Modernismo El Racionalismo
Modernismo El Racionalismo
Modernismo El Racionalismo
EL RACIONALISMO
Corriente filosófica que se desarrolló en el siglo XVII en Europa y que se caracteriza por afirmar que la razón
es la fuente de nuestros conocimientos. Sus representantes más destacados fueron Descartes, Spinoza y
Leibniz, quienes ofrecieron distintas versiones del modo en que la razón fundamenta el conocimiento, así
como de su relación con la experiencia. Habitualmente se considera que el racionalismo se opone al
empirismo británico, quien considera que la experiencia es la fuente de nuestros conocimientos. En un sentido
más general, el término "racionalismo" remite a toda doctrina filosófica que considera que la realidad es
inteligible, es decir, que tiene un carácter racional (racionalismo metafísico). En este sentido, muchas otras
filosofías son y fueron llamadas racionalistas, como las sostenidas por Parménides, Platón o Hegel, por
ejemplo.
La característica más importante de esta corriente filosófica consiste en devolver a la filosofía el espíritu
crítico, anterior a la fe cristiana. Con el racionalismo hay una separación radical entre la verdad revelada y la
verdad exclusivamente racional, propia de la filosofía.
Los factores sociales e ideológicos que motivaron esta situación, se debieron en gran parte al cambio de
mentalidad operado en el humanismo renacentista cuyo antropocentrismo marcó toda la filosofía y la ciencia
moderna y contemporánea. Muy importante así mismo fue el avance de las ciencias físico – matemáticas
gracias al método de Galileo Galilei. Desde el punto de vista de la religión, la aparición del protestantismo y la
separación entre las distintas iglesias, ayudó a considerar la fe religiosa como una opción vital, personal
separada de la ciencia.
Renato Descartes (1596 – 1650). Siendo un gran matemático y físico, fue durante toda
su vida un apasionado filósofo. Este amor por la sabiduría - que es la filosofía - le
impulsó a realizar una crítica exhaustiva de todos los sistemas de filosofía y ciencia
anteriores, comenzando por la filosofía escolástica, que había aprendido en el colegio de
los jesuitas de La Fleché. Su espíritu inquieto le llevó a participar en la Guerra de los
Treinta Años, a vivir en Holanda, patria del librepensamiento y, posteriormente, a
trasladarse a Suecia para enseñar a la reina Cristina. El frío del país y las tempranas
horas de la clase, aceleraron su muerte.
Descartes unió el pensamiento filosófico y el científico; sin embargo en algunos de sus libros, tratan sólo de
física y matemáticas y otros, de filosofía propiamente dicha.
Sus obras científicas: La Geometría, Tratado del mundo o de la luz, Los Meteoros y la Dióptrica.
Sus obras filosóficas: El Discurso del método, Las meditaciones metafísicas, Los Principios de Filosofía, Las
Reglas para la dirección del espíritu, Tratado del hombre y Las pasiones del alma. También son muy
interesantes sus Cartas, especialmente las dirigidas al jesuita Padre Mersenne y a la princesa Isabel del
Palatinado.
El método matemático es tan seguro que hasta un niño puede llegar a alcanzar un conocimiento pleno de las
reglas aprendidas. En la segunda parte del Discurso del Método afirma: “…un niño que sabe aritmética y hace
una suma conforme a las reglas, puede estar seguro de haber hallado, acerca de la suma que examinaba,
todo cuanto el ingenio humano puede hallar; porque al fin y al cabo el método que enseña a seguir el orden
verdadero y a recontar exactamente las circunstancias todas de lo que se busca, contiene todo lo que
confiere certeza a las reglas de la aritmética”.
Este método diseñado por Euclides en sus Elementos consiste en el uso de la intuición y de la deducción.
Mediante la intuición conocemos las primeras verdades evidentes e inmediatas, a las que llamó axiomas. Por
la deducción alcanzamos otras verdades a las que llegamos a través de los axiomas y de una cadena de
razones. Aplicando estos dos usos, entiende Descartes que el método adecuado para construir una ciencia
universal, debe tener sólo cuatro reglas en lugar del gran número que presentaba la Lógica o Metodología
tradicional:
1. La evidencia como criterio de verdad. “…no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con
evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis
juicios más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu que no hubiese ninguna
posibilidad de ponerlo en duda”.
2. El análisis. “Dividir cada una de las dificultades que examinase en cuantas partes fuere posible y en
cuantas requiriese su mejor solución”.
3. La síntesis. “Conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y fáciles
de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente hasta conocimientos más complejos”.
4. La comprobación de los análisis y síntesis ya efectuados. “Hacer en todo unos recuentos tan integrales y
unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada”.
Utilizando este método en la filosofía, pasa Descartes a buscar una primera verdad evidente, y por tanto
indubitable, que sirva a la filosofía como un axioma donde apoyar el resto de afirmaciones o teoremas. Para
tal fin inicia la llamada, Duda metódica que consiste en dudar de todos los conocimientos que no sean
evidentes, es decir que no se manifiesten a nuestro espíritu con total claridad y distinción – aplicación de la
primera regla de la evidencia -.
Descartes inicia el proceso dudando de todo conocimiento empezando por el que proviene de los sentidos,
pues frecuentemente nos engañan; si engañan una vez, pueden hacerlo siempre. En segundo lugar, es a
veces difícil distinguir el sueño de la vigilia; hay sueños que parecen muy reales, e incluso llegan a
asustarnos, pudiera ser que nuestra vida de vigilia, no fuera más que un sueño (este tipo de escepticismo
estaba presente en la época y lo vemos reflejado en la literatura, por ejemplo en la Vida es sueño de Calderón
de la Barca). En tercer lugar también la razón nos engaña, ya que algunas veces nos equivocamos al resolver
cuentas o problemas; este hecho nos indica que podemos engañarnos siempre. Finalmente, afirma
Descartes, podría existir, un genio maligno, que nos engañara a los hombres con su inmenso poder
haciéndonos tomar como real lo que no es.
Sin embargo la duda metódica no lleva al escepticismo, que niega toda verdad, si no todo lo contrario; de ella
va a surgir la primera evidencia o axioma: el resultado del análisis anterior revela la posibilidad de que
nuestros pensamientos sean equivocados, pero con total claridad y distinción, tomamos conciencia del hecho
de estar dudando, de estar pensando y de existir, porque si no existiéramos no podríamos dudar: he aquí el
axioma o verdad buscada: “cogito ergo sum”, “pienso luego existo”. Siguiendo el proceso metódico busca en
el pensamiento otras ideas revestidas de igual claridad y distinción; estas ideas son la de infinito y la de
extensión.
La idea de un ser infinito, de Dios, no puede tener su origen en un ser finito, limitado como es nuestro
pensamiento, por tanto Descartes afirma que sólo un ser Infinito puede haber puesto en nuestra mente esa
idea. La existencia es la máxima perfección. Por esto, afirma la existencia de Dios, recogiendo el antiguo
argumento ontológico de San Anselmo: de la idea de Dios a la afirmación de su existencia. La existencia de
un ser Infinito todopoderoso, garantiza la realidad de un mundo exterior. Todas las verdades evidentes están
en nuestro pensamiento, pero también son seres o sustancias que existen en la realidad. Descartes inicia la
corriente idealista en la metafísica moderna.