Derechos Humanos SCJN
Derechos Humanos SCJN
Derechos Humanos SCJN
México, Distrito Federal. Acuerdo del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
correspondiente al día tres de septiembre de dos mil trece.
VISTOS para resolver los autos de la contradicción de tesis 293/2011, entre las sustentadas por el
Primer Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito y el
Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito.
RESULTANDO:
Por su parte, el criterio sostenido por el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito en el amparo directo 344/2008 dio origen a la tesis aislada de rubro: "DERECHOS
HUMANOS, LOS TRATADOS INTERNACIONALES SUSCRITOS POR MÉXICO SOBRE LOS. ES
POSIBLE INVOCARLOS EN EL JUICIO DE AMPARO AL ANALIZAR LAS VIOLACIONES A LAS
GARANTÍAS INDIVIDUALES QUE IMPLIQUEN LA DE AQUÉLLOS.";(3) mientras que al resolver
el amparo directo 623/2008, dio origen a la tesis aislada: "JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL.
SU UTILIDAD ORIENTADORA EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS."(4)
Por auto de cuatro de agosto de dos mil once, el presidente de este Alto Tribunal tuvo por
recibidos los autos originales del citado amparo directo, así como el soporte electrónico que
contiene la resolución. Asimismo, ordenó girar oficio al presidente del Séptimo Tribunal Colegiado
en Materia Civil del Primer Circuito para que remitiera los expedientes relativos a los amparos
directos concernientes a su índice o copia certificada de las resoluciones dictadas en los mismos,
así como el soporte electrónico que contuviera dichas sentencias.
Posteriormente, por acuerdo de quince de agosto de dos mil once, el presidente de esta Suprema
Corte de Justicia de la Nación tuvo por recibidas las copias certificadas de las ejecutorias dictadas
en los amparos directos 344/2008, 623/2008 y 706/2010 requeridas al Séptimo Tribunal Colegiado
en Materia Civil del Primer Circuito, por lo que consideró debidamente integrado el expediente en
que se actúa y ordenó dar a conocer dicho acuerdo al procurador general de la República para
que en el plazo de treinta días emitiera el pedimento correspondiente.
Mediante proveído de veintidós de agosto de dos mil once, el presidente de este Alto Tribunal
ordenó turnar el asunto al Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea y enviar los autos a la Sala de su
adscripción.
TERCERO. Trámite ante la Primera Sala. El presidente de la Primera Sala, por auto de
veintinueve de agosto de dos mil once, tuvo por recibidos los autos; determinó que dicha Sala se
avocara al conocimiento del asunto y devolvió los autos al Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
a fin de que elaborara el proyecto de resolución correspondiente.
Mediante certificación de primero de septiembre del mismo año, el secretario de Acuerdos de la
Primera Sala señaló que el plazo concedido al procurador para exponer su parecer respecto a
este conflicto transcurriría del diecinueve de agosto al cuatro de octubre de dos mil once.
Por oficio número DGC/DCC/1131/2011 presentado ante esta Suprema Corte el veintitrés de
septiembre de dos mil once, el agente del Ministerio Público de la Federación, designado por el
director general de Constitucionalidad de la Procuraduría General de la República, sostuvo su
pedimento en el sentido de que la contradicción de tesis denunciada es inexistente.
CUARTO. Envío del asunto al Pleno de la Suprema Corte. Por acuerdo de veintiséis de enero de
dos mil doce, la Primera Sala determinó enviar el asunto al Tribunal Pleno dada la trascendencia
del tema de que se trata, por lo que a través de proveído de treinta y uno de enero de dos mil
doce, el Ministro presidente acordó su radicación en Pleno.
CONSIDERANDO:
I. Sentencias dictadas por el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito en los
amparos directos 344/2008 y 623/2008
Inconforme con la anterior resolución, el actor presentó demanda de amparo directo, radicada con
el número 344/2008 por el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito. El diez
de julio de dos mil ocho, el Tribunal Colegiado concedió el amparo al quejoso para el efecto de
que la Sala responsable dejara insubsistente el acto reclamado y en su lugar dictara una nueva
sentencia.
En contra de dicha determinación, las tercero perjudicadas promovieron juicio de amparo directo,
mismo que quedó radicado nuevamente ante el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Primer Circuito con el número 623/2008. El veintitrés de octubre de dos mil ocho, el Tribunal
Colegiado negó el amparo con apoyo en las consideraciones que se señalarán en el apartado
siguiente:
Los tratados internacionales en materia de derechos humanos suscritos por el Estado Mexicano
pueden ser invocados para analizar los casos en que se aleguen violaciones a los derechos
humanos, pues los mismos pertenecen a nuestro sistema jurídico y existe un compromiso
internacional del Estado para hacer efectivos los derechos humanos reconocidos en los mismos.
Esta consideración encuentra sustento en el principio de que las leyes se hicieron para servir al
hombre, por lo que es posible llevar a cabo todas las acciones necesarias para restituir o resarcir a
las personas en el goce de sus derechos.
Los tratados internacionales suscritos por México obligan a todas las autoridades a llevar a cabo
los actos necesarios para cumplir con las obligaciones asumidas en la implementación de las
medidas que hagan efectivos los derechos humanos previstos en los mismos. De igual manera,
como dichos tratados forman parte de la Ley Suprema de la Unión, se debe aplicar de manera
obligatoria el principio pro persona, mismo que establece que la interpretación jurídica siempre
debe buscar el mayor beneficio para la persona. Estas consideraciones se apoyan en las tesis de
rubros: "PRINCIPIO PRO HOMINE. SU APLICACIÓN ES OBLIGATORIA." y "PRINCIPIO PRO
HOMINE. SU APLICACIÓN."
Las decisiones de la Corte Interamericana, misma que cuenta con competencia contenciosa,
sirven como criterios orientadores para la interpretación y cumplimiento de las disposiciones
protectoras de los derechos humanos.
II. Sentencia dictada por el Primer Tribunal Colegiado en Materias Administrativas y de Trabajo del
Décimo Primer Circuito en el amparo directo 1060/2008
A continuación se exponen los hechos que dieron lugar al juicio natural, el íter procesal seguido
hasta la sentencia de amparo y las consideraciones esgrimidas por el Tribunal Colegiado en esta
última:
2. Argumentación de la sentencia
Cuando un tratado internacional ha sido ratificado por el Estado Mexicano, existe la obligación de
adaptarlo al derecho interno mediante un procedimiento especial. Así, una vez realizado este
procedimiento, lo pactado en el tratado queda automáticamente incorporado al derecho interno
mexicano. En esta línea, cuando se trate de un conflicto que verse sobre derechos humanos, los
tratados suscritos por el Estado Mexicano que los regulan, deben ubicarse propiamente a nivel de
la Constitución, porque dichos instrumentos internacionales deben concebirse como una extensión
de lo previsto por ella respecto a los derechos fundamentales.
Al respecto, se comparte la tesis aislada del Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Primer Circuito de rubro: "JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL. SU UTILIDAD ORIENTADORA
EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS.". Así, dado que México aceptó la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, también reconoció la interpretación que de dicha
convención realiza la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de tal manera que todos los
tribunales del Estado Mexicano quedan obligados a aplicar los tratados internacionales y la
jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre otros organismos,
lo que conlleva a sustentar que deben realizar un control difuso de convencionalidad al resolver
los asuntos sometidos a su competencia.
El principio pro homine es un criterio hermenéutico que coincide con el rasgo fundamental de los
derechos humanos y que implica que debe acudirse a la norma más amplia o a la interpretación
más extensiva cuando se trata de derechos protegidos y, por el contrario, a la norma o a la
interpretación más restringida, cuando se trata de establecer límites a su ejercicio.
CUARTO. Análisis de los criterios denunciados. Para poder determinar si existe una contradicción
de tesis debe verificarse lo siguiente: (a) que los órganos contendientes sostengan tesis
contradictorias, debiéndose entender por tesis el criterio adoptado con arbitrio judicial y a través
de argumentaciones lógico-jurídicas para justificar una determinada resolución; y, (b) que los
criterios sean discrepantes sobre un mismo punto de derecho, independientemente de que las
cuestiones fácticas que lo originan no sean iguales.(7)
Los Tribunales Colegiados contendientes analizaron en los diversos amparos directos sometidos a
su consideración, los siguientes puntos jurídicos: (1) la posición jerárquica de los tratados
internacionales en materia de derechos humanos en relación con la Constitución; (2) el carácter
de la jurisprudencia en materia de derechos humanos emitida por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos; y, (3) el control de convencionalidad.
En relación con el punto (1), el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito
sostuvo en el amparo directo 344/2008 que dichos tratados se encuentran por encima de las leyes
federales y por debajo de la Constitución. Si bien en dicha resolución manifestó compartir la tesis
emitida por el Tribunal Pleno de esta Suprema Corte, de rubro: "TRATADOS
INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES
FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL.",
sólo lo hizo para utilizar ese criterio como premisa de las consideraciones que posteriormente
esgrimió para sustentar su posición en el sentido de que los tratados internacionales en materia
de derechos humanos se ubican jerárquicamente por debajo de la Constitución, tema que no
había sido expresamente abordado por esta Suprema Corte.
Por otro lado, el Primer Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo
Primer Circuito señaló en el amparo directo 1060/2008 que "cuando se trate de un conflicto que
verse sobre derechos humanos, los tratados o convenciones internacionales suscritos por el
Estado Mexicano deben ubicarse propiamente a nivel de la Constitución". En esta línea, emitió la
tesis de rubro: "TRATADOS INTERNACIONALES. CUANDO LOS CONFLICTOS SE SUSCITEN
EN RELACIÓN CON DERECHOS HUMANOS, DEBEN UBICARSE A NIVEL DE LA
CONSTITUCIÓN."
En efecto, dicho tribunal señaló: "que las autoridades del Estado Mexicano tienen la ineludible
obligación de observar y aplicar en su ámbito competencial interno -además de las legislativas-
medidas de cualquier otro orden para asegurar el respeto de los derechos y garantías, no sólo de
la Constitución y de sus normativas internas sino también de las convenciones internacionales de
las que México es parte y de las interpretaciones que de sus cláusulas llevaron a cabo los
organismos internacionales". Así, de las afirmaciones anteriores es posible advertir que el Primer
Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito considera
a la jurisprudencia internacional en materia de derechos humanos como un criterio obligatorio, el
cual debe ser aplicado por todas las autoridades con funciones materialmente jurisdiccionales.
En tal sentido, es posible señalar que el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito consideró a la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos como un
criterio orientador, mientras que el Primer Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y de
Trabajo del Décimo Primer Circuito le otorgó a los precedentes de dicho tribunal y a los de
cualquier otro organismo internacional de derechos humanos un carácter obligatorio. No obstante,
la contradicción de criterios debe limitarse a establecer el carácter de la jurisprudencia emitida por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ya que el Séptimo Tribunal Colegiado no se
pronunció respecto al valor de los precedentes emitidos por otros organismos internacionales.
Finalmente, en el tema del control de convencionalidad identificado en el punto (3), el Primer
Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito abundó
respecto al deber que tienen todas las autoridades de cumplir y hacer cumplir los tratados
internacionales en materia de derechos humanos suscritos por México, por lo que de acuerdo a
dichas consideraciones, los tribunales del Estado Mexicano no deben limitarse a aplicar sólo las
leyes locales, sino también los tratados o convenciones internacionales, lo cual obliga a ejercer el
control de convencionalidad entre las normas jurídicas internas y las contenidas en tratados
internacionales.
Por su parte, el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, al resolver el
amparo directo 344/2008, únicamente se pronunció respecto a la posibilidad de plantear a través
del juicio de amparo violaciones a los derechos contenidos en los tratados internacionales
suscritos por México, por lo que al igual que el Primer Tribunal Colegiado en Materias
Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito sostuvo la necesidad de que los tribunales
federales ejerzan el denominado control de convencionalidad, sin pronunciarse sobre si dicho
control debe ser difuso, esto es, si todos los tribunales del Estado Mexicano deben ejercer el
control de convencionalidad entre las normas jurídicas internas y las de origen internacional. De
hecho, puede inferirse que su pronunciamiento se refiere a los órganos de control concentrado.
Así, ambos tribunales sostuvieron la pertinencia del control de convencionalidad en sede interna,
el Primer Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito
señaló que éste debe ser ejercido por todas las autoridades jurisdiccionales, mientras que el
Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito sólo analizó si es posible plantear
violaciones a los derechos humanos contenidos en tratados internacionales a través del juicio de
amparo. En consecuencia, no existe un punto de toque entre las consideraciones sustentadas por
ambos tribunales respecto al tema del control de convencionalidad.
De acuerdo con las consideraciones anteriores, puede llegarse a la conclusión de que sí existe la
contradicción de tesis denunciada y que la litis de la misma consiste en determinar dos cuestiones:
(i) la posición jerárquica de los tratados internacionales en materia de derechos humanos en
relación con la Constitución; y, (ii) el carácter de la jurisprudencia en materia de derechos
humanos emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Al respecto, cabe hacer un par de precisiones: Por un lado, si bien en el expediente varios
912/2010 se esgrimieron diversas consideraciones acerca de la obligatoriedad de las sentencias
condenatorias al Estado Mexicano de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, tal decisión
no constituye jurisprudencia por lo que sigue siendo relevante resolver tal cuestión. Y por otro
lado, en dicha resolución no se resolvió el tema de la jerarquía de los tratados en materia de
derechos humanos. Consecuentemente, el estudio del presente asunto permitirá la construcción
de criterios jurisprudenciales con respecto al carácter orientador u obligatorio de la jurisprudencia
emitida por la Corte Interamericana y permitirá realizar pronunciamientos novedosos respecto a la
jerarquía de los tratados internacionales en materia de derechos humanos.
Por último, este Tribunal Pleno no pasa por alto el hecho de que los casos que motivaron la
presente contradicción de tesis fueron resueltos por los Tribunales Colegiados aplicando el marco
constitucional que se encontraba vigente antes de que se aprobaran las reformas constitucionales
en materia de derechos humanos y juicio de amparo de junio de dos mil once. En este sentido, si
bien los criterios en pugna no se establecieron tomando en cuenta los trascendentales cambios
normativos que introdujeron las citadas reformas constitucionales, al incidir la materia de la
presente contradicción en un tema directamente vinculado con las protección de los derechos
humanos reconocidos por la Constitución, el Pleno de esta Suprema Corte estima pertinente
resolverla a partir del marco constitucional vigente, contribuyendo así a generar un criterio que
abone a la seguridad jurídica en un tema de especial trascendencia para todas las personas.
Además, lo anterior es concordante con la jurisprudencia del Pleno en el sentido de que sólo los
preceptos constitucionales pueden regir el pasado, por lo que al versar la presente contradicción
de tesis sobre la jerarquía constitucional de los tratados internacionales en materia de derechos
humanos y no sobre un tema de mera legalidad, resulta procedente emplear el nuevo marco
constitucional para resolverla. Resulta aplicable la jurisprudencia del Pleno de rubro:
"RETROACTIVIDAD DE LA LEY, PRECEPTOS CONSTITUCIONALES NO SON IMPUGNABLES
POR.",(8) así como la tesis aislada de la Cuarta Sala de este Alto Tribunal de rubro:
"RETROACTIVIDAD DE LOS PRECEPTOS QUE FIGURAN EN LA CONSTITUCIÓN."(9)
QUINTO. Estudio de fondo. Debe prevalecer con carácter de jurisprudencia lo sustentado por el
Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, de acuerdo con las consideraciones que se
exponen en este considerando. Como se desprende del considerando anterior, la presente
contradicción versa sobre dos cuestiones jurídicas distintas, por lo cual, este Tribunal Pleno
abordará los estudios correspondientes en dos apartados independientes, para efectos de aportar
mayor claridad en la exposición.
Para resolver este punto de la presente contradicción, en primer lugar se hará una reconstrucción
de los criterios que este Tribunal Pleno ha emitido en torno al tema de la jerarquía de tratados
internacionales en el orden jurídico nacional, para posteriormente explicar las razones por las
cuales el enfoque tradicional del problema en términos de la "jerarquía de fuentes" es
insatisfactorio para resolver la cuestión sometida a consideración de esta Suprema Corte, que
tiene que ver más bien con la pregunta de cómo se relacionan las "normas de derechos humanos"
contenidas en tratados internacionales con la Constitución. Finalmente, se desarrollará un nuevo
enfoque que dé cuenta del contenido de las reformas constitucionales publicadas en el Diario
Oficial de la Federación los días seis y diez de junio de dos mil once, en aras de otorgar una
mayor y más efectiva tutela a los derechos humanos reconocidos por el artículo 1o. constitucional.
Tanto doctrinal como jurisprudencialmente existe un acuerdo respecto a que, entre otras
cuestiones, el artículo 133 de la Constitución reconoce el principio de supremacía constitucional.
Adicionalmente, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido históricamente que la
primera parte del artículo en comento también determina el lugar que los tratados internacionales
ocupan dentro del sistema de fuentes del orden jurídico mexicano. El texto del precepto
constitucional en comento es el siguiente:
"Artículo 133. Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos
los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el presidente
de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. ..."
El segundo pronunciamiento dentro de esta línea jurisprudencial ocurrió con motivo del estudio del
amparo en revisión 1475/98. En dicho asunto, el Tribunal Pleno estableció que los tratados
internacionales que estén de acuerdo con la Constitución, por cumplir con los requisitos formales y
materiales para tal efecto,(11) se ubican jerárquicamente por encima de las leyes federales y
locales. Este pronunciamiento dio lugar a la emisión de la tesis aislada de rubro: "TRATADOS
INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES
FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL.", lo
que implicó la interrupción del precedente antes mencionado.
El precedente antes descrito constituye el último criterio del Tribunal Pleno respecto a la jerarquía
de los tratados internacionales en el orden jurídico nacional.(15) En este sentido, la doctrina
jurisprudencial vigente de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que el artículo
133 constitucional contiene diversas normas, dentro de las cuales destacan la que constituye el
postulado principal del principio de supremacía constitucional y la que sienta los parámetros bajo
los cuales se ha construido la jerarquía normativa del ordenamiento jurídico mexicano.
Lo antes expuesto evidencia que, para este Alto Tribunal, del artículo 133 constitucional se
desprende una noción de jerarquía formal de las normas que integran el sistema de fuentes,
según la cual los tratados internacionales se encuentran jerárquicamente por debajo de la
Constitución y por encima del resto de normas jurídicas que forman parte del entramado normativo
mexicano.
Una vez expuesto lo anterior, es pertinente recordar que la presente contradicción de criterios
problematiza la respuesta que esta Suprema Corte ha dado a la cuestión de la jerarquía de los
tratados internacionales, al cuestionar si la misma resulta aplicable a "los tratados de derechos
humanos". Para este Tribunal Pleno, la doctrina jurisprudencial desarrollada en torno a la jerarquía
de los tratados internacionales resulta insatisfactoria por dos cuestiones: una relacionada con los
alcances de los precedentes que sostienen dicha doctrina; y otra vinculada con la necesidad de
adoptar un nuevo enfoque para responder el problema aducido, dando cuenta del nuevo
contenido del artículo 1o. constitucional.
En cuanto a los alcances de los precedentes, las dos sentencias que dieron origen a las tesis que
constituyen el fundamento de la actual jerarquía de los tratados internacionales, matizaron los
criterios sostenidos en ellas, de tal manera que dichas conclusiones no necesariamente fueran
aplicables a los "tratados de derechos humanos". Al respecto, resulta revelador que en ambas
sentencias se contempló la posibilidad de que los derechos humanos de fuente internacional
pudieran convertirse incluso en una extensión misma de la Constitución.
En esa línea, en la sentencia del primer precedente del Tribunal Pleno en el que señaló la
superioridad de los tratados internacionales frente a las leyes federales y locales, el amparo en
revisión 1475/98,(16) se argumentó que si las normas de derechos humanos previstas en tratados
internacionales amplían los derechos fundamentales, podría considerarse que están al mismo
nivel de la Constitución:
"Puede darse el caso de convenios internacionales que amplíen las garantías individuales o
sociales y que por no estar dentro de las normas constitucionales no podrían ser aplicadas a
nuestro derecho. En este caso conviene analizar las características de la norma internacional que
se pretende aplicar y en función de ella atender a la finalidad de las disposiciones constitucionales
de que se trata. En el ejemplo, es evidente que siel tratado obliga a ampliar la esfera de libertades
de los gobernados o compromete al Estado a realizar determinadas acciones en beneficio de
grupos humanos tradicionalmente débiles, deben considerarse como constitucionales."
De lo anterior se desprende que ambos precedentes marcan límites claros respecto al alcance
que el criterio de jerarquía puede llegar a tener al momento de aplicarse a normas de derechos
humanos reconocidos en tratados internacionales. No obstante, la integración de dichas normas al
nivel constitucional se apunta como una conclusión con la que ninguna de las dos sentencias se
compromete del todo, aunque bien podría entenderse que esa era su intención. En esta línea,
resulta de especial relevancia la presente contradicción, pues los criterios emitidos por el Primer
Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito y el
Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito plantean la necesidad de emitir un
criterio que atienda con claridad la distinción expuesta en las líneas precedentes.
Hasta aquí resulta evidente que esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha desarrollado un
claro enfoque según el cual del artículo 133 constitucional se desprende, como una consecuencia
del principio de supremacía constitucional, que los tratados internacionales se encuentran en el
nivel inmediatamente inferior a la Constitución. Ahora bien, como se sostuvo anteriormente, el
criterio de jerarquía resulta insatisfactorio para dar cuenta de lo ocurrido con las normas de
derechos humanos previstas en tratados internacionales, por lo que es necesario apuntar que esta
problemática ha adquirido una nueva dimensión a raíz de las reformas constitucionales publicadas
en el Diario Oficial de la Federación los días seis y diez de junio de dos mil once, las cuales
modificaron el primer párrafo del artículo 1o. constitucional.
De una simple lectura del precepto se desprende claramente que el ordenamiento jurídico
mexicano reconoce los derechos humanos provenientes de dos fuentes: la Constitución y los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte.(18) En este punto es necesario
realizar dos precisiones conceptuales:
La primera se encuentra dirigida a destacar que la Constitución incluye dentro de su catálogo a las
"normas de derechos humanos" reconocidas en tratados internacionales, mas no al resto de
normas comprendidas en dichos instrumentos internacionales. Aunque puede parecer una
cuestión menor, lo cierto es que se trata de una distinción de gran importancia. En este sentido, es
posible afirmar que a la luz del nuevo Texto Constitucional la distinción entre "tratados
internacionales de derechos humanos" y "tratados internacionales" no es determinante para
resolver la presente contradicción.
Lo anterior implica que inclusive pueden ser incorporados al catálogo de derechos humanos
previstos en la Constitución aquellos previstos en tratados internacionales que no sean
considerados "de derechos humanos", tal y como ocurre con el ejemplo paradigmático del derecho
a la notificación, contacto y asistencia consular contenido en la Convención de Viena sobre
Relaciones Consulares.(20) En este sentido, aunque dicho tratado internacional no constituya un
"tratado de derechos humanos", ello no ha sido un obstáculo para concluir que el citado derecho
efectivamente sea considerado un derecho humano.
Así, hablar de "tratados internacionales de derechos humanos" termina por dejar fuera a los
derechos reconocidos en otro tipo de instrumentos internacionales, a la vez que incluye otras
normas previstas en dichos cuerpos normativos que no necesariamente se encuentran
relacionadas con derechos humanos, tal y como puede ocurrir con las disposiciones relativas a la
firma y ratificación del instrumento respectivo. Es por ello, que este Tribunal Pleno interpreta el
contenido del artículo 1o. constitucional en el sentido de que el conjunto normativo previsto en
dicho precepto se compone por "normas de derechos humanos", cuya fuente de reconocimiento
puede ser la Constitución o un tratado internacional ratificado por México con independencia de la
materia de éste.
Lo anterior da paso a una segunda cuestión. Antes de la reforma constitucional, habría sido
posible estudiar la dicotomía de "tratados internacionales de derechos humanos" y "tratados
internacionales" en general a la luz del enfoque de jerarquía normativa construido a partir de la
interpretación del artículo 133 constitucional. Sin embargo, no puede soslayarse que la reforma al
artículo 1o. constitucional no se acompañó con una enmienda al artículo 133, lo cual conduce a
este Tribunal Pleno a concluir que la razón de dicha omisión atiende a lo insatisfactorio que sería
abordar con base en un criterio de jerarquía formal la problemática surgida por la existencia de
dos fuentes primigenias de reconocimiento de los derechos humanos.
Lo antes expuesto conduce a este Tribunal Pleno a apuntar, como una conclusión preliminar, que
los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales y en la Constitución no se
relacionan entre sí en términos jerárquicos. En consecuencia, el enfoque tradicional de la jerarquía
de los tratados internacionales no constituye una herramienta satisfactoria para determinar el lugar
que ocupan en el ordenamiento mexicano los derechos humanos reconocidos en dichos
instrumentos normativos. En estos términos, a continuación se desarrollarán las implicaciones que
la reforma constitucional ha significado para este nuevo conjunto normativo de rango
constitucional, reparando específicamente en la construcción del principio de supremacía
constitucional y en la forma en la que deben relacionarse los derechos humanos reconocidos en
ambas fuentes normativas:
"Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos
humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá
restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución
establece.
"Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta
Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las
personas la protección más amplia.
Asimismo, ese párrafo señala que las personas también gozan de las garantías previstas en
ambos ordenamientos, lo cual conlleva la posibilidad de distinguir entre garantías internas y
externas, dependiendo del origen de los mecanismos que se encuentren a disposición de las
personas para exigir la tutela de sus derechos humanos.
Por otra parte, el segundo párrafo contiene dos herramientas interpretativas cuya aplicación
resulta obligatoria en la interpretación de las normas de derecho humanos. La primera establece
que todas las normas de derechos humanos deberán interpretarse de conformidad con la
Constitución y con los tratados internacionales de derechos humanos. Sin pretender agotar los
alcances de lo que tradicionalmente se ha entendido como "interpretación conforme", basta decir
que dicha herramienta obliga a los operadores jurídicos que se enfrenten a la necesidad de
interpretar una norma de derechos humanos -incluyendo las previstas en la propia Constitución- a
considerar en dicha interpretación al catálogo de derechos humanos que ahora reconoce el Texto
Constitucional. Esta obligación busca reforzar el principio desarrollado en el primer párrafo, en el
sentido de que los derechos humanos, con independencia de su fuente normativa, forman parte
de un mismo catálogo o conjunto normativo.
Finalmente, el tercer párrafo del artículo 1o. constitucional constituye el fundamento constitucional
de los siguientes elementos: (i) los principios objetivos de los derechos humanos: universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y progresividad; (ii) las obligaciones genéricas de las autoridades
estatales para la tutela de los derechos humanos: respeto, protección, promoción y garantía; y, (iii)
las obligaciones específicas que forman parte de la obligación genérica de garantía: prevenir,
investigar, sancionar y reparar.
Si bien el análisis de cada uno de los principios y obligaciones previstos en dicho precepto excede
la finalidad del presente estudio, una correcta interpretación del contenido y función del catálogo
de derechos humanos previsto en el artículo 1o. constitucional comporta la necesidad de destacar
que el párrafo tercero de dicho numeral prevé como principios objetivos rectores de los derechos
humanos los de interdependencia e indivisibilidad. Según el principio constitucional de
interdependencia, los derechos humanos establecen relaciones recíprocas entre ellos, de modo
que en la gran mayoría de los casos la satisfacción de un derecho es lo que hace posible el
disfrute de otros. Por otra parte, el principio constitucional de indivisibilidad de los derechos
humanos parte de la integralidad de la persona y la necesidad de satisfacer todos sus derechos, lo
que excluye la posibilidad de establecer jerarquías en abstracto entre los mismos.
De acuerdo con lo anterior, de la literalidad de los primeros tres párrafos del artículo 1o.
constitucional se desprende lo siguiente: (i) los derechos humanos reconocidos en la Constitución
y en los tratados de los cuales México sea parte integran un mismo conjunto o catálogo de
derechos; (ii) la existencia de dicho catálogo tiene por origen la Constitución misma; (iii) dicho
catálogo debe utilizarse para la interpretación de cualquier norma relativa a los derechos
humanos; y, (iv) las relaciones entre los derechos humanos que integran este conjunto deben
resolverse partiendo de la interdependencia y la indivisibilidad de los derechos humanos -lo que
excluye la jerarquía entre unos y otros-, así como del principio pro persona, entendido como
herramienta armonizadora y dinámica que permite la funcionalidad del catálogo constitucional de
derechos humanos.
Ahora bien, en virtud de que cada uno de los preceptos contenidos en la Constitución forma parte
de un sistema constitucional, al interpretarlos debe partirse de reconocer, como principio general,
que el sentido que se les atribuya debe ser congruente con lo establecido en las diversas
disposiciones constitucionales que integran ese sistema.(26) En este sentido, este Pleno
considera que el texto del artículo 1o. constitucional no puede ser interpretado de forma aislada y
sin considerar los demás artículos constitucionales. No obstante, es pertinente aclarar que la
interpretación sistemática que se realiza a continuación únicamente toma en consideración las
disposiciones constitucionales que guardan relación con la ampliación del catálogo de derechos
humanos reconocidos en la Constitución y con su inclusión dentro del ámbito material de
protección del juicio de amparo.
Como expresamente se estableció en el artículo 1o. constitucional, en México todas las personas
son titulares tanto de los derechos humanos reconocidos en la Constitución como de los previstos
en los tratados internacionales que sean ratificados por el Estado Mexicano, lo que significa que,
con motivo de la reforma constitucional, los derechos humanos reconocidos en tratados
internacionales se han integrado expresamente a nuestro ordenamiento jurídico interno, para
ampliar el catálogo constitucional de derechos humanos, en el entendido de que, derivado de la
parte final del primer párrafo del propio artículo 1o. constitucional, cuando en la Constitución haya
una restricción expresa al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la
norma constitucional.
"Artículo 103. Los tribunales de laFederación resolverán toda controversia que se suscite:
"I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos humanos
reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta Constitución, así como por los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte."
Así, la literalidad de la propia disposición también permite concluir que el artículo 1o. constitucional
amplió el catálogo de derechos humanos previsto materialmente en la Constitución para
comprender también aquellos reconocidos en tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte. Al respecto, este Tribunal Pleno considera que esas conclusiones
preliminares se refuerzan si se compara este primer sentido o alcance normativo del artículo 1o.
constitucional con el texto de otros artículos constitucionales, especialmente los reformados en
junio de dos mil once. Dentro de la reforma constitucional en materia de derechos humanos se
introdujeron dos modificaciones adicionales que resultan especialmente significativas para
entender la conformación del nuevo parámetro de regularidad constitucional, a saber, las
modificaciones a los artículos 15 y 105, fracción II, inciso g), de la Constitución:
"Artículo 15. No se autoriza la celebración de tratados para la extradición de reos políticos, ni para
la de aquellos delincuentes del orden común que hayan tenido en el país donde cometieron el
delito, la condición de esclavos; ni de convenios o tratados en virtud de los que se alteren los
derechos humanos reconocidos por esta Constitución y en los tratados internacionales de los que
el Estado Mexicano sea parte."
"Artículo 105. La Suprema Corte de Justicia de la Nación conocerá, en los términos que señale la
ley reglamentaria, de los asuntos siguientes:
"...
"II. De las acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto plantear la posible contradicción
entre una norma de carácter general y esta Constitución.
"Las acciones de inconstitucionalidad podrán ejercitarse, dentro de los treinta días naturales
siguientes a la fecha de publicación de la norma, por:
"...
"g) La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en contra de leyes de carácter federal,
estatal y del Distrito Federal, así como de tratados internacionales celebrados por el Ejecutivo
Federal y aprobados por el Senado de la República, que vulneren los derechos humanos
consagrados en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que México sea parte.
Asimismo, los organismos de protección de los derechos humanos equivalentes en los Estados de
la República, en contra de leyes expedidas por las Legislaturas Locales y la Comisión de
Derechos Humanos del Distrito Federal, en contra de leyes emitidas por la Asamblea Legislativa
del Distrito Federal."
Por otra parte, el artículo 105, fracción II, inciso g), constitucional reconocía legitimación a la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos para promover acciones de inconstitucionalidad en
contra de leyes y de tratados internacionales por la violación a derechos humanos consagrados en
la Constitución. El cambio que introdujo la reforma constitucional consiste en ahora también se
admite la procedencia de este tipo de acciones en contra de leyes y tratados que vulneren los
derechos humanos reconocidos en tratados internacionales.
En esta línea, partiendo de la base de que las reformas constitucionales no alteraron el régimen
constitucional de los tratados internacionales en general -con independencia de su materia-,
resulta indefectible concluir que lo único que se modificó fue el régimen constitucional de las
normas internacionales de derechos humanos, las cuales se integraron al parámetro de control de
regularidad cuya fuente es la propia Constitución. Sólo así se puede explicar que tanto el artículo
15 como el artículo 105, fracción II, inciso g), permitan la posibilidad de efectuar un control de la
validez de tratados internacionales adoptando como parámetro para dicho estudio a los derechos
humanos reconocidos en otros tratados internacionales.
En efecto, los dos artículos en comento permiten que la validez de los tratados internacionales se
determine por su conformidad o no contravención con ciertas normas que integran, en ese
sentido, un parámetro de control de su regularidad normativa. A partir de la reforma constitucional,
las normas jurídicas que integran dicho parámetro de control son los derechos humanos
reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que México sea parte.
Esto implica que la validez material de un tratado internacional pueda estudiarse adoptando como
parámetro de control a los derechos humanos reconocidos en otro tratado internacional. Por
consiguiente, resulta evidente que una interpretación sistemática de los artículos reformados
conduce a la ineludible conclusión de que existen normas internacionales que, por reconocer
derechos humanos, adquieren un papel o rol preponderante dentro de nuestro ordenamiento
jurídico, al convertirse en parte integrante del parámetro de control de regularidad conforme al cual
se estudia la validez del resto de las normas jurídicas que conforman el ordenamiento jurídico
mexicano. Sólo así puede entenderse que la Constitución permita el control de la regularidad de
tratados internacionales con base en normas cuyo origen normativo son otros tratados
internacionales.
Ahora bien, adicionalmente a la interpretación gramatical y sistemática, este Pleno considera que
si se analiza cuál fue la intención y finalidad del Poder Reformador al aprobar la reforma en
comento también se llega a la conclusión de que las normas de derechos humanos, con
independencia de su fuente, constituyen un parámetro de regularidad constitucional que sirve para
dar coherencia y unidad al ordenamiento jurídico en casos de antinomias o lagunas normativas.
En esta línea, de diversos dictámenes de las Comisiones de ambas Cámaras del Congreso de la
Unión que participaron en el proceso de reforma, en tanto expresiones de la voluntad del Poder
Reformador de la Constitución, se puede apreciar que las modificaciones de seis y diez de junio
de dos mil once tuvieron la intención de reconocer el carácter constitucional de todas las normas
de derechos humanos, sin importar que su fuente sea la propia Constitución o los tratados
internacionales, a efecto de que los operadores jurídicos las utilicen para interpretar el sistema
normativo mexicano, erigiéndose, así como parámetro de control de regularidad constitucional.
Por su parte, en el dictamen del siete de abril de dos mil diez de las Comisiones Unidas de Puntos
Constitucionales y de Estudios Legislativos del Senado de la República, con opinión de la
Comisión Especial de Reforma del Estado, sostuvieron que emitían dictamen favorable "para que
se apruebe la reforma a los artículos 1o., 3o., 15, 18, 29, 33, 89, 97, 102 y 105 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y se eleven a rango constitucional los derechos
humanos con lo que se amplía su reconocimiento y protección en nuestro país"(28) (énfasis
añadido)
Una vez establecido por el Poder Reformador que no existe distinción entre los derechos
humanos en atención a su fuente, éste también reconoció que los derechos humanos en su
conjunto constituyen un parámetro de control de regularidad constitucional. En este sentido, por
ejemplo, en el dictamen del quince de diciembre de dos mil diez de las Comisiones Unidas de
Puntos Constitucionales y de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, se sostiene que "al
momento de interpretar las normas relativas a los derechos humanos, no solamente será la
Constitución su único referente, sino que además, deberá acudirse a lo establecido en los tratados
internacionales".(29) De esta forma, como se afirma en el dictamen del veintitrés de marzo de dos
mil once de dichas comisiones de la Cámara de Diputados, "cualquier persona puede hacer
exigible y justiciable de manera directa todo el catálogo de derechos hasta ahora
reconocidos."(30)
Como se afirma también en el dictamen del ocho de marzo de dos mil once de las Comisiones
Unidas de Puntos Constitucionales y de Estudios Legislativos del Senado de la República, con
opinión de la Comisión Especial de Reforma del Estado, no sólo los derechos humanos
contenidos en "tratados internacionales de derechos humanos" constituyen ese parámetro de
control de regularidad constitucional, sino todos aquellos derechos humanos contenidos en los
tratados internacionales, toda vez que "puede darse el caso de que se reconozca y garantice
algún derecho fundamental en instrumentos internacionales que no estén referidos
específicamente a normar derechos humanos, con lo cual la protección de los derechos ... se
ampliaría".(31)
Por otro lado, del procedimiento legislativo que concluyó con la reforma constitucional al juicio de
amparo del seis de julio de dos mil once, también se desprende la conclusión de que los derechos
humanos contenidos en tratados internacionales obligan a todas las autoridades dentro del
sistema jurídico mexicano, por lo que constituyen, junto con los derechos humanos
constitucionales, parámetros de control de regularidad constitucional, los cuales son justiciables a
través del amparo independientemente de que su fuente sea un tratado internacional.
En efecto, en el dictamen del diez de diciembre de dos mil nueve de las Comisiones Unidas de
Puntos Constitucionales y Estudios Legislativos de la Cámara de Senadores se estableció que "a
pesar de que existe una norma constitucional que avala la justiciabilidad de los derechos
conferidos por los tratados internacionales suscritos por nuestro país, resulta de la mayor
importancia dejar claro en nuestra Ley Fundamental que en materia de derechos humanos existen
los mecanismos para hacer valer una violación al texto de dichos instrumentos internacionales".
Por ello, "dada la necesidad de constituir al juicio de amparo en un medio más eficiente de control
de las actuaciones de las autoridades, (se pretende) ampliar el marco de protección de ese
proceso extendiendo la materia de control".(32)
En ese mismo dictamen se concluyó que "uno de los cambios más importantes que se proponen
en la iniciativa guarda relación con el objeto de protección del juicio de amparo, el cual en sus
orígenes estaba limitado a las garantías individuales y que hoy pretenden ampliar también a la
protección de los derechos fundamentales contenidas en instrumentos internacionales ratificados
por el Estado Mexicano", de forma que "habrá una ampliación de los contenidos normativos a los
cuales deberán sujetarse y estar subordinadas las autoridades públicas".(33) En el mismo sentido,
la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados en su dictamen del siete de
diciembre de dos mil diez fue muy clara al concluir categóricamente que "se incorporan los
instrumentos internacionales de derechos humanos como parámetro directo de protección del
individuo".(34)
Al resolver el expediente varios 912/2010,(35) este Tribunal Pleno estableció que el artículo 1o.
constitucional debe leerse e interpretarse de manera conjunta con lo que dispone el artículo 133
de la Constitución, de forma que los Jueces prefieran "los derechos humanos contenidos en la
Constitución y en los Tratados Internacionales, aun a pesar de las disposiciones en contrario
establecidas en cualquier norma inferior" (párrafos 28 y 29).
Siguiendo esa misma línea, en dicho precedente se sostuvo que "el parámetro de análisis de este
tipo de control (constitucional y convencional) que deberán ejercer todos los Jueces del país, se
integra" por los siguientes parámetros: (i) los derechos humanos contenidos en la Constitución y
en los tratados internacionales en los que el Estado Mexicano sea parte; (ii) la jurisprudencia del
Poder Judicial de la Federación; y, (iii) los criterios vinculantes de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y los criterios orientadores de la jurisprudencia y precedentes de dicho
tribunal internacional (párrafo 21).
Así, se concluyó que los Jueces nacionales "deben inicialmente observar los derechos humanos
establecidos en la Constitución Mexicana y en los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte, así como los criterios emitidos por el Poder Judicial de la Federación al
interpretarlos y acudir a los criterios interpretativos de la Corte Interamericana para evaluar si
existe alguno que resulte más favorecedor y procure una protección más amplia del derecho que
se pretende proteger" (párrafo 31).
En este sentido, este precedente, posterior a la reforma de junio de dos mil once, está en la línea
de la interpretación gramatical, sistemática y originalista antes desarrollada.
Así, la trascendencia del cambio de paradigma constitucional antes descrito conlleva la necesidad
de replantear parcialmente el principio de supremacía constitucional, con base en los nuevos
enfoques introducidos por las reformas constitucionales de junio de dos mil once. En efecto,
tradicionalmente se ha entendido que el principio de supremacía constitucional comporta el
encumbramiento de la Constitución como norma fundamental del ordenamiento jurídico mexicano,
lo que a su vez implica, entre otras cosas, que el resto de las normas jurídicas deben ser acordes
a la misma, tanto en un sentido formal como material.
Si bien este entendimiento no ha cambiado, lo que sí ha evolucionado a raíz de las reformas
constitucionales en comento es la configuración del conjunto de normas jurídicas respecto de las
cuales puede predicarse dicha supremacía dentro de nuestro ordenamiento jurídico. Esta
transformación se explica por la ampliación del catálogo de derechos humanos previsto dentro de
nuestra Constitución, el cual evidentemente puede calificarse como parte del conjunto normativo
que goza de esta supremacía constitucional. En este sentido, para este Tribunal Pleno defender
los derechos humanos es defender la propia Constitución.
Como se ha expuesto anteriormente, el catálogo de derechos humanos comprende tanto los que
se encuentran expresamente reconocidos en la Constitución como aquellos contemplados en los
tratados internacionales ratificados por el Estado Mexicano. En este orden de ideas, la
supremacía constitucional se predica de todos los derechos humanos incorporados al
ordenamiento mexicano, en tanto forman parte de un mismo catálogo o conjunto normativo. Esta
conclusión se refuerza con el mandato expreso del Poder Reformador de permitir que los
derechos humanos de fuente internacional puedan ser empleados como parámetro de validez del
resto de las normas jurídicas del ordenamiento jurídico mexicano, dentro de las cuales se
incluyeron expresamente los propios instrumentos internacionales.
No obstante, la afirmación antes expuesta exige dar respuesta a la siguiente interrogante: ¿cómo
es posible que una norma, cuya existencia y validez depende de la Constitución, establezca junto
con normas constitucionales, el parámetro de control de la validez de todas las demás normas del
ordenamiento jurídico?
Estos dos momentos pueden reconducirse a la distinción entre dos dimensiones de la regularidad
normativa propias de todo Estado constitucional: por un lado, lo que sería la "vigencia" o
"existencia" de las normas, que hace referencia a la forma de los actos normativos y que es una
propiedad que depende de la correspondencia con las normas formales sobre su producción; y
por otro lado, la "validez material" o "validez propiamente dicha" que depende de la coherencia
con las normas sustanciales sobre su producción.(36)
En esta línea, los requisitos de existencia o vigencia de los tratados internacionales están
contemplados en los artículos 89,(37) 76(38) y 133 constitucionales. Como ya se señaló, estos
preceptos establecen que los tratados internacionales deben ser firmados por el presidente de la
República en su calidad de jefe del Estado Mexicano y aprobados por el Senado. Por otraparte,
los requisitos de validez material se contemplan en los artículos 133 y 15 constitucionales. Estos
artículos exigen, respectivamente, que los contenidos de los tratados internacionales "estén de
acuerdo" con los contenidos en el Texto Constitucional y que no "alteren" los derechos humanos
previstos en la propia Constitución y en otros tratados internacionales. Así, mientras el
incumplimiento de los requisitos de forma conduciría a concluir que un tratado internacional no es
derecho vigente en México, la no satisfacción de los requisitos materiales obligaría a declarar su
invalidez.
Corresponde ahora determinar cuáles son estos requisitos materiales de validez que deben
cumplir los tratados internacionales incorporados (o que se vayan a incorporar) al sistema jurídico
mexicano. Mientras el artículo 133 constitucional impone a todos los tratados internacionales el
requisito material de no contravenir o estar de acuerdo con las normas constitucionales, el artículo
15 constitucional contiene otro requisito de validez material de naturaleza especial, cuyo
cumplimiento se exige únicamente respecto a los tratados internacionales que contengan normas
de derechos humanos. La especialidad de este requisito radica en que sólo permite -autoriza- la
celebración de tratados internacionales, cuyo contenido no menoscabe el catálogo constitucional
de derechos humanos, que comprende tanto a los de fuente constitucional como internacional,
prohibición que coincide plenamente con el principio de progresividad -y su corolario de no
regresividad- de los derechos humanos, reconocido en el tercer párrafo del artículo 1o.
constitucional.
De acuerdo con lo anterior, puede decirse que el requisito previsto en el artículo 133 constitucional
refuerza la interpretación de que los tratados internacionales se encuentran en una posición
jerárquica inferior a la Constitución, mientras que el requisito previsto en el artículo 15
constitucional garantiza que, con independencia de la jerarquía normativa del instrumento que las
reconozca, las normas internacionales de derechos humanos, y no el tratado en su conjunto, se
integren al parámetro de regularidad contenido en el artículo 1o. constitucional. Así, las normas
internacionales de derechos humanos que cumplan con el requisito material previsto en el artículo
15, pasarán a formar parte del catálogo constitucional de derechos humanos, desvinculándose del
tratado internacional que es su fuente y, por lo tanto, de su jerarquía normativa, para gozar, en
consecuencia, de supremacía constitucional en los términos previamente definidos.
Ahora bien, todas las consideraciones antes apuntadas permiten concluir a este Tribunal Pleno
que las normas de derechos humanos contenidas en tratados internacionales y en la Constitución
no se relacionan entre sí en términos jerárquicos. En efecto, una vez que un tratado es
incorporado al orden jurídico, las normas de derechos humanos que éste contenga se integran al
catálogo de derechos que funciona como un parámetro de regularidad constitucional, de tal suerte
que dichas normas no pueden contravenir el principio de supremacía constitucional precisamente
porque forman parte del conjunto normativo respecto del cual se predica la supremacía.
En esta línea, en caso de que tanto normas constitucionales como normas internacionales se
refieran a un mismo derecho, éstas se articularán de manera que se prefieran aquellas cuyo
contenido proteja de manera más favorable a su titular atendiendo para ello al principio pro
persona. Por otro lado, ante el escenario de que un derecho humano contenido en un tratado
internacional del que México sea parte no esté previsto en una norma constitucional, la propia
Constitución en su artículo 1o. contempla la posibilidad de que su contenido se incorpore al
conjunto de derechos que gozarán todas las personas y que tendrán que respetar y garantizar
todas las autoridades y, conforme a los cuales, deberán interpretarse los actos jurídicos tanto de
autoridades como de particulares a efecto de que sean armónicos y coherentes con dichos
contenidos fundamentales.
Si bien todos los tratados internacionales deben ajustarse a los procedimientos de incorporación
previstos en el ordenamiento jurídico a efecto de determinar su existencia, en el caso de que
contengan normas de derechos humanos éstas pasan a formar parte del parámetro de control de
la regularidad constitucional al que este Pleno se ha referido a lo largo de esta sentencia.
Recapitulando lo dicho hasta ahora, es importante reiterar que las relaciones entre los derechos
humanos que integran el nuevo parámetro de control de regularidad deben desarrollarse en forma
armónica, sin introducir criterios de jerarquía entre las mismas. Este criterio se refuerza con la
interpretación literal, sistemática y originalista de las reformas constitucionales de seis y diez de
junio de dos mil once, las cuales fueron contundentes en cuanto a la necesidad de comprender a
las normas que integran el catálogo de derechos humanos como un conjunto homogéneo que
opera como un parámetro de regularidad del resto de las normas y actos jurídicos.
Ahora bien, como ya se señaló, derivado de la parte final del primer párrafo del artículo 1o.
constitucional, el Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación entiende que cuando en la
Constitución haya una restricción expresa al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a
lo que indica la norma constitucional.
Al respecto, es importante recordar que, como ha sido exhaustivamente expuesto, las fuentes
normativas que dan lugar a los dos parámetros de control son las normas de derechos humanos
previstas en la Constitución y en los tratados internacionales de los cuales el Estado Mexicano es
parte. Consecuentemente, ambos parámetros de control forman parte del mismo conjunto
normativo y, por tanto, integran el aludido parámetro de control de regularidad, de modo que
hablar de constitucionalidad o convencionalidad implica hacer referencia al mismo parámetro de
regularidad o validez, aunque para efectos meramente didácticos pueda diferenciarse entre el
origen de la norma empleada para desarrollar el estudio de validez respectivo.
El segundo punto de contradicción suscitado por los criterios emitidos por los Tribunales
Colegiados consiste en determinar si los criterios interpretativos contenidos en la jurisprudencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos son orientadores u obligatorios para los Jueces
nacionales. Al respecto, es pertinente destacar que con motivo de la resolución dictada en el
expediente varios 912/2010, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió la tesis aislada P.
LXV/2011 (9a.), cuyo rubro es: "SENTENCIAS EMITIDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA
DE DERECHOS HUMANOS. SON VINCULANTES EN SUS TÉRMINOS CUANDO EL ESTADO
MEXICANO FUE PARTE EN EL LITIGIO.".(40) En dicho criterio se determinó que las sentencias
emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos son vinculantes para el Estado
Mexicano por ser cosa juzgada, lo cual resulta igualmente aplicable a los criterios interpretativos
contenidos en las mismas. Asimismo, se agregó lo siguiente:
"Esta Suprema Corte no es competente para analizar, revisar, calificar o decidir si una sentencia
dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, esto es, en sede internacional, es
correcta o incorrecta, o si la misma se excede en relación a las normas que rigen su materia y
proceso. Esta sede de jurisdicción nacional no puede hacer ningún pronunciamiento que
cuestione la validez de lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ya que para
el Estado Mexicano dichas sentencias constituyen, como ya dijimos, cosa juzgada y, por ende, lo
único procedente es acatar y reconocer la totalidad de la sentencia en sus términos." (párrafo17).
En la misma línea, el Tribunal Pleno emitió un criterio en el que refrendó la vinculatoriedad de las
sentencias emitidas por la Corte Interamericana en casos en los que el Estado Mexicano haya
sido parte.(41)
Antes de iniciar con el desarrollo de estas nuevas reflexiones, es importante distinguir entre la
obligatoriedad de la jurisprudencia del Poder Judicial de la Federación de la vinculatoriedad de los
precedentes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Ahora bien, como resultado de nuevas reflexiones y con motivo de la nueva integración de este
Tribunal Pleno, debe considerarse que esta fuerza vinculante de los criterios interpretativos
contenidos en sentencias interamericanas debe extenderse a aquellas dictadas en casos en los
que el Estado Mexicano no haya sido parte, según se expone a continuación:
Por un lado, debe considerarse que la jurisprudencia de la Corte Interamericana constituye una
extensión de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Esta idea puede clarificarse si
se parte de la diferencia que puede trazarse desde el punto de vista conceptual entre lo que es
una "disposición" y una "norma".(44) De acuerdo con esta distinción, la disposición alude al texto
de un determinado ordenamiento (un artículo, una fracción, etcétera), mientras que la norma hace
referencia al significado que se le atribuye a ese texto. En este caso, la "disposición" sería el texto
de la Convención Americana, mientras que las "normas" serían los distintos significados que la
Corte Interamericana atribuye al texto convencional a través de su jurisprudencia, incluyendo
aquellos dictados en los casos en los que el Estado Mexicano no haya sido parte.
Por otro lado, conforme al artículo 1o. constitucional, todos los derechos humanos reconocidos en
la Constitución y en los tratados internacionales ratificados por el Estado Mexicano forman parte
de un mismo catálogo que conforma el parámetro de control de regularidad del ordenamiento
jurídico mexicano. En consecuencia, los criterios que emita la Corte Interamericana en sus
resoluciones, como intérprete último de la Convención Americana en el ámbito internacional, son
vinculantes para todos los órganos jurisdiccionales del país.
Adicionalmente, es pertinente aclarar que tanto la Suprema Corte de Justicia de la Nación como el
resto de las Cortes Supremas de los Estados de las Américas que han reconocido la competencia
contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos deben mantener un diálogo
jurisprudencial constante con el tribunal internacional, puesto que ambos tienen la misma
finalidad: la protección de los derechos humanos. Es en este sentido que las relaciones entre esta
Suprema Corte y la Corte Interamericana deben entenderse en términos de cooperación y
colaboración.
En efecto, conforme al artículo 1o. constitucional, cuando se susciten conflictos respecto a cómo
interpretar un derecho humano en específico, los operadores jurídicos deberán atender, en
cumplimiento al principio pro persona, a las interpretaciones que resulten más amplias o menos
restrictivas para los derechos de las personas. Esta operación podrá concluir con el favorecimiento
de un criterio del Poder Judicial de la Federación o de uno emitido por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, pero cualquiera que sea el criterio aplicado, el resultado debe atender a la
mejor protección de los derechos humanos de las personas.
Es en ese sentido que resulta evidente que la jurisprudencia interamericana es vinculante para los
Jueces nacionales cuando resulte más favorable, como lo ordena el principio pro persona
contenido en el artículo 1o. constitucional, toda vez que ésta sienta las bases para una
interpretación mínima respecto a un derecho en particular.
Así las cosas, cuando se trate de la aplicación de un criterio emitido por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en un caso en el que el Estado Mexicano no ha sido parte, los operadores
jurídicos se encuentran obligados a analizar si el precedente resulta aplicable al ordenamiento
jurídico mexicano. Este paso previo no dependerá de que la conducta ordenada como debida por
la Corte Interamericana sea compatible con la conducta, acto jurídico o norma analizada, sino con
el hecho de que el marco normativo analizado, el contexto fáctico y las particularidades del caso
sean análogas y, por tanto, idóneas para la aplicación del precedente interamericano. Lo mismo
ocurre a nivel interno cuando un criterio jurisprudencial emitido, por ejemplo, con base en la
legislación de un Estado se utiliza para resolver un caso nacido al amparo de una legislación
similar de otro Estado. En estos casos, el operador jurídico deberá analizar si las razones que
motivaron el pronunciamiento son las mismas, para entonces poder determinar si el criterio
jurisprudencial interamericano es aplicable.
Es importante destacar que las consideraciones antes expuestas se ven reforzadas por la
concepción que la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene respecto del control
de convencionalidad y la manera en la que su jurisprudencia vincula a los órganos jurisdiccionales
internos de los Estados. Al respecto, vale la pena citar in extenso un pronunciamiento reciente de
dicho tribunal internacional:
"67. De tal manera, es posible observar dos manifestaciones distintas de esa obligación de los
Estados de ejercer el control de convencionalidad, dependiendo de si la sentencia ha sido dictada
en un caso en el cual el Estado ha sido parte o no. Lo anterior debido a que a que la norma
convencional interpretada y aplicada adquiere distinta vinculación dependiendo si el Estado fue
parte material o no en el proceso internacional.
"68. En relación con la primera manifestación, cuando existe una sentencia internacional dictada
con carácter de cosa juzgada respecto de un Estado que ha sido parte en el caso sometido a la
jurisdicción de la Corte Interamericana, todos sus órganos, incluidos sus Jueces y órganos
vinculados a la administración de justicia, también estánsometidos al tratado y a la sentencia de
este tribunal, lo cual les obliga a velar para que los efectos de las disposiciones de la Convención
y, consecuentemente, las decisiones de la Corte Interamericana, no se vean mermados por la
aplicación de normas contrarias a su objeto y fin o por decisiones judiciales o administrativas que
hagan ilusorio el cumplimiento total o parcial de la sentencia. Es decir, en este supuesto, se está
en presencia de cosa juzgada internacional, en razón de lo cual el Estado está obligado a cumplir
y aplicar la sentencia. En esta situación se encuentra el Estado de Uruguay respecto de la
sentencia dictada en el Caso Gelman. Por ello, precisamente porque el control de
convencionalidad es una institución que sirve como instrumento para aplicar el derecho
internacional, en el presente caso que existe cosa juzgada se trata simplemente de emplearlo
para dar cumplimiento en su integridad y de buena fe a lo ordenado en la sentencia dictada por la
Corte en el caso concreto, por lo que sería incongruente utilizar esa herramienta como justificación
para dejar de cumplir con la misma, de conformidad con lo señalado anteriormente (supra
considerandos 60 a 65).
"70. La Corte estima pertinente precisar que la concepción del llamado control de
convencionalidad tiene íntima relación con el ‘principio de complementariedad’, en virtud del cual
la responsabilidad estatal bajo la Convención sólo puede ser exigida a nivel internacional después
de que el Estado haya tenido la oportunidad de declarar la violación y reparar el daño ocasionado
por sus propios medios. Este principio de complementariedad (también llamado ‘de
subsidiariedad’) informa transversalmente el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, el
cual es, tal como lo expresa el preámbulo de la misma Convención Americana, ‘coadyuvante o
complementario de la (protección) que ofrece el derecho interno de los Estados Americanos’. De
tal manera, el Estado ‘es el principal garante de los derechos humanos de la personas, de manera
que, si se produce un acto violatorio de dichos derechos, es el propio Estado quien tiene el deber
de resolver el asunto a nivel interno y, (en su caso) reparar, antes de tener que responder ante
instancias internacionales como el Sistema Interamericano, lo cual deriva del carácter subsidiario
que reviste el proceso internacional frente a los sistemas nacionales de garantías de los derechos
humanos.’
"72. ... Así adquiere sentido el mecanismo convencional, el cual obliga a todos los Jueces y
órganos judiciales a prevenir potenciales violaciones a derechos humanos, las cuales deben
solucionarse a nivel interno teniendo en cuenta las interpretaciones de la Corte Interamericana y,
sólo en caso contrario, pueden ser considerados por ésta, en cuyo supuesto ejercerá un control
complementario de convencionalidad."(46)
Este proceder ha sido paradigmático en el quehacer jurisprudencial interamericano, pues no debe
olvidarse que las sentencias de la Corte Interamericana, en términos del propio tribunal
internacional, tienen un doble carácter, a saber, tutelar y preventivo. Así, la función tutelar de una
sentencia se cumple por el hecho de que ésta pretende resolver un caso específico con base en la
determinación de medidas de reparación a cargo del Estado condenado, las cuales buscarán
desaparecer los efectos de una violación a derechos humanos. Por otra parte, la función
preventiva se desprende «de» los precedentes contenidos en las sentencias, los cuales, además
de resolver un asunto específico, pretenden sentar un estándar mínimo que resulte aplicable para
casos futuros y respecto de otros Estados formalmente ajenos a la controversia que dio lugar a la
emisión de la sentencia.
Por todo lo anterior, se concluye que los criterios emanados de la jurisprudencia emitida por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos resultan vinculantes para los Jueces nacionales con
independencia de que el Estado Mexicano haya sido parte en el litigio, toda vez que dotan de
contenido a los derechos humanos establecidos en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. No obstante, la aplicación de dicha jurisprudencia deberá hacerse en términos de
colaboración y no contradicción con la jurisprudencia nacional, atendiendo en todo momento al
principio pro persona. En este sentido, la fuerza vinculante de la jurisprudencia de la Corte
Interamericana se desprende del propio mandato constitucional establecido en el artículo 1o.
constitucional, pues el principio pro persona obliga a los Jueces nacionales a resolver atendiendo
a la interpretación más favorable a la persona.
SEXTO. Criterios obligatorios. De acuerdo con lo anterior, deben prevalecer con carácter de
jurisprudencia los criterios establecidos por este Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación en los siguientes términos:
PRIMERO. Sí existe contradicción de tesis entre las sustentadas por el Primer Tribunal Colegiado
en Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito y el Séptimo Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, en términos del considerando cuarto de esta
resolución.
SEGUNDO. Deben prevalecer con carácter de jurisprudencia, los criterios sustentados por este
Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en los términos precisados en el
último considerando de esta resolución.
Se aprobó por unanimidad de once votos de los señores Ministros: Aguirre Anguiano, Cossío
Díaz, Luna Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo Rebolledo, Aguilar
Morales, Valls Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas, Ortiz Mayagoitia y presidente
Silva Meza (los señores Ministros: Aguirre Anguiano y Ortiz Mayagoitia integraron el Pleno en la
sesión celebrada el doce de marzo de dos mil doce).
Por mayoría de diez votos de los señores Ministros: Gutiérrez Ortiz Mena, quien se reservó el
derecho a formular un voto concurrente; Luna Ramos, quien se manifestó a favor de las
consideraciones relacionadas con la prevalencia de la Constitución y se apartó del resto; Franco
González Salas, quien indicó que formularía un voto concurrente; Zaldívar Lelo de Larrea, quien
manifestó que haría un voto aclaratorio y concurrente para explicar el consenso al que se llegó y
el sentido de su voto a pesar de que en los límites tuvo un criterio distinto; Pardo Rebolledo, quien
se reservó el derecho de formular voto concurrente; Aguilar Morales, con reservas respecto de las
consideraciones y, en su caso, realizaría un voto concurrente; Valls Hernández, reservándose el
derecho de hacer un voto concurrente; Sánchez Cordero de García Villegas, reservándose su
derecho a voto concurrente en relación con los límites; Pérez Dayán, quien se manifestó a favor
del reconocimiento de la prevalencia constitucional y presidente Silva Meza, quien reservó su
derecho de formular voto concurrente para aclarar su posición de entendimiento constitucional del
texto propuesto y, a reserva de ver el engrose, aclararía u opinaría sobre las supresiones que se
pretenden hacer, sin variar su posición en el sentido, se aprobó la determinación consistente en
que debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio sostenido por el Tribunal Pleno en
el sentido de que las normas contenidas en tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte que reconocen derechos humanos tienen la misma fuerza normativa que las
normas contenidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que reconocen
esas prerrogativas fundamentales y que cuando en la Constitución haya una restricción expresa al
ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica el Texto Constitucional. El
señor Ministro Cossío Díaz votó en contra y se reservó el derecho de formular voto particular.
Por mayoría de seis votos de los señores Ministros: Gutiérrez Ortiz Mena, Cossío Díaz, Zaldívar
Lelo de Larrea, Valls Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas y presidente Silva Meza, se
aprobó la determinación consistente en que debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el
criterio sostenido por el Tribunal Pleno en el sentido de que la jurisprudencia emitida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos es vinculante para los Jueces mexicanos siempre que sea
más favorable a la persona. Los señores Ministros: Luna Ramos, Franco González Salas, Pardo
Rebolledo, Aguilar Morales, quien reconoció que las sentencias que condenan al Estado Mexicano
sí son vinculantes, y Pérez Dayán votaron en contra.
Se aprobó por unanimidad de once votos de los señores Ministros: Gutiérrez Ortiz Mena, Cossío
Díaz, Luna Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo Rebolledo, Aguilar
Morales, Valls Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas, Pérez Dayán y presidente Silva
Meza.
Por unanimidad de once votos de los señores Ministros: Gutiérrez Ortiz Mena, Cossío Díaz, Luna
Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo Rebolledo, Aguilar Morales, Valls
Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas, Pérez Dayán y presidente Silva Meza, se
aprobó la determinación relativa a que en la presente contradicción de tesis no ha quedado sin
materia.
El señor Ministro presidente Juan N. Silva Meza dejó a salvo el derecho de los señores Ministros
para que formulen los votos que estimen pertinentes y declaró que el asunto se resolvió en los
términos precisados.
En la sesión privada extraordinaria celebrada el cinco de diciembre de dos mil trece el texto del
engrose del apartado I "La posición jerárquica de los tratados internacionales en materia de
derechos humanos en relación con la Constitución" del considerando quinto de la sentencia
dictada en la contradicción de tesis 293/2011 se aprobó por unanimidad de diez votos de los
señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, Luna Ramos, con salvedades, Franco González Salas,
Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo Rebolledo, Aguilar Morales, con salvedades, Valls Hernández,
Sánchez Cordero de García Villegas, Pérez Dayán y presidente Silva Meza con la modificación
aceptada por el señor Ministro ponente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, consistente en agregar una
diversa indicación en el sentido de que cuando en la Constitución haya una restricción expresa al
ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica el Texto Constitucional. El
señor Ministro Cossío Díaz no participó en esta votación al haber votado en contra de la propuesta
modificada del considerando quinto apartado I en la sesión pública del tres de septiembre de dos
mil trece.
Asimismo se aprobó por unanimidad de once votos de los señores Ministros: Gutiérrez Ortiz
Mena, Cossío Díaz, Luna Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo
Rebolledo, Aguilar Morales, Valls Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas, Pérez Dayán y
presidente Silva Meza, el texto de las consideraciones del apartado II "El valor de la jurisprudencia
emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos" del considerando quinto del engrose
de la presente contradicción de tesis.
El señor Ministro presidente Juan N. Silva Meza declaró que el texto de las consideraciones de
fondo del engrose de la sentencia emitida en la contradicción de tesis 293/2011 quedó aprobado
en los términos antes precisados.
________________
1. Novena Época. Registro: 164509. Instancia: Primer Tribunal Colegiado en Materias
Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito. Tesis aislada. Fuente: Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo XXXI, mayo de 2010, materia común, tesis
XI.1o.A.T.45 K, página 2079.
4. Novena Época. Registro: 168312. Instancia: Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Primer Circuito. Tesis aislada. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta.
Localización: Tomo XXVIII, diciembre de 2008, materia común, tesis I.7o.C.51 K, página 1052.
6. Novena Época. Registro: 192867. Instancia: Pleno. Tesis aislada. Fuente: Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo X, noviembre de 1999, materia constitucional,
tesis P. LXXVII/99, página 46.
8. Quinta Época. Registro: 900446. Instancia: Pleno. Jurisprudencia. Fuente: Apéndice 1917-2000,
Tomo I, materia constitucional, tesis 446, página 515.
9. Quinta Época. Registro: 383313. Instancia: Cuarta Sala. Tesis aislada. Fuente: Semanario
Judicial de la Federación. Localización: Tomo XLIII, materia constitucional, página 665.
10. Octava Época. Registro: 205596. Instancia: Pleno. Tesis aislada. Fuente: Gaceta del
Semanario Judicial de la Federación. Localización: Núm. 60, diciembre de 1992, materia
constitucional, tesis P. C/92, página 27.
11. Sobre cuáles son dichos requisitos constitucionales de incorporación, esta Suprema Corte
sostuvo que: "es menester que satisfagan dos requisitos formales y uno de fondo: los primeros
hacen consistir en que el tratado esté o sea celebrado por el presidente de la República y que sea
aprobado por el Senado. El requisito de fondo consiste en la adecuación de la convención
internacional con el texto de la propia Ley Fundamental".
12. Suscrita por México el veintitrés de mayo de mil novecientos sesenta y nueve y aprobada por
el Senado el veintinueve de diciembre de mil novecientos setenta y dos, publicada originalmente
en el Diario Oficial de la Federación el catorce de febrero de mil novecientos setenta y cinco y, en
su última versión, el veintiocho de abril de mil novecientos ochenta y ocho.
"Artículo 27. ... 1. Un Estado parte en un tratado no podrá invocar las disposiciones de su derecho
interno como justificación del incumplimiento del tratado. ..."
13. "Artículo 26. Pacta sunt servanda. Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser
cumplido por ellas de buena fe."
14. Novena Época. Registro: 172650. Instancia: Pleno. Tesis aislada. Fuente: Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo XXV, abril de 2007, materia constitucional, tesis
P. IX/2007, página 6. Este criterio no contó alcanzó (sic) la votación requerida para integrar
jurisprudencia.
15. Este Tribunal Pleno no soslaya la existencia de otros pronunciamientos que tangencialmente
abordan temas relacionados con el tema que ahora se esboza, sin embargo, no se citan por no
constituir criterios que hayan modificado la línea jurisprudencial descrita.
16. Resuelto por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por unanimidad de diez
votos, mediante sentencia de once de mayo de mil novecientos noventa y nueve, ponencia del
Ministro Humberto Román Palacios, foja 60.
17. Resuelto por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por mayoría de seis votos,
mediante sentencia de trece de febrero de dos mil siete, ponencia del Ministro Sergio Salvador
Aguirre Anguiano, fojas 170 y 171.
18. Así lo ha reconocido la Primera Sala de este Alto Tribunal en la jurisprudencia de rubro:
"PRINCIPIO PRO PERSONA. CRITERIO DE SELECCIÓN DE LA NORMA DE DERECHO
FUNDAMENTAL APLICABLE." [Décima Época. Registro: 2002000. Instancia: Primera Sala.
Jurisprudencia. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XIII, octubre de
2012, Tomo 2, materia constitucional, tesis 1a./J. 107/2012 (10a.), página 799].
19. Adicionalmente, es pertinente apuntar que cuando los Estados suscriben un tratado en materia
de derechos humanos se comprometen no sólo frente a la comunidad internacional, sino frente a
los individuos bajo su jurisdicción.
En este sentido, la Corte Internacional de Justicia se pronunció respecto de la Convención para la
Prevención y Represión del Delito de Genocidio en el siguiente sentido: "En tal convención los
Estados contratantes no tienen intereses propios, tienen solamente, todos y cada uno de ellos, un
interés común, que es el de preservar los fines superiores que son la razón de ser de la
convención. En consecuencia, en una convención de este tipo no puede hablarse de ventajas o
desventajas individuales de los Estados, ni de mantener un equilibrio contractual exacto entre
derechos y deberes. La consideración de los fines superiores de la convención es, en virtud de la
voluntad común de las partes, el fundamento y la medida de todas las disposiciones.". CIJ,
Reservas a la Convención sobre el Genocidio, opinión consultiva, Recueil 1951, p. 23.
En términos análogos se pronunció la Corte Interamericana de Derechos Humanos al señalar que
"... los tratados modernos sobre derechos humanos, en general, y, en particular, la Convención
Americana, no son tratados multilaterales de tipo tradicional, concluidos en función de un
intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de los Estados contratantes. Su objeto
y fin son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos, independientemente
de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como frente a los otros Estados contratantes.
Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos, los Estados se someten a un orden legal
dentro del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en relación con otros
Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción.". Corte IDH, El efecto de las reservas sobre
la entrada en vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Opinión consultiva
OC-2/82 del 24 de septiembre de 1982. Serie A No. 2, párr. 29.
Finalmente, la Corte Europea de Derechos Humanos destacó, en el Caso Soering, que: "... al
interpretar el Convenio Europeo de Derechos Humanos debe tenerse en cuenta su carácter
específico de tratado que instrumenta una garantía colectiva para el respeto de los derechos
humanos y libertades fundamentales.". CEDH. Caso Soering vs. Reino Unido. Demanda No.
14038/88, 7 de julio de 1989, párr. 87.
20. Suscrita por México el siete de octubre de mil novecientos sesenta y tres y aprobada por el
Senado el veinticuatro de diciembre de mil novecientos setenta y cuatro, publicada originalmente
en el Diario Oficial de la Federación el veinte de febrero de mil novecientos setenta y cinco y, en
su última versión, el once de septiembre de mil novecientos sesenta y ocho.
21. Por el contrario, la aplicación y estudio de las reformas constitucionales con base en
herramientas interpretativas y figuras propias del viejo paradigma constitucional podrían tener el
efecto de hacer nugatoria la reforma.
22. Este Pleno ha considerado que "en virtud de que cada uno de los preceptos contenidos en la
Constitución forma parte de un sistema constitucional, al interpretarlos debe partirse por
reconocer, como principio general, que el sentido que se les atribuya debe ser congruente con lo
establecido en las diversas disposiciones constitucionales que integran ese sistema, lo que se
justifica por el hecho de que todos ellos se erigen en el parámetro de validez al tenor del cual se
desarrolla el orden jurídico nacional". Véase la tesis aislada de este Pleno de rubro:
"INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL. AL FIJAR EL ALCANCE DE UN DETERMINADO
PRECEPTO DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS DEBE
ATENDERSE A LOS PRINCIPIOS ESTABLECIDOS EN ELLA, ARRIBANDO A UNA
CONCLUSIÓN CONGRUENTE Y SISTEMÁTICA." (Novena Época. Registro: 175912. Instancia:
Pleno. Tesis aislada. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXIII,
febrero de 2006, materia constitucional, tesis P. XII/2006, página 25).
23. Este Pleno ha determinado que "el propio artículo 14 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos autoriza, frente a la insuficiencia u oscuridad de la letra de la ley, utilizar
mecanismos de interpretación jurídica. Al desentrañar el sentido y alcance de un mandato
constitucional deben privilegiarse aquellos que permitan conocer los valores o instituciones que se
quisieron salvaguardar por el Constituyente o el Poder Revisor. Así, el método genético-
teleológico permite, al analizar la exposición de motivos de determinada iniciativa de reforma
constitucional, los dictámenes de las comisiones del Congreso de la Unión y el propio debate,
descubrir las causas que generaron determinada enmienda al Código Político, así como la
finalidad de su inclusión, lo que constituye un método que puede utilizarse al analizar un artículo
de la Constitución, ya que en ella se cristalizan los más altos principios y valores de la vida
democrática y republicana reconocidos en nuestro sistema jurídico. Véase la tesis aislada de este
Pleno de rubro: "INTERPRETACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN. ANTE LA OSCURIDAD O
INSUFICIENCIA DE SU LETRA DEBE ACUDIRSE A LOS MECANISMOS QUE PERMITAN
CONOCER LOS VALORES O INSTITUCIONES QUE SE PRETENDIERON SALVAGUARDAR
POR EL CONSTITUYENTE O EL PODER REVISOR." (Novena Época. Registro: 196537.
Instancia: Pleno. Tesis aislada. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta.
Localización: Tomo VII, abril de 1998, materia constitucional, tesis P. XXVIII/98, página 117).
24. Nino, Carlos Santiago. Ética y Derechos Humanos. Un ensayo de fundamentación, 2a. ed.,
Buenos Aires, Astrea, 1989, págs. 199-304.
35. Resuelto por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mediante resolución de
catorce de julio de dos mil once, bajo la ponencia de la Ministra Margarita Beatriz Luna Ramos
(encargado del engrose: Ministro José Ramón Cossío Díaz).
36. Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías. La ley del más débil, Madrid, Trotta, 1999, págs. 15-36.
37. "Artículo 89. Las facultades y obligaciones del presidente, son las siguientes:
"...
"X. Dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales, así como terminar, denunciar,
suspender, modificar, enmendar, retirar reservas y formular declaraciones interpretativas sobre los
mismos, sometiéndolos a la aprobación del Senado. En la conducción de tal política, el titular del
Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los
pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o
el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la
cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos
humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales;"
39. Corte IDH. Caso Gelman Vs. Uruguay. Supervisión de Cumplimiento de Sentencia. Resolución
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de 20 de marzo de 2013, párrs. 69 a 72, 87 y
88.
40. Décima Época. Registro: 160482. Instancia: Pleno. Tesis aislada. Fuente: Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta. Localización: Libro III, diciembre de 2011, Tomo 1, materia
constitucional, tesis P. LXV/2011 (9a.), pág. 556.
42. En este sentido, el artículo 215 de la Ley de Amparo establece que: "La jurisprudencia se
establece por reiteración de criterios, por contradicción de tesis y por sustitución.". Por otra parte,
el artículo 94 constitucional establece que: "La ley fijará los términos en que sea obligatoria la
jurisprudencia que establezcan los Tribunales del Poder Judicial de la Federación y los Plenos de
Circuito sobre la interpretación de la Constitución y normas generales, así como los requisitos para
su interrupción y sustitución.". Finalmente, las fracciones II y XIII del artículo 107 constitucional
hacen referencia a la formación de jurisprudencia por reiteración y contradicción.
43. Cabe señalar que la propia Corte Interamericana denomina sus criterios interpretativos de la
Convención Americana como "jurisprudencia". Al respecto, véase por ejemplo: Corte IDH Caso
Radilla Pacheco Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 23 de noviembre de 2009. Serie C, No. 209, párrs. 65, 67, 93, 110, 116, 139, 180, 274, 339,
340, 346, 347-a, 360, 371 y 374.
44. Se trata de una importante distinción bastante extendida tanto en la teoría del derecho, como
en la dogmática constitucional y la jurisprudencia constitucional comparada. Por todos, véase
Pozzolo, Susana, y Escudero, Rafael (eds.), Disposición vs. Norma, Lima, Palestra, 2011; y Díaz
Revorio, Francisco Javier, Las sentencias interpretativas del Tribunal Constitucional, Valladolid,
Lexnova, 2001, páginas 35-37.
45. Al respecto, la Corte Interamericana señaló en el Caso Gelman lo siguiente: "La legitimación
democrática de determinados hechos o actos en una sociedad está limitada por las normas y
obligaciones internacionales de protección de los derechos humanos reconocidos en tratados
como la Convención Americana, de modo que la existencia de un verdadero régimen democrático
está determinada por sus características tanto formales como sustanciales, por lo que,
particularmente en casos de graves violaciones a las normas del derecho internacional de los
derechos, la protección de los derechos humanos constituye un límite infranqueable a la regla de
mayorías, es decir, a la esfera de lo ‘susceptible de ser decidido’ por parte de las mayorías en
instancias democráticas, en las cuales también debe primar un control de convencionalidad, que
es función y tarea de cualquier autoridad pública y no sólo del Poder Judicial. En este sentido, la
Suprema Corte de Justicia ha ejercido, en el Caso Nibia Sabalsagara y Curutchet, un adecuado
control de convencionalidad respecto de la Ley de Caducidad, al establecer, inter alia, que ‘el
límite de la decisión de la mayoría reside, esencialmente, en dos cosas: la tutela de los derechos
fundamentales (los primeros, entre todos, son el derecho a la vida y a la libertad personal, y no
hay voluntad de la mayoría, ni interés general ni bien común o público en aras de los cuales
puedan ser sacrificados) y la sujeción de los poderes públicos a la ley’. Otros tribunales nacionales
se han ido también a los límites de la democracia en relación con la protección de derechos
fundamentales". Corte IDEH, Caso Gelman Vs. Uruguay, fondo y reparaciones, sentencia de 24
de febrero de 2011, Serie C, No. 221, párr. 239.
46. Corte IDH. Caso Gelman Vs. Uruguay. Supervisión de Cumplimiento de Sentencia. Resolución
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de 20 de marzo de 2013, párrs. 69 a 72, 87 y
88.
Esta ejecutoria se publicó el viernes 25 de abril de 2014 a las 09:32 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.