jasón de lo que ellos mismos están haciendo:
alborotar. La denuncia fue de índole político,
pero nada tenía que ver con la predicación de
Pablo; no obstante, en cierto modo, la
imputación contenía algo de verdad, ya que
ciertamente había otro rey: Jesucristo, cuyo
Reino triunfaría sobre el reino de los césares.
Este rey Jesús, no tiene necesidad de armas terrenas
para conquistar a los hombres, pues con su Espíritu
él puede obrar en el corazón de ellos.
"Estos que han puesto el mundo al revés también
están aquí." Hechos 17: 6.
Cuando leemos esas palabras creo que nuestra
primera inclinación es sonreír; son esas palabras "al
revés" en sí mismas. Aquí hay una mafia de la
ciudad liderada por la misma chusma de la
ciudad, los perturbadores habituales de la paz, y
están acusando a algunos misioneros cristianos
callados de poner el mundo "al revés". Pero ese
es a menudo el camino en este mundo. Cuando
las personas están equivocadas, les gusta culpar
a quienes están en lo correcto. Piensan que
deben tener razón ellos mismos, por lo que,
naturalmente, todos los demás deben estar
equivocados.
Por supuesto, a estos hombres salvajes no les
importaba en absoluto si Pablo y sus amigos
estaban volviendo el mundo al revés o al revés.
Lo único que les importaba era tener una excusa
para crear un pequeño disturbio.
Pablo, Silas y Timoteo habían venido a Tesalónica,
para predicar el evangelio. Habían estado
mostrando a los judíos cómo los profetas habían
predicho que Cristo debería sufrir, morir y resucitar.
Pero a los judíos no les gustó su mensaje. Habían
buscado un Mesías que debería ser un rey terrenal
para llevarlos a grandes victorias. Y no les gustó la
influencia de los misioneros sobre los gentiles que
habían adoptado la religión judía, porque muchos de
ellos habían creído el mensaje de Pablo y se habían
convertido en sus seguidores. Eran demasiado
astutos y demasiado dignos para crear una
perturbación ellos mismos, pero había muchos
vagos buenos para nada que estarían
encantados de hacerlo por ellos. Entonces,
mientras permanecieron en el fondo, la chusma
puso a la ciudad alborotada. Y esta fue la
acusación que pusieron en la boca de la mafia
"Estos que han trastornado el mundo también
han venido aquí".
Ahora los judíos estaban más cerca de la verdad
de lo que pensaban cuando acusaron a los
apóstoles de poner el mundo "al revés", solo que
cometieron un error importante. El pobre viejo
mundo ya estaba tan al revés como podría
estarlo, de hecho, estaba parado sobre su
cabeza; y fue el mensaje que trajeron los
apóstoles lo que iba a cambiarlo.
Quiero que pienses primero en lo que pone el
mundo patas arriba, y en segundo lugar en lo que
va a arreglarlo de nuevo.
1. Y primero, ¿qué da vuelta el mundo? Por
supuesto, solo hay una respuesta para eso, y es Sin”.
Dios no quiso decir que el mundo estaba al revés.
Quiso decir que debería ser bueno, hermoso y noble;
pero el pecado entró y lo echó a perder. Y lo que
altera el mundo es lo que te pone a ti y a mí al revés;
porque el mundo está compuesto de hombres y
mujeres en él. Cuando estamos enojados, cuando
somos egoístas, cuando no somos sinceros, cuando
somos desobedientes o deshonrosos, simplemente
estamos al revés, y estamos ayudando a mantener el
mundo al revés también.
2. Pero, en segundo lugar, ¿qué va a poner el
mundo al revés? Nuevamente podemos responder
en una palabra "Amor". Jesucristo era solo el Amor
Encarnado, y es el amor que Él derrama en el
corazón de los hombres lo que va a volver a arreglar
el viejo mundo.
Cuando Cristo bajó a la tierra, encontró cosas en
un estado triste. Los romanos fueron los
conquistadores del mundo en aquellos días y se
suponía que eran altamente civilizados. Sin
embargo, en el Coliseo de Roma, los hombres
fueron destrozados por las bestias salvajes
mientras los emperadores y las bellas damas
observaban y aplaudían. Pequeños bebés
quedaron fuera de las puertas de la ciudad para
perecer de frío y hambre. Y cuando las personas
envejecieron, se volvieron frágiles y dejaron de
ser útiles, también ellos resultaron muertos.
Para los débiles, los pobres y los indefensos, no
había piedad ni ayuda. No había hospitales ni
asilos. Los esclavos estaban sobrecargados,
maltratados, torturados. Y lo peor de todo fue
que muy pocas personas pensaban que había
algo mal en estas cosas.
Pero Jesús vino al mundo. Sanó a los enfermos,
consoló a los tristes, bendijo a los niños
pequeños. Y donde quiera que fueran, sus
seguidores trataron de imitarlo. Poco a poco, la
gente llegó a tener nuevas ideas sobre las cosas.
En lugar de descuidar y oprimir a los débiles e
indefensos, comenzaron a tratar de ayudarlos.
¿Y el mundo sigue al revés? Me temo que todavía
está bastante revuelto, pero debemos hacer
nuestra parte. Jesucristo puede arreglar el
mundo, pero no puede hacerlo sin hombres que
lo ayuden. Cada acto de amor y bondad, cada
sacrificio, cada acto de perdón, ayudan a
orientarlo en la dirección correcta.
El mundo solo puede ponerse de lado cuando los
hombres y las mujeres en él están de lado.
Entonces, primero debemos corregirnos al dejar
que el amor de Jesús entre en nuestros
corazones para expulsar todo lo que es malo, y
luego podemos ayudar a arreglar el mundo
amando y sirviendo a los demás.
Jasón se prestó como fiador y pagó la fianza por
Pablo y Silas. Sin embargo, los hermanos estimaron
aconsejable que estos dejaran la ciudad. Pero ya
había una iglesia y el Señor de la iglesia se quedaba
allí.
¡Qué reputación la que tuvieron estos primeros
cristianos! El poder del evangelio revolucionó
vidas, cruzó todas las barreras sociales, abrió las
puertas de las cárceles, despertó un genuino
interés entre las personas y motivó adoración a
Dios. Nuestro mundo necesita cambio y
transformación. El evangelio no tiene la simple
tarea de hacer programas edificantes y alentar
buenas conductas, sino transformar
dinámicamente las vidas. Cobre ánimo y
pregúntele a Dios cómo predicar sus buenas
nuevas alrededor de todo su mundo.
“Se proponían hacer esto uniéndose con ‘algunos
ociosos, malos hombres,’ por medio de los cuales
lograron alborotar la ciudad. Con la esperanza de
encontrar a los apóstoles, asaltaron ‘la casa de
Jasón’; pero no hallaron a Pablo ni a Silas. Y ‘no
hallándolos,’ la turba, en su loco chasco,
‘trajeron a Jasón, y a algunos hermanos a los
gobernadores de la ciudad, dando voces: Estos
que alborotan el mundo, también han venido
acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos estos
hacen contra los decretos de César, diciendo que
hay otro rey, Jesús’.
“Como no se halló a Pablo ni a Silas, los magistrados
pusieron bajo fianza a los creyentes acusados, para
mantener la paz. Temiendo violencias adiciona-les,
‘los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo
y a Silas a Berea’” (Los hechos de los apóstoles, pág.
186).
BEREA
Ciudad populosa de la provincia de Macedonia que
el apóstol Pablo visitó durante su segundo viaje
misional. (Hch 17:10-14.) Berea, en la actualidad
llamada Verria, se hallaba en una zona fértil
situada al pie del monte Bermión, a unos 65 Km.
al suroccidente de Tesalónica. Por lo tanto, estaba
a unos 40 Km. del mar Egeo.
Probablemente fue cerca del año 50 d.C. cuando
Pablo y Silas llegaron a Berea. Fueron a esta ciudad
procedentes de Tesalónica, de donde tuvieron que
salir de noche a causa de una chusma violenta. Berea
tenía una comunidad judía y una sinagoga, en la que
predicaron los dos misioneros. La buena
disposición de los bereanos hacia el mensaje y su
examen diligente de las Escrituras para
confirmar lo que aprendían los hizo
merecedores del encomio que se encuentra en
Hechos 17:11. De estas personas de ‘disposición
noble’ salió un grupo de conversos compuesto
tanto de judíos como de griegos. Sin embargo, la
llegada de judíos fanáticos de Tesalónica resueltos a
provocar de nuevo a la chusma supuso una brusca
interrupción de la obra de Pablo, quien zarpó hacia
Atenas. Atrás dejó a Silas y Timoteo para que
cuidasen del nuevo grupo de creyentes de Berea.
(Hch 17:12-15.)
MIÉRCOLES
4. Cuando los apóstoles llegaron a Berea, ¿qué
cualidad maravillosa encontraron en la gente de
ese lugar?
Hechos 17:10-12. “Esa misma noche, los creyentes
enviaron a Pablo y a Silas a Berea. Cuando llegaron
allí, fueron a la sinagoga judía. 11 Los de Berea
tenían una mentalidad más abierta que los de
Tesalónica y escucharon con entusiasmo el
mensaje de Pablo. Día tras día examinaban las
Escrituras para ver si Pablo y Silas enseñaban la
verdad. 12 Como resultado, muchos judíos
creyeron, como también lo hicieron muchos griegos
prominentes, tanto hombres como mujeres“.
El viaje de emergencia de 80 kilómetros al sudoeste
de Tesalónica a Berea lo iniciaron de noche, pero
debe de haberles llevado dos o tres días.
Esa noche Pablo, Silas y Timoteo (Hch 17:14)
salieron para Berea. Dejaban atrás una iglesia local
que continuó testificando de Cristo. Es más, Pablo les
felicitó por esparcir tan eficazmente el evangelio
(1Ts 1:6-10). Este es el verdadero modelo del NT:
hacer convertidos, enseñarles (1Ts 2:1-20) y
desafiarles a que ganen a otros.
Berea estaba junto a un camino secundario, pero fue
el lugar a donde Dios quiso que los misioneros
fueran. ¡Qué refrescante debe haber sido
encontrar judíos como los de Berea! Dios sabía
que Pablo y sus compañeros necesitaban
estímulo y refrigerio, y ellos lo encontraron en
Berea. Hoy debemos seguir el ejemplo de los
bereanos:
(1) recibieron la Palabra;
(2) fueron solícitos, preparados para la Palabra;
(3) escudriñaron las Escrituras y sometieron a
prueba lo que el predicador decía;
(4) estudiaron diariamente la Palabra. Nótese el
«así que» del versículo Hch 17:12. Cuando la
gente tiene la actitud de que se habla en el
versículo Hch 17:11, no puede hacer otra cosa
sino creer en la Palabra. Esta es la actitud que
siempre debemos tener.
En primer lugar, recibieron el mensaje de Pablo con
mucho entusiasmo; además, en sus casas seguían
“escudriñando cada día las Escrituras para ver si
estas cosas eran así.” Así debieran ser todas las
congregaciones.
Lo que hacen los bereanos sirve de ejemplo para
todo el que escucha a los predicadores y
maestros exponer las Escrituras. No debe
aceptarse pasivamente ninguna interpretación
o doctrina. Más bien, debe examinarse con
cuidado mediante el estudio personal de las
Escrituras. La palabra traducida "escudriñar" (gr.
anakríno) significa "examinar de arriba abajo,
investigar con cuidado y exactitud". La predicación
bíblica debe convertir en estudiantes de la Biblia a
los oyentes. Debe examinarse la verdad de toda
doctrina a la luz de la Palabra de Dios.
Experiencias en Berea.
En obediencia a la Palabra de su Señor, «Cuando os
persigan en esta ciudad, huid a la otra», salieron de
noche hacia Berea, a una distancia de cien
kilómetros.
Encontraron allí a la gente:
1. ABIERTA. «Recibieron la Palabra con toda
solicitud» (Hch 17:11). Sus mentes no estaban
cerradas con prejuicios; estaban bien dispuestos a
dar a esta nueva doctrina su cuidadosa y favorable
consideración. Las mentes de muchos oidores del
Evangelio son como un camino muy pisado en el
campo. Puede que la simiente caiga encima, pero
nunca tiene oportunidad de penetrar. No hay buena
disposición a recibir la Palabra.
2. DE NOBLE CORAZÓN. «Escudriñando cada día las
Escrituras para ver si estas cosas eran así.» Una
buena disposición a llevar toda enseñanza a la
prueba de «la Escritura de verdad» es evidencia de
una mente noble (Hch 17:11). ¿Qué podría ser más
noble que un alma anhelante de conocer y obedecer
la mente de Dios? Hay algo fatalmente errado en
nuestros pensamientos y opiniones si no pueden
resistir la prueba de la voluntad revelada de Dios tal
como se encuentra en su Palabra. Si estamos
edificando sobre unos cimientos de arena, cuanto
antes descubramos nuestra insensatez y peligro,
tanto mejor.
3. DE CORAZÓN HONRADO. «Así que creyeron
muchos de ellos» (Hch 17:12). Habiendo sido
convencidos de la verdad de la enseñanza de Pablo,
después de escudriñar la Palabra por sí mismos,
fueron lo bastante honrados para creerla. Cuando un
corazón bueno y honrado oye la Palabra, la guarda y
trae fruto con paciencia (Luc 8:15). Sé honesto para
con Dios. Si alguno quiere hacer su voluntad,
conocerá la doctrina, si es de Dios (Jua 7:17).
Mientras que los cristianos tesalonicenses
estaban ocupados esparciendo el evangelio,
Satanás estaba provocando problemas; y envió
unos cuantos de sus propios «misioneros» a
Berea. ¡Cómo detesta Satanás la simple
predicación de la Palabra! Pablo salió hacia
Atenas, dejando a Silas y a Timoteo para que
fortalecieran a los hermanos. Los dos hombres
no fueron a Atenas para ministrar con él, según
estaba planeado, sino que se le unieron más
tarde en Corinto (Hch 18:5). La salida de Pablo
en esta ocasión no fue por cobardía. Silas y
Timoteo podían enseñar en la iglesia mientras
que Pablo llevaba el mensaje a otras partes.
“La mente de los bereanos no estaba estrechada
por el prejuicio. Estaban dispuestos a investigar
la verdad de la doctrina presentada por los
apóstoles. Estudiaban la Biblia, no por
curiosidad, sino para aprender lo que se había
escrito concerniente al Mesías prometido.
Investigaban diariamente los relatos inspirados; y al
comparar escritura con escritura, los ángeles
celestiales estaban junto a ellos, iluminando sus
mentes e impresionando sus corazones” (Los
hechos de los apóstoles, pág. 188).
ATENAS
Atenas es en la actualidad la capital de Grecia y en
tiempos antiguos fue su ciudad más importante. Está
ubicada hacia el límite meridional de la llanura del
Ática, a unos 8 Km. del mar Egeo, y cuenta con el
cercano puerto marítimo de El Pireo. En tiempos
precristianos unos largos muros casi paralelos
conectaban este puerto con la ciudad. Su situación
geográfica contribuyó mucho a su grandeza
histórica. Las montañas que rodeaban la ciudad le
brindaban una defensa natural, y los desfiladeros
estaban lo suficientemente lejos como para evitar un
ataque sorpresa por tierra. Al no ser una ciudad
costera, tampoco se la podía atacar por mar. Sin
embargo, desde la ciudad era posible acceder con
facilidad a sus tres puertos naturales en el cercano
El Pireo.
Centro cultural y religioso. Aunque en el siglo V a.C.
Atenas disfrutó de cierta fama militar como capital
de un pequeño imperio y como potencia naval, se
distinguió sobre todo como centro de la erudición, la
literatura y el arte griegos. Por ser ciudad
académica, abundaban los conferenciantes, filósofos
y maestros, y fue cuna de filósofos famosos, como
Sócrates, Platón y Aristóteles. Se establecieron
cuatro escuelas de filosofía: la platónica, la
peripatética, la epicúrea y la estoica (Hch 17:18),
a las que asistieron durante la época romana
estudiantes procedentes de todos los lugares del
Imperio.
JUEVES
4. Mientras Pablo esperaba a sus compañeros de
viaje en Atenas, ¿qué hizo? ¿Qué se registró
sobre su experiencia?
Hechos 17:16-18. “Mientras Pablo los esperaba en
Atenas, se indignó profundamente al ver la gran
cantidad de ídolos que había por toda la ciudad.
17Iba a la sinagoga para razonar con los judíos y
con los gentiles temerosos de Dios y hablaba a
diario en la plaza pública con todos los que
estuvieran allí. 18También debatió con algunos
filósofos epicúreos y estoicos. Cuando les habló
acerca de Jesús y de su resurrección, ellos
dijeron: ¿Qué trata de decir este charlatán con
esas ideas raras? Otros decían: Parece que
predica de unos dioses extranjeros“.
El sentido es que Pablo hubiera preferido
esperar hasta que Silas y Timoteo vinieran de
Berea antes de comenzar a ministrar en Atenas.
Pero cuando vio a la ciudad entregada a la
idolatría, fue provocado a predicar el evangelio
inmediatamente.
Cuando Pablo navegó a Atenas desde el mar cerca de
Berea, llegó a una ciudad en la que probablemente
nunca había estado antes, y como cualquier turista,
estaba listo para ser impresionado por esta famosa
e histórica ciudad, que cientos de años antes fue una
de las ciudades más gloriosas e importantes del
mundo. Pero cuando Pablo recorrió Atenas, solo
se sintió deprimido por la magnitud de la
idolatría que vio a su alrededor.
La idea detrás de entregada a la idolatría
(kateidolos) es realmente dominada por ídolos, o
inundada por ídolos. Pablo vio que la belleza de
Atenas, teniendo lo mejor que los escultores y
arquitectos griegos podían ofrecer; pero toda
esa belleza no honraba a Dios, así que no lo
impresionó para nada.
La costumbre de Pablo era predicar donde sea
que pudiera tener una audiencia. Aquí fue tanto
en la sinagoga como en la plaza.
Pablo se enfrentó con un público desafiante en
Atenas. Era una ciudad culta, educada, orgullosa
de su historia. Era un centro intelectual, como
Oxford o Cambridge. Pablo habló a una ciudad
que probablemente era diferente a cualquier
otra ciudad en la que había predicado.
Después de huir de Berea, Pablo se encontró solo en
Atenas. Pero, solo o acompañado, Pablo nunca
dejaba de predicar a Cristo. Atenas también era
el centro religioso de Grecia, y allí se podía
rendir culto casi a todas las deidades conocidas
por el hombre. Pablo vio Atenas como una
ciudad que representaba a la humanidad
perdida, y percibió que todos sus habitantes
estaban condenados a una eternidad sin Cristo
debido al influjo de la idolatría pagana. Atenas
hacía tiempo que había dejado atrás su edad de oro,
pero seguía siendo la más famosa ciudad
universitaria del mundo, a la que acudían de todas
partes los buscadores de la sabiduría. Era también
una ciudad de muchos dioses. Se decía que había
más imágenes de dioses en Atenas que en todo el
resto de Grecia, y que en Atenas era más fácil
encontrar a un dios que a un hombre. En su gran
plaza la gente se reunía a hablar, que era lo único que
se hacía en Atenas. Pablo no tendría dificultad en
encontrar gente con quien hablar, y los filósofos
pronto le descubrieron.
Estaban los epicúreos.
(a) Creían que todo sucede por azar.
(b) Que todo acaba en la muerte.
(c) Que los dioses vivían en otro mundo y no se
preocupaban de este.
(d) Que el fin principal del ser humano es el
placer. Con esto no querían decir el placer
animal o material, porque el placer supremo
es el que no conlleva sufrimiento.
Y estaban los estoicos.
(a) Creían que todo es dios; que dios es un
espíritu de fuego, que ha perdido su identidad
en la materia, pero que está en todas las cosas.
Lo que daba la vida a los humanos era esa
chispita del espíritu que moraba en ellos y que
cuando morían volvía a Dios.
(b) Creían que todo lo que sucede es la voluntad
de lo que es dios, y por tanto hay que
aceptarlo sin resentimiento.
(c) Que cada cierto tiempo el mundo se
desintegraba en una conflagración y
empezaba de nuevo otro ciclo de
acontecimientos.
Llevaron a Pablo al Areópago -que quiere decir
en griego «La Colina de Marte». Era el nombre de
la colina y del tribunal selecto que se reunía en ella,
compuesto por unos treinta miembros, que juzgaba
los casos de homicidio y se ocupaba de las
cuestiones de moralidad pública. Allí, en la ciudad
más culta del mundo y ante el tribunal más
exclusivo, Pablo tenía que exponer su fe. A otro
le habría aterrado la perspectiva; pero Pablo no
se avergonzaba nunca del Evangelio de
Jesucristo. Para él, aquella era una nueva
oportunidad que Dios le concedía de ser testigo
de Cristo.
“Mientras esperaba a Silas y Timoteo, Pablo no
estaba ocioso. ‘Disputaba en la sinagoga con los
judíos y religiosos; y en la plaza cada día con los
que le ocurrían’. Pero su principal labor era
proclamar las nuevas de la salvación a aquellos que
no tenían un concepto claro de Dios y de su
propósito en favor de la especie caída. El apóstol
había de encontrarse pronto con el paganismo
en su forma más sutil y seductora.
“Los grandes hombres de Atenas no tardaron en
enterarse de la presencia en su ciudad de un
maestro singular, que estaba presentando a las
gentes doctrinas nuevas y extrañas. Algunos de
esos hombres buscaron a Pablo, y entablaron
conversación con él. Pronto una multitud de
oyentes se reunió en torno de ellos. Algunos
estaban listos para ridiculizar al apóstol como a
uno muy inferior a ellos tanto social como
intelectualmente, y ésos dijeron con mofa: ‘¿Qué
quiere decir este palabrero?’ Otros, ‘porque les
predicaba a Jesús y la resurrección’, dijeron:
‘Parece que es predicador de nuevos dioses’”
(Los hechos de los apóstoles, pág. 191).
VIERNES
6. ¿Qué monumento encontró Pablo en el
Areópago? ¿Qué dijo sobre esa inscripción?
Hechos 17:22-31. “Entonces Pablo, de pie ante el
Concilio, les dirigió las siguientes palabras:
Hombres de Atenas, veo que ustedes son muy
religiosos en todo sentido, 23 porque mientras
caminaba observé la gran cantidad de lugares
sagrados. Y uno de sus altares tenía la siguiente
inscripción: A un Dios desconocido. Este Dios, a
quien ustedes rinden culto sin conocer, es de
quien yo les hablo. 24Él es el Dios que hizo el
mundo y todo lo que hay en él. Ya que es el Señor
del cielo y de la tierra, no vive en templos hechos
por hombres, 25y las manos humanas no pueden
servirlo, porque él no tiene ninguna necesidad.
Él es quien da vida y aliento a todo y satisface
cada necesidad. 26De un solo hombre creó todas
las naciones de toda la tierra. De antemano
decidió cuándo se levantarían y cuándo caerían,
y determinó los límites de cada una. 27Su
propósito era que las naciones buscaran a Dios
y, quizá acercándose a tientas, lo encontraran;
aunque él no está lejos de ninguno de nosotros.
28Pues en él vivimos, nos movemos y existimos.
Como dijeron algunos de sus propios poetas:
Nosotros somos su descendencia. 29 Y, como
esto es cierto, no debemos pensar en Dios como
un ídolo diseñado por artesanos y hecho de oro,
plata o piedra. 30En la antigüedad Dios pasó por
alto la ignorancia de la gente acerca de estas
cosas, pero ahora él manda que todo el mundo
en todas partes se arrepienta de sus pecados y
vuelva a él. 31 Pues él ha fijado un día para
juzgar al mundo con justicia por el hombre que
él ha designado, y les demostró a todos quién es
ese hombre al levantarlo de los muertos”.
Pablo llegó a Atenas como un turista ¡y se
convirtió en un ganador de almas! Esta famosa
ciudad era un centro de la religión y la cultura, pero
todo lo que Pablo pudo ver fue pecado y
superstición; un escritor antiguo dijo que era más
fácil encontrar un dios en Atenas que a un
hombre. Pablo discutía con los judíos en la
sinagoga, pero tuvo muy poco o ningún éxito.
Dos filosofías principales controlaban la Atenas
de ese tiempo. Los estoicos eran materialistas y
casi fatalistas en su pensar. Su sistema se
cimentaba en el orgullo y la independencia
personal. La naturaleza era su dios y creían que
toda la naturaleza avanzaba gradualmente hacia
un gran clímax. Pudiéramos decir que eran
panteístas. Los epicúreos deseaban placer y su
filosofía se basaba en la experiencia, no en la
razón. Eran casi ateos. Aquí tenemos dos
extremos en filosofía y Pablo los enfrentó a
ambos con el evangelio de Cristo.
Los atenienses se burlaron de él, dijeron que era
un «palabrero». Pensaron que estaba
predicando dos nuevos dioses cuando habló de
«Jesús y de la resurrección». («Resurrección» en
griego es anastasia, y tal vez ellos tomaron esto
como si fuera un nombre propio.) Los griegos le
llevaron al Areópago, su corte oficial, también
llamada la Colina de Marte. Allí Pablo predicó un
gran sermón.
Empezó diplomáticamente diciendo: «En todo
observo que sois muy religiosos». Llamó su
atención a un altar dedicado «AL DIOS NO
CONOCIDO», y usó este objeto para predicarles al
Dios verdadero, acerca del cual ignoraban.
Presentó en su sermón cuatro grandes verdades
respecto a Dios:
A. Él es el Creador (Hch 17:24-25).
Los griegos creían diferentes teorías acerca de la
creación e incluso se inclinaban a cierta forma de
evolución. Pablo afirmó sin rodeos que Dios creó
todo y no vivía en templos hechos por hombres. Dios
da la vida a todo; en realidad el hombre no puede
darle nada a Él.
B. Él es el Gobernante (Hch 17:26-29).
Fija los límites de las naciones. Por medio de su
gobierno sobre las naciones procura que los
hombres le busquen y le hallen. Pablo incluso citó a
un escritor griego (v. Hch 17:28) para mostrar que
Dios es el que sustenta la vida. Esto no quiere decir
que el poeta griego haya sido inspirado, sino más
bien que su afirmación concuerda con la verdad
divina. De nuevo Pablo con diplomacia destaca que
sus templos e imágenes eran insensatez e
ignorancia. ¡Necesitamos este recordatorio hoy!
C. Él es el Salvador (Hch 17:30).
Pablo barre con la cultura griega llamándola «los
tiempos de esta ignorancia». Los griegos no
pudieron hallar a Dios a pesar de toda su sabiduría y
cultura (1Co 1:18). Dios ha ordenado a los hombres
en todas partes que se arrepientan; y si se
arrepienten y creen, Él los perdonará.
D. Él es el Juez (Hch 17:31).
Dios ha determinado un día de juicio y el Juez será
su Hijo, Jesucristo. Dios lo demostró al levantarle de
entre los muertos. Si confiamos en Cristo hoy, Él nos
salvará; si le rechazamos, mañana Él nos juzgará.
Las reacciones de los oyentes fueron mixtas.
Algunos se burlaron (esta es con frecuencia la
actitud de la cultura y filosofía paganas); otros
dejaron el asunto para más tarde; ¡pero algunos
creyeron!
Este capítulo presenta tres actitudes diferentes
hacia el evangelio, y encontramos estas
actitudes en el mundo hoy. Algunas personas se
oponen abiertamente a la Palabra; otros se
mofan, burlan o posponen la toma de alguna
decisión; y algunos reciben la Palabra y creen.
Pablo persistió en seguir como siervo fiel y
también debemos hacerlo nosotros «porque a su
tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gál 6:9).
Había muchos altares de dioses desconocidos en
Atenas. Seiscientos años atrás hubo una peste
terrible que no se podía detener de ninguna
manera. Un poeta cretense, Epiménides,
propuso un plan: que soltaran desde el Areópago
un rebaño de ovejas blancas y negras, y donde se
acostara cada una la sacrificaran al dios más
cercano; y si no había ningún altar cerca, que la
sacrificaran «A un dios desconocido.»
De esa situación partió Pablo.
Hay una serie de pasos en su sermón:
(1) Dios no es hecho, sino Hacedor; y el Que lo ha
hecho todo no puede ser adorado con cosas hechas
por los hombres. Es un hecho que los hombres
adoran muchas veces lo que ellos mismos han hecho.
Si el dios de uno es aquello a lo que dedica todo su
tiempo, su energía y su pensamiento, muchos
adoran cosas hechas por los hombres.
(2) Dios es el Señor de la Historia. Él estaba
presente en el surgimiento y en la desaparición de
las naciones del pasado, y su mano dirige el timón
del presente.
(3) Dios ha hecho a los hombres de tal manera que
Le anhelan instintivamente y Le buscan a tientas en
la oscuridad.
(4) Los días de ir a tientas y de la ignorancia han
pasado. Cuando los seres humanos tenían que
buscar en la sombra, no podían conocer a Dios, y Él
disculpaba sus necedades y errores; pero ahora, en
Cristo, ha venido la plenitud del conocimiento de
Dios y se ha terminado el tiempo de las disculpas.
(5) El Día del Juicio se acerca. La vida no es una
marcha hacia la extinción como decían los epicúreos,
ni hacia la absorción en la divinidad como decían los
estoicos, sino un can-finar hacia el tribunal de Dios
en el que Jesucristo es el Juez.
(6) La prueba de la Soberanía de Cristo está en la
Resurrección. No se trata de aceptar a "un dios
desconocido», sino al Cristo Resucitado que nos
presenta el Evangelio.
“Pablo dirigió la mente de sus idólatras oyentes
más allá de los límites de su falsa religión a un
verdadero concepto de la Deidad, que habían
titulado: 'Dios no conocido.' Este Ser, a quien
ahora les declaraba, no dependía del hombre, ni
necesitaba que las manos humanas añadiesen nada
a su poder y gloria.
”La gente se llenó de admiración por el fervor de
Pablo y su lógica exposición de los atributos del
Dios verdadero: su poder creador y la existencia
de su providencia predominante. Con ardiente y
férvida elocuencia, el apóstol declaró: 'El Dios
que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay,
éste, como sea Señor del cielo y de la tierra, no
habita en templos hechos de manos, ni es
honrado con manos de hombres, necesitado de
algo; pues él da a todos vida, y respiración, y
todas las cosas.' Los cielos no eran bastante
grandes para contener a Dios, cuánto menos los
templos hechos por manos humanas” (Los
hechos de los apóstoles, pág. 193).
SÁBADO
7. ¿Cuál fue el resultado de la predicación?
Hechos 17:32-34. “Cuando oyeron a Pablo hablar
acerca de la resurrección de los muertos,
algunos se rieron con desprecio, pero otros
dijeron: Queremos oír más sobre este tema más
tarde. 33Con esto terminó el diálogo de Pablo con
ellos, 34 pero algunos se unieron a él y se
convirtieron en creyentes. Entre ellos estaban
Dionisio—un miembro del Concilio—, una mujer
llamada Damaris y varios más".
Parecería que, en general, Pablo tuvo menos éxito en
Atenas que en ningún otro sitio. Era típico de los
atenienses que lo único que querían era hablar; no
querían actuar, ni casi llegar a ninguna conclusión.
Les atraían las acrobacias mentales y el estímulo del
paseo intelectual sin compromiso.
Hubo tres reacciones principales:
(a) Algunos se burlaron. Les divertía la apasionada
seriedad de aquel extraño judío. Se puede reducir la
vida a un chiste; pero los que lo hagan se darán
cuenta tarde de que lo que tomaron por comedia
termina en tragedia.
(b) Algunos aplazaron la decisión. El día más
peligroso es cuando uno se da cuenta de lo fácil que
es dejar las cosas para mañana.
(c) Algunos creyeron. El prudente se da cuenta de
que es de locos rechazar lo que Dios ofrece
generosamente.
Se dan los nombres de dos convertidos. Uno fue
Dionisio el Areopagita. Como ya se ha dicho, el
Areópago estaba formado por no más de treinta
personas; así que Dionisio debe de haber
formado parte de la aristocracia intelectual de
Atenas. La otra persona que se convirtió fue
Dámaris. La posición de una mujer en Atenas era
muy restringida. Es dudoso que una mujer
respetable se encontrara en la plaza del mercado, y
menos en el Areópago. Es probable que se tratara de
una conversión de una vida de vergüenza a una vida
gloriosa y auténtica. Aquí tendríamos otro ejemplo
de cómo llega la invitación del Evangelio a todas las
clases y condiciones de hombres y mujeres.
El mensaje de Pablo motivó una reacción mixta:
algunos se rieron, otros buscaron más
información y un pequeño grupo creyó. No dude
en hablar a otros acerca de Cristo porque tema
que algunos no le creerán. No espere una
respuesta positiva masiva a su testimonio,
aunque crean pocas personas, vale la pena el
esfuerzo.
Este capítulo presenta tres actitudes diferentes
hacia el evangelio, y encontramos estas
actitudes en el mundo hoy. Algunas personas se
oponen abiertamente a la Palabra; otros se
mofan, burlan o posponen la toma de alguna
decisión; y algunos reciben la Palabra y creen.
Pablo persistió en seguir como siervo fiel y
también debemos hacerlo nosotros «porque a su
tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gál 6:9).
PABLO EN ATENAS
La razón por la que Pablo se dirigió a Atenas se da en
los anteriores versículos. Podremos simplificar las
lecciones aquí dadas expresándolas de esta
forma moderna:
I. El predicador. Pablo. Un hombre instruido en
toda la sabiduría de los filósofos. Un hombre que ha
sido claramente convertido por Dios por medio de
una revelación especial de Jesucristo. Un hombre
con una comisión concreta del Resucitado. Un
hombre que había sufrido mucho en el servicio de
Cristo. Un hombre con un alma encendida de amor
para con sus semejantes, que no conoce el temor, y
que está preparado para enfrentarse a toda la
sabiduría de los griegos en nombre de su Señor y
Maestro. Un predicador que tiene siempre un
mensaje, y que no está jamás avergonzado de
proclamarlo.
II. La preparación. «Mientras… esperaba, su
espíritu se indignaba» (Hch 17:16). La ciudad estaba
surtida con treinta mil dioses, muchos de ellos
magníficas obras de arte. Pero Pablo no era un mero
curioso. Él contemplaba las cosas a la luz de la
revelación de Dios en Cristo y de la eternidad.
Mientras que otros podrían ver sólo arte griego en
los «objetos de su adoración», este hombre de Dios
vio «la ciudad entregada a la idolatría». Aquel
hombre cuyos ojos había abierto Dios vivirá «como
viendo al Invisible». En muchas de nuestras
ciudades y pueblos hay signos de «culto» que no son
de Dios hasta el punto de poder conmover el espíritu
de cualquier predicador que tenga los ojos
iluminados por el cielo, como los del Apóstol.
III. El púlpito. «Entonces Pablo, puesto en pie en
medio del Areópago» (Hch 17:22). Esto fue después
de haber estado en la sinagoga y en la plaza del
mercado predicándoles «el evangelio de Jesús y la
resurrección». Al ponerse de pie el solitario
evangelista en medio de aquel patio al aire libre,
mientras los dignatarios atenienses reposaban
sobre sus asientos labrados en la piedra, pasaba a
ocupar el principal púlpito de la ciudad. Fue atrevido
su gesto, pero creía que el Señor estaba a su lado, y
que era digno del lugar más exaltado en aquel centro
de filosofía. Pablo consideró esto como un gran
privilegio por causa de su Señor.
IV. La audiencia. «Varones atenienses» (Hch
17:22). Ningún predicador se dirigió jamás a una
congregación más crítica que ésta; ellos dedicaban
su vida a indagar en cada cosa nueva (Hch 17:21). En
los epicúreos se enfrentaba a un grupo de
arrogantes racionalistas, cuyo dios era su vientre;
los estoicos exaltaban la virtud, pero negaban la
responsabilidad humana y el juicio futuro. Ante
estos, Pablo se enfrentaba directamente con la
sabiduría de Sócrates y de Platón, pero ante él
ellos se encontraban cara a cara con la
«sabiduría de Dios». El mundo no conoce a Dios
por la sabiduría.
V. El sermón. No fue leído, sino derramado desde un
corazón ardiente. El tema fue «Él». Así que a Aquel a
quien en ignorancia adoráis, a Él os anuncio. Este
predicador siempre encontraba un atajo hacia Cristo
porque se gloriaba en Él (Gál 6:14). Los
encabezamientos de este maravilloso sermón están
muy claros. Les predicó:
a) La existencia y el poder creador de Dios.
«El Dios que hizo el mundo y todas las
cosas que hay en él», etc. Esto era un
golpe para la teoría epicúrea de evolución
y «azar».
b) El carácter espiritual de Dios (Hch 17:25).
Él no es servido «por manos de hombres».
Es del corazón que mana la vida.
c) La hermandad universal del hombre. «De
una misma sangre ha hecho toda nación
de los hombres».
d) La providencia soberana de Dios. Él ha
prefijado el orden de las sazones (Hch
17:26).
e) La necesidad que el hombre tiene de Dios:
«Que busquen a Dios».
f) La universalidad de la presencia de Dios:
«Ciertamente no está lejos de cada uno de
nosotros» (Hch 17:27; Isa 55:6).
g) Que el mismo Dios es la fuente de toda
vida. «En él vivimos, y nos movemos, y
somos» (Hch 17:28). ¿Cuánto más están
conscientes de esta verdad aquellos cuya
«vida está escondida con Cristo en Dios»?
Entonces vino la aplicación:
a) Algo que no debiéramos hacer: «No
debiéramos pensar que la Divinidad sea
semejante a oro», etc.
b) Algo que debiéramos hacer. Debemos
arrepentirnos, porque «Dios… ahora
manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan» (Hch 17:30);
(a) y «por cuanto ha establecido un día en el
que va a juzgar el mundo con justicia, por
aquel varón a quien designó», Jesucristo
(Hch 17:31; Rom 2:16).
VI. Los resultados.
a) Algunos se burlaban (Hch 17:32). La
doctrina de la resurrección y del juicio
final cortaba las mismas raíces de sus
vidas egoístas y de su falsa filosofía. Lo
que hizo temblar a Félix, les hizo a ellos
burlarse. Cualquier insensato puede
hacer lo mismo.
b) Otros dudaban. «Ya te oiremos acerca de
esto otra vez», dijeron. Vacilaron, y
perdieron su oportunidad, porque nunca
más volvieron a escucharle (Hch 17:33).
c) Algunos creyeron. El Evangelio es poder
de Dios para salvación para todo el que
cree.
“Entre los que escucharon las palabras de Pablo
había algunos en cuyas mentes produjeron
convicción las verdades presentadas; pero no
quisieron humillarse para reconocer a Dios y
aceptar el plan de la salvación. Ninguna
elocuencia de palabras, ni fuerza de argumentos,
puede convertir al pecador. Sólo el poder de Dios
puede aplicar la verdad al corazón. El que se
aparta persistentemente de este poder no puede ser
alcanzado. Los griegos buscaban sabiduría; sin
embargo, el mensaje de la cruz era locura para
ellos porque estimaban su propia sabiduría más
que la que viene de lo alto” (Los hechos de los
apóstoles, pág. 195).
Estudio adicional
“Los que enseñan hoy verdades poco populares
no necesitan desanimarse si en ocasiones no son
recibidos más favorablemente, aun por los que
pretenden ser cristianos, de lo que lo fueron
Pablo y sus colaboradores por la gente entre la
cual trabajaron. Los mensajeros de la cruz deben
velar y orar, y seguir adelante con fe y ánimo,
trabajando siempre en el nombre de Jesús. Deben
exaltar a Cristo como el mediador del hombre en
el santuario celestial, en quien se concentraban
todos los sacrificios de la dispensación del
Antiguo Testamento, y por cuyo sacrificio
expiatorio los transgresores de la ley de Dios
pueden hallar paz y perdón” (Los hechos de los
apóstoles, págs. 186, 187).