Qué Tan Grande Es El Amor de Dios

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¿Qué tan Grande es el Amor de Dios?

– Bosquejo Juan 3:16

El presente estudio de «¿Qué tan Grande es el Amor de Dios?» nos mostrará lo que es realmente
el amor de Dios. Esta es una experiencia que nos llevará de la mano a una de las partes más
sublimes de la Biblia. Muchos lo hemos leído tantas veces que lo podemos de memoria pero no
hemos reflexionado en la grandeza de este amor.

Tema: El amor de Dios

Complemento: Porque de tal manera amó Dios al mundo.

Introducción: En este pasaje de Juan, considerado el pasaje más importante de toda la Biblia. Juan
declara la verdad más importante para todo ser humano, porque nos enseña la grandeza del amor
de Dios, que estuvo dispuesto a darnos a su Hijo para demostrarnos que tanto nos ama.

Ilustración: La película de John Q, en esta película el artista principal está dispuesto a que le
saquen el corazón para salvar a su hijo pequeño. Esto nos demuestra que nosotros, a lo sumo, sí
podríamos dar nuestra vida por un hijo, pero, ¿estaríamos nosotros dispuestos a dar la vida de uno
de nuestros hijos para salvar a un asesino, a alguien malo, hablemos de personas que han
cometido los pecados más grandes del mundo, ¿estaríamos dispuestos a dar la vida de uno de
nuestros hijos?

¿Por qué inicia Juan con esta frase “Porque”? ¿Qué significa “de tal manera”?

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I. «¿Una afirmación gloriosa?»

Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

El infinito amor de Dios se manifestó de una forma infinitamente gloriosa. Este es el tema del texto
de oro que se ha hecho tan querido a los hijos de Dios. Este versículo arroja luz sobre los
siguientes aspectos de dicho amor:

1. Su carácter (Porque de tal manera amó),

2. a) Cuando Juan dice “Porque de tal manera” se está llegando a una conclusión de lo que
venía hablando Jesús anteriormente, o sea este es el resumen del contexto de este
versículo desde Juan 3:1 al 3:12, como sabemos la lección comienza con la visita de
Nicodemo de noche y por todo lo antes dicho Juan dice: “Porque…” podemos decir llega a
esta conclusión. Quiere decir en resumidas cuentas…, y nos demuestra:

3. Su autor (Dios),

4. Su objeto (el mundo),


5. Su don (el Hijo, el unigénito), y

6. Su propósito (que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna).

La conjunción «porque» establece una relación que no es casal entre este versículo y el anterior.

Podríamos parafrasearlo así: el hecho de que sólo por medio de Cristo se puede obtener la vida
eterna (véase versículo 15), se ve claramente en que le plació a Dios conceder este supremo don
solamente a los que ponen su confianza en Él (versículo 16).

II. ¿Qué nos demuestra Juan en este versículo?

¿Qué quiere Dios que entendamos?

1. El carácter de Dios.

La frase “de tal manera”, teniendo en cuenta lo que sigue, debe interpretarse con este significado:
en un grado tan infinito y en forma tan trascendentemente gloriosa. Se enfatiza mucho este
pensamiento.

«De tal manera amó». El tiempo que se usa en el original (el aoristo ἠγάπησεν) muestra que el
amor de Dios en acción, el cual se remonta hasta la eternidad y fructifica en Belén y en el Calvario,
se considera como un hecho grande, central y único. Aquel amor era rico y verdadero, lleno de
comprensión.

2. Su autor divino.

De tal manera amó Dios (en el original lleva el artículo: ὁ θεός, tal como en 1:1 donde, como
dijimos, se indica al Padre). Para obtener una idea de la deidad, nunca se debe sustraer del
concepto popular tantos atributos como sean posibles hasta que literalmente no quede nada. Dios
es plenitud de vida y plenitud de amor. Tómense todas las virtudes humanas; eléveselas entonces
al infinito, y se percibirá que por muy grande y gloriosa que sea la imagen total que se forme en la
mente, no será más que una mera sombra del amor y la vida que existen eternamente en el
corazón de Aquel cuyo mismo nombre es amor. Y el amor de Dios siempre precede a nuestro
amor (1 Jn. 4:9, 10, 19; cf. Ro. 5:8–10), y lo hace posible.

3. Su objeto.

El objeto del amor de Dios es el mundo. (Véase 1:10 y la nota 26 en donde se han resumido los
diversos significados.) ¿Qué significa exactamente aquí en 3:16 este término?

Nuestra respuesta es:

a) Las palabras “todo aquel que en el cree” indican claramente que no se refiere a aves y plantas
sino a la humanidad. Cf. también 4:42; 8:12; 1 Jn. 4:14.
b) Aquí, sin embargo, no se entiende a la humanidad como el reino del mal, que está en rebeldía y
abierta hostilidad contra Dios y Cristo (significado 6 de la nota 26), ya que Dios no ama el mal.

c) Tal como aquí se usa, el término mundo significa la humanidad que, aunque cargada de pecado,
sujeta al juicio, y necesitada de salvación (véase versículo 16b y 17), sigue siendo objeto del
cuidado de Dios. La imagen de Dios se refleja todavía, hasta cierto punto, en los hijos de los
hombres. La humanidad es como un espejo. Originalmente este espejo era muy hermoso, una
obra de arte. Pero, sin ninguna culpa del Hacedor, ha quedado horriblemente manchado. Su
creador, no obstante, aún reconoce su propia obra.

d) Teniendo en cuenta el contexto y otros pasajes en que se expresa un pensamiento similar, es


probable que en 3:16 esta palabra indique la humanidad caída en un sentido internacional:
hombres de toda tribu y nación; no sólo judíos sino también gentiles. Esto concuerda con el
pensamiento expresado repetidas veces en el cuarto Evangelio (incluyendo este mismo capítulo)
que revela que la ascendencia física no tiene nada que ver con la entrada en el reino de los cielos
(1:12, 13; 3:6; 8:31–39

4. Su don.

“… que dio a su Hijo, el unigénito”. El original dice literalmente: “que a su Hijo, el unigénito, dio”.
Todo el énfasis recae en la asombrosa grandeza del don; por esa razón, en esta cláusula el
complemento directo precede al verbo. El verbo dio se debe tomar en el sentido de, dio para
morir como ofrenda por el pecado (cf. 15:13; 1 Jn. 3:16; especialmente 1 Jn. 4:10; Ro. 8:32: el dio
de Juan es el no escatimó de Pablo). Véase 1:14 para el significado de unigénito. Téngase en
cuenta que el artículo que precede a la palabra Hijo se repite delante de unigénito. De este modo
tanto el sustantivo como el adjetivo quedan reforzados.

Parece como si oyésemos el eco de Génesis 22:2: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien
amas…” El don del Hijo es la culminación del amor de Dios (cf. Mt. 21:33–39).

5. Su propósito.

“… para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Dios no ha dejado a
la humanidad abandonada. Amó al mundo de tal forma que dio a su Hijo, al unigénito, con este
propósito: que los que lo reciben con confianza y fe permanentes tengan vida eterna. Aunque el
evangelio es anunciado a hombres de toda tribu y nación, no todo el que lo oye cree en el Hijo.
Pero todo aquel que cree—sea judío o gentil—tiene vida eterna.

Las palabras “… no se pierda” no significan simplemente: no pierda la existencia física; ni tampoco


quieren decir: no sea aniquilado. Como indica el contexto (versículo 17), la perdición de que habla
este versículo se refiere a la condenación divina, completa y eterna, de forma que el condenado
queda expulsado de la presencia del Dios de amor y mora eternamente en la presencia de un Dios
de ira, estado que, en principio, empieza ahora aquí pero que no alcanza su completa y terrible
culminación, tanto para el cuerpo como para el alma, hasta el día de la gran consumación.
Obsérvese que perderse es el antónimo de tener vida eterna.
“… mas tenga vida eterna”. (Sobre el significado de vida véase 1:4). La vida que pertenece al
futuro, al reino de la gloria, pasa a ser posesión del creyente aquí y ahora; es decir, en principio.
Esta vida es salvación, y se manifiesta en la comunión con Dios en Cristo (17:3); en la participación
del amor de Dios (5:42), de su paz (16:33), y de su gozo (17:13). El adjetivo eterna (αἰώνιος)
aparece 17 veces en el cuarto Evangelio, y 6 veces en 1 Juan, siempre acompañando al sustantivo
vida. Indica, como ya hemos hecho notar, una vida que es diferente en calidad de la vida que
caracteriza a esta era presente. Sin embargo, tal como se les usa aquí en 3:16, el nombre y el
adjetivo tienen también un sentido cuantitativo: se trata realmente de una vida eterna, que nunca
termina.

Para recibir esa vida eterna se debe creer en el unigénito Hijo de Dios. Pero es importante darse
cuenta de que Jesús menciona la necesidad de la regeneración antes de hablar acerca de la fe (cf.
3:3, 5 con 3:12, 14–16). La obra de Dios dentro del alma siempre precede a la obra de Dios en que
el alma coopera (véase especialmente 6:44). Y puesto que la fe es, por consiguiente, el don de
Dios (no sólo para Pablo, Ef. 2:8, sino también en el cuarto Evangelio), su fruto, la vida eterna, es
también el don de Dios (10:28). Dios dio a su Hijo; Dios nos da la fe para aceptar al Hijo; y él nos da
la vida eterna como recompensa por el ejercicio de esa fe. ¡A él sea la gloria por siempre jamás!

II. Conclusión: ¿Que podemos decir después de todo lo expuesto en esta expresión gloriosa?.

¿Cómo es el amor de Dios? ¿Cómo nos ha amado? ¿Qué tan grande es su Dios? ¿De qué manera
nos ama? ¿Le amamos nosotros como él nos ama?.

La respuesta es: Dios es el amor, sin Él no habría amor de parte de nadie, ya que este es uno de los
atributos comunicables de Dios, el poco amor que nosotros tenemos es solo un eco o reflejo del
amor de Dios. ¿Crees tú esto? ¿Estarías dispuesto a recibir a Jesús como tu Señor? Que es el
mismo Dios que por su amor se encarnó para darnos el regalo más grande que podemos tener en
la vida que es la salvación.

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