Las Cosas Mejores 1
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IBEROAMERICANA
Carlos Fushan
Editor
LAS COSAS MEJORES
Estudio sobre Hebreos 6.4-9
Citas Biblia Textual - 3ª Edic .
1. INTRODUCCIÓN
2. DESTINATARIOS
8. EPÍLOGO
Porque, en efecto, es imposible que los que una
vez fueron iluminados y probaron el don celestial,
y llegaron a ser partícipes del Espíritu Santo, y probaron
la buena Palabra de Dios, y los poderes del mundo venidero,
y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento,
crucificando otra vez para sí mismos al Hijo de Dios,
habiéndolo expuesto a la ignominia pública.
He.6:4-7
1. INTRODUCCIÓN
Una antigua polémica
La afirmación generalizada de que esta porción constituye una advertencia diri-
gida a los santos de la Iglesia de Cristo, representa la más fuerte objeción para
adversar la doctrina de la seguridad de salvación. Dentro de esta antigua polémi-
ca doctrinal, el pasaje de Hebreos 6.4-7 es presentado como el más importante
→
Dudas razonables
Es verdad que, a primera vista, el pasaje plantea contradicciones cuando es
comparado con aquéllos en donde la promesa de salvación es eternamente firme
por la sola fe en Cristo, y en principio hemos de aceptar el hecho de que difícil-
mente exista una exhortación tan dramática, capaz de conmocionar al voluble
corazón, ya que expone dudas razonables en cuanto a la confianza que todo cre-
yente debería tener en torno a su salvación personal. ¿Será posible, después de
todo, que un hijo de Dios, lavado y perdonado en la Sangre, logre soltarse de su
firme Ancla He.6.19, y que su destino se vea súbitamente trastrocado del cielo
→
Criterios de interpretación
Ahora bien, es nuestra opinión que aquí (como en cualquier otra porción bíbli-
ca), tales contradicciones surgen siempre que se intenta una interpretación priva-
da del texto. El apóstol Pedro nos advierte del fracaso que resulta al interpretar
la Escritura fuera de su contexto: Ninguna profecía de la Escritura produce su
propia solución 2P.1.20. Estando, pues, la Escritura conformada por muchas
→
profecías, lo que el apóstol intenta decirnos es que cada una de ellas ha de ser
interpretada a la luz de la bendita suma Sal.119:160, quien será el único intér-
→
prete para dilucidar el tema. Tratar entonces de establecer la identidad de los que
una vez fueron iluminados, sin considerar detenidamente el contexto, cercano o
remoto, y sin efectuar una exégesis profunda y comparativa de ciertos vocablos
claves del pasaje, es exponerse a obtener resultados inexactos, que es lo que cre-
emos que ha sucedido en este caso. Insistimos pues: Nuestra propuesta se disci-
plina de manera tal, que slamente la Biblia dé solución al difícil pasaje que nos
ocupa. Al dirigir así nuestro esfuerzo para que la misma Biblia sea la que arroje
su gloriosa luz interpretativa, estamos proponiendo una fórmula eficaz, pues sólo
la autoridad que late en la Escritura es capaz de persuadir al engañoso corazón →
1Jn.3.19-21.
lisis del contexto y la exégesis comparativa del texto, nos será posible conciliar
razonablemente estas aparentes contradicciones, y comprobar, con alivio, que
nunca violentaron la armonía y perfección de la Escritura.
Habiendo Dios hablado en el tiempo antiguo muchas veces
y de muchas maneras a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos habló por medio del Hijo,
He.1.1-2a
2. DESTINATARIOS
¿Quiénes son?
La identificación cierta, inequívoca, acerca de quiénes son los receptores de la
Epístola, es indispensable para solucionar el problema doctrinal que nos ocupa.
Lo primero que notamos, como bien lo indica su título, es que la Epístola está
dirigida a los hebreos. Como tal, su tema central es acerca de los hebreos; su
gran propósito es la exaltación de Jesús, el Hijo de Dios, por encima de la crea-
ción y de los seres creados, sean angélicos o humanos. Luego de exponer la supe-
rioridad de Jesús sobre los profetas del Antiguo Pacto, el autor declara la supre-
macía del Mesías sobre los ángeles →1.4-2.18, sobre Moisés →3.1-6, sobre
Aarón →4.14 →5.1-10, y finalmente sobre el padre de todos ellos: Abraham →
7.1-10, con el propósito de afirmar la fe y regar la esperanza mesiánica en sus
destinatarios, quienes corrían el riesgo de tener en poco una salvación tan gran-
de → 2.3.
Estilo literario
Es muy improbable que el estilo exhortativo de la Epístola esté dirigido a per-
suadir la mente del gentil, por cuanto el aprecio de su salvación nunca había
estado relacionado con epopeyas y personajes de la Nación Hebrea, y con difi-
cultad podían ser obstáculo en la escala de valores espirituales del creyente gen-
til, sitial que naturalmente ocupaba Jesús como Señor. En cambio, para el judío
que decidía aceptar al hijo del carpintero como su Mesías Salvador, confrontaba
- y todavía puede confrontar- tropiezos y dificultades, que el creyente gentil nada
sabe; decisiones dramáticas que inician transiciones jamás experimentadas por
alguien no judío. Leyendo la Epístola, se hace evidente que lo que constriñe al
autor a escribir es la gradual y casi inconsciente admisión de duda de sus desti-
natarios. Esta actitud comenzaba a opacar su esperanza y, aunque creían en el
Mesías, habían llegado a tener un concepto empobrecido de su vocación. Ellos
se hallaban confusos por las contradicciones que, por un lado, proponía la gran-
deza de su llamamiento con la realidad de sus limitaciones terrenas. La paradoja
de tenerlo todo y no tener nada, de alguna manera, estaba logrando menguar la
intensidad del poder de su fe y la gloriosa frescura de su esperanza exigida por
el llamamiento.
Del anterior análisis, claramente se evidencia que los que una vez fueron ilumi-
nados no son otros sino aquella generación que salió de Egipto y peregrinó
durante cuarenta años en el desierto. Este grupo es el que sirve de modelo para
amonestar a los destinatarios. Simbólicamente, las experiencias de estos ilumina-
dos pueden asemejarse a la de los espías en Cades Barnea → Dt.1.19-26, quie-
nes en verdad llegaron a pisar la tierra prometida y tuvieron el fruto de esa tie-
rra en sus propias manos, y sin embargo volvieron al desierto. Esa, y ninguna
otra, es la identificación del sujeto que claramente refiere el texto sagrado.
... ya que hay un solo Dios, el cual
declarará justos a los circuncisos a base de fe,
y por medio de la fe a los incircuncisos.
Ro.3.30
Características distintivas
Observemos las diferencias vitales: Dios justifica al judío en base a su fe, en
tanto que el gentil es justificado por medio de la fe. Lejos de ser repeticiones
vanas, dichas expresiones hablan claramente dos modos distintos de justifica-
ción. Comentaremos su carácter distintivo para hacer notar las diferencias en la
propuesta que, en Su soberanía, Dios ha establecido para el judío y el gentil; esto
es, la manera en que Dios realiza sus respectivos llamamientos. A modo de
paréntesis, veamos primeramente los distintos usos bíblicos para el vocablo fe.
exigencias que les compete como Pueblo Escogido. 4. Fe, como don gratuito,
instrumento para la salvación de los gentiles → Ef. 2.8, y del remanente israeli-
ta → Ro.11.5. 5. Fe como carisma del Espíritu → 1 Co.12.9; en este caso dado
por medida → Ro.12.3, como instrumento de trabajo en la obra del ministerio. 6.
Fe, como cuerpo de doctrina → Ro.6.17; 12.6; una vez dada a los santos →
Jd.1.3 (Tal es el sentido en Ro.1.5 y Ap.2.13). 7. Fe, como definición de fideli-
dad, fruto del espíritu humano para agradar a Dios → Ga.5.22.
toles. Por otra parte, los menesterosos que anhelaban recibir el favor del Mesías,
eran urgidos por Éste a expresar su fe con confianza y certeza, como marco con-
dicional para recibir lo que pedían. Quienes así ejercitaban su fe, alcanzaban el
beneficio de acuerdo a su propia virtud; los que no, no lo alcanzaban → Mr.6.5-
6a. El pasaje de Mateo 9.29 es otro buen ejemplo de lo que venimos hablando.
Allí, dos ciegos esperan recibir la vista. Le reclaman sanidad a su paisano, el
Hijo de David. El Señor les responde cuestionándolos, si acaso ellos creen que
Él pueda hacer tal cosa. Ante la afirmación de los invidentes Jesús les toca en
los ojos, y les dice: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Similarmente, se descri-
be la sanidad que un paralítico recibe gracias a la fe de sus amigos → Mr.2.5. De
esta manera, todo beneficio, milagro y sanidad, y más aun, la salvación misma
→ Mt.9.20-22; Lc.7.36-50 se obtenía invariablemente por la fe de los propios
solicitantes. Dicha virtud se muestra como una posesión de cada uno de ellos.
Vemos así cómo en los Evangelios la fe se presenta como un patrimonio perso-
nal que Jesús esperaba hallar en cada israelita. La poca o mucha fe de aquellos
hombres y mujeres redundaba en los pocos o muchos beneficios que recibían del
cielo → Mt.17.20. Así entendido, estO puede arrojar luz respecto a la urgente
demanda de hallar fe en la tierra → Lc.18.8, cuando Jesús regrese en el tiempo
de angustia para Jacob → Jer.30.7.
Términos de condición
En la porción mencionada arriba se destacan sendos términos de expresión con-
dicional ( si y con tal que). Su registro establece las oraciones en un término con-
dicional . Similar al caso de la fe, la esperanza es propuesta a los hebreos dentro
de un contexto de esfuerzo personal, y como en el caso de la fe, así también exis-
ten diferencias sustanciales entre judíos y gentiles respecto a la esperanza de cada
uno de ellos. Veremos a continuación cómo el apóstol Pablo se refiere a la espe-
ranza de los gentiles bajo un término de conclusión.. Esta diferencia es muy
importante en el caso que nos ocupa. No es lo mismo un término de condición
que uno de conclusión. Estas fórmulas expresivas no pueden ni deben ser aplica-
das ni valoradas como si fueran iguales. Observémoslo:
... hemos obtenido derecho de entrada a esta gracia en la cual estamos firmes,
y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Ro.5.2
Términos de conclusión
El término registrado aquí es de conclusión. Pablo afirma que el gloriarse en la
esperanza es el resultado de estar firme en la gracia. Aquí no hay exigencia, ni
condición, ni esfuerzo personal alguno para mantener viva la esperanza. Pablo no
sólo afirma que el creyente se gloría en su esperanza sino también en sus tribu-
laciones → 5.3. Es obvio que el gloriarse en la esperanza no se propone igual a
gentiles que a hebreos, pues mientras que para aquéllos se define como un hecho
concluido, para éstos es una exigencia aún no cumplida, condicionada a requisi-
tos de actitudes y comportamiento. A diferencia del gentil, a quien se le ha con-
cedido una esperanza que no será avergonzada → Ro.5.5, al judío se le exige
mantener firme su esperanza en el Mesías Jesús, en base al Pacto que el Dios de
Israel hizo con sus padres. Un buen ejemplo de estas diferencias notables entre
gentiles y judíos, y su relación con la gracia y las obras, lo constituye la historia
de Isaac y Jacob. El relato distintivo de sus experiencias, nos muestran en tipo lo
que venimos tratando de explicar.
5. LOS QUE UNA VEZ
Mediante la exégesis de tres palabras que califican a los que una vez fueron ilu-
minados → 6.4-5, nos detendremos a evaluar sus beneficios para luego compa-
rarlos con los que recibieron las cosas mejores → 6.9-20. Las tres palabras clave
son: 1) iluminados; 2) gustaron; 3) partícipes.
Iluminados
La raíz de la palabra griega es fotizo, la cual ha sido traducida correctamente por
iluminado. Esta palabra se registra en el NP en once oportunidades → Lc.11.36;
Jn.1.9; 1Co.4.5; Ef.1.18,3.9; 2Ti.1.10; He.6.4, 10.32; Ap.18.1, 21.23, 22.5, siem-
pre con ese sentido. Ahora bien, es importante notar que ser iluminado es, en
efecto, recibir una luz que no es propia, como, por ejemplo la tierra y la luna
son iluminadas por el sol . De esta forma, es posible afirmar que los que fueron
iluminados, pueden ser comparados con planetas que no generan luz propia.
Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado;
mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.
Jn.9.41
Ignorar voluntariamente
Si el estudiante bíblico detiene su atención sobre el uso y aplicación que la
Epístola a los Hebreos hace del verbo recaer → He. 6:6, podrá darse cuenta que
tal palabra no se usa para indicar una acción relacionada con cualquier tentación
que lleve a pecados de la carne. Aquí, el acto de recaer que nos refiere la
Escritura, consiste en el pecado que más asediaba a los hebreos. A saber, la apos-
tasía → Ro.14.23; He.11.6. Este pecado de apartarse de la fe, es el que ejempla-
riza la imposibilidad de ser renovado para arrepentimiento . Este pecado sobre-
pasa al pecado de muerte que refiere el apóstol Juan → 1Jn.5.16, y es muchísi-
mo más grave que el del fornicario de Corintio → 1Co.5.1-5. Recaer refiere aquí
un pecado en donde el espíritu del hombre, esto es, su conocimiento, hace común
acuerdo con su alma, esto es, su voluntad y como una resolución completa del
ser, decide ignorar voluntariamente la Obra Divina de Redención, y justificarse
mediante las obras de la Ley en un esfuerzo propio.
Estos son los que no quieren que sus obras sean traídas a la luz. El inspirado autor
de Hebreos considera la acción de recaer como una desligadura voluntaria de la
única provisión de Dios para salvar al hombre. Una acción consciente, alejada de
toda posible influencia o tentación externa, sea humana o angélica. Recaer, es
abandonar conscientemente al Abogado Redentor. Es desechar el don de justicia
dado por Dios → Ro.5.17, para sustituirlo por una justicia propia. Recaer es lle-
gar a la conclusión firme y decidida de abandonar al Mesías y retornar a la jus-
tificación por la ley de Moisés. Para el tiempo de la emisión de la Epístola, tal doc-
trina se había introducido entre los judeocristianos de Jerusalem → Hch. 21.20, y
comenzaba a influenciar las iglesias gentiles de Galacia. Esta enseñanza es defi-
nida por el apóstol Pablo como el otro evangelio que se halla bajo el terrible ana-
tema de Dios. Los que por la ley intentáis justificaros -les había escrito - de Cristo
os desligasteis, de la gracia habéis caído → Gá.5.4. A esta altura, es importante
notar que, en ninguna de sus epístolas, el apóstol Pablo utiliza la palabra recaer .
Y esto es razonable, pues Pablo es apóstol enviado a los gentiles, y ¿cómo podría
cualquier gentil volver a caer en algo que no ha estado previamente? Para los
tiempos de la Ley los gentiles se hallaban sin Cristo, alejados de la ciudadanía de
Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo
→ Ef.2.12. Difícilmente entonces podía el gentil volverse hacia mandamientos y
reglamentos, leyes y ordenanzas que jamás le habían sido propuestas. Esta sim-
ple conclusión confirma una vez más que la Epístola se dirige exclusivamente a
la nación israelita, la cual, desde los que salieron de Egipto por mano de Moisés
→ He.3.16 → Hch.7.38-43 → 1Co.10.1-5 → Jd.5, hasta los que llegaron a matar
¡Cuáles son?
En nuestras discusiones sostenidas en defensa de la seguridad de salvación, al
enfrentarnos a opiniones, dudas y argumentos en torno a este antiguo y polémi-
co tema, damos casi por sentado que nuestros interlocutores citarán la porción de
Hebreos 6.4-8 como su favorito. Siempre que sucede, les preguntamos si acaso
han proseguido la lectura hasta el versículo nueve. No sin tristeza, tenemos que
confesar que la respuesta en general ha sido siempre superflua o evasiva.
Veamos ahora la importancia de considerar detenidamente el versículo nueve.
Tal como se lee, surge de inmediato la pregunta: ¿Cuáles son esas ‘cosas mejo-
res’ ? De su respuesta depende la solución de nuestro problema. Observemos ini-
cialmente 1) la presencia de los adversativos pero y aunque. Estos indican que,
de allí en adelante, el autor comenzará a adversar su propuesta anterior. 2) La voz
pasiva desprende claramente que el autor de la Epístola y sus asociados, habían
sido persuadidos -obviamente por Dios- de que mejores cosas que las sombras
→ He.8.5 se habían ya manifestado como una maravillosa realidad. Tratar de
bio, son experiencia exclusiva del cristiano, que se inicia desde el momento
mismo en que es transformado por el Evangelio → Ro.1.16, por cuyo poder le
es quitada la muerte y manifestada la vida y la inmortalidad → 2Ti. 1.8-10;
Tit.1.1-3. El cristiano disfruta hoy de la Vida Eterna → 1Jn.5.12. Al israelita le
ha sido reservada para la futura edad del reino → Mr.10.30; Lc. 18.30, 20.34-36.
Abundantemente
También hay distancia considerable entre los que fueron hechos partícipes del
Espíritu Santo y aquéllos que fueron lavados y regenerados por el Espíritu que
se les dio a beber, y abundantemente se derramó sobre ellos → Ro.12.13; Tit 3.4-
6. Como antes dijimos: ser hecho partícipe del Espíritu, no implica en manera
alguna ser parte esencial de ese Espíritu. Esta idea se afirma por el uso del verbo
participar en las epístolas paulinas. Pablo menciona la participación que el cre-
yente tiene con los sufrimientos de su Salvador → Ro.8.17, y con la herencia
celestial → Col.1.12, pero en ninguna parte nos vemos participar con la natura-
leza divina.
más grandes transformaciones del ser humano, esta vez en relación con la Iglesia.
Acción maravillosa mediante la cual el Espíritu Santo va colocando funcional-
mente a cada miembro dentro del Cuerpo de Cristo, para formación y consolida-
ción de la Iglesia, en respuesta a Su solicitud “... para que todos sean uno, como
Tú Padre en mí, y Yo en ti; que también ellos estén en Nosotros,... para que sean
uno como Nosotros somos uno. Yo en ellos y Tú en mí, para que sean perfeccio-
nados en una unidad... → Jn.17.21-23, y se cumpla el gran misterio de ser miem-
bros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos → Ef.5.29-32. ¿Para qué? He aquí
Su respuesta: “... para que el mundo crea y conozca que Tú me enviaste, y los
amaste a ellos como me amaste a mí.
8. EPÍLOGO
Repetimos lo que antes fue dicho; para nosotros no es gravoso y para el lector,
provechoso: Recordemos no sacar el texto, por pretexto, fuera de contexto.
Quien lee 6.4-8, debe también leer el versículo 9. En este versículo, el adversa-
tivo inicial muestra claramente que el autor va a contrariar toda su línea de pen-
samiento anterior. ¿Qué lo hace cambiar? Obviamente el sujeto. Hasta el v.8, ha
fijado su ejemplo en los que una vez fueron iluminados. De aquí en adelante,
hasta 6.20, son los destinatarios de la Epístola, a quienes les hace saber unas
cosas mejores que tienen salvación. El presente estudio nos permite entonces
parafrasear la sección de Hebreos 6.4-9 así:
Una y otra vez hemos puesto por ejemplo a nuestros antepasados, la genera-
ción que salió de Egipto por la mano poderosa de Dios, pero deambuló en el des-
ierto durante cuarenta años, porque no pudo agradarlo a causa de su descon-
fianza. Sin embargo, aunque os hemos hablado así respecto a ellos, esto no
puede aplicarse a vosotros, porque hemos sido persuadidos por Dios para comu-
nicaros un mensaje de cosas mejores que las que fueron propuestas a nuestros
padres, por cuanto ellas contienen salvación en sí mismas. ¡Oíd l as cosas mej o-
res...!