Actividad Fisica

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FUNDAMENTOS DE LA ACTIVIDAD FISICA, LA

IMPORTANCIA DEL DEPORTE Y LA VIDA ACTIVA

La OMS define la actividad física como cualquier movimiento corporal producido por
los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía. La actividad física
hace referencia a todo movimiento, incluso durante el tiempo de ocio, para desplazarse
a determinados lugares y desde ellos, o como parte del trabajo de una persona. La
actividad física, tanto moderada como intensa, mejora la salud.

Entre las actividades físicas más comunes cabe mencionar caminar, montar en
bicicleta, pedalear, practicar deportes, participar en actividades recreativas y juegos;
todas ellas se pueden realizar con cualquier nivel de capacidad y para disfrute de
todos.

Se ha demostrado que la actividad física regular ayuda a prevenir y controlar las


enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardíacas, los accidentes
cerebrovasculares, la diabetes y varios tipos de cáncer. También ayuda a prevenir la
hipertensión, a mantener un peso corporal saludable y puede mejorar la salud mental,
la calidad de vida y el bienestar (1).

La práctica de ejercicio físico también ha demostrado tener los siguientes beneficios:

 Mejorar el estado muscular y cardiorrespiratorio.


 Mejorar la salud ósea y funcional.
 Reducir el riesgo de hipertensión, cardiopatías coronarias, accidentes
cerebrovasculares, diabetes, varios tipos de cáncer (entre ellos el cáncer de
mama y el de colon) y depresión.
 Reducir el riesgo de caídas, así como de fracturas de cadera o vertebrales.
 Peso corporal saludable.
 Disminuye niveles de colesterol total y lipoproteínas de baja densidad (LDL)
(el "colesterol malo")
 Aumenta niveles de colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL)

El ejercicio fortalece la musculatura, y, en consecuencia, se pueden realizar tareas


que de otro modo quizá no se podrían llevar a cabo o simplemente se pueden realizar
con mayor facilidad. Cada actividad física requiere fuerza muscular y cierto grado de
movilidad de las articulaciones. La práctica regular de ejercicio puede mejorar ambas
capacidades (2).

El ejercicio estira los músculos y las articulaciones, que a su vez pueden aumentar la
flexibilidad y evitar las lesiones. También puede mejorar el equilibrio al fortalecer
los tejidos circundantes de las articulaciones y del resto de todo el cuerpo, lo que
ayuda a prevenir las caídas. Los ejercicios de mantenimiento del peso corporal, tales
como caminar a paso rápido y el entrenamiento con pesas, fortalecen los huesos y
ayudan a prevenir la osteoporosis. En los casos de artrosis, el ejercicio puede a veces
mejorar la funcionalidad y reducir el dolor, si bien es posible que se tengan que
diseñar pautas personalizadas y evitar los ejercicios que ocasionan una tensión
excesiva sobre las articulaciones, como, por ejemplo, saltar y correr (1).

La Organización Mundial de la Salud (2020) ha mencionado en múltiples ocasiones la


importancia de la actividad física para mantener la salud de las personas. La
inactividad física es considerada como un factor de riesgo de mortalidad. Gracias a la
actividad física se podrían evitar hasta cinco millones de muertes al año. A nivel
mundial, el 28% de los adultos de 18 años o más no eran lo suficientemente activos en
2016 (el 23% de los hombres y el 32% de las mujeres). Esto significa que no se
cumplieron las recomendaciones mundiales de realizar actividades físicas moderadas
durante al menos 150 minutos a la semana, o actividades físicas intensas durante 75
minutos a la semana (3).

En los países de ingresos altos el 26% de los hombres y el 35% de las mujeres no
realizaban suficiente actividad física, en comparación con el 12% de los hombres y el
24% de las mujeres en los países de ingresos bajos. Los niveles bajos o decrecientes de
actividad física suelen corresponderse con países que tienen un producto nacional
bruto alto o en aumento.

La disminución de la actividad física se debe en parte a la inactividad durante el


tiempo de ocio y al comportamiento sedentario en el trabajo y en el hogar. Asimismo,
el aumento del uso de medios de transporte «pasivos» también contribuye a una
actividad física insuficiente.

A nivel mundial, el 81% de los adolescentes de 11 a 17 años de edad no alcanzaron un


nivel suficiente de actividad física en 2016. Las adolescentes realizaban menos
actividades físicas que los adolescentes, y el 85% de ellas frente al 78% de ellos no
cumplían las recomendaciones de la OMS de realizar actividades físicas moderadas a
intensas durante al menos 60 minutos al día (3).

Con relación a los datos mencionados, que reflejan la realidad mundial anterior a la
pandemia, se sospecha que aquellas cifras podrían haberse agravado durante el período
2020-2021.

Al respecto, existen algunos estudios que señalan que las medidas de prevención
sanitaria, introducidas a raíz de la pandemia, podrían haber reducido el tiempo
dedicado a la actividad física y al ejercicio, con el consiguiente desacondicionamiento
físico a los posibles efectos psicológicos y sociales de la falta de actividad física sobre
la población; a la necesidad de implementar programas de rehabilitación cardíaca
para contrarrestar los efectos del aislamiento social durante la pandemia; a la
conservación de buenos niveles de actividad física para reducir los riesgos asociados
con el contagio por Covid-19; a los efectos de la actividad física para la conservación
de la salud mental, neuromuscular, cardiovascular, metabólica y endocrina de la
población; a la necesidad de considerar los niveles personales de actividad física
como signo vital durante la consulta médica. Márquez, recuerda que el 60% de
la población mundial no practica la cantidad necesaria de actividad física para
la salud y que el porcentaje de inactividad física se está incrementando en varios
países ricos y en algunas regiones del mundo, como Latinoamérica y el Caribe.

Debido a la coyuntura actual, es posible presumir la disminución de la actividad física


y el incremento del sedentarismo, el aumento en el consumo de carbohidratos y
alcohol, la disminución de horas de descanso, entre otras, que a mediano plazo,
podrían generar numerosas consecuencias para la salud integral de las personas.

En un estudio realizado en España, se propuso cambios en los hábitos alimentarios


durante el periodo de confinamiento por la
pandemia COVID-19. Los resultados destacan que los cambios más frecuentes se
refieren a mayor consumo de fruta (27%), huevos (25,4%), legumbres (22,5%),
verduras (21%) y pescado (20%) y reducción en el consumo de carnes procesadas
(35,5%), cordero o conejo (32%), pizza (32,6%), bebidas alcohólicas (44,2%),
bebidas azucaradas (32,8%) o chocolate (25,8%), con algunas diferencias sobre todo
en función de la edad y el grado de adecuación de la dieta usual. Un 14,1% que
habitualmente no cocina, lo hace en este periodo. El 15% no realiza ejercicio físico,
24,6% pasa sentado más de 9 horas diarias y el 30,7% de las personas fumadoras
(14,7%) fuma más. Un 37% refiere no dormir bien. Entre las conclusiones se
menciona que los participantes en este estudio refieren cambios alimentarios en el
periodo de confinamiento en España con tendencia hacia mayor consumo de
alimentos saludables, menor consumo de alimentos de menos interés nutricional y
aumento de la práctica de cocinar en casa (4).

Finalmente, si se toman como base las recomendaciones de la OMS (2020), en las que
se señala que los adultos de 18 a 64 años deben practicar entre 150 y 300
minutos de actividades físicas aeróbicas moderadas, o entre 75 y 150 minutos de
actividades físicas aeróbicas intensas por semana, el 58,1% y el 65% de los
participantes en el estudio se encuentra por debajo del rango temporal de actividad
física intensa y moderada, respectivamente. A ello se debe sumar que el 85,1% y el
91% no alcanza los 5 días aconsejados de actividad intensa o moderada por
semana, y que el 83,9% de los encuestados han permanecido sentados entre 4 y
más de 10 horas, completando los ingredientes básicos para el desarrollo de
enfermedades no transmisibles (cardiovasculares, cáncer y diabetes), depresión,
ansiedad, entre otras (4).
Se deben adoptar medidas para ofrecer a todas las personas más oportunidades de estar
activas. Ello requiere un esfuerzo colectivo, tanto en el ámbito nacional como en el
local, en diferentes sectores y disciplinas para aplicar políticas y soluciones adecuadas
al entorno cultural y social de un país a fin de promover, posibilitar y fomentar la
actividad física.

Las políticas para aumentar la actividad física tienen como objetivo garantizar que:

 Caminar, montar en bicicleta y otras formas de transporte activo no motorizado


sean accesibles y seguras para todos;
 Las políticas relativas al empleo y el lugar de trabajo fomenten los
desplazamientos activos y las oportunidades de realizar actividades físicas
durante la jornada laboral;
 La puericultura, las escuelas y las instituciones de enseñanza superior
proporcionen espacios e instalaciones de apoyo seguros para que todos los
estudiantes pasen su tiempo libre activamente;
 Las escuelas primarias y secundarias proporcionen una educación física de
calidad que ayude a los niños a desarrollar pautas de comportamiento que los
mantengan físicamente activos durante toda su vida;
 Los programas de base comunitaria y de deporte escolar ofrezcan
oportunidades adecuadas para todas las edades y capacidades;
 Las instalaciones deportivas y recreativas ofrezcan oportunidades para que
todos accedan y participen en una variedad de deportes, bailes, ejercicios y
actividades recreativas.
 Los dispensadores de atención de salud aconsejen y apoyen a los pacientes para
que realicen regularmente actividades físicas (1).

En 2018, la OMS, puso en marcha un nuevo plan de acción mundial sobre actividad
física 2018-2030 en el que se esbozan cuatro esferas de acción en materia de políticas
y 20 recomendaciones y medidas de política concretas para los Estados Miembros, los
asociados internacionales y la OMS, a fin de aumentar la actividad física en todo el
mundo. En el plan de acción mundial se pide a los países, las ciudades y las
comunidades que adopten una respuesta integral del sistema en la que participen todos
los sectores y las partes interesadas adoptando medidas a nivel mundial, regional y
local para proporcionar entornos seguros y propicios y más oportunidades para ayudar
a las personas a que aumenten sus niveles de actividad física.

En 2018, la Asamblea Mundial de la Salud acordó una meta mundial para reducir la
inactividad física en un 10% para el año 2030 y alinearse con los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS). Los compromisos contraídos por los líderes mundiales
de preparar ambiciosas respuestas nacionales a los ODS ofrecen la oportunidad de
reorientar y renovar las iniciativas para promover la actividad física (1).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
1. OMS. Actividad física. Ginebra: OMS; 2022. Disponible en:
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/physical-activity

2. Ordóñez Guamán, S., Higuera Aguirre, E., & Pozo Prado, M. Intensidad,
frecuencia y duración de la actividad física durante la pandemia en
Ecuador. MLS Sport Research. 2021; 1(2).
https://doi.org/10.54716/mlssr.v1i2.912

3. Fletcher GF, Ades PA, Kligfield P, et al: Exercise standards for testing and
training: A scientific statement from the American Heart
Association. Circulation 128(8):873-934, 2013. doi:
10.1161/CIR.0b013e31829b5b44

4. Pérez C, Gianzo M, Gotzone B , Ruiz F, Casis L, Aranceta J. Cambios en los


hábitos alimentarios durante el periodo de confinamiento por la pandemia
COVID-19 en España. Rev Esp Nutr Comunitaria 2020; 26(2). DOI
10.14642/RENC.2020.26.2.5213

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