El Plagio de Los Jueces en Las Sentencias

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El Plagio de los Jueces en las Sentencias

Diego Saenz

En un reciente caso, la Cámara Contencioso Administrativo Federal confirmó la


sanción impuesta por el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal a un
abogado que había plagiado el escrito de otro colega en un juicio[1]. Esto nos hace
preguntarnos si un juez puede cometer plagio al copiar en su sentencia un escrito
de un abogado, jurisprudencia o doctrina y sus eventuales alcances.

I. Qué es un Autor Judicial [arriba]

Friedman, siguiendo a Foucault en “¿Qué es un Autor?”, se pregunta: ¿Qué es un


autor judicial? El reconocido filósofo, en su clásica conferencia, plantea una suerte
de apropiación del autor en el ambiente científico: el autor no es precisamente ni
el propietario, ni el responsable del texto; ni productor o inventor. Si bien existe
una relación de atribución —la obra se asigna a un autor—, es fruto de operaciones
críticas, complejas y es raro cuando están justificadas. En el ambiente científico,
los discursos comenzaron a recibirse anónimamente como un ensamble sistemático
y no como proveniente de un autor único. Esto rompe con el esquema romántico
de la visión del autor y nos recuerda la forma en que se crea el conocimiento en el
ambiente judicial[2].

La naturaleza colaborativa de la labor legal es el locus classicus en la obra de Sir


Coke del siglo diecisiete sobre cómo representa una razón artificial. Ello se logra a
través de un amplio rango de herramientas como la cita, el uso del argumento o,
incluso, el conglomerado de ideas[3]. La mayor parte del trabajo profesional es
colaborativo, pues en la práctica diaria, siempre se basa en documentos
anteriores[4]. Esto se ve reforzado actualmente con el uso de herramientas
tecnológicas que permiten al juez sumar de manera colaborativa una serie de
fuentes que se interrelacionan en un contexto dado[5].

La opinión del juez en la sentencia, comenta Friedman, es la “quinta esencia” de


la creación de una empresa “colaborativa”. La opinión judicial es la conclusión, a
modo de síntesis, como el resultado de un rico debate entre las partes, los
abogados, el fiscal, la opinión de doctrina y jurisprudencia (que, a su vez, se basan
en otros escritos, opiniones de doctrina y jurisprudencia), amalgamada, en un
expediente en donde no siempre surge con claridad quién es el autor original de la
idea que muta de caso a caso y se adapta a las diferentes necesidades del cliente y
realidad que la moldean. La opinión del juez en la sentencia no es, entonces, una
idea original —como lo sería en el ambiente académico— sino más bien el resultado
de esa comunión de ideas aceptadas en el ambiente jurídico[6].

II. El Plagio [arriba]

La Ley N° 11.723 sobre propiedad intelectual no contiene el término “plagio” en


ninguno de sus artículos. La ley de propiedad intelectual protege la forma de
expresar original y el concepto de plagio del ambiente académico no sólo protege
la expresión sino también la idea en sí. A veces, ambos conceptos se superponen o
confunden y otras no.

En efecto, la doctrina ha dicho que “No existe plagio cuando en una obra sólo se
apropian las ideas, pensamientos o sujetos generales de otra creación. Puede
haber identidad de estos elementos sin haber plagio. La idea no tiene autor, a
nadie pertenece en exclusividad, ni persona alguna puede ejercer un monopolio
sobre ella. Nadie es detentador exclusivo de idea alguna.”[7]. Sin embargo, el
concepto de plagio es más amplio en el mundo académico porque también alcanza
el uso de la idea sin citar la fuente de donde se obtuvo. Esta es una distinción de
cuando un autor respeta la ley de propiedad intelectual, pero de todos modos es
una infracción en el ambiente académico[8].

El plagio en el ámbito académico, por ejemplo, también alcanza a apropiarse de


algo escrito por otra persona y publicarlo con el nombre de uno, pero no lo es en el
jurídico cuando un juez firma una sentencia preparada por el relator[9].

El plagio, según explica la doctrina —que sigue al Diccionario de la Real Academia


Española—, es la “acción y efecto de plagiar (copiar la obra ajena)” y “copiar en la
sustancia obra ajena, dándola por propia”[10]. Por lo general, se trata a quien ha
plagiado de “ladrón”[11]. Sin embargo, a ello se ha objetado que cuando se plagia,
no se “roba” las palabras del otro, porque, en realidad, siguen en poder de su
autor, sino que lo que se arrebata es el “crédito” merecido[12].

Las sentencias —al estar en el dominio público— no tienen derecho de autor, ni el


juez puede lucrar con ellas[13]. Que el juez copie sin citar a la fuente se ha
convertido en un verdadero problema al que se ha objetado, como argumento
principal, que el plagio no es importante en el contexto judicial porque la
sentencia no tiene que ser original, ni pretende el “crédito” académico, sino que
se encuentra ante un caso concreto a resolver[14].

La doctrina, en general, ha subrayado que la preocupación principal del juez no es


científica, sino que su misión es persuadir sobre un problema concreto y buscar la
pacificación[15].

III. El plagio del juez sobre los escritos de los abogados [arriba]

Un tema interesante en la jurisprudencia ha sido el plagio de los jueces de los


escritos de los abogados. No abordaremos la controvertida cuestión de si dicha
copia da a lugar a una apelación o recurso de nulidad o extraordinario debido a la
falta de motivación de la sentencia y/o por la falta de imparcialidad del juez que
copia a una parte[16]. Sin embargo, sí lo trataremos desde el punto de vista de la
propiedad intelectual y ética en la sentencia[17].

En general, la doctrina ha enfatizado que el parámetro de la copia académica no


es trasladable a las decisiones judiciales. Es decir, mientras que en el ambiente
académico se busca otorgar crédito al profesional la originalidad, en los procesos
judiciales se tiende a presentar la decisión como el camino imparcial, obvio, una
verdad aceptada por toda la comunidad. Por ello, a criterio de cierta parte de la
doctrina, el juez no puede plagiar por aprobación de ideas sin citar por no buscar
el crédito[18].

En efecto, la originalidad en las decisiones judiciales no tiene ningún valor, pues


los jueces intentan hacer pasar su opinión como algo dado, natural y consecuencia
de un concepto aceptado por toda la comunicad jurídica que se la ha impuesto. No
se jactan de haber creado o inventado nuevas doctrinas, sino limitan a aplicar la
interpretación de la ley al caso dado[19].
Es común que los jueces en EE.UU. copien parte de los escritos de los
abogados[20]. Esta práctica ha llevado a los tribunales a declarar sobre la validez
(o no) de la decisión del juez en ese contexto y se hace un especial mérito del
análisis concreto al copiar[21]. Sin embargo, cuando la copia del escrito es muy
extensa y textual, la doctrina se encuentra dividida, pues algunos no advierten la
existencia de año alguno y para otros es un acto de plagio[22]. En pocas palabras,
a criterio de la doctrina, desde un punto de vista ético, la línea sobre plagio
extenso de escritos de un abogado por un juez es borrosa y no se encuentra bien
definida[23].

A pesar de que —como hemos mencionado— es usual de que en EE.UU. los jueces
tomen extractos de los escritos de los abogados para redactar las sentencias, no
suele haber denuncias en el colegio de ética por la copia, porque se considera una
conducta aceptada o dado que ningún abogado quiere abrir una diferencia con un
juez que el día de mañana puede tener en su consideración su futuro caso.
También lo han justifican diciendo que nadie espera que el juez sea original[24] o
que, dada su función de magistrado, goza de cierta inmunidad por la
investidura[25].

Es más, para algunos, no se podría afirmar en forma terminante que hubo una
copia del escrito del abogado sin autorización al juez porque quien presenta un
argumento lo hace con la firme esperanza de que el magistrado lo acepte como
válido e, incluso, será un reconocimiento del valor persuasivo, que este último lo
copie textual en la sentencia. Se podría concluir, entonces, que hay una suerte de
autorización tácita del abogado que presenta un escrito para su uso por parte del
juez[26].

No obsta lo antes expuesto la falta de atribución o cita al escrito de donde se ha


tomado como fuente original de la idea o expresión copiada. De hecho, se
encuentran muchos casos en donde no se cita expresamente la fuente y no hay
plagio por falta de engaño sobre su verdadero autor. Por ejemplo, en las parodias,
donde todos saben el origen y no cabe hacer la cita. También los manuales y en los
libros de texto. Nadie cree que un profesor inventó la teoría de la relatividad
porque escribió la fórmula sin citar a Einstein. El reconocimiento está implícito en
el autor y no hace falta citar[27].

El plagio explica Posner es una especie de fraude al hacer pasar la obra del otro
como propia y cuando no existe esa intención o concepto no debería ser
sancionado[28].

En efecto, a criterio de unos de los más influyente y citado de los jueces de


cámara— al que lee una sentencia no le importa quién la escribió —si fue un relator
o el juez— sino su valor como decisión a una contienda judicial, no hay plagio
porque no existe un engaño al lector sobre la autoría del trabajo. Muchas de las
copias son ínfimas o no causan ningún daño. Asimismo, advierte que si bien existe
la práctica de la transcripción textual de escritos de los abogados, los jueces no
lucran con dicha actividad, los abogados saben que los copian y no buscan ser
autores originales del texto, por lo tanto, no califica bajo el mote de plagio[29].

La doctrina ha dicho pese a que no es ilegal que un juez incorpore parte de los
escritos presentados en el juicio como parte de la sentencia desde que la
originalidad no es un requisito, en algunos casos, como un recurso de apelación,
puede ser problemático por su tratamiento[30]. Sin embargo, en el proceso de
administración de justicia —ha concluido la doctrina— debe permitir que hasta
cierto grado se tomen prestados fragmentos del texto de las partes. La conducta
per se no es antiética. Lo importante es que el juez resuelva de manera correcta
un planteo concreto que han sometido los judiciables a su decisión[31].

Aun cuando pudiera haber una copia sin autorización, en EE.UU. se ha advertido
que la conducta del juez podría estar amparada por el fair use porque se toma una
parte parcial (no todo el trabajo) y sin uso comercial (a favor de la administración
de justicia)[32]. En efecto, el fair use, a diferencia del derecho de citas, no exige
que siempre se atribuya la fuente y, en el caso, su uso estaría justificado por el fin
social que persigue la administración de justicia[33]. Por ello, si bien se conocen
algunos antecedentes en donde se denuncia el plagio del escrito ante la Cámara
para revisar el contenido fallo como decisión válida y razonada, hay muy pocos
casos en donde sólo se abordó la falta ética del magistrado.

Uno de los casos más resonantes fue en un juicio en contra de una tabacalera en
donde un abogado había ganado un juicio por US$ 145 billones de dólares y fue
revocado por un tribunal de jueces que plagiaron parte del escrito de los
demandados. El argumento del plagio se basó en que más del 86% de la decisión
fue de autoría del abogado de la tabacalera. La copia casi textual representó 59
páginas de 68 que tenía el original. Al tomar prestado, el juez en ninguna parte
hizo referencia o cita a la fuente. Sin embargo, el planteo fue desechado en una
escueta decisión[34]. Si bien es una desprolijidad de los jueces, como explicamos,
no siempre está mal visto porque es común copiar parte de los escritos.

El único caso en donde se ha reportado una inconducta disciplinaria fue en “In re


complaint of Doe” decidido por el juez del Octavo Circuito[35]. El actor interpuso
una demanda por haber existido un conflicto de interés/relación impropia —sin
haber sido denunciada— entre el auxiliar del juzgado y el estudio jurídico del
demandado. Asimismo, sigue diciendo, existió un plagio del escrito del demandado
en la resolución que rechaza la acción (por ejemplo, dice, se ha plagiado 55% de la
decisión del escrito del demandado, error en las citas y mala forma de transcribir
los párrafos). Por último, denunció que el auxiliar letrado, el juez y el estudio de
abogados de la demandada conspiraron para mantener todo el asunto en secreto.

A criterio del tribunal, la cuestión es propia de los méritos de una decisión judicial
y no de una acción independiente de plagio, como lo habían hecho. Sin embargo,
se permite explicar que pese a que el actor ha advertido varios pasajes de la
sentencia similares al escrito de la defensa, el juez está autorizado a “tomar
prestado” cuanto considere necesario de esos escritos. Por cuanto a los jueces,
dice el tribunal, debe concederse amplio “margen” al redactar la sentencia.

Asimismo, recordó que existe una histórica práctica de los jueces de pedir auxilio a
la parte vencedora que haga un resumen de los méritos de los hechos y
conclusiones de derecho (Federal Rul. Civ. P. 52 [a])(con cita del juez Blackmun en
“Bradley” 382 F. 2d at. 423-25). También rememoró el caso “In re Las Colinas Inc.”
en donde se advirtió que puede existir un conflicto de intereses entre la necesidad
de administración de justicia de pedir auxilio en una de las partes la redacción y
de la parte perdedora de que el juez haya realizado un concienzudo mérito de la
prueba. Por ello, la conclusión del juez debe reflejar su determinación propia. La
independencia del juez puede ser puesta en tela de juicio cuando es usado el
escrito de una de las partes. Sin embargo, en el caso, no se observa que exista una
falta de conciencia del juez, ni un abandono de sus responsabilidades[36].
IV. El plagio a la jurisprudencia o artículos de doctrina [arriba]

Más complicado es el análisis de la situación cuando un juez copia in extenso


verbatim una sentencia o doctrina sin hacer una cita de la fuente, ni usar comillas.
En Argentina, la ley autoriza el uso de la obra ajena con fines didácticos,
científicos, académicos, crítica, pero obliga a hacer la cita de la fuente para estar
amparado su uso legítimo (Art. 10 de la LPI)[37]. Por ello, dada cierta cantidad y
gravedad, ese acto podría constituir una práctica indebida[38]. A criterio de parte
de la doctrina, esta conducta no se vería amparada bajo el argumento de la mejor
administración de justicia, ni la existencia de un bien público superior, entre
otros, porque se podrían superar fácilmente con una simple cita concreta[39].

Sin embargo, en sentido contrario, se ha entendido que el juez puede copiar textos
de los abogados, revista y literatura sin atribuir fuente, porque no está escribiendo
literatura y, en especial, porque su finalidad no es ser original sino resolver una
disputa en concreto[40].

A lo que también se le ha objetado que resolver una disputa no tiene ninguna


relación con atribuirse un crédito por una idea que no es propia[41].

No obstante, este argumento ético también ha sido contrarrestado sobre la base de


que se está trasladando un standard académico a un lugar en donde se aplicaría
sólo en forma débil. La cuestión ética por la falta de cita surge por el prestigio y,
por ende, por la propiedad del trabajo del autor original que le beneficia ser
reconocido[42]. A pesar de que ese es el concepto más aceptado, alguna parte de
la doctrina plantea que —si la copia es muy extensa— podría constituir una falta
ética[43].

V. El planteo en la doctrina argentina [arriba]

No es muy común el planteo del plagio de los jueces en la Argentina. Los jueces
Argentinos suelen citar la fuente no sólo por estilo, sino porque se utiliza como un
argumento de autoridad al influir el prestigio del autor o idea de imparcialidad al
resolver razones brindas por terceros o seguridad jurídica al seguir un precedente
jurisprudencial[44]. Sin embargo, pese a que no es común, algunas veces, puede
encontrarse la acusación de plagio como un elemento más en una serie de
denuncias en contra de los jueces por mal desempeño.

Sin perjuicio de que la regulación del derecho moral es diferente en EE.UU. y que
se ha analizado desde el aspecto académico y económico[45], en la Argentina se
siguen similares consideraciones.

Para comenzar, debemos recordar que la propia Corte Suprema de Justicia de la


Nación tiene por costumbre hacer muy pocas citas y, en general, no cita autores
vivos[46]. Cabe recordar que la Corte Suprema de EE.UU. tenía esta costumbre
hasta 1930 —porque era la única autorizada para interpretar la ley— lo que fue
progresivamente dejado de lado[47].

La Corte Suprema de Justicia de la Nación también recurre a los empleados y


funcionarios para investigar o escribir borradores de sentencias. Se estima que
habrá entre 150 y 200 empleados en la Corte Suprema que ayudarían en la gestión.
De hecho, hay vocalías de los jueces, secretarías divididas por materia, con sus
secretarios y prosecretarios letrados. Cada juez suele tener entre tres y diez
relatores que hacen resúmenes, investigaciones o escriben borradores[48]. La
mayoría de las decisiones no ha sido redactada por el juez de la Corte[49]. Ello ha
generado cierta inquietud en la doctrina, pues se ha encomendado la redacción a
los jueces y no a sus relatores[50], pero en general se ha aceptado siempre y
cuando sean los jueces quienes decidan la solución definitiva[51].

En los Juzgados y las Cámaras de Apelaciones también es común que los empleados
o relatores redacten resoluciones de mero trámite y, algunas veces, los borradores
de las sentencias, bajo las directivas de los jueces. Esto se debe a que tienen que
delegar tareas por el cúmulo de trabajo[52].

El Manual Judicial de Escritura —de los Tribunales Federales en EE.UU.— contempla


el hecho de que algunos jueces escriben sus sentencias y otros lo delegan a los
empleados, dependiendo de la técnica y uso de cada juez, sin hacer ningún tipo de
reparo en ello[53]. De hecho, en la Corte Suprema de EE.UU., nadie sabe cuánto
delega en la redacción cada juez. Esto ha llevado a diferentes estudios que
demuestren en realidad cuánto de las sentencias de la Corte Suprema ha escrito el
juez[54].

Se ha observado con acierto que lo jurídicamente relevante en el caso es lo que


concluye el juez, ya que al firmar, convalida lo escrito, con independencia de su
autor. El verdadero redactor no importa: el Juez es el responsable del proceso y al
firmar la sentencia cumple con la ficción de ser el autor de todo.

Está claro, entonces, que los jueces no redactan todas las sentencias y se deduce
fácilmente que no siempre se sirven de ideas y/o conceptos de autores citando la
fuente. El Prof. Toller —uno de los pocos autores vernáculos que abordó el tema—
también entiende que no hay que evaluar la conducta de copiar judicial con el
mismo criterio que el académico. Si bien es preferible la cita de la fuente, no se
debe juzgar la falta de manera severa en el ambiente judicial. Considera, sin
embargo, más comprometida la cuestión cuando se transcribe in extenso una
sentencia o artículo de doctrina. No obstante lo cual, a su criterio, al igual que no
está mal que un relator prepare los proyectos de sentencia, no está creando
literatura. La función del juez, dice, es dictar sentencias y no escribir
doctrinariamente. Por todo ello, concluye, “la utilización de partes de escritos
ajenos, sean de doctrina, sean de jurisprudencia, no parece configurar plagio
jurídicamente reprochable, porque el interés en la sentencia es de otro tipo que el
interés social en un trabajo de doctrina, del mismo modo que quien redacta una
reglamentación o un proyecto de ley no comete plagio por tomar partes, aun
literales, de documentos anteriores elaborados por otros, estén o no en
vigencia.”[55].

VI. La jurisprudencia argentina [arriba]

Podemos encontrar en la Argentina muy pocos casos de denuncia de plagio en la


Justicia o por ante el Consejo de la Magistratura.

(i) La falta de gravedad del hecho cuando la copia es menor

En los casos en donde la copia de otra sentencia ha sido menor, no se ha


condenado la conducta del juez. Por ejemplo, la Resolución CM N° 64/2014
5/06/204 Expte. N° CM N° SCD 096/14-0 carátula S.C.D. s/ G. B. J. s/Denuncia” el
Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires analizó la
denuncia por el plagio a un Juez de Primera Instancia en una sentencia en donde
―según la imputación― se copió sin atribuir la fuente de otra sentencia, en contra
del juez F. S. Allí que dijo que se pudo observar que el denunciado reprodujo al
sentenciar fragmentos que contienen razonamiento expresados por otro Juez. Sin
embargo, el Consejo de la Magistratura firmado por su presidente Juan Manuel
Olmos y secretario Jorge Enríquez rechazó la denuncia “…por no revestir de
entidad que justifique el reproche disciplinario en el presente caso”[56].

(ii) Las defensas utilizadas ante el plagio: la culpa del relator

Una de las defensas más habituales es alegar que la copia se debió a un accidente,
generalmente, por un hecho no culposo al no transcribir la fuente. Así, existe
cierta creencia generalizada de que, aun cuando se detecte la existencia de un
caso de plagio —en el sentido material de la copia sin cita—, si se trata de un error
en la forma de escribir o de un tercero, no sería imputable al responsable por falta
del elemento voluntario[57].

En el ambiente académico, para una posición de la doctrina, el plagio, para


constituir tal, necesariamente, tiene que ser intencional o, en su defecto, fruto de
una inadvertencia por descuido, negligencia o indiferencia en la escritura[58]. Para
la otra, la sola demostración del plagio es suficiente para acreditar la voluntad del
autor en copiar y, por lo tanto, para demostrar su existencia[59].

En el caso concreto de los jueces, algunas veces, cuando se imputa la copia de una
sentencia o doctrina en una sentencia sin la cita correspondiente, el responsable
argumenta en su defensa que el error ha sido del empleado, relator o encargado
de la redacción y que el juez sólo la firmó porque estaba de acuerdo con las
conclusiones. Por ejemplo, esa ha sido la defensa de la jueza Civil y Comercial de
Ushuaia M. A. R. que en el año 2008 firmó una sentencia de un caso de un delito
muy grave igual a otra anterior de su par el Dr. Juan José Ureta, sin citar la
fuente.

La jueza responsabilizó a sus relatores: “Tomado conocimiento de lo que ustedes


me están comentando, voy a ver quiénes pueden estar involucrados en esta
situación. Más allá de que la firma (en la sentencia) es mía, quiero que entiendan
que un juez que subroga durante dos años un juzgado con un movimiento de 12 mil
expedientes, más otro tanto del juzgado propio, confía en las personas que tiene
como colaboradores, ya sea como relatores o como funcionarios permanentes o
subrogantes [...], es imposible que un juez durante dos años pueda manejar un
juzgado con ese volumen de expedientes”[60].

Asimismo, el Dr. Varela de la Asociación de Magistrados afirmó que en la


burocracia jurídica es común utilizar modelos de otros casos. Así explicó que: “en
la burocracia judicial se va construyendo una decisión y cuando las soluciones son
parecidas, hay modelos a seguir que son iguales porque es la mejor forma de
manejarse en la burocracia. Cuando era Juez de familia redacté una sentencia de
divorcio simple y se siguió utilizando la misma salvo que aparecieran controversias
con bienes o hijos”. Además, advierte que en el caso concreto de la conducta
reprochada no hay daño porque existe un control de abogado de cada parte. Por
ello, concluye, no hay perjuicio para los justiciables[61].

En este orden de ideas, la doctrina ha dicho que la firma del juez en la sentencia
no equivale a la autoría de su contenido, sino que certifica la validez oficial de ese
documento y que es responsable por él[62]. Este es el motivo —explica el autor—
por el cual no hay un problema ético de que un juez firme un trabajo preparado
por un empleado y sí lo sería, por ejemplo, en el ambiente académico[63].

Estos argumentos han sido desarrollados en extenso en la causa “Vinuta v. Romulo”


en las Filipinas. En la controvertida causa de crímenes durante la guerra con Japón
sobre mujeres civiles, uno de los jueces de la Corte Suprema —en el rechazo de la
acción— plagió varios párrafos de dos libros de doctrina, en donde, si bien se hizo
referencia al comienzo del fallo, no se entrecomilla el texto cuando se lo
transcribe, ni se atribuye la fuente en cada caso que se utilizó el material, o lo
hacía en forma genérica, cuando era copia textual.

Como consecuencia de ello, el justiciable, la universidad y otros organismos


presentaron una denuncia caratulada “In the Matter of the Charges of Plagiarism,
etc., against Associate Justice Mariano C. Del Castillo”. En su defensa, el juez Del
Castillo de la Corte Suprema afirmó que su relatora había cometido un error al
eliminar algunos párrafos y notas al pie, en donde se atribuía la fuente, por lo que
pidió disculpas a la familia.

Siguiendo un artículo en la American Bar Association del Dr. Webb, el voto de la


mayoría se basa en que las disputas se suelen centrar en la redacción de una
cláusula o norma, por lo que la precisión de la palabra que copia el juez es clave.
El refugio en la palabra dada es común entre los abogados y no genera
responsabilidad al juez[64]. A su entender, los abogados y jueces toman siempre
las palabras y conceptos de antecedentes, por consiguiente, hay que ser escépticos
ante la originalidad: solo un arrogante o un genio se pone a escribir de cero[65].

Es cierto ―reconocen― que el juez Del Castillo no atribuyó correctamente la


fuente. Sin embargo, se ha demostrado que la cita correcta estaba en los
borradores originales y por un error material fueron eliminados. Un empleado
calificado del tribunal, encargado de la búsqueda de doctrina y jurisprudencia, ha
explicado que fue su falta y error al limpiar el documento borrador. Sin embargo,
con las citas restantes (que no fueron eliminadas por error) el juez ha demostrado
que no se atribuyó la autoría sino que reconoce a otros como autores. El hecho,
dicen, no implica una inconducta cuando se trata de un error y no hay intención de
defraudar. De lo contrario, ningún juez —por más competente, dedicado y honesto
que sea— pasaría la carrera judicial sin una mancha[66]. Tampoco hay negligencia
del juez porque dada la cantidad de expedientes que maneja, es virtualmente
imposible que revise todo lo que su relator ha investigado[67].

Por el voto de la minoría, la Dra. Sereno, que mantenía la condena, recordó que
conforme la Guía para Estudiantes de Harvard, aun cuando hubo una cita previa, el
hacer aparecer una idea como propia es plagio así como la cita textual sin
comillas[68]. El alegar —como en la especie hace el juez Del Castillo— que el acto
fue involuntario no cambia el hecho de que ha sido plagio. Antes bien, importa un
reconocimiento sobre el hecho de que existió el plagio: “Lo que es blanco es
blanco no será negro porque lo llamemos de ese modo”. Al igual que en el
ambiente académico, la falta de atribución con intención o descuido es suficiente
para hacerlo responsable[69]. De todos modos, a su criterio, la omisión de comillas
y cita, en el caso, no podía ser un lapsus calami por la forma en que se transcribe
en la computadora[70].

En materia de propiedad intelectual, en los juicios de derecho de autor, en EE.UU.


se ha dicho que es de responsabilidad objetiva (strictly liability offence), sin
importar si hubo o no intención[71]. En la Argentina, por el contrario, en temas de
responsabilidad por violación del derecho de autor, por lo general, se exige el
dolo[72].

La doctrina vernácula ha advertido que “[e]s un requisito indispensable para el


plagio, la mala fe, el dolo, esto es el conocimiento de que existe obra anterior,
cuya parte original es apropiada. En otros términos, debe probarse que el plagiario
ha tenido el propósito, la voluntad deliberada de aprovecharse del trabajo
intelectual de otro. Ello debe resultar de signos exteriores que revelan una copia
literal o con precauciones. No hay plagio por caso fortuito, culpa, negligencia, o
ligereza. No basta la similitud o coincidencia [...] la duda se resuelve
favorablemente para el plagiario”[73]. De todos modos, a nuestro criterio, el juez
debería conocer lo que firma y su origen, lo que podría denotar en algún punto
cierta responsabilidad.

En un polémico caso de La Pampa el Superior Tribunal de Justicia el 26/11/2008


resolvió un sumario por plagio a los jueces de la Cámara en lo Criminal de General
Pico en donde, luego de eximir de responsabilidad por falta de voluntad y
ocultamiento, al ser la falta de cita una omisión involuntaria, exhortó al autor a
que en el futuro extremen precauciones para que en lo sucesivo cumplir con su
obligación de citar las fuentes y entrecomillar los párrafos que no son de la autoría
de quien los escribe y concluye advirtiendo que si se repite podría ser considerada
como falta en el cumplimiento de sus deberes[74].

Sin embargo, a nuestro criterio, para poder entender este último caso hay que
poner en contexto los hechos: el voto donde se cometió la copia fue del Dr. A. A.,
al que el resto de los integrantes el Dr. Mustapich y Dahir adhirieron. Mientras que
investigaba el plagio en el sumario se nombró a Mustapich como Juez de la
Suprema Corte de la Pampa. El mismo día que se resolvió el sumario —por medio
de la Resolución N° 2473— se llamó a integrar a la Corte a Mustapich. Por ello, a
nuestro criterio, cualquier reproche de los jueces de la Suprema Corte podría ser
vinculado con su nuevo integrante[75]. Es un caso polémico con aristas muy
particulares para tomarse como precedente.

(iii) La falta de fundamentación de la resolución que plagia

En Chubut, uno de los jueces del Superior Tribunal de Justicia denunció a un juez
de grado frente al Consejo de la Magistratura porque en una grave causa penal
había copiado (sin atribuir) la sentencia de otro juez. El Dr. R. juez del Superior
Tribunal —también integrante del Consejo de la Magistratura— se había enterado
del plagio por los medios de comunicación, pues la sentencia fue declarada nula
por la Cámara de Apelaciones y lo denunció por ante el Consejo de la Magistratura.

Pese a que el juez que habría plagiado tenía una evaluación no positiva respecto
de su desempeño, el Consejo de la Magistratura resolvió el rechazo de la denuncia
por siete votos contra cinco. Sin embargo, resulta muy interesante analizar qué
elementos tuvieron en cuenta en el Consejo de la Magistratura de Chubut para
resolver el caso[76].

El instructor del caso en el sumario N° 112/12 del Consejo de la Magistratura


aconsejó el archivo porque, a su criterio, es común que los jueces tomen
fundamentos de otros. El Dr. Palacios sostuvo la posición de que el plagiador debía
ser removido porque incluso en los cuerpos colegiados se pide la fundamentación
individual.

En efecto, según explicó se “viola la constitución provincial, que el Dr. Y. no ha


demostrado ni responsabilidad ni dedicación copiando votos de terceros y no
fundamentando la parte más importante del proceso como lo es la pena. Agrava
este hecho que el consejo declaró insatisfactoria la labor al cabo de los tres
primeros años…”. Asimismo, explica que la denuncia efectuada se refiere no solo
al término técnico “plagio” sino que también hace especial referencia a que se
viola la constitución al no haber fundamentación individual y la Cámara de
Apelaciones ha declarado precisamente la nulidad por ese motivo.

El Dr. Jones adhiere a la opinión de Palacios agregando que el informe sometido a


consideración del Consejo de la Magistratura solo se ha enfocado sobre el plagio y
no tuvo en cuenta la falta de fundamentación en que incurrió el juez Y., que fue
resuelto por la cámara penal al dictar la nulidad de la sentencia y no corresponde
a ese consejo revisar. A su criterio, existió una falta grave que merece la
remoción, pues es una función esencial del juez la fundamentación lógica y
jurídica de las sentencias sobre todo en un caso en donde se aplica la pena máxima
penal como es la privación de la libertad.

La posición contraria la adoptó en la voz del Dr. Lewis sembrando dudas sobre los
reales motivos de la denuncia que fueron adoptados por el Tribunal Superior sobre
la base de recortes periodísticos cuando es tan “quisquilloso” con los abogados. No
coincide con el voto del Dr. Palacios y, a su criterio, en la sentencia sí hubo una
fundamentación aunque “escueta” (y a continuación de la transcripción). A su
criterio, habría algún trasfondo diferente que no ha salido a la luz, puesto que se
tomó la denuncia de los medios de prensa (es decir, la investigación se tendría que
haber profundizado más). El resto de los integrantes no se expidió y al final, como
dijimos, la mayoría decidió archivar la causa siete votos contra cinco.

Conforme el Art. 34, inc. d, ap. 4 y el Art. 163, inc. 5, del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación así como de la interpretación del preámbulo, Art. 17 y 18
de la Constitución Nacional y el Art. 8.1 de la Convención Americana de Derechos
Humanos es un deber del Juez a fundar el motivo de la sentencia[77]. El planteo
del Consejo de la Magistratura de Chubut sobre la falta de fundamentación cuando
se copia —al margen del punto técnico del plagio— es interesante.

Así, no podemos dejar de mencionar que cuando el juez realiza su propia tarea, en
lugar de copiar, practica un análisis más profundo del caso. No se trata de la
originalidad de las sentencia (como se ve en el plagio) sino de la habilidad que el
juez debe tener para fundar una decisión. Si se corta y pega varias partes del
mismo texto, da la idea a los terceros de que el juez realizó un acto automático
sin analizar de manera concienzuda y justa los argumentos de las partes. En
contraste, el proceso de escribir sirve para enfocar la atención en los diferentes
puntos a decidir. De hecho, al escribir uno mismo lo que ha leído obliga a pensar (o
significa pensar) lo que se escribe[78]. Por ello, el plagio demuestra esa falta de
análisis que hace pasible el reproche.

Cuadra también recordar que Carnelutti decía que uno de los motivos por los
cuales se obliga a los jueces a fundamentación de la sentencia es porque se los
“obliga a razonar al juzgar”. El Juez, dice Sagües, por razones legales y de
prestigio, se ve obligado a presentar una explicación atendible[79]. Asimismo, la
fundamentación permite el control por los justiciables: Calamandrei decía que es
el “espejo revelador de los errores del juzgador”[80]. Si alcanzara con copiar y
pegar, estos motivos no se cumplirían porque no razona, ni da sus explicaciones
atendibles, lo que también limitaría la facultad de impugnar el fallo.

Aun cuando es indudablemente cierto que es mejor que el juez razone —por medio
de creación y exposición sus motivos—, se ha contestado que no es menos que hay
muchos fallos que hacen extensas citas atribuidas y que su conclusión (personal) es
escueta, sin que ello constituya una falta de fundamentación, ni de ética, por
parte del magistrado[81] . Sin embargo, como contraargumento se ha imputado la
falta de ética del juez que cobra un sueldo sin hacer su propio trabajo de análisis
para arribar a la conclusión, limitándose a hacer pasar aquel trabajo y esfuerzo de
investigación del otro como suyo[82].

En Australia existió un caso muy resonante en los medios en donde un juez


renunció al cargo por haber plagiado algunos párrafos de otras sentencias. Se
comprobó que una jueza federal también había copiado tres decisiones que fueron
publicadas de otro juez sin atribuir autoría. La jueza aceptó la imputación,
lamentó su conducta y luego renunció al cargo. Ante la renuncia, el sumario
administrativo no siguió su curso. Sin embargo, la doctrina —comentando el caso—
ha advertido que cuando se copia los precedentes, indicaría que el que los copia,
en realidad, los ha estudiado; es decir, la falta de cita supone una investigación y
análisis propio que pertenece a un tercero. Por ello, aun cuando no se invoque
originalidad de lo escrito, sí lo hay respecto de haber realizado el trabajo propio
del juez[83].

(iv) El planteo ético

Más allá de que no se puede trasladar un estándar académico al ambiente judicial


y que no haya un daño económico, lo cierto es que el tribunal de disciplina de los
jueces responde a una sociedad que percibe como algo éticamente reprochable el
plagio. La sociedad, en general, ve al plagio como una forma de hacer trampa. El
estigma de plagio ha sido sancionado éticamente en otros ambientes como en el
caso de empleados, periodistas, políticos, abogados y científicos[84]. La norma en
general tiene que ser evaluada no sólo por su contenido, sino también por el
sentido común de la sociedad[85].

Su falta, entonces, no gira al rededor del aspecto económico, ni de los derechos


morales de autor de un trabajo, o el rédito académico del juez, sino de una
infracción ética que, en el ambiente judicial, aunque más “atemperada”, sigue
existiendo cuando hay mala fe. Los jueces deberían ser los sujetos éticos por
excelencia y, el plagio más que nada embiste en el corazón de ese requisito porque
es una falta de honestidad intelectual.

La falta de atribución no daña —en gran medida— al autor, ni al lector que no se ve


defraudado porque el juez no sea el verdadero autor, pero sí a la administración
de justicia como institución. Es clave para la administración de justicia, no sólo
cómo funciona, sino cómo es percibida por la sociedad porque la visión de los
jueces legitiman las decisiones judiciales. Aun cuando la conducta del juez en el
proceso de creación y sus decisiones sean cuestiones diferentes, la mayoría de la
gente lo considera una sola cosa. Ellos deben representar el ideal de justicia y
honestidad viva. Por ello, la ética del juez debe ajustarse a ese estándar esperado
por la sociedad —no solo en el ambiente judicial— para que no impacte en la
reputación de la institución[86].

Esta exigencia de la sociedad, en la Argentina, es manifiesta en todos los artículos


periodísticos que sancionan con vehemencia la conducta del juez que copia una
resolución[87]. El juez que engaña de mala fe y copia toda una sentencia o artículo
de doctrina puede merecer el reproche de la sociedad. El Consejo de la
Magistratura debe conocer los resortes de la justicia, pero también el reclamo de
la sociedad.

(v) La sanción por la existencia de plagio en la sentencia o negligencia en su


redacción

En el voto de la minoría de la Dra. Sereno en el caso del juez Del Castillo se abre
otro planteo: qué sanción tomar en estos casos. Dado el carácter de la falta, se
puede tomar como una cuestión menor administrativa o falta grave. En el
ambiente académico el plagio de un alumno, autor o científico puede significar la
expulsión de la institución. Sin embargo, en el ambiente judicial no hay un criterio
uniforme y definitivo desde los que entienden que es una falta ética a los que lo
ven como una cuestión administrativa.

A los efectos de imponer una sanción, por un lado, hay que tener en cuenta que no
existe un cierto, concreto y efectivo daño patrimonial al autor. No hace falta otra
sanción, pues el hacer saber que no es el real autor es suficiente demérito para el
que ha copiado. La infracción fue hacer parecerse como el autor para obtener
prestigio y la sanción es demostrar que no ha sido lo que se lo quita. La conducta
reprochada y la sanción son simétricas. La sanción más común fuera del ambiente
académico es la humillación, el ostracismo y otras vergüenzas por haber violado la
norma social de no plagiar[88].

Por el otro, como las posibilidades de descubrir un plagio son bajas, a criterio de
parte de la doctrina, aplicando analógicamente los conceptos penales, hay que
subir la pena para desalentarlas. Dicho de otra manera, como la oportunidad de
ser atrapado es baja, la sanción tiene que ser alta. De lo contrario, la pena no es
disuasiva de la conducta que se quiere erradicar como desvalidos para la sociedad
porque se pone incentivos para copiar[89].

A nuestro criterio, no existe una situación en donde a priori se pueda dar una
solución general para todos los problemas. Una es una visión que busca reparar el
daño y la otra fijar una política para evitar que ocurra en el futuro. El tema tiene
que ser analizado, caso por caso, para poder alcanzar una solución justa y acorde
al real impacto de la infracción. Hay evaluar si la copia fue negligente o
intencional y su extensión.

VII. Conclusión [arriba]

Debemos tener en mente que no todo lo que se copia es plagio: cada ambiente
académico, artístico y profesional tiene su propio (explícito o implícito) código de
honor[90]. En el mundo académico el prestigio depende de los créditos como autor
más que las regalías por el trabajo en sí. El prestigio por la labor intelectual es una
de las metas más importantes, y copiar la obra de otro implica una falta grave e
insalvable que perjudica —por no decir destruye— su carrera académica[91]. En el
mundo literario también es una falta grave que puede llevar a causas penales o
perder premios[92]. Debemos ser cautos, entonces, para no imponer cargas del
mundo académico a la práctica legal[93].

En principio, en el ambiente judicial, no siempre hay una clara autoría, ni


originalidad de las ideas. Cuando se trata del uso de ideas, expresiones o simples
fracciones incorporadas en una sentencia a modo de una creación autónoma, en
principio, no debería ser tan severo en el análisis como la exigencia que se aplica
en el ambiente académico. Las creaciones de los jueces, en el marco del derecho,
son propias de una actividad en conjunto y, como tal, no siempre se puede —o
conviene— identificar una autoría específica: no se busca prestigio sino dar una
solución justa a las partes.

Quizá sea deseable que, en su delicada misión de impartir justicia, los jueces no
estén preocupados pensando de dónde obtuvieron un argumento, expresión o idea,
al escribir la sentencia o si han copiado un pequeño extracto de escrito de una
parte aquí o de doctrina allá. A nuestro criterio, es preferible que un juez razone
bien en lugar de preocuparse por la responsabilidad legal de una eventual cita
defectuosa. Las leyes, por lo general, no suelen condenar por pequeñas o
insignificantes infracciones de derecho de autor[94].

Uno prefiere que el juez sea el mejor escritor posible. Esto puede llevar el copiar
alguna parte de un escrito u otros, lo que ahorra tiempo, producir más trabajo y
mejor la justicia. El lector no está interesado en la originalidad o si es defraudado
sobre el verdadero autor sino en la calidad del trabajo[95].

No obstante lo expuesto, como explicamos, sí nos preocupa que los jueces en su


resolución razonen bien y expliquen a las partes como —fruto de ese razonamiento
han concluido— en la adjudicación de justicia. La resolución, entonces, a pesar de
la copia, tiene que dejar ver ese razonamiento de su propia auténtica decisión y en
alguna medida su fuente. Esto permitirá al justiciable evaluar el razonamiento e
impugnar el eventual fallo.

Por último, el juez no debería copiar verbatim dentro de la sentencia una obra
extensa de un autor, ni desconocer el derecho de autor y al cual bajo nuestro
derecho hay que atribuir la cita para que sea un uso honesto (Art. 10 de la LPI). De
lo contrario, no solo sería un problema ético —que como hemos visto impacta en la
imagen de la Justicia en la sociedad—, sino también podría ser una violación a la
ley.

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[1] K., R. D. c/CPACF, IJ-LXXI-10, 21-02-2014 - Cám. Nac. de Apel. en lo Cont.
Admin. Fed. - Sala III
[2] Friedman, Peter “What is a Judicial Author?” Mercer Law Review, Vol. 62,
2010, p. 520.
[3] Ibidem.
[4] Schroeder, Jeanne L. “Copy Cats: Plagiarism and Precedent”, Benjamin N.
Cardozo School of Law Working Paper No. 185, 2006, p. 66.
[5] Rife, Martine Courant, “Making Legal Knowledge in Global Digital
Environments”, 2011, p. 149 con cita de Lessig, L “Remix: Making art and
commerce thrive in the hybrid economy”, London, Bloomsbury, 2008.
[6] Friedman, Peter, op. cit. ps. 520 , 527 y 537 con cita de Ehrenberg, Suzanne,
“Embracing the Writing-Centered Legal Process”, Iowa Law Review, Vol. 89, 2004,
ps. 1159, 1191-92.
[7] Satanowsky Isidro, Derecho Intelectual T. II, Buenos Aires, Ed. TEA, p. 194
[8] Peterson, James D – Gregor, Jennifer L. “Copycat: Plagiarism, Copyright
Infringement, & Lawyers” The Wisconsin Lawyer, v.84, no.6, 2011, June, p. 6, en
especial ver la diferencia entre derecho de autor y plagio y el apartado “Teoría del
Plagio”
[9] Posner, Richard, A. The Little Book Of Plagiarism, Pantheon Books, New York,
p. 49
[10]Sánchez Herrero, Andrés “El Plagio en los escritos forenses”, Revista La Ley del
31/07/2014, p. 4.
[11] A modo de ejemplo, ver Gaffoglio Gisela L, “El Plagio” L.L., t. 2006-C, p.
1163, quien dice que la palabra que mejor lo define es “hurtar”.
[12] Green, Stuart P., “Plagiarism, Norms, and the Limits of Theft law: Some Law:
some Observations on the Use of Crimianl Sanctions in Enforcing Intellectual
Property Rights”, Hastings Law Journal, Vol. 54, [2002] ps. 173, 181 y 182; St.
Onge, The Melancholy Anatomy of Plagiarism, 1988, p. 172; Posner, Richard, The
Little Book of Plagiarism, p. 11.
[13] Mouchet, Carlos- Radaelli, Sigfrido A. Derechos intelectuales sobre las obras
literarias y artísticas, Tomo II, Buenos Aires, Kraft, 1948, p. 41.
[14] Stern, Simon “Copyright Originality and Judicial Originality”, University of
Toronto Law Journal, Vol. 63, 2013, p. 406.
[15] Lorenzetti, Ricardo Luis, Teoría de la Decisión Judicial, Fundamento de
Derecho, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, 2006, p. 216 con cita de Zagrebelsky, G.Il
Diritto miete, Legge diritti giustiziap, 1992, Ed. Einaudip, p.167 y Toller,
Fernando, “Propiedad Intelectual y Plagio en los Trabajos Académicos y
Profesionales”Revista La Propiedad Inmaterial N° 15 Nov. 2011, p. 96.
[16] Ver Stern, Simon “Copyright Originality and Judicial Originality”, University of
Toronto Law Journal, Vol. 63, 2013, p. 1 y Richmond, Douglas R. “Unoriginal Sin:
The Problem of Judicial Plagiarism”, Arizona State Law Journal, Vol. 45, 2013, p.
1077. El tema también fue tratado por la Corte Suprema de Canadá “Cojocaru v.
British Columbia Women’s Hosp. and Health Center”, 2011, BCCA, 192.
[17] Sobre la propiedad intelectual del los escritos de los abogados ver además
Sánchez Herrero, Andrés “El Plagio en los escritos forenses”, Revista La Ley del
31/07/2014, p. 4; Satanowsky, Isidoro, Derecho Intelectual, Tomo I, Buenos Aires,
T.E.A., 1954, p. 178; Lipszyk-Villalba, El Derecho de Autor en la Argentina, Buenos
Aires, La Ley, 2009, p. 26 y Mendilaharzu Eduardo, “Los Escritos Judiciales como
Propiedad Intelectual”, Revista del Colegio de Abogados de Buenos Aires, Número
1°, 1942.
[18] Richmond, Douglas R., op. cit., y cita Geyh, Charles “The Prudent Jurist”,
Legal Affairs, Nov./Dec. 2003; Bast - Samuels, “Plagiarism and Legal Scholarship in
the Age of Information Sharing: The Need for Intellectual Honesty”, Catholica
University Law Review, Vol. 57, 2008, p. 803 y Morrissey, Siobhan, “A case of
Judicial Plagiarism?”, Vol. 2, Nro. 30 American Bar Association Report 1/08/2003.
[19] Posner, Richard, The Little Book of Plagiarism, p. 22
[20] Richmond, Douglas R., op. cit., p. 1079 y Wyburn, Mary “Disclosure Of Prior
Student Academic Misconduct In Admission To Legal Practice: Lessons For
Universities And The Courts”, Vol. 8, No. 2, QUTLJJ, p. 340 (el uso está aceptada
para determinados tipos de escritos y bajo algunos límites).
[21] “US v. El Paso Natural Gas Co.” 376 U.S. 651, 1964 cit. Stern, Simon“Copyright
Originality and Judicial Originality”, University of Toronto Law Journal Vol. 63,
2013, p. 388.
[22] Miner, Roger J. “Judicial Ethics In The Twenty-First Century: Tracing The
Trends”, Hofstra Law Review, Vol. 32: Iss. 4, Article 2, 2004, p. 1134.
[23] Lebovits, G.- Curtin, A. Solomon, L.“Ehtical Judicial Opinion Writing” The
Georgetown Journal Of Legal Ethics, Vol. 21, 2008, p. 265.
[24] Bast Carol, Samuels Linda “Plagiarism…” op. cit., p. 802 (por miedo a la ira
del juez); otros autores hablan de un “suicidio” profesional cuando piensan en una
idea como esa (Pimentel, David “The Reluctant Talletale:…”) entre otros (conf.
Richmond, Douglas R. op. cit. p 1094 y 1095, nota al pie N° 109 y sus citas).
[25] Crowne, Emir “The Copyright Issues Associated with Judicial Decision-Making
(or, Hold on to Your Briefs: Are Judges Required to Cite Material Written by
Lawyers?)” Intellectual Property & Technology Law Journal, Vol. 22, No. 4, April
2010, p. 16.
[26] Richmond, Douglas R. op. cit., p. 1098.
[27] Posner, Richard, The Little Book of Plagiarism, ps. 18, 24 y 61. En la Argentina
se ha dado en el caso del Programa PNP en donde se pasan fragmentos de obras
para la crítica, sin citar la fuente, y se dijo que nadie piensa que sean los autores
por lo que no hay engaño (conf. CNCrim. y Correc. Sala VIII, 30/03/2012 “P.G. y
otros s/Sobreseimiento Inf. Ley 11.723” publicado en La Ley On Line
AR/JUR/216000/2012).
[28] Posner, Richard, A. The Little Book Of Plagiarism, p. 106.
[29] Posner, Richard, A. The Little Book Of Plagiarism, p. 20 y ss. y Richmond,
Douglas R., op. cit. p. 1099 (lo cita para el que el argumento de Posner expone
muchas fallas).
[30] Geyh, Charles, “Are Judges Who Borrow From Lawyer´s Briefs Committing
Plagiarism?, Legal Affairs, Nov./Dic., 2003, p.17; Torrey, David “Thoughts on
Adoption of Proposed Findings and Order” Lex And Verum N° XL, Marzo2013, p. 1 y
Schroeder, Jeanne L., “Copy Cats: Plagiarism and Precedent”, Marzo 12, 2007
Cardozo Legal Studies Research Paper No. 185, p. 69. En sentido contario, se ha
entendido que una extensa copia de una fuente es legal, pero puede no ser
realmente ético (Dursht, Jaime S. op. cit., p. 1253).
[31] Richmond, Douglas R., op. cit.,p. 1100 con cita de Fjeldstad, Kristen
“Comment, Just the Facts, Ma’am—A Review of the Practice of the Verbatim
Adoption of Findings of Fact and Conclusions of Law”, St. Louis Law Journal Vol.
44, 2000, p.197.
[32] Bast Carol, Samuels Linda, “Plagiarism…” op. cit., p. 802.
[33] Para un análisis pormenorizado y complete de la aplicación del fair use al juez
en la sentencia ver Clifford, Ralph, “Intellectual Property Right in An Attorney´s
work product”, Trends and Issues in Intelectual Property, Vol. 3, 2008, p 40 y ss. y
Dursht, Jamie S. “Judicial Plagiarism, op. cit., p. 1269 y ss.
[34] Friedman, Peter, op. cit. p. 519; Bast Carol M.- Samuels, Linda B.
“Plagiarism… op. cit, p. 777; Young Gary “Plagiarism Charges Plague Tobacco
Decision” The National Law Journal 2003-08-21; Geyh, Charles “Are Judges Who
Borrow From Lawyer´s Briefs Committing Plagiarism?, Legal Affairs, Nov. /Dic.
2003 p.17; Morrissey, Siobhan, “A Case of Judicial Plagiarism?” Nro. 30 American
Bar Association Report 1/08/2003; Cunningham, Laurie “Florida $145 Billion
Wipeout Survives” The National Law Journal 2003-9-29 p. 17 y Schroeder, Jeanne
L., “Copy Cats: Plagiarism and Precedent” [March 12, 2007]. Cardozo Legal Studies
Research Paper No. 185, p. 70 nota al pie N° 315. Todos ellos en referencia al caso
“Liggett Group Inv. v. Engle” No. 3D00-3400, 2003 Fla. App. LEXIS 14774, at *1
(Fla. Dist. Ct. App. Sept. 22, 2003)
[35] “In re Doe” 640 F.3d 869 (8th Cir. 30 de marzo de 2011) ver también
transcripciónen Richmond, Douglas R. op. cit., p. 1079
[36] Ibidem. con cita de “In re Las Colinas Inc”. 426 F2d. 1005 (1st. Cir. 1970).
[37] Ver Crowne, Emir “The Copyright….”, op. cit., p. 15 con cita de Copyright Act
R.S. 1985, C. C-42 y en Argentina Art. 10 de la LPI.
[38] Crowne, Emir, op. cit., p. 16 [la posición de este autor es más extrema porque
es Canadiense en donde no están abierta como en EEUU.
[39] Crowne, Emir, op. cit. p. 16
[40] George Joyce C. Judicial Opinion Writing Handbook, Buffalo New York, William
S. Hein, 2007, p. 725. En contra, se ha dicho que resolver una disputa no tiene
ninguna relación con atribuirse un crédito por una idea que no es propia (
[41] Tehranian John Infringement Nation: Copyright 2.0 and You New York, Oxford
UniversityPress, 2011, p. 145 y 146) ambos cit. Stern, Simon“Copyright Originality
and Judicial Originality”, University of Toronto Law Journal Vol. 63, 2013, p. 388,
en nota al pie N° 11
[43] Dursht, Jamie S. “Judicial Plagiarism…” op. cit., p. 1253; Lebovits, G.- Curtin,
A. Solomon, L.“Ehtical Judicial Opinion Writing” The Georgetown Journal Of Legal
Ethics, Vol. 21, 2008, p. 264 y Lebovits, Gerald “Ethical Judicial Writing” New York
State Bar Association Journal, Vol. 79, N° 2, Feb. 2007, p. 56
[44] Perelman Ch. y Olbrechts-Tyteca L., Tratado de la Argumentacion, Ed.
Gredos, Madrid, 1989, p. 469
[45] Band Jonathan- Schruers, Matt, “Dastar, Attribution and Plagiarism”, AIPLA
Quarterly Journal, Vol. 33, N° 1, 2005, p. 13, Posner, Richard, A. The Little Book
Of Plagiarism, p. 34, entre muchos otros.
[46] Toller, Fernando, “Propiedad Intelectual y Plagio en los Trabajos Académicos
y Profesionales”Revista La Propiedad Inmaterial N° 15 Nov. 2011, p. 95 nota 9.
[47] Post, Robert “The Supreme Court Opinion As Institutional Practice: Dissent,
Legal Scholarship, and Decisionmaking in the Taft Court” Minessota Law Review,
Vol. 85, 2001, p. 1360 y ss. (describiendo la tensión entre los Jueces Stone y
Brandeis y Holmes y Taft, la inclusión o no de cita de revistas de doctrina en los
caso, la fuerza de sus fallos por el impero de ley o su valor científico, discusión
que fue superada por Cardozo. También existió un cambio de paradigma de que la
Corte resolvía casos concretos por otro de fijar políticas legales al hablar al público
en general).
[48] Barrera, Leticia “La circulación de expedientes y las formas de los expertos
legales: agencia y sujeto en la Corte Suprema argentina” Revista Jurídica de la
Universidad de Palermo, Año 10 Nro 1, Agosto 2009, p 227 y Nota 37 y Sabelli,
Héctor “Cómo Trabaja la Corte” Sup. J.A., 3-11-2007, p. 8 y Nota 25.
[49] Lynch, Horacio ¿Quién Dicta los Fallos de la Corte? La Delegación en la Corte
Suprema” (para quien la mayoría de los fallos no son creados por los jueces de la
Corte ni tienen tiempo material de mirar las causas que firman) (http://
www.abogados.com.ar/ quien-dicta-los -fallos-de- la-corte-la- delegacion- en-la-
corte-suprema / 5113).
[50] Carrio, Genaro “Don Quijote en el Palacio de Justicia” L.L., t. 1989-E, p.
1131, citado por Sabelli.
[51] Sabelli, Hector “Cómo…”, op. cit., p. 8 ver también Carrio, Genero, op. cit. si
la acepta cuando la delegación es menor y sigue decidiendo el Juez. No así la
delegación excesiva: “No es deseable en la medida en que conlleva un
desplazamiento oculto, e inválido de responsabilidad e incluso puede llegar a
constituirse en un factor adicional de incremento de errores judiciales.”
[52] Ver Barrera, Leticia “La circulación de expedientes…” op. cit., p 227
[53] Judicial Writing Manual, Federal Judicial Center p, 1991, p. 10 y Posner,
Richard, The Little Book of Plagiarism, p. 20.
[54] Rosenthal J. - Yoon Albert “Judicial Ghostwriting: Authorship on the Supreme
Court” Cornell Law Review Vol. 96, 2011, p. 1037; Choi Stephen J.-Gulatig, Mitu
“Which Judges Write Their Opinions (and Should We Care)?” Florida State
University Law Review, Vol. N° 32, p. 1077, entre otros.
[55] Toller, Fernando, “Propiedad Intelectual y Plagio en los Trabajos Académicos
y Profesionales”Revista La Propiedad Inmaterial N° 15 Nov. 2011, p. 96
[56] Ver DiarioJudicial del 26/04/14 “Copiar parte de un fallo no amerita sanción
al Juez”.
[57] Stearns, Laurie, “Copy Wrong…” op. cit, p. 532.
[58] Green, Stuart P., “Plagiarism, Norms, and the Limits of Theft law…” op. cit.,
p. 60 cit. Stearns, Laurie, “Copy Wrong…” op. cit., p. 532.
[59] Conf. Dursht, Jamie S. “Judicial Plagiarism…” op. cit., p. 1253, 1258 y 1262
(en especial, en donde se recuerdaque en la causa “Newman v. Burgin” 930 F2d
955 (1st. Cir. 1991) se dijo que el plagio puede ser por negligencia o descuido sin
intención de defraudar; y aún cuando sea un requisito, el dato objetivo del plagio
demuestra la intención de engañar “Napolitano v. Trustees of Princenton Univ.”
453, A2 279 [N.J SuperCt. Chv. Div 1982].
[60] http:// cronicasfueguinas. blogspot.com/ 2012/ 06/ rapossi-la-jueza -copiona.
html
[62] Stern, Simon “Copyright Originality…”, op. cit., p. 404; Bast, Carol M.-
Samuels Linda B., “Plagiarism and Legal Scholarship…”, op. cit., p. 77; Choi,
Stephen j- Gulati, Mitu “Which judges write their opinions (and should we care)?”
Fla. St. UL Rev. Vol. 32, 2005, p. 1077 y Joy Peter A. McMunigal Kevin C. “The
Problems of Plagiarism as an Ethics Offense” American Bar Association Criminal
Justice, N° 26, 2011, p. 56
[63] Stern, Simon “Copyright Originality…” op. cit, p. 406
[64] Voto de la Mayoría de fecha 8/02/2011 con cita de Webb, Duncan “Plagiarism:
a threat to lawyers’ integrity?” International Bar Association, Marzo 2000.
[65] Ibidem, con cita de Webb, Duncan “Plagiarism:…” op. cit.
[66] Voto de la mayoría de la Corte Suprema de Filipinas A.M. No. 10-7-17-SC “In
The Matter Of The Charges Of Plagiarism, Etc., Against Associate Justice Mariano
C. Del Castillo” 12/10/2010
[67] Ibidem.
[68] Harvey, Gordon, Writing with Sources A Guide for Harvard Students, Second
Edition, Ed. Hackett Publishing Company, Inc. Indianapolis /Cambridge 2008, p. 32.
[69] Voto de la Dra. Sereno en la disidencia de fecha 8/02/2011 Expte. AM No. 10-
7-17-SC “In the Matter of the Charges of Plagiarism, etc., against Associate Justice
Mariano C. Del Castillo” ver en igual sentido Dursht, Jamie S. “Judicial
Plagiarism:…” op. cit., p. 1253, 1258 y 1262 (para la que no hace falta intención
para que sea plagio).
[70] Ibidem. con cita del Código de Integridad de la Universidad de Loyola [ver en
sc.judiciary.gov.ph/jurisprudence].
[71] Stearns, Laurie, “Copy Wrong…” op. cit., p. 533
[72] Sánchez Herrero, Andrés “El Plagio en los escritos forenses” Revista La Ley del
31/07/2014, p. 4 (diciendo que el dolo es un requisito del plagio según la opinión
generalizada y más extendida).
[73] Satanowsky, Derecho Intelectual, Editorial TEA, Buenos Aires, Tomo II, pág.
211. Id., Cam. Civ. de la Cap. Fed., 10/11/43, “Calabria, Juan v. Fox Film de la
Argentina S.A.”, L.L., T. 33, p. 715). En contra, CNCiv, Sala G, 21/03/1994,
“Moreno, Norberto v. Iglesias, Julio” (distinguiendo entre la necesidad del dolo
para del delito que para la acción civil); CCiv. 2da 23/12/48 “Bendahan de Vega
Rebeca v. Peti de Murat Ulises y otro” L.L., t. 53, p. 402 (“El plagio requiere el
dolo, la mala fe, es decir, debe ser la imitación maliciosa de la obra ajena”) y
Villalba, Carlos A. “Análisis de jurisprudencia en materia de derecho de autor”,
L.L., t. 1995-C, p. 557.
[74] “El STJ exculpó a Mustapich y Oscar Jorge lo designó” Diario La Arena, Edición
del 28/11/2008 y “Ruidosa Llegada Del Nuevo Ministro Al STJ Mustapich: el sumario
terminó con un fuerte reto a Alonso” Diario Tras Lineas del 28/11/208, [http://
www.laarena.com.ar/ la_ciudad- el_stj_ exculpo_a_mustapich_y_ oscar_jorge_lo_
designo-28239- 115. html y http:// www.treslineas.com.ar/ ruidosa- llegada-
nuevo- ministro-mustapich -sumario- termino-fuerte-reto -alonso- n-34896. html,
respectivametne.]
[75] Ver Ibidem.
[76]El Acta del Debate del Consejo de la Magistratura de Chubut fue publicada en
Reseña de Gestión 2012/2013, Acta N° 215/Noviembre 2012, p. 247 (disponible en
www. conmagchubut. gov.ar)
[77] Conf. Masciotra, Mario “Deber de fundar las sentencias” Diario La Ley 10 de
diciembre de 2013, ps. 1 y ss.
[78] Kellogg, Ronald The Psychology of Writing Oxford 1994, p. 16 y Oldfather,
Chad M. “Writing Congnition and the Nature of the judicial Function” Georgia Law
Vol. 96, 2008, p. 1283 cit. p. 391
[79] Sagües, Néstor P. Derecho Procesal Constitucional Recurso Extraordinario,
Tomo II, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2002, p. 149 y cita de Carnelluti, Derecho
Procesal Civil y Penal, Tomo II, p. 267
[80] Calamandrei, Piero “La crisis de la motivación” en Proceso y Democracia p.
118 cit. Masciotra Mario “Deber de fundar las sentencias” Diario La Ley 10 de
diciembre de 2013, p. 1
[81] Stern, Simon “Copyright Originality…” op. cit., p. 396
[82] Stern, Simon “Copyright Originality…” op. cit., p. 403
[83] Stern, Simon “Copyright Originality…” op. cit. , p. 413
[84] Dursht, Jamie S. “Judicial Plagiarism…. “op. cit., p. 1269.
[85] Sagües, Néstor P. op. cit., p. 118
[86] Dursht, Jamie S. “Judicial Plagiarism…” op. cit., p. 1282, 1283, 1287 (con cita
del caso “In re Brennan” en donde se dijo que la falta de ética del juez al plagiar
afecta a la institución de la administración de justicia)
[87] “Escándalo en el Poder Judicial: posible plagio en una sentencia” [http://
www.radiofueguina.com/ index.php/ 2012/ 06/ 26/ escandalo- en-el-poder-
judicial-a- raiz-de-un- posible-plagio- en-una-sentencia / Visitada el 20/11/2014] ;
“El Superior presentó una denuncia por el presunto plagio de un juez” [http://
www.pensamientopenal.org.ar/ puerto- madryn-el-superior -presento- una-
denuncia- por-el-presunto -plagio-de-un- juez/ Visitada 20/11/2014] ; Plagio
judicial: "Esto no es una cuestión aislada, es una cuestión estructural" http://
sur54.com.ar/ plagio-judicial -esto-no- es-una- cuestion-aislada- es-una- cuestion-
estructural -1
[88] Posner, Richard, A. The Little Book Of Plagiarism, ps. 35 y 37
[89]Posner, Richard The Little Book of Plagiarism, p. 78.
[90] Schroeder, Jeanne L., “Copy Cats: Plagiarism and Precedent” [March 12,
2007], Cardozo Legal Studies Research Paper No. 185
[91] Band Jonathan- Schruers, Matt, “Dastar, Attribution and Plagiarism”, AIPLA
Quarterly Journal, Vol. 33, N° 1, 2005, p. 13.
[92] En La Argentina está el resonado caso de Federico Andahazi que escribió “El
Conquistador” (2006), ganador del Premio Planeta 2006 y que en el 22/03/2007 fue
acusado de plagiar la obra “Los indios estaban cabreros” (1958), de Agustín
Cuzzani por sus herederos. El caso tramitó a cargo del Juzgado Nacional en lo
Criminal N° 30, a cargo del Dr. Jorge Adolfo López, Secretaría N° 164, “Andahazi
Kasnya Carlos F.” Expte. N° 24.416/07 en donde se reconció la ucronía de trata el
tema de la conquista a la inversa, desde el lado de los indios, pero basandose en
las pericias de los expertos pericias Sylvia Saítta y Soledad Quereilhac que no había
plagio pues a pesar de la trama, no había identidad de los texto, ni del inicio o fin.
La Cámara Nac. de Apelaciones en lo Criminal, Sala I, 23/10/2008, en el Recurso
N° 34. 900 luego de haber revocado previamente un sobresimientos pidendo
ampliación de informe, confirmó el mismo para no seguir la cuestión al infinito,
zanjar la cuestión de manera definitiva sobre la ucronía [inédito].
[93] Webb, Duncan “Plagiarism: a threat to lawyers’ integrity?” International Bar
Association, Marzo 2000
[94] Dursht, Jamie S. “Judicial Plagiarism…” op. cit., p. 1253, 1256, Sterns, Laurie
“Copy Wrong…” op. cit. p. 528 [con cita de SHAW, Ralph R. Literary Property In
The United States 1950, p. 45-46] es necesaria una copia substancial para que
exista una infracción a la ley de derecho de autor. También se ha dicho que se
aplica el adagio “minimis non curatpraetor” por el “iusususinnocui” pues si no es
sustancial debe ser flexible (conf. Castán Pérez-GómezAntonio, El plagio y otros
estudios de derechos de autor, Madrid 2009, Ed. Reus, p. 170 con cita de RogelVide
Carlos, “De los límites de infracción del derecho de autor en España” en Estudios
Completos… p. 163).
[95] Posner, Richard, A. The Little Book Of Plagiarism, p. 71 y 72 (para quien
hablar de plagio judicial es una contradicción).

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