Discernimiento y Virtud

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 48

Seminario Nacional

Nuestra Señora de la Asunción


Etapa de la configuración
P. Alex Guantá

10. El discernimiento y
La Virtud

año formativo 2024


0. Introducción

Cuando hablamos de la conciencia, dijimos 2 cosas:

 Es el juicio de la razón por el cual el individuo determina


la cualidad moral de un acto que ha hecho, está
haciendo o piensa hacer. ---- Juicio

 Para que ese juicio sea objetivo, la conciencia debe


confrontarse con la verdad. Por ello, basados en GS, 16
dijimos que la conciencia es el núcleo más secreto y el
sagrario del hombre, en que éste se siente a solas con
Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de su
ser.

¿Para qué necesita la conciencia encontrarse con Dios?


Para confrontarse con la verdad-Dios- (Jn, 14) y descubrir
cuál es su voluntad.
Si el objetivo es cumplir la voluntad de Dios, la voluntad puede cumplirse de dos
modos:
- De modo mecánico o natural como mera repetición de actos inconscientes
- De modo consciente, constructivo y transformativo = virtuoso

Para descubrir en que realidad me desenvuelvo, es necesario el


discernimiento.

1. EL DISCERNIMIENTO:
Es la capacidad de tomar, en una situación concreta, la
decisión adecuada, conforme al evangelio, dentro de la
historia de salvación, en la que el Espíritu santo representa
un elemento decisivo.

Se destacan acá tres elementos importantes:


i. La necesidad de tomar una decisión adecuada.
ii. En una situación concreta
iii. Conforme al evangelio y bajo la acción del E.S.
El Objetivo del discernimiento es identificar la voluntad humana con la voluntad de
Dios. Al respecto, S. Pablo dirá:

“No se acomoden al mundo presente, antes bien, transfórmense


mediante la renovación de su mente, de modo que puedan
distinguir cual es la voluntad de Dios, lo agradable, lo
perfecto.” (Rm. 12,2)

¿Cómo alcanzar este objetivo?


A partir de la respuesta a otra pregunta: ¿Bajo qué ley/criterio
actúo?

Para S. Pablo habla de dos tipos de ley: La ley de la ley y la ley


del espíritu.
- Mediante la ley de la ley: El que actúa bajo este parámetro
actúa con/bajo coacción y no en libertad. Hago esto o aquello,
no porque quiero sino porque debo, porque la ley me lo manda.
¿Cuál es la dificultad del cumplir por cumplir? que cumplimiento mecánico o
automático de algo no transforma sino oprime.

A partir de lo anterior S. Pablo afirmará:


“La ley no justifica a nadie ante Dios sino que lo que justifica es
la fe” (Ga. 3,10-11) y que, “si estamos conducidos por el Espíritu,
no estamos bajo la ley” (Ga. 5,18)

Lo que S. Pablo quiere enseñar es que quien se limita a cumplir la


ley, vive bajo una imposición, y no a partir de un encuentro o la
experiencia. A esta ley llamamos la ley del espíritu.

Bajo este presupuesto escribirá:


“No han recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor,
sino un espíritu de hijos adoptivos para clamar ¡‘Abbá’, Padre! Y
ese mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que
somos hijos de Dios.”
En definitiva, en el pensamiento de Pablo, El Discernimiento es la búsqueda
constante de aquello que agrada a Dios: “discernir cual es la voluntad de
Dios: lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto. (Rm 12, 2)

Si el discernimiento tiene como objetivo la configuración de


la voluntad humana con la voluntad divina, este proceso de
configuración implica tres elementos:

 La experiencia, como punto de partida.

 La decisión como desapego a las criaturas y adhesión a


Dios.
 La elección en una situación concreta de lo bueno, lo
perfecto.
2. El discernimiento ético.

Del discernimiento paulino nace discernimiento ético

Se llama discernimiento ético a la capacidad que el hombre


tiene, bajo la acción del Espíritu Santo, de tomar en
cualquier situación concreta, una decisión moral conforme al
Evangelio.

Según esto, las decisiones éticas en la vida cotidiana no


consisten tanto en optar entre un mal y un bien sino en la
ejecución de un bien y el rechazo de un mal en una
situación real. (Cf. STh. I-II. q. 14, a.1)

En sentido más estricto, elegir entre el bien (a secas) y bien


mejor (Lc. 10,42)
Para que un discernimiento pueda catalogarse como fruto de una decisión ética
debe reunir tres condiciones:

La deliberación: se llama deliberación a la búsqueda y


aceptación de los valores que entran en juego en una
situación concreta.

El juicio: llamamos juicio al reconocimiento del valor que


se desprende de la norma y que el entendimiento percibe
como bueno o malo y cuyo oficio es iluminar el
entendimiento.
En este sentido el juicio hace referencia a la aplicación de
un valor en un momento concreto.

La actuación: es el resultado de la deliberación y el juicio.


3. LA VIRTUD

El CEC n, 1003 dice que “la virtud es la disposición habitual


y firme de hacer el bien y que permite a las personas no solo
realizar actos buenos sino dar lo mejor de sí mismos.”

Aunque la definición proviene de Sto. Tomás quien definía


virtud como “habito operativo bueno” (STh II-II, q.55, aa. 1-3),
la definición encierra un riesgo:

Riesgo: equiparar/comprender/igualar o poner al mismo nivel


el termino latino habitus con el término castellano
costumbre.

El problema es que según la RAE hábito es “una costumbre


adquirida por la repetición de actos de la misma especie.”
¿Por qué una costumbre adquirida no puede ser un habitus/virtud?

Para que acción se convierta en hábito necesita voluntad


y consciencia. Si estos dos elementos no aparecen, el acto
aprendido sería una actos humanos mecánicos o
automáticos pero no un acto humano en sentido propio.

Cuando se habló del Acto Humano, se hizo una distinción


entre actos naturales, actos del hombre y actos humanos.

Desde esta perspectiva la virtud (entendida como hábito


operativo bueno) es virtud solo cuando el sujeto imprime a
un acto bueno determinado: esfuerzo, voluntad y
constancia y como resultado experimenta gozo o
satisfacción.
Cuando en un acto aprendido el sujeto no llega a experimentar gozo y satisfacción, más
que hablar de un acto virtuoso, se hablaría de una automático o repetitivo que no solo no
causa gozo sino que no hace bueno a quien lo practica.

La virtud como acto intelectivo.


Desde el punto de vista intelectivo y siguiendo a Aristóteles, Sto.
Tomas dirá que la virtud es un hábito electivo que consiste en
un término medio relativo a nosotros, y que está regulado
por la recta razón en la forma que lo regularía el hombre
verdaderamente prudente. (Et. Nic. II, 6, 1106 b36; 1107, a.2)

Según esto, para que un acto sea virtuoso se necesitan dos


cosas:
- Una operación intelectiva que me haga elegir el bien.
- Tener presente el influjo de las pasiones.
a. La operación electiva del intelecto

Si la virtud es una acto humano, para una acción sea virtuosa


necesita de la conciencia y la razón.

¿Por qué es importante decir que la virtud es fruto de la


conciencia y la razón?
Porque la virtud no es únicamente una operación intelectual
sino también acción electiva que implica no solo conocimiento
sino también voluntad que ayuda a elegir y tomar una decisión.

Si la virtud fuera solo una operación intelectual bastaría solo el


conocimiento del bien para realizarlo y el conocimiento del
mal para evitarlo. (afirmación socrática)
¿Basta solo conocer el bien para hacerlo y el mal para
evitarlo?
Por ello se dice que a virtud implican una decisión -viciada si
se quiere- pero implica una decisión.
Ejemplo…

Ud. entra a un restaurante y tiene dos posibilidades: elegir


entre un pichel de horchata bien preparado que no le hará
daño o una botella de wiski que no solo lo podría marear sino
también podría provocarle un accidente de regreso a su casa.

Ante este dilema (no basta conocer que la horchata es buena y


el wiski no tanto) es necesario elegir entre uno y otro.

A esta operación decisiva de optar o elegir lo correcto aquí y


ahora y en distintas circunstancias se llama virtud (de allí la
definición hábito operativo bueno/prudente)

Por ello se dice que la virtud nace, crece y se consolida a


partir de una operación electiva e intelectual.
b. La influencia de las pasiones en la elección.

Si se dice que la virtud es una operación electiva del


intelecto, hay que decir también que las pasiones
pueden influenciar/manipular al intelecto.
Según esto; al momento de elegir, la conciencia (cuyo
objetivo es conocer la bondad o maldad de las cosas) puede
realizar una operación electiva condicionada por las
pasiones.

Las pasiones: son movimientos del apetito sensitivo del


hombre que tienden a la consecución de algún bien o
evitación de un mal real o aparente.

Siguiendo a Aristóteles Sto. Tomás decía: muchas veces lo


placentero hace que las cosas parezcan buenas y lo
doloroso o insípido, malo y no siempre es así.
Volvamos al ejemplo de la horchata y el wiski…

Usted entra nuevamente al restaurante solo que esta vez


con sus cuates y en las fiestas de fin de año. Al llegar, tiene
otra vez dos posibilidades: elegir entre un pichel de
horchata bien preparado que no alterará su naturaleza para
celebrar el fin de año o una botella de wiski que le hará
entrar en honda y pasar un fin de año “alegre”.

¿Qué pasa en esta situación?, desde el punto de vista del


apetito sensible, la horchata es mala porque no hace entrar
en honda. En cambio, el wiski es bueno porque si lo hace…

Desde esta perspectiva… la virtud moral (entendida como


hábito operativo) más que una inclinación natural es la
capacidad de regular la acción humana de acuerdo con
la recta razón y no a los movimientos de las pasiones.
Un segundo elemento del ejemplo sería:

¿Verdaderamente es malo tomarse un trago de wiski? Objetivamente hablando


NO.

Entonces… en este caso ¿también podría haber virtud?

Si. Y consistiría en saber dominar mi apetito sensitivo y no


dejarme dominar por él. Dejarse dominar por los apetitos
sensitivos sería realizar una elección viciada.

En base a esto se dice que:

La virtud moral no consiste, pues, ni en vivir según la


máxima del placer ni en evitar todo movimiento en pos
de lo agradable, sino en encontrar en justo medio que no
exceda la medida de la razón.
4. EL VICIO

Si la virtud es la disposición habitual y firme de hacer el


bien, el vicio es un desorden de la persona, que inclina
sus propias potencias no en la búsqueda del bien sino del
mal o un hábito que inclina y lleva a alguien al pecado.

Etimológicamente hablando, el término vicio viene del latín


vitium, y significa “falla” o “defecto”, es decir la
indisponibilidad de la persona, en relación a su naturaleza y
al fin al cual está ordenado. (Cf. STh I-II q. 71, a.1)

El CEC dirá que el vicio es fruto del pecado, por ello afirma:
“El pecado arrastra al pecado y genera el vicio, por la
repetición de los mismos actos. De allí resultan las
inclinaciones perversas, que oscurecen la consciencia y
corrompen la apreciación concreta del bien y del mal.” (n,
1856)
5. ETIMOLOGÍA DE LA VIRTUD

La palabra virtud, proviene del latín virtus, virtūtis, y se deriva


del vocablo latín vir, que significa ‘varón’, ‘hombre’, pues se
refiere a la cualidad del valor, asociada a lo masculino. Es
decir, la capacidad de vivir la vida con fortaleza y sin miedo al
dolor y la muerte.

El término griego para referirse a ella era Areté que expresaba


la cualidad fundamental de una persona que, en su
comportamiento, dejaba traslucir/reflejar su nobleza y su
buena educación.

Desde esta perspectiva se dice que el objetivo de la virtud es:


indicar el camino que lleva a la realización integral de la
persona. Al respecto, Sto. Tomás decía: la “virtud es la que
hace bueno al sujeto que la posee y a sus actos.” (S.Th I-II,
q.55, a.3)
LA VIRTUD EN LA S.E.

En el hebreo original de la S.E. no existe la palabra virtud. El termino


comienza a aparecer con la traducción de la SE de la lengua griega a la
latina.

La vulgata al traducir el texto bíblico del griego al latín lo que hace es


traducir por virtus tres términos griegos: dynamis, isjys y areté.

Mientras en el AT Dynamis y isjys: hacían referencia a la fuerza y


poder que Dios otorga al hombre para hacer el bien (Cf. Sal 17,33; Sb
1,3)
En El NT. Dynamis designa más bien la fuerza divina que actúa en
Jesús. (Mt, 7,22; Mc. 6,5; Lc 5,18).

Areté: Se usó para hablar de una superioridad de tipo moral que e


implica obrar de modo correcto. (Sb. 5,13; 8,7), pero no se utilizó en
el NT.
6. LA VIRTUD Y LA VIDA MORAL

Si la virtud es una cualidad buena por la cual la persona vive


rectamente, el objetivo de la virtud es ayudar al ser
humano/cristiano a vivir una vida según el Evangelio.

Para ello, el cristiano está llamado a descubrir que la vida


moral no consiste en el cumplimiento ciego y escrupuloso de
una ley/normas, sino en la adecuación libre, voluntaria y
consciente de la vida al Evangelio.

Veritatis Splendor 10 hablando de la vida moral dirá: “La


vida moral se presenta como la respuesta debida a las
iniciativas gratuitas que el amor de Dios multiplica en favor
de hombre. Es una respuesta de amor.”
¿Qué está a la base de esta respuesta?

La experiencia personal de un pueblo con su Dios: “Escucha Israel:


el Señor, nuestro Dios, es uno solo. Amarás al Señor tu Dios, con todo
el corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.”

Lo que enseñaba Benedicto XVI, “No se comienza a ser cristiano


(entiéndase con esto a vivir de un modo concreto) a partir de una
decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la
vida y, con ello, una orientación decisiva.” (DCE, 1).

Finalmente, el modelo de vida moral por excelencia es Cristo. Su


vida, sus acciones y palabras, unidas a la asistencia del E.S. se
convierten en la fuente y la fuerza de la vida moral de la criatura
nueva. San Pablo dirá: “Si han resucitado con Cristo, busquen las
cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.
Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la
tierra” (Col. 3,1-2)
7. CLASIFICACIÓN DE LAS VIRTUDES

El CEC n,1803 enseña que las virtudes son disposiciones firmes


y habituales que permiten al hombre hacer cosas buenas y dar
lo mejor de sí mismas. Su objetivo: hacer virtuso al hombre para
que llegue a ser semejantes a Dios. (San Gregorio de Nisa)

Aunque la definición es del CEC, la virtud no es una realidad


estrictamente religiosa. (En nuestra sociedad hay gente que sin
ser religiosa es virtuosa)

La virtud ajena a la religión es posible porque en su conjunto


existen dos grandes clasificaciones de virtud: Las virtudes
infusas o teologales y las virtudes naturales o adquiridas, y
entre ellas las así llamadas virtudes cardinales.
a. Las virtudes humanas

Al referirse a ellas, el CEC, n, 1804 dirá que se llaman


virtudes humanas a “las actitudes firmes y estables del
entendimiento y la voluntad que regulan nuestros actos,
ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la
razón y la fe”

Según esta definición las virtudes humanas tienen tres


características:
 Actitudes firmes y estables – no inestables o esporádica,
sino permanentes
 Su objetivo es regular nuestros y pasiones. Ofrecen una
orientación
 Orientan según la razón y la fe: significa que no son
producto de automatismo sino del conocimiento; actos
eminentemente humanos
Como las virtudes humanas son adquiridas, el hombre puede cultivarlas y adquirirlas
mediante la ejecución de actos moralmente buenos (CEC, 1804)

Aparte de la ejecución de actos moralmente buenos, el cultivo


de estas virtudes implica dos movimientos:

 Disponer y orientar todas las potencias del ser humano la


consecución de lo bueno, justo y recto desde la razón.
 Pero como esto no es fácil, implica abrirse a la gracia de Dios
para que ella facilite su ejecución, las purifique y eleve a un
orden superior. (CEC 1810-1811)

Dentro del conjunto de las virtudes humanas, en base al papel


fundamental que desempeñan en la vida, pues son la base piedra
angular de las demás virtudes, sobresalen 4: las así llamadas
virtudes cardinales.
b. Las virtudes cardinales.

Se llaman virtudes cardinales a las cuatro principales


virtudes sobre las que giran o descansan las otras virtudes
morales. Ellas son: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza. (Cf. CEC, 1805)

Según esta def. son cardinales por 2 razones:


 Porque son la piedra angular o el fundamento de las
demás virtudes humanas.
 Porque todas las demás giran y se agrupan en torno a
ellas.

Hablando de ellas, la S.E. Dice: ¿Amas la justicia? Las


virtudes son el fruto de su esfuerzos; pues enseñan la
templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza.” (Sb
8,7)
b.i. La prudencia

El CEC en el n, 1806 define la prudencia como “la virtud que


dispone/prepara a la razón práctica a discernir en toda
circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios
para realizarlo.”

La prudencia No es un acto de cobardía (huir de la tentación


o el error) sino la correcta percepción del bien y el camino
que lleva al recto obrar.
Según S. Agustín “es el conocimiento de las cosas que
debemos apetecer y de las cosas que debemos evitar.” (De
libre Arbitrio, 1,13, 27)

Los términos que la S.E. utiliza para referirse a ella son:


fidelidad a la alianza, sabiduría o sensatez. (Cf. Gn, 39,7-9;
Jr. 8,8; Jn 11,54)
Los pecados contra la prudencia son tres:

 La Precipitación: Consiste en la falta de


deliberación necesaria. Es hacer que la voluntad
delibere prematuramente sin motivos suficientes.
(Cf. S.Th., II-II, q. 53, a. 3)

 La insensatez: Es la falta de buen juicio, prudencia


y madurez antes de actuar. (Cf. S.Th., II-II, q. 53,
a. 4)

 La inconsistencia: Consiste en despreocuparse de


llevar a cabo lo propuesto o decidido. (S.Th., II-II,
q. 53, a. 5)
b.ii. La justicia

El CEC en el n, 1807 enseña que la justicia “es la virtud que


consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios lo que
es de Dios y al prójimo lo que es debido.”

Dos cosas interesan de esta definición:


 Dar a Dios lo que es de Dios: lo que corresponde a Dios es
el culto y la adoración. Dar a Dios lo que es de Dios exige
vivir y practicar la religión . (Cf. José R.Flecha, Moral religiosa)

 Dar al prójimo lo que es del prójimo: implica respetar y


promover los derechos del prójimo, el respeto de la
persona y la búsqueda del bien común.

La S.E. utiliza el término justicia desde tres perspectivas: la


justicia lega, la justicia ritual y la justicia como rectitud de
vida. (Cf. Sal. 69,34, Sal,50,12.21; Dt. 33,19; Mt. 1,19)
El pecado contra la justicia es la injusticia.

La injusticia = es un acto contra el derecho ajeno.

La injusticia puede ser material o formal.

 La I. Material: se llama injusticia formal al acto que


priva a alguien de un derecho sin ánimo de hacerlo. (X,Ej.
Olvidar las día de descanso de un trabajador)

 La I. Formal: se llama injusticia formal al acto por medio


del cual se priva a un sujeto de un derecho con la
intención de causar daño.

Desde el punto de vista teológico moral, cuando se ha


cometido una injusticia, se tiene la obligación de reparar el
daño.
b.iii. La fortaleza

El CEC no, 1808 enseña que la fortaleza “es la virtud moral


que asegura en las dificultades, la firmeza y la constancia en
la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las
tentaciones y de superar los obstáculos de la vida moral.”

Según esto la V. de la fortaleza tiene tres acciones en


hombre:
 Ayuda a vencer el temor/miedo,
 Ayuda a enfrentar las pruebas
 Capacita para renunciar a uno mismo en defensa de una
causa justa.

La S.E. hace referencia a esta virtud aludiendo al poder y la


valentía de Dios participada en el hombre (Cf. Ex, 15,13; Dt.
10,17; Jos, 1,6; Lc. 1,19.49)
Las acciones contrarias a la fortaleza son 3:

 La cobardía. Es un pecado por defecto. Se comete


cuando por miedo se omite el cumplimiento de algo a lo
que se está obligado.

 La impasibilidad. Se falta a la virtud de la fortaleza


cuando se deja de actuar por indiferencia, por despecho
o vanidad.

 La temeridad. Es un pecado por exceso, pues se actúa


sin contar con el peligro o los riesgos que entraña la
acción.
b.iv. La templanza.

El CEC no, 1809 define la templanza como “la virtud moral


que modera la atracción a los placeres y procura el equilibrio
en el uso de los bienes creados.”

Según lo anterior la templanza ejerce 4 labores:


 Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos
 Mantiene los deseos en los límites de la honestidad.
 Orientar los petitos sensibles a la consecución del bien.
 No deja que el sujeto se deje arrastrar por las pasiones.

La S.E. alude a esta virtud a partir de uso indebido de las


cosas (sexo, comida, bebida) y la austeridad (Cf. Os. 4,10-11;
Lc. 9,23)
Entre los vicios contrarios a la templanza Sto. Tomás enumera
dos:

 La insensibilidad: que es el desprecio y rechazo de


los placeres necesarios para la conservación del
individuo y de la especie, lo cual viola el orden de la
naturaleza (STh. II-II, q.142, a.1)

 La intemperancia: que es el exceso de


concupiscencia, por el que se buscan los deleites
inmediatos con una actitud infantil. (STh. II-II,
q.142, a.2)
C. Las virtudes teologales

Junto a las virtudes humanas existen otras que por su origen


divino se llaman teologales o infusas.

“Las virtudes infusas son unos hábitos operativos infundidos


por Dios en las potencias del alma para disponerlas a obrar
sobrenaturalmente según el dictamen de la razón iluminada
por la fe.” (Royo Marín, Antonio, Teología de la Perfección
Cristiana I, BAC, Madrid, p. 98)

➢ Como toda virtud, son hábitos operativos.


➢ A diferencia de las otras, estas son infundidas por Dios en
el alma.
➢ Para obrar de modo sobrenatural.
Hablando de ellas el CEC n, 1812 dice:
+ Las virtudes teologales hacen referencia directa a Dios.
+ Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad y
+ Tienen como origen, motivo y objeto a Dios uno y trino.

Y el n, 1813 agregará:
 Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar
moral,
 Informan (dar forma) y vivifican (dar vida) a las todas las virtudes
humanas,
 Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos
capaces de obrar como hijos de suyos y merecedores de la vida
eterna
 Y son garantía de la presencia del E.S. en las facultades del ser
humano.

Basados también en la enseñanza paulina de 1Co 13,13, decimos


que la V. Teologales son tres. La fe, la esperanza y la caridad.
C.i. La virtud de la Fe.

El CEC n, 1418 enseña que: “La fe es la virtud


sobrenatural por la que creemos las verdades que Dios ha
revelado y la iglesia nos propone”

La fe es la virtud que no lleva creer. Pero… creer no solo


es la aceptación ciega de una serie de afirmaciones sobre
algo o alguien, sino la admisión de la realidad de Otro en
cuanto significativo para uno.
Solo a partir de esto se entiende EG, 14 “La Iglesia no
crece por proselitismo sino por atracción.”

En el ejercicio del creer hay que notar que la expresión


“creo” encierra en sí dos matices: El creo como posibilidad
y el creo como certeza.
+ El creer como posibilidad:

En Introducción al cristianismo, Joseph Ratzinger al hablar de la fe y explica que el


creo cristiano no alude a una posibilidad sino a una seguridad.

Por tanto cunado el cristiano reza creo en Dios la expresión no es equiparable “Creo
que lloverá”

+ El creo como certeza.

Si el creo cristiano no es posibilidad, hay que decir


que la expresión alude a una afirmación o una
seguridad.

Por tanto, cuando el CEC, dice que la fe “es la virtud


por la que creemos en Dios…” el verbo creer no viene
entendido como una probabilidad sino como una
afirmación.
¿Dónde o cuándo tiene origen la fe?

Aunque la antropología y historia no pueden responder


concretamente a la realidad religiosa del hombre, en cuanto
al origen de la fe podemos decir dos cosas:

+ Como don: al ser la fe una virtud que tiene a Dios como


origen, como don Dios la da al hombre desde el momento de
ser creado (fe natural-deseo de Dios) y la planifica en el
bautismo.

+ Como realidad operativa: si la gracia supone la naturaleza,


la fe requiere correspondencia. Desde esta perspectiva la fe
comienza a partir de la experiencia de Dios. Del encuentro
persona entre Dios y el hombre (Cf. DCE, 1)
Solo a partir del encuentro nacerá en el hombre la fe como
confianza y apoyo en… así lo entenderá la S.E. (Cf. Gn,
15,6; Lc. 1,45)
a. Deberes que impone la fe

La fe impone al hombre tres deberes fundamentales:

 El deber de conocerla: Todos los hombres, cada uno según se


estado y condición ha de esforzarse por conocer las verdades
fundamentales de la fe, como un deber grave (Cf. CEC, 2087)
(Credo, los mandamientos, el Padre Nuestro y los mandamientos)

 El deber de confesarla: La virtud de la fe impone el deber de


confesarla desde tres perspectivas: Mediante la manifestación
pública, mediante el apostolado Cristiano (St, 2,20) y mediante
la coherencia de vida (GS, 43)

 El deber preservarla de cualquier peligro. Como la fe es uno


de los dones más grandes, es obligación evitar todo aquello que
lo ponga en peligro (Lecturas, amistades u otras prácticas
religiosas) y al mismo tiempo, defenderla por medio de estudio y
la formación
b. Pecados contra la fe

Entre las acciones que atentan contra fe mencionamos:


+ la infidelidad: se llama infidelidad a la carencia culpable de la fe,
sea total (ateísmo) o parcial (falta de fe).
 LG, 14 “No podrán salvarse quienes sabiendo que la Iglesia Católica fue
instituida por Jesucristo como necesaria no quisieran entrar o permanecer
en ella.”
 Por otro lado, no caen en este pecado los no cristianos que inculpablemente
no ha tenido noticia de la fe en Cristo. (Cf. Dz. 1068; LG,16)

+ La apostasía: se llama apostasía al abandono total de la fe cristiana


recibida en el bautismo.
+ La herejía: Se llama hería al error voluntario y
pertinaz/obstinado/necio contra una verdad de fe.
+ Además: las dudas de fe, el no manifestarla públicamente o el
ponerla en peligro.
C.ii. La virtud de la Esperanza

El CEC n, 1817 dice que “La esperanza es la virtud teologal


por la que aspiramos al reino de los cielos y a la vida eterna
como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las
promesas de Cristo y apoyándonos en los auxilios del E.S.”

Según esto, la esperanza procura:


 Avivar el deseo del cielo y la vida eterna.
 Confiar en la promesas del Señor
 Permite al H abrirse a su realización en el futuro (Cf. CEC
n,1818; STh. II-II, q.17, a.1.3.5)

Desde el punto de vista de la S.E, la esperanza es la virtud


que ayuda a esperar el cumplimiento de la promesas divinas sean
estas personales (Gn 15,1-8; Rm 4,18) o colectivas (Ex. 14,11-13)
a. Necesidad de la Esperanza

La virtud de la esperanza es tan necesaria como la fe para


conseguir la salvación: quien no confía que llegará a buen
término abandonará los medios que lo conducen a él.

Al respecto S. Pablo dirá: “Nuestra salvación está


relacionada con la esperanza.” (Rm. 8, 24)

La esperanza exige, por un lado un sano temor de Dios, y


por otro, que el hombre a pesar de sus muchos pecados,
confíe en el Señor, recurra constantemente a la oración y a
los sacramentos y se esfuerce por luchar contra sus
defectos.
b. Pecados contra la Esperanza

La doctrina cristiana enseña que hay tres pecados contra la


virtud de la esperanza:

i. La desesperación: consiste en pensar que Dios ya no nos


perdonará los pecados y ni nos dará la gracia y los medios
necesarios para alcanzar la salvación. (Cf. Gn 1,13; Mt 27, 3-)

ii. La presunción: Es el exceso de confianza en sí mismo que


hace espera la vida eterna sin emplear los medios previstos por
Dios. (pelagianismo y neo-pelagianismo).
Su principal causa es el orgullo y la arrogancia

iii. La desconfianza: es el caso de quien, sin perder por


completo la esperanza en Dios, no confía suficientemente en su
misericordia y fidelidad.
C.iii. La virtud de la Caridad

El CEC n, 1822 dice que “la caridad es la virtud teologal por la


cual amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a
nosotros mismos.”

En base a 1Co 13,13, con S. Pablo decimos que la caridad, por


tres razones, es la más excelente de todas las virtudes:
 Por su misma bondad intrínseca, pues es la que más
directamente nos une a Dios. Pues nos participa del mismo ser y
vida de Dios (STh, III, q. 69, a.5)
 Es la virtud que dirige y ordena todas las demás virtudes a
Dios. Sin la caridad todas las demás virtudes perderían su valor.
Ella es es la forma, el fundamento, la raíz y la madre de todas las
demás virtudes. (STh. II-II, q.24. a.8; 1Co 13,1-7)
 Porque es la única que no termina con la vida terrena. Ella
permanece y se perfecciona con la visión beatífica. (STh. I-II, q.
114, a.4)
Según la definición de CEC, 1822, la caridad es la virtud que nos lleva a amar a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

i. El amor a Dios:
La S.E. afirma de manera clara y terminante que el primero y
mayor de todos los mandamientos es la caridad para con Dios:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu mente.” (Mt. 22,37-38)

¿Por qué hay que amar a Dios sobre todas las cosas?
i. Porque Dios es el sumo bien, es el ser sumamente perfecto,
bueno y amable
ii. Porque Él lo manda y porque recompensa este amor con un
premio eterno e infinito.
iii. Por correspondencia a su mismo amor.
iv. Por los múltiples beneficios que nos otorga
Pecados contra el amor a Dios

Se puede pecar contra el amor a Dios de diversas maneras,


entre ellas:

 Por indiferencia: consiste en el descuido o rechazo del


amor Divino y en el desprecio de su acción en el ser humano.

 Por ingratitud: que consiste en no reconocer o negar el


amor divino y no devolver amor por amor.
 Por tibieza: consiste en vacilar en responder al amor divino.

 Por acedia o pereza espiritual: que lleva a rechazar el


gozo que viene de Dios y sentir horror por el bien divino.
 Por odio: que tiene su origen en el orgullo y supone un
oponerse al amor de Dios.
ii. El amor al prójimo

El amor al prójimo es la virtud sobrenatural que nos lleva a


buscar el bien de nuestros semejantes, por amor de Dios.

¿De dónde nace esta obligación?


Del hecho de ser todos hijos de Dios. Así lo comprende Sn Mateo
cuando coloca en labios de Jesús la siguiente expresión: “todos
ustedes son hermanos, porque no tiene más que un solo Padre que
está en el cielo.” (Mt. 23, 8-9)

El amor al prójimo debe reunir 4 características:


 Ha de ser sobrenatural: amamos al otro por amor a Dios. (STh II-II,
q.103, a.3)
 Ha de ser universal: Estamos llamados a amar a todos sin
excepción. (Cf. Jn. 13,35)
 Ha de ser ordenado: se debe comenzar a amar a lo que están más
cercanos a nosotros y luego expandirse a los demás.
 Ha de ser no solo externo sino también interno.
El amor al prójimo pasa por la práctica de la obras de misericordia. El CEC n, 2447
presenta dos clasificaciones en la obras de misericordia:

+ Las obras de misericordia espirituales: instruir, aconsejar, consolar, perdonar…


+ Las obras de misericordia corporales: Mt. 25

Pecados contra el amor al Prójimo:

Entre los pecados contra el amor al prójimo se enumeran:


 El odio: consiste en desear mal al prójimo, sea porque es
nuestro enemigo o porque nos es apático.
 La maldición: es toda palabra nacida del odio o la ira que
expresa el deseo del mal al prójimo. Normalmente es pecado
grave.
 La envidia: es el disgusto o tristeza ante el bien del prójimo.
 El escandalo: es toda acción, palabra u omisión que se convierte
para el prójimo en ocasión de pecar. Ej. invitar a cosas malas,
robar matar o ver cosas indebidas. (Cf. Mt. 18,6; 1Co. 8,10-13)

También podría gustarte