Contextos Educativos y Variables Psicosociales
Contextos Educativos y Variables Psicosociales
Contextos Educativos y Variables Psicosociales
España
Resumen
Introducción
En los últimos años la intensa afluencia migratoria desde múltiples orígenes geográfi-
cos a nuestro país, ha dado lugar a la presencia, cada vez mayor, de una heterogénea diversi-
dad lingüística, religiosa, cultural e incluso étnica en nuestra sociedad. Esta diversidad no ha
tardado en trasladarse a nuestros centros educativos, generando una situación que el sistema
educativo no puede dejar de afrontar.
En ese sentido la cultura podría entenderse como patrimonio de los grupos humanos
que los particulariza y los diferencia entre sí (Kroeber y Kluchon, 1952), y caracterizarse si-
guiendo a Muñoz Sedano (1997) por ser un conjunto de producciones, eminentemente com-
portamentales, que singularizan a los grupos humanos y que se transmitirían siguiendo un
proceso de “herencia social” entre generaciones. Sin embargo, esta permanencia no implica la
inmutabilidad de la cultura, la cual se encuentra sometida a constantes cambios por el propio
grupo que la sustenta en cuanto a los significados, símbolos, normas o valores que la compo-
nen y que son asumidos por el grupo en cuestión. Diversos autores señalan igualmente, la
relevancia de los procesos de interacción social para el sustento cultural, no dejándose de lado
el comportamiento verbal como un componente sustancial de la misma.
Los flujos migratorios dan lugar a procesos de interacción en los que individuos con
bagajes culturales particulares interactúan con otros individuos con patrimonios culturales
diferentes. En cada una de estas situaciones se presentan tesituras donde uno de estos grupos
es minoritario y el otro mayoritario, generándose circunstancias ampliamente estudiadas por
diversas disciplinas. De Vreede (1990), entre otros, diferencia cuatro grandes posibilidades,
ampliamente conocidas, derivadas de esa confluencia grupal: asimilación, segregación, decul-
turación e integración. El primero de estos posicionamientos implica la uniformidad en el
sistema social, de forma que los individuos de la cultura minoritaria abandonen sus patrimo-
nios idiosincrásicos y adopten los del grupo mayoritario. La segregación, por su parte, impli-
caría que los dos conjuntos culturales prevalecerían conjuntamente pero en ambientes separa-
dos y con una tendencia a la reducción de las interacciones mutuas. En tercer lugar, la decul-
turación conllevaría la situación forzada de abandono de los contenidos culturales originarios
por parte del grupo minoritario, a éste término se asociarían posiciones como el rechazo, el
racismo, etc. Por último nos encontraríamos con la integración, postura que apostaría por la
interacción y el intercambio entre diversos grupos culturales en posiciones de igualdad. De
este posicionamiento, por el cual se inclinan las políticas sociales más vanguardistas en la
actualidad, se deriva un pluralismo convivencial que implicaría la interacción inter e intragru-
pos, la existencia de igualitarias oportunidades sociales, educativas, económicas, etc., así co-
mo la valoración social de la identidad cultural de los grupos e individuos de culturas minori-
tarias (Muñoz Sedano, 1997). Paralelamente, es en el seno del pluralismo donde se ubican las
actuales visiones centradas en el interculturalismo.
En el caso concreto del contexto educativo parece incuestionable que la historia re-
ciente de los planteamientos docentes, ha apostado por ofertar respuestas a las desiguales si-
tuaciones de necesidad educativa asociada a lo que se ha dado en llamar “diversidad” y que en
la práctica está suponiendo con diferencia, uno de los retos más importante a los que se en-
frentan en el momento actual los docentes. Dichos planteamientos actuales, han supuesto alte-
raciones notables en la estructura de la forma y el fondo del proceso de enseñanza-aprendizaje
de cara a que todos los alumnos, sin excepciones, dispongan de los medios adecuados para la
maximización de sus capacidades personales y sociales.
Pensemos que desde la aparición del famoso trabajo de Warnock (1978) se rechaza la
concepción tradicional de que los resultados inferiores en la evaluación psicométrica suponen
la base de la diversidad con la que trabajará el engranaje educativo. Se abandona la idea de
que la diversidad educativa esté asociada a deficiencias, o discapacidades, adoptándose la
visión de la atención a la diversidad como algo potencialmente generalizable y eventualmente
extensible a todo el colectivo de alumnos. La diversidad plantea en realidad dificultades de
cara a un proceso grupal como es el implicado en el abordaje académico actual y son esas
dificultades las que exigirán un esfuerzo a través de medidas especiales.
En la primera parte del presente trabajo, analizaremos de forma sucinta algunos tópi-
cos y procesos psicológicos básicos estudiados de forma intensa por la Psicología contempo-
ránea y que permiten entender mejor como operan los procesos de ajuste intercultural y en
mayor medida cuáles son y cómo trabajan los elementos que en la práctica vulneran y distor-
sionan los procesos adaptativos de interacción e integración cultural. Este análisis permitirá
una aproximación al panorama específico en la infancia y nos acercará a la comprensión de
actitudes sociales negativas en el contexto educativo. Concretamente analizaremos el funcio-
namiento de los estereotipos sociales, los prejuicios, la discriminación y la estigmatización
social como conceptos clave para entender los procesos aludidos. Posteriormente, en un se-
gunda bloque, nos centraremos con mayor concreción, en algunas de las implicaciones sus-
En las interacciones entre grupos suelen estar presentes de forma implícita ciertos pro-
cesos de percepción social que solemos usar para simplificar nuestras interacciones y nuestros
comportamientos en el ámbito social (Tajfel y Forgas, 1981). En estos cauces de asimilación
perceptiva, solemos incluir procesos de categorización social que dan lugar a todo un tópico
estudiado desde hace tiempo por la Psicología, como son los estereotipos. Los estereotipos
están a la base de aspectos más controvertidos involucrados en las interacciones intergrupales,
algunos de ellos bastante negativos, sobre los que más adelante nos centraremos.
Según diferentes autores como Bueno y Garrido (2002), los estereotipos nos permitirí-
an entender de forma más sencilla el ambiente social y predecir acontecimientos que habrán
de producirse en el mismo. De ahí que la función perceptiva sea uno de los componentes fun-
damentales de estos procesos. Además de ella, el proceso de formación de categorías sociales
y la confluencia de información verbal sobre determinados grupos de individuos que compar-
ten características comunes, junto a determinadas creencias que entran de una forma o de otra
a formar parte de nuestra historia personal en relación con tales grupos, terminan de caracteri-
zar los estereotipos.
Según otros autores (Huici y Moya, 1995) sólo serían compartidos realmente, y de
forma más intensa, los estereotipos culturales. Es frecuente que en el caso de grupos de per-
sonas pertenecientes a otras culturas “minoritarias”, se les aplique un marco perceptivo parti-
cular por parte del grupo ”mayoritario” o estereotipo que tiende a regir las interacciones entre
ambos grupos con diversos tipos de efectos, no siempre positivos. Una de las cuestiones de
gran relevancia en relación con los estereotipos radica en el grado de error o sesgo implicado
en su utilización. En ese sentido, Brighman (1971) afirma rotundamente que se trata de per-
cepciones erróneas por al menos tres motivos. En primer lugar, porque no son adquiridos por
experiencia directa con las personas sobre las que actúa el estereotipo, sino que más bien son
reglas verbales e información no fundamentada ni experienciada de forma directa. En segundo
lugar, los estereotipos implican siempre generalizaciones que como tales tienden a la magnifi-
cación y al sesgo interpretativo. A todo lo anterior añade, en tercer lugar, el marcado hecho de
que tiendan a mantenerse, a la dificultad en su alteración o en definitiva su rigidez.
Si a pesar de ser erróneos se mantienen quizá se deba a otras funciones que pueden
desempeñar para los individuos. Aparte de la función de categorización de la que ya hemos
aludido y que en realidad sería de cierta ayuda a la hora de ordenar y simplificar el ambiente
social a través de la intensificación de las diferencias con otros grupos de personas, podemos
considerar al menos otras cuatro funciones relevantes de los estereotipos. En primer lugar,
podrían ser un justificante poderoso para el desempeño de acciones dirigidas contra determi-
nados grupos sociales (Huici y Moya, 1995). En segundo lugar, y en la línea de lo anterior,
podrían justificar igualmente determinados argumentos sobre circunstancias y acontecimien-
tos sociales altamente complejos. En tercer lugar, pueden facilitar la explicación de caracterís-
ticas y comportamientos personales y, por último, serían el sustento de lo que se ha dado en
llamar “identidad social” y que sería un componente esencial del autoconcepto. En ese senti-
do, las verbalizaciones que hacemos sobre nosotros mismos pueden estar relacionadas con la
pertenencia a determinados grupos sociales en los que nos incluimos.
prejuicio se manifiesta por tanto, a través de valoraciones negativas sobre determinadas per-
sonas en virtud de su inclusión o pertenencia al grupo de personas de otra cultura. Debido a
que se centra con cierta exclusividad en atributos negativos o indeseables, el prejuicio siempre
tiende a ser injusto y a basarse en la sobregeneralización. (Morales y Páez, 1996). La manifes-
tación más evidente de prejuicio en relación con individuos de grupos étnicos o culturales
minoritarios es el racismo, que al igual que otro tipo de prejuicios, no son sino parte de la ma-
quinaria ideológica que se utiliza por determinados grupos sociales para justificar actitudes y
en general una atención particular hacia esos grupos minoritarios.
La discriminación como un paso más en este proceso, sería el resultado que quizá se
manifieste de forma más objetiva, dado que se proyecta en forma de comportamientos negati-
vos hacia las personas que componen el grupo social minoritario debido a su mera y supuesta
adecuación a los atributos incluidos en el estereotipo. Esos comportamientos discriminatorios
se ponen en funcionamiento en cualquier ámbito social, incluso institucional. Un ejemplo de
los contextos en que, por ejemplo, la discriminación se pone de manifiesto, es el laboral. Y no
sólo porque habitualmente se les ofrezcan trabajos mal remunerados, sin protección, en con-
diciones deficitarias e incluso marginales, a muchos trabajadores eficientes, sino también por
la reubicación en el ámbito empresarial, la consideración de su ineficacia, etc.
Otro aspecto que también puede verse acuciado por el estereotipo son los procesos de
atribución. En ese sentido cuando las personas de otros grupos culturales (minoritarios) come-
ten fallos o errores en determinadas ejecuciones, tales incorrecciones serían más atribuidas a
características negativas incluidas en el estereotipo, que a factores ambientales, por ejemplo.
Dando esto lugar tras el paso del tiempo, por ejemplo a reducción de interacciones y lo que en
el caso de la infancia es todavía más grave, a la falta de oportunidades para el desarrollo.
La estigmatización social
Hemos visto que poseer alguna discapacidad o pertenecer a algún grupo cultural mi-
noritario o étnico puede ser objeto de actitudes prejuiciosas. Pero el efecto puede ser más in-
tenso o amplio si tomamos otros ejemplos como el tener demasiado peso, demasiada edad,
por pertenecer a un grupo con orientación sexual minoritario, etc. Si prestamos atención al
individuo que presenta esas características o pertenece a esos grupos, en ocasiones podemos
encontrar un efecto particular que los investigadores han denominado estigma. Este término,
utilizado por primera vez y hace ya bastante tiempo por Goffman (1963), hace referencia a
toda característica o atributo de una persona que presentará connotaciones negativas y “am-
plio descrédito” por parte de los demás, ubicándose la persona estigmatizada en una posición
social anormal. Más recientemente Crocker, Major y Steele (1998) advierten de la devalua-
ción de la identidad social por parte de la persona estigmatizada además de la relatividad con-
textual en el funcionamiento del estigma. Algunos autores como Goffman (1963) han clasifi-
cado los estigmas en socioculturales, físicos y psicológicos, mientras que otros han centrado
su atención en el análisis de sus principales dimensiones. En este caso, Jones et al. (1984)
diferenciaban seis dimensiones que caracterizan los estigmas sociales. Serían las siguientes:
§ Visibilidad. Haría referencia al grado en que el estigma es evidente o puede ser ocul-
tado. (Ej. obesidad, parálisis cerebral, credo religioso, rasgos étnicos).
§ Evolución o grado de estabilidad del estigma. Hay estigmas que se reducirán o desapa-
recerán con el tiempo. (Ej. Permanencia temporal en silla de ruedas).
Es interesante señalar que aunque estereotipos y estigmas están asociados, no son si-
nónimos como ya hemos visto, e incluso, al hilo de investigaciones recientes (Biernat y Dovi-
dio, 2000), podemos encontrar procesos de estigmatización en ausencia de estereotipos. Se-
gún estos autores en el caso de la estigmatización de individuos por su pertenencia a grupos
socio-culturales minoritarios, el estereotipo sí desempeñaría un papel importante sobre todo
como soporte de la estigmatización. Este papel o esta asociación con el estereotipo no sería
tan importante en el caso de otros procesos de estigmatización asociados sobre todo al pade-
cimiento de enfermedades, malformaciones, minusvalías, etc.
q Falta de concordancia entre las actitudes y valores y los comportamientos hacia indi-
viduos estigmatizados.
Junto a lo anterior, sin embargo, por parte de la persona estigmatizada existen otros
procesos interesantes que se insertan en el proceso de estigmatización, en los cuales nos de-
tendremos a continuación.
Es frecuente que las personas que pertenecen a un grupo social sepan los atributos in-
cluidos en el estereotipo que se les aplica, aunque no compartan o no entiendan como cierta
esa información (Jones et al., 1984). La persona estigmatizada podría asumir en ciertas oca-
siones como cierto el contenido del estereotipo, sirviendo como herramienta de justificación y
racionalización de sus fracasos o sus comportamientos en determinadas circunstancias.
Existe evidencia contradictoria sobre esta cuestión, pues mientras para algunos autores
las personas estigmatizadas no son siempre conscientes de ser víctimas de discriminación,
para otros las personas víctimas de estigma suelen ser altamente sensibles a situaciones po-
tencialmente discriminatorias (Operario y Fiske, 2001). En general, el haber estado expuesto a
situaciones negativas de interacción social y a experiencias aversivas y discriminatorias, gene-
ran consecuencias negativas en la persona estigmatizada, como por ejemplo descenso en su
autoestima, visión negativa sobre las interacciones sociales, consecuencias en su adaptación e
integración social, etc.
Los procesos de estigmatización podrían implicar una cuestionada utilidad para las
personas que estigmatizan. En esa línea por ejemplo, algunos autores señalan que la estigma-
tización de otros podría ser una fuente de incremento de la autoestima propia (Wills, 1981),
en el sentido de que quién estigmatiza se siente superior a la persona estigmatizada.
Otra función potencial sería la que se relaciona con la identidad social (Tajfel y Tur-
ner, 1979), de este posicionamiento teórico se derivaría que la comparación con personas de
otros grupos sociales de inferior situación, hace sentir al grupo de pertenencia como superior
y en este transcurso, los procesos de estigmatización jugarían un papel importante. Por último
podríamos hacer referencia a la reducción de algunas tipologías de ansiedad como consecuen-
cia del uso del estigma y los estereotipos socio-culturales (González, Cortes y Rodríguez,
2000).
Para el caso concreto de la infancia, hay una cuestión de capital importancia. Esta se
relaciona con la adquisición y mantenimiento de todos estos procesos psicosociales. En la
infancia, posiblemente la articulación de los estereotipos y los procesos derivados de los mis-
mos, así como las implicaciones asociadas con la estigmatización social, se ponen en funcio-
namiento a través de cualquier proceso de adquisición comportamental (Fernández Castillo,
2002) y eminentemente por la exposición a modelos y por la asimilación de información ver-
bal relacionada con los sujetos objeto de estigmatización. Esta consideración nos conduce a
pensar que los procesos educativos que se lleven a cabo en la infancia, tendrán una gran res-
ponsabilidad en la génesis de procesos que faciliten o impidan el funcionamiento de los postu-
lados asumidos en la interculturalidad.
Para concluir este apartado, señalar que un gran conjunto de estudios ha relacionado la
estigmatización con otras variables de diversa importancia psicológica como depresión, auto-
estima, satisfacción, rendimiento académico, etc., encontrando resultados que hacen del es-
tigma y de las consecuencias del uso de estereotipos, una variable a tener en consideración en
el estudio de todos estos tópicos de la Psicología contemporánea.
Los planteamientos actuales en relación con la educación intercultural asumen una se-
rie de postulados básicos a través de los cuales se pueda promover la plena integración y el
funcionamiento igualitario en las aulas. Entre los objetivos teoréticos implicados se destacan
la potenciación de valores como la tolerancia, el respeto, el pluralismo, entre otros, bajo la
premisa de que todos los alumnos con independencia de su origen socio-cultural, tienen dere-
cho a participar de un sistema de enseñanza-aprendizaje que garantice el crecimiento personal
en la máxima expresión posible. Podríamos entender como necesarias otras consideraciones
adicionales que desde hace ya algún tiempo se vienen trabajando en alumnos con necesidades
educativas especiales (Fernández Castillo, 2001), como por ejemplo y entre otras cuestiones:
q Especial atención a las particularidades que puedan presentarse en cada caso, además
o asociadas a circunstancias de necesidades educativas especiales.
q Y por supuesto llevar a cabo las necesarias modificaciones en los objetivos educati-
vos, la metodología puesta en funcionamiento, las actividades desarrolladas o los sis-
temas de evaluación a los que se recurra, entre otras consideraciones a incluir en una
eventual adaptación curricular.
A todo lo anterior, y en consonancia con los puntos anteriores de este trabajo, tendría-
mos que añadir que todas estas consideraciones habrían de ser complementadas con una aten-
ción exhaustiva a los procesos a los cuales hemos hecho referencia. El proceso de enseñanza-
aprendizaje ha de contemplar la atención al desarrollo de estereotipos, prejuicios y potenciales
situaciones de discriminación que se deriven de ahí, e incluso a la aparición de situaciones de
estigmatización social en el contexto educativo, sobre esta tesitura nos centraremos a conti-
nuación.
recto incluirían la semejanza en el estatus social de los miembros de diferentes grupos que
interactúan, lo que en el caso del contexto educativo formal crea una situación idónea.
En tercer lugar, se postula que las interacciones informales son más efectivas que las
formales. Lo que nos conduciría al interés en la potenciación de actividades de esa índole en
los contextos educativos. También se destacan como más efectivas de cara a la reducción del
estereotipo y sus derivados, las actividades donde se involucran procesos de cooperación e
interdependencia, es decir la colaboración para el alcance de metas derivadas exclusivamente
del trabajo de grupos multiculturales en nuestro caso.
En cuarto lugar, habría que destacar la necesaria existencia en el seno de los grupos
multiculturales de unas normas de funcionamiento que permitan la igualdad para todos los
involucrados en la actividad grupal. Por supuesto y de forma obvia, los participantes no habrí-
an de dar crédito a los contenidos incluidos en el estereotipo o dicho de otra forma, tendrían
que partir de una posición de rechazo de dichos contenidos. Estas condiciones asociadas a la
interacción entre personas pertenecientes a diferentes grupos socio-culturales, garantizarían la
disminución prejuiciosa y debilitarían el funcionamiento del estigma a través de la aparición
de una identidad común endogrupal (Cook, 1985; Gaertner et al.,1993; Riordan, 1978).
Además no hemos de olvidar prestar atención a los factores que afectan a la consecu-
ción de determinados resultados que obtienen individuos pertenecientes a grupos “minorita-
rios”. A menudo sólo se percibe el resultado y no a los procesos que lo han afectado (Allison,
Worth y King, 1990). Por ejemplo, un alumno de una cultura diferente con dificultades para
§ Con independencia del punto anterior, y de forma paralela, se entendería como fundamen-
tal la capacitación y la adquisición de habilidades involucradas en los propios procesos de
enseñanza-aprendizaje donde el alumno se ve inmerso. Obviamente los objetivos curriculares
que se persigan se verán dificultados si el alumno carece de determinadas habilidades que se
entienden como prerrequisitas.
§ Los centros educativos habrían de ofrecer alternativas culturales involucradas en sus plan-
teamientos. Quizá esta sea una de las cuestiones más dificultosas en la medida que chocará
con la tendencia etnocéntrica de los propios docentes, aparte de la falta de formación y otros
§ Por último, en este conjunto general de consideraciones, todo lo anterior nos conduciría a
la promoción genérica de la comprensión de otras culturas, pues es a través de esa compren-
sión donde los alumnos podrán asimilar los valores de su propia cultura y la idiosincrasia de
otras alternativas culturales. A partir también de este conocimiento podrán trabajarse los valo-
res comentados con anterioridad entre los que se incluirían el respeto y la valoración mutua.
§ Usar gestos
§ Usar la interacción visual
§ Escribir la información relevante
§ Comprobar con frecuencia la comprensión
§ Proponer múltiples actividades prácticas
§ Utilizar el aprendizaje cooperativo y otros tipos de aprendizaje en
grupo.
§ Centrarse en la comunicación
§ Discutir las estrategias de aprendizaje
§ Utilizar la experiencia de los alumnos
§ Disponer de varias herramientas de evaluación
§ Medir el tiempo de reacción
§ Utilización de la lengua materna de los alumnos
§ Proporcionar ayuda a los alumnos en el aula
§ Creación de varios grupos culturales dentro de la escuela y dar la bienvenida a los alum-
nos que hablan distintas lenguas.
§ Contar con libros y materiales escritos en distintas lenguas para trabajar en clase.
§ Generar oportunidades a los alumnos para que hablen de las costumbres y los valores de
su cultura de referencia.
§ Contar con personas que puedan servir como tutores de estos alumnos y que hablen su
misma lengua.
§ Crear unidades didácticas en las que se incorpore la lengua materna de los distintos alum-
nos.
§ Pedir a los alumnos que contribuyan a diversas actividades de la escuela con contribucio-
nes originarias de su cultura de pertenencia.
§ Dar oportunidades a los alumnos para que formen asociaciones y clubes en los que se
hable su lengua materna y se realicen diversas actividades.
§ Invitar a personas que utilizan esa lengua como segundo lenguaje a que la usen como len-
gua primaria en determinados contextos, como por ejemplo asambleas, reuniones, etc.
§ Invitar a personas de esa comunidad para que interactúen con los alumnos tanto en un
contexto formal como informal.
Discusión
Cualquiera de las previsiones que podamos consultar sobre la cuestión señalan que es
de esperar a corto y medio plazo, si las pautas y los flujos migratorios actuales se mantienen,
la paulatina presencia de niños pertenecientes a diferentes grupos culturales en nuestras aulas.
Independientemente de la concienciación del sistema educativo sobre esta situación, habrán
de tomarse las medidas pertinentes que garanticen una respuesta educativa adecuada y efi-
ciente a esta tesitura.
Cualquier cambio que observemos en el amplio espectro que se extiende desde la s in-
teracciones sociales en la infancia hasta las políticas y actitudes sociales con respecto al sis-
tema educativo, dirigido hacia el desarrollo de sistemas virtualmente interculturales, no será
efectivo ni incluso real, si no se origina paralelamente un acercamiento social en el que no se
deje de lado la aceptación y un sincero deseo de igualdad entre los grupos humanos integra-
dos por individuos con diferentes bagajes culturales.
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