Santiago Valla - Objeto α y goce (Final)
Santiago Valla - Objeto α y goce (Final)
Santiago Valla - Objeto α y goce (Final)
CÁTEDRA: PSICOANÁLISIS II
AÑO: 2024
Introducción
Para ello será necesario articular estos conceptos con otros términos:
sujeto, otro, Otro, deseo, significante, fantasma.
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Algunas consideraciones sobre el objeto α
Para entender esto Jacques Lacan nos invita a pensar cómo se juega ese
Otro en la historia de Hamlet: donde aparece un padre, en forma de espectro,
con un fuerte mandato superyoico: “tienes que vengar mi muerte”; y se suma a
dicho asunto Gertrudis, una madre genital que le obtura al príncipe de Dinamarca
la posibilidad de hacer su duelo.
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actitud femenina frente a Dios, a sentirse mujer de Dios, porque Dios se lo pide.
Hay una determinación lineal del Otro hacia el sujeto. Schreber tiene que ser
mujer de Dios y no puede ser otra cosa. Freud lo situaba en estos términos:
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En cambio, desde la enseñanza de Jacques Lacan, el Otro tiene un
estatuto distinto, se encuentra barrado, es decir, la castración es siempre primero
en el Otro y luego esta misma se ve reflejada en el sujeto. Por ende, si al Otro le
falta, es un Otro que determina al sujeto a través de un punto de indeterminación.
El sujeto se constituye en ese punto de indeterminación. Indeterminación que
implica un cálculo imposible de realizar respecto a qué soy para el Otro (salvo el
fantasma) y con las consecuencias de la imposibilidad de dicho cálculo. Se trata,
entonces, de un Otro que no me dice qué soy para él.
(…) el Otro está allí como inconciencia constituida en cuanto tal. El Otro
concierne a mi deseo en la medida de lo que le falta. Es en el plano de lo
que le falta sin que él lo sepa donde estoy concernido del modo que más se
impone, porque para mí no hay otra vía para encontrar lo que me falta en
cuanto objeto de mi deseo. Por eso para mí no sólo no hay acceso a mi
deseo, sino tampoco sustentación posible de mi deseo que tenga referencia
a un objeto, cualquiera que sea, salvo acoplándolo, anudándolo con esto, el
$, que expresa la necesaria dependencia del sujeto respecto al Otro en
cuanto tal.
Este Otro es, por supuesto, el que a lo largo de los años creo
haberlos entrenado para distinguirlo a cada momento del otro, mi semejante.
Es el Otro como lugar del significante. Es mi semejante entre otros, pero sólo
en tanto que es también el lugar donde se instituye como tal el Otro de la
diferencia singular del que les hablaba al principio. (Lacan, 2016, p. 32-33)
¿Qué es lo que realmente le falta al Otro? Lo que le falta al Otro tiene que
ver con el “α”. ¿Soy un “α” para el Otro?, ¿qué es lo que todo el tiempo intenta
hacer el neurótico? El neurótico le pregunta todo el tiempo al Otro “¿Qué me
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El cortejo de las mantis religiosas puede ser una aventura peligrosa: se ha documentado que las
hembras arrancan la cabeza y devoran las partes del cuerpo de los machos con los que se aparean.
Recuperado en: https://www.nationalgeographic.es/animales/2018/09/todo-lo-que-necesitas-
saber-sobre-las-mantis-religiosas
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quieres?” Y como el Otro no le dice qué es para él, intenta darle una imagen a
aquello que al Otro le falta. Lee la falta del Otro con su fantasma.
Por otro lado, el fantasma funciona como sostén del deseo. Esa imagen
que antes mencionamos, al mismo tiempo, permite situar una distancia entre el
sujeto y el deseo del Otro para que el sujeto siga deseando. Entre el sujeto y el
Otro está el objeto como enigma. Preserva el lugar operatorio de la falta, del
vacío.
El fantasma, entonces, se puede pensar como los lentes con los que un
sujeto mira el mundo. Se trata de una lectura, un sentido, que el sujeto le da a
falta del Otro. De allí se desprende la idea del fantasma como marco que
Jacques Lacan hace alusión en el Seminario 10, “pueden recordar la metáfora
que empleé, la de un cuadro que viene a situarse en el marco de una ventana”
(Lacan, 2016, p. 85), apoyándose en la famosa obra de arte de René Magritte:
“La condition humaine” (La condición humana). Nos preguntamos, ¿qué
enmarca el fantasma? La posición del sujeto frente al deseo del Otro. El cuadro
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que se apoya sobre la ventana posibilita una lectura, una imagen, de lo que al
Otro le falta.
Ahora bien, decíamos, gracias a que “no sé qué soy para el Otro” es que
deseo, es decir, a partir de que el Otro no me dice qué soy es que puedo elaborar,
construir o “hacer un rodeo” como decía Freud y generar una posible respuesta.
Dicha respuesta, ¿nos lleva a pensar el goce fálico del neurótico?
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Aproximaciones al concepto de goce
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significante, un plus de goce que se pierde y un goce fálico articulado al deseo
que se “cobra” pero que no recupera todo ese “plus de goce” que se inscribe
como pérdida.
Jacques Lacan afirma que el goce no tiene entidad por sí mismo, sino que
podemos encontrarlo en el entretejido, en las coordenadas del discurso. Por su
parte, Luciano Lutereau (2018) afirma que el goce en la experiencia analítica,
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situado y, si puede decirse así, cuadriculado, por la función del plus de goce.
(p. 79)
Leemos una articulación entre el goce fálico prohibido y la función del plus
de goce, como lo que se aporta para suplir ese goce fálico prohibido. Suplir nos
indica un reemplazo o una sustitución a algo o a alguien en sus funciones, puesto
que no podemos concebir al goce como completo.
Respecto del falo, ubica que el privilegio de este es que su goce puede
aislarse y puede pensarse como excluido. Ahora bien, la cuestión es articular lo
que sucede con esta exclusión fálica en el juego del deseo. Teniendo en cuenta
que el deseo es planteado como la presencia de la falta. En palabras de Luciano
Lutereau (2018), “el goce en el hombre se encuentra afectado por el significante
y, por lo tanto, al poder hablar de ello, no hay más que reconocerlo en pérdida”
(p. 400).
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Referencias bibliográficas
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